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19© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos CONSENTIMIENTO INFORMADO Y AYUDA A LA TOMA DE DECISIONES, 19 JUICIOS ÉTICOS CLÍNICOS DE FUTILIDAD, 20 CONFLICTOS DE INTERESES Y DIVULGACIÓN, 21 INFORMACIÓN PÚBLICA, 21 REDES SOCIALES Y SALUD MÓVIL, 21 GENÉTICA, 22 Big Data, 23 TRASPLANTE, 23 Donación después de la muerte circulatoria, 23 Células madre, 24 CONCLUSIÓN, 24 BIBLIOGRAFÍA, 24 Ética en medicina cardiovascular SAVITRI E. FEDSON Y LAURENCE B. MCCULLOUGH 2 La ética continúa proporcionando un fundamento para la práctica de la medicina cardiovascular moderna. Aunque a menudo se considera que aborda la distinción entre lo que «se puede» y lo que «se debería» hacer en la práctica clínica, el alcance de la ética es mucho más amplio, abarcando temas tan diferentes como las pruebas genéticas, las políticas de reembolso basadas en la adecuación y la toma de decisiones al final de la vida. Ya no está limitada a las Bethesda Conferences del American College of Cardiology (ACC) ni a las conferencias conjuntas de la American Heart Association (AHA) y el ACC,1-3 sino que actualmente la ética ocupa un lugar destacado en las directrices de práctica y de las publicaciones. Esto demuestra la conciencia de que, dado que la tecnología y la ciencia han avanzado en la medicina cardiovascular, también lo ha hecho la necesidad de un razonamiento ético y de debates matizados clínicamente sobre los desafíos éticos. Este capítulo se centra en las categorías dentro de la medicina cardiovascular que destacan la necesidad de un razonamiento ético: consentimiento informado y ayuda a la toma de decisiones; juicios clínicos éticos de futilidad; conflictos de intereses y divulga- ción; información pública; redes sociales y salud móvil; genética, y trasplante. CONSENTIMIENTO INFORMADO Y AYUDA A LA TOMA DE DECISIONES Un abordaje general del razonamiento ético es el del principialismo, que despliega los principios éticos, o guías para el juicio y la acción ética clínica, del respeto a la autonomía, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia. El respeto a la autonomía, que tiene sus raíces en la ética médica del siglo XVIII, enfatiza la función del paciente sobre su auto- determinación, especialmente el consentimiento informado, la toma de decisiones compartida (TDC) y la planificación anticipada de su asistencia. Como consecuencia, el respeto a la autonomía se considera a menudo como el principio ético más importante. El consentimiento informado a menudo se reduce al verbo consentir (un paciente consiente). Los matices de las conversaciones que deberían tener lugar con los pacientes son difíciles de dominar para los facultativos y pueden consumir mucho tiempo en la asistencia a pacientes con enfermedades cardíacas complejas, pero a menudo son relegados al personal joven y a los ayudantes. El objetivo del consentimiento informado es proporcionar al paciente información clínica relevante para la toma de unas decisiones y apoyar al paciente para tomar una decisión voluntaria: es decir, una decisión libre del control de influencias internas (p. ej., temor irracional) e influencias externas (p. ej., miembros de la familia bien intencionados que intentan usurpar la función de la toma de deci- siones del paciente). El consentimiento informado tiene cuatro requisitos: 1) un paciente con capacidad para tomar decisiones (o su sustituto); 2) un comentario de los hechos relevantes sobre las alternativas médicamente razonables de tratamiento de la enfermedad del paciente (es decir, alternativas respaldadas sobre juicios clínicos basados en pruebas); 3) una determinación de la comprensión del paciente, y 4) una decisión voluntaria. Lo que son los «hechos relevantes» se estableció con el «estándar del paciente razonable» en el caso de Canterbury contra Spence, en 1972. Este estándar obliga al facultativo a proporcionar información que cualquier paciente con una enfermedad específica, como insuficiencia cardíaca en etapa C, necesita saber. Este es un estándar orientado al paciente y es el estándar legal en la mayoría de los estados de EE. UU. Sin embargo, un consentimiento informado cargado de significado debe incluir adicionalmente desenlaces probables basados en los principales riesgos y beneficios de la intervención o procedimiento propuesto en ese paciente específico y un comentario sobre las preferencias del paciente. Estos serían hechos relevantes para el paciente. A pesar del estándar de práctica legal y ética aceptado, el consentimien- to informado sigue siendo deficiente y está muy sesgado por el tiempo y la preferencia del facultativo.4 La práctica común de «comentar» un hallazgo angiográfico mientras el paciente se encuentra en la sala de hemodinámica y tomar la decisión de intervenir está lejos de ser la ideal; las limitaciones prácticas de tiempo a menudo interfieren en muchas situaciones, como cuándo sería razonable la realización de una intervención coronaria por etapas. En algunos contextos, como la atención urgente que a menudo está incluida en la presentación de un síndrome coronario agudo o de una muerte súbita abortada, los facultativos ejercen con el presunto «supuesto consentimiento», y se aplica el estándar de mejor interés a la atención médica. Esta norma se basa en el principio ético de beneficencia, que crea la obligación ética de proporcionar un tratamiento clínico que se espera en el juicio clínico basado en la evidencia (o en pruebas) para producir un neto beneficio clínico para el paciente. Cuando los pacientes carecen de capacidad de decisión o están temporalmente incapacitados para tomar decisiones, como cuando están sedados, los facultativos recurren a los representantes legalmente designados en la toma de decisiones. Los representantes deben actuar con juicio de sustitución, tomando las decisiones que el paciente habría tomado, no necesariamente lo que los representantes querrían o pensarían que son adecuados. En esta situación, el proceso de consentimiento informado a menudo se vuelve cada vez más com- plicado y sensible al tiempo. Si, por ejemplo, un paciente presenta un infarto agudo de miocardio y desarrolla un shock cardiógeno, el médico podría tener que explicar el procedimiento y el posible beneficio de la oxigenación por membrana extracorpórea (OMEC) percutánea como tratamiento de rescate, al mismo tiempo que se asegura de que los riesgos de hemorragia, infección y, lo que es más importante, la falta de recuperación también son escuchados por el representante responsable. El impulso de la medicina clínica es el rescate con todas las herramientas a mano, mientras que la realidad puede ser que el rescate de alguien frente a una muerte inmediata solo retrasará las decisiones más difíciles sobre la limitación del tratamiento para mantener la vida durante unos pocos días o semanas. Esto no significa que no se deban realizar tratamientos urgentes debido al riesgo de malentendidos, sino que el proceso de información a los pacientes y a sus familias y su actualización con hechos en curso y resultados probables es reiterado. A menudo, en el marco del consentimiento informado, la tensión entre los principios de respeto por la autonomía del paciente y de beneficencia se experimenta con mayor intensidad. Los facultativos pueden pensar que una intervención o medicamento concreto es claramente superior a su alternativa, pero el paciente puede que no esté de acuerdo. Esto pone a prueba no solamente el respeto a la autonomía y a la beneficencia, sino que Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 20 Co n si d er a Ci o n es g en er a le s d e la s en fe rm ed a d es C a rd io va sCu la re s I también tensiona la relación fiduciaria entre facultativos y pacientes, en la que se priorizan los intereses (y las preferencias) del paciente, entendida desde una perspectiva clínica basada en pruebas. Debido a esta tensión, el uso de ayudas para la toma de decisiones se ha adoptado cada vez más den- tro de la cardiología. Los pacientes bien informados son menos propensos a someterse a intervenciones que tienen beneficios limitados o beneficios no compatibles con sus preferencias. Además, lo que los facultativos piensan que los pacientes necesitan saber (p. ej., riesgos clínicos) y lo que los pacientes quieren saber (p. ej., costes, cambios del estilo de vida) a menudo están desalineados. Es más probable que los pacientes que han participado de forma relevante en las decisiones sobre sus medicamentos cumplan con su administración. De hecho, el cumplimiento de las directrices del ACC/ AHA, de 2013, sobre el tratamiento del colesterol necesitará comentarios y TDC entre el facultativo y el paciente.5 Los dominios del consentimiento informado y la toma de decisiones al final de la vida también se unen en el campo de la tecnología de soporte circulatorio mecánico (SCM) y de dispositivos de asistencia ventricular (DAV). El «auge de las máquinas»6 (dispositivos de asistencia ventricu- lar izquierda [DAVI]) ha traído los desafíos de los dispositivos implantables que sobrepasan a los desfibriladores automáticos implantables (DAI) y a los marcapasos permanentes (MPP). Los SCM, DAV y, en menor medida, los DAI y MPP son todos modalidades de tratamiento para el mantenimiento de la vida que se utilizan para la prevención de la muerte inminente y la garantía de un resultado aceptable: la supervivencia sin una morbilidad relevante. Esto hace referencia especialmente a la morbilidad que reduce notablemente o incluso elimina la capacidad del paciente para participar en tareas de la vida valiosas y la obtención de satisfacciones de ellas, la definición formal de una calidad de vida aceptable. Las declaraciones de consenso de la American Heart Rhythm Society (AHRS) y de la European Heart Rhythm Association (ERHA), en 2010, incluyeron un comentario sobre la desactivación tanto de los DAI como de los MPP7,8 (v. capítulos 27, 29 y 31). Aunque está bien establecido ética y legalmente que la desactivación no es diferente a la retirada de cualquier otro tratamiento para el mantenimiento de la vida y que permite que un paciente fallezca a causa de una enfermedad subyacente, todavía hay una gran inquietud médica en esta práctica, incluso con el proceso relativa- mente simple de reprogramación de un DAI/MPP.9 Aunque a menudo se emplea en estos mismos pacientes, la tecnología de los DAV es diferente y más compleja. Los DAV pueden proporcionar mejoras duraderas en la calidad de vida, pero pueden producir una morbilidad importante, con una incidencia predecible de hemorragia, accidentes cerebrovasculares (ictus) e infecciones en la vía de conducción. A diferencia de otros dispositi- vos cardíacos implantables, los DAV reemplazan completamente la función cardíaca y, por tanto, sostienen la vida. Un MPP reemplaza o aumenta el sistema de conducción pero todavía necesita que el corazón nativo haga circular la sangre. Un DAI salva la vida de las arritmias ventriculares pero no en casos de fallo progresivo de la bomba. Un DAV no necesita conducción eléctrica nativa ni función ventricular para mantener la vida. En un modelo simple, un DAV es un «tratamiento de reemplazo cardíaco», como la hemodiálisis es un tratamiento de reemplazo renal. Los comentarios adecuados sobre la implantación de un DAV deben incluir las opciones del paciente, los objetivos de atención y las preferencias del paciente sobre la desactivación si el desenlace da como resultado una calidad de vida no aceptable para el paciente, una consideración crucial basada en la autonomía.10,11 En este contexto, el uso de ayuda a la toma de decisiones es valioso para permitir el tiempo necesario para comentar estos temas. Las ayudas a la toma de decisiones u otras herramientas se utilizan para el abordaje de las pruebas médicas, la consideración del juicio clínico y la integración de las preferencias del paciente. A medida que la tecnología de los DAV y su durabilidad mejoran, es cada vez más evidente que es necesario el consentimiento primario para los DAV de larga duración. No se recomienda que tome la decisión un representante designado legalmente, a falta de un debate previo sobre las repercusiones de este implante que altera la vida, como en casos de shock cardiógeno precipitado agudo. Sin embargo, en la situación de disfunción sistólica crónica en la que el paciente puede haber realizado comentarios continuos con el cardiólogo, el representante podría estar capacitado para tomar una decisión que cumpla con el criterio de juicio representado –una decisión fiable basada en valores, creencias y preferencias–. Las consecuencias del implante de un DAV de larga duración a un paciente no acostumbrado al tratamiento de enfermedades crónicas o no preparado para los cambios necesarios del estilo de vida pueden ser abrumadoras y llevar al suicidio. La desactivación de un DAV también es un proceso más complejo que la desactivación de los DAI o la estimulación con un MPP y debe incluir debates sobre el final de la vida específicos de los DAV. Mientras que los pacientes sobreviven a su enfermedad cardiovascular inmediata con la implantación de DAV, pueden desarrollar complicacio- nes catastróficas como una hemorragia intracerebral, experimentar el fallo progresivo del dispositivo con insuficiencia aórtica e insuficiencia cardíaca recidivantes o hemorragias digestivas recidivantes. Incluso en el contexto de un funcionamiento perfecto del DAV, los pacientes pueden desarrollar demencia o cáncer terminal. En un resumen conciso de los problemas éticos centrados en el paciente del apoyo de DAV, Petrucci et al.12 analizan el desarrollo de un plan de retirada con el paciente y su familia. En el caso de un DAI, la suspensión del tratamiento no provocará la muerte inmediata ni inminente. La desconexión del dispositivo permite que el paciente fallezca a causa del proceso de la enfermedad subyacente, o de arritmia maligna cuando y en caso de que ocurra (v. capítulo 41). Sin embargo, con un DAV, la desconexión del dispositivo puede empeorar la función cardíaca que queda (regurgitación aórtica o de bombeo) y en la mayoría de los casos conducirá rápidamente al fallecimiento por causa circulatoria (v. capítulo 29). Las consecuencias inmediatas para el paciente y el representante, así como para el facultativo, son ineludibles. Aunque es más parecida a la hemodiálisis en el reemplazo de la función de un órgano, la interrupción de un DAV se parece más a la ventilación mecánica. Un DAV es un dispositivo de sustitución en lugar de un dispositivo de reemplazo; por tanto, la interrupción de un DAV en un paciente con otras enfermedades letales es éticamente aceptable, porque el soporte del DAV sería futil13 (v. apartado siguiente). Una distinción importante es que, aunque hay pacientes que viven en la comunidad con asistencia crónica de ventilación mecánica, su número es escaso y su enfermedad médica suele ser obvia (p. ej., traqueostomía, silla de ruedas). Con la tecnología de los DAV, es posible ocultar su dependencia de la máquina, por lo que el esfuerzo mental y emocional para darse cuenta de esta dependencia puede dificultar los debates sobre la interrupción. JUICIOS ÉTICOS CLÍNICOS DE FUTILIDAD En general, futilidad significa que, con el juicio clínico basado en pruebas, no existe una expectativa razonable de que una intervención clínica dé como resultado su desenlace habitual. Cuando es este el caso, la obliga- ción fundamentada en la beneficencia de proporcionar un tratamiento clínico ha llegado a sus límites y debe ofrecerse la suspensión. Cuando la continuación del tratamientofútil provoca una carga importante yatrógena o relacionada con una enfermedad, existe una obligación basada en la beneficencia de recomendar que se interrumpa la intervención.14 Para que este concepto general de futilidad sea clínicamente aplicable, deben especificarse los conceptos de «expectativa razonable» y «desenlace».15 Debido a que la invocación de inutilidad pone al facultativo y al paciente en el camino hacia la limitación del tratamiento para el mantenimiento de la vida, el concepto de «ninguna expectativa razonable» debe especificarse de forma conservadora. Este problema estaba implícito en el artículo de referencia de Blackhall sobre la limitación de la reanimación cardiopulmonar (RCP), cuando estableció una expectativa de fracaso del 97 al 100%, en el contexto de una intervención que provoca una morbilidad yatrógena importante.16,17 Hay tres especificaciones sobre el «desenlace» basadas en la benefi- cencia y otra basada en la autonomía que son clínicamente distinguibles y aplicables. La primera especificación basada en la beneficencia es el resultado fisiológico: una intervención clínica debe considerarse fisiológicamente fútil cuando no hay una expectativa razonable de que se produzca su desenlace fisiológico. El desenlace debe establecerse claramente; por ejemplo, la restauración de la circulación espontánea es el desenlace para el cual se inicia la RCP. Cuando se interrumpe la RCP porque no hay una expectativa razonable de que se restablezca la circulación espontánea, se recurre a la futilidad fisiológica. La adición de un quinto vasopresor en el contexto del shock cardiógeno crítico no restaurará razonablemente el gasto cardíaco y puede considerarse fisiológicamente fútil. La segunda especificación basada en la bene- ficencia es el desenlace del fallecimiento durante el ingreso actual y sin recuperación de capacidad de interacción antes del mismo. Esto se conoce como futilidad inminente-fatal. La tercera especificación basada en la beneficencia es el desenlace de supervivencia pero con pérdida Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 21 Ética en m ed icin a card io vascu lar 2 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . irreversible de la capacidad de interacción, como en un estado vegetativo permanente determinado por los criterios de la American Academy of Neurology.18 Esto se conoce como futilidad de la capacidad de interacción. La única especificación del desenlace basada en la autonomía es un estado funcional que el paciente juzga como incompatible con la participación en tareas de la vida valiosas y la satisfacción de hacerlo. Esto se conoce como futilidad de la calidad de vida. Siempre que una o más de estas definiciones de futilidad se apliquen a una intervención clínica, el facultativo debe ofrecer la interrupción de esa intervención, o lo que es importante en medicina cardiovascular, los facultativos no deben ofrecer una intervención. Cuando la continuación de esta intervención está provocando una morbilidad yatrógena o relacionada con una enfermedad importante, el facultativo debe reco- mendar la interrupción de esa intervención, como en caso de isquemia de una extremidad en el contexto de la OMEC-AV, o la hemólisis de alto grado con soporte de Impella. El representante legalmente designado del paciente y otros miembros de la familia involucrados deben recibir apoyo psicosocial mantenido y, para aquellos que lo deseen, apoyo espiritual a medida que acuerdan los límites del tratamiento de soporte vital para la alteración de las enfermedades o lesiones vitales. CONFLICTOS DE INTERESES Y DIVULGACIÓN La profesión de la medicina se basa en una relación fiduciaria, o «poner al paciente primero»; el mantenimiento de la competencia científica; y se le ha confiado la responsabilidad de mejorar la salud del público. Este concepto ético de la medicina como profesión fue introducido en la historia de la ética médica por dos médicos especialistas en ética del siglo XVIII, John Gregory (1724-1773), de Escocia, y Thomas Percival (1740-1804), de Inglaterra.19 La relación fiduciaria y la confianza pública que genera son parte de lo que sustenta el debate sobre los conflictos de interés. Los conflictos de intereses (CDI) son circunstancias en las que existe el riesgo de que el inte- rés propio de un facultativo o de una organización de asistencia médica individual influya sobre el juicio y la acción profesional, en detrimento de la atención o el estudio del paciente. No todas las formas de interés propio son ilegales o incluso no éticas. Los CDI no siempre se pueden evitar, pero las influencias específicas pueden ser eliminadas o mitigadas y posteriormente divulgadas. La divulgación es el método principal de manejo de los CDI en las publicaciones, presentaciones o trabajos de comités científicos, pero todavía está limitada principalmente a conflictos financieros, en lugar de a posiciones en comités de asesoramiento o científicos. El Physician Financial Transparency Report, más comúnmente conocido como Sunshine Act, fue diseñado para mejorar la divulgación de posibles conflictos financieros, y ahora exige que los fabricantes envíen datos, que están disponibles para el público después de un período de revisión. Aunque su intención tal vez fue la limitación de la pérdida de definición de las obligaciones o la influencia indebida, los estudiantes ahora están sujetos a una supervisión más estricta, porque los libros de texto y otros obsequios de material educativo se informan públicamente. La mayor preocupación con los CDI es la influencia indebida de la industria en las prácticas de remisión o prescripción y el uso de dis- positivos. Con la implementación de tecnologías de mayor coste, como el reemplazo valvular a través de catéter, monitores hemodinámicos implantables y DAV, la presencia o la presencia percibida de CDI financieros se volverá más prominente.20 La investigación clínica también es un área creciente de preocupación de CDI. Un investigador puede tener posibles ganancias financieras y académicas por una mayor inscripción de pacientes, con autoría en publicaciones multicéntricas. La práctica de algunas instituciones es que los coordinadores del estudio «neutrales» se dirijan a los pacientes para la inscripción en el estudio, pero es difícil, si no imposible, separar a los pacientes de las recomendaciones de sus facultativos. Desde la perspectiva de la relación fiduciaria en la profesionalidad del médico, la carga de la prueba recae sobre el facultativo y la organización de asistencia médica para permitir un CDI. La incapacidad para la identificación de un CDI y no tratarlo de manera profesionalmente responsable, eliminando el CDI o mitigándolo y divulgándolo, son amenazas inaceptables para la profesionalidad del facultativo y con- llevan la posibilidad de desaconsejar la participación del paciente en la investigación clínica y de erosionar la confianza del público. INFORMACIÓN PÚBLICA El desarrollo de criterios de idoneidad para procedimientos cardiovas- culares y de técnicas de imagen es, en parte, una consecuencia de una confianza pública mal gestionada. La idoneidad de las intervenciones coronarias o de las técnicas de imagen ha tenido interés no solamente para los facultativos, sino también para los responsables de la formula- ción de normas y para las aseguradoras, y ha sido objeto de iniciativas de mejora de la calidad en el ámbito local y nacional. La medicina cardiovascular ha estado a la vanguardia en el movimien- to de creación de directrices de práctica basadas en la evidencia para la mejora de la calidad del paciente y, al mismo tiempo,la reducción de los costes de la asistencia médica. Sin embargo, la información pública ahora es frecuente en la práctica médica, surgida de los informes de resultados de injertos de revascularización coronaria específicos de cada cirujano a fines de los años ochenta y noventa en el estado de Nueva York.21 Los Centers for Medicare and Medicaid Services (CMS) publican datos hospitalarios para los pacientes de Medicare específicos de medicina cardiovascular, abordando el infarto agudo de miocardio (IAM), ingresos hospitalarios por insuficiencia cardíaca, ingresos hos- pitalarios por accidente cerebrovascular y tratamiento y prevención de enfermedades tromboembólicas venosas. Además, la página web de Hospital Compare de los CMS, accesible al público, informa sobre las tasas de ingreso y mortalidad a los 30 días ajustadas por riesgo para la insuficiencia cardíaca y el IAM. Aunque bien recibidos por formuladores de políticas y pagadores, estos datos solo han recibido una tibia recepción pública y aún son criticados por su falta de ajuste uniforme del riesgo.22 También existen riesgos en estos informes, porque los hospitales pueden exagerar el riesgo de sus pacientes o, de forma alternativa, «seleccionar» a los pacientes para mejorar las estadísticas de sus informes. Como parte de las medidas basadas en el sistema para mejorar la atención basada en valores, los esfuerzos para la disminución de rein- gresos hospitalarios han tenido consecuencias imprevistas que deben abordarse a medida que se continúa aplicando la Medicare Access and CHIP (Children’s Health Insurance Program) Reauthorization Act de 2015 (MACRA). Los tipos de atención para pacientes dentro de los límites de un hospital están cambiando, lo que es un desafío para los recursos y, a menudo, para el alcance de la atención ambulatoria.23,24 Los hospitales se están enfrentando a lo que puede constituir hasta un 9% de reducción en el reembolso de los CMS si no cumplen con las medidas de calidad, y los hospitales más afectados suelen estar en áreas desatendidas y son hospitales docentes. Los efectos posteriores de esta reducción del reembolso pueden conducir a un empeoramiento de las diferencias en la asistencia sanitaria observadas en las distribuciones socioeconómicas. Este debate ocurre en el contexto de un debate económico más amplio. Los costes de la asistencia médica están aumentando en proporciones aparentemente logarítmicas, si no exponenciales. La contención de recursos de esta manera se considera preferible al concepto abierto de «racionamiento», la palabra «R» prohibida en la asistencia sanitaria. El racionamiento se produce sin esta etiqueta. La asignación de órganos y el uso de tecnologías más avanzadas para el cribado son algunos ejemplos. Si hay un número fijo de espacios para la programación de los pacientes sometidos a toma de imágenes nucleares, los pacientes tienen un orden de prioridad, lo cual es aceptable, necesario y ético. Esto se puede justificar con un enfoque basado en la beneficencia para el bien del paciente, siempre que el orden de prioridad no dé lugar a la pérdida de acceso al tratamiento clínico respaldado por un juicio clínico basado en la evidencia. La presión para dar de alta a un paciente lo antes posible del hospital no necesariamente comparte esta base. A medida que MACRA tensiona y cambia el hospital y la estructura de financiación, será responsabilidad de los facultativos hablar en nombre de sus pacientes sobre la asistencia adecuada y aceptable y dar voz a quienes no están facultados para hacerlo. REDES SOCIALES Y SALUD MÓVIL La profesionalidad de la medicina también ha encontrado nuevos desafíos con la aparición de las redes sociales. Aplicaciones y programas como LinkedIn, Twitter y Facebook están integrados en la cultura social y son utilizados por pacientes, proveedores y sistemas de asistencia médica por igual. Los pacientes usan las redes sociales para la participación en grupos de apoyo y adquisición de más información sanitaria, pero Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 22 Co n si d er a Ci o n es g en er a le s d e la s en fe rm ed a d es C a rd io va sC u la re s I también dependen de las redes sociales para comunicarse con sus médicos. Las redes sociales han desafiado a las construcciones conven- cionales de confidencialidad, profesionalidad y límites profesionales y personales. Anteriormente, los episodios de errores diagnósticos podrían haber permanecido dentro de un centro, pero ahora, la publicación de comentarios o fotografías sobre pacientes en estas páginas de redes sociales ha dado lugar a la pérdida del empleo, la pérdida de la confianza del paciente y a posibles daños. Los facultativos pueden encontrarse en las redes sociales a pesar de su preferencia por permanecer «fuera de línea» y deben ser conscientes de su capacidad para protegerse con administradores de privacidad. El Council on Ethical and Judicial Affairs de la American Medical Association (AMA) ha publicado directrices sobre profesionalidad y redes sociales, reconociendo la función de los medios sociales sobre la práctica cotidiana.25 La British Medical Association también ha publicado directrices similares.26 Compartir imágenes en las redes sociales ahora es común. Las asociaciones de anatomía patológica están utilizando las redes sociales para compartir imágenes de histología virtual. La medicina cardiovas- cular está repleta de estudios que son igualmente sencillos de exportar como archivos de imágenes o películas. Los electrocardiogramas (ECG) o imágenes similares a menudo se publican en las redes sociales para mostrar un caso interesante o para solicitar ayuda e interpretación diagnóstica. Es importante ser consciente de la necesidad de preservar la confidencialidad del paciente y mantener las apreciaciones profesio- nales al participar en estas conversaciones públicas. Las últimas noticias y los resultados de los ensayos clínicos se publican en las redes sociales minutos después de la presentación en vivo en conferencias, por lo que se debe prestar atención para ocultar la información específica del paciente porque las imágenes se difunden por todo el mundo. También existen posibles beneficios de las redes sociales para ayudar a mejorar la salud pública a través del intercambio de información. Los hospitales y las clínicas utilizan cada vez más las redes sociales para aumentar establecer su presencia en el mercado. Los ensayos clínicos pueden aumentar su participación a través de grupos de medios sociales específicos de la enfermedad y, lo que es más importante, son coherentes con las directrices del comité de revisión institucional (CRI) si se realizan correctamente. La tecnología emergente también está mejorando la salud pública a través de aplicaciones sanitarias para móviles. Especialmente en el campo de la medicina cardiovascular, con dispositivos para reconocer arritmias comunes como la fibrilación auricular, los pacientes ahora disponen de algunas herramientas de diagnóstico. Esto es posible que mejore los resultados sanitarios pero también puede empeorarlos sin el debido comentario y la educación por parte de los profesionales. Con el aumento de una presencia global que ha acompañado a las redes sociales, los facultativos y otros profesionales pueden encontrarse bajo un creciente control o ataque en un foro público. Aunque a menudo es doloroso, e incluso posiblemente difamatorio u ofensivo, responder a estos ataques en las redes sociales con detalles clínicos violaría la obligación profesional de confidencialidad. La gestión de riesgos o la representación legal del personal deben estar informadas de estosataques para poder abordarlos sin violación de la confidencialidad del paciente, lo que permite que los profesionales continúen ejerciendo su competencia profesional. Del mismo modo, los pacientes a menudo tratan de conectarse con los facultativos a través de las redes sociales. Si se acepta este enlace, el paciente puede ser «dado a conocer» por todos los demás contactos, y su identidad como paciente puede dejar de ser privada. Aunque el paciente puede haber iniciado este contacto de forma voluntaria, es posible que no conozca sus repercusiones de gran alcance y no esté «informado». Esto resalta la diferencia entre la privacidad, que el paciente controla, y la confidencialidad, que es fundamental para mantener la confianza como un problema de profesionalidad. Los facultativos deben ser muy cuidadosos en el cumplimiento de esta responsabilidad profesional en la era de las redes sociales. Una forma práctica de hacerlo es poner una fuerte carga de la prueba sobre el uso de las redes sociales, para evitar incumplimientos de la obligación profesional de confidencialidad. GENÉTICA La función de la medicina genética es cada vez más importante en la medicina cardiovascular. Con el crecimiento de la medicina personaliza- da y una mayor capacidad para el diagnóstico y el cribado, las pruebas genéticas ahora son frecuentes. Muchas enfermedades tienen oríge- nes genéticos primarios que son cada vez más reconocidos no solamente como causas, sino como posibles objetivos de los tratamientos. La medicina personalizada, o medicina de precisión, se refiere a la práctica de especificar con la mayor precisión posible la enfermedad del paciente, mediante la clasificación de los pacientes con un diagnóstico compartido en subgrupos clínicamente relevantes, como los basados en las contribuciones genómicas a la respuesta del paciente al tipo de medicación o a su dosis (v. capítulo 8). A medida que la genómica se traslada del laboratorio a la práctica clínica habitual, esta precisión aumentada promete mejorar la calidad de la atención a los pacientes con enfermedades cardiovasculares. El uso más común y tradicional de las pruebas genéticas con- lleva la confirmación de una enfermedad monogénica, como con el diagnóstico de la amiloidosis por transtiretina (v. capítulo 77) o de hipercolesterolemia familiar (v. capítulo 44). Este uso de pruebas genéticas para un diagnóstico específico está bien establecido y es menos controvertido, a menudo porque el fenotipo de presentación de la enfermedad es predecible. Si bien este tipo de pruebas tiene repercusiones para las familias, debido a que el fenotipo es evidente, existe menos controversia sobre el descubrimiento de la enfermedad. Las pruebas de susceptibilidad genética, o el intento de evaluación de un perfil de riesgo basado en pruebas genéticas, es más desafiante porque son pruebas probabilísticas más que confirmatorias. Las variaciones genéticas asociadas con las miocardiopatías dilatadas (v. capítulo 77) o con el síndrome del QT largo (v. capítulo 33) pueden ser trastornos de un solo gen, que ocurren en menos de 1 de cada 500 individuos. La presencia de una sola variación puede llevar a un diagnóstico de riesgo que conduzca a un aumento de la vigilancia o incluso a intervenciones, como la colocación de un desfibrilador o la intervención quirúrgica para los aneurismas de la aorta. Sin embargo, las obligaciones de informar sobre las variaciones todavía no están claras y son éticamente desafiantes, especialmente dado que una «variante de significado incierto» (VSI) puede demostrar posteriormente tener posibilidad patológica. Debido a esta incertidumbre, las pruebas genéticas deben dirigirse hacia un fenotipo clínico en lugar de hacia el cribado ciego.27 El principio ético de la justicia exige que los casos similares sean trata- dos de la misma forma, para evitar el tratamiento arbitrario de pacientes individuales. En el ámbito de la atención sanitaria, los pacientes son parecidos en sus diagnósticos. Por tanto, la justicia sanitaria exige que a cada paciente con un diagnóstico específico se le ofrezca un tratamiento clínico fiable que beneficie clínicamente al paciente, lo que vincula de esta forma el principio de la justicia asistencial con el principio ético de la beneficencia y el razonamiento basado en la evidencia. Desde una perspectiva de la justicia, el acceso a estas pruebas y al asesoramiento genético que debe acompañarlas, así como la inclusión en bases de datos y registros genéticos, está limitado a la valoración genética que razona- blemente se espera que mejore los procesos de atención al paciente. La cobertura del seguro puede determinar si un paciente puede someterse a pruebas genéticas o si los miembros de la familia posiblemente afectados pueden ser evaluados. Además, las pruebas pueden ser factibles, pero no el acceso a asesores genéticos capacitados que puedan ayudar a determinar el riesgo y los beneficios de una prueba de detección. Una consideración adicional se conoce como el «derecho a no saber». La información genética, que se menciona con más frecuencia en el ámbito de gemelos idénticos, puede ser una enfermedad familiar en lugar de una mutación esporádica. Como tal, el etiquetado de una enfermedad en el probando puede extenderse al árbol genealógico, con consecuencias relacionadas con la planificación familiar, las opciones de trabajo e incluso las aficiones (p. ej., natación). En la mayor parte de la medicina cardiovascular, la proporción del riesgo atribuible a los trastornos monogénicos es baja. Aunque la genética influye claramente sobre la enfermedad cardiometabólica, las exposiciones ambientales tienen mayor impacto y, lo que es más importante, son modificables y pueden influir notablemente sobre los resultados sanitarios. Como en otros campos de la medicina, las bases de datos genéticos continúan siendo repositorios relativamente homogéneos dentro de poblaciones nacionales y raciales.28 A medida que el futuro de las pruebas genéticas evolucione hasta la secuenciación del exoma y del genoma completo, la responsabilidad de la adminis- tración de esta información y las repercusiones futuras serán mayores. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 23 Ética en m ed icin a card io vascu lar 2 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . La Genetic Information Nondiscrimination Act (GINA), de 2008, trató de abordar algunos de estos problemas. Sin embargo, si bien brinda cierta protección contra la discriminación en el empleo y el seguro sanitario que se basa en la información genética, no proporciona ningu- na garantía contra la discriminación genética para los seguros de vida o de discapacidad. Es importante destacar que GINA no proporciona protección contra enfermedades genéticas fenotípicamente aparentes, como la miocardiopatía hipertrófica (v. capítulo 78) ni contra el uso de información en unos «antecedentes familiares». La farmacogenómica es un componente importante de la medicina cardiovascular de precisión. La genotipificación del citocromo P-450 (CYP) 2C9 o las variaciones de VKORC1 para predecir y, por tanto, opti- mizar la respuesta al tratamiento con warfarina, tuvo un éxito modesto. De manera similar, la pérdida de función de CYP2C19 (*2) se asocia con una peor respuesta al tratamiento con clopidogrel, que tiene diferencias raciales relevantes, pero no se demostró de manera uniforme que afectara a los desenlaces clínicos.29 Los polimorfismos del receptor β y la proteína G pueden predecir la respuesta al tratamiento de la insuficiencia cardíaca y la hipertensión pulmonar y pueden ayudar a explicar algunosde los beneficios en la supervivencia de poblaciones afroamericanas o predominantemente caucásicas. Sin embargo, dado que el uso clínico generalizado de este tratamiento dirigido es aún secundario frente al tratamiento médico orientado por directrices, se debe reconocer que la exclusión de subconjuntos de población en ensayos clínicos que sustentan el tratamiento dirigido, ya sea intencionalmente o no, tiene repercusiones sociales y médicas. Además, más allá de la baja inscripción de grupos raciales, los pacientes con enfermedad renal importante o terminal a menudo son excluidos de los ensayos clínicos de dispositivos (DAI, MPP, DAV). Claramente, sin embargo, estas tecnologías se han extendido lentamente hacia estas poblaciones excluidas. Big Data La aceptación casi universal de los sistemas electrónicos de gestión de la salud también está cambiando la función de los pacientes, con tensiones derivadas de los problemas de confidencialidad y autonomía del paciente. Los pacientes ya no serán «pacientes», únicamente sujetos de atención médica, sino que tienen la posibilidad de volverse activos al introducir datos sobre efectos secundarios, respuesta a intervenciones y otros datos orientados al paciente. El uso de aplicaciones sanitarias en medios digitales también permite la recopilación de datos a una escala inigualable. Los datos sobre las prácticas saludables y el estilo de vida son recopilados por estas aplicaciones sin una supervisión relevante para su uso y, fundamentalmente, con un conocimiento público deficiente. Entre otros big data está, ya casi universalmente, la historia clínica electrónica (HCE), que se está utilizando en ensayos clínicos «facilitados por la HCE». Diseñada para la atención clínica y el reembolso, las HCE son heterogéneas y están repletas de datos incompletos o duplicados. Además de convertirse en agentes para su cuidado, los pacientes también pueden convertirse involuntariamente en sujetos de investigación, ya que las HCE se extraen de los datos de los pacientes para ayudar con el modelado de la enfermedad. La tecnología de aprendizaje automático utiliza no solo las bases de datos de ensayos clínicos, sino también bases de datos de imágenes o información de análisis. Estos últimos datos carecen de información sanitaria protegida y de identificadores; el uso de datos de esta forma conforma una investigación, que se clasifica como «investigación de sujetos no humanos». A medida que se llevan a cabo más ensayos facilitados por la HCE, favorecidos por su facilidad de uso y ahorro de costes, los CRI locales serán responsables de la evaluación de la idoneidad de su uso para dirigirse a los posibles participantes del ensayo clínico.30 Aunque es una práctica común la utilización de información clínica en la detección sistemática de posibles participantes en los ensayos clínicos sin su consentimiento, son la inmensidad de la escala y la facilidad de su posible utilización las que merecen una mayor consideración sobre el modo en que puede informarse a los pacientes en los centros sobre la posibilidad de ser llamados con fines de investigación. Algunos centros han abordado esta posibilidad de una manera transparente y franca, al menos en su intención, al tener una exposición cuando se firma el consentimiento del tratamiento en una consulta médica ambulatoria u hospitalaria. Esto puede cumplir algunos de los requisitos técnicos para el consentimiento, pero ciertamente no cumple con los requisitos del consentimiento informado. TRASPLANTE Donación después de la muerte circulatoria La donación de órganos aún se enfrenta al gran desafío de la falta de correspondencia entre la oferta y la demanda. A medida que la ciencia y la medicina mejoran la capacidad de supervivencia a enfermedades y afecciones de órganos en etapa terminal, la demanda de órganos ha seguido sobrepasando los esfuerzos para el aumento de la oferta o de la creación de estrategias de reemplazo alternativas. De hecho, dentro de la medicina cardiovascular, con la tecnología de SCM, nos esforzamos por crear máquinas que puedan equipararse al trasplante. Para ayudar a satisfacer la demanda de órganos, se ha incrementado el enfoque en la donación controlada después de la determinación de la muerte circulatoria (DCDMc). Aunque la muerte definida como la ausencia de circulación espontánea constituye la gran mayoría de las muertes, y antes de que la Uniform Determination of Death Act fuera la única muerte legalmente reconocida, la donación de órganos después del modo común de fallecimiento tiene sus propios desafíos éticos únicos. La DCDMc es el proceso de adquisición de órganos después de que se haya determinado que un donante ha fallecido mediante criterios cardiopulmonares sin referencia a criterios de función cerebral, que es la forma en que siempre se han aplicado los criterios cardiopulmonares para la determinación del fallecimiento. La muerte circulatoria (es decir, el cese irreversible de la circulación) ocurre –a menudo después de la retirada de tratamientos que mantienen la vida como la ventilación mecánica o la OMEC y después de un breve período (p. ej., de 2 a 5 min)– cuando no hay intervención, lo que permite comenzar con los esfuerzos de extracción. Un problema ético surge de los debates sobre el significado de «irreversible». El problema es que si el cese de la función cardíaca es verdaderamente irreversible, los esfuerzos para reanimar a la persona 5 min más tarde no deberían tener éxito. Si lo hacen, ¿debería haber sido declarada como fallecida? La práctica de la DCDMc tiene la interpretación implícita de que si el paciente o su representante conocen el modo en que se determina la muerte y la intención de renunciar los intentos de reanimación, después del tiempo legalmente establecido de 2 min de ausencia de circulación y respiración espontáneas, una persona está legalmente muerta. El concepto de lo irreversible es el fundamento del problema ético del uso de corazones de DCDMc para el trasplante. Cabe mencionar que el primer trasplante de corazón se realizó con lo que ahora se consideraría un corazón de DCDMc. El abandono de esta práctica coincidió con el reconocimiento de que los desenlaces del receptor eran mejores con el establecimiento de la donación después de la muerte cerebral (DMC). Sin embargo, a medida que la escasez de órganos continúa y la ciencia madura, los resultados de la DCDMc pueden verse como preferibles a las alternativas clínicas, que pueden conllevar mayor probabilidad de fallecimiento. Por ejemplo, un corazón local con pruebas cruzadas previas negativas de DCDMc podría ser preferible a la desensibilización química en curso mientras el paciente depende de un DAVI. Será importante garantizar que todas las partes involucradas en el proceso, desde el equipo médico y quirúrgico hasta, especialmente, el posible receptor, sean conscientes de los riesgos que podrían acompañar al uso de estos órganos.31 Otro aspecto de la DCDMc distinto de la DMC es que las pruebas para la valoración de los órganos para la donación y su tratamiento para garantizar la viabilidad del órgano a menudo se realizan en una persona «viva» en lugar de en un donante en muerte cerebral, al mismo tiempo que los cuidados al final de la vida. No solo hay un paciente, sino otros más cuyos intereses son preocupantes. El uso señalado de la OMEC en el contexto de la DCDMc conlleva posibles conflictos.32 El uso de la OMEC antes del fallecimiento se debe plantear con un análisis riesgo/ beneficio; si la intención es únicamente mejorar la viabilidad de los órganos, entonces su inicio sería inadecuado sin comentarios claros con el paciente o sus representantes. El mantenimiento con OMEC o el inicio de intervenciones como la colocación de catéteres de gran calibre o el transporte del paciente vivo a un quirófano para permitir una adquisición más controlada forman parte de muchas normas hos- pitalarias sobre DCDMc y se comentanextensamente con las familias de los donantes. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 24 Co n si d er a Ci o n es g en er a le s d e la s en fe rm ed a d es C a rd io va sC u la re s I La reintroducción o el inicio de la OMEC después de la declaración del fallecimiento pueden restaurar la perfusión cerebral y estimular o restaurar el funcionamiento del cerebro. Esto sería éticamente problemático, y la respuesta a este problema ha sido la realización de esfuerzos para el pinzamiento aórtico y evitar así la perfusión craneal. Células madre Las células madre tienen una capacidad aún poco definida dentro de la medicina, pero han sido objeto de análisis ético. Dejando de lado los desafíos de las células madre embrionarias, el uso de células madre pluripotenciales inducidas (CMPi) tiene implicaciones éticas que deberán tenerse en cuenta a medida que aumente su uso en inves- tigación y terapias. Como se comentó anteriormente, el uso de pruebas genéticas para un diagnóstico específico tiene diferentes repercusiones debidas al cribado. El uso de CMPi para redefinir lo que actualmente puede ser una VSI a través de técnicas de edición de genes conlleva la posibilidad de descubrimiento científico.33 Sin embargo, es importante recordar el legado de Henrietta Lacks y la controversia sobre las células HeLa. El proceso de consentimiento informado para la investigación en muestras de bancos biológicos es variable.34 Si no hay interacción o intervención con la fuente de pacientes del material, esta investigación a menudo no se considera como «investigación en seres humanos» y, por tanto, no necesita consentimiento informado. Sin embargo, si se recoge información del paciente cada vez más específica junto con las muestras biológicas, podrían ser aplicables diferentes estándares del consentimiento informado, ya sea el consentimiento general de la inves- tigación o el consentimiento específico para un estudio, de acuerdo con las reglamentaciones locales del CRI. Claramente, la lección que debe recordarse es que la protección no solo se dirige al paciente individual sino también a su familia y sus descendientes, porque la información genética es compartida y puede tener repercusiones sobre el pronóstico. Las CMPi se pueden usar para combinar el valor predictivo de la identificación del gen con la presentación fenotípica. Se pueden usar éticamente con suficiente previsión y planificación de modo que mantengan la confianza del público y del paciente mientras se facilita la investigación. CONCLUSIÓN A medida que la medicina y la ciencia evolucionan con las tecnologías emergentes y un mejor conocimiento de la enfermedad, los desafíos éticos a los que nos enfrentamos continúan cambiando. En esencia, aún nos basamos en los principios fundamentales del cuidado del paciente y de la profesionalidad establecidos por Percival y Gregory. La investigación para incorporar la tecnología móvil y su función tanto en el ejercicio como en la investigación clínica será importante a medida que la economía de la asistencia sanitaria y el desarrollo de medicamentos se extiendan cada vez más. Tenemos que seguir siendo conscientes de las repercusiones sobre el progreso y del posible daño o mal uso a medida que adoptamos el avance. Bibliografía 1. 21st Bethesda ConferenceEthics in cardiovascular medicine. October 5-6, 1989, Bethesda, Md. J Am Coll Cardiol. 1990;16:1-36. 2. Parmley WW, Passamani ER, Lo B. 29th Bethesda Conference. Ethics in cardiovascular medicine, 1997. Introduction. J Am Coll Cardiol. 1998;31:917-925. 3. Popp RJ, Smith Jr SC, Adams RJ, et al. ACCF/AHA consensus conference report on profes- sionalism and ethics. Circulation. 2004;110:2506-2549. Consentimiento informado y ayuda a la toma de decisiones 4. Rothberg MB, Sivalingam SK, Kleppel R, et al. Informed decision making for percutaneous coronary intervention for stable coronary disease. JAMA Intern Med. 2015;175:1199-1206. 5. 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