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650 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Neumopatías por fármacos INTRODUCCIÓN El sistema respiratorio es una diana muy accesible a los fár- macos que llegan al pulmón o al árbol bronquial por la vía aérea o por el torrente circulatorio, por lo que es especialmente sensible a los efectos adversos de los medicamentos. Entre los numerosos compuestos que se emplean en terapéutica, al menos unos 500 pueden causar reacciones nocivas o indesea- bles en el aparato respiratorio. Estas reacciones son bastante habituales en muchos casos, por ejemplo en los tratamientos oncológicos. Sin embargo, la incorporación de nuevas sus- tancias al arsenal terapéutico disponible, como los agentes biológicos o los anticuerpos monoclonales, ha hecho que sea más que probable que su frecuencia aumente en los próximos años. Se trata de episodios y cuadros que no tienen una carac- terización clínica ni anatomopatológica específica, por lo que, en general, es difícil establecer la existencia de una relación de causa a efecto, sobre todo cuando se observa en ausencia de referencias bibliográficas sólidas y rigurosas. PATOGENIA En el momento actual no se tiene un conocimiento exacto de los mecanismos patogénicos que se relacionan con la toxici- dad pulmonar por fármacos. Se cree que existe una determi- nada sensibilidad individual heredada o adquirida (tabaco, infecciones, etc.), que explicaría por qué estas alteraciones se presentan solo en algunos individuos y no en otros. En ocasiones, los trastornos que se evidencian expresan alguna propiedad farmacológica propia del medicamento, con una acción que es lógica y previsible, como ocurre con el broncoes- pasmo debido a las sustancias adrenégicas β-bloqueantes. No obstante, la norma es que el efecto sea tan imprevisible como desconocido el mecanismo por el que aparece. Las alteraciones pueden producirse tras una biotransformación, un proceso que implica a diversos sistemas enzimáticos endó- genos, como el de las glucoroniltransferasas, que detoxifican o activan los metabolitos de fármacos con una alta capacidad oxidativa, que a su vez liberan radicales libres lesivos para los fosfolípidos de las membranas celulares. Otras veces, como ocurre con la bleomicina, la toxicidad se debe a una lesión directa, con acumulación intracelular del fármaco y fragmentación del ácido desoxirribonucleico (ADN). Los neu- mocitos tipo I son muy vulnerables a los citotóxicos, pero si la exposición se repite también se dañan los tipo II. En la fase de reparación se ponen en marcha fenómenos inflamatorios, con apoptosis celular, proliferación fibroblástica y depósitos de fibrina y colágeno. Los compuestos anfifílicos (con un polo hidrofílico y otro hidrofóbico), tales como la amiodarona, la quinidina y los agentes β-bloqueantes, tienden a ser secues- trados de manera pasiva por los macrófagos y los neumocitos tipo II, lo que favorece su larga permanencia en los tejidos pulmonares. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Los síntomas no son característicos ni exclusivos de medi- camento alguno y son similares a los que se observan en los procesos respiratorios de otro origen. La presentación clínica puede ser aguda y fulminante o crónica e insidiosa, y aparecer años después del tratamiento (tabla 78.1). Salvo excepciones (asma por sustancias β-bloqueantes o tos por agentes inhibi- dores de la enzima convertidora de la angiotensina [IECA]), en la mayoría de los casos se aprecian imágenes muy evidentes en la radiografía de tórax. Menos comunes son las anomalías pleurales, vasculares o neuromusculares. A veces la participa- ción del pulmón es indirecta y se debe a una anomalía que tiene su origen primario en otro órgano, como ocurre con las neumonías secundarias a una leucopenia grave debida a una terapia inmunodepresora. Por este motivo, el diagnóstico diferencial es complejo y debe ser, en todo caso, muy amplio. DIAGNÓSTICO El perfil sindrómico de la neumopatía ayuda a establecer el diagnóstico, sobre todo, cuando los datos clínicos coinciden con los que ya se han descrito con anterioridad en la literatura médica. Es imprescindible conocer la secuencia de los trata- mientos, si las alteraciones son típicas (p. ej., una crisis de asma por ácido acetilsalicílico), si se han administrado otros medica- mentos (incluso de parafarmacia) o alguna radiación ionizante, así como las posibles manifestaciones de la enfermedad de base y de sus complicaciones. De este modo, en un paciente con un linfoma hay que descartar la posibilidad de una infiltración por la propia neoplasia, una infección, un infarto pulmonar o una nueva enfermedad tumoral (cuadro 78.1). 78 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 78 Neumopatías por fármacos 651 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. La radiografía de tórax alerta sobre la afectación respiratoria si aparecen hallazgos que puedan ser sugerentes. La tomografía computarizada (TC) torácica de corte fino y alta resolución es más sensible, pero también inespecífica. Suele mostrar opacidades alveolares, en vidrio esmerilado, líneas septales e intralobulares y nódulos (cuadro 78.2). El valor de las inves- tigaciones séricas, como el de la glucoproteína KL-6, es limitado y apenas tiene utilidad diagnóstica. El lavado broncoalveolar puede mostrar la existencia, por ejemplo, de macrófagos espu- mosos en la neumopatía por amiodarona, de siderófagos en la hemorragia alveolar o de un porcentaje elevado de eosinófilos o de linfocitos en otros procesos. Sin embargo, al igual que la biopsia, su finalidad debe ser la de excluir una neoplasia o una infección. Tampoco son útiles los test de migración y transformación de los leucocitos de la sangre o del lavado broncoalveolar. Las pruebas de provocación no suelen llevarse a cabo, ya que sus consecuencias son impredecibles y entrañan un riesgo cierto para el enfermo. En realidad, el único método que existe para establecer el diagnóstico consiste en la exclusión de otras enfermedades y en el seguimiento del individuo tras la retirada del fármaco sospechoso. Por tanto, no es fácil que la causalidad quede bien definida, por lo que decidir luego si debe continuarse o no con el medicamento depende de las circunstancias y de la gravedad del cuadro clínico. Una fuente de información muy útil es la base de datos denominada «Pneumotox» (www.pneumotox.com), una página de Internet siempre muy actualizada, que recoge el listado de los fárma- cos con sus posibles efectos secundarios y que, con criterios cronopatológicos y hallazgos clínicos y radiológicos, remite al agente sospechoso a una de las cinco categorías siguientes: incompatible, dudoso, compatible, sugestivo y muy sugestivo. En las tablas 78.2 y 78.3 se ofrece un listado de los principales fármacos implicados en la aparición de una neumopatía inters- ticial, poniendo el énfasis en su cronopatología. No obstante, debe recordarse que cualquier sustancia es potencialmente responsable de casi cualquier toxicidad pulmonar. SÍNDROMES ANATOMOCLÍNICOS Asma y afectación de las vías aéreas Los agentes bloqueantes β-adrenérgicos no selectivos pueden causar un broncoespasmo con independencia de cuál sea la vía de administración, incluso si se dan en gotas tópicas para Cuadro 78.1 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS NEUMOPATÍAS POR FÁRMACOS Infecciones respiratorias Insuficiencia cardíaca Linfangitis pulmonar Infiltrado por un linfoma Segunda neoplasia primaria Embolismo pulmonar Hemorragia alveolar Neumopatía por radiación Aspiración broncopulmonar Comorbilidad (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, bronquiectasias) Cuadro 78.2 PATRONES RADIOLÓGICOS MÁS FRECUENTES EN LAS NEUMOPATÍAS POR FÁRMACOS Insuflación yatrapamiento aéreo Opacidades focales (migratorias o no) Opacidades alveolares difusas Neumonitis intersticial Nódulos pulmonares Derrame y engrosamiento pleural Hipertensión arterial pulmonar TABLA 78.1 Síndromes clínicos y cronopatología de las neumopatías por fármacos Cronopatología Síndrome Fármacos Agudo Broncoespasmo Antiinflamatorios no esteroideos, bloqueantes β-adrenérgicos no cardioselectivos Edema pulmonar no cardiogénico Ácido acetilsalicílico y antidepresivos (sobredosis), agonistas β2-adrenérgicos intravenosos, hidroclorotiacida Daño alveolar agudo Bleomicina, busulfano, carmustina, mitomicina Neumonitis aguda Metotrexato, mitomicina C, sales de oro, nitrofurantoína, amiodarona Neumonitis eosinofílica Minociclina, amitriptilina, sertralina, fenitoína, carbamacepina Hemorragia Anticoagulantes, fibrinolíticos, antiplaquetarios Subagudo Bronquiolitis obliterante Sales de oro, penicilamina Neumonitis o neumonía organizada Amiodarona, carbamacepina, metotrexato, acebutolol Eosinofilia pulmonar Antidepresivos, cloroquina, triptófano, nitrofurantoína, difenilhidantoína, β-lactámicos, carbamacepina Derrame pleural Inductores de lupus, bromocriptina, metisergida, interleucina 2 Crónico Hipertensión pulmonar Anorexígenos, aceite tóxico Fibrosis pulmonar Amiodarona, nitrofurantoína, quimioterápicos Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN IX Patología pleuropulmonar por agentes externos 652 el tratamiento del glaucoma (timolol). Esto es posible tanto en los enfermos asmáticos como en los no asmáticos. Ello se debe a que pueden producir un bloqueo de los receptores del músculo liso, lo que impide la acción relajante de las catecolaminas circulantes, o un bloqueo de los receptores presinápticos colinérgicos (los bronquios no tienen inervación simpática). No obstante, este planteamiento teórico, que se consideraba irrefutable hasta la fecha, contrasta con expe- riencias recientes en el ámbito de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En los individuos que padecen esta enfermedad, en los que se proscribía el empleo de estas sustancias, por extensión de lo que se hacía en el asma, se ha comprobado que el uso de los fármacos β-bloqueantes no tiene efectos negativos sobre la función pulmonar, las agudi- zaciones ni la calidad de vida. En efecto, los compuestos blo- queantes cardioselectivos β 1, como el atenolol, el metoprolol o el carvedilol (una combinación de un α- y un β-bloqueante), que tienen una indicación definida en algunos trastornos cardiovasculares muy habituales en los sujetos que tienen una EPOC, sí parece que pueden prescribirse en esta enfermedad. La alternativa a las gotas oculares de timolol es el β-xolol. Algunos de los medicamentos que pueden administrarse por vía inhalatoria, como la acetilcisteína, los antibióticos y la pentamidina, y ciertas sustancias antineoplásicas que se infunden por vía endovenosa también pueden producir un broncoespasmo. La penicilamina y las sales de oro se han asociado con la posible aparición de una bronquiolitis obli- terante grave. El ácido acetilsalicílico y los antiinflamatorios no esteroideos provocan un broncoespasmo en el 10-20% de las personas asmáticas, en especial en las que tienen una sinu- sopatía o una poliposis sinusal. A veces la crisis es la primera manifestación de un asma. La intensidad de esa crisis depende de la vía de aplicación del medicamento. Es inmediata y muy grave tras la inyección endovenosa del fármaco, mientras que si se da por vía oral aparece entre media hora y 2 horas des- pués de la toma. La reacción no es alérgica, pero interfiere con el metabolismo del ácido araquidónico y de la ciclooxigenasa (COX), con formación de los leucotrienos LTC4, LTD4 y LTE4. Muchos pacientes toleran el paracetamol y los inhibidores de la COX-2, que se consideran sustancias seguras. Se toleran bien, asimismo, otros analgésicos, como el salicilato sódico, la benzodiamida, la salicilamida y algunos opioides, como dex- tropropoxifeno. La adenosina, un compuesto que se emplea por vía intravenosa para tratar las arritmias cardíacas, también puede producir un broncoespasmo. La tos es un síntoma que inducen los IECA, como el captopril y enalapril. Es una tos seca, irritativa, paroxística y muy molesta, que se observa con más frecuencia en las mujeres y que no se relaciona con el consumo de tabaco ni con el antecedente de una enfermedad asmática. Aparece meses después de haberse iniciado el trata- miento y desaparece en menos de 2 semanas tras suspenderlo. Se asocia con una mayor sensibilidad a la capsaicina, pero sin que ocasione broncoconstricción ni otras alteraciones. Los IECA interfieren con la degradación de las cininas, como la bradicinina —un mediador proinflamatorio que estimula los receptores J—, y de la sustancia P —un neurotransmisor para las fibras C, que son aferentes sensitivos que participan en el reflejo de la tos—. Casi todos los asmáticos toleran los IECA tipo II. TABLA 78.2 Tratamientos farmacológicos que pueden inducir una neumonitis organizada con bronquiolitis Agente, sustancia o fármaco Frecuencia con la que se produce la lesión Minociclina +++ Nitrofurantoína +++ Cefalosporinas ++ Anfotericina B ++ Busulfano + Bleomicina +++ Doxorrubicina ++ Metotrexato + Mitomicina C + Amiodarona +++ Sales de oro ++ Sulfasalacina ++ Carbamacepina +++ Interferón ++ Ticlopidina ++ Fenitoína ++ Triptófano +++ Radioterapia + +, frecuencia baja; ++, frecuencia media; +++, frecuencia alta. TABLA 78.3 Cronopatología de la neumopatía intersticial inducida por fármacos Fármaco Lesión precoz Lesión retardada Lesión tardía Adalimumab Amiodarona + + Bevacizumab + Bleomicina + + + Bortezomib + Busulfano + + Ciclofosfamida + + + Erlotinib + + Etanercept + + Everolimus + Gefitinib + + Gemcitabina + + Infliximab + + Interferón + + Leflunomida + + Metotrexato + + + Mitomicina + + Nitrofurantoína + + Nitrosoureas + + + Oxaliplatino + + Rituximab + + Sulfasalacina + + Trastuzumab + + Venlafaxina + + Vimblastina + Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 78 Neumopatías por fármacos 653 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Daño alveolar difuso Es una lesión grave y poco común del epitelio alveolar y de las células endoteliales. Evoluciona con una fase exudativa de edema alveolointersticial, en la que se forman membranas hialinas, que se sigue de una proliferación de neumocitos tipo II, fibroblastos y depósitos de colágeno. El cuadro es similar al del distrés respiratorio por shock o sepsis. La TC torácica muestra consolidaciones alveolares e imágenes en vidrio esmerilado extensas, bilaterales y de predominio basal (fig. 78.1). El daño alveolar difuso es un efecto adverso poco frecuente y suele deberse a fármacos citotóxicos (bleomicina, busulfano, carmustina, citarabina, ciclofosfamida, gemcita- bina, mitomicina, vimblastina, clorambucilo, melfalán, metotrexa- to, procarbacina, sulfasalacina) o a agentes como el infliximab, el imatinib, las sales de oro, la penicilamina, la nitrofurantoína, la amiodarona o el ácido transretinoico. Tienen mayor riesgo los sujetos que padecen una leucemia o un linfoma y los que reciben radioterapia en el tórax u oxigenoterapia en altas dosis. Edema pulmonar no cardiogénico Es menos habitual que la neumopatía intersticial. Se produce por un aumento de la permeabilidad de los capilares, con poca inflamación y con abundancia de un líquido proteináceo en los alvéolos. Cursa sin cardiomegalia y con un ecocardiogramay una presión pulmonar de enclavamiento normales. Suele ser fulminante y se manifiesta con disnea, hipoxemia y distrés res- piratorio. A veces es difícil distinguirlo del daño alveolar difuso. Puede desarrollarse como una respuesta idiosincrásica, por una sobredosis de ácido acetilsalicílico, opiáceos o antidepresivos tricíclicos, o por un tratamiento con fármacos concretos (ciclo- fosfamida, bleomicina, mitomicina, citarabina, gemcitabina, nitrofurantoína, hidroclorotiacida, epoprostenol, óxido nítrico, metotrexato, ácido transretinoico, antagonistas del calcio, sus- tancias antifactor de necrosis tumoral α [TNF-α] y tocolíticos). Neumopatía intersticial Es la expresión histopatológica que se encuentra con más frecuencia en las neumopatías por fármacos. Puede traducirse como una fibrosis intersticial usual, una neumonía intersticial no específica en sus variantes celular o fibrótica, una neumo- nía eosinófila, una neumonía organizada con bronquiolitis (BONO), que se describe más adelante, o como evolución y secuela de un daño alveolar previo. La forma más común es la neumonía intersticial no específica, que se presenta con tos leve y disnea progresiva, a veces con fiebre y rash, a los pocos días de haber administrado el medicamento. Las neumopatías intersticiales tóxicas pueden producirse tanto por fármacos convencionales (amiodarona, nitrofu- rantoína, fenitoína, procarbacina, quinidina, sulfasalacina, fluoxetina, sales de oro, citotóxicos antitumorales, interferón, etc.) como por agentes biológicos (tocilizumab, rituximab, golimumab, etc.). El metotrexato puede dar lugar a una variante aguda muy grave. La evolución suele ser favorable una vez sus- pendido el tratamiento y tras añadir un corticoesteroide oral. La variedad fibrótica suele deberse a citostáticos, en especial a los fibrosantes, como la bleomicina (lo que da origen al denominado «pulmón de quimioterapia»), o también a sus- tancias como la amiodarona o la nitrofurantoína. Desde un punto de vista radiológico se evidencian infil- trados intersticiales con áreas de vidrio esmerilado bilaterales en las zonas basales de ambos pulmones. La panalización es rara y traduce la existencia de una larga evolución. La progre- sión suele ser lenta y no es extraño que el diagnóstico se haga años después de concluir el tratamiento, en una fase que ya cursa con una insuficiencia respiratoria irreversible (fig. 78.2). En fechas recientes se ha sugerido que las estatinas y algunos antidepresivos (imipramina) podrían ser responsables de casos previamente clasificados como idiopáticos. Los nuevos agentes biológicos (tocilizumab, rituximab y golimumab) pueden agudizar una neumonitis preexistente, pero pueden inducir, FIGURA 78.1 Radiografía de tórax (A) y tomografía computarizada torácica (B) de un paciente con una hepatitis C que desarrolló un cuadro de distrés respiratorio agudo, con extensos infiltrados alveolointersticiales bilaterales y un fracaso ventilatorio, 15 días después de que se iniciara un tratamiento con peginterferón α-2a. Se trataba de una neumonitis aguda por interferón. Esta complicación aparece en el 1-5% de los enfermos tratados y se relaciona con las propiedades inmunomoduladoras del fármaco. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN IX Patología pleuropulmonar por agentes externos 654 asimismo, una neumonitis intersticial ex novo. La leflunomida se emplea en el tratamiento de la artritis reumatoide y puede dar lugar a una neumonitis intersticial o a la exacerbación de una neumopatía intersticial existente con anterioridad. En algu- nas ocasiones tiene consecuencias fatales por el daño alveolar difuso que origina. Por ello se desaconseja su administración en los individuos que tienen una enfermedad pulmonar previa. Los inmunosupresores del grupo mTOR (mammalian target of rapamycin), como sirolimus (rapamicina) o everolimus, tienen una toxicidad pulmonar leve hasta en un 10% de los enfermos. Los cuadros graves, que cursan con una neumonía intersticial, son poco habituales, aunque se han descrito en los sujetos receptores de un trasplante o en relación con la quimioterapia de ciertos tumores sólidos. Neumonía organizada con bronquiolitis obliterante En estos casos se observan infiltrados alveolares de distribución irregular, casi siempre bilaterales y cambiantes. Los pacientes refieren malestar, distermia, tos no productiva, disnea en grado variable y dolor pleurítico. El cuadro clínico es similar al de la neumonitis organizada idiopática y se caracteriza, además de por lo referido, por una infiltración inflamatoria intersticial en parches en el mismo estadio evolutivo, sin disrupción de la arquitectura pulmonar, con yemas y pólipos granulomatoides intraluminales en los bronquíolos, los ductos y los alvéolos, sin eosinofilia, vasculitis, granulomas ni panalización. Las imágenes radiológicas son muy típicas, pero para excluir una infección u otros procesos es necesario tomar muestras por métodos invasivos. La enfermedad aparece tras administrar determinados antibióticos, anticonvulsivantes, antiinflamato- rios o amiodarona (v. tabla 78.2). La evolución no suele ser grave y las alteraciones desaparecen con la retirada del fármaco y con corticoterapia. Eosinofilia pulmonar Se caracteriza por la existencia de una extensa infiltración leucocitaria de eosinófilos en el intersticio pulmonar y en los espacios aéreos, lo que suele coincidir con una eosinofilia periférica. Se ha descrito tras tomar amitriptilina, cloroquina, minociclina, infliximab, sertralina, venlafaxina, metotrexato, antiinflamatorios no esteroideos, sulfonamidas, fenitoína, carbamacepina, troleandomicina o triptófano. La imagen radiológica es similar a la del pulmón eosinófilo debido a otras causas, con parches alveolares irregulares bilaterales de predominio periférico, áreas en vidrio esmerilado, nódulos centrolobulares y líneas septales. Si además se observa una eosinofilia periférica, el diagnóstico es muy probable. Si hay dudas, debe realizarse un lavado broncoalveolar. El curso de la enfermedad puede ser agudo o subagudo, con síntomas discretos, mialgias, tos seca o disnea, más llamativos en la forma aguda. La presencia de un rash, fiebre y una eosinofilia periférica que supera los 1.000 eosinófilos/mL sugiere que la causa del cuadro clínico es un fármaco. Deben descartarse, en el diagnóstico diferencial, las infecciones por hongos o parásitos (Filarias, Toxocara, Ascaris, Strongyloides, Aspergillus y Coccidioides), sobre todo en los sujetos procedentes de países tropicales o que han viajado allí por cualquier motivo. Existe una forma grave, que cursa con una epidermólisis y una afectación pluriorgánica (drug-rash eosinophilia and systemic symptoms o DRESS), que se ha asociado con el consumo de antiepilépticos o de minociclina. Salvo en estas situaciones, la evolución suele ser favorable una vez retirado el compuesto e instaurada la oportuna corticoterapia. Hemorragia alveolar difusa La hemorragia alveolar difusa puede tener su origen en una reacción de hipersensibilidad a un fármaco (propiltiouracilo, difenilhidantoína, penicilina, ácido transretinoico, citostáticos, FIGURA 78.2 Radiografía de tórax (A) y tomografía computarizada torácica (B) en las que se observan los signos propios de una enfermedad intersticial evolucionada en una paciente que recibió un tratamiento de acomodación con busulfano y radioterapia, ambos antes de someterse, 2 años antes, a un trasplante de médula ósea por una leucosis mieloide aguda. Se efectuó el diagnóstico de toxicidad retardada por busulfano. La paciente sufría un cuadro de disnea progresiva debida a una insuficiencia respiratoria, que cursaba con una capacidad vital forzada del 47%, sin respuesta alos corticoesteroides. Se indicó un trasplante pulmonar. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 78 Neumopatías por fármacos 655 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. antagonistas de los receptores de los leucotrienos, hidralacina, mitomicina), en una toxicidad directa sobre la membrana basal del capilar alveolar (citostáticos, amiodarona, nitrofurantoína, cocaína) o en un defecto en la coagulación inducido por el medicamento (anticoagulantes, trombolíticos, inhibidores de la agregación plaquetaria). Cursa con diversos grados de anemia, infiltrados parcheados e hipoxemia. Cuando no hay hemoptisis, es necesario demostrar que el lavado broncoal- veolar es de aspecto hemático y contiene siderófagos en la extensión celular. El hallazgo histopatológico más frecuente es la capilaritis pulmonar (vasculitis de vasos pequeños), similar a la que ocurre en las vasculitis sistémicas. Esta lesión la producen sustancias como el propiltiouracilo, el ácido transretinoico o la difenilhidantoína. Menos habitual es la enfermedad venoo- clusiva, que se ha puesto en relación con la administración de quimioterápicos y con el síndrome hemolítico urémico originado por la mitomicina, el etopósido, la bleomicina, la ciclofosfamida, la BCNU (biscloronitrosourea o carmustina) o la zinostatina. Alteraciones vasculares pulmonares: hipertensión pulmonar y embolia de pulmón Algunos medicamentos y ciertos compuestos tóxicos, como el aceite de colza desnaturalizado, pueden producir lesiones vas- culares indistinguibles de las que se observan en la hipertensión arterial pulmonar idiopática. Un fármaco clásicamente relacio- nado con esta forma de hipertensión pulmonar es el aminorex, un anorexígeno derivado de las anfetaminas responsable de la epidemia acaecida en Europa (Alemania, Suiza y Austria, sobre todo) en los años setenta. En el origen de esta hipertensión pulmonar también se han implicado otros agentes, como la fenfluramina, la dexfenfluramina y, más recientemente, el ben- fluorex, utilizado en el tratamiento de la diabetes mellitus y del síndrome metabólico, y el triptófano, un suplemento nutritivo que puede causar una miositis eosinofílica similar a la descrita en la epidemia por aceite de colza desnaturalizado. Por últi- mo, la hipertensión pulmonar también se ha asociado con la administración del dasatinib, un inhibidor de la tirosina cinasa empleado en el tratamiento de la leucemia mieloide crónica. Son varios los fármacos que pueden inducir un tromboem- bolismo venoso y, a veces, una embolia de pulmón. Es bien sabido que esta situación puede darse tras la administración de eritropoyetina, contraceptivos orales, algunas hormonas y tamoxifeno. Algunas sustancias antineoplásicas, como la l- asparaginasa, útil en la leucemia linfoblástica, y la talidomida y la lenalidomida, que se usan en el tratamiento del mieloma, aumentan el riesgo tromboembólico, por lo que se aconseja que su prescripción se asocie con la de un anticoagulante. Otros medicamentos que se han relacionado con una mayor inciden- cia de tromboembolismos venosos son los nuevos antipsicó- ticos, en particular la clozapina, cuya utilización parece que aumenta la formación de anticuerpos antifosfolipídicos. En la misma línea, también son circunstancias inductoras de riesgo trombótico la hiperhomocisteinemia y la hiperprolactinemia que pueden aparecer en los individuos que tienen algún factor predisponente y en los que debe considerarse la posibilidad de la prevención tromboembólica. Granulomatosis pulmonar La granulomatosis pulmonar, con o sin bronquiolitis o datos de afectación intersticial, puede estar en relación con el consu- mo de diversos fármacos (acebutolol, fluoxetina, metotrexato, nitrofurantoína, procarbacina, pentazocina, sirolimus o interfe- rón α o β). Por otro lado, en el momento actual no se conoce la naturaleza del cuadro sistémico que determina la aparición de microgranulomas en el pulmón y que se observa tras la administración intravesical del bacilo de Calmette-Guérin (BCG), empleado como terapia del carcinoma vesical. Pese a ello, casi todos los autores aconsejan que, en el caso de tener que recurrir a esta modalidad terapéutica, se lleve a cabo el correspondiente tratamiento antituberculoso. Enfermedad pleural La enfermedad pleural secundaria a la administración de fármacos no es frecuente, aunque se ha descrito en relación con la nitrofurantoína, el dantroleno, la bromocriptina y la pergolida. La metisergida, la ergotamina y la bromocriptina pueden causar una fibrosis pleural con pequeños derrames, que a veces evoluciona hacia una insuficiencia respiratoria res- trictiva. El dantroleno, el propiltiouracilo, el ácido valproico, el ácido isorretinoico y la nitrofurantoína pueden producir derrames pleurales eosinofílicos. Los tratamientos con bleomi- cina, procarbacida, metotrexato, mitomicina, ciclofosfamida, docetaxel, minoxidilo, amiodarona, aciclovir, penicilamina, factores estimuladores de colonias, interleucina 2, itracona- zol, triptófano o simvastatina pueden dar lugar a un derrame pleural exudativo de volumen variable. Un caso especial es el del derrame pleural del lupus inducido por fármacos, sobre todo por procainamida o hidralacina y, menos habitual, por isoniacida, metildopa, fármacos β-bloqueantes, captopril, clorpromacina, anticonvulsivos, antiinflamatorios, estatinas o sustancias anti-TNF. Suele cursar con artralgias, mialgias, fiebre y serositis y poca afectación cutánea, nerviosa o renal. Los pacientes suelen tener más edad que los que padecen la forma sistémica idiopática. En más del 90% de los casos se demuestra la existencia de anticuerpos antinucleares con un patrón homogéneo, así como la de anticuerpos antihistonas. Los anticuerpos anti-DNA son más raros. Los niveles del com- plemento sérico suelen ser normales. El derrame pleural desa- parece al suspender el fármaco. NEUMOPATÍA POR CITOTÓXICOS La toxicidad pulmonar debida a los agentes antineoplásicos puede observarse en un 10-20% de los sujetos tratados. Los síntomas suelen ser inespecíficos y consisten en tos no pro- ductiva y, a veces, fiebre, disnea y taquipnea, según cuál sea el grado de afectación del pulmón. Salvo excepciones, el riesgo de aparición de la neumopatía depende de la dosis y de la admi- nistración simultánea de otros citotóxicos, de radioterapia, de oxigenoterapia a altas concentraciones, de la edad y de la coexis- tencia de una insuficiencia renal. La toxicidad puede ser precoz (días o semanas después del tratamiento), retardada (cuando surge varios meses después) o tardía (cuando se detecta años más tarde). Los hallazgos radiológicos no son específicos. Las pruebas funcionales respiratorias están alteradas en todos los Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN IX Patología pleuropulmonar por agentes externos 656 casos. Es característico que la caída en la capacidad de difusión para el monóxido de carbono (DLCO) pueda detectarse antes de que aparezcan los síntomas, disminuyan los volúmenes pulmonares o se evidencie alguna anomalía en la radiografía de tórax. Por ello, la determinación de la DLCO puede servir para monitorizar a los enfermos de alto riesgo. El tratamiento incluye, además de la supresión del fármaco, la corticoterapia, aunque la respuesta no siempre es buena y algunos casos (p. ej., cuando se ha empleado bleomicina) tienden a la recidiva. La carmustina, la ciclofosfamida, el busulfano y el clorambucilo pueden ocasionar gravestrastornos en la función respiratoria años después de que la quimioterapia haya terminado. La bleomicina es un ejemplo clásico de un agente induc- tor de una neumopatía por citostáticos. Origina una fibrosis pulmonar hasta en un 10% de los pacientes y también puede producir, aunque con menos frecuencia, una neumonía orga- nizada o una neumonitis por hipersensibilidad. La afectación pulmonar se manifiesta habitualmente a los 1-6 meses del ini- cio del tratamiento y cuando la dosis acumulada ha superado ya los 500 mg/m2, si bien a veces se presenta de forma aguda y con dosis más bajas, sobre todo cuando se utilizan infusiones intravenosas rápidas. La mitomicina C da lugar a una neumopatía tóxica en un 2-12% de los casos expuestos y sus efectos dependen de la dosis empleada. Puede ocasionar una neumonitis intersticial aguda, un síndrome hemolítico urémico con insuficiencia respiratoria aguda, una enfermedad pulmonar venooclusiva o una alteración difusa silente acompañada de una fibrosis parenquimatosa, todo ello dependiendo de la dosis que se haya administrado. En las formas agudas el riesgo es mayor si se combina con vindesina, asociación que puede desencadenar, además, un broncoespasmo y una hipoxemia importantes. La plasmaféresis y la diálisis pueden mejorar el cuadro clínico cuando coexiste una insuficiencia renal, aunque la mortalidad suele ser muy elevada. Todas las nitrosoureas (biscloronitrosourea o BCNU, car- mustina, lomustina y cloroetil-nitrosurea) pueden causar una neumonitis tóxica. La carmustina lo hace en los primeros meses del tratamiento en función de la dosis pautada, la coincidencia con otros citotóxicos o con una radioterapia torácica y la exis- tencia de otras neumopatías. También pueden dar lugar a una fibrosis pulmonar grave y a una insuficiencia respiratoria años después de concluir el tratamiento. El busulfano fue el primer citotóxico al que se responsabili- zó de ocasionar una neumopatía tóxica. Desencadena un cua- dro clínico que cursa con síntomas insidiosos y con opacidades reticulares basales bilaterales en la radiografía de tórax, que a veces recuerdan a las debidas a la proteinosis alveolar. La enfermedad pulmonar tóxica por clorambucilo es muy poco frecuente. La ciclofosfamida origina, en menos del 1% de los casos, lesiones agudas o fibróticas incluso años después de finalizar la quimioterapia. El metotrexato, que también se utiliza como un agente antiinflamatorio (p. ej., en la artritis reumatoide), puede indu- cir una neumonitis intersticial aguda u organizada hasta en un 10% de los individuos tratados. Son factores de riesgo la edad, la diabetes mellitus, la hipoalbuminemia, la insuficiencia renal, las neumopatías preexistentes y el tratamiento concurrente con otros fármacos citotóxicos. Entre los quimioterápicos más recientes, la gemcitabina puede producir un broncoespasmo durante la perfusión intra- venosa, así como también una neumonitis, sobre todo cuando existe alguna lesión pulmonar previa, se ha radiado al enfermo o se han administrado de manera simultánea otros citotóxicos. Los taxanos (paclitaxel y docetaxel) pueden ocasionar reac- ciones de hipersensibilidad aguda, pero no es habitual que originen una neumonitis, a no ser que se recurra a dosis altas, a tratamientos combinados con gemcitabina o a la radioterapia. Los inhibidores de la topoisomerasa I (irinotecán y topotecán) pueden producir una neumonitis, sobre todo cuando se aso- cian con paclitaxel o con una radioterapia. Otros fármacos potencialmente tóxicos son los análogos del platino (oxaliplatino), la talidomida y los anticuerpos mono- clonales (rituximab, trastuzumab, bevacizumab, cetuximab y alemtuzumab). El bevacizumab es un inhibidor del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), que puede inducir una hemorragia alveolar hasta en el 30% de los pacientes afectos por un carcinoma epidermoide de pulmón. Por ello, su uso se restringe a los enfermos que tienen un carcinoma no escamoso. El bortezomib, un inhibidor de la actividad proteolítica de los proteosomas, de muy reciente introducción en el tratamiento del mieloma múltiple, puede dar lugar a una neumonía inters- ticial grave. Finalmente, el gefitinib y el erlotinib —que tienen como diana al receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) y que han tenido un gran impacto en la terapia del ade- nocarcinoma de pulmón— pueden ocasionar una neumopatía intersticial hasta en un 2% de los enfermos. NEUMOPATÍA POR AMIODARONA La amiodarona es un fármaco que se emplea con frecuencia en el tratamiento de las taquiarritmias. Origina diversos efectos secundarios. Los más importantes son la fotosensibilidad, la disfunción tiroidea, la formación de depósitos corneales, la inducción de anomalías hepáticas y de la médula ósea, y alteraciones pulmonares. La afectación pulmonar se aprecia en un 1-5% de los enfermos tratados. El riesgo de toxicidad aumenta con la dosis, la duración del tratamiento, la edad, el sexo masculino y la existencia de una neumopatía previa. En ocasiones, la toxicidad aparece también cuando se usan dosis bajas e, incluso, cuando las exposiciones son cortas. La forma de presentación más habitual es la subaguda, aunque se han descrito casos agudos tras una intervención quirúrgica cardio- torácica o después de realizar una arteriografía con contraste. Los pacientes refieren síntomas inespecíficos, como tos seca, disnea, distermia, malestar y pérdida de peso. Los hallazgos radiológicos son variados y suelen consistir en infiltrados alveolares o intersticiales generalmente bilaterales. A veces pueden observarse imágenes en vidrio deslustrado, lo que implicaría, según algunos autores, que la lesión pulmonar se encontraría aún en un estadio precoz y por ello todavía reversible. La implicación de la pleura, ya sea un engrosamiento o un derrame pleural, también se ha descrito en algunos casos. La forma aguda cursa con las imágenes radiológicas propias de un síndrome de distrés respiratorio agudo. El diagnóstico debe sospecharse en los enfermos en los que, junto con el antecedente de la exposición, se evidencian infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax (fig. 78.3). El Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 78 Neumopatías por fármacos 657 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. hallazgo de macrófagos espumosos con cuerpos lamelares en el estudio citológico del lavado broncoalveolar, evidenciable en el 50% de las ocasiones, confirma la existencia de una exposición, pero no prueba que la neumopatía tenga ese origen. El cua- dro clínico se resuelve con la supresión del fármaco y con la administración temporal de corticoesteroides. NEUMOPATÍA POR NITROFURANTOÍNA La toxicidad pulmonar por nitrofurantoína se produce en alrededor de un 1% de los individuos expuestos. La forma de presentación más habitual es la aguda o subaguda (neumonitis por hipersensibilidad), que aparece a los pocos días de haber empezado a tomar el fármaco. Cursa con tos, disnea y, a veces, fiebre. Desde un punto de vista radiológico se manifiesta como un infiltrado alveolointersticial bilateral, que predomina en los lóbulos inferiores y que disminuye, en general, tras la supresión del medicamento. La forma crónica suele evolucionar con tos ligera, disnea insidiosa y progresiva, y ausencia de síntomas generales. En la radiografía de tórax se detecta una neumonitis intersticial bilateral con áreas irregulares en vidrio esmerilado, sin una distribución bien definida y sin derrame pleural acom- pañante. La enfermedad mejora con la retirada del fármaco. El papel de los corticoesteroides en la resolución del cuadro clínico es controvertido. ACTUACIÓN DIAGNÓSTICA Y TERAPÉUTICALas reacciones tóxicas pulmonares originadas por fármacos suponen un importante reto diagnóstico y terapéutico. Cuando se plantea un tratamiento con un medicamento potencial- mente tóxico para el pulmón debe conocerse si el paciente tiene alguna intolerancia o alergia a alguna sustancia, si es fumador, si existe el antecedente de alguna neumopatía y si va a necesitar oxígeno en altas dosis, radioterapia torácica o pautas terapéuticas combinadas con citostáticos, ya que estos son los factores de riesgo más importantes. Naturalmente, debe elegirse el tratamiento más eficaz y seguro, pero no siempre es fácil sustituir un fármaco eficaz y efectivo, como ocurre con la amiodarona. En el caso de los agentes quimioterápicos es útil la monitorización de la función respiratoria, con el objeto de evidenciar, lo antes posible, los efectos nocivos que puedan producirse. Dado que los signos de sospecha y los hallazgos radiológicos no son específicos, deben descartarse otros motivos por los que el pulmón puede afectarse, como las infecciones, la insuficiencia cardíaca, el tromboembolis- mo pulmonar, las recidivas tumorales o el crecimiento de una segunda neoplasia. No suele realizarse una prueba de provocación con el fármaco, ya que, además de que puede ser falsamente negativa, supone un riesgo cierto, que en la mayoría de los casos es inaceptable. Para alcanzar el diagnóstico debe recurrirse a los siguientes criterios: a) antecedente de la exposi- ción, en la que pueda identificarse con claridad el fármaco en cuestión, la dosis utilizada y la duración del contacto; b) datos clínicos, radiológicos e histopatológicos consistentes con las descripciones previas existentes, y c) mejoría del cuadro clínico tras la supresión del fármaco. Ha de valorarse la convenien- cia de efectuar un ecocardiograma, una angio-TC torácica o una gammagrafía pulmonar si existe la posibilidad de que el paciente tenga una insuficiencia cardíaca o una tromboembolia FIGURA 78.3 Radiografía de tórax (A) y tomografía computarizada torácica (B) de una neumonitis por amiodarona. Se trataba de un paciente en tratamiento con amiodarona por una fibrilación auricular, en dosis de 200 mg/día, desde 15 meses antes. Aquejaba malestar general, febrícula, disnea y tos seca. En la radiografía de tórax y en la tomografía computarizada torácica se apreciaron infiltrados pseudonodulares irregulares. El lavado broncoalveolar mostró la existencia de macrófagos espumosos y la biopsia transbronquial evidenció una neumonitis organizada con bronquiolitis. Los síntomas y los infiltrados mejoraron con la retirada de la amiodarona, pero la resolución total de las lesiones solo se logró con corticoesteroides. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN IX Patología pleuropulmonar por agentes externos 658 pulmonar. Sin embargo, en la mayoría de las ocaciones, en la práctica clínica normal, se opta por añadir antibióticos o diuréticos al tratamiento habitual del enfermo (fig. 78.4). Si la lesión que se encuentra en la TC torácica persiste o empeora, ha de considerarse la realización, según el riesgo existente, de un lavado broncoalveolar o de una biopsia pulmonar. El tratamiento se basa en la retirada del fármaco. En los casos graves, en los que se observa una progresión de la enfer- medad a pesar de la supresión del agente tóxico, se justifica el llevar a cabo un ensayo con corticoesteroides, aunque no existen datos concretos que avalen su utilización desde un punto de vista científico. La evolución no siempre es favorable y puede ser fatal, pese a que se ponga en marcha un tratamiento intensivo. En los individuos jóvenes y sin comorbilidad que progresan hacia una fibrosis pulmonar, el trasplante de pulmón puede ser una alternativa terapéutica. FIGURA 78.4 Algoritmo de actuación ante la sospecha de una neumopatía por fármacos. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org Botón1:
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