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CIE 10 NIÑOS Y ADOLESCENTES

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Clasificación multiaxial 
de los trastornos 
psiquiátricos en niños 
y adolescentes 
Clasificación de la CIE- t O 
de los trastornos mentales 
y del comportamiento 
en niños y adolescentes 
Con una introducción del profesor 
Sir Michael Rutter 
~EDITORIAL M~DICA~ panamencana wal>l ~ . ~ 
~ ii 
~ 
Publicado por Tbe Cambridge University Press 
para la Organización Mundial de la Salud en 1996 bajo el título 
Multiaxial Classification of Child and Adolescent Psychiatric Disorders 
© World Health Organization 1996 
El Director General de la Organización Mundial de la Salud ha cedido los derechos de traducción para 
una edición en español a la Editorial Médica Panamericana que es la única responsable de la traducción. 
Traducción de 
EDITORIAL MÉDICA PANAMERICANA, S.A. 
Efectuada por 
Dr. Pedro García Parajuá 
Dra. Mónica Magariños López 
Médicos Residentes de Psiquiatría 
Clínica Puerta de Hierro 
Supervisión a cargo de 
Dr. Luis Caballero Martínez 
Psiquiatra. Clínica Puerta de Hierro 
Departamento de Psiquiatría. Universidad Autónoma. Madrid 
La medicina es una ciencia en pennanente cambio. A medida que las nuevas investigaciones y la experiencia clínica amplían nuestro cono-
cimiento, se requieren modificaciones en las modalidades terapéuticas y en los tratamientos farmacológicos. Los autores de esta obra han 
verificado toda la información con fuentes confiables para asegurarse de que ésta sea completa y acorde con los estándares aceptados en el 
momento de la publicación. Sin embargo. en vista de la posibilidad de un error humano o de cambios en las ciencias médicas, ni en los auto-
res, ni la editorial o cualquier otra persona implicada en la preparación o la publicación de este trabajo, garantizan que la totalidad de la infor-
mación aquí contenida sea exacta o completa y no se responsabilizan por errores u omisiones o por los resultados obtenidos del uso de esta 
información. Se aconseja a los lectores confmnarla con otras fuentes. Por ejemplo, y en particular, se recomienda a los lectores revisar el 
prospecto de cada fármaco que planean administrar para cerciorarse de que la información contenida en este libro sea correcta y que no se 
hayan producido cambios en las dosis sugeridas o en las contraindicaciones para su administración. Esta recomendación cobra especial impor-
tancia con relación a fármacos nuevos o de uso infrecuente. 
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baciones o cualquier otro, sin el permiso previo de Editorial Médica Panamericana, S.A. 
© 2001 EDITORIAL MÉDICA PANAMERICANA, SA 
Alberto Alcacer, 24 - 28036 Madrid, España 
Impreso en España, Febrero 2001 
.... 
Indice 
Introducción .......................................... . 
Sir Michael Rutter 
Eje 1: 
Eje 11: 
Eje III: 
Eje IV: 
Eje V: 
Eje VI: 
Eje I 
XX 
F84 
F90-F98 
FOO-F09 
FlO-FI9 
F20-F29 
Características de la organización multiaxial ..... ... . 
U so general de la guía ......... ................ . 
Síndromes psiquiátricos clínicos .................. . 
Trastornos específicos del desarrollo psicológico ..... . 
Nivel intelectual .............................. . 
Condiciones médicas ....................... ... . 
Situaciones psicosociales anómalas asociadas ........ . 
Evaluación global de la discapacidad psicosocial ..... . 
Síndromes psiquiátricos clínicos ....... ......... . 
Lista de categorías ....................... ..... . 
Sin trastorno psiquiátrico ....................... . 
Trastornos generalizados del desarrollo ... ......... . 
Trastornos de la conducta y de las emociones de comienzo 
habitual en la infancia y la adolescencia ............ . 
Trastornos mentales orgánicos, incluidos los sintomáticos 
Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de sustancias psicoactivas ............. . 
Esquizofrenia, trastorno esquizotípico y trastornos de ideas 
delirantes ........ ........................... . 
Págs. 
2 
3 
3 
4 
5 
5 
5 
6 
7 
9 
9 
l3 
19 
44 
46 
51 
F30-F39 Trastornos del humor (afectivos) .................. 70 
F40-F48 Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones 
estresantes y somatomorfos ...................... 86 
F50-F59 Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones 
fisiológicas y factores somáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 
F60-F69 Trastornos de la personalidad y del comportamiento 
del adulto .................................... l38 
F99 Trastorno mental sin especificar y problemas 
que no cumplen los criterios para ningún trastorno mental 
específico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156 
Eje 11 Trastornos específicos del desarrollo psicológico .... 157 
Lista de categorías ............................. 159 
XX Ausencia de trastornos específicos del desarrollo 
psicológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 
F80 Trastornos específicos del desarrollo del habla 
y del lenguaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 
F81 Trastornos específicos del desarrollo del aprendizaje 
escolar ...................................... 167 
Págs. 
F82 Trastornos específicos del desarrollo psicomotor ...... 174 
F83 Trastornos específicos mixtos del desarrollo. . . . . . . . . . 175 
F88 Otros trastornos del desarrollo psicológico ........... 175 
F89 Trastorno del desarrollo psicológico sin especificar .... 175 
Eje 111 Nivel intelectual .............................. 177 
Lista de categorías ............................. 179 
XX Nivel intelectual dentro del rango normal . . . . . . . . . . . . 179 
F70 Retraso mental leve ............................ 182 
F71 Retraso mental moderado. . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . 183 
F72 Retraso mental grave ........................... 184 
F73 Retraso mental profundo ........................ 184 
F78 Otros retrasos mentales ......................... 185 
F79 Retraso mental sin especificar .................... 185 
Eje IV Otros procesos de la elE-lO asociados con trastornos 
mentales y del comportamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 
Eje V Situaciones psicosociales anómalas asociadas ....... 203 
Lista de categorías ............................. 205 
00 Distorsión o inadecuación del entorno psicosocial 
no significativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 
1 Relaciones intrafamiliares anormales ............... 209 
2 Trastorno mental, desviación o limitación en el grupo 
de apoyo primario del niño. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 
3 Comunicación intrafamiliar inadecuada o distorsionada .. 218 
4 Tipos anormales de crianza ...................... 218 
5 Ambiente circundante anómalo ................... 226 
6 Acontecimientos vitales agudos ................... 232 
7 Factoresestresantes sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 
8 Estrés crónico interpersonal asociados 
con el colegio/trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241 
9 Situaciones o acontecimientos de los propios trastornos 
o discapacidades del niño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243 
Eje VI Evaluación global de la discapacidad psicosocial .... 247 
o Funcionamiento social bueno o superior . . . . . . . . . . . . . 249 
1 Funcionamiento social moderado .................. 249 
2 Discapacidad social leve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249 
3 Discapacidad social moderada .................... 250 
4 Discapacidad social grave ....................... 250 
5 Discapacidad social grave y generalizada . . . . . . . . . . . . 250 
6 Incapacidad funcional en la mayoría de las áreas ...... 250 
7 Discapacidad social grosera/persistente y generalizada . . 250 
8 Discapacidad social profunda/persistente y generalizada . 250 
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251 
índice analítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 
Prólogo 
Las clasificaciones multiaxiales comenzaron en el ámbito de la psi-
quiatría infantil en el que más que en ningún otro es necesario consi-
derar las múltiples facetas del enfermar y al niño enfermo en su 
circunstancia. Las clasificaciones psiquiátricas generales, como el 
DSM-IVy la CIE-lO, siguen el modelo de clasificación de psiquiatría 
infantil. Cada eje es una dimensión diagnóstica, lo que permite fun-
damentar decisiones terapéuticas diferentes y simultáneas. Las clasi-
ficaciones multiaxiales hacen posible combinar el diagnóstico y las 
intervenciones de distintos profesionales y, lo que es más importante, 
considerar la evolución aislada de cada uno de esos ejes a lo largo del 
tiempo durante el tratamiento. 
Es un momento en el que la psiquiatría infantil en España reclama 
un puesto y una identidad en el ámbito de la psiquiatría y cuando pare-
ce próxima la normativa que regulará la capacitación específica en 
psiquiatría infantil, un instrumento como la Clasificación Multiaxial 
de los Trastornos Psiquiátricos en Niños y Adolescentes, se convierte 
en esencial. 
PROF. JUAN J. LÓPEz-IBOR 
Catedrático de Psiquiatría, Universidad Complutense de Madrid 
Presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría 
Presidente del Grupo Coordinador de Centros de la CIE-lO de la OMS 
Introducción 
Hace aproximadamente 25 años, la Organización Mundial de la Salud convo-
có un seminario en el que se estudió la necesidad de una clasificación multiaxial 
de los trastornos psiquiátricos en los niños (1). En ese momento se propusieron 
tres ejes: síndromes psiquiátricos clínicos, nivel intelectual y factores etiológicos 
asociados (físicos o ambientales). Posteriormente se sugirió dividir este tercer eje 
en dos partes. En 1975, la OMS publicó un artículo con estudios de estos cuatro 
ejes, de los cuales los tres primeros fueron tomados de la Octava Edición de la 
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-8) (2). Estos estudios mostra-
ron el aumento de fiabilidad asociada al empleo de los ejes. Posteriormente, en 
1975, se introdujo un esquema multiaxial en Gran Bretaña, en el que se añadió un 
eje más para los trastornos específicos del desarrollo, que previamente se habían 
incluido en "factores biológicos". Este esquema se basó en la recién introducida 
CIE-9, con una lista relativamente simple de situaciones psicosociales asociadas. 
Estudios posteriores indicaron que la fiabilidad del eje psicosocial era inacepta-
blemente baja, y con el proyecto de una nueva edición de la CIE para 1990, un 
grupo de trabajo se reunió para redactar el eje psicosocial, siguiendo los mismos 
principios empleados para los trastornos psiquiátricos de la CIE-IO. De esto se 
deduce que este eje incluye una especificación mucho más detallada de los crite-
rios que se deben emplear para la codificación independiente de cada factor estre-
sante psicosocial identificado. 
Este libro, por lo tanto, proporciona una clasificación de los trastornos psi-
quiátricos en niños y adolescentes que utiliza la décima revisión de la 
Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-lO), pero con una estruc-
tura multiaxial. Los cuatro primeros ejes emplean precisamente las mismas cate-
gorías diagnósticas que la CIE-lO y el mismo código numérico, pero las catego-
rías se han ordenado de una forma algo diferente en la estructura multiaxial, para 
que los códigos que se pueden aplicar a los niños y los adolescentes aparezcan 
antes. El Eje V (situaciones psicosociales anómalas asociadas) comprende un 
conjunto de características que se incluyen en la CIE-lO como varios códigos 
"Z", pero que se describen con mayor detalle en este libro. El desarrollo de este 
eje ha sido explicado en otro sitio (3). El Eje VI (evaluación global de la disca-
pacidad psicosocial) es el único que no está incluido como tal en la CIE-lO. Se 
incluye aquí, sin embargo, debido a que la evaluación de la discapacidad ha sido 
reconocida por la OMS como una manifestación fundamental en Psiquiatría (4). 
El eje se basa en la Escala de Evaluación Global de discapacidades que se inclu-
ye en el campo de los ensayos de la CIE-lO que, de hecho, se desarrolló a partir 
del quinto eje de la DSM-I1I-R (5). La escala se ha modificado ligeramente para 
hacerla más apropiada para los niños y los adolescentes. Su inclusión en este 
libro debe ser considerada como el primer paso hacia el desarrollo de un esque-
ma sistemático para determinar la discapacidad social en niños y adolescentes 
con trastornos psiquiátricos. 
Hay que tener en cuenta que existe una clasificación multiaxial de la OMS 
diferente para los trastornos psiquiátricos en adultos, que incluye sólo tres ejes 
(lO). 
- Características de la organización multladal 
El diagnóstico psiquiátrico involucra necesariamente diferentes elementos. De 
esta forma, es aconsejable determinar el tipo de trastorno mental, si existe o no un 
retraso mental o una alteración orgánica cerebral. En la mayoría de los casos no existe 
un único término diagnóstico que incluya todas estas variables, por lo que es necesa-
rio emplear varios códigos. Por supuesto, la ClE tiene en cuenta este problema, pero 
no especifica cuántas categorías se deben emplear o el orden en que deben ser usa-
das. Se ha visto que los psiquiatras, en la práctica, varían ampliamente en su uso de 
las múltiples categorías (l, 2), lo cual conlleva que cuando una condición clínica no 
ha sido codificada pueda ser porque no estaba presente, porque existía pero se pensó 
que no era importante o porque no se codificó a pesar de que se pensó que era impor-
tante. Además, no existe forma para determinar por el código de qué caso se trata. 
El esquema multiaxial fue diseñado para remediar estas deficiencias. De 
hecho, no es más que el desarrollo lógico del esquema de múltiples categorías de 
la CIE en el que se han introducido modificaciones para evitar específicamente las 
dificultades antes reseñadas. Para conseguir una recogida completa de datos y per-
mitir posteriores comparaciones se requieren tres normas: 1) se debe codificar un 
número uniforme de elementos diagnósticos (teniendo cada elemento un eje dife-
rente); 2) estos códigos deben referirse siempre a los mismos elementos diagnós-
ticos, y 3) deben aparecer siempre en el mismo orden. 
Una variedad infinita de elementos diagnósticos puede ser incluida en este 
esquema multiaxial, pero para que sea útil en la práctica debe existir un número 
restringido de ejes. Éstos deben ser escogidos con el criterio de que proporcionen 
una información clínica lo más completa y con la menor ambigüedad posibles en 
la mayoría de los casos. Con respecto a la psiquiatría del niño y del adolescente, 
los ejes elegidos se refieren a los síndromes psiquiátricos clínicos (anorexia ner-
viosa, autismo infantil, etc.),a la presencia o ausencia de un trastorno específico 
del desarrollo psicológico (trastorno de la expresión del lenguaje, trastorno espe-
cífico de la lectura, etc.), al nivel intelectual (normal, retraso mental leve, etc.), a 
las condiciones médicas (parálisis cerebral, asma, etc.), a las situaciones psicoso-
ciales anómalas asociadas (abuso físico del niño, crianza en instituciones, etc.) y 
a la evaluación global de la discapacidad psicosocial (funcionamiento bueno o 
superior, discapacidad moderada, etc.). Todos los códigos de los cinco primeros 
ejes se encuentran ya en la ClE, por lo que el esquema multiaxial simplemente 
reagrupa las categorías bajo encabezamientos denominados "ejes". El sexto eje es 
una adaptación de un eje de la DSM-I1I-R, y sigue los mismos principios. 
La base de la clasificación multiaxial es que cada uno de los elementos prin-
cipales del diagnóstico sea sistemáticamente recogido en un eje diferente y que al 
menos se emplee un código en cada eje para todos los casos. Existe un código que 
especifica la ausencia de patología para cada eje: en los cuatro primeros ejes debe 
codificarse como "XX", en el Eje V como "00" y en el Eje VI como "O". Esto ase-
gura que siempre habrá un código en cada uno de los seis ejes para todos los 
pacientes y que datos comparables de los seis elementos del diagnóstico se codi-
ficarán de la misma forma y en el mismo orden en todos los casos, por lo que la 
recuperación sistemática de datos será más sencilla. 
Este esquema es esencialmente descriptivo y ateórico, por lo que puede ser 
empleado por los clínicos de diferentes orientaciones teóricas de un modo com-
parable. Su fin es el de señalar la presencia o ausencia de diferentes condiciones 
o situaciones, independientemente de que el clínico considere que pueden tener 
relación con la causa del problema psiquiátrico. Este procedimiento es algo dife-
rente del que se emplea habitualmente para las formulaciones diagnósticas, pero 
es necesario con el fin de continuar las discusiones teóricas acerca de la impor-
tancia de los factores biológicos, psicosociales y cognitivos en la etiología. 
Hay que resaltar que los códigos se refieren sólo a una situación o problema 
actual y no a la persona en sí misma. No conllevan implicaciones acerca de la cro-
nicidad o irreversibilidad y son bastante inadecuados para etiquetar a las personas 
(a diferencia del trastorno o situación actual del individuo). Más aún, los códigos 
diagnósticos no deben ser nunca la base de decisiones administrativas o de empleo 
de recursos institucionales (que requieren información acerca de la disponibilidad 
de un tratamiento adecuado y otros factores). 
Uso general de la guía 
Ninguna clasificación puede emplearse satisfactoriamente a menos que se dé 
alguna explicación acerca del significado de los términos que la constituyen; este 
es el propósito del glosario. Sin embargo, se necesitan diferentes grados de espe-
cificación y detalle para los diferentes propósitos. Existen tres versiones principa-
les del capítulo de la CIE-lO de los trastornos mentales y del comportamiento. 
Hay una versión corta incluida en la CIE-lO completa, con una lista de todas las 
categorías de las enfermedades (6). El capítulo de los trastornos mentales y del 
comportamiento proporciona una breve descripción de los conceptos básicos de 
cada trastorno, junto con sus características diagnósticas principales. El capítulo 
de la CIE-IO sobre los trastornos mentales y de la conducta se han publicado en 
otras dos formas. Primero, hay una versión clínica que proporciona una descrip-
ción más detallada del concepto y características diagnósticas relevantes de cada 
código en el marco de una descripción clínica y de pautas diagnósticas (7). 
Segundo, hay un grupo de criterios diagnósticos para la investigación, con una 
organización más estructurada de estos conceptos y características en el seno de 
unas normas que pueden ser empleadas del mismo modo por investigadores en 
diferentes ámbitos (8). Esta guía se ha escrito a partir de la descripción clínica y 
de los criterios diagnósticos para aquellas patologías que son más relevantes en 
niños y adolescentes. Para aquellas que son menos frecuentes en gente joven se 
proporciona una lista de categorías o se usa el texto de la versión corta incluida en 
la CIE-lO completa (6). Para la investigación, el lector puede consultar la publi-
cación de la OMS de los criterios diagnósticos para la investigación de este capí-
tulo de la CIE-lO (8). Los criterios proporcionados en esta guía para las catego-
rías del Eje V, sin embargo, están muy detallados y son comparables a los 
"criterios para la investigación". No están disponibles por separado. 
Eje 1: Síndromes psiquiátricos clínicos 
El primer eje comprende el Capítulo V "Trastornos Mentales y del Compor-
tamiento" de la CIE-lO, excepto los códigos de los trastornos específicos del desa-
rrollo psicológico, que se han trasladado al segundo eje, y los códigos para el 
retraso mental, que constituyen el tercer eje. Los trastornos generalizados del 
desarrollo (F84) se agrupan en la CIE-lO con los trastornos específicos del desa-
rrollo psicológico, pero se han mantenido en el Eje I (síndromes psiquiátricos clí-
nicos) debido a que ese es su uso habitual en la psiquiatría de niños y adolescen-
tes y porque así lo prefieren los clínicos que trabajan en esta área. Los códigos 
también se han reordenado para que los trastornos generalizados del desarrollo 
(F84) y los trastornos emocionales y del comportamiento de inicio habitual en la 
infancia y adolescencia (F90-F98) aparezcan primero. Posteriormente, el orden 
que se sigue es el de la CIE-lO. Los códigos numéricos y la descripción de las 
categorías diagnósticas no se han modificado. 
Un principio de la CIE-lO es que no deben existir diferentes clasificaciones 
para los diferentes grupos de edad (aunque se tienen en cuenta los trastornos que 
aparecen exclusivamente en unas determinadas edades). Como consecuencia, el 
primer eje incluye códigos para trastornos que tienen poca relevancia en niños (por 
ejemplo, la demencia tipo Alzheimer). Sin embargo, en principio (aunque es extre-
madamente raro en la práctica), estos diagnósticos pueden ser aplicados a niños y 
adolescentes. Por eso son incluidos aquí, y para seguir el orden de las categorías de 
la CIE-IO mencionados más arriba, las demencias y los trastornos debidos al con-
sumo de sustancias psicoactivas se describen al inicio del libro. De todos modos, 
para facilitar las referencias, las categorías que raramente se aplican a la gente 
joven se enumeran sin ninguna descripción, o se han puesto con menor tamaño, o 
se acompañan de breves descripciones tomadas de la CIE-lO completa (6), en vez 
de las descripciones más amplias que se encuentran en el Capítulo V (7). 
El glosario proporciona descripciones para todas las categorías relevantes, pero 
ciertos puntos generales requieren ser destacados. Primero, si los trastornos psi-
quiátricos en niños pueden ser incluidos bajo alguno de los epígrafes empleados 
para los trastornos que generalmente se dan en la vida adulta, este código debe ser 
utilizado. Por ejemplo, los trastornos afectivos se codifican independientemente de 
la edad del sujeto. Los trastornos de ansiedad pueden, sin embargo, ser codificados 
en la sección F40-F48, junto con una variedad de trastornos de ansiedad que pue-
den aparecer a cualquier edad, o en F93 (trastornos emocionales de inicio especí-
fico en la infancia). El grupo siguiente de trastornos se define de forma diferente y 
este código se debe emplear sólo si el trastorno cumple los criterios, y no sólo por-
que el paciente sea un niño. Se incluye una sección completa de los trastornos de 
la personalidad en el adulto debido a su posible aplicación en la adolescencia tar-
día y porque algunos clínicos desean registrar sus manifestaciones precoces en la 
infancia (aunque se reconoce la controversia de este diagnóstico a dichas edades). 
Segundo, aunquela clasificación está basada, en general. en el principio de que 
se debe evitar asumir factores etiológicos, existen algunas excepciones. Por ejem-
plo, en la sección FOO-F09, encabezada con el título "Trastornos mentales orgáni-
cos, incluidos los sintomáticos", los trastornos se codifican juntos porque se piensa 
que tienen una etiología demostrable (una enfermedad o lesión cerebral o cualquier 
otro factor que suponga una disfunción cerebral). De igual forma, el código F43 se 
define por ser un trastorno debido a acontecimientos vitales excepcionalmente 
estresantes que desencadenan una reacción aguda de estrés o un cambio de vida sig-
nificativo secundario a circunstancias displacenteras, que actúan de forma continua 
y que desencadenan un trastorno adaptativo. Sin em1?argo, estos trastornos se defi-
nen por la forma y características de la sintomatología, y estos códigos deberían ser 
empleados únicamente cuando los trastornos cumplen estos criterios. No deben 
emplearse simplemente porque se piense que las influencias del ambiente han sido 
importantes en la etiología. Su importancia queda recogida en el Eje V. 
Finalmente, hay que hacer constar que existe un código especial (F54) para 
especificar la presencia de influencias psicológicas o del comportamiento que pue-
den tener un papel principal en la etiología de los trastornos físicos clasificados en 
otros capítulos (como el asma o la úlcera péptica). Si se hace el diagnóstico de F54, 
la condición física relevante debe ser siempre codificada por separado en el Eje IV. 
Eje 11: Trastornos especfflcos del desarrollo psicológico 
Los códigos de este eje son descriptivos y no etiológicos. Los retrasos especí-
ficos en el desarrollo psicológico deben ser clasificados sin atender a su origen (la 
única excepción es el retraso secundario a una escolarización deficiente). Este 
principio significa que si, por ejemplo, un niño con autismo infantil tiene una alte-
ración importante del lenguaje o del habla debe codificarse en este eje. Sin embar-
go, para ser codificado aquí debe existir un retraso específico en algún aspecto del 
desarrollo. Esto quiere decir que un niño que muestra un retraso generalizado 
como parte de un retraso mental grave debe ser diagnosticado con el código "XX" 
del Eje 11 (ya que no presenta un retraso específico) si el deterioro del lenguaje es 
comparable al grado de deterioro de otras funciones cognitivas. 
Eje 111: Nivel Intelectual 
Este eje proporciona una descripción del nivel de funcionamiento intelectual 
general del individuo en ese momento. Si una persona funciona con un nivel inte-
lectual retrasado debe ser codificado en el código correspondiente, con indepen-
dencia de que el retraso sea parte de un trastorno generalizado del desarrollo, con-
secuencia de una privación o deprivación sociocultural o resultado de una 
condición médica como el síndrome de Down. En resumen, el código es descrip-
tivo y no conlleva necesariamente implicaciones respecto a su etiología o pronós-
tico. En los códigos F70-F79 del Capítulo V de la CIE-lO, las distintas categorí-
as de retraso mental se definen en términos de funcionamiento social. Los códigos 
de este eje son paralelos a los de F70-F79, pero se diferencian de aquéllos en que 
éstos se definen estrictamente en términos de nivel intelectual (medidos clínica o 
psicométricamente). Esto es así porque, por múltiples razones, es deseable tener 
una medida del nivel intelectual que sea independiente del funcionamiento social, 
ya que este último puede estar influido por afecciones comórbidas del Eje 1, y ade-
más el Eje VI proporciona una evaluación global del funcionamiento social. 
Eje IV: Condiciones médicas 
Este eje describe los códigos de condiciones médicas no psiquiátricas. El códi-
go se refiere a condiciones actuales y, por tanto, una historia de enfermedades 
pasadas o de lesiones no se pueden tener en cuenta a menos que se asocien con 
alguna condición médica actual codificable. Sin embargo, si una condición está 
presente debe codificarse independientemente de que se piense que ha causado el 
trastorno psiquiátrico o no. Para los códigos específicos de los trastornos médicos 
concretos deben emplearse otros capítulos que no sean el V de la CIE-lO (6). Se 
incluye una breve lista de los principales grupos de condiciones médicas, junto 
con los códigos de las de principal relevancia en la práctica psiquiátrica con 
población joven. Las autolesiones que se asocian a trastornos psiquiátricos debe-
rían también codificarse en el Eje IV a través de un código adicional X de la CIE-
lO, Capítulo XX. Estos códigos no distinguen entre el intento de suicidio y el 
"parasuicidio", ambos incluidos en la categoría general de autolesiones. 
Eje V: Situaciones pslcosoclales anómalas asociadas 
Este eje describe los códigos para las situaciones psicosociales anómalas que 
podrán ser relevantes en la génesis del trastorno psiquiátrico o en el plan tera-
péutico a seguir. Debido a esta última necesidad y a las inevitables dudas para 
determinar los factores causales, las situaciones psicosociales anómalas deben ser 
codificadas independientemente de que se piense que han causado el trastorno 
psiquiátrico del paciente o no. 
Existen importantes dudas para decidir acerca del período de tiempo en el que los 
códigos de situaciones psicosociales anómalas deben ser aplicados. Por un lado, las 
experiencias adversas graves del pasado pueden tener todavía relevancia clínica en la 
actualidad y, por el otro, los acontecimientos agudos de la vida cotidiana pueden ser 
importantes desde el punto de vista clínico cuando se asocian en el tiempo con el ini-
cio del trastorno. Debido a que la codificación basada en suposiciones causales puede 
conllevar diferencias importantes entre los clínicos (lo que se contradeciría con la 
presunción ateórica general de la CIE-lO), de este tipo sería insatisfactorio. Por esta 
razón, los códigos se defmen en ténninos de todo el período vital, pero con el reco-
nocimiento de que los usuarios de este esquema tendrán que decidir por sí mismos el 
período de tiempo que les resulta más apropiado para sus propósitos. 
Eje VI: Evaluación global de la discapacidad pslc.osoclal 
Este eje refleja el funcionamiento psicológico, social y ocupacional del 
paciente en el momento de la evaluación clínica. Comprende las discapacidades 
que aparecen en el funcionamiento a consecuencia del trastorno psiquiátrico, de 
los trastornos específicos del desarrollo psicológico o del retraso mental. No debe-
rían codificarse aquí los debidos a limitaciones somáticas (o del ambiente). 
Este eje sigue el formato general y las subdivisiones del eje análogo en el 
DSM-IV (9). Las únicas modificaciones son (como ocurre en la escala para los 
estudios de campo de la CIE-lO) que las referencias a síntomas específicos han 
sido eliminadas (ya que son tratadas en el Eje 1) y que se describen con más deta-
lle las circunstancias sociales a tener en cuenta para la codificación. 
SIR MICHAEL RUTTER 
Referencias 
1. Rutter, M., Lebovici, L., Eisenberg, L., Sneznevskij, A.Y., Sadoun, R., 
Brooke, E. y Lin, T.Y. (1969). A tri-axial classification of mental disorders 
in childhood. Journal ofChild Psychology and Psychiatry, 10: 41-61. 
2. Rutter, M., Shaffer, D. y Shepherd, M. (1975) .. An Evaluation of a Proposal 
for a Multiaxial Classification of Child Psychiatric Disorders. World Health 
Organization Monograph. Geneva: World Health Organization. 
3. Van Goor-Lambo, G., Orley, J., Poustka, F. y Rutter, M. (1990). Classification 
of abnormal psychosocial situations: Preliminary report of a revision of a 
WHO scheme. Joumal of Child Psychology and Psychiatry, 31: 229-241. 
4. World Health Organization (1988). WHO Psychiatric Disability Assessment 
Schedule (WHO/DAS). Geneva: World Health Organization. 
5. American Psychiatric Association (1987). Diagnostic and Statistical 
Manual of Mental Disorders -Third Edition- Revised. Washington DC: 
American Psychiatric Association.6. World Health Organization (1991). International Statistical Classification of 
Diseases and Health Related Problems. Tenth Revision. Volume 1. Tabular 
List. Geneva: World Health Organization. 
7. World Health Organization (1992). The ICD-lO Classification of Mental 
and Behavioural Disorders. Clinical Descriptions and Diagnostic 
Guidelines. Geneva: World Health Organization. 
8. World Health Organization (1993). The ICD-IO Classification of Mental 
and Behavioural Disorders. Diagnostic Criteria for Research. Geneva: 
World Health Organization. 
9. American Psychiatric Association (1994). Diagnostic and Statistical 
Manual of Mental Disorders. Fourth Edition. Washington, DC: American 
Psychiatric Association. 
10. Janca,A. (1996). The Multiaxial Presentation ofthe ICD-lOfor use in Adult 
Psychiatry. Published on behalf of the World Health Organization by 
Cambridge University Press (in press). 
Eje 1 
Síndromes psiquiátricos 
clínicos 
Lista de categorías 
_ Sin trastorno psiquiátrico 
(Codificar XX cuando no existe ningún trastorno psiquiátrico de 
los que se describen en el Eje 1. Dependiendo del sistema 
informático empleado. se puede optar por dejar en blanco.) 
Trastornos generalizados del desarrollo 
Trastornos del comportamiento y de las emociones 
de comienzo habitual en la Infancia y la adolescencia 
F90 Trastornos hlperclnétlcos 
F91 Trastornos dlsoclales 
F9l Trastornos dlsoclales y de las emociones mixtos 
F93 Trastornos de las emociones de comienzo especfflco 
en la Infancia 
F94 Trastornos del comportamiento social de comienzo 
especfflco en la infancia o la adolescencia 
F9S Trastornos de tlcs 
F98 Otros trastornos de las emociones y del comportamiento 
de comienzo habitual en la infancia o la adolescencia 
Trastornos mentales orgánicos. Incluidos 
los sintomáticos 
FOO Demencia en la enfermedad de Alzhelmer 
FOl Demencia vascular 
FOl Demencia en enfermedades clasificadas en otro lugar 
F03 Demencia sin especificar 
F04 Sfndrome amnésico orgánico no Inducido por alcohol u 
otras sustancias pslcotropas 
FOS Delirlum no inducido por alcohol u otras sustancias 
pslcotropas 
F06 Otros trastornos mentales debidos a lesión o disfunción 
cerebral o enfermedad somática 
F07 Trastornos de la personalidad y del comportamiento 
debidos a enfermedad, lesión o disfunción cerebral 
F09 Trastorno mental orgánico o sintomático sin especificar 
-
Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de sustancias pslcotropas 
F 1 O Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de alcohol 
F11 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de opioides 
F12 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de cannabinoides 
F13 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de sedantes o hipnóticos 
F14 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de cocaína 
F15 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de otros estimulantes, incluida la cafeína 
F16 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de alucinógenos 
F 1 7 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de tabaco 
F18 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de disolventes volátiles 
F 19 Trastornos mentales y del comportamiento debidos 
al consumo de múltiples drogas y otras sustancias 
psicotropas 
Esquizofrenia, trastorno esqulzotíplco y trastornos 
de Ideas delirantes 
F20 Esquizofrenia 
F21 Trastorno esquizotípico 
F22 Trastorno de ideas delirantes persistentes 
F23 Trastornos psicóticos agudos y transitorios 
F24 Trastorno de ideas delirantes inducidas 
F25 Trastornos esquizoafectivos 
F28 Otros trastornos psicóticos no orgánicos 
F29 Psicosis no orgánica sin especificar 
i ¡tI' Eij Trastornos del humor (afectivos) 
F30 Episodio maníaco 
F31 Trastorno bipolar 
F32 Episodio depresivo 
F33 Trastorno depresivo recurrente 
F34 Trastornos del humor (afectivos) persistentes 
F38 Otros trastornos del humor (afectivos) 
F39 Trastorno del humor (afectivo) sin especificar 
Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones 
estresantes y somatomorfos 
F40 Trastornos de ansiedad fóbica 
F41 Otros trastornos de ansiedad 
F42 Trastorno obsesivo-compulsivo 
F43 Reacción a estrés grave y trastornos de adaptación 
F44 Trastornos disociativos (de conversión) 
F45 Trastornos somatomorfos 
F48 Otros trastornos neuróticos 
Trastornos del comportamiento asociados 
a disfunciones fisiológicas y factores somáticos 
F50 Trastornos de la conducta alimentaria 
F51 Trastornos no orgánicos del sueño 
F52 Disfunción sexual no debida a enfermedad 
o trastorno orgánico 
F53 Trastornos mentales y del comportamiento 
en el puerperio. no clasificados en otro lugar 
F54 Factores psicológicos y del comportamiento en trastornos 
o enfermedades clasificados en otro lugar 
F55 Abuso de sustancias que no producen dependencia 
F59 Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones 
fisiológicas y a factores somáticos sin especificar 
Trastornos de la personalidad y del comportamiento 
del adulto 
F60 Trastornos específicos de la personalidad 
F61 Trastornos mixtos y otros trastornos de la personalidad 
F62 Transformación persistente de la personalidad 
no atribuible a lesión o enfermedad cerebral 
F63 Trastornos de los hábitos y del control de los impulsos 
F64 Trastornos de la identidad sexual 
J:!! 
tD -
F65 Trastornos de la inclinación sexual 
F66 Trastornos psicológicos y del comportamiento asociados 
con el desarrollo y la inclinación sexuales 
F68 Otros trastornos de la personalidad 
y del comportamiento del adulto 
F69 Trastorno de la personalidad y del comportamiento 
del adulto sin especificar 
Trastorno mental sin especificar y problemas 
que no cumplen 105 criterios para ningún trastorno 
mental especifico 
Lista de categorías del Eje 1 
con las definiciones apropiadas 
Cada grupo de trastornos del Eje I se distribuirá de forma separada, 
comenzando por los trastornos generalizados del desarrollo. 
Trastornos generalizados del desarrollo 
F84.0 
F84.1 
F84.2 
F84.3 
F84.4 
F84.5 
F84.8 
F84.9 
Autismo infantil 
Autismo atípico 
Síndrome de Rett 
Otro trastorno desintegrativo de la infancia 
Trastorno hipercinético con retraso mental y movimientos 
estereotipados 
Síndrome de Asperger 
Otros trastornos generalizados del desarrollo 
Trastorno generalizado del desarrollo sin especificar 
Trastornos generalizados del desarrollo 
Se trata de un grupo de trastornos caracterizado por alteraciones cualitativas en 
la interacción social recíproca yen las formas de comunicación, y por un reperto-
rio repetitivo, estereotipado y restringido de intereses y actividades. Estas anoma-
lías cualitativas son una característica generalizada del comportamiento del indivi-
duo en todas las situaciones, aunque su grado puede variar. En la mayoría de los 
casos, el desarrollo es anormal desde la primera infancia y sólo en contadas excep-
ciones las anomalías se manifiestan por primera vez después de los cinco años de 
edad. Es habitual, aunque no constante, que haya algún grado de alteración cogni-
tiva general, aunque estos trastornos se definen por la desviación del comporta-
miento según la edad mental del niño (retrasado o no). Hay cierto desacuerdo en la 
subdivisión del conjunto de este grupo de trastornos globales del desarrollo. 
En algunos casos los trastornos tienen relación y son presumiblemente debidos a 
algunas patologías somáticas, entre las que las crisis epilépticas infantiles, la rubéo-
la congénita, la esclerosis tuberosa, la lipoidosis cerebral y el cromosoma X frágil son 
las más frecuentes. Sin embargo, el trastorno debe diagnosticarse por sus caracterís-
ticas comportarnentales, con independencia de la presencia o no de anomalías somá-
ticas; si las hubiera, deben ser codificadas por separado. Dado que el retraso mental 
no es una característica general de los trastornos globales del desarrollo, es impor-tante que cuando esté presente se codifique por separado, de acuerdo con F70-F79. 
F84.0 Autismo infantil 
Se trata de un trastorno global del desarrollo definido por la presencia de un 
desarrollo alterado o anormal que se manifiesta antes de los tres años, y por un 
tipo característico de comportamiento anormal que afecta a la interacción social, 
a la comunicación y a la presencia de actividades repetitivas y restringidas. El 
trastorno predomina en los niños con una frecuencia tres a cuatro veces superior 
a la que se presenta en las niñas. 
Pautas para el diagnóstico 
Por lo general no hay un período previo de desarrollo inequívocamente nor-
mal, pero si es así, el período de normalidad no se prolonga más allá de los tres 
años. Hay siempre alteraciones cualitativas de la interacción social que toman la 
forma de una apreciación inadecuada de las señales socioemocionales, puesta de 
manifiesto por una falta de respuesta a las emociones de los demás o por un com-
portamiento que no se adapta al contexto social, por un uso escaso de los signos 
sociales convencionales y por una integración escasa del comportamiento social, 
emocional y de la comunicación, de un modo especial por una falta de reciproci-
dad socioemocional. Asimismo, son constantes las alteraciQnes cualitativas de la 
comunicación. Consisten en la falta del uso social de cualquiera de las habilida-
des del lenguaje, en el juego de hacer creer y de imitación social; la escasa sin-
cronización y la falta de reciprocidad en el intercambio conversacional; la escasa 
flexibilidad en la expresión lingüística y una pérdida relativa en la creatividad y 
fantasía de los procesos del pensamiento; la falta de respuesta emocional a los 
estímulos verbales y no verbales de los demás; defectos en el uso de las variacio-
nes en la cadencia o entonación, necesarias para lograr la modulación en la comu-
nicación y, a la vez, la ausencia de gestos acompañantes para subrayar o precisar 
la comunicación verbal. 
Este trastorno se caracteriza también por la presencia de formas rígidas, 
repetitivas y estereotipadas, de comportamiento, intereses y actividades en gene-
ral. Destacan la rigidez y la rutina para un amplio espectro de aspectos del fun-
cionamiento diario; por lo general, afectan tanto a las actividades nuevas como 
a las costumbres familiares y a las formas de juego. Puede presentarse, sobre 
todo en la primera infancia, como un apego específico a objetos extraños, de un 
modo característico a los "no suaves". Los niños pueden reiterar en actividades 
rutinarias específicas, consistentes en rituales sin un carácter funcional; puede 
haber preocupaciones e intereses estereotipados, tales como fechas, trayectos u 
horarios; a menudo hay movimientos estereotipados y un interés en aspectos aje-
nos al funcionamiento propio de los objetos (como su olor o textura); presentar 
una gran resistencia a los cambios en la rutina cotidiana o los detalles del entor-
no personal (como los cambios en la decoración o los muebles del domicilio 
familiar). 
Además de estas características diagnósticas específicas, es frecuente que en 
los niños con autismo aparezcan otros trastornos no específicos, como temores, 
fobias, trastornos del sueño y de la conducta alimentaria, rabietas y manifestacio-
nes agresivas. Son bastante frecuentes las autolesiones (por ejemplo, morderse las 
muñecas), sobre todo cuando el autismo se acompaña de un retraso mental grave. 
La mayoría de los niños autistas carecen de espontaneidad, iniciativa y creativi-
dad para organizar su tiempo libre y tienen dificultades para aplicar conceptos 
abstractos en la ejecución de sus trabajos (aun cuando las tareas se encuentran al 
alcance de su capacidad real). Las manifestaciones específicas de los déficit 
característicos del autismo cambian al hacerse mayores, pero los déficit persisten 
en la edad adulta de una forma muy similar en lo que se refiere a los problemas 
de socialización, comunicación y patrón de intereses. Para hacer el diagnóstico, 
las anomalías del desarrollo deben haber estado presentes en los tres primeros 
años, aunque el síndrome puede ser diagnosticado a cualquier edad. 
En el autismo pueden darse todos los niveles de CI, pero hay un retraso men-
tal significativo en aproximadamente el 75% de los casos. 
Incluye: Trastorno autístico. 
Autismo infantil. 
Psicosis infantil. 
Síndrome de Kanner. 
Diagnóstico diferencial 
Además de los otros tipos de trastornos globales del desarrollo hay que consi-
derar: trastorno específico del desarrollo de la comprensión del lenguaje (F80.2), 
con problemas socioemocionales secundarios; trastorno de vinculación de la 
infancia reactivo (F94.l) o trastorno de la vinculación de la infancia desinhibido 
(F94.2); retraso mental (F70-F79) acompañado de algunos trastornos de las emo-
ciones y del comportamiento; esquizofrenia (F20.-) de comienzo inusualmente 
precoz, y síndrome de Rett (F84.2). 
Excluye: Psicopatía autística (F84.5). 
F84.1 Autismo atípico 
Se trata de un trastorno global del desarrollo que difiere del autismo, bien en 
la edad de inicio, bien en que no cumple el conjunto de los tres tipos de criterio. 
Así, el desarrollo anormal o alterado se manifiesta por primera vez sólo después 
de los tres años, y no se pueden demostrar suficientes anomalías en una, dos o tres 
de las áreas de psicopatología requeridas para el diagnóstico de autismo (la inte-
racción social, la comunicación y el comportamiento restrictivo, estereotipado y 
repetitivo), a pesar de la presencia de anomalías características en las otras áreas. 
El autismo atípico suele presentarse en individuos con retraso mental profundo 
cuyo nivel de rendimiento muy bajo dificulta la manifestación del comportamien-
to desviado específico requerido para el diagnóstico de autismo. También sucede 
esto en individuos con graves trastornos específicos del desarrollo de la compren-
sión del lenguaje. Es lógico, por tanto, distinguir el autismo atípico del autismo. 
Incluye: Psicosis infantil atípica. 
Retraso mental con rasgos autísticos. 
F84.2 Síndrome de Rett 
Se trata de un trastorno, descrito hasta ahora sólo en niñas, cuya causa es des-
conocida, pero que se ha diferenciado por sus características de comienzo, curso 
y sintomatología. El desarrollo temprano es aparentemente normal o casi normal, 
pero se sigue de una pérdida parcial o completa de las habilidades manuales 
adquiridas y del habla, junto con retraso en el crecimiento de la cabeza, y que apa-
rece generalmente entre los siete meses y los dos años de edad. Las característi-
cas principales son la pérdida de los movimientos intencionales de las manos, 
estereotipias consistentes en retorcerse las manos e hiperventilación. El desarro-
llo social y del juego se detiene en el segundo o tercer años, pero el interés social 
suele mantenerse. Durante la infancia suele desarrollarse ataxia y apraxia del tron-
co, que se acompañan de escoliosis o cifoescoliosis, y algunas veces de movi-
mientos coreoatetósicos. La consecuencia invariable es una grave invalidez men-
tal. Es frecuente que durante la infancia aparezcan crisis epilépticas. 
-
Pantas para el diagnóstico 
En la mayoría de los casos, el comienzo tiene lugar entre el séptimo mes y los 
dos años de edad. El rasgo más característico es una pérdida de los movimientos 
intencionales de las manos y de la capacidad manipulativa motora fina adquirida. Se 
acompaña de pérdida parcial o total, o ausencia del desarrollo del lenguaje, movi-
mientos estereotipados muy característicos de retorcerse o "lavarse las manos", con 
los brazos flexionados frente a la barbilla o el pecho, movimientos estereotipados de 
humedecerse las manos con saliva, falta de masticación adecuada de los alimentos, 
episodios de hiperventilación frecuentes, casi siempre fracaso en el control de esfín-
teres, babeo y protusión de la lengua y pérdida de contacto social. Típicamente, 
estas niñas mantienen una especie de "sonrisa social", mirando a través de la gente,pero sin interaccionar con ellas en la primera infancia (aunque a menudo desarro-
llan más tarde la capacidad de interacción social). La postura y la marcha tienden a 
producirse con aumento de la base de sustentación, hay hipotonía muscular, los 
movimientos del tronco suelen estar escasamente coordinados y acaban por presen-
tar escoliosis y cifoescoliosis. Las atrofias espinales con alteraciones motrices gra-
ves se desarrollan en la adolescencia o en la edad adulta en aproximadamente la 
mitad de los casos. Más tarde puede presentarse espasticidad rígida, que suele ser 
más marcada en los miembros inferiores que en los superiores. En la mayoría de los 
casos aparecen ataques epilépticos, generalmente del tipo de pequeño mal y con un 
comienzo anterior a los ocho años. A diferencia del autismo, son raras las preocu-
paciones o rutinas estereotipadas complejas y las autolesiones deliberadas. 
Diagnóstico diferencial 
El síndrome de Rett se diferencia inicialmente sobre la base de la pérdida de 
los movimientos intencionales de las manos, retraso del crecimiento de la cabeza, 
ataxia, movimientos estereotipados de lavado de manos y ausencia de masticación 
adecuada. El curso de la enfermedad en el sentido de un deterioro motor progre-
sivo confirma el diagnóstico. 
F84.3 Otro trastorno desintegrativo de la infancia 
Se trata de un trastorno global del desarrollo (diferente del síndrome de Rett) 
que se define por la presencia de una etapa previa de desarrollo normal antes del 
comienzo del trastorno, por una fase bien definida de pérdida de capacidades pre-
viamente adquiridas, que tiene lugar en el curso de pocos meses y que afecta como 
mínimo a varias áreas del desarrollo, junto con la aparición de anomalías típicas 
de la socialización, de la comunicación y del comportamiento. Con frecuencia hay 
un período prodrómico de la enfermedad poco definido, durante el cual el niño se 
vuelve inquieto, irritable, ansioso e hiperactivo, a lo cual sigue un empobreci-
miento y luego una pérdida del lenguaje y el habla, acompañado por una desinte-
gración del comportamiento. En algunos casos, la pérdida de habilidades muestra 
una progresión continua (en general, cuando el trastorno se acompaña de una alte-
ración neurológica progresiva diagnosticable), pero con mayor frecuencia el dete-
rioro progresa sólo durante unos meses, se estabiliza y más tarde tiene lugar una 
mejoría limitada. El pronóstico es generalmente muy malo y la mayoría de los 
individuos quedan con secuelas de retraso mental grave. No hay certeza de hasta 
qué punto esta alteración es diferente del autismo. En algunos casos, el trastorno 
puede ser secundario a una encefalopatía, pero el diagnóstico debe hacerse a par-
tir de las características comportamentales. Si estuviera presente alguna alteración 
neurológica, ésta se codificaría por separado. 
Pautas para el diagnóstico 
El diagnóstico se basa en la presencia de un desarrollo aparentemente normal 
hasta al menos los dos años, seguido por una clara pérdida de las capacidades pre-
viamente adquiridas, que se acompaña de un comportamiento social cualitativa-
mente anormal. Es frecuente que en estos casos tenga lugar una regresión profun-
da o una pérdida completa del lenguaje, una regresión en las actividades del juego, 
en la capacidad social y en el comportamiento adaptativo. Con frecuencia se pre-
senta además una pérdida del control de esfínteres y a veces un deterioro en el 
control de los movimientos. Es típico que estos rasgos se acompañen de pérdida 
de interés por el entorno, de manierismos motores repetitivos y estereotipados, y 
de deterioro seudoautístico en la comunicación e interacción sociales. En algunos 
aspectos el síndrome se parece a la demencia de la vida adulta, pero se diferencia 
por tres aspectos claves: por lo general, no existe una enfermedad o daño orgáni-
co identificable (aunque puede presumirse algún tipo de disfunción orgánica cere-
bral); la pérdida de capacidades puede seguirse de cierto grado de recuperación, y 
el deterioro de la socialización y de la comunicación tiene rasgos característicos, 
más típicos del autismo que del deterioro intelectual. Por todos estos motivos, este 
síndrome se incluye aquí y no en FOO-F09. 
Incluye: Dementia infantilis. 
Psicosis desintegrativa. 
Síndrome de Heller. 
Psicosis simbiótica. 
Excluye: Afasia adquirida con epilepsia (F80.3). 
Mutismo selectivo (F94.0). 
Síndrome de Rett (F84.2). 
Esquizofrenia (F20. -). 
F84.4 Trastorno hipercinético con retraso mental y movimientos 
estereotipados 
Se trata de una categoría de dudosa validez nosológica. Sin embargo, se inclu-
ye aquí porque los niños con retraso mental grave (CI inferior a 35), con proble-
mas importantes de hiperactividad y déficit de atención tienen con frecuencia un 
comportamiento estereotipado. Además, estos niños no suelen beneficiarse de un 
tratamiento con fármacos estimulantes (a diferencia de aquellos con CI en el 
rango normal), al que pueden responder con reacciones disfóricas intensas (a 
veces con retardo psicomotor), y en la adolescencia, la hiperactividad tiende a ser 
reemplazada por una hipoactividad (patrón que no es frecuente en los niños hiper-
cinéticos con inteligencia normal). Este síndrome suele acompañarse de varios 
tipos de retrasos del desarrollo, ya sean específicos o globales. 
No es bien conocido hasta qué punto esta forma de comportamiento está en 
función del bajo CI o de un daño cerebral orgánico. Tampoco está claro si los 
niños con retraso mental leve que presentan un síndrome hipercinético deberían 
ser clasificados aquí o en F90.-. En la actualidad se incluyen en F90.-. 
Pautas para el diagnóstico 
El diagnóstico se basa en la combinación de una hiperactividad grave inapro-
piada para el nivel de maduración, de estereotipias motoras y de retraso mental 
grave. Para un diagnóstico correcto deben estar presentes los tres aspectos. Sin 
-
embargo, si se satisfacen las pautas para el diagnóstico de las categorías F84.0, 
F84.l o F84.2, el diagnóstico será el correspondiente a una de ellas. 
F84.5 Síndrome de Asperger 
Se trata de un trastorno de validez nosológica dudosa, caracterizado por el 
mismo tipo de déficit cualitativo en la interacción social recíproca propio del 
autismo, además de por la presencia de un repertorio restringido, estereotipado y 
repetitivo de actividades e intereses. Sin embargo, se diferencia del autismo en 
que no hay déficit o retrasos del lenguaje o del desarrollo cognitivo. La mayoría 
de los afectados tienen una inteligencia normal, pero suelen ser llamativamente 
torpes desde el punto de vista motor. El trastorno se presenta con preferencia en 
varones (en una proporción aproximada de 8 a 1). Parece muy probable que algu-
nos casos sean formas leves de autismo, pero no hay certeza de que esto sea así 
en todos los casos. Las anomalías tienden a persistir en la adolescencia y en la 
vida adulta, por lo que parecen ser rasgos individuales que no son modificados por 
influencias ambientales. Ocasionalmente aparecen episodios psicóticos en el ini-
cio de la vida adulta. 
Pautas para el diagnóstico 
El diagnóstico se basa en la combinación de ausencia de cualquier retraso del 
lenguaje o cognoscitivo clínicamente significativo, más, como en el autismo, la 
presencia de déficit cualitativos en la interacción social, con patrones de compor-
tamiento, intereses y actividades restringidas, repetitivas y estereotipadas. Pueden 
existir o no problemas de comunicación similares a los del autismo, pero un retra-
so significativo del lenguaje descarta el diagnóstico. 
Incluye: Psicopatía autística. 
Trastorno esquizoide de la infancia. 
Excluye: Trastorno anancástico de la personalidad (F60.5). 
Trastornos de vinculación de la infancia (F94.l, F94.2). 
Trastorno obsesivo-compulsivo (F42.-). 
Trastorno esquizotípico (F21). 
Esquizofrenia simple (F20 .6). 
F84.8 Otros trastornos generalizados del desarrollo 
F84.9 Trastorno generalizado del desarrollo sin especificar 
Se tratade una categoría diagnóstica residual que debe emplearse para tras-
tornos con características similares a las de la descripción general de los trastor-
nos globales del desarrollo, pero que, por falta de una información adecuada o por 
hallazgos contradictorios, no satisface las pautas de diagnóstico de cualquiera de 
los otros códigos del apartado F84. 
F90-F98 
Trastornos del comportamiento y 
de las emociones de comienzo habitual 
en la infancia y la adolescencia 
F90 Trastornos hlpercinétlcos 
F90.0 Trastorno de la actividad y de la atención 
F90.1 Trastorno hipercinético disocial 
F90.8 Otros trastornos hipercinéticos 
F90.9 Trastorno hipercinético sin especificar 
F91 Trastornos dlsociales 
F91.0 Trastorno disocial limitado al contexto familiar 
F91.1 Trastorno disocial en niños no socializados 
F91.2 Trastorno disocial en niños socializados 
F91.3 Trastorno disocial desafiante oposicionista 
F91.8 Otros trastornos disociales 
F91.9 Trastorno disocial sin especificar 
F92 Trastornos dlsociales y de las emociones mixtos 
F92.0 Trastorno disocial depresivo 
F92.8 Otros trastornos disociales y de las emociones mixtos 
F92.9 Trastorno disocial y de las emociones mixto 
sin especificar 
F93 Trastornos de las emociones de comienzo específico 
en la Infancia 
F93.0 Trastorno de ansiedad de separación en la infancia 
F93.l Trastorno de ansiedad fóbica en la infancia 
F93.2 Trastorno de ansiedad social en la infancia 
F93.3 Trastorno de rivalidad entre hermanos 
F93.8 Otros trastornos de las emociones en la infancia 
F93.9 Trastorno de las emociones en la infancia sin especificar 
F94 Trastornos del comportamiento social de comienzo 
específico en la Infancia o la adolescencia 
F94.0 Mutismo selectivo 
F94.l Trastorno de la vinculación en la infancia reactivo 
F94.2 Trastorno de la vinculación en la infancia desinhibido 
F94.8 Otros trastornos del comportamiento social en la infancia 
F94.9 Trastorno del comportamiento social en la infancia 
sin especificar 
F95 Trastornos de tlcs 
F95.0 Trastorno de tics transitorios 
F95.l Trastorno de tics motores crónicos o fonatorios 
F95.2 Trastorno de tics motores múltiples y fonatorios 
combinados (síndrome de Gilles de la Tourette) 
F95.8 Otros trastornos de tics 
F95.9 Trastorno de tics sin especificar 
-
F98 Otros trastornos de las emociones 
y del comportamiento de comienzo habitual 
en la Infancia o la adolescencia 
F98.0 Enuresis no orgánica 
F98.l Encopresis no orgánica 
F98.2 Trastornos de la conducta alimentaria en la infancia 
F98.3 Pica en la infancia y la niñez 
F98.4 Trastornos de movimientos estereotipados 
F98.5 Tartamudeo (espasmofemia) 
F98.6 Farfulleo 
F98.8 Otros trastornos específicos de las emociones 
y del comportamiento con comienzo habitual en la infancia 
y la adolescencia 
F98.9 Trastornos de las emociones y del comportamiento 
con comienzo habitual en la infancia y la adolescencia 
sin especificar 
Trastornos hlperclnétlcos 
Se trata de un grupo de trastornos caracterizados por un comienzo precoz, la 
combinación de un comportamiento hiperactivo y escasamente modulado, con 
una marcada falta de atención y de continuidad en las tareas, y por su presenta-
ción en múltiples situaciones y persistencia a 10 largo del tiempo. 
Se cree que ciertas anomalías constitucionales juegan un papel clave en la 
génesis de estos trastornos, pero todavía no se conoce una etiología específica. En 
los últimos años se ha difundido el término diagnóstico de "trastorno por déficit 
de atención". Sin embargo, este término no se emplea aquí porque implica un 
conocimiento de procesos psicológicos del que se carece y llevaría a incluir a 
niños ansiosos, preocupados o soñadores apáticos, cuyos problemas son proba-
blemente de diferente naturaleza. No obstante, está claro que, desde el punto de 
vista del comportamiento, el problema de atención constituye un rasgo central de 
estos síndromes hipercinéticos. 
Los trastornos hipercinéticos tienen un comienzo precoz en el desarrollo (por 
lo general, durante los cinco primeros años de vida). Sus características principa-
les son una falta de persistencia en actividades que requieren la participación de 
procesos cognoscitivos y una tendencia a cambiar de una actividad a otra sin ter-
minar ninguna, junto con una actividad desorganizada, mal regulada y excesiva. 
Normalmente estas dificultades persisten durante los años de escolaridad e inclu-
so en la vida adulta, pero en muchos casos se produce, con el paso de los años, 
una mejoría gradual de la actividad y la atención. 
El trastorno puede acompañarse de otras anomalías. Los niños hipercinéticos 
suelen ser imprudentes e impulsivos, propensos a accidentes, y se ven implicados en 
problemas de disciplina por incumplir las normas sin premeditación (más que por 
desafío deliberado de las mismas). Sus relaciones sociales con los adultos suelen ser 
desinhibidas, con una falta de la prudencia y reserva naturales. Son impopulares 
entre los niños y pueden llegar a encontrarse aislados. Es frecuente la presencia de 
un déficit cognoscitivo y los retrasos específicos en el desarrollo motor y el lenguaje. 
Las complicaciones secundarias son el trastorno di social y la baja autoestima. 
Hay un solapamiento considerable entre la hipercinesia y otras formas de com-
portamiento disruptivo, tal como el "trastorno de conducta por falta de socializa-
ción". Sin embargo, la evidencia tiende a favorecer la separación de un grupo en 
el que la hipercinesia es el problema principal. 
Los trastornos hipercinéticos son varias veces más frecuentes en niños que en 
niñas. Es frecuente que se acompañe de problemas en la lectura y otras áreas 
escolares. 
Pautas para el diagnóstico 
Las manifestaciones principales son la alteración de la atención y la hiperac-
tividad. El diagnóstico requiere la presencia de ambos, debiéndose manifestar en 
más de una situación (por ejemplo, en casa, en clase, en la consulta). 
El trastorno de la atención se pone de manifiesto por una interrupción prema-
tura de la ejecución de tareas y su abandono sin terminarlas. Los chicos cambian 
frecuentemente de una actividad a otra, dando la impresión de que pierden el inte-
rés en una tarea porque pasan a distraerse con otra (aunque los estudios de labo-
ratorio no demuestran un alto grado de distraibilidad sensorial o perceptiva). Estos 
déficit en la persistencia y en la atención deben ser diagnosticados sólo si son 
excesivos respecto a la edad y el CI del niño. 
La hiperactividad implica una inquietud excesiva, en especial en situaciones 
que requieren una relativa calma. Dependiendo de las circunstancias, puede mani-
festarse con saltar y correr sin rumbo fijo, la imposibilidad de permanecer senta-
do cuando es necesario, verborrea y alboroto, o una inquietud general acompaña-
da de gesticulaciones y contorsiones. El criterio para valorar si una actividad es 
excesiva está en función del contexto y en comparación con otros niños de la 
misma edad y CI. Este rasgo comportamental es más evidente en las situaciones 
bien estructuradas y organizadas que requieren un alto grado de autocontrol del 
comportamiento. 
Los rasgos asociados que apoyan el diagnóstico no son suficientes ni incluso 
necesarios, pero ayudan a realizarlo: desinhibición en la relación social, impru-
dencia en las situaciones de peligro y quebrantamiento impulsivo de las normas 
sociales (como, por ejemplo, la intromisión o interrupción de la actividad de otras 
personas, respuestas prematuras a preguntas sin permitir que se hayan terminado 
de formular o la imposibilidad de esperar a que le toque su tumo). 
Los trastornos del aprendizaje y la torpeza de movimientos que acompañan 
con frecuencia al trastorno hipercinético se codificarán aparte (F80-F89), ya que 
realmente no forman parte del diagnóstico de trastorno hipercinético. 
Los síntomas del trastorno disocial no son pautas de inclusión ni de exclusión 
para el diagnóstico principal, pero su presencia o ausencia constituye la base prin-
cipalde la subdivisión de este trastorno (véase más adelante). 
Los problemas comportamentales típicos del trastorno hipercinético son de 
comienzo precoz (antes de los seis años) y de larga duración. No obstante, antes 
de la edad de comienzo de la escolarización es difícil reconocer la hiperactividad 
debido a su amplia variabilidad dentro de la normalidad. Sólo los niveles extre-
mos permiten el diagnóstico en los niños de edad preescolar. 
En la edad adulta puede hacerse también el diagnóstico de trastorno hiperci-
nético. Los fundamentos son los mismos, pero la atención y la actividad deben 
valorarse según el grado de maduración en cada caso. Cuando la hipercinesia se 
presentó en la infancia y con el tiempo ha sido sustituida por otra entidad como 
un trastorno di social de la personalidad o un abuso de sustancias, debe codificar-
se la entidad actual en lugar de la pasada. 
Diagnóstico diferencial 
Hay que tener en cuenta que son frecuentes los trastornos mixtos y que los 
trastornos generalizados del desarrollo tienen preferencia para el diagnóstico. El 
problema fundamental para el diagnóstico radica en la diferenciación con el tras-
-
tomo disocial, pero el trastorno hipercinético tiene prioridad para el diagnóstico 
cuando se satisfacen sus pautas diagnósticas. No obstante, en los trastornos diso-
ciales son frecuentes los grados leves de hipercinesia y de alteración en la aten-
ción. Cuando estén presentes tanto los rasgos de trastorno hipercinético como los 
de trastorno disocial, si la hiperactividad es intensa y generalizada, el diagnóstico 
será trastorno hipercinético disocial (F90.1). 
Otro problema 10 constituye el que la hiperactividad y la alteración de la aten-
ción pueden ser síntomas de un trastorno de ansiedad o de un trastorno depresivo. 
Así, la inquietud que aparece en un trastorno depresivo agitado o un trastorno de 
ansiedad grave no debe diagnosticarse como un trastorno hipercinético. Si se cum-
plen las pautas de un trastorno de ansiedad (F40.-, F41.-, F43.- Y F93.-), este diag-
nóstico tiene preferencia sobre el trastorno hipercinético, a menos que esté clara la 
presencia adicional de un trastorno hipercinético basándose en otras manifestacio-
nes, además de la inquietud debida a la ansiedad. Análogamente, si se satisfacen 
las pautas de diagnóstico para un trastorno afectivo (F30-F39), no debe diagnosti-
carse un trastorno hipercinético simplemente porque haya una disminución de la 
concentración o una agitación psicomotriz. Sólo podrá hacerse un doble diagnósti-
co cuando esté clara la presencia independiente de un trastorno hipercinético pues-
to de manifiesto por síntomas que no formen parte del trastorno afectivo. 
El inicio agudo de un comportamiento hiperactivo en un niño en edad escolar 
es más probable que sea debido a algún tipo de trastorno reactivo (psicógeno u 
orgánico), a un estado maníaco, a una esquizofrenia o a una enfermedad neuroló-
gica (por ejemplo, fiebre reumática). 
Excluye: Trastornos de ansiedad (F41.- o F93.0). 
Trastornos del humor (afectivos) (F30-F39). 
Trastornos generalizados del desarrollo (F84.-). 
Esquizofrenia (F20.-). 
F90,O Trastorno de la actividad y de la atención 
Aunque no hay certeza sobre la forma más adecuada de subdividir los tras-
tornos hipercinéticos, los estudios de seguimiento han puesto de manifiesto que 
la evolución en la adolescencia y en la edad adulta está muy influida por la pre-
sencia o ausencia de agresividad, comportamiento delictivo o trastorno disocia\. 
Según esto, la principal subdivisión hace referencia a estas manifestaciones aso-
ciadas. Así, F90.0 se utilizará cuando se satisface el conjunto de criterios para 
el trastorno hipercinético (F90.-), pero no para el F91.- (trastorno disocial). 
Incluye: Trastorno por déficit de atención o síndrome con hiperactividad. 
Trastorno de hiperactividad con déficit de atención. 
Excluye: Trastorno hipercinético asociado a trastorno disocial (F90.1). 
F90.1 Trastorno hipercinético disocial 
Este código se empleará cuando se cumpla el conjunto de criterios para el tras-
torno hipercinético (F90.-) y el trastorno disocial (F91.-). 
F90;8 Otros trastornos hipercinéticos 
f90,9 Trastorno hipercinético sin especificar 
Se trata de una categoría residual no recomendada. Se usa únicamente cuando 
no es posible diferenciar entre F90.0 y F90.l, pero se satisface el conjunto de pau-
tas de F90.-. 
Incluye: Reacción o síndrome hipercinético de la infancia o la adolescencia sin 
especificar. 
_ Trastornos dlsodales 
Los trastornos disociales se caracterizan por una forma persistente y reiterada 
de alteración de conducta, agresiva o desafiante. En el grado máximo pueden exis-
tir violaciones de las normas, desproporcionadas a las que serían aceptables para 
la edad del niño y las características de la sociedad en la que vive. Se trata, por 
tanto, de algo más grave que una travesura infantil o rebeldía adolescente. Los 
actos di sociales o criminales aislados no son, por sí mismos, fundamento para el 
diagnóstico, que implica una forma duradera de comportamiento. 
Los rasgos del trastorno disocial pueden ser también secundarios a otros tras-
tornos psiquiátricos, en cuyo caso debe codificarse el diagnóstico del trastorno 
subyacente. 
Los trastornos disociales pueden evolucionar en algunos casos hacia un tras-
torno di social de la personalidad (F60.2). Los trastornos disociales suelen estar 
relacionados con un ambiente psicosocial desfavorable (relaciones familiares no 
satisfactorias y fracaso escolar) y son más frecuentes en los varones. La distinción 
entre los trastornos disociales y los trastornos emocionales está bien definida, 
mientras que su diferenciación del trastorno hipercinético está menos clara y es 
frecuente un solapamiento entre ambos. 
Pautas para el diagnóstico 
La valoración de la presencia de un comportamiento disocial debe tener en 
cuenta el nivel de desarrollo del niño. Las rabietas, por ejemplo, forman parte del 
desarrollo normal a la edad de tres años y su mera presencia no debería ser base 
para el diagnóstico. Del mismo modo, la violación de los derechos cívicos de otras 
personas (como un crimen violento), no se encuentra al alcance de la mayoría de 
los niños de siete años de edad y no es, por lo tanto, un criterio diagnóstico nece-
sario para este grupo de edad. 
Las formas de comportamiento en las que se basa el diagnóstico pueden ser de 
los siguientes tipos: grado excesivo de peleas o intimidaciones; crueldad hacia 
otras personas o animales; destrucción grave de pertenencias ajenas; incendio; 
robo; mentiras reiteradas; ausencias en la escuela y fugas del hogar; rabietas fre-
cuentes y graves; conducta desafiante y provocativa, y desobediencia grave y per-
sistente. Cualquiera de estas categorías, si es intensa, es suficiente para el diag-
nóstico, pero los actos disociales aislados no lo son. 
Son criterios de exclusión otros trastornos subyacentes, como la esquizofre-
nia, la manía, los trastornos generalizados del desarrollo, el trastorno hipercinéti-
co y la depresión. 
No se recomienda hacer este diagnóstico a menos que la duración del com-
portamiento descrito sea de seis meses o más. 
Diagnóstico diferencial 
Hay que tener en cuenta que el trastorno disocial puede solaparse con otros 
trastornos. La coexistencia de trastornos de las emociones en la infancia (F93.-) 
debería llevar al diagnóstico de trastorno mixto de las emociones y trastorno diso-
cial (F92.-). La categoría de trastorno hipercinético (F90.-) tiene prioridad si un 
caso satisface también las pautas de este trastorno. No obstante, grados leves o 
limitados a situaciones concretas de hiperactividad y de falta de atención se pre-
sentan con frecuencia en niños que padecen un trastorno disocial, como también 
una baja autoestima y trastornos emocionales menores. Ninguno de ellos excluye 
el diagnóstico. 
Excluye: Trastornos disociales asociados a: 
Trastornos emocionales (F92.-). 
Trastornos hipercinéticos (F90.-). 
Trastornosdel humor (afectivos) (F30-F39). 
Trastornos generalizados del desarrollo (F84. -). 
Esquizofrenia (F20.-). 
F91;0 Trastorno disocial limitado al contexto familiar 
Esta categoría incluye trastornos disociales en los que el comportamiento 
di social o agresivo (que va más allá de manifestaciones oposicionistas, desafian-
tes o disruptivas) está completa o casi completamente restringido al hogar o a las 
relaciones con los miembros de la familia nuclear o allegados. El trastorno requie-
re que se satisfaga el conjunto de pautas de F.91, de tal manera que incluso las 
relaciones entre los progenitores y el hijo gravemente alteradas no son por sí mis-
mas suficientes para el diagnóstico. Las manifestaciones más frecuentes son robos 
en el hogar de dinero o pertenencias de una o dos personas concretas, que puede 
acompañarse de nuevo de un comportamiento destructivo deliberado hacia miem-
bros concretos de la familia, tales como romper juguetes u objetos de adorno, 
ropas, rayar los muebles o destruir pertenencias apreciadas. El diagnóstico puede 
basarse también en la presencia de actos de violencia contra miembros de la fami-
lia (pero no hacia otras personas) o en provocar incendios deliberados en el hogar. 
Pautas para el diagnóstico 
El diagnóstico requiere que no exista ninguna alteración significativa de con-
ducta fuera del ambiente familiar y que la relación social del niño fuera de la fami-
lia esté dentro de la normalidad. 
En la mayoría de los casos, estos trastornos disociales limitados al contexto 
familiar han comenzado en relación con una alteración grave de la relación del 
niño con uno o más miembros de la familia nuclear. En algunos casos, por ejem-
plo, el trastorno puede haberse iniciado por conflictos con la llegada de un nuevo 
padrastro o madrastra. La validez nosológica de esta categoría todavía es incierta, 
pero es posible que esta alteración de conducta tan específica de una situación no 
implique el mal pronóstico de los trastornos disociales generalizados. 
F'~1. t Trastorno dlsocial en nl"os no socializados 
Este tipo de trastorno disocial se caracteriza por la combinación de un com-
portamiento agresivo disocial persistente (que satisface el conjunto de pautas de 
F91, Y que no son simplemente manifestaciones oposicionistas. desafiantes o dis-
ruptivas) con una dificultad generalizada significativa para las relaciones perso-
nales con otros niños. 
Pautas para el diagnóstico 
El factor distintivo clave de este trastorno es la falta de integración entre los 
compañeros y tiene prioridad diagnóstica sobre las otras diferenciaciones. Los 
problemas de relación con los compañeros se manifiestan principalmente por un 
aislamiento o rechazo, impopularidad entre los otros niños y por una falta de ami-
gos íntimos o de relaciones empáticas recíprocas y duraderas con los compañeros 
de la misma edad. Las relaciones con los adultos tienden a estar marcadas por la 
discordia, la hostilidad y el resentimiento, pero puede existir una buena relación 
con algunos adultos (aunque por lo general falta una confianza íntima) que no des-
carta el diagnóstico. Con frecuencia, aunque no siempre, se presentan alteraciones 
emocionales que sí alcanzan un grado suficiente para satisfacer las pautas del tras-
torno mixto; se codificarán en F92.-. 
Las ofensas se realizan en la mayoría de los casos en solitario. Las formas 
características de comportamiento son: intimidaciones, peleas excesivas y en 
niños mayores extorsiones o atracos violentos, niveles excesivos de desobe-
diencia, grosería, falta de cooperación y resistencia a la autoridad, rabietas gra-
ves y accesos incontrolados de cólera, destrucción de propiedades ajenas, 
incendios y crueldad con otros niños y animales. No obstante, algunos niños 
aislados se ven envueltos en delitos en grupo, por lo que la naturaleza del deli-
to es menos importante para hacer el diagnóstico que la cualidad de las relacio-
nes personales. 
El trastorno suele ser generalizado en distintas situaciones, pero puede ser más 
manifiesto en el colegi9' La especificidad de una situación concreta distinta del 
hogar es compatible con el diagnóstico. 
Incluye: Trastorno disocial, tipo agresivo solitario. 
Trastorno di social en niños no socializados. 
f19t.2 Trastorno disocial en nl"os socializados 
Esta categoría incluye formas de comportamiento disocial o agresivo persis-
tente (que satisfacen el conjunto de las pautas de F91 y que no son simplemente 
manifestaciones oposicionistas, desafiantes o disruptivas) que se presentan en 
niños generalmente bien integrados en el grupo de compañeros. 
Pautas para el diagnóstico 
El rasgo diferencial clave es la existencia de amistades adecuadas y duraderas 
con compañeros de aproximadamente la misma edad. Con frecuencia, pero no 
siempre, el grupo de compañeros lo constituyen otros jóvenes implicados en acti-
vidades delictivas o disociales (en este caso, la conducta socialmente inaceptable 
del niño puede estar aprobada por los compañeros y regulada por las normas de la 
subcultura a la que pertenece). No obstante, este no es un requisito necesario para 
el diagnóstico, y el niño puede formar parte de un grupo de compañeros no delin-
cuentes y la alteración del comportamiento tener lugar fuera de este contexto. 
Puede existir una alteración en la relación con las víctimas o con otros niños si la 
alteración de conducta implica intimidación. De nuevo, esto no invalida el diag-
nóstico si el niño tiene alguna pandilla a la cual es leal y con cuyos miembros le 
une una amistad duradera. 
Las relaciones con figuras de autoridad adultas tienden a ser pobres, pero pue-
den existir buenas relaciones con algunas personas concretas. Las alteraciones 
emocionales suelen ser mínimas. La alteración de conducta puede extenderse tam-
bién al ambiente familiar, pero si se limita al hogar debe descartarse este diag-
nóstico. Con frecuencia el trastorno es más evidente fuera del contexto familiar, y 
el que tenga una relación específica con el colegio (u otros ambientes fuera del 
seno familiar) es compatible con el diagnóstico. 
Incluye: Trastorno disocial de tipo grupal. 
Delincuencia en grupo. 
Delitos formando parte de una banda. 
Robos en compañía de otros. 
Ausencias escolares. 
Excluye: Actividades de bandas sin trastornos psiquiátricos manifiestos (Z03.2). 
Trastorno disocial desafiante oposicionista 
Este tipo de trastorno disocial se ve característicamente en niños de edades 
inferiores a los nueve o diez años. Se define por la presencia de un comporta-
miento marcadamente desafiante, desobediente y provocador, y por la ausencia de 
otros actos disociales o agresivos más graves que violen la ley o los derechos de 
los demás. El trastorno requiere que se satisfagan las pautas generales de F9l. Un 
comportamiento malicioso o travieso grave no es en sí mismo suficiente para el 
diagnóstico. Muchos autores consideran que las formas de comportamiento de 
tipo oposicionista desafiante son una forma menos grave del trastorno disocial, en 
vez de un tipo cualitativamente distinto. No existen datos experimentales que 
determinen si la diferencia es cuantitativa o cualitativa. Sin embargo, los hallaz-
gos sugieren que de tratarse de un trastorno distinto, lo sería principal o única-
mente en los niños más pequeños. Se debe emplear esta categoría con cautela, 
sobre todo en el caso de niños de mayor edad. Los trastornos disociales clínica-
mente significativos en niños mayores suelen acompañarse de un comportamien-
to disocial o agresivo que va más allá del desafío, la desobediencia o la conducta 
disruptiva, aunque no es raro que vayan precedidos de un trastorno desafiante y 
oposicionista en edades más tempranas. Esta categoría se incluye para reflejar la 
práctica diagnóstica habitual y facilitar la clasificación de los trastornos que apa-
recen en los niños pequeños. 
Pautas para el diagnóstico 
El rasgo principal de este trastorno es una forma de comportamiento persis-
tentemente negativista, hostil,

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