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Medida del dolor Los métodos empleados para la medición del dolor en el hombre han sido muy diversos. Puede medirse el umbral doloroso empleando calor radiante y pidiendo al sujeto que señale el momento en que el estímulo es percibido como doloroso, al tiempo que se mide la temperatura de la piel estimulada. Este metodo permitió establecer los pará- metros psicofísicos de la sensación dolorosa. No obstante, la necesidad de disponer de procedimientos de medida de esta sensación que permitieran evaluar el dolor que se observa en la práctica clínica humana y reducirlo median- te tratamientos farmacológicos ha dado lugar a otros méto- dos. Entre éstos se encuentran las pruebas de tolerancia al dolor, que miden el tiempo que se resiste el dolor experi- mental generado por ejemplo por inmersión del brazo en agua fría o por un torniquete, o las escalas ordinales de dolor, que establecen órdenes de magnitud o categorías de dolor, de forma que el paciente o sujeto de experimen- tación refiere su dolor a una de ellas (p. ej., de 1 a 5, equi- valiendo a descriptores verbales de dolor leve, molesto, desagradable, horrible e insoportable). No obstante, los métodos más completos para la evaluación cuantitativa de la sensación dolorosa son los de graduación directa de magnitudes, basados en la evaluación de la magnitud de la sensación en una escala numérica creciente o en una esca- la analógica (la longitud de una barra luminosa, por ejem- plo). A diferencia de los anteriores, el sujeto relaciona directamente la magnitud de la sensación con la escala numérica paralela. Intensidad y umbral del dolor Los numerosos estudios llevados a cabo con los méto- dos psicofísicos antes reseñados han permitido establecer que, al igual que ocurre con otras sensaciones, en el caso del dolor existe una relación exponencial entre la magni- tud de la sensación percibida y la del estímulo aplicado, de acuerdo con la ecuación: U = kSn (1) Esto quiere decir en términos intuitivos que la propor- ción entre la magnitud de dos estímulos de intensidad cre- ciente se conserva para la intensidad de las sensaciones experimentadas. Cuando el exponente de la ecuación (1) sea 1, es decir, U = kS1, ocurrirá que dos estímulos cuya proporción de intensidades sea de 2:1 generarán sensacio- nes de dolor que serán la una el doble de la otra (2:1). Si el exponente fuera 2, la aplicación de los mismos estímu- los, uno de intensidad doble que el otro, daría lugar a la percepción de una sensación dolorosa cuya intensidad sería 4 veces mayor para el segundo estímulo. La aplicación de calor sobre la superficie de la piel, midiendo cuidadosamente la temperatura alcanzada, ha sido el estímulo más comúnmente utilizado para cuantifi- car experimentalmente la sensación de dolor en los seres humanos. Los experimentos llevados a cabo empleando técnicas de graduación directa de magnitudes han dado valores muy constantes de exponente (2,1) para la función que relaciona la temperatura del estímulo con la sensación de dolor cutáneo por él producida. Los trabajos pioneros de Hardy y cols. a principios de la década de 1950, empleando esta técnica de radiación térmica de la piel, permitieron establecer que el umbral de dolor es muy estable de unos individuos a otros (alrededor de 45 °C) y poco influenciable por factores tales como edad, sexo, nivel de conciencia, etc. Cuando se aplica repetidamente un estímulo doloroso de intensidad umbral, se produce una adaptación. No obstante, si la intensidad del estímulo es mayor, el umbral no sólo no aumenta con los estímulos repetidos, sino que disminuye. Este fenóme- no, denominado hiperalgesia, se analiza más adelante. La suma temporal de la información nociceptora des- empeña un gran papel en la intensidad de la sensación dolorosa final. Esto es particularmente cierto para la sen- S I S T E M A S E N S O R I A L ( S E N S I B I L I D A D S O M Á T I C A Y V I S C E R A L ) 87 ESTIMULACIÓN NOCICEPTORA SENSACIONES NOCICEPTORAS ALERTA ACTIVACIÓN DE SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO Y MOTOR PROCESOS COGNITIVOS (SIGNIFICADO) ESTADOS AFECTIVO- EMOCIONALES Figura 5.14. Interacción entre las dimensiones de la experiencia dolorosa.
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