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142 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Agudización del asma CONCEPTO La agudización del asma bronquial es uno de los cuadros clíni- cos más frecuentes en cualquier servicio de urgencias médicas, por lo que su tratamiento debe ser bien conocido, tanto por los médicos de atención primaria como por los que trabajan en los servicios de urgencia. Los fármacos antiasmáticos actual- mente disponibles, el más adecuado control de la enfermedad y también la mejor evaluación de la gravedad de las crisis han llevado a una reducción drástica en la frecuencia de las agudi- zaciones graves. Hoy en día, las agudizaciones de riesgo vital son excepcionales y el denominado status asmaticus (estado asmático) es una curiosidad de los libros clásicos difícil de observar en la actualidad. A pesar de ello, el tratamiento de las crisis de asma aún no es el idóneo. Por ejemplo, el uso de los medidores de flujo espiratorio máximo (PEF) para evaluar la gravedad y la progresión de estas crisis es escaso, incluso en los hospitales. Por otro lado, todavía persiste una mortalidad residual potencialmente evitable. El tratamiento correcto de una crisis de asma es muy impor- tante y no es solo una cuestión académica, científica o ética para los médicos que atienden a estos enfermos. El asma aguda mal tratada puede tener una elevada morbimortalidad, que se reduce drásticamente cuando el tratamiento se lleva a cabo de manera adecuada. Por otro lado, la agudización asmática tiene un enorme impacto económico sobre el sistema sanitario. Todo esto explica el porqué de la gran cantidad de trabajos y las numerosas guías clínicas sobre las agudizaciones de asma que muestra la bibliografía, que pretenden tanto reducir su incidencia en la población asmática como establecer unas pautas terapéuticas que aseguren la mejor y más rápida recuperación posible. Sin embargo, muchas de estas guías y planes no se basan en grados de evidencia científica aceptable, sino en la opinión de expertos, con las limitaciones que tal circunstancia conlleva. Por tanto, aunque la atención a las agudizaciones ha mejorado mucho, persisten algunas preguntas de gran importancia prác- tica: ¿deben tratarse igual todas las agudizaciones?, ¿se dispone de alguna herramienta que indique el factor desencadenante y que sirva para perfilar el tratamiento?, ¿cuál es la dosis ideal de broncodilatadores?, ¿y la de corticoesteroides?, ¿tienen algún papel los corticoesteroides inhalados? Las respuestas a estas preguntas no se conocen en la actualidad, pero algunos estudios van aportando datos para contestarlas en un futuro próximo. El asma bronquial es una enfermedad crónica de historia natural y evolución muy variables, pero que en la mayoría de los pacientes cursa de manera paroxística. Esto significa que en el asma se alternan períodos de relativa o total ausencia de síntomas con brotes clínicos muy sintomáticos. A su vez, estos brotes son muy heterogéneos en intensidad y duración. Por tanto, en una enfermedad tan paroxística y cambiante como la que se está describiendo no parece fácil identificar las llamadas agudizaciones, exacerbaciones o crisis de asma. En realidad, no existe una definición objetiva y ampliamente aceptada para identificar una agudización asmática. Sin embargo, el concepto es bien conocido por todos los clínicos. Así, la agudización del asma puede describirse como un período de la enfermedad en el que los síntomas o las alteraciones funcionales o bioló- gicas empeoran de forma manifiesta en un plazo de tiempo corto (horas o días). La Global initiative for asthma (GINA) da el nombre de agudización asmática a los episodios en los que aumenta de modo progresivo la disnea, la tos, las sibilancias o la tirantez torácica, o alguna combinación de estos síntomas, y que se acompañan de una reducción de la función pulmonar, cuya intensidad refleja la gravedad de la crisis. Conviene diferenciar claramente la agudización del asma de otras situaciones de la enfermedad que también cursan con síntomas, como el asma no controlada o el asma grave. Por tanto, no se incluyen en la definición de asma agudizada la enfermedad que evoluciona de manera continua ni la situa- ción en la que el empeoramiento no es progresivo o cursa en un período largo de tiempo (semanas o meses). Esta situación se conoce como asma no controlada. Obviamente, tampoco se consideran agudizaciones del asma los síntomas casi continuos que se observan en las formas más graves de la enfermedad, por muy graves o invalidantes que sean los síntomas. En realidad, la diferencia es sutil. El asma no controlada implica que los mecanismos patogénicos de la enfermedad están activos. Según la intensidad de esta activación aparecen los diferentes niveles de gravedad. La activación afecta a algu- nos o a todos los aspectos del asma: síntomas, obstrucción al flujo aéreo, hiperrespuesta bronquial, inflamación de la vía aérea y remodelado. Además, en la agudización del asma estos mecanismos están activos. No obstante, la diferencia fundamental con el asma no controlada reside en el deterioro rápido y progresivo (clínico, funcional y biológico) que puede conducir a un desenlace fatal si no se trata a tiempo. Así, el 19 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 19 Agudización del asma 143 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. asma no controlada, aun en los casos graves, no parece pro- gresar y no conduce necesariamente a una crisis de asma. Ambos tipos de brotes de la enfermedad, progresivos (agudización) o no progresivos (asma no controlada), apa- recen como consecuencia de factores desencadenantes que inician o aceleran los mecanismos patogénicos que provocan los síntomas. Estos factores son muy diversos y en ellos se incluyen las infecciones del tracto respiratorio, los alergenos, la rinitis o sinusitis crónica, el reflujo gastroesofágico, la exposición a ciertos fármacos (p. ej., antiinflamatorios no esteroideos [AINE]), los irritantes fisicoquímicos inhalados, la suspensión o alteración del tratamiento habitual o incluso los factores psicosociales. Curiosamente, la acción de uno de estos desencadenantes en un paciente asmático no conduce necesariamente ni siempre a una crisis de asma. Por ejemplo, un desencadenante típico y muy frecuente en la precipitación de los brotes de la enfermedad son las infecciones víricas por Rhinovirus. Sin embargo, el motivo por el cual una infección por Rhinovirus lleva, en algunas ocasiones, a un simple descon- trol no progresivo del asma y, en otras, a una crisis asmática se desconoce totalmente. FISIOPATOLOGÍA El conocimiento actual de los mecanismos patogénicos que desencadenan las agudizaciones del asma proviene, al menos inicialmente, de estudios experimentales realizados sobre modelos animales. Sin embargo, la validez de estos resultados es limitada, porque la especie humana es la única que padece la enfermedad asmática. En realidad, para poder analizar las crisis asmáticas ha tenido que recurrirse a trabajos efectuados en seres humanos, como los de broncoprovocación utilizando desencadenantes comunes, como alergenos o virus, capaces de inducir crisis leves o moderadas. Otros procedimientos emplea- dos han sido también los basados en la inducción de crisis en individuos asmáticos estables a través de la suspensión, más o menos gradual, del tratamiento antiinflamatorio. Finalmente, otros trabajos se han basado en la observación directa de las crisis espontáneas. Esto último, aunque es una forma de inves- tigación más realista, se usa poco debido a las dificultades metodológicas que se asocian con este tipo de estudios. Los resultados de los trabajos mencionadosson muy com- plejos y no es el objetivo de este capítulo profundizar en ellos. Sin embargo, sí conviene señalar que los mecanismos inflamatorios que conducen a una crisis asmática son simila- res a los descritos a propósito de la inflamación crónica que caracteriza a la enfermedad asmática en fase estable. El agente desencadenante de la crisis induciría una respuesta inflamatoria predominantemente eosinofílica o, como alternativa, neu- trofílica, que iniciaría, agravaría o aceleraría la ya existente, induciendo un infiltrado bronquial inflamatorio y liberando gran cantidad de mediadores. Estos mediadores estimularían las células inflamatorias, las epiteliales y las endoteliales, la musculatura lisa bronquial y las glándulas mucosas o sus ter- minales nerviosos, que producirían la obstrucción bronquial, el edema y la hipersecreción. Estas alteraciones conducirían a una progresión de la obstrucción, facilitando el atrapamiento aéreo, la hiperinflación dinámica y el deterioro del cociente entre la ventilación y la perfusión pulmonares, lo que modificaría el intercambio gaseoso pulmonar. Todo ello sería la causa de los síntomas del paciente. La diferencia obvia con la fase estable o crónica de la enfer- medad, desde un punto de vista fisiopatológico, es la intensidad de la respuesta, tanto en la mecánica pulmonar como en la reacción inflamatoria. Así, se ha comprobado que existe una intensa activación inflamatoria durante las crisis, con un aumen- to importante en los niveles de los correspondientes marcadores, muy superiores a los que se observan en la fase crónica. Algunos autores han sugerido que el tipo de respuesta inflamatoria estaría en relación directa con el factor desencadenante específico. La evolución temporal o cinética de los mecanismos pato- génicos que acontecen en las agudizaciones asmáticas se ha descrito con detalle en varios trabajos recientes. El estímulo o desencadenante inicial produciría una respuesta inflamatoria, que puede detectarse fácilmente, en la sangre o en el esputo, hasta 3 semanas antes de iniciarse las alteraciones clínicas o funcionales. Los síntomas, a su vez, suelen preceder hasta en 1 semana a la obstrucción bronquial, excepto en los sujetos que tienen una mala percepción de sus síntomas. Este dato puede resultar muy útil para identificar a los pacientes que empeoran al serles retirado el tratamiento esteroideo antes de entrar en crisis. CLASIFICACIÓN Y DECISIÓN DE INGRESO El tratamiento actual del asma aguda no es empírico, sino que se basa en la fisiopatología de la enfermedad. La evolu- ción que ha experimentado el enfoque terapéutico de las crisis asmáticas durante las últimas décadas es un fiel reflejo de los avances que se han producido. Así, hasta los años noventa la piedra angular del tratamiento se refería a la obstrucción bronquial, considerada como la causa principal de la morbi- mortalidad de la enfermedad. Esto justificó que la medida de la obstrucción y la broncodilatación dominasen durante muchos años la terapia del asma aguda. Conocer las alteraciones de la mecánica ventilatoria, que son consecuencia de la obstruc- ción bronquial, y sus efectos sobre el intercambio gaseoso fue imprescindible para indicar adecuadamente la oxigenoterapia y la ventilación mecánica en los casos más graves. Posteriormente, al incorporarse el concepto de inflamación bronquial, se añadieron los glucocorticoesteroides como fár- macos imprescindibles para el control de las agudizaciones. Aunque los beneficios que aporta la corticoterapia son bien conocidos, el tiempo de latencia necesario para que ejerzan su acción antiinflamatoria hizo que su efecto fuera visto con cierto escepticismo, al menos como compuestos aplicables durante las primeras horas de la crisis. Esto llevó a la búsqueda de sus- tancias antiinflamatorias potencialmente más rápidas, como los antagonistas de los leucotrienos o los corticoesteroides inhalados. Sin embargo, su papel en la fase aguda continúa siendo incierto. Por otra parte, la medida de la intensidad de la inflamación que se produce durante la fase aguda no fue posible, en general, hasta la aparición del análisis del esputo inducido por suero salino hipertónico. Este método es útil y seguro cuando se aplica al paciente agudizado. Su principal atractivo consiste en que puede identificar el tipo de inflamación predominante, indicando el posible origen de la exacerbación en atención a las células inflamatorias implicadas en cada caso (inflamación eosinofílica, neutrofílica, mixta o Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN III Enfermedades de las vías aéreas 144 ninguna de ellas). Esto debería repercutir en la orientación del tratamiento. Sin embargo, lo cierto es que la aplicación de este método a la práctica diaria no parece posible mientras no se demuestre un adecuado balance entre el coste y el bene- ficio. Por otro lado, resulta llamativo que, al menos hasta la fecha, se hayan estudiado poco otros mecanismos patogénicos claramente implicados en las agudizaciones del asma, como la hipersecreción o el edema. Es más, las guías actuales no mencionan acción terapéutica directa alguna sobre estas dianas. Dado que el tratamiento de la crisis depende de la gravedad de la exacerbación, es lógico que se requiera una valoración adecuada de dicha gravedad. Lo ideal es que esta se base en los datos objetivos que se relacionan estrechamente con la mor- bimortalidad de las crisis asmáticas: el grado de obstrucción bronquial y el deterioro del intercambio gaseoso. La anamne- sis, por su parte, ayuda a identificar los posibles factores desen- cadenantes, que también pueden precisar de un tratamiento específico (neumonías, sinusitis, administración de AINE, etc.). Asimismo, sirve para conocer cuáles eran la situación previa al tratamiento y la gravedad del asma del paciente antes de la crisis actual. La exploración física es imprescindible para orientar el diagnóstico o confirmarlo e identificar los síntomas o signos que se asocian con un peor pronóstico. El primer paso en la evaluación de cualquier agudización del asma es constatar la presencia o la ausencia de los signos clínicos que se relacionan con un peor pronóstico. Estos signos, que dependen de la insuficiencia ventilatoria condicionada por la obstrucción de la vía aérea, son los siguientes: ● Alteración del nivel de consciencia. ● Incapacidad para acabar las frases o las palabras. ● Elevación de la frecuencia cardíaca y respiratoria. ● Cianosis y sudoración. ● Uso de la musculatura respiratoria accesoria. ● Tiraje intercostal. ● Incoordinación respiratoria toracoabdominal. Si el individuo tiene varios de estos síntomas, se trata de una emergencia médica y debe valorarse la necesidad de una intu- bación orotraqueal, una ventilación mecánica y el traslado del enfermo a una unidad de cuidados intensivos. Si no presenta ninguno de estos datos, lo más importante es establecer la gravedad de la agudización. Para ello, las guías actuales acon- sejan medir el grado de la obstrucción bronquial. Por tanto, en las agudizaciones del asma es imprescindible realizar una adecuada anamnesis y una buena exploración física, que deben seguirse siempre, salvo que el individuo muestre signos de gravedad extrema, de una espirometría o, mucho más barato y sencillo, de una determinación del PEF. En la práctica habi- tual, no medir el PEF en un sujeto consciente en el que se sospecha un asma debería ser tan impensable como no medir la temperatura en un paciente en el que se cree que existe una hipertermia. Por desgracia, la realidad no es así por múltiples razones (¿o son excusas?). A continuación, según la sospecha etiológica (factor desen- cadenante) y la gravedad de la crisis asmática,podría estar indicado realizar las siguientes exploraciones complementarias: ● Hemograma y valoración de la bioquímica sérica. Excep- to la medición de la eosinofilia, que puede ser de alguna utilidad en el asma, las demás determinaciones tienen en los asmáticos las mismas indicaciones que en la población general. En general, solo están justificadas en los casos graves o cuando hay antecedentes patológicos de interés. ● Radiografía de tórax. Está indicada para llevar a cabo el diagnóstico diferencial con otras causas de disnea o de sibilancias y para valorar la posibilidad de una neumonía. ● Gasometría arterial. Los estudios clásicos establecieron que, habitualmente, solo una obstrucción bronquial supe- rior al 50% del valor teórico afecta de manera significativa y lineal el intercambio gaseoso. Por tanto, la gasometría arterial únicamente está indicada en las crisis graves o ante la sospecha de alguna complicación (p. ej., una neumonía). En la actualidad, la pulsioximetría, casi siempre disponible y fácil de realizar, puede aplicarse con ventaja a todos los pacientes con disnea, evitando así en bastantes casos gaso- metrías que pueden ser innecesarias. La clasificación de la gravedad de las agudizaciones asmáticas se hace en atención a la intensidad de la obstrucción de la vía aérea existente e incluye los tres grados siguientes: ● Agudización leve de asma: volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) o PEF mayores del 70% del valor teórico o del mejor registro del paciente o de 300 L/minuto. ● Agudización moderada de asma: FEV1 o PEF entre el 50 y el 70% del valor teórico o del mejor registro del paciente o de 150-300 L/minuto. ● Agudización grave de asma: FEV1 o PEF menores del 50% del valor teórico o del mejor registro del paciente o de 150 L/minuto. Esta clasificación permite establecer, de forma clara, el trata- miento que se precisa para un determinado nivel de gravedad y objetivar, además, la respuesta que se produce efectuando valoraciones sucesivas. De este modo, pueden fijarse criterios objetivos y seguros para indicar el ingreso hospitalario o para remitir al enfermo de vuelta a su médico de cabecera para que siga su evolución ambulatoriamente (tabla 19.1). Los criterios de ingreso hospitalario deben establecerse una vez que se ha puesto en marcha el tratamiento inicial. Aunque no hay acuerdo sobre el lapso de tiempo que hay que esperar para revaluar nuevamente a un paciente, parece razonable hacerlo a la hora y, en caso de duda, 4 y 6 horas des- pués de que haya comenzado el plan terapéutico. Este tiempo puede ser, según la experiencia del autor, un tiempo adecuado. Los criterios de ingreso que se han relacionado con un riesgo elevado de recidiva son, según la Guía española para el manejo del asma (GEMA) de 2009, los siguientes: ● Signos de riesgo vital a pesar del tratamiento recibido. ● Persistencia de una obstrucción al flujo aéreo superior al 50%. ● Escasa respuesta clínica. ● Existencia de factores de riesgo para un asma de riesgo vital: exacerbaciones recientes o múltiples en el último año, ingresos previos en una unidad de cuidados intensivos, uso de corticoesteroides orales previos a la crisis, duración de los síntomas superior a las 2 semanas o inferior a las 2 horas desde el comienzo de la crisis y problemas psicosociales. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 19 Agudización del asma 145 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. TRATAMIENTO El tratamiento propuesto a continuación se basa en la revisión de la guía GINA de 2007, que es muy similar, desde un pun- to de vista práctico, a la última revisión del año 2012 (fig. 19.1). Es un tratamiento escalonado que debe utilizarse según la valoración de la gravedad de la agudización que se establezca en cada caso. Se aconseja emplear de manera simultánea los fármacos que se describen a continuación, con el objeto de acelerar la resolución de la crisis. Oxígeno El objetivo de la oxigenoterapia es mantener una satura- ción arterial de oxígeno superior al 90 o 92%, para evitar la aparición de una insuficiencia respiratoria. Aunque el oxígeno puede administrarse mediante cánulas nasales en los pacientes inestables, es recomendable recurrir a las mascarillas de tipo Venturi, aplicando el flujo mínimo que consigue la saturación de oxígeno indicada. No se aconsejan los denominados altos flujos de oxígeno (fracción inspirada de oxígeno [FIO 2] mayor del 35%), ya que pueden inducir una hipercapnia, sobre todo en los enfermos que tienen una obstrucción bronquial más grave. Agonistas β2-adrenérgicos inhalados de acción corta y rápida Un broncodilatador de acción rápida, como un agente β2-adre- nérgico de acción corta (salbutamol o terbutalina), es el fár- maco de primera elección. La vía de administración debe ser la inhalatoria. La vía oral, la intramuscular o la intravenosa no tienen ventajas sobre la inhalatoria y sí una mayor incidencia de efectos secundarios, por lo que deben reservarse para las situaciones graves. Los cartuchos presurizados son la forma de presentación más habitual en el ambiente ambulatorio. Facilitan una dosis de salbutamol de 0,1 mg/inhalación o de terbutalina de 0,25 mg/inhalación. Se aconseja una dosis que oscile entre 4 y 10 inhalaciones, preferiblemente con una cámara espaciadora, que puede repetirse cada 10 minutos hasta que se observa una respuesta o hasta un máximo de 1 hora. En el medio hospitala- rio de nuestro país se ha popularizado extraordinariamente el uso de la nebulización con mascarillas turbojet de tipo Hudson, utilizando como fuente propulsora el oxígeno a presión (si no hay contraindicación para ello) o el aire comprimido. La dosis empleada suele ser 1 mL (5 mg) de salbutamol disuelto en 3 mL de suero salino, que resulta ideal para la mayoría de las mascari- llas disponibles en el mercado. Para una óptima nebulización con estas mascarillas hay que recordar que el fabricante indica el volumen mínimo necesario y el flujo recomendado para facilitar una nebulización lo más homogénea posible. A pesar de su popularidad, la nebulización no ofrece ventaja alguna respecto a los cartuchos presurizados. Por el contrario, conviene recordar que una nebulización equivale a 50 inhala- ciones del cartucho, que suele contener un total de 100. Esta macrodosis no se encuentra en la ficha técnica de ninguno de estos fármacos y solo puede considerarse como posible en el período agudo de estabilización (habitualmente unas horas). TABLA 19.1 Clasificación de la gravedad de las exacerbaciones asmáticas según la guía GINA de 2007 y de 2012* Parámetro Leve Moderada Grave Parada respiratoria inminente Disnea Al caminar Al hablar En reposo Habla Le cuesta decir párrafos Le cuesta decir frases Le cuesta decir palabras Estado de consciencia Puede estar agitado Habitualmente agitado Habitualmente agitado Somnoliento o confuso Frecuencia respiratoria Incrementada Incrementada A menudo > 30 respiraciones/ minuto Afectación de músculos accesorios y retracción supraesternal Rara Frecuente Frecuente Movimiento toracoabdominal paradójico Sibilancias Moderadas y teleespiratorias Fuertes Fuertes Ausentes Frecuencia cardíaca < 100 latidos/ minuto 100-120 latidos/ minuto > 120 latidos/minuto Bradicardia Pulso paradójico Ausente < 10 mm Hg Posible 10-20 mm Hg Probable > 25 mm Hg Su ausencia sugiere fatiga muscular respiratoria PEF posbroncodilatador inicial (% del predicho o mejor valor individual) > 80% 60-80% < 60% < 100 L/minuto Lenta respuesta PaO2 (respirando aire ambiente) y/o PaCO2 Normal < 45 mm Hg > 60 mm Hg < 45 mm Hg < 60 mm Hg > 45 mm Hg Saturación de oxígeno > 95% 91-95% < 90%GINA, Global initiative for asthma; PaCO2, presión arterial de anhídrido carbónico; PaO2, presión arterial de oxígeno; PEF, flujo espiratorio máximo. *La presencia simultánea de varios datos (síntomas o signos), no necesariamente de todos, indica la gravedad de la crisis. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN III Enfermedades de las vías aéreas 146 FIGURA 19.1 Tratamiento de las agudizaciones asmáticas en urgencias según la guía Global initiative for asthma (GINA) de 2007, muy similar a la de 2012. FEV 1 , volumen espiratorio forzado en el primer segundo; PaCO 2 , presión arterial de anhídrido carbónico; PaO 2 , presión arterial de oxígeno; PEF, flujo espiratorio máximo. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 19 Agudización del asma 147 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Debe considerarse que estos fármacos tienen efectos cardiovas- culares, que pueden ser relevantes en los pacientes de riesgo. Por ello no debe mantenerse el tratamiento agudo recomendado en la mayoría de las guías más allá de las primeras 24 o 48 horas del ingreso hospitalario. En este sentido, la última revisión de la guía GINA recuerda que los agonistas β 2-adrenérgicos de acción rápida han de administrarse en dosis aceptables, que pueden repetirse a intervalos regulares (evidencia A). Los estudios sobre la nebulización intermitente (si empeora el enfermo) o continua (pauta fija) de un agonista β 2-adrenérgico de acción corta en el tratamiento del asma aguda ofrecen resultados discordantes en cuanto a sus ventajas sobre otros procedimientos inhalatorios. En una revisión sistemática reciente, basada en seis trabajos dis- tintos, no se encontraron diferencias significativas en el efecto broncodilatador o en las admisiones hospitalarias en atención a cualquiera de los dos esquemas terapéuticos referidos. De gran interés práctico son algunas conclusiones extraídas de los estu- dios dosis-respuesta realizados con los agonistas β 2-adrenérgicos de corta duración. En concreto, pueden citarse las siguientes: ● El uso de dosis de salbutamol superiores a 7,5 o a 10 mg invierte el índice terapéutico. ● La ausencia de respuesta al salbutamol suele ser un motivo de alarma que indica un mal pronóstico o la presencia de complicaciones. ● Las crisis de mayor duración responden menos a los bron- codilatadores y hay que tener paciencia. Aunque la mayoría de los agonistas β2-adrenérgicos de acción rápida tienen un efecto de corta duración, el broncodilatador de acción larga formoterol —que tiene un efecto de inicio rápido y una acción duradera— es igualmente efectivo, sin aumentar los acontecimientos adversos y colaterales, si bien es considerablemente más caro. La importancia de este hallazgo estriba en que proporciona un soporte científico y garantiza el uso de la combinación del formoterol con la budesonida de manera temprana en las exacerbaciones del asma. Adrenalina o epinefrina Esta sustancia, en inyección subcutánea o intramuscular, puede estar indicada en el tratamiento inmediato de una anafilaxis o de un angioedema, pero habitualmente no se indica durante las exacerbaciones asmáticas. Bromuro de ipratropio La combinación de un agonista β2-adrenérgico con un agente anticolinérgico (bromuro de ipratropio) puede conseguir una mejor broncodilatación que cualquiera de estos medicamentos por separado (evidencia B). El agente anticolinérgico debe administrarse antes de considerar las metilxantinas. El trata- miento con la combinación de un agonista β 2-adrenérgico con un anticolinérgico se asocia con menores tasas de hos- pitalización (evidencia A) y una mejoría más importante en el PEF y el FEV1 (evidencia B). Teofilina Debido a la eficacia y a la seguridad relativa de los agonistas β2-adrenérgicos de acción rápida, las metilxantinas tienen un papel muy limitado en el tratamiento del asma aguda. Su uso se asocia con efectos secundarios graves y potencialmente fatales, sobre todo en los pacientes sometidos a un tratamiento prolongado con una teofilina de acción sostenida. Además, su efecto broncodilatador es menor que el de los agonistas β 2-adrenérgicos. Aunque es cierto que puede tener efectos que no tienen que ver con la broncodilatación, la relevancia de estas posibles acciones aún no se conoce bien. Glucocorticoesteroides sistémicos Los glucocorticoesteroides sistémicos aceleran la resolución de las exacerbaciones, por lo que deben emplearse en todas las agudizaciones, excepto en las más leves (evidencia A), especial- mente si concurren las siguientes circunstancias: ● La dosis inhalada inicial del tratamiento con un agonista β2-adrenérgico de acción rápida ha fracasado. ● Se quiere alcanzar una mejoría estable. ● La exacerbación surge y se desarrolla aun cuando el paciente estaba tomando ya glucocorticoesteroides orales. ● Las exacerbaciones anteriores requirieron el uso de gluco- corticoesteroides orales. Los glucocorticoesteroides orales son generalmente tan eficaces como los intravenosos. Se prefiere esta vía porque es menos invasiva y menos costosa. Si aparecen vómitos poco después de la administración del glucocorticoesteroide oral, debe darse nuevamente la dosis equivalente por vía intravenosa. En los pacientes dados de alta de un servicio de urgencias, la administración intramuscular puede ser útil, sobre todo si hay preocupación por el posible cumplimiento de la pauta oral. Los glucocorticoesteroides orales precisan de, por lo menos, 4 horas para producir una mejoría clínica apreciable. La dosis diaria de los glucocorticoesteroides sistémicos es equivalente a 60-80 mg de metilprednisolona, como dosis única, o de hidrocortisona (300-400 mg) en varias dosis (ambas posibili- dades son adecuadas para los pacientes hospitalizados), o de 30 mg de prednisona, 40 mg de metilprednisolona o 200 mg de hidrocortisona (probablemente adecuada para la mayoría de los casos, con una evidencia B). Una pauta corta de 7 días en los adultos es tan útil como una pauta larga de 14 o 21 días. Glucocorticoesteroides inhalados Los glucocorticoesteroides inhalados son eficaces como parte del tratamiento de las exacerbaciones del asma. En un estudio reciente, la combinación de dosis altas de un glucocorticoes- teroide inhalado y de salbutamol en el asma aguda consiguió una mayor broncodilatación que el salbutamol solo (eviden- cia B). Y esto supuso mayor ventaja que agregar un gluco- corticoesteroide sistémico en todas las variables analizadas, incluidas las hospitalizaciones, sobre todo en los pacientes con las crisis más graves. Los glucocorticoesteroides inhalados pueden ser tan eficaces como los orales en la prevención de las recaídas. Los pacientes dados de alta de un servicio de urgencias con prednisona y budesonida inhalada tienen un índice de recaídas más bajo que los tratados con prednisona solamente (evidencia B). El coste es un factor significativo en lo que se refiere al empleo de los glucocorticoesteroides inhalados en altas dosis. Se requieren Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN III Enfermedades de las vías aéreas 148 más estudios para documentar sus beneficios potenciales, especialmente en cuanto a la relación existente entre su coste y su efectividad en el asma aguda. MagnesioEl sulfato de magnesio intravenoso (habitualmente en una sola infusión de 2 g en 20 minutos) no se recomienda en el trata- miento habitual de las exacerbaciones del asma, pero puede ayudar a reducir las tasas de admisión hospitalaria en ciertos enfermos, incluidos los adultos con un FEV1 entre el 25 y el 30% del valor teórico que no responden al tratamiento inicial (evidencia A). El salbutamol nebulizado administrado con sulfato de magnesio isotónico proporciona mayores beneficios que el salbutamol diluido en una solución salina normal. Terapia con helio y oxígeno Una valoración sistemática de los trabajos que han evaluado el efecto de una combinación de helio y oxígeno, en compara- ción con el oxígeno solo, sugiere que esta asociación no debe indicarse de manera habitual. Puede considerarse en el caso de los pacientes que no responden a la terapia convencional. Modificadores de los leucotrienos Hay pocos datos para sugerir que los modificadores de los leucotrienos desempeñan algún papel en el tratamiento del asma aguda. Sedación La sedación debe evitarse todo lo posible durante las exacerba- ciones del asma por el efecto depresor del centro respiratorio que tienen los ansiolíticos y los medicamentos hipnóticos. Se ha evidenciado que existe una asociación entre el uso de estos medicamentos y las muertes evitables por asma. Bibliografía Alonso Mostaza S, Álvarez Rodríguez C, Gómez-Outes A, Gómez Ruiz F, López Viña A, Molina París J, et al. GEMA 4.0. Guía española para el manejo del asma. 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