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reseña troya y homero

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SUÁREZ RODRÍGUEZ, Luis B.
Reseña: LATACZ, J., “Troya y Homero”, ed. Destino, Barcelona 2003. 
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RESEÑA: LATACZ, J., “Troya y Homero”, ed. Destino, Barcelona 2003.
J. Latacz entró a formar parte del último equipo de investigación que ha trabajado en la zona de Troya, bajo la dirección del profesor Korfmann. Esto lo cuenta en el proemio de la obra. A partir de que conoció a dicho profesor y se unió a su equipo surgió la obra que se va a reseñar.
	En la introducción se habla de la fascinación que ha despertado en la cultura occidental, durante mucho tiempo, el tema de Troya. Lo atribuye a que Troya va a asociada a la idea romántica de la arqueología, a que Troya significó el nacimiento de la moderna ciencia arqueológica y a que, después de 50 años, se vuelva a trabajar en Troya. Eso por un lado, y por otro manifiesta que el interés se debe a que Troya es una de las muchas culturas que experimentó un auge y una caída, pero ocupando un lugar peculiar por el hecho de ser un enigma la guerra, Odiseo y el propio homero. Además comenta la falta de validez histórica del conocimiento de Troya hasta este momento. 
	Se habla del objetivo del libro, que es informar a un amplio público, y se centra en si el yacimiento es el correcto y en su reconstrucción en cuanto al aspecto, como llegó la historia a Homero y, como tesis principal, la fiabilidad de la Ilíada como fuente histórica. Para ello se va a estudiar la relación que existe entre Troya y Homero. El autor expresa su convicción de que es necesaria la resolución de la relación entre Troya y Homero para resolver cualquier problema relacionado. Luego procede a dar información básica del a Ilíada sobre aspectos como su estructura versal, su título, el tiempo de la narración, porqué es considerada la primera obra literaria europea… Se habla además de la situación de Troya en la antigüedad: símbolo de victoria nacional griego-europea sobre la Troya asiática. Se habla de las vicisitudes del emplazamiento de Troya a lo largo del tiempo, desaparecida en el siglo VI d.e., quedando restos de ella, pero olvidada. Luego se habla del transcurso de las excavaciones desde el siglo XIX hasta Schliemann, para después hablar de la actualidad de las investigaciones en Troya: el equipo del profesor Korfmann.
	Se deja la introducción y se pasa a la primera parte del libro, en la que se habla, en el primer capítulo, de cómo la vida de Troya, de 2000 años, sólo ha dejado para su estudio la Ilíada homérica (que narra unos hechos posteriores en 400 años), aunque en la zona existía escritura (algo que puede dar sus frutos en el futuro).
	Más tarde se trata el problema de la relación del a colina que se está excavando, la colina de Hisarlik, con la Troya homérica. La duda de la existencia real de Troya y la identificación con la colina de Hisarlik siempre ha estado en la mente de los investigadores. El hecho de que Korfmann empezara a cavar en Hisarlik era un cambio grande: ahora era un arqueólogo verdaderamente historiador, por ello no fue a buscar a Homero sino a estudiar la función de la región troyana desde una perspectiva más histórica del asentamiento con significado autónomo. El primer fruto de la excavación fue el descubrimiento de un barrio bajo, que los investigadores anteriores no fueron capaces de encontrar. Korfmann averiguó entonces que la extensión de la ciudad greco-romana de Ilion era más amplia, y luego que bajo el barrio bajo de la ciudad greco-romana se encontraba la Troya homérica (Troya VI), y a 400 metros al sur de la muralla de Troya VI se encontró un muro de adobe que resultaba ser otra muralla de la Troya Homérica; todo lo cual cambió la imagen que teníamos de Troya: ahora se trataba de una ciudad tan grande como para albergar a 6000 habitantes. Además, la ciudad descubierta por Korfmann era una ciudad con influencias orientales. Más tarde se descubrió un foso defensivo de la época anterior al período Homérico, con lo que la ciudad, dadas las evidencias, era seguro conocida en el Mediterráneo oriental. En 1995 Korfmann descubrió lo que más éxito tenía hasta la fecha: un paso en el foso, dónde se encontraba la puerta sur del barrio bajo. Pero era una antepuerta, no la puerta verdadera de la muralla, más difícil de encontrar arqueológicamente, ya que es construida con material aprovechable. Pero con todo esto se entendí a que la muralla rodeaba la ciudad; por lo tanto podía haber restos de esa muralla en las zonas de más difícil acceso para su extracción. Y efectivamente se encontraron restos de una muralla de adobe. Con ello, la explicación de la desaparición de la muralla vendría dada por el deterioro del adobe. A partir de estos descubrimientos era posible una reconstrucción de la ciudad en el período Troya VI, cuya muralla debió resultar impresionante en esa época. 
	Más tarde se descubrió un segundo foso defensivo 100 metros al sur del anterior, cuya datación se remontaba también a Troya VI (la Troya homérica), probablemente de construcción posterior a la anterior, lo que daba a suponer un crecimiento de la población. De esta manera Troya era más grande en esa época de lo supuesto hasta ahora. Por su parte, Korfmann propuso ese segundo foso, no como explicación de un instrumento poblacional, sino como un segundo obstáculo defensivo de la mima época. No obstante ambas explicaciones no son excluyentes. En 1995 se comprobó también que la ruta principal y la puerta principal a la ciudadela de Troya VI estaba al oeste, donde era más propicio de cara a no perjudicar la defensa de la ciudad, al lado del mar, lo que indica una conexión importante con la costa en ese período. 
	Tras los descubrimientos se puede constatar la mayos semejanza de Troya VI con la ciudad de Anatolia y Asiria que con las micénicas (tal y como se había pensado): por su sistema defensivo, por su disposición arquitectónica, por su tamaño… Sabiendo esto, el autor da una explicación de la monarquía troyana de esa época en base a las ciudades orientales similares (monarca en la ciudadela…) Las relaciones con Anatolia son comprobables según el autor: excepto el 1%, la cerámica fabricada es la impronta Anatolia. Ese 1% es cerámica de importación micénica, que era estimada; a través de la arqueología se han comprobado las relaciones de culto troyano con Anatolia, con lo que entendemos un gran d trasvase cultural entre Troya y Anatolia.
	El tamaño de la ciudad y su posición geográfica revelan un gran poder económico, que tiene que ser comercial principalmente, lo que se constató mediante trabajos arqueológicos en la costa del Egeo. En base a esto, el autor supone que Troya decidía todo lo que pasaba por la costa, dada su posición privilegiada en este aspecto, donde el paso de los barcos era obligado. De ahí se podrían imaginarlos grandes beneficios que obtendría Troya. Por otra parte, a partir de los hallazgos arqueológicos se ha podido averiguar del caballo en Troya. El autor comenta que podría haber sido Troya un centro de crianza y entrenamiento de caballos, ya que toda la región era importante para la composición de los carros de guerra.
	Korfmann ha planteado la teoría de la gran relevancia de Troya en el comercio a larga distancia. Plantea que Troya se desarrolla cuando la potencia hitita se desarrolla, teniendo que cambiar las rutas del comercio de la región desde la tierra al mar. En ese momento es cuando vemos que Troya se desarrolla. Se plantea que el comercio a gran distancia está organizado por las instituciones centrales, a lo que sigue una explicación de cómo podía organizarse. No se atestigua ningún centro urbano con el poder de Troya en toda la región, con lo que era necesaria la ciudad para desarrollar ese comercio. Con esta función, el gobierno de la ciudad debía estar más preocupado por fomentar el comercio que por desarrollar un cuerpo militar expansivo. Podemos suponer el interés de las grandes potencias por la funcionalidad comercial troyana, lo que explicaría su independencia política. Con este poder estratégico en lo comercial y físico Troya podía convertirse en objetode envidia.
	Esta teoría no se sustenta sin la aparición de documentación escrita. La primera inscripción hallada en Troya, encontrada en 1995, estaba realizada sobre un sello, lo que nos habla de administración. El que estuviera hecho en bronce era llamativo, ya que solían ser de piedra. Korfmann manifestaba que partía entonces de la base de que los troyanos sabían leer y escribir. Para proceder a la valoración de la inscripción el autor procede a hacer un resumen de los sistemas de escritura desde sus inicios sumerios. Se explica como las imágenes van pasando a ser símbolos con el tiempo. Desde los griegos, en torno al 800 a.e., el sistema ya está formalizado tal que “un sonido = un signo”, mientras todos los sistemas anteriores se combinas con imágenes, por lo que se desciframiento es difícil. Seguidamente se habla de la historia de los desciframientos a las escrituras antiguas, donde se centra en el caso de un sello hitita relacionado con el tema que tratamos. Ya que en la inscripción del sello hallada en Troya está representado el luvio, un sistema de escritura paralelo al sistema cuneiforme tradicional, este sistema luvio quizás nació con el deseo de llegar a sectores más amplios de la población, debido a su más fácil interpretación, ya que el luvio se combina con imágenes. Lo que ocurre es que los sellos hititas presentan mayores dificultades de interpretación que los sellos de otras culturas antiguas, con lo que el autor manifiesta la posibilidad de que no sea descifrado. No obstante, se distingue en el sello un nombre y un título, y diferentes investigadores han ido encuadrándolo en el contexto de la época dorada imperial de los hititas (siglos XIV/XIII), en la época más tardía del imperio. Además en el sello se identifica el título de “escriba” y la palabra “mujer”. Además se desea suerte al dueño del sello. A partir del estudio del sello se ha establecido que el dueño tenía una posición social muy alta, ligada a la corona. 
	A continuación se procede a enumerar los lugares donde han aparecido esos tipos de sellos: es toda Anatolia y en número bastante alto, casi todos ellos de la última época del imperio hitita. También se han encontrado en Grecia, pero la zona geográfica de empleo es Anatolia. No se debe extraer de todo esto que en Troya hablaban lubio, pues se trata de una ciudad mediadora comercialmente, y por ello “internacional”, con más de una lengua. Lo que está demostrando el sello es, quizás, relaciones políticas entre Troya y el imperio hitita. Troya debió llamar la atención del imperio hitita en su mejor época. 
En la documentación hitita se encuentra un pacto entre el rey hitita y Alaksando de Wilusa. Se ha puesto sobre la mesa, basándose en cambios lingüísticos, si esa tal ciudad de Wilusa, era Ilios (Troya). Además, el nombre de Alaksando recuerda a Alejandro, príncipe de Troya en el relato homérico. A partir de 1996, según el autor, esta identificación de Wilusa con Wilios (Ilios=Troya) está fuera de dudas. Eso se fundamenta con el estudio de la documentación hitita, dónde se habla de las relaciones entre el imperio hitita y Wilusa, cuya posición con respecto a los hititas parece encajar con Troya. Además, en la documentación hitita se habla del sometimiento bélico de Wilusa con los hititas. 
Gracias a una tableta de bronce se ha podido reconstruir la geografía del imperio hitita de una forma muy productiva. Todo esto sirvió para establecer, sin duda por parte del autor, que la Hisarlik actual, dónde se están llevando las investigaciones, era la Wilusa antigua. Además, en el pacto antes mencionado se habla de un curso de agua subterráneo (en Hisarlik) vinculado con el ámbito religioso, y que parece corresponder con un pozo excavado en los años 1997/98. El hecho de que Wilusa y Wilios sólo coincidan en tres letras es también explicable. La adopción de nombres extranjeros hacia la propia lengua, pude dar lugar a cambios, pues se adopta lo que se cree oír. En este caso, los griegos habrían adaptado Wilios por Wilusa (si no me equivoco, los griegos suelen tener terminaciones en <os>, lo que sería un argumento a su favor). La identificación de Wilusa con Wilios parece haber sido aceptada por la comunidad científica. Esta identificación nos aseguraría que Homero no inventó el nombre de esta ciudad, lo que le daría cierta fiabilidad como fuente histórica, al ser Ilios un lugar histórico real. Pero no hay que aceptar gratuitamente la historia que nos cuenta Homero, ya que aunque el lugar de la narración puede ser real, la narración en sí puede ser inventada. Con esto, lo que ahora habría que hacer es buscar la veracidad (o no) de la narración. Pero el caso es que la Ilíada ha pasado a ser considerada de esta forma una fuente. Para buscar la veracidad de la narración es necesaria una comprobación de toda la geografía contenida en la Ilíada.
Se procede ahora a una explicación del segundo nombre usado por Homero: “Troya”. El hecho de que haya usado dos nombres para una misma ciudad es significativo. Se ha buscado la constatación del nombre “Troya” en textos hititas, y se ha encontrado un pasaje donde se nombra “el país Wilusa [ya identificado con Wilios], el país Taruisa”. Identificar Taruisa con Troya ha sido más difícil, pero su contigüidad en la redacción del pasaje es un punto a tener en cuenta. Otro argumento a favor es que Homero parece usar el nombre “Troya” como concepto comarcal; y los hititas suelen denominar a los países según su capital, pero los griegos no; con lo que la diferencia de nombramiento del país no es un argumento en contra válido. Por tanto, ambos nombres en el pasaje hitita podían designar idénticos lugares. El autor concluye, después de presentar los argumentos a favor de la identificación Taruisa=Troya, que la situación en la que estamos es la misma que con el nombre Ilios. Y termina el capítulo de una forma un tanto irónica en contra de los que se niegan a aceptar tal identificación: achacar la semejanza fonética a la casualidad en vez de aceptar los métodos de lingüística comparada están poco desarrollados todavía en casos así.
En el siguiente capítulo se esbozan unas conclusiones en las que el autor sostiene que la hipótesis inicial “¿Hisarlik es Wilusa/Wilios?” es afirmativa, así que la ciudad homérica es histórica y está en la misma región que la homérica. Además, se ha descubierto que esa ciudad, Wilusa, era grande, en contra de lo que hasta hace unos pocos años se pensaba. Además, su disposición arquitectónica es claramente de corte Anatolio. Era una ciudad que se mantenía por el comercio debido a su gran posición estratégica para esa actividad. Y debido a su posición de mediadora económica y centro organizativo, la ciudad tenía una “internacionalidad”. Una ciudad tal, tendría que haber atraído el interés de las grandes potencias cercanas. El sello encontrado, en este sentido, está relacionando políticamente a Wilusa con el imperio hitita. El autor procede seguidamente a abordar el tema de la tipología de los lazos entre Wilusa y el imperio hitita. Para ello retoma el tratado entre el rey hitita Muwattalli II y Alaksando de Wilusa; pero antes hace un análisis de otro tratado que hacen el padre de este rey hitita y el rey de un país fronterizo de Wilusa. La analogía entre los tratados es manifiesta. El autor concluye del análisis de ambos tratados que las obligaciones de Wilusa para con el rey hitita son sólo de política exterior, por lo que la situación política de Wilusa es independiente. Esto es importante en el sentido de que tenemos la imagen de una Wilusa estable y con posibilidades económicas. De otra manera no hubiera permanecido en ese estado de “independencia”. Esta situación de Wilusa se mantuvo hasta finales del reino hitita, con lo que pudieron contar con el respaldo defensivo del imperio hitita. Pero el vasallaje significaba, por otro lado, la introducción de Wilusa en el ámbito cultural hitita, lo que habría incidido en la lengua. Se ha mostrado que el hitita o luvio era la lengua diplomática en Wilusa. Pero el uso del luvio podríaser sólo funcional y no común, aunque parece que el luvio era hablado en la clase dirigente, por lo menos eso se deduce del estudio de los nombres de la dinastía troyana expuesta en la Ilíada. Lo que está claro es que no hay nombres griegos, sino que era una dinastía Anatolia, y puede que incluso luvia en parte. Aunque este estudio de las nombres no prueba que se hablase luvio normalmente, aunque hay datos a favor de esa tesis, pero hacen falta más fuentes de comparación.
Otro asunto queda por tratar: el desechamiento del sello luvio fue muy posterior de la caída del reino hitita, lo que podría indicar un intento por parte de Wilusa por mantener la cultura hitita/luvia en la que está inmersa sin duda, tras la destrucción de Troya alrededor de 1200.
Se procede ahora al análisis de los pueblos atacantes en la Ilíada. La pregunta gira en torno a porqué Homero escoge los tres nombres de “achaioi, danaoi y argeioi” para la designación de los griegos, si no existían siquiera dos de ellos por lo menos en la época de Homero. Peor lo cierto es que no hay motivo para que Homero inventara esos tres nombres, por lo que se supone una tradición fiable no inventada. En documentos hititas se habla de un país “Ahhijawa” que hoy en día es aceptado como equivalente a “Achaioi”. A través de textos hititas podemos saber cosas sobre ese país Ahhijawa que tiene buenas relaciones con los hititas, pero independiente de ellos. A través del análisis de una carta entre estos dos pueblos se puede entrever que la situación de los ahhijawas habría que colocarla más allá de Asia Menor hacia occidente, y así parece que se está estableciendo así como que era una región griega, lo que se ha apoyado en una labor de arqueología de eliminación de localizaciones propuestas, quedando el continente griego como última probabilidad, según el autor esto ha sido científicamente probado. Con esto, que se puede sacar casi completamente de forma fiable es que los atacantes achaioi era un pueblo histórico. En el caso de los otros atacantes no es tan fácil su vinculación con la realidad, pero a partir de las aportaciones de diferentes investigadores, sobretodo Lehmann, se puede asegurar que existió un reino de Danaja, cuya capital era Micenas, y del cual derivan los danaioi homéricos. En las conclusiones se explica de forma bien resumida los aspectos en clave que sacamos de todo esto. Las diferentes denominaciones serían nombres genéricos para el pueblo grecoparlante. Su uso tendría que ver con reglas métricas de la poesía griega. Se sigue luego un estudio de la poesía rapsódica griega, en hexámetros, dónde se evitan las “sinalefas” actuales. Sabido esto, nos muestra el autor como el poeta Homero contaba con tres nombres genéricos que podría alternar.
El último capítulo de esta primera parte de la obra son unas conclusiones de lo tratado anteriormente, donde se enfatiza la incorporación de la Ilíada a la categoría de fuente. Por lo tanto, los trabajos arqueológicos en la colina de Hisarlik, son trabajos que tienen ya valor científico-histórico. Además, Homero ya no es el único eslabón de la cadena explicativa (fuentes hititas, egipcias…). No obstante, admite que la Ilíada no puede ser utilizada más que como fuente secundaria.
Se trata ahora del tema “Homero”, no tan conocido como Troya, pero con mucha relación. Primero se manifiesta que Homero siempre fue para los griegos el primer y mayor poeta. Para tratar el tema se hace un recorrido desde los orígenes de la Historia de Grecia. Así, tras la caída de la cultura micénica, el primer período de florecimiento de la cultura griega fue en torno al 800 a.e., cuando se adopta el alfabeto fenicio, entre otras mejoras. Este florecimiento se originó en la parte colonizada de Asia Menor, que, según sabemos, fue la patria de Homero.
Se aborda ahora el tema del argumento de la Ilíada. Para ello se hace un resumen de la investigación en torno a Troya y la Ilíada desde el descubrimiento de Troya al desciframiento del Lineal B, estableciendo relaciones entre Micenas y Homero en relación a continuidad. Con esto, la situación en 1968 es un debate entre un rechazo absoluto de la historicidad de la Ilíada y una negación solamente de la guerra. Seguidamente, se expone la situación desde 1996. La identificación de Hisarlik con Wilusa y la identificación de los nombres “Aqueos” y “Danaos” en fuentes hititas y egipcias. La posibilidad de contar ahora con dos fuentes: la excavación y el poema no debe entenderse como la posibilidad de tratar a una como complemento de la otra, pues hay impedimentos temporales, de perspectiva (la hitita y la de Homero) y la de autenticidad. No obstante la Ilíada no puede ser desdeñada como fuente de información, teniendo en cuenta que Homero se sirve de Troya como lugar de escenario, donde tienen lugar cosas muy variadas. Hace luego una separación de la información que puede dar la Ilíada con relación a su historicidad o su invención. Más tarde se aborda el problema de la posibilidad de un trasfondo histórico en la Ilíada (el historiado no puede basarse en imposibilidades). Se advierte primero que en la Ilíada no se cuenta la historia de la guerra de Troya, sino que lo que se trata es de narrar la cólera de Aquiles (como se enumera desde el primer verso de la Ilíada). Para la sociedad de la época de redacción de la Ilíada, la guerra de Troya significaba su propia prehistoria. Por otra parte, Homero trata valores de su propia sociedad en un escenario 400 años anteriores. La Ilíada estaría cumpliendo la función de servir a una definición de la nobleza del siglo VIII. Sabido esto, nuestro horizonte de preguntas cambia radicalmente con respecto a lo que se tenía por importante en la obra: el asunto de la guerra y Troya en sí no era más que un escenario. La cuestión es ¿por qué se escoge Troya? Para dar respuesta a esta pregunta se procede a un análisis del texto de la Ilíada, del que se extrae que el público ya conocía la historia de la guerra de Troya y sus personajes. 
El autor concluye este capítulo planteando (de nuevo) que la Ilíada es sólo una fuente secundaria. No obstante, se puede reconstruir a partir de la Ilíada la “forma bosquejada de la historia de Troya”, que es lo que hace el autor seguidamente. Luego intenta demostrar que Homero reprodujo fielmente sucesos que tuvieron lugar 500 años antes. Más tarde se habla de las fuentes griegas, hititas y egipcias; a partir de las cuales se ha establecido que la historia de Troya es un reflejo de las relaciones dominantes en Grecia durante la época micénica. Entre otras cosas, se aborda el famoso “catálogo de las naves”, del que se extrae que fue elaborado para una historia más amplia, ya que los personajes allí expuestos no aparecen después. Homero disponía de ese catálogo. Mediante el catálogo se intenta determinar el momento de aparición de la historia de Troya. El autor establece que el catálogo tuvo que ser creado en época micénica, y que, por tanto, la historia de Troya debió ser ideada en esa época. Además se han encontrado tabletas en Lineal B que han dado nuevos datos, con los que se establece, efectivamente, que la historia se creó en época micénica. 
Más tarde se aborda la cuestión de cómo llegó la historia de Troya hasta Homero, a lo que se responde, como primera posibilidad, la transmisión a partir de narraciones sucesivas. Otra vía de transmisión era la poesía en hexámetros, muy reglamentada (que se trata a continuación). La Ilíada era una expresión de esa poesía, micénica. Luego se hace un análisis de la poesía rapsódica y su vinculación con Troya. Al final, se establece que la historia de Troya llegó hasta Homero desde época micénica mediante la poesía rapsódica. Si existía ese género literario debía haber demanda social de ese ejemplo.
El penúltimo capítulo del libro aborda la problemática de si hay algo histórico en la historia de Troya redactada por Homero, para lo que se procede a un análisis de las fuentes, cuya conclusión se expone en el último capítulo del libro: no podemos estar seguros de si la historia es real,pero lo cierto es que crecen cada vez más los indicios sobre su veracidad. “La solución parece estar más cerca que nunca”. El autor concluye previendo una posible solución futura cerca de que Homero cuenta una historia fiable históricamente.

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