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**Victoriano Huerta y el golpe de Estado** El ascenso de Victoriano Huerta al poder a través de un golpe de Estado en 1913 marcó un capítulo sombrío en la historia de la Revolución Mexicana. Este evento tuvo un impacto profundo en el país y contribuyó a la intensificación de los conflictos y la violencia durante este período tumultuoso. Victoriano Huerta, un general del Ejército, había servido previamente en distintos gobiernos y había demostrado su habilidad militar en varias ocasiones. Sin embargo, su ambición lo llevó a conspirar contra el presidente Francisco I. Madero, a quien consideraba incapaz de controlar la situación del país. Huerta se alió con diferentes grupos políticos y militares descontentos con el gobierno de Madero. El 18 de febrero de 1913, Huerta y sus fuerzas arrestaron al presidente Madero y a su vicepresidente, José María Pino Suárez, poniendo fin a su mandato de manera violenta. Aunque inicialmente Huerta trató de presentar su gobierno como legítimo, su ascenso al poder se basó en la traición y la fuerza, lo que generó resistencia y condena tanto dentro como fuera de México. La comunidad internacional rechazó la toma de poder de Huerta y consideró que había llegado al cargo a través de métodos ilegales. Estados Unidos, en particular, fue crítico con Huerta debido a su conocimiento de las circunstancias del golpe y a la percepción de que su régimen no era estable ni legítimo. Esta situación contribuyó a un aumento de las tensiones entre México y Estados Unidos. El gobierno de Huerta fue marcado por la represión política, la censura y el uso desmedido de la fuerza contra aquellos que se oponían a su régimen. Su gobierno también enfrentó la resistencia de diversos líderes y facciones revolucionarias, lo que resultó en una escalada de la violencia en todo el país. La caída de Huerta en 1914 fue el resultado de la convergencia de diferentes grupos revolucionarios, así como de la presión internacional, especialmente de Estados Unidos. Aunque Huerta abandonó el poder, su breve y sangriento gobierno dejó una marca en la historia de México, recordándonos los peligros del autoritarismo y la ambición desmedida en tiempos de turbulencia política.
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