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948 Aspectos de cirugía ginecológica Consideraciones perioperatorias CAPÍTULO 39 VALORACIÓN PREOPERATORIA DE LA PACIENTE . . . . . 948 Valoración pulmonar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 949 Valoración cardiaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 951 Valoración hepática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 952 Valoración renal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 953 Valoración hematológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 954 Valoración endocrina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956 GUÍAS PARA PRUEBAS DIAGNÓSTICAS . . . . . . . . . . . . 958 CONSENTIMIENTO INFORMADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . 958 CONSIDERACIONES ESPECIALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 958 Profilaxis de infección en el sitio quirúrgico . . . . . . 958 Profilaxis de la endocarditis bacteriana subaguda . . 958 Preparación intestinal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 958 Profilaxis de la tromboembolia . . . . . . . . . . . . . . . 960 Náusea y vómito posoperatorios . . . . . . . . . . . . . . . 962 CONSIDERACIONES POSOPERATORIAS . . . . . . . . . . . . . 962 Indicaciones posoperatorias . . . . . . . . . . . . . . . . . 962 Tratamiento del dolor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 963 Tratamiento de sustitución hormonal . . . . . . . . . . 965 COMPLICACIONES POR ÓRGANOS Y SISTEMAS . . . . . . . 965 Oliguria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 965 Retención urinaria posoperatoria . . . . . . . . . . . . . 966 Complicaciones pulmonares . . . . . . . . . . . . . . . . . 966 Consideraciones del tubo digestivo . . . . . . . . . . . 969 Nutrición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 970 Choque hipovolémico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 971 Valoración de la fiebre posoperatoria . . . . . . . . . . 971 Herida quirúrgica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 972 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 975 Cada año se realizan más de 30 millones de procedimientos qui- rúrgicos. Durante éstos, casi 1 millón de pacientes sufre alguna complicación posoperatoria (Mangano, 2004). Como cirujanos, los ginecólogos asumen la responsabilidad de valorar el estado clí- nico de una paciente a fi n de identifi car los factores de riesgo modi- fi cables y prevenir la morbilidad perioperatoria. Sin embargo, los médicos también deben estar preparados para diagnosticar y tratar tales complicaciones, en caso que se produzcan. VALORACIÓN PREOPERATORIA DE LA PACIENTE Una valoración preoperatoria bien realizada tiene dos funciones importantes. Descubre enfermedades concomitantes que requie- ren valoración adicional y optimización para evitar complicaciones perioperatorias. La segunda es que la valoración permite un mejor uso de los recursos del quirófano al aumentar su efi cacia (Correll, 2009; Roizen, 2000). ■ Consulta médica En muchos casos, un ginecólogo puede realizar una anamnesis y exploración física antes de la intervención quirúrgica detalladas, lo cual a menudo evita la necesidad de consulta médica. Sin embargo, si se descubre una enfermedad mal controlada o no diagnosticada antes, la consulta con un internista puede ser provechosa. El propó- sito de una consulta preoperatoria con el especialista en medicina interna no es obtener la “autorización médica”, sino proporcionar una valoración del riesgo en el estado médico actual de una mujer. Durante la consulta, debe aportarse un resumen de la enfermedad quirúrgica y presentar preguntas claras al médico consultor (Eagle, 2002; Fleisher, 2009; Goldman, 1983). Además, el consultor debe contar con expedientes clínicos con las valoraciones médicas reali- zadas con anterioridad, junto con las pruebas diagnósticas previas. Por lo general, esto previene los retrasos quirúrgicos adicionales causados por la repetición de pruebas. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 94839_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 948 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 949Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 ■ Valoración pulmonar La mayor parte de la morbilidad pulmonar incluye atelectasias, neumonía y exacerbación de neumopatías crónicas. La incidencia estimada de tales complicaciones después de una intervención qui- rúrgica es entre 20 y 70% (Bernstein, 2008; Brooks-Brunn, 1997; Qaseem, 2006). Factores de riesgo para complicaciones pulmonares Factores relacionados con el procedimiento. Los factores de riesgo para complicaciones pulmonares se encuentran en una de dos categorías principales: la relacionada con el procedimiento y la vinculada con el paciente. Por ejemplo, las incisiones abdomi- nales superiores que se aproximan al diafragma pueden alterar la función pulmonar a través de tres mecanismos, como se muestra en la figura 39-1. Primero, la estimulación transoperatoria de las vísceras disminuye las señales de la motoneurona frénica, lo que reduce el descenso diafragmático. Segundo, la interrupción de los músculos de la pared abdominal puede disminuir los esfuerzos res- piratorios efi caces. Por último, el dolor limita el uso voluntario efi caz de los músculos respiratorios. Como consecuencia, la fun- ción diafragmática defi ciente puede ocasionar una disminución persistente en la capacidad vital y en la capacidad funcional resi- dual (Warner, 2000). La duración es otro factor relacionado con el procedimiento. Los métodos en los que las pacientes reciben anestesia general por más de tres horas casi duplican el riesgo de generar una complicación pulmonar posoperatoria. Por último, la intervención quirúrgica de urgencia se mantiene como un factor pronóstico independiente de complicaciones pulmonares posope- ratorias. Estos factores de riesgo relacionados con el procedimiento casi no se pueden modifi car, pero la apreciación de sus secuelas relacionadas obliga a aumentar la vigilancia posoperatoria. Edad. Las personas mayores de 60 años tienen mayor riesgo de generar complicaciones pulmonares posoperatorias. Después de estratifi car a las pacientes según las enfermedades concomitantes, aquellas de 60 a 69 años de edad tienen un riesgo dos veces mayor. En las mayores de 70 años, el riesgo aumenta hasta tres veces (Qaseem, 2006). Debe vigilarse y documentarse la función cogni- tiva inicial y el estado sensorial posoperatorio porque los cambios podrían ser un indicio temprano de afectación de la función pul- monar después del procedimiento quirúrgico. Tabaquismo. El antecedente de tabaquismo de más de 20 paquetes por año conlleva una mayor incidencia de complica- ciones pulmonares posoperatorias. Por fortuna este riesgo puede reducirse al abstenerse de fumar antes del procedimiento. En par- ticular, durante la preparación para una intervención quirúrgica programada, la suspensión del consumo de tabaco al menos por cuatro a ocho semanas ofrece una disminución del riesgo (Warner, 1984). Los benefi cios a corto plazo pueden relacionarse con con- centraciones más bajas de nicotina y carboxihemoglobina, mejoría en el funcionamiento mucociliar, menos hipersensibilidad de la vía respiratoria y mejoría de la cicatrización de heridas (Moller, 2002; Nakagawa, 2001). Las pacientes con antecedente de seis meses o más de suspensión del tabaquismo tienen riesgos de complicacio- nes similares a los de aquellas que nunca fumaron. Las pacientes a menudo ven una intervención quirúrgica como una oportunidad para un cambio positivo (Shi, 2010). La edu- cación por sí sola puede inducir una modifi cación exitosa en el comportamiento. Para otras, los fármacos que ayudan a abandonar el tabaquismo se presentan en el cuadro 1-23 (pág. 28). Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD, chronic obstructive pulmonary disease). Los mediadores infl amato- rios pueden explicar las complicaciones intrapulmonares y extra- pulmonares que se observan en pacientes con COPD (Agostini, 2010; Maddali, 2008). Lasimple optimización de la COPD no reduce la incidencia de complicaciones pulmonares posoperatorias, pero la espirometría incentiva con entrenamiento de músculos ins- piratorios y la fi sioterapia posoperatoria reducen la frecuencia de las complicaciones (Agostini, 2010). Apnea obstructiva del sueño (OSA, obstructive sleep apnea). La obesidad es un factor de riesgo bien conocido para complicaciones antes y después del procedimiento operatorio. En particular, la OSA no identifi cada se relaciona con hipoxemia, infarto del miocardio, ingreso no anticipado a la unidad de cui- dados intensivos e incluso muerte súbita (Adesanya, 2011; Liao, 2009). Existen unos cuantos cuestionarios clínicos validados para ayudar a la detección extrahospitalaria de la OSA. Chung et al. (2008) crearon un breve cuestionario para responder sí o no, cono- cido como encuesta STOP-Bang, que predice de forma confi able las complicaciones respiratorias posoperatorias. Se trata de pregun- tas cerradas señaladas por la nemotecnia STOP (snoring, tiredness, observed apnea y elevated blood pressure [ronquidos, cansancio, apnea observada y presión arterial alta]) y Bang (BMI >35, >50 años, perímetro cervical [neck] >40 cm y género masculino). Un paciente de alto riesgo se defi ne como aquél que responde “sí” a tres o más preguntas. Dolor Interrupción muscular Inhibición del reflejo N er vi o va go Diafragma Pared torácica Víscera abdominal Hipoventilación y atelectasia N er vi o so m át ic o N . f ré ni co Traumatismo quirúrgico − − − FIGURA 39-1. Factores quirúrgicos que producen disfunción de los músculos respiratorios. Estos factores pueden reducir el volumen pulmonar y producir hipoventilación y atelectasia. (Tomada con auto- rización de Warner, 2000.) 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 94939_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 949 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 950 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 preoperatoria de las pacientes que son objeto de procedimientos no torácicos. Aparte del diagnóstico de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD), las PFT no son mejores que la anam- nesis y la exploración física minuciosas (Johnson, 2008; Lawrence, 1996; Qaseem, 2006). Sin embargo, si después de la anamnesis no queda clara la causa de los síntomas, como intolerancia al ejercicio o disnea, las PFT podrían aportar información que modifi que el tratamiento perioperatorio. La radiografía torácica no siempre se obtiene como ayuda en el tratamiento perioperatorio. En comparación con la anamnesis y la exploración física, las radiografías torácicas antes de la intervención quirúrgica rara vez aportan evidencia que modifi que el tratamiento (Archer, 1993). Aunque la lista no es exhaustiva, los trastornos en los que la radiografía es razonable incluyen enfermedad cardio- vascular o pulmonar aguda o crónica, cáncer, estado de ASA >3, tabaquismo intenso, inmunodepresión, antecedente de radiotera- pia torácica reciente, migración reciente de zonas endémicas para enfermedad pulmonar y síntomas recientes que sugieren enferme- dad cardiopulmonar. Marcadores bioquímicos. El National Veterans Administration Surgical Quality Improvement Program publicó que la concentra- ción sérica de albúmina menor de 35 mg/100 ml tenía una relación considerable con el aumento en las tasas de morbilidad y mor- talidad pulmonares perioperatorias (Arozullah, 2000; Lee, 2009). Por cada 1 mg/100 ml que desciende la concentración sérica de albúmina, la probabilidad de mortalidad aumenta en 137% y la morbilidad en 89% (Vincent, 2004). La relación entre la albúmina sérica y la morbilidad y la mortalidad quizá se deba a la morbili- dad concomitante y, por tanto, es un marcador de desnutrición y enfermedad (Goldwasser, 1997). La medición de la albúmina sérica no es una recomendación sistemática para procedimientos ginecológicos, pero la información puede tener valor predictivo en mujeres de edad avanzada y en pacientes con múltiples enfermeda- des concomitantes. Además, la concentración de nitrógeno ureico en sangre (BUN, blood urea nitrogen) mayor de 21 mg/100 ml tiene una relación similar con el aumento en las tasas de morbili- dad y mortalidad pulmonares, pero no en la misma medida que la concentración de albúmina sérica. En fechas recientes, ha surgido un interés por encontrar nuevos marcadores del asma y la COPD. La proteína C reactiva es un reactante de fase aguda y su concentración se eleva mucho durante la infl amación. En el futuro, esta proteína tal vez permita a los médicos identifi car a las personas con riesgo bajo, medio y alto de generar COPD (Dahl, 2009). Hasta que este marcador se valide del todo de forma prospectiva, no se recomienda la medición de CRP como prueba de detección preoperatoria. Prevención de complicaciones pulmonares Modalidades de expansión pulmonar. Las técnicas diri- gidas a reducir los descensos posoperatorios anticipados en los volúmenes pulmonares pueden ser sencillas e incluyen ejercicios posoperatorios de respiración profunda, espirometría incentiva y deambulación temprana. En los pacientes conscientes y coopera- dores, la respiración profunda mejora de manera efi caz la distensi- bilidad pulmonar y la distribución de gas (Chumillas, 1998; Ferris, 1960; Th omas, 1994). Con estos ejercicios, se pide a la mujer que realice cinco respiraciones profundas consecutivas y las mantenga por cinco segundos, lo cual se repite cada hora mientras esté des- pierta. Puede agregarse un espirómetro incentivo para ayudarla con Obesidad. La disminución de la distensibilidad de la pared torá- cica y de la capacidad funcional residual predispone a los pacientes con índice de masa corporal (BMI, body mass index) ≥30 kg/m2 a atelectasias transoperatorias y posoperatorias (Agostini, 2010; Zerah, 1993). Eichenberger et al. (2002) observaron que los cam- bios pulmonares en estos enfermos pueden persistir más de 24 h y requerían modalidades intensivas de expansión pulmonar posope- ratoria. Además, en pacientes obesos que se someten a laparoscopia, estos parámetros pulmonares se alteran aún más por el aumento en la presión intraabdominal causado por el neumoperitoneo, como se describe en el capítulo 42 (pág. 1095). Asma. El asma bien controlada no es un factor de riesgo para las complicaciones pulmonares posoperatorias. Warner et al. (1996) informaron que las tasas de broncoespasmo eran menores de 2% en pacientes asmáticos. Clasificación de la American Society of Anesthesiologists (ASA). Aunque esta clasifi cación se creó para ayudar a predecir la mortalidad perioperatoria, también está demostrado que permite valorar el riesgo de complicaciones cardiovasculares y pulmonares (Wolters, 1996). En el cuadro 39-1 se resume la clasifi cación de la American Society of Anesthesiologists (ASA) y las tasas relacionadas con complicaciones pulmonares (Qaseem, 2006). Anamnesis y exploración física La anamnesis por aparatos y sistemas puede ayudar a detectar manifestaciones del aparato respiratorio que sugieran enfermedad subyacente, como intolerancia al esfuerzo, tos crónica y disnea sin explicación aparente (Smetana, 1999). En la exploración física, la disminución de ruidos respiratorios, matidez a la percusión, ester- tores, sibilancias, estertores gruesos y espiración prolongada pue- den indicar un aumento de casi seis veces en las complicaciones pulmonares (Lawrence, 1996; Straus, 2000). Pruebas diagnósticas Pruebas de función pulmonar y radiografía torácica. En general, las pruebas de función pulmonar (PFT, pulmonary function tests) ofrecen poca información durante la valoración pulmonar CUADRO 39-1. Clasificación de la American Society of Anesthesiologists (ASA) Clase ASA Definición de la clase Tasas de PPC por clase (%) I Paciente normal y saludable 1.2 II Paciente con enfermedad sistémica leve 5.4 III Paciente con enfermedad sistémica no incapacitante 11.4 IV Paciente con enfermedad sistémica incapacitante queno constituye una amenaza constante para su vida 10.9 V Paciente moribunda que no se espera sobreviviría 24 h, con o sin la intervención quirúrgica NA NA, no aplicable; PPC, complicaciones pulmonares posoperatorias. Modificado con autorización de Qaseem, 2006. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95039_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 950 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 951Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 ciosa después de procedimientos del tubo digestivo o GU (Wilson, 2007). Insuficiencia cardiaca. En pacientes con antecedente de insu- fi ciencia cardiaca congestiva importante, el cardiólogo puede usar estrategias para aumentar la función hemodinámica, como la revascularización coronaria preoperatoria o el tratamiento médico perioperatorio (Fleisher, 2009). Además, la utilización prudente de diuréticos casi siempre previene la hipovolemia transoperatoria y la hipotensión relacionada. Arritmias. Por lo general, las arritmias son síntoma de alguna enfermedad cardiovascular o alteraciones electrolíticas subyacentes. Por consiguiente, el tratamiento preoperatorio debe enfocarse en la corrección del proceso primario. Sin embargo, si se requieren marcapasos y cardioversores-desfi briladores implantables para el tratamiento de la arritmia antes de la intervención quirúrgica, casi siempre se colocan para las mismas indicaciones que en circunstan- cias no quirúrgicas (Gregoratos, 2002). En individuos con un marcapasos, la electrocirugía puede gene- rar interferencia electromagnética, incluso durante procedimientos no cardiacos y endoscópicos. Aunque es menos frecuente con los dispositivos nuevos, esta interferencia quizás origine una falla en el control del ritmo cardiaco y disfunción del sistema completo (Cheng, 2008). Por tanto, los lineamientos actuales recomiendan que un médico con la preparación adecuada valore todos los siste- mas antes y después de cualquier procedimiento con penetración corporal (Fleisher, 2009). Además, como se describe en el capítulo 40 (págs. 1000-1001), durante la operación el cirujano debe esfor- zarse por disminuir la interferencia electromagnética mediante el menor uso posible del electrocauterio bipolar; con descargas cortas e intermitentes de energía electroquirúrgica del menor nivel posi- ble; con el aumento máximo de la distancia entre el instrumento electroquirúrgico y el dispositivo cardiaco y con la colocación de la placa de tierra en una posición que reduzca el fl ujo de corriente hacia el dispositivo. Hipertensión. Salvo en caso de presiones arteriales sistólicas mayores de 180 mmHg y presiones diastólicas mayores de 110 mmHg, la hipertensión no predice acontecimientos cardiacos perioperatorios y no debe posponer una intervención quirúrgica (Casadei, 2005; Goldman, 1979; Weksler, 2003). Si es posible, para disminuir las complicaciones cardiacas posoperatorias relacio- nadas con hipertensión, la presión arterial debe reducirse varios meses antes de un procedimiento anticipado (Fleisher, 2002). Antes de la intervención quirúrgica, las pacientes que toman inhi- bidores de la enzima convertidora de angiotensina y antagonis- tas del receptor para angiotensina deben omitir la dosis matutina para disminuir el riesgo de hipotensión inmediata posterior a la inducción (Comfere, 2005). En pacientes con hipertensión, se recomienda evitar la hipotensión y la hipertensión transoperatorias mediante vigilancia posoperatoria cuidadosa. Un dato importante es que la expansión del volumen intravascular, el dolor y la agita- ción pueden exacerbar la hipertensión posoperatoria. Pruebas diagnósticas y algoritmo Varios grupos crearon guías preoperatorias para ayudar a predecir el riesgo de complicaciones cardiacas perioperatorias. Las tres listas principales que se usan en la práctica clínica son las formuladas en conjunto por el American College of Cardiology y la American Heart Association (ACC/AHA), los lineamientos publicados por el la retroalimentación visual directa de sus esfuerzos. Además de la respiración profunda, la deambulación temprana puede aumen- tar la expansión pulmonar, además de brindar protección contra la tromboembolia venosa. Meyers et al. (1975) demostraron un aumento en la capacidad pulmonar residual de hasta 20% con la simple preservación de una postura vertical. Como alternativa, la fi sioterapia respiratoria formal puede incluir: 1) fi sioterapia torá- cica en forma de percusión, palmadas o vibración; 2) respiración con presión positiva intermitente (IPPB, intermittent positive-pres- sure breathing), y 3) presión positiva continua de la vía respiratoria (CPAP, continuous positive airway pressure). Estos métodos sencillos y más formales son efi caces para pre- venir la morbilidad pulmonar posoperatoria y ningún método es mejor que otro. Th omas et al. (1994) realizaron un metaanálisis para comparar la espirometría incentiva (IS, incentive spirometry), la IPPB y los ejercicios de respiración profunda (DBE, deep-breathing exercises). En comparación con la ausencia de tratamiento, la IS y los DBE son mejores para prevenir las complicaciones pulmona- res posoperatorias y se observaron reducciones mayores de 50%. Además, no se hallaron diferencias notables al comparar la IS con los DBE, la IS con IPPB y los DBE con IPPB (Th omas, 1994). Sin embargo, la fi sioterapia torácica, la IPPB y la CPAP son más costo- sas y laboriosas (Pasquina, 2006). Por consiguiente, estos métodos casi siempre se utilizan sólo en pacientes incapaces de realizar tra- tamientos más sencillos que dependen de su esfuerzo. Descompresión nasogástrica. Después de una intervención quirúrgica, a menudo se coloca una sonda nasogástrica (NGT, nasogastric tube) para descomprimir el estómago. Sin embargo, la intubación nasogástrica omite las defensas mucosas normales de las vías respiratorias superiores e inferiores y expone a las pacien- tes a los riesgos de sinusitis y neumonía intrahospitalaria. El uso habitual de NGT después de un procedimiento se relaciona con un aumento en los casos de neumonía, atelectasias y aspiración, en comparación con el uso selectivo (sólo en caso de distensión abdo- minal sintomática o náusea y vómito posoperatorios) (Cheatham, 1995). Por consiguiente, la decisión de implementar este método de drenaje debe equilibrarse contra los riesgos respiratorios. ■ Valoración cardiaca La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en la mayoría de los países industrializados y contribuye mucho a la mortalidad perioperatoria en pacientes que se someten a operacio- nes cardiacas y no cardiacas. Factores de riesgo para complicaciones cardiacas Cardiopatía valvular. La auscultación torácica cuidadosa revela datos sospechosos de lesiones valvulares nativas. De los defectos más frecuentes, la estenosis aórtica es el mayor factor de riesgo independiente para complicaciones perioperatorias (Kertai, 2004). Para las otras lesiones, el grado de insufi ciencia cardiaca y las arrit- mias relacionadas son los mejores indicadores de riesgo. Si los ruidos cardiacos sugieren enfermedad valvular, la ecocardiografía ayuda a defi nir la anomalía. Los lineamientos para la profi laxis de endocarditis durante pro- cedimientos del tubo digestivo o genitourinarios (GU) cambiaron. No se ha establecido una relación irrefutable entre la bacteriemia enterocócica transitoria causada por estos métodos y la aparición de endocarditis infecciosa. Por tanto, la American Heart Association ya no recomienda la profi laxis antibiótica para endocarditis infec- 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95139_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 951 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 952 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 Evaluation (POISE) encontró menores riesgos para incidentes car- diacos (como isquemia), pero un riesgo general más alto de apo- plejía y mortalidad no cardiaca cuando se usan bloqueadores β preoperatorios (POISE Study Group, 2008). Por tanto, el uso de estos fármacos debelimitarse a las pacientes que ya los tomaban o las que se identifi caron antes de la intervención quirúrgica como prospectos para usarlos de por vida (Auerbach, 2008). Revascularización coronaria. El cateterismo cardiaco diagnós- tico debe considerarse en pacientes cardiópatas de alto riesgo si la prueba de esfuerzo sin penetración corporal sugiere enfermedad avanzada. En tales casos, la cirugía de derivación arterial coronaria con injerto (CABG) o angioplastia percutánea ofrece benefi cios perioperatorios comparables (Hassan, 2001). Anemia y riesgo cardiaco. La anemia es un factor de riesgo independiente demostrado para insufi ciencia cardiaca congestiva (Kannel, 1987). Un estudio de Silverberg et al. (2001) encontró que la corrección de la anemia, incluso leve, permitía mejorías notables en la función cardiaca. El tratamiento con hierro no sus- tituye al régimen terapéutico apropiado para la cardiopatía, pero los datos extrapolados sugieren que preservar una concentración de hemoglobina mayor de 10% es importante y reduce la morbilidad y la mortalidad perioperatorias en las pacientes con cardiopatía. ■ Valoración hepática El hígado tiene una participación fundamental en el metabolismo de los fármacos; síntesis de proteínas, glucosa y factores de coagu- lación, así como en la excreción de compuestos endógenos. En pacientes con sospecha de hepatopatía, la investigación debe incluir los antecedentes familiares de ictericia o anemia; ante- cedente de viajes recientes; exposición a alcohol u otras toxinas hepáticas y uso de fármacos (Suman, 2006). Los datos en la explo- ración física que sugieren hepatopatía subyacente incluyen ictericia cutánea y de las escleróticas, telangiectasias, ascitis, hepatomegalia, asterixis y caquexia. De las hepatopatías, son frecuentes las hepatitis aguda y crónica. La hepatitis aguda por cualquier causa tiene una relación impor- tante con la mortalidad perioperatoria, lo cual ha sido documen- tado por múltiples investigadores. Por esta razón, el tratamiento American College of Physicians (ACP) y el índice revisado de riesgo cardiovascular (RCRI, revised cardiac risk index) (American College of Physicians, 1997; Fleisher, 2009; Lee, 1999). Todos defi nen fac- tores pronósticos mayores y menores para ayudar a guiar la toma de decisiones clínicas u ofrecen recomendaciones específi cas. Guías del American College of Cardiology y de la Ame- rican Heart Association. Éstas se publicaron por primera vez en 1996 y se actualizaron en 2009; las guías del ACC/AHA cons- tituyen una revisión extensa de la bibliografía realizada por 12 miembros del comité de varias áreas de la atención cardiovascular (Fleisher 2009). Esta estrategia escalonada se enfoca a la valoración de tres elementos principales para confi rmar quién es un prospecto adecuado para las pruebas cardiacas: factores predictivos clínicos, capacidad funcional y riesgo específi co del procedimiento (figs. 39-2 y 39-3). En general, para la intervención quirúrgica gineco- lógica, los riesgos de complicaciones cardiacas son elevados para un procedimiento quirúrgico mayor urgente y técnicas relacionadas con grandes desplazamientos de líquido intravascular. Por el con- trario, los riesgos más bajos se encuentran en los procedimientos endoscópicos breves. Índice revisado de riesgo cardiovascular. El RCRI es una valoración sencilla de los predictores clínicos, se sometió a prue- bas extensas y ofrece estimaciones precisas del riesgo cardiaco (Lee, 1999). La principal diferencia entre el RCRI y las guías del ACC/ AHA radica en la incorporación de la capacidad para el ejercicio en el instrumento del ACC/AHA. Los creadores del RCRI sugieren que el riesgo cardiaco puede sobrestimarse por las limitaciones no cardiacas de la paciente, como el dolor musculoesquelético. Por tanto, estos investigadores ponen más énfasis en los marcadores cardiacos y vasculares de la enfermedad. Estrategias de prevención Bloqueadores 𝛃 perioperatorios. Lindenauer et al. (2005) hicieron una valoración retrospectiva del efecto del uso de anta- gonista β preoperatorio y su efecto en la mortalidad intrahospi- talaria. En pacientes con un RCRI de 2 o más, la mortalidad se redujo de forma considerable entre las personas que se sometieron a procedimientos mayores no cardiacos y que recibieron antago- nistas β perioperatorios. A últimas fechas, la Perioperative Ischemic Necesidades de energía calculadas para diversas actividades Más de 10 MET 4 MET 4 MET 1 MET ¿Puede usted... ¿Cuidar de sí mismo? ¿Comer, vestirse, usar el inodoro? ¿Caminar por la casa? ¿Caminar una cuadra o dos en piso sin pendiente a 3.2-4.8 kph (2-3 mph)? ¿Realizar trabajos ligeros en la casa, como sacudir el polvo o lavar platos? ¿Puede usted... ¿Subir un segmento de escalera o subir por una colina? ¿Caminar en suelo sin pendiente a 6.4 kph (4 mph), correr una distancia corta? ¿Realizar tareas pesadas en casa, como tallar pisos o levantar o mover muebles pesados? ¿Participar en actividades recreativas moderadas como jugar golf, bailar, jugar tenis en parejas o lanzar un balón? ¿Puede usted... Participar en deportes extenuantes como nadar, jugar tenis individual, fútbol, baloncesto o esquiar? FIGURA 39-2. Preguntas usadas para valorar la capacidad funcional. Se utilizan unidades MET en la figura 39-3. kph, kilómetros por hora; MET, equivalente metabólico; mph, millas por hora. (Modificada con autorización de Hlatky, 1989; adaptada con autorización de Fleisher, 2009.) 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95239_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 952 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 953Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 mortalidad basado en la clase Child-Pugh es la siguiente: clase A, 10%; clase B, 30%; clase C, 70% (Mansour, 1997). ■ Valoración renal Los riñones participan en la excreción de residuos metabólicos, en procesos hematológicos y en el equilibrio de líquidos y electróli- tos. Por consiguiente, a las pacientes con insufi ciencia renal cono- cida se les debe practicar química sanguínea y biometría hemática completa (CBC, complete blood count) antes de la operación. La anemia crónica por insufi ciencia renal casi siempre requiere eri- tropoyetina preoperatoria o transfusión perioperatoria según sea el procedimiento planeado y el grado de anemia. Las pacientes que se someten a diálisis necesitan vigilancia intensiva antes y después de la intervención quirúrgica para detectar signos de alteraciones elec- principal incluye medidas de apoyo y retraso de la intervención quirúrgica programada hasta que desaparezca el proceso agudo (Patel, 1999). En aquéllas con hepatitis crónica, se observan gra- dos variables de disfunción hepática. La enfermedad compensada conlleva un bajo riesgo de complicaciones perioperatorias (Sirinek, 1987). Si se conoce o sospecha alguna enfermedad subyacente, debe valorarse la función hepática. Además de las pruebas de función hepática, el tiempo de protrombina (PT, prothrombin time), el tiempo parcial de tromboplastina (PTT, partial thromboplastin time), la concentración sérica de albúmina y la química sanguínea son auxiliares valiosos. La califi cación de Child-Pugh es un recurso útil para predecir las tasas de supervivencia perioperatoria en pacientes con cirrosis que se someten a intervención quirúrgica abdominal. El riesgo de ¿Necesidad de cirugía no cardiaca de urgencia? Trastornos cardiacos activos Sí 1-2 factores de riesgo clínicob3 o más factores de riesgo clínicosb Cirugía de riesgo intermedio Cirugía de riesgo intermedio Proceder con el procedimiento planificado con control de HRc o considerar pruebas sin penetración corporal si los resultados cambiaran el tratamiento Cirugía vascular Cirugía vascular Sin factores de riesgo clínicob Quirófano Vigilancia perioperatoria, estratificación del riesgo posoperatorio y tratamiento de factor de riesgo Considerar pruebas si los resultados pueden cambiar el tratamiento Valorar y tratarsegún lineamientos de la ACC/AHA Proceder con la operación planificada Proceder con la operación planeada Proceder con la operación planificada Considerar el ir a quirófano No Cirugía de bajo riesgo Capacidad funcional mayor o igual a 4 MET sin síntomasa No o desconocidoPaso 5 Paso 4 Paso 3 Paso 2 Paso 1 Sí Sí Sí No No FIGURA 39-3. Valoración cardiaca y algoritmo de atención para intervención quirúrgica no cardiaca. ACC/AHA, American College of Cardiology/ American Heart Association; MET, equivalente metabólico. (Tomada con autorización de Fleisher, 2009.) a Véase la figura 39-2 con respecto a la valoración de MET. b Cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca previa/compensada, diabetes mellitus, insuficiencia renal, enfermedad vascular cerebral. c Considerar el bloqueo β perioperatorio en las pacientes apropiadas (pág. 952). 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95339_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 953 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 954 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 del tubo digestivo, en pacientes con nefropatía crónica y en aque- llas con intolerancia o falta de respuesta al hierro oral. La decisión perioperatoria de transfundir depende en parte del estado cardiaco de la paciente. Si no hay cardiopatía grave y no se anticipa una hemorragia importante, la mujer por lo demás sana puede tolerar una concentración posoperatoria de hemoglobina de hasta 6 a 7 g/100 ml (Simon, 1998). Por el contrario, deben considerarse las transfusiones si la hipotensión y la taquicardia no responden a la expansión del volumen con soluciones cristaloides o coloides (cap. 40, pág. 1007). Donación de sangre autóloga El temor a la infección por transfusiones de sangre alógena ha lle- vado al perfeccionamiento de las técnicas para transfusión autóloga. Dos de las opciones más favorecidas incluyen la donación autóloga preoperatoria y las transfusiones autólogas de salvamento, que se describen con detalle en el capítulo 40 (pág. 1002) (Vanderlinde, 2002). Coagulopatías Por lo general, las coagulopatías se agrupan en dos categorías: here- ditarias y adquiridas. De las formas adquiridas, la anamnesis cui- dadosa y una lista completa de fármacos, incluidas preparaciones herbales, podría apuntar a posibles causas. En ambas modalidades es posible identifi car los trastornos que afectan plaquetas o factores de coagulación mediante la anamnesis y la exploración física deta- lladas. Un antecedente personal de equimosis fáciles, hemorragia de magnitud inesperada con lesiones menores o menorragia desde la menarquia alertan al médico ante la posibilidad de una coagu- lopatía. La detección y el tratamiento de la enfermedad de von Willebrand se describen en el capítulo 8 (pág. 235) y los aspectos específi cos de la sustitución de otros factores se describen en el capítulo 40 (pág. 1010). Sin embargo, por lo general las pacientes con trombocitopenia requieren transfusiones plaquetarias cuando el recuento es menor de 50 000 y existe el riesgo de hemorragia. Tratamiento preoperatorio de la anticoagulación oral Las mujeres con fi brilación auricular, válvulas cardiacas mecánicas o tromboembolia venosa (VTE, venous thromboembolism) reciente tienen mayor riesgo de VTE. Por consiguiente, a estas pacientes casi siempre se les prescribe tratamiento crónico con warfarina oral. Por tanto, en este grupo existe una necesidad clara de anticoagula- ción. Sin embargo, esta necesidad debe equilibrarse con el riesgo de complicaciones hemorrágicas del procedimiento. Por estas razones, Kearon y Hirsh (1997) propusieron recomendaciones para el tra- tamiento preoperatorio con anticoagulantes en pacientes que usan estos fármacos de forma crónica (cuadro 39-2). Después de la suspensión transitoria del tratamiento anticoagu- lante, la intervención quirúrgica puede realizarse de manera segura una vez que la razón internacional normalizada (INR, International Normalized Ratio) llegue a 1.5 (Douketis, 2008; Tinker, 1978; White, 1995). Si el INR está entre 2.0 y 3.0, se requieren cerca de cinco a seis días para que la cifra llegue a 1.5. Si es necesaria la reversión más rápida de la anticoagulación con warfarina (en 18 a 24 h), pueden administrarse 2.5 a 5 mg de vitamina K en infusión intravenosa lenta. Si es necesaria la reversión urgente (menos de 12 h), la infusión de vitamina K se intensifi ca con plasma fresco congelado, con concentrado de complejo de protrombina o con factor VIIa (Douketis, 2008). trolíticas y sobrecarga de líquido. Lo ideal es que en estas pacien- tes, el estado del volumen y los electrólitos (en especial el potasio) pueda llevarse a cifras óptimas con diálisis el día previo al proce- dimiento. Además, puede prevenirse una lesión renal mayor si se evita el uso de fármacos nefrotóxicos. En ocasiones, está indicada la valoración farmacocinética por expertos para ajustar las dosis de otros fármacos porque las concentraciones séricas posoperatorias pueden ser impredecibles en estas pacientes. ■ Valoración hematológica Anemia La anemia preoperatoria es una de las alteraciones de laboratorio más frecuentes durante la valoración previa a la intervención qui- rúrgica ginecológica. En ausencia de una causa clara, se requiere una valoración adicional para corregir las causas reversibles. La entrevista preoperatoria debe enfocarse en signos de ane- mia sintomática, como fatiga, disnea de esfuerzo y palpitaciones. También es necesario intentar la identifi cación de los factores de riesgo para enfermedad cardiovascular subyacente, ya que la ane- mia es menos tolerable para estas personas. La exploración física debe incorporar exploraciones pélvica y rectal minuciosas, así como prueba fecal del guayaco. En las mujeres con anemia leve, es probable que la CBC sea la única prueba preoperatoria sugerida. Para aquellas con anemia grave o que no responden al hierro complementario, las pruebas relevantes incluyen CBC, medición de la concentración de hierro total, capacidad total de unión a hierro (TIBC, total iron binding capacity), concentración de ferritina, recuento de reticulocitos y concentraciones de vitamina B12 y folato. Los resultados de estos análisis de laboratorio dictan el tratamiento preoperatorio de la anemia. En pacientes con anemia ferropénica típica, la TIBC se eleva, mientras que las cifras de hemoglobina, hematócrito, índi- ces eritrocíticos y las concentraciones de hierro sérico y ferritina disminuyen. Hay varias alternativas farmacológicas para la complementa- ción preoperatoria con hierro. Las formulaciones orales incluyen sulfato ferroso, gluconato ferroso, fumarato ferroso y polisacárido de hierro. Es importante señalar que cada una de las sales ferrosas tiene un contenido distinto de hierro elemental. En general, el trata- miento para corregir la defi ciencia de hierro debe aportar entre 150 y 200 mg de hierro elemental al día. Por tanto, los regímenes de sustitución oral equivalentes más usuales incluyen 325 mg de sul- fato ferroso tres veces al día o 200 mg de fumarato ferroso cada 8 h. Okuyama et al. (2005) observaron que el uso de 200 mg de hierro elemental por dos semanas antes de la operación reduce la necesi- dad de transfusión transoperatoria. El estreñimiento es la principal causa de intolerancia de la preparación, pero puede mejorarse con cambios dietéticos, laxantes de volumen y ablandadores fecales. Además de las formas orales, ya se cuenta con preparacio- nes de hierro intravenosas (IV) aprobadas por la Food and Drug Administration (FDA). Las nuevas formulaciones tienen un riesgo mucho menor de reacciones anafi lácticas y se consideran seguras (Shander, 2010). Los efectos en la hemoglobina pueden verse desde una semana después de la primera dosis. En la mayoría de las mujeres, el tratamiento con hierro oral es efi caz para eliminar la anemia. Sin embargo, estas modalidades IV pueden ser las más apropiadas en mujeres con absorción defi ciente por enfermedad 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd95439_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 954 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 955Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 En pacientes que reciben anticoagulantes después de VTE, a menudo el momento en que se programa la operación puede redu- cir el riesgo de VTE posoperatoria. Después de una VTE aguda, el riesgo de recurrencia sin anticoagulación es de 40 a 50%. Sin embargo, el riesgo de recurrencia se reduce mucho después de tres meses con warfarina (Coon, 1973; Kearon, 1997; Levine, 1995). En particular, un retraso en la intervención quirúrgica y la conti- Después del reinicio posoperatorio de la anticoagulación, se necesitan cerca de tres días para alcanzar valores terapéuti- cos (Harrison, 1997; White, 1995). Un dato importante es que la heparina posoperatoria no debe reiniciarse hasta que pasen al menos 12 h después de una operación mayor y más tiempo si hay evidencia de hemorragia. En el cuadro 39-3 se presenta un ejem- plo de protocolo puente para la anticoagulación. CUADRO 39-2. Recomendaciones para anticoagulación preoperatoria y posoperatoria en pacientes que usan anticoagulantes oralesa Indicación Antes del procedimiento Después de la intervención quirúrgica Tromboembolia venosa aguda Mes 1 Meses 2 y 3 Heparina IVb Sin cambioc Heparina IVb Heparina IV Tromboembolia venosa recurrented Sin cambioc Heparina SC Embolia arterial aguda Mes 1 Heparina IV Heparina IVe Válvula cardiaca mecánica Sin cambioc Heparina SC Fibrilación auricular no valvular Sin cambioc Heparina SC a Heparina IV se refiere a heparina en dosis terapéuticas; la heparina SC denota heparina no fraccionada o subcutánea o heparina de bajo peso molecu- lar en dosis recomendadas para profilaxis contra tromboembolia venosa en pacientes de alto riesgo. b Debe considerarse la colocación de un filtro en la vena cava si hubo tromboembolia venosa aguda en las dos semanas previas o si el riesgo de hemo- rragia durante el tratamiento con heparina intravenosa es alto. c Si la paciente está hospitalizada, debe administrarse heparina subcutánea, pero no se recomienda la hospitalización sólo para este fin. d El término se refiere a las pacientes cuyo último episodio de tromboembolia venosa ocurrió más de tres meses antes de la valoración, pero que requieren anticoagulación a largo plazo por alto riesgo de recurrencia. e Debe usarse heparina intravenosa después de la intervención quirúrgica sólo si el riesgo hemorrágico es bajo. Tomado con autorización de Kearon, 1997. CUADRO 39-3. Protocolo puente de anticoagulación 7 días antes del procedimiento quirúrgico Suspender ácido acetilsalicílico u otros antiplaquetarios (clopidogrel, ticlopidina, etc.) 5-6 días antes de la intervención quirúrgica Suspender warfarina 24-48 h después de suspender la warfarina Revisar el INR 3-4 días antes del procedimiento quirúrgico o cuando el INR sea menor al terapéutico Iniciar enoxaparina o UFH en dosis apropiadas 1 día antes de la intervención quirúrgica Administrar la última dosis de enoxaparina preoperatoria 12-24 h (24 h para la dosis de enoxaparina de 1.5 mg/kg) antes de la operación (en pacientes con cirugía matutina se omite la dosis nocturna previa) o se suspende la UFH al menos 6 h antes de la operación. Debe revisarse el INR para determinar si es necesario aplicar vitamina K Día del procedimiento El INR se revisa de nuevo, si era mayor al deseado para la intervención quirúrgica el día anterior. Iniciar warfarina en POD 0 1 día después de la operación Iniciar enoxaparina o UFH 12-24 h después de la operación, si el riesgo de hemorragia es bajo 5-6 días después de la operación Suspender enoxaparina o UFH cuando el INR sea >2 por 2 días INR, Índice internacional normalizado; UFH, heparina no fraccionada; POD, día posoperatorio. Tomado de Dunn, 2007. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95539_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 955 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 956 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 mayores de 200 mg/100 ml y las concentraciones de hemoglobina A1C superiores a 7% se vinculan con tasas más altas de infección posoperatoria de la herida (Dronge, 2006; Trick, 2000). Como mínimo, las pacientes diabéticas sometidas a procedi- mientos quirúrgicos mayores se benefi cian con tres pruebas diag- nósticas: detección de trastornos metabólicos, nefropatía no diagnosticada e isquemia cardiaca no identifi cada que se mani- fi este por ondas Q anormales. En general, el estrés causado por la intervención quirúrgica y la anestesia puede inducir aumento en las concentraciones de catecolaminas, defi ciencia relativa de insulina e hiperglucemia (Devereaux, 2005). Las respuestas glucémicas varían con la inter- vención quirúrgica, pero debe evitarse la hiperglucemia manifi esta para disminuir las complicaciones posoperatorias relacionadas con la deshidratación, las alteraciones electrolíticas, la anomalía en la cicatrización de heridas e incluso la cetoacidosis en diabéticas tipo 1 (Jacober, 1999). No obstante, las fl uctuaciones en el consumo oral y las necesidades metabólicas hacen que el control óptimo de la glucemia sea muy laborioso. Además, no hay evidencia clara de las concentraciones ideales de glucosa. Como consecuencia, la mayoría de los médicos busca valores de glucemia menores de 200 mg/100 ml (cuadro 39-4) (Finney, 2003; Garber, 2004; Hoogwerf, 2006). En el cuadro 39-5 y la figura 39-4 se resumen las recomendacio- nes perioperatorias establecidas por Jacober et al. (1999) con base en la gravedad de la enfermedad. Insuficiencia suprarrenal En el periodo perioperatorio, la hipotensión puede ser resultado de la disfunción del eje hipotálamo-hipófi sis-suprarrenales (HPA, hypothalamic-pituitary-adrenal axis) por supresión consecutiva al uso crónico de esteroides. A pesar de este conocimiento fi siológico, hay controversia acerca de la complementación corticoesteroidea durante el periodo perioperatorio. Por lo general, se asume que las usuarias de corticoesteroides que se someten a procedimientos quirúrgicos menores o que usan dosis bajas de esteroides no tienen riesgo de supresión suprarre- nal. Por lo tanto, no se recomienda el tratamiento adicional con esteroides. Se consideran dosis bajas las menores de 5 mg de pred- nuación de la warfarina durante dos a tres meses más reducen el riesgo de recurrencia hasta 5 a 10% y evita la necesidad de hepa- rina preoperatoria (Kearon, 1997; Levine, 1995). Por tanto, en pacientes con VTE reciente, debe considerarse el retraso del proce- dimiento, de ser posible, ya que puede ser ventajoso. ■ Valoración endocrina El estrés fi siopatológico de la intervención quirúrgica puede exa- cerbar trastornos endocrinos, como disfunción tiroidea, diabetes mellitus e insufi ciencia suprarrenal. Hipertiroidismo e hipotiroidismo Tanto el hipertiroidismo como el hipotiroidismo conllevan trastor- nos anestésicos y metabólicos únicos de cada estado patológico. Sin embargo, los objetivos terapéuticos para ambos se enfocan al logro del estado eutiroideo antes de la intervención quirúrgica. En caso de hipertiroidismo, existe riesgo de tormenta tiroidea perioperatoria. Además, la afectación de la vía respiratoria es un riesgo en las pacientes con bocio; durante la exploración física, debe prestarse especial atención a la búsqueda de desviación tra- queal. Además de las pruebas de función tiroidea, un ECG y concentraciones séricas de electrólitos ayudan a predecir signos de estrés metabólico preexistente. Hay que indicar a las pacientes que mantengan sus fármacos usuales en las dosis prescritas hasta el día del procedimiento. El hipotiroidismo recién diagnosticado casi nunca requiere tra- tamiento preoperatorio, excepto en casos de enfermedad grave con signos de depresión cardiaca, alteraciones electrolíticas e hipoglu- cemia. Diabetes mellitus Las complicaciones a largo plazo de la diabetes mellitus incluyen disfunción vascular, neurológica, cardiaca y renal. Por tanto, es esencial realizar valoración preoperatoriadel riesgo de estos tras- tornos concomitantes en pacientes diabéticas. Además, el aumento en la morbilidad posoperatoria se relaciona con el control glucé- mico preoperatorio defi ciente. En particular, las concentraciones CUADRO 39-4. Ejemplo para la administración de insulina, con ajuste de la dosis con base en la glucemiaa Glucosa sanguínea, mmol/L (mg/100 ml)b Fórmula de incremento Cálculo Insulina de acción corta (unidades) 0–11.0 (0–200) 0 0 0 11.1–14.0 (201–250) 1 × (TDI/30) 1 × (120/30) 4 14.1–17.0 (251–300) 2 × (TDI/30) 2 × (120/30) 4 17.1–20.0 (301–350) 3 × (TDI/30) 3 × (120/30) 12 20.1–23.0 (251–400) 4 × (TDI/30) 1 × (120/30) 16 23.1–26.0 (401–450) 5 × (TDI/30) 5 × (120/30) 20 >26.0 (>450) Informar al médico Informar al médico Informar al médico a El ejemplo utiliza una dosis total de insulina diaria (TDI, total daily insulin) preoperatoria de 120 unidades. b Por conveniencia, las conversiones de milimoles por litro a miligramos por 100 ml son aproximadas. Tomado con autorización de Jacober, 1999. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95639_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 956 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 957Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 Procedimiento corto, temprano por la mañana Retrasar tratamiento para diabetes Sólo dosis basal Un tercio de la dosis matutina La mitad de la dosis matutina total Dos tercios de la dosis diaria total Interrumpir la administración de hipoglucemiantes orales Hipoglucemiantes orales Procedimiento corto, tarde por la mañana MDI Bomba de insulina Dosis única de insulina 2 o 3 dosis de insulina Sólo dosis basal Un tercio por la mañana, dosis de almuerzo Un tercio de la dosis matutina y de la comida La mitad de la dosis diaria total Interrumpir hipoglucemiantes orales Procedimiento corto, por la tarde Hipoglucemiantes orales Dosis única de insulina 2 o 3 dosis de insulina MDI Bomba de insulina Insulina IV continua No interrumpir hipoglucemiantes oralesHipoglucemiantes orales Procedimiento complejo Insulina FIGURA 39-4. Recomendaciones para tratamiento perioperatorio de pacientes quirúrgicas con diabetes mellitus. IV, intravenosa; MDI, múltiples dosis de insulina de acción corta. (Tomada con autorización de Jacober, 1999.) CUADRO 39-5. Tratamiento perioperatorio de diabetes mellitus por tipo de enfermedad Enfermedad Tratamiento preoperatorio Tratamiento posoperatorio DM tipo 2 tratada sólo con dieta Sin atención adicional, con insulina regular subcutánea PRN para hiperglucemia matutina Insulina regular subcutánea PRN DM tipo 2 tratada con hipoglucemiantes orales Suspender todos los fármacos el día de la operación Insulina complementaria subcutánea hasta el restablecimiento del régimen alimentario normal, momento en el cual puede reiniciarse el tratamiento preoperatorio DM tipo 2 tratada con insulina Véase figura 39-4 Insulina con ajuste de la dosis con base en la glucemia (cuadro 39-4) DM, diabetes mellitus; PRN, por razón necesaria. Adaptado con autorización de Jacober, 1999. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95739_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 957 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 958 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 su diagnóstico, además de incluir una discusión de las alternati- vas de atención médicas y quirúrgicas; objetivos y limitaciones del procedimiento y riesgos quirúrgicos. Cuando es imposible obte- ner el consentimiento informado de la paciente, debe identifi carse un sustituto independiente que represente los mejores intereses y deseos de la enferma. La documentación escrita sirve como registro histórico de la comprensión y la aceptación de la paciente. A pesar de las recomendaciones del médico, una mujer infor- mada puede negarse a una intervención particular. Debe respetarse la autonomía para la toma de decisiones de la mujer y el médico debe registrar el rechazo informado en el expediente médico. La documentación adecuada incluye: 1) el rechazo de la paciente a dar su consentimiento para la intervención recomendada; 2) indi- car que se explicó la utilidad del procedimiento a la paciente; 3) la razón de la enferma para rehusarse, y 4) una declaración que describa las consecuencias para la salud según se le mencionaron a la paciente (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2009b). CONSIDERACIONES ESPECIALES ■ Profilaxis de infección en el sitio quirúrgico La profi laxis antibiótica puede reducir de modo notable las infec- ciones adquiridas en el hospital después de la intervención quirúr- gica ginecológica. La selección de recomendaciones se resume en el cuadro 39-6. Las decisiones sobre la elección, el momento y la duración de la profi laxis antibiótica dependen del procedimiento que se pretende realizar y los microorganismos que se espera encontrar. Por lo general, se administra una dosis única de anti- bióticos durante la inducción anestésica. Deben considerarse dosis adicionales en casos con hemorragia >1 500 ml o con duración mayor de tres horas. Para las pacientes obesas, se sugiere una dosis más alta de antibiótico (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2009a). ■ Profilaxis de la endocarditis bacteriana subaguda Se cuenta con evidencia sufi ciente sobre la relación entre bacterie- mia y endocarditis posterior a un procedimiento (Durack, 1995; van der Meer, 1992). En 2007, la American Heart Association revisó sus recomendaciones para la prevención de la endocarditis bacteriana (Wilson, 2007). Después de una revisión extensa de la bibliografía pertinente, la organización ya no recomienda la pro- fi laxis antibiótica para endocarditis antes de procedimientos geni- tourinarios o gastrointestinales, incluso en pacientes con factores de riesgo para endocarditis. ■ Preparación intestinal Los dogmas quirúrgicos indican el uso de la preparación intes- tinal mecánica como un medio para prevenir las complicaciones posoperatorias (Bucher, 2004). Los estudios realizados antes de la administración habitual de profi laxis con antibióticos argumenta- ron que la limpieza intestinal antes de una operación colorrectal mejoró el manejo intestinal, previno la dehiscencia de anastomosis con el paso de heces duras y disminuyó las cargas fecales y bacteria- nas. Por tanto, se pensó que la limpieza intestinal reducía las tasas de infección de la herida (Barker, 1971; Nichols, 1971). nisona al día durante no más de dos semanas en el año previo. Sin embargo, aquellas que toman 5 a 20 mg de prednisona al día durante más de tres semanas pueden tener riesgo de supresión del HPA. En estos casos, la prueba de estimulación con hormona adrenocorticotrópica (ACTH) permite verifi car la supresión supra- renal e identifi car a las pacientes que se benefi ciarían con la admi- nistración perioperatoria de esteroides. La utilidad de la administración perioperatoria de esteroides aún es tema de controversia (Bromberg, 1991; Marik, 2008). Por ejemplo, las pacientes que toman al menos 7.5 mg de prednisona al día por varios meses, con insufi ciencia suprarrenal secundaria documentada con la prueba de ACTH se distribuyeron al azar para recibir placebo o dosis altas de cortisol. La simple continuación de la dosis diaria habitual de las pacientes en el periodo perioperatorio no produjo aumentos en la hipotensión ni en otros signos peri- quirúrgicos de insufi ciencia suprarrenal (Glowniak, 1997). Marik y Varon (2008) realizaron una revisión bibliográfi ca sistemática sobre las dosis complementarias perioperatorias de corticoeste- roides y al fi nal no encontraron evidencia que apoyara las dosis adicionales superiores a las terapéuticas, siempre que las pacientes continuaran su dosis diaria usual. Debe mantenerse una vigilancia hemodinámica constante para detectar hipotensión resistente a la infusión de volumen, momento en el cual deben iniciarse los cor- ticoesteroides en dosis para estrés. En estos casos, un régimen facti- ble es el de prednisona, 100 mg IV cada ocho horas, con reduccióngradual de la dosis conforme avanza la mejoría. GUÍAS PARA PRUEBAS DIAGNÓSTICAS En ausencia de alguna indicación clínica, las pruebas preoperato- rias habituales no aumentan la seguridad ni la calidad de la aten- ción. Roizen (2000) encontró que los médicos ignoran casi 50% de las anomalías que se encuentran en los estudios preoperatorios sistemáticos. Lo más importante, no se ha demostrado que los estudios preoperatorios sean mejores que la anamnesis y la explo- ración física (Rucker, 1983). Por tanto, en ausencia de cambios en el estado clínico, las pruebas diagnósticas con resultados norma- les cuatro a seis meses antes de la intervención quirúrgica pueden usarse como “pruebas preoperatorias”. En pacientes valoradas así, Macpherson et al. (1990) encontraron que menos de 2% tenía cambios considerables en el transcurso de cuatro meses. No se han establecido guías codifi cadas para pruebas preope- ratorias en Estados Unidos. Para muchas pacientes, antes del pro- cedimiento se solicitan CBC, panel de electrólitos, concentración de BUN/creatinina y glucosa sanguínea. En las mujeres en edad reproductiva con útero, debe descartarse el embarazo mediante una prueba para gonadotropina coriónica humana (hCG, human chorionic gonadotropin). La solicitud de otras pruebas es individua- lizada. Sin embargo, en el Reino Unido, el National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) tiene indicaciones especí- fi cas para pruebas antes de la intervención quirúrgica. Los docu- mentos completos están disponibles en http://www.nice.org.uk/ nicemedia/live/10920/29094/29094.pdf. CONSENTIMIENTO INFORMADO La obtención del consentimiento informado es un proceso y no sólo un documento en el expediente clínico (Kondziolka, 2006; Lavelle-Jones, 1993; Nandi, 2000). La conversación entre un médico y la paciente debe aumentar la conciencia de la mujer sobre 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95839_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 958 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 959Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 Aunque su empleo habitual debe limitarse, a menudo se pre- fi ere la preparación intestinal mecánica para muchos procedimien- tos reconstructivos pélvicos que afectan la pared vaginal posterior y el esfínter anal. En estos casos, la evacuación de la materia fecal rectal brinda un espacio quirúrgico adicional y rasgos anatómicos sin distorsión. Además, la preparación preoperatoria casi siempre retrasa la evacuación y permite la cicatrización inicial después de la esfi nteroplastia. Otros casos en los que es recomendable la prepa- ración intestinal mecánica incluyen aquellos en los que a veces se palpa todo el colon durante el procedimiento para valorar si existe afectación tumoral. En el cuadro 39-7 se presenta un resumen de varias formas disponibles en el comercio para preparación intesti- nal (Valantas, 2004). Sin embargo, múltiples estudios recientes cuestionan el uso sistemático de la preparación intestinal mecánica (Duncan, 2009; Platell, 1998). Guenaga et al. (2009) realizaron un metaanálisis de estudios para determinar la efi cacia de la preparación intestinal en las tasas de morbilidad y mortalidad en la cirugía colorrectal. No encontraron evidencia que apoyara el benefi cio percibido de la preparación intestinal mecánica. Se obtuvieron resultados simila- res después de procedimientos ginecológicos y urológicos (Muzii, 2006; Shafi i, 2002). Además, un informe reciente contradice la creencia de que la preparación intestinal mecánica disminuye la contaminación microbiana de la cavidad peritoneal y el tejido sub- cutáneo después de un procedimiento programado a colon abierto (Fa-Si-Oen, 2005). CUADRO 39-6. Regímenes antibióticos profilácticos por procedimientoa Procedimiento Antibiótico Dosis (dosis única) Histerectomía Procedimientos uroginecológicos, aun los que incluyen malla Cefazolinab 1 o 2 gc IV Clindamicinad más Gentamicina o Quinolonae o Aztreonam 600 mg IV 1.5 mg/kg IV 400 mg IV 1 g IV Metronidazold más Gentamicina o Quinolonae 500 mg IV 1.5 mg/kg IV 400 mg IV Laparoscopia: diagnóstica, terapéutica o esterilización tubaria Ninguno Laparotomía Ninguno Histeroscopia: diagnóstica, quirúrgica, ablación endometrial o dispositivo intratubario permanente Ninguno Histerosalpingograma o prueba de permeabilidad tubaria con pigmento Doxiciclinaf 100 mg vía oral, c/12 h por 5 días Inserción de IUD Ninguno Biopsia endometrial Ninguno Aborto inducido/dilatación y legrado Doxiciclina Metronidazol 100 mg vía oral 1 h antes del procedimiento y 200 mg vía oral después de la intervención quirúrgica 500 mg vía oral c/12 h por 5 días Urodinámica Ninguno a El momento conveniente para administrar la profilaxis antibiótica es justo antes de la inducción anestésica. b Las alternativas aceptables incluyen cefotetán, cefoxitina, cefuroxima o ampicilina-sulbactam. c Se recomienda una dosis de 2 g en mujeres con índice de masa corporal >35 o peso >100 o 99.7 kg (220 libras). d Antibióticos de elección en mujeres con antecedente de hipersensibilidad inmediata a la penicilina. e Ciprofloxacina o levofloxacina o moxifloxacina. f Si la paciente tiene antecedente de enfermedad inflamatoria pélvica o el procedimiento detecta dilatación de las trompas de Falopio. No está indicada la profilaxis en un estudio que no muestra dilatación tubaria. IV, intravenosa; IUD, dispositivo intrauterino. Tomado con autorización del American College of Obstetricians and Gynecologists, 2009a. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 95939_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 959 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 960 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 (DVT, deep venous thrombosis) y tromboembolia pulmonar se aproxima a 600 000, con más de 100 000 muertes cada año (U.S. Department of Health and Human Services, 2008). Las recomen- daciones nacionales para profi laxis contra VTE siguen un patrón basado en el riesgo. Geerts et al. (2008) presentaron un resumen de los factores de riesgo relevantes para VTE (cuadro 39-8). Trombofilias Entre estos factores de riesgo para VTE, las trombofi lias son defi - ciencias hereditarias o adquiridas de proteínas inhibidoras de la cascada de coagulación. Estos trastornos causan aumento de la coa- gulabilidad y tromboembolia venosa recurrente. En Estados Unidos, no hay guías para dirigir la selección de pacientes para la prueba de trombofi lia, aunque un grupo de lineamientos basado en el Reino Unido publicó recomendaciones (Baglin, 2010). En general, no está indicada la prueba indiscrimi- nada de trombofi lias hereditarias en pacientes no seleccionadas que se presentan con un primer episodio de trombosis venosa. Entre otras, las enfermas en las que debe considerarse la prueba incluyen aquellas con una trombosis venosa sin causa aparente a una edad temprana (<50 años), aquellas con proclividad familiar a la trom- bosis, las que tienen VTE recurrente y quienes presentan VTE a pesar de la anticoagulación adecuada. Deficiencia de antitrombina. La trombina se produce por la división enzimática de la protrombina (fig. 39-5). La trombina transforma al fi brinógeno en su forma activa, que se ensambla en la fi brina para formar el coágulo. La antitrombina, antes llamada antitrombina III, es uno de los inhibidores principales de la trom- bina. La antitrombina funciona como anticoagulante natural por- Junto con las guías para la preparación del tubo digestivo, tam- bién se cuestionó el dogma aceptado de que las pacientes deben permanecer en ayuno desde la medianoche previa al procedi- miento. La European Society of Anesthesiology revisó la bibliografía y actualizó sus guías. Ahora recomienda omitir alimentos sólidos seis horas antes de una intervención quirúrgica electiva, pero que debe alentarse a adultos y niños para beber líquidos claros (agua, jugo sin pulpa) hasta dos horas antes de todos los procedimientos quirúrgicos electivos, incluida la cesárea (Smith, 2011). La revi- sión sistemática también validóla seguridad de las bebidas ricas en carbohidratos hasta dos horas antes de una operación electiva en todas las pacientes, incluidas diabéticas. Se observó que el uso de carbohidratos orales preoperatorios cambia el metabolismo corpo- ral de un estado de ayuno a uno alimentado, lo cual reduce la resis- tencia posoperatoria a la insulina y la hiperglucemia consecuente. Sin embargo, las guías no se han modifi cado de la misma manera en Estados Unidos. ■ Profilaxis de la tromboembolia La profi laxis contra la tromboembolia venosa (VTE) se encuentra entre las principales 10 prácticas de seguridad recomendadas por la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) y el National Quality Forum (Kaafarani, 2011). Tan sólo en Estados Unidos, se calcula que la incidencia anual de trombosis venosa profunda CUADRO 39-8. Factores de riesgo de tromboembolia venosa Intervención quirúrgica Traumatismo (traumatismo mayor o lesión de extremidad inferior) Inmovilidad, paresia de extremidad inferior Cáncer (activo u oculto) Tratamiento para cáncer (hormonal, quimioterapia, inhibidores de angiogénesis, radioterapia) Compresión venosa (tumor, hematoma, arteriopatía) Tromboembolia venosa previa Edad avanzada Embarazo y puerperio Anticonceptivos orales con estrógeno o tratamiento de sustitución hormonal Hiperestimulación ovárica controlada para la fecundidad Moduladores selectivos del receptor estrogénico Fármacos estimulantes de la eritropoyesis Enfermedad médica aguda Enfermedad intestinal inflamatoria Síndrome nefrótico Trastornos mieloproliferativos Hemoglobinuria paroxística nocturna Obesidad Cateterismo venoso central Trombofilia hereditaria o adquirida Adaptado con autorización de Geerts, 2008. CUADRO 39-7. Métodos de preparación para limpieza del colon Dieta y catárticos Dieta Líquidos claros por 3 días o una dieta diseñada para dejar residuos fecales colónicos mínimos por 1 a 3 días Catárticos 240 ml de extracto de fruta senna o 240 ml de citrato de magnesio Catártico adicional 20 mg de bisacodil por vía oral y supositorios Enemas Fosfato de sodio o agua corriente Estuches Diversas marcas comerciales de alimentos preparados disponibles en el mercado Métodos de lavado intestinal Solucion para lavado con polietilenglicol-electrólitos (PEG-ELS) Sulfato de sodio y polietilenglicol (PEG) Solución para lavado con electrólitos libre de sulfato (SF-ELS, sulfate free-electrolyte lavage solution) PEG sin sulfato Volumen reducido con bisacodilo o citrato de magnesio Preparaciones con fosfato Fosfato de sodio oral Fosfosoda (bifosfato de sodio y fosfato de sodio) Tabletas de fosfato Visicol (bifosfato de sodio y fosfato de sodio) Tomado con autorización de Valantas, 2004. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 96039_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 960 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 961Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 conceptivos orales combinados (COC, combined oral contraceptive) inducen aumento en la coagulabilidad que se revierte cuando se sus- penden al menos seis semanas antes del procedimiento (Robinson, 1991; Vessey, 1986). Para equilibrar el riesgo de un embarazo no buscado en las mujeres que suspenden los COC, se recomienda alguna alternativa con instrucciones claras para su uso. Cuando se decide detener el uso de COC antes de una intervención quirúr- gica, el American College of Obstetricians and Gynecologists (2007) señala que el riesgo individual de VTE debe sopesarse contra el riesgo de un embarazo no planeado. Parece que el tratamiento de sustitución hormonal (HRT, hormone replacement therapy) después de la menopausia también aumenta la incidencia de VTE posoperatoria. Grady et al. (2000) estimaron un aumento de cinco veces el riesgo de generar trom- bosis venosa durante los primeros 90 días después de un procedi- miento intrahospitalario. Por tanto, las mujeres deben recibir la asesoría adecuada sobre este riesgo posoperatorio adicional, pero no está clara la utilidad y la duración de la suspensión del HRT para evitar este aumento en el riesgo. Opciones preventivas Hay varias modalidades preventivas. La deambulación temprana se fomenta después de la intervención quirúrgica, pero no se con- sidera una estrategia primaria para prevenir la DVT (Michota, 2006). Las medias de compresión graduada previenen el estanca- miento de sangre en las pantorrillas. Si éstas se usan y ajustan de forma apropiada, las tasas de DVT se reducen 50%. Si se utilizan junto con otros métodos profi lácticos, se obtiene un benefi cio adi- cional (Amaragiri, 2000). La compresión neumática intermitente que se une con la trombina y la desactiva, además de desactivar también a los factores de coagulación activados IXa, Xa, XIa y XIIa. Si la trombina no se desactiva, se favorece la coagulación. Aunque es rara, esta defi ciencia es la que tiene mayor capacidad trombógena de las coagulopatías hereditarias. Deficiencia de proteína C o proteína S. Cuando la trombina se une con la trombomodulina en el endotelio intacto de vasos pequeños, se neutralizan sus acciones procoagulantes. En tal estado unido, la trombina también activa la proteína C, un anticoagu- lante natural. La proteína C y su cofactor, la proteína S, limitan la coagulación, en parte por desactivación de los factores Va y VIIIa. Resistencia a la proteína C activada (mutación del fac- tor V de Leiden). Ésta es la más prevalente de las trombofi lias conocidas y se produce por una mutación individual en el gen del factor V. La mutación confi ere al factor Va (FVa) resistencia a la degradación por efecto de la proteína C activada. La proteína del factor V anormal conserva su actividad procoagulante y predispone a la trombosis. Mutación G20210A de la trombina. Ésta es una mutación no codifi cante en el gen de la protrombina. La mutación causa acumulación excesiva de protrombina, la cual puede convertirse en trombina y generar un estado con aumento de coagulabilidad. Suspensión de hormonas De los riesgos, el uso de hormonas es un factor que puede modifi - carse antes de una intervención quirúrgica programada. Los anti- Deficiencia de proteína S Desactiva el factor Va Desactiva el factor VIIIa PROTEÍNA S PROTEÍNA S Deficiencia de proteína C Mutación del factor V de Leiden Factor V resistente a la degradación por la proteína C Mutación G20210A Aumento en la concentración de protrombina Deficiencia de antitrombina Controla la generación de trombina Disminución de la neutralización de trombina La trombina se une con la trombomodulina en las células endoteliales Proteína C activada Proteína C Protrombina Trombina Coagulación FIGURA 39-5. Puntos de la cascada de coagulación afectados por algunas de las trombofilias. (Tomada con autorización de Cunningham, 2010.) 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 96139_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 961 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 962 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 1 mg de droperidol y 4 mg de ondansetrón. Este tratamiento previo disminuye de forma notable los síntomas en 25%. Sin embargo, si los síntomas aparecen en las seis horas siguientes al procedimiento, deben considerarse antieméticos de una clase farmacológica dife- rente a la administrada antes (Habib, 2004). La náusea persistente a veces mejora con la combinación de fármacos de distintas clases (cuadro 39-10). CONSIDERACIONES POSOPERATORIAS La planeación preoperatoria minuciosa, el conocimiento de las complicaciones posoperatorias previas y la vigilancia de los detalles aseguran la convalecencia exitosa para la mayoría de las pacientes. ■ Indicaciones posoperatorias Éstas brindan instrucciones sobre el apoyo a cada sistema orgá- nico mientras se restablece la función normal de modo gradual. Las indicaciones se adaptan a cada paciente, pero los objetivos son comunes a todas las pacientes quirúrgicas: reanimación, control del dolor y reanudación de las actividades cotidianas. En el cuadro 39-11 se ofrece un modelo para las indicacionesposoperatorias dentro y fuera del hospital. (IPC, intermittent pneumatic compression) funciona sobre todo por la mejoría del fl ujo venoso. Parece que es efi caz en pacientes con riesgo moderado a elevado si se inicia antes de la inducción anes- tésica y se continúa hasta que las pacientes deambulan (Clarke- Pearson, 1993; Geerts, 2004). Los métodos farmacológicos para profi laxis de la VTE incluyen dosis bajas de heparina no fraccio- nada, heparina de bajo peso molecular y nuevas clases de fármacos, como los inhibidores del factor Xa. En el cuadro 39-9 se resumen las estrategias adecuadas para el mejor tratamiento basado en los riesgos. ■ Náusea y vómito posoperatorios Éstos constituyen una de las quejas más frecuentes después de una intervención quirúrgica y su incidencia varía entre 30 y 70% en pacientes de alto riesgo (Moller, 2002). Las personas con riesgo de náusea y vómito posoperatorios (PONV, postoperative nausea and vomiting) incluyen mujeres, no fumadoras, aquéllas con ante- cedente de cinetosis o PONV, las que se sometieron a operaciones prolongadas y las que fueron objeto de procedimientos laparoscó- picos u otra técnica ginecológica (Apfelbaum, 2003). Se recomienda una estrategia múltiple para la prevención (Apfel, 2004). Hoy día, las combinaciones de 4 a 8 mg de dexame- tasona antes de la inducción anestésica van seguidas de menos de CUADRO 39-9. Recomendaciones para la profilaxis de tromboembolia del American College of Chest Physicians Situación clínica Recomendación Pacientes sin riesgos de VTE que se someten a intervención quirúrgica menor Deambulación temprana Pacientes sin riesgos de VTE que se someten a procedimientos laparoscópicosa Deambulación temprana Pacientes con riesgos de VTE que se someten a procedimientos laparoscópicos LMWH o LDUH o IPCb o GCS Pacientes sin riesgos de VTE que son objeto de intervención quirúrgica ginecológica mayor Continuar profilaxis hasta la salida del hospital LMWH o LDUH o IPCb Pacientes con riesgos de VTE que se someten a intervención quirúrgica ginecológica mayor Continuar profilaxis hasta la salida del hospitalc LMWH o LDUH c/8 h o IPCb o LMWH o LDUH más IPCb o GCS o fondaparinux solo Pacientes que son objeto de intervención quirúrgica ginecológica mayor por cáncer Continuar profilaxis hasta la salida del hospitalc LMWH o LDUH c/8 h o IPCb o LMWH o LDUH más IPCb o GCS o fondaparinux solo GCS, medias de compresión graduada; IPC, compresión neumática intermitente; LDUH, dosis baja de heparina no fraccionada; LMWH, heparina de bajo peso molecular; VTE, tromboembolia venosa. a Para un procedimiento ginecológico laparoscópico, la decisión de administrar u omitir la profilaxis debe considerar los riesgos de VTE de la paciente y del procedimiento. b Se inicia antes del procedimiento y se usa de forma continua mientras la paciente no deambule. c Para algunas pacientes de alto riesgo, incluidas las que se someten a intervención quirúrgica mayor por cáncer o que tienen antecedente de VTE, se sugiere continuar la profilaxis con LMWH durante 28 días después de salir del hospital. Datos tomados de Geerts, 2008. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 96239_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 962 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 963Consideraciones perioperatorias CA P ÍTU LO 3 9 de opioides requeridos y reducen la incidencia de PONV hasta en 30% (Akarsu, 2004; Chan, 1996; Mixter, 1998). En general, estos fármacos son tolerables y conllevan un riesgo bajo de efectos adver- sos graves. Sin embargo, las dosis altas de paracetamol pueden ser tóxicas para el hígado. Por esta razón, la FDA de Estados Unidos (2011) limita ahora la cantidad de paracetamol por comprimido o cápsula a 325 mg. Además, recomienda evitar las dosis mayores de 4 000 mg/día, sobre todo si se usan en combinación con fármacos opioides y no opioides orales. Opciones de tratamiento con opioides A pesar de los efectos adversos comunes que comparten todos los opioides (depresión respiratoria, náusea y vómito), el tratamiento con opioide es la principal elección para tratar el dolor moderado a intenso. Los tres opioides que se prescriben más a menudo después de procedimientos ginecológicos son morfi na, fentanilo e hidro- morfona. Aunque la meperidina se administra con frecuencia en ■ Tratamiento del dolor El tratamiento del dolor posoperatorio aún no se valora con sufi - ciente profundidad y muchas pacientes experimentan dolor des- pués de una intervención quirúrgica. Una encuesta reciente de Apfelbaum et al. (2003) reveló que más de 85% de las personas que respondieron después de una operación tenía dolor moderado a intenso. El control defi ciente del dolor causa menor satisfacción con la atención, tiempo de recuperación prolongado, aumento en el uso de los recursos para atención a la salud y mayores costos de los cuidados de la salud (Joshi, 2005; McIntosh, 2009). Fármacos no opioides Las dos clases principales de tratamientos no opioides son paraceta- mol y antiinfl amatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti- infl ammatory drugs). Si se administran antes del procedimiento, los NSAID reducen el dolor posoperatorio, disminuyen la cantidad CUADRO 39-10. Fármacos de uso habitual para náusea y vómito Clase/fármaco Dosis usual Vía(s) Efectos adversos Anticolinérgico Escopolamina 1 parche c/3 días Transdérmica Boca seca, somnolencia, alteración de la acomodación visual Antihistamínicos Difenhidramina Hidroxizina Meclizina Prometazina 25-50 mg c/4-6 h 25-100 mg c/6 h 25-50 mg c/6 h 12.5-25 mg c/4-6 h IM, IV, VO IM, VO VO IM, IV, VO, PR Sedación, boca seca, estreñimiento, visión borrosa, retención urinaria Benzamidas Metoclopramida Trimetobenzamida 5-15 mg c/6 h 250 mg c/6-8 h IM, IV, VO IM, VO, PR Sedación o agitación, diarrea, efectos extrapiramidales, hipotensión Benzodiazepinas Lorazepama 0.5-2.5 mg c/8-12 h IM, IV, VO Sedación, amnesia, depresión respiratoria, visión borrosa, alucinaciones Corticoesteroides Dexametasonaa 4 mg c/6 h IM, IV, VO Molestias del TD, ansiedad, insomnio, hiperglucemia Fenotiazinas Proclorperazina 5-10 (25 PR) mg c/6 h IM, IV, VO, PR Sedación, efectos extrapiramidales, ictericia colestásica, hiperprolactinemia Antagonistas de serotonina 5-HT3 Ondansetrón Granisetrón Dolasetrón 8 mg c/8 h 2 mg c/24 h 100 mg c/24 h IV, VO IV, VO IV, VO Cefalea, fiebre, arritmias, ataxia, somnolencia o nerviosismo, aumento de transaminasas hepáticas a No aprobado por la FDA para esta indicación. TD, tubo digestivo; HT, hidroxitriptamina; IM, intramuscular; IV, intravenosa; VO, vía oral; PR, vía rectal. Tomado con autorización de Kraft, 2010. 39_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 96339_Chapter_39_Hoffman_4R.indd 963 06/09/13 22:0606/09/13 22:06 964 Aspectos de cirugía ginecológica SECCIÓ N 5 basados en evidencia proviene de estudios de analgesia regional. El uso de ondansetrón, a razón de 4 mg IV, ha sido exitoso (George, 2009). Los antihistamínicos, como la difenhidramina, 25 mg por vía IV, son otra alternativa. Puede usarse naloxona, un antagonista opioide, pero revierte la analgesia lograda con la morfi na. Fentanilo. Este poderoso opioide sintético es más lipofílico que la morfi na y la duración de su efecto y vida media son más cortas. La analgesia máxima se obtiene minutos después de la adminis- tración intravenosa y dura 30 a 60 min. Muchos protocolos de sedación consciente usados durante procedimientos en consultorio combinan fentanilo con un sedante, como midazolam. Hidromorfona. Este fármaco, otro análogo semisintético de la morfi na, es menos lipofílico que el fentanilo. Está disponible para su aplicación por múltiples vías, incluidas oral, intramuscu- lar, intravenosa, rectal y subcutánea. La hidromorfona alcanza su máximo efecto analgésico 15 min después de la administración intravenosa y su acción dura tres a cuatro horas. Aunque a menudo se usa durante la analgesia epidural, la hidromorfona es una alter- nativa adecuada para la
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