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La transferencia como objeto del psicoanálisis, C F (Vía grupo Textos)

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La transferencia como objeto del psicoanálisis
 C.F.
 Si partimos de la idea de que una práctica produce su real, el real producido por la práctica analítica es, y es notable que se haya descuidado este punto, la transferencia. No sólo la técnica, en todas las escuelas existentes, está dirigida allí, hay que observar además que es la primera manifestación, muy temprana, de la práctica. Para sorpresa de Freud, aparece poco después de dispuestas las coordenadas del gabinete analítico.
 La búsqueda de un objeto propio del psicoanálisis –desde el objeto fálico, es decir, la castración, al objeto oral (en el kleinismo)– ha ocultado este punto. Al plantear el motor de la transferencia en la relación de objeto o en el objeto (a), ya no puede tomarse a la transferencia misma como objeto. Situar el objeto en la práctica del análisis, que el analista lo invista produce idas y vueltas, argumentaciones forzadas. Lacan asume esta problemática en varios lugares. Por ejemplo, cuando observa que en sus cuatro discursos la posición del analista se escribe sin referencia a la función imaginaria de la castración1. Asimismo, el seminario XV muestra una serie de vaivenes en relación con la cuestión de si el analista es el objeto (a) real o lo representa. Isomorfismos, analogías (siempre presentes, lamentablemente, en la enseñanza de Lacan), apelaciones masivas a la estructura pululan aquí. La reducción de la transferencia a un objeto que falta, se ve, apunta especialmente a esta problemática. Al faltar el objeto, por muy lograda que sea la construcción de Lacan, se consigue esquivar el problema.
 Tomemos estos problemas desde otro ángulo. Sabemos que Lacan ha sido influido por Koyré en su posición frente a la ciencia y lo real. Koyré sostenía que lo real es lo imposible. De allí llega la idea a Lacan. Pero para Koyré lo real equivale a la realidad, lo imposible se halla en la realidad2 y no en lo real (en el sentido lacaniano y siguiendo la distribución que este propone de estos dos órdenes). Es imposible en la realidad el movimiento inercial en línea recta. La idea en Lacan está tomada invirtiendo los términos: lo imposible se sitúa en lo real, en la realidad se encuentra el acto sexual. Si ponemos las cosas sobre sus pies debemos decir que la imposibilidad planteada por la transferencia se traslada a las relaciones humanas. En efecto, es lo que la transferencia excluye. Por eso puede constatarse la enorme diferencia entre una sesión de diván y bajo la consigna de la regla fundamental, y una frente a frente, escritorio mediante. Esta última disposición llama al diálogo y entonces todo gira en otro sentido.
 Se explica así por qué razón los últimos seminarios fracasan en su intento de aislar la no-relación. La transmisión del psicoanálisis, lo que se busca en los nudos, no depende de la inexistencia de la relación sexual. Que haya o no haya relación sexual pierde peso. Al ubicar el real del psicoanálisis sobre la relación sexual se erra el blanco. Su real pasa por otro sitio. De allí, asimismo, la gran importancia de la formación analítica, la experiencia de la transferencia, que ha sido descuidada a partir del lacanismo y que impuso, podríamos afirmar, una formación por vía de la lectura. Si algo se transmite es la transferencia3. Pero precisamente los nudos la sacan de juego: trabajan sin sujeto (sin supuesto).
Notas
 1. Lettres de l’École freudienne de Paris, n˚ 9, París, 1972, p. 450.
 2. Alexandre Koyré, Estudios galileanos, Siglo XXI, 6ª. ed., 1991, p. 263.
 3. La transferencia está presente en todas las escuelas de psicoanálisis. Esto reviste importancia a la hora de revisar el intento de formalización que emprendió Lacan. No solo tienen importancia los instrumentos que se aplican en la formalización (topología, lógica, teoría de conjuntos): un problema previo hace al recorte sobre el que se aplican.

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