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Clínica diferencial, histeria y neurosis obsesiva

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Clínica diferencial, histeria y neurosis obsesiva
En este ensayo comenzaré hablando de la histeria y después de la neurosis obsesiva porque antes de hacer una comparación me parece que es necesario entender a cada una lo mejor posible
He decidido hablar primero de la histeria ya que es fundamental para el psicoanálisis, sin el interés y posterior estudio que Freud realizó enfocado a esta probablemente no existiría el psicoanálisis ni entenderíamos la neurosis tal como se hace actualmente pero para eso hay que dar un pequeño recorrido. 
El nombre viene del latín hystera que significa matriz o útero. El registro más antiguo de histeria data de Egipto y desde entonces hasta el tiempo de Freud en la Europa de finales del siglo XIX estuvo relacionada a las mujeres y por supuesto a su sexualidad; concibiendo al útero como un animal inquieto que se movía por el cuerpo causando sus manifestaciones a causa de la insatisfacción por lo que el pene y las relaciones sexuales, por supuesto por vía del matrimonio, eran la recomendación común para “curar” la histeria. 
 Estas manifestaciones son caracterizadas por ataques convulsivos “elegantes y coordinados” estás convulsiones son muy asociadas a los ataques histéricos del siglo pasado, todo un espectáculo que denotaba la llamada de atención de estas mujeres; zonas histerógenas o sea lugares del cuerpo con hipersensibilidad que con estimulación pueden desencadenar un ataque o controlarlo y también lo contrarío, se puede presentar una hiperestesia, una disociación de la sensibilidad del cuerpo a menudo relacionándose con la anterior manifestación; pueden presentarse episodios de sordera, ceguera, perdida del gusto o del olfato; parálisis; contracturas ante ciertos estímulos; anorexia, vómito e insomnio. Todas estas manifestaciones no tienen una explicación médica sino que son una forma en que el inconciente se manifiesta sobre el cuerpo. Tienden a lo excesivo, son móviles y pueden deponerse ante la excitación o por medio de la hipnosis, que así es como Freud trabajó la histeria en un inicio. 
Es interesante cómo, en sus inicios, Freud, a partir de sus estudios con Charcot, concibió la histeria. Aún es una concepción un tanto médica dando explicación a partir de “un excedente de excitación del sistema nervioso, el cual se exterioriza ora inhibiendo, ora estimulando y es desplazado con gran libertad dentro del sistema nervioso.” habla, en su primer escrito sobre la histeria que hay una predisposición hereditaria y sus causas son ocasionales aunque ya habla del conciente e inconciente a donde es distribuido el excedente de estímulos. También se menciona la probabilidad de que se empiece a manifestar en la niñez. 
5 años después, con más experiencia y estudio se logra una concepción más aterrizada sobre la histeria entendiendola desde el trauma pero también desde lo común, su relación con el cuerpo y por lo tanto con las manifestaciones histéricas. Es gracias a la conjunción del trabajo y observaciones de Freud y Breuer que llegan a las siguientes concepciones teóricas que se sostienen con diversos ejemplos traídos del ejercicio clínico e identificando como mecanismo central de la histeria a la represión aunque yo sumaría la disociación. 
Aquí ya se presenta una indagación a las experiencias de vida del paciente en relación a la sintomas y como surgieron la primera vez (comúnmente ligadas a experiencias “teñidas de afecto”), enfrentando la resistencia y aún usando la hipnosis para llegar hasta allí aunque me parece (y solo porque me encuentro más de 100 años adelante de ellos) que eso no permite que los pacientes sean concientes de el por qué de sus padecimientos y solo permite el entendimiento de aquellos que realizan o presencian las sesiones. 
Entonces la histeria es la manifestación de lo psíquico a lo corporal y se puede terminar cuando el histérico aclara su trauma. 
Retomando la disociación, Rosa López nos habla sobre esta y su relación con la neurosis, una disociación del cuerpo pues la histérica tiene una imagen débil de sí misma, está fracturada y es tangible en sus manifestaciones histéricas. Es la forma en la que el cuerpo comunica lo que el sujeto no puede o no sabe pues mientras una fuerza pulsional trata de hacerse presente la represión lucha por impedirlo y surge el síntoma.
El síntoma histérico se establece a través de la identificación con la figura del padre y sus rasgos afines al deseo de la histérica, hay un conflicto con la feminidad que no ha podido ubicar.
Por supuesto que como todos el histérico tiene deseos solo que, como Freud denominó teóricamente, este realiza una conversión donde, para mantener las ilusiones y sueños, evita realizarlos y mantenerse en la insatisfacción.
La histeria ha sido objeto de incomprensión, prejuicios y rechazo a lo largo de su historia, desde mujeres histéricas que fueron quemadas por asociar sus manifestaciones con brujería hasta ser hechas a un lado por la comunidad médica por no hallar una explicación dentro de su campo. 
Freud fue el primero que decidió usar la escucha como medio de sanación, dejando que las histéricas hablaran e hicieran sus asociaciones para llegar a lo reprimido, expresar con palabras lo que ya decía el cuerpo y que contuvieron al punto de llegar a la histeria. Por primera vez no se separó lo mental de lo físico y eso fue clave para el psicoanálisis. 
Entrando en el terreno de la neurosis obsesivas sus manifestaciones son las siguientes: una creencia de la omnipotencia de los deseos del neurótico obsesivo; mantienen un ritual supersticioso, es tan ceremonial que llega a compararse con los rituales religiosos y al no ser cumplidos aparece la culpa; desfiguración por elipsis, suelen proyectar en el mundo exterior lo interceptado por la psique, la duda o incertidumbre está presente siendo este un método para sacar al obsesivo de la realidad y aislarlo, incluso llegan a evitar objetos que les den certidumbre pero vincularse fácilmente a temas de incertidumbre universal como la muerte; amor (odio) hiperpotente que da la creencia de omnipotencia, es el odio retenido por el amor en la sofocación de lo inconciente, también este amor-odio está presente en la figura del padre anudado al deseo de muerte (deseo inconciente), por lo menos eso es lo que nos dice Freud. De igual manera señala, en el caso del hombre de las ratas y otra mujer obsesiva, una fragmentación de la personalidad. En el primer caso mencionado nota tres personalidades entre las cuales oscila su conciencia. Es interesante porque en la histeria también se presenta una fragmentación en la imagen que la histérica tiene de sí misma y la entiendo más cercana a una falta de personalidad mientras que el obsesivo presenta lo contrario. 
Respecto al erotismo anal este se vincula con la neurosis de diversas formas. Una de ellas se da a través de la formación reactiva de la obsesión por el orden y el aseo contra el interés que se presenta por lo sucio pero no se puede exteriorizar después del episodio en el que la madre rechaza el regalo fecal que el niño le hizo. La otra se da por no superar o tener una regresión a la organización pregenital predominando las pulsiones parciales anal eróticas y sádicas.
Para Lacan la neurosis es de orden estructural poniendo en el centro la función del padre pues es quien instaura la prohibición del incesto en la relación madre-hijo y se encarga de separar la simbiosis en la que viven los primeros años para trasladar el deseo a otros objetos, o sea, el padre es el encargado de la castración simbolica. Este primer encuentro con la ley resulta traumático y aparece la represión como mecanismo de las neurosis. En el caso del neurótico obsesivo, este no supera la tercera fase del edipo de Lacan puesto que no logra la identificación con el padre y cambia lugares en la estructura colocandose en el lugar del padre, la madre como objeto y el padre simbólico como el Otro.
En cuanto a las manifestaciones la diferencia es muy notable, al menos en la histeria, puesto que es muy llamativa, se exterioriza en el cuerposin posibilidad de control mientras sea inconciente mientras la neurosis obsesiva es discreta, el neurótico obsesivo tiene todo en su mente, dentro de sí. En el caso del neurótico obsesivo el desplazamiento es el mecanismo central 
La histérica sufre lagunas mentales a causa de que su mecanismo central es la represión mientras que el neurótico obsesivo tiene la capacidad de recordar puntualmente, valga la redundancia, obsesivamente. 
Todas las neurosis tienen las mismas pulsiones sofocadas como portadoras del síntoma, siendo esta otra de las cosas que comparten pues ambas son neurosis pero, después de indagar en cada una, se puede discernir fácilmente la una de la otra, siendo hasta opuestas.
Bibliografía
Breuer, Freud, S., (1893) “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar”, O. C., Amorrortu, Vol. II.
Freud, S., (1888) “Histeria”, O. C., Amorrortu, Vol. I 
Freud, S., (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el Hombre de las Ratas) Parte II, Sobre la teoría, O. C., Amorrortu, Vol. X. Pp. 173-194
López Rosa “El cuerpo hablante de la histeria”
López, R., (2006) “La actualidad de la histeria”, Textos Nucep

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