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1720 © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos ENFERMEDAD PULMONAR OBSTRUCTIVA CRÓNICA, 1720 Epidemiología de la EPOC y enfermedad cardiovascular asociada, 1720 Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la EPOC, 1721 Manifestaciones clínicas: solapamiento y diagnóstico, 1723 Tratamiento e interacciones farmacológicas, 1723 Exacerbaciones agudas, 1724 Pronóstico, 1724 ENFERMEDAD PULMONAR INTERSTICIAL, 1724 ASMA BRONQUIAL, 1724 FIBROSIS QUÍSTICA, 1725 TRASPLANTE PULMONAR, 1725 PERSPECTIVAS FUTURAS, 1725 BIBLIOGRAFÍA, 1725 86 Enfermedades pulmonares crónicas y enfermedad cardiovascular SURYA P. BHATT Y MARK T. DRANSFIELD Las enfermedades pulmonares crónicas (EPC) engloban el espectro de enfermedades pulmonares obstructivas y restrictivas. Ambas categorías son muy prevalentes en la población y se asocian a tasas significativas de morbilidad y mortalidad. Aunque cada enfermedad pulmonar tiene una ruta etiopatogénica específica, existe un solapamiento sustancial en dichas rutas, así como un reconocimiento cada vez mayor de que el estado inflamatorio asociado a estos trastornos no está confinado a los pulmones, sino que se extiende a la circulación sistémica, con efectos sobre órganos extrapulmonares, especialmente el sistema cardiovascular. La historia natural de estas EPC muestra puntualmente exacerbaciones agudas durante las cuales el estado inflamatorio se acentúa. Aunque la tasa de mortalidad por enfermedad cardiovascular está disminuyendo, no es el caso con las EPC; la EPC es actualmente la tercera mayor causa de mortalidad en EE. UU. y la única categoría de patología crónica para la cual la tasa de mortalidad continua en aumento.1,2 Los factores de riesgo más importantes para EPC son el tabaquismo, la edad y la exposición a contaminantes medioambientales (v. también capítulo 52). Aunque estos factores de riesgo son también los más frecuentes de la enfermedad cardiovascular, múltiples estudios recientes han demostrado que la enfermedad cardiovascular es más frecuente en la EPC independientemente de que compartan factores de riesgo.3,4 Hay también solapamiento en la presentación de la enfermedad, los síntomas, los hallazgos de la exploración clínica y los resultados de las pruebas diagnósticas, así como varias interacciones farmacológicas importantes, lo que añade una complejidad significativa al tratamiento de estos pacientes. Además, la enfermedad cardiovascular contribuye con frecuencia a las exacerbaciones e ingresos hospitalarios de los pacientes con EPC. Aproximadamente en la mitad de los pacientes con EPC no se llega a un diagnóstico y resulta probable que una mayor conciencia de las manifestaciones superpuestas de la EPC y la enfermedad cardiovascular permita ayudar a identificar más tempranamente ambos trastornos y quizá reduzca la morbilidad asociada. La mayoría de evidencia publicada actualmente respecto a la prevalencia, el impacto, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad cardiovascular en pacientes con EPC corresponde a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), aunque trabajos recientes sugieren que la patología cardíaca es también una comorbilidad importante en los pacientes con otras EPC. ENFERMEDAD PULMONAR OBSTRUCTIVA CRÓNICA Epidemiología de la EPOC y enfermedad cardiovascular asociada La EPOC es una enfermedad inflamatoria crónica de los pulmones que se caracteriza por una obstrucción parcialmente reversible al flujo aéreo. Aproximadamente el 8% de la población de EE. UU. presenta EPOC.2 La prevalencia ajustada por edad de la enfermedad arterial coronaria (EAC) en EE. UU. es del 6% y aproximadamente el 1,7% de la población muestra insuficiencia cardíaca congestiva (ICC). Dado el envejecimiento de la población y la mayor longevidad, es de esperar que muchas de estas enfermedades crónicas coexistan; sin embargo, varias enfermedades cardiovasculares aparecen con mayor frecuencia en pacientes con EPOC que en la población general.1 Enfermedad arterial coronaria (v. capítulos 59 a 61) La EPOC y la EAC comparten muchos factores de riesgo, incluidos edad más avanzada y tabaquismo; sin embargo, estos no explican completamente el mayor riesgo de EAC en la EPOC. Existe una relación dosis-respuesta entre un volumen espiratorio forzado durante el primer segundo (VEF1) bajo y las tasas de mortalidad cardiovascular. Los resultados del Lung Health Study demostraron que la tasa de mortalidad cardiovascular ajustada aumentaba un 28% por cada 10% de reducción del VEF1. Aunque el VEF1 no forma parte de los factores de riesgo tradicionales del Framingham Study para EAC, el estudio poblacional prospectivo de Renfrew y Paisley indicó que aproximadamente la cuarta parte del riesgo atribuible para fallecimiento por EAC se debía a un VEF1 bajo, lo que situaba a la reducción de la función pulmonar muy arriba en la lista de factores de riesgo cardiovascular. Los estudios epidemiológicos han demostrado que la EAC aparece con una frecuencia de dos a cinco veces mayor en pacientes con EPOC que en controles, y que esta relación se mantiene incluso tras ajustarse los factores de riesgo compartidos. Como sucede con la población general, la EPOC es subestimada en los pacientes con EAC y aproximadamente la mitad de los pacientes se mantienen sin diagnóstico. No existen datos de población sobre la prevalencia de la EPOC en pacientes con EAC, pero los datos de estudios clínicos sugieren que se encuentra en un rango entre el 7 y el 34%.1 Insuficiencia cardíaca congestiva (v. capítulo 24) La función pulmonar anómala es también un factor de riesgo para ICC; un VEF1 bajo se asocia a incidencia de fallo cardíaco y a un mayor riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca. Los estudios seccionales han demostrado que hasta una quinta parte de los pacientes con EPOC presenta insuficiencia cardíaca infradiagnosticada. La insuficiencia cardíaca con fracción de eyección del ventrículo izquierdo conservada (ICFEc) aparece en aproximadamente el 5% de pacientes con EPOC, con una mayor prevalencia en personas de edad avanzada, y se ha descrito disfunción diastólica subclínica en hasta el 75% de los pacientes con EPOC. La prevalencia de la EPOC en pacientes con insuficiencia cardíaca también es elevada, con estimaciones que la sitúan en un rango del 11 al 55%.5 Enfermedad cerebrovascular y arterial periférica (v. también capítulos 64 y 65) Múltiples estudios epidemiológicos han demostrado la relación inversa entre VEF1 y accidente cerebrovascular (ACV) isquémico. Datos del Copenhagen City Heart Study demuestran que el riesgo de ACV isquémico aumenta en un 5% por cada 10% de reducción del VEF1, una vez ajustados los factores de riesgo cardiovascular. La relación entre EPOC con obstrucción demostrada del flujo aéreo y ACV isquémico es más débil, aunque la evidencia actual sugiere que existe un mayor Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1721 En ferm ed ad es p u lm o n ares cró n icas y en ferm ed ad card io vascu lar 86 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . riesgo que para la población general. La enfermedad arterial periférica y los aneurismas aórticos son también más frecuentes en la EPOC, habiéndose demostrado en pequeños estudios que hasta un tercio de los pacientes con EPOC presenta enfermedad arterial periférica.1 Arritmias cardíacas (v. también capítulos 37 a 39) Las arritmias supraventriculares y ventriculares son habituales en la EPOC y son más frecuentes que en controles equiparables.6 La taqui- cardia auricular multifocal se ve casi exclusivamente en pacientes con EPOC. La monitorización durante 24 h de pacientescon EPOC estables, pero hipoxémicos, muestra una alta frecuencia de diversas alteraciones electrocardiográficas, entre las que están la taquicardia supraventricu- lar (69%), las extrasístoles ventriculares (83%), el bigeminismo ventricular (68%) y la taquicardia ventricular no mantenida (22%). Un VEF1 bajo también se asocia a fibrilación auricular incidental.6 Fisiopatología de la enfermedad cardiovascular en la EPOC Aunque la EPOC y la enfermedad cardiovascular comparten múltiples factores de riesgo, estos no explican completamente la mayor aparición de EAC en la EPOC. Probablemente haya múltiples rutas patobiológicas superpuestas que estén implicadas en el desarrollo tanto de la EPOC como de la EAC (tabla 86-1). Estos mismos mecanismos son importantes en la patogenia de otras morbilidades cardiovasculares que se ven en la EPOC, como la enfermedad cerebrovascular y arterial periférica. Enfermedad arterial coronaria El principal mecanismo patogénico de la EAC es la ateroesclerosis. Múltiples estudios han demostrado una relación inversa entre el VEF1 ajustado por edad y el espesor de la íntima-media carotídea. Las placas carotídeas, especialmente las vulnerables ricas en lípidos, se ven con mayor frecuencia en pacientes con EPOC que en fumadores sin obs- trucción al flujo aéreo o en no fumadores.7 Los pacientes con EPOC presentan una mayor rigidez arterial medida según la velocidad de la onda de pulso aórtica, tras ajustes por edad y tabaquismo. El grado de enfisema que se aprecia en la tomografía computarizada se asocia de forma independiente con la calcificación de la aorta torácica, así como de las arterias coronarias. De hecho, se puede considerar la EPOC como una enfermedad proateroesclerótica, de forma muy similar a algunas enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico, con una magnitud de riesgo equivalente o mayor a otros trastornos proinflamatorios, como la diabetes mellitus y la nefropatía crónica.8 Aunque las vías de mecanismos para la ateroesclerosis acelerada en la EPOC siguen sin estar claras, han sido implicados varios mecanismos que se solapan entre sí (fig. 86-1; v. también tabla 86-1). Factores de riesgo compartidos ENVEJECIMIENTO Y SENILIDAD. La prevalencia tanto de EPOC como de EAC aumenta con la edad. La EPOC es aproximadamente 6 veces más frecuente en personas de más de 70 años de edad que en aquellos de 40 a 49 años; la EAC es 17 veces más frecuente en aquellas personas mayores de 65 años que entre las de 18 a 44 años. El aumento de la edad se asocia a inflamación crónica, estrés oxidativo, acortamiento telomérico progresivo y a una alteración de la capacidad de los tejidos para reparar los daños, factores que se asocian al envejecimiento celular y están implicados en el envejecimiento vascular, así como en el enfisema. Este proceso se ve acelerado por agentes medioambientales, entre los que se incluye el tabaquismo.1 TABAQUISMO. El factor de riesgo más fuerte para EPOC es el tabaquismo, que también es un factor de riesgo mayor para la EAC. Los fumadores tienen un riesgo durante la vida del 15 al 50% de desarrollar EPOC y el riesgo atribuible poblacional es del 50 al 70%. Debe indicarse que aproximadamente de un tercio a la mitad de los casos de EPOC en todo el mundo aparecen en personas que no han sido nunca fumadoras.9 La exposición pasiva al humo también aumenta el riesgo de desarrollar obstrucción al flujo aéreo en 1,5 veces. En los países en desarrollo, la exposición a combustibles de biomasa se asocia a un riesgo 2,5 veces mayor de EPOC frente a controles equiparables. Ambos tipos de exposición pasiva al humo son también factores de riesgo para EAC. CONTAMINANTES MEDIOAMBIENTALES. La exposición a partículas materiales (PM) y a contaminantes gaseosos aumenta el riesgo de desarrollar EPOC,10 y el riesgo atribuible poblacional de EPOC para la exposición ocupacional a partículas de polvo es aproximadamente del 19% y de hasta el 30% en no fumadores. Estas exposiciones también se asocian a un incremento en los episodios coronarios agudos, así como a cardiopatía ateroesclerótica progresiva. La residencia habitual en áreas con niveles altos de PM se asocia a una tasa de mortalidad mayor debida a EPOC (hazard ratio, 1,22 por cada 10 µg/m3 de aumento de PM10); un incremento similar de la mortalidad también se ha apreciado para la EAC. SEXO. Aunque generalmente se considera que la EPOC es una enfermedad de hombres de edad más avanzada, los datos sugieren que puede existir una mayor susceptibilidad al tabaco en mujeres. Para una carga de exposición al tabaco equivalente, desarrollan EPOC más mujeres que hombres; esta diferencia también podría ser el resultado de unas vías respiratorias más pequeñas en las mujeres. De manera similar, aunque los hombres presentan una mayor incidencia de EAC que las mujeres, datos recientes sugieren que las mujeres pueden ser más sus- ceptibles a los efectos vasculares dañinos del tabaco que los hombres.11 DIETA. Múltiples estudios han sugerido una asociación débil entre la ingesta de varios factores dietéticos y la pérdida de función pulmonar. En estudios de base poblacional se ha descrito que una mayor ingesta de vitaminas C, D y E, carotenoides, flavonoides y de frutas ricas en antioxidantes enlentece el ritmo de disminución de la función pulmonar relacionado con la edad; sin embargo, la suplementación de estos factores dietéticos no ha demostrado mejorar la función pulmonar.12 De manera similar, se ha descrito en ensayos clínicos no aleatorizados que la suplementación de antioxidantes, vitaminas C y E, β-carotenos y ácidos grasos w-3 reduce la aparición de EAC. Rutas patobiológicas superpuestas (v. fig. 86-1) Ateroesclerosis e inflamación Múltiples estudios han documentado la intensificación de la inflamación sistémica en la EPOC, y la inflamación sistémica está bien establecida como un factor principal en el desarrollo y la progresión de la ateroes- clerosis. La EPOC se asocia a inflamación sistémica crónica de bajo grado que probablemente se origina en la inflamación pulmonar en curso. Experimentos in vivo en conejos expuestos a partículas mate- riales han demostrado que existe un marcado aumento de las placas vulnerables incluso en ausencia de dislipidemia, y que este se asocia a inflamación pulmonar y sistémica. Estos efectos están mediados por células epiteliales de la vía respiratoria y por macrófagos que liberan mediadores inflamatorios, como las interleucinas 1 y 6, el factor de necrosis tumoral α, la interleucina 8 y factores estimulantes de colonias de granulocitos macrófagos. La inflamación pulmonar resultante se traslada a la circulación sistémica, estimulando al hígado a producir reactantes de fase aguda, como la proteína C reactiva y procoagulantes, incluidos el factor VIII y fibrinógeno, lo que conduce a un estado inflamatorio sistémico crónico de bajo grado. Los pulmones se ven expuestos cons- tantemente a agentes medioambientales, como el humo del tabaco, contaminantes aéreos y agentes infecciosos; todos ellos pueden producir una situación inflamatoria crónica.13 Los datos sobre asociaciones directas entre marcadores de inflamación sistémica y medidas de ateroesclerosis en la EPOC son, sin embargo, escasos y con correlaciones débiles. Estrés oxidativo Hay una estrecha correlación entre inflamación y estrés oxidativo. La inflamación en los pulmones se asocia a alteración en el equilibrio oxidación-antioxidación, con un incremento del estrés oxidativo.13 Las especies de oxígeno reactivo causan lesiones oxidativas a las células, lo que da lugar a una regulación al alza de los mediadores proinflamatorios tanto en los pulmones como sistémicamente. El estrés oxidativo también TABLA 86-1 Factores de riesgo cardiovascular en la patología pulmonar crónica FACTORES DE RIESGO TRADICIONALES O COMPARTIDOS VÍAS SUPERPUESTAS Tabaquismo Inflamación sistémica Envejecimiento y senilidad Estrés oxidativoContaminantes medioambientales Estado protrombótico Sexo Activación del sistema renina-angiotensina Dieta Genética Sedentarismo Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1722 EN FE RM ED A D ES D EL M IO CA RD IO , D EL P ER IC A RD IO y D EL L EC h O V A SC U LA R PU LM O N A R IX produce peroxidación de los lípidos, y las lipoproteínas de baja densidad oxidadas resultantes son un importante mediador de la ateroesclerosis. Estado protrombótico La inflamación sistémica de bajo grado que se ve en la EPOC también puede originar un estado protrombótico. Los pacientes con EPOC tienen un volumen plaquetario disminuido y mayores recuentos plaquetarios en comparación con controles equivalentes, y ello se asocia a una menor respuesta a los agentes antiplaquetarios. La EPOC también se asocia a niveles elevados de protrombina y de factores de coagulación II, V, VII, VIII y IX, y a menores niveles del inhibidor de la ruta de factores tisulares. Estos cambios se asocian a una mayor predisposición a la generación de trombina.14 Genética Hay múltiples asociaciones genéticas para las rutas de inflamación y estrés oxidativo habituales en la EPOC y la enfermedad cardiovascular.15 Ambas se caracterizan por un envejecimiento acelerado, resultado de los daños acumulados en el ADN y del acortamiento de los telómeros. Probablemente están implicados varios mecanismos con asociaciones genéticas compartidas. Por ejemplo, la glutatión-S-transferasa, un importante mediador del estrés oxidativo en la EPOC, también ha sido implicada en la ateroesclerosis; las metaloproteínas de la matriz causan proteólisis y lesión de la pared alveolar y también están implicadas en la ateroesclerosis precoz y la rotura de placas. Sistema renina-angiotensina Los pulmones tienen concentraciones altas de enzima conversora de la angiotensina, y la hipoxia crónica puede activar el sistema renina- angiotensina, el cual tiene potentes efectos proinflamatorios y profi- brosis.1 La regulación al alza del sistema renina-angiotensina también produce disfunción endotelial y puede conducir a vasoconstricción y a trombosis. La activación del sistema renina-angiotensina también ha sido implicada en la ateroesclerosis. Sedentarismo La actividad física es un comportamiento modificable que se asocia a los resultados de la EPOC. La actividad física decae progresivamente con el empeoramiento de la gravedad de la enfermedad y es un potente predictor de las tasas de mortalidad por todas las causas en la EPOC, así como en pacientes con EAC. Los hábitos sedentarios están fuertemente asociados a la EAC, y aún sigue sin investigarse si una actividad física baja es solo una consecuencia de la gravedad de la enfermedad en la EPOC o si la actividad física altera la progresión de la enfermedad.16 FIGURA 86-1 Posibles vías de solapamiento de la enfermedad cardiovascular en la enfermedad pulmonar crónica. Enfermedad arterial coronaria: el tabaquismo y los agentes medioambientales inducen inflamación, así como estrés oxidativo en los pulmones, lo cual se traslada hacia la circulación sistémica. Citoquinas como las interleucinas, el factor de necrosis tumoral y el factor estimulante de colonias de granulocitos macrófagos, así como especies reactivas de oxígeno, pueden estimular al hígado para que produzca reactantes de fase aguda como la proteína C reactiva (CRP) y procoagulantes como el fibrinógeno y el factor VIII. También pueden inducir a la médula ósea a liberar células inflamatorias, como leucocitos y monocitos, así como plaquetas. Además, la hipoxia crónica induce la activación del sistema renina-angiotensina (SRA) y la regulación al alza del sistema nervioso simpático, y ambas pueden contribuir a la disfunción endotelial. Estos múltiples factores pueden dar lugar a un aumento de la expresión de moléculas de adhesión sobre el endotelio vascular (molécula de adhesión intercelular [ICAM] y molécula de adhesión a células vasculares [VCAM]), que, a su vez, estimulan la quimiotaxia de monocitos y macrófagos hacia la íntima vascular, la agregación plaquetaria y una mayor captación de lipoproteínas de baja densidad oxidadas (LDL-ox) y la formación de placas ricas en lípidos. Insuficiencia cardíaca: el atrapamiento aéreo y la hiperinsuflación pulmonar pueden causar disfunción diastólica y alteración del llenado ventricular. La enfermedad arterial coronaria y la activación del SRA pueden dar lugar a remodelación cardíaca e insuficiencia cardíaca congestiva. Arritmias cardíacas: la activación simpática, ya sea debida a hipoxemia crónica o a efectos de los fármacos, pueden ocasionar arritmias supraventriculares y ventriculares. NAV, nódulo auriculoventricular; NSA, nódulo sinoauricular. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1723 En ferm ed ad es p u lm o n ares cró n icas y en ferm ed ad card io vascu lar 86 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Insuficiencia cardíaca La EAC es el factor de riesgo más importante de insuficiencia cardíaca sis- tólica; con la ateroesclerosis acelerada que frecuentemente se aprecia en la EPOC, la isquemia coronaria es el mecanismo patogénico más probable para la mayor frecuencia de insuficiencia cardíaca descrita en la EPOC. La isquemia coronaria también da lugar probablemente a disfunción diastólica, y la activación del sistema renina-angiotensina también tiene un papel en la disfunción y remodelación cardíacas. Una proporción sustancial de pacientes con EPOC muestra hiperinsuflación estática y dinámica. La hiperinsuflación estática se caracteriza por una reducción de la capacidad inspiratoria respecto a la capacidad pulmonar total en reposo, y se asocia a disminución del tamaño de las cámaras cardíacas y a dificultades para el llenado diastólico del ventrículo izquierdo.17 La hiperinsuflación dinámica es el reflejo del atrapamiento aéreo durante el ejercicio, y ello tiene una fuerte correlación inversa con el pulso de oxíge- no, una estimación del volumen latido, durante las pruebas de ejercicio cardiopulmonar, lo que sugiere un menor volumen latido a medida que aumenta el volumen torácico pulmonar. Los mecanismos subyacentes a estos efectos de la hiperinsuflación pulmonar sobre el funcionamiento cardíaco están probablemente relacionados con el efecto sobre el llenado ventricular, la reducción del retorno venoso o la disnea asociada, lo que da lugar a la activación del sistema renina-angiotensina, retención de sal y líquidos por los riñones y sobrecarga relativa de volumen. La EPOC grave también se asocia con disfunción del corazón derecho, que cuando es grave puede ocasionar desplazamiento del tabique hacia el ventrículo izquierdo con alteración del llenado ventricular izquierdo. Con frecuencia se ve hipertensión pulmonar (v. capítulo 85), pero raramente es grave, y puede causar alteración del llenado ventricular izquierdo incluso en pacientes con presiones arteriales pulmonares solo ligeramente elevadas.18 Arritmias cardíacas Los pacientes con EPOC frecuentemente presentan alteraciones acido- básicas, así como hipoxemia e hipercapnia, todos ellos factores de riesgo para arritmias supraventriculares y ventriculares. Estas alteraciones se ven más habitualmente bien en etapas tardías de la enfermedad o bien durante exacerbaciones agudas. Un número sustancial de pacientes con EPOC, incluso con enfermedad más leve, presentaneuropatía autónoma; esta se asocia a prolongación del intervalo QTc y a un mayor riesgo de arritmias ventriculares. La EPOC se caracteriza por un aumento del tono simpático, con una frecuencia cardíaca en reposo más alta en comparación con controles equiparados en edad. Diversos fármacos, como los β-agonistas, los anticolinérgicos y la teofilina, también pueden resultar proarritmógenos. Estos se exponen más detalladamente en el apartado sobre interacciones farmacológicas. Manifestaciones clínicas: solapamiento y diagnóstico La EPOC se caracteriza por uno o más de los siguientes: tos crónica, producción de esputo, estridor y disnea de reposo o esfuerzo. Los pacientes con enfermedad grave también pueden presentar disnea paroxística nocturna. Estos síntomas son inespecíficos, por lo que el diagnóstico siempre debe confirmarse por espirometría. La espirometría incluye una maniobra de exhalación forzada partiendo de la inhalación máxima (capacidad pulmonar total) hasta la exhalación máxima (volumen residual), siendo definido el volumen de aire espirado como la capacidad vital forzada (CVF). El volumen de aire espirado durante el primer segundo de esta maniobra, o volumen espiratorio forzado (VEF1), disminuye con el aumento de la gravedad de la enfermedad y la obstrucción del flujo aéreo. El rasgo diagnóstico de la EPOC es la demos- tración de un índice reducido entre el VEF1 y la CVF de menos de 0,7 o por debajo del límite inferior de la normalidad según definición de valores de referencia para una población determinada, en presencia de síntomas. Los pacientes con EPOC y enfermedad cardiovascular con frecuencia son atendidos tanto por cardiólogos como por neumólogos, quienes a menudo no consideran el diagnóstico que no corresponde a su especia- lidad. Esto se debe tanto a falta de concienciación como a un sustancial solapamiento de los síntomas. La EPOC, la EAC y la insuficiencia cardíaca pueden todas presentar disnea de esfuerzo. Además de la disnea, EPOC e insuficiencia cardíaca comparten otros síntomas comunes, como tos y estridor, y en ocasiones la tos nocturna y la disnea paroxística nocturna. Son síntomas frecuentes tanto de la insuficiencia cardíaca sistólica como de la ICFEc. Los edemas periféricos también se ven habitualmente tanto en la insuficiencia cardíaca como en la EPOC, particularmente cuando esta última es grave y se asocia a cor pulmonale. En pacientes con el diagnóstico establecido de una enfermedad, los síntomas de la otra frecuentemente son pasados por alto y atribuidos a la enfermedad primaria. En pacientes con síntomas que son desproporcionados para la gravedad de la patología subyacente se debe sospechar e investigar la coexistencia de patología pulmonar y cardiovascular. En la mayoría de pacientes se puede diferenciar la EPOC de la enfermedad cardiovascular mediante la historia clínica y la exploración física, junto con el apoyo de los estudios de laboratorio y pruebas de imagen adecuados, como las radiografías de tórax, la espirometría, la ecocardiografía bidimensional (2D), los marcadores biológicos en sangre, como las troponinas y la proteína natriurética cerebral, y la elec- trocardiografía en reposo y de esfuerzo. Aunque los pulmones son malos transmisores de los ultrasonidos, estudios recientes han demostrado que los artefactos pulmonares en ecografía pueden ser utilizados para detectar el edema pulmonar y diferenciar la ICC de la EPOC en contextos agudos.19 La confirmación espirométrica de obstrucción al flujo aéreo resulta necesaria para alcanzar un diagnóstico definitivo de EPOC, el cual no debe realizarse únicamente sobre la base del hábito tabáquico y los síntomas. Aunque la diferenciación de estas enfermedades resulta con frecuencia posible, los cambios fisiológicos asociados con la insuficiencia cardíaca pueden confundir la detección y la gradación de la gravedad de la obstrucción al flujo aéreo. Se puede manifestar el edema intersticial como una reducción de la CVF y, por tanto, como un índice VEF1/CVF artificialmente elevado (patrón seudorrestrictivo). El edema peribronquial puede provocar hiperreactividad bronquial y broncoconstricción, lo que da lugar a obstrucción del flujo aéreo (asma cardíaca). Por estas razones, se recomienda una evaluación espirométrica de la enfermedad pulmonar bien realizada con el paciente tan euvolémico como sea posible. Los volúmenes pulmonares se encuentran a menudo elevados en la EPOC y reducidos en la insuficiencia cardíaca, por lo que la estimación mediante pletismografía de la capacidad pulmonar total puede resultar útil para la diferenciación entre estas dos enfermedades, aunque el solapamiento significativo de volúmenes pulmonares en estas entidades reduce la especificidad. La capacidad de difusión de monóxido de carbono (Dlco) es un derivado de la transferencia de oxígeno a través de la barrera hematoalveolar y es más probable que se encuentre disminuida en los pacientes con enfisema que en aquellos con insuficiencia cardíaca, en quienes la Dlco es frecuentemente normal o está elevada debido a un aumento del volumen sanguíneo intrapulmonar. En algunos pacientes con enfermedades graves coexistentes, las pruebas de esfuerzo cardiopulmonar pueden resultar necesarias para comprender las contribuciones relativas de cada patología a la limitación al ejercicio. Tratamiento e interacciones farmacológicas La mayoría de las directrices coinciden actualmente en que los tratamientos de la EPOC y de la enfermedad cardiovascular deben seguir las recomendaciones estándar para cada enfermedad. El tratamiento no farmacológico con rehabilitación pulmonar se asocia a mejoría significativa de la disnea, la calidad de vida respiratoria y la capacidad de ejercicio, independientemente de la gravedad de la patología pulmonar, y la presencia de comorbilidad cardíaca no debe ser considerada una contraindicación para el ejercicio (v. capítulo 53); los ejercicios de rehabilitación tienen claros beneficios también sobre la enfermedad cardiovascular. Los pilares del tratamiento farmacológico de la EPOC son los broncodilatadores inhalados, entre los que se encuentran los fármacos β -agonistas y los anticolinérgicos, así como los corticoes- teroides inhalados para aquellos con enfermedad más avanzada y exacerbaciones frecuentes. Aunque estos fármacos alivian la disnea y mejoran la capacidad de realizar ejercicio y la calidad de vida res- piratoria, sigue debatiéndose sobre si algunos de ellos aumentan el riesgo de episodios cardiovasculares.20 Grandes estudios poblacionales, aunque retrospectivos, han encontrado una incidencia de 1,5 a 4,5 veces mayor de arritmias con el uso de medicamentos β-agonistas de acción corta. También se ha descrito un aumento similar del riesgo de arritmias con los β-agonistas de acción prolongada. Los datos sobre el fármaco anticolinérgico de acción corta ipratropio son mixtos, demostrando algunos, pero no todos los estudios, un riesgo ligeramente mayor de arritmias. Aunque los metaanálisis sobre datos de seguridad de los antimuscarínicos de acción prolongada, como el tiotropio, sugerían un mayor riesgo de arritmias en aquellas personas con patología cardíaca subyacente significativa, un gran ensayo clínico aleatorizado reciente Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1724 EN FE RM ED A D ES D EL M IO CA RD IO , D EL P ER IC A RD IO y D EL L EC h O V A SC U LA R PU LM O N A R IX sobre cuestiones de seguridad encontró que no había mayor riesgo de arritmias por el uso de tiotropio incluso en aquellos con enfermedad cardíaca establecida.21 Estudios sobre seguridad post hoc también han sugerido que el riesgo de episodioscardíacos y de mortalidad no está aumentado por el tiotropio, aunque los estudios clínicos descartaron a aquellos con episodios cardíacos recientes o con una cardiopatía inestable, con quienes se debe tener prudencia.22 Hay también informes de un mayor número de ingresos hospitalarios de los pacientes con ICC tratados con medicamentos β-agonistas inhalatorios. El uso de teofilina y de esteroides orales también se asocia a fibrilación auricular (v. también capítulo 38). El análisis acumulativo sugiere que el roflumilast, un inhibidor selectivo de la fosfodiesterasa 4 tiene un perfil cardíaco seguro, pero aún no están disponibles los datos de fase 4 tras su aprobación.23 La azitromicina se utiliza para evitar las exacerbaciones frecuentes y puede provocar prolongación del intervalo QT (v. también capítulos 32 y 33). Datos retrospectivos que sugerían que podría existir un mayor riesgo de arritmias con el uso de azitromicina provocaron la inclusión de un recuadro negro de advertencia de la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense. Sin embargo, múltiples estudios aleatorizados extensos no encontraron efectos cardíacos adversos; estos estudios excluyeron a pacientes con un intervalo QTc prolongado, y esta medida de precaución está recomendada actualmente para la práctica clínica. También se utilizan con frecuencia múltiples fármacos cardíacos en pacien- tes con EPOC. Existe una notable preocupación sobre el empeoramiento de la obstrucción al flujo aéreo por el uso de β-bloqueantes, aunque los ensayos clínicos sugieren que ello no resulta clínicamente significativo, en especial con los medicamentos cardioselectivos. De hecho, el uso de β-bloqueantes cardioselectivos en la EPOC se asocia a mejores tasas de supervivencia, tanto a largo plazo como cuando se mantienen durante las exacerbaciones agudas. Datos retrospectivos también sugieren que su uso se asocia a reducción de la frecuencia de exacerbaciones, probablemente debido a sus efectos cardioprotectores, aunque esto sigue sin haberse confirmado en ensayos aleatorizados. Los estudios retrospectivos también sugieren un efecto beneficioso sobre la frecuencia de las exacerbaciones del uso de estatinas, inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina y de antagonistas del receptor de angiotensina; sin embargo, un gran estudio aleatorizados no confirmó los beneficios de las estatinas sobre las tasas de exacerbación.1 Exacerbaciones agudas La historia natural de la EPOC viene jalonada de episodios de exacerbación aguda de los síntomas, los cuales provocan a menudo ingresos hos- pitalarios, afectan significativamente la calidad de vida y aceleran el declive de la función pulmonar, y se asocian a sustanciales riesgos de mortalidad a corto y largo plazo. Estas exacerbaciones se asocian a acentuación de la inflamación pulmonar y sistémica, aumento del estrés oxidativo, incremento del tono simpático, hiperinsuflación pulmonar y arritmias cardíacas. Las señales exageradas a lo largo de estas vías confieren un mayor riesgo de isquemia coronaria, rotura de placas vulnerables, arritmias ventriculares cardíacas e insuficiencia cardíaca. El riesgo de infarto agudo de miocardio de 1 a 5 días después de una exacerbación es el doble, y la isquemia subclínica resulta probablemente más frecuente.24 De hecho, los niveles de troponina y de proteína natriurética cerebral N-terminal están elevados durante las exacerbaciones y ambos se asocian a tasas de mortalidad más altas. La disfunción diastólica es frecuente en la EPOC estable y puede descompensarse en el contexto de arritmias cardíacas subclínicas o detectadas clínicamente. La congestión a lo largo de los haces peribroncovasculares puede aumentar la reactividad de la vía respiratoria y producir una descompensación del estado respiratorio que puede resultar clínicamente difícil de diferenciar de las exacerbaciones agudas habituales. Pronóstico La coexistencia de patología cardíaca y EPOC frecuentemente da lugar a peores pronósticos. Aproximadamente la mitad de los pacientes con EPOC fallecen por enfermedad cardiovascular. La presencia de insuficiencia cardíaca dobla aproximadamente el riesgo de mortalidad a 4 años en la EPOC. Los pacientes con disfunción diastólica presentan una mayor frecuencia de exacerbaciones de EPOC y las exacerbaciones graves se asocian a disfunción diastólica en alrededor de un tercio de los pacientes. La EPOC también tiene un impacto adverso sobre los pronós- ticos cardiovasculares, y se asocia con aumento al doble de la frecuencia de ingresos hospitalarios debidos a angina o infarto de miocardio. La EPOC se asocia también a un riesgo considerablemente mayor de reingreso hospitalario y fallecimiento tras un infarto de miocardio. ENFERMEDAD PULMONAR INTERSTICIAL Las enfermedades pulmonares intersticiales (EPI) son un grupo heterogé- neo de trastornos difusos del parénquima pulmonar que están vinculadas a susceptibilidad genética, exposiciones medioambientales entre las que figura el tabaquismo y el envejecimiento, y que se caracterizan por grados diversos de inflamación y fibrosis en el parénquima pulmonar, lo que da lugar a una pérdida progresiva de la función pulmonar y al fallecimiento. Las categorías principales de la EPI son la fibrosis pulmonar idiopática (FPI) y la neumonitis intersticial no especificada (NINE), que actualmente es reconocida como una entidad diferenciada. Otras EPI más raras son la neumonitis intersticial relacionada con el tabaco y la neumonitis intersticial aguda y subaguda. Las NINE son idiopáticas o se ven en asociación con enfermedades del colágeno vascular, neumonitis por hipersensibilidad y toxicidad de fármacos. La enfermedad cardiovas- cular asociada a enfermedades del tejido conjuntivo se describe en otro apartado (v. capítulo 94). Este apartado se centra en la FPI, el tipo principal de EPI y la que presenta el peor pronóstico a largo plazo. La FPI tiene una prevalencia de 13 a 42 casos por cada 100.000 habitantes en EE. UU., y aunque los datos sobre su prevalencia son escasos para las EPI no FPI, estas de forma combinada son probablemente más prevalentes.25 De hecho, en poblaciones en riesgo para EPI como los fumadores, la tasa de anomalías intersticiales pulmonares visualizadas por estudios de tomografía computarizada (TC) puede llegar a alcanzar hasta el 10%.26 La FPI se asocia al mismo tipo de comorbilidades cardíacas que la EPOC. Se han descrito arritmias en alrededor de una quinta parte, ICC en el 4-26% y EAC en el 3-68% de los afectados, en función de la gravedad de la enfermedad.4 De manera similar a la EPOC, la FPI ha sido identificada como un factor de riesgo independiente para el desarrollo de EAC, y el riesgo de FPI podría ser mayor para niveles similares de exposición al tabaco. Los mecanismos de esta asociación son similares a los señalados para la EPOC, con regulación al alza de las vías inflamatoria y oxidativa. La enfermedad cardiovascular es segunda en frecuencia solo por detrás de la insuficiencia respiratoria como causa de muerte en pacientes con FPI, con un 25% de fallecimientos por causas cardíacas, por lo que el diagnóstico de EPI debe promover una cuidadosa evaluación de patología cardíaca.27 Las EPI suelen presentarse con síntomas de tos seca crónica y disnea de esfuerzo. La exploración clínica suele revelar crepitantes en las bases pulmonares, los cuales pueden confundirse con los crepitantes basales que se escuchan en la insuficiencia cardíaca. Las pruebas de función pulmonar muestran un patrón restrictivo en la espirometría (VEF1/CVF > 0,7 y CVF < 80% de la predicha); deben confirmarse los defectos res- trictivos con mediciones de los volúmenes pulmonares. La TC suele poder diferenciar la FPI de la insuficiencia cardíaca a partir de las opacidades intersticiales basales de base pleural predominantes sin derrame pleural, aunque no siempre es posible cuando las dos enfermedades coexisten. El diagnóstico definitivo de FPIes por biopsia pulmonar. No hay cura conocida para la FPI, aunque dos fármacos orales de reciente aprobación, pirfenidona y nintedanib, pueden enlentecer la progresión. El nintedanib es un inhibidor de la tirosina cinasa y hay informes sobre prolongación del QT, disfunción del ventrículo izquierdo, hipertensión y trombosis arterial asociados al uso de inhibidores de la tirosina cinasa, aunque la mayoría de datos derivan de su uso en pacientes oncológicos. ASMA BRONQUIAL El asma bronquial es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias que se caracteriza por obstrucción reversible al flujo aéreo. Aunque la reversibilidad con broncodilatadores es útil como apoyo para el diagnóstico de asma, no resulta lo suficientemente específica como para diferenciar el asma de la EPOC, la cual puede asociarse aún a reversibilidad con broncodilatadores en aproximadamente el 40% de los pacientes. La prevalencia del asma es aproximadamente del 8% en EE. UU. Aunque el asma también se asocia a inflamación crónica y los datos que apoyan una relación entre asma crónica y enfermedad cardiovascular son escasos, el riesgo de EAC parece ser ligeramente mayor que en la población general tras los ajustes para otros factores de riesgo cardíaco.28 Los hallazgos sobre función pulmonar en el asma bronquial suelen incluir obstrucción al flujo aéreo que es reversible con la administración de broncodilatadores. Los pacientes con asma leve pueden presentar una espirometría normal, mientras que aquellos con asma grave des- controlada pueden sufrir una obstrucción al flujo aéreo que no revierte completamente con broncodilatadores, de manera similar a la EPOC. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 14, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 1725 En ferm ed ad es p u lm o n ares cró n icas y en ferm ed ad card io vascu lar 86 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . El asma bronquial se diagnostica con frecuencia fácilmente por la historia clínica, la exploración física y la espirometría cuando aparece en fases tempranas de la vida. Sin embargo, los pacientes de mayor edad que presentan tos, estridor y disnea nocturna deben ser valorados adicionalmente sobre causas cardíacas. La congestión a lo largo de los haces broncovasculares en los pacientes con insuficiencia ven- tricular izquierda puede dar lugar a asma cardíaca. Esta se diagnostica clínicamente, aunque unos resultados leves o negativos en pruebas de broncoprovocación con metacolina apoyan el diagnóstico. Aunque los datos que apoyan el uso de broncodilatadores en el asma cardíaca son escasos, se recomienda a menudo un ensayo con los mismos para esta- blecer si hay coexistencia con asma bronquial. El tratamiento del asma cardíaca está dirigido primariamente a mejorar la función cardíaca. Dada la elevada prevalencia del asma, es importante considerar los potenciales efectos secundarios cardíacos de los medicamentos inhalados, especialmente los β-agonistas de acción prolongada, como el salmeterol y el formoterol. Cuando se utilizan solos, estos medicamentos se asocian a un riesgo de mortalidad relacionada con el asma de 1,5 a 4,5 veces mayor, y en algunos casos a mortalidad cardíaca probablemente debida a arritmias, lo que ha motivado que la FDA lance una advertencia de recuadro negro frente a la monoterapia con estos medicamentos. La combinación de β-agonistas de acción prolongada con corticoesteroides inhalados parece reducir este riesgo.29,30 FIBROSIS QUÍSTICA La fibrosis quística (FQ) es una enfermedad autosómica recesiva del moco y de las glándulas sudoríparas que se manifiesta primariamente como patología obstructiva de la vía respiratoria e insuficiencia pancreática. Existen aproximadamente 30.000 pacientes con FQ en EE. UU. y aproxima- damente 70.000 en todo el mundo. Con los avances en el diagnóstico, el tratamiento y la atención sanitaria, la mediana temporal de supervivencia ha aumentado con firmeza desde los 10 años a principios de la década de 1960 hasta los 40 años de la actualidad. Con el aumento de la longevidad, existe una conciencia creciente de las complicaciones cardiovasculares de esta enfermedad pulmonar inflamatoria crónica. Los mecanismos para una ateroesclerosis acelerada son probablemente similares a los que se ven con otras EPC; se ha documentado disfunción endotelial, evidenciada por una alteración en la dilatación mediada por el flujo en la arteria braquial en pacientes con FQ de incluso 7 a 18 años de edad.31 Además de la EPC, estos pacientes suelen tener deficiencia de vitaminas antioxidantes liposolubles a pesar de su suplementación, como resultado de la insuficiencia pancreática. Las recomendaciones nutricionales suelen ser de una ingesta rica en grasas que aporten hasta el 40% de las calorías totales con el fin de compensar la mala digestión, así como el mayor gasto energético que se aprecia en la FQ. Se han observado alteraciones consis- tentes de los niveles de ácidos grasos poliinsaturados en los pacientes con FQ; son probablemente proateroescleróticos. La diabetes relacionada con la FQ también es un importante factor de riesgo para EAC precoz. TRASPLANTE PULMONAR Se realizaron aproximadamente 2.100 trasplantes pulmonares en EE. UU. en 2016, más habitualmente por EPOC, FPI y FQ. Durante los 3 años posteriores al trasplante pulmonar, el 90% de los receptores sin factores preexistentes de riesgo cardiovascular desarrollaron uno o más facto- res de incidencia de riesgo cardíaco y el 40% desarrollaron dos o más fac- tores de riesgo.32 Estos riesgos se acentuaron por el uso de medicamentos inmunodepresores, como la ciclosporina y los glucocorticoides, los cuales se asocian a vasculopatía acelerada. En comparación con los trasplantes de otros órganos sólidos, como corazón, riñones e hígado, que presentan tasas de supervivencia a 10 años que se aproximan al 50-60%, la tasa de supervivencia a 10 años para los trasplantes pulmonares es solo del 22%. La principal causa de fallecimiento a menos de 5 años de un trasplante pulmonar es el síndrome de bronquiolitis obliterante, mientras que las causas cardiovasculares suponen el 5% de las muertes. Sin embargo, con la longevidad creciente de estos pacientes se espera que aumente la enfermedad cardiovascular, por lo que la evaluación cardíaca deber formar parte de la valoración de todos los pacientes tras un trasplante. PERSPECTIVAS FUTURAS Las EPC se asocian a una prevalencia elevada de enfermedad cardiovascular en comparación con controles equiparables. Muchas EPC, como la EPOC y la FPI, deben ser consideradas como trastornos proateroescleróticos y, según esto, estos pacientes deben ser vigilados en busca de enfermedad cardiovascular. La ateroesclerosis acelerada se debe probablemente a una combinación de factores de riesgo cardiovascular tradicionales e inflamación sistémica y estrés oxidativo. En pacientes con síntomas desproporcionados para la gravedad de la patología subyacente hay que investigar activamente causas adicionales, incluidas la EAC y la insuficiencia cardíaca. Los fármacos utilizados para la EPOC y la FPI pueden incrementar el riesgo de arritmias, por lo que hay que tener prudencia y prestar estrecha atención al análisis de riesgos-beneficios, así como tener en cuenta las interacciones farmacológicas adicionales. La rehabilitación pulmonar se asocia a una mejoría significativa del estado funcional de todos los pacientes con EPC, y la presencia de comorbilidad cardíaca no debe ser considerada una contraindicación. Se recomienda un bajo índice de sospecha para patología cardíaca en todos los pacientes con EPC, independientemente de la gravedad de la enfermedad. BibliografíaEnfermedad pulmonar obstructiva crónica 1. Bhatt SP, Dransfield MT. Chronic obstructive pulmonary disease and cardiovascular disease. Trans Res J Lab Clin Med. 2013;162:237-251. 2. 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