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Ovarios

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Ovarios
Raffaela Schiavon Ermani, Saúl Lira Albarrán, 
Fernando Larrea Gallo
Los ovarios son las glándulas sexuales o gónadas de la mu-
jer. Tienen dos funciones principales: producir células ger-
minales (óvulos), indispensables para la reproducción de 
la especie, y sintetizar las hormonas esteroides (estrógenos, 
andrógenos y progesterona) que intervienen en la induc-
ción de los caracteres sexuales secundarios femeninos y en 
la inducción y mantenimiento de los cambios cíclicos en los 
órganos diana de la mujer. Estas dos funciones son insepara-
bles anatómica y fisiológicamente y se encuentran integra-
das de manera estrecha en procesos repetidos de madura-
ción de la unidad funcional (folículo) que sufre continuas 
involuciones (atresia) y que, por otro aspecto, se desarrolla, 
madura, ovula y luteiniza a lo largo de la vida intra y extrau-
terina de la mujer.
HISTORIA
Desde la época del antiguo Egipto (2500 a. de C.) se 
conoció, como resultado de la extracción de las vísceras 
durante el proceso de momificación de cadáveres, la exis-
tencia del útero; sin embargo, no fue sino hasta principios 
de esta era en que Sorano de Éfeso (98 a 138 d. de C.), 
alumno de la escuela de Alejandría, realizó las primeras 
contribuciones significativas al describir la existencia del 
útero y los ovarios: él identifica al útero como un órgano 
no indispensable para la vida, describe la presencia de 
miomas e indica el uso de pesarios para los prolapsos ute-
rinos. Todo eso le valió el reconocimiento como el primer 
ginecólogo de la antigüedad. Galeno, un griego nacido 
en Pérgamo en el año 130 d. de C. y que vivió alrededor 
de 70 años, dio otro paso significativo al publicar sus ha-
llazgos anatómicos y conocimientos médicos en más de 
400 tratados que se mantuvieron vigentes durante siglos 
y sirvieron como enseñanza por más de 1 000 años, a 
pesar de estar plagados de errores y observaciones anató-
micas realizadas en animales. Fue él quien afirmó que el 
“exceso de sangre” era nocivo para el organismo, basado 
en la observación empírica de que la salud de la mujer 
mejoraba con la hemorragia menstrual (refiriéndose a lo 
que ahora se denomina síndrome premenstrual). Galeno 
postuló que mediante el sangrado periódico se elimina-
ban sustancias nocivas para el cuerpo. La práctica poste-
rior de sangrar a los pacientes como medida terapéutica 
se mantuvo durante siglos en los oscuros años de la Edad 
Media. Por los trabajos de Leonardo Da Vinci (1452 a 
1519), cuando realizó sus primeros dibujos de la anato-
mía real de los genitales internos femeninos, surgió un 
renovado interés por descubrir las estructuras del cuer-
po humano y su relación con el proceso de la enferme-
dad. La Universidad de Padua, en Italia, se convirtió en 
el baluarte de la medicina científica en los albores del 
Renacimiento, gracias a una afortunada sucesión de tres 
brillantes anatomistas: Andreas Vesalio, Gabriele Fallopio 
y Girolamo Fabrici. Andreas Vesalio (1514 a 1564) rea-
lizó un número importante de disecciones en cadáveres, 
publicando sus hallazgos a la edad de 29 años, en su fa-
moso libro De Humanis Corporis Fabrica (La fábrica del 
cuerpo humano), e hizo evidente que la descripción de 
Galeno acerca de la morfología bicorne del útero había 
sido realizada en animales porcinos. Las contribuciones 
de Vesalio conmocionaron a la comunidad universitaria 
de Padua, con lo que se hizo de innumerables enemigos 
que lo obligaron a emigrar y establecerse en España como 
médico de la corte. Gabriele Fallopio (1523 a 1562), 
alumno y sucesor de Vesalio en la Universidad de Padua, 
no se vio amedrentado por lo acontecido a su maestro y 
continuó con las investigaciones anatómicas en humanos, 
que lo llevaron a publicar, en 1561, a la edad de 39 años, 
su trabajo Observationes Anatomicae (Observaciones de 
anatomía), en donde brinda las descripciones exactas del 
útero y los ovarios, así como las primeras sobre el clítoris 
y el himen. Sin embargo, el hallazgo que inmortalizó a 
este anatomista fue la descripción de las tubas del útero, 
conocidas como trompas de Falopio. Girolamo Fabrici, 
“Fabricio” (1533 a 1619), alumno de Fallopio, se orientó 
más hacia el estudio de la embriología. Describió unos 
sacos llenos de huevos en las aves, la “bursa de Fabricius”, 
por lo que denominó ovarios a estas estructuras de la 
mujer, pero la función de estos continuó oculta durante 
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714  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 67)
siglos. Otro brillante alumno de la Universidad de Padua, 
el inglés William Harvey, publicó a la edad de 69 años 
(35 años después de su célebre descripción de la circu-
lación de la sangre) un tratado denominado “Anatomía 
y fisiología reproductiva” y rescató el antiguo concepto 
aristotélico acerca del origen de la vida como el resultado 
de la unión del semen con la sangre menstrual; sin em-
bargo, no fue sino hasta 1672 cuando el holandés Reinier 
de Graaf estableció que el ovario era el origen del huevo 
humano, en su tratado De Mulierum Organis Generationi 
Inservientibus Tractatus Novus (Nuevo tratado sobre los 
órganos reproductores femeninos). Los folículos ováricos 
los habían descrito Vesalio y Fallopio, pero sin identificar 
su función, por lo que este hallazgo le valió a De Graaf 
el reconocimiento de estas estructuras como los folícu-
los de De Graaf. Otro holandés, un tallador de lentes, 
Antonio van Leeuwenhoek, abrió una nueva puerta de 
posibilidades ilimitadas para la investigación científica al 
inventar (en 1677) el microscopio. Esta fabulosa lente 
magnificadora le permitió a Leeuwenhoek adentrarse en 
un nuevo universo de la vida microscópica. Con su inven-
to observó todo tipo de líquidos: agua de lluvia, sangre y, 
por supuesto, semen. Describió la presencia de pequeños 
cuerpos móviles en el semen, los espermatozoides, lo que 
permitió el surgimiento de una nueva teoría, el origen de 
la vida como resultado de la unión del espermatozoide 
con el folículo de De Graaf. Tuvieron que pasar otros 150 
años para que, en 1827, Carl Ernst von Baer descubriera 
la presencia del óvulo dentro del folículo de De Graaf y 
postulara la relación entre ovarios y menstruación; pero 
no fue hasta 1853 en que Newport describiera el proceso 
de la fertilización. Se llegó así a una meta anhelada des-
de la antigüedad: conocer el origen de la vida y los me-
canismos que la permiten. Sin embargo, este logro sólo 
fue un punto de partida para la investigación científica, 
ya que aún, en la actualidad, nos encontramos inmersos 
en dicho proceso y existen innumerables incógnitas por 
descubrir.
ANATOMÍA DEL OVARIO
Los ovarios son estructuras presentes en número par, de 
consistencia firme, de forma ovoidea aplanada, color rosa 
pálido en las niñas y rosado más intenso en la adulta. 
Cada ovario pesa entre 1 y 2 g en fase de “reposo”, pero 
alcanza un peso de 4 a 8 g durante la etapa reproductiva. 
Se sitúan en las paredes laterales de la excavación pélvi-
ca y descansan en una fosita peritoneal (fosita ovárica). 
Tienen cuatro ligamentos que los fijan al útero y a la 
pelvis, y a través de los cuales reciben irrigación vascular, 
linfática e inervación autónoma:
a) El lumboovárico o ligamento suspensor (que se ori-
gina del ligamento genital craneal), se extiende de 
las últimas vértebras lumbares al polo superior del 
ovario.
b) El ligamento útero-ovárico (derivado del ligamento 
genital caudal), que se extiende desde el polo infe-
rior del ovario hasta el cuerno del útero.
c) El mesovario, que es un pequeño repliegue perito-
neal muy vascularizado formado por el ala posterior 
del ligamento ancho.
d) El ligamento tuboovárico que se extiende del polo 
superoexterno a la franja ovárica de la trompa.La irrigación del ovario procede de la arteria ovárica, que 
a su vez se origina de la aorta abdominal y que desciende 
por el ligamento lumboovárico; al llegar al borde supe-
rior del ovario se divide en dos ramas, una tubaria y otra 
ovárica; ésta última recorre el borde ovárico inferointer-
no y termina en una anastomosis término-terminal con 
la arteria uterina, en el ligamento tuboovárico. Las venas 
salen del ovario y en el nivel de su hilio se anastomo-
san con las redes venosas uterinas, originando los plexos 
venosos pampiniformes que forman los troncos venosos 
útero-ováricos, los cuales desembocan en la vena renal 
del lado izquierdo y en la vena cava inferior del lado de-
recho. Los vasos linfáticos tienen su origen en las paredes 
de los folículos, de donde nacen redes que se anastomo-
san en el tejido glandular y llegan al hilio, y acompañan 
a las venas útero-ováricas, dirigiéndose a los ganglios pre 
y paraaórticos. Los nervios responsables de la inervación 
ovárica proceden de los ganglios mesentéricos superiores 
preaórticos y de los troncos que se dirigen al riñón (ple-
xos hipogástricos y renales). La inervación es sobre todo 
autónoma.
EMBRIOLOGÍA DEL OVARIO
Al principio, las gónadas aparecen como pliegues simé-
tricos longitudinales (eminencias o crestas genitales) 
situadas entre los dos rebordes mesonéfricos, en forma 
lateral; y el mesenterio dorsal del intestino primitivo, me-
dial. Se forman por proliferación del epitelio superficial 
celómico y por concentración del mesénquima mesenté-
rico subyacente.
Células germinales y gametogénesis
De manera inicial, las células germinales se pueden iden-
tificar desde la tercera semana de gestación localizadas 
en el epitelio endodérmico primitivo de la pared del saco 
vitelino, en su porción más caudal. Estas células migran 
a lo largo del mesenterio dorsal del intestino posterior, 
hasta penetrar e invadir las crestas genitales. Su presencia 
es indispensable para el desarrollo y diferenciación del 
ovario. Por otro lado, la capacidad de supervivencia de 
las células germinales depende de su arribo a las crestas 
genitales. Durante esta etapa de migración, de la quinta 
a la sexta semana del desarrollo embrionario, las célu-
las germinales son grandes y activas metabólicamente, 
lo que permite su identificación histológica por técnicas 
de coloración de fosfatasa alcalina. Una vez en los pri-
mordios genitales, las células germinales inician una in-
tensa actividad mitótica alcanzando a producir 600 000 
ovogonias alrededor de la octava semana de gestación, y 
un máximo de 6 a 7 millones hacia la semana 20. Este 
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proceso de multiplicación mitótica termina de manera 
definitiva alrededor del séptimo mes de la vida intraute-
rina. Las ovogonias se transforman en ovocitos primarios, 
células en las cuales inicia la meiosis. Cada ovocito pri-
mario progresa de la fase leptotena hasta la diplotena de 
la primera división meiótica a lo largo de la vida intrau-
terina, conservando su complemento de 46 cromosomas. 
Alrededor de la semana 20 de la gestación, dos terceras 
partes de las células germinales corresponden a ovocitos 
primarios intrameióticos, y una tercera parte a ovogonias 
susceptibles de sufrir multiplicación mitótica. La dota-
ción de ovocitos se reduce en forma gradual. Al final de 
la gestación es de alrededor de 1 o 2 millones y cerca de 
400 000 al momento del inicio de la pubertad. 
Las células germinales primordiales contienen el 
mismo número diploide (n = 46) de cromosomas (con 
dos cromátidas cada uno; 2C) que las células somáticas, 
y como ya se mencionó, se citodiferencian en ovogonias 
que proliferan mediante mitosis. Las ovogonias duplican 
su material génico (complemento 2n,4C) e ingresan a la 
primera división meiótica como ovocitos primarios. Al 
completar la primera división meiótica y tras la expul-
sión del primer corpúsculo polar, el ovocito primario ha 
reducido a la mitad el número de cromosomas y cro-
mátidas (complemento n,2C) denominándose ovocito 
secundario. Cuando éste se ovula y es fecundado por la 
gameta masculina, completa la segunda división meió-
tica (complemento n,C) con la expulsión del segundo 
corpúsculo polar. Un total de 400 a 500 ovocitos de la 
reserva folicular del ovario completará todo el proceso 
hasta la ovulación y de estos sólo algunos llegarán a ser 
fecundados.
En fechas recientes, la identificación de células ma-
dre en la corteza de ovarios humanos y de otras especies, 
ha cuestionado el paradigma universal sobre el contenido 
no renovable de células germinales primordiales al mo-
mento del nacimiento. Este hallazgo, además de sugerir 
la necesidad de reevaluar el proceso de la ovogénesis y 
su control, así como las implicaciones que tiene sobre 
la fisiología ovárica, en particular en relación con el es-
pectro reproductivo de la mujer, ofrece, por otra parte, 
novedosas alternativas para el control y tratamiento de la 
infertilidad de origen ovárico, incluyendo la causada por 
citotóxicos y radioterapia.
Células somáticas
Con el arribo de las células germinales a las crestas ge-
nitales, el epitelio superficial comienza a proliferar, ori-
ginando múltiples invaginaciones en el mesénquima, 
acompañadas por grupos de ovogonias, proceso que re-
sulta en la formación de los cordones sexuales primitivos. 
En esta etapa, todavía indiferenciada de la gónada, los 
cordones sexuales primitivos se disgregan en cúmulos 
irregulares al interior del mesénquima gonadal en donde 
más tarde desaparecen y son sustituidos por la médula 
ovárica (estroma vascularizado). En la porción cortical, 
por el contrario, el epitelio superficial sigue proliferando 
y origina, entre la séptima y octava semanas de la gesta-
ción, una nueva oleada de invaginaciones, las cuales con-
tinúan muy próximas a la superficie de la gónada (cordo-
nes corticales). A partir de las semanas 16 y 18 de la vida 
intrauterina, cada célula germinal se encuentra separada 
y rodeada por una capa delgada de células estromales 
especializadas, llegándose a identificar los primeros folí-
culos primordiales, estructura funcional básica del ovario, 
inmersos en la porción interna del estroma cortical.
HISTOLOGÍA DEL OVARIO
El ovario está constituido por dos estirpes celulares de 
origen embriológico diferente: las células germinales y las 
células somáticas. El componente somático se constituye, 
a su vez, por tres compartimientos principales: el hilio (o 
rete ovarii), que se sitúa en el punto de conjunción con 
el ligamento mesoovárico, y que contiene vasos, nervios 
y células hiliares con diversa potencialidad de diferen-
ciarse e, incluso, malignizarse. La médula, porción cen-
tral del ovario que contiene células estromales de origen 
mesenquimatoso (mesonéfrico), por lo regular inactivas. 
La porción cortical, que está constituida por un estroma 
conjuntivo especializado, cuyo origen embriológico vie-
ne de las múltiples invaginaciones del epitelio celómico, 
y que también incluye el mesénquima mesonéfrico de la 
gónada rudimentaria. En la porción cortical se encuen-
tran numerosos folículos en diferentes etapas del desa-
rrollo. La parte más superficial del ovario está cubierta 
por una envoltura de epitelio cilíndrico monoestratifica-
do (epitelio germinal ovárico, que se origina del epitelio 
celómico) que, en el nivel del mesovario, se continúa de 
modo brusco con el peritoneo. En la superficie inmediata 
subepitelial de la gónada, el estroma conjuntivo especia-
lizado origina una delgada capa que se denomina falsa 
albugínea.
Unidad folicular
A partir de las semanas 16 a 18 de la vida intrauterina, 
cada célula germinal se encuentra separada y rodeada por 
una capa delgada de células estromales especializadas 
identificándose por primera vez a los folículos primor-
diales. Estas estructuras son el componente gonadalmás 
activo y dinámico en lo funcional y anatómico durante la 
vida de la mujer. Los folículos del ovario no son estruc-
turas estáticas; estos experimentan un proceso cíclico de 
crecimiento y maduración que los lleva, de manera al-
ternativa, a la atresia o, a folículos primarios, preantrales, 
antrales y preovulatorios. 
Los folículos contienen en su interior la célula ger-
minal, constituida por el ovocito detenido en la profase 
de la primera división meiótica, rodeada por las células 
estromales que tienen funciones secretoras especializa-
das, como la síntesis de estrógenos y otros múltiples fac-
tores que modulan el crecimiento del ovocito. Estas célu-
las, llamadas células de la granulosa, son fusiformes en los 
folículos primordiales (0.2 a 0.3 mm) y cúbicas monoes-
tratificadas en el folículo primario, llegando a constituir 
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716  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 67)
una estructura multiestratificada en las etapas ulteriores 
del desarrollo folicular (folículo secundario, preantrales y 
antrales > 1 a 1.2 mm). La unidad folicular se encuentra 
rodeada de dos capas de células de tejido estromal, la 
interna y la externa, conocidas como células de la teca.
Los folículos ováricos, conforme van madurando, se 
desplazan hacia la porción más periférica de la corteza 
ovárica. Las células de la granulosa proliferan y se hacen 
más grandes, formando una pared celular multiestrati-
ficada que delimita una cavidad que contiene líquido 
(líquido folicular), en la cual se aloja el óvulo (folículos 
secundarios antrales), con tamaños que progresan des-
de 1 hasta 10 mm: folículo primario (50 μm); folículo 
preantral (200 μm). El folículo preovulatorio crece en 
volumen y en el número de las células de la granulosa 
que desplazan al ovocito hacia uno de sus polos. En la 
etapa ovulatoria, el folículo maduro (> 16 a 17 mm), ya 
situado en la superficie de la corteza ovárica, se rompe a 
través de mecanismos complejos de dehiscencia tisular, 
expulsando el óvulo, rodeado por las células especializa-
das de la granulosa ya descritas (cumulus oophorus). En la 
superficie ovárica queda una pequeña cavidad con res-
tos foliculares que formará el cuerpo amarillo (o cuerpo 
lúteo), con funciones esteroidogénicas específicas.
La progresión de los folículos primordiales a folícu-
los en desarrollo (preantrales, antrales) depende de me-
canismos especializados que aseguran el mantenimiento 
de la población folicular y de la función reproductiva del 
humano. Dentro de estos, los más representativos y me-
jor estudiados son los relacionados con la activación de 
vías de fosforilación, en particular, las responsables de la 
generación de mediadores de la transducción de señales 
como el fosfatidil de inositol trifosfato (PIP3), substra-
to de la actividad enzimática de la fosfoinositol 3 cina-
sa (PI3K), así como de la fosforilación de otras cinasas 
como la AKT o proteínas cinasa B (PKB), FOXO3A y 
de la proteína mTOR (del inglés, mammalian target of 
rapamycin). Este proceso resulta en la activación de cé-
lulas foliculares primordiales para después ser recluta-
das en una cohorte de folículos en desarrollo y de esta 
manera uno de ellos ser seleccionado y expulsado por la 
corteza del ovario (ovulación). Este sistema se encuentra 
bajo el control de la PTEN (fosfatidilinositol-3,4,5-tri-
fosfato 3-fosfatasa), una fosfatasa que transforma PIP3 
en fosfatidil de inositol difosfato (PIP2) y, por lo tanto, 
inhibe PI3K y sus efectos sobre el desarrollo folicular. 
Estudios recientes en ratones transgénicos con expresión 
constitutiva de PI3K han identificado que estos roedores 
se caracterizan por inhibir el proceso de apoptosis de las 
células foliculares y aumento en el número de folículos 
primordiales en el ovario.
FISIOLOGÍA OVÁRICA 
La función hormonal y gametogénica o reproductiva 
del ovario, se encuentra bajo la regulación de las gona-
dotropinas hipofisarias (la hormona luteinizante [LH] y 
la hormona foliculoestimulante [FSH]) a través de los 
receptores membranales específicos. La síntesis y libera-
ción de las gonadotropinas es, por otra parte, dependien-
te de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH). 
La GnRH la sintetiza neuronas especializadas localizadas 
en la porción basal del hipotálamo y es liberada al siste-
ma portal hipotálamo hipofisario en forma intermitente, 
como pulsos con frecuencia y amplitud que varían a lo 
largo del ciclo menstrual y entre las especies. La GnRH 
ejerce sus efectos a través de receptores acoplados a pro-
teínas G presentes en la membrana de los gonadotropos 
hipofisarios.
Los mecanismos de regulación de la actividad del 
eje reproductivo (hipotálamo-hipofisis-gónada) son los 
encargados de mediar los efectos de factores u hormo-
nas en este nivel (figura 67-1). Los sistemas principales 
de control del eje hipotálamo-hipófisis-ovario son dos: el 
sistema de retroalimentación negativa, común a la mayor 
parte de los ejes endocrinos, que implica la capacidad del 
hipotálamo y de la hipófisis de regular a la baja la síntesis 
y la liberación de GnRH, y de gonadotropinas, respecti-
vamente. El sistema de retroalimentación positiva, que 
aparece durante las etapas reproductivas de la mujer, es 
el responsable de la liberación cíclica de las gonadotropi-
nas y del fenómeno ovulatorio. Este fenómeno radica en 
la capacidad de ciertos factores u hormonas de modificar 
el patrón de liberación de GnRH hipotalámica y de LH 
y FSH hipofisarias. Un ejemplo de esto sería el efecto de 
dosis elevadas de estradiol en suero sobre la liberación 
aguda de LH hipofisaria durante la fase preovulatoria del 
ciclo menstrual.
Otro de los factores que en el nivel hipotálamico in-
ciden en la regulación de la liberación de la GnRH son 
las neuronas productoras del neurotransmisor kisspepti-
na (neuronas KISS1) y de otros como el sistema opioide 
endógeno y el dopaminérgico. La kisspeptina es un po-
tente estimulador de la liberación de GnRH a través de 
receptores a este péptido en las membranas de las neuro-
nas peptidérgicas productoras de GnRH. La kisspeptina 
se produce tanto en el nivel del núcleo arcuato (ARC) 
como de los núcleos anteroventrales y paraventriculares 
(NAP) del hipotálamo. La interacción de los estrógenos 
con sus receptores específicos en el núcleo ARC inhibe 
la expresión de kisspeptina, lo que sugiere el sitio de los 
efectos de regulación negativa de los estrógenos sobre la 
liberación de GnRH y LH. Existen varias observaciones 
que indican que los estrógenos, vía los NAP, estimulan 
la expresión de KISS1 y la liberación de la LH hipofisa-
ria durante la fase periovulatoria del ciclo menstrual; sin 
embargo, la conservación del efecto de retroalimentación 
positiva de los estrógenos sobre la liberación de LH en 
ratones con pérdida funcional de la kisspeptina, sugiere 
la participación de vías y mecanismos alternos en la regu-
lación de los efectos estrogénicos en el nivel de la unidad 
hipotálamo hipofisaria.
FUNCIÓN HORMONAL DEL OVARIO
Esteroidogénesis ovárica 
Las células de los tejidos esteroidogénicos obtienen 
el colesterol, como el precursor de la biosíntesis de las 
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hormonas esteroides, a partir de cuatro fuentes princi-
pales: 1. Síntesis de novo en el retículo endoplásmico; 2. 
Movilización de los ésteres de colesterol almacenados en 
las gotas lipídicas; 3. De los ésteres de colesterol obtenidos 
a través de la endocitosis de las lipoproteínas de baja 
densidad (LDL) y 4. A partir del colesterol libre asociado 
a la membrana plasmática. El proceso de síntesis de las 
diferentes hormonas esteroides (mineralocorticoides, 
glucocorticoides, andrógenos, progestinas y estrógenos)se lleva a cabo por diversas enzimas entre las que 
se encuentran los diferentes tipos de los citocromo 
P450, las deshidrogenasas y reductasas (figura 67-2). 
La síntesis de las hormonas esteroides se inicia con la 
biotransformación del colesterol a pregnenolona por 
acción de la enzima CYP11A1, localizada en la membrana 
interna mitocondrial de los órganos esteroidogénicos. La 
pregnenolona es biotransformada a progesterona por 
acción del complejo enzimático de la 3β-hidroxiesteroide 
deshidrogenasa, ∆5-∆4 isomerasa (HSD3B2), de la que 
existen dos isoformas: la de localización mitocondrial y la 
que se ubica en el retículo endoplásmico. La progesterona 
es posteriormente biotransformada a esteroides de 19 
átomos de carbono (androstendiona) por acción del 
complejo enzimático 17-hidroxilasa/17-20 desmolasa 
(CYP17A1). La androstendiona es substrato tanto de 
la 17β-oxidoreductasa (HSD17B3) para la producción 
de testosterona, como de la aromatasa (CYP19A1) 
que la biotransforma en estrona. La testosterona puede 
Figura 67-1. Sistemas principales de control del eje hipotálamo-hipófisis-ovario. El hipotálamo secreta de manera pulsátil GnRH que estimula la 
síntesis y secreción de LH y FSH; la secreción de GnRH la regulan diferentes neurotransmisores y neuromoduladores. Por ejemplo la kisspepti-
na (KISS1), que es producida tanto en el núcleo arcuato como en los núcleos anteroventrales y paraventriculares del hipotálamo, es un potente 
estimulador de la liberación de GnRH a través de los receptores a este péptido en las membranas de las neuronas peptidérgicas productoras 
de GnRH. En el nivel ovárico las células de la teca y de la granulosa son los tejidos blancos para LH y FSH. En la teca, la LH incrementa la 
expresión de genes que codifican para enzimas que regulan la biosíntesis de andrógenos (A), en tanto que la FSH induce la expresión de en-
zimas necesarias para la aromatización de andrógenos a estrógenos (E). Los efectos de la FSH en la célula de la granulosa incluyen además 
la regulación de la síntesis de receptores para la LH, del activador de plasminógeno tisular (tPA) y de su inhibidor (tPAi), y de inhibina. Por la 
acción de la LH la célula de la granulosa se luteiniza y sintetiza progesterona. Ciertos factores de crecimiento, como el IGF, modulan los efectos 
de la LH y la FSH en sus células diana. (Figura proporcionada por el Dr. Alfredo Ulloa-Aguirre, UNAM, México).
Área preópticaNúcleo arcuato
NK-B
Din
NK
-B
Din KiSS1NK-B
Eminencia
media
GnRH
LH FSH
Estrógenos,
progesterona,
andrógenos
e inhibinas
circulantes CYP19A1CYP11A1
CYP17A1
GranulosaTeca
Receptores de LH,
P450c17, síntesis
de P4, tPA/tPAi
Inhibinas/activinas,
factores de
crecimiento (IGF-I)
Influencia opioidérgica
y aminérgica
A
EA
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718  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 67)
biotransformarse a estradiol por acción de la aromatasa 
(CYP19A1) o reducirse en el carbono 5 a través de la 
enzima 5 alfa reductasa (SRD5A2).
A diferencia de otros órganos con capacidad de bio-
sintetizar hormonas esteroides, en el ovario, la síntesis de 
estradiol se efectúa con la participación de dos tipos ce-
lulares diferentes, las células de la teca y las células de la 
granulosa (figura 67-3). Se podría decir que este proceso 
es un sistema de naturaleza paracrina en donde un tipo 
celular proporciona substratos a otro tipo celular para 
su biotransformación a compuestos más activos o con la 
actividad biológica deseada.
Las células de la teca expresan en su membrana re-
ceptores acoplados a proteínas G con afinidad a la hor-
mona luteinizante de origen hipofisario. La interacción 
de la LH con su receptor ocasiona la activación de una 
cascada de eventos intracelulares conocida como trans-
ducción de señales, las que a través de la generación y 
efectos del monofosfato de adenosina cíclico (cAMP) 
activan la vía de señalización dependiente de proteínas 
cinasas A (PKA). Este evento modifica la actividad de 
factores responsables de iniciar el proceso de la esteroi-
dogénesis. La fosforilación de proteínas como la proteína 
STARD1 (del inglés, Steroidogenic Acute Regulatory Pro-
tein) representa el paso limitante de las acciones esteroi-
dogénicas de la LH en el nivel de las células de la teca. 
A través de estimular el transporte del colesterol de la 
membrana externa a la membrana interna de la mitocon-
dria, la LH provee el sustrato de la enzima que cataliza 
la rotura de la cadena lateral del colesterol (CYP11A1) 
para la producción de pregnenolona y de andrógenos 
(androstendiona), como se describió. La deficiencia de 
STARD1 se ha explicado, se hereda de manera autosó-
mica recesiva y ocasiona hiperplasia suprarrenal, inclu-
yendo la inadecuada producción de esteroides, tanto por 
la glándula suprarrenal como por las gónadas. La andros-
tendiona, un andrógeno aromatizable, difunde a través 
de la membrana basal de la capa de células de la granu-
losa para ser biotransformada a estrona y estradiol por 
acción de la aromatasa ovárica. La síntesis de esta enzima 
es dependiente de la FSH hipofisaria, la que a través de 
receptores acoplados a proteínas G con afinidad a esta 
Figura 67-2. Esteroidogénesis ovárica.
HO 
HO 
HO 
HO 
HO 
CH3 
CH3 
CH3 
CO 
O 
OH 
O 
CH3 
CH3 
CYP17A1 
CYP11A1 colesterol
acetato
22R-hidroxicolesterol 
20 ,22R-dihidroxicolesterol 
pregnenolona 
CH3 
CH3 
CH3 
CO 
O 
progesterona 
O 
CH3 
CH3 
CH3 
CO 
OH 
17 -hidroxiprogesterona 
O 
CH3 
CH3 
androstendiona 
testosterona 
OH 
O 
CH3 
CH3 
H 
5 -dihidrotestosterona 
OH 
HO 
CH3 
17 -estradiol 
HSD3B2 
SRD5A2 
CYP19A1 
CYP17A1 
HSD17B3 
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hormona, y por mecanismos similares a los descritos en 
el caso de las células de la teca, estimula la expresión del 
gen que codifica a la enzima aromatasa. 
MECANISMO DE ACCIÓN 
DE LAS HORMONAS ESTEROIDES
Las hormonas esteroides son moléculas hidrofóbicas de 
tamaño pequeño producidas por las gónadas y las glán-
dulas suprarrenales que penetran al interior de la célula 
por un proceso de difusión pasiva. Sus efectos, en el in-
terior de las células diana, son mediados por proteínas 
nucleares específicas denominadas receptores que per-
tenecen a una superfamilia de factores de transcripción 
que regulan los procesos de desarrollo, crecimiento y di-
ferenciación celular. Esta familia incluye los receptores 
para hormonas esteroides, hormonas tiroideas, así como 
aquellos para el ácido retinoico y la 1,25 dihidroxivita-
mina D. Además, se han identificado proteínas con es-
tructuras homólogas a estos receptores nucleares cuyo 
ligando es desconocido, por lo que reciben el nombre 
de receptores huérfanos. En términos generales, en la 
estructura de estos receptores participan cuatro domi-
nios constituidos por la región amino terminal, el do-
minio de unión al ácido desoxirribonuclico (DNA), la 
región de bisagra y el dominio de unión al esteroide. El 
dominio de unión al DNA es el más conservado entre la 
familia de estos receptores y se caracteriza por su elevado 
contenido en aminoácidos básicos y varios residuos de 
cisteína. La segunda región más conservada es el dominio 
de unión al esteroide. Esta porción del receptor consiste 
de cerca de 250 aminoácidos localizados en su porción 
carboxilo terminal. Las mutaciones o deleciones en esta 
región inhiben total o parcialmente la unión del ligando 
al receptor. Este dominio también se ha involucrado 
en las funciones de dimerización y en la interacción 
con proteínas de choque térmico. La región menos 
conservada del receptor corresponde al dominio amino 
terminal involucrado en la regulación transcripcional y 
representa la porción dela proteína con mayor actividad 
inmunogénica. Otra región no conservada corresponde 
a la localizada entre los dominios de unión al DNA y 
al ligando, la cual contiene la señal responsable para la 
localización nuclear del receptor (región de bisagra). 
En el curso de los últimos años se han identificado 
otros miembros de esta familia de proteínas nucleares y 
el número de ellas ha crecido de manera significativa, in-
cluyendo entre estos a los receptores huérfanos. Por otra 
parte y gracias a los dominios estructurales conservados 
entre los diferentes receptores, se han identificado pro-
teínas homólogas en especies inferiores como la Droso-
phila indicando el importante papel funcional que han 
tenido estos receptores en la escala evolutiva.
El mecanismo de acción de los receptores nuclea-
res consiste en alterar los patrones de expresión de los 
genes diana. Para esta finalidad y posterior a la unión de 
la hormona, el receptor se activa por cambios confor-
macionales que ocurren en su estructura y la exposición 
de nuevas superficies en la proteína para su interacción 
con otros factores celulares (factores coactivadores). Este 
proceso involucra la disociación de proteínas, como las 
proteínas de choque térmico HSP90 y la fosforilación 
tanto del receptor como de proteínas asociadas al mismo. 
El complejo hormona receptor activado se localiza en el 
núcleo de la célula diana en donde interactúa con se-
cuencias específicas del DNA (elementos cis de respues-
ta hormonal) activando o reprimiendo la transcripción 
génica. La activación de la transcripción génica involu-
cra también el reclutamiento de factores de transcrip-
ción adicionales, proceso que culmina con la síntesis de 
RNA. Los efectos represores de estas proteínas son quizá 
mediados por alteraciones ocasionadas por el complejo 
hormona receptor impidiendo el acceso de otros factores 
de transcripción a sus sitios de unión en el DNA (figura 
67-4).
FUNCIÓN REPRODUCTIVA DEL OVARIO
Pubertad
La pubertad es la fase del desarrollo en la que se ini-
cia el potencial para reproducirse. De una manera más 
completa se define como: el periodo de transición entre 
la niñez y la etapa adulta durante la cual aparecen los 
caracteres sexuales secundarios y la maduración sexual 
completa. En el capítulo 64 se revisa con detalle este 
fenómeno, por lo que aquí sólo se mencionan los pun-
tos más relevantes. En el humano, la pubertad se inicia 
al final de la primera o al inicio de la segunda décadas 
de la vida, en relación con cambios en la actividad de 
las neuronas hipotalámicas responsables de la síntesis y 
secreción pulsátil de la GnRH. Con eso se incrementa 
la síntesis de las gonadotropinas hipofisarias y se activa 
la función gonadal. Se ha demostrado que el eje repro-
ductivo del humano y otros primates no humanos es 
activo durante la vida intrauterina, y que prevalece de 
esta manera hasta los primeros meses de vida posnatal. 
Figura 67-3. Biosíntesis de estradiol en el ovario. MB: Membrana; 
AC: Adenilato ciclasa.
LH
FSH
AMPc Colesterol
Progesterona
Androstenediona
Androstenediona
Testosterona
ATP
AC
AMPc
ATP
AC
Teca
MB
AMPc
Estrona
Estradiol
Granulosa
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720  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 67)
Esta actividad después es inhibida hasta la edad de ini-
cio de la pubertad. Existe suficiente evidencia que indica 
que neurotransmisores, como el ácido g amino butírico 
(GABA), son uno de los principales componentes de los 
mecanismos de inhibición de la GnRH en la prepuber-
tad. El uso de antagonistas del receptor GABAa y la re-
ducción del tono gabaérgico hipotalámico ocasionan la 
descarga inmediata de la GnRH. De la misma manera, 
la administración crónica de antagonistas de receptores 
de GABAa en modelos prepuberales se acompaña por la 
actividad del eje reproductivo como son la menarca y la 
ovulación. Distintos neurotransmisores de naturaleza in-
hibitoria como la melatonina, el péptido intestinal vaso-
activo (VIP) y el neuropéptido Y, también participan de 
manera importante en la regulación de la actividad del 
eje reproductivo durante la infancia. Otro de los factores 
neuroendocrinos que estan relacionados con el desarrollo 
de la pubertad es la activación de neuronas productoras 
de kisspeptina. A este respecto, la descripción de muta-
ciones activadoras del receptor de kisspeptina (GPR54) 
se acompaña de pubertad precoz en los pacientes afecta-
dos. Estos y otros resultados sugieren que la pubertad es 
la recuperación funcional de un sistema que, siendo acti-
vo durante la vida intrauterina, permanece silente desde 
el nacimiento hasta el inicio de la pubertad. 
La pubertad se caracteriza por signos clínicos de es-
timulación hormonal que van desde el aumento de la 
velocidad de crecimiento, aparición de tejido mamario 
(telarquia), aparición de vello púbico (pubarquia) y, en 
el caso de la mujer, la presentación del primer sangra-
do menstrual (menarquia). En etapas más tardías de la 
pubertad, el eje reproductivo adquiere la habilidad de 
responder de manera positiva a las hormonas sexuales 
esteroides (retroalimentación positiva), ocasionando la 
liberación aguda de LH por la glándula hipofisaria y con 
esto la ocurrencia del fenómeno de la ovulación.
La variabilidad que existe entre individuos en la 
presentación y progresión de la pubertad indica que los 
mecanismos operantes en su inicio no están sólo basados 
en la edad cronológica, sino reflejan un sistema complejo 
entre los diferentes sistemas de neurotransmisión y neu-
romodulación en el sistema nervioso central que inciden 
sobre la secreción de GnRH, incluyendo, los cambios de-
rivados del estado metabólico, energético y los propios 
del desarrollo somático.
Ciclo menstrual
Durante la vida reproductiva de la mujer, la ovulación 
representa el punto culminante de una serie de cambios 
hormonales y morfológicos que se producen tanto en el 
nivel ovárico como del sistema nervioso central, que se 
conocen como ciclo menstrual o ciclo ovárico. Durante 
cada ciclo, una gran cantidad de folículos son reclutados 
o seleccionados como candidatos para convertirse en el 
folículo ovulatorio. El número de folículos reclutados es 
dependiente de la reserva folicular con la que cuenta el 
ovario, es decir, este número va disminuyendo de mane-
ra progresiva conforme aumenta la edad de la mujer. El 
reclutamiento folicular comienza desde el final de la fase 
lútea anterior y se produce a manera de oleadas de ac-
tivación folicular reguladas, tanto por factores de origen 
hipofisario (FSH) como ováricos (hormona antimülleria-
na, AMH). Los mecanismos iniciales relacionados con el 
proceso de selección son desconocidos; sin embargo, se 
considera que son independientes de las gonadotropinas 
hipofisarias. La mayor parte de los folículos seleccio-
Figura 67-4. Mecanismo de acción de hormonas esteroides. R, receptor; H, hormona; PCT, proteínas de choque térmico; A, vía agonista; B, 
vía antagonista; HR, complejo hormona receptor; CA, coactivadores; CR, correpresores; ERH, elementos de respuesta a hormonas; MGT, 
maquinaria general de transcripción.
P
HR
PCT
A
HR HR HR
P P
HR HR
MGT
P
CA
TATAERHERH
mRNA
3´5´
PP P
MGT
P
CR
TATAERHERH 3´5´
R
H
B
HR HR HR HRHR HR
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nados terminarán en un proceso de atrofia debido a la 
incapacidad de progresar hacia estados más diferencia-
dos (folículo preovulatorio o folículo de De Graaf). Se 
considera que todo el proceso de reclutamiento folicular, 
desde la etapa de folículo primario hasta la ovulación, 
tiene una duración de 85 días y que sólo entre 400 y 500 
folículos recorrerán el camino completo durante la vida 
reproductiva dela mujer. La ovulación, que ocurre cerca 
de la mitad del ciclo menstrual, conduce a la liberación 
del ovocito y a la formación del cuerpo lúteo.
El ciclo menstrual normal presenta tres fases de 
acuerdo a los cambios anatómicos y hormonales que 
ocurren durante el mismo: la fase folicular preovulatoria 
o estrogénica, la ovulatoria y la fase lútea o posovulatoria.
Fase folicular
Esta fase inicia el primer día del sangrado menstrual, 
tiene una duración variable y finaliza el día anterior del 
pico preovulatorio de la LH. Durante los primeros días 
de esta fase se incrementa la secreción de la FSH con la 
finalidad de iniciar el crecimiento y desarrollo del folícu-
lo dominante o seleccionado y el consecuente aumento 
en la producción de estradiol e inhibina B por las células 
de la granulosa. El aumento en las concentraciones de 
estradiol en la circulación inhibe la secreción de FSH y 
ocasiona la liberación aguda de la LH hipofisaria desen-
cadenando el fenómeno de la rotura folicular, la libera-
ción del ovocito (ovulación) y después la formación del 
cuerpo lúteo (figura 67-5).
Fase ovulatoria
El aumento en las concentraciones circulantes de los 
estrógenos que ocurren en respuesta al aumento de la 
FSH modifican los procesos de síntesis y liberación de 
la GnRH hipotalámica, incrementando la amplitud y 
frecuencia de los pulsos, lo que resulta en la liberación 
aguda de la LH hipofisaria. Este proceso se acompaña de 
importantes cambios en el folículo preovulatorio, como 
estimulación de la síntesis de prostaglandinas, así como 
de enzimas proteolíticas, factores de crecimiento, cito-
cinas y otros implicados en el reinicio de la meiosis. De 
esta manera, el folículo ovulatorio sufre cambios mor-
fológicos característicos: se edematiza, protruye sobre 
el epitelio de la corteza ovárica formando una mancha 
vascular (estigma) y una pequeña vesícula. Entre 16 y 
32 h después del pico preovulatorio de la LH, ocurre 
la rotura folicular (ovulación) produciendo la expulsión 
del ovocito y al cúmulo de células de la granulosa que lo 
rodea (corona radiada). 
Fase lútea 
Una vez que se ha presentado la expulsión del ovoci-
to, las células de la teca y la granulosa incrementan su 
contenido de colesterol; es decir, se luteinizan, originan-
do la formación del cuerpo lúteo o cuerpo amarillo, que 
secreta cantidades considerables de estrógenos y pro-
gesterona. La producción diaria de progesterona por el 
cuerpo lúteo alcanza valores de 25 mg/día en promedio 
Figura 67-5. Concentraciones circulantes de hormona luteinizante (LH), hormona foliculoestimulante (FSH), estrona (E1), estradiol (E2) y pro-
gesterona P4 a lo largo de un ciclo menstrual normal. Se incluye además la cuantificación en orina de pregnandiol (P2), un metabolito de la P4. 
Los datos están expresados en media ± error estándar.
20
40
60
80
0
LH
m
U
I/m
L
10
20
30
40
0
F
S
H
m
U
I/m
L
100
200
300
0
E
2
pg
/m
L
-15 -10 -5 0 +5 +10 +15
100
200
300
0
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1
pg
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L
1
2
3
0
P
2
m
g/
24
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722  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 67)
y concentraciones en suero > 5 ng/mL entre los seis y 
ocho días posteriores a la ovulación. El aumento en las 
concentraciones circulantes de la progesterona se utiliza 
en la clínica como un marcador indirecto de la ocurren-
cia de ovulación. Esta fase del ciclo es la más constante, 
con 14 ± 2 días de duración, que inicia con la ovulación 
y termina con el comienzo del siguiente ciclo menstrual 
(figura 67-5).
En caso de haber fecundación, y debido a la acción 
de la gonadotropina coriónica humana (hCG) producto 
de la implantación del blastocisto en la cavidad uteri-
na, el cuerpo lúteo se mantiene e incrementa de manera 
progresiva la producción de estrógenos y progesterona 
con la finalidad de apoyar el soporte hormonal para la 
sobrevida del embrión hasta la formación de la unidad 
madre-feto-placenta alrededor de las 12 semanas de ges-
tación. Las pérdidas gestacionales tempranas se deben en 
su mayoría a la inadecuada producción hormonal por el 
cuerpo lúteo.
La determinación de la subunidad β de hCG 
establece el diagnóstico de embarazo, es decir cuando el 
óvulo fecundado se implanta en el endometrio materno.
Menstruación
Se define como menstruación a la descamación cíclica y 
periódica del endometrio que caracteriza a la mujer des-
de la menarquia y hasta la menopausia. Por definición, 
para identificar una hemorragia uterina como menstrua-
ción, ésta debe de ser precedida por 14 días contados 
a partir de la ovulación. Si no existe este antecedente, 
se considera como un sangrado uterino anormal. Existe 
gran variación entre las características de una menstrua-
ción normal: el ciclo normal tiene una duración prome-
dio de 28 días, pudiendo variar en condiciones normales 
entre 21 y 36 días. La duración promedio del sangrado 
es de cinco días (variación de tres a siete) y la cantidad 
de sangre expulsada es de alrededor de 130 mL por ciclo 
(variación de 13 a 300 mL). Un parámetro clínico impor-
tante para evaluar la cantidad de sangre es el número de 
toallas o tampones que utilice la mujer diario, pudiendo 
absorber entre 20 y 30 mL por toalla. La mayoría de las 
mujeres utiliza un promedio de tres toallas al día, siendo, 
por lo general, el segundo día de la menstruación el que 
presenta la hemorragia más abundante. Normalmente, 
la sangre menstrual no coagula, debido a la fibrolisina 
y otros factores inhibidores de la coagulación, su color 
es violáceo oscuro y tiene un olor sui géneris, no fétido. 
La presencia de coágulos en el sangrado menstrual indi-
ca que el sangrado ha sido abundante o se ha expulsado 
tejido organizado, que la mujer confunde con coágulos y 
cuya causa debe investigarse.
Luteólisis
La vida promedio funcional del cuerpo lúteo (CL) es de 
14 días. En ausencia de embarazo, el CL involuciona a 
una estructura avascular conocida como corpus albicans 
llamándose a este proceso luteólisis. Esta condición se 
manifiesta por cambios en el nivel hormonal (supre-
sión en la producción de progesterona) así como en el 
estructural (inducción de apoptosis y cambios tisulares 
como en caso del endometrio). Las causas responsables 
de la sobrevivencia e involución del CL permanecen en 
gran medida desconocidas; sin embargo, existe suficien-
te evidencia que sugiere el papel de la prostaglandina 
F2a (PGF2a) como responsable de la supresión de la 
producción de progesterona durante la fase lútea del 
ciclo menstrual. Otros mecanismos, como apoptosis y la 
autofagolisis del CL, tienen también un papel importante.
Péptidos ováricos 
Como se ha visto en este capítulo, las gonadotropinas 
y las hormonas esteroides tienen un papel fundamental 
en el desarrollo del folículo ovárico; sin embargo, en la 
actualidad se reconoce que otras hormonas peptídicas 
secretadas por los ovarios poseen efectos importantes, 
sobre todo en los procesos de selección y mantenimiento 
del folículo dominante. Estos péptidos hormonales los 
producen las células somáticas (células de la granulosa y 
células de la teca) y las germinales (ovocito) y ejercen sus 
efectos sobre estas mismas células (efectos autocrinos), 
células vecinas (efectos paracrinos) o bien actúan en ór-
ganos a distancia (efectos hormonales).
Inhibina
La inhibina se describió por primera vez en 1932, como 
una sustancia hidrosoluble producida por el testículo con 
capacidad de inhibir la actividad funcional de la porción 
anterior de la glándula hipofisaria. En 1985, este péptido 
fue extraído y aislado del líquido folicular, demostrándo-
se que poseía propiedades biológicas de inhibir la síntesis 
y secreción de la FSH. La inhibina es una glucoproteína 
de 32 kDa constituida por dos subunidades conocidas 
como a (18 kDa) y β (12 kDa). La estructura de la in-hibina es un heterodímero formado por una subunidad 
a común y dos subunidades β denominadas βa y βb. Por 
lo tanto, existen dos formas de inhibina, la aβa y aβb, 
conocidas como inhibinas A y B, respectivamente. En la 
actualidad se considera la inhibina como un factor de re-
gulación de la síntesis y secreción de la FSH hipofisaria, 
complementario al estradiol. En la fase lútea, la inhibina 
la produce el cuerpo lúteo y sus concentraciones circu-
lantes aumentan a la mitad de esta fase. Las concentra-
ciones elevadas de inhibina y de estradiol durante la fase 
lútea media mantienen deprimida la síntesis y liberación 
de la FSH impidiendo el crecimiento y desarrollo de fo-
lículos adicionales. Al final del ciclo, cuando el cuerpo 
lúteo involuciona y las concentraciones circulantes de 
estradiol e inhibina disminuyen, se favorece la liberación 
de la FSH, y con esto, el proceso de desarrollo y creci-
miento folicular del siguiente ciclo.
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Activina
La activina corresponde a un antagonista funcional de 
la inhibina, es decir, estimula la secreción de la FSH en 
lugar de inhibirla. Además de sus efectos sobre la glán-
dula hipofisaria, la activina, como la inhibina, actúan so-
bre las células de la granulosa y de la teca. La activina la 
constituyen dímeros de las subunidades β de la inhibina 
(βaβa, βaβb, βbβb). La inhibina posee efectos inhibito-
rios sobre la aromatización, a diferencia de la activina 
que la aumenta promoviendo la actividad mitogénica de 
las células de la granulosa. La activina inhibe la secreción 
de progesterona por los folículos preovulatorios previ-
niendo por estos mecanismos el desarrollo espontáneo 
de luteinización de las células foliculares.
FOLISTATINA
La folistatina es un péptido de estructura similar a la in-
hibina y activina. Su función es antagonista de la activi-
na, muy probable a través de interactuar con ella. Este 
péptido es producido por las células de la granulosa por 
influencia directa de la FSH. En términos generales, la 
folistatina inhibe la secreción de la FSH hipofisaria y re-
duce la expresión de receptores de membrana para esta 
gonadotropina en las células de la granulosa.
Hormona antimülleriana
La hormona antimulleriana (AMH, del inglés, Anti-mülle-
rian Hormone), también conocida como hormona inhi-
bidora del desarrollo de los conductos de Müller (útero, 
trompas de falopio y tercio superior de la vagina), per-
tenece a la familia de los factores transformadores del 
crecimiento β (TGF-β). La AMH es una glucoproteína 
de 140 kDa de naturaleza dimérica sintetizada por las 
células de Sertoli del testículo y las células de la granu-
losa del ovario. Durante la vida intrauterina la AMH, 
producida por el testículo fetal, previene el desarrollo de 
las estructuras müllerianas tanto del humano como de 
otras especies de mamíferos. Las células de la granulosa 
del ovario sintetizan la AMH a lo largo de la vida repro-
ductiva y su función principal es la regulación negativa 
del reclutamiento folicular inducido por la FSH. En la 
actualidad la producción de AMH, analizada a través de 
la determinación de sus concentraciones circulantes, es 
de utilidad para la evaluación de la población folicular y 
la predicción de la respuesta ovulatoria a procedimientos 
utilizados en reproducción asistida. 
Factor de diferenciación 
del crecimiento (GDF9)
El GDF9 (del inglés, Growth Differentiation Factor 9) es 
un péptido intraovárico, miembro de la familia de TGF-β, 
producido por las células del ovocito y con importantes 
funciones durante la foliculogénesis ovárica. Este factor 
se sintetiza en forma de una molécula precursora, la que 
se procesa y activa una vez secretada por el ovocito. Las 
funciones de GDF9 se encuentran relacionadas con el 
desarrollo del folículo primario y actúa además sobre los 
procesos de la foliculogénesis dependientes de FSH. El 
GDF9 también es un importante factor involucrado en 
los procesos de crecimiento celular de las células de la 
granulosa y de la teca, así como en la diferenciación y 
maduración del ovocito. Se han descrito alteraciones en 
su función o estructura, o en ambas, relacionadas con di-
versas causas de infertilidad, incluyendo ovario poliquís-
tico e insuficiencia ovárica prematura.
Factores de crecimiento similares 
a la insulina
Estos factores son importantes para la regulación del cre-
cimiento folicular. Dentro de estos, el factor 1 de creci-
miento similar a la insulina (IGF-I, del inglés, Insulin-Like 
Growth Factor I) es el que en el ovario tiene mayor re-
levancia funcional. En el ovario, el IGF-I lo produce las 
células de la granulosa y su síntesis y secreción dependen 
de la FSH. A través de sus efectos autocrinos, el IGF-I 
aumenta el proceso de aromatización inducida por la 
FSH, así como la actividad mitogénica de las células de la 
granulosa. Durante la fase folicular tardía, IGF-I aumenta 
el número de receptores para LH, así como la síntesis de 
progesterona. Como efectos paracrinos, el IGF-I sinergi-
za con la LH para la producción de androstendiona en las 
células de la teca.
Factor de crecimiento 
del endotelio vascular
Este factor fue aislado a partir de las células foliculares 
de la hipófisis y su importancia radica en los procesos 
de mantenimiento del sistema portal hipotálamo-hipo-
fisario. En 1992 se demostró la presencia en el ovario de 
factores de transcripción del gen del factor de crecimien-
to del endotelio vascular, en particular, en los folículos 
en desarrollo. La importancia funcional de este factor se 
encuentra relacionada con la provisión de un adecuado 
soporte sanguíneo al folículo en desarrollo.
Factor de necrosis tumoral a
Este factor (TNF-a) es un polipéptido de 157 aminoáci-
dos con propiedades de inducir necrosis tumoral in vivo, 
así como de efectos citolíticos y citostáticos en una varie-
dad importante de líneas celulares in vitro. En el ovario, 
sus efectos se encuentran relacionados con la atenuación 
de los mecanismos de diferenciación de las células de la 
granulosa inducidos por la FSH. La presencia de TNF-a 
se ha demostrado en los folículos antrales, y al parecer, lo 
producen las células de la granulosa luteinizadas.
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724  •  Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 67)
MENOPAUSIA
La menopausia es una etapa fisiológica en la vida de la 
mujer que corresponde al cese de la función reproduc-
tiva, secundaria a la depleción de folículos ováricos. Se 
identifica con el último periodo menstrual (último san-
grado). La menopausia es un diagnóstico que se establece 
cuando en un periodo de 12 meses la mujer no presenta 
sangrados menstruales, sin causa que lo explique. A la 
menopausia le precede un periodo de duración varia-
ble denominado transición menopáusica, a lo largo del 
cual se producen los cambios hormonales que en algu-
nas mujeres originan síntomas. El síndrome climatérico 
se caracteriza por una serie de signos y síntomas secun-
darios al estado de deficiencia estrogénica que ocurren 
durante la transición menopáusica y la posmenopausia. 
En el capítulo 72 se describen más detalladamente las 
características de las etapas funcionales del ovario, según 
se han definido en el modelo desarrollado conjuntamen-
te por los Institutos Nacionales de Salud y las Socieda-
des de Menopausia y Medicina Reproductiva de EUA 
(STRAW, del inlgés, Stages of Reproductive Aging Working 
Group). La edad de aparición de la menopausia es varia-
ble y depende tanto de factores genéticos como de otros 
relacionados con la historia reproductiva de la mujer, y 
sus condiciones sociodemográficas. En México, la meno-
pausia natural ocurre alrededor de los 50 años de edad, 
por lo que una mujer alinicio de la quinta década de la 
vida podría ya encontrarse en el periodo de transición 
menopáusica. Las repercusiones biológicas, psicológicas 
y sociales de la menopausia, así como las opciones de 
tratamiento y sus beneficios se revisan en detalle en el 
capítulo 72.
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