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403 PARTE IV InsufIcIencIa cardíaca © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos DEFINICIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA, 403 Clasificación de la insuficiencia cardíaca, 403 ANAMNESIS MÉDICA Y EXPLORACIÓN FÍSICA, 404 Síntomas y signos de insuficiencia cardíaca, 404 Otra información anamnésica, 405 Exploración física, 406 PRUEBAS ANALÍTICAS DE RUTINA, 407 Radiografía de tórax, 407 Electrocardiografía, 407 Análisis bioquímico de la sangre y variables hematológicas, 408 Biomarcadores, 408 PUNTUACIÓN DE RIESGO PARA DETERMINAR EL PRONÓSTICO, 410 CATETERISMO CARDÍACO DERECHO, 410 BIOPSIA ENDOMIOCÁRDICA, 411 DETECCIÓN DE ENFERMEDADES CONCOMITANTES, 411 VALORACIÓN DE LA CALIDAD DE VIDA, 411 PRUEBA DE ESFUERZO CARDIOPULMONAR, 411 MODALIDADES DE PRUEBAS DE IMAGEN, 411 Ecocardiografía y ecografía pulmonar, 411 Resonancia magnética, 412 Tomografía computarizada cardíaca, 412 Imagen nuclear, 413 PERSPECTIVAS FUTURAS, 413 BIBLIOGRAFÍA, 413 DIRECTRICES, 414 Abordaje del paciente con insuficiencia cardíaca JAMES L. JANUZZI, JR., Y DOUGLAS L. MANN 21 DEFINICIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA La insuficiencia cardíaca (IC) es un síndrome clínico complejo, conse- cuencia del deterioro estructural y funcional del llenado ventricular o de la eyección de sangre. Aunque el síndrome clínico de la IC puede desarro- llarse por anomalías o trastornos que afectan a todos los aspectos de la estructura y la función cardíacas, la mayoría de los pacientes presentan disminución de la función miocárdica, con hallazgos que varían del tamaño y la función ventriculares normales a la dilatación pronunciada y la reducción de la función. Los síntomas de la IC con frecuencia dependen de la presencia de presiones de llenado cardíaco izquierdo o derecho elevadas, pero el término «insuficiencia cardíaca congestiva» ya no se recomienda, ya que muchos pacientes no experimentan congestión manifiesta en la evaluación y los síntomas pueden estar causados por otros factores, como una disminución del gasto cardíaco. Las tasas globales de incidencia y prevalencia de IC están alcanzando proporciones epidémicas, como demuestra el incremento continuo del número de ingresos por IC, el número creciente de muertes por IC y la espiral de costes asociados al tratamiento de los pacientes con IC. Se cree que la prevalencia global de IC está aumentando en parte porque los tratamientos actuales de los trastornos cardíacos (p. ej., infarto de miocardio, cardiopatía valvular, arritmias) prolongan la supervivencia de los pacientes. La IC afecta a más de 23 millones de personas en todo el mundo. Los datos epidemiológicos más recientes en EE. UU. indican que 5,7 millones de estadounidenses tienen IC, y se calcula que en 2030 la prevalencia aumentará un 25% respecto a las estimaciones actuales.1 La prevalencia estimada de IC cardíaca sintomática en la población europea en conjunto es parecida a la de EE. UU. y oscila entre el 0,4 y el 2%.2 La prevalencia de IC aumenta exponencialmente con la edad y afecta a 4-8% de las personas mayores de 65 años (fig. 21-1A). Aunque la inci- dencia relativa de IC es más baja en las mujeres que en los hombres en todos los grupos de edad, las mujeres representan alrededor de la mitad de los casos de IC debido a su mayor esperanza de vida, y la prevalencia global de IC es más alta en las mujeres que en los hombres de 80 años o más.3 El estudio Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis (MESA) financiado por los National Institutes of Health (NIH) estadounidenses mostró que los negros tenían un riesgo más alto de presentar IC, seguidos por los hispanoamericanos, los blancos y los chinos americanos de origen chino4 (fig. 21-1B). En Norteamérica y Europa, el riesgo a lo largo de la vida de presentar IC es aproximadamente uno de cada cinco a los 40 años de edad. Los factores de riesgo de IC son cardiopatía isquémica, infarto de miocardio incidente o prevalente, miocarditis, cardiopatía valvular, taquicardia, diabetes mellitus, cardiopatía estructural relacionada con cardiopatía congénita, apnea del sueño, consumo excesivo de alcohol o de drogas ilegales, y obesidad. Se cree que un porcentaje considerable (30-40%) de la IC no isquémica está causado por factores genéticos (v. capítulo 7). Además, algunos fármacos pueden aumentar el riesgo de IC, como los antiinflamatorios no esteroides (AINE) y los antineoplásicos. La distribución de la fracción de eyección (FE) en poblaciones no seleccionadas de pacientes con IC es bimodal, con máximos centrados alrededor del 35-55%.3 Alrededor de la mitad de los pacientes presenta IC con FE conservada (ICFEc; v. capítulo 26) y el resto presenta FE reducida3 (ICFEr; v. capítulo 25). La ICFEc se suele definir como una FE ventricular izquierda del 50% o superior, mientras que la ICFEr se define como FE inferior al 40%. Las estrategias terapéuticas para tratar la IC se basan en estas dos categorías, por lo que las distinciones son esenciales. En los últimos años se ha centrado la atención en los pacientes con IC y una FE entre 40-50%;5 aún no hay un criterio unánime sobre el tratamiento más apropiado de estos pacientes, porque suelen quedar excluidos de los estudios clínicos. La incidencia de ICFEc aumenta mucho con la edad y es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres a cualquier edad.4 La prevalencia de ICFEc parece estar aumentando, probablemente por el envejecimiento de la población y por la identificación creciente de la ICFEc. Estos datos ponen de relieve que la ICFEc es una causa importante del síndrome de IC. Clasificación de la insuficiencia cardíaca Los pacientes con IC se clasifican según la sintomatología y el estadio de la enfermedad. En el enfoque de estadificación de la IC del American College of Cardiology y de la American Heart Association (ACC/AHA) (v. fig. 25-6) se resalta la importancia del desarrollo y la progresión de la enfermedad,6 en tanto que la clasificación funcional de la New York Heart Association (NYHA) se centra más en la tolerancia al ejercicio en personas con IC establecida (tabla 21-1). Aunque adolece de una considerable subjetividad en las valoraciones, la clasificación funcional de la NYHA se emplea con profusión. El uso conjunto de ambos sistemas establece un marco razonable para la comunicación entre profesionales clínicos y para el diagnóstico de los pacientes. La clasificación de la NYHA se utiliza también para determinar la elegibilidad para ciertos tratamientos (p. ej., antagonistas del receptor mineralocorticoesteroide, resincronización cardíaca). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 404 In su fI cI en cI a c a rd ía ca IV Cuando se sospecha el diagnóstico de IC, los objetivos de la valoración clínica consisten en determinar si hay IC, definir la etiología subyacente y el tipo de IC (ICFEr frente a ICFEc), evaluar la gravedad de la IC e identificar enfermedades concomitantes que puedan influir en la evolución clínica y la respuesta al tratamiento. Aunque el diagnóstico de IC puede ser directo cuando el paciente presenta una constelación de signos y síntomas en el contexto clínico apropiado (tablas 21-2 y 21-3), no hay un signo o síntoma que por sí solo defina la presencia o la grave- dad de la IC. Además, la detección de hallazgos clínicos diagnósticos de la IC es imprecisa y, a menudo, requiere otros medios diagnósticos. Así pues, como se ilustra en la figura 21-2, la evaluación clínica de la IC, las más de las veces, depende de la información derivada de distintas fuentes, como la anamnesis (pasada y presente), la exploración física, las pruebas analíticas y los estudios funcionales. ANAMNESIS MÉDICA Y EXPLORACIÓN FÍSICA Una completa recopilación de losantecedentes médicos y una explo- ración física cuidadosamente planteada son la base de la valoración de los pacientes con IC, ya que aportan información importante sobre la etiología de la IC, identificando posibles factores agravantes y aportando datos fundamentales para el abordaje apropiado del caso (v. capítulo 10). La información obtenida orienta la ulterior evaluación del paciente y capacita al profesional clínico para realizar pruebas adicionales con un criterio prudente. Por otra parte, los antecedentes ayudan a evaluar posibles resultados incongruentes que puedan regis- trarse durante el proceso diagnóstico y contribuyen a evitar la necesidad de realizar pruebas innecesarias. Síntomas y signos de insuficiencia cardíaca Los pacientes con IC pueden referir una amplia variedad de síntomas, los más frecuentes de los cuales se enumeran en la tabla 21-2. Ninguno de ellos es plenamente sensible o específico a la hora de identificar la presencia de congestión grave (tabla 21-4), pero algunos son más fiables que otros para esta indicación. Ninguno es específico de la ICFEc o de la ICFEr. La acentuación de la disnea es un síntoma cardinal de IC y suele relacionarse con aumento de las presiones de llenado cardíaco, si bien también se asocia a restricción del gasto cardíaco.7 No obstante, la ausencia de empeoramiento de la disnea no descarta necesariamente el diagnóstico de IC, ya que los pacientes pueden adaptarse a los síntomas modificando su estilo de vida. El análisis más en profundidad del nivel actual de actividad detecta a veces una disminución de la capacidad de ejercicio, que, sin embargo, no es evidente de forma inmediata. Los pacientes hospitalizados con IV a menudo refieren disnea en reposo, síntoma de alta sensibilidad diagnóstica y con ramificaciones pronósticas en esta población. Sin embargo, también es citada por pacientes afectados por otras muchas alteraciones médicas, por lo que la especificidad y el valor predictivo positivo (VPP) de la disnea en reposo por sí sola son bajos. Los pacientes pueden dormir con la TABLA 21-1 Estadios de la insuficiencia cardíaca (IC) según el American College of Cardiology/American Heart Association (ACC/AHA) y según la clasificación funcional de la New York Heart Association (NYHA) esTadIOs deL acc/aHa cLasIfIcacIÓn funcIOnaL de La nYHa A Alto riesgo de IC, pero sin afectación cardíaca estructural o síntomas de IC Ninguno B Enfermedad cardíaca estructural sin signos o síntomas de IC I Sin limitación de la actividad física La actividad física habitual no produce síntomas de IC C Enfermedad cardíaca estructural con síntomas previos o en curso de IC I Sin limitación de la actividad física La actividad física habitual no produce síntomas de IC II Ligera limitación de la actividad física Cómodo en reposo, pero la actividad física habitual produce síntomas de IC III Marcada limitación de la actividad física Cómodo en reposo, pero una actividad física menor que la habitual produce síntomas de IC D IC refractaria que requiere intervenciones especializadas IV Incapaz de realizar cualquier actividad física sin síntomas de IC, o síntomas de IC en reposo FIGURA 21-1 Prevalencia y pronóstico de la insuficiencia cardíaca (IC) en EE. UU. A. Prevalencia de IC por sexo y edad (National Health and Nutrition Examination Survey, 2007-2010). B. Trazados de Neslon-Aalen de los cocientes de riesgos instantáneos acumulados de presentar insuficiencia cardíaca congestiva (ICC) por grupo racial o étnico en el Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis (MESA). (A, modificado de Go AS, Mozaffarian D, Roger VL, et al. Heart disease and stroke statistics—2013 update: a report from the American Heart Association. Circulation 2013;127:e6-245; B, tomado de Bahrami H, Kronmal R, Bluemke DA, et al. Differences in the incidence of congestive heart failure by ethnicity: the Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis. Arch Intern Med 2008;168:2138-45.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 405 A b o rd aje d el p acien te co n in su fi cien cia card íaca 21 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . cabeza elevada para aliviar la disnea cuanto están tumbados (ortopnea). Además, en ocasiones, la disnea se produce específicamente cuando se está tumbado sobre el lado izquierdo (trepopnea). La disnea paroxística nocturna, que se presenta cuando el paciente está tumbado en la cama, es uno de los indicadores más fiables de IC. La respiración de Cheyne-Stokes (denominada también respiración cíclica o periódica) es frecuente en la IC avanzada y habitualmente se asocia a gasto cardíaco bajo y a respiración alterada durante el sueño (v. también capítulos 25 y 87). La presencia de respiración de Cheyne-Stokes indica, por lo general, un pronóstico adverso.8 La tos nocturna es un síntoma de IC que a menudo se pasa por alto. Estos síntomas son característicos de la congestión pulmonar, en tanto que antecedentes de ganancia de peso, aumento del perímetro abdominal, saciedad precoz e inicio de edema en órganos declives (extremidades o escroto) indican congestión del corazón derecho. Sin embargo, el dolor inespecífico del cuadrante superior derecho por congestión del hígado es frecuente en pacientes con IC derecha significativa, aunque, a veces, se atribuye incorrectamente a otras alteraciones. Otro síntoma básico de la IC es la fati- ga, que, generalmente, es reflejo de una disminución del gasto cardíaco y de res- puestas metabólicas anómalas al ejercicio del músculo esquelético.9 Otras causas de fatiga en la IC son depresión mayor, anemia, disfunción renal, anomalías endocrinológicas y efectos secundarios de los medicamentos. La pérdida de peso involuntaria, que a menudo conduce a caquexia, puede ser destacable y es un indicador pronóstico importante.10 Otra información anamnésica La información sobre los problemas médicos pasados y actuales del paciente, junto con la referida a antecedentes familiares de varias generaciones y sociales, proporciona el marco a partir del cual se interpretan los síntomas y se diseña el plan de tratamiento. La presencia de hipertensión, enfermedad arterial corona- ria y/o diabetes resulta particularmente útil, ya que estas alteraciones son responsables de alrededor del 90% del riesgo de IC atribuible a la población en EE. UU.11 Los antecedentes personales patológicos han de centrarse también en los fármacos que toma el paciente. Entre los que se asocian a IC de nuevo desarrollo se cuentan quimiote- rápicos anticancerosos,12 antidiabéticos (p. ej., TABLA 21-2 Uso de la anamnesis médica para valorar al paciente con insuficiencia cardíaca (IC) Síntomas asociados a IC Fatiga Falta de aire en reposo o durante el ejercicio Disnea Taquipnea Tos Disminución de la capacidad de ejercicio Ortopnea Disnea nocturna paroxística Nicturia Ganancia/pérdida de peso Edema (en las extremidades, el escroto u otra localización) Aumento del perímetro abdominal o distensión abdominal Dolor abdominal (particularmente en el cuadrante superior derecho) Pérdida de apetito o saciedad precoz Respiraciones de Cheyne-Stokes (a menudo descritas por un familiar en vez de por el paciente) Somnolencia o agudeza mental disminuida Información de la anamnesis útil para determinar si los síntomas son de IC Antecedentes de IC Cardiopatía (p. ej., enfermedad arterial coronaria, afectación valvular o congénita, infarto de miocardio previo) Factores de riesgo de IC (p. ej., diabetes, hipertensión, obesidad) Enfermedades sistémicas con posible afectación cardíaca (p. ej., amiloidosis, sarcoidosis, enfermedades neuromusculares hereditarias) Enfermedad vírica reciente oantecedentes de infección por el VIH o enfermedad de Chagas Antecedentes familiares de IC o muerte súbita cardíaca Exposición ambiental y/o médica a sustancias cardiotóxicas Consumo de drogas Enfermedades no cardíacas que pueden afectar indirectamente al corazón, incluyendo estados de gasto elevado (p. ej., anemia, hipertiroidismo y fístulas arteriovenosas) TABLA 21-3 Hallazgos físicos en la insuficiencia cardíaca Taquicardia Extrasístoles o ritmo irregular Pinzamiento de la presión arterial diferencial o pulso filiforme* Pulso alternante* Taquipnea Extremidades frías y/o moteadas* Presión venosa yugular elevada Matidez y ruidos respiratorios disminuidos en una o ambas bases pulmonares Estertores, roncus y/o sibilancias Impulso apical desplazado a la izquierda y/o hacia abajo Impulso apical sostenido Elevación paraesternal Tonos cardíacos tercero y/o cuarto (palpables y/o audibles) Soplo de insuficiencia tricuspídea o mitral Hepatomegalia (a menudo acompañada de molestias en el cuadrante superior derecho) Ascitis Edema presacro Anasarca* Edema pedio Cambios en la estasis venosa crónica *Indicativo de enfermedad más grave. FIGURA 21-2 Diagrama de flujo para la evaluación de pacientes con IC. Los valores de corte apropiados para las pruebas de péptidos natriuréticos (asterisco), a fin de identificar o descartar la IC, se muestran en la tabla e21-1. El diagnóstico de IC se establece combinando el criterio clínico y las pruebas iniciales y subsiguientes. Tras una anamnesis y una exploración física completas, y las correspondientes pruebas diagnósticas, a veces son necesarios estudios de imagen (p. ej., ecocardiografía) en casos ambiguos, con objeto de identificar o descartar de manera concluyente el diagnóstico. ECG, electrocardiograma. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 406 In su fI cI en cI a c a rd ía ca IV tiazolidinedionas), antimigrañosos derivados del cornezuelo del centeno, anorexígenos, ciertos antidepresivos y antipsicóticos (sobre todo los que contienen clozapina), descongestionantes como la seudoefedrina (por su capacidad de producir hipertensión grave), antiinflamatorios como el antipalúdico hidroxicloroquina (ocasionalmente asociada a miocardiopatía infiltrante) y AINE. Se ha constatado que los AINE producen IC, por su capacidad de deteriorar la función renal, generar hipertensión e inducir retención de líquidos, particularmente en ancianos. Aunque los inhibidores selectivos y no selectivos de la ciclooxigenasa (COX) 2 pueden causar IC, el uso de celecoxib no se ha asociado a aumento del riesgo de IC. También es necesario recabar información sobre uso de tratamientos herbales y suplementos dietéticos. Se han de establecer detalladamente las eventuales exposiciones a tóxicos, como el consumo de alcohol o drogas. Los antecedentes familiares de varias generaciones deben investigarse, con objeto de identificar casos previos de IC o muerte súbita cardíaca. La información sobre la existencia de trastornos concomitantes (tratados más adelante) es esencial para definir los planes terapéuticos. Aunque la mayoría de las etiologías de la IC son cardíacas, conviene recordar que algunas enfermedades sistémicas (p. ej., anemia, hipertiroidismo) provocan este síndrome sin afectación cardíaca directa (v. capítulo 92). Exploración física Los hallazgos físicos enumerados en la tabla 21-2 complementan la información de los antecedentes médicos en lo que respecta a la definición de la presencia y la gravedad de la IC. Los signos de IC se han descrito con detalle y, al igual que sucede en la anamnesis de pacientes con IC, los componentes de la exploración física presentan sensibilidad y especificidad variables en lo que respecta al diagnóstico13 (v. tabla 21-4), debido, en parte, a la sutileza de determinados hallazgos físicos, así como a la variabilidad en la capacidad diagnóstica de quien efectúa la exploración. Ninguno de los signos físicos propios de la IC es absolutamente patognomónico de ICFEc o ICFEr.13 La evaluación de la presencia y la gravedad de la IC debe incluir la consideración del aspecto general del paciente, la medición de las cons- tantes vitales, tanto sentado como en pie, la exploración del corazón y los pulsos, y la valoración de otros órganos, a fin de detectar indicios de congestión, hipoperfusión o indicaciones de enfermedades conco- mitantes. El aspecto general del paciente proporciona una información vital. El examinador debe valorar la constitución física del paciente, su estado de alerta, y si se siente cómodo o si padece disnea, tos o dolor. La exploración de la piel puede mostrar palidez o cianosis secundaria a hipoperfusión, estigmas de consumo excesivo de alcohol (p. ej., angiomas en araña, eritema palmar), eritema nudoso por sarcoidosis, bronceado debido a hemocromatosis o equimosis fácil por amiloido- sis. Otros hallazgos que avalan la presencia de amiloidosis son infiltración del músculo deltoides (que da lugar al «signo del hombro acolchado» [nódulos amiloideos del hombro]), hipertrofia lingual y atrofia tenar bilateral por síndrome del túnel carpiano. Los detalles de la inspección y la palpación del corazón se analizan en el capítulo 10. Observando o palpando el impulso de la punta, el examinador determina con rapidez el tamaño cardíaco y la calidad del punto de máximo impulso. En casos de IC grave, es posible que haya un impulso palpable que corresponde IC, intervalo de confianza; LR, cociente de probabilidades (likelihood ratio); OR, razón de posibilidades (odds ratio); PVY, presión venosa yugular. a un tercer tono cardíaco. La auscultación del corazón es una parte esencial de la evaluación de la IC. Un característico soplo holosistólico de insuficiencia mitral se percibe en muchos pacientes con IC. La insuficiencia tricuspídea, también habitual, se distingue de la insuficiencia mitral por la localización del soplo en el borde esternal izquierdo, por un aumento de la intensidad del soplo durante la inspiración y por la presencia de prominentes ondas «V» en la onda venosa yugular. Tanto los soplos de la insuficiencia mitral como los de la tricuspídea pueden atenuarse a medida que se trata la sobrecarga de volumen, y la reducción del tamaño ventricular (con la disminución correspondiente del diámetro anular) mejora la coaptación y la competencia valvular. La estenosis aórtica es una importante causa de IC, ya que su presencia altera significati- vamente el abordaje. La presentación de la estenosis aórtica es, en ocasiones, sutil, debido a que la intensidad del soplo depende del flujo sanguíneo a través de la válvula, que puede disminuir a medida que se desarrolla la IC. La presencia de un tercer tono cardíaco es un hallazgo de capital importancia, indicativo del volumen de llenado ventricular aumentado. Aunque difícil de identificar, ese tercer tono cardíaco resulta altamente específico para la IC e implica una notable significación desde el punto de vista diagnóstico. Un cuarto tono cardíaco suele ser indicativo de distensibilidad ventricular reducida. En la IC avanzada, los ruidos cardíaco tercero y cuarto están a veces superpuestos, con el consiguiente galope de suma. Un objetivo fundamental de la exploración de pacientes con IC es detectar y cuantificar la presencia de retención de volumen, con o sin congestión pulmonar o sistémica. Al igual que sucede con los síntomas, la evidencia de congestión no siempre es indicativa de la presencia de IC y la ausencia manifiesta de congestión no descarta de manera concluyente el diagnóstico. Los pacientes con ICFEc o ICFEr general- mente no suelen mostrar diferencias sustanciales en la frecuencia o la significación de los estigmas propiosde la sobrecarga de volumen.14 El método definitivo para valorar el estado del volumen de un paciente en la exploración física es la medición de la presión venosa yugular (PVY). Una PVY elevada presenta buenos niveles de sensibilidad (70%) y especificidad (79%) para presiones de llenado del lado izquierdo13 (v. tabla 21-4). La sensibilidad y la especificidad de la PVY para detectar la congestión mejoran sustancialmente al aplicar presión sobre el cua- drante superior derecho del abdomen mientras se miden las pulsaciones venosas en el cuello (reflujo hepatoyugular). Los cambios en la PVY con el tratamiento suelen ser equiparables a los registrados en la presión de llenado del lado izquierdo. Entre las limitaciones de la valoración de la PVY, cabe mencionar las dificultades derivadas de la constitución corporal del paciente y la significativa variabilidad interobservador en las estimaciones. Los aumentos de la PVY suelen producirse después de cambios en las presiones de llenado del corazón izquierdo o, de hecho, no tienen lugar si la presión de la arteria pulmonar se eleva hasta el punto de que se produzcan una insuficiencia ventricular derecha o una insuficiencia tricuspídea. A la inversa, en ocasiones, la PVY está elevada sin que haya aumento de las presiones de llenado ventricular izquierdo en pacientes con hipertensión arterial pulmonar, en los que presentan presión ventricular derecha aislada o en presencia de insuficiencia tricuspídea grave aislada. TABLA 21-4 Sensibilidad y especificidad de los componentes de la anamnesis y la exploración física (AyE) para el diagnóstico de presiones de llenado elevadas en pacientes con insuficiencia cardíaca* HaLLaZGO en La aye frecuencIa sensIBILIdad esPecIfIcIdad VaLOr PredIcTIVO Lr Or (Ic aL 95%)Positivo Negativo Positivo Negativo Estertores (≥ 1/3 de los campos pulmonares) 26/192 15 89 69 38 1,32 1,04 1,4 (0,6, 3,4) S3 123/192 62 32 61 33 0,92 0,85 0,8 (0,4, 1,5) Ascitis (moderada/masiva) 31/192 21 92 81 40 2,44 1,15 2,8 (1,1, 7,3) Edema (≥ 2+) 73/192 41 66 67 40 1,2 1,11 1,3 (0,7, 2,5) Ortopnea (≥ 2 almohadas) 157/192 86 25 66 51 1,15 1,8 2,1 (1, 4,4) Hepatomegalia (> 4 dedos) 23/191 15 93 78 39 2,13 1,09 2,3 (0,8, 6,6) Reflujo hepatoyugular 147/186 83 27 65 49 1,13 1,54 1,7 (0,9, 3,5) PVY ≥ 12 mmHg 101/186 65 64 75 52 1,79 1,82 3,3 (1,8, 6,1) PVY < 8 mmHg 18/186 4,3 81 28 33 0,23 0,85 0,2 *Valores expresados en porcentaje si no se indica otra cosa. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 407 A b o rd aje d el p acien te co n in su fi cien cia card íaca 21 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Aunque la congestión pulmonar es muy frecuente en la IC, los hallazgos físicos indicativos de su presencia son variables, y muchos de ellos son inespecíficos. La matidez a la percusión y la disminución de los ruidos respiratorios en una o ambas bases pulmonares indica presencia de derrame pleural. Los derrames pleurales bilaterales son muy frecuentes, aunque, cuando hay un derrame unilateral, este suele afectar al lado derecho, siendo solo alrededor del 10% los que tienen lugar exclusivamente en el lado izquierdo. La extravasación de líquido de los capilares pulmonares a los alvéolos se manifiesta con estertores o roncus, en tanto que las sibilancias se producen en caso de broncoconstricción reactiva. Los estertores pulmonares debidos a IC son débiles y se extienden desde la base hacia arriba, mientras que los que obedecen a otras causas (p. ej., fibrosis pulmonar) tienden a ser más ásperos. Conviene reseñar que los estertores o los roncus están a veces ausentes en pacientes con congestión e IC avanzada, hecho que a menudo refleja un incremento compensatorio en el drenaje linfático local. El «asma cardíaca» es causada por la presencia física de líquido en la pared bronquial y por broncoespasmo secundario.15 Es frecuente que determine un diagnóstico incorrecto de «agravamiento de una enfermedad obstructiva de las vías respiratorias», con los consecuentes errores de triaje y tratamiento inadecuado con broncodilatadores; este enfoque incorrecto se asocia a mayor riesgo de mortalidad.16 El edema de las extremidades inferiores es un hallazgo habitual en pacientes con sobrecarga de volumen e IC, aunque es consecuencia de insuficiencia venosa (particularmente después de que las venas safenas hayan sido utilizadas en injertos de derivación arterial coronaria) o de efectos secundarios de ciertos medicamentos (p. ej., antagonistas del calcio). El control cuidadoso de las PVY ayuda a mejorar la especificidad del edema pedio en la IC. La detección del gasto cardíaco reducido y de la hipoperfusión sistémica es un componente esencial de la exploración. Aunque los pacientes con mala perfusión sistémica suelen presentar presiones diferenciales sistólicas bajas o con pinzamiento, esta relación no es exacta. Numerosos pacientes con presiones arteriales sistólicas del orden de 80 mmHg (o incluso menores) pueden tener una perfusión adecuada, mientras que otros con gasto cardíaco reducido mantienen valores de presión arterial dentro de un intervalo normal, a expensas de la perfusión tisular, aumentando sensiblemente la resistencia vascular sistémica. Entre los hallazgos que indican reducción del gasto cardíaco cabe citar actividad mental alterada, disminución de la diuresis, piel moteada y frío en las extremidades. Este último es el signo de mayor utilidad diagnóstica. La valoración de la congestión sistémica, considerada en unión de la evaluación de la reducción del gasto cardíaco, resulta útil para diferen- ciar a los pacientes en las categorías «seco/caliente» (sin congestión y con perfusión normal), «húmedo/caliente» (con congestión y perfusión normal, la combinación más habitual en casos de IC descompensada), «seco/frío» (sin congestión, pero con hipoperfusión), y «húmedo/frío» (con shock cardiógeno),17 según se analiza en el capítulo 24. Estas categorías son pronósticas y además son útiles para tomar decisiones terapéuticas (fig. 21-3). PRUEBAS ANALÍTICAS DE RUTINA En la figura 21-2 se propone un protocolo para la evaluación diagnós- tica de la IC. Las pruebas analíticas y las modalidades de imagen des- critas aquí ofrecen información importante sobre el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes con IC sospechada o demostrada. Radiografía de tórax A pesar de los avances registrados en otras tecnologías de imagen, la radiografía de tórax continúa siendo un componente útil de la valoración, sobre todo si la presentación clínica es ambigua. Los resultados de la radiografía de tórax se añaden a las variables clínicas deducidas de la anamnesis y la exploración física, y complementan de manera similar los resultados de las pruebas de biomarcadores. En consecuencia, la radiografía de tórax debe formar parte rutinariamente de la evaluación inicial de pacientes que presentan síntomas indicativos de IC descompensada aguda (v. capítulo 15). El patrón clásico de la radiografía de tórax en pacientes con edema pulmonar es un patrón «en mariposa» de opacidades intersticiales y alveolares, que se despliegan bilateralmente hacia la periferia pulmonar. Sin embargo, muchos pacientes presentan hallazgos más sutiles, los más significativos de los cuales son incremento de las marcas intersticiales, incluidas las líneas B de Kerley (finas opacidades lineales horizontales extendidas hacia la superficie pleural, causadas por acumulación de líquido en el espacio intersticial), engrosamiento peribronquial y evidencia de vasculatura del lóbulo superior prominente (indicativa de hipertensión venosa pulmonar). También se pueden registrar derrames pleuralesy presencia de líquido en la fisura menor derecha. En muchos casos, sobre todo en la IC avanzada, la radiografía de tórax puede ser completamente transparente, aunque haya síntomas significativos de disnea. El valor predictivo negativo (VPN) de la radiografía de tórax es demasiado bajo como para descartar definitivamente la IC.18 Electrocardiografía El electrocardiograma (ECG) es un componente estandarizado de la evaluación inicial de un paciente con sospecha de IC. Puede aportar información relevante sobre la IC incidente, además de ayudar a entender el motivo por el que los pacientes diagnosticados previamente presentan un episodio de descompensación. En pacientes con IC, el ECG suele estar alterado, pero puede mostrar solo cambios inespecíficos; por tanto, igual que la radiografía de tórax, el VPP del ECG es muy superior al VPN en este contexto (v. capítulo 12). En la IC avanzada, o durante los episodios de descompensación aguda, es posible que se registre taquicardia sinusal secundaria a activación del sistema nervioso simpático. Además de aumentar la probabilidad del diagnóstico, una frecuencia cardíaca rápida es un hallazgo pronóstico en la IC. La presencia de arritmia auricular en el ECG, así como la respuesta ventricular, ofrecen indicios de la causa de la IC y también explican la razón por la que un paciente ha desarrollado síntomas de descompensación, la identificación de una arritmia auricular con respuesta ventricular rápida también proporciona un objetivo para las intervenciones terapéuticas. El incremento de la ectopia ventricular identifica al paciente con riesgo de muerte súbita, en especial si la FE es muy baja (p. ej., < 30%). La presencia de voltaje de QRS aumentado es a veces indicativa de hiper- trofia ventricular izquierda. En ausencia de antecedentes de hipertensión, este hallazgo puede ser consecuencia de enfermedad cardíaca valvular o miocardiopatía hipertrófica, en especial si se observan patrones de repolarización inusuales. Cuando hay hipertrofia ventricular derecha, ha de considerarse una posible hipertensión pulmonar primaria o secundaria. El voltaje de QRS bajo sugiere posible presencia de enfermedad infiltrante o de derrame pericárdico. Las ondas Q indican que la IC puede deberse a cardiopatía isquémica y las alteraciones en el ST, nuevas o reversibles, identifican la presencia de isquemia coronaria aguda, incluso en ausencia de dolor torácico. Dado que la isquemia coronaria aguda es causa des- tacada de IC descompensada aguda, en estos pacientes es necesario obtener de inmediato un ECG de 12 derivaciones, a fin de descartar un infarto agudo de miocardio (IAM). Los intervalos en el ECG ofrecen importante información referida a las causas de la IC y a la posible estrategia terapéutica. La prolongación del intervalo PR es habitual en este ámbito y ello puede deberse a afectación de la conducción intrínseca, aunque también es posible que se dé en casos de miocardiopatía restrictiva, como la amiloidosis. Con la introducción de los tratamientos de resincronización cardíaca (TRC; v. capítulo 27), la evaluación del complejo QRS se ha convertido en parte esencial de la FIGURA 21-3 Esquema de categorización de pacientes con IC en función de la perfusión (caliente o frío) y la presencia de congestión (seco o húmedo). Las cuatro categorías de IC identificadas en este esquema tienen diferentes estrategias de tratamiento. (Basado en datos tomados de Nohria A, Tsang SW, Fang JC, et al. Clinical assessment identifies hemodynamic profiles that predict outcomes in patients admitted with heart failure. J Am Coll Cardiol 2003;41:1797.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 408 In su fI cI en cI a c a rd ía ca IV valoración clínica, puesto que aporta información importante sobre las causas de la IC y sobre el abordaje terapéutico. A menudo, el intervalo QT está prolongado en pacientes con IC y puede estar causado por anomalías electrolíticas, enfermedad miocárdica y efectos de fármacos de uso habitual, como los antiarrítmicos. Un intervalo QT alargado puede identificar a pacientes con riesgo de torsades de pointes, por lo que es una importante variable que hay que considerar cuando se usan fármacos con efectos de repolarización ventricular. Análisis bioquímico de la sangre y variables hematológicas Los pacientes con IC de nuevo desarrollo o con descompensación aguda de la IC crónica han de someterse a pruebas de electrólitos, nitrógeno ureico sanguíneo (BUN), creatinina sérica, enzimas hepáticas, perfil lipídico en ayunas, hormona estimulante de la tiroides, saturación de transferrina, ácido úrico, hemograma completo y análisis de orina. Como se indica más adelante, los péptidos natriuréticos son de gran utilidad, tanto para el diagnóstico como para el pronóstico. En determinados pacientes, son adecuadas las pruebas de detección del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o de la hemocromatosis, mientras que las pruebas diagnósticas de enfermedades reumatológicas, amiloidosis o feocromocitoma pueden realizarse si se sospecha la presencia de tales afecciones. Las anomalías del sodio son comunes en pacientes con IC, particularmente en períodos de descompensación aguda, y tienen una sustancial significa- ción pronóstica. En ciertos estudios se ha demostrado que la hiponatremia (definida como valores séricos de sodio < 135 mmol/l) puede hallarse hasta en el 25% de los pacientes con IC aguda, y también en pacientes con empeoramiento poco activo de la IC sin descompensación patente.19 Las concentraciones bajas de sodio en la IC se relacionan con empeoramiento de la retención de volumen o con uso de diuréticos, incluidas las tiacidas. La hiponatremia se asocia a deterioro cognitivo y de la función neuromuscular, y, cuando está presente de forma persistente, el sodio bajo es un importante factor pronóstico en lo que respecta a prolongación de la hospitalización y aumento del riesgo de mortalidad.20 A pesar de este hecho, no se ha constatado que las estrategias para corregir las concentraciones séricas de sodio mejoren claramente la evolución clínica21 (v. capítulo 24). Aunque infrecuente, la hipernatremia también es un factor pronóstico de muerte en casos de IC. La hipopotasemia suele afectar a pacientes con IC tratados con diuréticos. Además de aumentar el riesgo de arritmias cardíacas, el potasio bajo también produce calambres en las piernas y debilidad muscular. Al contrario, la hiperpotasemia es menos frecuente, pero casi siempre se debe a efectos de fármacos, como los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (ECA), o a inhibición con mineralocorticoides. En pacientes con IC son también habituales las anomalías de la función renal, que se producen por congestión renal, gasto cardíaco inadecuado o enfermedades concomitantes.22 Además, fármacos usados para tratar la IC, como diuréticos, inhibidores de la ECA o agonistas del receptor de angiotensina, aumentan, en ocasiones, el BUN y la creatinina. A tal res- pecto, las anomalías de la función renal pueden repercutir sustancialmente en el tratamiento agresivo de la IC. Por otro lado, la función renal anómala constituye una de las variables pronósticas más relevantes en el marco de las pruebas analíticas de rutina para los pacientes con IC. Por ello, su valoración debe formar parte de la evaluación inicial de la IC, repitiéndose periódicamente durante el seguimiento. En pacientes hospitalizados con IC descompensada aguda, los datos de registro indican que entre el 60 y el 70% de ellos presentan una filtración glomerular estimada reducida.23 En estos pacientes, las concentraciones séricas iniciales de BUN y creatinina son ambas factorespredictivos independientes de muerte.24 Después del ingreso, aproximadamente, el 30% de los pacientes con IC aguda pueden presentar un aumento de la creatinina sérica de 0,3 mg/dl o más, que tiene el mismo valor pronóstico de la mortalidad.22,23 Las causas de este síndrome «cardiorrenal» son complejas pero comprenden un grado elevado de congestión cardíaca derecha, aumento de la presión intraabdominal e hipoperfusión renal por gasto cardíaco inadecuado. Por el contrario, puede producirse un empeoramiento de la función renal por medidas de descongestión agresivas; este deterioro de la función renal se ha relacionado con mejor (no con peor) pronóstico porque supuestamente indica un tratamiento más apropiado de la congestión, el desencadenante del ingreso por IC aguda.25 En consecuencia, al hacer frente al empeoramiento de la función renal, el médico ha de proceder a una minuciosa exploración para valorar el estado del volumen y la perfusión tisular, a fin de establecer un tratamiento apropiado para la situación. Por último, los tratamientos que disminuyen el grado de congestión pueden mejorar la función renal; este hallazgo se asocia a mal pronóstico a largo plazo. La diabetes mellitus es frecuente en casos de IC, y la hiperglucemia se ha manifestado como posible factor de riesgo de un desenlace adverso en los pacientes afectados. Dado que los diuréticos pueden causar gota, la medición de las concentraciones de ácido úrico ayuda en el manejo del paciente. Se ha indicado que las concentraciones séricas altas de dicho ácido son factores pronósticos, y los tratamientos para aminorarlas se están estudiando en correlación con la mejora del pronóstico de la IC. Los pacientes con IC pueden presentar alteraciones de la aspartato transaminasa (AST), alanina transaminasa (ALT), fosfatasa alcalina (PAL), bilirrubina o lactato deshidrogenasa (LDH) por trastornos hemodinámicos que causan congestión hepática o por fármacos, y es importante determinar las concentraciones periódicamente. Un aumento imprevisto del tiempo de protrombina (TP) en pacientes tratados con warfarina es, a veces, un indicador temprano de descompensación, en tanto que refleja el deterioro de la capacidad de síntesis en un hígado con congestión. Las concentraciones de albúmina son indicativas del estado nutricional del paciente y, a veces, están reducidas, por falta de apetito o alteración de la absorción en una pared intestinal con congestión. La hipoalbuminemia es un factor pronóstico de muerte en la IC aguda o crónica. Las anomalías hematológicas son sumamente frecuentes en la IC, afectando a casi el 40% de los pacientes. Las concentraciones bajas de hemoglobina se han asociado a síntomas de IC graves, capacidad de ejercicio y calidad de vida reducidas, y aumento de la mortalidad.26 Aunque la anemia puede ser consecuencia de una enfermedad crónica en pacientes con IC, la hemoglobina baja debe dar lugar a una evaluación destinada a identificar las causas tratables, en especial la carencia de hie- rro. También se presta una creciente atención a la distribución eritrocítica como variable pronóstica en la IC, tanto descompensada aguda como crónica.27 El recuento de leucocitos con diferencial es útil para detectar infecciones que sean causa de desestabilización de un paciente antes compensado, y proporciona indicios de si la IC se debe a una causa poco común, como la infiltración eosinófila del miocardio. Biomarcadores Más allá de las pruebas analíticas estándar, la medición de nuevos biomarcadores surgió en la última década como un destacado com- plemento de las evaluaciones iniciales y posteriores de pacientes con IC sospechada o confirmada. Dichos biomarcadores se utilizan de forma rutinaria en la actualidad para distinguir la IC de otros trastornos, establecer la gravedad del diagnóstico y aportar información pronóstica útil en los pacientes con IC. También hay un notable interés por la determinación de la capacidad de los biomarcadores para orientar el tratamiento en entornos tanto agudos como crónicos. Como se muestra en la tabla 21-5, Braunwald28 ha propuesto que los biomarcadores de IC se dividan en seis categorías, con una adicional que englobe los marcadores aún no clasificados. Como se ha señalado,29 los biomarcadores de IC de utilidad clínica deben medirse con facilidad y con alta precisión analítica, han de reflejar los procesos de interés implicados en la presencia y la progresión de la IC, no deben repetir la información clínica ya obtenida a la cabecera del paciente, y tienen que proporcionar información útil desde el punto de vista clínico, a fin de que quienes atienden al paciente establezcan o descarten un diagnóstico de manera rápida y fiable, determinen el pronóstico con mayor precisión y habiliten estrategias terapéuticas más satisfactorias. Solo los péptidos natriuréticos cumplen todas estas condiciones, aunque existen otros biomarcadores prometedores para su aplicación a la valoración de la IC. Péptidos natriuréticos Los péptidos natriuréticos son biomarcadores útiles para el diagnós- tico, la determinación de la gravedad y el pronóstico de la IC, y, proba- blemente, también para su tratamiento. Los péptidos natriuréticos más utilizados son el péptido natriurético de tipo B (BNP) y su equivalente propeptídico de escisión aminoterminal (N-terminal), NT-pro-BNP. Estos dos biomarcadores son liberados por los miocardiocitos en respuesta al estiramiento, y se dispone de pruebas muy precisas para su detección en sangre (v. capítulo 23). Dada la preponderancia del miocardio en los ventrículos, el BNP y el NT-pro-BNP se mantienen para reflejar el estiramiento ventricular y son sintetizados en respuesta a la tensión de la pared. El péptido natriurético auricular (ANP) es otro miembro de esta clase, sintetizado y secretado a partir de tejido auricular. En la actualidad se dispone de una prueba de pro-ANP mediorregional (MR), que parece arrojar resultados comparables a los de BNP y NT-pro-BNP en la IC,30 aunque los datos al respecto son limitados. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 409 A b o rd aje d el p acien te co n in su fi cien cia card íaca 21 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Debido a las diferencias en su aclaramiento, BNP y NT-pro-BNP presentan semividas de eliminación considerablemente distintas (BNP: 20 min; NT-pro-BNP: 90 min), por lo que sus concentraciones circulantes son muy diferentes. Ambos péptidos natriuréticos se han convertido en componentes destacados de la valoración de la IC. Sin embargo, como sucede en todas las pruebas diagnósticas, los médicos siempre deben recordar la amplia variedad de motivos estructurales y funcionales para la liberación de BNP o NT-pro-BNP, a fin de interpretar correctamente sus valores.31 Las concentraciones de péptidos natriuréticos tienden a aumentar de manera progresiva a medida que es peor la clase funcional de la NYHA, y tienden también a ser mayores en la ICFEr y la ICFEc, a pesar de las contribuciones independientes de la función diastólica a tales concentraciones. Los pacientes con IC aguda, a menudo, tienen una concentración de BNP y NT-pro-BNP más alta que los pacientes estables con IC crónica, aunque no todos. El conocimiento de la concentración del péptido natriurético de un paciente cuando está estable puede ser útil para interpretar mejor un cambio de los síntomas cuando se produce. Cuando se utilizan el BNP o el NT-pro-BNP, el médico debe tener en cuenta que, más allá de la disfunción sistólica y diastólica ventricular izquierda, las concentraciones de ambos péptidos son mayores en pacientes con cardiopatía valvular,hipertensión pulmonar, cardiopatía isquémica, arritmias auriculares e incluso procesos pericárdicos, como la constricción.31 Por otra parte, también se han de tomar en consideración numerosas covariables médicas relevantes, que tienen efectos sobre los valores de los péptidos natriuréticos. Por ejemplo, tanto la concentración de BNP como la de NT-pro-BNP aumentan con la edad, por lo que se cree que permiten identificar la cardiopatía estructural acu- mulada en pacientes de edad avanzada. Ambos péptidos natriuréticos están elevados en los pacientes con insuficiencia renal, en parte como consecuencia de la eliminación más lenta, aunque en esta población también se emplean de manera similar para identificar cardiopatías en estos pacientes con prevalencia de factores de riesgo cardiovascular. Los valores elevados de estos péptidos se registran, asimismo, en estados hiperdinámicos, como la sepsis. Los pacientes que presentan disfunción ventricular derecha por presencia de un émbolo pulmonar pueden igualmente tener concentraciones elevadas de péptidos natriuréticos. También es importante tener en cuenta que los inhibidores de neprilisina y del receptor de angiotensina (INRA; v. capítulo 25) aumentan la concentración de BNP, pero no modifican la concentración circulante de NT-pro-BNP. La obesidad está estrechamente asociada a valores de BNP o NT-pro-BNP inferiores a los esperados, a pesar de que la tensión parietal es comparable o superior en pacientes más pesados. A la vista de los efectos comunes sobre BNP, NT-pro-BNP y MR-pro-ANP, no es probable sean un efecto de aclaramiento (ya que la eliminación de cada tipo es distinta). Es mayor la probabilidad de que el proceso se asocie a supresión de la expresión del gen del péptido natriurético o a una modificación postraduccional. Aunque resultan útiles, los resultados del BNP o el NT-pro-BNP siempre han de interpretarse con el debido criterio clínico e integrándolos con los resultados de la anamnesis, la exploración física y otras pruebas. Estos importantes biomarcadores refuerzan sensiblemente el criterio clínico, pero no deben reemplazarlo. Teniendo esto en cuenta, los péptidos natriuréticos han demostrado ser ciertamente útiles para identificar y descartar casos de IC descompensada aguda en el servicio de urgencias, o casos menos activos de IC en pacientes ambulatorios. Los valores de corte indicados para los péptidos natriuréticos se mues- tran en la tabla e21-1.32 Un conjunto de datos esenciales sobre las pruebas con BNP y NT- pro-BNP usadas para diagnosticar la IC aguda fue aportado por los estudios Breathing Not Properly y ProBNP Investigation of Dyspnea in the Emergency Department (PRIDE), respectivamente. En el estudio Breathing Not Properly, una concentración de 100 pg/ml resultó muy precisa para el diagnóstico de la IC descompensada aguda; en el estudio PRIDE, un valor de corte para NT-pro-BNP de 900 pg/ml fue comparable en cuanto a rendimiento al de 100 pg/ml de BNP. Con posterioridad, investigadores del International Collaborative of NT-proBNP Study (ICON) constataron que la estratificación por edades mejoró el VPP de NT-pro-BNP en pacientes con disnea aguda; igualmente, una concentración de NT-pro-BNP inferior a 300 pg/ml resultó útil para descartar la IC descompensada aguda.31 El conocimiento de los niveles de péptido natriurético en el servicio de urgencias (SU) se asocia a un diagnóstico más rápido, menores tasas de ingresos, menor duración de las hospitalizaciones y reducción de costes. Dado que la incertidumbre en la disnea aguda se asocia a peor pronóstico, resulta tranquilizador saber que las pruebas de péptidos natriuréticos son especialmente útiles en esta compleja situación. Para pacientes con presentaciones menos agudas de disnea en entornos distintos de las urgencias, los valores de BNP o NT-pro-BNP son, en la mayoría de las ocasiones, considerablemente inferiores. Por tanto, cuando se usan para evaluar a un paciente ambulatorio disneico, no deben emplearse los valores límite optimizados de estudios en los SU; los valores más bajos son obligatorios y están optimizados por su VPN para descartar (en vez de identificar) la IC32 (v. tabla e21-1). También en este contexto, la estratificación por edad mejora la precisión diagnóstica, porque es previsible que los pacientes de edad avanzada tengan, por lo general, concentraciones más altas de BNP o NT-pro-BNP en ausencia de IC clínica. Si un paciente tiene valores por encima de estos límites se necesita una evaluación diagnóstica adicional (p. ej., ecocardiografía). Las causas de un valor bajo falso de BNP o NT-pro-BNP en el ámbito ambulatorio son parecidas a las de la disnea aguda. Las concentraciones de péptidos natriuréticos aportan una útil información pronóstica para todos los estadios de la IC reseñados por el ACC/AHA, incluso cuando es ajustada en función de variables importantes de la anamnesis, la exploración física, la ecocardiografía o la prueba de esfuerzo cardiopulmonar (PECP). Aunque una sola medición de los péptidos natriuréticos es significativa para el pronós- TABLA 21-5 Biomarcadores usados en la valoración de pacientes con insuficiencia cardíaca (IC) Inflamación*†‡ Proteína C reactiva Factor de necrosis tumoral Fas (APO-1) Interleucinas 1, 6 y 18 Estrés oxidativo*†§ Lipoproteínas de baja densidad oxidadas Mieloperoxidasa Biopirrinas urinarias Isoprostanos urinarios y plasmáticos Malondialdehído plasmático Remodelado de la matriz extracelular*§ Metaloproteinasas de la matriz Inhibidores tisulares de las metaloproteinasas Propéptidos de colágeno Propéptido del procolágeno de tipo I Procolágeno plasmático de tipo III Neurohormonas*†§ Noradrenalina Renina Angiotensina II Aldosterona Arginina vasopresina Endotelina Lesión de los miocitos*†§ Troponinas específicas cardíacas I y T Cinasa I de la cadena ligera de miosina Proteína de ácidos grasos de tipo cardíaco Fracción MB de la creatina cinasa Sobrecarga de los miocitos†‡§¶ Péptido natriurético de tipo B/propéptido natriurético de tipo B N-terminal Proadrenomedulina mediorregional ST2 Nuevos biomarcadores† Cromogranina Galectina 3 Osteoprotegerina Adiponectina Factor de diferenciación del crecimiento 15 *Los biomarcadores de esta categoría ayudan a determinar la patogenia de la IC. †Los biomarcadores de esta categoría aportan información pronóstica y mejoran la estratificación del riesgo. ‡Los biomarcadores de esta categoría pueden usarse para identificar a pacientes con riesgo de IC. §Los biomarcadores de esta categoría son potenciales objetivos terapéuticos. ¶Los biomarcadores de esta categoría son útiles en el diagnóstico de la IC y en el control del tratamiento. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 410 In su fI cI en cI a c a rd ía ca IV tico, las mediciones de seguimiento seriadas dotan de mayor validez a la información pronóstica. Por ejemplo, en pacientes con IC aguda, aquellos que no muestran una consistente disminución de BNP o NT- pro-BNP en el momento del alta hospitalaria tienden a registrar tasas de morbilidad y mortalidad sensiblemente superiores.33 En consecuencia, se ha propuesto que lo deseable es una reducción de BNP o NT-pro-BNP del 30% o más en el momento del alta. De manera similar, en pacientes con IC ambulatoria, la elevación crónica o el incremento de los valores de péptidos natriuréticos identifican a la población expuesta a un riesgo particularmente alto. El tratamiento de la IC puede bajar las concen- traciones de BNP y NT-pro-BNP, y si es así el pronóstico mejora. Otros biomarcadores Se han identificado otros prometedores biomarcadores que se pueden aplicar a pacientes con IC, algunos de los cuales estándisponibles en el ámbito clínico (v. tabla 21-5). En general, los nuevos biomarcadores de la IC se han desarrollado para complementar el uso de los péptidos natriuréticos en el establecimiento del pronóstico. Aunque la mayoría de ellos no satisfacen aún las condiciones previas que justifican su uso generalizado, hay algunos nuevos biomarcadores de efectos prometedores que merecen mención. Las concentraciones de ST2 soluble, un miembro de la familia de los receptores de interleucinas, han puesto de manifiesto una estrecha correlación con la IC progresiva y la muerte en los cuatro estadios de la IC consignados por el ACC/AHA.34 Originalmente identificado en un modelo científico básico de mecanotransducción, el ST2 desempeña un papel central en la formación de fibrosis en el corazón. En consecuencia, la elevación de sus concentraciones se asocia a disfunción cardiovascular progresiva, remodelado y riesgo de muerte. Las concentraciones de ST2 soluble son aditivas a las de los péptidos natriuréticos en lo que respecta a la determinación del pronóstico, resultan útiles en la ICFEr y la ICFEc, y son igualmente dinámicos a los péptidos en cuanto a sus cambios tras el tratamiento de la IC. Tanto en pacientes con IC descompensada aguda como en los que padecen IC crónica, una elevación sostenida o repentina del valor de ST2 es un importante factor predictivo de pronós- tico adverso. Cabe destacar que, en un grupo de pacientes aparentemente normales participantes en un análisis de base poblacional, los valores de ST2 predijeron la IC futura en mayor medida que otros biomarcadores, como el BNP, y que los parámetros ecocardiográficos.35 Esto supone que los cambios bioquímicos en el remodelado ventricular pueden ser detectables bastante antes de que los biomarcadores convencionales o de imagen sean anómalos. Algunos datos recientes señalan que las concentraciones de ST2 indican también remodelación vascular y, por tanto, pueden pronosticar una hipertensión arterial futura. No se sabe si esto influye en el riesgo futuro de IC. La galectina 3 es otro de los nuevos biomarcadores de la fibrosis tisular. Es producida por macrófagos activados implicados en la respuesta a la lesión tisular, y guarda una estrecha correlación con el aumento de la formación de colágeno miocárdico. Al evaluarlos clínicamente, los valores elevados de galectina 3 no solo predicen los pronósticos adversos en pacientes con IC asociada tanto a ICFEr como a ICFEc, sino también el desarrollo de IC en pacientes aparentemente normales, de manera similar a lo que sucede con ST2.34 Las proteínas miofibrilares troponinas T e I son indicadoras de lesión de los miocardiocitos y, en ocasiones, están elevadas en la IC, en ausencia de síndrome coronario agudo o incluso de enfermedad arterial coronaria (EAC) significativa. Con el surgimiento de pruebas de troponina de alta sensibilidad, en cada vez más pacientes se encontrarán concentraciones elevadas de estos importantes factores predictivos de riesgo.36 Aunque un valor de troponina elevado no identifica específicamente la necrosis miocárdica derivada de la EAC por sí misma, considerando la importancia del IAM en el desarrollo de la IC aguda, en este contexto es siempre necesario proceder a la medición de las troponinas, aunque interpretando el resultado de la medición con precaución. Unas concentraciones altas de troponina en personas sanas de la comunidad son pronósticas del inicio de IC (en concreto si suben en determinaciones seriadas). La troponina es independientemente pronóstica de aumento del riesgo de mortalidad en todo el espectro de la IC. Se están desarrollando otros nuevos biomarcadores que pueden desempeñar un papel destacado en la evaluación global del paciente con IC. Muchos de ellos reflejan tensión sistémica o desorganización de los órganos distintos del corazón. Por ejemplo, el fragmento mediorregional de la proadrenomedulina es un biomarcador que refleja la tensión vas- cular y sistémica, con alto poder pronóstico de desenlace adverso a corto plazo30 (v. capítulo 23). De modo similar, el factor de diferenciación del crecimiento 15, otro marcador de la tensión cardiovascular, no solo predice de forma fiable los resultados en la IC establecida, sino que también puede ser un importante factor pronóstico de IC de nuevo desarrollo en personas aparentemente sanas.35 El fragmento C terminal de la provasopresina (también conocido como copeptina) es un medio indirecto, a través del cual es posible medir la hormona madre, biológicamente inestable, de la cual deriva. Los valores de la copeptina son pronósticos para la IC, aunque no se asocian de forma directa a los valores de sodio sérico en este contexto. Por último, están surgiendo nuevos biomarcadores de la disfunción renal que son importantes factores predictivos de riesgo cardiovascular, cuya eficacia es mayor que la de las mediciones convencionales de BUN o creatinina sérica. La cistatina C (una proteína ubicua que se halla en todas las células nucleadas y cuya eliminación se relaciona directamente con la filtración glomerular) y la proteína β traza son dos marcadores de la función renal cuyos valores están estrechamente relacionados con el desenlace de la IC. La lipocalina asociada a gelatinasa de neutrófilos, la N-acetil-β- d-glucosaminidasa y la molécula-1 de lesión renal son prometedores biomarcadores de lesión renal aguda, cuyos valores se elevan bastante antes de que se perciba empeoramiento de la función renal y que aportan importante información pronóstica en pacientes con IC.37 En última instancia, para la evaluación global de la IC, parece pro- bable que una combinación o una serie de biomarcadores sea la forma más eficaz de valorar el pronóstico. PUNTUACIÓN DE RIESGO PARA DETERMINAR EL PRONÓSTICO Durante la evaluación inicial y posterior del paciente con IC, el médico ha de valorar de manera rutinaria el potencial de pronóstico adverso. Además de las pruebas de biomarcadores, existen diferentes métodos convalidados para la estratificación de riesgos en la IC, que incluyen puntuaciones de riesgo clínico multivariable aplicables a pacientes tanto ambulatorios como hospitalizados. Una puntuación de riesgo convenien- temente convalidada, la del modelo Seattle Heart Failure, se encuentra disponible en una aplicación de Internet (www.seattleheartfailuremodel. org) y ha demostrado que aporta información relevante referida al riesgo de mortalidad en pacientes con IC ambulatoria.38 Para pacientes hos- pitalizados con síntomas agudos, el modelo desarrollado por el Acute Decompensated Heart Failure National Registry (ADHERE) incorpora tres variables que se miden de manera sistemática en el momento del ingreso hospitalario (presión sanguínea sistólica, BUN y creatinina sérica) y distintas subdivisiones de los pacientes en categorías, con diferencias porcentuales de orden 10 en lo que respecta al riesgo (2,1-21,9%).38 Es importante reseñar que las puntuaciones no ofrecen el mismo rendimiento en lo que se refiere a la estimación de riesgo tras un reingreso hospitalario. Para este fin, los biomarcadores pueden ser más útiles antes del alta, en especial cuando se determinan después del tratamiento. CATETERISMO CARDÍACO DERECHO La medición de las presiones intracardíacas y la hemodinámica, como parte del estudio diagnóstico o para orientar el tratamiento, se lleva a cabo con menor frecuencia en la actualidad que en el pasado, dado que los biomarcadores y las técnicas de imagen no invasivas aportan buena parte de la información que antes solo se podía obtener mediante cateterismo. No obstante, el cateterismo cardíaco derecho favorece la evaluación inequívoca de la hemodinámica y las presiones de llenado, lo que resulta de particular utilidad cuando existe incertidumbre en lo que respecta a los síntomas del paciente, y en situaciones que requieren mediciones precisas para orientar el tratamiento o la toma de decisiones (p. ej., selecciónde pacientes para trasplante cardíaco). Este cateterismo también resulta de utilidad (y ha de tomarse en consideración) en casos de IC complicada por hipotensión clínicamente significativa, hipoperfusión sistémica, dependencia de infusión de inótropos o síntomas graves persistentes, a pesar del ajuste de los tratamientos recomendados (v. capítulo 19). Una valoración invasiva con cateterismo cardíaco derecho es importante para determinar la resistencia vascular pulmonar, necesaria para la evaluación del trasplante cardíaco. En tal contexto, cuando se observa que las presiones arteriales pulmonares están elevadas, es posible determinar la respuesta ante vasodilatadores, lo que supone una información significativa para establecer si un paciente con hipertensión pulmonar es un candidato aceptable para trasplante cardíaco. Por otra parte, la presión de enclavamiento en la arteria pulmonar es útil para Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 411 A b o rd aje d el p acien te co n in su fi cien cia card íaca 21 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . valorar el estado de volumen y suele estimar la presión telediastólica ventricular izquierda si no hay obstrucción del flujo entre la aurícula y el ventrículo izquierdos. Aunque la determinación de las variables hemodinámicas en reposo es suficiente en la mayoría de los pacientes, en ciertos pacientes el ejercicio revela la presencia o la magnitud de presiones y flujo intracardíacos anómalos. La hipertensión pulmonar, por ejemplo, puede ser altamente dinámica, lo que hace necesarias las correspondientes mediciones con ejercicio. El uso de control hemodinámico para orientar el tratamiento fue evaluado en pacientes con IC avanzada en el ensayo Evaluation Study of Conges- tive Heart Failure and Pulmonary Artery Catheterization Effectiveness (ESCAPE).39 Sus resultados no demostraron ninguna ventaja clara para la morbilidad o la mortalidad relacionada con el abordaje guiado por la arteria pulmonar, en comparación con la valoración clínica minuciosa. La no afectación de los resultados posteriores al alta parece relacionarse con que las mejoras hemodinámicas obtenidas durante la hospitalización retro- ceden al estado basal en un plazo relativamente breve. En consecuencia, el «tratamiento personalizado» de la IC se emplea con menor frecuencia ahora que en el pasado, aunque desempeña una función relevante, en especial en pacientes con IC complicada por hipotensión, hipoperfusión sistémica o disfunción de órgano terminal. BIOPSIA ENDOMIOCÁRDICA El papel de la biopsia endomiocárdica en la valoración de pacientes con IC se trata en el capítulo 79. En general, la biopsia del miocardio se efectúa cuando se sospecha la presencia de un trastorno de pronóstico singular o si el paciente se puede beneficiar de un régimen terapéu- tico específico, cuyos diagnósticos no puedan establecerse por medios convencionales. Los beneficios acumulados, diagnósticos, terapéuticos y pronósticos, de la información que se obtiene con una biopsia han de sopesarse con los riesgos inherentes a la técnica. La sensibilidad de la biopsia endomiocárdica puede variar según la causa de la IC; por ejemplo, la sensibilidad es más alta en las enfermedades más difusas como la miocarditis o la amiloidosis, pero la identificación mediante biopsia de enfermedades menos difusas como la sarcoidosis puede ser más difícil. DETECCIÓN DE ENFERMEDADES CONCOMITANTES La incidencia de la IC aumenta de manera pronunciada a partir de la sexta década de vida, lo que coincide con el momento en el que otras enfermedades crónicas comienzan a manifestarse. Además, muchas de las alteraciones que dan lugar al desarrollo de IC (p. ej., diabetes, hipertensión, ateroesclerosis) afectan a órganos distintos del corazón. Así pues, las enfermedades concomitantes son frecuentes en pacientes con IC y ejercen efectos pronunciados en la evolución. De hecho, un sus- tancial porcentaje de los ingresos hospitalarios de pacientes con IC no se relacionan con la propia IC, hasta el punto de que, en más de la mitad de los casos, el ingreso no guarda relación con un episodio cardíaco.40 Las enfermedades concurrentes complican la evolución de los pacientes con IC concomitante y tienen una influencia considerable en la capacidad de tratar a los pacientes con IC; por ejemplo, la nefropatía crónica puede limitar el uso de antagonistas del sistema renina-angiotensina-aldos- terona. Además, la presencia de enfermedades concurrentes disminuye las ventajas pronósticas del tratamiento farmacológico orientado por guías clínicas; por ejemplo, la fibrilación auricular disminuye el efecto beneficioso de muchos tratamientos, como los β-bloqueantes y el TRC. Debido a que los datos recientes indican que el tratamiento agresivo de la hipertensión y el uso de inhibidores del contransportador 2 de sodio-glucosa en la diabetes mellitus pueden disminuir los episodios de IC,41,42 el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades concurrentes son medidas especialmente relevantes. VALORACIÓN DE LA CALIDAD DE VIDA La IC ejerce un profundo efecto sobre la calidad de vida. De hecho, el deterioro de la calidad de vida relacionado con la mala salud es un importante factor predictivo de pronóstico adverso en los pacientes con IC. Entre los determinantes de mala calidad de vida en la IC cabe mencionar sexo femenino, edad joven, índice de masa corporal alto, síntomas peores y la presencia de depresión y apnea del sueño.43 Se han referido casos de mejora de la calidad de vida tras TRC o en pro- gramas de abordaje de la enfermedad mediante tratamiento agresivo. Considerando su importancia, en la visita inicial y en las posteriores, se debe prestar atención a la valoración de la calidad de vida, bien mediante una anamnesis convencional o bien por medio de medios de estimación convalidados, como el cuestionario de miocardiopatía de Kansas City o el cuestionario de Minnesota para personas con IC. PRUEBA DE ESFUERZO CARDIOPULMONAR La intolerancia al ejercicio es un síntoma destacado de IC (v. capítu- lo 13). A pesar de ello, la cuantificación de esa intolerancia resulta imprecisa. Así, por ejemplo, abordajes estándar, como los criterios de la NYHA o la prueba de marcha durante 6 min, son medidas subjetivas y poco sensibles de la capacidad funcional. Además, la prueba de marcha durante 6 min no muestra cuán cerca está el paciente de su capacidad máxima de ejercicio, no distingue las causas de la reducción de dicha capacidad (p. ej., cardíaca, pulmonar, ortopédica) o de la falta de motivación, y no tiene en cuenta los efectos de la condición física y la edad; la edad avanzada puede disminuir la precisión de la prueba de andar 6 min. Cuando se requiere información más precisa, a menudo se recurre a la PECP, que permite identificar las causas de la intolerancia al ejercicio y cuantificar la capacidad de esfuerzo, además de aportar información fisiológica importante no proporcionada habitualmente por las pruebas de esfuerzo estándar.44 La PECP es un componente estándar de la evaluación de rutina previa al trasplante cardíaco. Los valores de consumo de oxígeno (Vo2) máximo moderado o pronunciadamente reducidos (p. ej., < 14 ml O2 · kg−1 · min−1) se emplean con frecuencia como umbral pronóstico en este contexto, mientras que cuando los valores de Vo2 máxima se sitúan por debajo de 10 ml O2 · kg−1 · min−1, se considera grave y tienen un particular valor pronóstico cuando la pendiente VE/Vco2 es de 45 o mayor. MODALIDADES DE PRUEBAS DE IMAGEN Las pruebas de imagen cardíaca no invasivas desempeñan una función esencial en la valoración de la ICy para determinar si el paciente debe ser clasificado en la categoría de ICFEc o ICFEr. Las técnicas de imagen ayudan a confirmar el diagnóstico de IC, valorando la presencia y la gravedad de las alteraciones estructurales y funcionales del corazón, aportando indicios sobre la etiología de la disfunción cardíaca (cardiopatía congénita, anomalías valvulares, afecta- ción pericárdica, enfermedad arterial coronaria) y contribuyendo a la estratificación de riesgos de los pacientes y, posiblemente, a orientar las estrategias terapéuticas. Asimismo, ayudan a valorar la eficacia de las intervenciones, a obtener información pronóstica y a orientar ulteriores tratamientos. Las principales modalidades de imagen cardíaca no invasiva utilizadas para evaluar a pacientes con IC son la ecocardiografía (v. capítulo 14), la resonancia magnética (RM) (v. capítulo 17), la tomo- grafía computarizada (TC) (v. capítulo 18) y las técnicas de imagen nuclear, que comprenden la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) y la tomografía de emisión de positrones (PET) (v. capítulo 16). Todas aportan datos complementarios y cada una de ellas proporciona información específica en los pacientes individuales. Aunque la evaluación inicial de un paciente con IC de nuevo diagnóstico comprende una ecocardiografía transtorácica, es posible considerar otras modalidades, como RM, TC y/o técnicas nucleares, en función de la necesidad de abordar cuestiones relacionadas con la estructura y función cardíacas, la etiología, y aspectos como la reversibilidad de la dis- función sistólica con revascularización. Las indicaciones específicas y las ventajas de cada técnica se resumen en la figura e21-1 y la tabla e21-2. Ecocardiografía y ecografía pulmonar La ecocardiografía transtorácica es un componente importante de eva- luación de la IC,45 se efectúa sin riesgo para el paciente y, si es necesario, se realiza a la cabecera del paciente, y no conlleva exposición a radiación. El uso creciente de la ecocardiografía portátil ha facilitado la evaluación a la cabecera del paciente como en el SU, con una presentación aguda. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 412 In su fI cI en cI a c a rd ía ca IV La ecocardiografía es particularmente idónea para evaluar la estructura y la función del miocardio y las válvulas cardíacas, y aporta datos sobre presiones y flujos intracardíacos. En pacientes con ICFEr, los volúmenes ventriculares izquierdos (VI) y la función sistólica se pueden valorar semicuantitativamente, o bien cuantificarse usando el método biplanar y la regla de Simpson modificada. La información sobre la morfología y los tamaños relativos de las cavidades cardíacas puede indicar diagnósticos específicos. Por ejemplo, la hipertrofia VI concéntrica con aumento de tamaño biauricular importante sugiere que la IC se debe a un proceso infiltrante, como la amiloidosis, sobre todo en ausencia de diagnós- tico previo de hipertensión. La función diastólica se evalúa mediante mediciones Doppler, incluyendo análisis del patrón de flujo de entrada de la válvula mitral (ondas inicial [E, early] y auricular [A]), de las velocidades tisulares en el anillo de la válvula mitral, del flujo en la vena pulmonar y del volumen auricular izquierdo ajustado con arreglo a la superficie corporal (v. capítulo 14). La disfunción diastólica puede clasificarse como de grados I al III, según estas mediciones, con importancia pronóstica creciente para la IC a medida que se registra agravamiento del grado de disfunción diastólica. El índice flujo de entrada inicial a través de la válvula mitral y velocidad en el anillo de la válvula mitral determinado mediante Doppler tisular (E/e’) es especialmente útil para determinar la presencia y el grado de disfunción diastólica; un índice de 15 o más es patológico. La hipertensión pulmonar en pacientes sin disfunción sistólica o enfermedad pulmonar significativas indica posible presencia de disfunción diastólica. Otra ventaja de la ecocardiografía es su capacidad de estimación de las presiones cardíacas derechas de forma no invasiva. Por ejemplo, las presiones auriculares derechas (AD) se estiman en función del diámetro de la vena cava inferior (VCI), y el cambio relativo de dicho diámetro en la inspiración con un colapso inspiratorio de al menos el 50% se asocia a presiones AD normales, mientras que el aumento del diámetro de la VCI con cambios inspiratorios menores indica elevación de la presión de la AD. La ecografía pulmonar (EP) se utiliza cada día más para evaluar a los pacientes que acuden al SU. La EP es útil para diagnosticar el edema pulmonar intersticial y la sobrecarga de líquidos mediante detección de artefactos de reverberación vertical, conocidos como líneas B de Kerley, originados en la interfase acústica entre dos estructuras con impedancias acústicas diferentes, como las estructuras que contienen líquido y el aire alveolar. También conocidas como «cometas» en el contexto apropiado, las líneas B de Kerley pueden ser muy sensibles y específicas de la presencia de IC, sobre todo cuando se combina con el criterio clínico y con otras pruebas diagnósticas, como la radiografía de tórax y la determinación del péptido natriurético. Resonancia magnética La RM proporciona imágenes de alta calidad del corazón y no conlleva exposición a radiaciones, lo que supone una notable ventaja con respecto a la TC. Las imágenes diagnósticas pueden obtenerse en prácticamente todos los pacientes y, a diferencia de lo que sucede en la ecocardiografía, se adquieren en planos tomográficos arbitrarios. La RM es excelente para evaluar la morfología cardíaca, el tamaño de las cavidades y la función del corazón. Mediante distintas secuencias de pulso, con o sin contraste de gadolinio, la RM puede tipificar el tejido miocárdico y valorar su viabilidad. La RM cardíaca permite distinguir las miocardiopatías isquémicas de las no isquémicas, basándose en el patrón de realce tardío de gadolinio en imágenes ponderadas en T1. La miocardiopatía isquémica suele exhibir un realce subendocárdico característico en localizaciones de infarto previo, mientras que la miocardiopatía dilatada no isquémica habitualmente muestra ausencia de realce, realce en la pared media u otros patrones, dependiendo de la etiología (fig. 21-4). Además, la RM es muy útil para la detección de miocarditis, así como en el diagnóstico de miocardiopatías específicas, como los procesos infiltrantes y la no compactación VI. Una importante limitación de la RM es que no resulta segura para pacientes con marcapasos o desfibriladores implantados, aunque el problema queda solventado con un mayor uso de los dispositivos compatibles con RM (v. capítulo 17). Tomografía computarizada cardíaca La actual función de la TC cardíaca en la IC se centra en ayudar a determi- nar la eventual presencia de EAC obstructiva mediante angiografía por TC, aplicación importante, sobre todo para pacientes con escasa probabilidad FIGURA 21-4 Patrones de hiperrealce (HR) con RM en varios estados patológicos. HT, hipertensión. (Modificado de Mahrholdt H, Wagner A, Judd RM, et al. Delayed enhancement cardiovascular magnetic resonance assessment of non-ischaemic cardiomyopathies. Eur Heart J 2005;26:1461.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 413 A b o rd aje d el p acien te co n in su fi cien cia card íaca 21 © E ls ev ie r.
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