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Violencia a la mujer

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Está estipulado que en la institución familia surgen los procesos de subjetivación que permitirán integrarse por completo a la sociedad, entre estos la adquisición de la identidad de género, este conjunto de ideas y comportamientos que determinan y distinguen lo masculino de lo femenino derivando en el ideal de género inscrito desde el sistema patriarcal. Este ideal de género propicia la reproducción y subordinación de los sujetos a través de los procesos de identificación que los conforman.
Hay una relación directa entre el rol materno y el ambito domestico pues si la niña comienza sus procesos de subjetivación a partir de la identificación con la madre y esta se encuentra inscrita en el orden tradicional asumiendo su rol materno, la niña devendrá en mujer con el ideal de genero impuesto socialmente para su sexo y predispuesta a la normalización de la violencia que se ejerce sobre ella y sobre las demás mujeres. Adquirirá ese ideal y lo adjudicará sobre sí misma y sobre otras mujeres, es aquí donde identificamos la violencia ejercida de mujer a mujer.
Este tipo de violencia simbólica ha sido localizada en dos ámbitos, el doméstico y el social, siendo ejercidos por las mujeres de la familia y las mujeres externas (amigas o compañeras) respectivamente.
En el ámbito doméstico/familiar es la mujer que ejerce el rol de madre la que principalmente fomenta, desde su posición de autoridad, los ideales de género y la violencia machista. Es a partir del control y la prohibición sobre el cuerpo e ideales que no se acomoden a los patriarcales que se ejerce la violencia y dominación sobre la otra mujer, a veces de forma directa, a veces desde el amor y la genuina preocupación y que se repetirá en otras miembros filiales, principalmente de las mayores a las más jóvenes. Fungiendo la familia como dispositivo de poder que impone sobre sus miembros el ideal de género sujetos al imaginario social efectivo.
Mientras tanto en el ámbito social podríamos esperar una ventana de oportunidades más amplia a la hora de expresarse, sin embargo, la significación colectiva que comprende “ser mujer” también tiene una fuerte sujeción, determinando lo que se debe y lo que no en el ideal de género, generando exclusión y violencia verbal, psicológica y hasta física cuando alguna mujer no cumple con los parámetros sociales de la feminidad.
Ambas formas de violencia se ejercen desde discursos de orden para mantener lo instituido en la sociedad patriarcal, donde las mujeres cumplen un papel doblegado.
“En el último grado de la barbarie patriarcal, se revela el esqueleto mismo del sistema; aflora, descarnada, la estructura, se espectacularizará la escena psíquica fundamental, el cuerpo genérico de la mujer se reduce para adherirse definitivamente a la función de objeto destinado al consumo en la construcción de la masculinidad.” (Rita Segato, 2003. pp 256)
A la mujer se le presiona constantemente, desde lo doméstico y lo social a adoptar la función de objeto y determinarlas a la subordinación de la feminidad ante la masculinidad y el orden patriarcal.
· Fernández, Ana María, Cap.10 “La mujer de la ilusión” en La mujer de la ilusión, Paidós, Buenos Aires, 1993. pp. 239-263
· Segato, Rita. Cap. 9: “Los principios de la violencia”, en Las Estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires., 2003. pp. 253-261.

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