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769 CAPÍTULO 30 Cáncer cervicouterino INCIDENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 769 RIESGOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 770 FISIOPATOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 771 TIPOS HISTOLÓGICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 773 DIAGNÓSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 775 ESTADIFICACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 777 ESTUDIOS RADIOGRÁFICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 777 DISECCIÓN DE GANGLIOS LINFÁTICOS . . . . . . . . . . . . . 779 PRONÓSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 780 TRATAMIENTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 780 Enfermedad primaria en etapa temprana . . . . . . 780 Enfermedad primaria en etapa avanzada . . . . . . 786 Vigilancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 787 Enfermedad secundaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 788 Atención paliativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 789 Tratamiento durante el embarazo . . . . . . . . . . . . 789 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 789 El cáncer cervicouterino es la neoplasia maligna ginecológica más frecuente. La mayoría de estos cánceres deriva de la infección con el virus del papiloma humano, aunque otros factores del hospeda- dor influyen en la progresión neoplásica después de la infección inicial. En comparación con otros tumores malignos ginecológicos, el cáncer cervicouterino se desarrolla en una población de mujeres más jóvenes. Por tanto, su detección con pruebas de Papanicolaou casi siempre empieza en la adolescencia o en la juventud. Al inicio, casi todos los cánceres son asintomáticos, aunque los síntomas del cáncer cervicouterino avanzado incluyen hemorragia, secreción acuosa y signos de compresión venosa, linfática neural o ureteral relacionada. El diagnóstico de cáncer cervicouterino casi siempre se establece después de la evaluación histológica de las muestras que se obtienen durante una colposcopia o biopsia de un cuello uterino anormal macroscópicamente. La etapa de este tumor se establece con datos clínicos. El trata- miento varía y casi siempre depende de la estadificación. En gene- ral, la enfermedad en etapas tempranas se erradica de manera eficaz por medios quirúrgicos, ya sea conización o histerectomía radical. Sin embargo, en la enfermedad avanzada, la opción primaria es quimioterapia y radiación. Como es de esperar, la progresión de la enfermedad difi ere con la etapa tumoral y ésta es el indicador más importante de sobrevida a largo plazo. Las mujeres con enferme- dad en etapa I casi siempre tienen índices altos de supervivencia y bajos de recurrencia, mientras que aquellas con enfermedad avan- zada tienen un pronóstico más pobre a largo plazo. La prevención estriba principalmente en la identifi cación y el tratamiento de las mujeres con displasia de alta malignidad. Es por esta razón que el American College of Obstetricians and Gynecologists (2009) y la U.S. Preventive Services Task Force (2003) (cap. 29, pág. 743) recomiendan realizar citologías vaginales regulares. Se espera que las vacunas contra el virus del papiloma humano (HPV, human papillomavirus) sean efectivas para reducir la incidencia del cáncer cervicouterino en el futuro. INCIDENCIA En todo el mundo es frecuente el cáncer cervicouterino; ocupa el tercer lugar entre todos los tumores malignos en las mujeres (Ferlay, 2010). Se estima que en 2008 se identificaron 529 000 casos nuevos en todo el mundo y se registraron 275 000 muertes. En general, las incidencias más altas se encuentran en países en vías de desarrollo, y estas naciones contribuyen con 85% a los casos reportados cada año. Los países con ventajas económicas tienen índices mucho menores de cáncer cervicouterino y sólo contribu- yen con 3.6% de los casos nuevos. Esta disparidad en la incidencia resalta los éxitos alcanzados con los programas para detección del cáncer cervicouterino en los que se realizan frotis de Papanicolaou en forma regular. En Estados Unidos, dicha neoplasia representa el tercer cáncer ginecológico más frecuente y la onceava neoplasia maligna sólida en las mujeres. En ese país, el riesgo es de uno en 147 durante toda la vida de desarrollar dicho tumor. En 2011, la American 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 76930_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 769 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 770 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 invasor se atribuyó al serotipo 16 de HPV. El serotipo 18 se vin- culó con 16% de los cánceres invasores. Cada uno de estos seroti- pos genera carcinoma escamoso o adenocarcinoma cervicouterino. Sin embargo, el HPV 16 se relaciona con más frecuencia con el carcinoma escamoso de cuello uterino, mientras que el HPV 18 constituye un factor de riesgo de adenocarcinoma de cuello uterino (Bulk, 2006). Los estudios clínicos más recientes demuestran que las vacunas contra el HPV 16 y el HPV 18 reducen la frecuencia y la infección persistente con una efi cacia de 95 y 100%, respectivamente (Th e GlaxoSmithKline HPV-007 Study Group, 2009). Sin embargo, se desconoce la duración efectiva de estas vacunas. Además, aún no se llega a la meta fi nal para reducir la frecuencia del cáncer cervi- couterino. En el capítulo 29 (pág. 733) se describen con detalle el HPV y las vacunas. ■ Factores pronósticos socioeconómicos menores El menor nivel educativo, edad avanzada, obesidad, tabaquismo y residencia en un vecindario pobre tienen una relación inde- pendiente con menores índices para detección de cáncer cervico- uterino. Las mujeres que viven en vecindarios pobres, en especial tienen acceso limitado a la detección y podrían beneficiarse con programas que llegan a las comunidades y aumentan la disponibi- lidad de la detección mediante Papanicolaou (Datta, 2006). ■ Tabaquismo Tanto el tabaquismo activo como el pasivo incrementan el riesgo de cáncer cervicouterino. Entre las mujeres infectadas con HPV, las fumadoras activas y previas tienen una incidencia dos a tres veces mayor de lesión intraepitelial escamosa de alta malignidad (HSIL, high-grade squamous intraepithelial lesion) o cáncer invasor. El tabaquismo pasivo también se asocia con un mayor riesgo, pero en menor medida (Trimble, 2005). Entre los tipos de cáncer cervi- couterino, el tabaquismo activo se relaciona con un índice mucho más alto de cáncer epidermoide, pero no con adenocarcinoma. Resulta interesante que el cáncer epidermoide y los adenocarcino- mas del cuello uterino comparten la mayor parte de los factores de riesgo, con excepción del tabaquismo (International Collaboration of Epidemiological Studies of Cervical Cancer, 2006). Aunque el mecanismo subyacente de la relación entre cáncer cervicoute- rino y tabaquismo aún no está claro, este último podría alterar la infección por HPV en las fumadoras. Por ejemplo, el “nunca ha fumado” se vincula con menor eliminación de HPV de alto riesgo (Koshiol, 2006; Plummer, 2003). Cancer Society estimó que podrían ser 12 710 casos nuevos y 4 290 muertes por esta neoplasia maligna (Siegel, 2011). De las mujeres estadounidenses, las de raza negra y las de grupos socioeconómicos más bajos tienen los mayores índices estandarizados por edad de mortalidad por este tipo de cáncer, y las hispanas y latinas tienen la mayor incidencia (cuadro 30-1). Se cree que tal tendencia se debe sobre todo a las características financieras y culturales que influyen en el acceso a la detección y tratamiento. La edad en la que se desa- rrolla el cáncer cervicouterino suele ser menor que la de otras neo- plasias malignas ginecológicas, y la mediana de edad al momento del diagnóstico es de 48 años (National Cancer Institute, 2011). En mujeres de 20 a 39 años, el cáncer cervicouterino es la segunda causa de muerte porcáncer (Jemal, 2010). RIESGOS Además de los riesgos demográficos, los riesgos de comportamiento también se vinculan con la neoplasia cervicouterina maligna. La mayor parte de los cánceres cervicouterinos se originan de célu- las infectadas con el virus del papiloma humano (HPV), que se transmite por contacto sexual. Como sucede con la neoplasia intra- epitelial cervical, el primer coito a edad temprana, las múltiples parejas sexuales y la paridad elevada se relacionan con incidencia mucho mayor de esta neoplasia (cuadro 29-2). Las fumadoras tie- nen mayor riesgo, aunque no se conoce el mecanismo subyacente de éste. El mayor riesgo para el cáncer cervicouterino es la falta de detección regular con frotis de Papanicolaou. La mayor parte de las comunidades que han adoptado esta herramienta de detección tiene incidencias menores documentadas (Jemal, 2006). ■ Infección con el virus del papiloma humano Este virus constituye la causa infecciosa primaria del cáncer cervi- couterino (Ley, 1991; Schiff man, 1993). Las mujeres con un resul- tado positivo para los subtipos de alto riesgo de HPV tienen un riesgo relativo de 189 de padecer carcinoma escamoso y un riesgo relativo de 110 de padecer adenocarcinoma cervicouterino frente a las mujeres con un resultado negativo para HPV (International Collaboration of Epidemiological Studies of Cervical Cancer, 2006). Si bien existen otros factores de transmisión sexual, como el virus 2 del herpes simple, que contribuyen a la causa, 99.7% de los cán- ceres cervicouterinos es causado por un subtipo oncógeno de HPV (Walboomers, 1999). En un metaanálisis de 243 estudios donde participaron más de 30 000 mujeres en todo el mundo, 90% de las que padecía cáncer cervicouterino invasor tenía alguno de los 12 subtipos de alto riesgo de HPV (Li, 2010). De manera espe- cífi ca, en este estudio, 57% de los casos de cáncer cervicouterino CUADRO 30-1. Tasas de incidencia y mortalidad de cáncer cervicouterino estandarizadas por edad (por 100 000 mujeres por año) Todas las razas Caucásica Raza negra Asiáticas y de las islas del Pacífico Nativas americanas y nativas de Alaska Hispana, latina Incidencia 8.1 8.0 10.0 7.3 7.8 11.1 Mortalidad 2.4 2.2 4.3 2.1 3.4 3.1 Basado en casos diagnosticados durante 2004 a 2008 de 17 áreas geográficas en el programa Surveillance Epidemiology and End Results (SEER). Del National Cancer Institute, 2011. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77030_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 770 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 771Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 riesgo de cáncer cervicouterino. La existencia de más de seis parejas sexuales en toda la vida impone un aumento significativo en el riesgo relativo de cáncer del cuello uterino. De igual manera, el pri- mer coito antes de los 20 años de edad confiere un riesgo adi- cional de desarrollar cáncer cervicouterino, mientras que el inicio de relaciones sexuales después de los 21 años sólo muestra una tendencia hacia el aumento en el riesgo. Además, está demostrado que la abstinencia de actividad sexual y la protección con méto- dos de barrera durante el coito disminuyen la incidencia de dicha neoplasia (International Collaboration of Epidemiological Studies of Cervical Cancer, 2006). FISIOPATOLOGÍA ■ Oncogénesis El cáncer epidermoide cervicouterino casi siempre se origina en la unión escamocolumnar a partir de una lesión displásica previa, que en la mayor parte de los casos sigue a la infección con HPV (Bosch, 2002). Aunque la mayoría de las jóvenes elimina pronto este virus, aquellas con infección persistente pueden desarrollar enfermedad cervicouterina displásica preinvasora. En general, la progresión de displasia a cáncer invasor requiere varios años, pero existen varia- ciones amplias. Las alteraciones moleculares implicadas en la car- cinogénesis cervicouterina son complejas y no se comprenden por completo. Ha sido difícil descubrir estos fenómenos moleculares comunes adicionales y los estudios demuestran una gran heteroge- neidad. Por consiguiente, se sospecha que la oncogénesis se debe a efectos interactivos entre agresiones ambientales, inmunidad del hospedador y variaciones genómicas en las células somáticas (Helt, 2002; Jones, 1997, 2006; Wentzensen, 2004). El virus del papiloma humano tiene una función importante en el desarrollo del cáncer cervicouterino. Hay más evidencia suges- tiva de que las oncoproteínas de HPV pueden ser un componente crucial de la proliferación cancerosa continua (Mantovani, 1999; Munger, 2001). A diferencia de los serotipos de bajo riesgo, los serotipos oncógenos de HPV pueden integrarse en el genoma humano (fig. 30-1). Como resultado, con la infección, las pro- ■ Comportamiento reproductivo La paridad y uso de anticonceptivos orales combinados (COC) tiene una relación significativa con cáncer de cuello uterino. Los datos acumulados de estudios de casos y testigos indican que la paridad elevada aumenta el riesgo de desarrollar esta neoplasia maligna. En particular, las mujeres con antecedente de siete emba- razos de término tienen un riesgo casi cuatro veces más alto, y aquellas con uno o dos tienen un riesgo dos veces mayor que las nulíparas (Muñoz, 2002). Además, el uso prolongado de COC pudiera ser un cofactor. Existe una relación positiva significativa entre una proporción sérica baja de estradiol/progesterona y la menor supervivencia general con cáncer cervicouterino en mujeres premenopáusicas (Hellberg, 2005). Los estudios in vitro sugieren que las hormonas podrían tener un efecto permisivo en el crecimiento del cáncer cer- vicouterino al fomentar la proliferación celular y así permitir que las células sean vulnerables a las mutaciones. Además, el estrógeno actúa como fármaco antiapoptósico, permitiendo la proliferación de células infectadas con tipos oncógenos de HPV. En mujeres con DNA de HPV y que usan COC, los riesgos de carcinoma cervico- uterino aumentan hasta cuatro veces en comparación con aquellas con HPV que nunca usaron COC (Moreno, 2002). Además, las usuarias activas de COC y las que tienen nueve años de uso poseen un riesgo mucho más alto de desarrollar carcinoma epidermoide y adenocarcinoma del cuello uterino (International Collaboration of Epidemiological Studies of Cervical Cancer, 2006). Es alentador observar que el riesgo relativo entre las usuarias de COC al parecer disminuye una vez que se interrumpen. En un análisis de la infor- mación de 24 estudios epidemiológicos se observó que 10 o más años después de interrumpir los COC, el riesgo de padecer cáncer cervicouterino se revirtió hasta alcanzar el de las mujeres que jamás los habían utilizado (International Collaboration of Epidemiological Studies of Cervical Cancer, 2007). ■ Actividad sexual Está demostrado que el aumento en el número de parejas sexuales y la edad temprana al momento del primer coito incrementan el Infección Eliminación Avance Regresión Invasión Vías moleculares Persistencia Normal CáncerHPV/CIN1 CIN 3 CBA Inmunidad del hospedador Factores ambientales Modificadores genéticos HPV FIGURA 30-1. Esquema que ilustra la génesis de los cánceres cervicouterinos. Existen dos criterios críticos de valoración en el espectro de la dis- plasia cervicouterina. A. Este punto inicial representa a la célula con riesgo por infección activa por el HPV. El genoma del HPV existe en forma de plásmido, separado del DNA del hospedador. B. La lesión preinvasora importante desde el punto de vista clínico, neoplasia intraepitelial cervical 3 (CIN 3) o carcinoma in situ (CIS) representa un estadio intermedio en la formación del cáncer cervicouterino. El genoma del HPV (hebra roja de DNA) ya se ha integrado en el DNA del hospedador, provocando una mayor capacidad de proliferación. C. Los efectos interactivos entre las agre- siones ambientales, la inmunidad del hospedador y las variaciones en el genoma de las células somáticas provocan cáncer cervicouterino invasor. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd77130_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 771 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 772 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 moleculares que ocurren en las células precancerosas y cancerosas del cuello uterino. ■ Diseminación tumoral Después de la oncogénesis, el patrón de crecimiento local puede ser exofítico si el cáncer nace del ectocérvix, o endofítico si se origina en el conducto endocervical (fig. 30-3). Es más probable que las lesiones en la parte más baja del conducto y sobre el ectocérvix sean visibles durante la exploración física. Otra opción es que el creci- miento sea infiltrativo y en estos casos son frecuentes las lesiones ulcerativas si dicho crecimiento se acompaña de necrosis. Diseminación linfática Grupos de ganglios linfáticos. El cuello uterino tiene una red abundante de linfáticos que siguen el trayecto de la arteria uterina (fig. 30-4). Estos conductos drenan sobre todo hacia los ganglios linfáticos paracervicales y parametriales. Por consiguiente, tales ganglios linfáticos son importantes en la clínica y se extirpan como parte de la resección parametrial durante la histerectomía radical. Los linfáticos que drenan el cuello uterino se denominan ganglios linfáticos paracervicales y se localizan en el punto donde el uréter cruza sobre la arteria uterina. El segmento uterino inferior y el fondo drenan hacia los ganglios parametriales. Desde los ganglios parametriales y paracervicales, la linfa fluye luego hacia el grupo ganglionar obturador y a los ganglios linfá- ticos de la iliaca interna, externa y primitiva, y fi nalmente en los ganglios linfáticos paraaórticos. En cambio, los vasos linfáticos de la parte posterior del cuello uterino pasan por los pilares rectales y los ligamentos uterosacros hacia los ganglios rectales. Dichos gan- glios se identifican durante la histerectomía radical y se extirpan con los ligamentos uterosacros. El patrón de diseminación tumoral casi siempre sigue el drenaje linfático cervicouterino. Por tanto, a menudo hay compromiso de los linfáticos vinculados con los ligamentos cardinales y las estruc- turas parametriales anteriores y posteriores. Conforme las lesiones primarias crecen y el compromiso linfático avanza, la invasión local aumenta y al final se vuelve extensa. Compromiso del espacio vascular y linfático. Conforme el tumor invade planos más profundos del estroma, entra a los capilares sanguíneos y vasos linfáticos (fig. 30-5). Este tipo de crecimiento invasor se denomina compromiso del espacio vascular y linfático (LVSI, lymphovascular space involvement) y no se incluye en la estadificación clínica del cáncer cervicouterino. Sin embargo, su presencia se considera un indicador de mal pronóstico, sobre todo en los cánceres cervicouterinos en etapa temprana. Por tanto, la presencia de LVSI a menudo amerita el ajuste del procedimiento quirúrgico apropiado y radioterapia adyuvante. teínas de replicación temprana del HPV oncógeno, E1 y E2, per- miten al virus replicarse dentro de las células del cuello uterino. Tales proteínas se expresan en concentraciones altas en etapas tem- pranas de la infección. Pueden inducir cambios citológicos que se detectan como lesiones intraepiteliales escamosas de baja maligni- dad (low-grade squamous intraepithelial, LSIL) en las pruebas de Papanicolaou. Después puede haber amplificación de la replicación vírica y transformación subsiguiente de las células normales a células tumorales (Mantovani, 1999). En particular, los productos géni- cos oncoproteínas E6 y E7 están implicados en esta transforma- ción (fig. 30-2). La proteína E7 se une con la proteína supresora tumoral de retinoblastoma (Rb), mientras que E6 se une con la proteína supresora tumoral p53. En ambos casos, la unión conduce a la degradación de estas proteínas supresoras. El efecto de E6 en la degradación de p53 está bien estudiado y se vincula con la pro- liferación e inmortalización de las células cervicales (Jones, 1997, 2006; Mantovani, 1999; Munger, 2001). En el cuadro 30-2 se mencionan otros mecanismos de alteraciones genéticas y cambios Función de E6 y E7 del HPV E7 Rb p-Rb + E2F Progresión del ciclo celular Ciclo celular no regulado Inmortalización Activa E6AP p53p21 Degradación de p53 E6 Se une con p53 FIGURA 30-2. Diagrama de oncoproteínas E6 y E7, y de las proteínas supresoras tumorales p53, p21 y de retinoblastoma (Rb). A la izquierda, la oncoproteína viral E6 se une en forma directa con p53 y también activa a E6AP para degradar la proteína supresora tumoral p53. A la derecha, la oncoproteína E7 fosforila a la proteína supresora tumoral de retinoblastoma, lo que causa la liberación de factores de transcripción E2F, que participan en la progresión del ciclo celular. También está demostrado que E7 regula en descenso la producción de la proteína supresora tumoral p21 y trastorna la función de p53. Al final, el efecto acumulado de las oncoproteínas E6 y E7 conduce a la alteración del ciclo celular, lo que promueve la proliferación celular descontrolada. CUADRO 30-2. Alteraciones genéticas en el cáncer cervicouterino Alteraciones genéticas Mecanismo Función Expresión excesiva de oncoproteínas HPV E6 y E7 Integración en el genoma del hospedador Disregulación del ciclo celular; inhibición de apoptosis Alteraciones cromosómicas Ganancias y pérdidas regionales, y aneuploidía global Pérdida o ganancia de función génica Modificación epigenética Metilación anormal Pérdida de la función génica HPV, virus del papiloma humano. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77230_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 772 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 773Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 TIPOS HISTOLÓGICOS ■ Cáncer epidermoide Los dos subtipos más frecuentes de cáncer cervicouterino son el adenocarcinoma y el epidermoide (cuadro 30-3). Este último es más predominante, comprende 75% de todos los cánceres cervi- couterinos y se origina en el ectocérvix. En los últimos 30 años ha habido un descenso en la incidencia de cánceres epidermoides y aumento en la de adenocarcinomas cervicouterinos. Tales cambios se atribuyen a un mejor método de detección para lesiones escamo- sas tempranas del cuello uterino y al aumento en la prevalencia de HPV (Vizcaino, 2000). Los carcinomas escamosos se subdividen en carcinomas queratinizantes y no queratinizantes. Los primeros poseen perlas de queratina y nidos de epitelio escamoso neoplá- sico (fig. 30-7). Los carcinomas no queratinizantes tienen nidos redondos de células escamosas neoplásicas con queratinización individual, pero carecen de las perlas de queratina. El carcinoma Extensión tumoral local y distal A menudo se produce obstrucción ureteral por la extensión de los parametrios hasta la pared lateral de la pelvis, resultando en hidronefrosis (fig. 30-6). Además, es posible que haya invasión vesical por extensión tumoral directa a través de los ligamentos vesicouterinos (soportes de la vejiga) (fi g. 38-18, pág. 934). Es menos frecuente la invasión del recto porque existe una separación anatómica con el cuello uterino por el fondo de saco posterior. La metástasis distante se produce por diseminación hematógena y los órganos afectados con mayor frecuencia son los pulmones, los ovarios, el hígado y el hueso. FIGURA 30-3. Pieza de histerectomía radical con crecimiento exofítico de adenocarcinoma cervicouterino (flechas) en el conducto endocervi- cal. (Fotografía aportada por el Dr. John Schorge.) Metástasis distantes Iliacos primitivos Iliacos internos Parametriales Inguinales Iliacos externos Sacros Paracervicales Obturatrices Aórticos FIGURA 30-4. Dibujo del drenaje linfático del cuello uterino. Los ganglios linfáticos parametriales se extirpan como parte de la histe- rectomía radical. La disección de los ganglios linfáticos para el cáncer cervicouterino abarca la extracción de los ganglios linfáticos pélvicos (desde la arteria y vena iliaca externa, la arteria iliaca interna y la arteria iliaca común) cono sin disección de los ganglios linfáticos para- aórticos hasta el nivel de la arteria mesentérica inferior. (Tomada de Henriksen, 1949, con autorización.) FIGURA 30-5. Microfotografía del compromiso del espacio vascular y linfático. Un vaso linfático grande tapado con cáncer epidermoide (flecha). (Fotografía aportada por la Dra. Raheela Ashfaq.) FIGURA 30-6. La imagen por tomografía computarizada (CT) revela hidronefrosis (flecha) causada por compresión tumoral del uréter dere- cho. (Imagen aportada por el Dr. John Schorge.) 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77330_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 773 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 774 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 (fig. 30-8). La variedad mucinosa endocervical se asemeja al tejido endocervical normal, mientras que el tipo intestinal se asemeja a las células intestinales y algunas veces comprende células caliciformes. El adenocarcinoma con desviación mínima, también conocido como adenoma maligno, se caracteriza por la presencia de glándulas lisas desde el punto de vista citológico con forma y tamaño anormales. Estos tumores contienen un mayor número de glándulas colocadas a mayor profundidad que las glándulas endocervicales normales. Los adenocarcinomas vellosos-glandulares están formados por papilas superfi ciales. La porción superfi cial a menudo se asemeja a un ade- noma velloso, mientras que la porción más profunda está formada por glándulas ramifi cadas y ausencia de desmoplasia. Los adenocarcinomas endometrioides son los segundos más fre- cuentes y exhiben glándulas que se asemejan al endometrio. El car- cinoma seroso es idéntico al carcinoma seroso de ovarios o útero y es bastante raro. Los adenocarcinomas de células claras corresponden a menos de 5% de los adenocarcinomas cervicouterinos y reciben su nombre por su citoplasma claro (Jaworski, 2009). En raras oca- siones surgen adenocarcinomas en los vestigios mesonéfricos del cuello uterino y se les denomina adenocarcinomas mesonéfricos. A menudo aparecen a los lados y son agresivos. Comparación del pronóstico La evidencia que describe al pronóstico del carcinoma escamoso frente al del adenocarcinoma es contradictoria. En el estudio alea- torizado de cáncer cervicouterino en estadios IB y IIA de Landoni et al. (1997) se demostró una supervivencia global mucho menor desde el punto de vista estadístico entre las mujeres con adenocar- cinoma frente al carcinoma escamoso. Sin embargo, el Gynecologic Oncology Group (GOG), en un estudio ulterior, encontró que la supervivencia global de las mujeres con carcinoma escamoso IB y adenocarcinoma era similar (Look, 1996). La evidencia sugiere que los adenocarcinomas avanzados (estadios IIB a IVA) tienen un pronóstico más sombrío que los carcinomas escamosos del mismo estadio (Eifel, 1990; Lea, 2002). La publicación anual del año 2006 de la International Federation of Obstetricians and Gynecologists (FIGO), que reunió a más de 11 000 carcinomas escamosos y 1 613 adenocarcinomas, demostró que las mujeres con adenocarcinoma tienen un pronóstico más sombrío en cual- quier estadio que las que padecen un carcinoma escamoso (Quinn, 2006). En conclusión, la evidencia sugiere que el adenocarcinoma cervicouterino es una variedad de alto riesgo. escamoso papilar es una variedad rara que se asemeja al carcinoma vesical de células de transición. ■ Adenocarcinomas El grupo de los adenocarcinomas cervicouterinos se conforma con los subtipos listados en el cuadro 30-3. En cambio con el carci- noma epidermoide cervicouterino, los adenocarcinomas compren- den 20 a 25% de los cánceres de cuello uterino y se originan en las células glandulares endocervicales productoras de moco. Por su origen dentro del endocérvix, los adenocarcinomas a menudo permanecen ocultos y es posible que estén avanzados antes de que haya evidencia clínica de su presencia. Durante la exploración física a menudo confi eren al cuello uterino forma de barril palpable. Los adenocarcinomas exhiben diversos patrones histológicos formados por distintos tipos de células. De éstos, los más frecuen- tes son los adenocarcinomas mucinosos, los que se subdividen en endocervical, intestinal, con desviación mínima o velloso-glandular FIGURA 30-7. Nidos de células malignas (flechas) con perlas centra- les de queratina brillantes y eosinófilas que invaden el estroma y se acompañan de una respuesta linfocítica repentina. (Fotografía propor- cionada por la Dra. Raheela Ashfaq.) CUADRO 30-3. Subtipos histológicos Escamoso Adenocarcinoma Carcinoma cervicouterino mixto Tumores cervicouterinos neuroendocrinos Otros Queratinizante No queratinizante Papilar Mucinoso Endocervical Intestinal Desviación mínima Velloso-glandular Endometrioide Seroso Células claras Mesonéfrico Adenoescamoso Células vidriosas Neuroendocrino de células grandes Neuroendocrino de células pequeñas Sarcomas Linfomas Melanomas Los carcinomas de células escamosas representan el 75% de todos los cánceres cervicouterinos y los adenocarcinomas representan de 20 a 25% de los cánceres cervicouterinos. Los otros tipos celulares son raros. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77430_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 774 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 775Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 tamiento de los sarcomas cervicouterinos son limitadas. La mayor parte de los casos se trata con múltiples modalidades. Los melano- mas a menudo se presentan como ganglios ulcerados de color azul o negro. Estos tumores tienen un pronóstico pobre. DIAGNÓSTICO ■ Síntomas Algunas mujeres con diagnóstico de cáncer cervicouterino son asintomáticas. Sin embargo, para aquellas con síntomas, el cán- cer cervicouterino en etapa temprana puede causar secreción vagi- nal acuosa teñida con sangre. También puede haber hemorragia vaginal intermitente después del coito o duchas. Conforme crece el tumor maligno, la hemorragia casi siempre se intensifica y en ocasiones la paciente se presenta a la sala de urgencias con hemo- rragia incontrolable en el lecho tumoral. Si una mujer acude con hemorragia abundante por cáncer cervicouterino, la hemorragia se contiene con una combinación de solución de Monsel y tapo- namiento vaginal. También se puede utilizar acetona tópica para obtener la hemostasia, principalmente en los casos que son rebeldes a la solución de Monsel (Patsner, 1993). Se introduce una sonda de Foley para vaciar la vejiga puesto que el taponamiento interfi ere con la micción normal y además permite vigilar con precisión el gasto urinario. Si la hemorragia persiste, se suministra radioterapia de urgencia. Otra opción es la embolización o ligadura de la arteria hipogástrica ante una hemorragia rebelde. Sin embargo, se debe tener cautela puesto que la oxigenación del tumor disminuye si se obstruyen estos vasos sangíneos. Como se mencionó en el capítulo 28 (pág. 724), la radioterapia es más efectiva en un ambiente oxi- genado. En un estudio se observó una supervivencia específi ca para la enfermedad más corta en los pacientes sometidos a embolización antes de una quimiorradioterapia defi nitiva (Kapp, 2005). En las pacientes con hemorragia abundante, el apoyo hemodinámico de la paciente debe seguir las normas descritas en el capítulo 40 (pág. 1006). Con la invasión parametrial y la extensión a la pared lateral de la pelvis, el tumor comprime órganos adyacentes y causa síntomas. Por ejemplo, el edema en las extremidades inferiores y dolor lum- ■ Carcinomas cervicales mixtos Estas neoplasias cervicouterinas malignas son raras. Los adenocarci- nomas adenoescamosos no difieren mucho de los del cuello uterino. El componente escamoso está poco diferenciado y poco quera- tinizado. El carcinoma de células vidriosas describe una forma de carcinoma adenoescamoso poco diferenciado en el que las células tienen citoplasma con apariencia de vidrio molido y un núcleo prominente con nucléolos redondeados. ■ Tumores neuroendocrinos del cuello uterino Estas neoplasias malignas rarasincluyen tumores de células grandes y células pequeñas del cuello uterino. Los tumores neuroendocri- nos son muy agresivos e incluso los cánceres en etapa temprana tienen un índice relativamente bajo de supervivencia libre de enfer- medad a pesar del tratamiento con histerectomía radical y quimio- terapia adyuvante (Albores-Saavedra, 1997; Viswanathan, 2004). Los tumores neuroendocrinos de células grandes forman hojas tra- beculadas o sólidas y las células miden entre tres y cinco veces más que los eritrocitos. Por el contrario, el carcinoma neuroendocrino de células pequeñas contiene una población uniforme de células chicas con un alto índice núcleo:citoplasma y se parece al carci- noma de células pequeñas del pulmón. Con frecuencia se utilizan los marcadores neuroendocrinos como cromogranina, sinaptofi - sina y CD56 para confi rmar el diagnóstico. En pocas ocasiones, los tumores endocrinos y paraendocrinos se relacionan con estas neoplasias neuroendocrinas. ■ Otros tumores malignos Raras veces, el cuello uterino es el sitio donde se desarrollan sar- comas, linfomas malignos y melanomas. La mayor parte de estos tumores se presenta como una masa cervicouterina hemorrágica. Al principio, la diferenciación de los sarcomas cervicouterinos de un sarcoma uterino primario requiere un estudio patológico cui- dadoso y localización de la masa principal del tumor. Los leiomio- sarcomas cervicouterinos y los sarcomas estromales cervicouterinos tienen un pronóstico muy malo, parecido al de los sarcomas uteri- nos. Como estos tumores son raros, las declaraciones sobre el tra- G A B FIGURA 30-8. Adenocarcinoma cervicouterino. A. Fotografía de un cáncer cervicouterino invasor que se origina a partir del endocérvix. (Fotografía proporcionada por el Dr. David Miller.) B. Microfotografía de un adenocarcinoma cervicouterino. Obsérvese el crecimiento superficial del adenocar- cinoma (flecha) en relación con una glándula endocervical normal (G). (Fotografía proporcionada por la Dra. Raheela Ashfaq.) 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77530_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 775 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 776 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 opción es que haya hematómetra o piómetra que expandan la cavi- dad endometrial después de la obstrucción a la salida de líquido por un cáncer cervicouterino primario. En este caso, el útero puede palparse aumentado y cenagoso. En casos de cáncer cervicouterino avanzado puede haber compromiso vaginal y la extensión de la enfermedad se aprecia en el examen rectovaginal. En tales casos, la palpación del tabique rectovaginal entre los dedos índice y medio de la mano del examinador revela un tabique grueso, duro e irre- gular. La parte proximal de la pared vaginal posterior es la que se invade más a menudo. Además, durante el examen rectal digital pueden palparse el compromiso parametrial, uterosacro y parie- tal lateral de la pelvis. Es posible que se invadan uno o ambos parametrios; los tejidos afectados se sienten gruesos, irregulares, firmes y menos móviles. Una masa fija indica la probabilidad de que el tumor se haya extendido a las paredes laterales de la pelvis. Sin embargo, una lesión central puede medir hasta 8 a 10 cm de diámetro antes de llegar a estas paredes laterales. ■ Frotis de Papanicolaou La valoración histológica de la biopsia cervicouterina es la herra- mienta más utilizada para diagnosticar cáncer cervicouterino. Aunque los frotis de Papanicolaou se realizan muy a menudo para detectar la presencia de este tumor, éstos no siempre detectan el cáncer. En particular, dicha prueba tuvo sólo una sensibilidad de 55 a 80% para detectar lesiones de alta malignidad en cualquier prueba determinada (Benoit, 1984; Soost, 1991). Por tanto, el poder preventivo del frotis de Papanicolaou radica en la detección en serie (fig. 30-9). Además, en mujeres con cáncer cervicouterino en etapa I, sólo 30 a 50% de los frotis citológicos individuales obtenidos se leen como positivos para cáncer (Benoit, 1984). De ahí que se desaconseje el uso del Papanicolaou solo para la valo- ración de lesiones sospechosas. Un dato importante es que tales lesiones deben someterse a biopsia dirigida con pinzas para biopsia de Tischler o una cureta de Kevorkian (véase fig. 29-15, pág. 751). Siempre que sea posible se deben obtener biopsias de la periferia del tumor incluido el estroma subyacente para poder diagnosticar invasión en caso de que exista. bar, que a menudo se irradia por la cara posterior de la pierna, es reflejo de la compresión de la raíz del nervio ciático, vasos linfá- ticos, venas o el uréter por el tumor en crecimiento. Cuando hay obstrucción ureteral, puede haber hidronefrosis y uremia, que en ocasiones pueden ser los síntomas de presentación. En estos casos por lo general es necesario colocar una endoprótesis ureteral o una sonda por nefrostomía percutánea. La función renal se conserva idealmente para la quimioterapia. Además, en caso de invasión tumoral de la vejiga o el recto puede observarse hematuria y/o sín- tomas de una fístula vesicovaginal o rectovaginal. ■ Exploración física La mayoría de las mujeres con cáncer cervicouterino tiene resul- tados normales en la exploración física general. Sin embargo, en caso de enfermedad avanzada, el crecimiento de ganglios supracla- viculares o inguinales, edema de extremidades inferiores, ascitis o disminución de ruidos respiratorios en la auscultación pulmonar podrían indicar metástasis. En aquellas con sospecha de cáncer cervicouterino debe hacerse una exploración minuciosa de los genitales externos y la vagina, en busca de lesiones concomitantes. El virus del papiloma humano es un factor de riesgo frecuente para cánceres cervicouterino, vaginal, vulvar y anal. En el examen con espejo, es probable que el cuello uterino parezca normal a simple vista, si el cáncer es microinvasor. La enfermedad visible tiene apariencia variable. Es posible que las lesiones se vean como crecimientos exofítico o endofítico; como una masa polipoide, tejido papilar o que el cuello uterino tenga forma de barril; que haya una ulceración cervical o una masa glan- dular, o como tejido necrótico. También puede haber secreción acuosa, purulenta o sanguinolenta. Por tal razón, el cáncer cervi- couterino puede simular la apariencia de distintas enfermedades que incluyen leiomioma, pólipo cervical, sarcoma o leiomioma uterino prolapsado, vaginitis, eversión del cuello uterino, cervicitis, amenaza de aborto, placenta previa, embarazo cervical, condiloma acuminado, úlcera herpética y chancro. Durante la exploración bimanual, el médico puede palpar el útero crecido a causa de la invasión y crecimiento tumorales. Otra A B FIGURA 30-9. A. Citología vaginal, carcinoma escamoso. Algunos carcinomas escamosos como éste, exhiben células tumorales alargadas y/o queratinización del citoplasma, como lo demuestra el citoplasma orangeofílico. B. Citología vaginal, adenocarcinoma endocervical. Este tipo de ade- nocarcinoma exhibe características citológicas de malignidad como pleomorfismo nuclear, anormalidades de la membrana nuclear y prominencia de los nucléolos. El citoplasma tiende a ser más delicado que en el carcinoma escamoso y contiene mucina. En la práctica algunas veces es difícil dis- tinguir las lesiones glandulares de las lesiones escamosas en la citología vaginal. (Fotografías proporcionadas por Ann Marie West, MBA, CT [ASCP].) 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77630_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 776 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 777Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 sifi cación fue actualizada en el año 2009 y se muestra en el cuadro 30-5 y la figura 30-10. En este capítulo, el término enfermedad en etapa temprana se refi ere a los estadios I a IIA de la FIGO. El término enfermedad en etapa avanzada describe a los estadios IIIB y más. ESTUDIOS RADIOGRÁFICOS Como ya se describió, la estadifi cación del cáncer cervicouterino es clínica y es fundamental contar con unaevaluación precisa para establecer el plan de tratamiento. Por ejemplo, los tumores de etapa temprana se tratan por medio de cirugía, mientras que los tumores más avanzados requieren de radioterapia y/o quimiotera- pia. Los estudios de imagen no modifi can la asignación del estadio (con excepción de las metástasis pulmonares que se observan en la radiografía de tórax y la hidronefrosis que se observa en la CT), los resultados se utilizan para diseñar el tratamiento de cada persona. Además, las metástasis de los ganglios linfáticos, a pesar de no estar incluidas en el sistema de la FIGO, empeoran el pronóstico y se identifi can con los estudios radiográfi cos. Por lo tanto, a menudo se utilizan ciertas herramientas radiográfi cas como CT, resonancia magnética (MR) o tomografía por emisión de positrones (PET) como auxiliares en la evaluación inicial del cáncer cervicouterino. Sin embargo, no existe una estrategia uniforme para utilizar estas herramientas. ■ Resonancia magnética Para defi nir la anatomía, esta herramienta imagenológica ofrece una resolución superior a interfases para tejidos blandos. Por lo tanto, la resonancia magnética es efectiva para medir el tamaño del tumor, incluso en las lesiones endocervicales y para delimitar los márgenes del tumor cervicouterino. Además, ayuda a identifi car la invasión vesical, rectal o parametrial. Desafortunadamente, la resonancia magnética es menos precisa para diagnosticar invasión del estroma cervical microscópico o profundo o para identifi car ■ Colposcopia y biopsia cervicouterina Si se obtienen resultados anormales en el frotis de Papanicolaou, se realiza una colposcopia como se describe en el capítulo 29 (pág. 748). En esta valoración, lo ideal es identificar la zona de transfor- mación completa y obtener biopsias adecuadas del cuello uterino y endocérvix. Se puede colocar un espejo endocervical para obser- var la zona de transformación cuando ésta ha retrocedido hacia el conducto endocervical. En las pacientes con una colposcopia poco satisfactoria y una enfermedad de alta malignidad, se realiza una conización con criobisturí. Las biopsias cervicouterinas por sacabocado o las piezas de coni- zación son las más adecuadas para valorar la invasión por cáncer cervicouterino. Ambos tipos de muestra suelen contener estroma subyacente y permiten la diferenciación entre carcinomas invasores e in situ. De estas opciones, la pieza por conización aporta al pató- logo una muestra de tejido más grande, y son más útiles para diag- nosticar cánceres in situ y cánceres cervicouterinos microinvasores. ESTADIFICACIÓN ■ Estadificación clínica La estadifi cación de los cánceres cervicouterinos es clínica. Los componentes permitidos para la estadifi cación son la conización con criobisturí, la exploración pélvica bajo anestesia, cistoscopia, proctoscopia, pielografía intravenosa (se puede utilizar esta por- ción de la tomografía computarizada [CT]) y radiografía de tórax. En el cuadro 30-4 se enumeran éstos y además las herramientas radiográfi cas y de laboratorio que no se incluyen en la estadifi ca- ción formal pero que contribuyen con información adicional. El edema ampolloso no basta para el diagnóstico de cáncer vesical; para esto se necesita una biopsia. La extensión hacia los ganglios linfáticos no modifi ca el estadio. El sistema de estadifi cación que se utiliza ampliamente para el cáncer cervicouterino es el que diseñó la FIGO en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la International Union Against Cancer (IUAC). Esta cla- CUADRO 30-4. Pruebas utilizadas para evaluar la estadificación del cáncer cervicouterino Prueba A identificar: Laboratorio CBC Análisis de orina Perfil químico Función hepática Concentraciones de creatinina y BUN Anemia previa a la operación, quimioterapia o radioterapia Hematuria Anormalidades electrolíticas Metástasis hepática Deterioro renal u obstrucción Radiológicas Radiografía torácica Pielografía intravenosa CT (abdomen y pelvis) Imagen MR PET Metástasis pulmonar Hidronefrosis Metástasis ganglionar, metástasis a otros órganos distantes, hidronefrosis Invasión extracervical local, metástasis ganglionar Metástasis ganglionar, metástasis distante Procedimientos Cistoscopia Proctoscopia Examen bajo anestesia Invasión tumoral a la vejiga Invasión tumoral al recto Extensión de la diseminación del tumor pélvico, etapas clínicas BUN, nitrógeno ureico en sangre; CBC, biometría hemática completa; CT, tomografía computarizada; MR, resonancia magnética; PET, tomografía por emisión de positrones. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77730_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 777 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 778 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 trial sutil ni la invasión del estroma cervical profundo. La razón es que su resolución en los tejidos blandos es defi ciente y por lo tanto es difícil distinguir entre invasión del tumor local y el parametrio normal. Asimismo, la CT es limitada por su imposibilidad para detectar metástasis pequeñas en ganglios linfáticos de tamaño nor- mal. Tampoco defi ne con precisión la arquitectura interna de los ganglios. Esto difi culta la distinción entre una hiperplasia reactiva de ganglios linfáticos y metástasis verdaderas. ■ Tomografía por emisión de positrones Como se describió en el capítulo 2 (pág. 52), la PET es una téc- nica imagenológica de medicina nuclear que crea una imagen de procesos funcionales dentro del organismo. Con la FDG-PET, se inyecta un análogo de la glucosa marcado con radioisótopos, fl uo- rodesoxiglucosa (FDG), por vía intravenosa y éste es captado por las células con actividad metabólica como las células tumorales. La PET ofrece un esbozo defi ciente de la anatomía detallada, por lo que a menudo el estudio se interpreta a un lado de la tomografía. Esta combinación permite correlacionar la información metabó- lica y la anatómica. El resultado es que los tomógrafos de PET más modernos están integrados con un tomógrafo de CT y de esta manera es posible llevar a cabo ambos estudios simultáneamente. La FDG-PET es mejor que la CT o MR para identifi car metás- tasis en los ganglios linfáticos y es útil para la evaluación inicial de estas estructuras en el caso de un cáncer avanzado (Belhocine, 2002; Havrilesky, 2005). En un estudio, Grigsby et al. (2001) demostraron que la supervivencia después de la radioterapia pélvica en pacien- tes con captación de FDG en los ganglios paraaórticos (PET+) y con una anatomía paraaórtica normal en la CT es idéntica a una extensión parametrial mínima (Mitchell, 2006). Asimismo, en los cánceres pequeños y en los focos de tejido donde no es posible distinguir al cáncer de otros tejidos como las cicatrices o la necrosis se obtienen resultados falsamente negativos. En estos casos, una herramienta complementaria es la PET, que permite identifi car cambios metabólicos en lugar de anatómicos. Como herramienta para la estadifi cación del cáncer cervicoute- rino primario, la resonancia magnética es mejor que la tomografía para establecer el tamaño del carcinoma, la extensión del tumor y la participación de los ganglios linfáticos (Bipat, 2003; Mitchell, 2006; Subak, 1995). Sin embargo, en general tanto la resonancia magnética como la CT son similares para evaluar el cáncer cervi- couterino (Hricak, 2005). La resonancia magnética se lleva a cabo con más frecuencia en las pacientes en quienes se contempla la posibilidad de llevar a cabo una traquelectomía radical, mante- niendo la fertilidad (Abu-Rustum, 2008; Olawaiye, 2009). ■ Tomografía computarizada Este método es la herramienta imagenológica más utilizada para la evaluación de las lesiones en ganglios linfáticos y metástasis a distancia. Ofrece imágenes de alta resolución de la anatomía, prin- cipalmente cuando se utiliza con medio de contraste. No forma parte de la estadifi cación de la FIGO. Sin embargo, se realiza en muchas mujeres con cánceres cervicouterinos para evaluar eltamaño del tumor y su extensión voluminosa más allá del cuello uterino. También ayuda a detectar ganglios linfáticos hipertrófi cos, obstrucción ureteral y metástasis a distancia (Follen, 2003). Sin embargo, la CT tiene limitaciones similares a las de la reso- nancia magnética. No es precisa para evaluar la invasión parame- CUADRO 30-5. Etapas clínicas del cáncer cervicouterino de acuerdo a la FIGO Etapa Características I IA IA1 IA2 IB IB1 IB2 Carcinoma estrictamente confinado al cuello uterino (debe descartarse la extensión al cuerpo) La invasión del carcinoma puede ser diagnosticada solamente por microscopia, con una profundidad invasiva ≤5 mm y de extensión ≤7 mm La invasión medida del estroma no es mayor de 3 mm de profundidad y no es más ancha que 7 mm Invasión medida del estroma mayor de 3 mm y no mayor de 5 mm de profundidad, no más ancha de 7 mm Lesiones clínicas confinadas al cuello uterino o lesiones preclínicas mayores de IA Lesiones clínicas no más grandes de 4 cm Lesiones clínicas mayores de 4 cm II IIA IIA1 IIA2 IIB El carcinoma se extiende fuera del cuello uterino, pero no se extiende a la pared pélvica; afecta la vagina, pero no hasta el tercio inferior Sin compromiso parametrial evidente Lesiones clínicas no más grandes de 4 cm Lesiones clínicas mayores de 4 cm Compromiso parametrial evidente III IIIA IIIB El carcinoma se extendió a la pared pélvica; en el examen rectal no hay espacio libre de cáncer entre el tumor y la pared pélvica; el tumor afecta el tercio inferior de la vagina; deben incluirse todos los casos con hidronefrosis o falta de función renal, a menos que se conozca otra causa de ellos Sin extensión a la pared pélvica, pero con compromiso del tercio inferior de la vagina Extensión a la pared pélvica y/o hidronefrosis o falta de función renal por el tumor IV IVA IVB El carcinoma se extendió fuera de la pelvis verdadera, o hay compromiso clínico de la mucosa vesical o rectal Diseminación del crecimiento a los órganos pélvicos adyacentes Diseminación a órganos distantes FIGO, International Federation of Obstetricians and Gynecologists. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77830_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 778 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 779Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 quimioterapia paliativa, en lugar de una quimiorradioterapia con intención curativa. DISECCIÓN DE GANGLIOS LINFÁTICOS Como ya se describió, la estadifi cación del cáncer cervicouterino es clínica y no quirúrgica. Sin embargo, la valoración quirúrgica de los ganglios retroperitoneales ofrece una detección exacta de metástasis pélvicas y paraaórticas. Además, también puede hacerse la reducción del volumen de ganglios con carga tumoral. Como la de las pacientes con PET+ y ganglios paraaórticos anormales en la CT. Sin embargo, la PET es insensible para las metástasis linfáticas que miden menos de 5 mm. Además, su función en los tumores de etapa temprana, más pequeños y operables es limitada (Sironi, 2006). De manera específi ca, para los tumores de estadios IA a IIA, Wright et al. (2005) observaron sensibilidad de 53% y especifi cidad de 90% para detectar metástasis en los ganglios linfáticos pélvicos y una sensibilidad de 25% y especifi cidad de 98% para las metástasis en los ganglios paraaórticos. La PET es útil para planear los campos de la radioterapia y para identifi car a las pacientes con metástasis a distancia que son candidatas a una FIGURA 30-10. Esquema que ilustra los estadios del cáncer cervicouterino según la FIGO. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 77930_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 779 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 780 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 metástasis ganglionares son un factor predictivo independiente de la supervivencia (Delgado, 1990; Tinga, 1990). Un estudio del GOG demostró una supervivencia de 86% a los tres años para las mujeres con cáncer cervicouterino en etapa temprana y ganglios linfáticos pélvicos negativos. Esto se comparó con una tasa de tres años de supervivencia de 74% en pacientes que tenían uno o más ganglios positivos (Delgado, 1990). Además, el número de metástasis ganglionares también tiene valor predictivo. Los estudios retrospectivos demostraron índices de supervivencia mucho más altos a los cinco años en aquellas con un ganglio positivo, comparadas con las mujeres que tenían múl- tiples ganglios afectados (Tinga, 1990). De la misma forma, varios autores demostraron el impacto pronóstico negativo del compro- miso ganglionar en el cáncer cervicouterino en etapa avanzada (eta- pas IIB a IV). En general, el compromiso ganglionar microscópico tiene un mejor pronóstico que la enfermedad ganglionar macros- cópica (Cosin, 1998; Hacker, 1995). TRATAMIENTO ■ Enfermedad primaria en etapa temprana Etapa IA El término cáncer cervicouterino microinvasor identifica a este subgrupo de tumores pequeños. Por defi nición, estos tumores no son fáciles de identifi car a primera vista. En particular, como se resultado, la disección ganglionar puede mejorar el tratamiento y por tanto los índices de supervivencia en pacientes con cáncer cer- vicouterino en etapa avanzada. Durante esta disección, la mayoría de los expertos recomienda la biopsia ganglionar en la región de la iliaca primitiva y para- aórtica, así como biopsia selectiva de los ganglios linfáticos con compromiso macroscópico (Querleu, 2000). Para estos procedi- mientos se han estudiado abordajes tradicionales por laparotomía transperitoneal y extraperitoneal, y laparoscópicos. Aunque para el diagnóstico son equivalentes, las técnicas laparoscópicas ofrecen las ventajas posoperatorias de la cirugía mínimamente invasiva. Además, la disección ganglionar laparoscópica se relaciona con menor morbilidad por radiación que cuando ésta se aplica después de laparotomía (Vasilev, 1995). Una ventaja de la estadificación quirúrgica es su mejor sensi- bilidad para detectar metástasis ganglionares pélvicas y paraaórti- cas con más exactitud que las técnicas radiológicas (Goff, 1999). La estadificación quirúrgica permite detectar metástasis micros- cópicas y confirma las metástasis ganglionares macroscópicas. Además, para aquellas con cáncer cervicouterino local avanzado, la estadificación quirúrgica puede hacerse con morbilidad aceptable y los resultados podrían modificar la estrategia terapéutica de una paciente con base en el nivel de metástasis ganglionar. Los estudios retrospectivos sugieren un beneficio de significancia estadística para la supervivencia con quimioterapia extendida, radioterapia de campo extendido o ambas si se identifican ganglios pélvicos o para- aórticos positivos (Hacker, 1995; Holcomb, 1999; Leblanc, 2007). Por lo tanto, los campos de las radiaciones durante la radioterapia se pueden modifi car, garantizando que las pacientes con ganglios linfáticos paraaórticos negativos no reciban un tratamiento exce- sivo con radioterapia de campo extendido y que las pacientes con ganglios linfáticos paraaórticos positivos no reciban un tratamiento menor del necesario. Además de su potencial diagnóstico, la estadifi cación quirúrgica permite reducir el volumen de los ganglios linfáticos macroscópi- cos positivos. En diversos estudios retrospectivos se ha demostrado que la supervivencia libre de enfermedad en las pacientes sometidas a resección de las metástasis macroscópicas en ganglios linfáticos es similar a la de las mujeres con metástasis microscópicas en los ganglios linfáticos (Cosin, 1998; Downey, 1989; Hacker, 1995). Para las pacientes con ganglios linfáticos paraaórticos voluminosos e inoperables la supervivencia a largo plazo es prácticamente nula. A pesar de estos beneficios sugeridos, algunos expertos argu- mentan que los beneficios de la estadificación quirúrgica, si los hay, son mínimos. Tales estudios estiman un beneficio de sólo 4 a 6% en la supervivencia después de la reducción quirúrgica enérgica de volumen de los ganglios linfáticos retroperitoneales (Kupets,2002; Petereit, 1998). PRONÓSTICO ■ Factores pronósticos La importancia de la carga tumoral en la supervivencia está bien demostrada, ya sea que se mida por etapa de la FIGO, tamaño en centímetros o estadificación quirúrgica (Stehman, 1991). De estos factores definitorios, la etapa FIGO es el factor pronóstico más significativo (fig. 30-11 y cuadro 30-6). No obstante, en cada etapa el compromiso ganglionar también se convierte en un factor importante para establecer el pronóstico. Por ejemplo, en el cáncer cervicouterino en etapa temprana (etapas I a IIA), las 1.0 0.8 0.6 0.4 0.2 0 5 Años hasta la recaída o muerte por cáncer cervicouterino Etapa IVA (n = 27) S up er vi ve nc ia Etapa III (n = 329) Etapa IIB (n = 219) Etapa IIA (n = 108) Etapa I (n = 282) 10 15 FIGURA 30-11. Gráfica que ilustra la disminución en la supervivencia a los cinco años conforme aumenta la etapa FIGO. (Con autorización de Fyles, 1995.) CUADRO 30-6. Índices de supervivencia con cáncer cervicouterino según la etapa Etapa Supervivencia a cinco años IA 100% IB 88% IIA 68% IIB 44% III 18–39% IVA 18–34% Recopilado de Grigsby, 1991; Komaki, 1995, y Webb, 1980. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 78030_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 780 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 781Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 tanto, los adenocarcinomas microinvasores presentan un dilema terapéutico único por los escasos datos sobre esta etapa tumoral. Sin embargo, con base en la valoración de los datos del Surveillance Epidemiology and End Result (SEER) presentados por el National Cancer Institute, la incidencia de compromiso ganglionar es similar a la de los cánceres epidermoides (Smith, 2002). De los adeno- carcinomas cervicouterinos microinvasores, hay 36 casos tratados con conservación uterina y conización publicados en la bibliografía (Bisseling, 2007; Ceballos, 2006; McHale, 2001; Schorge, 2000; Yahata, 2010). En tales situaciones no se identificaron recurrencias después de una vigilancia corta. Etapa IA2. Las lesiones cervicouterinas con 3 a 5 mm de inva- sión estromal tienen un riesgo de 7% de metástasis ganglionares y un riesgo mayor a 4% de recurrencia. En este grupo de mujeres aún no se demuestra la seguridad del tratamiento conservador. Por tanto, para este grado de invasión es típica la histerectomía radical (histerectomía tipo III) con linfadenectomía pélvica. Unos cuantos autores reportan el tratamiento de lesiones cer- vicouterinas epidermoides en etapa IA2 con traquelectomía y lin- fadenectomía para conservar la fertilidad. Si bien esta técnica es prometedora, tiene una curva de aprendizaje y se necesitan más estudios para comprobar su efi cacia. Varios estudios también recomiendan colocar un cerclaje no absorbible al momento de la traquelectomía radical para mejorar la suficiencia cervicouterina durante el embarazo. Estos procedi- mientos tienen altos índices de curación y hay informes de emba- razos exitosos. Si las mujeres se eligen con cuidado según su edad <45 años, tumor de tamaño pequeño (<2 cm) y compromiso ganglionar negativo, los índices de curación son similares a los de la histerectomía radical (Burnett, 2003; Covens, 1999a,b; Gien, 2010; Olawaiye, 2009). Algunos expertos ofrecen la traquelectomía radical a las pacien- tes con tumores hasta de 4 cm (estadio IB1), pero cerca de 33% de las mujeres con este tipo de tumor necesita una histerectomía radi- cal o quimiorradioterapia adyuvante por la presencia de caracterís- ticas de riesgo intermedio o elevado (Abu-Rustum, 2008; Gien, 2010). En estos casos se recomienda realizar una resonancia mag- nética preoperatoria para evaluar los parametrios y/o una tomo- grafía computarizada para buscar cáncer extracervical. Cuando el tumor se extiende en sentido proximal más allá del orifi cio cervical interno, la traquelectomía está contraindicada. La braquiterapia intracavitaria sola es una alternativa para pacientes con carcinoma microinvasor (etapas IA1 y IA2); tiene resultados excelentes (Grigsby, 1991; Hamberger, 1978). Entre las mujeres elegibles para braquiterapia vaginal se incluye a las ancia- nas, o pacientes no candidatas a cirugía debido a padecimientos médicos acompañantes. Histerectomía Las mujeres con un cáncer cervicouterino en estadios IA2 a IIA de la FIGO, se pueden someter a una histerectomía radical con disección de los ganglios linfáticos pélvicos y con o sin disección de los ganglios linfáticos paraaórticos. La operación es apropiada para aquellas físicamente aptas para tolerar un procedimiento quirúrgico enérgico, las que desean evitar los efectos de la radioterapia a largo plazo y las que tienen contra- indicaciones para radiación pélvica. Las pacientes elegibles por lo común son jóvenes que desean conservar los ovarios y una vagina funcional, no sometida a radiación. muestra en el cuadro 30-6, los criterios para los tumores IA limi- tan la profundidad de invasión a no más de 5 mm y extensión lateral no mayor de 7 mm (fig. 30-12). El cáncer cervicouterino microinvasor conlleva un riesgo menor de compromiso ganglio- nar y un pronóstico excelente después del tratamiento. Un estudio retrospectivo comparó los tumores con diseminación horizontal de 7 mm o menos con aquellos que se extendían más de 7 mm. Se observaron índices más altos de metástasis ganglionar y recurrencia cuando el tumor se extendía más de 7 mm (Takeshima, 1999). Los tumores en etapa IA se subdividen en IA1 y IA2. Esta sub- división refleja la mayor profundidad y anchura de invasión, y los riesgos crecientes de compromiso ganglionar. Etapa IA1. Estos tumores invaden no más de 3 mm, se extienden a no más de 7 mm y se relacionan con el menor riesgo de com- promiso ganglionar. Los cánceres cervicouterinos epidermoides con invasión estromal menor de 1 mm tienen un riesgo de 1% de metástasis ganglionar; aquellos con invasión estromal de 1 a 3 mm conllevan un riesgo de 1.5%. De las 4 098 mujeres estudiadas en esta etapa tumoral, menos de 1% murió por la enfermedad (Ostor, 1995). Esta evidencia apoya el tratamiento conservador del cáncer epidermoide en etapa IA1 si no hay invasión del espacio vascular y linfático (LVSI). En tales lesiones es eficaz el tratamiento con conización cervical sola (cuadro 30-7) (Keighley, 1968; Kolstad, 1989; Morris, 1993; Ostor, 1994). Sin embargo, es preferible una histerectomía total intrafascial (histerectomía tipo I) por vía abdo- minal, vaginal o laparoscópica en mujeres que ya no desean más hijos. Los tipos de histerectomía se describen en el cuadro 30-8. La presencia de LVSI en cánceres microinvasores en etapa IA1 aumenta el riesgo de metástasis ganglionar y recurrencia neoplásica a cerca de 5%. Por consiguiente, en la institución de los autores estos casos suelen tratarse con histerectomía radical modificada (histerectomía tipo II) y linfadenectomía pélvica. En las pacientes que desean conservar la fertilidad, se puede realizar una traque- lectomía radical con disección de los ganglios linfáticos pélvicos (Olawaiye, 2009). Por lo general, los adenocarcinomas se diagnostican en una etapa más avanzada que los tumores epidermoides cervicouterinos. Por FIGURA 30-12. Micrografía de cáncer cervicouterino epidermoide microinvasor (flechas). Los carcinomas epidermoides microinvasores no se observan a simple vista y se identifican en el estudio microscó- pico. Estos focos no rebasan los 5 mm de profundidad ni los 7 mm de extensión lateral. (Fotografía aportada por la Dra. Raheela Ashfaq.) 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 78130_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 781 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 782 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 algunos hospitales se realizan histerectomías tipo II en las mujeres con tumores en estadio IA2 y tumores más pequeños en estadio IB obteniendo buenos resultados (Landoni, 2001). Histerectomía radical (tipo III). En este tipo de histerectomía la resección del parametrio es más amplia. Se abren los espaciosparavesical y pararrectal. Las arterias uterinas se ligan en su ori- gen a partir de las arterias iliacas internas y se reseca el tejido que se encuentra medial al origen de las arterias uterinas (fig. 30-13) (Sección 44-1, pág. 1259). La escisión del parametrio se extiende hasta la pared lateral de la pelvis. Los uréteres se disecan completa- mente de su lecho, y la vejiga y el recto se movilizan para permitir esta amputación más extensa de tejido. El tabique rectovaginal se abre para realizar la disección del recto separándolo de la vagina, y los ligamentos uterosacros se dividen cerca del recto. Piver (1974) describió una resección de todo el ligamento uterosacro, pero esta medida no se lleva a cabo en la actualidad por la gran frecuencia de retención urinaria. Además, se resecan cuando menos 2 cm del tercio proximal de la vagina. Este procedimiento se lleva a cabo para el cáncer en estadios IA2, IB1 y ocasionalmente IB2, IIA1 y en las pacientes con alguna contraindicación relativa a la radiotera- Desde el punto de vista histórico existen cinco tipos de histe- rectomía, como lo describen Piver et al. (1974). Sin embargo, las técnicas utilizadas actualmente en la clínica varían según el grado de soporte circundante que se reseca y se clasifi can en tipos I, II o III (cuadro 30-8). Histerectomía simple (tipo I). La histerectomía tipo I, tam- bién conocida como histerectomía extrafascial o histerectomía sim- ple, elimina el útero y cuello uterino, pero no requiere escisión del parametrio o paracolpio. Es apropiada para alteraciones gineco- lógicas benignas, enfermedad cervicouterina preinvasora y cáncer cervicouterino en etapa IA1. Histerectomía radical modificada (tipo II). La histerectomía radical modificada elimina el cuello uterino, la parte proximal de la vagina, y tejido parametrial y paracervical. Este proceso está des- crito ampliamente en la Sección 44-2 (pág. 1265). Esta histerecto- mía es adecuada para los tumores en estadio IA1 y con márgenes positivos después de la conización en quienes no existe sufi ciente cuello uterino para repetirla. Esta histerectomía también es ade- cuada para las pacientes con cáncer en estadio IA1 con LVSI. En CUADRO 30-7. Tratamiento general del carcinoma cervicouterino invasor primarioa Estadio del cáncer Tratamiento IA1c Se prefiere la histerectomía simple si ha concluido su vida reproductiva o Conización cervical IA1c (con LVSI) Histerectomía radical modificada y linfadenectomía pélvica o Traquelectomía radical y linfadenopatía pélvica en las pacientes que desean conservar la fertilidad IA2b,c Histerectomía radical y linfadenopatía pélvica o Traquelectomía radical y linfadenopatía pélvica en las mujeres que desean conservar la fertilidad IB1b Algunas IB2 IIA1 Histerectomía radical y linfadenopatía pélvica o traquelectomía radical y linfadenopatía pélvica para las mujeres que desean conservar la fertilidad o Quimiorradioterapia Voluminosos IB2 IIA2 Quimiorradioterapia IIB a IVA Quimiorradioterapia o Exenteración pélvica en raras ocasionesd IVB Quimioterapia paliativa y/o Radioterapia paliativa o Tratamiento paliativo (cuidados para desahuciados) a En cada paciente las recomendaciones terapéuticas varían según las circunstancias clínicas. b En algunas instituciones se lleva a cabo una histerectomía radical modificada (tipo II) y linfadenopatía pélvica para las lesiones en estadio IA2 y los tumores pequeños en estadio IB. c Para las que no son candidatas quirúrgicas se puede recurrir a la braquiterapia intracavitaria. d Las pacientes con una lesión en estadio IVA y una fístula son candidatas de una exenteración pélvica. LVSI, afección del espacio linfovascular. 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 78230_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 782 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 783Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 CUADRO 30-8. Tejidos resecados durante las histerectomías simple y extendida Tipo de histerectomía Tejidos que abarcaa Procedimiento Tipob Cuerpoc Parametrios y paracolpos Ligadura de los vasos uterinos Sección de los ligamentos uterosacros Vagina Porción proximal de uréteres y vejiga Histerectomía simple I Se extirpa Se conserva En el istmo uterino A nivel de la inserción del útero Se conserva Se conservan Histerectomía radical modificada II Se extirpa Se extirpa entre el útero y el uréter A nivel del uréter A la mitad del trayecto entre el útero y el recto Se extirpan 1-2 cm Se conservan Histerectomía abdominal radical III Se extirpa Se extirpa desde el origen de los vasos uterinos (a un lado del uréter) En el origen de los vasos iliacos internos Se extirpan por completod Se extirpan ≥2 cm Se conservan Tipo IVe Se extirpa Se extirpa desde el origen de los vasos uterinos (a un lado del uréter) En el origen de los vasos iliacos internos; se ligan por arriba de la arteria vesical Se extirpan por completo Se extirpan ¾ partes Se conservan Tipo Ve Se extirpa Se extirpa desde el origen de los vasos uterinos (a un lado del uréter) En el origen de los vasos iliacos internos; se ligan por arriba de la arteria vesical Se extirpan por completo Se extirpan ¾ partes Se extirpan, se requiere una ureteroilioneo- cistostomía Histerectomía vaginal radical Se extirpa Se extirpa entre el útero y el uréter A nivel del uréter Se extirpan parcialmente Se extirpan ≥2 cm Se conservan Traquelectomía vaginal radical Se conserva Se extirpa parcialmente Se ligan por la rama cervicovaginal descendente A la mitad del trayecto entre el útero y el recto Se extirpan 1-2 cm Se conservan Traquelectomía abdominal radical Se conserva Se extirpa desde el origen de los vasos uterinos (a un lado del uréter) En el origen a partir de los vasos iliacos internos Cerca del recto Se extirpan ≥2 cm Se conservan a Todas con excepción de la histerectomía simple se acompañan de disección de los ganglios linfáticos pélvicos. b Clasificación de histerectomía extendida según Rutledge (tipos I-V) (Piver, 1974). c En las técnicas enumeradas se extirpa el cuello uterino. d Si bien Piver (1974) describió la resección del ligamento uterosacro completo, actualmente no se lleva a cabo por la incidencia tan elevada de reten- ción urinaria. En su lugar, los ligamentos uterosacros se seccionan cerca del recto. e Pese a que fueron descritas por Piver (1974), estas técnicas ya no se utilizan en la clínica. Por lo general las trompas de Falopio y los ovarios se conservan en las mujeres premenopáusicas pero se extirpan en las posmenopáusicas. pia como diabetes, enfermedad pélvica infl amatoria, hipertensión, conjuntivopatías, enfermedad intestinal infl amatoria o tumores de los anexos. El abordaje para las histerectomías tipos I, II y III puede ser abdominal, laparoscópico, asistido con robot o vaginal, depen- diendo de las características de cada paciente y las preferencias y experiencia del cirujano. A principios de 1990, se describieron las técnicas para la histerectomía radical laparoscópica (Canis, 1990; Nezhat, 1992). Las ventajas de una técnica mínimamente invasiva son menos hemorragia y una recuperación más corta. Las compli- caciones trans y posoperatorias son similares no obstante la téc- nica utilizada (Ramirez, 2008). El seguimiento a largo plazo de las pacientes sometidas a una histerectomía radical laparoscópica demuestra una supervivencia global excelente (Lee, 2010). 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 78330_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 783 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 784 Oncología ginecológica SECCIÓ N 4 Los cánceres en etapa II se extienden fuera del cuello uterino. Pueden invadir la parte superior de la vagina y los parametrios, pero no llegan a las paredes laterales de la pelvis. Los tumores en etapa IIA no tienen compromiso parametrial, pero se extienden a la vagina, hasta los dos tercios proximales de la misma. La etapa IIA se subdivide además en IIA1 para el tamaño del tumor ≤4 cm y IIA2 para el tamaño>4 cm. El cáncer en etapa IIB puede invadir la vagina en forma similar a la invasión del tejido parametrial. Tratamiento de los tumores en etapas IB a IIA. Estos cán- ceres pueden tratarse con cirugía o quimiorradiación (fig. 30-15). En un estudio prospectivo de tratamiento primario, 393 muje- res se asignaron al azar para someterse a histerectomía radical y linfadenectomía pélvica o para recibir radioterapia primaria. La supervivencia general a los cinco años y la supervivencia libre de enfermedad fueron estadísticamente equivalentes (83 y 74% para ambos tratamientos). Las pacientes sometidas a cirugía radi- cal seguida de radioterapia tuvieron una morbilidad más elevada (Landoni, 1997). Como la quimiorradiación y la cirugía son opciones viables, lo ideal es que en la decisión del tratamiento óptimo para cada mujer se consideren factores clínicos como estado menopáusico, edad, enfermedad médica concurrente, rasgos histológicos del tumor y diámetro cervical. Para los cánceres cervicouterinos en etapa IB1 y IIA1, la decisión terapéutica se deja a juicio del médico y prefe- rencia de la paciente. La estrategia general de los autores para las pacientes con cánceres cervicouterinos en etapas IB2 y II es la qui- mioterapia y radiación primarias, en forma similar al cáncer cervi- couterino en etapa avanzada. En general, la histerectomía radical para los tumores en estadios IB a IIA se elige para las mujeres premenopáusicas que desean conservar su función ovárica y para las mujeres que tienen inquietudes por una función sexual anormal después de la radioterapia. La edad y peso no son contraindicaciones para la intervención quirúrgica, aunque en general las mujeres mayores permanecen más tiempo en el hospital y las mujeres de mayor peso tienen tiem- pos quirúrgicos más prolongados, mayor pérdida sanguínea e índi- ces más altos de complicaciones de la herida quirúrgica. La cirugía está contraindicada en pacientes con cardiopatía o neumopatía grave. Traquelectomía radical. Esta técnica constituye una opción quirúrgica para conservar la fertilidad en ciertas mujeres jóvenes con cáncer cervicouterino y los estadios de cáncer que son adecua- dos para realizar una traquelectomía radical son similares a los de la histerectomía radical. Frente a la histerectomía radical, la tra- quelectomía radical se lleva a cabo con menos frecuencia. Hacia el año 2008, en la bibliografía se habían recolectado 990 casos (Shepherd, 2008). La traquelectomía radical por lo general se lleva a cabo por vía vaginal, como lo describió Dargent (2000) pero también existe una técnica abdominal (Abu-Rustum, 2006). La técnica abdomi- nal permite realizar una resección más grande de los parametrios y es la ideal para las pacientes con tumores grandes (>2 cm). Se abren los espacios paravesical y pararrectal. De manera similar a la histerectomía radical, los vasos uterinos se ligan en su origen. Los parametrios mediales a los vasos uterinos se resecan. Se realiza una uterólisis completa. De nuevo, se abre el tabique rectovagi- nal y se seccionan los ligamentos uterosacros. El tercio superior de la vagina se reseca. A continuación, se hace una incisión en el útero a nivel del orifi cio interno o ligeramente debajo del mismo con la fi nalidad de conservar 5 mm de endocérvix. En el margen endocervical restante, se obtiene una muestra delgada de tejido, llamada margen rasurado, que se envía para congelarla. En ausencia de cáncer en esta muestra, se coloca un cerclaje utilizando un hilo permanente y se anuda en la cara posterior. El útero se reconstruye hasta la vagina con puntos absorbibles. Después de la traquelectomía radical, la menstruación persiste y la mujer puede concebir en forma natural. Sin embargo, en algu- nos casos se forma una estenosis cervical, por lo que se requiere inseminación intrauterina o fertilización in vitro. Los embarazos a menudo se complican con aborto del segundo trimestre y la fre- cuencia de parto de pretérmino es mayor (Plante, 2005; Shepherd, 2008). Se recomienda una cesárea con incisión clásica. Etapas IB a IIA Las lesiones en etapa IB se definen como aquellas que se extienden más allá de los límites de la microinvasión, pero aún se limitan al cuello uterino. Esta etapa se subdivide en IB1 si el tumor mide 4 cm o menos, o IB2 si es mayor a 4 cm (fig. 30-14). FIGURA 30-14. Tomografía computarizada (CT) de carcinoma cervi- couterino en etapa IB2. (Imagen aportada por el Dr. John Schorge.) FIGURA 30-13. Pieza quirúrgica después de histerectomía radical. La pieza incluye el útero, anexos y parametrios (flechas). (Fotografía aportada por el Dr. John Schorge.) 30_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 78430_Chapter_30_Hoffman_4R.indd 784 06/09/13 21:5306/09/13 21:53 785Cáncer cervicouterino CA P ÍTU LO 3 0 miento sexual por acortamiento de la vagina, dispareunia, factores psicológicos y estenosis vaginal. Después de la radioterapia también puede haber complicaciones urinarias e intestinales tardías, como el desarrollo de fístula, enteritis, proctitis y obstrucción intestinal. Ganglios linfáticos pélvicos positivos. Cerca de 15% de las pacientes con cáncer cervicouterino en etapas I a IIA tiene ganglios linfáticos pélvicos positivos. Los factores de riesgo para el com- promiso ganglionar se mencionan en el cuadro 30-9. En 50% de las pacientes con ganglios afectados, se detectan ganglios positivos macroscópicos durante la operación. En la mayor parte de los casos con ganglios positivos, se abandona la histerectomía radical. Una vez que la paciente se recupera de la cirugía, se administra radiote- rapia y braquiterapia de toda la pelvis con quimioterapia concomi- tante. El 50% de las pacientes con metástasis en ganglios que no se identifi can de manera macroscópica durante la cirugía, se conside- ran dentro del grupo de riesgo elevado de recurrencias después de una histerectomía radical. Como se describirá más adelante, estas mujeres necesitan quimiorradioterapia adyuvante posoperatoria. Riesgo de recurrencia Riesgo intermedio de recurrencia. Para las mujeres sometidas a cirugía radical por un cáncer cervicouterino en etapa incipiente, la GOG ha defi nido una serie de factores de riesgo que ayudan a identifi car a las mujeres con riesgo de padecer recurrencias. El riesgo intermedio describe a las que en promedio tendrían un riesgo de 30% de recurrencia cancerosa en tres años. Los factores inclui- dos en este modelo son la profundidad de invasión tumoral, diá- metro tumoral e invasión del espacio linfático y vascular. Para decidir el tratamiento apropiado en estas mujeres en riesgo, se estudió a las pacientes con estos factores de riesgo inter- medio. Se realizó un estudio con asignación al azar de pacientes que recibieron radiación pélvica después de histerectomía radical o histerectomía radical y observación. Se encontró un riesgo casi 50% menor de recurrencia en el grupo que recibió radioterapia posoperatoria adyuvante (Sedlis, 1999). Sin embargo, esta última no prolonga la supervivencia general. Es importante señalar que estas pacientes no recibieron quimiorradioterapia. En la práctica de los autores, las pacientes de riesgo intermedio se asesoran acerca del riesgo de recurrencia y se les ofrece la opción de quimiorradiación adyuvante. Riesgo alto de recurrencia. También se describe una categoría de riesgo alto entre las pacientes que se someten a cirugía radi- cal para cáncer cervicouterino en etapa temprana. El riesgo alto se define como un riesgo de recurrencia de 50 a 70% en cinco años. Estas mujeres tienen ganglios linfáticos positivos, márgenes quirúrgicos positivos o invasión microscópica de los parametrios (Peters, 2000). A este grupo siempre se le ofrece radioterapia adyuvante. Además, el GOG demostró hace poco que la adición de qui- mioterapia concurrente consistente en cisplatino y 5-fl uoroura- cilo (5-FU) sería beneficiosa para obtener una prolongación significativa de la supervivencia libre de enfermedad
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