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33© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos DEFINICIÓN DE CALIDAD DE LA ASISTENCIA, 33 RELEVANCIA DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA EN LA PRÁCTICA CARDIOVASCULAR, 33 MEDICIÓN DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA Y USOS DE LAS MEDIDAS DE CALIDAD, 34 Tipos de medidas de calidad, 34 Fuentes de datos, 35 Usos de las medidas de calidad, 36 Problemas de las medidas de calidad: consecuencias imprevistas, 36 MEJORA DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA, 36 Estrategias de mejora de la calidad, 37 CONCLUSIÓN, 37 BIBLIOGRAFÍA, 38 Medida y mejora de la calidad de la asistencia: relevancia para la práctica clínica cardiovascular FREDERICK A. MASOUDI Y JOHN S. RUMSFELD 4 La calidad de la asistencia sanitaria es importante para todos los implicados, la perspectiva básica de este capítulo es la correspondiente a los clínicos cardiovasculares. Nuestros objetivos son proporcionar a los clínicos cardiovasculares la definición de calidad de la asistencia y la relevancia de la medición de la calidad y su mejoría en la práctica cardiovascular actual. Nos centraremos en las medidas de calidad de la asistencia sanitaria, los usos de estas mediciones y los abordajes para mejorar la calidad asistencial. DEFINICIÓN DE CALIDAD DE LA ASISTENCIA La calidad de la asistencia se define, por lo general, como el grado en que la asistencia sanitaria realizada optimiza las evoluciones de la asistencia. En EE. UU., el Institute of Medicine (IOM) ha definido más específicamente la calidad de la asistencia como «el grado en que los sistemas de asistencia sanitaria, servicios y suministros para personas y poblaciones aumentan la probabilidad de los resultados de salud deseados de un modo compatible con el conocimiento profesional actual» (v. «Bibliografía clásica»: Cros- sing the Quality Chasm). Los resultados principales de la asistencia son supervivencia, estado de salud del paciente (carga de síntomas, estado funcional y calidad de vida asociada a la salud), morbilidad (p. ej., ingreso por infarto agudo de miocardio [IAM] o insuficiencia cardíaca), experiencia del paciente (p. ej., satisfacción) y rentabilidad. El IOM ha propuesto seis dominios de calidad: eficacia, seguridad, equidad, puntualidad, eficiencia y enfoque en el paciente (tabla 4-1). Por tanto, la calidad de la asistencia puede conceptualizarse como el grado en que se optimizan estos dominios. Concordantemente, las medidas de calidad deberían centrarse al menos en uno de esos seis dominios de calidad o bien medir directamente los resultados de la asis- tencia. La mejora de la calidad (MC) es la acción realizada para mejorar uno o más de esos seis dominios para mejorar los resultados de salud. Lamentablemente, a pesar de los impresionantes avances terapéu- ticos en medicina cardiovascular durante los últimos 50 años y del desarrollo de directrices basadas en la evidencia para definir una asistencia óptima, son manifiestas las deficiencias bien reconocidas en la aportación de la atención sanitaria, con calidad y resultados subóptimos persistentes en la práctica asistencial. A pesar de un mayor gasto per capita en asistencia sanitaria que cualquier otro país, EE. UU. no consigue una puntuación proporcionalmente alta en la mayoría de las medidas de calidad de la asistencia ni en los resultados de salud.1 Además, la marcada variación geográfica de los gastos sanitarios en EE. UU. no se correlaciona congruentemente con los resultados de salud. Por ejemplo, existe una variación significativa en el uso de pruebas e intervenciones cardiovasculares que no se explica por la casuística y que no genera claramente mejores resultados en el paciente.2 Numerosos estudios han documentado una variación inexplicada en la aportación de la asistencia que refleja una infrautilización de la atención indicada según las directrices, una sobreutilización de tratamientos que probablemente no producen beneficios, y una utilización indebida que da lugar a complicaciones evitables y a errores médicos, todo lo cual con- tribuye a resultados subóptimos. Las grietas en la calidad pueden derivar de deficiencias en cualquiera de los dominios de la asistencia sanitaria de alta calidad del IOM (v. tabla 4-1). Por ejemplo, puede que no se pres- criban tratamientos eficaces a pacientes de elección (p. ej., tratamiento con estatinas en un paciente con un infarto de miocardio reciente). Los médicos y los sistemas sanitarios pueden fallar al minimizar la exposición de los pacientes a riesgos innecesarios (p. ej., prescripción de fármacos que crean un alto riesgo de interacción farmacológica adversa). Los clínicos pueden emplear tratamientos ineficaces (p. ej., colocación de un desfibrilador automático implantable para prevención primaria en un paciente con disfunción sistólica ventricular izquierda leve) o pueden usar recursos de cuidados intensivos con un beneficio limitado (p. ej., utilización rutinaria de balón intraaórtico en una intervención coronaria percutánea [ICP] de alto riesgo). La asistencia puede demorarse o aportarse de manera diferencial sin una justificación clínica adecuada basándose en la edad, el sexo, la raza/etnicidad o la protección del paciente por el seguro. Los pacientes pueden no comprometerse de forma óptima en su asistencia, lo que se manifiesta como una menor adherencia a los tratamientos y las conductas del estilo de vida recomendados. Las deficiencias en cualquiera de estas áreas contribuyen a la variación que se observa en la calidad de la asistencia y los resultados en los pacientes, y generan costes innecesarios. De acuerdo con el IOM, se calcula que la infrautilización, la sobreutilización y la utilización indebida de tratamientos médicos dan lugar a un exceso de costes sanitarios anuales en EE. UU. de 55.000, 210.000 y 130.000 millones de dólares, res- pectivamente.3 El rápido incremento de los costes en asistencia sanitaria y el conocimiento de que existe una proporción considerable de ellos que son innecesarios ha impulsado una reforma en la que son fundamentales la medición y la declaración de la calidad de la asistencia. RELEVANCIA DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA EN LA PRÁCTICA CARDIOVASCULAR Los clínicos cardiovasculares deben tener una función central en la medición de la calidad y en cómo se modifican los sistemas de salud para optimizar la calidad y los resultados en los pacientes. Con demasiada frecuencia, los clínicos perciben la calidad de la asistencia como un pro- blema de documentación clínica o como la obligación externa de «trabajar para la prueba» en el caso de los requerimientos de las aseguradoras. Esta visión suele reforzarse en el ambiente sanitario actual, en el cual la medición y la declaración a menudo se sitúan en un contexto «regulador» y suelen ejecutarse separadamente de la interacción médico-paciente y de la toma de decisiones clínicas. La interacción de los pacientes con Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 34 Co n si d er a Ci o n es g en er a le s d e la s en fe rm ed a d es C a rd io va sC u la re s I los médicos es fundamental en una asistencia de alta calidad dado el impacto de las decisiones clínicas (p. ej., los tratamientos prescritos, las intervenciones realizadas) sobre los resultados del paciente. Sin duda, hay varias razones por las que los profesionales cardiovas- culares deberían participar en la medida y mejora de la calidad de la asistencia. En primer lugar, la calidad de la asistencia refleja el grado en el que los clínicos practican la medicina basada en la evidencia. Inherente a esta es la consideración de los mejores indicios científicos existentes, y los factores y preferencias del paciente concreto.En una situación óptima, el paciente informado, que conoce su estado de salud y los posibles riesgos y beneficios de las intervenciones sanitarias, desde la prevención hasta el tratamiento agudo y crónico de la enfermedad, interacciona con los clínicos que siguen los principios de la medicina basada en la evidencia. En segundo lugar, la calidad de la asistencia se sitúa en el centro de la mejora del sistema sanitario. Los resultados de las decisiones sobre la salud tomadas por pacientes y clínicos cardiovasculares dependen del entorno en el que se toman esas decisiones. Desde la perspectiva del clínico cardiovascular, la calidad de la asistencia no solo incluye sus acciones, sino también el acceso, participación y conductas del paciente; contexto y métodos de la prestación de asistencia sanitaria; y múltiples aspectos del sistema de salud, desde soporte de tecnologías de la información y personal auxiliar hasta políticas e incentivos. Por último, los conocimientos y las habilidades clínicas, aunque esenciales, no son suficientes para asegurar una asistencia sanitaria de calidad; otro determinante fundamental es el sistema de administración de la salud. En tercer lugar, la calidad de la asistencia proporciona un medio de responsabilidad profesional. El concepto de profesionalidad incluye no solo los buenos conocimientos clínicos, sino también la excelencia en la prestación de la asistencia y la responsabilidad por esa asistencia. La calidad de la asistencia, a través de medidas y mejoras de los dominios del IOM y resultados de pacientes, está ligada directamente a la prestación de asistencia y responsabilidad. Del mismo modo, la calidad de la asistencia es una pieza central de la profesionalidad cardiovascular. Además, la calidad de la asistencia cada vez se liga más al mantenimiento de certificaciones y licencias, especialmente en lo que respecta a la implica- ción en la mejora de la práctica. La educación médica está evolucionando a un modelo de aprendizaje de por vida, en el que los principios de la calidad de la asistencia se integran con el conocimiento clínico y la toma de decisiones. Es inherente a este nuevo marco conceptual que los clínicos cardiovasculares tendrán que contar con la capacidad de medida y mejora de la calidad de la asistencia además de los conocimientos médicos. Últimamente, los cambios fundamentales en el entorno de la asistencia sanitaria han centrado la calidad dentro el ejercicio clínico. Cada vez son más prevalentes la remuneración basada en el rendimiento y la declaración pública de las medidas de calidad de la asistencia, junto con los nuevos modelos de administración de cuidados y de remuneración, como las organizaciones de asistencia responsables. Esto subraya invariablemente el rendimiento en las medidas que reflejan uno o más de los dominios de calidad del IOM y en la determinación directa de los resultados del paciente. Es importante señalar que la remuneración en la asistencia médica está convirtiendo el pago por la cantidad en el pago por la calidad, también conocido como la «adquisición basada en el valor» de los servicios sanitarios. La Medicare Access and CHIP (Children’s Health Insurance Program) Reauthorization Act de 2015 (MACRA), que sustituyó a la Sus- tainable Growth Rate, representa un cambio espectacular en el abordaje del pago médico de los Centers for Medicare y Medicaid Services (CMS) estadounidenses.4 La MACRA relaciona la remuneración con la aportación de una asistencia de alta calidad, la puesta en práctica de recursos sanitarios electrónicos, la implicación en actividades de mejoría del rendimiento, y la participación en modelos alternativos de pago, lo que a su vez está ligado a la provisión de una asistencia de alta calidad a un coste más bajo. MEDICIÓN DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA Y USOS DE LAS MEDIDAS DE CALIDAD Esta sección se ocupa de los tipos de medidas de calidad, usos de medidas, fuentes de datos empleadas habitualmente en la medición de la calidad y limitaciones de las medidas de calidad, incluido el potencial de consecuencias no previstas. Tipos de medidas de calidad Hace 50 años, Avedis Donabedian articuló un marco conceptual perdurable para la medición de la calidad de la asistencia sanitaria: la caracterización de la calidad de acuerdo con la estructura, el proceso y el resultado (v. «Bibliografía clásica»). Aunque la medición contemporánea se extiende más allá de estos dominios, el modelo de Donabedian sigue siendo básico para la comprensión de la calidad de la asistencia sanitaria. El American College of Cardiology (ACC) y la American Heart Association (AHA) han descrito con detalle los principios metodológicos del desarrollo de varios tipos de medidas.5-8 Las medidas estructurales son atributos específicos del sistema asis- tencial usados como sustitutos de la asistencia prestada, ejemplos son el volumen de intervenciones y el estado de acreditación. Por lo general, esas medidas son tan solo sustitutos débiles y, con frecuencia, son inadecuadas ante la presencia de parámetros de calidad más sólidos.9,10 Las medidas de proceso reflejan las acciones de los clínicos, como pres- cripción de un medicamento, y son uno de los parámetros de calidad más usados. Por ejemplo, los CMS han incorporado los procesos de asistencia a IAM e insuficiencia cardíaca aguda en su sistema de comunicación de calidad Hospital Compare desde 1995.11 El ACC/AHA ha desarrollado varios grupos de medidas de proceso para intervenciones y enfermedades cardiovas- culares concretas (tabla 4-2). Operativamente, las medidas de proceso suelen escogerse de los procesos asistenciales con un respaldo sólido en las directrices de práctica (p. ej., recomendaciones de clase I en la taxonomía de recomendación de directrices del ACC/AHA). No todas las recomendaciones sólidas de directrices son apropiadas para adoptarlas como medidas de calidad, sin embargo; esas medidas deben poseer características adicionales que respalden su uso en la medida de calidad (tabla 4-3). Las medidas de proceso tienen una «validez aparente», porque se cen- tran en tratamientos y estrategias que han sido establecidos en estudios clínicos y son sencillos de interpretar. No obstante, por lo general requieren datos clínicos, precisando así recursos para la abstracción de datos. Los clínicos están de acuerdo con la exclusión de pacientes individuales de un «denominador» de medidas de proceso por contraindicaciones del tratamiento, pero resulta controvertido. Esas exclusiones aumentan aún más el trabajo de recogida de datos, pero potencian la validez clínica de esas medidas. Además, no siempre hay una asociación demostrada entre mayor puntuación de las medidas de proceso y mejores resultados de pacientes.12 Por último, las medidas de proceso podrían «tocar techo», de modo que las puntuaciones son siempre elevadas y las medidas pierden la capacidad de discriminar correctamente las instituciones. Este ha sido el caso en muchas de las medidas de proceso para enfermedades cardiovasculares que se han comunicado al público.13 Dadas las limitaciones de las medidas estructurales y de proceso, se ha puesto un mayor énfasis en las medidas de resultados. Las medidas adecuadas de los resultados tienen varios atributos, de los cuales el más importante puede ser el ajuste del riesgo14 (v. tabla 4-3). El ajuste del riesgo, o «casuística», puede ayudar a abordar las diferencias en las poblaciones de pacientes que reciben la asistencia. Un ajuste del riesgo sólido requiere métodos estadísticos avanzados y, por lo general, está TABLA 4-1 Dominios de asistencia sanitaria de la máxima calidad del Institute of Medicine (IOM) de EE. UU. dominio de Calidad definiCiÓn resumida Eficacia Proporciona servicios basados en el conocimiento científico a todos aquellos que podrían beneficiarse, y se abstiene de hacerlo a aquellos que probablemente no se beneficiarán (evita la infrautilización y el mal uso, respectivamente)Seguridad Evita daños a los pacientes debidos a asistencias destinadas a ayudarlos Equidad La asistencia prestada no varía en calidad según características personales como sexo, etnia, localización geográfica y estatus socioeconómico Puntualidad Reduce las esperas y, en ocasiones, las demoras nocivas para los receptores de la asistencia y aquellos que la prestan Eficiencia Evita la ineficiencia, incluidos despilfarro de recursos y tiempo del paciente, así como derroche de ideas y energía Enfoque en el paciente Presta una asistencia que respeta y responde a las preferencias, necesidades y valores de cada paciente, y asegura que los valores del paciente guían todas las decisiones clínicas. La asistencia centrada en el paciente atiende las necesidades físicas y emocionales del paciente, manteniendo o mejorando su calidad de vida, y da la oportunidad a los pacientes de tener el control en la toma de decisiones Tomado de IOM Committee on Quality Health Care in America. Crossing the Quality Chasm: a New Health System for the 21st Century. Washington, DC: National Academy Press; 2001. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 35 M ed id a y m ejo ra d e la calid ad d e la asisten cia: relevan cia p ara la p rácticaclín ica card io vascu lar 4 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . limitado por la disponibilidad de variables de datos precisas (p. ej., características de pacientes) para ser incluidas en los modelos de riesgo. Las medidas de resultados son atractivas, porque están centradas en el paciente, pueden aplicarse a todos ellos (a diferencia de las medidas de proceso, que solo se aplican a un «denominador» finito de pacientes) y reflejan las acciones del sistema sanitario. No obstante, los métodos de ajuste del riesgo deben ser válidos, y algunos resultados muy importantes para los pacientes (p. ej., estado de salud), ya no se miden sistemáticamente en grandes poblaciones en el momento actual. Además, a diferencia de las medidas de proceso, las medidas de resultados no clarifican explícitamente los objetivos de MC. Las medidas de valor, definidas a grandes rasgos como calidad pres- tada en función del coste, han aparecido en la agenda de medición de la calidad.15 Hay que destacar que el coste por sí mismo no es sinónimo de valor; la forma más sencilla de minimizar los costes es no prestar asistencia, mientras que el valor incorpora explícitamente la calidad. Se han caracterizado los atributos de las medidas de valor14 (v. tabla 4-3). El desarrollo de medidas de valor sólidas implica las dificultades inherentes a medir la calidad, así como las asociadas a la medición de los costes. En respuesta a la evidencia de que los gastos crecientes podrían reflejar en parte una sobreutilización, el ACC, junto con sociedades colaboradoras, ha desarrollado los criterios de uso apropiado (CUA). Estos criterios puntúan varias modalidades diagnósticas y terapéuticas de medicina cardiovascular respecto a si son apropiadas en distintas situaciones clínicas frecuentes.16 Como los CUA se basan en situaciones clínicas que quizás no reflejen exactamente el estado de un paciente con- creto, y puesto que los criterios derivan del consenso entre expertos, su función en la medida y comunicación de la calidad está evolucionando. Las medidas compuestas, que agregan formalmente múltiples aspectos de la calidad, resultan atractivas por los distintos procesos, estructuras y resultados que pueden medirse para un trastorno o inter- vención particular.17 El desarrollo de medidas compuestas es complejo, y debería estar guiado por una metodología explícita.18 Estas medidas tienen la ventaja de que combinan varios dominios de calidad, pero pueden enmascarar el impacto de las medidas individuales y reducir el conocimiento referente a dónde se necesitan acciones de mejora. Fuentes de datos Por lo general, las medidas de calidad son más útiles cuando se comparan con un estándar externo, o «punto de referencia», de prácticas similares o la media nacional. Aunque los datos de un único centro pueden resultar útiles para la valoración y mejora de la calidad local, los datos empleados para caracterizar la calidad alcanzan su máxima utilidad cuando se los compara respecto a pacientes, profesionales y contextos. Las fuentes que cumplen estos criterios a menudo se dividen en «datos de reclamaciones» (también llamados «datos administrativos») y clínicos; cada uno de ellos tiene sus puntos fuertes y débiles. En último término, una medida de calidad no será más sólida que la calidad de los datos en los que se basa. Las aseguradoras mantienen bases de datos de reclamaciones como forma de identificar y pagar los servicios sanitarios prestados a sus asegurados. Los datos de reclamaciones tienen varias ventajas. En primer lugar, suelen incluir grandes números de pacientes, aunque esto depende de la aseguradora en cuestión. Segundo, como estos datos ya están recogidos con otros fines, el incremento del coste para usarlos con este propósito es menor. Por último, utilizan un estándar constante (p. ej., códigos de la CIE-9) en cada reclamación. No obstante, varios factores limitan la utilidad de los datos de reclamaciones. Como su objetivo primario es facilitar el pago, tienen una capacidad reducida para ilustrar inferencias clínicas. Por ejemplo, los datos sobre reclamaciones tienen una utilidad limitada para medir la gravedad de la enfermedad, para enumerar las indicaciones y los resultados de las intervenciones y para diferenciar los trastornos concomitantes de las complicaciones. Además, los códigos diagnósticos pueden carecer de sensibilidad y especificidad, produciendo una discordancia con los diagnós- ticos establecidos por los clínicos. Estos datos son, asimismo, específicos de la población asegurada por la entidad que crea la base de datos. Por último, los datos de reclamaciones pueden requerir un tiempo sustancial antes de ser lo suficientemente completos como para utilizarlos. Así pues, las medidas basadas en ellos tendrán una demora respecto a la práctica existente. La utilidad de estos datos como componente de la medida de calidad depende sobremanera del uso específico. En algunos casos, los datos de reclamaciones y clínicos resultan igual de útiles para los ajustes según el tipo de pacientes a nivel hospitalario o institucional en las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, cuando se usan para el ajuste del riesgo a nivel de paciente, los datos clínicos calibran y discriminan más, por lo general, que los de reclamaciones.19 Los datos clínicos son atractivos como base de las medidas de calidad por varios motivos. La ventaja primaria de estos datos es su especificidad res- pecto a los detalles clínicos, como gravedad de la enfermedad, trastornos concomitantes, e indicaciones y resultados de intervenciones. Por ejemplo, la identificación de contraindicaciones de uso de un fármaco en una medida de calidad probablemente será incompleta si se usan los datos de reclamaciones, mientras que los datos clínicos tienen más probabilidades de TABLA 4-2 Grupos de medidas de rendimiento actuales del ACC/AHA Área aÑo de PuBliCaCiÓn (aCTualiZaCiÓn)* organiZaCiones PaTroCinadoras Insuficiencia cardíaca 2005 (2011, 2017) 2005: ACC/AHA (pacientes ingresados) 2011: ACC/AHA/AMA-PCPI (pacientes ambulatorios e ingresados) Enfermedad arterial coronaria crónica estable 2005 (2011, 2018) AHA/ACC/AMA-PCPI Hipertensión 2005 (2011) ACC/AHA/AMA-PCPI Infarto de miocardio 2006 (2008, 2017) ACC/AHA Rehabilitación cardíaca 2007 (2010, 2017) AACVPR/ACC/AHA Fibrilación auricular 2008 (2016) ACC/AHA/AMA-PCPIPrevención primaria de enfermedad cardiovascular 2009 ACC/AHA Enfermedad arterial periférica 2010 ACC/AHA/ACR/SCAI/SIR/ SVM/SVN/SVS Intervención coronaria percutánea 2013 ACC/AHA/SCAI/AMA-PCPI/ NCQA Prevención secundaria, actualización centrada en el tratamiento lipídico 2015 ACC/AHA Prevención de la muerte súbita cardíaca 2016 (est.) ACC/AHA AACVPR, American Association of Cardiovascular and Pulmonary Rehabilitation; ACC, American College of Cardiology; ACR, American College of Radiology; AHA, American Heart Association; AMA-PCPI, American Medical Association Physician Council on Performance Improvement; NCQA, National Committee for Quality Assurance; SCAI, Society of Cardiovas- cular Angiography and Interventions; SIR, Society of Interventional Radiology; SVM, Society of Vascular Medicine; SVN, Society of Vascular Nursing; SVS, Society of Vascular Surgeons. *Actualización más reciente estimada en cursiva. TABLA 4-3 Características de las medidas de proceso, resultado y valor en la asistencia sanitaria TiPo de medida CaraCTerÍsTiCas Proceso5 Basada en la evidencia Interpretable Ejecutable Numerador y denominador explícitos Válida Fiable Factible Resultados6 Definición explícita clara de la muestra apropiada de usuarios Variables clínicamente constantes para el ajuste del riesgo Datos de suficiente calidad y oportunos Tiempo determinado de constatación de covariables y resultados Período estandarizado de evaluación de resultados Análisis que incorpora la organización en multinivel de los datos Divulgación de los métodos empleados Valor y eficiencia7 Integración de calidad y coste Medida y análisis de los costes válidos Ningún incentivo o mínimo a la prestación de asistencia de mala calidad Atribución correcta de la medida Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 36 Co n si d er a Ci o n es g en er a le s d e la s en fe rm ed a d es C a rd io va sC u la re s I incluir la información relevante. También existen limitaciones de los datos clínicos. Habitualmente son más caros y difíciles de obtener en grandes poblaciones, comparados con los datos de reclamaciones. Aparte de los programas de registro clínico nacionales (descritos más adelante), hay pocas fuentes de datos clínicos que utilicen estándares constantes y ade- cuados en su alcance y capacidad para caracterizar la calidad a gran escala. Los datos de historiales clínicos, incluida la historia clínica electrónica (HCE), carecen de definiciones estandarizadas y es posible que no incluyan los elementos específicos necesarios para componer una medida de calidad. Los programas nacionales de registro clínico son actualmente los datos clínicos más usados para medir la calidad.20 En EE. UU., el programa National Cardiovascular Data Registry (NCDR) del ACC y organizaciones colaboradoras (www.ncdr.com), el Get With the Guidelines de la AHA (www.heart.org) y la base de datos nacional de la Society of Thoracic Surgeons (STS; www.sts.org) son los programas de registro cardiovas- culares más implementados. Proporcionan medidas de calidad respecto a los puntos de referencia nacionales utilizando datos clínicos detallados y estandarizados, y pueden ser el soporte de iniciativas de MC.21 En algunos casos, los datos clínicos y de reclamaciones se usan conjunta- mente para medir la calidad. Esta estrategia se emplea, a menudo, con el fin de aprovechar los datos clínicos detallados de un programa de registro referentes a un episodio de asistencia específico (p. ej., ICP, ingreso por insuficiencia cardíaca) y la evaluación de episodios posteriores mediante los datos de reclamaciones (p. ej., muerte o reingreso). Estas fuentes de datos híbridas, aunque comparten las ventajas y desventajas de sus componentes, permiten la evaluación de resultados longitudinales con una base clínica sólida. La prevalencia creciente de HCE en el sistema de salud de EE. UU. crea oportunidades y retos para la medición de la calidad. Las HCE tienen grandes cantidades de datos clínicos, pero en la actualidad no son la panacea de la forma de medir la calidad. Las HCE no son superiores a sus homólogos en papel respecto a la estructura de datos y definiciones, ni en asegurar que se recogen datos concretos, a menos que las plataformas de las HCE se modifiquen específicamente con este fin. Además, los sistemas de HCE no siempre son compatibles entre instituciones, limitando hasta qué punto pueden utilizarse en la evaluación multiinstitucional de la calidad sin más iniciativas. La experiencia indica que las HCE deben evolucionar notablemente hasta alcanzar su potencial total como fuente de datos sólidos y fiables para la medición de la calidad.22 Usos de las medidas de calidad Las medidas de calidad tienen varios fines, pero, a grandes rasgos, pueden considerarse como soporte de la MC o de la responsabilidad (p. ej., comunicaciones públicas).23 Es importante diferenciar estos dos usos: muchas medidas pueden ser apropiadas para los fines de autoevaluación, comparación con el punto de referencia y soporte de MC, pero las medidas que se usarán para la responsabilidad deben sostenerse ante el escrutinio de aquellos a los que miden y los usuarios previstos de esas medidas.24 El uso de medidas para la responsabilidad requiere una mayor validez, fiabilidad y reproductibilidad de las mismas, incluida la calidad de los datos subyacentes, así como la atribución de las medidas.25 El ACC/AHA y otros desarrolladores de medidas aplican estándares y nomenclatura específicos con el fin de identificar medidas apropiadas para establecer la responsabilidad (p. ej., las designadas «medidas de rendimiento») o aquellas destinadas a iniciativas de MC («parámetros de calidad» o «parámetros de prueba»).24 En EE. UU., la mayoría de las medidas destinadas a responsabilidad son revisadas y avaladas por el National Quality Forum (www.nqf.org). Las dos últimas décadas han sido testigo de la evolución de los programas que emplean medidas de calidad para los fines de res- ponsabilidad. Estas incluyen la comunicación pública de medidas de calidad (p. ej., Hospital Compare de CMS); «pago por comunicación», en el que la participación en las iniciativas de comunicación (no los resultados específicos) conlleva incentivos económicos; y el uso creciente del «pago por rendimiento», por el que el reembolso está ligado a características específicas de los resultados (p. ej., MACRA). Las organizaciones profesionales también están liderando las iniciativas de divulgación pública basada en datos de registros clínicos, como los programas hospitalarios voluntarios patrocinados por la STS y el NCDR para fomentar la información pública de la calidad cardiovascular.26 Aparentemente, los programas responsables, como la declaración pública y el pago según el rendimiento, pretenden incentivar la mejora de la calidad. Algunas evidencias indican que rendir cuentas puede conseguir este objetivo en algunos casos,27-29 pero no hay buena evidencia de que dé lugar a una mejor calidad asistencial ni que influya en las decisiones por parte de los consumidores de los servicios de salud.30 La heterogeneidad de los resultados probablemente refleje la variabilidad de estos programas en términos de lo que se mide, del contexto de aplicación y del diseño del incentivo. Problemas de las medidas de calidad: consecuencias imprevistas Los intentos de medir y mejorar la calidad de la atención sanitaria pueden resultar en consecuencias imprevistas. Por ejemplo, poner el acento en un proceso asistencial resta, en ocasiones, la atención dedicada a otros procesos; los incentivos para aumentar las tasas de tra- tamiento resultan en sobretratamiento algunasveces; y las amenazas de sanciones a los profesionales por resultados adversos de intervenciones o métodos inadecuados de ajuste del riesgo podrían resultar en sesgos contrarios a la realización de esa intervención en pacientes de alto riesgo.31 Estos programas respaldan la importancia de vigilar posibles consecuencias imprevistas como parte de las iniciativas y programas de mejora del rendimiento. Hasta la fecha, no obstante, las iniciativas de MC y responsabilidad no han sido evaluadas, por lo general, con el rigor y grado de otras intervenciones médicas. La responsabilidad también podría incentivar el «jugar» con el sistema de medida, lo que mina la credibilidad respecto a MC importantes y aumenta la importancia de los programas rigurosos de calidad y auditoría de los datos. MEJORA DE LA CALIDAD DE LA ASISTENCIA El motivo principal para medir la calidad de la asistencia debería ser conformar una mejora importante en la asistencia sanitaria prestada. La MC, a menudo denominada también «mejora del rendimiento», es el conjunto de acciones emprendidas para mejorar uno o más de los dominios de calidad del IOM para mejorar los resultados de salud (v. tabla 4-1). Estudios anteriores han ayudado a identificar los componentes clave de las iniciativas de MC eficaces, aunque se ha descubierto que varias actividades bien conocidas por los clínicos cardiovasculares son, en gran medida, ineficaces. No suele resultar útil pedir a los clínicos que «hagan más» o que «lo hagan mejor» respecto a seguir las directrices o documentar la asistencia. Quizás resulte sorprendente, pero la formación médica continuada (FMC) clásica y conferencias didácticas, la gestión de utilización y la disponibilidad de directrices de práctica clínica son igualmente ineficaces.32 Por otra parte, la existencia de medidas de calidad con puntos de referencia (también denominadas «auditoría y retroalimentación») puede tener éxito, especialmente cuando se ligan a la mejora del sistema de asistencia sanitaria. La MC eficaz implica identificar rendimientos subóptimos en uno o más aspectos de la asistencia, y a continuación emparejar las actividades de MC con la mejora del rendimiento. Los datos con puntos de referencia son esenciales para elegir objetivos significativos de mejora (fig. 4-1). Una vez seleccionados los objetivos de MC, un aspecto destacado primordial deberían ser los cambios del sistema destinados a respaldar una pres- tación de mayor calidad. Ejemplos son el uso de la HCE para informatizar FIGURA 4-1 Componentes clave de la mejora de la calidad. (Tomado de Rumsfeld JS, Dehmer GJ, Brindis RG. The National Cardiovascular Data Registry: its role in bench- marking and improving quality. US Cardiology 6:11, 2009.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 37 M ed id a y m ejo ra d e la calid ad d e la asisten cia: relevan cia p ara la p rácticaclín ica card io vascu lar 4 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . las órdenes de tratamiento con el fin de evitar errores de prescripción y recibir alertas automáticas sobre interacciones farmacológicas, órdenes estandarizadas y vías asistenciales (p. ej., para pacientes con IAM), el uso de equipos multidisciplinares, la promoción de la coordinación asistencial, e involucrar eficazmente al paciente en la toma de decisiones. La MC solo tiene éxito como «deporte de equipo»; no debería cen- trarse en un clínico individual, sino en equipos multidisciplinares. Además, la MC debería dar respuesta a fallos específicos del rendimiento a lo largo del tiempo, aspirando a mejorar continuamente el sistema de prestación asistencial. Cabe destacar que las iniciativas de MC tienen que evaluarse de forma repetitiva, para valorar el progreso en la mejora del rendimiento y vigilar posibles consecuencias imprevistas. La medición del impacto de la MC, que puede considerarse parte de la «investigación sobre la prestación de asistencia sanitaria», debería ser cada vez más importante en el futuro.33 Los líderes clínicos –aquellos implicados y dedicados a la medida y mejora de la calidad– son esenciales para el éxito de la MC. La formación en medida de la calidad y MC se ofrece con frecuencia creciente a los clínicos cardiovasculares. Muchos hospitales y sistemas sanitarios están formando al personal clínico en calidad. Organizaciones como el ACC ya han incorporado la medida de la calidad y mejora del rendimiento en los programas formativos; estos programas respaldarán los requisitos de mejora del rendimiento necesarios para mantener certificaciones y licencias. El soporte administrativo también es crucial. Este incluye no solo el respaldo económico de las iniciativas de medida y mejora de la calidad, sino también objetivos de liderazgo institucional claros y el compromiso de alcanzar la máxima calidad de la asistencia. Sin duda, uno de los impulsores más potentes de la MC es la cultura de una clínica o institución. Por ejemplo, en una evaluación de las características hospitalarias asociadas con tasas de mortalidad a 30 días en IAM, los hospitales que promovían un «entorno organizativo en el que se anima a los clínicos a resolver creativamente los problemas» obtuvieron tasas de mortalidad significativamente menores, además de los primeros puestos en calidad de médicos y personal de enfermería.34 La MC puede llevarse a cabo a nivel local (comunidad, clínica, hos- pital) o a nivel regional, de sistema sanitario, nacional e internacional. En otras palabras, los objetivos y estrategias de MC para mejorar el rendimiento se definirían como parte de iniciativas de calidad de mayor alcance; no obstante, los principios de MC son idénticos en todos ellos, y las actividades de MC deben ejecutarse, en último término, a nivel local, siguiendo los factores clave presentados en la figura 4-1. A continuación, se resumen brevemente varias estrategias de MC bien conocidas. Estrategias de mejora de la calidad Una MC fructífera requiere la integración de los componentes anterior- mente descritos en un marco de acción específico (v. fig. 4-1). Quizás la estructura utilizada más extensamente en atención sanitaria sea el Plan-Do-Study-Act (PDSA). Este modelo, desarrollado por Associates in Quality Improvement (www.apiweb.org), ha sido aceptado por el Institute for Healthcare Improvement como un medio específico para el desarrollo de programas de MC en salud (www.ihi.org). El PDSA está compuesto por dos pasos interdependientes: 1) la formulación de un plan mediante el establecimiento de objetivos y parámetros de éxito, y la identificación de los cambios que hay que aplicar, y 2) comprobar esos cambios en un ciclo repetitivo del PDSA (fig. 4-2). Los objetivos deben ser medibles, delimitados en el tiempo y realistas. Las medidas deberían abordar al menos uno de los dominios de calidad del IOM (v. tabla 4-1), pero también tienen que incluir medidas para caracterizar posibles consecuencias adversas de las iniciativas de mejora. Posteriormente, en la evaluación de los cambios, cada paso del ciclo del PDSA contribuye a conocer el impacto del cambio, positivo y negativo, clarificando así los siguientes ciclos de mejora. La estrategia Lean se suma al PDSA, dirigiéndose específicamente a pro- cesos de asistencia sanitaria ineficientes. Fue desarrollada originalmente por Toyota para mejorar la eficiencia en la producción de automóviles. No resulta sorprendente que, con el rápido crecimiento del gasto médico y la constatación de que más gasto no se traduce necesariamente en una mayor calidad, el uso del Lean en la asistencia sanitaria se haya expandido velozmente. En esencia, la estrategia Lean deMC comprende poner el acento en las necesidades del paciente, una evaluación explícita de procesos asistenciales complejos en un entorno determinado, y la identificación y mejoría de aquellos componentes del proceso que no promuevan uno o más de los seis dominios de calidad del IOM para su mejora (v. tabla 4-1). El proceso de cartografía de la asistencia (p. ej., los pasos concretos de la prestación de asistencia en urgencias, una planta o en la consulta), facultar a todos los miembros del equipo sanitario para ayudar a identificar los objetivos y la mejora de la asistencia de una forma repetitiva son las características fundamentales del Lean.35 Los estudios realizados sobre la estrategia Lean indican que es un medio eficaz de mejorar la eficiencia, reduciendo el coste y mejorando la calidad. Otra estrategia de MC bien conocida derivada del PDSA es Six Sigma, centrada en reducir variaciones innecesarias en la prestación de asis- tencia. El término Six Sigma («seis sigmas») deriva del «proceso de control estadístico», tiene como objetivo ejecutar los procesos asistenciales con tasas de error situadas seis desviaciones estándar por debajo de la media. Desafortunadamente, los errores médicos se producen, por lo general, en tasas mucho mayores (v. «Bibliografía clásica»: IOM: To Err Is Human). Así pues, Six Sigma hace hincapié en la reducción de procesos asistenciales como prescripción de medicamentos o intervenciones médicas (p. ej., minimizar complicaciones de intervenciones innecesarias) a través de cinco pasos (una modificación del PDSA): definir, medir, analizar, mejorar y controlar.36 El último paso destaca la vigilancia continuada de los procesos asistenciales una vez que las tasas de error/variación han sido reducidas, de modo que sea posible aplicar MC adicionales si las tasas de variación/error aumentan. Lean y Six Sigma pueden combinarse (Lean Six Sigma) en la MC con ventajas sobre la estrategia del PDSA para fijar como objetivo una reducción de los procesos asistenciales ineficientes y minimizar las tasas de variación/error en la prestación de asistencia. CONCLUSIÓN La calidad de la atención –el grado en que la prestación de asistencia sanitaria optimiza los resultados de pacientes– se ha convertido en una competencia clínica para los médicos cardiovasculares. Se trata de la práctica de la medicina basada en la evidencia y responsabilidad de la asistencia; ambos factores forman parte de la definición de FIGURA 4-2 Ciclo del Plan-Do-Study-Act (PDSA) de mejora de la calidad. (Tomado del Institute of Healthcare Improvement (www.ihi.org), atribuido a Langley GL, Nolan KM, Nolan TW, et al. The Improvement Guide: a Practical Approach to Enhancing Organizational Performance. 2nd ed. San Francisco: Jossey-Bass Publishers; 2009). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 38 Co n si d er a Ci o n es g en er a le s d e la s en fe rm ed a d es C a rd io va sC u la re s I profesionalidad. La mejora de la calidad (o el rendimiento) es cada vez más fundamental para la formación clínica, la educación médica durante toda la vida y la remuneración. En el futuro el reembolso por la asistencia sanitaria retribuirá la calidad por encima de la cantidad. La medida y mejora de la calidad son actualmente una parte esencial de la práctica cardiovascular, además del sistema sanitario en conjunto. Las medidas de calidad, ya sean estructurales, de proceso, resultado, valor o compuestas, dependen del alcance de los datos científicos subyacentes, la validez de las fuentes de datos y su especificación clara. Pueden utilizarse en MC, así como en programas de responsabilidad como comunicación pública y «pago por rendimiento». Una MC signi- ficativa nace de tener datos con puntos de referencia para identificar objetivos de mejora, de modificaciones del sistema que respalden la prestación de asistencia de alta calidad, y de un liderazgo clínico, además del respaldo administrativo. La evaluación sólida y repetitiva de las iniciativas de MC es muy importante para valorar el impacto de esas acciones en las medidas de calidad planteadas y vigilar posibles consecuencias imprevistas. En último término, los clínicos cardiovasculares deberían implicarse plenamente en la calidad de la asistencia para ayudar a asegurar que la medida de la calidad, la MC y los programas de responsabilidad son clínicamente significativos y no únicamente un lastre impuesto por los reguladores. Solo así las iniciativas de calidad de la asistencia promoverán, sin lugar a dudas, una asistencia sanitaria más eficaz, segura, igualitaria, oportuna, eficiente y centrada en el paciente, y todo esto se traduce en mejores resultados para los pacientes. Bibliografía clásica Donabedian A. Evaluating the quality of medical care. Milbank Meml Fund Q. 1996;44(suppl):166-206. Institute of Medicine (IOM). Crossing the Quality Chasm: a New Health System for the 21st Century. 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