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FISIOLOGÍA HUMANA-345

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miento de Th2 e inhibe el de Th1, mientras que el IFN-
aumenta el crecimiento de las células Th1, pero decrece el
desarrollo de la subpoblación Th2. La categorización de
las subpoblaciones Th1 y Th2 permitió que cristalizara el
marco conceptual de la inmunología de las células T y
condujo al replanteamiento de muchas enfermedades
autoinmunitarias e infecciosas en el contexto de las célu-
las Th1 y Th2. 
Muchos patógenos inducen respuestas inmunitarias
altamente polarizadas que involucran un desarrollo muy
rápido de patrones de citoquinas tipo Th1 o Th2. La mayo-
ría de los parásitos helmintos dispara respuestas de tipo
Th2, pero las bacterias gramnegativas, los protozoarios y
algunos virus inducen respuestas tipo Th1. En contraste, la
respuesta inmunitaria hacia algunos patógenos posee com-
ponentes de ambos subtipos; en estos casos, el balance
Th1/Th2 se ve afectado por una gran variedad de factores,
como el fondo genético del huésped y la presencia de
moléculas coestimuladoras.
Células T reguladoras (TR) CD4+ CD25+
Existen varios mecanismos que permiten discriminar
lo propio de lo no propio, incluyendo la deleción tímica de
células T autorreactivas y la inducción de anergia en la
periferia. Además de lo anterior, datos experimentales
sugieren que hay un mecanismo de supresión activa
mediado por una población de células T CD4+ regulado-
ras (o supresoras). Estas células participan en el manteni-
miento de la autotolerancia inmunológica. Presentan una
serie de características que las distinguen. La mayoría de
ellas expresa CD25 (cadena � del receptor para IL-2) en
estado fisiológico y son producidas por el timo como una
población funcionalmente madura. Esta población
CD25+CD4+ constituye del 5-10% de los linfocitos T
CD4+ periféricos en el ser humano y el ratón y presentan
un repertorio muy amplio que reconoce antígenos propios
y no propios. Estas células TR parecen controlar la intensi-
dad de la respuesta inmunitaria en el sitio de la infección,
a un grado que sea suficiente para contenerla, pero que
permita la persistencia a largo plazo del microorganismo.
Esto permite el mantenimiento de las células T de memoria,
asegurando una inmunidad protectora subsiguiente. Ade-
más del papel de estas células en la inmunidad concomi-
tante, las células TR participan en el control de la respuesta
inmunitaria antimicrobiana que pueda causar daño, esto
es, en las respuestas inmunopatológicas. Datos experimen-
tales sugieren que estas células suprimen las respuestas
antimicrobianas excesivas, previniendo el desarrollo de
inmunopatología en el huésped. Las células TR pueden
suprimir tanto a Th1 como a Th2, y la remoción de estas
células aumenta la polarización Th1/Th2, así como la
magnitud de la respuesta inmunitaria mediada por estas
células polarizadas. Por lo tanto, su remoción hace “más
resistentes” a las cepas resistentes a cierta infección, y a
las cepas susceptibles, “más susceptibles”. La regulación
de las células CD25+CD4+ sobre las poblaciones Th1-
Th2, posiblemente estabiliza la respuesta inmunitaria y
permite una modulación fina de la misma que prevenga la
reactivación de la enfermedad y que al mismo tiempo
mantenga la inmunidad concomitante, todo ello sin causar
daño inmunopatológico al huésped.
Linfocitos B
Los linfocitos B son producidos a lo largo de la vida
en el ser humano, y su producción disminuye conforme
aumenta la edad. Morfológicamente muy similares a los
linfocitos T, los linfocitos B se distinguen por la presencia
en su superficie de moléculas de inmunoglobulinas (anti-
cuerpos), que constituyen los receptores antígeno-especí-
ficos de estas células (Fig. 21.3). Como resultado de la
activación, estas células se diferencian hacia células plas-
máticas que poseen características morfológicas muy par-
ticulares y cuya función principal es la producción y
secreción de inmunoglobulinas. 
Cada linfocito B posee un receptor único generado a
través de reordenaciones somáticas de los genes de las
inmunoglobulinas. Los principales cambios irreversibles
que dan lugar a un gen completo a partir de los segmentos
separados V, D y J (véase más adelante) se llevan a cabo
en pasos regulados, que resultan en la monoespecificidad
de los linfocitos B. Los primeros genes en sufrir reordena-
ciones son los genes para las cadenas pesadas; tan pronto
como un gen para una cadena pesada esté listo, se expresa
sobre la superficie de la célula y en este momento termina
la reordenación de genes para cadenas pesadas. De igual
manera se regula la reordenación de los genes para las
cadenas ligeras, que concluye en el momento en el que una
cadena ligera completa se expresa en la superficie del lin-
focito. Este proceso da lugar a un linfocito B que expresa
IgM en su superficie. La generación del repertorio es esen-
cialmente al azar e independiente de encuentros con el
antígeno. Una vez que la inmunoglobulina se expresa en la
superficie, funciona como un receptor para antígeno y, si
alguna célula B inmadura llega a encontrar a su antígeno
correspondiente, ya sea en la médula ósea o en la periferia,
dicha célula puede morir, cambiar su receptor o volverse
anérgica, mecanismos que aseguran la autotolerancia. Por
316 F I S I O L O G Í A D E L A S A N G R E
Cadena
ligera
Cadena
pesada
Región Fc
C: Región constante
V: Región variable
VH
VL
CL
CH1
CH2
CH3
Figura 21.3. Estructura general de las inmunoglobulinas.

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