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1209© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos MAGNITUD DEL PROBLEMA, 1209 ANGINA DE PECHO ESTABLE, 1209 Cuadro clínico, 1209 Diagnóstico diferencial del dolor torácico, 1210 Fisiopatología, 1211 EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO, 1212 Análisis bioquímicos, 1212 Pruebas no invasivas, 1213 Evaluación invasiva, 1217 Evolución natural y estratificación del riesgo, 1219 Tratamiento médico, 1220 Tratamiento farmacológico de la angina, 1226 Abordajes de revascularización en la cardiopatía isquémica estable, 1236 Intervención coronaria percutánea, 1238 Injerto de derivación arterial coronaria, 1241 OTRAS MANIFESTACIONES DE LA ENFERMEDAD ARTERIAL CORONARIA, 1249 Dolor torácico con arteriograma coronario normal, 1249 Isquemia miocárdica silente, 1251 Insuficiencia cardíaca en la cardiopatía isquémica, 1252 PERSPECTIVAS FUTURAS, 1254 BIBLIOGRAFÍA, 1255 DIRECTRICES, 1258 61 Cardiopatía isquémica estable DAVID A. MORROW Y JAMES A. DE LEMOS El espectro de la cardiopatía isquémica estable (CIE) es amplio e incluye a pacientes con angina estable crónica, isquemia asintomática, infarto de miocardio (IM) previo, revascularización coronaria previa y pacientes con ateroesclerosis coronaria no obstructiva. La causa más frecuente de la CIE es la placa ateromatosa que obstruye o estenosa gradualmente las arterias coronarias epicárdicas. La patogenia de la ateroesclerosis se describe en el capítulo 44, pero pueden colaborar otros factores como la disfunción endotelial, la enfermedad microvas- cular y el vasoespasmo, solos o en combinación con la ateroesclerosis coronaria, y pueden ser la causa dominante de la isquemia miocárdica en algunos casos (fig. 61-1). Por tanto, la idea de que la cardiopatía isquémica (CI) es sinónimo de «ateroesclerosis coronaria obstructiva» es una simplificación excesiva del concepto.1-3 Los factores que predisponen a la ateroesclerosis coronaria se comentan en el capítulo 45; el control del flujo sanguíneo coronario, en el capítulo 57; la revascularización coronaria percutánea, en el capítulo 62; el IM con elevación del segmento ST, en los capítulos 58 y 59; el síndrome coronario agudo (SCA) sin elevación del segmento ST, en el capítulo 60, y la muerte súbita cardíaca, otra consecuencia muy importante de la CI, en el capítulo 42. Los síntomas de presentación de los pacientes con CI son muy variables. La molestia torácica es el síntoma predominante de diversos tipos de angina, como la angina crónica (estable), la inestable, la de Prinzmetal (variante) o la microvascular y del IM agudo. Sin embargo, la CI también se puede manifestar sin molestias torácicas o no prominentes, como la isquemia miocárdica asintomática (silente), la insuficiencia cardíaca, las arritmias cardíacas y la muerte súbita. Es muy interesante que la CI también se pueda presentar con angina atípica o equivalentes anginosos, como una molestia mesoepigástrica, disnea, intolerancia al ejercicio y cansancio excesivo, que son más frecuentes en mujeres, ancianos y diabéticos. Las arterias coronarias también se pueden obstruir por mecanismos no ateroescleróticos, como la compresión extrínseca, la formación de puentes musculares miocárdicos, la arteritis coronaria asociada a vasculitis sistémica y la enfermedad arterial coronaria (EAC) inducida por radiación. La isquemia miocárdica y la angina de pecho también se pueden presentar en el marco de una demanda extrema de oxígeno (O2) por el miocardio con o sin EAC obstructiva subyacente, como en el caso de valvulopatía aórtica (v. capítulo 68), miocardiopatía hipertrófica (v. capítulo 78), miocardiopatías dilatadas no isquémicas (v. capítulo 77) o hipertensión pulmonar (v. capítulo 85). MAGNITUD DEL PROBLEMA La CI tiene una gran importancia en la sociedad contemporánea, como se deduce por el gran número de personas afectadas (v. capítulo 1). Se calcula que 15.400.000 de norteamericanos tienen CI, 7.800.000 de los cuales tienen angina de pecho y 7.600.000 han tenido un IM.4 Según los datos obtenidos en el Framingham Heart Study, el riesgo vital de CI en pacientes con perfil óptimo de factores de riesgo es del 3,6% en los hombres y menor del 1% en las mujeres, mientras que en los pacientes con dos o más factores de riesgo mayores es del 37,5% en los hombres y del 18,3% en las mujeres. En 2013, la CI fue la responsable del 46% de todas las muertes causadas por la enfermedad cardiovascular (ECV) y fue la causa aislada más frecuente de muerte en norteamericanos de ambos sexos, provocando más de una de cada siete muertes en ese país. El coste económico de la CI es enorme; se calcula que de 207.300 millones de dólares en EE. UU. entre 2011 y 2012. A pesar del paulatino descenso de la mortalidad específica según la edad por EAC en las últimas décadas, la CI es la principal causa de muerte en todo el mundo y solo cabe esperar que la tasa de EAC se ace- lere en los próximos decenios. Además, la prevalencia de supervivientes con CIE ha aumentado al disminuir la tasa de casos mortales de IM, mientras que la tasa de IM incidente se mantiene relativamente estable. Al mismo tiempo, la carga de CI se está desplazando progresivamente hacia grupos socioeconómicos más bajos, con factores contribuyentes que comprenden el envejecimiento de la población, el aumento de la prevalencia de la obesidad y la diabetes de tipo 2 en todo el mundo y el aumento de los factores de riesgo cardiovasculares en las generaciones más jóvenes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que, en 2030, la cifra global de muertes por CI habrá aumentado de 7,4 millones en 2012 a 9,2 millones. ANGINA DE PECHO ESTABLE Cuadro clínico Características de la angina (v. capítulo 56) La angina de pecho es una molestia en el tórax o en zonas adyacentes causada por isquemia miocárdica. Se precipita por el ejercicio, pero también puede empezar por el sufrimiento emocional. La angina prolongada, que se presenta en reposo o que sigue un patrón acelerado de aumento de la frecuencia y el ritmo, indica una CI inestable, como la angina inestable y el IM agudo (v. capítulos 58 y 60). La descripción inicial que hizo Heberden de la angina como una sensación de «ahogo y ansiedad» sigue siendo notablemente pertinente. Otros adjetivos que se usan para describir este sufrimiento son sensaciones de presión, ahogo, opresión, pesadez y compresión. En otros casos, la calidad de la sensación puede ser vaga y se describe como una molestia leve similar a presión, tirantez, hormigueos incómodos o sensación de quemazón. El lugar de la molestia es normalmente retroesternal, pero irradia con frecuencia y, en general, se dirige hacia la superficie cubital bajando por el brazo izquierdo. También puede afectar al brazo derecho y a Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1210 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII la superficie externa de ambos brazos (fig. e61-1). Puede haber una molestia epigástrica aislada o asociada a presión torácica y puede enmascararse como una indigestión. En casos aislados se describe un dolor de angina por encima de la mandíbula o por debajo del epigastrio. Los equivalentes anginosos (es decir, síntomas de isquemia miocárdica distintos de la angina), como disnea, desmayo, cansancio y eructos frecuentes, son más habituales en mujeres y ancianos. El antecedente de disnea de esfuerzo anómala puede indicar una CI, incluso en ausencia de angina. La angina nocturna puede ser una manifestación de la angina inestable, pero también hace sospechar una apnea del sueño (v. capítulo 87). La angina posprandial, causada supuestamente por la redistribución del flujo sanguíneo coronario haciala circulación esplácnica, puede ser un marcador de CI grave. El episodio típico de angina de pecho comienza normalmente de manera gradual y alcanza su intensidad máxima en un período de minutos antes de disiparse. No es habitual que la angina de pecho alcance su intensidad máxima en segundos, y es característico que los pacientes con angina prefieran descansar, sentarse o dejar de caminar durante los episodios. La molestia torácica que aparece al caminar con frío o cuesta arriba hace pensar en una angina. Las características que indican que no estamos ante una angina de pecho son dolor de tipo pleurítico, de tipo agudo o punzante o que se reproduce con el movimiento o la palpación de la pared torácica o la palpación de la pared torácica o los brazos (v. fig. e61-1). También es improbable que un dolor constante que dura muchas horas o bien episodios muy breves que duran segundos sean consecuencia de una angina. La angina de pecho típica se alivia en minutos con el reposo o con nitroglicerina de acción corta. La respuesta a esta última a menudo es una herramienta diagnóstica útil, pero sabiendo que el dolor esofágico también responde a la nitroglicerina. Un retraso mayor de 5 a 10 minutos antes de que el cuadro mejore con reposo y nitroglicerina hace pensar que los síntomas no se deben a la isquemia o que se deben a una isquemia grave, como un IM agudo o una angina inestable. El fenómeno de la angina de calentamiento se usa para describir un fenómeno en el que algunos pacientes desarrollan angina con el ejercicio para continuar posteriormente sin síntomas con el mismo nivel de ejercicio, o incluso mayor, después de un período intermedio de reposo. Se ha propuesto que esta atenuación de la isquemia miocárdica que se observa al continuar con el ejercicio se debe al preacondicionamiento isquémico (v. capítulo 57). Evaluación y clasificación de la angina de pecho Para calificar la gravedad de la angina de pecho se utiliza el sistema propuesto por la Canadian Cardiovascular Society (CCS). Se trata de una modificación de la clasificación funcional de la New York Heart Asociación (NYHA) que permite clasificar a los pacientes con términos más específicos. Hay otros sistemas de clasificación, como la escala de actividad específica desarrollada por Goldman et al., que se basa en el coste metabólico de determinadas actividades. Ninguno de estos sistemas de clasificación es muy útil, porque dependen de que la información de los pacientes sea la adecuada en el contexto de la amplia y variable tolerancia a los síntomas. Se ha demostrado que la reproducibilidad de los cálculos funcionales que se basan en los criterios de la CCS es solo moderada y no se correlaciona bien con las mediciones objetivas del desempeño durante el ejercicio. Otros avances más recientes incorporan mediciones del impacto de la angina en la calidad de vida, que se puede evaluar usando instrumentos generales como el Medical Outcomes Study 36-Item Short Form Health Survey (SF-36) o el Seattle Angina Questionnaire (SAQ) específico de la enfermedad. Aunque esas mediciones objetivas solo se han usado en el entorno investigador, en el entorno clínico puede ser más práctico usar una versión corta, de siete preguntas, del SAQ. En el futuro, cada vez será más importante incluir mediciones centradas en el paciente, sencillas y objetivas, al estudiar enfermedades crónicas como la CIE. Mecanismos del dolor anginoso. No se conocen con detalle los mecanismos del dolor cardíaco y las vías neurales que se utilizan. Se supone que la angina de pecho es consecuencia de los episodios de isquemia que excitan los receptores quimiosensibles y mecanosensibles del corazón. La estimulación de esos receptores provoca la liberación de adenosina, bradicinina y otras sustancias que excitan las terminaciones sensitivas de las fibras aferentes simpáticas y vagales. Las fibras aferentes recorren los nervios que conectan con los cinco ganglios simpáticos torácicos superiores y las cinco raíces torácicas distales superiores de la médula espinal. Los impulsos se transmiten a través de la médula espinal hacia el tálamo y después hacia el neocórtex. Los datos obtenidos en estudios con animales han permitido identificar el receptor 1 vanilloide (VR1), también conocido como receptor de potencial transitorio vani- lloide 1 (TRPV1), un detector importante de la nocicepción somática, presente en las terminaciones nerviosas sensitivas del corazón. El VR1 funciona como transductor de la isquemia miocárdica y participa en el preacondicionamiento de la isquemia. Dentro de la médula espinal, los impulsos aferentes simpáticos cardíacos pueden coincidir con los impulsos procedentes de estructuras somáticas torácicas, lo cual explicaría el dolor cardíaco referido, como el tórax. En comparación, las fibras aferentes vagales cardíacas establecen sinapsis con el núcleo del tracto solitario del bulbo raquídeo y después descienden para excitar las células del tracto espinotalámico cervical superior, que contribuyen al dolor anginoso que se presenta en el cuello y la mandíbula. Además, las aferencias vagales del núcleo tracto solitario pueden estimular los impulsos eferentes del sistema autónomo que contribuyen a las náuseas y vómitos. La tomografía por emisión de positrones (TEP) cerebral en personas con isquemia silente hace pensar que la transmisión fallida de las señales desde el tálamo hacia la corteza frontal contribuye a este fenómeno, junto con el deterioro de la señalización aferente, como el que causa una neuropatía autónoma. Por ejemplo, se ha propuesto que la isquemia silente de los diabéticos está relacionada con el fracaso del desarrollo del sistema sensitivo cardíaco debido al descenso del factor de crecimiento nervioso. Diagnóstico diferencial del dolor torácico Trastornos esofágicos Los trastornos habituales que pueden simular o coexistir con la angina de pecho son el reflujo gastroesofágico y los trastornos de la motilidad esofágica, incluido el espasmo difuso. Para complicar aún más la dificul- tad que entraña distinguir entre el dolor de la angina y el dolor esofágico, ambos pueden mejorar con nitroglicerina, si bien el dolor esofágico mejora a menudo con leche, antiácidos, alimentos o, en ocasiones, líquidos calientes. Trastornos de la motilidad esofágica Los trastornos de la motilidad esofágica no son infrecuentes en pacientes con dolor torácico retroesternal de causa desconocida. Además del dolor torácico, la mayoría de estos pacientes tiene disfagia. Tanto la CI como la enfermedad esofágica son entidades clínicas frecuentes que pueden coexistir. La evaluación diagnóstica de un trastorno esofágico está indicada en pacientes con CI con mala respuesta sintomática al tratamiento antianginoso y en ausencia de isquemia demostrada. Cólico biliar Aunque es frecuente que los síntomas viscerales se asocien a isquemia miocárdica (en particular, al IM agudo inferior; v. capítulo 56), un cólico biliar y algunos trastornos hepatobiliares relacionados también pueden semejar la isquemia y siempre se deben tener en cuenta en pacientes con molestias torácicas atípicas, en particular en diabéticos. El dolor es continuo; normalmente dura de 2 a 4 h y remite espontáneamente, sin síntomas entre las crisis. Suele ser más intenso en la zona abdominal FIGURA 61-1 Fisiopatología de la cardiopatía isquémica (CI). La idea de que la CI es sinónimo de una estenosis crítica de las arterias coronarias epicárdicas es una sim- plificación excesiva. Los posibles factores contribuyentes a la CI son muchos. (Modificado de Marzilli M, Bairey Merz CN, Boden WE, et al. Obstructive coronary atherosclerosis and ischemic heart disease: an elusive link. J Am Coll Cardiol 2012;60:951.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020.Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1211 C ard io p atía isq u ém ica estab le 61 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . superior derecha, pero también se puede notar en el epigastrio o la zona precordial. Esta molestia se refiere a menudo hacia la escápula, puede irradiar hacia la espalda, rodeando el borde costal, o puede notarse en el hombro y puede indicar irritación del diafragma en casos menos frecuentes. Costocondritis En 1921, Tietze describió por primera vez un síndrome de dolor y sensibilidad local, limitado normalmente a la pared torácica anterior y asociado a tumefacción del cartílago costal. El síndrome de Tietze florido (es decir, dolor asociado a la tumefacción dolorosa de las uniones costocondrales) es poco frecuente, pero la costocondritis que causa sensibilidad de las uniones costocondrales (sin tumefacción) es relativamente frecuente. El dolor a la palpación de esas articulaciones está bien localizado y es un signo clínico útil, si bien la palpación profunda puede provocar dolor en ausencia de costocondritis. Aunque la palpación de la pared torácica suele reproducir el dolor en pacientes con diversas afecciones osteomusculares, cabe destacar que la sensibilidad de la pared torácica no excluye una EAC sintomática. Otros trastornos neurológicos y osteomusculares La radiculitis cervical se puede confundir con la angina. Esta afección se puede presentar como un dolor constante y, a veces, provoca un defecto sensitivo. El dolor puede estar relacionado con el movimiento del cuello, al igual que el movimiento del hombro provoca crisis de dolor por una bursitis. En ocasiones, el dolor que simula la angina puede deberse a la compresión del plexo braquial por las costillas cervicales, y la tendinitis o la bursitis que afectan al hombro izquierdo también pueden causar dolor de tipo anginoso. La exploración física también permite detectar el dolor desencadenado por el movimiento de un hombro artrítico o un tendón calcificado del hombro. El herpes zóster, causado por el recrudecimiento del virus varicela-zóster, se puede manifestar como un dolor que atraviesa el tórax. Se reconoce por su distribución en dermatomas y se asocia a la formación de un exantema con ampollas o costras. El dolor del zóster (culebrilla) puede comenzar varios días antes de que el exantema sea evidente. La neuralgia postherpética puede persistir en ausencia del exantema. Otras causas de dolor de tipo anginoso La hipertensión pulmonar grave se puede asociar a dolor torácico con el ejercicio, con las características de la angina de pecho y, de hecho, este dolor parece causado por la isquemia del ventrículo derecho (VD) que se desarrolla durante el ejercicio (v. capítulo 85). Otros síntomas asociados son disnea de esfuerzo, mareos y síncope. Es fácil reconocer los hallazgos relacionados en la exploración física, como el levantamiento paraesternal de la punta, un componente pulmonar palpable y fuerte del segundo ruido e hipertrofia del VD en el elec- trocardiograma (ECG). La embolia pulmonar se caracteriza inicialmente por disnea como síntoma cardinal, pero también puede haber dolor torácico (v. capítulo 84). El dolor pleurítico hace pensar en un infarto pulmonar y el antecedente de exacerbación del dolor en inspiración, junto con un roce pleural por fricción, cuando aparece, ayuda a diferenciarlo de la angina de pecho. El dolor de la pericarditis aguda puede ser difícil de distinguir de la angina de pecho (v. capítulo 83). Sin embargo, la pericarditis tiende a presentarse en pacientes más jóvenes y el diagnóstico depende de la combinación de dolor torácico que no mejora con el reposo o con nitroglicerina y se exacerba con el movimiento o la inspiración profunda y al permanecer tumbado: el roce por fricción pericárdico, que puede ser evanescente, y cambios en el ECG, principalmente descenso del segmento PR y/o elevación difusa del ST. El síntoma clásico de la disección aórtica es un dolor muy intenso, a menudo muy agudo, que irradia hacia la espalda (v. capítulo 63). Exploración física La mayoría de los pacientes con CIE tienen hallazgos normales en la exploración cardíaca y, por tanto, la mejor pista aislada para el diagnós- tico de la angina es la historia clínica. No obstante, una exploración minuciosa puede excluir otras afecciones que simulan la angina y que pueden poner de manifiesto una ateroesclerosis en territorios vasculares no coronarios, factores de riesgo de ateroesclerosis coronaria (acantosis nigricans o xantomas tendinosos) o las consecuencias de la isquemia miocárdica (v. capítulo 10). Fisiopatología La angina de pecho es consecuencia de la isquemia miocárdica, que se debe a un desequilibrio entre las necesidades miocárdicas de O2 y el aporte de O2 que recibe el miocardio. Las primeras pueden estar elevadas porque aumenta la frecuencia cardíaca (FC), la tensión parietal del ven- trículo izquierdo (VI) y la contractilidad (v. capítulo 22). Esta última está determinada por el flujo sanguíneo coronario y por el contenido arterial coronario de O2 (fig. 61-2). Los factores precipitantes y las manifes- taciones clínicas del desequilibrio entre aporte y demanda se comentan en esta sección. La biopatología de la ateroesclerosis se comenta en el capítulo 44. Véanse «Dolor torácico con arteriograma coronario normal», más adelante en este capítulo, y un comentario sobre otras anomalías de la función coronaria y los factores que contribuyen a la isquemia miocárdica en ausencia de una obstrucción coronaria crítica en el capítulo 57. FIGURA 61-2 Factores que influyen en el equilibrio entre las necesidades miocárdicas de O2 (izquierda) y el aporte (derecha). Las flechas indican el efecto de los nitratos. Cuando mejora la angina de pecho, los nitratos tienen efectos favorables al reducir las necesidades de O2 y aumentar el aporte. Aunque un aumento reflejo de la frecuencia cardíaca tendería a reducir el tiempo disponible para el flujo coronario, la dilatación de las colaterales y la mejora del gradiente de presión necesario para que haya flujo a medida que desciende la presión telediastólica ventricular izquierda (PTDVI) tienden a aumentar el flujo coronario. PAo-PTDVI, presión aórtica menos PTDVI; S. C., sin cambios. (Tomado de Frishman WH: Pharmacology of the nitrates in angina pectoris. Am J Cardiol 1985;56:8I.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1212 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII Angina causada por un aumento de las necesidades miocárdicas de oxígeno En esta afección, que se conoce como angina por demanda, las necesi- dades miocárdicas de O2 aumentan en presencia de un aporte constante y normalmente restringido de O2. El aumento de las necesidades de O2 es consecuencia de una respuesta fisiológica al ejercicio, la presión emocional o el estrés mental. Para la necesidad miocárdica de O2 tienen gran importancia la frecuencia y la intensidad a las cuales se realiza cualquier actividad física. El estrés mental y emocional puede precipitar la angina, supuestamente por el aumento de las respuestas hemodiná- micas y catecolaminérgicas al estrés, el aumento del tono adrenérgico y el descenso de la actividad vagal. La combinación de ejercicio físico y emociones asociados a la actividad sexual pueden precipitar la angina. Otros factores precipitantes de la angina son el ejercicio físico después de una comida pesada y las demandas metabólicas excesivas debidas a escalofríos, fiebre, tirotoxicosis, taquicardia por cualquier causa, hipertensión no controlada, exposiciónal frío e hipoglucemia. Angina causada por el descenso transitorio del aporte de oxígeno Igual que sucede con la angina inestable, la angina estable crónica puede deberse a reducciones transitorias del aporte de O2, una afección que se conoce como angina por aporte, como consecuencia de la vasocons- tricción coronaria que provoca una estenosis dinámica. En presencia de estenosis ateroesclerótica, los trombos plaquetarios y los leucocitos pueden elaborar sustancias vasoconstrictoras como la serotonina y el tromboxano A2. Además, el daño endotelial de las arterias coronarias ateroescleróticas disminuye la producción de sustancias vasodilatadoras, lo que provoca una respuesta vasoconstrictora anómala al ejercicio y a otros estímulos. El umbral variable de la isquemia miocárdica en pacientes con angina estable crónica puede deberse a cambios dinámicos del tono muscular liso y también a la constricción de las arterias dis- tales a la estenosis. Los pacientes con «angina de umbral variable» resultante pueden tener días buenos, en los que son capaces de realizar una actividad física importante, y días malos, en los que una actividad incluso mínima puede causar signos clínicos y/o electrocardiográficos de isquemia miocárdica o angina en reposo. A menudo, se quejan de una variación circadiana de la angina, que es más frecuente por la mañana. La angina de esfuerzo, e incluso a veces en reposo, se puede precipitar por el frío, las emociones y el estrés mental. En casos aislados se puede desarrollar una obstrucción dinámica grave aislada en pacientes sin obstrucciones orgánicas, que puede causar isquemia miocárdica y angina en reposo (v. «Angina variante de Prinzmetal», más adelante; v. también capítulos 57 y 60). Por otro lado, solo se necesita un pequeño incremento de la obstrucción dinámica en pacientes con obstrucción fija grave de una o más arterias coronarias epicárdicas para que el flujo sanguíneo coronario descienda por debajo de un nivel crítico y cause isquemia miocárdica. Importancia de los aspectos fisiopatológicos al definir el tratamiento Las correlaciones fisiopatológicas y clínicas de la isquemia en pacientes con CIE pueden tener importantes implicaciones para seleccionar fár- macos antiisquémicos y para el momento de su administración. Cuanto mayor sea la contribución del aumento de la demanda miocárdica de O2 asociada a la taquicardia o del aumento de la contractilidad, mayor es la probabilidad de que los β-bloqueantes sean eficaces. Los nitratos y los antagonistas del calcio pueden ser más eficaces en los episodios causados principalmente por la vasoconstricción coronaria, al menos hipotéticamente. El hallazgo del aumento de las necesidades miocárdicas de O2 precede a los episodios de isquemia en la mayoría de los pacientes con angina estable crónica –es decir, aquellos que tienen angina por demanda– favorece al control de la FC y la presión arterial (PA) como principal abordaje terapéutico. EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO Análisis bioquímicos En pacientes con CIE es frecuente detectar anomalías metabólicas que son factores de riesgo para el desarrollo de la EAC. Tales anomalías son la dislipidemia (v. capítulo 48) y la resistencia a la insulina. Además, la asociación entre la enfermedad renal crónica y el riesgo de vasculopatía ateroesclerótica es muy importante (v. capítulo 98). Está justificado evaluar el colesterol total, el colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (LDL) y de alta densidad (HDL), los triglicéridos, la creatinina sérica (que permite calcular la filtración glomerular [FGe]), la glucemia en ayunas y la hemoglobina (Hb) A1c en todos los pacientes con sos- pecha o diagnóstico de EAC. La medición de otros elementos lipídicos que son particularmente aterógenos, como la apolipoproteína B y las LDL pequeñas y densas, añade información pronóstica a la medición del colesterol total y LDL, y puede considerarse un objetivo secundario del tratamiento en pacientes que han alcanzado los objetivos terapéuticos de las LDL.5,6 Sin embargo, no se ha alcanzado un consenso sobre las valoraciones habituales y un sencillo abordaje basado en el cálculo del colesterol no HDL (en particular en pacientes con triglicéridos > 200 mg/dl) aporta información más importante relacionada con otras partículas lipídicas aterógenas. De igual modo, la fosfolipasa A2 asociada a lipoproteínas (Lp-PLA2) se asocia al riesgo de cardiopatía isquémica (CI), así como de episodios recurrentes, independientemente de los factores de riesgo tradicionales. No obstante, a pesar de esta asociación, no se ha demostrado que los inhibidores de la Lp-PLA2 sean útiles para el tratamiento de la CI.7,8 En las directrices de prevención existentes no se recomienda usar la Lp-PLA2 para la evaluación rutinaria del riesgo. La lipoproteína (a) [Lp(a)] es un factor de riesgo de marcado carácter hereditario relacionado con los lípidos, cuya medición debe tenerse en cuenta en casos seleccionados con EAC prematura y en los que tienen episodios recurrentes de isquemia a pesar de los tratamientos preventivos habituales, en particular si hay una importante historia familiar de EAC. Después de décadas de investigación, en estudios genéticos de gran tamaño se ha demostrado claramente que la Lp(a) es un factor de riesgo causal de EAC. Aunque la niacina es el único tratamiento de uso generalizado que reduce la Lp(a), los inhibidores de la proproteína convertasa subtilisina/kexina tipo 9 (PCSK9) también reducen la Lp(a) y pueden convertirse en una opción terapéutica.9 La homocisteína también se ha relacionado con la aterogenia, pero en los estudios prospectivos se sugiere, como mucho, un pequeño incremento del riesgo asociado a las concentraciones elevadas de homocisteína y no se ha demostrado sistemáticamente una relación independiente de los factores de riesgo tradicionales u otros marcadores bioquímicos.10 Además, los estudios controlados con placebo no han podido demostrar un beneficio clínico asociado a los tratamientos de reposición con folato y vitamina B como intervención que mitigue los episodios adversos derivados del aumento de las concentraciones de la homocisteína.11 En consecuencia, no se recomienda una detección sistemática general de las concentraciones elevadas de homocisteína. Biomarcadores de lesión de los miocitos, isquemia y estrés hemodinámico Las concentraciones sanguíneas de las troponinas cardíacas T e I se usan para distinguir a los pacientes que tienen un IM agudo de los que tienen una CIE. Sin embargo, el desarrollo de métodos de alta sensibilidad ha permitido detectar niveles bajos de troponinas circulantes en la mayoría de los pacientes con CIE y demostrar una relación gradual con el riesgo posterior de mortalidad cardiovascular (CV) e insuficiencia cardíaca.12,13 Además, los pacientes con CIE que tienen pequeños incrementos de la troponina de alta sensibilidad (hsTn) a lo largo del tiempo tienen un mayor riesgo de resultados adversos, incluso cuando no hay un cambio evidente en su estado clínico (fig. 61-3). Están apareciendo otros usos posibles de la troponina cardíaca en la CIE, que se revisan en otras publicaciones.14 Por otro lado, se han estudiado exhaustivamente los biomarcadores de activación neurohormonal en pacientes con CIE. Por ejemplo, la concen- tración plasmática del péptido natriurético cerebral (BNP) (de tipo B) aumenta en respuesta a la isquemia espontánea o provocada. Ni el BNP ni el pro-BNP N-terminal (NT-pro-BNP) tienen especificidad suficiente para facilitar el diagnóstico de CIE, pero existe una importante asociación entre las concentraciones más altas de esos péptidos y el riesgo de episodios CV en los sujetos de riesgo de EAC y de EAC confirmada. Tal como se ha demostrado con la hsTn, las mediciones seriadas de los péptidos natriuré- ticos también aportan información pronóstica añadida en pacientes con CIE, lo que indicaría un posible papel en el seguimiento de los pacientes ambulatoriosde esas pruebas en el futuro.14 A pesar de los resultados prometedores de los estudios efectuados hasta la fecha, no está justificada Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. 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Sin embargo, los tratamientos preventivos secundarios intensivos, como el tratamiento con pautas de alta intensidad con estatinas, reducen el riesgo cuando la troponina está elevada, con reducciones absolutas del riesgo que se han destacado dado el estado de alto riesgo de estos pacientes.15-17 El factor 15 de diferenciación del crecimiento,18 ST2, el factor 23 de crecimiento de los fibroblastos19 y la galectina 320 son otros biomarcadores que pueden reflejar la isquemia miocárdica o sus consecuencias y se han asociado a resultados CV en estudios clínicos de pacientes con CIE. Otros nuevos biomarcadores del estrés hemodinámico, como la región media de la proadrenomedulina (MR-proADM) y la región media del propéptido natriurético auricular (MR-proANP), también aportan información sobre el riesgo de muerte CV en pacientes con CIE.21 Sin embargo, no dis- ponemos de suficiente información para demostrar que estas mediciones aportan información añadida sólida respecto a las mediciones del péptido natriurético y la hsTn, que han surgido como los biomarcadores candidatos más potentes para la aplicación clínica en pacientes con CIE. Biomarcadores de inflamación Conocer mejor la biopatología de la aterotrombosis ha hecho que aumente el interés por los biomarcadores de inflamación como indicadores no invasivos de la ateroesclerosis subyacente y el riesgo CV (v. capítulo 44). Se ha demostrado que la medición de la proteína de fase aguda, la proteína C reactiva de alta sensibilidad (CRPas), guarda una relación coherente con el riesgo de episodios CV incidentes (v. capítulo 45). El valor pronóstico de la CRPas se suma a los factores de riesgo tradicionales, incluidos los lípidos. No obstante, su valor clínico añadido para la detección selectiva de pacientes sin enfermedad vascular conocida sigue siendo motivo de debate.22 También se ha estudiado a fondo la función del análisis de la CRPas en los pacientes con CIE y hay varios estudios que confirman asociaciones independientes entre su resultado y los episodios cardíacos adversos. Además, en dos estudios se ha demostrado que la CRPas puede ser un biomarcador importante que refleja el riesgo residual en los pacientes después de un SCA tratados hasta objetivos bajos de LDL con estatinas. Los pacientes que alcanzaron valores bajos de colesterol LDL (< 70 mg/dl) pero con CRPas por encima de 2 mg/l tenían un riesgo mayor de episodios isquémicos en el futuro que los pacientes con concen- traciones bajas de LDL y de CRPas. Además, se ha usado la CRPas para seleccionar posibles candidatos al tratamiento farmacológico antiin- flamatorio.22a En estudios comparativos de fármacos similares, la potencia de la asociación entre la CRPas y los resultados ha sido menor que la observada con los péptidos natriuréticos y las troponinas cardíacas. Aunque otros biomarcadores de inflamación, como la interleucina 6, la mieloperoxidasa, los factores de crecimiento, las citocinas y las metaloproteinasas, siguen en estudio como posibles biomarcadores que reflejan las vías de inflamación que contribuyen a la ateroesclerosis,23 es improbable que se definan como biomarcadores útiles en la clínica por su falta de especificidad por el corazón. Biomarcadores genéticos y de transcripción Los programas de mapeo genético a gran escala que utilizan estudios de asociación del genoma completo (GWAS, genomewide association studies) y, más recientemente, el secuenciado genómico de siguiente generación, han permitido identificar más de 50 variantes genéticas únicas que contribuyen a la CI (v. capítulo 7). Estos estudios han contribuido a identificar muchos posibles objetivos patógenos nuevos y han permitido estudiar una gran cantidad de variaciones genéticas simultáneamente con un coste relativamente bajo. Como los genes que contribuyen individualmente a la CI explican solo una pequeña parte de la variación de la enfermedad, actualmente se considera que combinar muchas variantes en puntuaciones de riesgo genético es la única estrategia viable por la cual la predicción del riesgo genético podría entrar en la práctica clínica. Sin embargo, las puntuaciones de riesgo genético solo han mejorado dudosamente la predicción del riesgo en pacientes sin CI conocida, pero no la predicción del riesgo en pacientes con EAC previa.24 Las puntuaciones de riesgo genético más grandes, que incorporan variantes identificadas con estrategias de mapeo genético más finas, pueden mejorar el rendimiento de esta técnica en el futuro. Es más probable que el estudio genético entre en la práctica habitual como herramienta para orientar la selección del tratamiento farmaco- lógico (farmacogenómica; v. capítulo 6). En dos estudios se ha demos- trado que el riesgo se reduce mucho más con estatinas en pacientes con puntuaciones de riesgo genético alto, que identifican la predisposición a la CI, que en los pacientes con puntuaciones de riesgo genético bajo.25 Actualmente, también es posible estudiar la expresión de múltiples genes en células de sangre periférica, la llamada transcriptómica.26 Por ejemplo, se ha desarrollado y validado una puntuación de la expresión génica en sangre periférica basada en los valores de expresión de 23 genes procedentes de células de sangre periférica, que permite evaluar el riesgo de EAC obstructiva. Se demostró un valor predictivo negativo (VPN) alto, con una tasa muy baja de episodios cardíacos adversos mayores (ECAM) durante el período de 1 año en pacientes con una puntuación de expresión génica baja.26 Pruebas no invasivas Electrocardiograma en reposo Los resultados del ECG en reposo son normales en aproximadamente la mitad de los pacientes con CIE, e incluso los pacientes con EAC grave pueden tener un trazado normal en reposo (v. capítulo 12). Un ECG normal en reposo indica la presencia de una función VI normal en reposo y es un hallazgo no habitual en caso de un IM previo extenso. Las anomalías más frecuentes del ECG en pacientes con CIE son cambios FIGURA 61-3 Incidencia de muerte cardiovascular (CV) en función de la concentración de la troponina T de alta sensibilidad (hs-TnT) (A) y del pro-B-péptido natriurético N-terminal (NT-pro-BNP) (B) en pacientes con enfermedad arterial coronaria estable (EAC) agrupados por cuartiles de concentración del biomarcador. A. Se detectó troponina cardíaca T circulante en el 97,7% de los casos con el método hs-TnT y el 11,1% tenían una concentración mayor del límite de referencia del percentil 99. Durante una mediana de seguimiento de 5,2 años, la incidencia de muerte CV se asoció a la concentración inicial de la hs-TnT. Esta relación fue evidente con concentraciones de hs-TnT menores que el límite de referencia del percentil 99 (0,013 µg/l). B. La asociación de la concentración de NT-pro-BNP con el riesgo de mortalidad CV también fue muy fuerte. La precisión pronóstica mejoró cuando se consideró el NT-pro-BNP junto con los indicadores tradicionales de riesgo clínico. (A, tomado de Omland T et al. A sensitive cardiac troponin T assay in stable coronary artery disease. N Engl J Med 2009;361:2538; B, tomado de Omland T et al. Prognosticvalue of B-type natriuretic peptides in patients with stable coronary artery disease. J Am Coll Cardiol 2007;50:201.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1214 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII inespecíficos de la onda ST-T con o sin ondas Q anómalas. Sin embargo, la aparición de anomalías de las ondas ST-T en el ECG en reposo (en particular, si se obtiene durante un episodio de angina) se correlaciona con la gravedad de la cardiopatía subyacente en pacientes con EAC diagnosticada. Esta correlación explica la asociación negativa entre los cambios de la onda ST-T con el pronóstico en estos pacientes. Por el contrario, un ECG en reposo normal es un signo pronóstico más favorable a largo plazo en pacientes con sospecha o diagnóstico de EAC. Los ECG obtenidos en los intervalos libres pueden demostrar el desa- rrollo de IM con onda Q que pasan desapercibidos en la clínica. En los pacientes con CIE se presentan varios trastornos de la conducción, princi- palmente bloqueo de rama izquierda (BRI) y bloqueo fascicular anterior izquierdo. A menudo se asocian al deterioro de la función del VI, reflejan una EAC de varios vasos e indican un pronóstico relativamente malo. En el ECG pueden aparecer varias arritmias, en especial las extrasístoles ventriculares, pero también tienen una sensibilidad y una especificidad bajas para detectar con precisión la EAC. La hipertrofia del VI en el ECG se asocia a un peor pronóstico en pacientes con angina estable crónica. Este hallazgo implica la presencia de hipertensión subyacente, estenosis aórtica, miocardiopatía hipertrófica o IM previo con remodelado y jus- tifica una evaluación más detallada, como una ecocardiografía para evaluar el tamaño del VI, el grosor de la pared y la función. Durante un episodio de angina de pecho, los hallazgos en el ECG son anómalos en el 50% o más de los casos que tienen un ECG normal en reposo. El hallazgo más frecuente es el descenso del segmento ST, si bien pueden verse elevación del segmento ST y normalización o inversión (seudonormalización) del descenso previo de la onda ST-T en reposo. La monitorización ambulatoria del ECG (v. «Isquemia miocárdica silente», más adelante) permite obtener un cálculo cuantitativo de la frecuencia y la duración de los episodios de isquemia durante actividades rutinarias. Sin embargo, su sensibilidad para detectar la EAC es menor que la de la electrocardiografía de esfuerzo. Ecocardiograma en reposo La evaluación de la función global del VI es uno de los aspectos más valiosos de la ecocardiografía. La identificación de anomalías del movimiento parietal regional puede indicar una EAC, mientras que otros hallazgos como la estenosis valvular o la hipertensión pulmonar pueden indicar otros diagnósticos. Las recomendaciones sobre el uso de la ecocardiografía sistemática en pacientes con CIE son muy diferentes en las directrices estadounidenses y en las europeas. En las directrices de la European Society of Cardiology (ESC) se recomienda el uso sistemático de la ecocardiografía (clase I, nivel de evidencia [NDE]: B) en pacientes con CIE,27 mientras que en las directrices del American College of Cardiology/American Heart Association (ACC/ AHA) no se recomienda su uso sistemático en todos los pacientes con angina de pecho (clase III, NDE: C). Por el contrario, se recomienda usar la ecocardiografía en pacientes con antecedentes de IM, anomalías de la onda ST-T, defectos de conducción o aparición de ondas Q en el ECG (clase I, NDE: B).28 También se considera que la ecocardiografía es adecuada en pacientes con elevación persistente de biomarcadores cardíacos como BNP (o NT-pro-BNP) o troponina cardíaca (cTn). Radiografía de tórax (v. capítulo 15) La radiografía de tórax se encuentra dentro de límites normales en pacientes con CIE, en particular si los hallazgos del ECG en reposo son normales y no han tenido un IM. Si está presente, la cardiomegalia indica una EAC grave con IM previo, hipertensión preexistente o una afección no isquémica asociada, como una cardiopatía valvular o una miocardiopatía simultánea. Prueba de esfuerzo (v. capítulos 13, 14 y 16) La prueba de esfuerzo no invasiva aporta información útil y, a menudo, indispensable para establecer el diagnóstico y calcular el pronóstico de pacientes con sospecha de angina estable. Sin embargo, el uso indiscrimi- nado de esas pruebas ha aportado poca información a la que proporciona la evaluación clínica detallada y razonada del médico. La aplicación correcta de las pruebas no invasivas exige la aplicación de los principios bayesianos, según los cuales, los valores predictivos negativo y positivo de cualquier prueba se definen no solo por su sensibilidad y especificidad, sino también por la prevalencia de la enfermedad (o probabilidad pretest) en la población en estudio. Una prueba no invasiva solo debe realizarse si es probable que la información añadida que aporta altere la estrategia terapéutica prevista. El valor de la prueba de esfuerzo no invasiva es mayor cuando la probabilidad pretest es intermedia, porque es probable que el resultado de la prueba tenga un efecto máximo en la probabilidad pretest de EAC y, por tanto, en la toma de decisiones clínicas. Tradicionalmente, la probabilidad pretest de EAC se ha calculado usando un esquema de clasificación desarrollado por Diamond y Forrester hace unos 40 años, en el que se incorporan la edad, el sexo y si los síntomas son típicos, atípicos o no anginosos. No obstante, el rendimiento de esta clasificación ha disminuido porque los perfiles de factores de riesgo cambian y se obtiene una importante sobrestimación de la probabilidad de EAC obstructiva en cohortes contemporáneas.29,30 Un consorcio europeo ha desarrollado dos algoritmos más modernos de predicción de EAC que se han calibrado en cohortes también más modernas. Estas dos puntuaciones de EAC obtenidas por el consorcio –una puntuación básica [tabla 61-1] y una puntuación clínica más detallada– se recomiendan ahora en las directrices de la ESC para el tratamiento de la CIE.27 En una comparación entre dos escalas similares, Diamond-Forrester y puntuaciones del consorcio para EAC, se demostró la mejoría sustancial de la predicción de la EAC obstructiva con las dos puntuaciones más modernas, es decir, el uso de estas puntuaciones podría reducir el número de derivaciones innecesarias para pruebas diagnósticas.31 Electrocardiograma de esfuerzo (v. capítulo 13) Diagnóstico de la enfermedad arterial coronaria. El ECG de esfuerzo es particularmente útil en pacientes con síndromes de dolor torácico cuya probabilidad de EAC se considera moderada y en los cuales el ECG en reposo es normal, siempre que sean capaces de alcanzar una carga de trabajo adecuada.32 Aunque el valor diagnóstico añadido de la prueba de esfuerzo es escaso cuando la prevalencia estimada de EAC es tanto alta como baja, la prueba aporta información adicional útil sobre el grado de limitación funcional en ambos grupos de pacientes y sobre la gravedad de la isquemia y el pronóstico de los pacientes con una probabilidad pretest alta de EAC. Para interpretar la prueba de esfuerzo, se debe tener en cuenta la capacidad de ejercicio del paciente (duración y equivalentes metabólicos) y las respuestas clínicas, hemodinámicas y electrocardiográficas. Pacientes asintomáticos. Normalmente, no se recomienda obtener una prueba de esfuerzo en pacientes asintomáticos sin diagnóstico de EAC. La prueba de esfuerzo puede ser idónea en casos asintomáticos con riesgo cardíaco alto que tienen previsto iniciar un ejercicio intenso, tienen profesiones de alto riesgo (pilotos deaeronaves) o tienen signos de ateroesclerosis extensa en otra prueba no invasiva, como calcificaciones coronarias graves en la tomografía computarizada (TC) cardíaca. TABLA 61-1 Probabilidad pretest de enfermedad arterial coronaria (EAC) en pacientes sintomáticos según edad, sexo y calidad de los síntomas DOLOR NO ANGINOSO ANGINA ATÍPICA ANGINA TÍPICA EDAD (AÑOS) Mujeres (%) Hombres (%) Mujeres (%) Hombres (%) Mujeres (%) Hombres (%) 30-39 5 18 10 29 28 59 40-49 8 25 14 38 37 69 50-59 12 34 20 49 47 77 60-69 17 44 28 59 58 84 70-79 24 54 37 69 68 89 > 80 32 65 47 78 76 93 Modificado de Genders TS et al. A clinical prediction rule for the diagnosis of coronary artery disease: validation, updating, and extension. Eur Heart J 2011;32(11):1316-30. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1215 C ard io p atía isq u ém ica estab le 61 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Estratificación del riesgo. Uno de los marcadores pronósticos más importantes y coherentes es la capacidad máxima de ejercicio, con independencia de que se mida por la duración del ejercicio o por la carga de trabajo que se alcance, o de si la prueba no se terminó por disnea, cansancio o angina.23 Después de ajustar según la edad, la capacidad máxima de ejercicio, medida en equivalentes metabólicos, es el factor predictivo más potente de mortalidad en pacientes con ECV. Otros factores identificados con la prueba de esfuerzo en cinta continua que se asocian a un mal pronóstico en pacientes con CIE son la presencia y la magnitud del descenso del segmento ST, la FC anómala y la respuesta de la PA. Sea cual sea la gravedad de los síntomas, los pacientes con una prueba de esfuerzo de alto riesgo tienen una probabilidad alta de tener EAC y deberían someterse a una arteriografía coronaria si no tienen con- traindicaciones evidentes a la revascularización.33 Estos pacientes, aunque sean asintomáticos, tienen riesgo de tener EAC de la arteria principal izquierda o de tres vasos, y muchos tienen deteriorada la función del VI. Por el contrario, los pacientes con una prueba de esfuerzo negativa, con independencia de los síntomas, tienen un pronóstico excelente que, normalmente, no se podrá mejorar con la revascularización. La arteriografía coronaria no está indicada si no tienen otras características de alto riesgo ni síntomas refractarios. De igual modo, es posible que no esté necesariamente justificada la arteriografía coronaria en los pacientes en los cuales aparecen signos objetivos de isquemia leve (p. ej., descenso del segmento ST de 1 mm) con una carga de trabajo alta (p. ej., > 9 a los 10 min con el protocolo de Bruce) antes de administrar primero una prueba adecuada de tratamiento médico. Influencia del tratamiento antianginoso. El tratamiento antian- ginoso puede reducir la sensibilidad de la prueba de esfuerzo como herramienta de detección selectiva. Si el propósito de la prueba de esfuerzo es diagnosticar la isquemia, debe realizarse, si es posible, en ausencia de medicamentos antianginosos, en particular de β-bloqueantes de acción prolongada, que deben omitirse durante 2 o 3 días antes de la prueba. En cuanto a los nitratos de acción prolongada, los antagonistas del calcio y los β-bloqueantes de acción corta, suele ser suficiente con suspender su administración el día anterior. No es necesario suspender los medicamentos si la prueba se realiza para la estratificación del riesgo en un paciente con diagnóstico de EAC. Controversia sobre el uso sistemático del estudio de imágenes com- plementarias (v. «Técnicas de cardiología nuclear» y «Ecocardiografía de esfuerzo», más adelante). Existen importantes diferencias entre las directrices estadounidenses y las europeas sobre la adición sistemática de la obtención de imágenes complementarias a la prueba de esfuerzo. En las directrices estadounidenses, se recomienda un ECG de esfuerzo normal como primera opción en pacientes con dolor torácico y ECG en reposo normal para la detección selectiva y diagnóstico de la EAC, mientras que en las directrices europeas se recomienda obtener imágenes de esfuerzo como la opción inicial si la experiencia local y la disponibilidad lo permiten.27 Estas diferencias reflejan las distintas interpretaciones de los estudios que usan el ECG de esfuerzo y sus limitaciones, así como la rentabilidad de los estudios de imagen habituales. Los autores de las directrices europeas resaltan el problema del sesgo de verificación, por el cual la sensibilidad del ECG de esfuerzo se puede inflar artificialmente y la especificidad disminuir cuando solo se derivan pacientes con pruebas de esfuerzo positivas para la angiografía coronaria. Cuando no se incluyen estudios con sesgo de verificación (incluidos los que usan angiografía con TC), la sensibilidad y la especificidad del ECG de esfuerzo varían del 70 al 75%, ambas hasta una sensibilidad del 50% y una especificidad del 90% (tabla 61-2). Diferencias entre sexos de la prueba de esfuerzo para el diagnós- tico de la EAC (v. capítulos 13 y 89). A partir de estudios anteriores que indicaban una frecuencia mucho mayor de pruebas de esfuerzo con resultados falsos positivos en mujeres que en hombres, se acepta que la prueba de esfuerzo con ECG no es fiable en mujeres.32,34 Pese a ello, la prevalencia de la EAC en mujeres de poblaciones de pacientes en estudio era baja y el menor valor predictivo positivo (VPP) de un ECG de esfuerzo en mujeres se puede explicar, en gran parte, por los principios bayesianos (v. tabla 61-1). Cuando se procede a estratificar adecuadamente a hom- bres y mujeres en función de la prevalencia pretest de la enfermedad, los resultados de la prueba de esfuerzo son parecidos, si bien la especificidad puede ser algo menor en mujeres. La precisión diagnóstica de las dis- tintas modalidades de estudios de imágenes con ejercicio es mayor que la prueba de esfuerzo con ECG en ambos sexos.35 No obstante, el ACC/AHA recomienda obtener una prueba de esfuerzo con ejercicio como prueba de esfuerzo inicial de elección en la mayoría de los pacientes que pueden hacer ejercicio, incluidas las mujeres. De nuevo, en las directrices de la ESC se favorece el empleo de estudios de imagen cardíaca complementarios. En apoyo del abordaje recomendado en EE. UU., en un estudio de mujeres sintomáticas asignadas aleatoriamente a un ECG de esfuerzo o una imagen de perfusión con tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) no se demostraron diferencias en las tasas de ECAM a 2 años, pero sí un coste significativamente menor de la estrategia con ECG de esfuerzo.36 Técnicas de cardiología nuclear (v. capítulo 16) Estudios de imagen de perfusión miocárdica de esfuerzo. Los estudios de imagen de perfusión miocárdica (IPM) con ejercicio y registro simultáneo del ECG se considera mejor que un ECG de esfuerzo solo para detectar la EAC, identificar la EAC de varios vasos, localizar los vasos enfermos y determinar la magnitud del miocardio isquémico e infartado. La SPECT con ejercicio tiene una sensibilidad y especificidad mayores que el ECG con ejercicio solo (v. tabla 61-2).37 Las IPM de esfuerzo son particularmente útiles para el diagnóstico de la EAC en pacientes con ECG en reposo anómalos y en los que no se pueden expresar con precisión las respuestas del segmento ST, como los que tienen alteraciones de la repolarización debidas a la hipertrofia del VI y los que reciben digital. Como la IPM de esfuerzo es una prueba relativamente cara (tres o cuatro veces el coste de un ECG de esfuerzo) y se asocia a exposición a radiación, no debe usarse como prueba de detección selectiva en pacientes enlos cuales la prevalencia de EAC es baja.38 IPM de esfuerzo con vasodilatador farmacológico. En los pacientes que no pueden hacer ejercicio correctamente se puede usar el esfuerzo con un vasodilatador farmacológico con derivados de la adenosina (y, en casos aislados, dipiridamol). Como directriz general, el paciente debe ser capaz de subir dos tramos de escalera sin detenerse para terminar una prueba de esfuerzo con ejercicio estándar. El estrés farmacológico puede valorarse para pacientes mayores o con claudicación, enfermedad pulmonar, problemas traumatológicos u obesidad importante. En la mayoría de los laboratorios de cardiología nuclear, los estudios con vasodilatadores representan en torno al 40-50% de los casos derivados para estudios de imagen de perfusión. Si bien la precisión diagnóstica de los estudios de imagen de perfusión con vasodilatadores farmacológicos es comparable a la que se consigue con los estudios de imagen de perfusión con ejercicio (v. tabla 61-2), se prefiere la prueba con cinta continua en los pacientes que pueden hacer ejercicio, ya que este componente de la prueba (el ejercicio) aporta información diagnóstica y pronóstica añadida, como los cambios del segmento ST, la tolerancia al esfuerzo y la respuesta de los síntomas, la FC y la PA (tabla 61-3). En los casos que no toleran la adenosina o el regadenosón se puede obtener una IPM con dobutamina. Los vasodilatadores usados en la prueba de esfuerzo se usan también con la tomografía con emisión de positrones (TEP) para diagnosticar la EAC y determinar su gravedad (v. capítulo 16). La TEP implica una mejor precisión diagnóstica en comparación con la SPECT (v. tabla 61-2),39 así TABLA 61-2 Directrices del ACC/AHA de 2012 y de la ESC de 2013: sensibilidad y especificidad de pruebas no invasivas para la detección de la enfermedad arterial coronaria (EAC) SENSIBILIDAD ESPECIFICIDAD ACC/AHA, 2012 ESC, 2013 ACC/AHA, 2012 ESC, 2013 ECG con ejercicio 0,68 0,45-0,5* 0,77 0,85-0,9* Ecocardiografía Ejercicio o farm. 0,76 0,88 Ejercicio 0,8-0,85 0,8-0,88 Farm. 0,79-0,83 0,82-0,86 Tomografía computarizada por emisión de fotón único Ejercicio o farm. 0,88 0,77 Ejercicio 0,73-0,92 0,63-0,87 Farm. 0,9-0,91 0,75-0,84 Tomografía por emisión de positrones Ejercicio o farm. 0,91 0,82 Farm. 0,81-0,97 0,74-0,91 Imágenes de resonancia magnética cardíaca Dobutamina 0,79-0,88 0,82-0,86 Vasodilatador 0,67-0,94 0,61-0,85 ACTC 0,95-0,99 0,64-0,93 *Corregido según el sesgo de derivación de pacientes. ACTC, angiografía coronaria con tomografía computarizada; farm., tratamiento farmacológico. Cálculos del American College of Cardiology/American Heart Association (ACC/AHA) de 2012 modificados de Garber y Solomon, 1999. Los cálculos de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) de 2013 se obtuvieron a partir de varios estudios y se modificaron de Montalescot G, Sechtem U, Achenbach S, et al. 2013 ESC guidelines on the management of stable coronary artery disease: the Task Force on the Management of Stable Coronary Artery Disease of the European Society of Cardiology. Eur Heart J 2013;34:2949-3003. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1216 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII como una menor dosis de radiación debido a la semivida más corta de los radiomarcadores que se usan normalmente. No obstante, la TEP no está siempre disponible. Tanto la SPECT como la TEP son útiles para evaluar la viabilidad del miocardio en caso de disfunción regional o global del VI y, por tanto, pueden ser útiles para identificar candidatos con miocardiopatía isquémica en los que la revascularización será favorable (v. «Hibernación del miocardio», más adelante). Hallazgos de alto riesgo en las IPM. Ahora se conoce bien el valor pronóstico de la IPM de esfuerzo; en particular, su capacidad para identificar pacientes con riesgo bajo (< 1% con IPM normal), intermedio (1-5%) o alto (> 5%) de episodios cardíacos futuros es muy útil para tomar decisiones terapéuticas (v. tabla 61-3). Los datos pronósticos obtenidos en una IPM, como la fracción de eyección del VI (FE) y el tamaño y la distribución de las alteraciones de la perfusión, complementan los datos clínicos y los obtenidos con ejercicio en la cinta continua para la predicción de episodios cardíacos futuros.37 Ecocardiografía de esfuerzo (v. capítulo 14). La ecocardiografía bidimensional es útil para evaluar la EAC crónica porque se puede usar para valorar la función global y regional del VI en condiciones basales y durante la isquemia, y también para detectar la hipertrofia del VI y la valvulopatía asociada. La ecocardiografía de esfuerzo se puede realizar con ejercicio o con fármacos y permite detectar la isquemia regional al identificar las alteraciones del movimiento de la pared inducidas por la isquemia. Se pueden obtener imágenes adecuadas en más del 85% de los casos, y la reproducibilidad de la prueba es excelente en centros con experiencia. En muchos estudios se ha demostrado que la ecocardiografía con ejercicio puede detectar la presencia de EAC con una precisión similar a la de la IPM de esfuerzo y es mejor que el ECG con ejercicio solo (v. tabla 61-2).40 La ecocardiografía de esfuerzo también es útil para localizar y cuantificar el miocardio isquémico. Las limitaciones que dependen de la mala visualización de los bordes del endocardio en un subgrupo definido de pacientes se han reducido al usar medios de contraste para el miocardio, estudios de imagen tridimensionales y en la ecocardiografía de la velocidad de deformación (v. capítulo 14). Aunque es más barata que los estudios de imagen de perfusión, la ecocardio- grafía de esfuerzo es más cara que el ECG con ejercicio, y no siempre está disponible. El esfuerzo farmacológico con dobutamina es una alternativa eficaz para pacientes que no pueden hacer ejercicio. Igual que sucede con los estudios de imagen de perfusión, la ecocardio- grafía de esfuerzo también aporta importante información pronóstica sobre pacientes con diagnóstico o sospecha de EAC. La presencia o ausencia de alteraciones regionales inducible del movimiento de la pared y la respuesta de la FE al esfuerzo con ejercicio o farmacológico aportan una información pronóstica mayor que el ecocardiograma en reposo. Además, el resultado negativo de una ecocardiografía de esfuerzo implica un riesgo bajo de episodios futuros (< 1% por años-persona; v. tabla 61-3). Tomografía computarizada (v. capítulo 18) La TC cardíaca ha logrado avances sustanciales como abordaje no invasivo a los estudios de imagen de la ateroesclerosis y sus consecuencias.41,42 Además de ser un método muy sensible para detectar calcificaciones coro- narias, que son un buen marcador de la carga ateroesclerótica coronaria total, también proporciona una angiografía del árbol arterial coronario y cuantifica la función ventricular. Sus nuevas aplicaciones permiten evaluar la perfusión miocárdica e incluso el significado hemodinámico de las estenosis coronarias (reserva de flujo fraccionada).43,44 La calcificación de una arteria coronaria (CAC) se puede detectar con una TC rápida sin contraste en la que se utilizan solo dosis bajas de radiación ionizante. La detección selectiva de la CAC no tiene lugar en el diagnóstico de la EAC obstructiva en pacientes sintomáticos con una probabilidad pretest de EAC alta. No obstante, la detección selectiva de pacientes asintomáticos con riesgo intermedio de episodios de EAC puede ser razonable en determinados casos, porque una puntuación alta de calcio puede cambiar la clasificación del paciente a un riesgo mayor y, por tanto, llevar a una modificación más intensade los factores de riesgo.43 La detección selectiva rutinaria de la CAC no se recomienda en pacientes de bajo riesgo. Como alternativa a la TC sin contraste para identificar la calcificación coronaria se puede usar la angiografía coronaria con tomografía computarizada (ACTC) para diagnosticar la EAC cuando esté indicado el estudio diagnóstico.45 La tecnología de la TC ha evolucionado tanto que, en casos seleccionados, se pueden obtener imágenes de gran calidad de las arterias coronarias con una exposición global a la radiación relativamente baja. En consecuencia, la ACTC puede ser una prueba razonable en pacientes sintomáticos con riesgo intermedio de EAC des- pués de la evaluación inicial, en particular si los resultados de la prueba de esfuerzo son indeterminados.46 La precisión de la ACTC al calcular la gravedad de la estenosis luminal es escasa en pacientes con taquicardia que no se controla correctamente con β -bloqueantes, calcificación coronaria importante o si afecta a una zona con implantación previa de endoprótesis coronaria. La sensibilidad y la especificidad de la ACTC son mejores que las de otras técnicas no invasivas (v. tabla 61-2). En un estudio aleatorizado de 10.003 pacientes sintomáticos sin EAC conocida se comparó la ACTC con el estudio funcional como estrategia TABLA 61-3 Estratificación de riesgo basada en pruebas no invasivas Alto riesgo (riesgo de muerte o infarto de miocardio > 3% anual) 1. Disfunción del ventrículo izquierdo grave en reposo (FEVI < 35%) que no se explica fácilmente por causas no coronarias 2. Anomalías de la perfusión en reposo que afectan a ≥ 10% del miocardio sin IM previo conocido 3. Hallazgos sobre el estrés de alto riesgo en el ECG, como • Descenso ≥ 2 mm del segmento ST con una carga de trabajo baja o que persiste en la recuperación • Elevación del segmento ST inducida por el ejercicio • TV/FV inducida por el ejercicio 4. Disfunción grave del VI inducida por el ejercicio (FEVI en el ejercicio máximo < 45% o disminución en la FEVI con estrés ≥ 10%) 5. Anomalías de la perfusión inducidas por el estrés que afectan a ≥ 10% del miocardio o puntuaciones segmentarias de estrés que indican que hay varios territorios vasculares con anomalías 6. Dilatación VI inducida por estrés 7. Anomalía inducible del movimiento de la pared (que afecta a > 2 segmentos o 2 lechos coronarios) 8. Anomalía del movimiento de la pared que se desarrolla con dosis bajas de dobutamina (≤ 10 mg/kg/min) o con una frecuencia cardíaca baja (< 120 latidos/min) 9. EAC con obstrucción de varios vasos (≥ 70% de estenosis) o estenosis de la principal izquierda (estenosis ≥ 50%) en la ATCC Riesgo intermedio (riesgo de muerte o infarto de miocardio > 1-3% anual) 1. Disfunción del VI leve o moderada en reposo (FEVI del 35-49%) que no se explica fácilmente por causas no coronarias 2. Anomalías de la perfusión en reposo que afectan al 5-9,9% del miocardio en pacientes sin antecedentes ni signos previos de IM 3. Descenso del segmento ST ≥ 1 mm con síntomas durante el ejercicio 4. Anomalías de la perfusión inducidas por el estrés que afectan al 5-9,9% del miocardio o puntuaciones segmentarias de estrés que indican 1 territorio vascular con anomalías pero sin dilatación del VI 5. Pequeña anomalía del movimiento parietal con 1-2 segmentos y solo 1 lecho coronario 6. EAC de 1 vaso con estenosis ≥ 70% o EAC con estenosis moderada (estenosis del 50-69%) en ≥ 2 arterias en la ATCC Bajo riesgo (riesgo de muerte o infarto de miocardio < 1% anual) 1. Puntuación de bajo riesgo en la cinta continua (≥ 5) o sin nuevos cambios del segmento ST o síntomas de dolor torácico inducidos por el ejercicio al alcanzar el nivel máximo de ejercicio 2. Normal o pequeño defecto de perfusión miocárdica en reposo o con estrés que afectan a < 5% del miocardio* 3. Normal con estrés o ningún cambio de las anomalías limitadas del movimiento de la pared durante el estrés 4. Sin estenosis coronaria > 50% en la ATCC *Aunque los datos publicados son escasos, los pacientes con estos hallazgos proba- blemente no serán de bajo riesgo en presencia de una puntuación de alto riesgo en la cinta continua o de disfunción grave del VI (FEVI < 35%). La evaluación de la enfermedad arterial coronaria (EAC) también puede utilizarse para contribuir a la evaluación del riesgo. ATCC, angiografía con tomografía computarizada cardíaca; FEVI, fracción de eyección del ventrículo izquierdo; FV, fibrilación ventricular, TV, taquicardia ventricular. Modificado de Fihn SD, Gardin JM, Abrams J, ACCF/AHA/ACP/AATS/PCNA/SCAI/ STS guideline for the diagnosis and management of patients with stable ischemic heart disease: a report of the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines, and the American College of Physicians, American Association for Thoracic Surgery, Preventive Cardiovascular Nurses Association, Society for Cardiovascular Angiography and Interventions, and Society of Thoracic Surgeons. Circulation 2012;126:e354. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1217 C ard io p atía isq u ém ica estab le 61 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . de evaluación inicial. Los resultados clínicos y el coste fueron parecidos en los grupos ACTC y el estudio funcional durante una mediana de seguimiento de 2 años (fig. 61-4). Los pacientes aleatorizados al grupo ACTC se sometieron a más cateterismos cardíacos, pero tuvieron menos probabilidades de no tener una enfermedad obstructiva en la angiografía invasiva.30 Un hallazgo importante de este estudio fue la baja tasa de episodios CV en ambos grupos de tratamiento, resaltando la posibilidad de que la derivación para todas las pruebas pueda ser razonable en muchos pacientes de riesgo más bajo. La prueba de esfuerzo de la perfusión miocárdica con TC es una nueva técnica que proporciona información tanto anatómica como fisiológica que se puede combinar con la ACTC en un protocolo único con una dosis de radiación parecida a la de los estudios de imagen nuclear de perfusión.47,48 En un estudio de 381 pacientes de 16 centros, la sensibilidad y la especificidad de los estudios de imagen de perfusión con TC para el diagnóstico de EAC (estenosis ≥ 50%) fueron del 88 y el 55%, respectivamente, en comparación con el 62 y el 67% para la SPECT, con una precisión mejor de la TC (0,74 frente a 0,64; P = 0,001).45 En centros con experiencia en tecnologías avanzadas, la TC se ha usado también para definir la composición de la placa y, cuando se junta con la TEP en un escáner TEP/TC híbrido, permite evaluar la anatomía coronaria junto con la información sobre el flujo sanguíneo y el metabolismo miocárdicos.49 No obstante, la capacidad de la TC para determinar la composición de la placa no basta para su aplicación sistemática en este momento.50,51 La reserva de flujo fraccionada (RFF) también se puede calcular a partir de los angiogramas obtenidos con TC, aplicando algoritmos informáticos complejos (CTA-RFF), aunque actualmente se necesita el procesamiento fuera de línea usando un programa informático patentado. En el estudio PLATFORM se comparó la asistencia del paciente guiada por CTA más CTA-RFF frente a la atención habitual y se describió una menor probabilidad de encontrar EAC no obstructiva en el grupo que se sometió a una CTA-RFF antes de la angiografía.44 Antes de que la CTA-RFF sea adecuada para el uso clínico habitual, será necesario disponer de mayores avances tecnológicos. Actualmente, la fuerza clínica de la ACTC sigue siendo su capacidad de excluir una EAC significativa con VPN alto. Por la rapidez con queevolucionan la innovación y la investigación clínica de la TC cardíaca, es probable que su función evolucione y se integre en la evaluación y el tratamiento de la CIE.44 Estudios de imagen con resonancia magnética cardíaca (v. capítulo 17) La resonancia magnética cardíaca (RMC) es una herramienta clínica valiosa para los estudios de imagen de la aorta y la vasculatura arterial cerebral y periférica y está evolucionando como una modalidad no invasiva muy versátil de estudios de imagen que tiene varias aplicaciones en pacientes con CIE. El uso clínico de la RMC para evaluar la viabilidad miocárdica es cada vez mayor, ya que los datos indican que permite predecir la recuperación funcional después de la revascularización percutánea o quirúrgica, con una buena correlación con la TEP. Los estudios de imagen de esfuerzo farmacológico de perfusión con RMC son mejores que la SPECT (v. tabla 61-2) y también permite identificar con precisión la función del VI, además de delimitar los patrones de enfermedad miocárdica que, a menudo, son útiles para distinguir la disfunción miocárdica isquémica de la no isquémica.52 Dada su capacidad de mostrar las arterias en tres dimensiones y diferenciar los componentes tisulares, se ha mostrado interés por la RMC como método para definir el ateroma arterial y definir la vulnerabilidad por rotura según el análisis de su composición. Se ha conseguido definir la placa arterial en la aorta y las arterias carótidas en seres humanos y se ha demostrado su valor predictivo de episodios vasculares futuros.53 Ade- más, la angiografía coronaria con RMC permite identificar las anomalías coronarias congénitas (v. capítulo 75) y es prometedora para detectar estenosis de los segmentos proximal y medio de los vasos epicárdicos mayores o de los injertos de derivación quirúrgicos. Evaluación invasiva Cateterismo, angiografía y arteriografía coronaria La exploración clínica y las técnicas no invasivas descritas anterior- mente son muy valiosas para establecer el diagnóstico de EAC y son indispensables para la evaluación global de los pacientes afectados. No obstante, en este momento aún se necesita una arteriografía coronaria invasiva para evaluar con precisión la gravedad anatómica de la EAC (v. capítulos 19 y 20). Cabe recordar que la isquemia miocárdica se puede presentar en ausencia de EAC epicárdica (v. «Dolor torácico con arteriograma coronario normal», más adelante).1,2 En series más antiguas de pacientes con angina estable crónica derivados para una arteriografía coronaria se sugería que un 25% de los casos, aproximadamente, tenía una EAC anatómicamente significativa de uno, dos o tres vasos (es decir, estrechamiento del diámetro de la luz > 70%). Entre el 5 y el 10% tenían obstrucción de la arteria coronaria principal izquierda y en el 15% no se detectaba una obstrucción crítica. En un informe contemporáneo del National Cardiovascular Data Registry (NCDR) en el que se incluyeron casi 400.000 pacientes sin EAC conocida, la proporción de casos que refirieron angina, pero no tenían enfermedad obstructiva en la angio- grafía coronaria fue mucho mayor, acercándose al 50%.54 La función del VI se puede evaluar mediante ventriculografía con contraste (v. capítulo 19). Las alteraciones globales de la función sistólica del VI se detectan por elevaciones del volumen telediastólico y telesistólico del VI y descenso de la FE. Sin embargo, esos cambios son inespecíficos y pueden presentarse en muchas enfermedades cardíacas. Las alteraciones regionales del movimiento de la pared (hipocinesia, acinesia o discinesia) son más típicas de la EAC. Hallazgos de alto riesgo en la angiografía coronaria. El impacto independiente de la EAC de varios vasos y la disfunción del VI y su interacción en el pronóstico de la EAC son de sobra conocidos (fig. 61-5). Extensión de la enfermedad arterial coronaria. Se han usado varios índices para cuantificar la extensión o la gravedad de la EAC, pero una clasificación sencilla en EAC de uno, dos o tres vasos o de la principal izquierda es la más utilizada y eficaz. La gravedad de la obstrucción y su localización, proximal o distal, aporta más información pronóstica. El FIGURA 61-4 Resultado de los pacientes con síntomas sospechosos de enfermedad arterial coronaria sometidos inicialmente a un estudio anatómico frente a un estudio funcional. En los 10.003 pacientes aleatorizados a una estrategia de prueba anatómica (angiografía coronaria con tomografía computarizada) o a un estudio funcional (ECG con ejercicio, prueba nuclear de esfuerzo o ecocardiografía de esfuerzo), el criterio de valoración principal compuesto de muerte, infarto de miocardio (IM), hospitalización por angina inestable o complicación de un procedimiento mayor no fue diferente entre las dos estrategias diagnósticas. (Modificado de Douglas PS, Hoffman U, Patel MR et al. Outcomes of anatomical versus functional testing for coronary artery disease. N Engl J Med 2015;372:1298.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1218 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII concepto de gradiente de riesgo se representa en la figura e61-2. La importancia de la supervivencia en la cantidad de miocardio que está en peligro se confirma porque la lesión obstructiva proximal a la primera rama perforante del tabique de la arteria coronaria descendente anterior izquierda (DAI) se asoció a una tasa de supervivencia a 5 años del 90 frente al 98% en pacientes con lesiones más distales. Los sistemas de puntuación más sofisticados, como la puntuación Synergy between PCI with Taxus and Cardiac Surgery (SYNTAX), permiten una evaluación más detallada de la extensión completa y la gravedad de la EAC epicárdica.55 Las lesiones de alto grado de la arteria coronaria principal izquierda o su equivalente, definido por lesiones proximales graves de la DAI y EAC proximal de la circunfleja izquierda, ponen en peligro la vida del paciente. En los estudios sobre la evolución natural, antes de la era de la revascularización coronaria agresiva, se describió una mortalidad de los pacientes con EAC grave de la principal izquierda que recibían tratamiento médico del 29%, con una tasa de mortalidad a 3 años de hasta el 59% si la estenosis de la principal izquierda es mayor del 70%. Limitaciones de la angiografía. La angiografía coronaria aporta información sobre el grado de estenosis luminal de las arterias coronarias, pero el significado fisiopatológico de la estenosis coronaria se basa en su impacto en el flujo sanguíneo inducido por el reposo y por el ejercicio y en su potencial de rotura de la placa con oclusión trombótica superpuesta. La angiografía coronaria no es un indicador fiable del significado funcional de la estenosis. Además, los determinantes angiográficos coronarios de la gravedad de la estenosis se basan en el descenso del calibre de la luz en el lugar de la lesión en relación con los segmentos de referencia adyacentes, que se consideran, a menudo de manera errónea, relativamente libres de enfermedad. Este abordaje puede llevar a subestimar significativamente la gravedad y la extensión de la ateroesclerosis. La evolución reciente de los métodos de diagnóstico invasivos que comprenden la medición de la RFF para evaluar la gravedad funcional de las lesiones y orientar la revascularización es un paso importante que aborda esta limitación de la angiografía coronaria. La limitación más grave del uso sistemático de la angiografía coronaria para determinar el pronóstico en pacientes con CIE es su incapacidad para identificar qué lesiones coronarias se pueden considerar de riesgo alto, o vulnerables,
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