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PRINCIPIOS DE REDACCION DE LA RECETA MEDICA Y LA CONFORMIDAD DEL PACIENTE

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I
EL LATÍN NO SE USA AQUÍ
 ■ ¿Quién puede recetar medicamentos?
 ■ Práctica actual
 ■ Uso apropiado del recetario
 ■ Elección y cantidad del producto farmacéutico dispensado
SUSTANCIAS CONTROLADAS
 ■ Prescripción de sustancias controladas
 ■ Pedidos orales
 ■ Reposiciones
 ■ Prevención de la desviación
 ■ Marihuana
LA RECETA COMO UN PRODUCTO
EL CASO ESPECIAL DE LOS ADULTOS MAYORES 
NORMAS Y CLASIFICACIÓN DE FÁRMACOS
CONFORMIDAD
 ■ La relación paciente-proveedor
 ■ Los pacientes y sus creencias
 ■ La terapia
RECETA ELECTRÓNICA 
ELIMINACIÓN DE ERRORES EN ÓRDENES DE FÁRMACOS
El latín no se usa aquí
Al escribir recetas, use el inglés (en Estados Unidos) o el idioma domi-
nante del paciente. El latín ya no es el idioma internacional de la medici-
na, pero varias abreviaturas comúnmente usadas se derivan del uso 
obsoleto del latín y persisten en la escritura de recetas. Evite usarlas. Non 
utuntur latini.
 Algo de latín parece firmemente arraigado en la práctica farmacéuti-
ca. Se dice que “Rx” es una abreviatura de la palabra latina recipere, que 
significa “tomar” o “tomar así”, como una indicación dirigida a un farma-
céutico, que precede a la “receta” del médico para preparar un medica-
mento. La abreviatura “Sig” para la palabra latina Signatura, se usa en la 
receta para marcar las instrucciones de administración del medicamento.
¿Quién puede recetar medicamentos?
La receta escrita en Estados Unidos está regulada por las juntas estatales 
de farmacología. En muchos estados, los profesionales de la salud que no 
sean médicos MD y DO pueden escribir recetas, aunque en algunos ca-
sos se excluyen los narcóticos. Los dentistas con licencia, los podólogos, 
los asistentes médicos (PA, physician’s assistants), los profesionales de en-
fermería, los farmacéuticos y los psicólogos clínicos pueden recetar medi-
camentos bajo diversas circunstancias.
Práctica actual
La receta consiste en una superscripción, la inscripción, la suscripción, el 
signa y el nombre y firma del prescriptor, todos ellos contenidos en una sola 
forma (figura AI-1). La superscripción incluye la fecha en que se escribió la 
receta, el nombre, dirección, peso y edad del paciente y el Rx (tomar). El 
cuerpo de la receta, o inscripción, contiene el nombre y la cantidad, o la 
potencia, del medicamento a dispensar, o el nombre y la potencia de cada 
ingrediente que se combinará.
La suscripción es la instrucción al farmacéutico, que generalmente con-
siste en una frase corta, como “dispensar 30 tabletas”. El signa o “Sig” es 
la instrucción para el paciente sobre cómo tomar la prescripción, inter-
pretada y transpuesta en la etiqueta de prescripción por el farmacéutico. 
En Estados Unidos, las recetas siempre deben redactarse en inglés. Mu-
chos médicos siguen utilizando abreviaturas latinas, como “1 cap tid pc”. 
Esto lo interpretará el farmacéutico como “tomar una cápsula tres veces 
al día después de las comidas”. Sin embargo, el uso de abreviaturas lati-
nas para estas instrucciones sólo confunde la prescripción y se desacon-
seja. El farmacéutico siempre debe escribir la etiqueta en inglés (o, según 
corresponda, en el idioma del paciente). El uso de tales abreviaturas o 
símbolos es una práctica confusa; muchos errores graves de dispensación 
se pueden atribuir al uso de abreviaturas.
Evite la instrucción “tomar según las indicaciones”. Dichas instruccio-
nes presuponen una comprensión por parte del paciente que puede no 
realizarse y son inadecuadas para el farmacéutico, quien debe determi-
nar la intención del médico antes de dispensar el medicamento. Incluir 
indicaciones proporciona una medida adicional de seguridad para el pa-
ciente porque el farmacéutico puede confirmar que se está dispensando 
la medicación correcta para el régimen prescrito. Las mejores instruccio-
nes para el paciente incluirán un recordatorio del propósito del medica-
mento al incluir frases como “para aliviar el dolor” o “para aliviar la 
picazón”. La ruta correcta de administración se ve reforzada por la elec-
ción de la primera palabra de las instrucciones. Para una forma de dosifi-
cación oral, las instrucciones deben comenzar con tomar o administrar; 
para productos aplicados externamente, la palabra aplicar; para suposito-
rios, insertar, y para las gotas oculares, auditivas o nasales, colocar es pre-
ferible a “instilar”.
Inclusión de datos sobre el paciente y cálculos de dosis
El nombre y la dirección del paciente son necesarios en la orden de pres-
cripción, para garantizar que el medicamento correcto sea para el pacien-
te adecuado, y también para la identificación y el mantenimiento de 
registros. Para los medicamentos cuya dosificación implica un cálculo, los 
datos pertinentes del paciente, como el peso, la edad o el área de la super-
ficie corporal, también deben figurar en la receta; tanto la dosis calculada 
como la fórmula de dosificación utilizada, como “240 mg cada 8 h (40 
mg/kg/d)” deben incluirse para permitir que otro profesional de la salud 
verifique dos veces la dosis prescrita. Los farmacéuticos siempre deben 
volver a calcular las ecuaciones de dosificación cuando llenen dichas 
prescripciones. Los pedidos de medicamentos en hospitales y algunos 
entornos clínicos, como los de antibióticos o medicamentos anticonvulsi-
vos que a veces son difíciles de dosificar adecuadamente (p. ej., fenitoí-
na), pueden especificar el diagnóstico del paciente y el fármaco deseado, 
y solicitar la dosificación del farmacéutico clínico. Esto se hace común-
mente para medicamentos con un potencial de efectos adversos significa-
tivos como la vancomicina.
Uso apropiado del recetario
Los espacios en blanco en el recetario normalmente están impresos con un 
encabezado que indica el nombre del médico y la dirección y el número de 
teléfono del sitio de práctica (figura AI-1). Al usar formularios instituciona-
Apéndice
Principios de redacción de la receta médica 
y la conformidad del paciente
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les que no contienen la información del médico, este siempre debe colocar 
su nombre y número de teléfono en la cara de la receta para facilitar la co-
municación con otros profesionales de la salud si surgen interrogantes.
Todas las recetas deben redactarse con tinta; esta práctica es obligato-
ria para las prescripciones de la categoría II (p. ej., narcóticos) bajo la CSA 
de Estados Unidos de 1970 (véase el cuadro AI-1 y las sustancias contro-
ladas, más adelante en este apéndice).
La fecha de la receta es una parte importante de la historia clínica del 
paciente, y puede ayudar al farmacéutico a reconocer posibles proble-
mas. Por ejemplo, cuando se receta un opioide para el dolor debido a una 
lesión y la receta se presenta a un farmacéutico 2 semanas después de la 
emisión, es posible que ya no se indique el medicamento. Cuando el tra-
tamiento con opioides debe incluir periodos más largos que el cubierto 
por la primera receta, se puede emitir una segunda receta con una fecha 
de “no llenar antes”. La conducta de conformidad también se puede esti-
mar utilizando las fechas en que se completa y vuelve a llenar (o volver a 
emitir) una receta. Al escribir la receta original, el médico debe designar 
la cantidad de reposiciones permitidas o no marcar. Para los medicamen-
tos de mantenimiento sin potencial de abuso, es razonable escribir para 
un suministro de un mes y marcar el formulario de prescripción para que 
las reposiciones se dispensen durante un periodo suficiente para sumi-
nistrar al paciente hasta la próxima visita programada al médico. Una 
afirmación como “reponer prn” (reponer según sea necesario) no es apro-
piada, ya que podría permitir al paciente utilizar mal el medicamento o 
descuidar las citas médicas. Si no se desean reposiciones, se debe escribir 
cero (no “0”) o ninguno en el espacio de reposición para evitar la alteración 
de la intencióndel prescriptor. Las reposiciones para sustancias controla-
das se analizan en el acápite “Reposiciones para sustancias controladas”.
La preocupación por el aumento del costo de la atención médica ha fa-
vorecido la distribución de los llamados medicamentos genéricos. A un 
fármaco se le llama por su nombre genérico (en Estados Unidos, éste es el 
USAN) o el nombre comercial utilizado por el fabricante, también cono-
cido como marca registrada, nombre comercial o marca comercial. En la mayo-
ría de los estados de Estados Unidos, los farmacéuticos tienen la autoridad 
para dispensar medicamentos genéricos en lugar de aquellos de marca. El 
médico puede solicitar que el farmacéutico no sustituya un medicamento 
genérico por uno de marca, indicando esto en la receta (“no lo sustituya”), 
lo cual generalmente es innecesario porque la FDA de Estados Unidos exi-
ge que los medicamentos genéricos cumplan con los mismos estándares 
de seguridad y eficacia que sus contrapartes de marca. Los estándares de 
bioequivalencia son un desafío para la puesta en práctica de medicamen-
tos más nuevos, como los biológicos (Bate et al., 2016) pero son crítica-
mente necesarios. Tanto los medicamentos de marca como los genéricos 
son cada vez más escasos (Mazer-Amirshahi et al., 2014).
En algunas jurisdicciones no se pueden dispensar recetas con un me-
dicamento genérico sustitutivo a menos que esté específicamente permi-
tido en la misma. Las ocasiones en las que no se alienta la sustitución por 
medicamentos genéricos se limitan a productos con sistemas de distribu-
ción especializados o índices terapéuticos estrechos, o cuando la confu-
sión sustancial del paciente y el posible incumplimiento pueden estar 
asociados con la sustitución.
Elección y cantidad de producto farmacéutico dispensado
La elección inapropiada de un fármaco por parte de los médicos es un 
problema para la prescripción. Los médicos deben confiar en fuentes im-
Figura AI-1 Receta médica. La receta médica debe estar confeccionada con precisión y legibilidad para identificar al paciente, el medicamento que se adminis-
trará y el modo de administración del mismo. Evite las abreviaturas y el latín pues conducen a errores de dispensación. Incluya el propósito terapéutico en 
la suscripción (p. ej., “para controlar la presión sanguínea”) para evitar errores en la administración. Por ejemplo, el uso del losartán para el tratamiento de la 
hipertensión puede requerir 100 mg/d (1.4 mg/kg/d), mientras que para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca congestiva, la dosis de este antagonista del 
receptor de la angiotensina II generalmente no debe exceder los 50 mg/d. Incluir el propósito terapéutico de la prescripción también puede ayudar a los pacien-
tes a organizar y comprender sus medicamentos. Incluir el peso del paciente en la prescripción puede ser útil para evitar errores de dosificación, particular-
mente cuando los medicamentos se administran a niños.
Abreviaturas
ACE: (angiotensin-converting enzyme) Enzima convertidora de 
angiotensina 
CAS: (Chemical Abstract Service) Servicio de Resúmenes Químicos
CSA: (controlled substances act) Ley Federal de Sustancias Controladas 
DEA: (Drug Enforcement Agency) Agencia antidrogas
DO: (doctor of osteopathy) Doctor de osteopatía
DTC: (direct-to-consumer) Directo al consumidor
FDA: (Food and Drug Administration) Administración de Medicamentos 
y Alimentos
IOM: (Institute of Medicine) Instituto de Medicina
ISMP: (Institute for Safe Medication Practices) Instituto para Prácticas de 
Medicamentos Seguros
MD: (doctor of medicine) Doctor en medicina
NDC: (National Drug Code) Código Nacional de Medicamentos
PA: (physician’s assistant) Asistente médico
RN: (registry number) Número de registro
USAN: (U.S. Adopted Name) Nombre adoptado por Estados Unidos
USP: (U.S. Pharmacopeia) Farmacopea de Estados Unidos
USP MERP: (U.S. Pharmacopeia Medication Errors Reporting Program) 
Programa de Notificación de Errores de Medicación de la Farmacopea 
de Estados Unidos
USP/NF: (USP/National Formulary) USP/Formulario Nacional
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CUADRO AI-1 ■ Categorías de sustancias controladas
Categoría I (p. ej., heroína, metilendioximetanfetamina, dietilamida del 
ácido lisérgico, mescalina y todas sus sales e isómeros):
1. Alto potencial de abuso.
2.  Ningún uso médico aceptado en Estados Unidos o falta de seguridad 
aceptada para su uso en el tratamiento en Estados Unidos. Puede ser 
utilizado con fines de investigación por personas debidamente 
registradas.
Categoría II (p. ej., morfina, oxicodona, fentanilo, meperidina, dextroan-
fetamina, cocaína, amobarbital):
1. Alto potencial de abuso.
2. Tiene un uso médico actualmente aceptado en Estados Unidos.
3.  El abuso de sustancias puede conducir a una dependencia psicológica 
o física grave.
Categoría III (p. ej., esteroides anabólicos, nalorfina, ketamina, ciertas 
sustancias de la categoría II en supositorios, mezclas o cantidades limita-
das por unidad de dosificación):
1. Potencial de abuso menor que las sustancias en las categorías I o II.
2. Tiene un uso médico actualmente aceptado en Estados Unidos.
3.  El abuso de sustancias puede llevar a una dependencia física de mode-
rada a baja o una alta dependencia psicológica.
Categoría IV (p. ej., alprazolam, fenobarbital, meprobamato, 
modafinilo):
1. Potencial de abuso menor que las sustancias en la categoría III.
2. Tiene un uso médico actualmente aceptado en Estados Unidos.
3.  El abuso de sustancias puede conducir a una dependencia física o psi-
cológica limitada en relación con las sustancias de la categoría III.
Categoría V (p. ej., buprenorfina, productos que contienen una dosis 
baja de un opioide más un ingrediente no narcótico como jarabe para la 
tos con codeína y guaifenesina, tabletas antidiarreicas con difenoxilato y 
atropina):
1. Bajo potencial de abuso en relación con la categoría IV.
2. Tiene un uso médico actualmente aceptado en Estados Unidos.
3.  Algunos productos de la categoría V pueden venderse en cantidades 
limitadas sin receta a discreción del farmacéutico; sin embargo, si un 
médico desea que un paciente reciba uno de estos productos, es prefe-
rible proporcionar una receta.
a Aunque la codeína es un medicamento de la categoría II, su dosificación en jarabes para 
la tos se considera lo suficientemente baja para permitir su clasificación como sustancias 
de la categoría V.
parciales cuando busca información sobre medicamentos, lo que influirá 
en sus hábitos de prescripción; el uso de la literatura médica original y de 
los recursos en línea, como las revisiones probatorias Cochrane (http://
www.cochrane.org), asegurarán la instrucción del mejor juicio del pres-
criptor. La cantidad de un medicamento que se debe dispensar debe indi-
carse claramente y sólo debe ser la que necesita el paciente. Nunca se 
deben dispensar cantidades excesivas porque esto no sólo es costoso para 
el paciente sino que también puede llevar a la acumulación de medica-
mentos, lo que puede ocasionar daños al paciente o a los miembros de su 
familia, si se usan de manera inapropiada. Es mejor solicitar varias renova-
ciones de una receta que prescribir y dispensar más de lo necesario a la vez.
Sustancias controladas
En Estados Unidos, la DEA, dentro del Departamento de Justicia, es res-
ponsable de la aplicación de la CSA federal. La DEA regula cada paso del 
manejo de sustancias controladas desde la fabricación hasta la dispensa-
ción (21 U.S.C. § 811). La ley proporciona un sistema que está destinado 
a evitar que las sustancias controladas se utilicen con fines no legítimos. 
Las sustancias que entran en la jurisdicción de la CSA se dividen en cinco 
categorías (cuadro AI-1); cada estado puede tener categorías adicionales. 
Los médicos deben estar autorizados a recetar sustancias controladas por 
la junta de farmacia en la jurisdicción en la que tienen licencia,y deben 
estar registrados ante la DEA o estar exentos de la inscripción según lo 
definido en la CSA. El número del certificado de registro debe estar indi-
cado en todas las órdenes de prescripción de sustancias controladas. El 
enjuiciamiento penal y las sanciones por uso indebido generalmente de-
penden de la categoría de una sustancia y la cantidad del fármaco en 
cuestión.
Prescripción de sustancias controladas 
Para que una receta de una sustancia controlada sea válida, debe emitirse 
para un propósito médico legítimo por un profesional individual que actúe en 
el curso habitual de su práctica profesional. Una orden que no cumpla con 
estos criterios no se considera una prescripción legítima dentro del signi-
ficado de la ley y, por tanto, no protege ni al médico que la emite ni al 
farmacéutico que la dispensa. La mayoría de los estados prohíben a los 
médicos prescribir sustancias controladas para uso personal. Es prudente 
cumplir con esta norma, incluso si no es impuesta por la ley.
Los requisitos específicos, tanto estatales como federales, se aplican a 
las recetas de medicamentos de la categoría II. Por ejemplo, todas las re-
cetas deben estar redactadas con tinta, y no se permiten reposiciones de 
medicamentos de la categoría II. Ya sea para medicamentos de la catego-
ría II, o menos programados, las prescripciones para sustancias controla-
das deben incluir por ley el nombre completo y la dirección del paciente, 
y el nombre completo del profesional, la dirección y el número de registro 
de la DEA. La receta también debe incluir el nombre del medicamento, la 
concentración, la cantidad, las instrucciones de uso y la cantidad de repo-
siciones, si está permitida (según la categoría del medicamento). La CSA 
exige que todos los pedidos de sustancias controladas estén fechados y 
firmados el día en que se emitieron, y prohíbe surtir o reponer pedidos 
de sustancias incluidas en las categorías III y IV, 6 meses o más después 
de la fecha de emisión. Las agencias estatales pueden imponer regulacio-
nes adicionales como exigir que las recetas de sustancias controladas se 
impriman en recetarios (blocs) por triplicado, o emitidos por el estado, o 
restringir el uso de una clase particular de medicamentos para indicacio-
nes específicas. Todo el personal médico debe estar familiarizado con las 
recomendaciones más recientes de los Centros para el Control y la Pre-
vención de Enfermedades (CDC, Centers for Disease Control and Preven-
tion) a la hora de prescribir opiáceos para el dolor crónico (tabla 20-7).
Pedidos orales
Un médico puede pedir por teléfono las prescripciones de los medicamen-
tos de las categorías III, IV y V de la misma manera que una receta para 
una sustancia no controlada, aunque lo más conveniente para el médico 
es mantener su número de DEA lo más privado posible (véase Prevención 
de la desviación). Las recetas de la categoría II pueden solicitarse por telé-
fono a una farmacia, sólo en situaciones de emergencia, es decir si: 
•	 La	administración	inmediata	es	necesaria.
•	 No	hay	un	tratamiento	alternativo	apropiado	disponible.
•	 No	es	razonablemente	posible	que	el	médico	proporcione	una	pres-
cripción escrita antes de la dispensación.
Para una receta de urgencia la cantidad debe limitarse a la adecuada 
para tratar al paciente durante el periodo de emergencia, y el médico 
la enviará a la farmacia en término de las 72 h de dicha emergencia. Si la 
receta se envía por correo, debe tener una marca postal. El farmacéutico 
debe notificar a la DEA si no se recibe esta prescripción.
Reposiciones
Ninguna orden de prescripción para un medicamento de la categoría II 
se puede volver a llenar bajo ninguna circunstancia (CFR título 21 §1306). 
Las prescripciones originales con fecha anterior se pueden usar cuando 
se necesita una terapia más allá del periodo cubierto por la primera rece-
ta, pero generalmente se desaconseja. Para los medicamentos de las cate-
gorías III y IV, los resurtidos o reposiciones se pueden emitir de forma 
oral o por escrito, sin exceder cinco reposiciones o 6 meses después de la 
fecha de emisión, lo que ocurra primero. Más allá de este tiempo, se debe 
ordenar una nueva receta. Para los medicamentos de la categoría V, no 
hay restricciones en la cantidad de reposiciones permitidas, pero si no se 
señala tal posibilidad en el momento de la emisión, debe hacerse una 
nueva receta para que se despache el medicamento adicional.
Prevención de la desviación
Las recetas en blanco a menudo son robadas y utilizadas para mantener 
el abuso de sustancias controladas. Para evitar este tipo de desviación, los 
recetarios deben ser protegidos de la misma manera que uno protegería 
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un talonario de cheques personal. Nunca se debe firmar anticipadamen-
te una receta en blanco para que un miembro del personal lo complete en 
otro momento. Además, se debe almacenar un número mínimo de rece-
tarios, y se deben mantener en un lugar seguro y cerrado. Si falta un re-
cetario o receta, se debe informar inmediatamente a las autoridades y 
farmacias locales. Idealmente, el número completo de la DEA del médico 
no debe estar preimpreso en el talonario de recetas ya que cualquier per-
sona en posesión de una clave válida de la DEA le será más fácil cometer 
un fraude con las mismas. Algunos médicos pueden omitir de manera 
intencional parte o la totalidad de su número de la DEA en una receta y 
en su lugar escribir “llamada del farmacéutico para verificar” o “llamar 
para el número de registro”. Esta práctica sólo funciona cuando el farma-
céutico puede verificar independientemente la autenticidad de la receta, 
y los pacientes deben conseguirla durante las horas de trabajo del pres-
criptor. Los farmacéuticos pueden determinar la autenticidad del núme-
ro de la DEA de un médico usando un algoritmo.
 Otro método empleado por la persona que busca obtener fármacos es 
alterar la cara frontal de una receta válida para aumentar la cantidad de 
unidades o reposiciones. Al deletrear el número de unidades y reposicio-
nes autorizadas en lugar de dar números, el prescriptor esencialmente 
elimina esta opción para el desvío. Las sustancias controladas no deben 
recetarse en exceso o durante periodos prolongados, ya que la continua-
ción de la adicción de un paciente no es un objetivo médico legítimo.
Marihuana
Veintinueve estados de Estados Unidos y el Distrito de Columbia han cla-
sificado la marihuana, categorizada por la FDA como sustancia de la ca-
tegoría I, en una categoría especial al despenalizar su posesión y venta 
para uso médico. En estas jurisdicciones, los pacientes y cuidadores están 
exentos de enjuiciamiento por la ley estatal, a pesar de que sea contrario 
a la ley federal. Nueve de estas jurisdicciones, Alabama (AL, Alabama), 
California (CA, California), Colorado (CO, Colorado), Massachusetts (MA, 
Commonwealth of Massachusetts), Maine (ME, Maine), Nevada (NV, Neva-
da), Oregón (OR, Oregon), Washington (WA, Washington) y el Distrito de 
Columbia, permiten la posesión de marihuana para uso recreativo. Esta 
diferencia de opinión legal entre la regulación estatal y federal es fuente 
de controversia considerable (Leyton, 2016). Generalmente, la ley más 
estricta toma precedencia, ya sea federal, estatal o local.
La receta como un producto
Los prescriptores deben saber que los pacientes pueden visitar a su mé-
dico para “obtener” una receta. En muchas interacciones paciente-médi-
co una prescripción puede verse como la moneda de cambio o producto 
obligatorio de la visita. Los médicos deben educar a cada paciente sobre 
la importancia de ver los medicamentos como algo que se debe usar sólo 
cuando se necesita realmente, y que es preferible persistir en el consumo 
de un medicamento particular cuando se encuentra en condiciones esta-
bles, en vez de solicitar los nuevos disponibles. La Ley Federal de Moder-nización de la FDA de 1997, permite el uso de publicidad impresa y 
televisiva de medicamentos recetados. La ley exige que todos los anuncios 
de fármacos contengan (entre otras cosas) información resumida relacio-
nada con los efectos secundarios, las contraindicaciones y la efectividad. 
Los beneficios de este tipo de anuncios directos al consumidor son con-
trovertidos (Mintzes, 2012). La publicidad de medicamentos con receta 
ha alertado a los consumidores sobre la existencia de nuevos fármacos y 
los trastornos que tratan, pero también ha aumentado la demanda de los 
consumidores en busca de medicamentos. Esta demanda ha incrementa-
do el número de recetas que se dispensan (aumentando los ingresos por 
ventas) y ha contribuido al incremento de los costos farmacéuticos a car-
go de las aseguradoras de salud, el gobierno y los consumidores. En vista 
de la creciente demanda de medicamentos específicos de marca impulsa-
dos por la publicidad, los médicos y farmacéuticos deben poder aconse-
jar a los pacientes de manera efectiva y proporcionarles información 
sobre medicamentos basada en la evidencia.
El caso especial de los adultos mayores
Los adultos mayores representan un poco más del 14% de la población, 
pero consumen el 40% de los medicamentos recetados y el 35% de todos 
los medicamentos de venta libre. En promedio, las personas de 65-69 
años reciben casi 14 recetas por año; los individuos de entre 80 y 84 años 
reciben un promedio de 18 recetas por año; el 15-25% del consumo de 
medicamentos en personas mayores se considera innecesario o no apro-
piado (Hwang et al., 2001). Las reacciones adversas a los medicamentos 
son más comunes en los ancianos y, junto con la no conformidad, son 
responsables del 28% de las hospitalizaciones de los ancianos, a un costo 
superior a $180 mil millones anuales. Cada año, 32 000 adultos mayores 
sufren fracturas de cadera causadas por problemas relacionados con la 
medicación (Iuga y McGuire, 2014).
Normas y clasificación de fármacos
La Convención de Farmacopea de Estados Unidos, Inc., es una organiza-
ción no gubernamental que difunde normas autorizadas e información 
sobre medicamentos y otras tecnologías sanitarias. Esta organización es 
el hogar de la USP, que, junto con la FDA, la industria farmacéutica y las 
profesiones de la salud, establece las normas autorizadas de medicamen-
tos. Estas normas son ejecutables por la FDA y los gobiernos de otros 
países y son reconocidas en todo el mundo. En el USP/NF, el compendio 
oficial de normas farmacéuticas, se publican monografías de medicamen-
tos que se organizan en categorías con base en sus acciones farmacológi-
cas y aplicaciones terapéuticas. El USP también proporciona estándares 
de referencia químicos para llevar a cabo las pruebas especificadas en el 
USP/NF. Por ejemplo, para fabricar y etiquetar un medicamento en uni-
dades se debe cumplir con el estándar del USP para las unidades de ese 
compuesto. Tales normas son esenciales para los compuestos que poseen 
actividad biológica, como la insulina o los medicamentos basados en an-
ticuerpos.
El USP también alberga el Diccionario del USP de Nombres adoptados de 
Estados Unidos (USAN) y nombres de medicamentos internacionales. Este com-
pendio se reconoce en toda la industria de la salud como el diccionario au-
torizado de fármacos. Sus entradas incluyen uno o más de los siguientes 
temas: los nombres adoptados en Estados Unidos, que son los nombres 
oficiales de medicamentos en el Formulario Nacional; los nombres oficia-
les usados previamente, los nombres comunes internacionales, los nom-
bres británicos aprobados, los nombres japoneses aceptados, los nombres 
comerciales y otros sinónimos. Además de los nombres, los registros en el 
archivo contienen otra información de las sustancias como el CAS, el nú-
mero de registro (RN, registry number), la fórmula molecular, el peso mo-
lecular, la categoría farmacológica o terapéutica, el patrocinador de me- 
dicamentos, la información de referencia y el diagrama de estructura, si 
está disponible. El USP mantiene un sitio web electrónico al que se puede 
acceder para obtener información útil sobre nomenclatura, clasificación 
y estándares de fármacos (http://www.usp.org).
En Estados Unidos, los productos farmacéuticos también están codifi-
cados bajo el NDC. El NDC sirve como un identificador universal de pro-
ductos para fármacos usados en humanos. La edición actual del Directorio 
NDC está limitada a medicamentos recetados y algunos seleccionados sin 
receta. A cada producto farmacéutico que figura en la Ley Federal de Ali-
mentos, Medicamentos y Cosméticos se le asigna un número único de 10 
dígitos y tres segmentos. Este número, el número de NDC, identifica al eti- 
quetador/proveedor, el producto y el tamaño del paquete. El código del 
etiquetador/proveedor es asignado por la FDA. El segundo segmento, el 
código del producto, identifica una concentración específica, forma de 
dosificación y formulación para una compañía farmacéutica en particu-
lar. El tercer segmento, el código del paquete, identifica el tamaño del 
mismo. Tanto el producto como los códigos del paquete son asignados 
por el fabricante. Además de la clasificación de los medicamentos por 
categoría terapéutica, los fármacos también se agrupan según el progra-
ma de control. Los programas de medicamentos en Estados Unidos se 
enumeran en el cuadro AI-1 y se tratan en “Sustancias controladas”.
La FDA también clasifica los medicamentos que se pueden usar en mu-
jeres embarazadas. Estas categorías son similares a las utilizadas en otros 
países y brindan orientación en función de la ciencia disponible. Las ca-
tegorías van de la A a la X, en orden creciente de importancia:
•	 Embarazo categoría A: los estudios adecuados y bien controlados no 
han podido demostrar un riesgo para el feto en el primer trimestre de 
embarazo (y no hay evidencia de riesgo en los trimestres posteriores). 
Debido a la naturaleza obvia del riesgo asociado con el uso de medica-
mentos durante la gestación, la FDA requiere una serie de datos de 
alta calidad sobre un medicamento antes de que pueda considerarse 
para Embarazo categoría A. Los medicamentos en esta categoría inclu-
yen levotiroxina y ácido fólico.
•	 Embarazo categoría B: los estudios de reproducción animal no han 
demostrado un riesgo para el feto y no hay estudios adecuados y bien 
controlados en mujeres embarazadas, o los estudios en animales han 
demostrado un efecto adverso; pero los estudios adecuados y bien 
controlados en mujeres embarazadas no han podido demostrar un 
riesgo para el feto en cualquier trimestre. Los medicamentos en esta 
categoría incluyen metformina e hidroclorotiazida y deben prescribir-
se sólo según sea necesario para la salud materna.
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CUADRO AI-2 ■ Sugerencias para mejorar la conformidad 
del paciente
•	 	Proporcionar	una	comunicación	respetuosa;	preguntar	cómo	toma	la	
medicina el paciente.
•	 	Desarrollar	una	relación	de	colaboración	satisfactoria	entre	el	
médico y el paciente; fomentar la participación del farmacéutico.
•	 	Proporcionar	y	fomentar	el	uso	de	asesoramiento	sobre	
medicamentos.
•	 	Brindar	instrucciones	precisas	y	claras,	que	la	información	más	
importante se dé primero.
•	 Apoyar	las	instrucciones	orales	con	información	escrita	fácil	de	leer.
•	 Simplificar	siempre	que	sea	posible.
•	 	Utilizar	complementos	mecánicos	para	el	cumplimiento	según	sea	
necesario (cajas de pastillas o bandejas seccionadas, embalaje de 
conformidad, código de color).
•	 	Usar	la	forma	de	dosificación	y	el	horario	óptimos	en	cada	paciente	
de manera individualizada.
•	 	Evaluar	la	cultura,	el	lenguaje	y	la	comprensión	del	paciente	y	modi-
ficar el asesoramiento educativo según sea necesario. Ser cultural-
mente consciente y sensible. Para mejorar el cumplimiento, no 
confíe sólo en el conocimiento del pacientesobre la enfermedad.
•	 	Hallar	soluciones	cuando	presenten	discapacidades	físicas	o	senso-
riales (usar tapas que no sean de seguridad en las botellas, use 
letras grandes en las etiquetas y material escrito, coloque marcas de 
cinta en las jeringas).
•	 Recabar	el	apoyo	y	asistencia	de	familiares	y	cuidadores.
•	 	Usar	técnicas	de	comportamiento	tales	como	el	establecimiento	de	
metas, el autocontrol, la reestructuración cognitiva, el entrena-
miento de habilidades, los contratos y el refuerzo positivo.
•	 Embarazo categoría C: los estudios de reproducción animal han de-
mostrado un efecto adverso en el feto y no hay estudios bien controla-
dos y adecuados en humanos, pero los beneficios potenciales pueden 
justificar el uso del medicamento en mujeres embarazadas a pesar de 
los riesgos potenciales. Los medicamentos en esta categoría incluyen 
tramadol y gabapentina. Deben prescribirse durante el embarazo sólo 
cuando el beneficio supere claramente el riesgo.
•	 Embarazo categoría D: hay evidencia positiva de riesgo fetal humano 
con base en los datos de reacciones adversas de la experiencia de in-
vestigación o comercialización, o de estudios en humanos, pero los 
beneficios potenciales pueden justificar el uso del medicamento en 
mujeres embarazadas a pesar de los riesgos potenciales. Los medica-
mentos de esta categoría, como alprazolam y clonazepam, no se reco-
miendan para su uso durante el embarazo y deben prescribirse sólo si 
es absolutamente necesario.
•	 Embarazo categoría X: los estudios en animales o humanos han de-
mostrado anormalidades fetales, o hay evidencia positiva de riesgo 
fetal humano basado en los datos de reacciones adversas de la expe-
riencia de investigación o de comercialización, y los riesgos involucra-
dos en el uso del medicamento en mujeres embarazadas claramente 
superan los beneficios potenciales. Los medicamentos como la warfa-
rina, el metotrexato y las estatinas entran dentro de esta categoría y no 
deben utilizarse durante el embarazo ni en mujeres que puedan que-
dar embarazadas.
Los médicos deben darse cuenta de que las categorías de embarazo 
por sí mismas proporcionan poca orientación para el médico que trata a 
las mujeres embarazadas. Los prescriptores deben comprender la em-
briología, la fisiología y la farmacología involucradas en cada instancia de 
consumo de fármacos durante el embarazo. Por ejemplo, los inhibidores 
de la ACE como el captopril causan toxicidad durante el desarrollo (cate-
goría X), sólo después del primer trimestre. La principal responsabilidad 
de un médico sigue siendo tratar a la paciente embarazada. Sin embargo, 
también se deben considerar los riesgos de no aplicar el tratamiento a la 
madre debido a los posibles riesgos para el feto. El médico debe confiar 
en la evidencia médica al tomar estas decisiones.
Los medicamentos también se agrupan por su potencial de uso indebi-
do según las clasificaciones legales británicas y de Estados Unidos como 
clase A, B o C. Las clases están vinculadas a sanciones legales máximas 
en orden descendente de gravedad que va de la A a la C.
Conformidad 
La conformidad es la medida en que el paciente sigue un régimen pres-
crito por un profesional de la salud. El paciente es el determinante final y 
más importante de cuán exitoso será un régimen terapéutico y debería 
participar como un participante activo que tiene un gran interés en su 
éxito. Cualquiera que sea el término que se utilice —conformidad, adheren-
cia, alianza terapéutica o cumplimiento— los médicos deben promover una 
interacción de colaboración entre ellos y el paciente en la que cada uno 
aporte una experiencia que ayude a determinar el curso de la terapia. Las 
creencias sobre la calidad de vida del paciente pueden diferir de las me-
tas terapéuticas del médico, y el paciente tendrá la última palabra cada 
vez que haya un conflicto no resuelto.
Han sido identificadas cientos de variables que pueden influir en la 
conducta de la conformidad. Algunas de las más citadas se encuentran 
en el cuadro AI-2, junto con algunas sugerencias para mejorar la confor-
midad, aunque ninguna garantiza el 100% de cumplimiento.
La no conformidad puede manifestarse en la terapia farmacológica co-
mo errores intencionales o accidentales en la dosificación o el horario, el 
uso excesivo, la subutilización, la finalización temprana de la terapia o la 
falta de una receta, los cuales pueden resultar en fracasos terapéuticos 
(Malek y Grosset, 2015). El incumplimiento siempre debe considerarse al 
evaluar las posibles causas de una respuesta inconsistente o inexistente a 
la terapia. La incidencia informada de incumplimiento del paciente gene-
ralmente está en el rango de 30-60%; la tasa para los regímenes a largo 
plazo es de alrededor del 50% y puede mejorarse mediante el manejo de 
medicamentos (Klein et al., 2009).
La relación paciente-proveedor
La satisfacción del paciente con el médico tiene un impacto significativo 
en el comportamiento de conformidad. Los pacientes son más propensos 
a seguir instrucciones y recomendaciones cuando se cumplen sus expec-
tativas para la relación paciente-proveedor y para su tratamiento. Estas 
expectativas incluyen no sólo competencia clínica sino también interper-
sonal; por tanto, es esencial cultivar buenas habilidades interpersonales 
y de comunicación.
Al decidir sobre un tratamiento en curso, puede ser útil analizar los 
hábitos del paciente y la rutina diaria, así como las opciones terapéuticas 
con el paciente. Esta información puede sugerir pistas para recordar. La 
falta de información sobre el estilo de vida del paciente puede llevar a si-
tuaciones tales como la prescripción de un medicamento que debe to-
marse con las comidas tres veces al día para un paciente que sólo come 
dos veces al día o un medicamento que debe tomarse cada mañana para 
un paciente que trabaja turno de noche y duerme durante el día. Rara-
mente hay una sola opción de tratamiento para un problema determina-
do, y puede ser mejor prescribir un régimen adecuado que el paciente 
siga en lugar de un régimen ideal que el paciente no siga. Se deben hacer 
intentos para resolver en colaboración cualquier conflicto que pueda obs-
taculizar la conformidad. Siempre que sea posible, la familia debe cono-
cer el plan de tratamiento del médico para ayudar con la conformidad.
Los pacientes y sus creencias
Es más probable que los pacientes cumplan cuando perciben que son sus-
ceptibles a la enfermedad, que ésta puede tener un impacto negativo gra-
ve, que la terapia será efectiva, que los beneficios superan los costos, y 
cuando creen en su propia capacidad para ejecutar la terapia. La grave-
dad real y la susceptibilidad a una enfermedad no son necesariamente un 
problema, más bien la percepción de gravedad del paciente afecta el 
cumplimiento. Las creencias de los pacientes pueden llevarlos a alterar 
deliberadamente su terapia, ya sea por conveniencia, por experimentos 
personales, debido al deseo de alejarse del papel de enfermos, como un 
medio para ejercer un sentimiento de control sobre su situación, o por 
otras razones. Esto refuerza la necesidad de comunicación previa y una 
buena relación paciente-proveedor para facilitar la provisión de educa-
ción adicional o correctiva cuando las creencias sugieren una conformi-
dad deficiente como resultado (Hsiao et al., 2012; Nieuwlaat et al., 2014).
Los farmacéuticos tienen la responsabilidad legal y profesional de 
ofrecer asesoramiento sobre medicamentos y pueden educar y apoyar a 
los pacientes al hablar sobre los medicamentos recetados y su uso. Debi-
do a que a menudo ven al paciente con más frecuencia que el médico, los 
farmacéuticos que se toman el tiempo para consultar sobre la terapia del 
paciente pueden ayudar a identificar el cumplimiento y otros problemas, 
educar al paciente y notificar al médico según corresponda (Phatak et al., 
2016). De hecho, los datos del Proyecto de Asheville indican que un pro-
grama de administración de medicamentos basado en un farmacéuticoproporciona ventajas significativas con respecto al cumplimiento, los re-
sultados de salud y el costo (Bunting y Cranor, 2006).
https://booksmedicos.org
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ICE I
CUADRO AI-3 ■ Prácticas de prescripción para evitar los eventos 
adversos de los fármacos
•	 	Redactar	todas	las	órdenes	de	manera	legible	usando	medidas	métri-
cas de peso y volumen.
•	 	Incluir	la	edad	y	el	peso	del	paciente	en	la	receta	cuando	sea	apro-
piado de manera que se pueda verificar la dosis.
•	 	Usar	números	arábigos	(decimales)	en	vez	de	números	romanos	(p.	ej.,	
¿“IL-II” significa “IL-11” o“IL-2”?); en algunos casos, es preferible dele-
trear los números. 
•	 	Utilizar	los	ceros	iniciales	(0.125	miligramos,	no	.125	miligramos);	
nunca utilizar ceros subsiguientes (5 miligramos, no 5.0 miligramos). 
•	 	No	abreviar	los	nombres	de	los	fármacos,	las	abreviaturas	pueden	con-
llevar a malinterpretaciones. 
•	 	No	abreviar	las	instrucciones	para	la	administración	de	los	fármacos,	
escriba las instrucciones claramente.
•	 	Estar	consciente	de	las	posibilidades	de	confusión	en	el	nombre	de	los	
fármacos. Algunos nombres de fármacos suenan igual cuando se pro-
nuncian y pueden ser parecidos cuando se deletrean. El Programa de 
Notificación de Errores de Medicación de la Farmacopea de Estados 
Unidos mantiene una categoría actualizada de 750 nombres de fárma-
cos que pueden crear confusión (http://www.usp.org). Los nombres 
de fármacos aliterados pueden ser particularmente problemáticos 
cuando se les da órdenes verbales a los farmacéuticos u otros provee-
dores de cuidados de salud. 
•	 	Proporcionar	el	diagnóstico	del	paciente	en	la	orden	de	prescripción	
para evitar cometer errores basados en la similitud de los sonidos o en 
nombres de fármacos parecidos. Por ejemplo, una orden para la admi-
nistración de sulfato de magnesio no debe abreviarse “SM”, ya que esto 
puede conllevar a la administración de sulfato de morfina. Incluir el pro-
pósito terapéutico del diagnóstico del paciente puede evitar este error. 
•	 	Escribir	claramente.	Tanto	el	médico	como	el	farmacéutico	comparten	
la responsabilidad de prevenir eventos adversos de fármacos al escribir 
las recetas de los fármacos claramente (¡Cuando tenga duda, hágalo de 
nuevo!) y cuestionar la intención cada vez que una orden sea ambigua 
(¡Cuando tenga duda, verifique!). Los farmacéuticos deben esclarecer sus 
dudas con los prescriptores, no con los pacientes. 
•	 Piense.	
•	 Piense	otra	vez.
Los pacientes de edad avanzada a menudo se enfrentan a una serie de 
barreras para el cumplimiento relacionadas con su edad: mayor olvido y 
confusión, alteración de la disposición de fármacos y mayor sensibilidad 
a algunos efectos de los fármacos, reducción del apoyo social y financie-
ro, disminución de la destreza, la movilidad o las habilidades sensoriales, 
y el uso de un mayor número de medicamentos concurrentes (tanto rece-
tados como sin receta médica) cuyas toxicidades e interacciones concomi-
tantes pueden causar disminución del estado de alerta mental o efectos 
secundarios intolerables. Existen medicamentos que se sabe que son ina-
propiados para prescribir a pacientes de edad avanzada y algunos que 
pueden afectar negativamente la conformidad (Aparasu y Mort, 2000). A 
pesar de estos obstáculos, la evidencia no muestra que los pacientes de 
edad avanzada en general sean significativamente menos obedientes que 
cualquier otro grupo de edad. Los médicos deben tener cuidado al elegir 
los medicamentos para los ancianos. Los farmacéuticos deben prestar es-
pecial atención a la consejería exhaustiva y compasiva para los pacientes 
de edad avanzada y deben ayudar a los pacientes a encontrar soluciones 
prácticas cuando se observan problemas, como la polifarmacia (Mansur, 
2016).
La terapia
El aumento de la complejidad y la duración de la terapia son quizás las 
barreras mejor documentadas para la conformidad. El paciente a quien 
se prescriben medicamentos múltiples para una enfermedad dada o que 
tiene múltiples enfermedades que requieren terapia con medicamentos 
tendrá un mayor riesgo de incumplimiento, al igual que el paciente cuya 
enfermedad es crónica. La frecuencia de dosificación de medicamentos 
individuales también puede afectar el comportamiento de la conformi-
dad. La simplificación, siempre que sea posible y apropiada, es deseable.
Los efectos del medicamento pueden hacer que la adherencia sea me-
nos probable, como en el caso de pacientes cuyos medicamentos causan 
confusión u otros estados mentales alterados. Los efectos secundarios 
desagradables del medicamento pueden influir en la conformidad en al-
gunos pacientes, pero no son necesariamente predictivos, especialmente 
si las creencias del paciente u otros factores positivos tienden a reforzar 
el cumplimiento del régimen. Un efecto secundario que es intolerable pa-
ra un paciente puede ser de menor importancia para otro. El costo de los 
medicamentos puede ser una pesada carga para los pacientes con recur-
sos económicos limitados, y los proveedores de servicios de salud deben 
ser sensibles a este hecho (Restrepo et al., 2008). Los teléfonos móviles y 
las tabletas que contienen el formulario de medicamentos y aplicaciones 
terapéuticas pueden proporcionar los costos de los medicamentos, al 
igual que los médicos que están familiarizados con el plan de seguro del 
paciente. Los sistemas de teléfonos móviles y dispositivos portátiles que 
proporcionan recordatorios y recopilan información de la respuesta del 
paciente y datos fisiológicos se están introduciendo y pueden volverse 
más populares a medida que los pacientes y los proveedores se vuelven 
cada vez más conocedores de la tecnología (Parmanto et al., 2013). Dicha 
tecnología pronto podrá transmitir información genética del paciente 
que pueda ayudar al médico a elegir medicamentos según el conocimien-
to de la capacidad del paciente de metabolizar un medicamento específi-
co de manera eficiente o que dicho tratamiento pueda interferir con un 
tratamiento existente (Weiss y Shin, 2016). Los tratamientos efectivos 
que no producen efectos no deseados mejorarán la conformidad.
Receta electrónica
La era de la receta electrónica elimina algunas de las características sub-
jetivas de la prescripción. Por tanto, si se ingresa correctamente la infor-
mación en el sistema electrónico, se pueden reducir los errores de 
medicación debido a la escritura ilegible, la dosis incorrecta, el medica-
mento incorrecto para la afección médica y las interacciones medicamento-
sas, pues cada receta puede vincularse con bases de datos de medicamentos 
de alta calidad que verifique que la información de la prescripción sea 
apropiada para el paciente (p. ej., edad, peso, sexo, condición, valores de 
laboratorio, enfermedad que se está tratando, medicamentos concurren-
tes), y que las advertencias conocidas y los posibles problemas se señalan 
a la atención del médico, farmacéutico y paciente. Dichos sistemas no se 
deben utilizar como un sustitutivo de la atención personal para el pacien-
te de manera individualizada por el personal sanitario, sino como una 
medida complementaria que garantiza una atención segura, de alta cali-
dad y eficiente. Lamentablemente, la participación de los seres humanos 
en el proceso no ha eliminado los errores, incluso en el entorno del hos-
pital universitario (Al Tehewy et al., 2016). Los médicos y farmacéuticos 
deben recordar que sólo cuando la seriedad de sus mutuas responsabili-
dades esté en primer plano en sus mentes, se garantizará la seguridad del 
paciente.
Eliminación de errores en órdenes de fármacos
En Estados Unidos, el IOM estima que el número anual de errores médi-
cos que provocan la muerte es de entre 44 000 y 98 000 (Kohn, 2001). Aun-
que existe cierta controversia sobre estas estimaciones, está claro que la 
gran cantidad de errores médicos incluye errores de medicación que pro-
ducen reaccionesadversas, incluidas la muerte. Las bases de datos de erro-
res informados anónimamente son mantenidas en conjunto por ISMP, la 
USP MERP y el programa MedWatch de la FDA. Los eventos adversos de 
medicamentos ocurren en aproximadamente 3% de las hospitalizaciones, 
y este número es mayor para poblaciones especiales, como las unidades de 
cuidados intensivos pediátricos y neonatales. Al examinar aspectos de la 
escritura de recetas que pueden causar errores y luego modificar los hábi-
tos de prescripción en consecuencia, el médico puede aumentar la proba-
bilidad de que el paciente reciba la receta correcta. Al estar alerta a los 
problemas comunes que pueden ocurrir con los pedidos de medicamentos 
y comunicarse con el médico del paciente, los farmacéuticos y otros profe-
sionales de la salud pueden ayudar a reducir los errores de medicación. 
Las prácticas correctas de prescripción (cuadro AI-3) pueden ayudar a pre-
venir eventos adversos relacionados con los medicamentos.
Bibliografía
Al Tehewy M, et al. Medication administration errors in a university hos-
pital. J Patient Saf 2016;12:34–39. doi:10.1097/ PTS.0000000000000196. 
Aparasu RR, Mort JR. Inappropriate prescribing for the elderly: Beers 
criteria-based review. Ann Pharmacother 2000;34:338–346. 
Bate R, et al. Generics substitution, bioequivalence standards, and inter-
national oversight: complex issues facing the FDA. Trends Pharmacol 
Sci 2016;37:184–191. 
Bunting BA, Cranor CW. The Asheville Project: long-term clinical, huma-
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