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EMBRIOLOGÍA Y ANATOMÍA Embriología El desarrollo del tubo digestivo embrionario inicia durante la cuarta semana del embarazo. El intestino primitivo deriva del endodermo y se divide en tres segmentos: intestino anterior, intestino medio e intestino caudal. Los intestinos medio y caudal contribuyen a formar el colon, recto y ano. Embriología y anatomía 1175 Embriología / 1175 Anatomía / 1176 Anomalías congénitas / 1179 Fisiología normal 1179 Intercambio de líquidos y electrólitos / 1179 Ácidos grasos de cadena corta / 1179 Microflora colónica y gas intestinal / 1179 Motilidad, defecación y continencia / 1180 Evaluación clínica 1180 Valoración clínica / 1180 Endoscopia / 1180 Imágenes / 1181 Pruebas fisiológicas y del piso pélvico / 1181 Estudios de laboratorio / 1182 Valoración de síntomas comunes / 1183 Consideraciones quirúrgicas generales 1185 Resecciones / 1185 Anastomosis / 1189 Estomas y su preparación preoperatoria / 1191 Resultados funcionales / 1193 Consideraciones anestésicas / 1194 Preliminares quirúrgicos / 1194 Enfermedades intestinales inflamatorias 1195 Generalidades / 1195 Colitis ulcerosa / 1197 Enfermedad de Crohn / 1198 Colitis indeterminada / 1201 Enfermedad diverticular 1201 Complicaciones inflamatorias (diverticulitis) / 1201 Hemorragia / 1203 Divertículo gigante del colon / 1203 Divertículos del lado derecho / 1203 Adenocarcinoma y pólipos 1203 Incidencia / 1203 Epidemiología (factores de riesgo) / 1203 Patogenia del cáncer colorrectal / 1204 Pólipos / 1205 Carcinoma colorrectal hereditario / 1206 Prevención: detección y vigilancia / 1208 Vías de diseminación y evolución / 1209 Estadificación y valoración preoperatoria / 1209 Tratamiento del carcinoma de colon / 1212 Tratamiento del carcinoma rectal / 1213 Seguimiento y vigilancia / 1215 Tratamiento del carcinoma colorrectal recurrente / 1215 Técnicas de mínima invasión para resección / 1216 Otras neoplasias 1216 Tumores colorrectales poco comunes / 1216 Tumores retrorrectales/presacros / 1217 Tumores en el conducto anal y perianales / 1217 Otros padecimientos colorrectales benignos 1218 Prolapso rectal y síndrome de úlcera rectal solitaria / 1218 Vólvulo / 1219 Megacolon / 1220 Seudoobstrucción del colon (síndrome de Ogilvie) / 1221 Colitis isquémica / 1221 Colitis infecciosa / 1222 Enfermedades anorrectales 1222 Hemorroides / 1222 Fisura anal / 1225 Infección anorrectal y absceso criptoglandular / 1227 Absceso perianal / 1228 Absceso isquiorrectal / 1228 Absceso interesfinteriano / 1228 Absceso supraelevador / 1229 Infección perianal en el paciente inmunodeprimido / 1229 Infección necrosante del tejido blando del perineo / 1229 Fístula anal / 1229 Fístula rectovaginal / 1231 Dermatitis perianal / 1231 Enfermedades de transmisión sexual / 1232 Enfermedad pilonidal / 1233 Hidradenitis supurativa / 1233 Traumatismos 1233 Lesiones colorrectales penetrantes / 1233 Lesión colorrectal contusa / 1234 Lesiones yatrógenas / 1234 Lesión del esfínter anal e incontinencia / 1235 Cuerpo extraño / 1235 El paciente inmunodeprimido 1235 Virus de la inmunodeficiencia humana / 1235 Inmunodepresión por trasplante 1236 El paciente neutropénico 1236 El intestino medio forma el intestino delgado, el colon ascen- dente y el colon transverso proximal y lo irriga la arteria mesen- térica superior. Durante la sexta semana del embarazo el intestino medio se hernia y sale de la cavidad abdominal para luego girar 270° en sentido contrario a las manecillas del reloj alrededor de la arteria mesentérica superior y regresar a su posición final en el interior de la cavidad abdominal durante la décima semana de ges- tación. El intestino caudal forma el colon transverso distal, colon Colon, recto y ano Kelli M. Bullard Dunn y David A. Rothenberger29capítulo http://booksmedicos.org descendente, recto y ano proximal, todos los cuales reciben su irri- gación de la arteria mesentérica inferior. Durante la sexta semana de gestación, el extremo más distal del intestino caudal, la cloaca, es dividido por el tabique urorrectal en seno urogenital y recto. El conducto anal distal se deriva del ectodermo y es irrigado por la arteria pudenda interna. La línea dentada divide el intestino caudal endodérmico del conducto anal distal ectodérmico. Anatomía El colon se extiende desde la válvula ileocecal hasta el ano. En términos anatómicos y funcionales se divide en colon, recto y con- ducto anal. La pared del colon y el recto está constituida por cinco capas distintas: mucosa, submucosa, muscular circular interna, muscular longitudinal externa y serosa. En el colon, el músculo longitudinal externo se encuentra separado en tres tenias del colon, que convergen en sentido proximal en el apéndice y distal en el recto; en este último la capa muscular longitudinal externa es cir- cunferencial. En el recto distal coalesce la capa de músculo liso interna para formar el esfínter anal interno. El colon intraperitoneal y el tercio proximal del recto están recubiertos por serosa; el recto medio e inferior carecen de esta capa. Referencias anatómicas del colon. El colon se inicia en la unión del íleon terminal y el ciego y se extiende 90 a 150 cm hacia el recto. La unión rectosigmoidea se encuentra cerca del nivel del promontorio sacro y se describe de manera arbitraria como el punto en que coalescen las tres tenias del colon para formar la capa longitudinal externa de músculo liso del recto. El ciego es la porción de mayor diámetro del colon (en condiciones normales, 7.5 a 8.5 cm) y tiene la pared muscular más delgada; como resul- tado, es muy vulnerable a perforaciones y menos a obstrucciones. El colon ascendente suele estar fijo al retroperitoneo. La flexura hepática marca la transición al colon transverso. El colon trans- verso intraperitoneal es relativamente movible, pero se encuentra fijo por el ligamento gastrocólico y el mesenterio del colon. El epiplón mayor se inserta en el borde anterior y superior del colon transverso. Estas uniones explican el aspecto triangular caracterís- tico del colon transverso que se observa durante la colonoscopia. La flexura esplénica marca la transición del colon transverso al descendente. Las uniones entre la flexura esplénica y el bazo (el ligamento lienocólico) pueden ser cortas y densas, lo que dificulta el desplazamiento de esta flexura durante una colectomía. En tér- minos generales, el colon descendente se encuentra relativamente fijo al retroperitoneo. El colon sigmoide es la parte más estrecha del colon y es muy movible; aunque se localiza casi siempre en el cuadrante inferior izquierdo, su redundancia y movilidad pueden determinar que una de sus porciones resida en el cuadrante inferior derecho. Esta movilidad explica por qué es más común el vólvulo en el colon sigmoide y por qué las enfermedades que afectan a este último, como la diverticulitis, se manifiesten en ocasiones con dolor en el abdomen del lado derecho. El estrecho calibre del colon sigmoide hace que esta sección del intestino grueso sea la más susceptible a obstrucciones. Irrigación del colon. La perfusión del colon es muy variable (fig. 29-1). En general, la arteria mesentérica superior se rami- fica en la arteria ileocólica (que no existe hasta en 20% de las personas), que suministra el riego sanguíneo al íleon terminal y al colon ascendente proximal, la arteria cólica derecha, que irriga el colon ascendente, y la arteria cólica media, que riega el colon transverso. La arteria mesentérica inferior se ramifica en la arte- ria cólica izquierda, que irriga al colon descendente, varias ramas sigmoideas, que irrigan el colon sigmoide, y la arteria hemorroi- dal superior, que nutre el recto proximal. Las ramas terminales de cada arteria se anastomosan con las ramas terminales de la arteria adyacente y se comunican por medio de la arteria marginal de Puntos clave 1 Principios para la resección: la técnica de limpiezamesentérica dicta la extensión de la resección y depende de la naturaleza de la alteración primaria, la intención de la resección, la localiza- ción de la lesión y las condiciones del mesenterio. 2 Funcionamiento después de la resección: la función intestinal a menudo se altera después de la resección colorrectal, sobre todo luego de la resección anterior inferior. Por esta razón, es impor- tante conocer los antecedentes de traumatismo anorrectal previo o incontinencia antes de considerar una anastomosis baja. 3 Ostomías: la marca preoperatoria para un estoma planeado es crucial para la calidad de vida del paciente. Lo ideal es colocar el estoma dentro del músculo recto, en un sitio en que el paciente pueda verlo con facilidad y manipular el dispositivo, y lejos de cicatrices previas, prominencias óseas o pliegues abdo- minales. 4 Enfermedad intestinal inflamatoria: tanto la enfermedad de Crohn como la colitis ulcerosa se acompañan de un mayor riesgo de carcinoma colorrectal. El riesgo depende de la canti- dad de colon afectado y la duración de la enfermedad. 5 Patogenia del cáncer colorrectal: se han identificado varias mutaciones en el cáncer colorrectal. Las mutaciones pueden inducir activación de oncogenes (K-ras) o desactivación de genes supresores tumorales [poliposis adenomatosa del colon (APC) < DCC (eliminado en carcinoma colorrec- tal), p53]. 6 Resección de mínima invasión: se demostró que la laparos- copia, laparoscopia con asistencia manual, o ambas, son seguras y eficaces para la resección colorrectal. 7 Carcinoma epidermoide anal: a diferencia del adenocarci- noma rectal, el carcinoma epidermoide anal se trata sobre todo con quimiorradiación. La cirugía se reserva para pacientes con enfermedad persistente o recurrente. 8 Prolapso rectal: el prolapso rectal ocurre más a menudo en mujeres ancianas. La reparación transabdominal (rectopexia con o sin resección) ofrece más durabilidad que la proctosig- moidectomía perineal, pero conlleva un mayor riesgo qui- rúrgico. 9 Hemorroides: las hemorroides son dilataciones varicosas de los cojinetes de tejido submucoso que contienen vénu- las, arteriolas y fibra de músculo liso. Se cree que parti- cipan en el mantenimiento de la continencia. La resección sólo está indicada para los síntomas resistentes al trata- miento. 10 Fístula anal: el tratamiento de la fístula anal depende de la localización de la misma, la cantidad del esfínter anal afec- tado por la fístula y el proceso patológico subyacente. 1176 http://booksmedicos.org 1177 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 A. cólica media A. cólica derecha A. cólica izquierda A. ileocólica A. mesentérica superior A. hemorroidal superior A. sigmoidea A. mesentérica inferior Figura 29-1. Irrigación del colon. A, arteria. V. mesentérica inferior V. cólica media V. cólica derecha V. mesentérica superior V. porta V. cólica izquierda V. sigmoidea V. hemorroidal superior V. ileocólica Figura 29-2. Drenaje venoso del colon. (Reproducida con autori- zación de Bell RH, Rikkers LF, Mulholland M [eds]: Digestive tract surgery: A Text and Atlas. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins, 1996, p. 1459.) V, vena. Drummond. Esta arcada está completa sólo en 15 a 20% de las personas. Con excepción de la vena mesentérica inferior, las venas del colon son paralelas a sus arterias correspondientes y poseen la misma terminología (fig. 29-2). La vena mesentérica inferior asciende en el plano retroperitoneal sobre el músculo psoas y con- tinúa por atrás del páncreas para unirse a la vena esplénica. Durante una colectomía se desplaza esta vena de manera independiente y se liga en el borde inferior del páncreas. Drenaje linfático del colon. El drenaje linfático del colon se origina en una red de linfáticos en la mucosa muscular. Los vasos y los ganglios linfáticos siguen el trayecto de las arterias regio- nales; se encuentran en la pared intestinal (epicólicos), a lo largo del margen interno del intestino adyacente a las arcadas arteria- les (paracólicos), alrededor de los llamados vasos mesentéricos (intermedios) y en el origen de las arterias mesentéricas superior e inferior (principales). Los ganglios linfáticos centinela son uno a cuatro ganglios linfáticos que drenan un segmento específico del colon y se piensa que son el primer sitio de metástasis en el cáncer de colon. Aún hay controversia sobre la utilidad de la disección y análisis del ganglio linfático centinela en el cáncer de colon. Inervación del colon. El colon se encuentra inervado por nervios simpáticos (inhibidores) y parasimpáticos (estimuladores), que tie- nen un trayecto paralelo al de las arterias. Los nervios simpáticos provienen de T6 a T12 y L1 a L3. La inervación parasimpática del colon derecho y el transverso procede del nervio vago; los nervios parasimpáticos del colon izquierdo surgen de los nervios sacros S2 a S4 para formar los nervios erectores. Referencias anatómicas anorrectales. El recto mide alrededor de 12 a 15 cm de largo. Hacia su luz se extienden tres pliegues sub- mucosos diferentes, las válvulas de Houston. En la parte posterior, la fascia presacra separa el recto del plexo venoso presacro y los nervios pélvicos. En S4 se extiende hacia adelante y abajo la fascia rectosacra (fascia de Waldeyer) y se inserta en la fascia propia en la unión anorrectal. En la parte anterior, la fascia de Denonvilliers separa el recto de la próstata y las vesículas seminales en varones y de la vagina en mujeres. Los ligamentos laterales apoyan el recto inferior. El conducto anal anatómico va desde la línea pectínea o dentada hasta el borde anal. La línea pectínea o dentada marca el sitio de transición entre la mucosa rectal cilíndrica y el anodermo epidermoide. La zona de transición anal incluye la mucosa proxi- mal a la línea dentada que comparte características histológicas del epitelio cilíndrico, cuboideo y epidermoide. Si bien durante mucho tiempo se pensó que la zona de transición anal sólo se extiende 1 o 2 cm proximal a la línea pectínea, se sabe que la extensión proximal de esta zona es muy variable y puede abarcar hasta 15 cm proximales http://booksmedicos.org 1178 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii a la línea pectínea. Esta línea está rodeada por pliegues mucosos longitudinales conocidos como columnas de Morgagni, en las cua- les se vacían las criptas anales. Estas criptas son el origen de los abscesos criptoglandulares (fig. 29-3). A diferencia del conducto anal anatómico, el conducto anal quirúrgico comienza en la unión anorrectal y termina en el borde anal. El conducto anal quirúrgico mide 2 a 4 cm de largo y casi siempre es más largo en varones que en mujeres. En el recto distal, el músculo liso interno está engrosado y comprende el esfínter anal interno que está rodeado por el esfínter externo subcutáneo, superficial y profundo. El esfínter anal externo profundo es una extensión del músculo puborrectal. Los músculos puborrectal, iliococcígeo y pubococcígeo forman el músculo ele- vador del ano del piso pélvico (fig. 29-4). Irrigación anorrectal. La arteria hemorroidal superior proviene de la rama terminal de la arteria mesentérica inferior e irriga el recto superior. La arteria hemorroidal media proviene de la iliaca Conducto anal Columna de Morgagni Línea dentada Cripta anal Glándula anal Anodermo Zona transicional Figura 29-3. Recubrimiento del conducto anal. (Tomada de Goldberg SM, Gordon PH, Nivatvongs S [eds]: Essentials of Anorectal Surgery, Philadelphia: J.B. Lippincott Company, 1980, p 4. Reproducida con autorización de Stanley M. Goldberg, MD.) interna; la presencia y tamaño de estas arterias son variables. La arteria hemorroidal inferior se origina de la arteria pudenda interna, que es una rama de la arteria iliaca interna. Una red abun- dante de colaterales une las arteriolas terminales a cada una de estas arterias, por lo que el recto es relativamente resistente a la isquemia(fig. 29-5). El drenaje venoso del recto es paralelo al arterial. La vena hemorroidal superior drena en el sistema portal a través de la vena mesentérica inferior. La vena hemorroidal media desemboca en la vena iliaca interna. En tanto que la hemorroidal inferior drena en la vena pudenda interna y más adelante en la vena iliaca interna. Un plexo submucoso profundo respecto de las columnas de Morgagni forma el plexo hemorroidal y desemboca en las tres venas. Drenaje linfático anorrectal. El drenaje linfático del recto es paralelo a la irrigación sanguínea. Los conductos linfáticos del recto superior y del recto medio drenan hacia arriba en los ganglios linfáticos mesentéricos inferiores. Los conductos linfáticos del M. esfínter externo profundo y m. puborrectal M. longitudinal conjunto M. esfínter externo superficial M. esfínter externo subcutáneo Válvula de Houston Plexo hemorroidal interno M. de la muscular submucosa del ano Tabique transverso de la fosa isquiorrectal Plexo hemorroidal externo M. esfínter interno Figura 29-4. Recto distal y conducto anal. M, músculo. http://booksmedicos.org 1179 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 recto inferior drenan en la parte superior en los ganglios linfá- ticos mesentéricos inferiores y de forma lateral en los ganglios lin- fáticos iliacos internos. El conducto anal tiene un patrón de drenaje linfático todavía más complejo. En un plano proximal a la línea dentada, la linfa drena en los ganglios linfáticos mesentéricos infe- riores y en los ganglios linfáticos iliacos internos. En una relación distal a la línea dentada, la linfa drena sobre todo en los ganglios linfáticos inguinales, pero también puede hacerlo en los ganglios lin - fáticos mesentéricos inferiores y en los ganglios linfáticos iliacos internos. Inervación anorrectal. La región anorrectal recibe inervación tanto simpática como parasimpática. Las fibras nerviosas simpáti- cas derivan de L1 a L3 y se unen en el plexo preaórtico. Las fibras nerviosas preaórticas se extienden a continuación debajo de la aorta para formar el plexo hipogástrico, que de modo subsecuente une las fibras parasimpáticas para formar el plexo pélvico. Las fibras nerviosas parasimpáticas se conocen como nervios erectores y se originan en S2 a S4. Estas fibras se unen a las fibras simpáticas para formar el plexo pélvico. Las fibras simpáticas y parasimpáti- cas inervan a continuación la región anorrectal y los órganos uro- genitales adyacentes. Ambas fibras inervan el esfínter anal interno; también inhiben la contracción del esfínter. Los músculos esfínter anal externo y puborrectal reciben su inervación de la rama hemorroidal inferior del nervio pudendo interno. El elevador del ano es inervado por el nervio pudendo interno y ramas directas de S3 a S5. La inervación sensorial del conducto anal procede de la rama hemorroidal inferior del nervio pudendo. Si bien el recto es relativamente insensible, el conducto anal distal a la línea dentada es sensible. Anomalías congénitas La alteración del desarrollo embriológico de los intestinos medio y caudal puede ocasionar anomalías anatómicas de colon, recto y ano. La falta de rotación y regreso a la cavidad abdominal del intestino caudal durante la décima semana de gestación da lugar a grados variables de rotación intestinal anómala y falta de fijación del colon. La falta de canalización del intestino primitivo a menudo produce duplicación del colon. El descenso incompleto del tabi- que urogenital causa ano imperforado y fístulas vinculadas con las vías genitourinarias. Muchos lactantes con anomalías congénitas del intestino caudal tienen defectos asociados del aparato genito- urinario. Arteria iliaca interna Arteria hemorroidal superior Arteria hemorroidal media Arteria hemorroidal inferior Arteria mesentérica inferior Arteria sacra media Músculo elevador del ano Figura 29-5. Riego del recto y el conducto anal. FISIOLOGÍA NORMAL Intercambio de líquidos y electrólitos Agua, sodio, potasio, cloro, bicarbonato y amoniaco. El colon es un sitio central para la absorción de agua e intercambio de electrólitos. En circunstancias normales, cerca del 90% del agua contenida en el líquido ileal se absorbe en el colon (1 000 a 2 000 ml/día), pero puede absorber hasta 5 000 ml de líquido al día. El sodio se absorbe por mecanismos activos mediante la (Na+/K+) ATP-asa. El colon puede absorber hasta 400 meq de sodio al día. El agua acompaña al sodio transportado y se absorbe de manera pasiva en favor del gradiente osmótico. El potasio se secreta de manera activa a la luz del colon y se absorbe por difusión pasiva. El cloro se absorbe por mecanismo activo mediante el intercambio cloro-bicarbonato. La degradación bacteriana de proteína y urea produce amoniaco, que luego se absorbe y transporta al hígado. La absorción de amoniaco depende en parte del pH luminal. La re - ducción de las bacterias colónicas (p. ej., por el uso de anti- bióticos de amplio espectro) y el descenso del pH intraluminal (p. ej., por administración de lactulosa) reduce la absorción de amoniaco. Ácidos grasos de cadena corta Los ácidos grasos de cadena corta (acetato, butirato y propionato) se producen por la fermentación bacteriana de los carbohidratos alimentarios. Estos ácidos grasos son una fuente importante de energía para la mucosa colónica, y el metabolismo de los colono- citos proporciona energía para procesos como el transporte activo del sodio. La falta de una fuente alimentaria para la síntesis de ácidos grasos de cadena corta o la derivación del flujo fecal por una ileostomía o colostomía puede ocasionar atrofia o inflama- ción de la mucosa; esta última se conoce como “colitis por deri- vación”. Microflora colónica y gas intestinal Cerca del 30% del peso fecal seco corresponde a bacterias (1011- 1012 bacterias/g de heces). Los anaerobios son la principal clase de microorganismos y las especies Bacteroides son las más abundan- tes (1011-1012 organismos/ml). Escherichia coli es la más abundante de los microorganismos aerobios (108-1010 bacterias/ml). La micro- flora endógena es crucial para la degradación de carbohidratos y proteínas en el colon; participa en el metabolismo de la bilirru- bina, ácidos biliares, estrógeno y colesterol. Las bacterias colóni- cas también son necesarias para sintetizar vitamina K. Además se cree que suprimen el surgimiento de microorganismos patógenos, como Clostridium difficile, un fenómeno llamado “resistencia a la colonización”. Sin embargo, es posible que la carga bacteriana alta del colon contribuya a la septicemia en personas muy graves y sep- ticemia intraabdominal, abscesos e infecciones de la herida después de una colectomía. El gas intestinal proviene del aire deglutido, difusión de la sangre y producción intraluminal. Los principales componentes del gas intestinal son nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono, hidró- geno y metano. El nitrógeno y el oxígeno provienen en gran parte del aire deglutido. El dióxido de carbono se produce por la reacción de iones bicarbonato e hidrógeno y la digestión de triglicéridos en ácidos grasos. Las bacterias del colon forman el hidrógeno y el metano. La producción de metano es muy variable. El tubo diges- tivo suele contener entre 100 y 200 ml de gas y todos los días se liberan como flatos 400 a 1 200 ml, según sea el tipo de alimento consumido. http://booksmedicos.org 1180 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii Motilidad, defecación y continencia Motilidad. A diferencia del intestino delgado, el colon no posee la actividad motora cíclica característica del complejo motor migrato- rio. Por el contrario, el colon tiene contracciones intermitentes de amplitud alta o baja. Las contracciones de amplitud baja, de corta duración, ocurren en brotes y al parecer desplazan el contenido del colon en sentidos anterógrado y retrógrado. Se piensa que estos brotes de actividad motora retrasan el tránsito en el colon y, por consiguiente, aumentanel tiempo disponible para la absorción de agua e intercambio de electrólitos. Las contracciones de amplitud alta ocurren en una forma más coordinada y suscitan “movimien- tos en masa”. Con frecuencia tienen lugar, asimismo, brotes de “complejos motores rectales”. En general, la activación colinérgica incrementa la motilidad del colon. Defecación. La defecación es un mecanismo coordinado com- plejo que comprende el movimiento en masa del colon, el aumento de las presiones intraabdominal y rectal y la relajación del piso pélvico. La distensión del recto causa una relajación refleja del esfínter anal interno (el reflejo inhibidor rectoanal) que permite que el contenido entre en contacto con el conducto anal. Este “reflejo de muestreo” deja que el epitelio sensorial diferencie las heces sólidas de las líquidas y el gas. Si no ocurre la defecación, el recto se relaja y desaparece el apremio de defecar (la respuesta de acomodación). La defecación prosigue con la coordinación de la presión intraab- dominal creciente mediante la maniobra de Valsalva, el incremento de la contracción del recto, la relajación del músculo puborrectal y la abertura del conducto anal. Continencia. La conservación de la continencia fecal es cuando menos tan compleja como el mecanismo de defecación. La conti- nencia exige una adaptabilidad adecuada de la pared del recto para acomodar el bolo fecal, el control neurógeno apropiado del piso pélvico y el mecanismo del esfínter, así como músculos esfínteres interno y externo funcionales. En reposo, el músculo puborrectal crea un “cabestrillo” alrededor del recto distal y forma un ángulo relativamente agudo que distribuye las fuerzas intraabdominales hacia el piso pélvico. En la defecación se endereza este ángulo y permite aplicar la fuerza descendente a lo largo del eje del recto y el conducto anal. Desde el punto de vista tónico, los esfínteres interno y externo son activos en reposo. El esfínter interno tiene a su cargo la mayor parte del tono involuntario del esfínter en reposo (presión de reposo). El esfínter externo se encarga de la mayor parte del tono voluntario del esfínter (presión de expresión). Los esfínteres interno y externo están inervados por ramas del nervio pudendo. Por último, los cojinetes hemorroidales suelen contribuir a la continencia al bloquear de manera mecánica el conducto anal. Por consiguiente, el deterioro de la continencia puede ser efecto de una mala adaptabilidad rectal, lesión de los esfínteres interno o externo, o ambos, o del puborrectal, o daño neural o neuropatía. EVALUACIÓN CLÍNICA Valoración clínica La realización de una anamnesis completa y una exploración física son el principio de la valoración de cualquier paciente con sospecha de alguna enfermedad del colon, recto o ano. Debe ponerse atención particular en los antecedentes médicos y quirúrgicos para detectar trastornos subyacentes que pudieran contribuir al problema gas- trointestinal. Si el paciente se sometió a cirugía intestinal previa, es indispensable comprender la anatomía gastrointestinal resul- tante. Un antecedente de cirugía anorrectal puede ser crucial para individuos con molestias abdominales o anorrectales. En las mujeres, los antecedentes obstétricos son esenciales para detectar daño oculto en el piso pélvico o el esfínter anal. Es crucial identi- ficar algún antecedente familiar de enfermedad colorrectal, sobre todo enfermedad intestinal inflamatoria, pólipos y cáncer colorrec- tal. Además de los antecedentes heredofamiliares de enfermedad colorrectal, los antecedentes de otras neoplasias pueden sugerir la presencia de síndromes genéticos. Es preciso conocer con deta- lle el uso de fármacos, ya que muchos de ellos causan síntomas digestivos. Antes de recomendar una intervención quirúrgica debe determinarse la conveniencia del tratamiento médico. Además del examen del abdomen, son esenciales la inspección del ano y el perineo y un tacto rectal cuidadoso. Endoscopia Anoscopia. El anoscopio es un instrumento que sirve para exami- nar el conducto anal. Los anoscopios vienen en diversos tamaños y miden alrededor de 8 cm de largo. Un anoscopio más grande pro- porciona una exposición más adecuada para procedimientos anales, como ligadura con bandas de caucho o escleroterapia de hemorroi- des. Con el obturador colocado se lubrica de modo adecuado el anoscopio y se inserta con suavidad en el conducto anal. Se retira el obturador, se inspecciona el conducto anal que se encuentra a la vista y a continuación se extrae el anoscopio. Se gira 90° y se inserta otra vez para observar los cuatro cuadrantes del conducto. Si el paciente se queja de dolor perianal intenso y no tolera un examen rectal digital, no debe intentarse la anoscopia sin anestesia. Proctoscopia. El proctoscopio rígido es útil para examinar el recto y el colon sigmoide distal y en ocasiones se utiliza con fines terapéuticos. El proctoscopio estándar tiene 25 cm de largo y se encuentra en varios diámetros. Con mucha frecuencia, se emplea un proctoscopio de 15 o 19 mm de diámetro para exploraciones diagnósticas. El proctoscopio grande (25 mm de diámetro) se usa para procedimientos como polipectomía, electrocoagulación o reducción de un vólvulo sigmoide. Los pacientes con estrechez anal toleran mejor un proctoscopio “pediátrico” más pequeño (11 mm de diámetro). Para una exploración proctoscópica adecuada es necesario realizar aspiración. Sigmoidoscopia y colonoscopia flexibles. El sigmoidoscopio y colonoscopio flexibles con cámara o fibrópticos proporcionan una imagen excelente del colon y el recto. Los sigmoidoscopios miden 60 cm de largo. La inserción en toda la profundidad permite observar un punto tan alto como la flexura esplénica, aunque la movilidad y redundancia del colon sigmoide limitan con frecuencia la extensión de la exploración. Para la sigmoidoscopia es adecuada una preparación parcial con enemas y casi todos los pacientes toleran este procedimiento sin sedación. Los colonoscopios miden 100 a 160 cm de longitud y permiten examinar la totalidad del colon y el íleon terminal. Para la colonoscopia se necesita una preparación intestinal oral completa y, por la duración y molestia del procedimiento, casi siempre se necesita sedación consciente. El sigmoidoscopio y el colonoscopio pueden utilizarse con fines diagnósticos y terapéuticos. No debe usarse un electrocauterio cuando no se realiza una preparación intestinal completa, por el riesgo de explosión de los gases metano e hidrógeno intestinales. Los colonoscopios diagnósticos poseen un conducto único por el cual pueden pasarse instrumentos como lazos, pinzas para biopsia o electrocauterio; este conducto también permite aspirar e irrigar. Los colonoscopios terapéuticos tienen dos conductos para aspirar e irrigar de forma simultánea y emplear lazos, pinzas para biopsia o electrocauterio. Cápsula endoscópica. La cápsula endoscópica es una tecnolo- gía nueva que emplea una pequeña cámara ingerible. Después de deglutir la cámara, se capturan imágenes de la mucosa gastrointes- tinal que se transmiten por señales de radiofrecuencia a un receptor sujeto al cinturón y luego se descargan a una computadora para su observación y análisis. La endoscopia por cápsula se ha utilizado sobre todo para detectar lesiones en el intestino delgado, pero se ha http://booksmedicos.org 1181 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 sugerido que esta técnica también podría servir para diagnosticar enfermedad colorrectal, aunque todavía no se demuestra su utilidad en la valoración de la enfermedad colorrectal.1-5 Por último, los adelantos recientes en el desarrollo de cápsulas maniobrables puede mejorar la sensibilidad de este procedimiento.5 Imágenes Radiografías simples y estudios con contraste. A pesar de las avanzadas técnicas radiográficas, las radiografías simples y las imágenes con contraste todavía tienen una función importante en la valoración de pacientes con sospecha de enfermedadescolónicas y rectales. Las radiografías simples del abdomen (vistas supina, vertical y diafragmática) ayudan a detectar la presencia de aire intraabdominal libre, patrones de gas intestinal indicativos de obs- trucción del intestino delgado o grueso y vólvulo. Las imágenes con contraste permiten valorar síntomas obstructivos, delinear tra- yectos fistulosos y diagnosticar pequeñas perforaciones o fugas de las anastomosis. Aunque el amidotrizoato sódico no proporciona los detalles de la mucosa que se observan con el bario, este medio de contraste hidrosoluble se recomienda cuando se sospecha perfo- ración o fuga. La enema de doble contraste con bario (uso de bario seguido de insuflación colónica con aire) tiene una sensibilidad publicada de 70 a 90% para la detección de tumoraciones mayores de 1 cm de diámetro.6 Por lo regular es en extremo difícil descubrir anomalías pequeñas, en especial en un paciente con diverticulosis extensa. Por esa razón es preferible la colonoscopia para valorar masas del colon que no obstruyen. Cuando la colonoscopia no es completa, se utiliza una enema de bario de doble contraste como examen de respaldo. Tomografía computarizada. La tomografía computarizada (CT, computed tomography) está indicada en la valoración de indivi- duos con molestias abdominales. Se utiliza sobre todo para detectar enfermedades extraluminales, como abscesos intraabdominales e inflamación pericólica y para estadificar la etapa del carcinoma colorrectal, por su sensibilidad para identificar metástasis hepá- ticas.7 La extravasación del contraste oral o rectal también confirma el diagnóstico de perforación o fístula anastomótica. Hallazgos inespecíficos, como engrosamiento de la pared del intestino o retorcimiento mesentérico, indican enfermedad intestinal inflama- toria, enteritis/colitis o isquemia. Una CT estándar es relativamente insensible para detectar lesiones intraluminales, pero el mejora- miento tecnológico de la CT permite, cada vez más, valorar tumo- res rectales voluminosos y adenopatía perirrectal. Colonografía por tomografía computarizada. La colonografía por CT (colonoscopia virtual) es una técnica radiográfica creada para resolver algunas de las limitaciones de la CT regular. Esta tec- nología emplea CT helicoidal y reconstrucción tridimensional para detectar lesiones colónicas intraluminales. Se han usado la prepara- ción intestinal oral, el contraste oral y rectal, así como la insuflación colónica, para aumentar al máximo la sensibilidad. La experiencia con esta técnica muestra una sensibilidad y especificidad de 85 a 90% para detectar pólipos de 1 cm o más en la mayor parte de los estudios, lo que la hace semejante a la colonoscopia regular. La adición de sustancias para “marca fecal” que permite generar una diferencia notoria en el aspecto de las heces y la mucosa durante los estudios de imágenes ofrece la promesa de aumentar la exactitud y quizá disminuir la necesidad de la preparación intestinal mecánica.8 Imágenes por resonancia magnética. El principal uso de las imágenes por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) en trastornos colorrectales es la valoración de defectos pélvicos. La MRI es más sensible que la CT para detectar afecta- ción ósea o extensión de tumores rectales a las paredes laterales de la pelvis. La MRI establece con exactitud la diseminación del cáncer rectal al mesorrecto adyacente y permite predecir en forma confiable la dificultad para obtener la limpieza de los márgenes radiales de un cáncer rectal con la mera cirugía. Cuando está en riesgo el margen radial, casi siempre está indicada la quimiorra- diación neoadyuvante. La MRI también ayuda en la detección y delineación de fístulas anales complejas. El empleo de una espiral endorrectal incrementa la sensibilidad. Tomografía por emisión de positrones. La tomografía por emi- sión de positrones (PET, positron emission tomography) se utiliza para obtener imágenes de tejidos con valores altos de glucólisis anaerobia, por ejemplo tumores malignos.6 Se inyecta18 F-fluoro- desoxiglucosa como trazador; el metabolismo de esta molécula ocasiona, a continuación, la emisión de positrones. Este estudio se indica como coadyuvante de la CT en la estadificación de la etapa del cáncer colorrectal y puede ayudar a distinguir entre un cáncer recurrente y fibrosis. Al combinar la tecnología PET y CT (PET/ CT), es posible establecer una correlación anatómica entre las regiones con acumulación intensa de isótopo (“puntos calientes”) en la PET y las alteraciones en la CT. La PET/CT se usa cada vez más para diagnosticar cáncer colorrectal recurrente o metastásico. Sin embargo, aún no se demuestran la eficacia y utilidad de esta tecnología. Angiografía. En ocasiones se usa la angiografía para detectar he- morragia en colon o intestino delgado. Para visualizar una hemorra- gia en la angiografía, el sangrado debe ser relativamente enérgico (alrededor de 0.5 a 1 ml por minuto). Si se identifica extravasación de contraste, la infusión de vasopresina o la embolización angiográ- fica pueden ser terapéuticas. Si es necesaria la resección quirúrgica, el catéter angiográfico puede dejarse instalado para ayudar a iden- tificar el sitio hemorrágico durante la operación. La CT y la angiografía también ayudan a valorar la permeabi- lidad de los vasos viscerales. Esta técnica emplea la reconstrucción tridimensional para detectar lesiones vasculares. Si se encuentra una alteración, pueden usarse técnicas más convencionales (angio- grafía, cirugía) para definir mejor y corregir el problema. Ecografía endorrectal y endoanal. La ecografía endorrectal se utiliza sobre todo para valorar la profundidad de invasión de lesiones neoplásicas del recto. La pared rectal normal se presenta como una estructura en cinco capas (fig. 29-6). La ecografía per- mite diferenciar con seguridad casi todos los pólipos benignos de tumores invasivos con base en la integridad de la capa submucosa; también puede distinguir entre tumores superficiales T1 a T2 y los T3 a T4 más profundos. En conjunto, la exactitud de la ecografía para detectar la profundidad de la invasión mural varía de 81 a 94%.9 Esta modalidad también permite reconocer ganglios linfá- ticos perirrectales crecidos, que sugieren muchas veces metástasis ganglionares; la exactitud de la detección de ganglios linfáticos, positivos en términos anatomopatológicos, es de 58 a 83%. La ecografía ayuda a identificar en fase temprana una recu- rrencia local después de la resección. La ecografía endoanal sirve para valorar las capas del conducto anal. Es posible diferenciar los esfínteres anales interno y externo y el músculo puborrectal. Dicha técnica es en particular útil para reconocer defectos del esfínter y localizar fístulas anales complejas. Pruebas fisiológicas y del piso pélvico En las pruebas fisiológicas anorrectales se aplican diversas técnicas para investigar la función del piso pélvico. Estos estudios son úti- les en la valoración de pacientes con incontinencia, estreñimiento, prolapso rectal, obstrucción de la defecación y otros trastornos del piso pélvico. Manometría. La manometría anorrectal se realiza mediante la colocación de un catéter para medición de la presión en la porción distal del recto. A continuación se extrae por el conducto anal y http://booksmedicos.org 1182 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii se registran las presiones. También es útil un globo unido a la punta del catéter para valorar la sensación anorrectal. La presión de reposo en el conducto anal refleja la función del esfínter anal interno (normal, 40 a 80 mmHg), en tanto que la presión de cie- rre, que se define como la presión máxima de contracción volun- taria menos la presión en reposo, indica la función del esfínter anal externo (normal, 40 a 80 mmHg por encima de la presión de reposo). La zona de presión alta estima la longitud del conducto anal (normal, 2.0 a 4.0 cm). El reflejo inhibidor rectoanal puededetectarse cuando se infla el globo en el recto distal; la ausencia de este reflejo es característica de enfermedad de Hirschsprung. Neurofisiología. Los estudios neurofisiológicos valoran la fun ción de los nervios pudendos y la incorporación de las fibras del músculo puborrectal. La latencia motora terminal del nervio pudendo mide la velocidad de transmisión de un impulso nervioso por las fibras distales del nervio pudendo (normal, 1.8 a 2.2 ms); la latencia prolongada sugiere la presencia de neuropatía. La incorporación de electromiografía (EMG, electromyographic) permite valorar la contracción y relajación del músculo puborrectal durante el intento para defecar. En condiciones normales, aumenta la incorporación Superficie mucosa Mucosa/muscular de la mucosa Submucosa Muscular propia Serosa/grasa perirrectal A B Mucosa/muscular de la mucosa Submucosa Muscular propia Grasa perirrectal Figura 29-6. A. Esquema de las capas de la pared rectal observadas en la ecografía endorrectal. B. Ecografía endorrectal normal. (Autori- zación de Charles O. Finne, III, MD, Minneapolis, MN.) cuando se le pide al paciente que “apriete” y disminuye cuando se le indica que “empuje”. La incorporación inapropiada hace pensar en contracción paradójica (falta de relajación del puborrectal). Por lo regular se utiliza la EMG con aguja para mapear los nervios pudendos y la anatomía de los esfínteres interno y externo. Sin embargo, este examen es doloroso y no es bien tolerado por casi ninguno de los enfermos. La prueba de latencia motora del ner- vio pudendo para estimar la función de este último y la ecografía endoanal para mapear los esfínteres han sustituido en buena medida la EMG con aguja. Estudios de evacuación rectal. Los estudios de evacuación rectal incluyen la prueba de expulsión del globo y la videodefe- cografía. Con la expulsión del globo se valora la capacidad de un paciente para expulsar un globo intrarrectal. La videodefecografía proporciona una valoración más detallada de la defecación. En este estudio se coloca pasta de bario en el recto y a continuación se registra la defecación por medios fluoroscópicos. La defecografía se utiliza para diferenciar la falta de relajación del puborrectal, obs- trucción para evacuar, incremento del descenso perineal, prolapso e intususcepción rectales, rectocele y enterocele. En la definición de trastornos complejos del piso pélvico es útil añadir contraste vaginal e intraperitoneal. Estudios de laboratorio Prueba de sangre oculta en heces. La prueba de sangre oculta en heces (FOBT, fecal occult blood testing) se utiliza como un estudio de selección para neoplasias de colon en personas asinto- máticas, con riesgo promedio. La eficacia de este estudio se basa en pruebas seriadas ya que casi todas las afectaciones malignas colorrectales se acompañan de hemorragias intermitentes. La FOBT es una prueba inespecífica para la peroxidasa contenida en la hemoglobina; en consecuencia, una hemorragia oculta de cual- quier sitio gastrointestinal produce un resultado positivo. De igual forma, muchos alimentos (carne roja, algunas frutas y verduras y la vitamina C) arrojan un resultado falso-positivo. Ahora se obtiene mayor especificidad con la FOBT inmunoquímica. Estas pruebas se basan en anticuerpos monoclonales o policlonales que reaccio- nan con la porción intacta de la globina de la hemoglobina humana y son más específicas para identificar la hemorragia oculta del colon o recto. Cualquier resultado positivo de la FOBT obliga a un examen más detallado, casi siempre con colonoscopia. Exámenes fecales. Los análisis fecales a menudo ayudan a valorar la causa de la diarrea. El examen de montaje húmedo revela la pre- sencia de leucocitos fecales, que pueden sugerir inflamación del colon o presencia de un microorganismo invasor como E. coli o Shigella. Los coprocultivos identifican bacterias patógenas, huevecillos y pará- sitos. La colitis por C. difficile se diagnostica cuando se reconoce la toxina bacteriana en las heces.10 Es posible diagnosticar esteatorrea si se añade el colorante rojo de Sudán a una muestra de heces. Pruebas séricas. Las pruebas de laboratorio específicas que deben llevarse a cabo dependen del caso clínico. Los estudios preoperatorios incluyen biometría hemática y grupo de electróli- tos completo. La adición de estudios de coagulación, pruebas de función hepática y tipificación sanguínea/compatibilidad cruzada dependen del estado médico del paciente y el procedimiento qui- rúrgico propuesto. Marcadores tumorales. En 60 a 90% de los individuos con cán- cer colorrectal puede estar elevado el antígeno carcinoembrionario (CEA, carcinoembryonic antigen). A pesar de ello, este último no es un medio de selección eficaz para dicha neoplasia maligna. Muchos clínicos siguen las concentraciones seriadas de CEA des- pués de la operación con intento de curación para detectar una recu- rrencia temprana de cáncer colorrectal. Sin embargo, este marcador de tumor es inespecífico y aún no se demuestra algún beneficio en http://booksmedicos.org 1183 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 la supervivencia. También es importante señalar que el CEA puede estar un poco alto en pacientes que fuman. Se han propuesto otros marcadores bioquímicos (descarboxilasa de ornitina, urocinasa), pero todavía no se comprueba que alguno de ellos sea sensible o específico para detectar, estadificar o predecir el pronóstico del carcinoma colorrectal.11 Pruebas genéticas. Aunque los síndromes familiares de cáncer colorrectal como la poliposis adenomatosa familiar (FAP, familial adenomatous polyposis) y el cáncer de colon no polipósico here- ditario (HNPCC, hereditary nonpolyposis colon cancer) son muy poco frecuentes, la información sobre las anomalías genéticas espe- cíficas subyacentes a estos trastornos despertó un interés notable por la función de los estudios genéticos para el cáncer colorrectal.12 Se encuentran disponibles en el comercio pruebas para mutaciones del gen de la poliposis adenomatosa del colon (APC, adenomatous polyposis coli) que produce la FAP y para la repa- ración desigual de genes que causan HNPCC, y son en extremo exactas en familias con mutaciones conocidas. Sin embargo, en ausencia de una mutación identificada, un resultado negativo no es informativo. Para personas de familias con alto riesgo sin una mutación identificada, se recomienda vigilancia más intensa.13 Si bien muchas de estas mutaciones se encuentran, asimismo, en el cáncer colorrectal esporádico, la exactitud de los estudios genéticos en personas con riesgo promedio es considerablemente más baja y no se recomiendan estos estudios para detección. Debido a las posibles repercusiones psicosociales de los estudios genéticos, se recomienda con firmeza la participación de asesores profesionales en genética para la atención de cualquier paciente en el que se con- sideren estos estudios. Valoración de síntomas comunes Dolor Dolor abdominal. El dolor en el abdomen es un síntoma inespecí- fico de múltiples causas. El dolor abdominal relacionado con colon y recto puede deberse a obstrucción (inflamatoria o neoplásica), inflamación, perforación o isquemia. Las radiografías simples y el uso razonable de los estudios con medio de contraste o CT sue- len confirmar el diagnóstico. Los estudios con medios de contraste retrógrado suave (enema con diatrizoato de sodio) ayudan a deter- minar el grado de obstrucción colónica. En manos de un endosco- pista experimentado, la sigmoidoscopia y la colonoscopia ayudan a establecer diagnóstico de la colitis isquémica, colitis infecciosa y enfermedad intestinal inflamatoria. Sin embargo, si se sospecha perforación u obstrucción casi completa, casi siempre están contra- indicadas la colonoscopia y la sigmoidoscopia. La valoración y tra- tamiento del dolor abdominal de origen colorrectal deben seguir los principios quirúrgicos habituales de una anamnesis y exploración física meticulosas, pruebasdiagnósticas apropiadas, reanimación e intervención quirúrgica programada de manera correcta. Dolor pélvico. El dolor en la pelvis puede originarse en el colon distal y el recto o estructuras urogenitales adyacentes. El tenesmo es efecto de proctitis o una tumoración rectal o retrorrectal. El dolor cíclico relacionado con la menstruación, en especial cuando se acompaña de hemorragia rectal, sugiere el diagnóstico de endome- triosis. Las enfermedades inflamatorias pélvicas también pueden causar dolor de consideración en el abdomen y la pelvis. La exten- sión de un absceso peridiverticular o periapendicular hacia la pelvis también puede provocar dolor. Pueden ser útiles los estudios de CT o MRI para diferenciar estas enfermedades. Asimismo, a menudo tiene utilidad la proctoscopia (si se tolera). Algunas veces con la laparoscopia se establece el diagnóstico. Dolor anorrectal. El dolor anorrectal es con mayor frecuencia secundario a una fisura anal, absceso o fístula perirrectales. La exploración física diferencia estos padecimientos. Otras causas de dolor anorrectal menos comunes incluyen neoplasias del conducto anal, infección de la piel perianal y padecimientos dermatológicos. La proctalgia fugaz resulta de un espasmo del elevador y puede presentarse sin ningún otro dato anorrectal. En la valoración de indi- viduos con dolor anorrectal es muy importante la exploración física. Si un sujeto está muy sensible para examinarse en el consultorio, es necesaria la exploración bajo anestesia. La MRI es útil en los casos seleccionados en los que no está clara la causa del dolor. Hemorragia de tubo digestivo bajo. El primer objetivo de la valoración y el tratamiento de un paciente con hemorragia de tubo digestivo es la reanimación adecuada. Se debe asegurar una vía respiratoria permeable, apoyar la ventilación y optimizar los pará- metros hemodinámicos, además de corregir alguna coagulopatía o trombocitopenia. El segundo objetivo es identificar el origen de la hemorragia. Como las hemorragias de tubo digestivo más frecuen- tes son la esofágica, gástrica o duodenal, siempre debe aplicarse aspiración nasogástrica; el retorno de bilis sugiere que la región de la hemorragia es distal al ligamento de Treitz. Cuando la aspiración muestra sangre o secreciones no biliares, o los síntomas hacen pen- sar en una fuente intestinal alta, se efectúa una esofagogastroduo- denoscopia. La anoscopia o una proctoscopia limitada identifican casi siempre una hemorragia hemorroidal. El estudio con eritrocitos marcados con tecnecio 99 (99mTc) es muy sensible y puede detectar una hemorragia de apenas 0.1 ml/h; empero, la localización no es precisa. Si la gammagrafía con eritrocitos marcados con 99mTc es positiva, la angiografía puede ser diagnóstica y a veces terapéutica. Si el paciente conserva la estabilidad hemodinámica, puede hacerse una preparación intestinal rápida (en 4 a 6 h) para permitir la colo- noscopia. Con ésta puede identificarse la causa de la hemorragia y puede recurrirse a la cauterización o la inyección de epinefrina en el sitio sangrante para detener la hemorragia. Cuando la hemo- rragia persiste a pesar de estas intervenciones, a veces es necesa- ria la colectomía. La colonoscopia y enteroscopia transoperatorias ayudan a localizar la hemorragia. Si es necesaria la colectomía, es preferible una resección segmentaria si puede localizarse la fuente del sangrado. La colectomía subtotal “ciega” se necesita muy raras veces en un paciente con inestabilidad hemodinámica y hemorragia colónica continua de origen desconocido. En estas circunstancias, justo antes de proceder a la colectomía subtotal “ciega”, es crucial irrigar el recto sigmoide y examinar de nuevo la mucosa del con- ducto anal y el recto con anoscopio y proctoscopio para confirmar que la fuente de la hemorragia no es distal al margen de resección planeado (fig. 29-7). La pérdida oculta de sangre por el tubo digestivo se mani- fiesta por anemia ferropénica o se reconoce con pruebas de sangre oculta en heces. Como las neoplasias del colon se acompañan de hemorragias intermitentes y éstas rara vez son rápidas, la presencia de sangre oculta en heces obliga a una colonoscopia, al igual que la anemia ferropénica inexplicable. La hematoquecia con frecuencia es consecuencia de hemo- rroides o fisuras. El dolor agudo, de tipo cortante, y la sangre rectal de color rojo brillante con las defecaciones sugieren el diagnóstico de fisura. Una hemorragia rectal de color rojo brillante, indolora con las defecaciones, se debe muchas veces a una hemorroide interna friable que se identifica con facilidad mediante anoscopia. Cuando no hay dolor y se observa una fisura evidente, en cualquier paciente con hemorragia rectal, es necesario realizar un tacto rectal cuidadoso, anoscopia y proctosigmoidoscopia. Si no se diagnostica una fuente en la región anorrectal distal debe solicitarse colonos- copia. Estreñimiento y obstrucción para evacuar. El estreñimiento es una molestia muy frecuente que afecta a más de cuatro millones de personas en Estados Unidos. A pesar de la prevalencia de este problema, no existen consensos sobre una definición apropiada de http://booksmedicos.org 1184 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii la anomalía. Los sujetos pueden describir defecaciones poco fre- cuentes, heces duras o un esfuerzo excesivo. Una anamnesis cuida- dosa de estos síntomas aclara la naturaleza del problema. El estreñimiento tiene múltiples orígenes. Con frecuen- cia contribuyen causas metabólicas, farmacológicas, endocrinas, psicológicas y neurológicas subyacentes. Debe descartarse una estenosis o tumoración mediante colonoscopia, enema de bario o colonografía por CT. Una vez que se excluyen estas posibilidades, la valoración se dirige a diferenciar el estreñimiento por tránsito lento de la obstrucción de la desembocadura. Los estudios de trán- sito, en los que se ingieren marcadores radiopacos y a continuación se siguen con radiografías, ayudan a establecer el diagnóstico de estreñimiento por tránsito lento. La manometría y electromiografía anorrectales reconocen la falta de relajación del puborrectal, que contribuye a la obstrucción de la desembocadura. La ausencia de un reflejo anorrectal inhibidor sugiere enfermedad de Hirschsprung y exige biopsia de la mucosa rectal. La defecografía identifica pro- lapso rectal, intususcepción, rectocele o enterocele. El tratamiento del estreñimiento es fundamentalmente médico y consiste en fibra, aumento del consumo de líquidos y laxantes. La obstrucción de la desembocadura por falta de relajación del pubo- rectal responde a biorretroalimentación.14 Las medidas quirúrgi- cas para corregir el rectocele y un prolapso rectal tienen un efecto variable en los síntomas de estreñimiento, pero pueden tener éxito en personas seleccionadas. La colectomía subtotal sólo se consi- Hemorragia masiva que pone en riesgo la vida Positiva Hemorragia nuevamente Hemorragia nuevamente Hemorragia moderada continua Cese o disminución de la hemorragia Positiva Positiva Positiva Positiva Positiva Positiva Positiva PositivaNegativa Negativa Negativa Negativa Negativa Negativa Negativa Negativa Negativa Fracaso Fracaso o Hemorragia activa de colon Reanimación de volumen y transfusión sanguínea Aspirado NG negativo Aspirado NG positivo Proctoscopia Descartar hemorragia anorrectal Gastroduodenoscopia + tratamiento endoscópico Arteriografía mesentérica Arteriografía mesentérica Colonoscopia urgenteBHC con centelleografía con Tc99m Tratamiento o exploración colonoscópicos, resección segmentaria Tratamiento endoscópico Vasopresina o embolización Vasopresina o embolización Exploración endoscópica intraoperatoria Explorar, endoscopia intraoperatoria Explorar, endoscopia intraoperatoria Explorar, endoscopia intraoperatoria Observar Resección segmentaria Colectomía total Colectomía total Colectomía total Colectomía total Resección segmentariaResección segmentaria Resección segmentaria Resección segmentaria Resección segmentaria Resección segmentaria Observar hemorragia moderada o masiva Colonoscopia electiva Figura 29-7. Algoritmo para el tratamiento de una hemorragia colorrectal. NG, nasogástrica; 99mTc, tecnecio-99; BHC, biometría hemática com- pleta. (Reproducida con autorización de Taylor & Francis, LLC de Gordon PH, Nivatvongs S [eds]: Principles and Practice of Surgery for the Colon, Rectum, and Anus, 2nd ed. New York: Marcel Dekker, Inc., 1999, p 1279. Permission conveyed through Copyright Clearance Center Inc.) dera en enfermos con estreñimiento por tránsito lento grave (inercia del colon) resistente a las máximas intervenciones médicas. Si bien esta operación casi siempre aumenta la frecuencia de las evacua- ciones intestinales, los síntomas de diarrea, incontinencia y dolor abdominal no son infrecuentes, y los pacientes deben seleccionarse y asesorarse con cuidado.15 Diarrea y síndrome de colon irritable. La diarrea es también una molestia común y un síntoma de gastroenteritis infecciosa que cede de manera espontánea. Cuando la diarrea es crónica o se acompaña de hemorragia o dolor abdominal, se justifica una investigación más amplia. La diarrea sanguinolenta y el dolor son característicos de colitis; la causa puede ser una infección (E. coli, Shigella, Salmonella, Campylobacter, Entamoeba histolytica o C. difficile invasores), enfermedad intestinal inflamatoria (colitis ulce- rosa o de Crohn) o isquemia. Muchas veces el montaje húmedo de heces y el coprocultivo permiten diagnosticar una infección. La sigmoidoscopia o colonoscopia funciona para establecer el diagnóstico de enfermedad intestinal inflamatoria o isquemia. No obstante, cuando el paciente tiene dolor abdominal a la palpación, en particular con signos peritoneales, o cualquier otra prueba de perforación está contraindicada una endoscopia. La diarrea crónica puede plantear un dilema diagnóstico más difícil. La colitis ulcerosa crónica, colitis de Crohn, infecciones, malabsorción y síndrome de intestino corto ocasionan diarrea http://booksmedicos.org 1185 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 crónica. Rara vez el síndrome carcinoide y los tumores de célu- las de los islotes (tumor que secreta péptido intestinal vasoactivo [VIPoma], somatostatinoma, gastrinoma) se presentan con este sín- toma. Las lesiones vellosas grandes pueden causar diarrea secre- tora. La colitis colagenosa induce diarrea sin ninguna anomalía evidente de la mucosa. Además de los coprocultivos, pruebas para malabsorción e investigaciones metabólicas, la colonoscopia puede ser invaluable para la diferenciación de estas causas. Es necesario obtener biopsias incluso si la mucosa del colon parece normal a simple vista. El síndrome de colon irritable es una constelación de sínto- mas muy molesta que consiste en dolor del abdomen tipo cólico, meteorismo, estreñimiento y diarrea apremiante. El estudio no revela una anomalía anatómica o fisiológica subyacente. Una vez que se excluyen otros trastornos, las restricciones dietéticas y la eliminación de cafeína, alcohol y tabaco ayudan a aliviar los sínto- mas. A menudo son útiles los antiespasmódicos y sustancias para formación de volumen. Incontinencia. Se estima que la incontinencia fecal ocurre en 10 a 13 individuos por 1 000 personas mayores de 65 años de edad. La gravedad de la incontinencia es variable, desde el escape oca- sional de gas y heces líquidas hasta la pérdida diaria de heces sóli- das. La causa subyacente de incontinencia suele ser multifactorial y con frecuencia contribuye la diarrea. En general, las causas de incontinencia pueden clasificarse en neurógenas o anatómicas. Las primeras incluyen enfermedades del sistema nervioso central y la médula espinal, aunadas a lesión del nervio pudendo. Las causas anatómicas comprenden anomalías congénitas, procidencia (pro- lapso rectal), incontinencia por sobreflujo secundaria a retención o a una neoplasia obstructiva y traumatismos. La causa traumá- tica más frecuente de la incontinencia es la lesión del esfínter anal durante el parto vaginal. Otras causas incluyen cirugía anorrectal, empalamiento y fractura pélvica. Después de una valoración médica exhaustiva para detectar trastornos subyacentes que pudieran contribuir a la incontinencia, el examen se centra en la valoración del esfínter anal y los ner- vios pudendos. La prueba de latencia motora terminal del nervio pudendo permite detectar neuropatía. La manometría anal permite identificar las presiones bajas en reposo y de constricción. La exploración física y la defecografía permiten detectar el prolapso rectal. La ecografía endoanal es invaluable para el diagnóstico de los defectos en el esfínter (fig. 29-8). El tratamiento depende de la alteración subyacente. El trata- miento de la diarrea debe ser médico (fibra, antidiarreicos). Incluso en ausencia de diarrea franca, la adición de fibra alimentaria puede mejorar la continencia. Algunos pacientes responden a la biorretro- alimentación. Muchas personas con un defecto en el esfínter son elegibles para esfinteroplastia de superposición. Las tecnologías innovadoras, como la estimulación del nervio sacro y el esfínter intestinal artificial, son útiles en pacientes que no responden a otras intervenciones.16 La aplicación de energía de radiofrecuencia al conducto anal (procedimiento de Secca) parece seguro y eficaz en los estudios iniciales.17 La inyección de sustancias formadoras de volumen también es cada vez más frecuente, pero aún no se demuestra su eficacia de largo plazo.18 Por último, un estoma puede proporcionar alivio a los pacientes con incontinencia grave que no mejoraron con otras intervenciones o no son elegibles para ellas.19 CONSIDERACIONES QUIRÚRGICAS GENERALES Las resecciones colorrectales se realizan para trastornos muy diver- sos, que incluyen neoplasias (benignas y malignas), enfermedades intestinales inflamatorias y otros trastornos benignos. Aunque la indicación y urgencia de cirugía alteran algunos de los detalles téc- nicos, ya están bien establecidos los principios quirúrgicos de las resecciones colorrectales, anastomosis y uso de estomas. A EAS IAS Tejidos subepiteliales Músculo longitudinal B Figura 29-8. A. Ecografía endoanal que muestra las capas norma- les del conducto anal. B. Ecografía endoanal con defecto del esfínter anterior por lesión durante el parto. EAS, esfínter anal externo; IAS, esfínter anal interno. (Ambas imágenes reproducidas con autorización de Charles O. Finne, III, MD, Minneapolis, MN.) Resecciones La técnica de liberación mesentérica dicta la extensión de la resección colónica y depende de la naturaleza del trastorno pri- mario (maligno o benigno), la intención de la resección (curativa o paliativa), la localización precisa del problema primario y la condición del mesenterio (delgado y suave o grueso e indurado). En general, la ligadura mesentérica proximal interrumpe el suministro sanguíneo a un segmento más largo del colon y exige una “colectomía” más extensa. Por lo general, la mejor forma de realizar la resección curativa del cáncer colorrectal es mediante la ligadura vascular mesentérica proximal y la libera- ción mesentérica radial del lecho de drenaje linfático del sitio del tumor (fig. 29-9). La resección de un proceso benigno no amerita una resección amplia de mesenterio y, si se desea, puede preser- varse el epiplón. Resección de urgencia. La resección de urgencia es necesaria por obstrucción, perforación o hemorragia. En estos casos, el intes- tino casi nunca está preparado y el paciente puede estar inestable. 1 http://booksmedicos.org 1186 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii Se aplican los principios quirúrgicos descritos y debe hacerse todo lo posible por resecar el segmento afectado junto con el aporte linfovascular. Cuando la resección abarca el colon derecho o el transverso proximal (colectomía derecha o derechaextendida), se lleva a cabo con seguridad una anastomosis ileocólica primaria siempre y cuando el intestino restante parezca sano y el paciente se encuentre estable. En tumores del lado izquierdo, la conducta tradicional consiste en resección del intestino afectado y colos- BA DC FE Figura 29-9. Extensión de la resección por carcinoma de colon. A. Cáncer cecal. B. Cáncer de la flexura hepática. C. Cáncer del colon transverso. D. Cáncer de la flexura esplénica. E. Cáncer del colon descendente. F. Cáncer del colon sigmoide. tomía terminal, con fístula mucosa o sin ella. Sin embargo, cada vez hay más datos que sugieren que en estos casos puede tener la misma seguridad una anastomosis primaria con lavado colónico transoperatorio, e ileostomía de derivación, o sin ella. Si el colon proximal no parece sano (alteración vascular, desgarros serosos, perforación) puede efectuarse una colectomía subtotal con anas- tomosis del intestino delgado al rectosigmoide. Aún son seguras y apropiadas la resección y derivación (ileostomía o colostomía) http://booksmedicos.org 1187 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 si el intestino se ve afectado o el paciente se encuentra inestable, desnutrido o inmunodeprimido. Técnicas de resección de mínima invasión. Con los adelan- tos en la tecnología de mínima invasión, muchos procedimientos que antes necesitaban laparotomía ahora pueden realizarse por vía laparoscópica,20,21 por laparoscopia con asistencia manual (HAL, hand-assisted laparoscopy) o con asistencia robótica. Las ven- tajas potenciales de la cirugía de mínima invasión son un mejor resultado cosmético, menor dolor posoperatorio y reanudación más temprana de la función intestinal. Además, algunos datos experi- mentales sugieren que las operaciones de mínima invasión tienen menos efecto inmunodepresor en los pacientes y, por consiguiente, podrían mejorar el resultado final posoperatorio e incluso la super- vivencia a largo plazo. Hasta la fecha, casi todos los estudios han demostrado una equivalencia entre las resecciones laparoscópica y abierta en términos de la extensión del corte. La recuperación de la función intestinal y el tiempo de hospitalización son muy variables. Todavía debe determinarse el resultado a largo plazo; no obstante, la calidad de vida a corto plazo parece mejorar con la laparos- copia. 22,23 Los adelantos más recientes en la cirugía de mínima invasión comprenden el uso de robótica y telemanipulación, en la que el cirujano opera desde una consola alejada del paciente. La aceptación de estos procedimientos ha crecido con rapidez, sobre todo para resecciones pélvicas y rectales. Los estudios iniciales sugieren que las resecciones robóticas y las resecciones laparoscó- picas/HAL son equivalentes.24 Además, algunos de los que proponen estas técnicas sugie- ren que los procedimientos robóticos pueden ser más fáciles de aprender (curva de aprendizaje más corta) y que la cirugía robótica puede ser mejor desde el punto de vista ergonómico para el ciru- jano. Sin embargo, todavía debe demostrarse su superioridad en el largo plazo, o inclusive su equivalencia, y es probable que estos adelantos tecnológicos conlleven un costo importante. Colectomía. Para describir los diferentes tipos de colectomía se utilizan varios términos (fig. 29-10). Resección ileocólica. Se refiere a una resección limitada del íleon terminal, el ciego y el apéndice. Se utiliza para eliminar enfermeda- des que afectan estos segmentos del intestino (p. ej., enfermedad de Crohn ileocecal) y lesiones benignas o neoplasias malignas incu- rables que se originan en el íleon terminal, ciego y, en ocasiones, el apéndice. Cuando se sospecha una afectación maligna curable, están indicadas resecciones más radicales, como la hemicolectomía derecha. Se ligan y cortan los vasos ileocólicos. Puede resecarse una longitud variable de intestino delgado, según sea el proceso patológico. Se efectúa una anastomosis primaria entre intestino del- gado distal y colon ascendente. Es difícil realizar una anastomosis en la válvula ileocecal o proximal a ella por motivos técnicos; por consiguiente, si es necesario resecar el íleon más distal también se extirpa el ciego. Colectomía derecha. Se practica una colectomía derecha para eliminar lesiones o enfermedades en el colon derecho, y es la ope- ración más apropiada en oncología para la resección terapéutica del carcinoma de colon proximal. Se ligan y cortan los vasos ileocóli- cos, los vasos cólicos derechos y las ramas derechas de los vasos cólicos medios. En la resección se incluyen unos 10 cm de íleon terminal. Casi siempre es posible una anastomosis primaria del íleon con el colon transverso. Colectomía derecha extendida. Puede llevarse a cabo una colec- tomía derecha extendida en la resección con intento de curación de defectos localizados en la flexura hepática o el colon transverso proximal. Se extiende una colectomía derecha estándar para incluir la ligadura de los vasos cólicos medios en su base. Se resecan el colon derecho y el transverso proximal y se efectúa una anastomo- A BC D E F G H I J K L Figura 29-10. Terminología de los tipos de resección colorrectales: A → C, ileocecectomía; + A + B → D, colectomía ascendente; + A + B → F, hemicolectomía derecha; + A + B → G, hemicolectomía derecha extendida; + E + F → G + H, colectomía transversa; G → I, hemicolectomía izquierda; F → I, hemicolectomía izquierda extendida; J + K, colectomía sigmoide; + A + B → J, colectomía subtotal; + A + B → K, colectomía total; + A + B → L, proctocolectomía total. (Reproducida con autorización de Fielding LP, Goldberg SM [eds]: Rob & Smith’s Operative: Surgery of the Colon, Rectum, and Anus. London: Elsevier Science Ltd., 1993, p 349.) sis primaria entre el íleon y el colon transverso distal. Esta anasto- mosis se basa en la arteria marginal de Drummond. Si el suministro sanguíneo a la parte distal del colon transverso es dudoso, la resec- ción se extiende en sentido distal hasta después del ángulo esplé- nico, hasta el colon descendente bien irrigado, donde es seguro practicar la anastomosis ileocólica. Colectomía transversa. Para eliminar las lesiones del colon transverso medio y distal se ligan los vasos cólicos medios y se reseca el colon transverso, seguido de una anastomosis colocoló- nica. Empero, una colectomía derecha extendida con anastomosis del íleon terminal y el colon descendente puede ser una anastomo- sis más segura con un resultado funcional similar. Colectomía izquierda. En trastornos o estados patológicos res- tringidos al colon transverso distal, la flexura esplénica o al colon descendente, se practica una colectomía izquierda. Se ligan las ramas izquierdas de los vasos cólicos medios, los vasos cólicos izquierdos y las primeras ramas de los vasos sigmoideos. Por lo general se efectúa una anastomosis colocolónica. Colectomía izquierda extendida. La colectomía izquierda extendida es una opción para extirpar lesiones del colon transverso distal. En esta operación se extiende la colectomía izquierda en sentido proximal para incluir las ramas derechas de los vasos cóli- cos medios. Colectomía sigmoide. Las lesiones en el colon sigmoide exigen ligadura y sección de las ramas sigmoideas de la arteria mesen- térica inferior. En general, debe resecarse la totalidad del colon http://booksmedicos.org 1188 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii sigmoide hasta el nivel del reflejo peritoneal y crear una anasto- mosis entre el colon descendente y recto superior. Con frecuencia es necesario desplazar por completo la flexura esplénica para dejar una anastomosis sin tensión. Colectomía total y subtotal. En ocasiones se necesita una colectomía total o subtotal en individuos con colitis fulminante, poliposis adenomatosa familiar atenuada o carcinomas sin- crónicos del colon. En este procedimiento, se ligan y seccionan los vasos ileocólicos, cólicos derechos, cólicos medios y cóli- cos izquierdos. Sepreservan los vasos hemorroidales superiores. Cuando es conveniente preservar el sigmoides, se dejan intactos los vasos sigmoideos distales y se realiza una anastomosis entre el íleon y el colon sigmoide distal (colectomía subtotal con anasto- mosis ileosigmoidea). Cuando es necesario resecar el sigmoides, se ligan y cortan los vasos sigmoideos y se anastomosa el íleon al recto superior (colectomía abdominal total con anastomosis ileo- rectal). Si está contraindicada una anastomosis, se lleva a cabo una ileostomía terminal, y el sigmoides o el recto restantes se tratan con una fístula mucosa o una bolsa de Hartmann. Proctocolectomía Proctocolectomía total. En este procedimiento se extirpa la tota- lidad del colon, el recto y el ano y se lleva el íleon a la piel como una ileostomía de Brooke. Proctocolectomía de restauración (anastomosis anal con bolsa ileal). Se resecan la totalidad del colon y el recto, pero se preservan los músculos del esfínter anal y una porción variable del conducto anal distal. Se restablece la continuidad intestinal con la anastomosis de un reservorio ileal al conducto anal. La técnica original incluía mucosectomía transanal y anastomosis ileoanal suturada a mano. Quienes proponen esta técnica aducen que la mucosectomía garantiza la extirpación de toda la mucosa enferma, incluida la zona anal de transición y, por consiguiente, disminuye el riesgo de enfermedad, displasia y carcinoma en curso.25 Quienes se oponen mencionan el riesgo mayor de incontinencia después de la mucosectomía y señalan que incluso una técnica meticulosa deja, invariablemente, “islotes” de mucosa que se ocultan después bajo la anastomosis. Además, la técnica de “doble grapa” que emplea grapadoras circulares es mucho más sencilla que la mucosectomía y la anastomosis suturada a mano, y es probable que se acompañe de un mejor resultado funcional (fig. 29-11).26-29 Cualquiera que sea la técnica para la anastomosis, muchos cirujanos recomiendan que los pacientes se sometan a vigilancia anual de la anastomosis y de la zona de transición anal mediante examen rectal digital y anoscopia o proctoscopia. El neorrecto se forma con la anastomosis del íleon terminal alineado con una configuración en “J”, “S” o “W”. Como los resul- tados funcionales son similares y la bolsa en J es la más sencilla de construir, se ha convertido en la configuración más utilizada. Con la experiencia creciente en la colectomía laparoscópica y robótica, algunos centros ya comenzaron a realizar proctocolectomía con reconstrucción de saco ileal-ano mediante técnicas quirúrgicas de mínima invasión.20 Casi todos los cirujanos realizan una ileostomía proximal para derivar el jugo de la bolsa recién creada en un intento por disminuir al mínimo las consecuencias de escape y septice- mia, en especial en sujetos desnutridos o inmunodeprimidos (fig. 29-12). En seis a 12 semanas se cierra la ileostomía, una vez que se confirma la integridad de la bolsa con un estudio de contraste. No obstante, hay informes de éxito en la creación de una bolsa ileoanal sin estoma de derivación en personas de riesgo bajo. Resección anterior. Resección anterior es el término gene- ral empleado para describir la resección del recto a través de un acceso abdominal a la pelvis sin necesidad de una incisión peri- A CB Figura 29-11. Después de una colectomía total y resección del recto (A) se preserva el conducto anal con un manguito corto de mucosa transicional y músculos del esfínter (B). Se construyó una bolsa ileal en J y se anastomosó el conducto anal mediante una técnica de doble grapado (C). (Reproducida con autorización de Bell RH, Rikkers LF, Mulholland M [eds]: Digestive Tract Surgery: A Text and Atlas. Phi- ladelphia: Lippincott Williams & Wilkins, 1996:1527.) neal, sacra u otra. Por lo regular se describen tres tipos de resec- ción anterior. Resección anterior alta. Éste es el término que se utiliza para referirse a la resección del colon sigmoide distal y el recto superior y es la operación apropiada para lesiones benignas y enfermeda- des de la unión rectosigmoidea, como la diverticulitis. Se diseca el recto superior, pero no se corta el peritoneo pélvico ni se des- plaza del todo el recto de la concavidad del sacro. Se liga la arteria mesentérica inferior en su base y por separado se liga, asimismo, la vena mesentérica inferior, que sigue un curso diferente al de la arteria. Por lo general, puede crearse una anastomosis primaria (en general, terminoterminal) entre el colon y el muñón rectal con un manguito corto de peritoneo en derredor de sus dos tercios ante- riores. Resección anterior baja. La resección anterior baja se practica para extirpar lesiones en la parte superior y media del recto. Se desplaza el rectosigmoide, se abre el peritoneo pélvico y se liga y corta la arteria mesentérica inferior en su origen aórtico o justo distal al nacimiento de la arteria cólica izquierda. Se desplaza el recto del sacro mediante disección cortante bajo visión directa dentro del plano fascial endopélvico. La disección puede efec- tuarse de forma distal hasta el anillo anorrectal y extenderse a la parte posterior a través de la fascia rectosacra hasta el cóccix y adelante por la fascia de Denonvilliers hasta la vagina en mujeres http://booksmedicos.org 1189 Colon , reCto y an o CaPÍtU lo 29 o las vesículas seminales y la próstata en varones. Se cortan el recto y el mesorrecto que lo acompaña al nivel apropiado, según la naturaleza de la lesión. Una anastomosis rectal baja amerita des- plazamiento de la flexura esplénica y ligadura y corte de la vena mesentérica inferior justo por debajo del páncreas. Los dispositivos circulares de grapado facilitaron mucho el conducto y mejora- ron la seguridad del colon en comparación con la anastomosis rectal extraperitoneal. Resección anterior baja extendida. Se necesita una resección de este tipo para extirpar anomalías localizadas en el recto distal, pero varios centímetros arriba del esfínter. Se desplaza por com- pleto el recto hasta el nivel del músculo elevador del ano como en una resección anterior baja, pero se extiende la disección anterior a lo largo del tabique rectovaginal en mujeres y de forma distal a las vesículas seminales y la próstata en varones. Después de la resec- ción en este nivel, puede crearse una anastomosis coloanal con una de varias técnicas. Hasta ahora, el procedimiento de elección ha sido una anastomosis terminoterminal grapada o con sutura manual. Sin embargo, las consecuencias funcionales de una anas- tomosis “recta” han llevado a considerar la creación de un saco en J en el colon o la coloplastia para aumentar la capacidad del reservorio neorrectal.30 Debido a que el riesgo de un escape anas- Figura 29-12. Bolsa en S ileal y anastomosis con ileostomía en asa temporal. (Reproducida con autorización de Bell RH, Rikkers LF, Mulholland M [eds]: Digestive Tract Surgery: A Text and Atlas. Phi- ladelphia: Lippincott Williams & Wilkins, 1996:1533.) tomótico y septicemia subsecuente es más alto cuando se realiza una anastomosis en el recto distal o el conducto anal, en estos casos debe considerarse una ileostomía temporal. Si bien es factible en términos técnicos una anastomosis muy baja en el recto o el conducto anal, es importante señalar que la función posoperatoria puede ser mala. Debido a que el colon des- cendente carece de la distensibilidad del colon sigmoide, es posi- ble que se altere la función de reservorio. La radiación pélvica, una operación anorrectal previa y un traumatismo obstétrico pueden causar lesión inadvertida del esfínter. Por último, una anastomosis muy baja puede abarcar y dañar el esfínter superior. La creación de un saco J colónico o la coloplastia transversa puede mejorar la función, pero pocos estudios de largo plazo han valorado este tema.30,31 El antecedente de daño al esfínter o cualquier grado de incon- tinencia es una contraindicación relativa para una anastomosis
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