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FISIOLOGÍA HUMANA-373

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integridad del organismo si se mantiene activa de forma
indefinida. Para evitarlo, las células inmunitarias tras su
actuación son destruidas por apoptosis, fenómeno en el que
se encuentran implicadas las moléculas de Fas y FasL,
que se expresan en mayor cantidad tras la activación.
B) Regulación por el receptor del fragmento Fc (FcR) 
de las inmunoglobulinas
La ocupación del FcR de los linfocitos B por un com-
plejo antígeno-anticuerpo es capaz de inhibir la activación
de estas células. Esta inhibición se atribuye a la interacción
simultánea del anticuerpo con la Ig de membrana y con el
FcR, entre los que forma un puente. Parece ser que esa
ocupación del FcR bloquea la generación de segundos
mensajeros, como el calcio intracelular o los fosfatidil
inositoles, lo que origina la inhibición de la célula B.
C) Regulación por la secreción de formas solubles 
de las moléculas de membrana
Cuando se produce la activación celular que caracteri-
za al proceso inflamatorio, previamente descrito, hay un
aumento en la expresión de moléculas, como receptores de
citoquinas y moléculas de adhesión, y en paralelo suele
darse una secreción de formas solubles de algunas de ellas
(IL-2 R, ICAM-1, VCAM-1 y las selectinas E y L). Estas
formas solubles pueden unirse a sus respectivos ligandos
bloqueando la función de las moléculas de membrana o la
de los factores estimuladores solubles.
D) La comunicación neuroinmunoendocrina
El sistema inmunitario se considera actualmente un
sistema regulador del organismo que trabaja en todo
momento en íntima comunicación con los otros sistemas
reguladores, el nervioso y el endocrino. Hoy se sabe que
las células de los tres sistemas comparten receptores para
los mediadores típicos de los otros y pueden sintetizar
dichos mediadores. Así, en las células del sistema nervio-
so, en las del endocrino y en las inmunitarias hay recepto-
res para neurotransmisores, hormonas y citoquinas, y en
los tres se encuentran esos mediadores. De hecho, se ha
comprobado que los leucocitos producen neurotransmiso-
res y hormonas y que las células nerviosas pueden produ-
cir citoquinas típicas de los leucocitos. Además, los
mediadores neuroendocrinos afectan a la función inmuni-
taria, y las citoquinas modifican funciones nerviosas y
endocrinas. De este modo, la homeostasis corporal se
mantiene gracias a un macrosistema regulador: el neuroin-
munoendocrino. En función de la existencia de esa comu-
nicación es posible comprender científicamente toda una
serie de hechos observados en la vida cotidiana, como son
que las situaciones de depresión, estrés emocional o ansie-
dad, provocadas por ejemplo por la pérdida del trabajo o
de un ser querido, entre otras, se acompañan de una mayor
propensión a padecer desde procesos infecciosos hasta
cánceres o enfermedades autoinmunitarias, lo que supone
que el sistema inmunitario se encuentra alterado. Por el
contrario, las situaciones agradables nos ayudan a superar
las enfermedades de base inmunitaria. Por otra parte, se ha
confirmado que las activaciones del sistema inmunitario,
como puede suceder en un proceso infeccioso, modifican
la funcionalidad del sistema nervioso, lo que origina cam-
bios psicobiológicos (humor, sueño, apetito, libido, etc.) e
incluso puede llevar, en algunas situaciones extremas, a
estados psicóticos; también se produce una alteración de
las respuestas endocrinas. Se ha indicado que el sistema
inmunitario es el receptor corporal de los estímulos que se
pueden denominar “no cognitivos”, esto es, una infección,
la malignización tumoral, etc. De igual manera, el sistema
neuroendocrino lo es de los estímulos “cognitivos” como
la luz, el sonido, etc. Cuando se recibe un tipo u otro de
estímulo, cada sistema responde al suyo, pero también se
lo comunica al otro. Esta comunicación se puede ejempla-
rizar con una situación de estrés emocional. La situación
de estrés es recibida por el sistema neuroendocrino, de
modo que se activa el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal y se
liberan glucocorticoides, los cuales, además de preparar el
organismo para esa situación, informa a las células inmu-
nitarias de la misma, y estas células responden activando
unas funciones e inhibiendo otras.
El sistema nervioso y el sistema endocrino están
conectados anatómica y funcionalmente con el sistema
inmunitario. De hecho, todos los órganos inmunitarios y
las diferentes localizaciones de las células del sistema
defensivo se encuentran inervadas y por ello, los neuro-
transmisores pueden alcanzar a las células inmunitarias.
Además, estas células circulan por la sangre o están en
localizaciones irrigadas, pudiendo contactar con todo tipo
de hormonas, mediadores que regulan la función inmuni-
taria. Aunque actualmente se conocen muchos de los efec-
tos que causan en las células inmunitarias un gran número
de neurotransmisores y hormonas, todavía no se conoce
bien la regulación ejercida por los mismos. Se puede indi-
car que los efectos son activadores o inhibidores depen-
diendo del mediador, de su concentración, del estado de la
célula inmunitaria, de su localización, etc. 
Esta regulación neuroendocrina que tiene el sistema
inmunitario puede explicar la heterogeneidad de las res-
puestas funcionales del mismo, incluso entre sujetos de una
misma población, ya que el estado emocional del individuo,
la edad, la estación del año, el momento del día y toda otra
serie de circunstancias, como el estado nutricional o el gra-
do de actividad física y mental que se desarrolle, van a
influir en el estado inmunitario que se manifieste. 
FILOGENIA Y ONTOGENIA DEL 
SISTEMA INMUNITARIO
Filogenia: evolución de la inmunidad
Los mecanismos inmunitarios siempre discriminan
entre estructuras propias (que hay que respetar) y extrañas
344 F I S I O L O G Í A D E L A S A N G R E

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