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564 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Afectación pleuropulmonar en las enfermedades nefrourológicas INTRODUCCIÓN El riñón y el pulmón tienen una relación muy estrecha, tanto en situaciones fisiológicas normales como en muchas enferme- dades. Cambios en la función ventilatoria pueden mitigar los trastornos del equilibrio ácido-base renal y, a su vez, aunque de forma más lenta, el riñón puede compensar las acidosis o alcalosis de origen respiratorio. Existen también numerosos estados patológicos que afectan, en menor o mayor grado, a los pulmones y a los riñones de manera simultánea, y que en muchos casos reciben el nombre de síndromes pulmorrenales. La retención hídrica que a menudo causa la insuficiencia renal tiene su expresión fisiopatológica y clínica en el aparato res- piratorio, en forma de edema pulmonar o de derrame pleural. En este capítulo se hace un resumen de todos estos aspectos. INSUFICIENCIA RENAL AGUDA Es un trastorno frecuente, sobre todo en el ámbito de las uni- dades de enfermos críticos. Un estudio observacional mostró que alrededor de un 75% de los pacientes que padecen una insuficiencia respiratoria aguda tienen algún grado de fracaso renal. La insuficiencia renal aguda favorece la sobrecarga hídri- ca, disminuye la presión osmótica del plasma, en gran parte por la existencia de una hipoalbuminemia, y todo ello, junto con la hemodilución, facilita la salida de fluido de los capilares. Puede producirse así un edema pulmonar, que al principio puede ser solo intersticial, para ser luego también alveolar y ocasionar, a veces, un derrame pleural. Además de disminuir la difusión gaseosa, el edema hace que descienda la distensibilidad pul- monar, lo que acarrea un síndrome restrictivo y un incremento del trabajo respiratorio. La acidosis metabólica secundaria a la insuficiencia renal exige un mayor esfuerzo ventilatorio, cuyo objetivo se dirige a conseguir una alcalosis respiratoria compensatoria. Este esfuerzo puede superar la capacidad del enfermo, fatigar la musculatura respiratoria y producir así una mayor hipoxemia. En los individuos sometidos a una ventilación mecánica, la insuficiencia renal aguda obliga a modificar las variables ventilatorias (cuadro 67.1). Suele requerirse una mayor presión para lograr una ventilación minuto similar y ello como conse- cuencia de la caída de la distensibilidad pulmonar, de la posible presencia de un derrame pleural y de la sobrecarga de fluidos. El edema en las vías aéreas eleva las resistencias bronquiales, lo que facilita el atrapamiento aéreo y la aparición de un aumento en la presión positiva espiratoria final. A su vez, estas alteracio- nes aminoran el retorno venoso, lo que puede comprometer la función ventricular izquierda y originar una insuficiencia cardíaca. Si existe un síndrome de distrés respiratorio agudo, la hipercapnia permisiva, como medida de protección pulmonar, puede no surgir debido a la acidosis metabólica que se asocia con el fracaso renal agudo. Con frecuencia se hace necesario recurrir a soluciones con bicarbonato en altas concentraciones, para conseguir que mejore la ventilación. La desconexión pue- de ser muy complicada, sobre todo en los pacientes que tienen alguna neumopatía obstructiva. Ello se debe a que el patrón ventilatorio en una acidosis metabólica que cursa con un alto volumen minuto es casi imposible que pueda ser mantenido por el propio sujeto, por lo que suele ser preciso esperar hasta que los requerimientos ventilatorios se normalizan. HIPOXEMIA EN RELACIÓN CON LA HEMODIÁLISIS La aparición de una hipoxemia en los enfermos sometidos a una hemodiálisis fue un hecho que se reconoció muy pre- cozmente tras la introducción de este procedimiento tera- péutico. Este fenómeno se produce en la mayor parte de los individuos durante todo el tiempo que están conectados al hemodializador. Multitud de trabajos, publicados sobre todo en los años setenta del siglo pasado, han intentado explicar su patogenia. Al respecto se propusieron diversos mecanismos: una desviación hacia la derecha de la curva de disociación de 67 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 67 Afectación pleuropulmonar en las enfermedades nefrourológicas 565 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. la hemoglobina, debida a la acidosis que se origina durante la diálisis, una depresión del centro respiratorio, una alteración en la difusión del oxígeno, un empeoramiento en la relación entre la ventilación y la perfusión pulmonares e, incluso, una dis- minución de la ventilación debida a la difusión del anhídrido carbónico (CO 2) hacia el líquido de diálisis. Algunos estudios experimentales demostraron, asimismo, que se producían un aumento de la quimiotaxis y una migración de leucocitos hacia los pulmones, lo que promovía diversas anomalías infla- matorias, entre ellas una activación del complemento. Todos estos trastornos se incluyen desde hace años en el concepto de pulmón de diálisis. También ya entonces se observó que la caída de la presión parcial de oxígeno, en general en torno a los 10 o 15 mm Hg, se producía pocos minutos después del inicio de la hemodiálisis, aunque en algunos casos el lapso podía ser notablemente mayor. La máxima intensidad de la hipoxemia se alcanzaba a los 30-60 minutos. Al finalizar el tratamiento, se restituían los valores previos, que volvían a la normalidad. Entre las variables que influían en el grado de hipoxemia al que se llegaba estaban tanto la composición química del líquido de diálisis como el tipo de membrana utilizado. En el momento actual, varios trabajos han demostrado que la explicación más correcta y el origen de este fenómeno están en la difusión del CO 2 a través de las membranas de diálisis, lo que ocasiona una hipocapnia y, de modo secundario, una disminución de la ventilación alveolar (fig. 67.1). INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA En los pacientes que padecen una insuficiencia renal crónica pueden aparecer numerosas complicaciones pulmonares. Estas complicaciones se relacionan con la sobrecarga hídrica exis- tente, con los cambios en la presión oncótica del plasma, con una insuficiencia cardíaca asociada o con alteraciones en el metabolismo óseo y mineral. Otro aspecto importante es la dis- minución de la competencia del sistema inmune, que facilita las infecciones pulmonares, en muchos casos por gérmenes no habituales. Finalmente, algunos tipos de complicaciones res- piratorias de la insuficiencia renal crónica se deben a mecanis- mos aún no bien dilucidados. Una asociación muy habitual entre la insuficiencia renal crónica y el aparato respiratorio es el edema pulmonar. El aumento de la presión hidrostática que ocurre por un fallo cardíaco congestivo se acaba traduciendo en un edema inters- ticial y, en ocasiones, en un edema alveolar constituido por un fluido bajo en contenido proteico. En algunos raros casos se observa una concentración de proteínas elevada, lo que sugiere que existe una lesión capilar que acrecienta la permeabilidad de la pared alveolar. Este tipo de edema se ha observado en pacientes no hipervolémicos y que no tienen trastorno alguno relacionado con una insuficiencia cardíaca. Dada la frecuente coexistencia de una enfermedad cardíaca izquierda con la insu- ficiencia renal crónica, a veces es difícil clarificar la verdadera causa del edema pulmonar. El resultado final es, cuando se realiza una espirometría, un patrón ventilatorio restrictivo. La hemodiálisis mejora o incluso normaliza la función respira- toria. Como resumen puede decirse que el aumento de agua en el pulmón es la causa de los síntomas del llamado pulmón urémico. En un trabajo reciente ha podidocomprobarse que la diálisis peritoneal también se asocia con el edema pulmonar. Otra complicación muy común en la insuficiencia renal crónica es la enfermedad pleural. En estudios necrópsicos se ha observado que está presente en el 20-40% de los casos. El hallazgo más habitual es el derrame pleural, que se detecta en un 3% de todos los enfermos que tienen un fracaso renal crónico terminal. Suele tratarse de un exudado fibrinoso, que a veces se transforma en hemorrágico. Normalmente es unila- teral y puede alcanzar una gran cuantía. Aunque en general no produce síntomas, en ocasiones el paciente refiere disnea, dolor pleurítico o fiebre. A veces da lugar a un fibrotórax. No se cono- ce el mecanismo exacto por el que se produce. Seguramente se trata del mismo que conduce al derrame pericárdico de origen renal, que suele formarse de manera paulatina y que también es asintomático la mayoría de las veces. En ocasiones coincide FIGURA 67.1 Fisiopatología de la hipoxemia en la diálisis renal. CO 2 , anhídrido carbónico; PaO 2 , presión arterial de oxígeno. Cuadro 67.1 TRASTORNOS QUE AFECTAN A LA VENTILACIÓN ALVEOLAR EN LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA Disminución de la distensibilidad: ● Edema pulmonar ● Edema de la vía aérea ● Edema en la pared torácica ● Derrame pleural ● Derrame pericárdico Aumento de las resistencias en la vía aérea: ● Edema en la vía aérea ● Disminución de los volúmenes pulmonares Acidosis metabólica: ● Disminución de la secreción de ácidos Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VIII Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas 566 con una pericarditis urémica aguda, determinante de un com- promiso hemodinámico que requiere una pericardiocentesis. La hemodiálisis o el trasplante renal mejoran mucho las formas crónicas de la enfermedad pleural o pericárdica. Las calcificaciones pulmonares múltiples son otra compli- cación que se observa alguna vez. En general son asintomáticas y más fácilmente detectables en la tomografía computarizada torácica que en la radiografía de tórax. Suelen verse como pequeños nódulos, que pueden coalescer y constituir infil- trados más grandes. El síndrome de apneas e hipopneas del sueño es mucho más frecuente en los enfermos con una insuficiencia renal crónica que en la población general. Se estima que su prevalencia es unas 10 veces más elevada. En algunos estudios se ha encon- trado que hasta un 60% de los individuos con una enfermedad renal terminal tiene una apnea del sueño. Se ha señalado que la hemodiálisis nocturna mejora las apneas, aunque no se conocen los motivos por los que esto sucede. Por último, aunque se desconoce su incidencia real, tam- bién se ha descrito recientemente la asociación de la neumonía organizada criptogénica con la insuficiencia renal terminal. Se desconoce el mecanismo de esta relación, pero el hecho de que la neumonía mejore con la hemodiálisis hace pensar que la uremia podría ser un factor importante. Las infecciones pulmonares son habituales en los pacientes que tienen una insuficiencia renal crónica y son la segunda cau- sa de muerte en estos enfermos, tras las debidas a las complica- ciones que se relacionan con el acceso vascular para la diálisis. Entre las infecciones pulmonares, una de las más importantes es la tuberculosis. Diversos trabajos estiman que el riesgo de padecerla se multiplica entre 7 y 52 veces. Los síntomas son a menudo insidiosos, inespecíficos y difíciles de diferenciar de los de la propia uremia. La localización es a menudo extrapul- monar, sobre todo una linfadenitis o una peritonitis. Esta últi- ma es la más típica y común en los individuos sometidos a una diálisis peritoneal continua ambulatoria, para los que supone un 37% del total. El pronóstico depende muy directamente de la precocidad con la que se inicia el tratamiento, por lo que es muy importante pensar en ella, algo que no es fácil por lo poco llamativo de los síntomas. Si no se tiene una confirmación microbiológica, pero existe una fuerte sospecha clínica, está indicado comenzar el tratamiento de forma empírica. Debe realizarse una quimioprofilaxis antituberculosa en los sujetos sometidos a diálisis y que tienen una prueba de Mantoux positiva si existen, además, lesiones cicatriciales sugerentes de una tuberculosis antigua en la radiografía de tórax. Entre las infecciones bacterianas, la más frecuente es el abs- ceso vascular, pero las neumonías también son importantes. En una serie de 433 pacientes seguidos durante un período de 9 años, las infecciones pulmonares supusieron el 13% del total, sumando más de 300 episodios. Un dato interesante es que el agente microbiológico causal de las neumonías extra- hospitalarias y nosocomiales fue muy similar, por lo que el tratamiento empírico debe incluir antibióticos eficaces para los gérmenes típicamente hospitalarios. Las infecciones que aparecen en las personas portadoras de un trasplante renal son, como norma, similares a las de otros sujetos trasplantados. Hacer una revisión detallada de estas infecciones va más allá de los objetivos de este capítulo. SÍNDROMES PULMORRENALES Casi todas las vasculitis sistémicas afectan de alguna manera al pulmón o al riñón y buena parte de ellas a ambos órganos, además de tener un papel muy importante en su pronóstico. Las vasculitis son enfermedades definidas por la existencia de una lesión inflamatoria y necrotizante ubicada en la pared de los vasos sanguíneos. Su espectro clínico es muy variable y depende del tamaño, el número y el lugar de los vasos impli- cados (cuadro 67.2). Aunque pueden aparecer en el contexto de neoplasias, infecciones o enfermedades del tejido conectivo, en un elevado porcentaje de las ocasiones son de naturaleza idiopática. La mayor parte de las vasculitis que implican al pulmón son de vasos de pequeño tamaño (arteriolas, vénulas, capilares). Diversos mecanismos conducen a la lesión vascular: acción directa de las células inflamatorias, inmunocomplejos circulantes, autoanticuerpos contra el citoplasma de los neu- trófilos (ANCA), etc. Una variedad peculiar es la que se debe a anticuerpos que se unen a antígenos de la membrana basal en los capilares pulmonares y dan lugar a una forma muy agresiva de enfermedad. A continuación se repasan, de modo somero, las principales vasculitis que afectan al pulmón y al riñón. Granulomatosis de Wegener La granulomatosis de Wegener (GW) es una enfermedad que se caracteriza por la aparición de lesiones granulomatosas y vasculíticas, que implican predominantemente al tracto respiratorio superior y al riñón. Tiene una expresión clínica muy diversa. En algunos casos, sus manifestaciones son solo broncopulmonares. Casi siempre existen granulomas necroti- zantes de localización respiratoria, y vasculitis en las arterias y venas de tamaño pequeño y medio, que se asocian con una glomerulonefritis focal. Desde un punto de vista radiológico lo Cuadro 67.2 CLASIFICACIÓN DE LAS VASCULITIS ADOPTADA EN LA CONFERENCIA DE CONSENSO DE CHAPEL HILL DE 2012 Vasculitis de vasos grandes: ● Arteritis de células gigantes, de la arteria temporal o de Horton ● Arteritis de Takayasu-Onishi Vasculitis de vasos medianos: ● Poliarteritis nodosa de Kussmaul y Maier ● Enfermedad de Kawasaki Vasculitis de vasos pequeños: ● Granulomatosis de Wegener ● Síndrome de Churg-Strauss ● Poliangeítis microscópica ● Púrpura de Schönlein-Henoch ● Vasculitis de la crioglobulinemia esencial ● Angeítis leucocitoclástica cutánea Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechosreservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 67 Afectación pleuropulmonar en las enfermedades nefrourológicas 567 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. más típico son los nódulos, que tienen un diámetro que oscila entre 0,5 y 10 cm, son bilaterales y se cavitan con frecuencia. En un 50% de los pacientes con una GW se observan infiltrados alveolares o zonas en vidrio deslustrado. En más de un tercio de los enfermos existen lesiones traqueobronquiales, por lo que pueden producirse estenosis focales, sobre todo en las vías aéreas grandes. Un 20% de los pacientes tiene adenopatías mediastínicas. Del 60 al 80% presenta lesiones nasofaríngeas, que pueden dar lugar a epistaxis de repetición, perforaciones del tabique o úlceras persistentes. Rara, aunque potencialmente mortal, es la hemorragia alveolar. Es la expresión de un daño general a la microvas- culatura pulmonar. Desde un punto de vista radiológico se observan infiltrados pulmonares bilaterales y difusos. En el 90% de las ocasiones existe una glomerulonefritis rápidamente progresiva pauciinmune, en cuya biopsia renal no se evidencia característica alguna con las técnicas inmunofluorescentes. En la evolución de la GW, entre el 70 y el 85% de los enfermos desarrolla en algún momento una glomerulonefritis, aunque solo en un 11-15% de los individuos se encuentra desde el comienzo una insuficiencia renal grave. En efecto, lo habitual es que las manifestaciones debidas a la lesión de otros órganos precedan en meses a la aparición del daño renal. La hematuria microscópica y la proteinuria suelen detectarse antes de que se eleve la creatinina sérica. Para evitar una lesión renal irrever- sible es fundamental iniciar cuanto antes un tratamiento con corticoesteroides y agentes citotóxicos, fundamentalmente ciclofosfamida. La GW puede afectar a otros órganos, como la piel (en forma de nódulos subcutáneos o lesiones purpúricas), el sistema nervioso (tanto central como periférico), el corazón o el tracto gastrointestinal. Los c-ANCA, autoanticuerpos dirigi- dos contra la proteinasa 3 del neutrófilo, parecen desempeñar un papel crítico en el desarrollo de la enfermedad. Están pre- sentes en el 70-93% de los pacientes no tratados. La GW fue una enfermedad con una supervivencia media de 6 meses. La asociación de los corticoesteroides con la ciclofos- famida supuso un cambio drástico en el pronóstico y gracias a esos fármacos se logran remisiones hasta en el 90% de los casos. En el momento actual se recomienda empezar el trata- miento con dosis orales diarias de esta combinación durante unos 6 meses, para reducirlas luego de modo progresivo, sus- tituyendo la ciclofosfamida por azatioprina o metotrexato, que tiene una toxicidad menor. Recientemente se ha hecho un ensayo con etanercept, pero los resultados han sido negativos. Cuando la enfermedad es poco agresiva, puede utilizarse el trimetoprim-sulfametoxazol. El rituximab es una alternativa si las recidivas son frecuentes. En una serie retrospectiva de 53 pacientes de la Mayo Clinic se halló que la respuesta a este fármaco era buena y que duraba, en promedio, unos 8 meses, lo mismo que la depleción de los linfocitos B. En la mayor parte de los casos la recaída iba precedida de una elevación de los c-ANCA séricos. Poliangeítis microscópica La poliangeítis microscópica (PM), al igual que la GW, se define por una vasculitis necrotizante predominantemente de pequeños vasos, que suele asociarse con una glomerulone- fritis. Casi todos los pacientes son ANCA positivos, pero los anticuerpos se dirigen contra la mieloperoxidasa y adoptan una disposición perinuclear en la inmunofluorescencia, por lo que se denominan p-ANCA. En la mayor parte de los enfermos la enfermedad se inicia con un cuadro prodrómico, que se manifiesta por fiebre, pérdida de peso, mialgias y artralgias. Estos síntomas pueden preceder al diagnóstico hasta en 2 años. En ese momento hasta un 30% de los enfermos tiene un rash purpúrico, que traduce la existencia de una vasculitis leucocitoclástica. En un 90% de los sujetos se observa una afectación renal, también del tipo de la glomerulonefritis focal y segmentaria, con necrosis fibrinoide y pauciinmune. Su curso es más prolongado que el de la GW, con una pérdida de la función renal significativamente más lenta. La aparición de un síndrome nefrótico, algo que se detecta en un 40% de los casos, es un índice de mal pronóstico. La manifestación respiratoria más típica es la hemorragia alveolar, aunque también se han publicado casos de derrame pleural y de fibrosis pulmonar. Esta última se encuentra, cada vez con más frecuencia, en asociación con la presencia de p-ANCA en el suero. Al igual que en la GW, pueden aparecer lesiones en otros órganos, como el tracto gastrointestinal (se produce una hemorragia digestiva hasta en un 40% de los enfermos), el sistema nervioso periférico (ocurre una mono- neuritis múltiple en un 30% de casos), las vías aéreas superiores (de carácter más leve que en la GW) o el globo ocular. El trata- miento también se basa en la administración de dosis elevadas de corticoesteroides y de ciclofosfamida, y se cambia después a azatioprina. En la hemorragia alveolar se utiliza la plasmafé- resis para reducir la concentración sérica de los p-ANCA, dado su papel patogénico en la poliangeítis microscópica. Síndrome de Churg-Strauss Otra vasculitis caracterizada por la presencia de p-ANCA es el síndrome o granulomatosis de Churg-Strauss. En este caso se produce una activación de los linfocitos TH2 y la aparición de granulomas que contienen eosinófilos. Los síntomas propios de un asma o de una rinitis suelen preceder durante meses o años a la vasculitis. La nefropatía sucede en un porcentaje variable de pacientes, que oscila entre el 16 y el 49%. Habi- tualmente también se trata de una glomerulonefritis focal y segmentaria. En la mayor parte de los casos, la corticoterapia controla la enfermedad. Solo en algunas ocasiones es necesario añadir ciclofosfamida al tratamiento. Lupus eritematoso diseminado El lupus eritematoso diseminado (LED) es un proceso de causa desconocida, multiorgánico y de naturaleza inflama- toria, mucho más frecuente en las mujeres. Se caracteriza por la existencia en el suero de diversos tipos de anticuerpos antinucleares. Puede afectar a la piel (rash malar, fotosen- sibilidad), las articulaciones (artritis), el sistema nervioso central y la sangre. La participación pulmonar y renal es muy común. En los pulmones puede aparecer una pleuritis, una neumonitis aguda, una vasculitis con hemorragia alveolar, una fibrosis intersticial o una afectación diafragmática. La lesión pulmonar sucede en cualquier momento de la evolución del LED, pero en algunos casos es su primera manifestación. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VIII Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas 568 La enfermedad renal es la que determina el pronóstico del individuo. Al comienzo se presenta como una proteinuria o una hematuria microscópica y luego como un síndrome nefrótico, para acabar produciendo, aunque no siempre, una nefritis con insuficiencia renal crónica. El espectro de las lesiones histopatológicas renales en los sujetos que padecen un LED es muy variado e incluye desde lesiones mesangiales o glomerulopatías focales y segmentarias hasta formas difusas, que suelen acabar en una glomerulonefritis esclerosante. El tratamiento se basa en los corticoesteroides y los inmunode- presores. No está claro el papel de la plasmaféresis, que solo está claramente indicada si existe una crioglobulinemia. Enfermedad por anticuerpos antimembrana basal La enfermedad poranticuerpos antimembrana basal (AMB), también llamada enfermedad de Goodpasture, se debe a la acción de anticuerpos dirigidos contra el dominio NC1 de la cadena α3 del colágeno tipo IV de la membrana basal. Este epí- topo solo es accesible para estos anticuerpos en el pulmón y en el riñón. De ahí que la enfermedad por AMB sea el prototipo de síndrome pulmorrenal. No obstante, parece casi imprescin- dible que exista algún tipo de daño previo, como el producido por el tabaco, para el desarrollo de las lesiones pulmonares. En general, es raro que se observe una neumopatía sin que haya una afectación renal. En el pulmón lo más característico es la aparición de una hemorragia alveolar difusa, que puede ser mortal. Los pacientes refieren tos, disnea y a veces fiebre. En la radiografía de tórax se detectan infiltrados alveolares difusos de aspecto y tamaño diversos. En algunas ocasiones puede evidenciarse una anemia o una hipoxemia. La hemoptisis es frecuente, pero su ausencia no descarta la enfermedad, pues hasta un tercio de los pacientes no la sufren. Desde un punto de vista diagnóstico es de gran ayuda la detección de AMB circulantes en el plasma. La biopsia renal muestra el patrón de inmunofluorescencia lineal típico de la enfermedad por AMB. El tratamiento debe instaurarse lo antes posible y tiene que incluir la plasmaféresis y los inmunodepresores. Recientemente se han descrito algunos casos de neumonía intersticial usual que luego desarrollaron una insuficiencia renal grave, con p-ANCA y AMB, de pronóstico fatal. Otras capilaritis pulmonares también pueden coexistir con lesiones renales diversas (cuadro 67.3). NEOPLASIAS NEFROUROLÓGICAS Entre los tumores más frecuentes en el ámbito urológico se encuentra el cáncer de próstata. En esta neoplasia no son típicas las metástasis pulmonares, salvo cuando se trata de una linfan- gitis carcinomatosa. En realidad, la literatura existente sobre la metastatización de los tumores prostáticos es escasa. En un trabajo retrospectivo, en el que se revisaban las radiografías de tórax de enfermos con un carcinoma prostático en estadio D (afectación ganglionar, ósea o de órganos a distancia), se demostró la participación pulmonar en el 24% de los casos. En otro estudio realizado en el momento del diagnóstico del tumor se ha referido que, sobre un total de 1.435 pacientes, solo en 75 (5,2%) se apreciaban lesiones intratorácicas. En esos 75, 60 tenían imágenes nodulares pulmonares, 12 adenopatías mediastínicas y 3 un patrón linfangítico. En otro trabajo, basa- do en análisis necrópsicos, diseñado para conocer el patrón de diseminación de las neoplasias prostáticas se evidenció que, sobre un total de 1.589 sujetos, un 35% tenía una diseminación hematógena. De estos últimos, el 45,7% presentaba metástasis pulmonares. Por ello, no es raro que la observación de una única metástasis haga pensar en una neoformación pulmonar primaria, dado que las metástasis pueden aparecer incluso años después de que se detecte el cáncer prostático original. En una serie histopatológica de 16 casos, en un enfermo se encontró inicialmente un adenocarcinoma pulmonar y fue 2 años des- pués cuando se diagnosticó la neoplasia prostática, lo que sirvió para confirmar que el tumor inicial era una metástasis. En conclusión, los tumores de la próstata producen metás- tasis pulmonares cuando el cáncer está, por lo general, muy extendido. No obstante, en ocasiones un nódulo pulmonar único puede ser un reto diagnóstico importante, sobre todo en lo que se refiere a su diferenciación de los adenocarcinomas y de las neoformaciones neuroendocrinas. Los tumores vesicales también comparten algo importante con los broncopulmonares. Ambos tienen una fuerte relación etiológica con el tabaco. De hecho, existe un número notable de casos en los que coexisten ambos tipos de neoplasias. Un estudio realizado en un único hospital de Israel encontró, a lo largo de 15 años, 25 individuos que tenían tumores concu- rrentes en el pulmón y en la vejiga. El carcinoma vesical extenso tiene ciertas similitudes con el carcinoma pulmonar de células pequeñas. En efecto, en ambos la respuesta a la quimioterapia es aceptable, aunque apenas tiene impacto en la supervivencia, que rara vez llega a los 12 meses. Muy diferentes son las neoformaciones testiculares de célu- las germinales, cuyas frecuentes metástasis pulmonares ofrecen la típica imagen de nódulos múltiples «en suelta de globos». A pesar de llegar a tener una gran masa tumoral, en la mayor Cuadro 67.3 CAUSAS DE HEMORRAGIA ALVEOLAR QUE PUEDEN ASOCIARSE CON UNA CAPILARITIS PULMONAR Vasculitis primarias: ● Vasculitis asociadas con autoanticuerpos contra el citoplasma de los neutrófilos: ● Granulomatosis de Wegener ● Poliangeítis microscópica ● Síndrome de Churg-Strauss ● Enfermedad de Behçet ● Púrpura de Schönlein-Henoch ● Capilaritis pulmonar pauciinmune Vasculitis secundarias: ● Vasculitis asociadas con enfermedades del colágeno: ● Lupus eritematoso diseminado ● Artritis reumatoide ● Enfermedad mixta del tejido conectivo ● Polimiositis ● Síndrome antifosfolipídico ● Vasculitis inducidas por fármacos Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 67 Afectación pleuropulmonar en las enfermedades nefrourológicas 569 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. parte de las ocasiones se alcanzan remisiones completas gracias a la quimioterapia. Un dato característico es la presencia en el suero de marcadores tumorales, como la α-fetoproteína, u hormonales, como la β-gonadotropina coriónica humana (β-HCG). Una neoplasia con un comportamiento peculiar es el hiper- nefroma, carcinoma de células renales, tumor renal de células claras o tumor de Grawitz. El pulmón es el órgano en el que metastatiza más habitualmente. Cuando esto sucede, el pronós- tico es muy pobre y la supervivencia a los 5 años es del 9%. El único tratamiento efectivo es la intervención quirúrgica, aun- que exista ya más de una metástasis. Se ha comprobado que la recurrencia de metástasis resecables no afecta al pronóstico, lo que favorece que puedan llevarse a cabo numerosas exéresis. La supervivencia es similar en los enfermos con una única metás- tasis que en los que tienen varias, siempre que se haya podido hacer la resección. No obstante, en un metaanálisis reciente, en el que se incluyó a más de 180 pacientes con un carcinoma renal metastásico tratado con sunitinib, un inhibidor de la tirosina cinasa, se ha observado que la existencia de metástasis pulmonares se asociaba con una mala respuesta al fármaco. El hipernefroma también es uno de los tumores que a veces da lugar a metástasis endobronquiales. En una serie reciente de más de 1.200 broncoscopias se encontraron 18 casos con este tipo de metástasis, 2 de las cuales correspondían a un carcinoma de células renales. Por último es posible, asimismo, la reaparición metastásica años después de haber tratado el tumor primario. Se han descrito al menos 10 casos en los que esto ocurrió después de que transcurrieran 20 años o más de la nefrectomía. Bibliografía Borchers AT, Leibushor N, Naguwa SM, Cheema GS, Shoenfeld Y, Gershwin ME. Lupus nephritis: a critical review. Autoimmun Rev 2012;12:174-94. Carlon GC, Campfield PB, Goldiner PL, Turnbull AD. Hypoxemia during hemodialysis. Crit Care Med 1979;7:497-9. Gibelin A, Maldini C, Mahr A. Epidemiology and etiology of Wegener granulomatosis, microscopic polyangiitis. Churg-Strauss syndrome and Goodpasture syndrome: vasculitides with frequent lung invol- vement. Semin Respir Crit Care Med 2011;32:264-73. Greco A, Rizzo MI, de Virgilio A, Gallo A, Fusconi M, Pagliuca G, et al. Goodpasture’s syndrome: a clinical update. AutoimmunRev 2015;14:246-53. Hussein MM, Mooij JM, Roujouleh H. Tuberculosis and chronic renal disease. Semin Dial 2003;16:38-44. 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