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1020 Atlas de cirugía ginecológica 41-1: Incisión vertical media . . . . . 1020 41-2: Incisión de Pfannenstiel . . . . 1022 41-3: Incisión de Cherney . . . . . . . 1024 41-4: Incisión de Maylard . . . . . . . 1025 41-5: Cistectomía ovárica . . . . . . . 1026 41-6: Ooforectomía . . . . . . . . . . . . 1028 41-7: Salpingectomía parcial de intervalo . . . . . . . . . . . . . . . . . 1030 41-8: Salpingectomía y salpingostomía . . . . . . . . . . . . . 1033 41-9: Cornuostomía y resección cornual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1035 41-10: Miomectomía abdominal . . 1039 41-11: Miomectomía vaginal para leiomiomas prolapsados . . . . . . . . 1043 41-1 Incisión vertical media El abordaje abdominal es el primer paso para muchas operaciones ginecológicas. Para este fi n se puede utilizar una incisión ya sea ver- tical o transversal y cada una ofrece ciertas ventajas. Las incisiones verticales pueden ser medias o paramedias, pero de las dos se elige más a menudo la primera. Dicha incisión ofrece acceso rápido, hemorragia mínima, mejor acceso a la parte alta del abdomen, espacio quirúrgico amplio y la fl exibilidad para fácil extensión de la herida si se necesita un mayor espacio o acceso. En esta incisión no 41-12: Histerectomía abdominal . . 1045 41-13: Histerectomía vaginal . . . . . 1051 41-14: Cervicectomía uterina . . . . . 1055 41-15: Dilatación y legrado con instrumental cortante . . . . . . . 1057 41-16: Dilatación y legrado por aspiración . . . . . . . . . . . . . . . 1059 41-17: Himenectomía . . . . . . . . . . 1062 41-18: Incisión y drenaje del conducto de la glándula de Bartholin . . . . . . . . . . . . . . . . . 1063 41-19: Marsupialización del conducto de la glándula de Bartholin . . . . . . . . . . . . . . . . . 1065 41-20: Cistectomía del conducto de la glándula de Bartholin . . . . . . 1066 se secciona ninguna estructura neurovascular importante. Por lo tanto, en las pacientes que utilizan anticoagulantes es preferible utilizar esta incisión PREOPERATORIO ■ Consentimiento informado No obstante estas ventajas, las incisiones en la línea media se acompañan con mayor fre- cuencia de más dolor posoperatorio, resulta- dos estéticos más defi cientes y mayor riesgo de causar una hernia incisional en compra- ción con las incisiones transversas bajas. Hay riesgo de lesión intestinal durante el acceso a 41-21: Incisión y drenaje de un absceso vulvar . . . . . . . . . . 1068 41-22: Vestibulectomía . . . . . . . . . 1070 41-23: Reducción de los labios menores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1072 41-24: Ablación de tabique vaginal transverso . . . . . . . . . . . . 1073 41-25: Operación de Mclndoe . . . . 1075 41-26: Tratamiento de las lesiones preinvasoras ectocervicales . . . . . . . . . . . . . . . 1078 41-27: Conización cervicouterina . . 1083 41-28: Tratamiento de la neoplasia intraepitelial vulvar . . . . 1086 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . 1090 la cavidad abdominal, en especial cuando se encuentran adherencias extensas. Puede ocu- rrir infección de la herida quirúrgica después de cualquier incisión abdominal, lo que se revisa en el capítulo 39. TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. Después de la administración de anestesia regional o general adecuada, se coloca a la paciente en decúbito dorsal. Si se requiere, se corta el pelo que cubre la región donde se planea realizar la incisión; se coloca una sonda de Foley y concluye la preparación abdominal. Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CAPÍTULO 41 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102041_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1020 06/09/13 22:0906/09/13 22:09 1021Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 ➋ Planos cutáneo y subcutáneo. Se hace una incisión media vertical desde 2 a 3 cm por arriba de la sínfisis del pubis con exten- sión cefálica hasta 2 cm de la cicatriz umbili- cal. En casos que requieren un mayor espacio quirúrgico o acceso amplio a la parte alta del abdomen, la incisión puede rodear el lado izquierdo de la cicatriz umbilical y continuar, según se requiera, hacia arriba. Se inciden los planos subcutáneos de las fascias de Camper y Scarpa para alcanzar la aponeurosis del recto mayor del abdomen. ➌ Aponeurosis. Las fibras tendinosas de los músculos de la pared abdominal ante- rior se unen en la línea media para formar la línea blanca, plano aponeurótico sobre el que se lleva a cabo una incisión cerca del punto medio de la herida para evitar la posible lesión de la vejiga. Este corte se extiende en dirección cefálica y caudal hasta alcanzar una longitud parecida a la de la incisión cutánea. Durante este proceso se puede elevar la línea blanca con las puntas de los dedos o los extremos de una pinza de Pean para disminuir al mínimo la lesión de los tejidos subyacentes (fig. 41-1.1). ➍ Peritoneo. Se identifica el peritoneo entre los vientres del músculo recto mayor del abdomen, se sujeta con dos pinzas finas o hemóstatos y se abre en forma cortante. De manera similar, esta incisión se extiende en dirección cefálica y caudal (fig. 41-1.2). Se colocan los dedos por debajo del peritoneo, elevándolo, para evitar una lesión intestinal. Conforme se extiende la incisión en dirección caudal, se puede identificar la cúpula vesical por la mayor vascularidad y grosor del peri- toneo. Además muchas veces se observa el uraco, que es vestigio del alantoides, en forma de un cordón blanco que se extiende desde la cúpula vesical hasta el ombligo en la línea media. Durante el acceso abdominal, los planos de tejido entre la fascia, peritoneo y vísceras pierden claridad en caso de una cirugía pre- via. En esta situación es necesario realizar un acceso gradual en capas para evitar lesionar un órgano. En una técnica se utilizan tijeras de Metzenbaum. Las puntas de la tijera se intro- ducen entre las capas de los tejidos de manera que se puedan observar antes de cortar. De esta manera se reduce el riesgo de seccionar la por- ción más gruesa del intestino o la vejiga. ➎ Campo quirúrgico. Después de ingresar a la cavidad abdominal se aplica un separador de autorretención para separar los músculos de la pared abdominal, el intestino y el epiplón. En la laparotomía húmeda se colocan espon- jas alrededor del intestino, que se orientan con delicadeza en sentido cefálico. En algunos casos es necesario realizar una adherenciólisis para liberar el intestino y retraerlo. Las valvas superiores del separador ayudan a mantener las asas fuera de la pelvis y el campo quirúrgico. Con los órganos pélvicos expuestos se puede proceder a la operación abdominal planeada. ➏ Cierre de la herida. Las aponeurosis se cierran de un extremo a otro utilizando un sur- gete continuo con material de absorción tardía de calibre 0. Si la capa subcutánea mide menos de 2 cm de grosor, no se requiere cierre. Para el cierre de heridas más profundas se usa material de absorción tardía 4-0. La piel se cierra con puntos subdérmicos con material de absorción tardía 4-0 u otro método adecuado (cap. 40, p. 987). POSOPERATORIO Para casi todas las operaciones ginecológicas, la recuperación de una incisión abdominal cons- tituye la porción más prolongada de la recupe- ración posoperatoria. Las incisiones en la línea media causan dolor signifi cativo con la ambu- lación, la tos y la respiración profunda. Como resultado, las mujeres sometidas a laparotomía tienen mayor riesgo de complicaciones trom- bóticas y pulmonares posoperatorias. Por ese motivo, está indicada la prevención de dichas complicaciones como se describe en el capítulo 39 (p. 948). Además, el restablecimiento a la función intestinal suele ser lento y deben vigi- larse los signos de íleo paralítico. FIGURA 41-1.2 Incisión del peritoneo.FIGURA 41-1.1 Incisión de la aponeurosis. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102141_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1021 06/09/13 22:0906/09/1322:09 1022 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 Es importante señalar que la arteria y vena epigástricas inferiores, por lo general yacen por fuera del borde lateral del músculo recto mayor del abdomen y por debajo de las apo- neurosis fusionadas de los músculos oblicuo menor y transverso abdominal (fi gs. 38-2 y 38-3, págs. 919-920). Por lo tanto, al prolon- gar la incisión en sentido más lateral, algunas veces se seccionan estos vasos. Cuando es nece- saria la extensión, se identifi can y cauterizan o ligan estos vasos. Así se evita una hemorragia y la retracción de los vasos con una hemorragia ulterior. Además, también aumenta el riesgo de lesionar los nervios iliohipogástrico e ilioin- guinal al prolongar la incisión en sentido late- ral hasta los bordes del músculo recto mayor del abdomen (Ranh, 2010). El borde superior de la incisión en la apo- neurosis se sujeta con una pinza de Kocher a cada lado de la línea media. Se hace tracción en dirección cefálica y ligeramente ascendente. En la zona superior a la incisión inicial, en forma roma o cortante, se separa la vaina ante- rior del recto mayor del adomen del mismo músculo que se encuentra subyacente. La apo- neurosis se separa fácilmente de los vientres del músculo recto mayor del abdomen pero puede estar densamente adherida en la línea media. Varios nervios y vasos perforantes más peque- ños atraviesan el espacio entre la vaina anterior del recto mayor del abdomen y el músculo como tal. Durante la disección se coagulan dichos vasos, sin lesionar los nervios. Sobre esta disección se ha creado una zona semicircu- lar con un radio de casi 6 a 8 cm (fig. 41-2.2). Se hace una disección similar en la porción inferior de la incisión inicial. ➍ Músculo recto mayor del abdomen. Los vientres del músculo recto mayor del abdo- men se separan en la línea media en forma lo general, son transitorias. Dos complicacio- nes de la cirugía abdominal son la infección de la herida y la tromboembolia venosa, que se describen en el capítulo 39. TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. Después de la administración de una anes- tesia general o regional adecuada, se coloca a la paciente en decúbito dorsal. Cuando es necesario, se corta el vello que cubre la región donde se planea realizar la incisión; se coloca una sonda de Foley; y se concluye la prepara- ción abdominal. ➋ Planos cutáneo y subcutáneo. Dos a tres cm por arriba de la sínfi sis del pubis se hace una incisión transversa de 8 a 10 cm con sus bordes externos arqueados hacia arriba. La incisión se extiende profundamente con bisturí electroquirúrgico a través de los planos subcu- táneos hasta alcanzar la aponeurosis anterior del músculo recto mayor del abdomen. ➌ Aponeurosis. Se incide la hoja ante- rior de la vaina del recto mayor del abdomen en forma transversa en la línea media. En el punto de la incisión, la hoja anterior de la vaina del recto mayor está constituida por lo general por dos planos visibles, las aponeurosis de los músculos oblicuos mayores y una capa fusionada que contiene las aponeurosis de los oblicuos menores y el transverso abdominal (fi g. 38-2, p. 919). Por lo tanto, la extensión lateral de la inci- sión en la vaina anterior del recto mayor del abdomen requiere corte transversal individual de cada plano (fig. 41-2.1). 41-2 Incisión de Pfannenstiel Las incisiones de Pfannenstiel, Cherney y Maylard son transversas, se usan para ope- raciones ginecológicas en el abdomen. De ellas, la de Pfannenstiel es la que se utiliza con myor frecuencia para las laparotomías en Estados Unidos. Como se revisa en el capí- tulo 38 (p. 919), dado que la incisión sigue las líneas de Langer, de tensión en la piel, se pueden lograr resultados estéticos excelentes. Además, se observan tasas menores de dolor posoperatorio, dehiscencia de la aponeurosis y hernia incisional. Sin embargo, con frecuen- cia no se recomienda el empleo de la incisión de Pfannenstiel en aquellos casos en que es indispensable un campo quirúrgico amplio o donde tal vez se requiera el acceso a la porción alta del abdomen. Finalmente, a causa de la disección de los planos aponeuróticos en los músculos oblicuos menores y mayores, existe el riesgo de que se acumule líquido purulento en dichos planos. Por tanto, en casi todos los casos de absceso o peritonitis se requiere una incisión media. PREOPERATORIO ■ Consentimiento informado Los riesgos generales vinculados con las inci- siones transversas de la laparotomía son simi- lares a los de las incisiones verticales (Sección 41-1, p. 1020). Estas incisiones, no obstante, también conllevan el riesgo de lesión de los nervios abdominogenitales mayor y menor y del crural (cap. 40, p. 982). Esas lesiones afec- tan más a menudo la actividad sensorial y, por FIGURA 41-2.1 Incisión de la capa aponeurótica más profunda. FIGURA 41-2.2 La vaina del músculo recto mayor del abdomen se separa del músculo en el fondo. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102241_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1022 06/09/13 22:0906/09/13 22:09 1023Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 pacientes con una capa subcutánea de grosor mayor de 2 cm su cierre puede disminuir las tasas de infección y dehiscencia de la herida quirúrgica. La piel puede cerrarse con grapas o sutura subcutánea con material de absorción lenta 4-0 u otros apropiados para cerrar la piel. POSOPERATORIO La evolución posoperatoria de las incisiones transversas bajas es semejante a la descrita para las incisiones medias (Sección 41-1, p. 1021). través de la incisión vertical, se identifi ca la cúpula vesical durante la sección del peritoneo en sentido caudal para evitar una cistostomía. Una vez que se tiene acceso a la cavidad abdo- minal, el cirujano puede llevar a cabo la ope- ración planeada. ➏ Cierre de la herida. Al concluir la porción intraabdominal de la operación, se inicia el cierre de la incisión. No se requiere el cierre del peritoneo visceral o parietal (cap. 40, p. 986). El plano aponeurótico se cierra suturando con surgete continuo con sutura de absorción lenta calibre 0 (fig. 41-2.4). En roma o cortante. Los músculos piramidales del abdomen, localizados en un plano superfi cial respecto al recto mayor del abdomen, suelen requerir corte en la línea media. ➎ Peritoneo. Al separar el músculo recto mayor del abdomen, se identifi ca el perito- neo como película delgada, se sujeta con dos hemóstatos y se realiza una incisión con ins- trumento cortante. La incisión peritoneal se extiende en dirección cefálica y caudal (fig. 41-2.3). La elevación del peritoneo durante su incisión reduce el riesgo de lesionar el intestino situado debajo. De manera similar al acceso a FIGURA 41-2.3 Incisión del peritoneo. FIGURA 41-2.4 Cierre de la aponeurosis. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102341_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1023 06/09/13 22:0906/09/13 22:09 1024 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 de material de absorción lenta calibre 0 a la cara interna de la hoja inferior de la aponeu- rosis (fig. 41-3.2). Para evitar una osteítis u osteomielitis del pubis, los tendones no deben fi jarse directamente a la sínfi sis del pubis. Se cierra la aponeurosis con surgete continuo con material de absorción lenta calibre 0. En las pacientes con una capa subcutánea mayor de 2 cm, el cierre de tal capa reduce la probabi- lidad de infección y dehiscencia de la herida. La piel se cierra con grapas, sutura subcuticu- lar con material absorbible 4-0 o alguna otra técnica. POSOPERATORIO La evolución posoperatoria de las incisiones transversas bajas es igual a la descrita para las incisiones medias (Sección 41-1, p. 1020). cefálica, se sujeta el peritoneo con dos hemós- tatos y se incide en forma cortante. Esta inci- sión se extiende en forma lateral. Una vez que se accede a la cavidad abdo- minal, se puede proceder a la operación pla- neada. Sin embargo,es importante señalar que el riesgo de lesionar un nervio, principalmente el femoral, aumenta cuando se utilizan retrac- tores de autorretención dentro de esta incisión que por lo general es más amplia. Esto tam- bién aplica para la incisión de Maylard. Es importante tener cuidado para cerciorarse de que las hojas laterales penetran justo debajo de los bordes de la incisión. ➌ Cierre de herida quirúrgica. Durante el cierre de la herida quirúrgica se fi jan los extremos cortados de los tendones del recto mayor del abdomen con puntos separados 41-3 Incisión de Cherney La incisión abdominal de Cherney es trans- versa, similar a la de Pfannenstiel en sus pri- meros pasos. Después de que se abre la vaina anterior del recto mayor del abdomen se cortan en forma transversa los tendones del múscu- lo recto mayor del abdomen y el piramidal del abdomen 1 a 2 cm por arriba de la inserción en la sínfi sis del pubis. Esos músculos se elevan en dirección cefálica para permitir el acceso al peritoneo. Esta incisión ofrece mayor espacio quirúr- gico así como acceso al espacio de Retzius y, por tanto, puede ser una opción primaria en casos donde se espera que esto sea necesario. Además, una incisión de Pfannenstiel puede convertirse a la de Cherney cuando surge la necesidad inesperada de espacio quirúrgico adicional. PREOPERATORIO La preparación y el consentimiento informado antes de una incisión de Cherney son similares a los de una incisión de Pfannenstiel (Sección 41-2, p. 1022). TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Pasos iniciales. Los pasos iniciales son similares a los de la incisión de Pfannenstiel (Sección 41-2, pasos 1 al 3, p. 1022). De esta manera, se realiza una incisión transversal en la piel iniciando 2 o 3 cm por arriba de la sínfi sis, la fascia se secciona de manera transversal por capas y la vaina del recto mayor del abdomen se diseca separándola de los vientres del mismo músculo. Sin embargo, después de estos pasos, las técnicas difi eren. ➋ Aponeurosis. La incisión de la aponeu- rosis expone al músculo recto mayor del abdo- men y al piramidal que es más pequeño, de forma triangular, y yace en una ubicación más caudal y superfi cial. Se introducen los dedos por arriba de la sínfi sis del pubis debajo de los tendones del recto mayor del abdomen hacia el espacio de Retzius, conocido también como espacio prevesical o espacio retropúbico. Esta disección roma se inicia en la porción lateral y se extiende hacia la línea media. Los dedos dentro ejercen presión en sentido dorsal con- tra la vejiga. De esta manera se separan los tendones alejándolos de la vejiga para dismi- nuir la probabilidad de una cistostomía acci- dental durante la sección de los tendones. Se cortan los tendones de ambos músculos de 1 a 2 cm por arriba de la sínfi sis del pubis (fig. 41-3.1). Se elevan los músculos en dirección FIGURA 41-3.1 Corte transversal del tendón. FIGURA 41-3.2 Cierre de la herida. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102441_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1024 06/09/13 22:0906/09/13 22:09 1025Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 calibre 0, 1 a 2 cm del borde cortado del múscu- lo y aponeurosis para reforzar la inserción de la vaina anterior al músculo recto mayor del abdomen. Este refuerzo se realiza en sentido tanto cefálico como caudal del músculo sec- cionado y mejora la reaproximación muscular durante el cierre de la incisión (fig. 41-4.2). ➌ Peritoneo. El peritoneo se toma con dos pinzas hemostáticas y se realiza una incisión que se extiende en sentido lateral (fi g. 41-4.2). Una vez que se logra el acceso a la cavidad peritoneal, se procede con la cirugía planeada. Como ya se mencionó respecto de la incisión de Cherney, es necesario combinar un retrac- tor de autorretención con una incisión de Maylard para reducir el riesgo de compresión de los nervios femoral o genitofemoral. ➍ Cierre de la herida. En el cierre de la incisión, la aponeurosis se une con surgete continuo de material de absorción lenta, cali- bre 0. El cierre de la aponeurosis reaproxima adecuadamente las fi bras musculares cortadas y, en consecuencia, los vientres musculares cortados no se suturan directamente para unir- los. En las pacientes con una capa subcutánea mayor de 2 cm, el cierre de la misma reduce la frecuencia de infección y dehiscencia de la herida. La piel se cierra con grapas, sutura sub- cutánea con material de absorción lenta 4-0 o alguna otra técnica. POSOPERATORIO La evolución posoperatoria de las incisiones transversas bajas es similar a la descrita para las de línea media (Sección 41-1, p. 1021). res a los de la de Pfannenstiel (Sección 41-2, p. 1022). TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Pasos iniciales. Son similares a los de la incisión de Pfannenstiel (Sección 41-2, pasos 1 al 3, p. 1022). De esta manera, se realiza una incisión transversal en la piel, iniciando 2 o 3 cm por arriba de la sínfi sis del pubis y la aponeurosis se secciona de manera transversal por capas. Sin embargo, después de estos pasos las técnicas difi eren. La arteria y vena epigástricas yacen en ubicación posterolateral respecto de los vien- tres del recto mayor del abdomen. En ambos lados, se identifi can, ligan y cortan esos vasos, paso que evita su lesión y hemorragia cuando se corta en forma transversal el músculo recto mayor del abdomen. ➋ Músculo recto mayor del abdomen. El músculo recto mayor del abdomen se diseca con técnica roma para separarlo de la aponeu- rosis transversal y el peritoneo. Es impor- tante señalar que debajo del nivel de la línea arqueada, no existe vaina del recto mayor del abdomen detrás del mismo (fi g. 38-2, p. 919). El cirujano desliza los dedos detrás de los vien- tres del músculo recto mayor del abdomen y a continuación los secciona con un bisturí elec- troquirúrgico (fig. 41-4.1). A diferencia de la incisión de Pfannenstiel, no se diseca la vaina anterior respecto del músculo subyacente. Por lo contrario, se colocan puntos separados o de colchonero con material de absorción lenta, 41-4 Incisión de Maylard La incisión de Maylard difi ere principalmente de las de Pfannenstiel y Cherney porque se cortan en forma transversa los vientres del músculo recto mayor del abdomen. La prin- cipal ventaja de esta incisión es el mayor espa- cio quirúrgico que ofrece. Por ello, a menudo se elige en casos en que se requiere un mayor acceso a la pelvis. La incisión de Maylard es más difícil desde el punto de vista técnico por la necesidad de aislar y ligar las arterias epi- gástricas inferiores y tampoco se utiliza con mucha frecuencia por el temor a un mayor dolor en el posoperatorio, menor fuerza de la pared abdominal, tiempo quirúrgico más prolongado e incremento de la morbilidad por fi ebre. No obstante, en los estudios clí- nicos aleatorizados no se han demostrado estos temores (Ayers, 1987; Giacalone, 2002). La incisión de Maylard se debe evitar en las pacientes con sección de los vasos epigástricos superiores, puesto que el músculo recto mayor del abdomen queda con una irrigación insufi - ciente. Asimismo, las pacientes con una vas- culopatía periférica pronunciada muchas veces sólo tienen las arterias epigástricas inferiores como circulación colateral de las extremidades inferiores y su ligadura provoca claudicación (Salom, 2007). PREOPERATORIO La preparación y el consentimiento informado previos a una incisión de Maylard son simila- FIGURA 41-4.1 Corte transversal del músculo recto mayor del abdo- men. FIGURA 41-4.2 Colocación de material de sutura a través del músculo recto mayor del abdomen y la aponeurosis, e incisión peritoneal. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102541_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1025 06/09/13 22:0906/09/13 22:09 1026 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 incisión de Pfannenstiel. Los casos de quistes en extremo grandes o aquellos donde hay gran preocupación en cuanto al cáncer, pueden requerir una incisiónvertical. Las incisiones verticales permiten el acceso adecuado a la parte superior del abdomen cuando es necesario explorar un cáncer ová- rico, y ofrecen un amplio espacio quirúrgico intraabdominal. En caso de encontrar un cáncer, el líquido que se utiliza para el lavado de la pelvis y la porción superior del abdomen se recolecta y guarda. Se exploran la porción superior del abdomen y la pelvis y se toma biopsia de cualquier excrecencia o zona sospechosa, cuyo material se envía para análisis en cortes con- gelados. Se coloca un separador de autorretención en la incisión y se aíslan el intestino y el epi- plón del campo quirúrgico con compresas. Se lleva a la vista el ovario con la colocación de compresas de laparotomía húmedas en el fondo del saco y debajo del ovario, lo que ayuda a disminuir al mínimo la contamina- ción de la pelvis si se rompe el quiste durante su ablación. ➌ Incisión ovárica. El cirujano sostiene el ovario entre el pulgar y los dedos opuestos. A continuación, con bisturí o con la punta de una aguja electroquirúrgica, se realiza una inci- sión en la cápsula ovárica que cubre la cúpula del quiste. Esta incisión se realiza sobre la superfi cie antimesentérica del ovario para evi- tar disecar los vasos grandes de la base ovárica. Con cuidado se extiende la incisión profunda- mente hasta el estroma ovárico al nivel de la pared del quiste pero sin ingresar a éste y rom- perlo (fig. 41-5.1). A continuación se colocan pinzas de Allis sobre los bordes de la incisión de la cápsula ovárica. ➍ Disección del quiste. Se usa disección roma con la punta del dedo o el mango del bis- hemorragia extensa o lesión del ovario, que requiera la ablación de la gónada. Además, con la cistectomía ovárica se pierde un grado variable de la reserva ovárica. Si se sospecha cáncer ovárico antes de la intervención quirúr- gica, debe instruirse a las pacientes acerca de la posibilidad de una exploración quirúrgica, que incluya la necesidad de histerectomía, epiplec- tomía y ablación de ambos ovarios (cap. 35, p. 868-869). Muchas pacientes sometidas a una cistec- tomía por patología ovárica padecen dolor. En la mayor parte de los casos la cistectomía es curativa, pero en otros el dolor persiste. Esto sucede principalmente en las mujeres con endometriosis concomitante. Por lo tanto, es importante explicar a las pacientes que la cistectomía no siempre alivia el dolor crónico. ■ Preparación de la paciente En general no se requieren antibióticos en el preoperatorio. Si se necesita histerectomía durante la exploración ovárica, se pueden dar antibióticos en el transoperatorio. TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. Por la posibilidad de que se necesite una explo- ración de la parte superior del abdomen si se encuentra cáncer, suele estar indicada la anes- tesia general para este procedimiento intrahos- pitalario. Se coloca a la paciente en decúbito dorsal, se prepara quirúrgicamente el abdomen y se inserta una sonda de Foley. Por la posible necesidad de una histerectomía si se encuentra cáncer, debe incluirse a la vagina en el proceso de preparación. ➋ Acceso abdominal. Casi todos los quis- tes ováricos pueden extirparse a través de una 41-5 Cistectomía ovárica La resección de quistes ováricos suele acele- rarse por síntomas o preocupación de un posi- ble cáncer ovárico. En lugar de extirpar todo el ovario, el retiro del quiste puede ofrecer a las mujeres con alteraciones patológicas posible- mente benignas la oportunidad de conservar la función hormonal y la capacidad reproductiva. Por eso los propósitos de la cistectomía ová- rica incluyen manipulación suave de los teji- dos para limitar la formación posoperatoria de adherencias y la reconstrucción de la anatomía ovárica normal para ayudar a la transferencia de óvulos a la trompa de Falopio. En algunas pacientes se puede hacer una cistectomía por laparoscopia y no por laparo- tomía (Sección 42-6, p. 1133). Varios estudios respaldan el uso seguro y efi caz de la laparos- copia para este problema (Lin, 1995; Mais, 1995; Pittaway, 1991; Yuen, 1997). Aunque casi siempre se prefi ere la laparoscopia, hay ciertos contextos donde su utilidad puede ser limitada. En general, cuando un quiste es grande, las adherencias limitan el acceso y la movilidad, o cuando el riesgo de cáncer es grande, debe usarse en su lugar la laparotomía. Como se resume en el capítulo 9 (p. 263), se sospecha cáncer cuando los quistes rebasan 10 cm de diámetro, hay ascitis concomitante y elevación de los marcadores tumorales séri- cos preoperatorios, y el contenido del quiste parece complejo o sus bordes son irregulares en los estudios de imagenología. PREOPERATORIO ■ Consentimiento informado Además de los riesgos propios de la laparoto- mía, el principal riesgo de la cistectomía es una FIGURA 41-5.1 Incisión en el ovario. FIGURA 41-5.2 Disección del quiste. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102641_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1026 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1027Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 extremadamente adelgazadas, este tejido debe conservarse siempre que sea posible. ➏ Cierre ovárico. Se cierra por planos el lecho ovárico utilizando material de sutura de absorción lenta, 3-0 o 4-0, con lo que se une el tejido gonadal que antes rodeaba el quiste a ambos lados (fig. 41-5.3). En casos en los que se ha adelgazado la superfi cie ovárica, no debe hacerse pasar la punta de la aguja a través de la cápsula porque la exposición resultante de la superfi cie ovárica puede aumentar la forma- ción de adherencias. La incisión ovárica se cierra con puntos subcorticales continuos (a semejanza de las suturas subdérmicas) con material de absor- ción lenta, 4-0 o 5-0. ➐ Cierre de la incisión. Se retiran las compresas de laparotomía del fondo del saco y se irriga la pelvis copiosamente con una solu- ción isotónica, como la de Ringer con lactato. La irrigación adquiere mayor importancia en caso de rotura de un quiste ovárico. Por ejem- plo, cuando se derrama líquido de un teratoma quístico maduro (dermoide) y no se atiende, muchas veces causa una peritonitis química. Dependiendo de la preferencia del cirujano y la anatomía de la paciente, se puede colocar una barrera alrededor del ovario. Se retiran las compresas restantes y el separador y se cierra la incisión abdominal. POSOPERATORIO Después de la operación, los cuidados son similares a los descritos para la laparotomía en general (Sección 41-1, p. 1021). los dedos y la pared del quiste para permitir una mejor tracción. ➎ Ablación del quiste. Una vez que se retira el quiste, se puede enviar el material al departamento de patología para su análisis transoperatorio por cortes congelados. Se revisa el lecho ovárico y se coagulan por electrociru- gía los puntos sangrantes. En casos donde los quistes grandes han distendido y adelgazado la superfi cie del ovario, se puede retirar en forma cortante el exceso de la cápsula. Esta ablación se hace para restablecer la anatomía ovárica normal. Sin embargo, puesto que los folículos ováricos están contenidos incluso en cápsulas turí para alcanzar un plano de disección entre la pared del quiste y el resto del estroma ová- rico (fig. 41-5.2). En ciertos casos, las adhe- rencias obliteran el plano de disección y puede ser necesario hacerla en forma cortante con tijeras. Mientras un ayudante hace tracción suave en las pinzas de Allis en dirección contra- ria a la pared del quiste, el cirujano coloca sus dedos apenas arriba del plano de disección en avance e impulsa el quiste en dirección opuesta a las pinzas de Allis. Tal acción de tracción y contratracción en el plano de disección ayuda a lograrla. Como la superfi cie de la pared del quiste puede ser lisa y resbalosa, el cirujano puede colocar una gasa delgada doblada entre FIGURA 41-5.3 Cierre del ovario. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102741_Chapter_41_Hoffman_4R.indd1027 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1028 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 la paciente en decúbito dorsal, se inserta una sonda de Foley y se lleva a cabo la preparación quirúrgica del abdomen. ➋ Acceso abdominal. Se puede usar una incisión transversa o vertical en el abdomen para la ooforectomía. Los factores clínicos como el tamaño del ovario y el riesgo de cáncer infl u- yen en esta selección (Sección 41-1, p. 1020). ➌ Exposición. Después del acceso al abdo- men se coloca un separador de autorretención como el de O’Connor-O’Sullivan o el de Balfour. Se exploran la pelvis y el abdomen en forma visual y manual y se aísla el intestino del campo quirúrgico con compresas. Los anexos afectados se sujetan y elevan respecto de la pel- vis. Si se encuentran adherencias extensas se restablecen las relaciones anatómicas normales. ➍ Localización del uréter. Por la estre- cha proximidad del uréter con el ligamento infundibulopélvico, se identifi ca el primero antes que cualquier colocación de las pinzas. En muchos casos, es posible observar el uréter debajo del peritoneo de la pared abdominal posterior. En otros casos, el peritoneo se abre directamente para aislar el uréter. ➎ Mesoovario. Los anexos se elevan res- pecto de la pelvis y se revisa visualmente. Si se sospecha cáncer, se obtiene líquido por lavado pélvico y se conserva hasta concluir el análi- sis de la muestra del ovario afectado en cortes congelados. Se colocan dos pinzas de Babcock en puntos equidistantes a lo largo de la trompa de Falopio y un ayudante las extiende y separa del ovario. Se eleva el ovario y aplica tensión suave en dirección opuesta a la trompa (fig. 41-6.1), lo que extiende efi cazmente el me- soovario. debe comentarse específi camente durante el proceso de consentimiento informado. Los quistes ováricos son la indicación más frecuente de una ooforectomía. Puesto que es posible encontrar un cáncer, es importante informar a las pacientes sobre los pasos de la estadifi cación quirúrgica del cáncer ová- rico. Asimismo, cuando un quiste maligno se rompe y derrama su contenido, la paciente debe conocer sus posibles efectos negativos sobre el pronóstico. Por último, muchas pacientes sometidas a una ooforectomía por alguna patología ová- rica, padecen dolor concomitante. En la mayor parte de los casos, la extirpación del ovario es curativa, pero en otros el dolor persiste no obs- tante la cirugía. ■ Preparación de la paciente A menos que se identifi que un absceso ová- rico, no es necesario administrar profi laxis con antimicrobianos. El American College of Obstetricians and Gynecologists (2009a) no recomienda la profi laxis con antibióticos para mujeres sometidas a una laparotomía explo- radora. Cuando se necesita una histerectomía durante la estadifi cación ovárica, se adminis- tran antibióticos transoperatorios (cuadro 39-6, p. 959). TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. La ooforectomía realizada por laparotomía suele requerir anestesia general para permitir la exploración de la porción superior del abdo- men si se encuentra un cáncer. Después de la administración de la anestesia, se coloca a 41-6 Ooforectomía La ablación de un ovario suele hacerse median- te laparoscopia. Sin embargo, está indicada la laparotomía cuando hay gran posibilidad de encontrar un cáncer, si el ovario es mayor de 8 a 10 cm o se prevé encontrar adherencias sig- nifi cativas. En muchos de esos casos se hace una sal- pingooforectomía, como se presentó en la Sec- ción 41-12 (p. 1048). Pero, cuando se desea fecundidad futura, se conserva la trompa de Falopio siempre que sea posible. PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente La ooforectomía se hace por lo general para retirar alteraciones patológicas ováricas que se identifi caron por ecografía transvaginal o trans- abdominal. En pacientes con anatomía mal defi nida, las imágenes por resonancia mag- nética (MR) agregan información adicional. Como se describió en los capítulos 35 y 36 (pp. 861 y 879), cuando se sospecha cáncer se pueden cuantifi car los marcadores tumorales antes de la operación. ■ Consentimiento informado En general las complicaciones graves de la ooforectomía son bajas y similares a las de otras operaciones intraabdominales e incluyen lesión de órganos, hemorragia, infección de herida quirúrgica y las propias de la anestesia. Además, es pequeño el riesgo de lesión de una trompa de Falopio o uréter adyacente, pero FIGURA 41-6.1 Pinzamiento del mesoovario. FIGURA 41-6.2 Ablación del ovario. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102841_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1028 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1029Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 POSOPERATORIO La recuperación de la paciente por lo gene- ral ocurre sin complicaciones y es similar a la descrita para la laparatomía (Sección 41-1, p. 1021). En mujeres de edad reproductiva, cuando sólo se extirpa un ovario se conserva la función hormonal y reproductiva. No obs- tante, cuando se retiran ambos, se presentará la menopausia quirúrgica y puede considerarse la reposición hormonal, como se describe en el capítulo 22 (p. 585). Se colocan pinzas de Pean o de otro tipo en pares, una para cerrar la pared ovárica y la otra a través del mesoovario distal. El tejido entre las pinzas se corta con tijera y se liga con sutura de absorción lenta 2-0 antes de colocar el siguiente par de pinzas. Otro método, en espe- cial ante quistes grandes, consiste en colocar pinzas seriadas a través del mesoovario en una línea que se dirige al útero (fig. 41-6.2). Se toman pequeñas porciones de tejido para evitar plegamientos de la trompa de Falopio. Una vez que se coloca la pinza medial a través del liga- mento ovárico, se pueden usar tijeras de Mayo curvas para cortar entre las pinzas y ovario. El ovario liberado se retira del campo quirúrgico y se envía al departamento de patología para su estudio. A continuación se ligan las pinzas del mesoovario. En caso de sospecha de cáncer se solicita un corte congelado transoperatorio. ➏ Cierre de la herida quirúrgica. Se retiran el separador y las compresas del abdo- men y se cierra la incisión, como se describe en la Sección 41-1 (p. 1020) o 41-2 (p. 1021). 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 102941_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1029 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1030 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 Después de la administración de la anestesia, se coloca a la paciente en decúbito dorsal o en posición de litotomía dorsal baja, se lleva a cabo la preparación quirúrgica del abdomen y se vacía la vejiga. ➋ Minilaparotomía. Para la mayoría de las pacientes es sufi ciente una incisión de mini- laparotomía de 3 a 5 cm al nivel del fondo uterino y se siguen los pasos descritos en la Sección 41-2 (p. 1022) para el acceso abdo- minal. Los separadores de Richardson o Army- Navy pequeños proveen visión adecuada en la mayor parte de los casos. Cuando la paciente se encuentra en posición de litotomía dor- sal baja, se utiliza un manipulador uterino o una barra con esponja vaginal para facilitar la observación de las salpinges. ➌ Identificación de las trompas de Falopio. Un motivo frecuente de fracaso de la esterilización es la ligadura de una estruc- tura equivocada, por lo general el ligamento redondo. Por tanto, se requieren la identifi ca- ción y el aislamiento de la trompa de Falopio antes de la ligadura y el envío de los segmen- tos de trompa para confi rmación por estudio histopatológico. En algunas mujeres, en espe- cial aquellas con adherencias tubarias vincula- das, este paso puede constituir un reto. Al inicio se identifi ca el fondo uterino. Al nivel de los cuernos, la inserción de la trompa de Falopio yace detrás de la del ligamento redondo, orientación que puede guiar inicial- mente al cirujano a la estructura correcta. Se usa una primera pinza de Babcock para elevar la trompa de Falopioen ubicación proximal, en tanto con una segunda se sujeta la trompa en su porción distal. Después se desplaza la primera pinza y se coloca en ubicación dis- tal a la segunda. A continuación se retira la segunda y nuevamente se coloca en un sitio distal respecto de la primera. De esta manera el cirujano “avanza” a lo largo de la trompa para alcanzar la ampolla e identifi car la fi mbria. trual y se utiliza algún método anticonceptivo efectivo hasta el momento de la cirugía. ■ Consentimiento informado Se puede alentar a las mujeres en el sentido de que la salpingectomía parcial es un método efi caz de esterilización. Son comunes las tasas de embarazo menores de 2%. Los descuidos pueden ser consecuencia de la recanalización tubaria o errores de la técnica, como la liga- dura de una estructura equivocada. La esterilización tubaria es un procedi- miento quirúrgico seguro y las tasas de compli- caciones son menores de 2% (Pati, 2000). De ellas, las complicaciones anestésicas, las lesio- nes de órganos y la infección, son las más fre- cuentes. Además, si bien el embarazo es poco frecuente después de la esterilización, cuando ocurre es alto el riesgo de que sea ectópico, lo que ocurre en casi 30% de los casos (Peterson, 1996; Ryder, 1999). Sin embargo, puesto que la esterilización tubaria es un método de anti- concepción muy efi caz, el riesgo global de em- barazo es bajo y, por tanto, también lo es el de embarazo ectópico. Además de los riesgos físicos, un pequeño porcentaje de mujeres experimenta arrepen- timiento después de la esterilización (cap. 5, p. 145). En varios estudios, las tasas de arre- pentimiento alcanzaron 15% (Hillis, 1999; Trussell, 2003). Por ese motivo, antes de la intervención quirúrgica se debe informar a la mujer del riesgo de arrepentimiento, que el procedimiento es permanente y de los méto- dos alternativos y efi caces de anticoncepción a largo plazo. TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. La salpingectomía parcial de intervalo es, por lo general, un procedimiento ambulatorio que se hace bajo anestesia general o regional. 41-7 Salpingectomía parcial de intervalo La salpingectomía parcial de intervalo es simi- lar a la salpingectomía del segmento medio en el puerperio y difi ere sobre todo en el momento en que se realiza el procedimiento quirúrgico y el método de acceso abdominal. A diferencia de la esterilización puerperal, después del parto o aborto, la denominación de intervalo señala su realización sin relación temporal con el embarazo. En consecuencia, en la mayoría de las pacientes sometidas a este- rilización de intervalo el útero es pequeño y yace dentro de los confi nes de la pelvis. Así, el acceso a las trompas de Falopio se lleva a cabo por vía laparoscópica o por una incisión transversa baja en la pared abdominal. En general, la salpingectomía parcial de intervalo consiste en la ablación del segmento medio de la trompa de Falopio y los extremos cortados se sellan por fi brosis y reperitoniza- ción. Los métodos más usados de esterilización de intervalo incluyen las técnicas de Parkland, Pomeroy y Pomeroy modifi cada (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2003). Rara vez se usan las técnicas de Irving y Uchida. Las principales desventajas de estas dos últimas técnicas son la mayor disección, el tiempo quirúrgico más prolongado y la posibi- lidad de lesión del mesosalpinge. De los métodos de esterilización tubaria, rara vez se elige la salpingectomía parcial de intervalo por laparotomía y en Estados Unidos sólo 4% de las mujeres que decide esterilizarse se somete a ese procedimiento (Peterson, 1996). Se emplean más a menudo técnicas laparoscópicas, sobre todo por las ventajas posoperatorias vinculadas (Sección 42-1). En consecuencia, se selecciona por lo general la salpingectomía parcial de intervalo en casos en que tal vez no esté indicada la laparoscopia, como en mujeres con adherencias extensas, aquellas con enfermedad pélvica concomi- tante que dicta una laparotomía, o situaciones donde se carece de equipo o destreza quirúr- gica en laparoscopia. PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente Al igual que con cualquier técnica de esterili- zación, es necesario excluir la posibilidad de embarazo antes del procedimiento, cuantifi - cando la gonadotropina coriónica humana β (hCG-β) en orina o suero. Asimismo, para limitar la posibilidad de un producto de la concepción precoz durante la fase lútea que no sea detectado, el procedimiento se lleva a cabo durante la fase folicular del ciclo mens- FIGURA 41-7.1 Método de Parkland: se crea una abertura en el mesosalpinge. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103041_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1030 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1031Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 Pomeroy. En primer término, se liga la por- ción proximal de la trompa (fig. 41-7.4). Los extremos largos del material de sutura se anu- dan alrededor del asa de la trompa de Falopio, como en el método de Pomeroy (fi g. 41-7.3). A continuación se corta el asa a 0.5 cm de la ligadura. ❽ Método de Uchida. Primero se separa la serosa tubaria de la muscular por la inyección subserosa de solución salina con adrenalina (1:100 000). Se hace una incisión longitudi- nal en la serosa distendida sobre su superfi cie opuesta al mesosalpinge. Se sujeta la serosa peritoneal y se diseca de la muscular tubaria subyacente. Después de esta disección, se liga ➏ Método de Pomeroy. Esta técnica implica sujetar y elevar un segmento interme- dio de la trompa de 2 cm, ligar el asa con cat- gut simple o crómico de 2-0 y después, cortar la porción distal de la misma (fig. 41-7.3). La absorción rápida del material de sutura des- pués de la operación hace que los extremos ligados se separen, con un espacio resultante de 2 a 3 cm entre ambos. ❼ Método modificado de Pomeroy. Se han descrito muchas modifi caciones de la téc- nica de Pomeroy. En una se crea un espacio avascular en el mesosalpinge a la mitad de la trompa. A través de ese espacio se pasa mate- rial de sutura, en forma similar al método de ➍ Método de Parkland de ligadura tubaria. En el punto medio de la trompa de Falopio se identifi ca un espacio avascular en el mesosalpinge y se coloca un hemóstato direc- tamente debajo de la trompa. El sitio seleccio- nado permitirá la resección de un segmento de 2 cm que no incluye la fi mbria, cuya ligadura lleva a un mayor riesgo de recanalización tuba- ria y tasas de fracaso más altas. Se hace avanzar de manera roma el hemós- tato a través del mesosalpinge mientras se aplica contratracción con el dedo índice. Otra vez se hace avanzar a través del defecto, el he- móstato se abre suavemente para expandir la abertura (fig. 41-7.1). Se coloca el extremo de una ligadura de catgut crómico 2-0 en la punta del hemóstato y se hace pasar a través de la abertura, lo que se repite. Se eleva la porción distal del segmento medio y se anuda la sutu- ra distal. Esa elevación permite obtener un seg- mento tubario más grande y ayuda a mantener los extremos cortados bastante separados. Se anuda la segunda ligadura alrededor de la por- ción proximal de la trompa de Falopio. ➎ Ablación tubaria. Se inserta la punta de una tijera de Metzenbaum a través del defecto del mesosalpinge y se corta la porción proxi- mal de la trompa. Se deja un pedículo de 0.5 cm para asegurar que la estructura no se des- lice a través de su ligadura (fig. 41-7.2). Se diseca en forma cortante la cara inferior de la trompa del mesosalpinge hacia la ligadura dis- tal, liberando a la trompa del mesosalpinge. El extremo distal se corta dejando un pedículo de 0.5 cm y se obtiene un segmento adecuado de unos 2 cm de salpinge. Se verifi ca la hemosta- sia de los pedículos y el mesosalpinge y poste- riormente se repite el procedimiento en el otro lado. Los segmentos tubarios se envían para su evaluación histológica. FIGURA41-7.2 Método de Parkland: resección tubaria. FIGURA 41-7.3 Método de Pomeroy. FIGURA 41-7.4 Método de Pomeroy modificado. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103141_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1031 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1032 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 ❿ Cierre de la herida quirúrgica. La herida se cierra como en otras incisiones trans- versas abdominales (Sección 41-2, p. 1023). POSOPERATORIO La recuperación después de una minilaparoto- mía por lo general es rápida y sin complica- ciones, y las mujeres pueden reiniciar su dieta regular y las actividades según las toleren. La esterilización es inmediata después de la ope- ración y se puede reiniciar el coito a criterio de la paciente. Además del arrepentimiento, el riesgo de secuelas físicas o psicológicas a largo plazo es bajo. nos se hace una incisión de 1 cm en la serosa uterina de la pared posterior (fig. 41-7.6). Desde esa incisión se utiliza un hemóstato para hacer un conducto dentro del miometrio, que crea una bolsa de 1 a 2 cm que yace en la pro- fundidad respecto de la serosa, pero paralela a ella. Los dos extremos libres de la ligadura del muñón proximal se montan en una aguja curva, que se introduce en el túnel miometrial y sale hacia la serosa uterina. Se retira la aguja y se hace tracción sobre la sutura, que jala el muñón tubario proximal hacia el interior de la bolsa. Se anuda el material de sutura por fuera de la serosa. La abertura del conducto se cierra alrededor de la trompa mediante puntos separados con material absorbible 2-0. un segmento intermedio de trompa de Falopio disecada de 5 cm y se aplican puntos en la zona proximal y distal con catgut crómico o simple 2-0 y después se extirpa dicho segmento. Los bordes de la serosa se unen con ocultamiento del extremo cortado proximal y la exterioriza- ción del extremo distal (fig. 41-7.5) (Zurawin, 2011). ➒ Método de Irving. La técnica de Irving se inicia de manera similar al método de Parkland. No obstante, después de que se hace el nudo en el segmento tubario proximal, se dejan las hebras largas. El segmento distal se liga y el segmento tubario intermedio se sec- ciona como ya se describió. Cerca de los cuer- FIGURA 41-7.5 Método de Uchida. FIGURA 41-7.6 Método de Irving. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103241_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1032 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1033Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 tratados por laparotomía se trata de un proce- dimiento intrahospitalario y requiere anestesia general. La paciente se coloca en decúbito dor- sal, se inserta la sonda de Foley y se prepara el abdomen para cirugía. ➋ Acceso abdominal. Casi todas las ope- raciones de salpingectomía por laparotomía se abordan con una incisión de Pfannenstiel (Sección 41-2, p. 1022). ➌ Salpingectomía. Una vez que se tiene acceso a los órganos pélvicos, se eleva y valora el anexo. Se coloca una pinza de Babcock rodeándola, lo que la separa del útero y del ovario, tal acción extiende el mesosalpinge (fig. 41-8.1). Con inicio en el extremo distal o fi mbria de la trompa, se coloca una pinza de Kelly en un segmento de 2 cm de longitud del mesosal- pinge, cerca de la trompa de Falopio. Se aplica otra pinza de manera similar, pero cerca del ovario. Esas pinzas ocluyen vasos que atravie- san el mesosalpinge. A continuación, se corta con tijeras el mesosalpinge interpuesto. ➍ Ligadura vascular. Se liga cada pedículo vascular cerca del ovario con material de sutura de absorción lenta 2-0 o 3-0. Ese paso se repite en forma seriada y con cada pinzamiento se incorpora un segmento del mesosalpinge de 2 cm de longitud. El avance se hace desde el extremo ampollar de la trompa hacia el útero. La última pinza se coloca sobre el meso- salpinge y la parte proximal de la trompa de Falopio. Después, se corta el mesosalpinge con tijeras y se libera la trompa del útero. Se liga el pedículo con material de sutura de manera similar. ➎ Cierre de la herida quirúrgica. Si el cirujano así lo desea, los pedículos vasculares expuestos pueden cubrirse con surgete con- tinuo que une el peritoneo (fig. 41-8.2). Se Conservación de la fecundidad La mayor parte de los estudios, no todos, muestra una tasa de fecundidad subsiguiente comparable cuando se hace salpingectomía o salpingostomía para tratar embarazo ectó- pico (Bangsgaard, 2003; Clausen, 1996; Mol, 1998; Tulandi, 1999). Se puede encontrar una exposición más amplia sobre la fecundidad y los resultados a largo plazo de estos procedi- mientos en el capítulo 7 (p. 211). En presen- cia de una trompa uterina contralateral sana, por tanto, la salpingectomía o salpingostomía no ofrece ventaja con respecto a la fecundi- dad futura. Sin embargo, debe considerarse la salpingostomía como opción de tratamiento primario en el embarazo tubario en presencia de enfermedad de la trompa contralateral y deseo de fecundidad futura. Por desgracia, en algunos casos de rotura, la extensión del daño tubario o la hemorragia pueden limitar el res- cate de la trompa y se requerirá salpingectomía. ■ Preparación de la paciente Cuando se lleva a cabo por un embarazo tubario, cualquiera de estos procedimientos suele acompañarse de hemorragia abundante. Se obtiene una biometría hemática completa (BH) y se mide la gonadotropina coriónica humana β (hCG-β). También se obtiene el grupo sanguíneo y pruebas cruzadas cuando menos para dos unidades de paquete globu- lar y otros productos hematológicos según sea necesario. La salpingectomía y la salpingosto- mía se vinculan con bajas tasas de infección y, por ello, no suelen requerirse antibióticos en el preoperatorio. TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. En casi todos los casos de embarazo ectópico 41-8 Salpingectomía y salpingostomía La salpingectomía implica la ablación de la trompa de Falopio con conservación del ova- rio y se usa predominantemente en el trata- miento del embarazo ectópico. Sin embargo, esta intervención quirúrgica también puede emplearse como método de esterilización o para ablación de hidrosalpinge a fi n de mejo- rar las tasas de éxito de la fecundación in vitro (cap. 9, p. 273). La salpingostomía corresponde a una incisión lineal de la trompa de Falopio que suele usarse para retirar el contenido del embarazo ectópico. La cirugía laparoscópica ofrece las ventajas de hospitalizaciones más breves, recuperacio- nes más rápidas y menor dolor posoperatorio (Murphy, 1992; Vermesh, 1989). Por eso, en general se prefi ere el tratamiento laparoscó- pico del embarazo ectópico. Como resultado, los métodos laparoscópicos para salpingecto- mía y salpingostomía hoy sólo se reservan para pacientes con embarazos ectópicos rotos con inestabilidad hemodinámica o en quienes hay contraindicaciones para la laparoscopia. En esos casos la laparotomía ofrece un acceso más rá- pido al abdomen para controlar la hemorragia. PREOPERATORIO ■ Consentimiento informado Casi todas las complicaciones vinculadas con la salpingectomía y salpingostomía ocurren en conjunción con el embarazo ectópico y el riesgo de hemorragia es notorio. Sin embargo, existe el riesgo de lesión del ovario ipsolateral, inde- pendientemente de la indicación. En ciertos casos, cuando es grave, ese daño puede reque- rir la ooforectomía concomitante. Además, la extensión de la patología tubaria hacia el ova- rio muchas veces requiere ooforectomía. Tejido trofoblástico persistente Después de cualquier tratamiento quirúrgico del embarazo ectópico puede persistir el tejido trofoblástico. Los implantes residuales suelen afectar a la trompa de Falopio, pero se han encontrado implantes trofoblásticos extratuba- rios en el epiplón y las superfi cies peritoneales pélvica y abdominal. Los implantes peritonea- les suelen medir de 0.3 a 2.0 cm, con aspecto de nódulos de color rojo oscuro (Doss, 1998). El riesgo de persistencia del tejido trofoblás- tico es menorcon la salpingectomía comparada con la salpingostomía. Además, puesto que la fragmentación de la salpinge durante la salpin- gectomía laparoscópica muchas veces deja tejido trofoblástico, el riesgo es menor con la salpin- gectomía por laparotomía (Farquhar, 2005). FIGURA 41-8.1 Salpingectomía. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103341_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1033 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1034 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 de largo, varía según el tamaño del embarazo. Los productos de la concepción se sujetan y extraen con delicadeza. Posteriormente se rea- liza la hemostasia electroquirúrgica correspon- diente y la incisión tubaria se deja para que cicatrice por segunda intención. POSOPERATORIO En las operaciones realizadas por embarazo ectópico, la salpingectomía o salpingostomía representa la interrupción del embarazo. Por ese motivo, debe valorarse el estado en cuanto al factor Rh de la paciente. La administración de 50 o 300 μg (1 500 UI) de inmunoglobu- lina Rh0 [D] por vía intramuscular en las 72 h que siguen a la operación en mujeres Rh nega- tivo puede aminorar el riesgo de isoinmuniza- ción en embarazos futuros. Dado el mayor riesgo de persistencia de tejido trofoblástico en pacientes que se some- ten a salpingostomía, deben hacerse cuantifi - caciones semanales seriadas de hCG-β hasta alcanzar cifras indetectables. Durante ese periodo debe usarse anticoncepción para evi- tar la confusión entre un tejido trofoblástico persistente y un nuevo embarazo. El reinicio de las actividades y la dieta es similar al de aquellas pacientes con laparoto- mía en general, como se revisa en la Sección 41-1 (p. 1021). usadas en la salpingostomía laparoscópica y se pueden revisar en la Sección 42-5 (p. 1131). Resumiendo, la salpinge dañada se levanta con pinzas de Babcock. A continuación se realiza una incisión a lo largo de su borde antime- sentérico en el sitio del embarazo ectópico. La incisión, que por lo general es de 1 o 2 cm irriga la pelvis y se retiran los detritos sanguí- neos y de tejidos. Se cierra la incisión abdo- minal como se describe previamente en la Sección 41-2 (p. 1023). ➏ Salpingostomía. Las etapas quirúrgicas para la salpingostomía son semejantes a las FIGURA 41-8.2 Cierre peritoneal. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103441_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1034 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1035Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ➊ Anestesia y posición de la paciente. La resección cornual en cuña y la cornuosto- mía por lo general se realizan bajo anestesia general, principalmente cuando se sospecha la posibilidad de rotura cornual. La paciente se coloca en decúbito dorsal y se introduce una sonda de Foley. El abdomen se limpia y cubre con la técnica estéril habitual. Cuando se anticipa la posibilidad de una histerectomía también se prepara la vagina. ➋ Acceso abdominal. Se utiliza una inci- sión transversa o vertical, dependiendo de la situación clínica, como se describe en la Sec- ción 41-1 (p. 1020). ➌ Exposición. En ausencia de rotura cor- nual y hemorragia activa, el intestino se separa con gasas para permitir la exposición adecuada de la pelvis. A continuación se coloca un retractor de autorretención. En caso de encon- trar un hemoperitoneo abundante al penetrar en el abdomen, el cirujano hará lo posible por extraer la sangre con succión y esponjas para laparotomía. De lo contrario, puede elevar de manera manual el útero hasta extraerlo de la pelvis donde lo inspecciona en busca de rotura y hemorragia. Muchas veces comprime el útero entre los dedos con el pulgar en la cara anterior y los demás dedos en la cara posterior para contener la hemorragia. También es útil comprimir la aorta cuando la hemorragia es abundante. ➍ Inspección de la pelvis. Se identifi ca la ubicación del embarazo ectópico. La infor- mación adicional comprende la presencia o ausencia de rotura, el tamaño del embarazo, la cantidad de sangre y el aspecto de los anexos contralaterales (no dañados) antes de decidir la técnica exacta que se va a realizar. ➎ Inyección de vasopresina. Para la cornuostomía o la resección cornual en cuña, se inyecta vasopresina diluida (20 U en 30 a 100 ml de solución fi siológica) en el miome- trio que rodea al embarazo intersticial para ayudar a la hemostasia. Es fundamental aspi- rar con aguja antes de inyectar para evitar la administración intravascular de este vasocons- trictor tan potente. También es importante avisar al anestesiólogo cuando se va a inyec- tar la vasopresina, puesto que se puede elevar repentinamente la presión arterial después de la inyección. Frecuentemente el sitio donde se aplica la inyección cambia de color. ➏ Cornuostomía: incisión. Se realiza una incisión lineal a través de la serosa uterina y el miometrio que cubre al embarazo intersticial (fig. 41-9.2). Conforme la incisión se prolonga Aquí se describe una técnica por laparo- tomía. Sin embargo, los principios y pasos quirúrgicos descritos, aplican también a la vía laparoscópica con algunas modifi caciones mínimas. PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente En algunos casos, principalmente cuando se ha roto un embarazo intersticial y la paciente se encuentra inestable desde el punto de vista hemodinámico, durante el preoperatorio se administran líquidos y transfusiones de san- gre. Además, puesto que existe el riesgo de una hemorragia abundante transoperatoria, se solicita el grupo de sangre y se hacen pruebas cruzadas cuando menos para dos unidades de paquete globular y otros hemoderivados según esté indicado. Es importante informar a la paciente sobre la posible necesidad de admi- nistrar hemoderivados, lo que incluye inmu- noglobulina Rh0 (D) para las que tienen sangre Rh negativa. También se obtiene una BH y una hCG-β basales. Otra posibilidad es la extirpación de la sal- pinge ipsolateral y/o el ovario y la posibilidad de una histerectomía en caso de hemorragia incon- trolable. Cuando la paciente ya ha cubierto su vida reproductiva o cuando ha fracasado una técnica previa de esterilización, se pueden ligar ambas salpinges, realizar una salpingec- tomía bilateral o incluso una histerectomía. ■ Preparación de la paciente Además de mejorar la estabilidad hemodiná- mica de la paciente y asegurar la disponibili- dad de hemoderivados, no se necesita mayor preparación especial. No suele ser necesario administrar antibióticos profi lácticos a menos que se planee una histerectomía. En el caso de una histerectomía, se utilizan los antibióticos descritos en el cuadro 39-6 (p. 959). 41-9 Cornuostomía y resección cornual El embarazo intersticial se forma en una por- ción elástica de la salpinge rodeada de miome- trio (fig. 41-9.1). Esta ubicación permite que el embarazo alcance un tamaño mucho mayor que el embarazo ectópico en otras ubicaciones. Asimismo, la rotura del útero en el cuerno, donde se anastomosan las arterias uterinas y ováricas, provoca una hemorragia abundante. Afortunadamente, la ecografía de alta resolu- ción, la hCG-β y el uso de criterios diagnósti- cos establecidos, han permitido diagnosticar el embarazo intersticial en forma más oportuna. De esta manera es posible evitar la rotura en muchos casos, como sucede en el embarazo ectópico tubario que es aun mucho más fre- cuente. En ciertos casos, este tipo raro de embarazo ectópico se somete a tratamiento no quirúr- gico pero por lo general es necesario realizar alguna técnica quirúrgica. La cornuostomía es análoga a la salpingostomía lineal para el embarazo ectópico tubario (Sección 42-5, p. 1131), mientras que en la resección cornual en cuña se extrae el embarazo intersticial con su miometrio circundante. La resección en cuña se lleva a cabo por lo general a través de una laparotomía y era el tratamiento ideal. Sin embargo, actualmente muchos casos de emba- razo intersticial se tratan por vía laparoscópicay algunos autores consideran que éste consti- tuye el mejor tratamiento (Moawad, 2010). Algunos factores que se deben tomar en consideración para seleccionar el acceso qui- rúrgico y la técnica específi ca son la edad ges- tacional, la presencia de rotura, la estabilidad hemodinámica, el deseo de la paciente de con- servar su fertilidad y las preferencias y habili- dades del cirujano. FIGURA 41-9.1 Embarazo intersticial. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103541_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1035 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1036 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 liza la salpingectomía como se describe en la Sección 41-8.1 (p. 1033). Resumiendo, el mesosalpinge se pinza en serie y se liga a lo largo de su longitud (fig. 41-9.6). De esta manera se separa la salpinge de su mesosal- pinge y ovario ipsolateral (fig. 41-9.7). ➒ Resección cornual en cuña: incisión miometrial. Después de inyectar vasopre- sina, se realiza una incisión en la serosa cornual que rodea el embarazo con un bisturí electro- quirúrgico (fig. 41-9.8). La incisión se angula mientras se profundiza. De esta manera se crea la forma de cuña característica en el miometrio (fig. 41-9.9) La hemostasia se logra por medio de electrocoagulación o con puntos de sutura. lo sufi cientemente fuerte como para evitar la rotura durante la aproximación de los múscu- los, casi siempre de 2-0 o 0. El cierre concluye con una capa de sutura o dos o tres capas para ayudar a la hemostasia y aproximar el miome- trio. Algunos médicos prefi eren una sutura subserosa, similar a los puntos continuos sub- cuticulares, como capa fi nal. Teóricamente de esta manera disminuye la cantidad de material de sutura expuesto, limitando así la formación de adherencias. ❽ Resección cornual en cuña: salpin- gectomía. Con esta técnica, se extraen en bloque el embarazo, el miometrio circundante y la salpinge ipsolateral. Al principio se rea- en sentido inferior, algunas veces salen algu- nos productos de la concepción (fig. 41-9.3). Estos productos de la concepción se extraen por medio de disección roma o cortante, por succión o por hidrodisección (fig. 41-9.4). No obstante la vasopresina, es frecuente observar hemorragia del miometrio y el mejor método para contenerla es por medio de electrocoa- gulación o con sutura en “ocho” con material absorbible 2-0 o material de absorción lenta. ❼ Cornuostomía: cierre de la incisión. La incisión del miometrio por lo general se cierra con material absorbible o de absorción lenta con puntos separados o continuos (fig. 41-9.5). Se selecciona un calibre de sutura FIGURA 41-9.2 Línea de incisión para la cornuostomía. FIGURA 41-9.3 Cornuostomía con extraccióin de los productos de la concepción. FIGURA 41-9.4 Extracción por succión de los productos de la concepción. FIGURA 41-9.5 Cierre de la incisión miometrial. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103641_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1036 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1037Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 FIGURA 41-9.6 Pinzamiento y ligadura en serie del mesosalpinge. FIGURA 41-9.7 Terminación de la salpingectomía. FIGURA 41-9.8 Incisión miometrial. FIGURA 41-9.9 Extracción en bloque de un embarazo intersticial. FIGURA 41-9.10 Cierre de la incisión. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103741_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1037 06/09/13 22:1006/09/13 22:10 1038 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 embarazo para reducir el riesgo de isoinmu- nización en los embarazos futuros. Es impor- tante informarles que tienen mayor riesgo de tener un embarazo ectópico después de un embarazo intersticial. Por último, como sucede con otros tipos de operaciones uterinas como la cesárea clásica o la miomectomía, es mayor la frecuencia de rotura uterina en los embarazos ulteriores principalmente durante el trabajo de parto. Es por esta razón que por lo general se recomienda el parto por cesárea al término del embarazo. POSOPERATORIO Al igual que en la salpingostomía para el tra- tamiento del embarazo tubario, existe mayor riesgo de dejar tejido trofoblástico persistente después de una cornuostomía. Por lo tanto, en el posoperatorio se cuantifi ca la hCG-β de forma seriada hasta que el resultado sea nega- tivo. En las mujeres con Rh negativo, se ad- ministran de 50 a 300 μg (1 500 UI) de inmu- noglobulina Rh0 (D) por vía intramuscular en las primeras 72 h después de interrumpir el ❿ Resección cornual en cuña: cierre de la incisión. La incisión del miometrio casi siempre se cierra en dos o tres capas con material absorbible o de absorción lenta y pun- tos separados o continuos. Al igual que en la cornuostomía, algunos médicos recomiendan cerrar al fi nal la capa subserosa. Sin embargo, dependiendo del grado de tensión de la herida creada por el miometrio contraído, esta sutura muchas veces tracciona a través de la serosa y se necesitan puntos separados o continuos para aproximar la serosa (fig. 41-9.10). 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103841_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1038 06/09/13 22:1106/09/13 22:11 1039Cirugías para trastornos ginecológicos benignos CA P ÍTU LO 4 1 en todas las pacientes que se someten a mio- mectomía. Se puede recomendar para uso en el preoperatorio de mujeres con úteros muy crecidos o anemia preoperatoria, así como en aquellas cuya disminución del volumen uterino permitiría un procedimiento menos cruento para la ablación de los leiomiomas (Broekmans, 1996; Lethaby, 2002). Donación autóloga de sangre. El riesgo de la transfusión sanguínea varía entre los estu- dios y va desde menos de 5% hasta casi 40% (Darwish, 2005; LaMorte, 1993; Sawin, 2000; Smith, 1990). Por ese motivo, en caso de úte- ros grandes, en especial aquellos con leiomio- mas múltiples, se puede considerar la donación autóloga de sangre. De manera similar, se han recomendado técnicas como las de recolección y conservación de células y métodos de reu- tilización de eritrocitos (Yamada, 1997). Las indicaciones, benefi cios y limitaciones de estas formas de transfusión se revisan más amplia- mente en el capítulo 40 (p. 1002). Embolización preoperatoria de las arterias uterinas (UAE). En algunos casos de leiomiomas, la administración de un volu- men adecuado de vasopresina para contener la hemorragia constituye un riesgo de hiper- tensión peligrosa. Asimismo, los torniquetes no siempre detienen la hemorragia. En estos casos, la embolización preoperatoria de la arteria uterina (UAE, uterine artery emboliza- tion) la mañana de la cirugía, constituye una herramienta útil para contener la hemorra- gia. Además, a diferencia de los agonistas de GnRH, la UAE conserva los planos de los teji- dos (Chua, 2005; Ngeh, 2004; Ravina, 1995). Se han observado varias desventajas con UAE que incluyen infarto colateral del tejido adyacente y complicaciones en embarazos sub- siguientes (cap. 9, p. 256). Por esos motivos, tal vez sea mejor limitar la UAE preoperatoria para mujeres con úteros grandes en quienes se espera una hemorragia excesiva y en las que no pretenden un embarazo a futuro. Profilaxis con antibióticos Hay pocos estudios que valoren los benefi cios del uso preoperatorio de antibióticos. Iverson et al. (1996), en su análisis de 101 pacientes de miomectomía, encontraron que si bien 54% de las pacientes recibió profi laxis, la morbili- dad infecciosa no fue menor en esas mujeres que en aquellas en las que no se usaron anti- bióticos. Se ha recomendado la profi laxis con anti- bióticos antes de la miomectomía realizada por infertilidad, por probables adherencias tubarias vinculadas con infección pélvica (Marquard, 2008). Para pacientes en quienes se planea la profi laxis, es apropiada la administración intravenosa de 1 g de una cefalosporina de primera o segunda generación (Iverson, 1996; Periti, 1988; Sawin, 2000). ■ Preparación de la paciente Estado hematológico La menorragia es una indicación frecuente de miomectomía. Como resultado,muchas muje- res que eligen someterse a esta operación presen- tan anemia. Además, es posible una hemorragia transoperatoria signifi cativa durante la mio- mectomía (Iverson, 1996, LaMorte, 1993; Sawin, 2000). Por esos motivos deben resolverse la ane- mia y hemorragia antes de la operación. Puede ser benefi cioso el tratamiento con hierro oral y agonistas de la hormona liberadora de gonado- tropinas (GnRH) (cap. 9, p. 254). Benagiano et al. (1996) administraron tratamiento con hierro oral solo o en combinación con agonis- tas de GnRH y encontraron que la combina- ción de los dos métodos era signifi cativamente más efi caz para corregir la anemia preoperato- ria que el uso de cualquiera de ellos en forma aislada. Agonistas de GnRH. Además de que ayu- dan al control preoperatorio de la hemorragia uterina anormal, estos fármacos reducen con- siderablemente el volumen uterino después de utilizarlos durante varios meses (Benagiano, 1996; Friedman, 1991). Como resultado, la disminución del tamaño uterino después del tratamiento puede permitir un procedimiento quirúrgico menos cruento. Por ejemplo, se puede concluir la miomectomía a través de una incisión de laparotomía más pequeña, por laparoscopia o histeroscopia (Crosignani, 1996; Lethaby, 2005; Mencaglia, 1993; Stovall, 1994). También se ha observado que estos fármacos disminuyen la vascularidad de los leiomiomas y el riego sanguíneo uterino (Matta, 1988; Reinsch, 1994). Un benefi cio fi nal puede ser la prevención de adherencias. Imai et al. (2003) notaron tasas más bajas de formación de adherencias en la laparoscopia de revisión en mujeres sometidas a miomectomía que recibieron tratamiento con agonistas de GnRH en el preoperatorio. El uso de agonistas de GnRH en el preope- ratorio también puede tener desventajas. Dentro de los leiomiomas, los agonistas de GnRH pueden dar lugar a una degeneración hialina o hidrópica, que quizá oblitere la inter- faz de tejido conjuntivo de la seudocápsula que se encuentra entre el tumor y el miometrio. Tales planos de separación obliterados pueden llevar a una enucleación difícil y prolongada (Deligdish, 1997). Es más, se ha demostrado en los estudios una mayor tasa de recurren- cias de leiomiomas en mujeres tratadas con agonistas de GnRH antes de la miomectomía (Fedele, 1990; Vercellini, 2003). Los leiomio- mas tratados con esos fármacos pueden dismi- nuir de volumen y pasarse por alto durante la ablación quirúrgica. Por estos motivos no deben usarse de manera sistemática los agonistas de GnRH 41-10 Miomectomía abdominal La miomectomía implica la ablación quirúr- gica de leiomiomas del miometrio circundante. Las indicaciones comprenden hemorragia ute- rina, dolor pélvico, infertilidad y abortos recu- rrentes. Por estos trastornos se hicieron casi 500 000 miomectomías en Estados Unidos de 1979 a 2001. Aunque los cirujanos realiza- ron histerectomías con casi una frecuencia 12 veces mayor en ese mismo periodo, las tasas de miomectomía casi se duplicaron (Burrows, 2005). Las causas sugeridas por este aumento en la tasa de conservación del útero incluyen un retraso en la edad de procrear y la preocu- pación acerca de la disfunción sexual después de histerectomía (Sección 41-12, p. 1045). La miomectomía por lo general requiere laparotomía. Sin embargo, los médicos con la destreza necesaria para realizar sutura y liga- dura por vía laparoscópica pueden realizar el procedimiento con este método que se des- cribe en la Sección 42-9 (p. 1140). PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente Debido a su impacto sobre la planeación preoperatoria y transoperatoria, deberán valo- rarse el tamaño, número y localización de los leiomiomas antes de la intervención con eco- grafía, imágenes por resonancia magnética (MR) o histeroscopia, como se describe en el capítulo 9 (p. 252). Por ejemplo, los tumo- res submucosos se extirpan más fácilmente por histeroscopia (Sección 42-16, p. 1166), en tanto los intramurales y subserosos por lo general requieren laparotomía o laparos- copia. Los leiomiomas pueden ser pequeños y estar incrustados en el interior del miome- trio. Por tanto, la información precisa acerca del número de leiomiomas y su localización asegura su ablación completa. Por último, los tumores grandes y múltiples o los que se ubican en el ligamento ancho, se incrustan en el orifi cio tubario o abarcan el cuello uterino, aumentan el riesgo de conversión a histerecto- mía. Es importante informar esto a la paciente. ■ Consentimiento informado La miomectomía conlleva varios riesgos que incluyen hemorragia signifi cativa y transfu- sión. Es más, una hemorragia no controlada o la lesión miometrial extensa durante el retiro del tumor pueden hacer forzosa una histerec- tomía. Por fortuna, las tasas de conversión a histerectomía durante la miomectomía son bajas y van de 1 a 2% (Iverson, 1996; LaMorte, 1993; Sawin, 2000); en el posopera- torio el riesgo de formación de adherencias es signifi cativo y los leiomiomas pueden recurrir. 41_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 103941_Chapter_41_Hoffman_4R.indd 1039 06/09/13 22:1106/09/13 22:11 1040 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 de las incisiones miometriales (Hutchins, 1996). Los principales riesgos vinculados con la inyección local de vasopresina provienen de la infi ltración intravascular inadvertida e inclu- yen aumentos transitorios de la presión arte- rial, bradicardia, bloqueo auriculoventricular y edema pulmonar (Deschamps, 2005; Tulandi, 1996). Por estos motivos, las pacientes con antecedentes de angina de pecho, infarto miocárdico, miocardiopatía, insufi ciencia car- diaca congestiva, hipertensión no controlada, migraña, asma y enfermedad obstructiva cró- nica grave, tal vez no sean elegibles para el uso de vasopresina. ➏ Incisión en la serosa. Por los riesgos de formación de adherencias en el posoperato- rio, los cirujanos deben disminuir al mínimo el número de incisiones en la serosa e intentar ubicarlas en la pared uterina anterior. Tulandi et al. (1993) encontraron que las incisiones de la pared posterior producen adherencias en 94% de los casos, en comparación con la tasa de 55% de las incisiones anteriores. Para la mayoría de las pacientes, una inci- sión vertical media en el útero permite la abla- ción de un mayor número de leiomiomas a través del número más bajo de incisiones. La longitud debe ajustarse al diámetro aproxi- mado del tumor más grande. La profundidad de la incisión debe permitir el acceso a todos los leiomiomas (fig. 41-10.1). Para alcanzar tumores laterales, el cirujano puede hacer inci- siones miometriales laterales dentro de la inci- sión central inicial. No obstante, en ocasiones dura permanente de esos vasos y se demostró que disminuye la hemorragia durante la mio- mectomía (Liu, 2004; Taylor, 2005). ➎ Uso de vasopresina. La 8-arginina vasopresina es una solución acuosa estéril de la vasopresina sintética. Es efi caz para limitar la hemorragia uterina durante la miomectomía por su capacidad de producir espasmo y con- tracción del músculo uterino. Se demostró que en comparación con placebo, la inyección de vasopresina sintética disminuye de manera signifi cativa la hemorragia durante la mio- mectomía (Frederick, 1994). En comparación con las técnicas de torniquete, la inyección de vasopresina se ha vinculado con hemorragias comparables o menores en el transoperatorio y una morbilidad equivalentemente baja en las pacientes (Fletcher, 1996; Ginsburg, 1993). Darwish et al. (2005) encontraron menores tasas de formación de hematoma miometrial en pacientes que usaron vasopresina en com- paración con las que utilizaron torniquetes uterinos. Cada ampolleta de vasopresina contiene una dosis estandarizada para contener 20 UI/ ml, y las dosis utilizadas para la miomectomía se inician con 20 unidades diluidas en 30 a 100 ml de solución salina (Bieber, 1998; Fletcher, 1996; Iverson, 1996). Por lo general se inyecta vasopresina
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