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ACTUALIZACIÓN EN OTORRINOLARINGOLOGÍA PEDIÁTRICA Ana Faraldo García Elena San Román Rodríguez ACTUALIZACIÓN EN OTORRINOLARINGOLOGÍA PEDIÁTRICA Ana Faraldo García Elena San Román Rodríguez Ponencia Oficial de la SGORL-PCF 2017 Datos de la publicación ISBN: 978-84-697-8490-7 Editorial: Sociedad Gallega de Otorrinolaringología Título: ACTUALIZACIÓN EN OTORRINOLARINGOLOGÍA PEDIÁTRICA Autores: Faraldo García, Ana; San Román Rodríguez, Elena; Editado por (Entidad): Sociedad Gallega de Otorrinolaringología y Patología Cérvico- Facial Formato del producto: Digital: online, Detalle Formato: PDF Fecha de edición: 17/11/2017 País de edición: España Edición: 1ª Año: 2017 Número de páginas: 310. URL: http://sgorl.org/index.php?option=com_content&view=article&id=146&Itemid=520 Fecha de consulta y acceso: 31/01/2018 ÍNDICE PARTE I: CONSIDERACIONES GENERALES 1. Anestesia pediátrica en otorrinolaringología…………………………………………... 1 2. El consentimiento informado en el menor. ……….………………………………….. 13 3. Terapia antibiótica en otorrinolaringología pediátrica……………………………. 17 4. Inmunoterapia en la infancia…………………………………...……………………. 39 PARTE II: NARIZ Y SENOS PARANASALES 5. Rinosinusitis pediátrica y cirugía endoscópica…………………………………….43 6. Septoplastia y septorrinoplastia en la infancia……………………………………. 51 7. Fisuras labiopalatinas y labio leporino……………………………………………. 57 8. Atresia de coanas………………………………………………………………….. 77 9. Rinitis alérgica en el niño…………………………………………………………. 83 10. Epístaxis…………………………………………………………………………..91 11. Cuerpos extraños………………………………………………………………… 95 12. La vía lagrimal en el niño………………………………………………………... 97 PARTE III: LARINGE Y TRAQUEA 13. Disfonía infantil………………………………………………………………….. 109 14. Disnea y estridor en el niño. Traqueotomía en edad pediátrica…………………..117 15. Disfagia infantil………………………………………………………………….. 125 16. Infecciones e inflamaciones de laringe y tráquea………………………………... 135 PARTE IV: FARINGE Y CAVIDAD ORAL 17. Adenoiditis, hipertrofia adenoidea e indicaciones de adenoidectomía…………...145 18. Síndrome de apnea del sueño……………………………………………………. 151 19. Faringoamigdalistis y sus complicaciones. Criterios de amigdalectomía……….. 161 20 .Síndrome PFAPA: Periodic Fever, Adenopathy, Pharingitis and Afthae……...... 173 PARTE V: AUDIOLOGÍA Y LENGUAJE 21. Desarrollo y trastornos del lenguaje y habla en el niño…………………………. 179 22. Programas de screening neonatal………………………………………………... 187 23. Hipoacusias neurosensoriales infantiles I: Hipoacusias ambientales……………. 193 24. Hipoacusias neurosensoriales infantiles II: Hipoacusias de origen genético……. 205 25. Prótesis auditivas en el niño……………………………………………………... 219 26. Implantes cocleares……………………………………………………………….227 PARTE VI: OTOLOGÍA Y OTONEUROLOGÍA 27. Vértigo en la infancia……………………………………………………………. 237 28. Parálisis facial en la infancia…………………………………………………….. 245 29. Malformaciones del oído………………………………………………………… 255 30. Otitis media aguda y sus complicaciones………………………………………... 265 31. Otitis serosa. Indicaciones de drenajes transtimpánicos………………………….275 32. Otitis media crónica. Timpanoplastias en la infancia…………………………….283 ÍNDICE DE AUTORES JM. Abalo Lojo Servicio de Oftalmología. Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela. M. Álvarez-Buylla Blanco Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario de A Coruña. F. Álvez González Consultor Sénior de Infectología Pediátrica. Grupo GENVIP. Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela. MA. Ayala Mejías Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela de Madrid A. Bautista Casasnovas Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. M. Blanco Labrador Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. JC Casqueiro Sánchez Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés. Madrid. M. Conde Abalo Servicio de Medicina Física y Rehabilitación. Xerencia de Xestión Integrada de Santiago de Compostela. M. del Río Valeiras Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. A. Faraldo García Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. M. Fernández Míguez Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario de Pontevedra. J. Fernández Rodríguez Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor. Xerencia de Xestión Integrada de Santiago de Compostela. R. Fernández Rodríguez Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. A. Fernández Vázquez Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario de Pontevedra. J. Figueroa Rodríguez Servicio de Medicina Física y Rehabilitación. Xerencia de Xestión Integrada de Santiago de Compostela. V. Franco Gutiérrez Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander. B. García Carreira Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario Universitario Ferrol. C. García Bastida Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario Ramón y Cajal. Madrid. C. García Magán Unidad de Neumoalergia del Servicio del Pediatría. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. M. García Palacios Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. R. González Aguado Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander. F. González García Servicio de Oftalmología. Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela. Departamento de Cirugía–CIMUS, Universidad de Santiago de Compostela. T. González Paz Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario de Pontevedra. V. Guzmán Zapata Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Galdakao-Usansolo. Médico Forense IMELGA. B. Huertas Pardo Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. P. Juiz López Servicio de Otorrinolaringología. Hospitalario Universitario Lucus Augusti. AJ. Justicia Grande Unidad de Pediatría Clínica, Infectológica y Translacional. Departamento de Pediatría. Hospital Universitario de Santiago de Compostela. Grupo GENVIP (Genética, Vacunas, Infecciones y Pediatría). Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela. C. Lendoiro Otero Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. A. Maneiro Maneiro Servicio de Medicina Física y Rehabilitación. Xerencia de Xestión Integrada de Santiago de Compostela. M. Martín Bailón Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Virgen de la Concha. Zamora. C. Martín Martín Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. C. Martín Oviedo Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario Gregorio Marañón. Madrid. G. Martínez Capoccioni Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. R. Méndez Gallart Servicio de Cirugía Pediátrica. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. JD. Moure González Unidad de Neumoalergia del Servicio del Pediatría. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. A. Padín Seara Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario de A Coruña. E. Pallas Pallas Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario Universitario de Vigo. P. Parente Arias Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario de A Coruña. B. Patiño Castiñeira Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario Lucus Augusti. M. Paulos Novoa Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario de Pontevedra. ME. Pérez Fernández Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Universitario de A Coruña. P. Pérez Vázquez Servicio de Otorrinolaringología. Hospital de Cabueñes. Gijón, Asturias. G. Prada Hervella Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor. Xerencia de Xestión Integrada de Santiago de Compostela. I. Rivero Calle Unidad de Pediatría Clínica, Infectológicay Translacional. Departamento de Pediatría. Hospital Universitario de Santiago de Compostela. Grupo GENVIP (Genética, Vacunas, Infecciones y Pediatría). Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela. MN. Rodríguez Acevedo Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario de Pontevedra. J. Rouco Pérez Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Virxe da Xunqueira. Cee E. San Román Rodríguez Servicio de Otorrinolaringología. Hospitalario Universitario Lucus Augusti. D. Sánchez Ruiz Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario de Pontevedra. A. Sebio Vázquez Servicio de Otorrinolaringología. Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. S. Tedín García Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. A. Zubizarreta Gutiérrez. Servicio de Otorrinolaringología, Hospital Universitario Lucus Augusti. PRÓLOGO A continuación presentamos la Segunda Ponencia de la Sociedad Gallega de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial. Con ella buscamos cumplir con los objetivos fundamentales de dichas ponencias, que son el servir como vínculo de interrelación entre los socios, contribuir a la generación de conocimiento científico y favorecer el conocimiento y difusión de la SGORL-PCF y de sus actividades. Esperamos haberlo conseguido con este manuscrito: “Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica”. La Otorrinolaringología Pediátrica es la subespecialidad de la Otorrinolaringología que trata los problemas otorrinolaringológicos de los niños. Los niños no son adultos pequeños, por lo que las patologías, manejo y tratamiento no pueden ser inferidos de los del adulto. Es una subespecialidad tan amplia como la propia Otorrinolaringología, ya que abarca todas las patologías de cabeza y cuello de los niños, desde las patologías infecciosas, tan frecuentes como las conocidas otitis, amigdalitis, sinusitis…, como problemas obstructivos, hipoacusias en todos sus tipos, problemas del lenguaje en incluso la patología oncológica. En este libro hemos pretendido hacer un resumen de los problemas a los que nos enfrentamos más habitualmente en nuestras consultas, intentando actualizar y presentar las últimas tendencias, pautas de tratamientos e incluso posología, con el fin de facilitar el manejo de nuestros pacientes, que ya de por sí es complejo. Este proyecto ha podido llevarse a cabo gracias a la colaboración desinteresada de múltiples otorrinolaringólogos pediátricos de nuestra sociedad, así como a especialistas del resto del país. Para este tema, también ha sido fundamental la colaboración de especialidades como la Pediatría, Cirugía Pediátrica, Oftalmología... con las que cada día tenemos el gusto de trabajar y que son, a nuestro modo de ver, imprescindibles para conseguir un tratamiento integral de nuestros pequeños pacientes. Esperamos que con este manuscrito y el esfuerzo de tantos profesionales, podamos contribuir a estandarizar, facilitar y agilizar la práctica habitual en nuestras consultas, con el fin de poder ofrecer una mejor medicina a nuestros pacientes. En Santiago de Compostela y Lugo, a 17 de Noviembre de 2017 Ana Faraldo García Elena San Román Rodríguez Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 1 ANESTESIA PEDIÁTRICA EN OTORRINOLARINGOLOGÍA Fernández Rodríguez J, Prada Hervella G Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor. Xerencia de Xestión Integrada de Santiago de Compostela INTRODUCCIÓN Una de las características principales de la anestesia en la cirugía otorrinolaringológica en general es la coincidencia del espacio físico de actuación del cirujano y el anestesiólogo. Esto conlleva algunos retos que no se presentan en otro tipo de cirugías y exige una perfecta comunicación y coordinación entre ambos profesionales. El cirujano va a ver invadido su campo de actuación por los dispositivos que mantienen al paciente conectado a la máquina de anestesia, por su parte, el anestesiólogo deberá estar alerta ante una eventual pérdida de control de la vía aérea que podría amenazar la seguridad del paciente, viéndose obligado a actuar sobre el área quirúrgica. El grado de urgencia, la posición del paciente con el campo estéril cubriendo su cabeza y la presencia de sangre o secreciones añaden complejidad al manejo de una vía aérea que ya puede ser difícil por sí misma. Sería recomendable la formación de un equipo estable de cirujanos ORL y anestesistas ORL pediátricos; que se conozcan y se coordinen adecuadamente, de forma que el trabajo en equipo sea más eficiente y se optimicen los tiempos quirúrgicos y anestésicos. Esta situación ideal es difícil de conseguir por lo que las distintas sociedades científicas simplemente aconsejan prudencia, sin llegar a elaborar recomendaciones claras en cuanto a qué procesos y en qué pacientes se pueden realizar en centros no especializados. La Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR) establece en 3 años el mínimo para niños sin patología grave y procedimientos habituales, siempre que exista un equipo de facultativos formados en la atención del paciente pediátrico, el material adecuado en función de la edad y un plan de transporte establecido para trasladar al niño al centro de referencia en caso de urgencia.1 La FDA (U.S. Food and Drug Administration) recientemente ha emitido una alerta2 sobre las posibles repercusiones neurocognitivas de la anestesia general prolongada (más de 3h) en niños menores de 3 años y mujeres durante el 3er trimestre del embarazo que podría condicionar futuros calendarios quirúrgicos pediátricos. El amplio margen de edad que engloba el concepto “pediátrico” hace que nos enfrentemos a pacientes neonatos, incluso pretérmino, y a casi adultos de 16 años o más. Las características anatómicas y fisiológicas, los requerimientos técnicos y materiales, e incluso las patologías propias de cada etapa del desarrollo son tan dispares que se hace imposible recoger toda la anestesia otorrinolaringológica pediátrica en un solo capítulo; por lo que intentaremos ofrecer una visión general de las particularidades y procedimientos más comunes. VALORACIÓN PREANESTÉSICA Los objetivos de la consulta preanestésica, en general, son varios:3-5 - Orientar el plan anestésico en función de las características del paciente. - Aportar al paciente recomendaciones que le permitan llegar a la cirugía en las mejores condiciones posibles o que reduzcan el riesgo de la intervención. - Identificar los sujetos que se beneficiarían de alguna intervención o tratamientos previos a la cirugía propuesta. - Identificar los pacientes cuya situación basal no permita obtener los beneficios de la cirugía propuesta sin una morbimortalidad esperada inasumible. - Aportar al paciente una estimación del riesgo anestésico. - Describir al paciente el plan perioperatorio. - Resolver las dudas que el paciente pueda tener. - Ofrecer al paciente apoyo psicológico. - Obtener el consentimiento informado para el plan anestésico descrito (a partir de los 16 años lo firma el paciente, en caso de padres separados o divorciados deberían firmarlo los dos). Aunque habitualmente es difícil debemos esforzarnos en obtener datos objetivos que nos permitan desarrollar la mejor y más segura estrategia anestésica adaptada a nuestro Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 2 paciente. La gran mayoría de los pacientes pediátricos son niños sanos en los que la “rentabilidad” de la consulta presencial es relativamente baja, al igual que la de las pruebas complementarias, por lo que empiezan a plantearse alternativas más eficientes. Los datos esenciales de la historia clínica son la anamnesis y la exploración física. Investigaremos los antecedentes personales y familiares, los tratamientos habituales y la facilidad para la aparición de equimosis o dificultad para la coagulación de lesiones. Se revisarán los antecedentes quirúrgicos, anestésicos y sus posibles complicaciones. En cuanto a la exploración física deben evaluarse aspectosgenerales (peso, talla, aspecto, anomalías físicas, tono y fuerza muscular …), la vía aérea de forma sistemática estratificando el riesgo de obstrucción por amígdalas o adenoides y la presencia de piezas dentales móviles. Análisis de sangre: No existe evidencia de que sea beneficioso solicitar de rutina controles analíticos a un niño sano (ASA I – II en la clasificación del riesgo anestésico de la American Society of Anesthesiologists) que se vaya a someter a una cirugía menor con bajo riesgo de sangrado si no se identifican datos de alarma. El resto de pruebas complementarias, incluidos la radiografía de tórax y electrocardiograma, no deben pedirse de rutina. Síndrome de apneas-hipopneas durante el sueño (SAHS): Su incidencia en la población pediátrica española es del 3-6% con un pico entre 2-6 años y una respuesta muy favorable a la adenoamigdalectomía.5,6 La causa más habitual es la hipertrofia adenoamigdalar, pero también está presente en niños con malformaciones craneofaciales, enfermedades neuromusculares y obesidad. Su elevada incidencia y las importantes implicaciones que puede tener en el manejo anestésico obligan a dirigir activamente el interrogatorio para identificarlo, y en caso de sospecha realizar pulsioximetría nocturna o polisomnografía. Los pacientes con SAHOS grave pueden desarrollar hipertensión pulmonar con afectación cardiaca, y pueden ser necesarias otras pruebas o protocolos perioperatorios adaptados (p.ej. en relación con las pautas de sedación). En la consulta preanestésica se debe dar también una pauta de ayuno preoperatorio explicando la importancia de su cumplimiento (Tabla 1). Recomendaciones de ayuno preoperatorio Hasta 2h antes Líquidos claros (Agua, zumos sin pulpa, té o café sin leche) Hasta 4h antes Leche materna Hasta 6h antes Otras leches, fórmula adaptada, comida ligera Hasta 8h antes Sólidos (grasas o fritos, caramelos y gominolas) Tabla 1. Recomendaciones de ayuno preoperatorio7,8 Para evitar suspensiones de última hora y facilitar la programación quirúrgica es útil informar a los padres sobre el riesgo aumentado de complicaciones durante las semanas siguientes a un proceso infeccioso agudo de la vía aérea, a menos que se trate de un cuadro leve en un paciente con pocos periodos asintomáticos al año, se aconseja demorar la intervención entre 2 y 3 semanas. De igual forma las posibles reacciones (febrícula, mialgia, irritabilidad …) tras una vacuna de virus podrían provocar la suspensión de la cirugía o confundirse con complicaciones del procedimiento por lo que, aunque no existe una opinión unánime, podría recomendarse retrasar la operación; por otro lado, un procedimiento médicoquirúrgico no debería suponer un retraso del calendario vacunal. PLANIFICACIÓN DEL PROCEDIMIENTO ANESTÉSICO Antes de entrar al quirófano ratificaremos con el paciente y padres la información de la consulta preanestésica. Reevaluaremos la vía aérea del niño y nos aseguraremos de que no existe ningún impedimento para continuar con la intervención (incumplimiento de ayuno, proceso infeccioso agudo, etc). Esta entrevista debe también orientarse a reducir la ansiedad de la familia y a resolver las posibles dudas que puedan plantear. En algunos centros la premedicación del paciente se administra en la planta, habitualmente midazolam oral a dosis de 0,5mg/kg. En otros centros se prefiere manejar el estrés del niño (y también de la familia) permitiendo a los acompañantes acceder al quirófano. Nuestro proceder debe ser acorde a los protocolos de cada unidad. Es fundamental realizar las comprobaciones del material, medicación y de la máquina de Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 3 anestesia, que han de estar adaptados a la edad y peso del paciente; todos los dispositivos funcionarán adecuadamente y no presentarán deterioro. Tanto si el quirófano en el que vamos a trabajar está acondicionado para la práctica de la anestesia pediátrica como si dependemos de un “carro de niños” nos aseguraremos de disponer de todo el material empleado de forma rutinaria y el necesario en caso de alguna complicación: Tubuladuras y bolsa reservorio de la máquina de anestesia adaptadas al paciente con disponibilidad de circuito externo de emergencia. En algunos centros se continúan empleando circuitos abiertos de Mapleson (prácticamente en desuso en adultos). Para el manejo de la vía aérea necesitaremos distintos tamaños de máscaras faciales, cánulas de Guedel, palas de laringoscopio y tubos orotraqueales (con y sin balón de neumotaponamiento), guías de intubación y fiadores pediátricos, sin olvidar los dispositivos supraglóticos (p.ej. mascarillas laríngeas) de distintos tamaños tanto como dispositivo principal como para rescate de una vía aérea difícil. Sonda de aspiración funcionante de tamaño adecuado. Material de diferentes tamaños para la obtención de accesos vasculares (la canulación venosa en el paciente pediátrico puede suponer un desafío para el anestesiólogo especialmente en el prematuro y durante los primeros meses de vida). Material para el mantenimiento de la temperatura corporal (en el paciente pediátrico la pérdida de calor es mayor que en el adulto, especialmente durante cirugías largas y en pacientes muy pequeños). Es aconsejable también la cumplimentación del “check-list” u hoja de verificación quirúrgica de la OMS9, que recoge algunos de los apartados anteriores. En cuanto a la controversia del beneficio del neumotaponamiento en el tubo endotraqueal, el balón aumenta ligeramente el diámetro externo del tubo recomendándose, en general, un tamaño 0,5 menor; esto podría dificultar la ventilación en algunos casos. Se ha relacionado la presión elevada en el neumotaponamiento con lesiones mucosas y complicaciones en la extubación, o traqueomalacia y estenosis subglóticas en intubaciones prolongadas. Estos problemas parecen evitarse con presiones de inflado < 20cmH2O y con el uso de los nuevos dispositivos de alto volumen y baja presión. Los beneficios del tubo con balón son el mejor sellado de la vía aérea, evitando el paso de sangre y secreciones hacia el árbol traqueobronquial, así como la fuga de aire durante la ventilación o de oxígeno a altas concentraciones que, al menos teóricamente, podría ser inflamado por el bisturí eléctrico. La previsión de los tiempos quirúrgicos y anestésicos, así como las posibles particularidades o riesgos de cada caso en concreto, serán conocidos por todo el equipo implicado y por la familia; al igual que la intención de extubación en quirófano o la necesidad de cuidados especiales en el postoperatorio inmediato como el ingreso en una unidad de cuidados críticos. ¿Necesitamos canalizar una vía periférica? Para procedimientos muy cortos de baja complejidad (miringotomía, frenuloplastia …) podríamos prescindir de ella. En caso de necesitarla, en función de la edad o de la colaboración del paciente, la punción venosa puede realizarse con el niño despierto o dormido (tras inducción inhalatoria). En el caso de realizar la cateterización venosa con el paciente despierto, resultará más sencilla y menos estresante para el niño si ha sido sedado (midazolam oral, N2O inhalado) o si se ha aplicado previamente EMLA (pomada anestésica local) durante 30-60 minutos en el lugar de venoclisis (la dosis y tiempo máximo de exposición varían en función de la edad). ¿Cómo vamos a manejar la vía aérea? Podríamos realizar la intervención con el paciente anestesiado manteniendo la respiración espontánea sin instrumentación de la vía aérea, con una mascarilla facial (procedimientos muy cortos y de baja complejidad), un dispositivo supraglótico o intubación traqueal. El uso de la mascarilla laríngea se está extendiendo para toda la anestesia pediátrica y también en la ORL, disminuye la agresividad sobre la glotis y tráquea del paciente y parece mostrarse segura a la hora de evitar el paso de sangre y secreciones al árbol traqueobronquial, no interfieriendo con el campo quirúrgico en la mayoría de los procedimientos. Aunque existe el riesgodescolocación durante la cirugía no se han comunicado complicaciones mayores derivadas de su uso en pacientes pediátricos y se ha hallado reducción de complicaciones respiratorias durante la anestesia ORL en el adulto.10 La intubación traqueal constituye el aislamiento definitivo de la vía aérea, pero puede ser más traumática e irritativa. Los tubos empleados suelen ser flexometálicos (anillados) o preformados (tipo RAE) para reducir el riesgo de acodamientos. Si prevemos dificultad en el manejo de la vía aérea podría ser aconsejable limitar la sedación, obtener un acceso venoso con el paciente despierto y mantener la respiración espontánea hasta confirmar la ventilación mediante intubación o traqueotomía. Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 4 ¿Vamos a administrar una anestesia general inhalatoria o intravenosa? Lo más habitual en la anestesia pediátrica es emplear gases halogenados para mantener al paciente en las condiciones deseadas. Los gases halogenados actuales son bien tolerados, tienen pocos efectos indeseables y es posible estimar la profundidad anestésica en función de su concentración en el aire espirado. También es posible mantener una adecuada anestesia mediante perfusión de agentes intravenosos, habitualmente propofol, aconsejándose la monitorización de la profundidad anestésica con algún sistema de interpretación del EEG. La profilaxis antibiótica, en caso de ser necesaria, debería administrarse en la hora previa a la incisión y con tiempo suficiente para que alcance la concentración esperada en los tejidos, especialmente en los pacientes y procedimientos de riesgo de endocarditis infecciosa (incisión o biopsia de mucosa respiratoria, drenaje de absceso …) (Tabla 2). Profilaxis IV de endocarditis infecciosa Amoxicilina, ampicilina, cefazolina o ceftriaxona 50 mg/kg Clindamicina (En alérgicos a penicilina – ampicilina) 20mg/kg Tabla 2. Recomendaciones profilaxis endocarditis infecciosa11,12,13 INDUCCIÓN ANESTÉSICA El punto más crítico de la inducción anestésica en un paciente sano lo constituye el manejo de la vía aérea. En un niño debemos añadir la posible dificultad para la canalización de accesos venosos, las respuestas fisiológicas propias de la edad y el menor tiempo de apnea (tiempo desde el cese de la ventilación pulmonar hasta la desaturación arterial, optimizable con una no siempre posible adecuada preoxigenación). Es importante que el equipo quirúrgico conozca y esté familiarizado con los pasos a seguir, y que el anestesista responsable cuente con la disponibilidad de otro profesional capacitado por si fuese necesaria su colaboración a la hora de la canulación venosa o la pearmibilización de la vía aérea. Monitorizaremos al menos la pulsioximetría (nos aporta información sobre la oxigenación y la frecuencia cardiaca) en una mano o pie, y si es posible también el ECG y la tensión arterial. Para evitar someter al niño a tiempo innecesario de anestesia, pero también por si se hace imprescindible su actuación emergente, es aconsejable que el cirujano esté presente ya en la inducción. Para inducir la anestesia podemos emplear fármacos hipnóticos IV como propofol, tiopental sódico, etomidato o ketamina. A excepción de la ketamina, que no induce apnea y preserva los reflejos de la vía aérea (aumentando incluso las secreciones y el riesgo de laringoespasmo) el resto de fármacos inductores de la anestesia producen apnea a las dosis habituales. El más frecuentemente empleado en pediatría es el propofol, que ha de dosificarse con cautela en pacientes hipovolémicos al producir vasodilatación, caracterizándose también por causar dolor durante la inyección vascular periférica y presentar una formulación muy susceptible de colonización bacteriana. Otra opción es la inducción inhalatoria haciendo respirar al niño una mezcla de vapor anestésico (sevoflurano habitualmente) con O2 a alta concentración. Arthur E. Guedel describió en 1920 4 etapas o planos de profundidad para la anestesia con éter que se pueden extrapolar a los anestésicos volátiles actuales: Plano 1 de amnesia y analgesia, Plano 2 de excitación, Plano 3 quirúrgico y Plano 4 de parálisis respiratoria en la que la parada cardiaca es inminente por parálisis bulbar. Aunque el paciente no se mueva y parezca tranquilo unas pupilas midriáticas y divergentes nos indican que todavía se encuentra en una etapa 2 de agitación, y el intento de canulación venosa o la exploración y movilización podrían provocar un laringo-broncoespasmo. En una situación ideal (la más frecuente) el paciente mantendrá la respiración espontánea inhalando el anestésico volátil y permaneciendo dormido mientras obtenemos el acceso venoso. Si pierde la respiración espontánea o no es efectiva (relativamente habitual si existe hipertrofia adenoamigdalar) aumentaremos la presión en el circuito o colocaremos además una cánula de Guedel. Puede ser necesario apoyar manualmente la ventilación sincronizándonos con el esfuerzo del paciente o asumirla completamente. Teniendo en cuenta que en los niños pequeños el volumen de cierre alveolar está proporcionalmente aumentado apareciendo ya atelectasias durante una ventilación normal y que su consumo de oxígeno basal es hasta el triple del de un adulto, es evidente que la tolerancia a la apnea es escasa. Debemos estar alerta ante disminuciones en la saturación y sobre todo al enlentecimiento de la frecuencia cardiaca, primer signo de alarma. Si no conseguimos ventilar / oxigenar al paciente tendremos que plantearnos intentar intubarlo o, en algunos casos, la colocación de un dispositivo supraglótico. Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 5 Si hemos asegurado un acceso venoso y estamos oxigenando al paciente adecuadamente podemos intentar la instrumentación de la vía aérea (incluso la intubación) únicamente profundizando la anestesia inhalatoria; aunque lo más habitual es añadir fármacos intravenosos: Atropina (anticolinérgico), taquicardizante y antisialogogo. Opioides: empleados habitualmente en la inducción para disminuir la respuesta al estímulo que supone la laringoscopia. Pueden inducir apnea. El más utilizado es el fentanilo. Relajantes neuromusculares: se emplean para evitar los movimientos del paciente y asegurar la apertura de las cuerdas vocales. Los más empleados en la actualidad son la succinilcolina (inicio y fin rápidos) único representante comercializado del grupo de relajantes neuromusculares despolarizantes, provoca fasciculaciones; y relajantes neuromusculares no despolarizantes: atracurio, cisatracurio o rocuronio. Secuencia rápida de intubación: Es una técnica reservada para algunas situaciones en las que prevemos posibles dificultades para la ventilación o intubación del paciente, no es aconsejable ventilarlo con presión positiva (p.ej. fístulas de LCR, riesgo de insuflación gástrica) o existe riesgo de vómitos. Tras la mejor preoxigenación posible administraremos el hipnótico e inmediatamente un relajante de acción rápida (rocuronio a dosis doble de la habitual o succinilcolina) para obtener cuanto antes las condiciones óptimas de intubación. La intubación la realizaremos con el paciente en posición de “olfateo” para alinear los ejes oral-faríngeo-laríngeo. Puede ser necesario elevar un poco la cabeza del paciente o, en niños muy pequeños, colocar una elevación bajo las escápulas. La manipulación externa de la glotis puede facilitar la visualización de las cuerdas vocales. En ocasiones es necesario ayudarse de una guía de intubación (Frova – Eschmann), de menor calibre que el tubo y más fácil de dirigir, para asegurar el paso entre las cuerdas y en un segundo tiempo avanzar sobre ella el tubo. Si el tubo dispone de neumotaponamiento lo inflaremos a la menor presión que evite fugas. En cirugías largas se aconseja comprobar de forma periódica la presión con un manómetro, sobre todo si utilizamos N2O. La intubación se confirmará por la aparición de una onda de capnografía en el monitor, los movimientos del tórax, la auscultación y la presencia de vapor de aguaen el tubo. Si la auscultación y los movimientos torácicos no son simétricos tendremos que descartar una intubación pulmonar selectiva por haber introducido el tubo más allá de la carina principal. A la hora de fijar el tubo para evitar su desplazamiento acordaremos con el cirujano la forma más adecuada, y en algunas cirugías puede ser beneficioso colocar un taponamiento faríngeo con gasas para evitar el paso de sangre hacia la hipofaringe. La utilización de los dispositivos supraglóticos debe realizarse cumpliendo las recomendaciones de cada fabricante. En cualquier caso, es importante comprobar la adecuada ventilación, la ausencia de fugas y la presión de inflado de los dispositivos que lo requieran antes de iniciar la cirugía. Protegeremos los ojos del paciente, acolcharemos los puntos de presión y evitaremos posiciones o manipulaciones que puedan causar lesiones nerviosas, esta es una responsabilidad compartida de todo el equipo quirúrgico. Una vez colocado al paciente en la posición quirúrgica volveremos a comprobar la ventilación, fugas del tubo, posibles acodamientos, correcto acolchado y protección de zonas sensibles, así como el acceso a la vía periférica. MANTENIMIENTO ANESTÉSICO En esta etapa completaremos la monitorización necesaria. Habitualmente es suficiente con ECG, pulsioximetría, tensión arterial y CO2 espirado; en ocasiones necesitaremos control de temperatura, medición invasiva de la presión arterial, estimación de profundidad anestésica o monitorización de la relajación neuromuscular. El sondaje uretral no suele ser necesario excepto en cirugías largas que precisen control de diuresis. Ajustaremos el agente de mantenimiento para conseguir la hipnosis deseada y valoraremos reforzar la relajación neuromuscular en función de los requerimientos quirúrgicos. Puede ser útil preservar la contractilidad muscular si se va a monitorizar el trayecto e integridad del nervio facial (o cualquier otro motor) con neuroestimulación. Durante la anestesia general con agentes halogenados, la adición de N2O a la mezcla de gases disminuye la dosis necesaria de los otros gases y gracias a su facilidad para difundir hacia las cavidades corporales puede facilitar la miringotomía al aumentar la presión en el oído medio y distender el tímpano. Cada vez es más común monitorizar la profundidad anestésica con el fin de evitar planos anestésicos superficiales que puedan generar recuerdos o estrés postraumático; o tan profundos que aumenten el riesgo de deterioro neurocognitivo a medio-largo plazo.14,15 La compresión, desplazamiento, acodamiento u obstrucción del tubo Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 6 endotraqueal (por el material quirúrgico, movimientos de la cabeza o secreciones) pueden reflejarse en un aumento de las presiones de ventilación o una pérdida de la curva de capnografía. Aunque las alarmas de la máquina de anestesia nos alerten en la mayoría de las ocasiones, la comunicación entre el cirujano y el anestesista es fundamental para maximizar la atención antes de maniobras que pueden suponer algún riesgo (movilizar la cabeza o el tubo, colocación de palas o abrebocas …) y para planificar el mejor momento en el que corregir las situaciones potencialmente peligrosas (reintubación, recolocación de mascarilla laríngea, aspiración de secreciones …). En la esfera hemodinámica, intentaremos mantener los parámetros en un rango de normalidad en función de la edad y de la patología previa buscando una presión arterial que nos asegure la adecuada perfusión de los órganos del paciente, pero que no dificulte o prolongue la cirugía inundando de sangre el campo quirúrgico o incremente el riesgo de hemorragia ante alguna complicación. Algunos procedimientos pueden necesitar hipotensión controlada. Es posible que los pacientes lleguen a quirófano con cierto grado de hipovolemia como consecuencia del ayuno preoperatorio, aunque éste se ajuste a las guías indicadas previamente.7,8 En pacientes estables e intervenciones cortas la tendencia es a reducir el aporte de líquidos. Podemos estimar las necesidades basales horarias de fluido en función del peso; la fórmula más utilizada aconseja 4mL/kg para los primeros 10kg + 2mL/kg por cada kg entre 10 y 20 + 1mL/kg por cada kg a partir de 20. DESPERTAR DE LA ANESTESIA El despertar, al igual que la inducción, es uno de los momentos más peligrosos del procedimiento anestésico. Suelen compararse con el despegue y aterrizaje de un avión, en los que se concentran las posibles complicaciones. Lo primero que decidiremos es si vamos a despertar y extubar al paciente o si vamos a trasladarlo intubado a una unidad de cuidados críticos (por patología, incidencias durante la intervención, edema de glotis, seguridad …), en cuyo caso tendríamos que confirmar la disponibilidad con los responsables, aportarles los datos relevantes de la historia e intervención y asegurarnos de disponer del material necesario para el traslado. Es aconsejable que el cirujano no abandone el quirófano hasta que confirmemos que no hay complicaciones. Nos aseguraremos de que el niño haya recuperado la capacidad para respirar. Revertiremos, si es necesario, el bloqueo neuromuscular con neostigmina o sugammadex. En caso de apnea prolongada valoraremos el posible efecto residual de los distintos anestésicos empleados. Aspiraremos las secreciones y sangre de la boca, pudiendo aspirar también el contenido del estómago cuando se sospecha ingesta de sangre. Podemos plantearnos la necesidad de realizar un “test de fugas” cuando existe riesgo de edema de glotis. La evidencia de fuga aérea alrededor del tubo con el balón deshinchado a bajas presiones (25 cm H2O) reduce la probabilidad de edema. También lo podemos descartar mediante nasofibroscopia, laringoscopia directa o videolaringoscopia. Al igual que durante la inducción, el despertar de la anestesia inhalatoria sigue unas fases generalmente bastante regulares y en sentido inverso. Nuevamente durante la fase 2 de excitación la exploración o el estímulo del niño puede acarrear complicaciones. Existen dos opciones para elegir el momento de la retirada del tubo: mientras el niño está todavía con cierta profundidad anestésica pero ya en respiración espontánea, al no toser ni hacer fuerza el riesgo de sangrado se reduce, pero aumenta el de obstrucción de la vía aérea por falta de tono y el de posible broncoaspiración; la otra opción es la extubación con el niño completamente despierto, asegurando así los reflejos de protección de la vía aérea y el tono adecuado, pero favoreciendo el riesgo de sangrado. Hay que tener en cuenta que para practicar la extubación con el niño dormido debemos contar con una unidad de recuperación postanestésica con medios materiales y personales para su vigilancia y manejo en caso de complicaciones. Para proceder a la extubación, o inmediatamente tras ella, colocar al paciente en posición de decúbito lateral de seguridad evitaría que secreciones y restos hemáticos cayeran sobre la glotis.16,17 Debemos estar preparados para volver al decúbito supino si lo consideramos necesario para manejar una eventual complicación. Nos aseguraremos de aportar oxígeno al paciente para su traslado, manteniendo la posición lateral de seguridad. El alta a la planta de hospitalización podrá efectuarse cuando el niño esté tranquilo, sin náuseas, sin sangrado evidente, capaz de tragar su saliva, sin obstrucción de la vía aérea por edema y sin necesidad de O2 suplementario. La reintroducción de la ingesta oral se ajustará a los protocolos de cada centro. Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 7 CONTROL DEL DOLOR La combinación de “analgesia preemptiva” (antes de la incisión quirúrgica) y analgesia multimodal podría considerarse la mejor estrategia.18,19 Se está desarrollando la llamada “cirugía libre de opioides” que defiende controlar las respuestas asociadas al dolor intraoperatorio con técnicas de anestesia regional, analgésicos no opioides y otro tipo de fármacos. Sin entrar a valorar si es posible estetipo de anestesia en cirugía ORL pediátrica reconocemos que los opioides siguen siendo la base analgésica en nuestro entorno. Opioides: Los más empleados son la morfina, que permite una prolongada analgesia postoperatoria; fentanilo, alfentanilo y sufentanilo, con una duración del efecto analgésico menor; y remifentanilo, de acción ultracorta, sin efecto analgésico postoperatorio. Otros opioides también utilizados para la analgesia postoperatoria son la meperidina y tramadol. La sobredosificación de opioides puede causar disminución del nivel de consciencia y depresión respiratoria en el postoperatorio, por lo que debemos titularlos con prudencia en los niños con riesgo de apnea (SAHS, prematuros, etc.). La ketamina en dosis bajas parece reducir las necesidades analgésicas. Analgésicos no opioides: Paracetamol: 15mg/kg (7,5mg/kg en <10kg) en el intraoperatorio pudiendo repetirse cada 6- 8h. Es el analgésico más empleado y con menos efectos indeseables. Sin efecto antiinflamatorio. Metamizol: 6,4-17mg/kg/6h. Su uso está restringido en algunos países incluso en adultos por riesgo de agranulocitosis. Dexketoprofeno: A partir de 12 años. 50mg/8-12h. Ketorolaco: A partir de 3 años. 0,2-0,5mg/kg cada 8h. Anestésicos locales (AL): Gran parte del dolor intraoperatorio se puede reducir en los casos en que es posible realizar una infiltración de AL, y gracias a la duración de su acción también en el postoperatorio los requerimientos analgésicos van a ser menores. Debemos conocer la dosis máxima en función del fármaco y el peso del niño. Se recomienda siempre aspirar tras la punción para disminuir el riesgo de inyección intravascular inadvertida. Los AL más utilizados son:20,21 Vida media larga (mayor toxicidad neurológica y cardiovascular): Bupivacaína: Dosis máxima 2,5mg/kg (3mg/kg si se añade adrenalina). Levobupivacaína: Isómero menos tóxico del anterior. Mismas dosis. Ropivacaína: 3mg/kg Vida media intermedia: Lidocaína: 5mg/kg (7mg/kg con adrenalina). Mepivacaína: 5mg/kg (7mg/kg con adrenalina). Tetracaína: Suele emplearse como anestésico tópico, tiene mayor incidencia de reacciones alérgicas que los anteriores. Pueden utilizarse como anestésico local en la zona de incisión, para bloqueos nerviosos periféricos (preauricular para cirugía de tímpano, cirugía nasal ...) o anestesia tópica. Puede ser complicado evaluar el nivel de dolor de un paciente pediátrico y distinguirlo de otras sensaciones que le causen disconfort como miedo, náuseas o mareo. Se han desarrollado distintas escalas (Flacc, Wong-Baker, Walco- Howite, Cries, NIPS …), que se deben ajustar a la edad del paciente. Es útil que los padres puedan reencontrarse cuanto antes con el paciente ya que, además de tranquilizarlo, sabrán interpretar mejor el estado en el que se encuentra el niño. CONTROL DE NÁUSEAS Y VÓMITOS POSTOPERATORIOS (NVPO) De forma similar al dolor, las náuseas disminuyen la sensación de satisfacción y confort en el niño operado y en su familia; suponiendo una complicación que retrasa el traslado a la planta de hospitalización o al domicilio en caso de CMA. Considerando la mayoría de procedimientos ORL claramente emetizantes (favorecido por la utilización de opioides, la sangre en el estómago y la inflamación o edema de la faringe) se recomienda la profilaxis intraoperatoria, sobre todo en pacientes mayores 3 años y en particular en preadolescentes entre 9 y14 años, así como en niños con antecedentes de NVPO. Las estrategias más comúnmente empleadas son:22,23 premedicación con midazolam; hidratación adecuada; evitar la hipotensión intraoperatoria; ondansetrón; droperidol; dexametasona, especialmente eficaz en prevención a largo plazo (>6h). Evitar el N2O, aunque tiene cierto efecto analgésico favorece la aparición de náuseas. Mantenimiento anestésico con propofol, que posee propiedades antieméticas. Reducir al mínimo necesario la administración de opiodes postoperatorios e iniciar precozmente la ingesta oral en CMA. Otros fármacos como la ketamina, etomidato o neostigmina pueden favorecer las NVPO. Cuando se han presentado las náuseas o vómitos, las recomendaciones son utilizar un fármaco diferente al que se haya empleado como profilaxis y no repetir dosis antes del tiempo recomendado entre ellas. La metoclopramida está contraindicada en menores de 1 año y desaconsejada entre 1 y 18 años.24 Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 8 Algunos estudios encuentran eficacia de la acupuntura sobre puntos localizados en la muñeca.25 POSIBLES COMPLICACIONES Lesión o pérdida de piezas dentales. Lesión de amígdalas con la pala del laringoscopio o con el tubo. Lesión del nervio lingual por el tubo comprimido con la pala del abrebocas. Lesiones de nervios hipogloso, vago (recurrente laríngeo), glosofaríngeo o trigémino (lingual, alveolar inferior, infraorbitario) por dispositivos supraglóticos. Sobre todo en los niños más pequeños debemos tener especial cuidado en acolchar los puntos de presión, e incluso cambiar regularmente de dedo la pinza del pulsioxímetro. Anafilaxia: Durante una intervención quirúrgica las principales causas de anafilaxia son los BNM -sobre todo rocuronio y succinilcolina-, el látex y los antibióticos (es por eso que se aconseja no administrar la profilaxis antibiótica durante la inducción, en la que se van a utilizar otros fármacos potencialmente alergénicos), pero también en menor medida propofol, coloides, derivados hemáticos, protamina, AINEs, anestésicos locales, contraste radiológico ... El diagnóstico es clínico y cuando se sospeche se debe comunicar a todo el equipo quirúrgico, eliminar los posibles factores desencadenantes, pedir ayuda, suspender la intervención de modo seguro y seguir el protocolo que disponga cada centro. El fármaco de primera línea para el tratamiento de un shock anafiláctico es la adrenalina a dosis de 0,01mg/kg.26,27 Toxicidad por AL. Debemos sospecharla si tras una administración se produce deterioro neurológico o convulsión en el paciente despierto. En los pacientes anestesiados los primeros síntomas evidentes pueden ser arritmias y paro cardiaco. Ante un niño que recibe una infusión continuada de AL, todo cambio neurológico (aumento de la irritabilidad…) debe hacernos considerar la posibilidad de una intoxicación por AL. El tratamiento es suspender la administración del fármaco, soporte hemodinámico, maniobras de resucitación e Intralipid 20% IV en caso de toxicidad grave.28 Laringoespasmo: Consiste en un cierre involuntario de la glotis. Suele producirse durante fases superficiales de la anestesia en la inducción o al despertar y es más frecuente cuanto menor sea al niño y sobre todo si hay antecedentes de infección respiratoria reciente. Lo puede desencadenar cualquier tipo de estímulo. Nos encontraremos frente a un niño con tiraje y esfuerzo respiratorio no efectivo, o que no puede ser ventilado. Debemos identificar el cuadro de inmediato, pedir ayuda y seguir los protocolos del centro.29 Hipertermia maligna: Reacción adversa potencialmente letal, determinada genéticamente, más frecuentemente relacionada con la administración de succinilcolina y anestésicos halogenados. Son factores de riesgo los antecedentes familiares y algunas enfermedades neuromusculares. Se caracteriza por un cuadro de hipermetabolismo. Sangrado postquirúrgico: Más preocupante en adenoamigdalectomía. Incidencia de 2-4% aunque en niños es menor que en adultos.16 Puede ser inmediatamente tras la cirugía o al caer las escaras a los 5-10 días. La sangre, el edema y el estrés del paciente dificultan el manejo de la VA. Para su manejo urgente se recomienda canalizar una vía de grueso calibre (valorar intraósea si hay dificultad para el acceso vascular) y administrar un bolo de carga si hipotensión (20mL/kg), cruzar sangre y solicitar estudio de coagulación, pero no esperar resultados para iniciar cirugía. Preparar varias palas de laringoscopio, 2 aspiradores grueso calibre (Yankauer), y el ORL presente por si fuese necesario practicar una traquetotomía emergente. Realizaremosuna secuencia rápida de intubación teniendo en cuenta que la sangre dificulta el uso del fibroscopio y videolaringoscopios, y valoraremos colocar al paciente en decúbito lateral con Trendelemburg. CIRUGÍAS ESPECÍFICAS En la cirugía urgente aumenta el riesgo de broncoaspiración al no cumplir ayunas. Cuerpo extraño en vía aérea: Se hace vital la coordinación de todo el equipo quirúrgico. Nos plantearemos si conviene mantener la respiración espontánea o ventilación controlada. Se alternará la ventilación con la broncoscopia rígida. En caso de movilización y obstrucción traqueal completa estaría indicado desplazar el objeto hacia un bronquio principal. Riesgo de obstrucción aguda de la vía aérea: En procesos no quirúrgicos que pueden conllevar edema de la vía aérea superior (epiglotitis, reacción anafiláctica, quemadura – explosión …) puede ser necesario instrumentarla precozmente antes de su obstrucción total y trasladar al paciente a unidades de cuidados intensivos. Es recomendable la mínima manipulación y seleccionar un tubo traqueal menor al correspondiente por edad. Abscesos, quistes, otros procesos infecciosos o inflamatorios: Pueden distorsionar la anatomía Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 9 normal por lo que habría que valorar el manejo del paciente según los protocolos de vía aérea difícil prevista. Como riesgo añadido, la manipulación por parte del anestesista podría provocar su rotura e inundar la vía aérea de contenido hemático o purulento. Cirugías traqueales o microcirugía laríngea. Se pueden realizar con el paciente en respiración espontánea o en apnea. Puede ser necesaria la ventilación con Jet a través del canal del broncoscopio o laringoscopio rígido. Cirugías con láser. Necesitaremos tubos con protección especial. Reduciremos la FiO2 y evitaremos N2O para reducir riesgo de ignición. Seguiremos las normas de protección ante radiaciones no ionizantes en el ámbito sanitario (protección ocular para profesionales y paciente). Nos aseguraremos de la inmediata disponibilidad de irrigación con suero salino o agua para controlar eventuales llamas o quemaduras. CIRUGÍA MAYOR AMBULATORIA (CMA) EN ORL PEDIÁTRICA Los procedimientos habituales son cirugías cortas, poco dolorosas, con bajo riesgo de anemización y reintervención en las que el cuidado hospitalario no aporte beneficio frente al domiciliario. Se recomienda no incluir en programas de CMA a niños nacidos a término menores de 6 meses y a niños nacidos prematuros menores de un año, por el riesgo de presentar apnea postoperatoria.30 Idealmente serán pacientes ASA I o II (algunos III estables), sin patología respiratoria, sin SAHS, sin problemas conocidos o probables para el manejo de la vía aérea o anormalidades craneofaciales, con adultos responsables que comprendan y cumplan las instrucciones, con domicilio a distancia menor de 1h en condiciones de accesibilidad y comunicación adecuadas. Desaconsejado si antecedentes familiares de muerte súbita, enfermedades no controladas, reflujo gastroesofágico u obesidad grado III.30,31 VÍA AÉREA DIFÍCIL (VAD) PEDIÁTRICA La incidencia de VAD no esperada en el niño se estima en torno a 0,08-1,1%, pero en menores de un año se eleva hasta el 3,5%32. Existen múltiples guías para su manejo que cada centro deberá adaptar a sus características o preferencias (Figura 1). Figura 1. Algoritmo VAD no prevista en pediatría32 Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 10 REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR (RCP) EN PEDIATRÍA Las principales diferencias con la RCP del adulto son el inicio con 5 ventilaciones y la relación compresiones / ventilaciones de 15:2 (3:1 en recién nacidos) con una frecuencia de 100-120 compresiones por minuto. Las actuales guías de la European Resucitation Council se publicaron en 2015 (Figura 2).33 Figura 2. Algoritmo RCP avanzada en el niño33 Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 11 BIBLIOGRAFÍA 1. Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Recomendaciones para los servicios de anestesia pediátrica de la SEDAR [acceso el 15 de febrero de 2017]. Disponible en: https://www.sedar.es/media/2015/04/recomendp ed.pdf 2. U.S. Food and Drug Administration. Maryland. 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Médico Forense IMELGA INTRODUCCIÓN El consentimiento informado de los pacientes en la actuación médica es por un lado una manifestación del principio de autonomía personal aplicada al campo de las relaciones médicas; pero también es un mecanismo de intervención jurídica en el campo de la medicina1. Es llevar a la práctica el derecho a la información del paciente y el derecho a su libre elección sobre actos sanitarios relacionados con su estado de salud. Por lo tanto, cuando hablamos de consentimiento informado, no sólo se trata de obtener una autorización jurídica para la realización de un determinado tratamiento médico o quirúrgico, si no que también permite garantizar al paciente el conocimiento del procedimiento como el fin del mismo. La capacidad de consentir comienza con la mayoría de edad y acaba con la muerte del sujeto, salvo en los casos que existan circunstancias que se opongan, como es el caso de los menores. Cuando nos referimos al niño, uno de los primeros y grandes dilemas que surge, es que son o somos otros los que han de enfrentarse a la decisión de determinar actuaciones terapéuticas, ya que él no conoce ni es consciente de su situación y carece de la capacidad para manifestarse. En el caso del adolescente esta situación empieza a tener lugar de manera diferente a partir de la aparición de la autoconciencia como parte del desarrollo psicológico, lo cual le permite la adopción de un papel más activo en correspondencia con las nuevas necesidades psicológicas que ellos tienen2. El consentimiento informado en otorrinolaringología pediátrica no difiere mucho de un consentimiento pediátrico general en cuanto a concepto, excepto por el tipo de procedimiento que se realizará, es por lo cual este capítulo desarrolla el concepto de consentimiento informado haciendo hincapié en el caso de menores. CONCEPTO Según el diccionario de la Real Academia Española, consentimiento se define como “la acción y el efecto de consentir”3. Según el “Manual de Ética” del Colegio de Médicos Americanos define que: “el consentimiento informado consiste en la explicación, a un paciente atento y mentalmente competente, de la naturaleza de su enfermedad, así como del balance entre los efectos de la misma, los riesgos y beneficios de los procedimientos terapéuticos recomendados, para a continuación solicitarle su aprobación para ser sometido a esos procedimientos. La presentación de la información al paciente debe ser comprensible y no sesgada; la colaboración del paciente debe ser conseguida sin coerción; el médico no debe sacar partido de su potencial dominancia psicológica sobre el paciente”4. TRASCENDENCIA El consentimiento tiene trascendencia para el ejercicio de la medicina, el paciente y el médico1: a) Ejercicio de la medicina; la importancia del consentimiento informado, ha supuesto una modificación muy importante en el modo de ejercer la medicina y el papel que juega el médico en la relación médico-paciente. En el pasado, la medicina se ha ejercido bajo un modelo paternalista, es decir, el médico aplicaba su particular escala de valores a la situación del paciente y obraba en consecuencia con su buen hacer profesional, sin tener en cuenta la opinión del paciente5. Actualmente este modelo ha sido sustituido por el principio de autonomía que se basa en el derecho a la libertad del paciente para decidir sobre todos aquellos aspectos que pueden afectar a su persona, por tanto, para poder decidir adecuadamente debe ser informado. b) El paciente; que tiene derecho a recibir información sobre el estado de su salud y en función de dicha información puede adoptar una Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 14 serie de decisiones como: optar por la prueba o tratamiento que crea más adecuado, rechazar la prueba o tratamiento y/o elegir o cambiar de médico. c) El médico; sería el deber de informar, respetar la libre decisión del paciente y de no realizar actuaciones sanitarias en contra de la voluntad del individuo, respetando sus convicciones o creencias personales, filosóficas, morales, religiosas o políticas sin imponer las propias,por el deber al respeto y a la dignidad de la persona, salvo que exista una causa expresamente recogida en la ley. REQUISITOS Y EXCEPCIONES Para que realmente podamos hablar de consentimiento libre e informado, se requiere6: a) Información completa: los sujetos deben recibir del médico la información completa, adecuada y veraz. Esto implica utilizar un lenguaje adecuado y una terminología comprensible para ofrecer información suficiente en cantidad y profundidad, que permita comprender el alcance y las consecuencias que pueden tener sus decisiones. b) Comprensión: es necesario que el individuo comprenda la información proporcionada desde su ángulo en función de su inteligencia, habilidad de razonamiento, madurez y lenguaje. c) Voluntariedad: los pacientes deben tener la posibilidad de decidir libremente si desean o no los procedimientos diagnósticos o terapéuticos. No debe existir coacción, es decir, no debe presionarse para que tome rápidamente decisiones sin haber elaborado adecuadamente la información. Una información adecuada para el tratamiento o el diagnóstico puede aumentar la confianza del paciente en el personal de salud, y más aun cuando se trata de menores, confianza que a la larga será beneficiosa para la prevención, curación, rehabilitación, y en la que existirá una verdadera colaboración de ambos. Es importante mencionar que el médico es el único por ley que tiene el deber de información de manera exclusiva, la capacidad del médico para proponer la información no plantea más problema que los derivados de su capacidad legal para el ejercicio de la profesión por estar en posesión de la titulación requerida y hallarse incorporado al colegio profesional correspondiente. En cuanto al paciente, el consentimiento de una persona respecto de la realización de actos puede tener gran importancia y por eso se considera como acto jurídico; el artículo 1261 de Código Civil7 habla de los requisitos necesarios para que el consentimiento sea válido, como la capacidad para otorgar el consentimiento. En principio hay que suponer que todas las personas tienen esta capacidad, salvo en los casos que existan circunstancias que se opongan. Esta capacidad comienza con la mayoría de edad y acaba con la muerte del sujeto. En caso de menores, si el menor tiene suficiente madurez para conocer la trascendencia del acto médico al cual va a ser sometido, debe ser el mismo él que autorice la intervención, de acuerdo con lo establecido en el artículo 162.1 del Código Civil7. Igualmente hay que hacer referencia a la Ley Orgánica 1/1996 del 15 de enero de Protección Jurídica del Menor (última modificación 8/2015), en la cual se reconoce el derecho del menor a recibir información (artículo 5)8 y a ser oído siempre (artículo 6)8; por tanto, según esta ley, el menor tiene derecho a ser informado de las actuaciones médicas que se van a realizar sobre su persona, así como también le asiste el derecho a manifestar su opinión. En este mismo sentido se pronuncia, la Ley Orgánica 1/1982 del 5 de mayo, de Protección Civil del Derecho al Honor, a la intimidad personal y a la propia imagen, al establecer que “el consentimiento de los menores e incapaces deberá presentarse por ellos mismos si sus condiciones de madurez lo permiten, de acuerdo con la legislación civil”7. Es importante tener en cuenta la actuación de los padres o representantes del menor en base a lo establecido en el artículo 154 del Código Civil7: “la patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos”, en el artículo 216 del Código Civil7: “las funciones tutelares se ejercerán en beneficio del tutelado, por tanto, estos principios también se deben tener en cuenta para valorar la licitud del consentimiento, siempre teniendo en cuenta que lo más importante es el beneficio del menor. Según una publicación de Sánchez Caro, considera que sea válido el consentimiento otorgado por los mayores de 16 años sin necesidad de que además consientan los padres. Por otro lado, los menores de 16 años, también deben ser informados y consentir, si es capaz de comprender la finalidad, la naturaleza y los riesgos de la intervención9. La capacidad puede estar restringida o anulada en los enfermos mentales o en los sujetos que no puedan otorgarla en esos momentos, como en los casos de coma, obnubilación, etc. En estos casos, el consentimiento lo dan los familiares. En caso de que el sujeto sufra algún trastorno mental grave solo podrá ser sometido, sin su consentimiento, a una intervención que tenga por objeto tratar dicho trastorno, cuando Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 15 la ausencia de ese tratamiento conlleve el riesgo de ser gravemente perjudicial para su salud5. CONTENIDO Según lo señalado por el Grupo de Expertos en Información y Documentación Clínica, es su documento final del 26 de noviembre de 1997 distingue sobre que debemos informar y cuanta información hay que dar en un consentimiento informado10. Sobre de que debemos informar: a) Naturaleza de la información (en qué consiste lo que se va a hacer). b) Objetivos de la información. c) Beneficios de la información. d) Riesgos, molestias y efectos secundarios posibles, incluidos los derivados de no hacer la intervención. e) Alternativas posibles a la intervención propuesta. f) Explicación breve del motivo que lleva a sanitario a elegir una y no otra. g) Posibilidad de retirar el consentimiento de forma libre cuando lo desee. Sobre cuanta información hay que dar: más específicamente, en relación sobre los riesgos. a) Consecuencias seguras de la intervención. b) Riesgos típicos de la intervención. c) Riesgos personalizados. d) Contraindicaciones. EXCEPCIONES Las excepciones o los límites del consentimiento del paciente vienen regulados en el artículo 9 de la Ley 41/20027 en el cual se establece que los facultativos podrán llevar a cabo las intervenciones clínicas indispensables a favor de la salud del paciente, sin necesidad de contar con su consentimiento en los siguientes casos: 1. Cuando exista riesgo para la salud pública a causa de razones sanitarias establecidas por la ley7. 2. Cuando exista riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo y no es posible conseguir su autorización, consultando cuando las circunstancias lo permitan, a sus familiares o a las personas vinculadas de hecho a él7. En cuanto al consentimiento por representación según el punto 3 del artículo 9 de la ley 49/20027 recoge que se otorgará el consentimiento por representación en los siguientes supuestos: 1. Cuando el paciente no sea capaz de tomar decisiones, a criterio del médico responsable de la asistencia, o su estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de la situación por lo cual el consentimiento lo prestaran las personas vinculadas a él por razones familiares o de hecho. 2. Cuando el paciente está incapacitado legalmente. 3. Cuando el paciente menor de edad no sea capaz intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de la intervención, en ese caso el consentimiento lo dará el representante legal del menor después de haber escuchado su opinión si tiene los 12 años cumplidos. Cuando se trate de menores no incapaces ni incapacitados, pero emancipados o con 16 años cumplidos, no cabe prestar el consentimiento por representación. Sin embargo, en caso de actuación de grave riesgo, según el criterio del facultativo, los padres serán informados y su opinión será tenida en cuenta para la toma de la decisión correspondiente. Según la Ley Orgánica 8/2015 modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, articulo 9 “derecho a ser escuchado”8. CONCLUSIÓN En los menores, el principio de autonomía posee limitaciones claras, no por ello debemos descuidar la necesidad de que dentro de las condicionantes propias de la edad y de la competencia, ellos participen y colaboren en cualquier proceso diagnóstico o terapéutico que reciban. En términos generales, se establece que la edad, la capacidad intelectual, la madurez emocional y elestado psicológico, deben ser considerados para determinar el peso de la opinión del menor en la decisión final11. Existen investigaciones que señalan que a partir de los 14 años existe un desarrollo cognitivo y una sensibilidad moral suficiente para tomar decisiones personales voluntarias. A partir de los 12 años es cuando se observan los rasgos de autodeterminación y de coherencia, lo cual significa el inicio de la toma de decisiones responsables y maduras12. El consentimiento informado en pediatría, por tanto, debe entenderse como un proceso de toma de decisiones, centrado en una relación tripartita (médico-niño-padres), en virtud de la cual estos últimos aceptan o no las recomendaciones diagnósticas o terapéuticas, toda vez que desde una situación de competencia se han comprendido las circunstancias del proceso, las consecuencias de su decisión, así como las decisiones alternativas. En las páginas de la Sociedad Gallega de Otorrinolaringología13 como en la de la Sociedad Española de Otorrinolaringología14 se cuentan con modelos de consentimiento Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 16 informado que cumplen con los requisitos señalados en este capítulo. BIBLIOGRAFÍA 1. González-Torre Á.P. La intervención del Derecho en la actuación sanitaria. El extraño caso del consentimiento informado. Artículo redactado en el marco del Proyecto Consolider HURI-AGE. El tiempo de los derechos. CSD 2008-00007. 2. Martinón JM. Aspectos éticos en la atención pediátrica. Cuad Bioet. 1998; 364(1): 679-86. 3. www.dle.rae.es 4. Ad hoc Committee on Medical Ethics, American College of Physicians. American College of Physicians Ethics Manual. Ann lntern Med. 1984; 101: 129-137. 263-274. 5. Lorda PS, Júdez-Gutiérrez. Bioética para médicos. Consentimiento informado [En línea]; 2004. Acceso el 25 de Abril del 2004. Disponible en http://www.netsalud.sa.cr . 6. Rodríguez A, Martinón JM. El Consentimiento Informado en Pediatría. Cuad Bioet.1995; 22:188-9. 7. Código civil: BOE https://www.boe.es/buscar/pdf/1889/BOE-A- 1889-4763-consolidado.pdf . 8. Ley Orgánica: BOE https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A- 1996-1069. 9. Sánchez-Caro J. Consentimiento informado y psiquiatría. Una guía práctica. Madrid: Mapfre, 1998. 10. Álvarez Cienfuegos JMa, Gallego Riestra S, González Herraiz T. et al. Grupo de expertos en información y documentación clínica. Documento final. Gaceta Sanitaria 1998; 12:146-147. 11. Manleon MA, Ramil MJ. El Consentimiento Informado en Pediatría. Un estudio descriptivo. Cuad. Bioet. 1998; 9 (1): 25-7. 12. Vidal MC. La problemática del Consentimiento Informado. Cuad. de Bioet. 1998; 9(33): 12-24. 13. www.sgorl.org 14. www.seorl.net Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 17 TERAPIA ANTIBIÓTICA EN OTORRINOLARINGOLOGÍA PEDIÁTRICA Fernando Álvez González1, Antonio José Justicia Grande2,3, Irene Rivero Calle2,3 1 Consultor Sénior de Infectología Pediátrica. Grupo GENVIP. Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela. A Coruña. España. 2 Unidad de Pediatría Clínica, Infectológica y Translacional. Departamento de Pediatría. Hospital Universitario de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, A Coruña. España. 3 Grupo GENVIP (Genética, Vacunas, Infecciones y Pediatría). Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, A Coruña. España. INTRODUCCIÓN Las infecciones son el motivo de morbimortalidad más prevalente en la infancia, y en el caso del área otorrinolaringológica (ORL), esta afirmación adquiere una particular relevancia. La otitis media aguda es la entidad nosológica que motiva un mayor número de consultas en Pediatría y el motivo más frecuente de administrar antibióticos.(1) El 80% de los niños menores de tres años padecerán al menos un episodio. La faringoamigdalitis aguda es un cuadro típico de edad pediátrica, alcanzando una gran frecuencia en determinados períodos epidemiológicos. La mastoiditis aguda y los abscesos retrofaríngeos o periamigdalinos son cuadros potencialmente graves y de compromiso vital para el paciente, y cuyo curso depende de una pronta actuación en la que a veces se puede diferir la necesidad de intervención quirúrgica, pero nunca la obligación de instaurar terapia antibiótica intravenosa de forma temprana. Por estos motivos es obligatorio conocer las particularidades que fundamentan la elección del antibiótico adecuado en el paciente pediátrico, un panorama en evolución, con el cambio de prevalencia entre los patógenos responsables debido a la implementación de la vacunación sistemática de las vacunas conjugadas con eficacia y efectividad demostradas, la aparición de nuevas resistencias con el uso protocolizado y sistemático de antimicrobianos y la incorporación de medicamentos que o bien hasta hace poco estaban proscritos en pediatría (fluoroquinolonas), o bien menos utilizados (cotrimoxazol). El presente capítulo pretende desgranar y discutir de forma práctica y sistemática estos puntos, empezando por una primera sección que describe algunos aspectos farmacocinéticos y farmacodinámicos de los antibióticos en los niños, una segunda parte dirigida a las consideraciones actuales del tratamiento de infecciones específicas en el área otorrinolaringológica y para finalizar se expondrán unos puntos clave sobre los antimicrobianos en pediatría. Se incluye un Anexo, concebido como una guía rápida para dosificación de fármacos en pediatría 1.- TERAPÉUTICA ANTIBIÓTICA Y PEDIATRÍA - CONSIDERACIONES GENERALES Los criterios establecidos para la elección de un antibiótico se basan en los siguientes factores: Edad y estado de salud del paciente o Su estado vacunal previo. o La presencia de comorbilidades: Sobre todo insuficiencia hepática e insuficiencia renal, o si está a tratamiento con otros fármacos que modificarán la elección (por su toxicidad o interacciones) del antimicrobiano o sus dosis. o Los antecedentes de reacciones alérgicas a algún antibiótico. Dependientes de la bacteria responsable o La flora bacteriana habitual y patógena en el área afectada. o La posibilidad de resistencia antibiótica según país y área geográfica. o Su potencial para generar enfermedad invasiva o toxinas. Dependientes del fármaco a utilizar: Para su elección se deberán tener en cuenta los dos puntos anteriores, pero también: o Su mecanismo de acción (los betalactámicos, por ejemplo, no Actualización en Otorrinolaringología Pediátrica 18 son activos contra microorganismos que carecen de pared celular…). o El uso previo o concomitante de otros antimicrobianos. o Sus características farmacocinéticas y farmacodinámicas. 1.1.- ASPECTOS FARMACOCINETICOS Y FARMACODINAMICOS Mucho se ha repetido que un niño no puede ser considerado un adulto en miniatura, y esto adquiere especial relevancia al usar antibióticos. El riesgo de daño iatrogénico con fármacos diseñados para adultos es real: las sulfamidas pueden producir kernicterus en el neonato, y cloranfenicol puede provocar síndrome gris en el recién nacido y además a cualquier edad conlleva el riesgo potencial de causar depresión medular y anemia aplásica; este antibiótico no está comercializado en España para uso sistémico. Los aminoglucósidos a dosis incorrectas tienen efectos ototóxicos permanentes… Desgraciadamente, huyendo de estas adversidades hemos caído en el defecto contrario: la orfandad terapéutica que hoy en día tiñe muchos ámbitos de la asistencia pediátrica, dejando un arsenal reducido. A día de hoy, la Unión Europea obliga a que cualquier nueva molécula debe incluir en su desarrollo la realización de ensayos clínicos en población infantil para su aprobación.(2) Para ello, se debe tener en cuenta que procesos como la farmacocinética o farmacodinamia de los antibióticos no serán los mismos en el niño que en la población adulta. El uso apropiado de antibióticos requiere tal como se comentó un conocimiento de las particularidades del fármaco, del propio paciente y el patógeno, de gran importancia
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