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1069© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos CONTROL DEL FLUJO SANGUÍNEO CORONARIO, 1069 Factores determinantes del consumo de oxígeno por el miocardio, 1069 Autorregulación coronaria, 1069 Factores determinantes de la resistencia vascular coronaria, 1070 Modulación del tono coronario dependiente del endotelio, 1072 Mediadores vasoactivos paracrinos y vasoespasmo coronario, 1074 Estructura y función de la microcirculación coronaria, 1076 VALORACIÓN FISIOLÓGICA DE LAS ESTENOSIS DE LAS ARTERIAS CORONARIAS, 1078 Relación presión-flujo en la estenosis, 1078 Interrelación entre la presión coronaria distal, el flujo y la gravedad de la estenosis, 1079 Conceptos de perfusión máxima y de reserva coronaria, 1080 Estados fisiopatológicos que afectan a la reserva del flujo coronario en la microcirculación, 1083 CIRCULACIÓN CORONARIA COLATERAL, 1086 Arteriogenia y angiogenia, 1087 Regulación de la resistencia colateral, 1087 CONSECUENCIAS METABÓLICAS Y FUNCIONALES DE LA ISQUEMIA, 1087 Lesión irreversible y muerte del miocito, 1087 Isquemia reversible y acoplamiento perfusión-contracción, 1088 Consecuencias funcionales de la isquemia reversible, 1088 PERSPECTIVAS FUTURAS, 1093 BIBLIOGRAFÍA, 1094 57 Flujo sanguíneo coronario e isquemia miocárdica DIRK J. DUNCKER Y JOHN M. CANTY, JR. La circulación coronaria es especial porque el corazón es el responsable de generar la presión arterial necesaria para perfundir la circulación sistémica al mismo tiempo que la fase sistólica del ciclo cardíaco impide su propia perfusión. Como existe una estrecha conexión entre la contracción del miocardio y el flujo coronario y el aporte de oxígeno, el equilibrio entre la demanda y el aporte de oxígeno es un elemento crítico para la función normal latido a latido del corazón (v. «Bibliografía clásica»: Feigl). Cuando una enfermedad que afecta al flujo sanguíneo coronario altera brus- camente esta relación, el desequilibrio resultante puede desencadenar de inmediato un círculo vicioso, en el que la disfunción contráctil inducida por la isquemia provoca hipotensión que, a su vez, aumenta la isquemia miocárdica. Por tanto, el conocimiento de la regulación del flujo sanguíneo coronario, de los factores que determinan el consumo de oxígeno en el miocardio y la relación entre isquemia y contracción es esencial para com- prender la base fisiopatológica y el tratamiento de muchas enfermedades cardiovasculares (v. «Bibliografía clásica»: Hoffman y Spaan). CONTROL DEL FLUJO SANGUÍNEO CORONARIO Las variaciones del flujo sanguíneo coronario sistólico y diastólico son importantes a lo largo del ciclo cardíaco con un desfase entre el flujo de entrada en las arterias coronarias y el de salida por las venas (fig. 57-1). La contracción sistólica aumenta la presión en el tejido, redis- tribuye la perfusión desde la capa subendocárdica a la subepicárdica del corazón e impide que el flujo arterial coronario alcance un nadir. Al mismo tiempo, la compresión sistólica reduce el diámetro de los vasos de la microcirculación intramiocárdica (arteriolas, capilares y vénulas) e incrementa el flujo venoso coronario, que alcanza su máximo durante la sístole. En la diástole, el flujo arterial coronario aumenta con un gradiente transmural que favorece la perfusión de los vasos subendocárdicos al mismo tiempo que el flujo coronario venoso cae. Factores determinantes del consumo de oxígeno por el miocardio Al contrario que en la mayoría de los demás lechos vasculares, la extrac- ción de oxígeno por el miocardio llega casi al máximo durante el reposo, con un promedio del 70-80% del contenido de oxígeno de la sangre arterial.1,2 La capacidad para aumentar la extracción de oxígeno como medio para incrementar su aporte se limita a las circunstancias asociadas a la activación simpática y a la isquemia subendocárdica aguda. Sin embargo, la tensión de oxígeno venosa coronaria (Pvo2) solo puede disminuir desde 25 hasta alrededor de 15 mmHg. Debido a la elevada extracción de oxígeno en reposo, el aumento del consumo de oxígeno miocárdico se cubre sobre todo por los aumentos proporcionales del flujo coronario y del aporte de oxígeno (fig. 57-2). Además del flujo coronario, el aporte de oxígeno depende directamente del contenido de oxígeno en la sangre arterial (Cao2), que es igual al producto de la concen- tración de hemoglobina por la saturación arterial de oxígeno más una pequeña cantidad de oxígeno disuelto en el plasma que es directamente proporcional a la tensión de oxígeno arterial (Pao2). Por tanto, para un flujo dado, la anemia da lugar a reducciones proporcionales del aporte de oxígeno, mientras que la hipoxia, debido a la curva de disociación no lineal del oxígeno, determina reducciones relativamente pequeñas del contenido de oxígeno hasta que la Pao2 cae a la parte inclinada de la curva de disociación del oxígeno (por debajo de 50 mmHg). Los principales determinantes del consumo de oxígeno por el miocardio son la frecuencia cardíaca, la presión sistólica (o la tensión de la pared mio- cárdica) y la contractilidad del ventrículo izquierdo (VI) (v. capítulo 22). Un aumento al doble de cualquiera de estos factores individuales del consumo de oxígeno requiere un aumento del flujo coronario de alrededor del 50%. Desde el punto de vista experimental, el área volumen presión sistólica es proporcional al trabajo del miocardio y muestra una relación lineal con el consumo de oxígeno por el miocardio. Los requerimientos basales de oxígeno del miocardio, necesarios para mantener la función crítica de las membranas, son bajos (alrededor del 15% del consumo de oxígeno en reposo) y el coste de la activación eléctrica es insignificante cuando la contracción mecánica cesa durante la interrupción diastólica (como sucede en la cardioplejía) y disminuye durante la isquemia. Autorregulación coronaria El flujo sanguíneo regional coronario permanece constante cuando la presión de la arteria coronaria se reduce por debajo de la presión aórtica en un amplio intervalo siempre que los factores determinantes del consumo de oxígeno por el miocardio se mantengan constantes. Este fenómeno se conoce como autorregulación (fig. 57-3). Cuando la presión cae al límite inferior de la autorregulación, las arterias coronarias de resistencia alcanzan su dilatación máxima en respuesta a los estímulos intrínsecos y el flujo pasa a depender de la presión, lo que se traduce en la aparición de isquemia subendocárdica. En condiciones hemodinámicas Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1070 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII normales, el flujo sanguíneo coronario en reposo es de 0,7 a 1 ml/min/g y puede aumentar cuatro o cinco veces durante la vasodilatación. La capacidad para aumentar el flujo por encima de los valores de reposo en respuesta a una vasodilatación farmacológica se denomina reserva de flujo coronario. El flujo en el corazón con vasodilatación máxima depende de la presión en la arteria coronaria. La perfusión máxima y la reserva de flujo coronario se reducen cuando disminuye el tiempo diastólico disponible para la perfusión subendocárdica (taquicardia) o cuando aumentan los factores de compresión de la perfusión dias- tólica (precarga). Además, todo lo que incremente el flujo en reposo, incluido el aumento de los factores hemodinámicos de consumo de oxígeno (presión sistólica, frecuencia cardíaca y contractilidad) y las reducciones del aporte de oxígeno arterial (anemia e hipoxia), reduce la reserva coronaria. Es decir, incluso en presencia de unas arterias coronarias normales, pueden producirse situacionesque desencadenen una isquemia subendocárdica (v. «Bibliografía clásica»: Hoffman y Spaan). Aunque los primeros estudios indicaron que el límite inferior de la autorregulación era de 70 mmHg, posteriormente se demostró que el flujo coronario mantiene su capacidad de autorregulación hasta presiones coronarias medias de tan solo 40 mmHg (presiones dias- tólicas de 30 mmHg) en perros conscientes en estado basal (fig. 57-4). Estos valores de la presión coronaria son similares a los registrados con micromanómetros con electrodos de presión en las regiones distales a las oclusiones coronarias crónicas en pacientes sin síntomas de isquemia. El límite inferior de autorregulación de la presión aumenta durante la taquicardia debido al incremento de las necesidades de flujo, y lo mismo sucede cuando se reduce el tiempo disponible para la perfusión. La figura 57-4 ilustra las importantes variaciones transmurales del límite inferior de autorregulación de la presión, que se traduce en una mayor vulnerabilidad de la región subendocárdica a la isquemia. El flujo subendocárdico se produce sobre todo durante la diástole y comienza a disminuir cuando la presión coronaria media desciende por debajo de 40 mmHg. Por el contrario, el flujo subepicárdico se mantiene durante todo el ciclo cardíaco hasta que la presión coronaria cae por debajo de 25 mmHg. Esta diferencia se debe sobre todo al mayor consumo de oxígeno en el subendocardio, que requiere cantidades más elevadas de flujo en reposo, y a los efectos más pronunciados de la contracción sistólica sobre la reserva de vasodilatación del subendocardio. La diferencia transmural del límite inferior de la autorregulación facilita la vulnerabilidad del subendocardio a la isquemia, en presencia de una estenosis coronaria. Aunque en la circulación coronaria normal no es posible aumentar farmacológicamente la reserva de flujo durante la isquemia, en determinadas circunstancias, como, por ejemplo, con el ejercicio, se puede reducir el flujo coronario por debajo del límite de inferior de autorregulación, aunque farmacológicamente exista la posibilidad de aumentar la reserva de flujo coronario (v. «Bibliografía clásica»: Duncker y Bache). Factores determinantes de la resistencia vascular coronaria La resistencia al flujo sanguíneo coronario puede dividirse en tres componentes prin- cipales (fig. 57-5; v. «Bibliografía clásica»: Klocke, 1976). En circunstancias normales, la caída de la presión en las arterias epicárdicas no es mensurable, lo que indica que la resistencia de los vasos de conducción (R1) es insignificante. Cuando se produce un estrechamiento arterial epicárdico signifi- cativo desde el punto de vista hemodinámico (reducción del diámetro > 50%), la resis- tencia arterial fija de los vasos de conducción comienza a contribuir, de manera creciente, a la resistencia coronaria total y, cuando la estenosis es grave (> 90%) puede reducir el flujo en reposo. El segundo componente de la resistencia coronaria (R2) es dinámico y procede sobre todo de las arterias y arteriolas de resistencia de la microcirculación. Se encuentra dis- tribuido por todo el miocardio a través de los vasos de resistencia de la microcirculación con una amplia gama de tamaños (20-400 µm de diámetro) y se modifica en respuesta a las fuerzas físicas (presión intraluminal y tensión de cizallamiento) y a las necesidades metabólicas del tejido. La contribución a la resistencia de las vénulas y capilares es habitualmente escasa y permanece bastante FIGURA 57-1 Fases de flujo arterial y venoso coronario en reposo y durante la vasodilatación con adenosina. La mayor parte del flujo arterial se produce durante la diástole. Durante la sístole (líneas verticales discontinuas), el flujo arterial disminuye, mientras que el venoso alcanza su máximo, lo que se debe a la compresión de los vasos de la microcirculación durante la sístole. Tras la administración de adenosina, las variaciones del flujo venoso son más pronunciadas en las distintas fases. VI, ventrículo izquierdo. (Modificado de Canty JM Jr, Brooks A. Phasic volumetric coronary venous outflow patterns in conscious dogs. Am J Physiol 1990;258:H1457.) FIGURA 57-2 Equilibrio estricto entre el consumo miocárdico de oxígeno (MV· O2) y flujo sanguíneo coronario durante aumentos de la demanda miocárdica de oxígeno por ejercicio. A. Los aumentos del MV· O2 se equilibran principalmente mediante aumentos del flujo coronario. B. Un nivel basal alto de extracción miocárdica de oxígeno permite solo un incremento adicional modesto (de aproximadamente el 15%) de la extracción de oxígeno durante el ejercicio. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1071 Flu jo san g u ín eo co ro n ario e isq u em ia m io cárd ica 57 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . FIGURA 57-3 Relación de autorregulación en condiciones basales y tras un estrés metabólico (p. ej., taquicardia). Izquierda. Si los factores que influyen en el consumo de oxígeno se mantienen constantes, el corazón normal mantiene un flujo sanguíneo coronario constante, aunque la presión coronaria regional varíe dentro de un amplio intervalo (líneas rojas). Por debajo del límite inferior de la presión de autorregulación (alrededor de 40 mmHg), los vasos subendocárdicos no pueden dilatarse más y se produce isquemia miocárdica. Durante la vasodilatación (líneas azules) el flujo aumenta de cuatro a cinco veces por encima de los valores de reposo con una presión arterial normal. El flujo coronario cesa a presiones superiores a la de la aurícula derecha (PAD), la llamada presión de flujo cero (Pf=0), que es la presión retrógrada efectiva para el flujo en ausencia de colaterales coronarias. Derecha. Tras el estrés, los factores que aumentan los determinantes de compresión de la resistencia coronaria, o que reducen el tiempo disponible para la perfusión diastólica, disminuyen el flujo en dilatación máxima. La hipertrofia del ventrículo izquierdo (VI) y la enfermedad microvascular limitan también el flujo sanguíneo máximo por gramo de miocardio. Además, los aumentos en la demanda de oxígeno miocárdico o las reducciones en el contenido de oxígeno arterial (p. ej., por anemia o hipoxemia) incrementan el flujo en reposo. Estos cambios reducen la reserva de flujo coronario, el cociente entre el flujo coronario dilatado y en reposo, y hacen que aparezca isquemia a presiones coronarias superiores. FC, frecuencia cardíaca; Hb, hemoglobina; PAS, presión arterial sistólica. FIGURA 57-4 Variaciones transmurales de la autorregulación coronaria y del metabolismo del miocardio. La mayor vulnerabilidad del subendocardio (ENDO; rojo) con respecto al epicardio (EPI; amarillo) refleja el hecho de que la autorregulación se agota a mayor presión coronaria (40 mmHg frente a 25 mmHg). Esto se debe al aumento del flujo en reposo y del consumo de oxígeno en el subendocardio y a la mayor sensibilidad a los efectos compresivos de la sístole, ya que el flujo subendocárdico solo se produce en diástole. Cuando disminuye la presión en la arteria coronaria, los vasos subendocárdicos se dilatan al máximo antes que los del subepicardio. Estas diferencias transmurales pueden incrementarse aún más durante la taquicardia o en situaciones de elevación de la precarga, lo que reduce la perfusión subendocárdica máxima. (Modificado de Canty JM Jr. Coronary pressure-function and steady-state pressure-flow relations during autoregulation in the unanesthetized dog. Circ Res 1988;63:821.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente.No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1072 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII constante durante las variaciones del tono vasomotor. Incluso en un corazón con vasodilatación máxima, la resistencia capilar no representa más del 20% de la resistencia microvascular.3 Por tanto, una duplicación de la densidad capilar incrementaría la perfusión máxima del miocardio solo alrededor de un 10%. La mínima resistencia vascular coronaria de la microcirculación depende sobre todo del tamaño y la densidad de los vasos arteriales de resistencia y permite que el corazón normal disponga de una sustancial reserva de flujo coronario. Resistencia extravascular compresiva. El tercer componente, o resis- tencia extravascular compresiva (R3), varía a lo largo del ciclo cardíaco y depende de la contracción del corazón y del desarrollo de la presión sistólica en el VI. En la insuficiencia cardíaca, los efectos compresivos de una presión diastólica ventricular elevada también impiden la perfusión a través de la com- presión pasiva de los vasos de la microcirculación debido a la elevada presión hística extravascular durante la diástole. El aumento de la precarga produce una elevación eficaz de la presión retrógrada normal del flujo coronario por encima de los valores de la presión venosa coronaria. Los efectos de la compresión son más importantes en el subendocardio (v. más adelante). Durante la sístole, la contracción cardíaca eleva la presión hística extravas- cular hasta valores semejantes a los de la presión del VI en el subendocardio, mientras que cae hasta valores cercanos a los de la presión pleural en el subepicardio. Este aumento de la presión retrógrada eficaz durante la sís- tole produce una reducción variable en el tiempo de la presión rectora del flujo coronario que impide la perfusión del subendocardio. Aunque este modelo puede explicar las variaciones en el flujo coronario sistólico, no puede justificar el aumento de flujo venoso coronario durante la sístole. Para explicar tanto la alteración del flujo arterial de entrada como la aceleración del flujo venoso de salida, algunos investigadores propusieron el concepto de bomba intramiocárdica (v. «Bibliografía clásica»: Hoffman y Spaan). En este modelo, los vasos de la microcirculación quedan comprimidos durante la sístole y la deformación que se produce conduce a una descarga capacitiva de sangre que acelera el flujo desde la microcirculación hacia el sistema venoso coronario (fig. 57-6). Al mismo tiempo, la descarga capacitiva anterógrada dificulta el flujo de entrada sistólico en las arterias coronarias. Aunque esto explica las variaciones del flujo de entrada en las arterias y el de salida en las venas coronarias en las distintas fases, así como su distribución transmural en la sístole, la capaci- tancia vascular no puede explicar los efectos compresivos relacionados con la presión hística elevada durante la sístole. Por consiguiente, la capacitancia intramiocárdica, los cambios compresivos en la contrapresión coronaria eficaz, los aumentos en la resistencia coronaria sistólica y una presión impulsora que fluctúa con el tiempo son todos factores que contribuyen a los determinantes com- presivos del flujo coronario sistólico fásico. Variaciones transmurales de la resistencia coronaria mínima (R2) y la presión rectora diastólica. La vulne- rabilidad subendocárdica a los determinantes compresivos de la resistencia vascular se compensa parcialmente por una resistencia mínima reducida derivada de una densidad arteriolar y capilar aumentada. Debido a este gradiente vas- cular, el flujo subendocárdico durante la vasodilatación far- macológica máxima del corazón que no late es mayor que la perfusión subepicárdica. La resistencia vascular coronaria en el corazón vasodilatado al máximo también depende de la presión, lo que refleja la distensión pasiva de los vasos de resistencia arteriales. De este modo, el valor vasodilatado instantáneo de la resistencia coronaria obtenida a una presión de distensión coronaria normal será menor que la de una presión reducida. Se continúan discutiendo los determinantes precisos de la presión rectora eficaz para la perfusión diastólica. La mayoría de los estudios experimentales han demos- trado que la presión retrógrada efectiva al flujo en el corazón es mayor que la presión auricular derecha. Esto se ha denominado presión de flujo cero (Pf=0) y su valor mínimo es de unos 10 mmHg en el corazón vasodilatado al máximo. Esto aumenta a valores cerca- nos a la presión de llenado diastólica en el VI cuando la precarga se eleva por encima de los 20 mmHg. La precarga elevada reduce la presión rectora coronaria y disminuye la perfusión subendocárdica. Es particu- larmente importante para determinar el flujo cuando la presión coronaria se reduce debido a una estenosis, así como en el corazón en insuficiencia. Modulación del tono coronario dependiente del endotelio La contribución de las arterias de conducción epicárdicas a la resis- tencia vascular coronaria no es significativa, a pesar de que el diámetro arterial depende de una amplia variedad de factores paracrinos que pueden ser liberados por las plaquetas, de agonistas neurohormonales circulantes, del tono neural y del control local a través de la tensión de cizallamiento vascular.1 Los factores relacionados con mayor frecuencia con las enfermedades cardiovasculares se resumen en la figura 57-7 y en la tabla e57-1. El efecto neto de muchos de estos agonistas depende esencialmente de la existencia de un endotelio funcional. Furchgott y Zawadzki (v. «Bibliografía clásica») demostraron por primera vez que la acetilcolina dilata en circunstancias normales las arterias a través de un factor de relajación dependiente del endotelio que más tarde se identificó como óxido nítrico (NO). El óxido nítrico se une a la guanililo ciclasa y aumenta el monofosfato de guanosina cíclico (GMPc), que a su vez relaja el músculo liso vascular. Cuando se elimina el endotelio, la dilatación que produce la acetilcolina se transforma en vasoconstricción, un reflejo del efecto de la contracción muscarínica del músculo liso vascular. Estudios posteriores demostraron que en las arterias coronarias de resistencia el endotelio también participa en el control del diámetro y que la respuesta a las fuerzas físicas del tipo de la tensión de cizallamiento, así como a los mediadores paracrinos, varían con el tamaño de estos vasos de resistencia.3,4 Las principales vías bioquímicas dependientes del endotelio que intervienen en la regulación del diámetro de las arterias coronarias epicárdicas de resis- tencia se describen a continuación. FIGURA 57-5 Esquema de los componentes de la resistencia vascular coronaria con y sin estenosis coronaria. R1 es la resistencia de las arterias de conducción epicárdicas, insignificante en condiciones normales; R2 es la resistencia secundaria a los ajustes metabólicos y de autorregulación del flujo que se producen en las arteriolas y las arterias pequeñas; R3 es la resistencia compresiva que varía con la fase del ciclo y que es mayor en las capas subendocárdicas que en las subepicárdicas. Con una frecuencia cardíaca normal (panel superior), R2 > R3 >> R1. El desarrollo de una estenosis proximal o una vasodilatación farmacológica reduce la resistencia arteriolar (R2). Si existe una estenosis epicárdica grave (panel inferior), R1 > R3 > R2. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1073 Flu jo san g u ín eo co ro n ario e isq u em iam io cárd ica 57 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Óxido nítrico (factor de relajación derivado del endotelio) El óxido nítrico se produce en las células endoteliales mediante la conversión de la l-arginina en citrulina a través de la óxido nítrico sintetasa (NOS) de tipo III. El NO endotelial difunde desde la luz hacia el músculo liso vascular, donde se une a la guanilato ciclasa, aumentando la producción de GMPc y provocando la relajación vascular a través de la reducción del calcio intracelular. Los cambios pulsátiles y cíclicos de la tensión de cizallamiento coronaria potencian la vasodilatación dependiente del NO. Los aumentos episódicos del flujo coronario, como los que se producen durante un ejercicio de entrenamiento, conducen a un incremento crónico de la producción de NOS y a una potenciación de la relajación dependiente de otros vasodilatadores relacionados con el endotelio. Muchas enfermedades disminuyen la vasodilatación mediada por el NO, y lo mismo sucede en los pacientes con uno o varios factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria (EAC). Esta reducción se produce a través de la inactivación del NO por el anión superóxido generado en respuesta al estrés oxidativo. Esta activación es la clave de la alteración de la vasodilatación mediada por el NO que se observa en la ateroesclerosis, la hipertensión y la diabetes. Factor de hiperpolarización dependiente del endotelio La hiperpolarización dependiente del endotelio es otro mecanismo adicional para determinados agonistas (p. ej., bradicinina) y para la vasodilatación inducida por la tensión de cizallamiento. El factor de hiperpolarización dependiente del endotelio (EDHF) se produce en el endotelio e hiperpolariza al músculo liso vascular, dilatando las arterias gracias a la abertura de los canales del potasio activados por el calcio (KCa). No se conoce bien cuál es la molécula bioquímica exacta del EDHF, pero los candidatos más probables son el peróxido de hidrógeno derivado del endotelio4 y el ácido epoxieicosatrienoico, un metabolito del ácido araquidónico que se genera en la vía del citocromo P-450 epooxigenasa.4,5 Prostaciclina El metabolismo del ácido araquidónico a través de la ciclooxigenasa (COX) puede producir también prostaciclina que, cuando se administra por vía exógena, produce vasodilatación coronaria. Aunque hay algunas pruebas que indican que la prostaciclina contribuye a la vasodilatación coronaria tónica, los inhibidores de la COX no consiguen modificar el flujo durante la isquemia distal a una estenosis aguda ni limitar el consumo de oxígeno en respuesta a un aumento del metabolismo. Esto hace pensar que otras vías vasodilatadoras compensadoras lo superan.1,2 Al contrario que en los vasos de resistencia coronaria, las prostaglandinas vasodilatadoras son determinantes muy importantes de la resistencia de los vasos coronarios colaterales, y la inhibición de la COX reduce la perfusión colateral en los perros.6 Endotelina Las endotelinas –ET-1, ET-2 y ET-3– son péptidos dependientes del endotelio que actúan como factores de constricción. La ET-1 es un potente constrictor derivado de la división enzimática de una molécula precursora de mayor tamaño (pre-pro-endotelina) sobre la que actúa la enzima conversora de la endotelina. Al contrario que la relajación y recuperación rápidas del músculo liso vascular características de los vasodilatadores derivados del endotelio (NO, EDHF y prostaciclina), la constricción producida por las ET es duradera. Los cambios en las concentraciones de las ET se deben sobre todo al control de la trans- cripción y producen modificaciones a largo plazo en el tono vasomotor coronario. Las ET actúan a través de su unión a receptores ETA y ETB. La constricción mediata por ETA se debe a la activación de la proteína cinasa C sobre el músculo liso vascular, mientras que la mediada por ETB es menos importante y está contrarrestada por una importante producción de NO dependiente del endotelio y mediada por ET-B y la consiguiente vasodilatación. Las ET solo intervienen de forma marginal en la regulación de flujo sanguíneo coronario del corazón normal, pero pueden modular el tono vascular cuando sus concentraciones intersticiales y circulantes aumentan en situaciones fisiopatológicas como la insuficiencia cardíaca. Control nervioso de las arterias coronarias de conducción y resistencia. Las arterias coronarias de conducción y algunos segmentos de las de resistencia están inervadas por nervios simpáticos y por el vago. La estimulación nerviosa regula el tono a través de mecanismos que alteran el músculo liso vascular y de la estimulación de la liberación de NO a partir del endotelio. Sin embargo, en presencia de factores de riesgo que alteren la vasodilatación dependiente del endotelio, los efectos pueden ser diametralmente opuestos. Sus acciones en circunstancias normales y patológicas se resumen en la tabla e57-1. Inervación colinérgica. La acetilcolina dilata las arterias de resis- tencia con el consiguiente aumento del flujo coronario. En las arterias de conducción, la acetilcolina produce normalmente una leve vasodilatación coronaria, que es el resultado neto de la constricción muscarínica directa del músculo vascular liso contrarrestada por la estimulación directa de la NOS y la dilatación mediada por el flujo procedente de la dilatación concomitante de los vasos de resistencia. En el ser humano con ateroes- clerosis o con factores de riesgo de EAC, la respuesta es claramente dis- tinta. La dilatación de los vasos de resistencia causada por la acetilcolina se atenúa y la producción de NO mediada por la reducción del flujo conduce a una vasoconstricción neta de las arterias de conducción epicárdicas, que es especialmente evidente en los segmentos estenosados (fig. 57-8A). Inervación simpática. En condiciones basales no hay tono simpático de reposo en el corazón, por lo que la desnervación no produce ningún efecto sobre la perfusión en reposo. Durante la activación simpática, la modulación del tono coronario depende de la liberación de noradrenalina a partir de los nervios simpáticos del miocardio y de la noradrenalina y adrenalina circulantes.1,2 En las arterias de conducción, la estimulación simpática conduce a una constricción dependiente de los receptores α1 y a una vasodilatación dependiente de los β2. El efecto neto es la dilatación de las arterias coronarias epicárdicas. La vasodilatación concomitante producida por el aumento del flujo procedente de la vasodilatación metabólica de las arterias coronarias de resistencia potencia la dilatación de las arterias epicárdicas. Cuando existe una alteración de la vasodilatación mediada por el NO, predomina la vasoconstricción α1 lo que puede provocar un agravamiento dinámico de la estenosis en lesiones asimétricas en las que la estenosis es distensible. Este es uno de los mecanismos que pueden provocar isquemia durante la prueba de aumento de la presión con el frío (fig. 57-8B). Los efectos de la activación simpática sobre la perfusión del miocardio y el tono de los vasos coronarios de resistencia son complejos y dependen de los efectos netos del aumento del consumo miocárdico de oxígeno mediado por los receptores β1 (consecuencia del incremento de los factores que aumentan el consumo de oxígeno en el miocardio), de la vasodilatación coronaria directa FIGURA 57-6 Efectos de la presión tisular extravascular sobre la perfusión transmural. A. Los efectos compresivos durante la diástole se relacionan con las presiones tisulares que disminuyen desde el subendocardio (Endo) al subepicardio (Epi). Con presiones diastólicas en el ventrículo izquierdo (VI) superiores a 20 mmHg, la precarga determina las presiones retrógradas eficaces a la perfusión coronaria diastólica. B. Durante la sístole, la contracción cardíaca aumenta la presión tisular intramiocárdica que rodea las arteriolas yvénulas distensibles. Esto produce un «retroflujo» arterial oculto que reduce el flujo de entrada arterial epicárdico sistólico, como se muestra en la figura 57-1. La compresión de las vénulas acelera el flujo de salida venoso. (Modificado de Hoffman JI, Spaan JA. Pressure-flow relations in the coronary circulation. Physiol Rev 1990;70:331.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1074 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII de tipo β2 y de la constricción coronaria de tipo α1. En condiciones normales predomina la dilatación β2-adrenérgica de «alimentación anterógrada» inducida por el ejercicio que da lugar a un flujo comparativamente mayor que el correspondiente al consumo miocárdico de oxígeno.6 Este mecanismo de control nervioso produce una vasodilatación transitoria antes de la acumula- ción local de metabolitos durante el ejercicio y evita el desarrollo de isquemia subendocárdica cuando se producen cambios bruscos en la demanda. Tras un bloqueo β no selectivo, la activación simpática desenmascara la constricción arterial coronaria de tipo α1. Aunque el flujo disminuye algo, el aporte de oxí- geno se mantiene gracias al aumento de la extracción del gas y a la reducción de la Po2 venosa coronaria para valores similares de sobrecarga cardíaca. Una constricción α1-adrenérgica intensa puede contrarrestar el estímulo intrínseco para la vasodilatación metabólica y producir isquemia en presencia de una reserva vasodilatadora farmacológica.6 También la función de las respuestas α2 presinápticas y postsinápticas es discutible. Parece que su importancia es menor en el control del flujo, lo que en parte refleja los efectos competitivos de la estimulación de receptor α2 presináptico, que conducen a una reducción de la vasocons- tricción a través de la inhibición de la liberación de noradrenalina. Mediadores vasoactivos paracrinos y vasoespasmo coronario Muchos factores paracrinos pueden influir sobre el tono coronario en estados tanto normales como patológicos que no están relacionados con el control normal de la circulación coronaria. Los más importantes se resumen en la figura 57-7 y tabla e57-1. Se liberan factores paracrinos de los trombos de la arteria coronaria tras la activación de las cascada trombótica iniciada por la ruptura de la placa. Pueden modular el tono epicárdico en regiones cercanas a placas ulceradas excéntricas que todavía responden a estímulos que alteran la relajación y constricción musculares lisas, lo que lleva a cambios dinámicos en el significado fisiológico de una estenosis. Los mediadores paracrinos también tienen efectos diferenciales sobre el movimiento de los vasos en sentido anterógrado que dependen del tamaño del vaso (arterias de conducción frente a arterias de resistencia), así como de la presencia de un endotelio con una función normal, porque muchos también estimulan la liberación de NO y EDHF. La serotonina liberada por las plaquetas produce vasoconstricción de las arterias de conducción normales y ateroescleróticas y puede aumentar la gravedad funcional de una estenosis coronaria dinámica a través de un vasoespasmo añadido. Sin embargo, también dilata las arteriolas coronarias y aumenta el flujo coronario a través de la liberación de NO en el endotelio. En la ateroesclerosis o en situaciones en las que disminuye la producción de NO, predominan los efectos sobre el músculo liso y la respuesta de la microcirculación se convierte en vasoconstricción. La conse- cuencia es que, en general, la liberación de serotonina exacerba la isquemia en la EAC. El tromboxano A2 es un potente vaso- constrictor producido en el metabolismo de la endoperoxidasa y que se libera durante la agregación plaquetaria. Produce vasoconstricción de las arterias de con- ducción y aislados vasos coronarios de resistencia, y puede acentuar una isquemia aguda del miocardio. El difosfato de adenosina (ADP) es otro vasodilatador derivado de las plaquetas que relaja la microvascularización coronaria y las arterias de conducción. Depende del NO y la eliminación del endotelio lo anula. La trombina produce normalmente una vasodilatación in vitro dependiente del endotelio y en la que interviene la liberación de prostaciclina y de NO. In vivo, también libera tromboxano A2, lo que determina una vasoconstricción de las estenosis epicárdicas donde la vasodilatación dependiente del endotelio se encuentra alterada. En la vascularización coronaria de resistencia, la trombina actúa como un vasodilatador dependiente del endotelio y aumenta el flujo coronario. FIGURA 57-7 Regulación dependiente del endotelio del tono vascular. En la circulación coronaria normal se produce vasodilatación dependiente del endotelio después del incremento del flujo luminal o de la tensión de cizallamiento, así como en respuestas a agonistas (p. ej., liberados por las plaquetas o por los nervios cardíacos) que se unen a los receptores en la superficie endotelial. Estos estimulan la producción de óxido nítrico (NO) y de factor de hiperpolarización dependiente del endotelio (EDHF), incluidos productos del ácido epoxieicosatrienoico (EET) y peróxido de hidrógeno (H2O2) liberados por las mitocondrias, que difunden al músculo liso vascular y causan relajación. La prostaciclina, o prostaglandina I2 (PGI2), se produce en el endotelio coronario de vasos colaterales y causa vasodilatación tónica. El endotelio produce también endotelina (ET), que activa la proteína cinasa C en el músculo liso vascular para producir constricción coronaria y compite con los factores relajantes derivados del endotelio. La vasodilatación dependiente del endotelio puede alterarse por falta de producción de factores relajantes (p. ej., alteración del endotelio) o por inactivación del NO en estados patológicos asociados a estrés oxidativo y producción de anión superóxido (p. ej., NO y O2–, que se combinan para producir peroxinitrito). En estas circunstancias, el efecto de los autacoides en el tono vascular puede convertirse en vasoconstricción por sus efectos directos en el músculo liso vascular (no mostrado). AA, ácido araquidónico; Ach, acetilcolina; Bk, bradicinina; 5-HT, 5-hidroxitriptamina (serotonina); KCa, canal de potasio activado por calcio; TGF-β, factor de crecimiento transformante β1; Tr, trombina. (Modificado de Laughlin MH, Davis M, Secher NH, et al. Peripheral circulation. Compr Physiol 2012;2:321.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1075 Flu jo san g u ín eo co ro n ario e isq u em ia m io cárd ica 57 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Vasoespasmo coronario El espasmo coronario produce una oclusión funcional transitoria de la arteria coronaria que es reversible y que responde a los nitratos. Es más frecuente en el contexto de una estenosis coronaria, en la que produce una situación de estenosis dinámica que puede disociar los efectos sobre la perfusión de la gravedad anatómica de la estenosis (v. capítulo 20). En la EAC, es probable que la rotura del endotelio intervenga en el vasoespasmo focal; la vasodilatación normal provocada por los autacoides y la estimulación simpática se convierte en una respuesta de vasoconstricción debido a la falta de vasodilatación com- petitiva dependiente del endotelio. Sin embargo, aunque la alteración de la vasodilatacióndependiente del endotelio es un factor sin el cual no puede producirse el vasoespasmo, no es esta alteración lo que lo provoca, sino que es necesaria la presencia de un desencadenante (p. ej., formación de un trombo, activación simpática). Los mecanismos responsables de la angina variante con arterias coronarias normales, o angina de Prinzmetal son menos claros. Los datos procedentes de modelos animales indican una sensibilización de los mecanismos vasoconstrictores intrínsecos (v. «Bibliografía clásica»: Konidala y Gutterman). Las arterias coronarias son muy sensibles in vivo e in vitro a los agonistas vasoconstrictores y a la reducción de las respuestas vasodila- tadoras. Algunos estudios han demostrado que Rho, una proteína de unión a trifosfato de guanosina (GTP), puede sensibilizar al músculo liso vascular al calcio inhibiendo la actividad fosfatasa de la miosina por medio de la proteína efectora Rho cinasa. Vasodilatación farmacológica. Los efectos de los vasodilatadores farmacológicos sobre el flujo coronario son un reflejo de sus acciones directas sobre el tono del músculo liso vascular y sobre los ajustes secundarios en el tono de las arterias coronarias de resistencia. La dilatación dependiente del flujo amplifica la respuesta vasodilatadora, mientras que los ajustes de autorregulación pueden contrarrestar la vasodi- latación en un segmento de la microcirculación y restablecer la normalidad del flujo. Se utilizan vasodilatadores potentes de los vasos de resis- tencia específicamente en la evaluación de la gravedad de la estenosis coronaria.7 Nitroglicerina. La nitroglicerina dilata las arterias epicárdicas de conducción y las pequeñas arterias coronarias de resistencia, pero no aumenta el flujo sanguíneo coronario en el corazón normal (v. «Bibliografía clásica»: Duncker y Bache). Esta observación refleja el hecho de que el escape de la autorregulación, que devuelve la resistencia coronaria a los valores de control, contrarresta la vasodilatación arteriolar transitoria.3,4 Aunque la nitroglicerina no aumenta el flujo coronario en el corazón normal, puede producir una vasodilatación de las grandes arterias coronarias de resistencia que mejora la distribución de la perfusión al subendocardio cuando existe una alteración de la vasodilatación mediada por el NO y dependiente del flujo.6 También puede mejorar la perfusión subendocárdica en la insuficiencia cardíaca reduciendo la presión telediastólica del VI a través de una venodilatación sistémica. De la misma forma, los vasos coronarios colaterales se dilatan en respuesta a la nitroglicerina, y la reducción de la resistencia colateral puede mejo- rar la perfusión regional en algunas situaciones.6 Antagonistas del calcio. Todos los antagonis- tas del calcio inducen la relajación del mús- culo liso vascular y son, en diversos grados, vasodilatadores coronarios farmacológicos. En las arterias epicárdicas, la respuesta vasodilatadora es similar a la de la nitroglicerina e impide el vasoespasmo coronario superpuesto a una estenosis coronaria, así como en arterias normales de pacientes con angina variante. También producen vasodilatación hasta un grado submáximo en los vasos de resistencia coronaria. A este respecto, los derivados dihidropiridínicos como el nifedipino son particularmente potentes y pueden, a veces, precipitar la isquemia subendocárdica en presencia de una estenosis crítica. Esto se debe a la redistribución transmural del flujo sanguíneo (robo coronario), así como a la taquicardia y la hipotensión que se producen de forma transitoria con los preparados de semivida corta del nifedipino. Agonistas de la adenosina y del receptor A2. La adenosina dilata las arterias coronarias a través de la activación de los receptores A2 en el músculo liso vascular, y es independiente del endotelio en las arteriolas coronarias humanas aisladas de pacientes con enfermedades cardíacas.8 Experimentalmente, se observa una sensibilidad diferencial de la microcirculación a la adenosina con efectos directos relacionados con el tamaño de los vasos de resistencia y limitado principalmente a los vasos menores de 100 µm.3,4 Las arterias de resistencia más proximales y de mayor tamaño se dilatan a través de un mecanismo dependiente del NO debido al aumento de la tensión de cizallamiento. Por tanto, en los estados en que se altera la vasodilatación dependiente del endotelio, las respuestas máximas del flujo coronario a la adenosina intravenosa o intracoronaria pueden disminuir si no hay estenosis4 y aumentar con las intervenciones que mejoran la vasodilatación medida por el NO, como la reducción de las concentraciones de lipoproteínas de baja densidad (LDL). En la actualidad se emplea con más frecuencia una dosis única FIGURA 57-8 Respuestas diferenciales del diámetro de las arterias de conducción en arterias epicárdicas normales y ateroescleróticas. A. Acetilcolina. En las arterias normales, la acetilcolina produce vasodilatación, pero en las ateroes- cleróticas provoca una vasoconstricción, que es especialmente marcada en las estenosis. B. Prueba de presión con frío. La activación del tono simpático conduce habitualmente a una dilatación epicárdica neta, pero en los pacientes con ateroesclerosis se produce una vasoconstricción en los segmentos coronarios irregulares y estenosados. ACh, acetilcolina; C, control; NTG, nitroglicerina; PPF, prueba de presión con frío (respuesta). (A, modificado de Ludmer PL et al. Paradoxical vasoconstriction induced by acetylcholine in atherosclerotic coronary arteries. N Engl J Med 1986;315:1046; B, modificado de Nabel EG et al. Dilation of normal and constriction of atherosclerotic coronary arteries caused by the cold pressor test. Circulation 1988;77:43.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1076 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII de un agonista del receptor A2 de adenosina (p. ej., regadenosón) en la prueba de provocación farmacológica porque es tan efectivo como la adenosina. Estos fármacos evitan la necesidad de las infusiones continuas de adenosina durante las pruebas de imagen de perfusión miocárdicas7 (v. capítulo 16). Dipiridamol. El dipiridamol produce vasodilatación inhibiendo la recaptación por los miocitos de la adenosina liberada por ellos mismos. Por tanto, sus acciones y mecanismos son similares a los de la adenosina, con la excepción de que la vasodilatación es más prolongada. Su efecto puede anularse administrando aminofilina, un bloqueante inespecífico del receptor de la adenosina. Papaverina. La papaverina es un vasodilatador coronario de acción corta y fue el primer fármaco usado para la vasodilatación intracoronaria. Produce relajación del músculo liso vascular inhibiendo la fosfodiesterasa y aumentando el monofosfato de adenosina cíclico (AMPc). Tras la inyección en embolada, su comienzo de acción es muy rápido y la vasodilatación es más duradera que la producida por la adenosina (alrededor de 2 min). Sus acciones no dependen del endotelio. Estructura y función de la microcirculación coronaria Los esquemas de las figuras 57-4 y 57-5 indican una localización bastante concreta para el control de la resistencia vascular coronaria útil para la conceptualización de sus principales determinantes. En realidad, cada una de las arterias coronarias de resistencia forma parte de una red de distribución longitudinal y los estudios in vivo de la microcirculación coronaria han demostrado una heterogeneidad espacial considerable de cada uno de los mecanismos de control específicos de los vasos de resistencia3,4,6 (fig. 57-9). Para cubrir las necesidades del lechovascular distal, a menudo apartado del lugar del control metabólico de la resistencia coronaria, los vasos de resistencia tienen que dilatarse de forma coordinada. Esto puede lograrse de manera independiente de las señales metabólicas mediante detección de las fuerzas físicas del tipo del flujo intraluminal (control mediado por la tensión de cizallamiento) o de la presión intraluminal (control miógeno). Las arterias epicárdicas (diámetro > 400 µm) ejercen una función de arterias de conducción, con un diámetro regulado por la tensión de cizallamiento, que contribuyen mínimamente a la caída de la presión (< 5%) en un amplio intervalo de flujos coronarios. Los vasos arteriales coronarios de resistencia pueden dividirse en arterias pequeñas (100-400 µm), que regulan su tono en respuesta a las tensiones de cizallamiento locales y cambios de presión luminal (respuesta miógena), y arteriolas (< 100 µm), sensibles a cambios del metabolismo hístico local y que controlan la presión del lecho capilar coronario de baja resistencia3,4 (fig. 57-10 y fig. e57-1). La densidad capilar media del miocardio es de 3.500/mm2, que se traduce en una distancia intercapilar media de 17 µm, mayor en el subendocardio que en el subepicardio. En condiciones de reposo, la mayor parte de la caída de la presión en la microcirculación depende de las arterias de resistencia de 50 a 200 µm, mientras que la caída de la presión que tiene lugar en los capilares y las vénulas en condiciones normales de flujo es mínima4 (v. fig. e57-1A). Tras una vasodilatación farmacológica con dipiridamol, la vasodilatación de las arterias de resistencia minimiza la caída de FIGURA 57-9 Distribución transmural de los vasos coronarios de resistencia: principales mecanismos de vasodilatación y vasoconstricción en las arterias epicárdicas de conducción y en diferentes lugares de la microcirculación. Las arterias epicárdicas de conducción se ramifican en arterias de resistencia subepicárdica y subendocárdica. Las arterias de resistencia que penetran en la pared tienen la peculiaridad de que no responden a los estímulos metabólicos subendocárdicos, sino que, en teoría, la regulación de su tono depende más de la respuesta a la tensión de cizallamiento y a la presión intraluminal como mecanismo para producir la dilatación ante las modificaciones metabólicas del plexo arterial subendocárdico distal. Para más detalles, véase el texto. ACh, acetilcolina; AII, angiotensina II; EDHF, factor de hiperpolarización dependiente del endotelio; ET, endotelina; 5HT, 5-hidroxitriptamina [serotonina]; KATP, canal de potasio dependiente del ATP; NEα1, noradrenalina adrenérgica α1; NEβ1, noradrenalina adrenérgica β1; NO, óxido nítrico; TXA2, tromboxano A2. (Modificado de Duncker DJ, Bache RJ. Regulation of coronary vasomotor tone under normal conditions and during acute myocardial hypoperfusion. Pharmacol Ther 2000;86:87.) FIGURA 57-10 Regulación integradora del flujo coronario por mecanismos ascendentes, metabólicos, miógenos e inducidos por la tensión de cizallamiento en respuesta a la activación metabólica. Las arteriolas distales pequeñas inmediatamente antes de los capilares son sensibles a los metabolitos tisulares. Las arteriolas intermedias proximales son sensibles a la presión, con predominio de los mecanismos miógenos. Las arterias de resistencia pequeñas se eliminan del medio metabólico y, principalmente, ajustan el tono local en respuesta a la tensión de cizallamiento y al flujo. La resistencia capilar y la venular son pequeñas y se considera que son fijas. (Modificado de Davis MJ, Hill MA, Kuo L. Local regulation of microvascular perfusion. In Tuma RF, Duran WN, Ley K, editors. Handbook of Physiology: Microcirculation. San Diego: Academic Press; 2008, p 161.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1077 Flu jo san g u ín eo co ro n ario e isq u em ia m io cárd ica 57 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . la presión precapilar en las arterias de resistencia. Al mismo tiempo, aumenta la caída de la presión y la redistribución de la resistencia en las vénulas, en las que la relajación del músculo liso es limitada y la resistencia, ya baja, es bastante fija. Durante los ajustes fisiológicos del flujo, la vasodilatación de la microcirculación es bastante heterogénea. Por ejemplo, como la presión se reduce durante la autorregulación, la dilatación afecta sobre todo a las arteriolas menores de 100 µm, mientras que las arterias de resistencia de mayor calibre tienden a contraerse debido a la reducción de la presión de perfusión3 (v. fig. e57-1B). Por el contrario, la vasodilatación metabólica produce una dilatación más uniforme en los vasos de resistencia de todos los tamaños4 (v. fig. e57-1C). En la respuesta a los agonistas dependientes del endotelio y a los vasodilatadores farmacológicos la respuesta es igual de heterogénea. Un componente específico de la vascularización coronaria subendo- cárdica de resistencia son las arterias penetrantes transmurales que van del epicardio al plexo subendocárdico (v. «Bibliografía clásica»: Duncker y Bache). Estos vasos son menos sensibles a las señales metabólicas y, además, no están expuestos a los estímulos metabólicos que aparecen cuando la isquemia se limita al subendocardio. La consecuencia es que el control local de la presión derivado de la alteración de las tensiones de cizallamiento y de la relajación miógena se convierte en un determinante importante del diámetro de este segmento de resistencia «corriente arriba». Incluso en vasodilatación máxima, este segmento crea un componente longitudinal adicional de resistencia vascular coronaria que hay que atravesar antes de llegar a la microcirculación arteriolar. Debido a esta mayor caída de la presión longitudinal, las presiones de la microcirculación son más bajas en las arteriolas coronarias subepicárdicas que en las epicárdicas.4 Fuerzas físicas intraluminales que regulan la resistencia coronaria Como la mayor parte de la vascularización coronaria de resistencia se encuentra por encima del lugar donde actúan los mediadores metabólicos de control, los mecanismos locales de control vascular adquieren una importancia crítica en la coordinación adecuada de la perfusión a la microcirculación distal. La expresión de los mecanismos es distinta según los tamaños y las clases de vasos de resistencia, coincidiendo con su función. Regulación miógena La respuesta miógena se refiere a la capacidad del músculo liso vascular para oponerse a los cambios de diámetro de las arterias coronarias.3 Por tanto, los vasos se relajan cuando disminuye la presión de distensión y se contraen cuando se eleva la presión de distensión (fig. 57-11A). El tono miógeno es una propiedad del músculo liso de las arterias coronarias de resistencia de todos los tamaños en los animales, y también en el ser humano. Aunque el mecanismo celular es dudoso, depende de la entrada del calcio en el músculo liso vascular, quizá a través de los canales del Ca2+ de tipo L activados por la distensión, lo que da lugar a una activación cruzada. Los cambios de resistencia que surgen de la respuesta miógena tienden a devolver el flujo coronario local a su valor original. Se ha defendido que la regulación miógena es un mecanismo importante de la respuesta de autorregulación coronaria y parece que, in vivo, se produce sobre todo en las arteriolas menores de 100 µm (p. ej., durante la autorregulación) (v. fig. e57-1B). Control de la resistencia coronaria mediado por el flujo Las arterias y arteriolas coronarias pequeñas también regulan su diámetro en respuesta a los cambios de la tensión decizallamiento local (fig. 57-11B). La dilatación inducida por el flujo en las arteriolas coronarias depende del endotelio y en ella interviene el NO, ya que puede abolirse con un análogo de la l-arginina. Por el contrario, los vasos auriculares aislados de pacientes sometidos a cirugía cardíaca muestran una vasodilatación mediada por el flujo en la que interviene el EDHF. Esta disparidad con los estudios en animales puede deberse a la edad o a diferencias entre especies en la importancia relativa del EDHF y el NO en la circulación coronaria. El mecanismo también parece variar en función del tamaño del vaso, y los estudios en cerdos han demostrado que la hiperpolarización regula las arterias epicárdicas de conducción8 mientras que el efecto del NO es más importante en la vascularización de resistencia. El EDHF también puede representar una vía de compensación, habitualmente inhibida por el NO, que aumenta en las enfermedades en las que la vasodilatación mediada por el NO está alterada.8 Estudios más recientes han demostrado que este factor parece ser el peróxido de hidrógeno.5,8 A pesar de la variabilidad de los casos aislados, el bloqueo de la NOS con un análogo de la l-arginina en la circulación coronaria del ser humano reduce la vasodilatación producida por los agonistas farmacológicos dependientes del endotelio y atenúa el aumento del flujo durante la vasodilatación metabólica, lo que demuestra que la vasodilatación mediada por el NO es importante en la determinación del tono vascular fisiológico en algunos segmentos de la vascularización coronaria de resistencia. Mediadores metabólicos del control de los vasos de resistencia coronarios. A pesar del avance en los conocimientos sobre la distribución de la resistencia en la microvascularización coronaria, por el momento no se ha llegado a un consenso sobre cuáles son los mediadores específicos de la vasodilatación metabólica.1,9 La resistencia coronaria en cualquier segmento de la microcirculación representa la integración de los factores físicos locales (p. ej., presión, flujo), los metabolitos vasodilatadores (p. ej., adenosina, Po2, pH), los autacoides y la modulación nerviosa. Cada uno FIGURA 57-11 Efectos de las fuerzas físicas sobre el diámetro de las arterías coronarias de resistencia humanas aisladas (diámetro nominal, 100 µm). A. Cuando la presión de distensión se reduce por debajo de 100 mmHg, se produce una vasodilatación progresiva compatible con la regulación miógena. La dilatación miógena alcanza el diámetro pasivo máximo del vaso a 20 mmHg. B. Vasodilatación mediada por flujo en arterias de resistencia humanas canalizadas. Al aumentar el gradiente de presión a lo largo del vaso aislado, sube el flujo intraluminal, lo que causa dilatación progresiva, que se anula eliminando el endotelio. En la mayoría de los vasos arteriales se produce una dilatación mediada por flujo similar, incluidas las arterias de conducción coronarias. (A, modificado de Miller FJ, Dellsperger KC, Gutterman DD. Myogenic constriction of human coronary arterioles. Am J Physiol 1997;273:H257; B, modificado de Miura H et al. Flow-induced dilation of human coronary arterioles: important role of Ca2+-activated K+ channels. Circulation 2001;103:1992.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1078 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII de estos mecanismos contribuye al tono neto del músculo liso vascular coronario, que en último término puede estar controlado por la abertura y el cierre de los canales de K+ sensibles al trifosfato de adenosina (ATP; KATP) de dicho músculo. Los mecanismos locales de control son bastante redundantes,1,2 por lo que el bloqueo de uno solo de ellos no altera la autorregulación coronaria ni la regulación del flujo metabólico cuando las presiones coronarias son normales. Sin embargo, esta redundancia puede desenmascararse sometiendo el corazón a una prueba de esfuerzo y evaluando la regulación del flujo a las reducidas presiones distales a una estenosis coronaria tanto en reposo como durante el ejercicio. Se resumen a continuación algunos de los candidatos propuestos y su intervención en el control de la resistencia metabólica y en la vasodilatación inducida por la isquemia (v. «Bibliografía clásica»: Feigl, y Duncker y Bache). Adenosina. Durante mucho tiempo ha despertado interés la interven- ción de la adenosina como mediador metabólico el control de la resistencia arterial. Esta sustancia se libera a partir de los miocitos cardíacos cuando la velocidad de hidrólisis del ATP supera a la de su síntesis durante la isquemia. Su producción y liberación también aumentan con el metabolismo del miocardio. La semivida de la adenosina es extraordinariamente corta (< 10 s) debido a su rápida inactivación por la adenosina desaminasa. Se une a receptores A2 en el músculo liso vascular, aumenta el AMPc, y abre los canales KATP y los intermedios del potasio activados por el calcio.6,8 La adenosina tiene un efecto diferencial sobre las arterias coronarias de resistencia, con predominio de la dilatación de los vasos menores de 100 µm.4 Aunque la adenosina no ejerce un efecto directo sobre las arterias de resistencia de mayor calibre y las arterias de conducción, estas se dilatan por la acción de la vasodilatación dependiente del endotelio debida al aumento simultáneo de la tensión de cizallamiento local cuando disminuye la resistencia en las arteriolas.3 A pesar del atractivo que pueda despertar la adenosina como mecanismo de control local, existen hoy suficientes datos experimentales in vivo que demuestran de manera convincente que no es necesaria para que el flujo coronario se ajuste a los aumentos del metabolismo o la autorregulación.6 Sin embargo, sí puede contribuir a la vasodilatación durante la hipoxia y durante la isquemia miocárdica aguda inducida por el ejercicio en las zonas distales a la estenosis.2 Canales del K+ sensibles al ATP. Los canales KATP del músculo liso de los vasos coronarios poseen una actividad tónica y contribuyen al tono vascular coronario en condiciones de reposo. La anulación de la abertura de los canales KATP con glibenclamida produce constricción de las arteriolas menores de 100 µm, reduce el flujo coronario y acentúa la isquemia miocárdica distal a la estenosis coronaria, contrarrestando los mecanismos vasodilatadores intrínsecos.2 Los canales KATP pueden modular las respuestas coronarias tanto metabólicas como de autorregulación. Es un mecanismo potencialmente atractivo porque muchos de los demás candidatos a la regulación metabólica del flujo (p. ej., adenosina, NO, adrenorreceptores β2 y prostaciclina) se alteran cuando se bloquea esta vía. Es probable que la abertura del canal KATP sea un efecto común más que el sensor de la actividad metabólica o de los ajustes de autorregulación del flujo. También las reducciones del flujo coronario observadas tras el bloqueo de la vasodilatación del canal KATP pueden ser farmacológicas, causadas por una vasoconstricción de la microcirculación que contrarresta los estímulos vasodilatadores intrínsecos, como se observa cuando se administran otros vasoconstrictores potentes (p. ej., endotelina, vaso- presina) en dosis farmacológicas. Percepción del oxígeno. Aunque la Po2 local representa un estímulo vasodilatador coronario muy potente, seguimos sin conocer el mecanismo de regulación del tono arteriolar. El flujo coronario aumenta proporcionalmente al disminuir el contenido de oxígeno arterial (Po2 reducida o anemia), y la densidad de capilares perfundidos se duplica en respuesta a la hipoxia. El mecanismo subyacente podría consistir en la liberación de NO yATP (que estimula los receptores P2 del endotelio vascular para que sinteticen NO) por los eritrocitos cuando desciende la Po2 intravascular.1,2 Sin embargo, no se han publicado estudios que demuestren que el oxígeno tenga un efecto directo sobre los ajustes metabólicos o de autorregulación, y la respuesta vasodilatadora a la disminución del aporte de oxígeno arterial podría deberse, simplemente, a la estrecha relación que existe entre el metabolismo y el flujo miocárdicos. Acidosis. La hipercapnia y la acidosis arteriales son potentes estímulos que producen vasodilatación coronaria con independencia de la hipoxia. Aunque su función precisa en la regulación local de la perfusión del miocardio sigue siendo oscura,1 parece razonable que una parte de la vasodilatación que se produce con el aumento del metabolismo del miocardio pueda derivarse del aumento de la producción miocárdica de dióxido de carbono (CO2) y de la acidosis hística en el contexto de una isquemia aguda. Flujo en la arteria coronaria derecha Aunque los conceptos generales sobre la regulación del flujo coronario desarrollados para el VI son aplicables al derecho, existen algunas dife- rencias relacionadas con la magnitud de la irrigación arterial coronaria derecha de la pared libre del ventrículo derecho (VD), aspecto que se ha estudiado en perros en los que la arteria coronaria derecha (ACD) es un vaso no dominante.6 En lo que se refiere a la reserva coronaria derecha, la presión arterial en la ACD supera de manera sustancial la presión del VD, lo que minimiza los factores de compresión de la reserva coronaria. El consumo de oxígeno del VD es inferior al del VI, y las saturaciones de oxígeno en las venas coronarias son mayores en la circulación coronaria derecha que en la izquierda. Como la reserva de extracción de oxígeno es considerable, el flujo coronario disminuye a media que se reduce la presión y el aporte de oxígeno se mantiene aumentando su extracción. Estas diferencias parecen específicas de la pared libre del VD y, en el ser humano, en el que la ACD es dominante e irriga gran parte del VI inferior, es probable que predominen los factores que influyen en la regulación del flujo al miocardio del VI. VALORACIÓN FISIOLÓGICA DE LAS ESTENOSIS DE LAS ARTERIAS CORONARIAS La evaluación fisiológica de la gravedad de la estenosis es un com- ponente fundamental del diagnóstico y tratamiento de los pacientes con EAC epicárdica obstructiva10 (v. capítulo 61). Las estenosis de las arterias epicárdicas debidas a la ateroesclerosis aumentan la resistencia coronaria y reducen la perfusión miocárdica máxima. Las anomalías en el control microcirculatorio coronario también pueden contribuir a la isquemia miocárdica en muchos pacientes. Puede separarse el papel de la estenosis del de los vasos de resistencia coronaria, evaluando simul- táneamente el flujo coronario y la presión coronaria distal usando los transductores intracoronarios disponibles ahora en la asistencia clínica11,12 (v. capítulo 62). Relación presión-flujo en la estenosis Las arterias coronarias epicárdicas visibles en la angiografía pueden aceptar grandes aumentos del flujo coronario en condiciones normales sin que se produzca una caída significativa de la presión, por lo que desarrollan una función de conducción hacia la vascularización coronaria de resistencia. Esta situación cambia de manera espectacular en la EAC, en la que la resistencia de las arterias epicárdicas se convierte en dominante. El componente fijo de la resistencia aumenta con la gravedad de la estenosis y limita la perfusión máxima del miocardio. Como punto de partida, es útil considerar la relación idealizada entre la gravedad de la estenosis, la caída de la presión y el flujo, lo que se ha validado tanto en animales como en el ser humano estudiados en circunstancias en las que se minimiza la ateroesclerosis difusa y los factores de riesgo que pueden alterar el control de los vasos de resistencia de la microcirculación. En la figura 57-12 se resumen los FIGURA 57-12 Mecánica del líquido en una estenosis. La ecuación de Bernoulli permite calcular la caída de la presión a través de la estenosis. Es inversamente proporcional al área transversal mínima de la estenosis y varía con el cuadrado del flujo a medida que la estenosis se agrava. µ, viscosidad de la sangre; σ, densidad de la sangre; An, área del segmento normal; As, área de la estenosis; f1, coeficiente de viscosidad; f2, coeficiente de separación; L, longitud de la estenosis; ∆P, caída de la presión; Q · , flujo. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1079 Flu jo san g u ín eo co ro n ario e isq u em ia m io cárd ica 57 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . principales factores de la pérdida de energía de las estenosis. La relación entre una reducción del diámetro del 30 y del 90% puede describirse usando el principio de Bernoulli. La caída total de la presión a través de la estenosis depende de tres factores hidrodinámicos –las pérdidas de viscosidad, las pérdidas de separación y la turbulencia–, aunque el último de ellos suele ser un componente relativamente menor de la pérdida de presión. El factor más importante de la resistencia en la estenosis para un valor determinado del flujo es el área transversal mínima de la lesión estenótica (v. «Bibliografía clásica»: Klocke, 1983). Como la resistencia es inversamente proporcional al cuadrado del área transversal, pequeños cambios dinámicos del área de la luz producidos por trombos o por la actividad vasomotora en las lesiones asimétricas (en las que el músculo liso vascular puede relajarse o contraerse en una parte de la estenosis) pueden dar lugar a cambios importantes en la relación presión-flujo en la estenosis y reduce la perfusión máxima durante la vasodilatación. La pérdida de separación determina la curvilinealidad o «gradación» de la relación presión-flujo de la estenosis y se convierte en un factor de importancia creciente a medida que aumenta la gravedad de la estenosis o la velocidad del flujo. La longitud de la estenosis y los cambios en el área transversal distal a la estenosis son factores de resistencia relativamente menores en gran parte de las lesiones coronarias. El remodelado difuso hacia fuera a partir de luz del vaso con engro- samiento de la pared arterial es habitual en la ateroesclerosis coronaria pero no altera las características de presión-flujo de la estenosis para una geometría intraluminal determinada. Por el contrario, un remodelado difuso hacia dentro reduce eficazmente la superficie mínima de la lesión, junto con la longitud del vaso sanguíneo, y puede llevarnos a subestimar la gravedad de la estenosis si nos basamos en la medición del diámetro o la superficie relativos (v. capítulo 20) y puede contribuir, al mismo tiempo, a un descenso significativo de la presión longitudinal que reduce igualmente la perfusión máxima.10 El descenso de la presión y la resistencia causados por la estenosis aumentan exponencialmente al disminuir la sección transversal mínima de la lesión (fig. 57-13A, B). Esto refleja que el descenso de la presión de- pende del flujo y varía en función del cuadrado del flujo o la velocidad de flujo. Debido a ello, la resistencia de la estenosis instantánea aumenta progresivamente durante la vasodilatación. Esto es especialmente importante a la hora de determinar el comportamiento de presión-flujo de la estenosis en arterias muy estenosadas y conduce a una situación en la que pequeñas reducciones de la superficie luminal dan lugar a importantes reducciones de la presión coronaria postestenótica que limitanla perfusión coronaria máxima de la microcirculación distal. Interrelación entre la presión coronaria distal, el flujo y la gravedad de la estenosis Como la perfusión miocárdica máxima depende en último término de la presión coronaria distal a la estenosis, es útil colocar la relación entre presión y flujo de la estenosis epicárdica en el contexto de la autorregulación coronaria y las relaciones entre presión y flujo de las coronarias dilatadas. En la figura 57-13C se resumen los efectos de una estenosis sobre el flujo en reposo o con vasodilatación en función de la reducción porcentual del diámetro cuando no existe un estrechamiento intraluminal difuso y la resistencia de la microcirculación coronaria es normal. Debido a la autorregulación coronaria, el flujo permanece FIGURA 57-13 Interrelación entre la relación presión-flujo en la estenosis de la arteria epicárdica (A), la resistencia de la estenosis al flujo en reposo autorregulado y vasodilatado al máximo (B), la reserva de flujo coronario absoluta (C) y la relación presión-flujo coronario distal (D). Las líneas y los círculos rojos representan el flujo en reposo, y las líneas y los círculos azules indican la vasodilatación máxima para estenosis con reducción del diámetro del 50, el 70 y el 90%. Como se puede ver en A, la relación presión-flujo de la estenosis se vuelve muy poco lineal al aumentar la gravedad de la estenosis. Por consiguiente, la resistencia instantánea de la estenosis aumenta durante la vasodilatación (B). Debido al comportamiento no lineal de la relación presión-flujo de la estenosis, se observa un descenso muy pequeño de la presión a través de una estenosis del 50%, y la presión coronaria distal y el flujo vasodilatado se mantienen casi normales. Por el contrario, una estenosis del 90% reduce seriamente el flujo y, debido a lo empinado de la relación presión-flujo de la estenosis, produce una disminución muy marcada de la presión coronaria distal. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1080 EN FE RM ED A D ES C A RD IO VA SC U LA RE S AT ER O ES CL ER Ó TI CA S VII constante cuando la gravedad de la estenosis aumenta y la perfusión en reposo no permite distinguir hemodinámicamente una estenosis significativa (v. capítulo 16). Por el contrario, la relación presión-flujo con vasodilatación máxima detecta con mucha mayor sensibilidad el aumento de la gravedad de la estenosis. En condiciones normales, la reserva de flujo coronario es importante, hasta tal punto que los valores del flujo en reposo pueden multiplicarse por cinco. Como se muestra en la figura 57-13D, la presión a través de una estenosis (∆P) o una alteración causada por una estenosis en la perfusión miocárdica máxima no disminuye significativamente hasta que el grado de estenosis sobrepasa una reducción del diámetro del 50% (reducción de la sección transversal del 75%). Cuando el grado de estenosis supera el 50%, aumenta la pendiente de la relación curvilínea entre la presión y el flujo de la estenosis coronaria, y los incrementos de la resistencia a nivel de la estenosis se acompañan de un aumento concomitante de ∆P a través de la misma (v. fig. 57-13A). Esto reduce la presión coronaria distal, el principal factor determinante de la perfusión a la microcirculación, y disminuye el flujo vasodilatado máximo (y la reserva de flujo coronario). Suele producirse una estenosis crítica, una en la que la reserva del flujo subendocárdico está completamente agotada en reposo, cuando el grado de estenosis supera el 90%. En estas circuns- tancias, la vasodilatación farmacológica de los vasos de resistencia subepicárdicos da lugar a una reducción de la presión coronaria distal que redistribuye en realidad el flujo lejos del subendocardio, lo que lleva a un fenómeno de «robo transmural».6 Conceptos de perfusión máxima y de reserva coronaria Originalmente Gould10 propuso el concepto de reserva coronaria y los progresos técnicos posteriores han permitido caracterizarla en el ser humano utilizando tanto mediciones invasivas con catéter de la presión y el flujo coronario (fig. 57-14; v. capítulo 62) como técnicas de imagen no invasivas que estudian la perfusión miocárdica con tomo- grafía por emisión de positrones (PET), tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) y, más recientemente, con resonancia magnética (RM) cardíaca (RMC; v. capítulos 16 y 17). Con métodos para cuantificar la perfusión y la presión coronaria también se ha ido confirmando que las anomalías del control de la microcirculación coronaria contribuyen a la repercusión funcional de la estenosis aislada de una arteria epicárdica en muchos pacientes con EAC, además de alterar las respuestas del flujo coronario en presencia de unas arterias coronarias normales. Debido a estas complejidades, a menudo se necesitan varios métodos complementarios para definir las limitaciones en la perfusión miocárdica que se producen como consecuencia de la gravedad de la estenosis frente a las anomalías de la microcirculación coronaria. Los tres índices más importantes que se utilizan actualmente para cuantificar la reserva de flujo coronario son las reservas de flujo absoluta, relativa y fraccional (fig. 57-15). Reserva de flujo absoluta Los enfoques iniciales para valorar la gravedad funcional de la estenosis se centraron en la evaluación del aumento relativo del flujo tras una vasodilatación de causa isquémica (respuesta hiperémica reactiva tras la oclusión transitoria de la arteria coronaria) o de la vasodilatación farmacológica de la microcirculación tras la inyección intracoronaria de papaverina o adenosina o inyección intravenosa de dipiridamol. La reserva de flujo absoluta puede cuantificarse con mediciones de la velocidad Doppler intracoronaria o el flujo con termodilución, así como con métodos cuantitativos para obtener imágenes de la perfusión absoluta del tejido como la PET y la RM. Se expresa como la relación entre el flujo con vasodilatación máxima y el valor correspondiente del flujo en reposo en una región específica del corazón, y cuantifica la capacidad de aumentar del flujo por encima del valor de reposo (v. fig. 57-15A). Reducciones clínicamente importantes del flujo máximo que se correlacionan con la isquemia inducida por el esfuerzo en la SPECT suelen asociarse a valores de la reserva de flujo absoluta inferiores a 2 (v. capítulo 16). La reserva de flujo absoluta no se altera solo por los factores que influyen sobre el flujo coronario máximo (p. ej., gravedad de la estenosis, alteración del control de la microcirculación, presión arterial o frecuencia cardíaca) sino también por el valor correspondiente del flujo en reposo. Como se señaló anteriormente, el flujo en reposo puede variar con el contenido de hemoglobina, los valores hemodinámicos basales y la extracción de oxígeno en reposo. Por tanto, las reducciones de la reserva de flujo ab- soluta pueden ser consecuencia de elevaciones inadecuadas del flujo coronario de reposo, así como de reducciones de la perfusión máxima. En ausencia de ateroesclerosis difusa o de hipertrofia VI, la reserva de flujo absoluta en las personas conscientes es similar a la medida en animales, y el flujo vasodilatado alcanza cuatro o cinco veces el valor medido en reposo. Por tanto, en pacientes con EAC aislada de uno o dos vasos (fig. e57-2A) con vasodilatación inducida con papaverina intracoronaria, se produce una reduplicación bastante buena de la relación idealizada entre la gravedad de la estenosis y la reserva de flujo absoluta. Por el contrario, las anomalías en la microcirculación coronaria y la incertidumbre en la geometría de la estenosis o la ateroesclerosis difusa
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