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1389© 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos ESTENOSIS AÓRTICA, 1389 Epidemiología, 1389 Causas y anatomía patológica, 1389 Fisiopatología, 1390 Presentación clínica, 1393 Pruebas diagnósticas, 1395 Evolución de la enfermedad, 1395 Tratamiento, 1398 INSUFICIENCIA AÓRTICA, 1401 Causas y anatomía patológica, 1401 Fisiopatología de la insuficiencia aórtica crónica, 1402 Presentación clínica de la insuficiencia aórtica crónica, 1403 Pruebas de diagnóstico, 1404 Evolución de la enfermedad, 1405 Tratamiento de la insuficiencia aórtica crónica, 1407 Insuficiencia aórtica aguda, 1409 VALVULOPATÍA AÓRTICA BICÚSPIDE, 1410 Epidemiología, 1410 Fisiopatología, 1410 Presentación clínica, 1411 Evolución de la enfermedad, 1411 Tratamiento, 1411 BIBLIOGRAFÍA, 1412 68 Valvulopatía aórtica BRIAN R. LINDMAN, ROBERT O. BONOW Y CATHERINE M. OTTO ESTENOSIS AÓRTICA Epidemiología En estudios ecocardiográficos poblacionales recientes, del 1 al 2% de las personas de 65 años o mayores y el 12% de las personas de 75 años o mayores presentaban estenosis aórtica (EA) calcificada1,2 (v. capítulo 88). Entre los mayores de 75 años, el 3,4% (intervalo de confianza [IC] al 95%, 1,1-5,7%) tienen EA grave.2 La prevalencia de esclerosis valvular aórtica sin estenosis, definida como engrosamiento irregular o calcificación de las valvas de la válvula aórtica, aumenta con la edad y varía desde el 9% en poblaciones con una edad media de 54 años hasta el 42% en poblaciones con una edad media de 81 años.1,3 La velocidad de progresión de la esclerosis aórtica hacia la estenosis es del 1,8 al 1,9% por año.3 Con el envejecimiento de la población, se espera que el número de personas con EA aumente de dos a tres veces en los países desarrollados durante las próximas décadas.1,3,4 Causas y anatomía patológica La EA valvular tiene tres causas principales: válvula congénita bicúspide con calcificación superpuesta, calcificación de una válvula trivalva normal y enfermedad reumática (fig. 68-1). En una serie estadounidense de 933 pacientes sometidos a reemplazo de la válvula aórtica (RVA) por EA, la válvula bicúspide estaba presente en más del 50%, entre los que se encontraban dos tercios de los menores de 70 años y un 40% de los mayores de 70 (v. «Bibliografía clásica»: Roberts y Ko). Además, la EA puede ser causada por una estenosis valvular congénita que se manifiesta en la infancia o la niñez. En raras ocasiones, la EA es causada por una ateroesclerosis grave de la aorta y la válvula aórtica; esta forma de EA ocurre con mayor frecuencia en pacientes con hipercolesterolemia grave y se observa en niños con hiperlipoproteine- mia de tipo II homocigótica. La afectación reumatoide de la válvula es una causa infrecuente de EA y produce engrosamiento nodular de las valvas de la válvula y afectación de la porción proximal de la aorta. La ocronosis con alcaptonuria es otra causa infrecuente de EA. La obstrucción fija del flujo del ventrículo izquierdo (VI) también puede ocurrir por encima de la válvula (estenosis supravalvular) o por debajo de la misma (estenosis subvalvular discreta, v. fig. 14-45) (vídeos 68-1A y B). La obstrucción subaórtica dinámica puede ser causada por miocardiopatía hipertrófica (v. capítulo 78). Estenosis valvular aórtica congénita. Las malformaciones congénitas de la válvula aórtica pueden ser unicúspides, bicúspides o tricúspides, o la anomalía puede manifestarse como un diafragma en forma de cúpula (v. fig. 14-44 y capítulo 75). Las válvulas unicúspides producen de forma característica una obstrucción grave en la infancia y constituyen las malformaciones más frecuentes que se encuentran en la EA valvular mortal en niños menores de 1 año, pero también se pueden observar en adultos jóvenes con una anatomía semejante a una valvulopatía bicúspide. Las válvulas congénitas bicúspides rara vez son responsables de la restricción grave del orificio aórtico durante la infancia,5 pero causan una importante insuficiencia aórtica (IA) que necesita cirugía valvular durante la edad adulta en un subconjunto de pacientes. La mayoría de los pacientes afectados, sin embargo, tienen una función de válvula normal hasta tarde en la vida, cuando los cambios superpuestos de la calcificación provocan una obs- trucción valvular (v. más adelante la enfermedad valvular aórtica bicúspide). Valvulopatía aórtica calcificada. La valvulopatía aórtica calcificada (anteriormente «senil» o «degenerativa») que afecta a una válvula bicús- pide congénita o trivalva normal es actualmente la causa más frecuente de EA en adultos. La esclerosis aórtica, identificada mediante ecocardiografía o tomografía computarizada (TC), es la etapa inicial de la valvulopatía calcificada e, incluso en ausencia de obstrucción valvular o enfermedad cardiovascular conocida, se asocia con un mayor riesgo de infarto de miocardio (IM) y enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas.3,6 Se han documentado asociaciones epidemiológicas entre los factores de riesgo cardiovascular y la valvulopatía aórtica calcificada, lo que indica que el tratamiento o la prevención de estos factores de riesgo puede disminuir el riesgo de desarrollo de EA (tabla 68-1). Aunque antes la EA calcificada se consideraba el resultado de años de estrés mecánico normal en una válvula por otro lado normal («desgaste por el uso»), ahora está claro que la biología activa subyace al inicio y la progresión de la valvulopatía aórtica calcificada (fig. 68-2).7 Las diferencias en la biología que impulsan las fases de inicio y progresión de la valvulopatía aórtica calcificada podrían tener repercusiones importantes para los tratamientos médicos dirigidos a la prevención, enlentecimiento o reversión del camino desde la esclerosis aórtica hasta la estenosis grave, en términos de qué vías son relevantes para el objetivo y cuándo, a lo largo del espectro de la enfermedad, los fármacos que se dirigen contra ella tienen más probabilidades de ser eficaces. Las valvas normales de la válvula están compuestas por la fibrosa (que mira hacia la aorta), la ventricular (que mira al ventrículo) y la esponjosa (situada entre la fibrosa y el ventrículo). Las células intersticiales valvulares (CIV) son el tipo de célula más predominante; también están presentes células del músculo endotelial y liso. Mediante de una interacción com- pleja de episodios moleculares, la válvula flexible, plegable, se vuelve rígida e inmóvil, caracterizada burdamente por fibrosis y calcificación. El proceso se inicia por la infiltración lipídica y el estrés oxidativo, que atraen y activan células inflamatorias y potencian la elaboración de citocinas (fig. 68-3).4 Las CIV se reprograman de forma osteógena, lo que promueve la mineralización de la matriz extracelular y la progresión de la remodelación fibrocalcificada de la válvula. También se ha descrito la agrupación familiar de EA calcificada, lo que indica una posible predisposición genética a la calcificación valvular.8,9 Los polimorfismos genéticos se han relacionado con la presencia de EA calcificada, como los que afectan al receptor de la vitamina D, los alelos de la interleucina (IL) 10, el receptor de estrógenos, el receptor del factor de crecimiento transformante (TGF) β y el alelo de la apolipoproteína E4.10 En un estudio de asociación del genoma completo (GWAS, genomewide association study) basado en un metaanálisis de datos de casi 7.000 pacientes de tres cohortes poblacionales, una con polimorfismo de un solo nucleótido (SNP, single-nucleotide polymorphism) en el locus de la lipoproteína de baja densidad (LDL) se asoció con calcificación valvular aórtica, concentraciones de lipoproteína(a) sérica [Lp(a)] e EA incidental (hazard ratio [HR], 1,68; IC, 1,32-2,15).11 Esta correlación fue confirmada por la revisión de un gran registro danés de más de 77.000 pacientes Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es porElsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1390 En fE rm Ed a d Es d E la s vá lv u la s ca rd ía ca s VIII en los que dos genotipos Lp(a) se asociaron de forma estadísticamente significativa con EA incidental.12 Pruebas recientes señalan un posible vínculo entre la Lp(a) y la EA a través de la fosfolipasa A2 asociada a la lipoproteína (Lp-PLA2) y el miembro de la familia de la pirofosfatasa/ fosfodiesterasa del ectonucleótido 2 (ENPP2), también conocido como autotaxina.13-17 La Lp(a) transporta tanto Lp-PLA2 como autotaxina, y cada uno de estos se encuentra en mayor abundancia en las válvulas aórticas estenosadas.15,16,18 La Lp-PLA2 transforma las especies de fosfolípidos oxidados en lisofosfatidilcolina (LPC); a su vez, la autotaxina transforma la LPC en ácido lisofosfatídico (LPA), que parece actuar en la reprogramación osteógena de las CIV.16,17 Estenosis aórtica reumática. La EA reumática es el resultado de las adherencias y fusiones de las comisuras y cúspides y de la vascularización de las valvas del anillo de la válvula, lo que lleva a la retracción y rigidez de los bordes libres de las cúspides. Los nódulos calcificados se desarrollan en ambas superficies, y el orificio se reduce a una abertura pequeña, redonda o triangular (v. fig. 68-1C). Como consecuencia, la válvula reumática a menudo es insuficiente y estenosada. Los pacientes con EA reumática sistemáticamente tienen afectación reumática de la válvula mitral (v. capítulo 74). Con la disminución de la fiebre reumática en las naciones desarrolladas, la frecuencia de la EA reumática está disminuyendo, aunque sigue siendo un problema importante a escala mundial. Fisiopatología Obstrucción valvular En adultos con EA calcificada, existe una carga significa- tiva de enfermedad de la valva antes de que se desarrolle la obstrucción al flujo de salida. Sin embargo, una vez que se presenta una obstrucción leve, la progresión hemodinámica ocurre en casi todos los pacientes, con un intervalo desde la obstrucción leve hasta la grave que varía desde menos de 5 hasta más de 10 años (fig. 68-4). En lactantes y niños con EA congénita, el orificio de la válvula muestra pocos cambios a medida que el niño crece, lo que contribuye a la obstrucción relativa con el paso del tiempo. En la tabla 68-2 se ofrecen las etapas clínicas que reflejan la progresión de la EA. La obstrucción grave al flujo de salida del VI en general se caracteriza por lo siguiente: 1) una velocidad del chorro aórtico de 4 m/s o mayor; 2) un gradiente de presión transvalvular medio de al menos 40 mmHg en presencia de un flujo normal, o 3) un orificio aórtico efectivo (calculado por la ecuación de continuidad; v. fig. 14-48) no mayor de 1 cm2 en un adulto de tamaño medio (es decir, ≤ 0,6 cm2/ m2 de área de superficie corporal), que es aproximadamente el 25% del orificio aórtico normal de 3 a 4 cm2.19 La EA moderada se caracteriza por una velocidad del chorro aórtico de 3 a 3,9 m/s o un gradiente de presión transvalvular medio de 20 a 39 mmHg, generalmente con un área del orificio de la válvula aórtica (AVA) de 1 a 1,5 cm2. La EA leve se caracteriza por una velocidad del chorro aórtico de 2 a 2,9 m/s o un gradiente de presión transvalvular medio menor de 20 mmHg, habitualmente con orificio aórtico de 1,5 a 2 cm2 (v. tabla 68-2).4,19-21 Sin embargo, el grado de estenosis asociado con el inicio de los síntomas varía entre los pacientes, y ningún número único define la EA grave o crítica en un paciente individual. Las decisiones clínicas se basan en la consideración del estado de los síntomas y la respuesta del VI a la sobrecarga crónica de presión, junto con la gravedad hemodinámica. En algunos casos, son necesarias medidas hemodinámicas adicionales de gravedad, como el índice de pérdida de energía, la impedancia valvular o la evaluación con condiciones variables de carga (p. ej., estrés con dobutamina) o con el esfuerzo, para una evaluación completa de la gravedad de la enfermedad.22-26 Remodelación hipertrófica del miocardio El mantenimiento del gasto cardíaco frente a una válvula aórtica obstruida impone un aumento crónico de la presión del VI. En respuesta, el ventrículo comúnmente se somete a la remodelación hipertrófica caracterizada por hipertrofia de los miocitos y aumento del grosor de la pared (fig. 68-5). La remodelación del VI puede manifestarse como una remodelación concén- trica, hipertrofia concéntrica o una hipertrofia excéntrica. Según la ley de Laplace, la remodelación del VI reduce la tensión de la pared (poscarga) y se considera uno de los mecanismos compensadores importantes para mantener la función de la eyección del VI, que se ve directamente afectada por la poscarga (v. «Bibliografía clásica»: Grossman et al.). Sin embargo, la hipertrofia del VI no está relacionada simplemente con el aumento de la poscarga. Los estudios preclínicos han demostrado que el bloqueo de la respuesta hipertrófica a la sobrecarga de presión no tiene efectos perjudiciales sobre el rendimiento del VI a pesar del aumento del estrés de la pared (v. «Bibliografía clásica»: Hill et al.). En FIGURA 68-1 Principales tipos de estenosis de la válvula aórtica. A. Válvula aórtica normal. B. Estenosis aórtica bicúspide congénita. Está presente un rafe falso en la posición horaria de las 6. C. Estenosis aórtica reumática. Las comisuras están fusionadas con un orificio central fijo. D. Estenosis aórtica degenerativa calcificada. (A, tomado de Manabe H, Yutani C, editors. Atlas of Valvular Heart Disease. Singapore: Churchill Livingstone; 1998, pp 6, 131; B-D, por cortesía del Dr. William C. Roberts, Baylor University Medical Center, Dallas.) TABLA 68-1 Fuerza de asociaciones en estudios epidemiológicos y observacionales de factores de riesgo clínico y de valvulopatía aórtica calcificada (VAC) análIsIs dE vac facTOr dE rIEsGO Sección transversal Incidencia Progresión Edad +++ +++ +++ Sexo masculino ++/− ++ 0 Talla ++ ++ 0 Índice de masa corporal ++ ++ 0 Hipertensión ++ ++ 0 Diabetes +++ +++ 0 Síndrome metabólico ++ ++ + Dislipidemia ++ ++ 0 Tabaquismo ++ ++ + Disfunción renal + 0 0 Marcadores inflamatorios + 0 0 Concentración de fósforo ++ 0 N/D Concentración de calcio 0 0 N/D Escala previa de calcio N/D N/D +++ +, asociación débil positiva; ++, asociación moderada positiva; +++, asociación fuerte positiva; −, asociación débil negativa; 0, no se observa asociación; N/D, datos no disponibles/insuficientes. Tomado de Owens DS, O’Brien KD: Clinical and genetic risk factors for calcific valve disease. In Otto CM, Bonow RO, editors. Valvular Heart Disease: A Companion to Braunwald’s Heart Disease. 4th ed. Philadelphia: Saunders; 2013, pp 53-62. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1391 V alvu lo p atía aó rtica 68 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . pacientes con EA, varios estudios han documentado que el aumento de la remodelación hipertrófica del VI se asocia con una disfunción ventricular más grave y con síntomas de insuficiencia cardíaca (IC), así como con una mayor mortalidad.27-29 Por tanto, aunque puede reducir el estrés de la pared, la remodelación hipertrófica del VI también puede tener efectos nocivos a más largo plazo que se traducen en una alteración del rendimiento ventricular y peores resultados clínicos. La hipertrofia cardíaca en respuesta a la sobrecarga de presión implica procesos tanto de adaptación como de inadaptación.30 Además, la remodelaciónhipertrófica en pacientes con EA está determinada por varios factores además de la gravedad de la obstrucción valvular, como el sexo, la genética, la carga vascular y las anomalías metabólicas.31,32 Además, son importantes el grado en que la remodelación hipertrófica del VI es de inadaptación o de adaptación, y en que los efectos funcionales y clínicos resultantes no son simplemente un problema de la masa total y de la geometría del VI, así como la composición y el dinamismo del miocardio.30 Función diastólica ventricular izquierda La remodelación hipertrófica también altera la relajación miocárdica diastólica y aumenta la rigidez,33,34 modulada por enfermedades coexis- tentes cardiovasculares y metabólicas.35 Una mayor rigidez miocárdica, un aumento de la fibrosis miocárdica, los productos finales de glucación avanzada y las anomalías metabólicas contribuyen al aumento de la rigidez de la cámara y de las presiones diastólicas.33 La contracción auricular desempeña una función particularmente importante en el llenado del VI en la EA porque aumenta la presión telediastólica del VI sin causar una elevación concomitante de la presión media de la aurícula izquierda. Esta función de «bomba de refuerzo» de la aurícula izquierda evita que las presiones venosa y capilar pulmonar alcancen valores que producirían congestión pulmonar, al tiempo que mantienen la presión telediastólica del VI en el valor elevado necesario para la contracción eficaz del VI hipertrofiado. La pérdida de una contracción auricular vigorosa y adecuadamente sincronizada, como ocurre en la fibrilación auricular (FA) o en la disociación auriculoventricular, puede provocar un rápido deterioro clínico en pacientes con EA grave. Después del alivio quirúrgico de la EA, la disfunción diastólica puede volver a la normalidad con la regresión de la hipertrofia, pero persiste un cierto grado de disfunción diastólica a largo plazo. Función sistólica ventricular izquierda La función sistólica del VI, medida por la fracción de eyección (FE), permanece normal hasta el final del proceso de la enfermedad en la mayoría de los pacientes con EA.4 No obstante, se puede detectar una dis- función sistólica más sutil como distensión sistólica longitudinal reducida antes de una reducción de la FE.36,37 (v. capítulo 14). El desarrollo y la gravedad de la disfunción sistólica es el resultado de una interacción compleja de factores, entre los que se encuentran la gravedad de la obstrucción valvular, anomalías metabólicas, la carga vascular, la hiper- trofia inadecuada (dada la correlación inversa entre el estrés de la pared y el rendimiento sistólico), hipertrofia de inadaptación (que provoca contractilidad alterada), la isquemia y la fibrosis.4,32,38 Ocasionalmente, un subconjunto de pacientes desarrolla una disfunción sistólica franca manifestada como una FEVI reducida. En estos pacientes, la función sistólica generalmente mejora después de que el VI se descargue mediante el RVA; la cantidad de recuperación depende de muchos factores, como el grado afectación de la disfunción sistólica debida a la discordancia entre la poscarga y la contractilidad alterada.39,40 Fibrosis miocárdica. La fibrosis cardíaca es un factor de riesgo emergente de desenlaces clínicos adversos en pacientes con EA.41-44 Como parte del proceso de remodelación hipertrófica, se puede desarrollar fibrosis miocárdica difusa y de reemplazo (no fibrosis por IM previo),41 aunque la FIGURA 68-2 Mecanismos de la enfermedad y curso temporal de la estenosis aórtica (EA) calcificada: relación entre el estadio de la enfermedad, la anatomía valvular, los factores de riesgo clínico, los mecanismos de la enfermedad y la edad del paciente. La rotura del endotelio con inflamación (línea discontinua) y la infiltración lipídica son elementos clave en el inicio de la enfermedad. Existen pocos datos sobre la prevalencia del inicio de la enfermedad en pacientes con riesgo, y la enfermedad progresiva solo se desarrolla en un subconjunto de estos pacientes. La enfermedad progresiva de las valvas, que está asociada con varias vías de la enfermedad, se desarrolla en aproximadamente el 10-15% de los pacientes con EA. Una vez que se activan estos mecanismos, la calcificación de las valvas provoca una EA grave en casi todos los pacientes. En la enfermedad terminal, la calcificación tisular (línea roja) es el cambio histológico predominante, que provoca la obstrucción valvular. Los abordajes con las pruebas de imagen actuales solo son realizables cuanto existen cambios importantes de las valvas (en pacientes con enfermedad progresiva u obstrucción valvular), lo que limita los estudios clínicos sobre intervenciones para prevenir o enlentecer la progresión de la enfermedad pronto. LRP, complejo proteico relacionado con el receptor de lipoproteínas; OPG, osteoprotegerina; RANKL, activador del receptor del ligando del factor kB nuclear. (Tomado de Otto CM, Prendergast B. Aortic-valve stenosis: from patients at risk to severe valve obstruction. N Engl J Med 2014;371:744-56.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1392 En fE rm Ed a d Es d E la s vá lv u la s ca rd ía ca s VIII incidencia y el grado de la fibrosis es variable e impredecible y los mecanismos biológicos subyacentes todavía se desconocen. Es importante destacar que los pacientes con fibrosis grave, a pesar de una FE normal, tienen más síntomas preoperatorios de IC y menos probabilidades de experimentar mejoría de los síntomas a medio plazo después del reemplazo valvular, en comparación con aquellos sin fibrosis o con fibrosis mínima antes del reemplazo valvular.42 Lechos vasculares sistémicos y pulmonares. El VI hipertrofiado y sobrecargado de presión transmite mayor presión al lecho vascular pulmonar, lo que conduce a hipertensión pulmonar en muchos pacientes con EA, que llega a ser grave en el 15-20% de los casos.45 Aunque los pacientes pueden manifestar inicialmente hipertensión venosa pulmonar aislada, algunos continuarán desarrollando una mayor resistencia vascular pulmonar, tal vez influenciada por enfermedades coexistentes específicas y con la cronicidad de la hipertensión venosa pulmonar.46-48 Entre los pacientes asintomáticos, la hipertensión pulmonar inducida por el esfuerzo se asocia con una menor supervivencia libre de episodios.49 Entre los pacientes sometidos al RVA quirúrgico o transcatéter, la presencia y la gravedad de la hipertensión pulmonar se asocia con una mayor mortalidad postoperatoria.46,48,50 El lecho vascular sistémico también contribuye de forma importante a la poscarga total del VI. Los estudios hemodinámicos con fármacos vasodilatadores sistémicos muestran un aumento agudo del volumen de eyección del VI, lo que subraya que los cambios de las propiedades vasculares pueden descargar el VI a pesar de no existir cambios de la obstrucción valvular.47,51 (v. «Bibliografía clásica»: Khot et al.). Las medidas de aumento de la carga vascular, como la rigidez vascular, la carga global (que integran las cargas valvular y vascular) y la presión arterial sistólica, se asociaron con una remodelación adversa del VI, el deterioro de la función del VI y peores desenlaces clínicos.38,52-54 Isquemia miocárdica. En pacientes con EA, el VI hipertrofiado, el aumento de la presión sistólica y la prolongación de la eyección elevan el consumo de oxígeno (O2) miocárdico. Al mismo tiempo, incluso en ausencia de enfermedad coronaria epicárdica, la disminución de la densidad capilar del miocardio en el ventrículo hipertrófico, el aumento de la presión telediastólica del VI y la menor duración de la diástole sirven para disminuir el gradiente de presión de perfusión coronariay el flujo sanguíneo miocárdico. En conjunto, esto crea un desequilibrio entre el suministro y la demanda de O2 en el miocardio, con isquemia más pronunciada en el subendocardio (v. fig. 68-4). A medida que la obstrucción valvular se vuelve más grave, la reserva de flujo coronario disminuye progresivamente.55 El ejercicio u otros estados de mayor demanda de O2 pueden incrementar este desequilibrio y provocar una angina indistinguible de la causada por obstrucción coronaria epicárdica. FIGURA 68-3 Patogenia de la estenosis aórtica calcificada. El daño endotelial permite la infiltración lipídica, específicamente por lipoproteínas de baja densidad (LDL) y lipoproteína (a) (Lp[a]), dentro de la fibrosa y desencadena el reclutamiento de células inflamatorias dentro de la válvula aórtica. La lesión endotelial puede ser desencadenada por varios factores, entre los que se encuentran especies derivadas de lípidos, citocinas, tensión mecánica y lesión por radioterapia. La síntesis de especies reactivas de oxígeno (ROS) es potenciada por el desacoplamiento de la óxido nítrico sintasa (NOS), que aumenta la oxidación de los lípidos e intensifica todavía más la secreción de citocinas. Las enzimas transportadas dentro de la válvula aórtica por las lipoproteínas (p. ej., LDL, Lp[a]) como la fosfolipasa A2 asociada a lipoproteínas (Lp-PLA2) y la ectonucleótido-pirofosfatasa/fosfodiesterasa 2 (ENPP2), también conocida como autotaxina (ATX), produce derivados de lisofosfolípidos. La ATX, que también es secretada por las células intersticiales valvulares (CIV), transforma la lisofosfatidilcolina (LPC) en ácido lisofosfatídico (LPA). Varios factores, como el LPA, el ligando del factor kB nuclear (RANKL; también conocido como TNFSF11) y WNT3a, favorecen la transición osteógena de las CIV. El ácido araquidónico (AA) sintetizado por la PLA2 citosólica potencia la síntesis de eicosanoides como prostaglandinas y leucotrienos a través de las vías de la prostaglandina G/H sintasa 2 (PTGS2; también conocida como ciclooxigenasa 2 [COX-2]) y la 5-lipooxigenasa (5-LO), respectivamente. A su vez, los eicosanoides potencian la inflamación y la mineralización. La quimasa y la enzima conversora de la angiotensina (ECA) potencian la síntesis de angiotensina II, que aumenta la síntesis y secreción de colágeno por las CIV. Debido a la síntesis aumentada de metaloproteinasas de matriz (MMP) y a la síntesis disminuida de inhibidores tisulares de metaloproteinasas (TIMP), el tejido fibroso desorganizado se acumula dentro de la válvula aórtica. La microcalcificación comienza pronto en el curso de la enfermedad, impulsada por microvesículas secretadas por las CIV y los macrófagos. Además, la sobreexpresión de ectonucleotidasas –ENPP1, ecto 5′-nucleotidasa (NT5E) y fosfatasa alcalina (PAL)– potencia tanto la apoptosis como la mineralización mediada por osteogenia. La proteína 2 morfogenética ósea (BMP2) conduce a transdiferenciación osteógena, que está asociada con la expresión de factores de transcripción relacionados con el hueso (p. ej., factor de transcripción 2 relacionado con runt [RUNX2] y proteína homeobox MSX2). Posteriormente, las células de tipo osteoblasto coordinan la calcificación de la válvula aórtica como parte de un proceso muy regulado análogo al de la formación de hueso del esqueleto. El depósito de matriz mineralizada se acompaña de fibrosis y formación de vasos nuevos, lo que es promovido por el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF). A su vez, la formación de vasos nuevos aumenta el reclutamiento de células inflamatorias y células progenitoras óseas derivadas de la médula ósea. A2AR, receptor de adenosina A2A; LPAR, receptor de ácido lisofosfatídico; Ox-LDL, LDL oxidada; Ox-PL, fosfolípido oxidado; sPLA2, fosfolipasa A2 secretada; TGF-β, factor de crecimiento transformante β; TNF, factor de necrosis tumoral. (Tomado de Lindman BR, Clavel M-A, Mathieu P, et al. Calcific aortic stenosis. Nat Rev Dis Primers. 2016;2:16006.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1393 V alvu lo p atía aó rtica 68 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Presentación clínica Síntomas Las manifestaciones cardinales de la EA adquirida son disnea de esfuerzo, angina, síncope y finalmente IC.20,56 La mayoría de los pacientes ahora son diagnosticados antes del inicio de los síntomas a partir del hallazgo de un soplo sistólico en la exploración física, con confirmación del diagnóstico mediante ecocardiografía. Los síntomas generalmente comienzan entre los 50 y los 70 años con estenosis de una válvula aórtica bicúspide y en los mayores de 70 años con estenosis calcificada de una válvula tricúspide, aunque, incluso en este grupo de edad, aproximadamente el 40% de los pacientes con EA tienen una válvula bicúspide congénita 70 (v. «Bibliografía clásica»: Roberts y Ko). La presentación clínica más frecuente en pacientes con diagnóstico conocido de EA que son seguidos de forma prospectiva es una dis- minución gradual en la tolerancia al esfuerzo, fatiga o disnea de esfuerzo. El mecanismo de la disnea de esfuerzo puede ser la disfunción diastólica del VI, con un aumento excesivo de la presión telediastólica que conduce a la congestión pulmonar. Alternativamente, los síntomas de esfuerzo pueden ser el resultado de la capacidad limitada de aumentar el gasto cardíaco con el ejercicio. La disnea de esfuerzo más grave, con ortopnea, disnea paroxística nocturna y edema pulmonar, refleja diversos grados de hipertensión venosa pulmonar. Estos son síntomas relativamente tardíos en pacientes con EA, y en la práctica actual, la intervención generalmente se realiza antes de esta etapa de la enfermedad. La angina es un síntoma frecuente en pacientes con EA grave y gene- ralmente es parecida a la angina observada en pacientes con enfermedad arterial coronaria (EAC), ya que generalmente se desencadena con el esfuerzo y se alivia con el reposo (v. capítulos 56 y 61). En pacientes sin EAC, la angina es el resultado de la combinación del aumento de las demandas de O2 del miocardio hipertrófico y la reducción del aporte de O2 secundaria a la compresión excesiva de los vasos coronarios. En pacientes con EAC, la angina es causada por una combinación de obstrucción de las arterias coronarias epicárdicas y el desequilibrio de O2 característico de la EA. En muy raras ocasiones, la angina es el resultado de émbolos calcificados en el lecho vascular coronario. El síncope con mayor frecuencia es causado por la perfusión cere- bral reducida que se produce durante el esfuerzo cuando la presión arterial disminuye debido a la vasodilatación sistémica y a un aumento inadecuado del gasto cardíaco relacionado con la estenosis valvular. El FIGURA 68-4 Fisiopatología de la estenosis aórtica. La obstrucción al flujo de salida del ventrículo izquierdo (VI) provoca un incremento de la presión sistólica del VI, del tiempo de eyección del VI (TEVI) y de la presión diastólica del VI, así como una disminución de la presión aórtica (Ao). La presión sistólica del VI aumentada con sobrecarga de volumen del VI incrementa la masa del VI, lo que puede conducir a una disfunción del VI y a su insuficiencia. El incremento de la presión sistólica del VI, de la masa del VI y del TEVI aumenta el consumo de oxígeno (O2) por el miocardio. El TEVI aumentado provoca la disminución del período de tiempo diastólico (período de perfusión miocárdica). La presión diastólica del VI aumentada y la presión Ao diastólica disminuida hacen que la presión de perfusión coronaria se reduzca. La disminución del tiempo diastólico y de la presión de perfusión coronaria reduce el aporte de O2 al miocardio.El aumento del consumo miocárdico de O2 y la disminución del aporte de O2 al miocardio produce isquemia miocárdica, que deteriora todavía más la función del VI. (Tomado de Boudoulas H, Gravanis MB: Valvular heart disease. In Gravanis MB, editor. Cardiovascular Disorders: Pathogenesis and Pathophysiology. St Louis; Mosby; 1993, p 64.) FIGURA 68-5 Remodelación por inadaptación y alteración de la función del ventrículo izquierdo (VI) en respuesta a la sobrecarga de presión por estenosis aórtica (EA). El estrechamiento del orificio de la válvula aórtica causa una aceleración de la velocidad de flujo sanguíneo con una disminución simultánea de la presión sistólica entre el tracto de salida del ventrículo izquierdo (TSVI) y la aorta. La presión del VI aumentada que impone la EA provoca hipertrofia del VI (aumento de la masa miocárdica del VI), reducción de la reserva de flujo coronario, fibrosis miocárdica, disfunción diastólica y disminución del acortamiento sistólico longitudinal, aunque la fracción de eyección permanece normal en la mayor parte de los pacientes. La dilatación de la aurícula izquierda es frecuente debido a las presiones de llenado del VI elevadas, que a menudo conducen a hipertensión pulmonar secundaria y a disfunción del ventrículo derecho en los estadios más avanzados de la enfermedad. (Tomado de Lindman BR, Clavel M-A, Mathieu P, et al. Calcific aortic stenosis. Nat Rev Dis Primers 2016;2:16006.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1394 En fE rm Ed a d Es d E la s vá lv u la s ca rd ía ca s VIII síncope también se ha atribuido a un mal funcionamiento del mecanismo barorreceptor en la EA grave (v. capítulo 99), así como a una respuesta vasodepresora frente a una presión sistólica del VI elevada durante el esfuerzo. Los síntomas premonitorios del síncope son comunes. La hipotensión de esfuerzo también se puede manifestar como «hechizos del encanecimiento» o mareo por esfuerzo. El síncope en reposo puede ser causado por FA transitoria con pérdida de la contribución auricular al llenado del VI, que causa una disminución precipitada del gasto cardíaco, o a bloqueo auriculoventricular (AV) transitorio causado por la extensión de la calcificación de la válvula al sistema de conducción. Puede desarrollarse una hemorragia digestiva en pacientes con EA grave, a menudo asociada a angiodisplasia (con mayor frecuencia en el colon derecho) u otras malformaciones vasculares. Esta complicación surge de la agregación plaquetaria inducida por el esfuerzo con una reducción de los multímeros de alto peso molecular del factor de von Willebrand y aumento de los fragmentos de la subunidad proteolítica.57 Estas anomalías se correlacionan con la gravedad de la EA y son corregi- bles mediante el RVA. Se ha documentado un mayor riesgo de endocarditis infecciosa en pacientes con valvulopatía aórtica, especialmente en los pacientes más jóvenes con una válvula bicúspide (v. capítulo 73). Los émbolos cerebrales que provocan accidentes cerebrovasculares o accidentes isquémicos transitorios (AIT) pueden ser causados por microtrombos en las válvulas bicúspides engrosadas. La EA calcificada puede causar embolias de calcio hacia varios órganos, como el corazón, los riñones y el cerebro. Exploración física. Las características clave de la exploración física en pacientes con EA son la palpación de la elevación del pulso carotídeo, la evaluación del soplo sistólico, la evaluación de la división del segundo tono cardíaco (S2) y la exploración de los signos de IC (v. capítulos 10 y 67). El aumento del pulso carotídeo refleja directamente la forma de onda de la presión arterial. El hallazgo esperado en la EA grave es un pulso carotídeo de subida lenta, máximo tardío, baja amplitud, el pulso carotídeo parvus et tardus. Cuando está presente, este signo es característico de EA grave. Sin embargo, muchos adultos con EA tienen enfermedades coexistentes, como IA o hipertensión sistémica, que alteran la curva de presión arterial y el pulso carotídeo. Por tanto, un pulso carotídeo aparentemente normal no es fiable para excluir el diagnóstico de EA grave. También en la EA grave, la irradiación del soplo hacia las arterias carótidas puede provocar un frémito palpable o temblor carotídeo. Auscultación. El soplo sistólico de eyección de la EA tiene de forma característica un máximo tardío y se oye mejor en la base cardíaca, irradiado TABLA 68-2 Estadios de la estenosis aórtica (EA) valvular EsTadIO dEfInIcIÓn anaTOmía valvular HEmOdInámIca valvular cOnsEcuEncIas HEmOdInámIcas sínTOmas A Riesgo de EA Válvula aórtica bicúspide (y otra anomalía valvular congénita) Esclerosis de la válvula aórtica Vmáx. aórtica < 2 m/s Ninguna Ninguno B EA progresiva Calcificación de la valva de leve a moderada de una válvula bicúspide o tricúspide con algo de reducción del movimiento sistólico o Cambios valvulares reumáticos con fusión de la comisura EA leve: Vmáx. aórtica 2-2,9 m/s o ∆P medio < 20 mmHg EA moderada: Vmáx. aórtica 3-3,9 m/s o ∆P medio 20-39 mmHg Puede estar presente la disfunción diastólica del VI precoz FEVI normal Ninguno C EA grave asintomática C1 EA grave asintomática Calcificación grave de la valva o estenosis congénita con abertura de la valva gravemente reducida EA grave: Vmáx. aórtica ≥ 4 m/s o ∆P medio ≥ 40 mmHg El AVA es de forma característica ≤ 1 cm2 (o AVAi ≤ 0,6 cm2/m2) La EA muy grave es una Vmáx. aórtica ≥ 5 m/s, o ∆P medio ≥ 60 mmHg Disfunción diastólica del VI Hipertrofia leve del VI FEVI normal Ninguno La prueba de esfuerzo es razonable para confirmar el estado de los síntomas C2 EA grave asintomática con disfunción del VI Calcificación grave de la valva o estenosis congénita con abertura de la valva gravemente reducida Vmáx. aórtica ≥ 4 m/s o ∆P medio ≥ 40 mmHg El AVA es de forma característica ≤ 1 cm2 (o AVAi ≤ 0,6 cm2/m2) FEVI < 50% Ninguno D EA grave con síntomas D1 EA grave con síntomas y gradiente elevado Calcificación grave de la valva o estenosis congénita con abertura de la valva gravemente reducida EA grave: Vmáx. aórtica ≥ 4 m/s, o ∆P medio ≥ 40 mmHg El AVA es de forma característica ≤ 1 cm2 (o AVAi ≤ 0,6 cm2/m2), pero puede ser más amplia con EA/IA coexistentes Disfunción diastólica del VI Hipertrofia del VI Puede presentar hipertensión pulmonar Disnea de esfuerzo o disminución de la tolerancia al ejercicio Angina de esfuerzo Síncope o presíncope de esfuerzo D2 EA con síntomas, grave, de bajo flujo y bajo gradiente con FEVI reducida Calcificación grave de la valva con movilidad de la valva gravemente reducida AVA ≤ 1 cm2 con Vmáx. aórtica en reposo < 4 m/s, o ∆P medio < 40 mmHg La ecografía de estrés con dobutamina muestra AVA ≤ 1 cm2 con Vmáx. ≥ 4 m/s con cualquier velocidad de flujo Disfunción diastólica del VI Hipertrofia del VI FEVI < 50% IC Angina Síncope o presíncope D3 EA con síntomas, grave, con gradiente bajo, con FEVI normal o EA grave de bajo flujo paradójica Calcificación grave de la valva con movilidad de la valva gravemente reducida AVA ≤ 1 cm2 con Vmáx. aórtica ≤ 4 m/s, o ∆P medio < 40 mmHg AVAi ≤ 0,6 cm2/m2 Índice de volumen sistólico < 35 ml/m2 Medido cuando el paciente está normotenso (PA sistólica < 140 mmHg) Espesor relativo de la pared del VI aumentado Cámara del VI pequeña con bajo volumen sistólico Llenado diastólico restrictivo FEVI ≥ 50% IC Angina Síncope o presíncope AVA, área valvular aórtica; AVAi, AVA indexada por área de superficie corporal; IC, insuficiencia cardíaca; FEVI, fracción de eyección ventricular izquierda; ∆P, gradiente de presión; PA, presión arterial; Vmáx., velocidad máximadel chorro aórtico. Tomado de Nishimura RA, Otto CM, Bonow RO, et al, 2014 AHA/ACCF guideline for the management of patients with valvular heart disease: a report of the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 2014;63:e57. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1395 V alvu lo p atía aó rtica 68 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . hacia las carótidas. El cese del soplo antes de A2 es útil para su diferen- ciación de un soplo mitral pansistólico. En pacientes con válvulas aórticas calcificadas, el soplo sistólico es más fuerte en la base cardíaca, pero los componentes de alta frecuencia pueden irradiarse a la punta –el llamado fenómeno de Gallavardin, en el que el soplo puede ser tan prominente que se confunde con el soplo de insuficiencia mitral (IM)–. En general, un soplo más agudo y con máximo más tardío indica una estenosis más grave. Sin embargo, aunque un soplo sistólico de grado 3 o mayor intensidad es relativamente específico de EA grave, este hallazgo es poco sensible, y muchos pacientes con EA grave solamente presentan un soplo de grado 2. Cuando el VI falla y el volumen sistólico disminuye, el soplo sistólico de la EA se vuelve más suave; de forma infrecuente desaparece por completo. El desdoblamiento de S2 es útil para excluir el diagnóstico de EA grave, porque el desdoblamiento normal conlleva que las valvas de la válvula aórtica son lo suficientemente flexibles como para crear un sonido audible de cierre (A2). Con la EA grave, S2 puede ser único porque: 1) la calcificación y la inmovilidad de la válvula aórtica hacen que A2 sea inaudible; 2) el cierre de la válvula pulmonar (P2) está enterrado en el soplo aórtico de eyección prolongada, o 3) la prolongación de la sístole del VI hace que A2 coincida con P2. Auscultación dinámica. La intensidad del soplo sistólico varía entre cada latido cuando lo hace la duración del llenado diastólico, como en la FA o después de una extrasístole. Esta característica es útil para diferenciar la EA de la IM, en la cual el soplo generalmente no se ve alterado. El soplo de la EA valvular aumenta en la posición de cuclillas, que aumenta el volumen sistólico. Se reduce en intensidad durante la tensión de la maniobra de Valsalva y en bipedestación, que reducen el flujo transvalvular. Pruebas diagnósticas Ecocardiografía La ecocardiografía es el abordaje estándar para la evaluación y el seguimiento de los pacientes con EA y su selección para la intervención quirúrgica (v. capítulo 14, y figs. 14-46 a 14-49). Las imágenes ecocar- diográficas permiten una definición precisa de la anatomía de la válvula, que incluye la causa de EA y la gravedad de la calcificación valvular y, en ocasiones, permite obtener imágenes directas del área del orificio mediante imágenes tridimensionales.58-60 Las imágenes ecocardio- gráficas también son valiosas para la evaluación de la hipertrofia del VI y la función sistólica, mediante el cálculo de la FE, la medición de las dimensiones del seno aórtico y la detección de la valvulopatía mitral asociada.60 La prueba de imagen de la deformación sistólica longitudinal ha surgido como una medida más sensible de la función del VI y predice episodios clínicos adversos, como la mortalidad.36,61-63 La ecocardiografía Doppler permite la medición de la velocidad del chorro transaórtico, que es la medida más útil para el seguimiento de la gravedad de la enfermedad y la predicción del desenlace clínico. El área del orificio estenosado se calcula utilizando la ecuación de continuidad, y el gradiente de presión transaórtico medio se calcula utilizando la ecuación de Bernoulli modificada60 (v. fig. 14-48). Tanto los cálculos del AVA como del gradiente de presión por los datos del Doppler han sido bien validados comparados con la hemodinámica invasiva y en términos de su capacidad para predecir el desenlace clínico. Sin embargo, la precisión de estas medidas necesita un laboratorio experimentado con atención meticulosa de los detalles técnicos. La combinación de ecocardiografía Doppler pulsátil, de onda continua y de flujo de color es útil para la detección y determinación de la gravedad de la IA (que coexiste en aproximadamente el 75% de los pacientes con EA predominante) y para el cálculo de la presión arterial (PA) pulmonar. En algunos pacientes, pueden ser necesarias medidas adicionales de la gravedad de la EA, como la corrección de la recuperación de la presión pasada la estenosis o la ecocardiografía transesofágica (ETE) tridimensional de la anatomía de la válvula. La evaluación de la gravedad de la EA se ve afectada por la presencia de hipertensión sistémica y puede ser necesaria la repetición de la valoración después del control de la PA.64 En pacientes con disfunción del VI y bajo gasto cardíaco, la evaluación de la gravedad de la EA puede mejorarse mediante la evaluación de los cambios hemodinámicos durante una perfusión de dobutamina (v. más adelante). Pruebas de esfuerzo durante el ejercicio Debido a que los pacientes pueden adaptar su estilo de vida para minimizar los síntomas o pueden atribuir la fatiga y la disnea a la falta de acondicionamiento o al envejecimiento, es posible que no reconozcan los primeros síntomas como señales de advertencia importantes, aunque estos síntomas a menudo pueden ser obtenidos mediante una anamnesis detallada. Las pruebas de esfuerzo pueden ser útiles en pacientes aparentemente asintomáticos para desenmascarar los síntomas o para demostrar una capacidad de ejercicio limitada o una respuesta anómala de la PA.65 La prueba de esfuerzo está contraindicada absolutamente en pacientes sintomáticos. Tomografía computarizada cardíaca El uso de la TC se está expandiendo en pacientes con valvulopatía aórtica calcificada (v. capítulo 18). La TC es útil para valorar la dilatación aórtica en pacientes con pruebas o sospecha de enfermedad de la raíz aórtica en la ecocardiografía o en la radiografía de tórax, particularmente en aquellos con válvula bicúspide. La medición de las dimensiones aórticas en varios planos, como los senos de Valsalva, la unión sinotubular y la aorta ascendente, es necesaria para la toma de decisiones clínicas y para la planificación quirúrgica. Más allá de esto, la TC se utiliza cada vez más para la valorar la calcificación valvular y predicción de la velocidad de progresión de la enfermedad o, más a menudo, cuando la gravedad de la estenosis es dudosa, particularmente en aquellos pacientes con EA de flujo y gradiente bajos.66,67 La TC también forma una parte habitual de la evaluación preoperatoria en pacientes con RVA, principalmente para la búsqueda de una aorta de porcelana, así como en la determinación del tamaño adecuado de la válvula y la evaluación de la anatomía vascular aórtica y periférica cuando se plantea un abordaje transcatéter68 (v. figs. 18-15 y 72-5). Cateterismo cardíaco En casi todos los pacientes, la exploración ecocardiográfica propor- ciona la importante información hemodinámica necesaria para el tratamiento del paciente. El cateterismo cardíaco ahora se aconseja solamente cuando las pruebas no invasivas no son concluyentes, cuando los hallazgos clínicos y ecocardiográficos son discrepantes, y para la angiografía coronaria antes de la intervención quirúrgica19,69-71 (v. capítulos 19 y 20). Otras modalidades de pruebas de imagen Resonancia magnética cardíaca (v. capítulo 17). La resonancia magnética (RM) cardíaca (RMC) es útil para la valoración del volumen, la función y la masa del VI, especialmente en situaciones en las que esta información no se puedeobtener fácilmente a partir de la ecocardiogra- fía.72 La RMC también es excelente para la evaluación de las dimensiones aórticas en pacientes con válvula bicúspide, particularmente para evitar la radiación cuando son necesarias imágenes seriadas a lo largo de muchos años. Dado el pronóstico adverso asociado con la presencia y la gravedad de la fibrosis miocárdica, la RMC con realce tardío de gadolinio (RTG) se puede utilizar para la estratificación del riesgo en pacientes con EA (fig. 68-6). La RMC también se emplea a veces en lugar de la TC para la evaluación de la morfología y la anatomía vascular y las dimensiones del anillo para la preparación del reemplazo de la válvula aórtica transcatéter, aunque no se recomienda la RM para la evaluación de la gravedad de la estenosis debido a la infravaloración de las velocidades transvalvulares.73 Tomografía por emisión de positrones (v. capítulo 16). La captación activa de 18F-fluoruro de sodio por la válvula aórtica en la tomografía por emisión de positrones (PET) identifica la calcificación tisular activa y predice un cambio de la calcificación de la válvula aórtica en la TC de seguimiento 1 a 2 años más tarde.74-76 La nueva calcificación se observa con una dis- tribución similar a la captación inicial de 18F-fluoruro de sodio (fig. 68-7). Esto puede convertirse en un criterio de valoración final indirecto útil para los ensayos clínicos que prueban tratamientos para desacelerar la progresión de la valvulopatía aórtica calcificada, pero son necesarios más estudios. Evolución de la enfermedad Pacientes asintomáticos El diagnóstico de EA se realiza con mayor frecuencia en la auscultación de un soplo que indica EA, seguido de la confirmación mediante ecocardiografía. Cuando la EA no es grave y los síntomas están ausentes, los pacientes son revaluados clínicamente y mediante ecocardiografía en función de la gravedad de la EA. En general, la repetición de las pruebas de imagen se realiza cada 6 a 12 meses en la EA grave, cada 1 a 2 años en la EA moderada y cada 3 a 5 años en la EA leve, a menos que un cambio en los signos o síntomas dé lugar a la repetición de la prueba de imagen antes.19,99 Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1396 En fE rm Ed a d Es d E la s vá lv u la s ca rd ía ca s VIII La gravedad de la obstrucción del tracto de salida aumenta gra- dualmente durante 10-15 años, por lo que la evolución clínica incluye un largo período latente durante el cual la gravedad de la estenosis es de leve a moderada y los desenlaces clínicos son similares a los de los pacientes sanos emparejados por edad.77,78 La velocidad de progresión de la EA es muy variable y difícil de predecir. En los estudios clínicos, los factores asociados con una progresión hemodinámica más rápida son la edad avanzada, la calcificación más grave de las valvas, la insuficiencia renal, la hipertensión, la obesidad, el síndrome metabólico, el tabaquis- mo, la hiperlipidemia y las concentraciones Lp(a) circulante elevada y el aumento de la actividad de Lp-PLA2.4,13,14 De los pacientes con engrosamiento leve de la válvula, pero sin obstrucción del flujo (p. ej., esclerosis aórtica), el 16% tendrá obs- trucción valvular pasado 1 año de seguimiento, pero solamente el 2,5% desarrollará obstrucción valvular grave tras un seguimiento medio de 8 años después del diagnóstico de la esclerosis aórtica. La progresión de la enfermedad puede estar relacionada con diferentes factores además del inicio de la enfermedad.79 Una vez que la EA es moderada a grave, el pronóstico sigue siendo excelente siempre que el paciente per manezca a sintomát ico. 8 0 Sin embargo, la naturaleza progresiva de la enfermedad merece un seguimiento minucioso. Aunque la estenosis es en promedio más grave en pacientes sinto- máticos que en pacientes asintomáticos, la superposición marcada de estos dos grupos es evidente en todas las medidas de gravedad. Los estudios prospectivos que evalúan la velocidad de progresión a la EA sintomática en pacientes ini- cialmente asintomáticos se resumen en la tabla e68-1. El factor predictivo más sólido de progresión hacia los síntomas es la velocidad Doppler del chorro aórtico.20,81,82 La superviven- cia libre de síntomas es del 84% a los 2 años cuando la velocidad aórtica es in- ferior a 3 m/s, en comparación con sola- mente el 21% cuando la velocidad es mayor de 4 m/s (fig. 68-8). En adultos con EA grave (velocidad Dop- pler > 4 m/s), el desenlace puede predecirse por la magnitud de la velocidad Doppler (v. fig. 68-8B), así como por la gravedad de la calcificación de la válvula aórtica.63,83,84 En esos estudios, la mayoría de los episodios consistieron en el desarrollo de síntomas que provocaron el RVA y no la muerte súbita en pacientes que de otra manera estarían asintomáticos. Sin embargo, los estudios retros- pectivos han informado de algunos casos de muerte súbita en adultos aparentemente asintomáticos con EA grave. Un estudio observacional prospectivo de pacientes japoneses inicialmente asintomáticos con EA grave comparó el desenlace en aquellos que se sometieron a intervención quirúrgica precoz frente a una estrategia de «espera vigilante».85 Con el ajuste por propensión de las diferencias previas entre los dos grupos, la tasa de supervivencia fue significativamente mayor en 291 pacientes con intervención quirúrgica precoz en comparación con los 291 inicialmente seguidos de forma conservadora. Sin embargo, es destacable que el 31% de los pacientes del grupo conservador que desarrollaron síntomas no se sometieron a RVA, y esto representó el 17% de los fallecimientos durante la «espera vigilante». Por tanto, la función de la intervención quirúrgica precoz en pacientes asintomáticos sigue sin resolverse y solamente se puede determinar con un ensayo aleatorizado controlado prospectivo. Debido a la variabilidad de la gravedad hemodinámica al inicio de los síntomas, y debido a que muchos pacientes no reconocen la aparición de los síntomas como resultado de la velocidad insidiosa de progre- sión de la enfermedad, se han evaluado tanto las pruebas de esfuerzo como las concentraciones séricas de péptido natriurético B (BNP) como medidas de progresión de la enfermedad y factores predictivos del inicio de los síntomas. Las pruebas de esfuerzo vigiladas por un facultativo son seguras en adultos con EA grave cuando el estado de los síntomas es desconocido, y los pacientes que presentan síntomas o muestran una disminución de la PA con el esfuerzo debe considerarse que tienen enfermedad sintomática.65 Una concentración elevada de BNP puede FIGURA 68-7 La captación valvular de 18F-fluoruro predice la progresión de la calcificación en la estenosis aórtica (EA). Dos pacientes con valvulopatía aórtica calcificada. Izquierda. Imágenes de tomografía computarizada (TC) previas. Centro. Imágenes de tomografía por emisión de positrones (PET)/TC que muestran el aumento de captación valvular de 18F-fluoruro (áreas rojas/amarillas). Derecha. Exploraciones de TC repetidas después de 2 años con nuevas áreas macroscópicas de calcio (áreas blancas) con una distribución similar a la captación previa en la PET. (Tomado de Jenkins WS, Vesey AT, Shah AS, et al. Valvular (18)F-fluoride and (18)F-fluorodeoxyglucose uptake predict disease progression and clinical outcome in patients with aortic stenosis. J Am Coll Cardiol 2015;66:1200-1.) FIGURA 68-6 Imágenes de resonancia magnética cardíaca de patrones diferentes de realce tardío con gadolinio (RTG) en pacientes con estenosis aórtica. A. Sin RTG. B. RTG de infarto con patrón subendocárdico observado en el tabique y la pared an- terior. C. Dos áreas focalesde RTG de la porción media de la pared lateral del ventrículo izquierdo (flechas rojas). D. RTG de la porción media de la pared con un patrón más lineal, que afecta al tabique. E y F. Vistas de ejes corto (E) y largo (F) del RTG de la porción media (flechas rojas) de la pared inferolateral en el mismo paciente. (Tomado de Dweck MR, Joshi S, Murigu T, et al. Midwall fibrosis is an independent predictor of mortality in patients with aortic stenosis. J Am Coll Cardiol 2011;58:1271-9.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1397 V alvu lo p atía aó rtica 68 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . ser útil cuando los síntomas son equívocos o cuando la gravedad de la estenosis es moderada, pero la función del control del BNP en la evaluación de la progresión de la enfermedad no se ha definido por completo.86 En la tabla 68-3 se enumeran otros factores que son útiles para la estratificación del riesgo para la predicción del inicio de los síntomas y la supervivencia libre de episodios adversos. Pacientes con síntomas Una vez que se presentan síntomas leves, la supervivencia es mala a menos que se alivie la obstrucción del flujo de salida. La supervivencia esperada de los pacientes con EA sintomática grave variará en cierta medida en función de la edad, el número de enfermedades coexistentes y la gravedad de la IC de la cohorte examinada, pero la supervivencia media sin RVA es solamente de 1 a 3 años después del inicio de los síntomas.87,88 En el estudio Placement of Transcatheter Aortic Valves (PARTNER), los resultados fueron muy malos para los pacientes con EA sintomática grave considerados como candidatos no aptos para la intervención quirúr- gica que fueron asignados de forma aleatoria a tratamiento convencio- nal (p. ej., tratamiento médico sin RVA transcatéter), con una mortalidad al cabo de 1 año de seguimiento del 50,9% y una mortalidad a los 2 años del 68%.88,89 Entre los pacientes sintomáticos con EA grave, el pronóstico es peor cuando el VI ha fallado y el gasto cardíaco y el gradiente trans- valvular son bajos. El riesgo de muerte súbita es elevado en la EA grave sin- tomática, por lo que estos pacientes deben ser remitidos rápidamente para RVA. En pacientes que no se someten al RVA, los ingresos hos- pitalarios recidivantes por angina e IC descompensada son frecuen- tes, asociados con un consumo im- portante de recursos de atención médica.90 Clasificación de la estenosis aórtica grave. La EA grave se define como un AVA de 1 cm2 o mayor, un gradiente promedio de 40 mmHg o más elevado, o una velocidad máxima del chorro de 4 m/s o mayor (v. tabla 68-2). Cuando la velocidad o el gradiente aórtico cumplen estos criterios, la EA grave está presente y se clasifica como estadio C en pacientes asintomáticos y estadio D1 en pacientes sintomáticos. La clasificación de la gravedad de la estenosis es más com- pleja cuando el AVA es de 1 cm2 o menor, pero el gradiente de presión medio es inferior a 40 mmHg y la velocidad máxima del chorro es inferior a 4 m/s. Muchos pacientes con estos datos aparentemente «discordantes» tienen EA moderada. Sin embargo, es importante considerar el diagnóstico de EA grave con gradiente bajo, particularmente si existen síntomas compatibles con EA. En primer lugar, se deben excluir los errores de medición, particularmente una dimensión del tracto de salida del VI medida de forma insuficiente, ya que esto arrojará un AVA calculado más pequeño que el AVA real (v. capítulo 14). La indexación del AVA para el tamaño corporal puede ser útil en pacientes pequeños, pero no se recomienda en adultos de tamaño normal y más grande. Los siguientes pasos son la medición de la FEVI y el volumen sistólico, la evaluación de la anatomía de la válvula y el grado de calcificación de la valva, y luego el planteamiento de pruebas adicionales. Estenosis aórtica grave de flujo y gradiente bajos con FEVI reducida. La EA clásica de flujo y gradiente bajos (estadio D2) se define como un AVA de 1 cm2 o menor con una velocidad aórtica menor de 4 m/s o gradiente medio menor de 40 mmHg, y FEVI menor del 50% (v. tabla 68-2). Los pacientes con síntomas de IC y EA en estadio D2 a menudo suponen un dile- ma diagnóstico para el facultativo, ya que su presentación clínica y los datos hemodinámicos pueden ser indistinguibles de los pertenecientes a pacientes con miocardiopatía dilatada y una válvula calcificada que no está gravemente estenosada.91,92 La EA grave puede distinguirse de la EA moderada con disfunción primaria del VI en función de los cambios de la hemodinámica valvular durante los aumentos transitorios del flujo, generalmente mediante el aumento del gasto cardíaco con dobutamina92,93 (v. capítulo 14). Está presente una EA grave si existe un aumento de la velocidad aórtica hasta al menos 4 m/s a cualquier velocidad de flujo, con un AVA que permanece menor de 1 cm2.58 La ecocardiografía con dobutamina también proporciona pruebas de la reserva contráctil del miocardio (aumento del volumen sistólico > 20% desde el inicio), que es un importante factor predictivo del riesgo quirúrgico y de la supervivencia después del RVA en estos pacientes.92,94-96 Sin embargo, incluso en pacientes con falta de reserva contráctil, se debe considerar el RVA si el gradiente medio es mayor que 20 mmHg, porque la supervivencia después del RVA es mejor (aproximadamente el 50% a los 5 años) que con tratamiento médico.96,97 En aquellos sin reserva contráctil, el AVA proyectado a una velocidad de flujo transvalvular de 250 ml/s o la TC cardíaca para evaluar la calcificación valvular pueden ser útiles para mejorar la diferenciación entre EA verdaderamente grave frente a EA moderada con disfunción miocárdica.95 Estenosis aórtica grave de flujo y gradiente bajos con FEVI conservada. La EA de flujo y gradiente bajos también puede ocurrir con una FEVI normal (≥ 50%) (v. tabla 68-2), habitualmente en pacientes de edad avanzada con un VI pequeño e hipertrofiado o con hipertensión concomitante. Esto a menudo se denomina EA «paradójica» de flujo y gradiente bajos (estadio D3 del American College of Cardiology/American Heart Association [ACC/AHA]; AVA ≤ 1 cm2 con velocidad aórtica < 4 m/s o gradiente medio < 40 mmHg y FEVI ≥ 50%) porque a pesar de una FE normal, el flujo transaórtico es bajo (índice de volumen sistólico < 35 ml/m2).19,98 La diferenciación entre la EA verdaderamente grave y la EA moderada puede ser un desafío. Deben descartarse los errores de medición y se debe considerar el tamaño corporal pequeño (un AVA indexado ≤ 0,6 cm2/m2 es compatible con EA grave). Se ha empleado la dobutamina para aumentar el flujo y diferenciar la EA verdaderamente FIGURA 68-8 A. Evolución de la estenosis aórtica (EA) reflejada por la supervivencia libre de episodios en pacientes asintomáticos con estenosis aórtica. La velocidad máxima del chorro aórtico (Vmáx.) inicial clasifica a los pacientes de acuerdo con la probabilidad de que, con el paso del tiempo, se desarrollen síntomas que hagan necesario el reemplazo valvular. B. Desenlaces con EA muy grave. Tasa de supervivencia libre de episodios de Kaplan-Meier de pacientes con Vmáx. de 4 m/s o mayor. Tanto en A como en B, la mayor parte de los «episodios» consistieron en el inicio de síntomas que justificaban el reemplazo de la válvula aórtica. (A, tomado de Otto CM et al. A prospective study of asymptomatic valvular aortic stenosis: clinical, echocardiographic, and exercise predictors of outcome. Circulation 1997;95:2262; B, tomado de Rosenhek R et al. Natural history of very severe aortic stenosis. Circulation 2010;121:151.) TABLA 68-3 Estratificacióndel riesgo de los pacientes con estenosis aórtica (EA) grave PacIEnTEs asInTOmáTIcOs* PacIEnTEs cOn sínTOmas† Prueba de esfuerzo anómala BNP elevado Calcificación valvular de moderada a grave Velocidad aórtica muy elevada (> 5 o 5,5 m/s) Incremento rápido de la velocidad aórtica Remodelación hipertrófica del VI aumentada Tensión sistólica longitudinal del VI reducida Fibrosis miocárdica Hipertensión pulmonar Ausencia de reserva contráctil en pacientes con EA de flujo y gradiente bajos, FE baja Gradiente medio muy bajo (< 20 mmHg) BNP muy elevado Fibrosis ventricular grave Neumopatía dependiente de O2 Fragilidad Disfunción renal avanzada Puntuación de la STS muy alta BNP, péptido natriurético cerebral (de tipo B); FE, fracción de eyección; STS, Society of Thoracic Surgeons; VI, ventrículo izquierdo. Tomado de Lindman BR, Bonow RO, Otto CM. Current management of calcific aortic stenosis. Circ Res 2013;113:223. *Marcadores de velocidad de progresión de la enfermedad aumentada y/o disminución de la supervivencia libre de episodios adversos. †Marcadores de aumento del riesgo y/o posible futilidad. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1398 En fE rm Ed a d Es d E la s vá lv u la s ca rd ía ca s VIII grave de la EA seudograve, pero es menos deseable en estos pacientes con un ventrículo hipertrófico, cavidad del VI pequeña y marcada dis- función diastólica.99 La evaluación de la hemodinámica valvular después del tratamiento de la hipertensión puede ser útil y, cada vez más, se está utilizando la evaluación mediante TC de la calcificación valvular para la identificación de los pacientes con una válvula gravemente calcificada.64,66 Tratamiento Tratamiento médico No se ha demostrado que el tratamiento médico afecte a la progresión de la enfermedad en pacientes con EA.4,7,20 Además, tanto los estudios observacionales como los ensayos aleatorizados controlados demues- tran convincentemente que el RVA es superior al tratamiento médico en pacientes con EA sintomática grave.88,100 El riesgo de muerte súbita aumenta drásticamente una vez que se presentan los síntomas, y se debe aconsejar a los pacientes que informen rápidamente sobre el desarrollo de cualquier síntoma posiblemente relacionado con la EA. En pacientes asintomáticos con EA de cualquier grado, se recomiendan la evaluación y el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular convencionales de acuerdo con las pautas establecidas (v. capítulo 45). La hipertensión acompaña a la EA en la mayoría de los pacientes.101 Debido a la enseñanza tradicional de que la EA es una enfermedad con poscarga fija, a menudo ha habido reticencias a tratar la hiper- tensión debido al problema de la posible falta de compensación de la vasodilatación por un aumento del volumen sistólico. Sin embargo, varios estudios han demostrado que la vasodilatación va acompañada de un aumento en el volumen sistólico incluso en pacientes con EA grave47 (v. «Bibliografía clásica»: Khot et al.). La hipertensión impone una carga adicional sobre el VI y se asocia con una remodelación hiper- trófica del VI más adversa.53 Aunque el tratamiento de la hipertensión puede que no reduzca los episodios relacionados con la EA, debe tratarse según las directrices establecidas (v. capítulo 47) debido a la asociación adversa conocida entre hipertensión y episodios vasculares y mortalidad.53,54 No existe una clase de medicamentos establecida como tratamiento de elección para la hipertensión en pacientes con EA, pero debido a que el sistema renina-angiotensina está regulado positivamente en la válvula y el ventrículo de pacientes con EA, los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (ECA) o los antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA) pueden ser considerados de elección. Pequeños estudios han demostrado su seguridad y algunos señalan un beneficio clínico, pero son necesarios estudios con asignación aleatoria a mayor escala.20 La presencia de EAC simultáneamente está relacionada con la edad del paciente, pero es frecuente en pacientes con EA. Se deben seguir las directrices de prevención primaria y secundaria, y la decisión de prescribir una estatina no debe verse influenciada por la presencia de EA. Los ensayos aleatorizados controlados que evaluaron el uso de estatinas en pacientes con EA desde leve hasta más avanzada poseían una potencia estadística adecuada y no demostraron mejoría de la mortalidad, del tiempo transcurrido hasta el RVA ni de la velocidad de progresión de la EA en los grupos de tratamiento frente a placebo.102 También puede desarrollarse FA o el aleteo auricular en hasta un tercio de los pacientes de edad avanzada con EA, tal vez agravados por una dilatación de la aurícula izquierda relacionada con la disfunción diastólica. Cuando se observa una arritmia de este tipo en un paciente con EA, se debe considerar la posibilidad de una valvulopatía mitral asociada. Cuando ocurre la FA, la frecuencia ventricular rápida puede causar angina de pecho. La pérdida de la contribución auricular al llenado del VI y una caída repentina del gasto cardíaco pueden causar hipotensión grave. Si esto ocurre, la FA debe tratarse con prontitud, generalmente mediante cardioversión. La FA de inicio reciente en un paciente previamente asintomático con EA grave puede ser un marcador del inicio inminente de los síntomas.103 En pacientes con IC y sobrecarga de volumen está indicado el RVA, pero los diuréticos pueden reducir la congestión y proporcionar algún alivio sintomático antes del reemplazo de la válvula. Los pacientes con IC descompensada pueden beneficiarse del tratamiento médico como un puente hacia la terapia definitiva de reemplazo de la válvula. El nitroprusiato se ha utilizado durante la vigilancia hemodinámica en la unidad de cuidados intensivos para descargar el corazón izquierdo, reducir la congestión y mejorar el flujo hacia delante. De forma similar, se ha demostrado que la inhibición de la fosfodiesterasa de tipo 5 proporciona mejoría aguda de la hemodinámica pulmonar y sistémica que da como resultado la descarga biventricular.47 Estos medicamentos pueden mejorar el estado hemodinámico del paciente, y permiten que la intervención de RVA se realice de forma más segura. Valvuloplastia aórtica con balón El RVA es la intervención de elección para el alivio de la obstrucción del flujo de salida en adultos con EA valvular. La valvuloplastia aórtica con balón tiene solamente un efecto hemodinámico modesto en pacientes con EA calcificada. Puede proporcionar una mejoría a corto plazo de la supervivencia y la calidad de vida, pero estos beneficios no se mantienen.104 En consecuencia, la valvuloplastia aórtica con balón no se recomienda como alternativa al reemplazo de la válvula para la EA calcificada. En casos seleccionados, podría ser razonable como puente hacia el tratamiento definitivo de RVA en pacientes inestables o como técnica paliativa en pacientes que no son candidatos al RVA.105 Reemplazo de la válvula aórtica Está indicado el RVA para adultos con EA grave sintomática, incluso si los síntomas son leves (fig. 68-9). A pesar de esta clara indicación de las directrices,19,69 muchos pacientes con EA sintomática no son remitidos para la intervención quirúrgica de forma adecuada, incluso cuando el riesgo quirúrgico es bajo.87 El RVA también está indicado para la EA grave con una FEVI inferior al 50% y para pacientes con EA asintomática grave que se someten a injerto de derivación arterial coronaria (IDAC) u otras formas de cirugía cardíaca.19,20,69 Además, el RVA es adecuado para pacientes aparentemente asintomáticos con EA grave cuando las pruebas de esfuerzoprovocan síntomas o una caída de la PA. Los resultados son similares en pacientes con EA e IA mixta, y los criterios estándar para la intervención son aplicables en este grupo de pacientes.106,107 En pacientes asintomáticos con EA grave y bajo riesgo quirúrgico, puede considerarse el RVA cuando están presentes marcadores de progresión rápida de la enfermedad (p. ej., calcificación valvular grave) o cuando la EA es muy grave, en función de las preferencias del paciente con respecto al riesgo de una intervención más precoz frente a una vigilancia cuidadosa con intervención temprana al inicio de los síntomas. Una vez que se toma la decisión de que el RVA está indicado, se puede considerar un abordaje quirúrgico o transcatéter (v. fig. 68-9).108 Después del RVA, los síntomas de congestión pulmonar (disnea de esfuerzo) y de isquemia miocárdica (angina de pecho) se alivian en casi todos los pacientes, y la mayoría de los pacientes mostrarán una mejora de la tolerancia al ejercicio, incluso si solamente estaba ligeramente reducida antes de la intervención quirúrgica. La FE reducida a menudo mejora e incluso se normaliza después del RVA, pero la tensión longitudinal deteriorada puede ser todavía evidente.109 La hiper- trofia del VI tiende a retroceder después del RVA, pero la frecuencia y el grado de reversión varían y a menudo es incompleta. La fibrosis miocárdica retrocede más lentamente que la hipertrofia de los miocitos y, por tanto, la disfunción diastólica puede mejorar, pero persiste todavía durante años después de un reemplazo valvular satisfactorio. Reemplazo de la válvula aórtica quirúrgico Desde el primer RVA quirúrgico (RVAQ) con éxito en el año 1960, las mejoras del diseño de la válvula, las técnicas quirúrgicas y el tratamiento perioperatorio han disminuido la morbilidad y la mortalidad quirúrgica a pesar del aumento de la edad y las enfermedades coexistentes de los pacientes tratados. El National Database Committee de la Society of Thoracic Surgeons (STS) informó de una tasa de mortalidad quirúrgica global del 3,2% en 67.292 pacientes sometidos a RVA aislado y del 5,6% en 66.074 pacientes sometidos a RVA y IDAC.110-112 En pacientes menores de 70 años con mínimas enfermedades coexistentes, el riesgo de mortalidad quirúrgica es menor del 1% en muchos centros. Los datos de Medicare de la última década indican que la mortalidad a los 30 días después del RVAQ en pacientes de 65 años o mayores en EE. UU. ha disminuido del 7,6% en el año 1999 al 4,2% en el año 2011, con una disminución más marcada en pacientes de 85 años y mayores, en quienes la mortalidad a los 30 días ha disminuido del 12,3 al 5,8%.113 Por tanto, la edad avanzada no debe considerarse una contraindicación para la intervención quirúrgica.114 La tasa de mortalidad a los 30 días también está notablemente relacionada con el número de intervenciones de RVA realizadas en cada hospital. Entre los factores de riesgo asociados con una mayor tasa de mortalidad se encuentran una clase funcional alta de la New York Heart Association Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1399 V alvu lo p atía aó rtica 68 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . (NYHA), el deterioro de la función del VI, la edad avanzada, la presencia de EAC asociada y otras enfermedades coexistentes.115-118 Reemplazo de la válvula aórtica transcatéter En la última década, el RVA transcatéter (RVAT) ha transformado el tratamiento de pacientes con EA calcificada.119 En primer lugar, se demostró que era superior al tratamiento médico (generalmente acompañado de valvuloplastia aórtica con balón) en pacientes que no eran candidatos para la intervención quirúrgica.88-100 Posteriormente, en pacientes considerados de alto riesgo para la cirugía, se demostró que el RVAT no es inferior y tal vez sea superior al RVAQ.120-122 Más recientemente, en pacientes de riesgo intermedio, se ha demostrado que el RVAT se compara favorablemente con el RVAQ.123-125 Se están llevando a cabo ensayos clínicos con asignación aleatoria para comparar el RVAT y el RVAQ en pacientes de bajo riesgo. El abordaje más frecuente para la implantación de la válvula es el transfemoral, especialmente a medida que el tamaño del introductor disminuye progresivamente. La durabilidad a largo plazo de las válvulas percutáneas aún no se ha determinado, lo cual es particularmente relevante a medida que avanzamos hacia el tratamiento de pacientes más jóvenes y de bajo riesgo (v. capítulo 72). Selección del paciente para RVAT o RVAQ. La elección del RVAQ frente al RVAT debe venir después de la decisión de que está indicado el RVA (v. fig. 68-9).108 Dada la complejidad de los temas que considerar, se recomienda que estas decisiones las tome un equipo de válvulas cardíacas con cirujanos cardíacos, cardiólogos intervencionistas, expertos clínicos y radiólogos en enfermedades valvulares, así como enfermeras, anestesistas y geriatras según sea necesario.126 El riesgo global para el paciente de la técnica del RVAQ o del RVAT depende de múltiples factores, como la edad, las enfermedades coexistentes, la fragilidad, la función del VI y los problemas anatómicos (tabla 68-4). El escenario para estas vías de decisión FIGURA 68-9 Algoritmo para el tratamiento de la estenosis aórtica (EA) recomendado por las directrices del American College of Cardiology/American Heart Association del 2014 sobre las indicaciones del reemplazo de la válvula aórtica (RVA) en la EA grave, que incluye la actualización del año 2017 sobre consideraciones del RVA quirúrgico y el RVA transcatéter (RVAT). AVA, área de la válvula aórtica; AVAi, AVA indexada según el área de superficie corporal; EED, ecocardiografía de estrés con dobutamina; FEVI, fracción de eyección del ventrículo izquierdo; IVS, índice de volumen sistólico; PA, presión arterial; PEC, prueba de esfuerzo en cinta continua; Vmáx., velocidad máxima del chorro aórtico. (Modificado de Lindman BR, Clavel M-A, Mathieu P, et al. Calcific aortic stenosis. Nat Rev Dis Primers 2016;2:16006.) TABLA 68-4 Factores que hay que considerar para la selección de pacientes para reemplazo de la válvula aórtica transcatéter frente a quirúrgico Edad (tanto en términos de riesgo de la técnica como supervivencia prevista después de la técnica con la prótesis implantada) Función ventricular izquierda Anatomía de la válvula (bicúspide frente a tricúspide) Número de enfermedades coexistentes Función pulmonar Función renal Función hepática Fragilidad Discapacidad Anatomía (p. ej., aorta de porcelana, abultamiento septal, tamaño del vaso femoral, ateroma aórtico, «tórax hostil», anatomía del injerto) Enfermedad coronaria: necesidad de revascularización, estrategia óptima Valvulopatía mitral o tricuspídea importante simultánea y probabilidad de mejora si se trata solamente la estenosis aórtica Probabilidad de complicaciones específicas (p. ej., fuga paravalvular, obstrucción coronaria, bloqueo cardíaco, accidente cerebrovascular, lesión renal aguda) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 13, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1400 En fE rm Ed a d Es d E la s vá lv u la s ca rd ía ca s VIII está cambiando rápidamente a medida que se publican ensayos clínicos sucesivos (v. capítulo 72). Actualmente, el RVAT está aprobado en EE. UU. para pacientes con riesgo quirúrgico extremo, alto o intermedio, como se refleja en la actualización de 2017 de
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