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1602 © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos DEFINICIÓN, PREVALENCIA Y NOMENCLATURA, 1602 HALLAZGOS MORFOLÓGICOS Y PAPEL DE LAS PRUEBAS DE IMAGEN CARDÍACAS, 1603 Fenotipo e hipertrofia del ventrículo izquierdo, 1603 Aparato valvular mitral, 1603 Histopatología, 1604 FISIOPATOLOGÍA, 1604 Obstrucción del tracto de salida del ventrículo izquierdo, 1604 Miocardiopatía hipertrófica no obstructiva; disfunción diastólica, 1606 Disfunción microvascular, 1606 MANIFESTACIONES CLÍNICAS, 1607 Exploración física, 1607 Síntomas, 1607 Hallazgos electrocardiográficos, 1607 Pruebas de imagen cardíacas, 1609 EVOLUCIÓN CLÍNICA, 1609 Evolución natural, 1609 Insuficiencia cardíaca, 1609 Epidemiología de la muerte súbita; estrategias de estratificación del riesgo, 1609 TRATAMIENTO, 1611 Prevención de muerte súbita, 1611 Tratamiento de la insuficiencia cardíaca, 1612 Tratamiento de la fibrilación auricular, 1614 Otros aspectos terapéuticos, 1615 CORAZÓN DE DEPORTISTA, 1615 PERSPECTIVAS FUTURAS, 1615 BIBLIOGRAFÍA, 1615 78 Miocardiopatía hipertrófica BARRY J. MARON, MARTIN S. MARON Y IACOPO OLIVOTTO La miocardiopatía hipertrófica (MCH), la enfermedad cardiovascular genética más frecuente, se caracteriza por una expresión clínica heterogé- nea, rasgos fisiopatológicos distintivos y una evolución natural diversa.1-5 Se debe a multitud de mutaciones en los genes que codifican las proteínas del sarcómero cardíaco.6-10 Aunque muchos pacientes con una MCH tienen una esperanza de vida normal, la MCH se ha considerado la causa más frecuente de muerte súbita (MS) en jóvenes, incluidos deportistas de competición.11-13 También aumenta el riesgo de fibrilación auricular (FA) y es responsable de discapacidad por insuficiencia cardíaca virtualmente a cualquier edad.9,14-16 Desde la descripción moderna de MCH hace más de 50 años, se ha producido una evolución espectacular en nues- tros conocimientos sobre la complejidad clínica y el espectro de esta enfermedad.17 De forma importante, los actuales tratamientos cardiovas- culares han permitido reducir de forma significativa la mortalidad por MCH.18-22 Este capítulo resume de forma actualizada algunos aspectos diagnósticos, de evolución natural y tratamiento de la MCH. DEFINICIÓN, PREVALENCIA Y NOMENCLATURA La MCH se caracteriza por un ventrículo izquierdo (VI) engrosado, pero no dilatado, sin asociación a ningún otro trastorno cardíaco o sistémico (p. ej., estenosis de la válvula aórtica, hipertensión sistémica u otras expresiones del corazón de deportista fisiológico), capaces de provocar una evidente hipertrofia del VI (figs. 78-1 y 78-2).1,3,23,24 Varios estudios epidemiológicos indican que la presencia del fenotipo de MCH en la población general es 1:500, lo que supondría unos 700.000 afectados en EE. UU. Estimaciones más recientes, que consideran los datos genéticos y radiológicos, sitúan esta prevalencia cerca de 1:200.25 La frecuencia en la población general supera el número de pacientes diagnosticados en la clínica cardiovascular (se estiman unos 100.000),26 lo que indica que la mayor parte de los individuos afectados no son diagnosticados a lo largo de la vida y no suelen tener síntomas o sufrir episodios cardiovasculares. La MCH es una enfermedad global descrita en más de 50 países de todos los continentes.1,2 Los primeros casos contemporáneos de MCH publicados en 1958 fueron escritos por Brock (en el laboratorio de cateterismo) y Teare (en autopsias), en los que se describía una «hipertrofia asimétrica del corazón» como responsable de la MS de un pequeño grupo de pacientes jóvenes. Esta enfermedad rápidamente recibió una confusa gama de nombres, en la mayor parte de los cuales se trataba de poner de manifiesto la característica más visible de obs- trucción al tracto de salida del VI.27 Sin embargo, dado que no siempre existe obstrucción de este tracto de salida y aproximadamente un tercio de los pacientes presentan una variante no obstructiva de la MCH, actualmente se acepta y prefiere el término miocardiopatía hipertrófica (MCH), asociada o no a obstrucción del tracto de salida.1-4,19,23 Sexo y raza. Como se trata de una enfermedad autosómica dominante, cabe esperar que la frecuencia de la MCH sea igual en ambos sexos.4,23 El predominio descrito en la bibliografía en hombres posiblemente sea reflejo de un infradiagnóstico en las mujeres, que son diagnosticadas clínicamente con menos frecuencia y en edades más avanzadas que los hombres. Las mujeres pueden tener un mayor riesgo de progresión a insuficiencia cardíaca evolucionada que los hombres (en general asociada a una obstrucción del tracto de salida), aunque no existe relación entre el sexo y el riesgo de MS o mortalidad global por MCH. La MCH se ha descrito en muchas razas, pero parece infradiagnosticada en afroamericanos y la mayor parte de los deportistas de competición que fallecen súbitamente por una MCH son hombres negros no diagnosticados.11-13 La expresión clínica, la presentación y la evolución de la MCH, junto con la expresión fenotípica, son similares en todo el mundo, aunque la variante morfológica caracterizada por una hiper- trofia limitada a la punta del corazón puede ser más frecuente en Japón.1,2 Base y pruebas genéticas. La MCH se transmite como rasgo autosómico dominante mendeliano (v. también capítulo 7); todos los descendientes de una persona afectada tienen un riesgo de heredar la enfermedad de un 50%.1-3,23 Los numerosos estudios moleculares realizados durante más de dos décadas han permitido acceder al diagnós- tico de laboratorio mediante la identificación de las mutaciones causantes de enfermedad (patógenas) y han aportado importante información sobre la variable expresión clínica de la MCH, incluida la identificación de los individuos con mutaciones patógenas, pero sin evidencia del fenotipo de la enfermedad (hipertrofia del VI). Se sabe que la MCH se debe a mutaciones en 11 genes o más que codifican las proteínas de los componentes de los miofilamentos contráctiles delgados y gruesos del sarcómero cardíaco o el disco Z adyacente (figs. 78-3 y 78-4). Dos genes del sarcómero, el de la cadena pesada de la β miosina (MYH7) y la proteína C transportadora de la miosina (MYBPC3), son los más frecuentes con gran diferencia y explican un 70% de los casos en los que se dispone de genotipificación. La troponina T (TNNT2), la troponina I (TNNI3) y otros genes más son responsables cada uno de un 5% de los casos o menos. La inmensa heterogeneidad genética de la MCH se pone de manifiesto en la identificación de más de 1.500 mutaciones individuales (en su mayor parte de sentido erróneo), la mayor parte de ellas propias de una familia concreta.6,28-32 En la práctica clínica la principal ventaja de las pruebas genéticas comer- cializadas (fig. 78-5) es la oportunidad de identificar o descartar el estado de afectado en familiares sin hipertrofia del VI.6,29 Esta estrategia exige en primer lugar la identificación de una mutación patógena en un familiar (probando) con expresión clínica de la MCH. Sin embargo, las actuales pruebas genéticas comercializadas solo permiten identificar una mutación responsable de enfermedad en el genotipo de aproximadamente el 35% de las familias y esto representa un grave obstáculo para realizar la detección selectiva en cascada en todos los familiares. Las pruebas genéticas identifican con relativa frecuencia variantes de secuencia nuevas, pero ambiguas, cuya patogenicidad se ignora (variantes de significado desconocido [VSI]) y que no tienen aplicación para la detección selectiva familiar. Este aspecto y el no infrecuente fenómeno de la reclasificación, en el cual las mutaciones patógenas pueden reclasificarse como VSI con el tiempo (o, al contrario), ponen de manifiesto los retos que se plantean para traducir la ciencia Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para usopersonal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1603 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . molecular compleja en la asistencia del paciente. Las posibilidades que ofrecen las nuevas técnicas de secuenciación masiva, incluidos los análisis de todo el exoma o el genoma, pueden ser notables porque permiten mejorar la capacidad de detección selectiva y reducir el coste, aunque posiblemente también aumentará la frecuencia de VSI diagnosticadas.32 Resulta notable que, a pesar de las aspiraciones iniciales, se haya demos- trado que la predicción del pronóstico y el riesgo de MS en los pacientes con MCH a partir de las mutaciones específicas en los sarcómeros es poco fiable, de forma que no se pueden basar las decisiones de tratamiento de cada caso en los resultados de las pruebas genéticas.2,4,30 Los estudios de asociación de base poblacional han demostrado que la evolución es más grave en los pacientes con resultados positivos en el estudio genético que en los negativos, además de los pacientes con mutaciones en los filamentos gruesos (MYBPC3 y MYH7) en lugar de los finos (TNNT2 y TNNI3).8,10,31 Existen evidencias poco constantes que indican que la coexistencia de múltiples mutaciones patógenas en el mismo paciente con MCH produce una enfermedad de inicio precoz y/o con un perfil clínico más grave.6 Las pruebas genéticas son fundamentales para aclarar el diagnóstico de los pacientes con trastornos metabólicos y por depósito en los que la presentación clínica y el patrón de hipertrofia del VI pueden recordar a una MCH sarcomérica, aunque su fisiopatología, su evolución natural y su tratamiento son distintos.24 Por ejemplo, la miocardiopatía LAMP2 se asocia a una evolución mortal sin respuesta a la desfibrilación (es raro que el paciente viva más de 25 años) y se debe reconocer pronto y posiblemente exige un trasplante cardíaco33 y la enfermedad de Fabry necesita un aporte de la enzima ausente.34 HALLAZGOS MORFOLÓGICOS Y PAPEL DE LAS PRUEBAS DE IMAGEN CARDÍACAS Fenotipo e hipertrofia del ventrículo izquierdo Convencionalmente el diagnóstico de MCH se ha establecido mediante ecocardiografía bidimensional. Sin embargo, la resonancia magnética cardiovascular (RMC) se ha convertido en una herramienta con amplia utilidad para el diagnóstico (y tratamiento) de los pacientes con una MCH por su mayor capacidad de resolución tomográfica (v. fig. 78-2). La RMC permi- te también cuantificar el realce tardío con gadolinio (RTG), marcador de fibrosis miocárdica. La RMC complementa a la ecocardiografía porque permite resolver los casos dudosos por motivo técnico de espesor de la pared del VI o visualizar áreas importantes de hipertrofia ciegas para la ecocardiografía (p. ej., pared libre anterolateral, parte posterior [inferior] del tabique o parte apical del VI).35-40 Los estudios radiológicos cardíacos en los adultos y niños diagnostica- dos clínicamente de MCH muestran típicamente un aumento absoluto del espesor de la pared del VI de 15 mm o más (21-22 mm de media y hasta > 50 mm), aunque cualquier grosor de la pared del VI (incluidos los normales) es compatible con una afectación genética.40 El espesor límite de la pared del VI entre 13 y 14 mm puede generar dudas diagnósticas, sobre todo en el diagnóstico diferencial con el corazón de deportista fisiológico (tabla e78-1). La MCH se caracteriza por diversos y muy numerosos patrones de hiper- trofia asimétrica del VI (v. fig. 78-2), incluso en pacientes familiares (aunque los gemelos idénticos comparten la morfología). Típicamente una o más regiones de la cámara del VI tienen un espesor superior al de otras áreas, a menudo con una transición abrupta muy bien delimitada del espesor y existen patrones de hipertrofia seg- mentaria no contigua (v. fig. 78-2), así como extensión en algunos casos a la pared del ventrículo derecho (VD). Ningún patrón morfológico aislado de MCH puede considerarse «clásico» o típico. La hipertrofia suele ser extensa y afectar al tabique ventricular y la pared libre del VI. En una notable minoría de casos el engrosamiento parietal se limita a áreas segmentarias, incluida la parte más distal del VI (es decir, una MCH apical); esta variante morfológica es típica y se asocia a una llamativa negatividad de la onda T en el electrocardio- grama (ECG),1,33,40 que es parte del espectro clínico de la MCH causada por mutaciones de los sarcómeros.9 De hecho en el 20% de los pacientes la masa del VI estimada mediante RMC puede ser normal o casi normal porque la hipertrofia se limita a pequeñas regiones del VI.38 Habitualmente el fenotipo de la MCH es incompleto hasta la adoles- cencia, momento en el cual el crecimiento y maduración acelerados se asocian a un aumento espontáneo (y con frecuencia llamativo) del espe- sor de la pared del VI y una distribución más extensa de la hipertrofia. En algunos casos estos cambios no aparecen hasta edades medias de la vida e incluso más tarde (hipertrofia del VI adulta de aparición tardía) (v. fig. 78-2), aunque no se suele asociar a la aparición de síntomas o arritmias.1 En los familiares con afectación genética sin hipertrofia del VI (es decir, pacientes que tienen alteraciones genéticas, pero no fenotípicas) se han descrito varias alteraciones clínicas y radiológicas, incluida una disfunción diastólica subclínica, criptas miocárdicas llenas de sangre, elongación de las valvas de la válvula mitral, biomarcadores del precursor del colágeno y cicatrices miocárdicas o trastornos en el ECG de 12 derivaciones (v. fig. 78-2).28,36,41 Una minoría de los deportis- tas con marcados trastornos de la repolarización en el ECG (pero con un grosor normal de la pared del VI) pueden evolucionar y desarrollar evidencias clínicas y fenotípicas de MCH. Aparato valvular mitral Las alteraciones estructurales primarias del aparato mitral responsables de la obstrucción del tracto de salida del VI son parte de la expresión FIGURA 78-1 Morfología macroscópica e histopatología de la MCH. A. Muestra macroscópica de un corazón en un plano de corte parecido al realizado en el eje mayor de la ecocardiografía (paraesternal); el patrón de la hipertrofia del ventrículo izquierdo (VI) es asimétrico y afecta de forma desproporcionada al tabique ventricular (TV), que protruye típicamente hacia el tracto de salida del VI. B. Características histopatológicas del VI en la MCH con una marcada distorsión arquitectural del miocardio del tabique con células musculares cardíacas hipertróficas dispuestas en ángulos perpendiculares y oblicuos. C. Arteria coronaria intramu- ral con luz estrecha y pared engrosada sobre todo por hipertrofia de la media. D. Cicatriz en el TV, que representa el proceso de reparación tras una isquemia sin repercusión clínica con muerte de miocardiocitos. AI, aurícula izquierda; Ao, aorta; PL, pared libre del ventrículo izquierdo; VD, ventrículo derecho. (Tomado de Maron BJ: Sudden death in hypertrophic cardiomyopathy. J Cardiovasc Transl Res 2009;2:368-80.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1604 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX fenotípica de la MCH (v. fig. 78-2). La válvula mitral puede tener un tamaño más del doble de lo normal por elongación de las dos valvas o puede mostrar un aumento de tamaño segmentario solo de la valva anterior o posterior, algo que se encuentra con más frecuencia en pacientesjóvenes.41 En los pacientes mayores se suele encontrar una obstrucción del tracto de salida en presencia de un tracto de salida del VI especialmente pequeño, con valvas mitrales de longitud normal y aparición de contacto mitral-septal por una excursión anterior modesta de la válvula asociada a un movimiento posterior del tabique. Histopatología En la MCH las células musculares cardíacas hipertróficas (miocardio- citos) del tabique ventricular y de la pared libre del VI tienen formas anómalas y se suelen disponer con una arquitectura desorganizada y caótica (v. fig. 78-1).1 En la autopsia se encuentra este desorden celular en el 95% de los pacientes con una MCH y suele ocupar una parte importante del miocardio hipertrófico y no hipertrófico del VI. La inmensa mayoría de los pacientes con una MCH muestran también alteraciones estructurales de las arteriolas coronarias intramurales con engrosamiento parietal por hiperplasia de la capa muscular media. Estos cambios microvasculares determinan una estenosis de la luz, que posiblemente es responsable de una alteración en la respuesta vasodilatadora con una reducción de la reserva de flujo coronario (v. fig. 78-1). Estos trastornos se consideran responsables de la isquemia «de pequeño vaso», que provoca muerte de los miocardiocitos cuando persiste durante mucho tiempo y genera un proceso reparativo caracte- rizado por la sustitución por fibrosis del miocardio (v. fig. 78-1).1,2,37 El volumen del compartimento de colágeno intersticial (matriz), que cons- tituye el soporte estructural del miocardio del VI, está muy expandido. La combinación de alteraciones en la arquitectura celular, isquemia microvascular y fibrosis predispone a patrones alterados y aumento de la dispersión de la despolarización y repolarización eléctrica, que se convierte en un sustrato electrofisiológico inestable que predispone a las taquia- rritmias ventriculares por reentrada y son un posible mecanismo de la MS. FISIOPATOLOGÍA Obstrucción del tracto de salida del ventrículo izquierdo La MCH es una enfermedad principalmente causada por una obs- trucción mecánica, que en la mayor parte de los pacientes (70%) se asocia a tendencia a desarrollar resistencia al flujo de salida del VI con gradientes dinámicos de 30 mmHg o más, tanto en reposo como durante el esfuerzo fisiológico.1-4,27,42 La obstrucción mantenida del tracto de salida es el principal determinante clínico de los síntomas FIGURA 78-2 RMC en la MCH. Espectro fenotípico. A. Hipertrofia que afecta al tabique ventricular (TV) y respeta la pared libre del ventrículo izquierdo (VI; PL). B. Área focal de hipertrofia limitada de forma exclusiva a la parte anterior y basal del tabique (flechas). C. Extremo grosor de 33 mm en la parte posterior del tabique ventricular (asterisco). D. Áreas segmentarias no contiguas de hipertrofia que afectan a la parte anterior basal del tabique y a la pared libre posterior (asteriscos), separadas por regiones del VI de grosor normal (flechas). E. Aneurisma apical del VI (puntas de flecha) con obstrucción muscular de la parte media de la cavidad. F. Remodelado «terminal» con aumento de tamaño de la cavidad del VI (y las aurículas) y adelgazamiento de la pared, asociados a disfunción sistólica (fracción de eyección < 50%). G. Hipertrofia masiva (grosor de la pared, 34 mm) limitado a la parte anterolateral de la pared libre (ALPL) del VI. H-J. Alteraciones morfológicas en ausencia de hipertrofia del VI en pacientes con afectación genética: elongación primaria de la valva anterior mitral (flechas) (H); múltiples criptas miocárdicas en el VI (flechas) (I), y RTG indicativo de sustitución por fibrosis miocárdica (flechas) (J). K y K1. Conversión fenotípica de novo en una edad avanzada: ausencia de hipertrofia del VI a los 46 años (K); a los 51 años resulta evidente una MCH apical (estrellas) (K1). (A-D, tomado de Maron BJ, Maron MS: Hypertrophic cardiomyopathy. Lancet 2013;381:242; E-K1, tomado de Maron BJ, Haas TS, Kitner C, et al: Onset of apical hypertrophic cardiomyopathy in adulthood. Am J Cardiol 2011;108:1783.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1605 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . FIGURA 78-3 Localizaciones de los genes que causan MCH en el sarcómero cardíaco. (Tomado de Maron BJ, Maron MS: Hypertrophic cardiomyopathy. Lancet 2013;381:242.) FIGURA 78-4 Sustrato genético de la MCH. Izquierda. Genes asociados de forma conocida a la MCH. Derecha. Distribución de los genes que codifican las proteínas que codifican el sarcómero cardíaco identificados en los probandos con MCH no relacionados sometidos a pruebas genéticas en clínica. Diversos laboratorios notifican una amplia variabilidad en el rendimiento de las mutaciones (24-63%), lo que representa que un porcentaje significativo de la población con MCH sea negativa para el genotipo. Sin embargo, con las pruebas genéticas que se comercializan en este momento, solo el 35% de las familias aproximadamente tienen un genotipificado de una mutación patógena. VSI, variante de significado incierto. (Tomado de Maron BJ, Maron MS, Semsarian C: Genetics of hypertrophic cardiomyopathy after 20 years: clinical perspectives. J Am Coll Cardiol 2012;60:705.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1606 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX en circunstancias que reducen la presión arterial o el volumen ventricular (p. ej., maniobra de Valsalva, administración de nitroglicerina o nitrito de amilo, pérdida de sangre o la deshidratación) o aumentan la contractilidad del VI (como las extrasístoles ven- triculares, la infusión de isoproterenol o dobutamina o el ejercicio fisiológico).3,4 El consumo de una comida copiosa o una pequeña cantidad de alcohol también puede aumentar de forma transitoria los gradientes subaórticos. Los gradientes que se pueden provocar de forma fisiológica se asocian a síntomas de insuficiencia cardíaca grave en algunos pacientes que se convierten en candidatos a un tratamiento de reducción septal.2,42 En los pacientes con una MCH asintomáticos o con pocos síntomas, estos gradientes latentes pueden ser predictivos de progresión a insuficiencia cardíaca sintomática con el tiempo. Es posible abolir estos gradientes provocables inhibiendo la estimulación simpática con β-bloqueantes. Miocardiopatía hipertrófica no obstructiva; disfunción diastólica Con poca frecuencia (≈10%), los pacientes con una variante no obstructiva de MCH (gradiente < 30 mmHg en reposo o con el esfuerzo fisiológico) sufren una insuficiencia cardíaca progresiva hasta llegar a la clase III o IV de la New York Heart Association (NYHA), momento en el cual se convierten en candidatos al trasplante cardíaco, con (o sin) disfunción sistólica. Los pacientes con una MCH no obstructiva tienen un riesgo caso cinco veces menor de sufrir una enfermedad clase III o IV de la NYHA que los que tienen obstrucción.19 Por tanto, los pacientes con una MCH no obstructiva asintomática o levemente sintomática representan un porcentaje importante del espectro global de la MCH a nivel clínico (al menos un tercio), un subgrupo que antes estaba infrarreconocido en la evolución natural de la enfermedad (fig. 78-8). La mayor parte de los pacientes con unaMCH tienen evidencia de alteraciones en la relajación y el llenado del VI en los estudios Doppler pulsado y tisular o con técni- de insuficiencia cardíaca progresiva asociada a la MCH (figs. 78-6 y 78-7).18,19 Por otro lado, solo se ha demostrado una débil relación entre la obstrucción del tracto de salida y el riesgo de MS. La obstrucción subaórtica dinámica de la MCH se suele deber al movimiento sistólico anterior (MSA) de la válvula mitral durante el cual se produce una inclinación importante de las valvas elongadas, que contactan con el tabique ventricular en la mesosístole por un efecto de tracción, es decir, la fuerza de empuje que ejerce el flujo directamente sobre las valvas y que determina un marcado aumento de las presiones sistólicas intraventriculares, que con el tiempo incrementa el estrés sobre la pared del miocardio y la necesidad de oxígeno (v. fig. 78-6).43 La magnitud de este gradiente del flujo de salida, que se puede estimar de forma fiable con métodos no invasivos con Doppler de onda continua, guarda relación directa con la duración del contacto entre la válvula mitral y el tabique, que tiene como consecuencia secundaria una insuficiencia mitral en sentido posterior (v. fig. 78-6). Un chorro de regurgitación orientado en sentido central o anterior suele indicar una alteración intrínseca de la válvula mitral (p. ej., degeneración mixomatosa). Una malformación congénita de la inserción del músculo papilar anterolateral que lo hace directamente en la valva anterior (sin interposición de cuerdas tendinosas) puede ocasionar una obs- trucción muscular en la parte media de la cavidad, que se reconoce en la ecocardiografía y la RMC.35,36 Los gradientes subaórticos (y los soplos de eyección sistólica asociados) pueden ser variables de forma espontánea, reducirse o abolirse con intervenciones que reducen la contractilidad miocárdica (p. ej., fármacos β-bloqueantes) o aumentan el volumen ventricular o la presión arterial (p. ej., ponerse en sentadillas, compresión isométrica de la mano, fenilefrina). Otra opción es que los gradientes aumenten cas de esfuerzo, lo que posiblemente contribuya a los síntomas de disnea de esfuerzo, aunque no guarda relación con la gravedad de la hipertrofia del VI.1-3,44 La disfunción diastólica es en concreto la causa probable de los síntomas limitantes en los pacientes con enfermedad no obstructiva (v. también capítulo 26); este es el mecanismo por el cual se desarrolla una insuficiencia cardíaca progresiva en pacientes que conservan una función sistólica normal del VI, que en ocasiones no responde al tratamiento médico y acaba necesitando un trasplante cardíaco.19,45 El patrón más frecuente es un retraso de la relajación, caracterizado por una fase de llenado rápido prolongada asociada a una menor frecuencia y volumen de llenado del VI y (cuando existe ritmo sinusal) un aumento compensador de la contribución de la sístole auricular al llenado global. La menor distensibilidad ventricular en la MCH se debe posiblemente a los factores que determinan las propiedades elásticas pasivas de la cámara VI, como hipertrofia, cicatrización, fibrosis intersticial, alteraciones del flujo microvascular y desorganización de la arquitectura celular. Además, se ha demostrado que las alteraciones en el manejo energético y la sobrecarga de calcio en diástole, que posiblemente son consecuencia de alteraciones en la corriente tardía de sodio, con- tribuyen a la disfunción diastólica.8 Por desgracia, en la práctica clínica son pocas las medidas ecocardiográficas de disfunción diastólica que permiten predecir de forma fiable el pronóstico, los síntomas o la presión de llenado en un paciente concreto con MCH, con la posible excepción de la menor velocidad E’ en el anillo mitral en el estudio con Doppler tisular44 y los patrones de llenado restrictivos.46 Disfunción microvascular Parece que la isquemia miocárdica por disfunción microvascular es un importante componente fisiopatológico del proceso patológico en FIGURA 78-5 Estrategias para la detección selectiva genética familiar en la MCH. *La primera opción para valorar a los familiares sería una detección selectiva clínica con pruebas de imagen y ECG; †la opción de realizar pruebas genéticas se reserva para los familiares sin hipertrofia del ventrículo izquierdo, con resultados indeterminados en las pruebas clínicas y radiológicas. DAI, desfibrilador automático implantable; Dx, diagnóstico; VSI, variante de significado incierto. (Tomado de Maron BJ, Maron MS, Semsarian C: Genetics of hypertrophic cardiomyopathy after 20 years: clinical perspectives. J Am Coll Cardiol 2012;60:705.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1607 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . la MCH, que fomenta un remodelado adverso del VI y acaba influyendo en la evolución clínica.47 La tomografía por emisión de positrones (PET) es la técnica más útil para valorar la función microvascular, aunque no ha entrado en la práctica clínica cardiovascular habitual. Se ha descrito que una marcada reducción de la reserva coronaria demostrada con el PET en las fases precoces de la clínica determina el pronóstico. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Exploración física En la MCH, los hallazgos de la exploración física (v. también capí- tulo 10) varían mucho según el estado hemodinámico. Los pacientes con una obstrucción del tracto de salida del VI presentan típicamente un soplo de eyección sistólico de tono medio en el margen esternal iz- quierdo inferior y la punta, cuya intensidad varía en función de la mag- nitud del gradiente subaórtico; aumenta con la maniobra de Valsalva, durante o inmediatamente después del ejercicio o al permanecer de pie. Esta variabilidad, junto con la típica ausencia de irradiación del soplo hacia el cuello, permite distinguir la obstrucción subaórtica dinámica de la estenosis aórtica fija. La mayor parte de los pacientes con una MCH que presentan soplos altos con un grado al menos 3/6 tienen gra- dientes de flujo de salida del VI superiores a 30 mmHg; los pulsos arte- riales pueden aumentar con rapidez con un contorno bisferiens de ellos. La sospecha clínica inicial de MCH puede establecerse por la identificación de un soplo cardíaco en la exploración habitual o previa a la participación en una actividad deportiva, aunque la mayor parte de los pacientes se reconocen por la aparición de síntomas o episodios cardiológicos. Los hallazgos físicos son más sutiles en los pacientes sin gradientes subaórticos, con un soplo sistólico suave o con total ausencia de soplos, aunque la aparición de un impulso sistólico apical potente puede plantear una sospecha de MCH. Síntomas Los síntomas de insuficiencia cardíaca pueden aparecer a cualquier edad y la limitación funcional se relaciona principalmente con la disnea de esfuerzo o la fatiga; en estadios avanzados se desarrolla ortopnea o disnea paroxística nocturna en algunos pacientes. Esta discapacidad puede agravarse por las comidas copiosas o la ingesta de alcohol y con frecuencia se asocia a dolor torácico, que puede ser típico o atípico de angina y que posiblemente se relaciona con alteraciones estructurales microvasculares. Los pacientes pueden desarrollar también alteraciones de la conciencia con síncope o presíncope y obnubilación por las arritmias o la obstrucción del tracto de salida. Son frecuentes las palpitaciones y pueden relacionarse con distintas taquiarritmias, sobre todo supraven- triculares (incluida la FA) y, con menos frecuencia, la ectopia ventricular. La naturaleza de los síntomas de la MCH suele ser parecidaen pacientes que tienen obstrucción al flujo de salida y los que no.1-4,19 Hallazgos electrocardiográficos En la MCH se encuentran un patrón anómalo en el ECG de 12 derivaciones (v. también capítulo 12) aproximadamente en un 90% de los pacien- tes y un 75% de sus familiares asintomáticos.1-4 El ECG muestra diversos patrones anómalos, algunos de los cuales son claramente anómalos e incluso muy anómalos, pero ninguno de ellos es patognomónico de la FIGURA 78-6 Obstrucción dinámica al tracto de salida del ventrículo izquierdo (VI). A-E. Obstrucción subaórtica por un movimiento sistólico anterior (MSA) de la válvula mitral. Imagen ecocardiográfica apical de cuatro cámaras al final de la diástole (A) y de la sístole (B) cuando la valva anterior de la mitral se curva de forma aguda contactando con el tabique (flecha). C. Estudio mediante Doppler de onda continua (CW) del tracto de salida del VI que muestra la típica onda con picos tardíos con una velocidad de 4,2 m/s en la mesosístole y un gradiente estimado de 70 mmHg (flecha). D y E. Plano ecográfico transesofágico que muestra una coaptación incompleta de la valva mitral durante el MSA (flecha), que produce un chorro de insuficiencia mitral (IMi) dirigido posteriormente. F-I. Obstrucción medioventricular. Imagen de ecocardiografía apical de cuatro cámaras al final de la diástole (F) y de la sístole, que muestra un músculo papilar anterolateral hipertrófico que parece insertarse directamente en la valva mitral anterior, ocasionando una obstrucción medioventricular de tipo muscular (G) (flecha). H. Estudio mediante Doppler de CW del tracto de salida del VI que muestra una onda con picos tardíos con una velocidad máxima de 3,3 m/s, lo que permite estimar un gradiente de 45 mmHg (flecha). I. Ventriculografía que muestra el contorno en reloj de arena del ventrículo asociado a la obstrucción medioventricular (flecha). AD, aurícula derecha; AI, aurícula izquierda; Ao, aorta; TV, tabique ventricular; VD, ventrículo derecho. (Tomado de Yacoub MH, El-Hamamy I, Said K, et al. The left ventricular outflow in hypertrophic cardiomyopathy: from structure to function. J Cardiovasc Transl Res 2009;2:510-517; y Olivotto I, Girolami F, Nistri S, et al. The many faces of hypertrophic cardiomyopathy: from developmental biology to clinical practice. J Cardiovasc Transl Res 2009;2:349-67.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1608 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX FIGURA 78-8 Frecuencia comparada de la insuficiencia cardíaca avanzada y la progresiva (clases III y IV de la NYHA) en los tres subgrupos hemodinámicos. El porcentaje de pacientes que desarrollan una insuficiencia cardíaca grave (y la velocidad de progresión) es mucho menor en pacientes sin obstrucción que en los que tienen una obstrucción en reposo o resulta fácil provocársela. (Tomado de Maron MS, Rowin EJ, Olivotto I, et al: Contemporary natural history and management of nonobstructive hypertrophic cardiomyopathy. J Am Coll Cardiol 2016;67:1399.) FIGURA 78-7 Importancia clínica de la obstrucción del tracto de salida del ventrículo izquierdo (VI) en la MCH. A. La probabilidad de insuficiencia cardíaca progresiva grave (clases III o IV de la NYHA) o de accidente cerebrovascular en los pacientes con una obstrucción del tracto de salida del VI supera de forma significativa a la presente en pacientes sin obstrucción (riesgo relativo, 4,4; P < 0,001). B. Tras la miectomía y alivio de la obstrucción del tracto de salida del VI con normalización de las presiones intraventriculares, que permite ver la supervivencia libre de mortalidad por cualquier causa comparada con una población norteamericana de edad y sexo comparable y también con pacientes no operados con obstrucción (P < 0,001). C. Antes de la miectomía quirúrgica, imágenes telesistólicas de ecocardiografía paraesternal en el eje mayor de una mujer de 26 años con una MCH y una obstrucción dinámica del VI por movimiento sistólico anterior (MSA) y contacto septal (flechas). D. Tras la miectomía desaparecieron tanto el MSA como la obstrucción (flechas). (A, tomado de Maron MS, Olivotto I, Betocchi S, et al: Effect of left ventricular outflow tract obstruction on clinical outcome in hypertrophic cardiomyopathy. N Engl J Med 2003;348:295; B, tomado de Ommen SR, Maron BJ, Olivotto I, et al: Long-term effects of surgical septal myectomy on survival in patients with obstructive hypertrophic cardiomyopathy. J Am Coll Cardiol 2005;46:470.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1609 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . enfermedad ni permite predecir su pronóstico. Las alteraciones más frecuentes comprenden aumento del voltaje compatible con hipertrofia del VI, cambios ST-T (incluida una marcada inversión de la onda T en las derivaciones precordiales laterales), aumento de tamaño de la aurícula izquierda, ondas Q profundas y estrechas y disminución de las ondas R en las derivaciones precordiales laterales. Los patrones de ECG normales se suelen asociar a una hipertrofia leve del VI y una evolución clínica favorable, pero no descartan riesgos futuros de MS. El aumento de voltaje (ondas R altas u ondas S profundas) solo se correlaciona de forma débil con la magnitud de la hipertrofia del VI y no permite distinguir con fiabilidad la MCH obstructiva y no obstructiva. Pruebas de imagen cardíacas La ecocardiografía bidimensional en la MCH se analiza en el capítulo 14, y la resonancia magnética cardíaca, en el capítulo 17. Estrategias para la detección selectiva familiar. La detección selectiva de los familiares de pacientes con MCH se realiza con ecocardio- grafía bidimensional, RMC y electrocardiografía de 12 derivaciones, además de anamnesis y exploración física (tabla 78-1). La detección selectiva clínica se suele realizar cada 12-18 meses a partir de los 12 años de edad. Si estas pruebas no detectan el fenotipo de MCH cuando se completa todo el crecimiento (18-21 años), posiblemente el paciente no sea portador de la mutación responsable de la MCH. La conversión morfológica a una hipertrofia del VI puede retrasarse hasta bien entrada la edad adulta, por lo cual no es posible garantizar al paciente que un electrocardiograma normal en la madurez defina la ausencia de afectación genética. En estas circunstancias clínicas puede ser prudente ampliar el estudio ecocardiográfico durante la edad adulta cada 5 años o, como alternativa, solicitar pruebas genéticas.1-4 EVOLUCIÓN CLÍNICA Evolución natural La MCH es especial dentro de las enfermedades cardiovasculares porque puede debutar clínicamente en cualquier fase de la vida, desde la lactancia a la ancianidad.1-4,17-22 Los pacientes afectados en edades extremas parecen tener el mismo proceso patológico básico, aunque no siempre la misma evolución clínica. Durante la última década se ha comprendido mejor la evolución natural y la evolución de la MCH. Por ejemplo, actualmente los estudios de cohortes actuales recogen una mortalidad global asociada a MCH inferior al 1% anual con las opciones de tratamiento contemporáneas (fig. e78-1), que contrastan de forma llamativa con la bibliografía antigua sobre esta entidad. Las mortalidades anuales del 4-6% que actualmente consideramos obsoletas proceden de cohortesamplias muy seleccionadas en centros terciarios, que adolecían de un notable sesgo por derivación e incluían pacientes de alto riesgo y además fueron publicadas en una época previa a la disponibilidad de los desfibriladores automáticos implantables (DAI), la miectomía quirúrgica y el trasplante para la MCH para muchos pacientes. En la mayor parte de los pacientes la MCH es compatible con una esperanza de vida y una calidad de la vida normales con escasa o nula discapacidad; no son necesarias grandes intervenciones terapéuticas para conseguir este resultado. *De hecho, no es raro que los adultos con una MCH sobrevivan hasta alcanzar 70, 80 e incluso 90 años con pocos o nulos síntomas,48-50 lo que representa una longevidad parecida a la población general norteamericana de edad y sexo parecidos. Este dato subraya la importancia de tranquilizar a la mayor parte de los pacientes con una MCH acerca de su pronóstico.1,2,4,19-22 Existen además subgrupos específicos dentro de la amplia población de pacientes con MCH que tienen un riesgo más alto de sufrir complica- ciones por la enfermedad y muerte prematura. Estos pacientes pueden presentar varias evoluciones adversas (figs. 78-9 y 78-10), caracterizadas por episodios clínicos que modifican la evolución natural y, en último término, obligan a realizar determinadas estrategias de tratamiento dirigi- do: 1) MS o muerte inesperada; 2) insuficiencia cardíaca progresiva con disnea de esfuerzo y limitación funcional (asociada o no a obstrucción), y 3) FA permanente, persistente o repetida, con riesgo de accidente cerebrovascular por embolia. Dentro de estas variables de resultado principales, que se pueden tratar con las intervenciones contemporáneas (p. ej., DAI, miectomía septal, trasplante cardíaco y desfibrilación), predomina actualmente la insuficiencia cardíaca progresiva; las MS por arritmia son las menos frecuentes. Aproximadamente un 40% de los pacientes que son derivados a centros terciarios de MCH presentarán una de estas evoluciones, aunque el riesgo de que un paciente concreto sufra dos de estas complicaciones es muy bajo (< 10%). Insuficiencia cardíaca Algunos elementos de la insuficiencia cardíaca (v. también capítulos 25 y 26) con disnea de esfuerzo son frecuentes en la MCH y son los principales determinantes de la insuficiencia cardíaca progresiva atribuible a la obs- trucción al tracto de salida del VI; la disfunción diastólica sin obstrucción es con menos frecuencia el mecanismo principal (v. fig. 78-9).1-3,18,19,21,22 Aproximadamente un 2-3% de los pacientes con MCH en centros de referencia desarrollan una insuficiencia cardíaca avanzada (terminal), que se suele asociar a una disfunción sistólica del VI (fracción de eyección < 50%), una consecuencia de la isquemia miocárdica de vaso pequeño con cicatrices transmurales difusas (fig. e78-2; v. también fig. 78-2).2,4,54- 57 El marcador de riesgo de evolución a enfermedad terminal más fiable parece los antecedentes familiares de MCH con disfunción sistólica. Esta profunda expresión de insuficiencia cardíaca se asocia a un remodelado adverso del VI, que suele determinar un adelgazamiento de la pared del VI o aumento de tamaño de la cámara o ambos. Suele ocasionar una insuficiencia cardíaca progresiva durante varios años y obliga a un trasplante cardíaco a edades relativamente tempranas (43 ± 13 años) y antes que en otros pacientes sin MCH. En algunos pacientes con una MCH no obstructiva se ha descrito una fase premonitoria del estadio final y una fracción de eyección de baja a normal (es decir, 50-60%) asociada a un RTG importante (fig. 78-11; v. también figs. 78-10 y e78-2).39 La enfermedad terminal por MCH tiene un sustrato genético variable que no se relaciona de forma constante con un gen o una mutación específicos responsables de la enfermedad; no se puede distinguir de la enfermedad terminal con una fracción de eyección conservada, salvo por la mayor frecuencia de múltiples mutaciones sarcoméricas.45 Epidemiología de la muerte súbita; estrategias de estratificación del riesgo La MS (v. también capítulo 42) puede aparecer en la MCH a edades muy diversas, aunque es más frecuente en adolescentes y adultos menores de 30 años, aunque tampoco es infrecuente en edades medias TABLA 78-1 Estrategias propuestas para la detección selectiva clínica familiar mediante ecocardiografía o resonancia magnética cardiovascular (y electrocardiograma de 12 derivaciones) de la MCH con hipertrofia del ventrículo izquierdo* Edad < 12 años Opcional salvo: Antecedentes familiares malignos de muertes prematuras por MCH u otras complicaciones adversas Deportista de competición involucrado en un programa de entrenamiento intensivo Aparición de síntomas Otra sospecha clínica de hipertrofia del ventrículo izquierdo inicial De 12 a 21 años de edad† Cada 12 a 18 meses Edad > 21 años Pruebas de imagen cuando aparezcan síntomas o posiblemente cada 5 años al menos durante los años medios de la vida; resultan adecuados intervalos más frecuentes en familias de evolución clínica maligna o antecedentes de MCH de aparición tardía *En familiares a los que no se han realizado pruebas genéticas o cuyos resultados hayan sido indeterminados o no resolutivos. †El intervalo de edad tiene en consideración las variabilidades individuales para alcanzar la madurez física y en algunos pacientes podría estar justificado realizar antes la detección selectiva; la evaluación inicial se debería realizar no mucho después de los primeros años puberales. Tomado de Maron BJ, Maron MS, Semsarian C: Genetics of hypertrophic cardiomyo- pathy after 20 years: clinical perspectives. J Am Coll Cardiol 60:705, 2012. * Véanse las referencias bibliográficas 1, 2, 5, 12-16, 20, 22, 27, 42, 51-54. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1610 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX de la vida (v. figs. 78-10, 78-11 y e78-2).20,22 El sustrato eléctrico de base es inestable e impredecible, pero la MS puede ser la manifes- tación clínica inicial de la enfermedad no identificada en pacientes asintomáticos (o poco sintomáticos).1-4 Aunque el riesgo de MS puede llegar hasta las edades medias de la vida, es significativamente menor en pacientes de 60 años en adelante, lo que sugiere que en las enfermedades genéticas, como la MCH, el riesgo de taquiarritmias ventriculares mortales se reduce en las edades avanzadas (incluso en presencia de marcadores de riesgo convencionales), como si en cierto momento la enfermedad se considerara ya exenta de complicaciones adversas (fig. 78-12).50 De hecho, aproximadamente un 75% de las muertes de pacientes con una MCH no guardan relación con este proceso, sobre todo en ancianos.49 Aunque la mayor parte de las MS se producen durante actividades físicas modestas o en estado sedentario, no es raro que se asocien también a un esfuerzo enérgico; este dato es compatible con la bien reconocida observación de que la MCH es la causa cardiovascular más frecuente de MS en deportistas de competición, incluidos los deportistas de instituto, universitarios y graduados (v. fig. 78-12).12,13 Esta asociación entre la MCH y la MS por ejercicio es la base de las recomendaciones prudentes establecidas en la 36.ª Conferencia de Bethesda (y recogida posteriormente en las directrices de la AHA/ACC) para recomendar que los deportistas jóvenes con una MCH no sean admitidos en deportes de competición intensos para reducir el riesgo.11 Dentro de la amplia población de pacientes con una MCH, el máximo riesgo de MS se asocia a unos marcadores clínicos específicos (v. fig. 78-12):Prevención secundaria: los pacientes con antecedentes de una parada cardíaca y con taquicardia ventricular (TV) mantenida deben colocarse un DAI para la prevención secundaria. Prevención primaria: los pacientes con uno o más de los siguientes marcadores son candidatos a la prevención primaria (estos mar- cadores tienen un mayor peso en menores de 50 años) en los que se puede valorar un DAI: 1)* antecedentes familiares de una o más muertes prematuras relacionadas con la MCH, sobre todo si la muerte fue súbita o en un familiar cercano; 2) síncope no explicado, sobre todo si es reciente o en paciente joven; 3) presión arterial baja o respuesta atenuada de la misma ante el esfuerzo; 4) múltiples brotes repetitivos (o prolongados) no mantenidos de TV en ECG ambulatorios seriados, y 5) hipertrofia masiva del VI (espesor de la pared ≥ 30 mmHg) (v. fig. 78-2), además de aneurismas apicales en el VI (tabla 78-2). El riesgo de MS no guarda relación con el patrón o la localización de la hipertrofia del VI. A diferencia de lo que sucede con el riesgo de MS, un mayor grosor de la pared del VI no se asocia a un aumento de la probabilidad de insuficiencia cardíaca progresiva sintomática. La presencia de uno o más factores de riesgo principales en el perfil clínico de un paciente justifica la evaluación de prevención primaria con un DAI, sobre todo cuando existan antecedentes familiares de MS, síncope inexplicado o hipertrofia masiva del VI (también son los marcadores más fiables para valorar el riesgo en niños con una MCH). Esta estrategia actual de estratificación del riesgo de MCH, que se basa en las recomendaciones de EE. UU./Canadá (ACC/AHA), en los paneles de consenso de expertos y otros datos y experiencias, permite identificar con buenos resultados a la mayor parte de los pacientes de alto riesgo y se ha demostrado que es la principal responsable de la reducción de la mortalidad por MCH a valores inferiores al 0,5% anual (v. fig. e78-1).18-22 La resolución de los complejos dilemas en la valoración del riesgo para el tratamiento como prevención primaria de la MS puede obligar a una estrategia de toma de decisiones compartida que considere los deseos de un paciente bien informado y la experiencia y juicio del clínico res- ponsable. Este algoritmo de riesgo está incompleto y una minoría de los pacientes sin ninguno de los factores de riesgo reconocidos en la prevención primaria convencional sigue siendo susceptible de sufrir una MS.58 En este sentido, un extenso RTG en la RMC con contraste (sobre todo cuando afecta a un 15% o más de la masa del VI) se asocia a un aumento del riesgo de MS; se trata de un marcador nuevo y predictor independiente de MS, incluso en ausencia de los factores de riesgo convencionales, cuya presencia obliga a valorar un DAI profiláctico (v. tabla 78-2 y fig. 78-12).37 Por tanto, un RTG extenso amplía el algoritmo de estratificación del riesgo e incorpora a pacientes que no se consideran de riesgo inaceptablemente elevado por otros motivos y también es un marcador de progresión a fase terminal de la enfermedad con disfunción sistólica (v. figs. 78-2 y 78-11). La ausencia o el carácter focal del RTG indica un menor riesgo, igual que el RTG localizado en las áreas de unión donde se une el VD al tabique. En 2014 la European Society of Cardiology propuso un nuevo modelo de * Véanse las referencias bibliográficas 1, 2, 4, 20, 22, 34, 52, 53 y 59-61. FIGURA 78-9 Estrategias de tratamiento de la insuficiencia cardíaca que empiezan con una ecocardiografía. *En los pacientes que no tengan un gradiente en el tracto de salida del ventrículo izquierdo (VI) (< 30 mmHg) en reposo se debería realizar una ecocardiografía de esfuerzo (estrés). †Ausencia de datos sobre los beneficios del tratamiento farmacológico, aunque es frecuente administrar β-bloqueantes profilácticos en la práctica clínica. **Administración juiciosa de β-bloqueantes, antagonistas de los canales del calcio y posiblemente diuréticos. ‡Habitualmente se plantea administrar β-bloqueantes o antagonistas de los canales del calcio (verapamilo) o disopiramida. αLos α-bloqueantes se plantean en general por definición como un gradiente de flujo de salida ≥ 30 pero ≥ 50 mmHg cuando se considera una intervención para conseguir una reducción septal (p. ej., miectomía septal, ablación con alcohol). βLos β-bloqueantes, con gradiente de flujo de salida ausente o trivial (< 30 mmHg) en reposo y con el esfuerzo. (Tomado de Maron BJ, Ommen SR, Semsarian C, et al: State-of the Art Review: hypertrophic cardiomyopathy: present and future, with translation into contemporary cardiovascular medicine. J Am Coll Cardiol 2014;64:83.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1611 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . evaluación del riesgo estadístico/matemático3 para identificar a los pacientes que se pueden beneficiar del tratamiento con un DAI o que no necesitan prevención primaria con implantes.59 Actualmente se está determinando la utilidad exacta de esta estrategia de medida en la práctica clínica.60 Una serie de rasgos adicionales de la enfermedad pueden considerarse potenciales indicadores para la toma de decisiones sobre el uso de DAI profiláctico en un paciente determinado en el que el riesgo se considera ambiguo a partir de los marcadores convencionales (v. tabla 78-2). Dentro de estos se incluyen subgrupos dentro del heterogéneo espec- tro de la MCH (p. ej., aneurismas apicales con un VI acinético y de pared delgada que tienen cicatrización miocárdica regional a menudo asociada a una obstrucción muscular de la parte media de la cavidad (v. fig. 78-2),61 extenso RTG del 15% o más de la masa del VI en la RMC, coexistencia de una enfermedad arterial coronaria ateroesclerótica obstructiva, marcada obstrucción del tracto de salida del VI en reposo, aparición de disfunción sistólica (v. figs. 78-2 y 78-11) e infarto trans- mural por una ablación septal con alcohol percutánea (v. fig. 78-11).62-67 No existen evidencias convincentes de que un patrón concreto de ECG, las ondas T alternantes o la aparición de puentes miocárdicos en la arteria coronaria descendente anterior izquierda (aunque sean más frecuentes en la MCH que en la población general) permitan predecir el riesgo de MS en la MCH.68 Además, parece que el pronóstico es benigno en portadores de genes sin hipertrofia del VI y existen escasas evidencias para apoyar que estos individuos sean rechazados para deportes de competición o determinados empleos.11 TRATAMIENTO Prevención de muerte súbita Los DAI han modificado la evolución natural de la MCH en muchos pacientes porque evitan de forma eficaz y fiable las taquiarritmias ventriculares con riesgo mortal, como prevención secundaria tras una parada cardíaca (12% anual) y como prevención primaria (4% anual) a partir del análisis de los factores de riesgo (v. fig. 78-12).* La frecuencia de intervenciones con desfibrilador es parecida en niños, adolescentes y adultos con una MCH. Las intervenciones mediante DAI adecuadas en los pacientes de alto riesgo se producen con una frecuencia parecida en los que recibieron el implante por uno, dos, tres o más factores de riesgo (los pacientes con un factor de riesgo representan el 35% de las intervenciones mediante DAI).18,20,21,69 El momento en que suceden estas intervenciones del DAI es impredecible, como se demuestra en la ausencia de un patrón circadiano caracterís- tico, en el hecho de que pueda pasar mucho tiempo entre la toma de decisión clínica de implantar un DAI y el momento en que este tiene que actuar y terminar una taquiarritmiaventricular y la baja frecuencia de reaparición tras la parada cardíaca. Es importante observar que tras una intervención adecuada con un DAI es raro que los síntomas de insuficiencia cardíaca progresen, algo que contrasta con lo que sucede en la cardiopatía isquémica tras un choque con DAI. Los pacientes más ancianos (≥ 60 años) se consideran candidatos a los dispositivos de FIGURA 78-10 Vías pronósticas y estrategias terapéuticas para la MCH. La mayor parte de los pacientes con una MCH evolucionan de forma benigna y estable sin necesidad de intervenciones terapéuticas mayores. Las evoluciones adversas (p. ej., muerte súbita, insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular) no se excluyen mutuamente, porque los pacientes pueden evolucionar por más de una causa. Los pacientes identificados como genotipo positivo y fenotipo negativo pueden evolucionar o no a una hipertrofia morfológica del VI durante la adolescencia. †No se dispone de datos sobre los beneficios de los tratamientos farmacológicos en pacientes asintomáticos, aunque en la práctica clínica a veces se administran β-bloqueantes o antagonistas de los canales del calcio de forma profiláctica. ‡Habitualmente β-bloqueantes y antagonistas de los canales de calcio, ocasionalmente disopiramida y posiblemente diuréticos (administrados con cuidado). **Los pacientes de este subgrupo son elegibles para trasplante cardíaco cuando la fracción de eyección (FE) es < 50% o ≥ 50%. ACV, accidente cerebrovascular; ARF, ablación por radiofrecuencia; DAI, desfibrilador automático implantable; FA, fibrilación auricular; NYHA, New York Heart Association. (Tomado de Maron BJ, Maron MS: Hypertrophic cardiomyopathy. Lancet 2013;381:242.) * Véanse las referencias bibliográficas 1-4, 8, 20, 22, 52 y 59. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1612 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX prevención primaria con menos frecuencia, dado que la MS por MCH es infrecuente en este grupo de edad (v. fig. 78-12).50 Las decisiones sobre la implantación profiláctica de desfibriladores implantables también deberían tener en consideración el riesgo de complicaciones relacionado con los DAI transvenosos, que no es despreciable (5% anual)70,71 y las consecuencias psicosociales del tratamiento a largo plazo con estos dispositivos, sobre todo en niños y adolescentes. Los DAI subcutáneos pueden ser una alternativa atractiva para pacientes con una MCH jóvenes para evitar los posibles efectos negativos de las derivaciones transvenosas crónicas sobre el sistema vascular.72 Sin embargo, sigue existiendo incertidumbre sobre la prevención de la MS, dada la limitada experiencia con la terminación espontánea de la TV fuera del laboratorio y por la falta de capacidad como marcapasos frente a la taquicardia de estos dispositivos. El tratamiento farmacológico con amiodarona u otros antiarrítmicos como prevención primaria de la MS en pacientes de alto riesgo es una estrategia obsoleta; carece de la eficacia demostrada del DAI y existen riesgos de importantes efectos secundarios durante el período de riesgo prolongado que típicamente presentan los pacientes con una MCH jóvenes.20 Las taquiarritmias ventriculares de repetición que ponen en marcha el DAI son infrecuentes en la MCH; la ablación por radiofrecuencia es un tratamiento no demostrado porque el sustrato es anómalo de forma difusa, salvo en pacientes con aneurismas apicales del VI, en los que se puede abolir un foco de arritmias.61 Tratamiento de la insuficiencia cardíaca Fármacos Los síntomas limitantes de la insuficiencia cardíaca (p. ej., disnea de esfuerzo asociada o no a dolor torácico) se pueden explicar por la dis- función diastólica, la obstrucción del tracto de salida, la insuficiencia mitral, la isquemia microvascular o cualquier posible combinación de estas variables fisiopatológicas (v. fig. 78-9).1,2 El alivio de síntomas con el tratamiento médico puede ser muy variable y la administración de fármacos se suele ajustar de forma empírica a las necesidades de cada paciente. Desde mediados de la década de 1960 se han usado de forma generalizada los β-bloqueantes para aliviar los síntomas de insuficiencia cardíaca en la MCH mediante el enlentecimiento de la frecuencia car- díaca, que reduce el consumo miocárdico de oxígeno y aumenta el llenado ventricular, además de mitigar los gradientes de flujo de salida inducidos por el ejercicio al reducir la fuerza de la contracción del VI. El verapamilo puede mejorar los síntomas y la capacidad de esfuerzo, sobre todo en pacientes que no tienen una obstrucción del tracto de salida del VI. Esto se debe posiblemente a que controla la frecuencia cardíaca y mejora la relajación y el llenado ventricular y sirve como posible tratamiento del dolor torácico al aumentar el flujo de sangre del miocardio.1,2 Aunque los β-bloqueantes suelen ser la primera opción farmacológica, no existen evidencias de que combinar los β-bloqueantes y el verapamilo sea ventajoso; además, estos dos fármacos juntos pueden reducir la frecuencia cardíaca y/o la presión arterial en exceso. La disopiramida es una tercera opción (combinada con un fármaco que bloquee el nódulo auriculoventricular) para reducir el gradiente y los síntomas en pacientes con obstrucción del tracto de salida cuando otros fármacos no consiguen controlar los síntomas, aunque su uso puede verse limitado por sus efectos secundarios parasimpáticos.73 Los diuréticos, administrados con buen criterio y sobre todo en pacientes con enfermedad no obstructiva, permiten aliviar la congestión pulmonar y las presiones de llenado del VI. Entre los fármacos más novedosos que se están investigando para reducir los síntomas de la MCH se encuentran los inhibidores de la miosina alostéricos de molécula pequeña.5 Las estrategias de tratamiento médico de los pacientes con una dis- función diastólica e insuficiencia cardíaca avanzada son parecidas a las empleadas en la insuficiencia cardíaca congestiva en otras cardiopatías FIGURA 78-11 Cicatrices miocárdicas y pronóstico de la MCH. A-C. MCH terminal. A. Imagen ecocardiográfica longitudinal paraesternal de un hombre de 37 años que muestra hipertrofia del tabique ventricular y de la pared posterior del ventrículo izquierdo (VI), una reducción del tamaño de la cavidad y una fracción de eyección normal. B. Mismo paciente tras la conversión posterior a una enfermedad terminal con disfunción sistólica y remodelado con adelgazamiento de la pared libre y del tabique, y aumento de tamaño de la cavidad del VI. C. Forma restrictiva con aumento de tamaño de las dos aurículas, ventrículos pequeños y fracción de eyección normal, que se suele asociar a cicatrices en el miocardio. D. RM con contraste de un hombre de 32 años de alto riesgo que muestra un realce tardío con gadolinio septal ventricular transmural que ocupa más del 15% de la masa del VI (flechas) asociado a múltiples episodios de taquicardia ventricular no sostenida en el ECG ambulatorio (Holter). E. Corazón «terminal» que muestra extensas cicatrices transmurales que afectan al tabique y se extienden hacia la pared anterior (puntas de flecha). F. Extensa cicatriz transmural en el tabique ventricular (puntas de flecha) causadas por una intervención de ablación con alcohol del tabique. AI, aurícula izquierda; Ao, aorta; PP, pared posterior; TV, tabique ventricular; VD, ventrículo derecho. (A, B y D, tomado de Maron BJ, Maron MS: Hypertrophic cardiomyopathy. Lancet 2013;381:242; F, tomado de Valeti US, Nishimura RA, Holmes DR et al: Comparison of surgical septal myectomy and alcohol septal ablation with cardiac magneticresonance imaging in patients with hypertrophic obstructive cardiomyopathy. J Am Coll Cardiol 2007;49:350.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1613 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . distintas de la MCH, incluida la administración de β -bloqueantes, inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (ECA) o antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA) y diuréticos o espironolactona (v. fig. 78-9). No está claro el papel del marcapasos biventricular en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca en la MCH terminal. Los pacientes con una MCH pueden presentar también una insuficiencia cardíaca grave resistente al tratamiento con función sis- tólica conservada, ausencia de cicatrices extensas, hipertrofia residual marcada del VI y una cámara ventricular no dilatada. La MCH terminal, asociada o no a disfunción diastólica, y con síntomas de insuficiencia cardíaca muy limitantes es prácticamente la única indicación de trasplante cardíaco en la MCH.1-4 Las tasas de supervivencia tras esta intervención en una MCH son parecidas (o puede que mejores) que las encontradas en otras cardiopatías (75% a los 5 años; 60% a los 10 años).56 Miectomía quirúrgica La insuficiencia cardíaca secundaria a la obstrucción del tracto de salida del VI es reversible mediante la reducción del tabique (p. ej., miectomía o ablación selectiva con alcohol del tabique). A partir de la amplia experiencia en todo el mundo de más de 50 años y según se recoge en las recomendaciones y paneles de consenso de expertos de todas las sociedades cardiovasculares más importantes de todo el mundo, la opción favorita de tratamiento para los pacientes con discapacidad por síntomas graves que no responden a los fármacos (es decir, enfermedad de clase funcional III o IV de la NYHA [o equivalente en niños] por obstrucción FIGURA 78-12 Prevención de la muerte súbita (MS). A. Diagrama de flujo que resume los marcadores de riesgo de la MCH (izquierda) y el pronóstico relacionado con el desfibrilador automático implantable (DAI) en 730 niños y adultos de alto riesgo del registro internacional de MCH y de DAI multicéntrico (derecha). B. Electrocardiograma intracardíaco obtenido a la 1:20 de la madrugada (durante el sueño) a los 5 años del implante en un hombre de 35 años con una MCH al que se puso un DAI profiláctico por antecedentes familiares de MS y un notable en grosamiento del tabique ventricular (31 mm). Registro I: taquicardia ventricular (TV) a 200 latidos/min que comienza de forma abrupta; II: el desfibrilador percibe la TV y carga; III: la TV se deteriora a una fibrilación ventricular (FV); IV: el desfibrilador emite un shock de 20 J (flecha) y se recupera el ritmo sinusal. Una secuencia básicamente idéntica se produjo 9 años antes durante el sueño; actualmente el paciente tiene 56 años y está asintomático. C. La MCH es la causa más frecuente de MS en deportistas profesionales jóvenes en EE. UU., aunque otras cardiopatías principalmente genéticas son responsables también de muchos de estos episodios. ADAI, descendente anterior izquierda; CC, cardiopatía congénita; EA, estenosis de la válvula aórtica; EAC, enfermedad arterial coronaria; FE, fracción de eyección; MC, miocardiopatía; MCAVD, miocardiopatía arritmógena del ventrículo derecho; HVI, hipertrofia del ventrículo izquierdo; PA, presión arterial; PVM, prolapso de la válvula mitral; RTG, realce tardío con gadolinio; TVNS, taquicardia ventricular no sostenida; VI, ventrículo izquierdo; WPW, síndrome de Wolff-Parkinson-White. *Considerado evidencia posible (no definitiva) de MCH en autopsia por un leve aumento del grosor de la pared del VI (18 ± 4 mm) y del peso del corazón (447 ± 76 g). (B, tomado de Maron BJ, Spirito P, Shen W-K, et al: Implantable cardioverter-defibrillators and prevention of sudden cardiac death in hypertrophic cardiomyopathy. JAMA 2007;298:405; C, tomado de Maron BJ. Historical perspectives on sudden death in young athletes with evolution over 35 years. Am J Cardiol 2015;116:1461.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1614 En fE rm Ed a d Es d El m io ca rd io , d El p Er ic a rd io y d El l Ec h o v a sc u la r pu lm o n a r IX del flujo de salida del VI en condiciones basales o durante el ejercicio [es decir, gradiente ≥ 50 mmHg]) (v. fig. 78-9) es la miectomía septal.1-4,23,74-80 La miectomía septal ventricular transaórtica (técnica de Morrow) con- siste en resecar una pequeña parte del músculo (en general 3-10 g) del tabique basal. Actualmente muchos cirujanos realizan una miectomía más agresiva con una resección muscular que se extiende más distal en el tabique hasta la base de los músculos papilares y reorientación de los músculos papilares desplazados de forma patológica que parecen contribuir a la obstrucción. Se ha planteado seccionar las cuerdas de la válvula mitral (además de una resección superficial del tabique) en los pacientes con una hipertrofia leve del tabique para conseguir aliviar de forma eficaz el gradiente.77 Es importante recordar que la mortalidad quirúrgica esperada se ha reducido de forma continua y actualmente es inferior a un 1% en centros expertos en MCH, lo que convierte a la miectomía en la opción más segura a corazón abierto.75,78 Los principales objetivos de la miectomía quirúrgica son reducir los síntomas de insuficiencia cardíaca y mejorar la calidad de vida, porque alivian la obstrucción del tracto de salida (y el MSA) y la insuficiencia mitral asociada, con la consiguiente normalización de las presiones en el VI (v. fig. 78-7). De hecho, los estudios de seguimiento a largo plazo indican que un 90-95% de los pacientes sometidos a miectomía consiguen una abolición permanente del gradiente de flujo basal, sin compromiso de la función global del VI, y un alivio de los síntomas durante hasta 25 años, lo que confirma la probabilidad de revertir la insuficiencia cardíaca por obstrucción del flujo de salida en la MCH.2,74,76,78 Además de conseguir una notable mejora de la calidad de vida, existen evidencias de estudios no aleatorizados de que la miectomía se asocia a una mejora de la supervivencia, que equivale a la descrita en la población general de edad y sexo parecido y mejor a la de pacientes no operados con obstrucción del tracto de salida, incluida una posible reducción de la frecuencia de MS.74 La miectomía quirúrgica no se recomienda en pacientes asintomáticos (o con síntomas leve), porque no existen evidencias con- cluyentes sobre las ventajas o necesidad de realizar un alivio profiláctico de la obstrucción, dado que incluso la mortalidad quirúrgica tan baja podría superar el riesgo de la enfermedad en algunos casos. Ablación septal con alcohol La ablación septal con alcohol percutánea, una alternativa a la miectomía en pacientes seleccionados, consiste en inyectar 1-3 ml de alcohol al 95% en una arteria coronaria perforante septal principal para causar necrosis y provocar un infarto de miocardio transmural permanente en el tabique interventricular proximal.62-67 La cicatriz, que ocupa aproximadamente un 10% de la pared del VI (≤ 30% de la pared del tabique), condiciona un adelgazamiento progresivo con limita- ciones del desplazamiento del tabique basal, un aumento de tamaño del tracto de salida y, en la mayor parte de los casos, una reduccióndel gradiente del tracto de salida del VI y la insuficiencia mitral.20 La ablación con alcohol mejora de forma notable los síntomas de la insuficiencia cardíaca en muchos pacientes, aunque no se dispone todavía de datos a largo plazo sobre el pronóstico y la eficacia en comparación con la cirugía.62-67 Los datos no aleatorizados indican que el alivio del gradiente y de los síntomas tras la ablación con alcohol se parecen a la miectomía, aunque son menos constantes; en los pacientes mayores de 65 años puede que los síntomas mejoren más con la miectomía que con la ablación. Aproximada- mente un 10-20% de los pacientes sufren un bloqueo auriculoventricular de alto grado tras la ablación con alcohol que obliga a colocar un marcapasos permanente o realizar múltiples intervenciones para conseguir el resultado clínico satisfactorio. Incluso en centros con experiencia la ablación con alcohol puede asociarse a mortalidad por la intervención y una frecuencia de complicaciones parecida a la de la miectomía. Todavía no se ha resuelto por completo el importante aspecto de las secuelas clínicas de la cicatriz transmural causada por el alcohol, que es un sustrato eléctrico potencialmente inestable y un nido para las taquiarritmias ventriculares mortales que podrían aumentar el riesgo de MS en pacientes susceptibles. Existen evidencias que apoyan un mayor nivel de arritmogenicidad directamente al infarto de miocardio transmural inducido por alcohol (v. fig. 78-11), que supera el esperado tras una miectomía. El riesgo a largo plazo asociado a la ablación con alcohol todavía no se ha determinado, porque no es posible realizar un ensayo aleatorizado que compare la miectomía y la ablación. Las decisiones sobre el implante de un DAI profiláctico tras la ablación con alcohol se deben adoptar de forma individualizada.20,63-67,75 Todos los paneles de consenso y recomendaciones consideran la ablación con alcohol una estrategia terapéutica alternativa para los pacientes con una MCH obstructiva que no sean candidatos óptimos para la miectomía (p. ej., edades avanzadas, comorbilidades importantes o aumento del riesgo quirúrgico o que tengan un rechazo personal importante a la cirugía) (v. fig. 78-9). Además, no se debería realizar una ablación septal con alcohol en los pacientes con una MCH que tienen otros trastornos asociados, como una valvulopatía mitral intrínseca o una enfermedad arterial coronaria que necesita un injerto de derivación y también se debería desaconsejar en los que tienen una hipertrofia extrema y/o alteraciones complejas del aparato subvalvular mitral.4 Marcapasos bicameral Hace unos 25 años se fomentó el uso de un marcapasos bicameral permanente como alternativa a la miectomía quirúrgica en pacientes con una MCH obstructiva y síntomas de insuficiencia cardíaca.4 Sin embargo, la utilidad del marcapasos en la MCH ha quedado muy limitada, dado que varios estudios aleatorizados han demostrado que los beneficios sintomáticos subjetivos asociados al marcapasos parecían en gran medida debidos a un efecto placebo. Tratamiento de la fibrilación auricular La FA sintomática es la arritmia mantenida más frecuente en la MCH, que con frecuencia explica ingresos hospitalarios inesperados, pérdida de productividad y alteraciones de la calidad de vida.1-4,14,15,81-91 La FA no se asocia a un aumento de la mortalidad por MCH ni fomenta los síntomas de insuficiencia cardíaca progresiva. Se produce una FA paroxística, persis- tente o permanente en un 20-25% de los pacientes con una MCH, cuya incidencia aumenta con la edad y se relaciona con un aumento de tamaño y disfunción de la aurícula izquierda. La FA paroxística sintomática puede influir de forma negativa sobre la calidad de vida, con frecuentes visitas al servicio de urgencias para cardioversión. Sin embargo, la mortalidad atribuible de forma específica a la FA en la MCH es baja (< 1% anual) y se debe principalmente a accidentes cerebrovasculares embólicos en ausencia de anticoagulación. Ningún gen de la MCH se ha vinculado a la FA.85 TABLA 78-2 Factores de riesgo de muerte súbita por miocardiopatía hipertrófica Prevención secundaria Parada cardíaca o TV sostenida Marcadores de riesgo en la prevención primaria convencional Antecedentes familiares de muerte súbita por MCH Síncope reciente no explicado TV no sostenida múltiple o repetida (en el ECG ambulante) Respuesta hipotensiva o atenuada de la presión arterial ante el esfuerzo Hipertrofia masiva del VI (grosor de la pared ≥ 30 mm*) Realce tardío con gadolinio extenso o difuso (RMC con contraste) Posibles subgrupos de alto riesgo para la prevención primaria Estadio terminal (fracción de eyección < 50%) Aneurisma apical del VI con cicatrices Potenciales pacientes modificadores para la prevención primaria† Notable gradiente en el tracto de salida del VI en reposo Realce tardío con gadolinio extenso o difuso Cicatriz transmural asociada a la ablación septal con alcohol Múltiples mutaciones sarcoméricas Modificables Deportes de competición intensivos Enfermedad arterial coronaria ateroesclerótica *O equivalente en niños según su tamaño corporal. †Para orientar la toma de decisiones sobre el uso de desfibriladores implantables profilácticos en pacientes cuyos niveles de riesgo sigan siendo dudosos tras la evaluación con el algoritmo de factores de riesgo convencional. Tomado de Maron BJ, Maron MS: Hypertrophic cardiomyopathy. Lancet 381:242, 2013. ECG, electrocardiograma; MCH, miocardiopatía hipertrófica; RMC, resonancia magnética cardiovascular; VI, ventrículo izquierdo; TV, taquicardia ventricular. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1615 M io card io p atía h ip ertró fi ca 78 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Dado el riesgo de formación de coágulos y embolización, los pacien- tes con FA necesitan tratamiento anticoagulante (v. fig. 78-10).2-4,81,82 Aunque el antagonista de la vitamina K warfarina sigue usándose mucho, los anticoagulantes orales nuevos son alternativas razonables en los pacientes con una MCH. Las decisiones de anticoagulación se adaptan a cada paciente tras tener en consideración las modificaciones de la forma de vida, el riesgo de hemorragia y las esperanzas de cum- plimiento. La escala CHA2DS2-VASc no está validada ni tiene importancia en la MCH y el número de episodios necesario para iniciar el tratamiento no está definido, aunque un umbral bajo se considera prudente. Aunque los datos específicos para la MCH son limitados, la amiodarona se considera el fármaco que reduce de forma más eficaz las recaídas de la FA; los β-bloqueantes y el verapamilo se suelen emplear para controlar la frecuencia cardíaca en pacientes con una FA persistente o permanente. Una serie de estudios relativamente pequeños han conseguido un éxito parcial y a corto plazo con ablación con catéter de radiofrecuencia (aislamiento de la vena pulmonar) para controlar la FA paroxística recidivante que no responde a fármacos.83,84,87 El resultado a corto plazo en la MCH es que un 40% de los pacientes estarán libres de FA durante 1 año, pero el pronóstico a largo plazo no está bien definido y se describen cifras no despreciables de repetición de intervenciones y recaídas de la arritmia. Los pacientes con antecedentes de FA sometidos a una miectomía quirúrgica deben considerarse candidatos a una técnica del laberinto (maze) adyuvante. Otros aspectos terapéuticos No existen evidencias de que las pacientes con una MCH tengan un aumento del riesgo durante el embarazo o el parto. Parece que la morbilidad y la mortalidad maternas se limitan a un grupo extremadamente pequeño de mujeres
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