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684 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Neumotórax, hemotórax y quilotórax NEUMOTÓRAX Concepto y clasificación El neumotórax se define por la presencia de aire en el espa- cio pleural. El aire puede proceder del exterior, a través de un acceso abierto en la pared torácica, o de las estructuras intratorácicas que contienen aire, como las vías aéreas, el parén- quima pulmonar o el tubo digestivo (sobre todo el esófago). La clasificación más práctica del neumotórax es la que se expone en el cuadro 82.1. NEUMOTÓRAX ESPONTÁNEO PRIMARIO Se produce por la rotura de un pequeño volumen o espacio lleno de aire situado inmediatamente por debajo de la pleura visceral. Este espacio ha recibido distintos nombres, a menudo sin una distinción clara entre ellos (vesículas, ampollas, bullas, blebs, burbujas). En todos estos casos pueden evidenciarse desde un punto de vista histopatológico, hasta en un 90% de las ocasiones, pequeños focos de enfisema pulmonar. Sin que esté muy claro el porqué, aunque existen diversas teorías, el neumotórax espontáneo aparece típicamente en varones jóvenes, altos, delgados y fumadores (a veces de otras drogas, además de tabaco). Su prevalencia en el sexo masculino varía entre 10 y 25 casos/100.000 habitantes. En las mujeres es mucho menos frecuente. Surge tanto en reposo como durante el ejercicio físico. En un 30% de los individuos se resuelve de manera espontánea con un drenaje torácico o, incluso, solo con reposo y oxigenoterapia. Sin embargo, hasta en un tercio de los sujetos no tratados se produce una recidiva, como norma general en los dos primeros años del neumotórax inicial. Tras un segundo episodio la probabilidad de recidiva asciende hasta casi un 60%. NEUMOTÓRAX ESPONTÁNEO SECUNDARIO El trastorno que más habitualmente se asocia con un neumotó- rax espontáneo secundario es la enfermedad pulmonar obstruc- tiva crónica (EPOC), si bien casi cualquier neumopatía puede provocar un neumotórax de este origen: las conectivopatías, las infecciones necrotizantes (en especial la neumonía por Pneumocystis jiroveci en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida), las neoplasias pulmonares, las neumopatías inters- ticiales (sobre todo las que se asocian con una obstrucción de las vías aéreas, como la histiocitosis de células de Langerhans o la linfangioleiomiomatosis, que hasta en un 25 o un 75% de los casos, respectivamente, originan un neumotórax adquirido secundario), etc. La aparición de un neumotórax espontáneo en un paciente con más de 40 años de edad obliga a buscar una enfermedad subyacente, tanto si es fumador como si no lo es (cuadro 82.2). Las fugas aéreas que dan lugar a estos neumotórax suelen ser más prolongadas y precisan muy a menudo de drenajes torácicos que duran bastante tiempo. Una variante peculiar es el denominado neumotórax catamenial, que aparece en mujeres en edad fértil, en general en el lado derecho, y que coincide con la menstruación. Parece estar en relación con el paso de aire desde el aparato genital, a través del peritoneo, hasta el tórax, a través de pequeños orificios diafragmáticos. También se ha asociado con la existencia de implantes endome- triósicos ectópicos localizados en la pleura visceral, que en la fase de proliferación o de descamación producen pequeñas roturas sobre la superficie pulmonar. Suelen recidivar con más frecuencia que los otros tipos de neumotórax espontáneos y habitualmente requieren intervenciones quirúrgicas agresivas para minimizar su tendencia a la recaída. NEUMOTÓRAX YATROGÉNICO Los distintos procedimientos que, con fines diagnósticos o terapéuticos, pueden invadir el tórax son la causa más común de este tipo de neumotórax (toracocentesis, cateterización de venas centrales, sobre todo la vena subclavia, punciones trans- torácicas, biopsias transbronquiales, etc.). También es frecuente tras la colocación de un marcapasos cardíaco. NEUMOTÓRAX TRAUMÁTICO El enfermo politraumatizado muy a menudo sufre un neumo- tórax, que además suele comprometer, desde los momentos iniciales, la ventilación del enfermo. En estos casos el diagnóstico 82 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 82 Neumotórax, hemotórax y quilotórax 685 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. casi siempre tiene que ser clínico, ya que la colocación urgente de un drenaje torácico, incluso sin confirmación radiológica previa alguna, suele ser absolutamente imprescindible. Tan- to los traumatismos abiertos del tórax (heridas penetrantes) como los cerrados (contusiones del parénquima pulmonar o lesiones de la vía aérea por desaceleración) pueden dar lugar a un neumotórax de este tipo. Manifestaciones clínicas La presión negativa pleural hace que el aire, bien desde los alvéolos o desde otras estructuras torácicas con gas, o bien desde el exterior, en el caso de un neumotórax abierto, se introduzca y ocupe de forma progresiva el espacio pleural. Se produce, en consecuencia, un neumotórax. La intensidad de las manifestaciones clínicas que refiere el enfermo depende del volumen de aire acumulado, de la velocidad con la que ha entrado y de la situación cardiorrespiratoria previa basal del individuo. Es típico el dolor pleurítico, que aumenta con la inspiración, en la zona escapular correspondiente al lado afecto. También puede aparecer tos seca y un grado variable de disnea. En la exploración física el signo más frecuente es la taquicardia. La auscultación pulmonar es variable en función de la magnitud del neumotórax. Un neumotórax cerrado en el que el flujo del aire hacia el espacio pleural no cesa y en el que se produce un mecanismo valvular, que permite la entrada pero no la salida del aire, provoca un colapso completo del pulmón y, poco después, un desplazamiento del mediastino hacia el lado contralateral. Este fenómeno origina una disminución de la precarga cardíaca, al desviarse y traslocarse las venas cavas, lo que da lugar al llamado neumotórax a tensión. Es esta una situación grave, que cursa con taquicardia, hipotensión arterial, activación del sis- tema nervioso simpático y, a veces, un importante compromiso hemodinámico. El diagnóstico de este tipo de neumotórax Cuadro 82.2 CAUSAS DE UN NEUMOTÓRAX ESPONTÁNEO SECUNDARIO Enfermedad congénita: ● Malformación adenomatoidea quística congénita Enfermedad del tejido conectivo: ● Linfangioleiomiomatosis ● Esclerosis tuberosa ● Neurofibromatosis múltiple de von Recklinghausen ● Síndrome de Marfan ● Síndrome de Ehlers-Danlos ● Prolapso de la válvula mitral Infección pleuropulmonar: ● Neumonía micótica (sobre todo, neumonía por Pneumocystis jiroveci) ● Enfermedad hidatídica ● Neumonía bacteriana Neoplasias pleurales y broncopulmonares: ● Carcinoma broncogénico primario ● Tumor carcinoide ● Mesotelioma ● Carcinoma metastásico ● Sarcoma metastásico ● Tumor de células germinales metastásico Fármacos y tóxicos: ● Quimioterapia ● Intoxicación por paraquat ● Oxigenoterapia hiperbárica ● Radioterapia ● Tratamiento con pentamidina aerosolizada Enfermedad inmunitaria: ● Granulomatosis de Wegener ● Hemorragia pulmonar primaria ● Fibrosis pulmonar idiopática ● Histiocitosis de células de Langerhans ● Sarcoidosis Enfermedad broncopulmonar obstructiva: ● Asma ● Enfermedad pulmonar obstructiva crónica ● Fibrosis quística Neumoconiosis: ● Silicoproteinosis ● Beriliosis ● Neumoconiosis por bauxita Enfermedad pulmonar vascular: ● Infarto pulmonar Neumopatía intersticial difusa: ● Proteinosis alveolar pulmonar Enfermedad intraabdominal: ● Fístula gastropleural ● Fístula colopleural Endometriosis torácica o pleural (neumotórax catamenial) Cuadro 82.1 CLASIFICACIÓN PRÁCTICADEL NEUMOTÓRAX Neumotórax espontáneo: ● Primario: sin signos clínicos ni radiológicos de nfermedad pulmonar alguna ● Secundario: con una neumopatía subyacente significativa Neumotórax adquirido: ● Traumático: ● Abierto: por una herida penetrante ● Cerrado: por una lesión del parénquima pulmonar (contusión pulmonar) ● Yatrogénico: ● Técnicas biópsicas (transtraqueal, transbronquial, transtorácica, mediastínica, etc.) ● Técnicas terapéuticas (toracocentesis, accesos venosos centrales, marcapasos, sondas de alimentación, etc.) ● Barotrauma Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN X Patología pleural 686 es esencialmente clínico. Una vez efectuado, debe abrirse la cavidad pleural al exterior (generalmente a través de un catéter venoso periférico de grueso calibre), para permitir así la salida del aire. Una vez que se ha descomprimido el tórax y revertido el compromiso cardiovascular, ya puede colocarse con más calma un drenaje torácico apropiado. Diagnóstico La radiografía posteroanterior de tórax es la prueba estándar para confirmar el diagnóstico de un neumotórax. También puede realizarse en decúbito lateral, si el enfermo no tolera la sedestación. La espiración forzada suele acentuar un neumotó- rax radiológicamente poco visible, cuya magnitud puede cuan- tificarse mediante distintos procedimientos. En la práctica es útil la clasificación que distingue entre un neumotórax parcial, cuando se aprecia la existencia de espacio entre el pulmón y la pared torácica solo en una zona del hemitórax (en general la apical), un neumotórax completo, cuando se aprecia un despegamiento del pulmón que va desde el ápex hasta la base del pulmón, y un neumotórax total, cuando el pulmón queda reducido a un muñón hiliar (fig. 82.1). Es habitual que el neumotórax se asocie, a partir de un cierto volumen, con un desplazamiento mediastínico contralateral. Si, por el contrario, este desplazamiento es ipsolateral debe reevaluarse la radio- grafía de tórax, ya que es posible que existan otras alteraciones que han pasado desapercibidas. Dos siluetas normales en la radiografía simple de tórax pueden confundirse con la línea de un neumotórax: el borde medial de la escápula (conviene tenerlo siempre bien localizado) y el círculo que en el ápex definen la primera costilla y el borde superior del extremo medial de la clavícula. Tratamiento El tratamiento del neumotórax depende del tipo y de la mag- nitud de la alteración que se produzca, así como del estado respiratorio del enfermo. En el caso del neumotórax espontá- neo primario, si el colapso pulmonar es pequeño (se asume que menos de un 20 a 30% de la cavidad pleural), puede ser suficiente con la observación clínica, la oxigenoterapia (con gafas nasales a 2-3 L/minuto) y el reposo relativo. Cuando se aprecia que el pulmón se ha despegado lateralmente de la pared torácica es aconsejable evacuar el aire, bien mediante una aspiración simple (si se trata de un neumotórax estable, de varios días de evolución, con probabilidad ya no existe fuga alguna) o bien, con más frecuencia, colocando un dre- naje torácico. El calibre de este último varía en atención a las preferencias y la experiencia del médico. Puede usarse, por ejemplo, un drenaje de 20 Fr, que se introduce, dirigiéndose hacia arriba, por el quinto espacio intercostal, en la línea axilar anterior. En los neumotórax yatrogénicos, que cursan con una mínima fuga aérea, es preferible usar un catéter fino (8-12 Fr). En el caso del neumotórax espontáneo secundario debe colocarse un drenaje torácico (también de 20 Fr), dada la probable existencia de una fuga aérea activa en el momento del diagnóstico. En el neumotórax yatrogénico, si se sospecha que no existe daño pulmonar alguno o que este es mínimo y se ha autolimitado, está indicada la aspiración simple del aire acumulado. Ante la duda es mejor colocar un drenaje torácico. El neumotórax traumático en un politraumatizado debe tratarse, aunque sea de pequeña cuantía (sobre todo si se asocia con un enfisema subcutáneo), mediante un drenaje torácico de calibre no inferior a 20 Fr. FIGURA 82.1 Radiografía posteroanterior de tórax de un neumotórax derecho completo. Obsérvese el despegamiento lateral de todo el pulmón, a excepción del ápex, que parece tener alguna adherencia con la pared torácica. Aun así, suele estar indicado el drenaje torácico. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 82 Neumotórax, hemotórax y quilotórax 687 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Para decidir el momento en el que ha de retirarse un drenaje torácico hay que valorar el tipo y la magnitud del neumotórax, la forma en la que el pulmón se ha reexpandido y el dato de si ha existido o no una fuga aérea activa, una vez colocado el drenaje. Salvo en los neumotórax pequeños no traumáticos, sin fuga aérea y con una reexpansión completa y precoz del pulmón, muchos autores son todavía partidarios de pinzar el drenaje durante 24 horas, para así poder comprobar, clínica y radiológicamente, la persistencia de la reexpansión pulmonar. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha establecido, en su última normativa acerca del diagnóstico y el tratamiento del neumotórax espontáneo, que las indicaciones de la intervención quirúrgica en este tipo de neumotórax son las siguientes: 1) una fuga aérea persistente superior a los 5 días; 2) un segundo episodio de neumotórax espontáneo primario homolateral; 3) un primer episodio de neumotórax espontáneo primario contralateral o bilateral simultáneo; 4) un primer episodio de neumotórax espontá- neo primario a tensión; 5) un hemoneumotórax espontáneo significativo, y 6) el ejercicio de profesiones o actividades de riesgo. En el caso del neumotórax traumático la indicación se establece por la presencia de una fuga aérea de gran cuantía, que incluso desborde las posibilidades de un drenaje por el tubo o los tubos de tórax y que puede dar lugar a un enfisema subcutáneo progresivo. En las figuras 82.2 y 82.3 se muestran sendos algoritmos terapéuticos de los neumotórax espontáneos primario y secundario. El tratamiento quirúrgico recomendado para el neumotórax se basa, cuando está indicado, en la resección del parénquima pulmonar que potencialmente es el motivo de la fuga aérea (áreas de bullas, tejido cicatricial, zonas dañadas del pulmón en el caso de los traumatismos torácicos, etc.), técnica a la que debe asociarse una técnica de pleurodesis física. Muchos auto- res realizan una abrasión pleural mecánica. En nuestro grupo se ha obtenido una menor tasa de recidivas con la pleurectomía parietal parcial (de la mitad superior del hemitórax), sin que eso haya supuesto una mayor morbilidad ni incomodidad alguna para los enfermos. Todavía no hay experiencia suficiente como para establecer cuáles son las consecuencias que, a largo plazo, puede tener la pleurodesis química en los individuos, generalmente muy jóvenes, que sufren un neumotórax espon- táneo. Sin embargo, esta técnica es la que se suele emplearse en numerosos servicios de cirugía torácica. La vía de abordaje FIGURA 82.2 Algoritmo terapéutico en un neumotórax espontáneo primario. Tomado de Rivas de Andrés et al., 2008. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.orgSECCIÓN X Patología pleural 688 habitual es la toracoscopia. La toracotomía se asocia con un menor riesgo de recidiva, pero muchos autores consideran que es un método demasiado agresivo para ser el procedimiento quirúrgico inicial. En el neumotórax catamenial deben sutu- rarse los orificios diafragmáticos si existiesen. En estos casos, la pleurectomía o abrasión pleural debe ser lo más completa posible. La recidiva de un neumotórax después de una ciru- gía toracoscópica es indicación de reintervención mediante una toracotomía, al objeto de lograr así una pleurodesis lo más efectiva posible. En los sujetos que tienen un neumotórax secundario, que cursa con una fuga aérea persistente, y en los pacientes con un alto riesgo quirúrgico, por su comorbilidad o las anomalías neumológicas subyacentes, la colocación de válvulas endo- bronquiales unidireccionales por vía endoscópica es una buena alternativa terapéutica. Si bien su aplicación más habitual se encuentra en la cirugía de reducción de volumen pulmonar, su utilización en las fugas aéreas, obliterando el bronquio del que es tributaria la zona parenquimatosa en la que está la fuga, parece conseguir buenos resultados. HEMOTÓRAX Concepto, epidemiología y clasificación El hemotórax se define por la acumulación de sangre en el espacio pleural. En sentido estricto se habla de hemotórax cuando el índice hematocrito del líquido pleural alcanza, al menos, el 50% del hematocrito existente en la sangre pe- riférica del enfermo. El hemotórax no debe confundirse con los derrames serohemáticos típicos de los procesos neoplási- cos o del tromboembolismo pulmonar. Los hemotórax debidos a traumatismos torácicos son, sin duda, los más frecuentes y su incidencia no ha cesado de aumentar en los últimos años. No conviene olvidar, sin embargo, los que aparecen en el período postoperatorio de intervenciones quirúrgicas toráci- cas y los raros casos de hemotórax idiopáticos espontáneos (cuadro 82.3). Los traumatismos torácicos, la segunda causa de muerte por un traumatismo, tras los craneoencefálicos, pueden ser abiertos o cerrados. Si cursan con lesiones vasculares importantes, la FIGURA 82.3 Algoritmo terapéutico en un neumotórax espontáneo secundario. Tomado de Rivas de Andrés et al., 2008. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 82 Neumotórax, hemotórax y quilotórax 689 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. hemorragia suele ser masiva y es muy probable que no haya opción a que el individuo pueda ser atendido con vida. No obstante, esto no es lo habitual. Manifestaciones clínicas y diagnóstico Una cuarta parte, aproximadamente, de los pacientes poli- traumatizados que se tratan en los servicios de urgencias tiene un hemotórax. De estos sujetos, en torno a un 85% requiere un drenaje torácico y menos de un 5 a 10% precisa de una inter- vención quirúrgica. El estudio y el tratamiento del hemotórax es, pues, más médico que quirúrgico, aunque en todo caso sigue unas pautas muy definidas. De acuerdo con el procedimiento denominado ATLS (advanced trauma life support), establecido por el American College of Surgeons, la revisión primaria de un paciente politraumatizado debe atenerse al esquema básico ABC (airway, breathing, circulation). El primer paso es conseguir una vía aérea permeable. Luego debe asegurarse una correcta ventilación y solo a continuación puede valorarse la posible existencia en el enfermo de un compromiso hemodinámico. El hemotórax puede comprometer tanto la ventilación, por la ocupación pleural que produce, como la circulación, por la pérdida hemática que supone. Las manifestaciones clínicas son las propias de un derrame pleural, aunque por ser un individuo politraumatizado los síntomas y los signos son siempre de más difícil valoración. Aun así, el diagnóstico es clínico y se apoya en la radiografía posteroanterior de tórax (fig. 82.4). La ecografía torácica puede ser útil en los casos dudosos. Tratamiento En un derrame pleural traumático agudo está indicada la colocación de un drenaje torácico de gran calibre (mínimo 28-32 Fr), que debe introducirse por el quinto o sexto espacio intercostal, en la línea axilar lateral, entre el músculo pectoral mayor por delante y el dorsal ancho por detrás. Esta maniobra resuelve el cuadro clínico hasta en un 90% de las ocasiones, ya que una buena reexpansión pulmonar es, en sí misma, hemostática. Las indicaciones para la intervención quirúrgica urgente en un hemotórax masivo son, en esencial, solo dos (cuadro 82.4). Por una lado, la aparición de un sangrado brus- co en el momento de la colocación del drenaje, superior a los 1.500 mL y, por otra parte, la existencia de una pérdida hemática superior a los 200 mL/hora durante 4 horas seguidas, todo ello en el contexto de una persona inestable desde un punto de vista hemodinámico. No obstante, la indicación debe individualizarse en cada caso. Sin olvidar que la inestabilidad hemodinámica puede deberse a una ventilación inadecuada y no, como pudiera pensarse en un primer momento, a una hipovolemia secundaria al sangrado. De manera constante, mientras se atiende a un enfermo politraumatizado, es conveniente reevaluar el esquema ABC antes mencionado. Si el hemotórax se autolimita, debe seguir- se, al menos al inicio, un tratamiento conservador, recordando FIGURA 82.4 Radiografía posteroanterior de tórax de un hemotórax derecho en un enfermo politraumatizado. Cuadro 82.3 CAUSAS DE UN HEMOTÓRAX ESPONTÁNEO Trastornos de la coagulación Malformaciones vasculares locales o generalizadas Neurofibromatosis múltiple de von Recklinghausen Hemoneumotórax (p. ej., por el desgarro de alguna adherencia entre el pulmón y la pared torácica en el momento en el que un neumotórax colapsa el pulmón) Infecciones pleurales Exostosis costales Endometriosis torácica o pleural Tumores pleurales: ● Benignos ● Malignos (sobre todo metástasis) Idiopático Cuadro 82.4 INDICACIONES DE LA TORACOTOMÍA URGENTE EN EL HEMOTÓRAX Deterioro agudo e inestabilidad hemodinámica (tensión arterial sistólica < 80 mm Hg) Sangrado inicial superior a 1.500 mL tras la colocación de un drenaje pleural Débito hemático continuo superior a 200 mL/hora Toracotomía traumática Fuga aérea masiva Lesión traqueal o bronquial documentada Sospecha de un embolismo aéreo Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN X Patología pleural 690 que la sangre puede quedar retenida, a modo de coágulo, con el consiguiente riesgo de sobreinfección y empiema. En tales casos puede recurrirse a la instilación de fibrinolíticos intra- pleurales (con preferencia la urocinasa, en dosis de 100.000 a 300.000 UI diarias). Si aun así la situación no se resuelve, está indicada la evacuación diferida de los restos hemáticos. La toracoscopia cada vez se emplea más en las fases subagudas para prevenir la acumulación intrapleural de grandes coágulos. En las fases más avanzadas (4-6 semanas) puede precisarse, incluso, una toracotomía de decorticación. QUILOTÓRAX Concepto y etiología El quilotórax se define por el acúmulo de quilo en la cavidad pleural. Esta sustancia se forma a partir de la linfa procedente del hígado y del tracto gastrointestinal, así como de los lípidos que derivan del tubo digestivo. Hasta un 70% de la grasa que se absorbe en el intestino pasa a la sangre, a través del conducto torácico, formando parte del quilo. El conducto torácico mide unos 2 a 3 mm de calibre y asciende desde la cisterna de Pecquet (cisternadel quilo, un saco linfático infradiafragmático situado delante de la segunda vértebra lumbar), por el mediastino pos- terior, pasando de ser derecho a estar en el lado izquierdo a la altura de la quinta vértebra torácica. Una vez en el cuello, fuera del tórax, forma un arco anterior a los músculos escalenos y alcanza el confluente venoso yugulosubclavio izquierdo, por el que desemboca en el torrente circulatorio. Existen, sin embargo, variaciones anatómicas en más de un 40% de la población. Así, en la práctica suele ser difícil identificarlo, en bastantes ocasiones, como una estructura anatómica bien definida. La obstrucción o disrupción del conducto torácico produce la extravasación del quilo, lo que origina un derrame pleural que tiene un aspecto lechoso característico. Las causas del quilotórax son múltiples (cuadro 82.5). Cualquier lesión trau- mática o yatrogénica sobre el conducto torácico puede produ- cirlo, pero también numerosas enfermedades que involucran al territorio linfático del cuello o del tórax pueden dar lugar a un drenaje subóptimo del quilo, provocando la acumulación de esta sustancia en la cavidad pleural. La frecuencia relativa de las causas tumorales y no tumorales varía según las diferentes series. En ausencia de un antecedente traumático la primera enfermedad a descartar es un linfoma. Manifestaciones clínicas Las manifestaciones clínicas del quilotórax surgen de dos cir- cunstancias bien distintas: la ocupación de la cavidad pleural y la pérdida de nutrientes. La primera de ellas da lugar a los síntomas y signos propios de cualquier derrame pleural, quizá con menor incidencia de fiebre o de dolor pleurítico, al no ser el quilo un líquido irritante. El derrame pleural es derecho en la mitad de los casos, izquierdo en un tercio de ellos y bilateral en un 15 a 20% de las ocasiones. Conviene saber que, por la disposición anatómica del conducto torácico, las lesiones del mismo que se sitúan por encima de la quinta vértebra dorsal suelen producir un quilotórax izquierdo. También es útil recordar que tras un trauma torácico el acúmulo del quilo no es inmediato, sino que pueden transcurrir entre 2 y 10 días hasta que el derrame pleural se pone de manifiesto. La extravasación de linfa y de lípidos produce, en los quilo- tórax de larga evolución, una importante pérdida de nutrientes. Como consecuencia son habituales la hiponatremia, la acidosis y la hipocalcemia. También se pierden proteínas esenciales, inmunoglobulinas, vitaminas, agua, etc. Por tanto, como es lógico, la evacuación del quilotórax mejora los síntomas res- piratorios, pero no resuelve el problema nutricional que, por el contrario, puede incluso exacerbarse. También son posibles los cuadros de inmunodeficiencia (sobre todo a expensas de linfocitos B) y la sobreinfección del derrame, que no es fre- cuente dado el poder bacteriostático del quilo. Diagnóstico La sospecha surge ante la obtención, en la toracocentesis, de un líquido pleural de aspecto lechoso, si bien en los enfermos recientemente operados el componente hemático o serohemá- tico del líquido puede enmascarar este aspecto. No obstante, debe pensarse en la posibilidad de un quilotórax cuando el flujo del drenaje torácico es excesivo y su origen poco claro. El diagnóstico definitivo se basa en el hallazgo de quilo- micrones, que es patognomónico, o de un concentración de triglicéridos superior a 110 mg/dL en una muestra de líquido pleural obtenida mediante una toracocentesis o a partir del fluido procedente del drenaje torácico. Valores inferiores a los 50 mg/dL permiten excluir la posibilidad de un quilotórax con bastante seguridad. Los demás datos bioquímicos del líquido pleural (glucosa, pH, proteínas, lactato deshidrogenasa, Cuadro 82.5 CLASIFICACIÓN ETIOLÓGICA DEL QUILOTÓRAX Quilotórax no traumático Maligno: ● Linfoma ● Otras neoplasias: ● Neoplasia pulmonar ● Neoplasia mediastínica ● Metástasis No maligno: ● Enfermedades congénitas: ● Atresia o fístula del conducto torácico ● Síndrome de Down, síndrome de Noonan ● Miscelánea: tumores benignos, linfangioleiomiomatosis, linfangiectasia intestinal, enteropatías, cirrosis hepática, aneurisma de la aorta torácica, neuropatías, enfermedades reumáticas, enfermedad trombótica venosa, cardiopatías, etc. ● Idiopático Quilotórax traumático ● Cerrado ● Penetrante ● Yatrogénico: ● Posquirúrgico: cervical, torácico y abdominal ● Por procedimientos diagnósticos Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 82 Neumotórax, hemotórax y quilotórax 691 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. recuento celular, etc.) pueden variar, aunque lo más común es que se trate de un exudado de predominio linfocitario, con un pH neutro o básico y con una glucosa similar a la del suero. Los niveles de colesterol suelen ser bajos, a diferencia de lo que ocurre en los pseudoquilotórax. El diagnóstico etiológico a veces es evidente, sobre todo cuando existe un antecedente traumático (quirúrgico o no). Si no es así, resulta obligatorio efectuar una tomografía computarizada toracoabdominal, en la que deben buscarse, entre otras cosas, datos que sugieran la presencia de un linfoma. Para identificar el punto en el que se produce la fuga en un quilotórax traumático se ha utilizado la linfangiografía o, lo que es mucho más sencillo, la ingesta de una comida grasa que contenga Sudán negro. Tratamiento El tratamiento del quilotórax depende de su causa. Sin embar- go, varios objetivos generales son válidos en todos los casos, tal y como se expone a continuación. ● Evacuación del derrame. Alivia los síntomas y permite una buena reexpansión pulmonar, lo que en ocasiones hace que disminuya la pérdida de quilo. La toracocentesis evacuadora es la primera maniobra a realizar, a ser posible a la vez que se toma una muestra de líquido para el diagnóstico. La colo- cación de un tubo de drenaje logra un vaciado rápido de la cavidad pleural. Sin embargo, como ocurre con los derra- mes de origen ascítico, la evacuación total puede favorecer un estado de malnutrición y, a veces, una inmunodepresión, como consecuencia de la pérdida continua y no controlada de nutrientes y de linfa. Incluso parece que puede perpetuar el derrame, lo que hace que las pérdidas puedan ser muy cuantiosas. En esta situación a veces es difícil encontrar el momento óptimo para retirar el drenaje pleural. ● Disminución de las pérdidas de quilo. Se logra reduciendo el flujo de quilo que discurre por el conducto torácico. El método más eficaz es evitar la ingesta oral e instaurar una nutrición parenteral. Algunos autores han resuelto algunos quilotórax, hasta en un 50% de los casos, con dietas de FIGURA 82.5 Algoritmo terapéutico en un quilotórax. Tomado de Nair et al., 2007. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN X Patología pleural 692 lípidos basadas en triglicéridos de cadena media (ricos en ácidos grasos con menos de 12 átomos de carbono), que se absorben por el sistema portal en vez de por los vasos linfáticos. También se han utilizado, para disminuir el volumen de quilo, análogos de la somatostatina, como el octreótido. ● Prevención de la malnutrición, la inmunodepresión y la caren- cia de proteínas y vitaminas. Para ello es fundamental el mantenimiento del balance hidroelectrolítico y equilibrar diariamente los ingresos y las pérdidas. ● Tratamiento de la enfermedad que causa el quilotórax. No siempre es posible, pues no siempre se conoce esta causa.Pero este objetivo es importante en los quilotórax de origen maligno, en los que se han obtenido respuestas variables con la quimio- y la radioterapia. En general, programas radioterápicos con una dosis total de unos 20 G resuelven bastantes casos. Si el tratamiento conservador del quilotórax no es eficaz, hay diversas posibilidades quirúrgicas. Entre las técnicas inter- vencionistas destacan la pleurodesis química con talco y la derivación pleuroperitoneal. La primera puede realizarse, con sedación, a través del propio drenaje torácico o con un pro- cedimiento toracoscópico convencional, lo que es más eficaz, aunque también más agresivo. La segunda, que solo puede ser transitoria, favorece la reabsorción de la linfa en el abdomen, lo que evita la malnutrición y permite ganar tiempo para intentar el sellado torácico con alguna técnica quirúrgica asociada. Suele ser de elección en el quilotórax congénito si han fracasado las demás maniobras conservadoras. Las técnicas propiamente quirúrgicas se recomiendan en los quilotórax traumáticos o posquirúrgicos. En ellos se plantea la intervención una vez que ha fracasado, tras 10-12 días de intentarlo, el tratamiento conservador. En este sentido, en los adultos la cirugía obtiene mayores beneficios que las medidas conservadoras cuando, a los 5-7 días, se mantiene una pér- dida de quilo superior a los 1.000-1.500 mL diarios (más de 100 mL/kg de peso/día en los niños). La técnica quirúrgica empleada suele ser la ligadura del conducto torácico, que no siempre es posible, ya que a veces no resulta fácil identificar esta estructura anatómica. La vía de acceso más habitual es la toracotomía, generalmente derecha. Muchos autores, sin embargo, prefieren un abordaje toracoscópico, incluso con técnicas robóticas, con el que consiguen unas tasas de éxito similares a las que se logran con la cirugía convencional. De manera complementaria, durante la intervención puede llevar- se a cabo una pleurodesis química (poudrage con talco) o mecá- nica (abrasión pleural o pleurectomía parietal). En algunos casos se ha tenido éxito con la embolización intervencionista del conducto torácico apoyándose en técnicas ecográficas. En la figura 82.5 se plantea un algoritmo terapéutico para el quilotórax. Pronóstico El pronóstico del quilotórax depende, en gran parte, de su causa. Son factores de mal pronóstico el origen maligno, la bilateralidad y la larga evolución, que produce un importan- te deterioro en el estado clínico del enfermo. El quilotórax congénito tiene una mortalidad que alcanza hasta el 30%. La mortalidad global actual del quilotórax se encuentra en un 15% en la mayoría de las series publicadas hasta la fecha. Bibliografía Broderick SR. Hemothorax: etiology, diagnosis, and management. Thorac Surg Clin 2013;23:89-96. González Aragoneses F. Neumotórax. Hemotórax. Quilotórax. En: Medicina respiratoria. Martín Escribano P, Sanchis Aldás J, Ramos Seisdedos G, eds. 2.ª ed. Madrid: Aula Médica. 2006;1153-62. Grundy S, Bentley A, Tschopp JM. Primary spontaneous pneumothorax: a diffuse disease of the pleura. Respiration 2012;83:185-9. Haynes D, Baumann MH. Management of pneumothorax. Semin Respir Crit Care Med 2010;31:769-80. Hu X, Cowl CT, Baqir M, Ryu JH. Air travel and pneumothorax. Chest 2014;145:688-94. Huggins JT. 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