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DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 1
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
2 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 3
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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PRESIDENTA DE LA NACION
Cristina FERNÁNDEZ DE KIRCHNER
MINISTRO DE EDUCACIÓN
Alberto SILEONI
SECRETARIA DE EDUCACIÓN
María Inés ABRILE de VOLLMER
SECRETARIO DEL CONSEJO FEDERAL DE EDUCACIÓN
Domingo DE CARA
SECRETARIO DE POLÍTICAS UNIVERSITARIAS
Alberto DIBBERN
SUBSECRETARIO DE PLANEAMIENTO EDUCATIVO
Eduardo ARAGUNDI
SUBSECRETARIA DE EQUIDAD Y CALIDAD
Mara BRAWER
INSTITUTO NACIONAL DE FORMACIÓN DOCENTE
Graciela LOMBARDI
DIRECCIÓN NACIONAL DE FORMACIÓN DOCENTE E INVESTIGACIÓN
Andrea MOLINARI
COORDINADORA DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA DEL INFD
Ana PEREYRA
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
6 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 7
PRESENTACIÓN
Durante el año 2010 en el Instituto Nacional de Formación Docente se desarro-
lló la primera etapa del dispositivo Escritura en Ciencias que contó con la participa-
ción de profesores de institutos de formación docente de las provincias de Buenos 
Aires, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, La 
Rioja, Neuquén, Salta, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del 
Fuego y Tucumán.
Inspirada en un programa del Sector Educación de la Ofi cina de UNESCO, Mon-
tevideo denominada Docentes Aprendiendo en Red, la propuesta de Escritura en Cien-
cias conforma una experiencia innovadora en nuestro país, reuniendo a 30 profe-
sores de diferentes provincias que, a través de un trabajo grupal, llevan a cabo la 
escritura de 6 textos sobre contenidos de problemáticas actuales de las ciencias 
naturales.
Esta experiencia se desarrolló a lo largo de un año mediante un dispositivo 
semipresencial, en el cual los grupos de estudio se reúnen periódicamente orientados 
por coordinadores de escritura y asesorados por destacados investigadores de 
nuestro país, estudian e investigan sobre los temas. Los profesores llevan adelante 
un proceso de elaboración de los textos, mediante un uso intensivo de aula virtual 
realizando intercambios muy activos que tienen como meta específica producir 
libros sobre temas científicos, en un ejercicio de trabajo colaborativo.
Escritura en Ciencias pretende inscribirse dentro de las tendencias actuales de 
los dispositivos de formación docente, desplegando un trayecto de formación donde 
se implica la experiencia y la práctica de los participantes, en un proceso conjunto 
de construcción de conocimiento. Desde esta propuesta se asume que escribir 
profesionalmente es una práctica y un aprendizaje continuo, que supone un arduo 
trabajo, que se pone en juego en diferentes contextos sociales, y por eso, frente a 
cada nueva situación es preciso ‘reaprender’ las maneras de escribir propias del 
texto o disciplina que lo demanda.
El desarrollo actual de políticas de formación marca un tiempo de transición y 
de cambios que empiezan a modificar las lógicas de formación de los docentes. La 
característica de este dispositivo de Escritura en Ciencias traduce algunas de las 
propuestas actuales de formación en investigación, tomando en cuenta un conjunto 
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de variables que contribuyen a la formación sostenida de los profesores.
Es sabido que la escritura académica constituye un aspecto relevante de este 
proceso. Cuando se investiga, la escritura interviene de diferentes maneras y son 
variados los modos en que se requiere su uso: escribir planes de escritura, sintetizar 
lecturas, tomar notas, desarrollar ideas y conceptos, articular discusiones teóricas, 
son algunas de las muchas operaciones que se activan para la elaboración de un 
texto. Estas cuestiones se enlazan solidaria y necesariamente dentro del proceso 
que demanda la tarea y la producción intelectual. El trabajo alcanza otro nivel de 
complejidad cuando se asocia a un proceso de construcción colectiva, el cual supone 
algunas condiciones inexcusables para su realización:
 • Los trayectos formativos, posibilidad de continuidad y persistencia sobre el tra-
bajo propios y el de otros
Sabemos que durante mucho tiempo en la Argentina los espacios de forma-
ción se caracterizaron en propuestas a los docentes para que llevaran por su cuenta 
la aplicación de grandes principios o cuerpos teóricos que se desplegaban en esos 
espacios. Algunos rasgos predominantes de esta formación que marcaron todo un 
estilo de capacitación se reconoce en el predominio del formato ‘curso’ y la capa-
citación en cascada que, por efecto derrame, debía llegar desde un centro que se 
encuentra arriba hacia el lugar más lejano, por lo general, el espacio del aula.
Los problemas fundamentales que conllevan esas lógicas son la intermitencia, 
la fragmentación y superposición de perspectivas que en no pocos casos difi cultan 
la aplicación que los docentes intentan hacer con las propuestas teóricas. Hay sufi -
ciente literatura sobre estas cuestiones y sus consecuencias, entre las más relevan-
tes, la escasa huella que esas modalidades han dejado para las posibilidades de un 
trabajo enriquecedor con las prácticas docentes. 
La idea de Trayecto formativo se torna superadora de algunas tradiciones asenta-
das en la realización de un curso. Posibilita el cumplimiento de procesos formativos 
y transcurre en una temporalidad de continuidad que permite a los protagonistas ser 
hacedores de una tarea o producción junto a otros.
 • Énfasis en las necesidades prácticas de los docentes en los programas de for-
mación
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 9
Paulatinamente se intenta poner en foco ‘las necesidades prácticas’ de los 
docentes como centro de los programas de formación en servicio. Esta tendencia 
muestra un movimiento opuesto a aquellas que se presentan alejadas de esas 
necesidades y que sobredimensionan aspectos teóricos con escaso vínculo con la 
producción durante la oferta de formación.
En esta propuesta, la práctica de la escritura se coloca en el centro, concebida 
más que como una macrohabilidad que hay que dominar, como una herramienta al 
servicio del pensamiento epistémico, que trabaja en la adecuación y reorganización 
de géneros discursivos primarios, para expresar saberes y conocimientos, en géneros 
secundarios pertinentes a situaciones comunicativas con otro nivel de complejidad. 
Argumentar, explicar, describir, ejemplificar, manejar el discurso de autoridad, referir 
a fuentes, de manera directa o indirecta, incluir y presentar una evidencia empírica 
son algunas de las operaciones específicas de este tipo de escritura. Constituyen 
estrategias puntuales que requieren aprendizaje, reflexión y desarrollo autónomo.
Escritura en Ciencias se convierte en un espacio y oportunidad para que los 
profesores puedan desarrollar la práctica de la escritura ligada a contextos muy 
específicos del campo científico. 
 • Los docentes son sujetos de saber y corresponsables de los procesos de formación
Las posiciones llamadas aplicacionistas, que conciben a los profesores como 
prácticos, ejecutores de algún tipo de teoría, les otorgan un lugar subsidiario y 
subalterno que termina invisibilizando capacidades y alternativas de un trabajo más 
creativo vinculado con el conocimiento.
Un presupuesto que se encuentra en la base de las nuevas propuestas, además 
de verificar la ineficacia de las que hemos mencionado, es la idea de que los 
docentes son sujetos de saber y corresponsables de los procesos de formación. Y 
este reconocimiento no es menor y constituye una pieza clave para comprender el 
sentido de las políticas actuales de formación docente.
La idea que los profesores pueden constituirse en autores de textos que abonen 
espacios formativos implica un cambio de su estatuto en la manera de concebir sutrabajo. Esta es una nota distintiva del proyecto de Escritura en Ciencias y uno de 
los propósitos fundamentales. Este cambio de estatuto sobre su trabajo conlleva 
también la idea de la corresponsabilidad en sus procesos de producción y formación.
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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 • El desarrollo de la práctica de escribir a lo largo de todo un proceso de formación
Si bien existe consenso sobre la puesta en foco de las necesidades prácticas 
de los docentes, es preciso tener en cuenta que este deseo presenta una serie de 
matices a la hora de traducirlo a propuestas concretas para la formación continua. Las 
propuestas de formación continua requieren para el desarrollo profesional atender 
a cuestiones de ¿Cómo hacer aparecer la tarea y la realización de una producción a 
lo largo de todo un proceso de formación que, sin desestimar cuestiones teóricas, 
ponga especial énfasis en las maneras prácticas de resolverlo?
Inspirado en esas ideas precedentes, Escritura en Ciencias concibe a la 
producción de los textos como el hilo articulador y conductor de todo el proceso del 
trayecto formativo. Todos los otros elementos del dispositivo colaboran a modo de 
andamiaje para que cada producción pueda ser elaborada. 
 • El desafío de encontrar los mecanismos institucionales para que los docentes se 
constituyan en fuerza renovadora de las prácticas.
Existen numerosas propuestas de formación de modalidades presenciales o 
semi presenciales donde los docentes cuentan con tutorías y diferentes andamiajes 
que colaboran como sostén y apoyatura durante todo el proceso para favorecer la 
producción. Pero, como sostiene Flavia Terigi, constituye todo un desafío “encontrar 
los mecanismos institucionales para que esos docentes se constituyan en una fuer-
za renovadora de las prácticas”. 
En esta propuesta, el reto se resuelve mediante un trabajo de articulación entre 
investigadores con los grupos de trabajo y las intervenciones de los orientadores 
de escritura, que entraman en un andamiaje artesanal que procura leer y atender 
todo el tiempo a las necesidades de construcción que plantean los equipos de pro-
fesores. Esta actividad propone la idea de una estructura abierta y dinámica que se 
rearma continuamente, sin desestimar los propósitos y objetivos generales de esta 
línea de trabajo. Se trata de dispositivos que operan con otra temporalidad y que a 
simple vista, se tornan más costosos económicamente. No obstante, esta aparente 
“lentitud” que acompaña intercambios muy activos, es la que genera condiciones 
para horadar y dejar huella perdurable y transformadora en las experiencias profe-
sionales de los docentes. 
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 • Las producciones combinan procesos investigativos y formativos
La confl uencia entre investigadores, docentes y coordinadores de escritura reu-
nidos en este dispositivo del INFD implica una apuesta por superar la escisión entre 
investigación y formación docente que ha caracterizado durante muchos años los 
modelos de la formación pedagógica. El vínculo de cooperación y acompañamiento 
a las producciones entre los distintos perfi les involucrados en el dispositivo de la 
primera edición, superó con creces las expectativas iniciales del equipo del INFD 
que generó el dispositivo. 
Las producciones que se presentan a continuación expresan la potencialidad 
de un modelo hermenéutico de la formación docente frente a las limitaciones de 
concepciones aplicacioncitas o academicistas.
Los textos abordan los siguientes temas:
1- Los plaguicidas, aquí y ahora
2- H
2
0 en estado vulnerable
3- Del gen a la proteína
4- La multiplicidad de la vida
5- Cerebro y memoria
6- La evolución biológica, actualidad y debates
Escritura en Ciencias trabaja por el desarrollo de la escritura profesional de 
los docentes sobre la convicción de que los profesores convocados manifiestan 
su capacidad para constituirse en autores de textos escritos vinculados con las 
ciencias, destinados a la consulta y estudio en las aulas de la formación.
Es nuestro deseo que estos textos producidos al calor de estos fecundos 
procesos de intercambios sean de ayuda y consulta permanente para profesores y 
estudiantes de Institutos y escuelas de nuestro país.
 
Ana Pereyra, Coordinadora del Área de Investigación del INFD
Liliana Calderón, Coordinación de Escritura en Ciencias, INFD
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 13DOCDODODDODODOCDOCDOCENTENTENTENTNTN ESESESESEESE APRAPRAPRAPRAPRPRAPRAA RENDENDENDENDENDENDIENIENIENNNDODODODODO ENENENENENENENNNEN REDREDREDREREREDDDDDDDDD |||| 111113333333333
ESCRITURA EN CIENCIAS
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, 
ACTUALIDAD Y DEBATES 
Autores: 
Abel Oscar Marchisio
Humberto Daniel Devesa
Cecilia Celeste Rosso
Fernando Sica 
• Orientación y asesoramiento científi co: Esteban Hasson
• Coordinación de Escritura: Alicia Vázquez 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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La evolución biológica, actualidad y debates / Abel Marchisio ... [et.al.]. - 1a ed. - 
Buenos Aires : Ministerio de Educación de la Nación, 2012. 
 148 p. : il. ; 16x20 cm. - (Escritura en ciencias)
 ISBN 978-950-00-0927-0 
 1. Ciencias Naturales.Enseñanza. I. Abel Marchisio 
 CDD 507
Autores: Abel Oscar Marchisio, Humberto Daniel Devesa, Cecilia Celeste Rosso, 
Fernando Sica
Coordinación general: Ana Pereyra, Liliana Calderón
Revisión general del contenido: Antonio Gutierrez
Colaboración: Gabriela Giordano, Renata Colella
Profesores-coordinadores de escritura: Alicia Vázquez
Orientación y asesoramiento científi co: Esteban Hasson
Diseño editorial: Renata Kándico, Gaston Genovese www.estudiolate.org
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
“Los textos de este libro son copyleft. El autor y el editor autorizan la copia, dis-
tribución y citado de los mismos en cualquier medio y formato, siempre y cuando 
sea sin fi nes de lucro, el autor sea reconocido como tal, se cite la presente edición 
como fuente original, y se informe al autor. La reproducción de los textos con fi nes 
comerciales queda expresamente prohibida sin el permiso expreso del editor. Toda 
obra o edición que utilice estos textos, con o sin fi nes de lucro, deberá conceder es-
tos derechos expresamente mediante la inclusión de la presente cláusula copyleft.” 
Fecha de catalogación: 06/03/2012
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 15
ÍNDICE
Introducción 
Capítulo I: Darwin y el surgimiento de una teoría sobre la 
evolución de la vida - Fernando Sica
El contexto del darwinismo
Lamarck y Darwin, no tan diferentes 
El legado de Darwin 
Darwin y Wallace 
Las piezas de El Origen 
Una lucha con matices 
El maravilloso Capítulo Cuatro 
El resto de El Origen 
La selección natural según Wallace 
Las reacciones inmediatas 
Un lugar en la Ciencia de todos los tiempos 
Capítulo II: El camino hacia la Gran Síntesis y las controversias actuales 
Fernando Sica
Luego de Darwin 
Pangénesis 
Evolucionando: ¿hacia dónde? 
El hiperseleccionismo de Weissman 
Los biómetras 
La evolución se reencuentra con la naturaleza 
La Síntesis, un nuevo paradigma 
Una síntesis de La Síntesis 
Los desconcertantes pinzones 
Lo esencial es invisible a los ojos… y al fenotipo 
El altruismo y los genes egoístas 
Piedra libre al Doctor Pangloss 
La naturaleza convulsiva 
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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Capítulo III: Tiempo y modo en Evolución
Cecilia Rosso
El tiempo geológico y su relación con las ideas evolutivas. 
Las primeras explicaciones 
Del fi jismo a la variación 
La gradualidad como modelo del ritmo de la evolución 
La evolución como un cambio repentino 
Microevolución y/o macroevolución 
La macroevolución, consecuenciadirecta de la microevolución 
Macroevolución como mecanismo desacoplado de la Microevolución
¿Y si volviera a ocurrir? 
Capítulo IV: Especies y especiación 
Daniel Devesa
El concepto de Especie 
Criterios de espacio – tiempo 
Los procesos de especiación 
Variabilidad y especiación 
Fijación de una nueva combinación genética 
Capítulo V: Adaptación y niveles de selección 
Daniel Devesa y Fernando Sica
El concepto de Adaptación 
El adaptacionismo extremo 
Restricciones de la adaptación 
Los niveles de selección 
Los genes se vuelven visibles 
La Selección Multinivel 
Capítulo VI: Evolucionismo y Creacionismo 
Abel Marchisio
Contexto para la teoría evolutiva: relación entre posturas 
científi cas y religiosas 
Dilema y controversias: verdad científi ca versus creencias religiosas 
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Evolución e iglesias de la Reforma: recepción y 
razones para la oposición 
Nuevo enfoque: Infl uencias del método histórico-crítico y 
experiencias del diseño 
Sobre posturas intermedias 
Relaciones y alcance de la postura creacionista respecto a la 
evolución 
Impulso y difusión del mensaje creacionista: estrategias para 
convencer al público 
Creacionismo, diseño y evolución. Aportes para un 
posible diálogo o debate 
Evolución vinculada a la idea de progreso: orientar la 
discusión y el análisis 
Capítulo VII: Las representaciones de la evolución - Abel Marchisio
Representaciones populares y académicas de la evolución 
Medios y Estrategias: los registros fósiles 
Valor formativo de los diagramas de árboles de 
la vida en el campo biológico 
Un caso como ejemplo para focalizar, formular interrogantes e 
hipótesis y analizar un tipo de representaciones 
Una representación errónea: evolución sólo como 
una mejora de los prototipos 
Representación alternativa: arbusto ramifi cado 
y podado por la extinción 
Dos errores a considerar en la nueva concepción 
Otros alertas y razones para no posicionarse desde 
representaciones etnocéntricas 
Revisar e imaginar la historia posterior a la vida: representando un 
proceso iterativo de eliminación estocástica 
Palabras Finales
Bibliografía
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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INTRODUCCIÓN
La teoría de la evolución es no solo el motivo de este libro. También representa 
el núcleo fundamental y unifi cador de toda la Biología. Todas las explicaciones que 
podamos dar sobre los fenómenos de la vida están permeadas, atravesadas, por la 
evolución. Desde Darwin, y a pesar de las resistencias que siempre aparecen, no hay 
otra forma de concebir el estudio del planeta viviente si no es a la luz de la evolución, 
como ya inspiradamente señalara Dobzhansky. 
Pero en este caso, no solo interesa hablar de una teoría más que centenaria, sino 
de un programa vivo y dinámico. Podríamos dedicar toda una vida de estudio para 
mantenernos actualizados sobre los avances en el terreno empírico y teórico de la 
evolución, y a duras penas alcanzaríamos esa meta escurridiza. Todos los años se 
producen innumerables papers y libros sobre la enorme diversidad de temas que 
este campo de estudio produce, que hacen poco menos que imposible conseguir 
estar al tanto de todo. Esto no es novedad en ninguna de las áreas vivas de las cien-
cias naturales, simplemente se apunta para destacar la absoluta actualidad que la 
teoría de la evolución demuestra, y la urgente necesidad que tenemos todos los que 
la enseñamos de mantenernos actualizados.
Este libro tiene varios interlocutores. En primer lugar, los docentes de ciencias 
naturales y los que estudian para serlo, encontrarán aquí elementos que les permiti-
rán abordar contenidos ya conocidos con nuevos enfoques, tanto como datos y de-
sarrollos novedosos que puedan incorporar fácilmente a sus prácticas. Los docentes 
no siempre podemos realizar las cuantiosas lecturas que nos permitan estar al tanto 
de todos los avances, por lo que este libro acerca amigablemente muchos de esos 
textos con un lenguaje claro y accesible, en condiciones de ser utilizado en el aula, o 
como lecturas personales para preparación de clases específi cas.
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 19
Además, para los estudiantes de carreras terciarias que necesiten entender los 
procesos evolutivos que rigen a la biología para poder interpretarla, desde una mi-
rada más integral y compleja, permitiendo así relacionar cada uno de sus concep-
ciones desde su historia biológica y contexto de construcción del conocimiento. 
Finalmente, también esperamos que este texto sea de utilidad para los docentes de 
secundaria que deseen contar con un material ameno y actualizado.
El contenido se estructura en tres partes principales. Los capítulos 1 y 2 presen-
tan una reseña cronológica que recorre de manera sintética los momentos en que 
surgieron las ideas sobre evolución en distintos contextos históricos, analizando la 
infl uencia social y el ambiente intelectual de cada época, abordando las controver-
sias suscitadas por las teorías en pugna y sus parciales resoluciones. Esto permiti-
rá al lector visualizar la dinámica de las ideas de cambio de los seres vivos, desde 
Darwin hasta la actualidad, así como las controversias actuales.
Los capítulos 3, 4 y 5 tienen como objetivo resaltar algunos de esos puntos con-
troversiales, tales como el ritmo y modo de los procesos evolutivos, la construcción 
del concepto de especie y las modalidades de especiación, la discusión del papel de 
la adaptación como proceso y efecto histórico del cambio con modifi cación.
En la última parte se aborda el delicado debate sobre ciencia y religión (capí-
tulo 6) y las diversas representaciones sobre la evolución presentes en la sociedad 
(capítulo 7). Los mismos tienen como objeto visualizar cómo el hombre lucha con 
sus creencias, el conocimiento, el contexto social, infl uencias cognitivas y afecti-
vas, para formar representaciones mentales que le permitan comprender temas tan 
complejos y desafi antes como la evolución. 
Esperamos sinceramente cumplir con las expectativas de todos los que se acer-
can a estas páginas, ya sea con objetivos de estudio, trabajo, curiosidad, recreación. 
Estaremos cumplidos con que, cada uno de los que toman este libro, saquen de él 
algo de provecho.
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 21
El contexto del darwinismo
La teoría de la Evolución, como toda teoría, se construye históricamente a partir 
de un programa de investigación que tiene cierta perdurabilidad en el tiempo, y se va 
enriqueciendo con el aporte de un conjunto de investigadores. Charles Darwin inició 
este programa de investigación, cuando publica en 1859 su obra central, El origen 
de las especies por medio de la selección natural. Recorrer esta historia, y analizar sus 
transformaciones hasta el dinámico estado actual, nos permite entender algunos 
aspectos fuertemente relacionados:
1. Darwin no es el primero en plantear la idea de que los seres vivos, o las espe-
cies, evolucionan. Pero es el primero que defi ne un mecanismo concreto para 
explicar el cambio. No se puede decir, por lo tanto, que este notable natura-
lista haya sido el primero en haber pensado en la evolución de la vida, pero 
logró crear un conjunto de proposiciones organizadas sistemáticamente, que 
podían ser debatidas y puestas a prueba.
2. No se puede defi nir una teoría de la evolución a partir de Darwin, porque él no 
utiliza tal denominación, además de que muchos aspectos que hoy la teoría 
evolutiva contempla, no estuvieron previstos en el inicio de la sistematiza-
ción darwiniana. En cambio, sí puede hablarse de una “Teoría de la selección 
CAPÍTULO I 
Darwin y elsurgimiento 
de una teoría sobre 
la evolución de la vida
Fernando Sica
22 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
natural” que explica la evolución adaptativa y gradualista de las especies, y 
potencialmente permitiría componer un modelo explicativo de especiación. 
Darwin prefería el término “descendencia con modifi cación” para referirse a 
tales cambios, que se constituyen en la materia prima sobre la que actúa la 
selección natural.
3. Este programa de investigación fue rápidamente adoptado por una nueva 
generación de naturalistas europeos, que lo encontraron mucho más inte-
grador y fl exible para incorporar los nuevos conocimientos provenientes 
de las disciplinas biológicas en gestación a lo largo del siglo XIX: la siste-
mática basada en criterios de parentesco, la anatomía y embriología com-
parada, la paleontología científi ca. El mismo Darwin, a través del prestigio 
que supo acumular como naturalista experto y miembro de la Royal Society, 
se ocupó personalmente de “persuadir” a los pensadores más infl uyentes 
de su época, manteniendo reuniones y abundante intercambio epistolar, y 
abriendo el debate sobre muchos aspectos de su teoría que no constituían 
su “núcleo duro”.
La resistencia y el debate que se presentaron en torno al darwinismo provinieron 
originalmente de los defensores de la religión y la moral victorianas, y no tanto del 
mundo académico, que observó rápidamente el potencial de la teoría (estas contro-
versias son ampliados en el capítulo 6). Por supuesto, hubo debates acerca de ciertos 
puntos de la propuesta de Darwin (alcances de la selección natural, ritmo, posibilidad 
de surgimiento de las especies, entre otros), pero el núcleo de la teoría fue aceptado 
felizmente porque permitía organizar una ciencia (la Biología) hasta el momento ca-
rente de principios centrales unifi cadores, en una época de dominio positivista en que 
otras ciencias (y comunidades científi cas) iban tras los mismos objetivos.
Lamarck y Darwin, no tan diferentes
Georges Cuvier fue el más grande de los naturalistas creacionistas. Dominó la 
escena desde la Academia de Ciencias Francesa, en los últimos años del siglo XVIII 
y primeros del XIX, afi rmado en una enorme erudición y prestigio acumulado. Su 
puesto de curador del museo de historia natural de París le permitía tener acceso 
ilimitado no solo a las colecciones, sino a los ejemplares de nuevas especies que le 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 23
DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
llegaban de todo el mundo para su estudio, en una época de grandes viajes y descu-
brimientos. Su infl uencia y autoridad eran enormes. 
Curiosamente, analiza la naturaleza con un enfoque funcionalista (funda la Ana-
tomía comparada, como auxilio para sus investigaciones paleontológicas), aunque 
se mantiene como un convencido creacionista, al igual que todos los naturalistas 
eminentes de su época. En un intento por salvar los saltos o brechas observados 
en el registro fósil, crea una hipótesis conocida como “catastrofi smo” que postula 
diversas revoluciones geológicas o catástrofes globales que produjeron histórica-
mente distintos eventos de extinción, luego de cada uno de los cuales la acción divi-
na realizaba un nuevo acto creador (en el capítulo 3 se retoman las ideas de Cuvier 
como antecedente histórico del saltacionismo). En este marco, dirigió el duro ataque 
hacia la primera propuesta evolucionista sistemática que vio la luz: la de su contem-
poráneo Jean Baptiste de Lamarck.
En 1809 -el año que nace Charles Darwin- Lamarck publica su obra Filosofía Zoo-
lógica, en la que expone su hipótesis que todos los organismos vivientes responden 
con la adaptación a los cambios del ambiente. Postula que, más que propósitos o 
fi nalidades, perciben la necesidad de adaptarse, así como de ascender en una escala 
natural, alcanzando sucesivos grados de perfección. El mecanismo que propone es 
el del uso o desuso de las estructuras, que produce un mayor desarrollo o su atrofi a, 
respectivamente. Las características adaptativas que se adquieren, se transmiten a 
las siguientes generaciones. “Ellos [los animales] deben acomodarse a tales cam-
bios [del ambiente], modifi cando sus hábitos y estructuras en forma activa, y estas 
modifi caciones debían transmitirse a la siguiente generación” (Lamarck, 1809). 
Esta última idea -el traspaso de características adquiridas a los descendientes- 
fue luego, a la luz de los conocimientos aportados en el siglo XX por la Genética, 
fuertemente criticada por los neodarwinistas, pero es una postura anacrónica. Es 
perfectamente lógico que en su época Lamarck sostuviera que los organismos se 
adaptan de alguna manera intencional, y dichas adaptaciones se transmiten. Era 
una creencia generalizada por los criadores de animales domésticos (Darwin, como 
uno de ellos, también pensaba así), y no había ninguna explicación mejor sobre el 
funcionamiento de la herencia.
Lamarck fue doblemente víctima tanto de sus escasas dotes de argumentador 
frente a la brillante retórica de Cuvier, así como de una muy débil contrastación empí-
rica de sus ideas. Esto último fue una clara advertencia para el intento de teorización 
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
que se propuso hacer 30 años después el joven Darwin, que si bien no compartía la 
creencia de una escala natural progresista y sostenía el papel del azar en la aparición 
de las variaciones individuales, se mantuvo como lamarckista en los mecanismos 
hereditarios que permitirían producir y transmitir las adaptaciones en el tiempo.
El legado de Darwin
Charles Darwin ha sido objeto de estudio como pocos, abundan sus biógrafos 
y revisionistas, y los escritos de su obra y vida han sido facilitados por la cuantiosa 
correspondencia mantenida con diversos interlocutores. Darwin se dedicó, todo lo 
que le permitía su siempre delicado estado de salud, al intercambio de ideas con una 
amplia gama de intereses y “corresponsales” de todo el mundo, siempre ávido de 
novedades que le permitieran seguir trabajando sus hipótesis. 
Sus cuadernos de apuntes, publicados en los primeros años del siglo XX, de-
muestran que un esbozo de la selección natural ya estaba diseñado para 1838, y 
solo fue ocasionalmente trabajado en los tiempos breves que no dedicaba a sus in-
vestigaciones principales (Diario de viaje de un naturalista alrededor del mundo, 1839; 
Estructura y distribución de los arrecifes de coral, 1842; Observaciones geológicas de las 
islas volcánicas, 1844; Observaciones geológicas de Sudamérica, 1846; Monografía sobre 
los Cirripedios, 1851; Monografía de los balánidos y verrúcidos fósiles, 1854). Como se 
ve, hasta la publicación de El Origen… (1859), su trabajo de investigador y escritor 
fue ininterrumpido (y continuó de la misma forma hasta su muerte), distrayendo las 
preocupaciones que sus hipótesis evolucionistas seguramente le producían. 
Muchos de sus apuntes de carácter teórico estaban basados fundamentalmen-
te en dos fuentes: 
1. La profusa colección de observaciones recabada en el viaje del H.M.S. Beagle, 
buque de la armada británica en el que participara en carácter de acompa-
ñante (hoy podríamos caracterizarlo como “investigador asociado”). No fue 
el naturalista a bordo hasta mediados del tercer año de viaje, cuando reem-
plazó al médico de la expedición en esa función (que desempeñaba desde 
el primer momento ad-hoc). Algunos expertos como Gould han propuesto 
la idea de que el capitán Fitz Roy, apenas dos años mayor que él, necesitaba 
un joven aristócrata que le sirviera de compañía para departir sobre cultura, 
ciencia y literatura durante el largo viaje, puesto que su jerarquía le impedía 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 25
DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
establecer contactos informales con la tripulación. Como sea, Charles Darwin 
inició allí sus prácticas de naturalista, con unaformación prácticamente au-
todidacta, provista de todos los libros que se utilizaban en las universidades 
de la época, y los diarios de viaje de expedicionarios como Humboldt, a los 
que admiraba y deseaba emular. Este deseo se haría realidad, y lo prueba su 
primera publicación, el diario de viaje. En cada sitio donde el buque tocaba 
puerto, obtenía un permiso de su capitán y gestionaba los salvoconductos 
necesarios para recorrer lo posible, acopiando gran cantidad de observacio-
nes y testimonios de los locales, pero también rocas, fósiles, animales que 
disecaba y vegetales que herborizaba convenientemente, despachándolos 
regularmente hacia Inglaterra. Esto permitió que su nombre fuera reconocido 
incluso antes de su regreso. 
2. Sus prácticas de hábil criador de especies domésticas, como palomas, ove-
jas o cerdos. En la casa paterna, como en la fi nca que adquiriera luego de 
su casamiento (Down House), se ocupaba de estos hobbies, que le permitían 
realizar cruzas controladas y observar las variedades que los criadores obtu-
vieron a través de siglos de trabajo y selección, y que él mismo pudo probar. 
Por ello, el libro de El Origen no comienza presentando la idea de Selección 
Natural, sino que dedica su primer capítulo a la Selección Artifi cial, y los dos 
siguientes a los abundantes ejemplos de la naturaleza que permiten medir 
la importancia del éxito reproductivo y las condiciones ambientales para la 
supervivencia de ciertos individuos respecto de otros. Recién entonces, en el 
capítulo 4, la teoría es expuesta.
Darwin y Wallace
La paciente espera de una mejor oportunidad y un contexto más favorable para 
dar a conocer su estructura explicativa de la evolución, desembocó en el hecho ya 
muy conocido de la recepción de la carta de Alfred Wallace (en 1858), naturalista 
mucho más joven, que llegara a conclusiones similares a las pergeñadas en secreto 
por Darwin, pero no vaciló en darlas a conocer prontamente. Cuando buscó un cien-
tífi co de la naturaleza reconocido para evaluar su propuesta, su elección se depositó 
en Charles Darwin, a quien admiraba y del cual había leído su Viaje de un naturalista 
alrededor del mundo. 
26 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
Inmediatamente se genera en la conciencia de Darwin un confl icto ético y aca-
démico sobre la prioridad de la teoría, que fue feliz y dignamente resuelto por ambos 
caballeros. Charles Lyell y Joseph Hooker, eminentes científi cos de la época y ami-
gos de Darwin, idean un plan que permitía reconocer a ambos pensadores. Arman 
una presentación pública de sus ideas, para el 1 de Julio de 1858, que incluía la lectu-
ra del texto enviado por Wallace, y de algunos manuscritos elaborados por Darwin 
en 1844 y correspondencia de cuyas fechas daban fe. 
Como Wallace estaba en el archipiélago malayo continuando sus investigacio-
nes sobre las aves tropicales, no estuvo presente pero dio su conformidad, y siempre 
mantuvo sus respetos por la prioridad de Darwin. Curiosamente, éste tampoco es-
tuvo presente, porque días antes había muerto su hijo Charles. La lectura de ambos 
trabajos produjo muy poca resonancia, pero disparó en Darwin un frenético trabajo 
de escritura que le permitió publicar apenas 16 meses después lo que él consideraba 
“un resumen” de su obra principal, El origen de las especies por medio de la selección 
natural. Es conocido también que la primera edición del libro, de 1250 ejemplares, se 
agotó el mismo día que salió a la venta. Tal vez pueda ser considerado el primer libro 
científi co en convertirse en un best seller. 
Darwin, siempre reacio a los eventos multitudinarios y los encuentros sociales, 
rehusó cuanto le fue posible una invitación tras otra al debate de sus ideas, aunque 
otros tomaron su bandera. Cuando pudo publicar su obra maestra, el 24 de noviem-
bre de 1859, se preparó para la tormenta que sin dudas sobrevendría.
Las piezas de El Origen
En su obra El Origen de las Especies, Darwin despliega el “drama” de la evolución en 
varios actos. En el primer capítulo comienza especulando sobre el origen de las varia-
ciones notables que advierte entre los individuos de una especie cualquiera. Supone, 
en un acierto intuitivo, que la mayor fuente de variación está en el individuo mismo, 
cuestión que la genética a futuro confi rmará (inclusive esta fuente de variación puede 
considerarse excesiva y redundante, según las investigaciones de los neutralistas). 
Pero luego habla de otras variantes inducidas por el ambiente. Llama mucho 
la atención (si no consideramos las ideas científi cas en contexto) que adhiera al 
concepto ya utilizado por Lamarck del “uso y desuso de los órganos” para explicar, 
por ejemplo, el mayor desarrollo de patas respecto a alas en el pato doméstico que 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 27
DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
en el salvaje, por tener que andar más y volar menos. Esta es una de las muchas 
evidencias de que Darwin no practicaba una intencionada oposición a las ideas la-
marckianas, sino que adhería a unas cuantas de ellas porque eran el paradigma do-
minante respecto de la adquisición y transmisión de caracteres. Cree fi rmemente 
que la variación, tanto en el mundo silvestre como en el doméstico, es la regla y no 
la excepción, tornándose difícil establecer seres prototipos o ejemplares modelos 
de cualquier especie. Las variaciones suelen ser sutiles, aunque en ocasiones mons-
truosas, y el hombre ha echado mano inteligentemente a muchas de ellas cuando le 
han sido útiles, como el mismo Darwin sabe por su experiencia en la granja familiar 
o por su hobbie de criador de palomas. En cuanto a los mecanismos de la herencia, 
siguen siendo un misterio, reconoce con sinceridad.
Al fi nal del capítulo, Darwin abre el debate sobre un punto crucial: qué debe 
considerarse una diferenciación sufi ciente para decidir que dos grupos constituyen 
o no especies separadas. En el ámbito de la domesticación, poco se sabía ya en 
aquel tiempo de los verdaderos orígenes de ganados y mascotas, es decir, sobre la 
procedencia de las distintas razas. No visualiza ninguna forma de precisar los límites 
y alcances de una especie, aunque por supuesto conoce la forma clásica de defi nirla. 
Y esto lo dice luego de un exhaustivo repaso de todos los datos obtenidos de criado-
res e informes que ha recolectado a lo largo de años sobre perros, ovejas, vacunos, 
palomas y otras especies domésticas (en este punto no se refi ere a las plantas trans-
formadas para su cultivo por el hombre, pero también entrarían en la categoría). 
Ante esa gama casi inagotable de variación, especula sobre si su ritmo de aparición 
será gradual o repentino (opta por ambos). Si esto pasa con las poblaciones domés-
ticas cuidadas por el hombre –infi ere-, cuánto más complejo puede resultar conocer 
los linajes, procedencias y ritmos de variación de poblaciones naturales. Muchas de 
estas dudas planteadas por Darwin en 1859 no se han resuelto aún, y si bien hoy en 
día hay un consenso generalizado acerca de lo que es una especie, el mismo no está 
libre de discusión y controversia. 
Cuando Darwin se refi ere a la especie, piensa que los individuos conforman 
una comunidad de origen, y con ello de relaciones de parentesco que trascienden 
la enorme variabilidad que la naturaleza dispone en dondequiera que se mire. Pero 
admite la difi cultad para demostrarlo en forma tangible.
En el capítulo 2, extiende sus razonamientos sobre la variabilidad y la difi cultad 
para defi nir una especie, del mundo de los seres domésticos al mundo natural, in-
28 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
sistiendo en la gran variación que se observa en caracteres considerados centrales 
para la descripción de los taxónomos. Ello lleva por ejemplo a que éstos planteen gé-
neros polimorfos cuando ciertas “especies” presentan una variabilidad muy notable, 
razonamientopor demás viciado: las especies se desdoblan porque presentan gran 
diversidad interna, aunque la diversidad interna no constituye un criterio de defi ni-
ción para la especie. Observa entonces que no hay dos naturalistas que coincidan 
en dichas categorías. Hasta cita un notable caso observado por Wallace en una isla 
del archipiélago malayo, donde refi ere a una especie de mariposa muy variable en su 
forma, que va experimentando modifi caciones graduales de un extremo al otro de la 
isla, con formas intermedias que, si se desconocieran, permitirían defi nir en ambos 
extremos especies diferentes, que solo pueden ser interfecundas con las formas de 
transición. Hablar de especies y subespecies es tan arbitrario como defi nir la distan-
cia necesaria en las características individuales para separar unas de otras. 
Una lucha con matices
El tercer capítulo se centra en la “lucha por la supervivencia”, concepto que re-
conoce tomar de Spencer, y que puede resultar más o menos útil que su término “se-
lección natural” según la conveniencia. Darwin supone que cualquier variación, por 
pequeña e insignifi cante que parezca, pone al individuo en ventaja o desventaja res-
pecto de sus semejantes en la dura lucha por seguir vivo y reproducirse. Estos son 
los dos aspectos centrales en la lucha, que entiende en un sentido amplio y metafó-
rico, no necesariamente una lucha cuerpo a cuerpo, o una relación predador-presa, 
ni siquiera una relación violenta con los de su especie (vemos frecuentemente que 
dentro de una especie sus individuos evitan la lucha con contacto físico, dirimiendo 
las jerarquías y posiciones de dominio con complejos rituales que salvaguardan el 
riesgo de los que compiten). Plantear la lucha como una metáfora implica reconocer 
formas muy sutiles de competencia, a veces incluso difíciles de advertir (por ejem-
plo, químicos que producen una especie vegetal que impiden germinar a otra, casos 
de canibalismo por presión demográfi ca o dominio dentro del grupo, etc.). 
Pero esta competencia no deja de ser dura, porque la descendencia es casi siem-
pre numerosa y hay lugar para pocos en la economía de la naturaleza, por lo que cita 
a Malthus para explicar que esta progresión geométrica a la que pueden tender las 
poblaciones se encuentra rápidamente con límites poderosos. Entre éstos fi gurarán 
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DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
los fenómenos climáticos, la predación, la escasez de alimentos, las parasitosis, etc. 
Algunas especies establecen relaciones colaborativas (insectos polinizadores con 
plantas, por ejemplo), que favorecen su éxito reproductivo y anulan la competencia. 
Finalmente, destaca que donde más fuerte es la lucha, es entre los individuos de 
una misma especie, que comparten las mismas demandas y recursos, siempre altas 
las primeras y escasos los segundos. Ocasionalmente, una temporada buena podría 
permitir un marcado aumento de la población, pero éste no puede sostenerse por 
mucho tiempo. Y en plazos más largos, se observará una marcada constancia en los 
números de los individuos, que indican cuán rigurosamente operan estos factores 
de selección.
El maravilloso Capítulo Cuatro
El cuarto capítulo completa el drama de la vida según el cuadro pintado por 
Darwin. Hay variaciones que aparecen de forma continua en las poblaciones, y hay 
una fuerte lucha que determina que sobrevivan solo unos pocos. Darwin se apresura 
a aclarar que, en la obtención de razas domésticas, el hombre no puede producir o 
“crear” variaciones que desea, sino solo limitarse a esperar que éstas aparezcan, 
y entonces sí seleccionarlas, aislarlas, reproducirlas, de acuerdo a la dirección que 
quiera imprimir en orden a la utilidad perseguida. En la naturaleza opera un meca-
nismo similar, aunque no hay un ser inteligente que dirija el proceso. Las variaciones 
ocurren de manera tan aleatoria como en el ganado doméstico, y pueden ser más o 
menos favorables para la supervivencia y posibilidades de reproducción del indivi-
duo. Por mínimos que parezcan esos cambios, otorgan una ligera ventaja al que los 
posee, y la selección natural los conservará o potenciará su extensión a un número 
mayor de individuos en las siguientes generaciones. 
Darwin aclara que la selección natural no produce esas variaciones, que tanto 
pueden ser positivas en un sentido adaptativo como negativas, y por ello no puede 
impedir que estas últimas aparezcan. No hay noción de utilidad alguna, ni de direc-
ción o progreso en el conjunto de variaciones que aparecen. El éxito más ostensible 
observado en la selección artifi cial practicada por los criadores o cultivadores se 
debe al hecho de que éstos aseguran la supervivencia y reproducción de la mayoría 
de los individuos, acelerando el proceso de acumulación de variaciones en un deter-
minado sentido. La selección natural es más lenta, pero igualmente accidental en la 
30 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
aparición de novedades y predecible en la posible conservación de algunas de éstas.
Unos párrafos aparte dedica al fenómeno de la selección sexual, que si bien será 
incluida de forma amplia en la selección natural, tiene características singulares. 
Más que de una lucha por la existencia, se trata de una lucha que libran en general 
los machos para lograr la reproducción con las hembras, y éstas son las que eligen 
dando prioridad a caracteres del macho que pueden conspirar, incluso, con su misma 
supervivencia. Por ejemplo, si eligen durante cientos de generaciones los machos de 
color más vivo para aparearse, pueden producirse fi nalmente coloraciones que sean 
muy visibles para, por ejemplo, algún depredador, poniéndolo en riesgo. Este tipo de 
selección hace pensar a Darwin en lo poderoso que es el factor reproductivo en la 
continuidad de un linaje.
Al fi nal del capítulo 4, Darwin se introduce en terreno escabroso. La selección 
natural claramente moldea las formas de los organismos, y tiene la capacidad de 
ir produciendo adaptaciones más y más ajustadas al ambiente, seleccionando las 
variaciones más aptas para la supervivencia. Pero ¿tiene la capacidad de producir 
novedades divergentes, esto es, que permitan la formación de nuevas especies?, 
porque si la adaptación es resultado de un continuo y prolongado proceso de des-
carte de las variaciones desfavorables, la selección natural se comporta de manera 
conservadora. Y por otro lado, ¿es el tiempo geológico sufi ciente para que la lenta 
acumulación de cambios aleatorios según la selección natural produzca toda la bio-
diversidad que hoy apreciamos? 
Estos dos temas constituyeron puntos de debilidad de la teoría que el mismo 
Darwin conscientemente aceptaba, y que discutió con sus pares hasta su muerte, 
tratando de reunir evidencia. Darwin vivió lo sufi ciente como para ver cómo las in-
vestigaciones geológicas revelaban una antigüedad de la Tierra mucho mayor de la 
que se sabía en su juventud (al fi nal de su vida, ya se suponía que podía tener algunos 
cientos de millones de años), pero en cuanto a los factores que provocan la divergen-
cia necesaria para producir nuevas especies, nunca pudo precisarlos conveniente-
mente. Aunque ya en esta sección menciona la posibilidad de generación de nuevas 
especies, tanto en poblaciones pequeñas de territorios aislados como en poblacio-
nes extensas de territorios fragmentados, lo cierto es que se trata de un terreno muy 
especulativo en el cual hace inferencias bastante débiles y difíciles de probar.
La misma selección natural que explica la adaptación y, supuestamente, la for-
mación de especies nuevas, también puede explicar la extinción de una especie 
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DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
cuando las condiciones cambiantes del ambiente no son acompañadas por varia-
ciones favorables en el seno de una población. Entonces se produce una merma en elnúmero de individuos y del éxito reproductivo que culmina con su desaparición. Por 
lo tanto, la cantidad de efectivos y la variación interna con que cuente cada especie, 
son aspectos fundamentales para afrontar las condiciones ambientales, y asegurar 
su continuidad.
Por otro lado, intenta explorar el origen de nuevas especies a través de lo que 
denomina divergencia de caracteres, que si bien no es otra cosa que la variación que 
puede notarse entre distintas razas de especies domésticas, o entre subespecies 
de una especie mayor en estado natural, pueden constituirse en la base de adap-
taciones a nuevas condiciones o recursos que le permitan seguir divergiendo en un 
sentido que la aleja cada vez más de la población original. Fácilmente se ve que el ar-
gumento es débil, sobre todo porque mientras se mantenga la interfecundidad entre 
poblaciones ligeramente divergentes se pueden producir reversiones de caracteres 
diferenciados, y la divergencia desaparece. Pero por el momento, Darwin no tiene 
otras posibilidades de avanzar sobre el tema.
Luego de plantear el problema de la divergencia, aparece en el libro un esquema 
que constituye la única gráfi ca de toda la obra; es solo un arbolito muy ramifi cado, 
con varios nudos en cada rama de donde surgen ramitas más pequeñas. El objetivo 
es mostrar el alto grado de variación que se produce en determinados puntos del 
proceso adaptativo, y que culmina con cortos periodos de estabilidad morfológicos-
fi siológicos seguidos de nuevas instancias de diversifi cación. Subyace la idea de que 
las especies más próximas provienen de troncos comunes que justifi can su “aire de 
familia”, y que describen un proceso continuo desde la variedad a la subespecie, y de 
ésta a la especie, el género, la familia, y demás niveles de organización sistemática, 
en un incesante y gradual proceso de modifi cación. 
32 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
Figura 1.1: diagrama de Darwin (Tomado del original)
Dibujo de árbol de divergencia del libro de Darwin: Fuente: http://entomologia.rediris.es/sea/bol/vol26/
s1/articulo/index.htm (Consultado: Agosto de 2011)
Darwin se apresura a señalar que este supuesto plan de organización hacia una 
mayor complejidad y diversidad solo aparenta progreso, pero no puede presumirse 
esto en términos absolutos. Aunque parezca advertirse una organización en orden 
a la aparición de organismos más complejos, resulta difícil justifi car el uso de tér-
minos como grupos superiores e inferiores, porque la evolución no conduce hacia 
ninguna meta prefi jada, y ninguna adaptación puede considerarse un avance defi -
nitivo. Las innumerables formas de organización “inferior” actualmente presentes 
en el mundo son una ilustración contundente de que no hay un plan prefi jado en la 
naturaleza de lo viviente.
“La selección natural obra solamente mediante la conservación y acumulación 
de pequeñas modifi caciones heredadas, provechosas todas al ser conservado (…) 
La selección natural desterrará la creencia de la creación continua de nuevos seres 
orgánicos o de cualquier modifi cación grande y súbita en su estructura”. En este 
párrafo del capítulo 4, Darwin anticipa la principal fuente de confl ictos que su teoría 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 33
DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
tendría, que no sería justamente la colección de pruebas que el mismo Darwin y 
otros pudieron hacer, que confi rmaban una y otra vez estas ideas, sino más bien la 
prescindencia de un acto creador, el reconocimiento del poder de la naturaleza para 
actuar por sí sola modifi cando y produciendo todas las maravillosas formas de vida, 
y por lo tanto, haciendo innecesario a Dios.
El resto de El Origen
En el 70% restante de su libro, Darwin se dedica a cuestiones diversas, pero 
fundamentalmente a anticipar posibles reacciones y argumentos que refuten sus 
ideas. Él mismo se convierte en su principal crítico. En el capítulo 5 se refi ere a las 
leyes que permitirían a algunos órganos desarrollarse en forma extrema, mientras 
otros se reducen hasta casi desaparecer. El capítulo 6 aborda las razones por las que 
las formas de transición entre especies correspondientes a un mismo linaje resul-
tan de gran rareza y excepcionalidad. El capítulo 7 reúne un conjunto de objeciones 
diversas a la teoría que -imagina- se pueden presentar. El capítulo 8 se refi ere a las 
difi cultades para entender la selección natural de pautas de comportamiento instin-
tivo que presentan muchas especies, algunas de gran complejidad, y en particular el 
caso del comportamiento social de algunos insectos resignando incluso la capaci-
dad reproductiva de algunos de sus integrantes. En el 9 se pregunta por las causas 
de esterilidad muy frecuentes en caso de hibridación entre especies cercanas y en 
los polimorfi smos en el seno de una especie. 
Los capítulos 10 y 11 tratan del registro fósil, sus imperfecciones y lagunas y 
la difi cultad de probar fehacientemente las relaciones de parentesco entre muchas 
especies basándose solo en el estudio de los fósiles (si esto puede decirse aún hoy, 
luego de muchas décadas de investigación paleontológica, imaginemos la situación 
150 años atrás). Finalmente, el capítulo 12 se refi ere a la distribución geográfi ca de 
grupos faunísticos y poblaciones vegetales y lo que la biogeografía puede aportar a 
la comprensión de la extensión y diversifi cación de las especies. 
Darwin evitó por completo cualquier mención en su libro cumbre, al origen de la 
vida, del hombre y la intervención divina en el origen de las especies. Pero no pudo 
evitar que estos fueran los temas más debatidos en las reuniones públicas citadas 
para discutir su obra, que muchos de sus críticos ni siquiera se habían molestado en 
leer en forma completa. Como sistemáticamente rehusó participar de los debates, 
34 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
ocuparon su lugar algunos notables como su amigo Charles Lyell, Joseph Hooker, Al-
fred Wallace (que defendió aún más la selección natural como mecanismo exclusivo 
de la evolución que el mismo Darwin, por lo que se afi rma que era “más darwinista 
que Darwin”), y por sobre todo Thomas Huxley, quien fue apodado “el bulldog de 
Darwin” porque asumió la popularización y defensa de sus ideas con gran entusias-
mo, viendo en ello una oportunidad de terminar con la infl uencia que ejercía la Iglesia 
en su época sobre el monopolio del conocimiento y las libertades de pensamiento. 
La selección natural según Wallace
Cuando Alfred Wallace recibió un ejemplar de El Origen enviado personalmente 
por Charles Darwin, luego de su lectura solo pudo expresar “Perdurará tanto como 
los Principia de Newton. El señor Darwin ha donado al mundo una ciencia nueva, y 
su nombre, a juicio mío, se destaca por encima del de muchos fi lósofos antiguos y 
modernos. ¡¡La fuerza de la admiración me impide decir más!!”. En esta cita se hace 
evidente que ambos naturalistas, geniales cada uno a su modo, no compitieron por 
prioridades, sino que estuvieron cordialmente vinculados y se respetaban mutua-
mente. Darwin nunca dejó de escribirle y compartir sus ideas con él, como lo hacía 
con muchos otros colegas, y Wallace siempre se rindió ante la abrumadora claridad y 
profundidad del pensamiento darwiniano, considerándolo como el padre de la teoría. 
Wallace procedía de familia muy humilde. Trabajó de joven como topógrafo jun-
to a su hermano, y para escapar de la pobreza y la falta de perspectivas de progreso, 
se aventuró en un viaje por la cuenca del Amazonas a la temprana edad de 24 años, 
con la idea de ganar algún dinero enviando colecciones de animales y plantas nue-
vos para la ciencia que remitiría a los museos europeos. La suerte no lo acompañó; el 
barco que transportaba el cargamento de especímenes naufragó, provocando su rui-
na. Pero al igual que Darwin, reunió una gran colección de observacionesde primera 
mano que le serían útiles luego para su tardía carrera de naturalista. Años después, 
pasó una prolongada estadía en el archipiélago malayo y en Australia, haciendo todo 
tipo de investigaciones sobre las especies, su distribución y comportamiento, sen-
tando las bases de la biogeografía y reuniendo una gran cantidad de datos sobre los 
ecosistemas tropicales. Estaba convencido de que la distribución y variación geo-
gráfi ca de una especie debía ser considerada parte de su historia natural e informa-
ción fundamental para explicar sus particularidades evolutivas.
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 35
DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
Ya se ha descripto la impresionante coincidencia de ideas de ambos naturalistas 
sin haberse conocido, así como la notable circunstancia de que Wallace eligiera pre-
cisamente a Darwin como veedor de su primer manuscrito, en el que en no más de 13 
páginas resumía las premisas de la selección natural. Pero había al menos dos puntos 
de divergencia entre ambos pensadores, que se acentuaron con el tiempo: Wallace 
creía que la especie humana no estaba sujeta al mecanismo de selección y era verda-
deramente producto de un acto de creación divina especial (Wallace era una persona 
muy creyente, que no encontraba obstáculo en asumir la evolución de las formas de 
vida bajo ciertas reglas que Dios había impuesto a la naturaleza). Y por otra parte, 
suponía que la aparición del hombre en la naturaleza y su dominio sobre la misma 
clausuraba la evolución, marcando un hito fi nal en el progreso de la vida según el plan 
divino. La selección natural podría seguir operando en vistas a lograr adaptaciones de 
las especies existentes, pero ya no existía la posibilidad de novedades.
Wallace no ocupó el último tramo de su vida en problemas referidos a la evo-
lución, aunque siempre fue un entusiasta defensor de la selección natural. A dife-
rencia de Darwin, que se dedicó hasta su muerte a juntar evidencia y discutir sobre 
el tema, sus preocupaciones lo llevaron a refl exionar y escribir sobre ideas que hoy 
podríamos considerar de un socialismo utópico, sobre la posición del hombre en la 
naturaleza, las posibilidades civilizatorias de la espiritualidad y la educación y las 
capacidades del sistema político para favorecer transformaciones económicas y so-
ciales de amplio espectro. En otro orden, también adhirió fuertemente al espiritismo 
(de moda por aquel entonces en la aristocracia londinense), convirtiéndose en uno 
de sus más fervientes practicantes y defensores. Todo esto lo ubicó para siempre a 
la sombra de Darwin, pese a que por derecho propio puede contarse entre los fi lóso-
fos naturalistas más importantes del siglo XIX.
Las reacciones inmediatas
Darwin sabía de antemano que con la publicación de El Origen… desataría con-
troversias, y también estaba seguro de no querer confrontar. Prefería la discusión 
privada, con interlocutores de su misma talla intelectual. Por ello rehusó sistemáti-
camente participar en los debates públicos o institucionales que se realizaron para 
debatir sus ideas. Para la sociedad inglesa de la época, y sin buscarlo intencional-
mente, encarnaba el naturalismo materialista que se oponía a las tradicionales ex-
36 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
plicaciones sobrenaturales y fi nalistas que se daban a la vida y sus manifestacio-
nes. En su libro no hay un solo elemento provocador, ninguna voluntad de afectar 
la sensibilidad religiosa y moral, pese a lo cual no pudo evitar que buena parte de la 
aristocracia londinense, y casi todo el clero, se sintieran ofendidos por la herejía de 
desplazar a Dios del gobierno del mundo en benefi cio del azar y la selección natural. 
Hábilmente, infl uyó por medio de reuniones privadas y abundante intercambio 
epistolar en los hombres de ciencia más respetados de aquella época, ganándose 
con paciencia su confi anza y adhesión a la evolución. Llevaba meticulosamente una 
lista de aquellos que iban “convirtiéndose” a su teoría, así como de los que la resis-
tían. Entre estos últimos fi guraba el muy prestigioso paleontólogo Richard Owen, 
pionero en el estudio de los dinosaurios, que eran una gran atracción de la época (él 
mismo realizó algunas reconstrucciones de esqueletos completos que expuso en el 
museo de historia natural, del que era director). 
Figura 1.2: caricatura de Darwin-mono: 
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Darwin 
(Consultado en Agosto de 2011) 
DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 37
DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
Este naturalista permaneció convencido del creacionismo hasta su muerte, asu-
miendo como afrenta la obra de Darwin, ridiculizándola y bastardeándola por todos 
los medios a su alcance. Antagonizaba con Thomas Huxley, un experto en anatomía 
de los vertebrados, embriología y paleontología pero por sobre todo, un activo pro-
pulsor del naturalismo, que asumió por su cuenta la defensa del darwinismo. 
Apenas publicado El Origen, Huxley dio a conocer una elogiosa reseña en el con-
servador periódico The Times y por años participó en la defensa activa y la divulgación 
de la teoría. Junto a Lyell, Hooker y el norteamericano Asa Gray, se conocieron como 
“los cuatro mosqueteros” de Darwin, aunque él prefería autodenominarse el bulldog. 
Su hábil retórica y lucidez teórica le permitieron una defensa airosa, durante un 
famoso debate desarrollado en 1860, en la junta anual de la British Association for 
the Advancement of Science, que se prolongó por varios días. Primero se enfrentó a 
Owen contendiendo sobre las semejanzas de los cráneos de humanos y gorilas y su 
interpretación a favor de la evolución o de una acción creadora individual. Luego lo 
provocó el obispo Wilberforce, que intentó ridiculizar la teoría darwiniana y humillar 
a Huxley preguntándole si consideraba que él estaba emparentado con los monos 
por vía paterna o materna. No hay registro fi dedigno que dé cuenta de las palabras 
exactas en las intervenciones de ambos, pero se afi rma que Huxley replicó: “Si lo 
que se me plantea como pregunta es si preferiría tener un miserable mono como 
abuelo o un ser humano altamente dotado por la naturaleza, poseedor de grandes 
medios e infl uencias, y que, sin embargo, emplea tales facultades simplemente para 
introducir algo ridículo en una seria discusión científi ca, afi rmo, sin duda alguna, 
que prefi ero al mono” (en Gould, 1994). No importa demasiado la precisión de tales 
parlamentos, sino ilustrar el alto voltaje que dominaba en las primeras discusiones 
de las ideas darwinianas. 
Sin embargo, y contra todo pronóstico, el tiempo para que éstas decantaran y 
fueran aceptadas académicamente resultó notablemente breve. El tema que Darwin 
expresamente había evitado en su obra magna (la descendencia del hombre) fue el 
contenido central y título de un nuevo libro de su autoría, publicado en 1871. Y en lugar 
de avivar la polémica, fue recibido con relativa indiferencia. Doce años habían basta-
do para que la comunidad británica (y el resto de la Europa ilustrada) tomaran con 
favorable disposición a la evolución. Sus ideas ya no escandalizaban a nadie. Podía 
sentirse satisfecho ya que su prestigio creció enormemente hacia el fi nal de su vida. 
38 | ESCRITURA EN CIENCIAS 
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
Un lugar en la Ciencia de todos los tiempos
La salud siempre frágil de Darwin fue empeorando con el paso de los años. En 
1881-82, en el marco de un invierno bastante duro, sucesivas complicaciones car-
díacas culminaron en un infarto, que le quitó la vida el 19 de abril de 1882. Murió en 
su casa, cobijado como siempre en los brazos de su amada esposa Emma. En sus úl-
timas cartas, dictadas a ella desde su lecho, se ve claramente que presiente el fi nal. 
El reconocimiento a su obra y su genio fue inmediato y universal. Incluso aquí, 
en Argentina, se homenajeó al gran naturalista; Sarmientose ocupó del discurso 
con el que honraba su legado. En todo el mundo hubo actos y palabras en su honor.
Una sorpresa fi nal le esperaba a su familia: un grupo de 20 parlamentarios solici-
tó a las autoridades eclesiásticas, así como a su esposa e hijos, que sus restos fueran 
enterrados en la Abadía de Westminster, lugar sagrado donde descansan muchos 
reyes y los más grandes hombres de la historia de Inglaterra. La tumba de Darwin 
quedó ubicada muy cerca de la de Newton, y en el cortejo fúnebre portaron su féretro 
sus “mosqueteros”, así como miembros de la Royal Society y de la nobleza. Todos re-
presentaban el respeto y admiración del estado y el pueblo inglés por el hombre que 
cambió para siempre la forma de observar e interpretar el mundo natural. 
Darwin abrió nuevas fronteras del conocimiento, derribando mitos y proporcio-
nando poderosas ideas que permitieron a la ciencia tomar defi nitiva distancia de la 
religión y la fi losofía. Aunque en otros ámbitos, la confusión al respecto continuó 
alimentándose deliberadamente, como se verá en los últimos capítulos de este libro. 
Con la teoría darwiniana la ciencia de la Biología logró obtener un programa unifi -
cador de sus conocimientos e investigaciones y fundamentalmente, una identidad 
como disciplina que estudia la vida. 
La teoría de la evolución de Charles Darwin cambió para siempre la forma en que 
el hombre se ve a sí mismo y a la naturaleza, de la que ahora se reconoce como parte. 
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DARWIN Y EL SURGIMIENTO DE UNA TEORÍA
NOTAS:
LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
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DOCENTES APRENDIENDO EN RED | 41
Luego de Darwin
Si bien nadie discute la paternidad de la Genética al monje austríaco Gregor 
Mendel, (1822-1884), quien realmente abrió las puertas al programa que convertiría 
a la Genética en una ciencia con todas las letras fue el estadounidense Thomas Hunt 
Morgan (1866-1945), que utilizó las famosas mosquitas de la fruta (Drosophila) para 
los cruciales experimentos que le permitieron desarrollar la teoría cromosómica de 
la herencia (confi rmando las leyes de Mendel y a la vez llenándolas en tal forma de 
anomalías que el rango de leyes es, por lo menos, discutible). 
Lo que sí está fuera de toda discusión es que Morgan comprueba, una y otra vez, 
que los genes son unidades discretas ubicadas en los cromosomas y responsables 
de las características fenotípicas heredables. En esos tiempos (comienzos del siglo 
XX), la genética y la evolución aún no iban de la mano, y el desconcierto era tal que 
este brillante científi co se declaró en muchas ocasiones antievolucionista, aunque 
fi nalmente se rindió a la posibilidad de que las mutaciones que observaba en sus 
moscas pudieran llegar a constituirse en la llave que explicara el origen de la varia-
ción y, con ello, la fuente de novedades sobre las que operaba la selección natural. 
La teoría de la evolución darwiniana recién pudo consolidarse a partir del año 
1947, fecha en que se realizó un importante Congreso en la Universidad de Princeton 
(USA), que sentó las bases de la Teoría Sintética o Síntesis Moderna. Esta Síntesis 
CAPÍTULO II 
El camino hacia la gran 
síntesis y las controversias 
actuales
Fernando Sica
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
unía el darwinismo (la evolución por selección natural), la Genética, los últimos de-
sarrollos de la Paleontología y la Sistemática en un solo corpus teórico. 
Pero para llegar a ello fue necesario atravesar años bastante confusos, en donde 
las ideas de Darwin fueron severamente discutidas e incluso abiertamente recha-
zadas. En 1909, cuando se cumplía el centenario del nacimiento del “padre de la 
evolución”, el biólogo y genetista William Bateson lo homenajeaba en un discurso y 
expresaba su admiración por haber demostrado contundentemente el “hecho” de la 
evolución, pero disimulaba su rechazo al mecanismo de la selección natural, como 
la mayoría de los biólogos de su época. 
La Síntesis consumada se convirtió en el modelo hegemónico, haciendo que la 
historia de la teoría evolutiva disimule o directamente ignore estas discontinuidades 
y controversias que tuvo en la primera mitad del siglo XX. Su supervivencia depen-
dió de un acontecimiento imprevisto: la aparición de un nuevo programa de investi-
gación, la “Genética de Poblaciones”, que rescató a la selección natural del olvido y 
la convirtió en el centro del neodarwinismo hasta hoy mismo.
Repasemos las vicisitudes de la teoría en los 50 años posteriores a la muerte de 
Darwin, así como los temas de debate que se siguieron abriendo bajo el dominio de 
la Síntesis hasta el presente.
Pangénesis
La imposibilidad de entender los mecanismos de la herencia, como ya se ha 
explicado en el capítulo 1, llevó a Darwin a adherir a los conceptos lamarckistas de 
desarrollo o atrofi a de las estructuras por el uso, y la herencia de caracteres adqui-
ridos. Para este problema en particular, Darwin imaginó su propio dispositivo de 
transmisión hereditaria con infl uencia externa, elaborando una sofi sticada hipótesis 
a la que denominó “pangénesis”. 
Esta tesis afi rmaba que todas las células del cuerpo de un ser viviente, de acuer-
do a las infl uencias que recibían del ambiente, producían unas partículas que circula-
ban por el organismo con información sobre las características del “modelo” o “pan-
geno” a transmitir. Terminaban alojándose en las células germinales (sexuales) y con 
ello, pasando a la descendencia. Era un intento desesperado de proponer una alter-
nativa para explicar la variación y la adaptación, a la vez que los condicionamientos 
del ambiente que permitían, en forma de “presiones ambientales”, seleccionar algu-
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EL CAMINO HACIA LA GRAN SÍNTESIS
nos de esos modelos a expensas de otros. De este modo, la especie evolucionaba.
Darwin no tuvo la suerte, hasta donde sabemos, de dar con las ideas de Mendel, 
tal vez porque no estaba particularmente interesado en buscar hipótesis innovado-
ras sobre la transmisión hereditaria, pero más probablemente porque el “padre de 
la Genética” realizó sus experimentos y descubrimientos fuera de los principales 
círculos científi cos de la época, y no pertenecía a ninguna sociedad que garantizara 
la difusión y visibilidad de sus trabajos. 
Su teoría de la pangénesis no convenció a casi nadie, y la cuestión de las causas 
de la variación continuó envuelta en el misterio hasta que cambió el siglo. Pero ade-
más, otros tres aspectos de su teoría fueron duramente cuestionados:
1. El gradualismo: muchos sostenían que la acumulación de pequeñas variacio-
nes no lograría producir las grandes transformaciones necesarias para origi-
nar estructuras complejas o muy elaboradas; eran necesarias profundas dis-
continuidades, lo que más adelante se conocería como “evolución a saltos”.
2. La selección natural es conservadora: permite un ajuste progresivo y cada 
vez más perfecto de la especie a su ambiente (en tanto éste tenga ciertas 
condiciones de estabilidad), pero no puede producir las novedades necesa-
rias para originar nuevas especies, porque el mismo mecanismo las aborta-
ría rápidamente. 
3. El azar en el proceso: simplemente parecía demasiado extrema la hipótesis 
de que no había ninguna dirección en el proceso, dadas las fantásticas es-
tructuras y funciones que se evidenciaban en todo el mundo viviente, que 
permitían suponer que ciertas transformaciones de las especies (tanto las 
vivientes como las fósiles) debían tener algún tipo de dirección o facilitación, 
en orden a alcanzar una mayor complejidad y adaptación.
Darwin tuvo un inesperado contrincante de sus ideas en su primo segundo 
Francis Galton (1822-1911), un aristócrata autodidacta más conocido por su ideas 
eugenésicas y, como muchos naturalistas de su época, un destacado biometrista 
(ya volveremos sobre la biometría más adelante).Sus excelentes condiciones para 
las matemáticas le permitieron demostrar fácilmente que, por más variación que se 
diera en el seno de una especie, los individuos al aparearse y tener descendencia 
observarían una “regresión a la media” de las características más extremas o más 
diferenciadas del promedio, con lo cual las novedades se perderían incesantemente. 
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
La variación continua no tendría fuerza sufi ciente para producir las modifi caciones 
necesarias que dieran origen a nuevas especies. Era necesaria una discontinuidad, 
una ruptura, la aparición de novedades que fueran radicales (linajes mutantes) y no 
conservaran la capacidad de mezclarse a posteriori con los individuos promedio. 
Para ilustrar sus ideas, introdujo la metáfora de una piedra con distintas fases, 
a modo de un poliedro, que estaría asentada en un determinado momento sobre 
una de sus caras, representando la estabilidad morfológica y funcional que logra una 
especie. Cuando los individuos -de una población- sufren variaciones menores, la re-
gresión de éstas por el apareamiento hace que la piedra no se mueva de su lugar, sim-
plemente no tienen entidad sufi ciente para cambiar de lugar la piedra. Pero cuando 
las mutaciones son de gran magnitud, la piedra puede experimentar un gran impulso 
que la desestabiliza y mueve hasta que cae sobre otra faceta, volviendo a un tiempo 
de estabilidad. Se ha formado una nueva especie, que ahora reposará un tiempo pro-
longado hasta que sobrevenga un nuevo momento de máxima tensión o esfuerzo.
Con esto deja claro que, para él, la posibilidad de que la acumulación de pequeñas 
variaciones adaptativas terminen produciendo nuevas especies es imposible y que 
solo variaciones o desviaciones muy bruscas y pronunciadas tienen esa capacidad 
generativa. La selección natural, sostenía Galton, no puede producir esos cambios.
El gran defensor del darwinismo Thomas Huxley compartía esta idea y repeti-
damente señaló a Darwin que era innecesario insistir en el gradualismo, porque era 
un punto que debilitaba su teoría.
Evolucionando: ¿hacia dónde? 
Una de las tantas interpretaciones anacrónicas que forjó la Síntesis Moderna fue 
juzgar a la ortogénesis (un mecanismo evolutivo alternativo a la selección natural) 
como una variante teísta de la evolución. Los que defendieron esta postura no eran 
justamente científi cos creyentes y fi nalistas, sino naturalistas de variada proceden-
cia, como Haacke (el que acuñó el término “ortogénesis”), Kellog, Eimer, Whitman. 
La ortogénesis postula que el mundo viviente evoluciona siguiendo un impulso 
interno, de manera lineal, y esa misteriosa fuerza intrínseca es el único motor del 
cambio (no la selección natural). Las transformaciones que sufre una especie en 
su tránsito a otra no dependen entonces de las presiones ambientales, sino de esas 
fuerzas impulsoras interiores. 
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EL CAMINO HACIA LA GRAN SÍNTESIS
En ellas algunos pretendieron señalar una dirección hacia una mayor complejidad 
o un sentido absoluto de la adaptación –produciendo las maravillosas formas que se 
veían en todas direcciones en la naturaleza-, mientras otros (como Eimer) descarta-
ban cualquier criterio de utilidad (existía una dirección, pero indeterminada). 
Si el impulso llevaba a la formación de estructuras inadaptativas, la inevitabilidad 
de este cambio podría conducir a la extinción del linaje. Así explicaban por ejemplo 
la desaparición del Alce Irlandés, tal vez el cérvido de cornamenta más gigantesca 
que haya existido. Este enorme desarrollo terminó jugándole una mala pasada a la 
especie porque no tenía ningún valor adaptativo, pero la deriva ortogenética le hizo 
crecer de un modo continuo e insostenible. 
Tal impulso interno, central para la ortogénesis, implicaba variaciones evolu-
tivas prefi jadas pero antojadizas, y parecen -desde una perspectiva sociológica- 
constituirse en una reacción académica a los ideales progresistas de la poderosa 
y dominante sociedad inglesa de principios del siglo XX. Representaba además un 
fi nalismo intolerante para los darwinistas, por lo que fue descartado en el camino a 
la Síntesis, que retoma los postulados de variación al azar de Darwin. Curiosamen-
te, tendrá un ligero aire de familia con las posturas restriccionistas que, a fi nes del 
mismo siglo, ponen límites al adaptacionismo extremo que aparea toda variación 
genética con una utilidad para el organismo. Pero la comparación termina allí.
El hiperseleccionismo de Weissman
El alemán August Weissman (1834-1914) fue otro de los naturalistas deci-
monónicos en buscar alguna teoría explicativa de la transmisión de la herencia. 
Su hipótesis central fue la del plasma germinal, sustancia que se forma durante 
la unión del esperma con el óvulo, y que es prácticamente inexpugnable ante las 
distintas infl uencias externas que puedan afectar al cuerpo. El germoplasma es lo 
único que los hijos pueden heredar de sus padres, y éste se repite a través de las 
generaciones, por lo que la teoría fue denominada “continuidad del plasma germi-
nal”. Se ve con claridad que es una teoría completamente opuesta a la pangénesis 
de Darwin, según la cual todas las células del cuerpo eran “permeables” a las in-
fl uencias del medio.
Es por esto que Weissman combatió duramente la postura de Lamarck sobre la 
herencia de los caracteres adquiridos, ya que los cambios que en vida el organismo 
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LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA, ACTUALIDAD Y DEBATES
pudiera sufrir no afectarían al plasma germinal que poseía, el cual sería el único pa-
trón responsable de las características de su descendencia.
Es sustancial la intervención de este científi co alemán en la aceptación del im-
portante papel que juegan las células sexuales en la transmisión de la herencia por 
parte de la comunidad científi ca. Eran tiempos en los que se discutía muy fuerte-
mente de qué maneras pasaban las características a la siguiente generación, aún no 
se conocía la noción de genes ni se identifi caban los cromosomas y el ADN como 
portadores de la información hereditaria. En este sentido, es muy famosa su expe-
riencia de cortarle la cola sistemáticamente a varias generaciones de ratones, a los 
que una y otra vez les permitía aparearse, con lo que logró demostrar que tal carac-
terística adquirida (la amputación del rabo) no pasaba a la siguiente generación. 
Esto lo llevó a defender radicalmente a la selección natural darwiniana, como única 
explicación posible de la evolución. Junto a Wallace, eran “seleccionistas” más radi-
calizados que el mismísimo Darwin.
El neolamarckismo no desapareció a pesar de los experimentos de Weissman; 
por el contrario, siguió regularmente resucitando en formas diversas y sutiles. Tal 
vez porque la idea de que los organismos “pueden adaptarse” para vencer las prue-
bas del ambiente expresaba los valores humanos más ancestrales de superación 
y de conquista del mundo natural (y que el imperio inglés, en la época victoriana, 
encarnaba perfectamente con su política imperial y su fe en el progreso).
Los biómetras
Los signifi cados de los términos suelen ir cambiando con el tiempo. Tal es el caso 
de “Biometría”, que se refi ere a los métodos estadísticos aplicados a investigaciones 
biológicas, pero también hoy se emplea para defi nir métodos de identifi cación de 
seres humanos (por ejemplo, a través de las variaciones individuales en las huellas 
digitales, o en el iris del ojo, o en las líneas de la palma de la mano). A principios 
del siglo XX, el concepto representaba algo bien distinto: se trataba de un conjunto 
de variables orgánicas o morfológicas del ser humano, también medibles, pero que 
pretendían ser la justifi cación de una diferenciación racial. Ni más ni menos que el 
fundamento de la eugenesia, entendida como las diferentes formas de intervención 
que las

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