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342 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Infecciones pulmonares por micobacterias no tuberculosas INTRODUCCIÓN Las micobacterias no tuberculosas (MNT) también se denomi- nan atípicas, ambientales o diferentes de Mycobacterium tuber- culosis. Las primeras enfermedades producidas por estas MNT se describieron en los años cincuenta. Fue entonces cuando se publicó la primera clasificación basada en las características del crecimiento in vitro de estos microorganismos, clasifica- ción que aún puede considerarse vigente y útil para la toma de decisiones clínicas. Durante muchos años, la referencia a las enfermedades producidas por las MNT, denominadas en su conjunto micobacteriosis, era un hecho ocasional, casi anecdótico y mayoritariamente ligado a situaciones de inmu- nodeficiencia. Sin embargo, en los últimos 20 años han pasado a ser un trastorno más habitual, debido en gran medida a la aparición de la epidemia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) y, más recientemente, al frecuente aislamiento de estos microorganismos en algunas neumopatías supurativas crónicas, como la fibrosis quística. Todo ello ha dado lugar a un incremento paralelo en la investigación y en el conocimiento de estas MNT, lo que ha llevado a que se hayan establecido criterios diagnósticos y terapéuticos más o menos específicos para cada una de ellas. En la última década se ha avanzado mucho en el conoci- miento de las MNT. Una de las novedades más recientes ha sido la identificación de más de 100 nuevas especies de micobacte- rias atípicas (MA), gracias sobre todo a la estandarización de las pruebas genéticas que ahora sirven para reconocerlas y diferen- ciarlas. El segundo hallazgo de relevancia ha sido la frecuente descripción de micobacteriosis atípicas en enfermedades como el sida o la fibrosis quística. El tercer avance ha sido la forma en la que las técnicas genéticas han facilitado la identificación de las MA más habitualmente implicadas en el desarrollo de cuadros clínicos, así como el notable incremento de algunas de ellas, como Mycobacterium abscessus, probablemente la micobac- teria más difícil de erradicar. También ha sido muy importante el reconocimiento de nuevos cuadros clínicos ligados a estos gérmenes, como el de la neumonitis por hipersensibilidad. Por último, han surgido ligeros cambios en los criterios diag- nósticos que deben exigirse para aceptar la existencia de una enfermedad producida por estas MNT, como también en lo que se refiere a la validez de los test de sensibilidad y a las recomendaciones que deben guiar la orientación terapéutica. EPIDEMIOLOGÍA Las enfermedades producidas por las MNT no se reconocen como un problema de salud pública y, por tanto, no son de declaración obligatoria. Por este motivo, los datos sobre su incidencia o su prevalencia solo pueden considerarse como aproximados y, en muchas ocasiones, alejados de la realidad y estrechamente ligados a las posibilidades de aislamiento e identificación de los laboratorios locales. En cualquier caso, siempre se ha aceptado que existe una gran variabilidad geo- gráfica, tanto en la prevalencia de la enfermedad como en la de las especies responsables de la misma. Las MNT más frecuentemente aisladas en el mundo son, por orden de importancia, Mycobacterium avium-complex, Mycobacte- rium kansasii y M. abscessus, que son las tres micobacterias sobre las que se tiene más experiencia clínica. No obstante, otras MNT, como Mycobacterium xenopi, Mycobacterium malmoense, Mycobacterium simiae, Mycobacterium fortuitum y Mycobacterium szulgai, entre otras, pueden verse más comúnmente en deter- minadas zonas o regiones. En el cuadro 42.1 se detallan las especies más habituales del género Mycobacterium, clasificadas según su velocidad de crecimiento, su reservorio principal y su capacidad para producir una enfermedad en el ser humano o en los animales. Los factores de riesgo que más se asocian con las micobacte- riosis no tuberculosas son el sida, el tabaquismo y la existencia de alguna neumopatía subyacente, como una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, una silicosis, una tuberculosis residual, unas bronquiectasias o una fibrosis quística. En la gran mayoría de los países desarrollados se ha señalado que, en los últimos lustros, se ha producido un aumento importante en la incidencia de las micobacteriosis por MA —incluso en los niños—, lo que se ha puesto en relación con los factores que se enumeran en el cuadro 42.2. Aunque se acepta la existencia de 42 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 42 Infecciones pulmonares por micobacterias no tuberculosas 343 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. una variabilidad geográfica para las diferentes especies de MA, no existe ninguna duda de que la enfermedad producida por M. avium-complex es la micobacteriosis sistémica más común, tanto en los pacientes con un sida como en los individuos inmunocompetentes. En todo caso, el riesgo de que se produz- ca una micobacteriosis de este tipo se relaciona estrechamente con el grado de la inmunodepresión existente. CADENA EPIDEMIOLÓGICA DE TRANSMISIÓN Las MNT están ampliamente distribuidas en el medio ambien- te, sobre todo en el agua y en la tierra. El reservorio es, en la mayoría de los casos, el agua y en concreto, para M. avium-com- plex, los grifos de agua. Se han descrito epidemias nosocomiales de una forma diseminada de la enfermedad —en pacientes con un sida— por la transmisión ocurrida a través de los grifos de un hospital. Estas epidemias nosocomiales también se han referido para M. kansasii, M. xenopi y M. simiae, y en ellas los grifos de agua siempre han desempeñado un papel determinan- te. M. kansasii se ha aislado de manera repetida en los sistemas de conducción de agua y en los grifos. M. xenopi, al requerir temperaturas superiores a 28 °C para su crecimiento, se aísla casi exclusivamente en el agua caliente o en sus sistemas de conducción, hecho que puede ocasionar la aparición de casos intrahospitalarios. Aunque todavía quedan datos por aclarar sobre la patogenia de la infección y de la enfermedad producida por MA, diversos estudios han sugerido que la transmisión de persona a persona es rara. Casi todos los casos se producen a partir de MA exis- tentes en el medio ambiente. El mecanismo de transmisión más aceptado en la afección respiratoria es el de la aerosolización de los microorganismos. También su ingestión por vía diges- tiva en el caso de la linfadenitis en los niños y en las formas diseminadas en los pacientes con un sida (colonización del tracto digestivo). En los individuos con infecciones de partes blandas se ha descrito, asimismo, la inoculación directa de los Cuadro 42.1 CLASIFICACIÓN DE LAS ESPECIES DEL GÉNERO MYCOBACTERIUM* Micobacterias de crecimiento lento Especies cuyo reservorio es un mamífero infectado Patógenas para el hombre: ● M. africanum ● M. bovis ● M. leprae ● M. tuberculosis Patógenas para otros animales: ● M. lepraemurium ● M. microti ● M. paratuberculosis Especies cuyo reservorio principal es el medio ambiente Asociadas con enfermedades humanas: ● M. asiaticum ● M. avium ● M. branderi ● M. celatum ● M. conspicuum ● M. genavense ● M. haemophilum ● M. interjectum ● M. intermedium ● M. intracellulare ● M. kansasii ● M. malmoense ● M. marinum ● M. scrofulaceum ● M. shimoidei ● M. simiae ● M. szulgai ● M. triplex ● M. ulcerans ● M. xenopi Asociadas con enfermedades en animales: ● M. farcinogenes Nunca o raramente asociadas con enfermedades humanas: ● M. cooki ● M. gastri ● M. gordonae ● M. hiberniae ● M. lentiflavum ● M. nonchromogenicum ● M. terrae● M. triviale Micobacterias de crecimiento rápido Especies cuyo reservorio es el medio ambiente Asociadas con enfermedades humanas: ● M. abscessus ● M. chelonae ● M. fortuitum ● M. mucogenicum ● M. novocastrense ● M. peregrinum Asociadas con enfermedades en animales: ● M. porcinum Nunca o raramente asociadas con enfermedades humanas: ● M. agri ● M. aichiense ● M. alvei ● M. aurum ● M. austroafricanum ● M. brumae ● M. chitae ● M. chlorophenolicum ● M. chubuense ● M. confluentis ● M. diernhoferi ● M. duvalii ● M. fallax ● M. flavescens ● M. gadium ● M. gilvum ● M. hassiacum ● M. holderi ● M. komossense ● M. madagascariense ● M. mageritense ● M. moriokaense ● M. neoaurum ● M. obuense ● M. parafortuitum ● M. phlei ● M. proriferae ● M. pulveris ● M. rhodesiae ● M. senegalense ● M. smegmatis ● M. sphagni ● M. thermoresistibile ● M. tokaiense *Según su reservorio, velocidad de crecimiento y capacidad patógena. Cuadro 42.2 FACTORES QUE HAN CONDICIONADO UN INCREMENTO EN LA INCIDENCIA DE LAS INFECCIONES POR MICOBACTERIAS NO TUBERCULOSAS Mayor frecuencia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida Aumento de la prevalencia de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica Mejora en el diagnóstico y en la supervivencia de los pacientes con fibrosis quística Nuevas técnicas de diagnóstico de las micobacteriosis no tuberculosas Cambios en la naturaleza de las micobacterias Mejor reconocimiento clínico de las infecciones por micobacterias no tuberculosas Descripción de nuevas micobacterias atípicas en pacientes inmunocomprometidos: neoplasias, receptores de trasplantes y administración de corticoesteroides Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 344 microorganismos a partir del agua y de otros materiales. Aún no se conoce si existe un período de latencia tras la infección. CLASIFICACIÓN Desde hace más de 50 años, la clasificación de las MNT se ha basado en las características de su crecimiento y en los tipos de pigmentos que elaboran. Esta clasificación aún sigue vigente y es útil para orientar un tratamiento específico. Según esta clasificación, las micobacterias pueden dividirse en dos gran- des grupos, atendiendo a su velocidad de crecimiento en un medio sólido. A las que tardan menos de 7 días en crecer se las denomina crecedoras rápidas, como ocurre con M. abscessus, M. fortuitum y Mycobacterium chelonae, que son las que más habitualmente se aíslan en este grupo. Las que tardan más de 7 días en crecer —llamadas crecedoras lentas— pueden teñir- se con la exposición a la luz (fotocromógenas, entre las que M. kansasii es la más representativa de este grupo), con la oscu- ridad (escotocromógenas, como Mycobacterium gordonae) o no teñirse (no cromógenas, como M. avium-complex). La fiabilidad de los test de susceptibilidad y la orientación diagnóstica de estas micobacterias dependen en gran medida de esta vieja, pero aún válida, clasificación, que puede realizarse en cualquier laboratorio, incluidos los de los países más pobres. Existe una clasificación más moderna, que se basa en los órganos afecta- dos y en las enfermedades que producen (tabla 42.1). MANIFESTACIONES CLÍNICAS Y CRITERIOS DIAGNÓSTICOS Las MNT pueden afectar, con mayor o menor frecuencia, a la práctica totalidad de los órganos y tejidos del organismo, según cuál sea la micobacteria implicada (v. tabla 42.1). La forma de presentación clínica depende del órgano implicado. Afectación pulmonar La afectación pulmonar crónica, de aparición variable e ines- pecífica, es la manifestación clínica localizada más frecuente. Al respecto, las MNT más habituales son M. avium-complex, seguida por M. kansasii y M. abscessus. En los pacientes que no padecen un sida puede predominar M. kansasii u otras espe- cies, dependiendo de la variabilidad geográfica. Las manifes- taciones clínicas y los hallazgos radiológicos son inespecíficos TABLA 42.1 Clasificación de las micobacterias no tuberculosas (MNT) aisladas en los seres humanos* Enfermedad Especie común Distribución geográfica Morfología MNT inusuales Pulmonar M. avium-complex Todo el mundo Lento crecimiento, no pigmentada M. simiae M. szulgai M. fortuitum M. celatum M. asiaticum M. shimodei M. haemophilum M. smegmatis M. kansasii Estados Unidos y Europa Pigmentada M. abscessus Todo el mundo, pero la mayoría de casos se da en Estados Unidos Crecimiento rápido, no pigmentada M. xenopi Europa y Canadá Lento crecimiento, pigmentada M. malmoense Norte de Europa e Inglaterra Lento crecimiento, no pigmentada Ganglionar M. avium-complex Todo el mundo Por lo general, no pigmentada M. fortuitum M. chelonae M. abscessus M. kansasii M. haemophilum M. scrofulaceum Todo el mundo Pigmentada M. malmoense Norte de Europa e Inglaterra Lento crecimiento Cutánea M. marinum Todo el mundo Fotocromógena, bajas temperaturas M. avium-complex M. kansasii M. nonchromogenicum M. smegmatis M. haemophilum M. fortuitum Todo el mundo, aunque la mayoría de casos se da en Estados Unidos Rápido crecimiento, no pigmentada M. chelonae M. abscessus M. ulcerans Australia, los trópicos, África y Asia Crecimiento lento, pigmentada Diseminada M. avium-complex Todo el mundo Cultivos del virus de la inmunodeficiencia humana, pigmentada M. abscessus M. xenopi M. malmoense M. genavense M. simiae M. conspicuum M. marinum M. fortuitum M. kansasii Estados Unidos Fotocromógena M. chelonae Estados Unidos No pigmentada M. haemophilum Estados Unidos y Australia No pigmentada, requiere hemina, bajas temperaturas y anhídrido carbónico *Según el órgano al que afectan y la enfermedad que producen. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 42 Infecciones pulmonares por micobacterias no tuberculosas 345 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. (figs. 42.1 a 42.4) y con frecuencia indistinguibles de los de la tuberculosis o de las bronquiectasias infectadas. Sin embargo, en los últimos años la tomografía computarizada de alta resolución (TCAR) torácica ha permitido evidenciar la presencia de bronquiectasias y de nódulos. Este síndrome se ha descrito más comúnmente en mujeres no fumadoras de edad avanzada. Al tratarse de microorganismos de amplia distribución en la naturaleza se había sugerido la posibilidad de que existieran contaminaciones o infecciones transitorias, sobre todo en las personas con una enfermedad pulmonar subyacente y con muy pocos microorganismos aislados en el esputo. A este cuadro se le denominaba colonización y se caracterizaba por cursar con mínimos infiltrados pulmonares, que eran estables y no cavitados, y en los que el aislamiento de una micobacteria en el esputo era esporádico. En estudios más recientes se ha intentado demostrar que la colonización, en sentido estricto, es bastante rara. Sin embargo, el rechazo al concepto de colo- nización es, en ocasiones, difícil de asumir, sobre todo en los enfermos inmunocompetentes con escasas o nulas manifes- taciones clínicas. La evaluación mínima de un paciente en el que se sos- pecha una infección por una MA debe incluir, al menos, los siguientes aspectos: a) radiografía de tórax o, en ausencia de cavitación, TCAR de tórax; b) tres o más baciloscopias y cultivos de esputo, y c) exclusión de otras enfermedades, sobre todo de una tuberculosis. Para aceptar el diagnóstico de enfermedad pulmonar producida por una MNT, se recomienda recurrir a los criterios de la American Thoracic Society (ATS), expuestosen el cuadro 42.3, que se basan en datos clínicos, radiológicos y bacteriológicos. Aislamientos en la fibrosis quística Aunque el aislamiento de una MA en los enfermos con una fibrosis quística era un hallazgo muy ocasional hace una o dos décadas, en los últimos años ha aumentado bastante su frecuencia. En los estudios publicados al respecto en Nor- teamérica y en Europa se describe que en el 4 al 20% de los pacientes se aísla una MNT en algún momento evolutivo de la enfermedad, si bien este porcentaje está disminuyendo en los últimos años en muchos de estos sujetos gracias al empleo de la claritromicina por largos períodos de tiempo. Afortunada- mente, hasta en el 70% de estos enfermos los aislamientos son únicos y sin relevancia clínica inicial. No obstante, el hallazgo de una MA obliga a realizar un seguimiento activo durante meses. Aunque no se ha dado aún una explicación clara que justifique el incremento que se ha producido en el aislamiento de MNT, parece que la dificultad del aclaramiento mucociliar FIGURA 42.2 Radiografías posteroanteriores de tórax de un paciente con una enfermedad por Mycobacterium kansasii. A. En el momento del diagnóstico. B. Curación tras recibir tratamiento durante 14 meses. FIGURA 42.1 Radiografía posteroanterior de tórax de una paciente de 80 años de edad con una enfermedad pulmonar por Mycobacterium avium-complex. Se curó con un tratamiento de 15 meses. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 346 FIGURA 42.3 Radiografía posteroanterior de tórax de un paciente de 79 años de edad con una enfermedad por Mycobacterium abscessus y Mycobacterium peregrinum. La erradicación de Mycobacterium peregrinum fue fácil, pero persistió la enfermedad por M. abscessus. FIGURA 42.4 Radiografía posteroanterior de tórax de un paciente de 55 años de edad con una enfermedad por Mycobacterium simiae. La evolución fue tórpida, con tres recaídas a lo largo de 7 años. Cuadro 42.3 CRITERIOS PARA VALORAR Y ACEPTAR EL DIAGNÓSTICO DE UNA INFECCIÓN PULMONAR COMO DEBIDA A UNA MICOBACTERIA NO TUBERCULOSA Criterios clínicos Siempre que se cumplan los dos criterios siguientes: ● Síntomas y signos compatibles (tos, fiebre, pérdida de peso, hemoptisis, disnea, deterioro del estado clínico), nódulos o cavernas en la radiografía de tórax y bronquiectasias con múltiples nódulos de pequeño tamaño en la tomografía computarizada de alta resolución torácica y ● Exclusión de otras enfermedades o tratamientos de otros procesos que puedan producir un cuadro clínico o radiológico similar Criterios bacteriológicos Siempre que se cumplan uno o más de los criterios siguientes: ● Cultivo positivo evidenciando el aislamiento de la micobacteria atípica en, al menos, dos muestras de esputo diferentes. Si el resultado de la muestra inicial no es diagnóstico, debe considerarse la repetición de la baciloscopia y del cultivo o ● Cultivo positivo de, al menos, un broncoaspirado o un lavado bronquial o ● Biopsia transbronquial u otra biopsia pulmonar con hallazgos histopatológicos (inflamación granulomatosa o baciloscopia positiva) y un cultivo positivo para micobacterias atípicas, o una biopsia con hallazgos histopatológicos y uno o más esputos o lavados bronquiales con un cultivo positivo para micobacterias atípicas Notas aclaratorias Se debería consultar a un experto en la materia cuando se aísle alguna micobacteria atípica poco frecuente o cuando se sospeche una contaminación, pero no una enfermedad por micobacterias atípicas Los individuos en los que se sospeche una enfermedad por micobacterias atípicas, pero en los que no se encuentren todos estos criterios diagnósticos, deben ser seguidos clínicamente hasta que se confirme o excluya el diagnóstico Incluso efectuando el diagnóstico en función de los criterios diagnósticos mencionados, esto no supone que se tenga que instaurar un tratamiento para esa micobacteriosis. La decisión de iniciar o no una pauta terapéutica determinada debe individualizarse y han de valorarse los riesgos tóxicos de la medicación y los posibles beneficios que pueden obtenerse de ella Tomado de Griffith et al., 2007. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 42 Infecciones pulmonares por micobacterias no tuberculosas 347 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. puede ser un importante factor facilitador. La MNT que más comúnmente se aísla en estos casos es M. abscessus, que tiene un importante patrón de resistencias y cuya erradicación es difícil. Los hallazgos epidemiológicos descritos hacen que sea aconsejable que, al menos una vez al año, se descarte la exis- tencia de una MNT en el esputo en todos los enfermos con una fibrosis quística. Esta búsqueda activa debe intensificarse en los individuos que empeoran clínica o funcionalmente. Este aspecto es aún más relevante en los pacientes en los que va a emplearse, por algún motivo, un macrólido, al objeto de evitar la posible monoterapia que pudiera derivar en una resistencia adquirida a este importante grupo de fármacos. Neumonitis por hipersensibilidad En los últimos años se han descrito cuadros similares a la neumonitis de hipersensibilidad en sujetos que han sufrido una exposición masiva a los antígenos de MNT, especialmente al inhalarlas a partir de fuentes de aerosoles de agua caliente, como saunas, baños termales, etc. El cuadro clínico que se produce es indistinguible del de la neumonitis por hipersensi- bilidad, tanto desde un punto de vista sintomático como radio- lógico. La MNT que se ha identificado como responsable de casi todos estos cuadros es M. avium-complex, aunque también se han comunicado casos debidos a Mycobacterium immunoge- nicum. El tratamiento óptimo de esta enfermedad aún no se conoce, pero se recomienda administrar esteroides sistémicos hasta que desaparezcan las manifestaciones clínicas. También debe tratarse la MNT involucrada en la neumonitis hasta, al menos, la desaparición de los síntomas. Linfadenitis periférica Otro cuadro clínico frecuente producido por las MNT es la linfadenitis periférica, que se observa sobre todo en niños entre 1 y 5 años de edad. La linfadenitis periférica afecta, sobre todo, a los ganglios linfáticos de la cabeza y del cuello, aunque puede estar implicado cualquier territorio del organismo. El diagnós- tico diferencial más importante debe hacerse con la linfadenitis producida por M. tuberculosis. En el 70-80% de las linfadeni- tis debidas a MA se aísla M. avium-complex. En niños menores de 5 años, M. tuberculosis es responsable de solo el 10% de las linfadenitis periféricas producidas por micobacterias, ais- lándose en el resto M. avium y Mycobacterium scrofulaceum. Por el contrario, en el 90% de los adultos con este cuadro clínico se aísla M. tuberculosis. Infecciones en la piel, los tejidos blandos y los huesos Las especies que con más frecuencia dan lugar a infecciones en la piel, los tejidos blandos y los huesos son M. fortuitum, M. abscessus, Mycobacterium marinum y Mycobacterium ulcerans. Generalmente se producen tras lesiones traumáticas, aunque también se han descrito infecciones nosocomiales después de usar catéteres intravenosos o intraperitoneales, o bypass coronarios o tras intervenciones de cirugía estética, como mamoplastias u otras. Para evitar estas posibles transmisiones nosocomiales es necesario que el material quirúrgico, las agu- jas, los catéteres e incluso los endoscopios no se expongan al agua del grifoo a otros fluidos que puedan estar contaminados por estas MA. Enfermedad diseminada Existen dos posibles formas de presentación de la enfermedad diseminada por MNT. La primera de ellas afecta a los pacientes que no padecen un sida, pero sí una inmunodepresión de otro origen (neoplasias, trasplantes, tratamientos prolongados con esteroides, etc.). En estos casos, los gérmenes aislados más habitualmente son M. avium-complex y M. kansasii. El primero produce un cuadro de fiebre alta de causa desconocida, mien- tras que las otras especies suelen ocasionar nódulos y abscesos subcutáneos, que drenan de manera espontánea. La mortalidad se relaciona directamente con el tipo y la gravedad de la enfer- medad subyacente. La segunda forma de presentación afecta a los pacientes con un sida y que están gravemente inmunodepri- midos (linfocitos CD4 positivos < 50 células/mL), en los que, de nuevo, el microorganismo más comúnmente implicado es M. avium-complex. También en este caso da lugar a un trastorno diseminado caracterizado por fiebre alta, sudoración nocturna, pérdida de peso, dolores abdominales y diarreas. Sin embargo, no hay que olvidar que M. kansasii puede ser, asimismo, una causa frecuente de enfermedad diseminada. MÉTODOS DE CULTIVO E IDENTIFICACIÓN Y PRUEBAS DE SENSIBILIDAD Cultivo e identificación Se necesitan al menos tres muestras de esputo, que deben incubarse en uno o más medios sólidos y en un medio líquido. El medio de Middlebrook 7H10 o 7H11 es el sustrato sólido de elección debido a la facilidad que ofrece para la recuperación y cuantificación de M. avium-complex. La identificación tradi- cional de las MNT se basaba en una serie de características y en una batería de reacciones bioquímicas. Estas pruebas, que para algunas MA llegaban a ser más de 100, eran y siguen siendo extremadamente lentas. Por ello, casi todos los laboratorios de los países industrializados utilizan otros métodos para el reconocimiento de las distintas especies. Estos métodos son la cromatografía líquida de alta eficacia (HPLC, del inglés high performance liquid chromatography; patrones de fingerprint), la prueba de BACTEC-NAP (inhibidor selectivo del crecimiento de M. tuberculosis), la cromatografía líquida convencional y diver- sas pruebas basadas en el ácido desoxirribonucleico (ADN). Las especies de crecimiento rápido (M. abscessus, M. fortuitum, M. chelonae) pueden requerir, además, un test de susceptibilidad a antibióticos y técnicas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para su identificación. Otros procedimientos habituales para estas micobacterias de crecimiento rápido —que, además, sirven para guiar el tratamiento— son el test de susceptibilidad a amikacina, imipenem (solo para M. fortuitum), doxiciclina, fluoroquinolonas, sulfonamida, trimetoprim-sulfametoxazol, cefoxitina, claritromicina, linezolid y tobramicina (solo para M. chelonae). En los últimos 10 años se han descrito más de 75 nuevas especies de MA, con lo que ya se superan, en conjunto, las Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 348 125 especies. El notable incremento que se ha producido en el número de especies identificadas no solo se ha ligado a una mayor prevalencia, sino también a que se ha desarro- llado y aceptado una secuencia genómica de 16S en el ácido ribonucleico ribosómico (ARNr) como referencia estándar para la definición de las nuevas especies. Se ha observado que este gen se conserva muy bien en las MNT y, por tanto, las diferencias iguales o superiores al 1% generalmente definen una nueva especie. A esta descripción de nuevas especies también ha colaborado la disponibilidad de bases de datos internacionales, que almacenan la secuencia genómica 16S ARNr de las especies micobacterianas aceptadas hasta la actualidad. Con estos nuevos instrumentos de trabajo es de esperar que el número de especies siga creciendo en los próximos años. Pruebas de sensibilidad Se han dado algunas recomendaciones sobre cuándo, cómo y a qué especies se le deben realizar estas pruebas. En el caso de M. avium-complex es un tema controvertido, ya que sus cepas son, casi siempre, resistentes a las dosis bajas de isoniacida (H), rifampicina (R), estreptomicina (S) y etambutol (E) que suelen usarse en los test de sensibilidad de M. tuberculosis. Sin embargo, in vivo responden bastante bien, al menos a la asociación de rifampicina con etambutol. Por ello, para M. avium-complex no se aconsejan las pruebas de sensibilidad a los fármacos antituberculosos habituales. El consenso que más se acepta actualmente señala que deben realizarse solo con claritromicina para M. avium-complex y con rifampicina para M. fortuitum. La investigación de una resistencia debe considerarse sobre todo en los pacientes que han recibido un esquema terapéutico en el que ya se han incluido estos agentes, bien como tratamiento o bien como profilaxis en el caso de M. avium-complex. M. kansasii, aunque inicialmente es sensible a la rifampicina, puede desarrollar una resistencia adquirida, por lo que su presencia obliga a efectuar pruebas de sensibilidad in vitro. Esta indicación se encuentra aún más fundamentada en todas las recaídas y en los fracasos terapéuticos. Sigue la controversia sobre si los test de sensibilidad deben llevarse a cabo al inicio del tratamiento, incluso el de la claritromicina para M. avium-complex y la rifampicina para M. kansasii, por el distinto comportamiento que se aprecia in vitro (frecuentes resistencias) e in vivo con estos fármacos (eficaces si se dan asociados). Por ello, al menos en los indivi- duos inmunocompetentes, las pruebas de sensibilidad pueden confundir y asustar más que ayudar. Cuando se saben inter- pretar los resultados, sí pueden estar indicadas al inicio del tratamiento, sobre todo en los pacientes que tienen un sida. Además, en los cultivos con resistencia a la rifampicina debe probarse la sensibilidad a los nuevos macrólidos, las fluoro- quinolonas y los aminoglucósidos. Las pruebas de sensibilidad sí son de extrema utilidad en las enfermedades producidas por micobacterias de crecimiento rápido, no solo para su identificación, sino también porque son la base del tratamiento. Sin embargo, estas pruebas no deben efectuarse con los fármacos antituberculosos, sino con los antibióticos referidos previamente. TRATAMIENTO La elección del tratamiento varía en función de tres factores fundamentales: la forma de presentación clínica, la especie de micobacteria que es responsable y el estado inmunitario del enfermo (v. tabla 42.1). Es muy importante destacar la ya comentada discordancia que existe entre la resistencia evi- denciada en el test de susceptibilidad y la posible eficacia de la acción terapéutica de algunos de los fármacos. A pesar de los avances que se han producido en el tema, el tratamiento actual de las infecciones debidas a MA es bastante complejo, por lo que debe llevarse a cabo en centros especializados y por personal experto. En todos los pacientes debe realizarse una valoración individual de los beneficios que pueden obtenerse con estos tratamientos, siempre prolongados, y la posible toxicidad que puede desencadenarse. Esto es especialmente relevante en los sujetos de edad avanzada, en los que se aíslan especies muy resistentes a los antibióticos, como M. abscessus, y en las personas que tienen un cuadro clínico poco llamativo y con escasa afectación general. En algunas situaciones clínicas concretas puede justificarse no prescribir tratamiento alguno, aunque la tendencia actual se dirige a que estas enfermedades sí deben tratarse. Tratamiento de la enfermedad producida por Mycobacterium avium-complex La micobacteriosis causada por M. avium-complexes la más estudiada y de la que se tiene más experiencia en el tratamiento (junto con la producida por M. kansasii). En los pacientes inmunocompetentes es posible observar varias formas clíni- cas (pulmonar, ganglionar, etc.). La forma pulmonar puede adoptar distintos patrones con distinta evolución clínica. Hasta ahora, la variante más común ha sido la fibrocavitaria, que afecta a ambos lóbulos superiores y que predomina en varones de edad avanzada —con frecuencia alcohólicos— y con una neumopatía subyacente. Su evolución es progresiva en 1 a 2 años. Otra forma de presentación es la nodular bilateral o nodular intersticial, que se descubre sobre todo en mujeres de edad avanzada, sin lesión pulmonar previa alguna, y que implica de manera predominante el lóbulo medio y la língula. Tiene una evolución clínica y radiológica característicamente lenta (5-10 años). El tratamiento de la enfermedad por M. avium-complex se basa en la asociación de, al menos, tres fármacos: a) clari- tromicina (500 mg/12 horas) o azitromicina (250 mg/día o 500 mg tres veces a la semana); b) rifabutina (150-300 mg/ día) o rifampicina (600 mg/día), y c) etambutol (25 mg/kg/ día, 2 meses, seguido de 15 mg/kg/día). Los sujetos que tienen una masa corporal baja o una edad avanzada (más de 70 años) toleran mejor dosis más bajas de claritromicina (250 mg/ 12 horas) o de azitromicina (250 mg tres veces por semana). Si el paciente es inmunocompetente y solo tiene nódulos o bronquiectasias, este tratamiento puede administrarse solo tres veces por semana, empleando siempre las dosis máximas. Sin embargo, si las lesiones son cavitarias y extensas, el tratamiento debe darse en un régimen diario. Además, en ocasiones ha de valorarse la asociación con estreptomicina o con amikacina tres veces por semana. En cualquier caso, la pauta terapéutica Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 42 Infecciones pulmonares por micobacterias no tuberculosas 349 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. debe prolongarse hasta un mínimo de 12 meses en los que los cultivos hayan sido negativos. Por su parte, en la enfermedad diseminada por M. avium-complex, que afecta a los pacientes con un sida gravemente inmunodeprimidos, no se ha definido aún con claridad si es necesario añadir rifabutina a la asociación de claritromicina y etambutol. Por tanto, el tratamiento puede ser con estos dos fármacos o con ellos y con rifabutina. Debe mantenerse hasta el control de los síntomas y la restauración del sistema inmunitario en los enfermos que están recibiendo agentes antirretrovíricos. Por último, una publicación reciente ha demostrado que la asociación de claritromicina, rifampicina y etambutol tiene la misma eficacia que la de ciprofloxacino, rifampicina y etambutol, por lo que esta última pauta debe ser también una opción que considerar. Si la lesión pulmonar por M. avium-complex se encuentra localizada y se observa en sujetos con una pobre respuesta al tratamiento o los cultivos muestran microorganismos resisten- tes, puede valorarse la posibilidad de una resección quirúrgica. Se ha sugerido que los individuos en los que el recuento en sangre periférica de linfocitos CD4 positivos es inferior a 50 células/µL tienen un riesgo elevado de padecer una infec- ción diseminada por M. avium-complex, por lo que podrían beneficiarse de una profilaxis primaria. Esta puede realizarse con uno de estos tres fármacos: a) rifabutina, que induce el metabolismo de las antiproteasas, aunque si se usa hay que descartar una infección por M. tuberculosis, para evitar una monoterapia encubierta; b) claritromicina, que se tolera bien y es más eficaz, o c) azitromicina, que es más efectiva que la rifabutina. Tratamiento de la enfermedad producida por Mycobacterium kansasii M. kansasii es la segunda causa, en orden de frecuencia, de infección pulmonar producida por MNT, en la que la afectación respiratoria es la forma de manifestación más común de esta micobacteria. Aunque se trata de un patógeno menos virulento que M. tuberculosis, produce un cuadro clínico y radiológico muy parecido al de la tuberculosis (v. fig. 42.1). El tratamiento que más se recomienda es la asociación diaria de isoniacida (300 mg), rifampicina (600 mg) y etambutol (15 mg/kg), con un tiempo de duración mínimo que incluya, al menos, 12 meses en los que los cultivos hayan sido negativos. En cualquier caso, parece aceptado por todos los autores que el tratamiento de la enfermedad producida por M. kansasii es uno de los más efectivos, si se compara con lo que se observa en las demás micobacteriosis, tanto por la mayor sensibilidad de esta MA a los antibióticos como por la posibilidad de cura- ción de la infección. La más que probable susceptibilidad a la isoniacida ha hecho que este fármaco se haya incluido, casi de manera sistemática, en detrimento de la claritromicina, en todos los trabajos dedicados al estudio del tratamiento de la enfermedad ocasionada por M. kansasii. No obstante, conviene subrayar el excelente papel terapéutico que también puede tener la claritromicina en esta micobacteriosis. Esto es muy importante porque una manera muy válida de simplificar el tratamiento de todas las micobacteriosis es la de administrar a todas las debidas a microorganismos de crecimiento lento el mismo esquema inicial con un macrólido (claritromicina o azitromicina), rifamicina y etambutol. Esto facilitaría mucho el delicado manejo terapéutico de estos enfermos y proporcio- naría, muy probablemente, resultados muy similares a los que se consiguen cuando se individualiza el tratamiento para cada una de las MA de crecimiento lento. Tratamiento de la enfermedad producida por Mycobacterium abscessus M. abscessus es quizá la MNT que más ha incrementado su número de aislamientos en los últimos años y ocupa ya, en la actualidad, el tercer lugar, en orden de frecuencia, en los países desarrollados. Es posiblemente la micobacteria contra la que es más difícil luchar y la más complicada de erradicar. Su virulencia es mayor que la de la gran mayoría del resto de MNT. Cada vez se acepta más que no solo puede infectar lesiones pul- monares previas, como bronquiectasias, sino que ella misma puede ser la causante de estas lesiones estructurales. En el caso de las infecciones pulmonares provocadas por micobacterias de crecimiento rápido, M. abscessus es el microorganismo res- ponsable del 85% de los aislamientos, aunque en los pacientes con trastornos gastroesofágicos M. chelonae y M. fortuitum se han aislado con la misma frecuencia. La evolución natural de esta micobacteriosis depende de la naturaleza del proceso subyacente. La mayoría de los suje- tos sin enfermedad previa alguna tienen un curso indolente y lentamente progresivo, pero en los individuos que tienen anomalías gastroesofágicas la evolución puede ser fulminante, llegando a producir la muerte hasta en el 20% de los casos. Esta mortalidad también puede llegar a alcanzarse en algunas inmunodeficiencias, como en el déficit del receptor macrofá- gico del interferón γ. Para el tratamiento son esenciales las pruebas de sensibi- lidad. Se trata de una micobacteria que es resistente a todos los fármacos antituberculosos, si bien suele ser suficiente un tratamiento de 6 a 12 meses si el fármaco es el adecuado. M. abscessus suele ser sensible a claritromicina (100%), ami- kacina (90%), cefoxitina (70%) y, casi siempre, también a tigeciclina (deben administrarse 50 mg/12 horas por vía intra- venosa). Algunas veces también puede ser sensible a linezolid, clofacimina o imipenem, aunque no está clara la fiabilidad de las pruebas de sensibilidad para estos dos últimos antibióticos. Cuando existe unaafectación cutánea grave, de los tejidos blandos u ósea por M. abscessus, está indicada la asociación de un macrólido (claritromicina, 1.000 mg/día, o azitromicina, 250 mg/día) con algún otro compuesto administrado por vía parenteral (amikacina, cefoxitina o imipenem). En el caso de una enfermedad grave se requiere un mínimo de 4 meses de tratamiento para que la probabilidad de curación sea alta. Si hay lesiones óseas, es mejor prolongar la pauta hasta los 6 meses. La cirugía siempre está indicada cuando la enfermedad es extensa o si hay abscesos. En contraste con la eficacia observada con estos fármacos cuando la afectación no es pulmonar, no existen asociaciones terapéuticas que hayan conseguido la conversión del esputo a largo plazo si existe una lesión pulmonar. El objetivo de lograr que transcurran 12 meses con unos cultivos negativos también es aquí deseable, pero es difícil de alcanzar. En estas circunstancias, la mejoría clínica, la regresión de los infiltrados Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN V Infecciones respiratorias 350 radiológicos o la disminución de la carga bacilar de los cultivos de esputo, hasta llegar incluso a la negativización a corto plazo, parecen objetivos más realistas. La monoterapia con macrólidos no parece suficiente, aunque algunos autores han señalado que pueden obtenerse mejorías clínicas y radiológicas con este tratamiento adminis- trado en ciclos periódicos. La asociación de los macrólidos con amikacina y cefoxitina o imipenem, durante un período de 2 a 4 meses, habitualmente consigue una mejoría clínica y microbiológica constatable, pero el coste y la morbilidad de esta combinación son un importante impedimento para su uso. En algunos individuos los síntomas pueden controlarse con tratamientos intermitentes con claritromicina o azitro- micina, aisladamente o en asociación con otros antibióticos parenterales. En cualquier caso, la duración y la toxicidad de estos tratamientos, en los que se emplean sustancias que han de administrarse por vía parenteral, hacen necesario que todos estos enfermos sean atendidos por expertos en la materia. Tal y como se ha expuesto, muchas veces es más realista intentar una mejoría clínica, radiológica y bacteriológica que una terapia curativa de la enfermedad. De una manera global puede decirse que, con los antibióticos actuales, la enfermedad pulmonar por M. abscessus es un proceso crónico e incurable en la gran mayoría de los casos. Para intentar la curación, se requiere com- binar las medidas farmacológicas con la cirugía, si la lesión está localizada y la intervención quirúrgica puede llevarse a cabo. Tratamiento de la enfermedad producida por el resto de las micobacterias no tuberculosas de crecimiento lento Una vez analizada detenidamente la enfermedad producida por M. avium-complex y por M. kansasii, el enfoque terapéuti- co de las enfermedades producidas por el resto de las MA de crecimiento lento varía enormemente. El tratamiento de estas MNT depende de la especie que origina el cuadro clínico y de su sensibilidad antimicrobiana, aunque todavía existen muchas lagunas sobre cuándo, cómo y durante cuánto tiempo debe llevarse a cabo. Lo que sí es evidente es que la terapia debe ser realizada en centros especializados y por personal experto. La gran mayoría de estas micobacteriosis tiene, como base, el tratamiento descrito para M. avium-complex, con algunas variaciones específicas para cada especie, aunque se desconoce la relevancia clínica de estas variaciones. Por ello, con ánimo de simplificar, a todas las MNT de crecimiento lento se les podría dar el mismo tratamiento que a M. avium-complex. Tratamiento de la enfermedad producida por el resto de las micobacterias no tuberculosas de crecimiento rápido Con respecto a las MNT de crecimiento rápido cabe señalar que casi todos los casos clínicos son esporádicos y adquiridos en la comunidad, aunque también se han descrito epidemias nosocomiales y la asociación con infecciones de heridas quirúr- gicas (mamoplastia y cirugía cardíaca). Las infecciones clínicas (> 90% de los casos) suelen deberse a tres especies: M. fortuitum, M. abscessus y M. chelonae. Estas especies son resistentes a todos los fármacos antituberculosos, aunque son sensibles a algunos antibióticos tradicionales. M. abscessus, el más frecuente, ya se ha revisado antes. No existen ensayos clínicos que comparen distintos regímenes terapéuticos, aunque, ante la variabilidad de la sensibilidad existente entre las diferentes especies y sub- grupos, es necesario realizar pruebas de sensibilidad in vitro —incluidos casi todos los antibióticos tradicionales— a todas las muestras significativas, para seleccionar así el tratamiento más correcto. Las infecciones cutáneas suelen ser secundarias a un trauma- tismo o a una infección quirúrgica. Muchas de ellas se resuel- ven espontáneamente o tras el desbridamiento quirúrgico. La MA más frecuentemente implicada en estas infecciones es M. fortuitum, que suele ser susceptible a muchos antimicrobia- nos orales, incluidos los nuevos macrólidos (claritromicina y azitromicina), las quinolonas, las tetraciclinas (doxiciclina y minociclina) y las sulfonamidas. El tratamiento de la enferme- dad pulmonar por M. fortuitum debe realizarse con, al menos, dos antibióticos que tengan actividad in vitro frente a esta micobacteria, durante un mínimo de 12 meses en los que los cultivos han de ser negativos. La elección de los fármacos debe basarse en la actividad in vitro y en la tolerancia del enfermo. En cualquier caso, al contrario de lo que sucede con M. abscessus, este tratamiento suele tener éxito. Por su parte, en la afectación cutánea, ósea o de los tejidos blandos el régimen terapéutico debe prolongarse, también con un mínimo de dos compuestos, durante al menos 4 meses. Quizás en las infecciones óseas es mejor mantenerlo hasta los 6 meses. La cirugía también está indicada en la enfermedad extensa, cuando se forman abscesos o se toleran mal los antimicrobianos. Para tratar una infección por M. chelonae, la tobramicina es más eficaz in vitro que la amikacina, que también debe darse en asociación con claritromicina o con otro antibiótico, según el resultado del antibiograma. Para las infecciones importan- tes de la piel, de los tejidos blandos y del hueso se aconseja un mínimo de 4 meses con una asociación de fármacos (al menos inicialmente, para evitar el desarrollo de resistencias a los macrólidos), entre los que debe incluirse un macrólido. En las infecciones óseas se recomienda prolongar el tratamiento durante 6 meses. La cirugía puede estar indicada en los abs- cesos o en la enfermedad extensa. Extirpar los cuerpos extraños es esencial para intentar que se produzca la curación de estos enfermos. Bibliografía Aksamit TR, Philley JV, Griffith DE. Nontuberculous mycobacterial (NTM) lung disease: The top essentials. 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