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FISIOLOGÍA HUMANA-76

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INTRODUCCIÓN
En el sistema nervioso central humano existen por los
menos cien mil millones (1011) de neuronas que se comu-
nican entre sí. Por lo tanto, es clara la importancia de
entender los mecanismos que permiten esta comunicación.
Hacia finales del siglo XIX, cuando el desarrollo de la
microscopia óptica y de técnicas histológicas permitió el
estudio microscópico de la anatomía del sistema nervioso,
surgieron dos hipótesis contrapuestas sobre esta estructu-
ra, que generaron una controversia que en sus diferentes
facetas se prolongó durante más de medio siglo. Así, había
la teoría reticular, según la cual el sistema nervioso está
formado por una complicada estructura en forma de malla,
dentro de la cual las neuronas constituyen los nudos, y las
fibras nerviosas que de ellas derivan se anastomosan for-
mando una malla en la cual los terminales neuronales y
dendríticos se unen entre sí sin discontinuidad. De esta
manera, todo el sistema nervioso forma un sincitio conti-
nuo sin interrupciones ni barreras. De la otra parte estaba
la teoría neuronal, según la cual cada unidad funcional del
sistema es una célula o “neurona” sin continuidad anató-
mica directa con otras neuronas, con las cuales, sin embar-
go, podía estar funcionalmente relacionada. Cada una de
estas teorías estaba asociada a un mecanismo específico
mediante el cual se podía lograr la comunicación entre
cada una de las neuronas y varias otras. Así pues, la pri-
mera teoría necesitaba de un mecanismo de transmisión
eléctrica, mientras que la segunda postulaba un mecanis-
mo de transmisión química. 
Con el tiempo, diferentes autores obtuvieron suficien-
tes pruebas de anatomía microscópica compatibles con los
postulados de la teoría neuronal, gracias al desarrollo de
técnicas histológicas de tinción selectiva. En particular, los
trabajos de Ramón y Cajal permitieron dilucidar la estruc-
tura del sistema nervioso con detalles asombrosos, limita-
dos sólo por el poder de resolución de la microscopia
óptica. Por lo que concierne a la comunicación entre neu-
ronas, Cajal demostró claramente la presencia de botones
sinápticos, a través de los cuales se suponía que podían
establecerse contactos funcionales entre ellas, pudiéndose
así transmitir la acción de una neurona a otra a través de
un mecanismo no bien especificado para aquella época, y
que ahora se reconoce como el mecanismo de transmisión
sináptica (ya que el sitio anatómico de unión entre neuro-
nas contiguas había sido denominado sinapsis por She-
rrington). 
Estudiando la degeneración de fibras nerviosas produci-
da por sección transversal, Ramón y Cajal también demostró
que la degeneración terminaba abruptamente al final de las
fibras seccionadas y no continuaba en las fibras nerviosas
adyacentes. A pesar de las claras implicaciones de estos
resultados experimentales que demostraban la falta de conti-
nuidad entre neuronas contiguas, la teoría reticular continuó
teniendo partidarios hasta quedar finalmente descartada por
las pruebas obtenidas mediante microscopia electrónica. 
Sin embargo, existían ciertas bases fisiológicas para los
dos mecanismos de comunicación neuronal, la eléctrica y la
química, por lo cual, aun cuando la teoría reticular fue aban-
donada, quedó una fuerte resistencia a aceptar que hubiese
un mecanismo de transmisión no puramente eléctrico, sino
basado en la acción química de un agente transmisor. 
Las razones de esto estriban en la demostración por
numerosos autores (Sherrington, Eccles, Lorente de No,
Lapique) de que las propiedades de excitabilidad de las
neuronas centrales eran bastante similares a las propieda-
des de excitabilidad de los nervios periféricos. Así pues,
ciertas propiedades específicas para sinapsis podían ser
explicadas aproximadamente en términos de propiedades
eléctricas solamente. De hecho, cuando ya el mecanismo
de transmisión química había sido firmemente establecido,
se demostró la existencia de la transmisión eléctrica en
varias preparaciones, entre ellas el sistema nervioso cen-
tral de mamíferos. 
La primera prueba a favor de la transmisión sináptica
de tipo químico puede verse en el trabajo de Dale, quien
en 1914 demostró que la acetilcolina podía tener dos tipos
de acciones: una muscarínica y otra nicotínica. Específica-
mente, Dale encontró que los efectos periféricos de la ace-
tilcolina sobre el músculo liso, músculo cardíaco y las
células glandulares eran de tipo muscarínico y sensibles a
la atropina, mientras que los efectos de la acetilcolina
sobre los ganglios simpáticos y parasimpáticos y sobre las
células de la médula adrenal eran de tipo nicotínico, y
podían ser eliminados por altas dosis de nicotina. En el
mismo trabajo, Dale predijo la presencia de la acetilcoli-
nesterasa en la sangre debido a la extraordinaria evanes-
cencia de los efectos de la acetilcolina cuando ésta era
inyectada por vía intravenosa. Posteriormente, los trabajos
de Loewi demostraron que después de estimular un cora-
zón de rana a través del nervio vago, aparecía en el líquido
de perfusión una sustancia, vagus stoffe, luego identifica-
da como acetilcolina, que aplicada a un segundo corazón
producía el mismo efecto que la estimulación vagal. Final-
mente, el trabajo de Feldberg en el laboratorio de Dale
aclaró también el papel de la acetilcolina no sólo en la
transmisión ganglionar y neuromuscular, sino también
como neurotransmisor en diferentes tejidos, desde la
médula suprarrenal a las glándulas salivales y hasta en el
sistema nervioso central. 
A pesar de estas claras pruebas en su favor, la idea de
la transmisión química entre los terminales de los nervios
simpáticos y parasimpáticos y el músculo liso y cardíaco y
las células glandulares no fue universalmente aceptada
hasta mucho tiempo después y, cuando finalmente fue
aceptada para el sistema nervioso periférico, se mantuvie-
ron fuertes reservas durante mucho tiempo todavía con
respecto a la posibilidad de que este mecanismo de trans-
misión pudiera ocurrir también a nivel del sistema nervio-
so central. 
Con el desarrollo de las técnicas de microscopia elec-
trónica se pudo obtener información detallada sobre las
estructuras tanto presinápticas como postsinápticas, lo
cual, junto con los datos obtenidos mediante diferentes
técnicas electrofisiológicas, ha permitido aclarar los meca-
nismos fisiológicos de la transmisión sináptica. Los meca-
T R A N S M I S I Ó N S I N Á P T I C A 47

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