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© E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 144 14 Nódulo y cáncer de tiroides Esperanza Valentín Reyes Nódulo tiroideo Un nódulo es una lesión dentro de la tiroides y desde el aspecto radiológico, distinta del parénquima tiroideo circundante. Epidemiología La prevalencia del nódulo tiroideo depende tanto del método empleado para su detección como de la pobla- ción estudiada, es mayor el número de casos conforme la edad poblacional aumenta, y se presenta más en mujeres y en áreas con deficiencia de yodo. En población general la prevalencia es de 3 a 7% por palpación, de 19 a 67% por ultrasonido y de 50% por autopsia. No está indicado realizar tamizaje con ultrasonido en población abierta. De los nódulos con cáncer tiroideo, menos de 1% se deben a metástasis; por tanto, casi en su totalidad son neoplasias primarias de tiroides. El 85% de los pacientes con neoplasia maligna tienen cáncer diferenciado de ti- roides. Manifestaciones clínicas y diagnóstico La importancia de la evaluación de un nódulo tiroideo ra- dica en la necesidad de excluir que se trate de una lesión maligna. La frecuencia de cáncer en los nódulos tiroideos es de 4 a 6.5%, lo que es igual a si es sólo un nódulo o un bocio multinodular. Una excepción es el hallazgo de un nódulo por medio de tomografía por emisión de po- sitrones (18FDG TEP), cuyo riesgo de malignidad es de 33% (aunque algunos estudios reportan desde 14 hasta 57%); además, sugieren que el cáncer encontrado por este método de imagen podría ser más agresivo. Los datos clínicos que se relacionan con mayor ries- go de malignidad son: historia familiar de cáncer tiroideo, género masculino, extremos de la vida (menores de 30 o mayores de 60 años de edad), historia de exposición a radiación ionizante, crecimiento rápido, fijación a estruc- turas subyacentes, consistencia firme o dura, parálisis de cuerdas vocales y adenomegalias en el cuello. Una vez diagnosticado un nódulo tiroideo, el primer estudio que debe realizarse es un perfil tiroideo. Debido a que casi todas las alteraciones en la función tiroidea son primarias (es decir, de origen tiroideo y no central), el algoritmo de decisiones se centra tomando la TSH como punto de inicio (elevada en hipotiroidismo y dis- minuida en hipertiroidismo) que, además de ser clave en la decisión de la ruta diagnóstica, es un factor de riesgo independiente para predecir malignidad en un nódulo tiroideo. En un estudio con 1 500 pacientes, la prevalencia de malignidad fue de 2.8, 3.7, 8.3, 12.3 y 29.7% en pacien- tes con concentraciones de TSH de 0.4 mU/L, 0.4 a 0.9 mU/L, 1.0 a 1.7 mU/L, 1.8 a 5.5 mU/L y > 5.5 mU/L, respectivamente. Si el perfil tiroideo es de hipertiroidismo primario (TSH suprimida con o sin hormonas tiroideas elevadas) debe realizarse un gammagrama tiroideo. El gammagra- ma de tiroides es un método de imagen poco sensible ya que en general detecta nódulos > 1.5 cm de diámetro. Sin embargo, la posibilidad de que un nódulo hiperfun- cionante o “caliente” sea maligno es < 1% (que se rela- ciona a hipertiroidismo franco o subclínico). Por lo que de tratarse de un nódulo hiperfuncionante no requiere mayor abordaje diagnóstico y se iniciará tratamiento de- pendiendo del paciente. Si el nódulo es hipofuncionante (“frío”) o isofuncionante (“tibio”), debe continuarse con el abordaje detallado en los siguientes párrafos (riesgo de malignidad de 5 a 10%). En las figuras 14-1 y 14-2 se observan gammagra- mas tiroideos con yodo radiactivo con nódulo “caliente” y “frío”. El gammagrama de tiroides se puede realizar con dos radioisótopos: yodo radiactivo o pertecnectato. Cerca http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Nódulo y cáncer de tiroides 145 de 5% de los nódulos con cáncer concentran pertecnec- tato y no yodo radiactivo, por lo que pueden observarse “calientes” o “tibios” en el primero y “fríos” en el segundo (dando así una falsa impresión de benignidad del nódulo tiroideo). Por esta razón se prefiere el yodo radiactivo para el estudio de nódulos tiroideos. La realización de gammagrama tiroideo se contraindica en mujeres emba- razadas o en lactancia. Si el perfil tiroideo es normal (TSH y hormonas ti- roideas normales) o de hipotiroidismo primario (TSH aumentada con o sin hormonas tiroideas disminuidas) debe realizarse un ultrasonido tiroideo. Si el nódulo ti- roideo se encontró por otro método de imagen, debe complementarse el estudio con ultrasonido. El ultrasonido permite detectar nódulos > 3mm de diámetro, difiere con los hallazgos de la exploración fí- sica (y por lo tanto cambia la ruta diagnóstica) hasta en 63% de los casos. Las siguientes características ultraso- nográficas se asocian con mayor riesgo de malignidad: hipoecogenicidad, bordes irregulares, forma más alta que ancha, microcalcificaciones, invasión de tejidos blandos y aumento de la vascularidad interna. No existe una sola característica que distinga entre nódulos benignos o ma- lignos; sin embargo, a mayor número de características ultrasonográficas sospechosas mayores probabilidades de que dicho nódulo sea maligno (figura 14-3). Los anticuerpos antitiroideos (contra tiroglobulina y peroxidasa) puede orientar la existencia de tiroiditis de Hashimoto (que se asocia con nódulos tiroideos), pero el abordaje diagnóstico no se modifica aunque se encuen- tren positivos. La determinación de tiroglobulina no tiene utili- dad en el abordaje del nódulo tiroideo, ya que no existe ningún valor que ayude a discriminar nódulos benignos de malignos. Encontrar concentraciones elevadas de ti- roglobulina puede crear incertidumbre en el paciente y es un hallazgo frecuente en enfermedades benignas. La utilidad de la tiroglobulina radica en el seguimiento de cáncer diferenciado de tiroides después del tratamiento quirúrgico (tiroidectomía total). La calcitonina es un marcador sérico asociado con cáncer medular de tiroides. Su medición no está indicada como parte de la rutina y se realiza sólo en personas con factores de riesgo para esa neoplasia. La biopsia por aspiración con aguja fina (BAAF) es el método con mayor especificidad y sensibilidad para diagnóstico de un nódulo tiroideo y es el de elección para la evaluación de nódulos tiroideos, así como para selec- cionar a aquellos pacientes candidatos a cirugía. Debido a la alta prevalencia de nódulos en la pobla- ción general y a la frecuente coexistencia de dos o más en un mismo individuo, debe realizare una selección para Anterior Figura 14-1. Gammagrama tiroideo con 131I que muestra nódulo “ca- liente” en el lóbulo tiroideo izquierdo. Figura 14-2. Gammagrama tiroideo con 131I que muestra nódulo “frío” en el lóbulo tiroideo derecho. Figura 14-3. Ultrasonido Doppler tiroideo en el que se observa corte sagital del lóbulo tiroideo izquierdo, donde se encuentra un nódulo con bordes irregulares, extensión a tejidos adyacentes, microcalcifi- caciones y aumento de la vascularidad interna. El resultado del estu- dio de patología fue carcinoma papilar de tiroides. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 146 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 14) realizar una BAAF. En general se recomienda para todos aquellos nódulos > 1 cm que tengan características ul- trasonográficas de malignidad (excepto en personas con factores de riesgo importantes para cáncer de tiroides, ya que el corte es de 0.5 cm). En bocio multinodular el riesgo de cáncer es independiente para cada nódulo, por lo que se debe seleccionar para biopsia el que tenga características de malignidad y no decidir con base en el tamaño (“dominante”). En un estudio se observó que si se realizaba BAAF de losnódulos hipoecoicos que además tuvieran una de las siguientes tres características ultrasonográficas: már- genes irregulares, microcalcificaciones o aumento de vascularidad interna, se lograba identificar 87% de las neoplasias malignas y sólo se realizaba biopsia del 38.4% de los nódulos. También debe realizarse biopsia de nódu- los a las personas con alto riesgo de cáncer tiroideo, his- toria de radiación ionizante, historia familiar de cáncer tiroideo, de hemitiroidectomía con hallazgo de cáncer ti- roideo y en quienes se ha detectado el nódulo mediante 18FDG-PET. Es recomendable realizar la BAAF guiada por ultra- sonido en nódulos no palpables, quísticos, de localización posterior o en quienes se haya realizado una biopsia pre- via con material insuficiente. En promedio, la sensibilidad de la BAAF es de 83% (65 a 98%); su especificidad de 92% (72 a 100%) y el valor predictivo positivo de 75% (50 a 96%). El proce- dimiento tiene alrededor de 5% de falsos positivos y de falsos negativos. Hasta 20% de los aspirados obtenidos mediante BAAF no tienen suficiente material celular para que se establezca un diagnóstico citológico. Tratamiento y seguimiento El tratamiento de un nódulo dependerá del resultado de la BAAF que debe reportarse con el Sistema Bethesda que considera seis categorías: I. No diagnóstica o insatisfactoria. Para la correcta in- terpretación de una BAAF de tiroides se requieren como mínimo seis grupos de células foliculares que contengan cada uno de 10 a 15 células. Biopsias que no cumplan con dichas características se consideran no diagnósticas y debe repetirse; por ejemplo, las re- portadas como “contenido de quiste” no son valora- bles y por lo tanto, no descartan malignidad. Se re- comienda que el segundo procedimiento sea guiado por ultrasonido. II. Benigno. En esta categoría se incluyen los resultados de bocio, nódulo adenomatoso o hiperplásico, tiroi- ditis, entre otros. No se requiere mayor abordaje; sin embargo, debe permanecer en vigilancia con revi- sión clínica y ultrasonido. La indicación para repe- tir BAAF es el crecimiento mayor o igual a 20% del diámetro del nódulo, pero no debe hacerse si no hay cambios durante el seguimiento. El intervalo entre los estudios dependerá del paciente y las característi- cas del nódulo; en un inicio, cada 3 a 6 meses, luego cada uno o dos años de forma indefinida mientras persista el nódulo. III. Atipia de significado incierto o lesión folicular de significado incierto. El riesgo de malignidad es de 5 a 10%. Al igual que en el reporte previo, puede realizarse gammagrama tiroideo. Si el nódulo es hipo o isocaptante se recomienda tratamiento quirúrgico. Por su menor riesgo de malignidad que en lesiones foliculares, existen grupos de investigadores que su- gieren vigilancia y otra BAAF en 3 a 6 meses para tratamiento definitivo. IV. Neoplasia folicular o sospechosa de neoplasia folicu- lar. La única forma de distinguir entre un adenoma y un carcinoma folicular es por la determinación de invasión vascular y capsular, o ambas, en el segundo. Por lo mismo, la imagen de una BAAF es la misma tanto en un adenoma (benigno) como un carcino- ma (maligno). El riesgo de carcinoma folicular en un paciente cuyo resultado de BAAF es lesión folicular está entre 20 y 30%. Si el reporte es de lesión folicu- lar puede realizarse en ese momento un gammagra- ma tiroideo (de no haberlo efectuado antes). Si el nódulo es hipercaptante se mantiene vigilado (muy bajo potencial maligno); si es hipocaptante, entonces se sugiere tratamiento quirúrgico. V. Sospechosa de malignidad. De igual manera debe realizarse tratamiento quirúrgico. VI. Maligna. El más frecuente es el carcinoma papilar de tiroides y amerita tratamiento quirúrgico. A las categorías III, IV y V se les denomina como biopsias indeterminadas y la realización con marcadores molecu- lares ha mostrado utilidad, ya sea mediante un sistema clasificador de mRNA o mediante un análisis mutacio- nal. Sin embargo, el costo es elevado y limita su empleo en nuestro país. En la figura14-4 se resume el algoritmo diagnósti- co de un paciente con nódulo tiroideo. Un tratamiento clásico para los nódulos benignos es el supresivo, que consiste en administrar hormonas tiroi- deas hasta tener valores de TSH < 0.1 mU/mL. La res- puesta (disminución de > 50% del tamaño del nódulo) se observa entre 17 y 25% de los casos, por lo que las guías internacionales desaconsejan su uso rutinario. También se debe evitar en mujeres posmenopáusicas, hombres mayores de 60 años de edad y pacientes con osteoporosis o enfermedad cardiovascular. Un tipo de nódulos que requieren diferente abordaje son los quísticos puros, ya que el riesgo de malignidad es de 0.5 a 3%. Se recomienda aspiración de un nódulo quístico con fines terapéuticos, en especial los mayores a 2 centímetros. Nódulos con contenido hemático o que vuelven a formarse de manera repetida tras varias pun- ciones terapéuticas, tienen mayores posibilidades de ma- lignidad. Los nódulos a los que no se debe realizar biopsia por aspiración con aguja fina deberán permanecer en vigi- lancia clínica y ultrasonográfica de forma indefinida (al principio, cada 6 a 12 meses; luego, dependiendo de las características individuales). http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Nódulo y cáncer de tiroides 147 El tratamiento con yodo radiactivo puede utilizarse en pacientes con nódulos hiperfuncionantes, también en pacientes con bocio multinodular no candidatos a tra- tamiento quirúrgico, en quienes se demuestre captación tiroidea adecuada del fármaco radiactivo. Este tratamien- to no tiene utilidad en el manejo de nódulos hipofuncio- nantes. Se debe recordar que cada paciente es único y que toda decisión se fundamenta en el conocimiento y juicio clínico. CÁNCER DIFERENCIADO DE TIROIDES El cáncer de tiroides es el tumor endocrino más frecuen- te (90%) y representa 1% de todas las neoplasias ma- lignas. Se encuentra entre los 10 primeros cánceres que afectan al sexo femenino. La incidencia anual de cáncer de tiroides varía en función de la región estudiada, sin embargo, en las últi- mas décadas ha habido un incremento global; esto pare- ce deberse tanto a una detección más temprana (por un mayor descubrimiento y estudio de nódulos tiroideos) como a la búsqueda más detallada de los patólogos en las glándulas tiroides resecadas. En EUA, la incidencia es de 7.1 a 8.8 casos por cada 100 000 habitantes, lo que representa un aumento de 2.4 veces más de la reportada a principios del decenio de 1970-79. En México existe poca información sobre la epidemiología del cáncer tiroideo. El Registro Histopato- lógico de Neoplasias Malignas (RHNM) reportó en 2001 y 2002 una prevalencia de 1.9 casos por cada 100 000 Figura 14-4. Algoritmo diagnóstico de un paciente con nódulo tiroideo (US= ultrasonido). Paciente con nódulo tiroideo TSH Ultrasonido Normal o h Gammagrama Baja Con criterios de malignidad “Nódulo frío” “Nódulo caliente” BAAF Tratamiento Sin criterios de malignidad Vigilancia No diagnóstica Repetir guiada por US Malignidad Cirugía Sospechosa de malignidad Cirugía Folicular Gammagrama Cirugía Lesión folicular de significado incierto Gammagrama Cirugía vs vigilancia Benigno Vigilancia http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 148 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 14) habitantes, con una frecuencia de 1.89% entre todos los tipos de cáncer informados. El cáncer de tiroides se encuentra entre las 10 prin- cipales causas de cáncer que ocurre en las mujeres y contribuye con menos de 1% del total de muertes por neoplasias malignas. Clasificación 1. Diferenciado. a) Papilar. b) Folicular. 2. Medular. 3. Indiferenciado.4. Misceláneo. El cáncer diferenciado de tiroides proviene de las células epiteliales foliculares y es el subtipo más frecuente, de 85 a 90% de los casos; de estos, 85% corresponden a cáncer papilar, 10% a cáncer folicular y 3% a cáncer de Hürthle. El pico de incidencia del carcinoma papilar es entre la tercera y cuarta década de la vida y ocurre tres veces más en mujeres que en hombres. La mayoría de los pacientes tienen buen pronóstico, la sobrevida a 10 años del cáncer papilar es de 98% y del folicular de 92%. Los principales factores etiológicos son exposición a radiación ionizante y la expresión de diversas mutaciones puntuales o rearreglos en receptores tirosina cinasa y cina- sas serina-treonina, y deleciones en supresores tumorales. Manifestaciones clínicas y diagnóstico Por lo general, el cáncer diferenciado de tiroides se ma- nifiesta como un nódulo tiroideo, aunque también, en forma menos frecuente; como enfermedad metastásica ganglionar o a distancia. En el pasado, la mayoría de los pacientes se presentaban con una masa tiroidea descu- bierta de forma incidental por él mismo o el médico en la exploración física. Sin embargo, cada vez es más fre- cuente encontrar un nódulo tiroideo en un estudio de imagen de cuello, indicado por un motivo diferente a una enfermedad tiroidea y que finalmente se diagnostica como cáncer de tiroides. Por lo anterior, es común que los pacientes estén asintomáticos y eutiroideos. El cáncer diferenciado de tiroides involucra ganglios linfáticos regionales en el momento del diagnóstico entre 20 y 50% de los pacientes. El ultrasonido preoperatorio detecta linfadenopatía sospechosa en 20 a 31% de los casos; no obstante, identifica sólo la mitad de las adeno- patías encontradas en la cirugía debido a que la imagen tiroidea se superpone a los ganglios del compartimen- to VI, que son los más afectados en cáncer papilar de tiroides. Las características ultrasonográficas más relacionadas con metástasis en ganglios linfáticos son: tamaño mayor a 7.5 mm (en niveles II al VI), contenido quístico y micro- calcificaciones intraganglionares, forma redonda, relación < 2 entre el eje longitudinal y el transversal, compresión de estructuras vasculares y aumento de la vascularidad periférica identificada con Doppler. Tanto para el estudio del lóbulo tiroideo contrala- teral como para la detección de metástasis ganglionares debe realizarse ultrasonido de cuello antes del tratamien- to quirúrgico. Existen ciertas variantes histopatológicas del cáncer diferenciado de tiroides que tienen peor pronóstico que el cáncer papilar de tiroides y requerirán tratamiento in- dividualizado. Estas variantes son: • Cáncer papilar de células altas. • Cáncer papilar de células columnares. • Cáncer papilar esclerosante difuso. • Cáncer papilar con patrón insular difuso. El reporte histopatológico del cáncer diferenciado de ti- roides debe incluir los siguientes datos para su correcta interpretación: tipo de espécimen (en el que se describe la extensión de la cirugía realizada), localización del tu- mor, distribución (uni o multifocal y si es o no bilateral), extensión (si tiene invasión capsular y extratiroidea, o ambas); tamaño, márgenes, si hay o no invasión vascular, metástasis ganglionares (existencia, número de ganglios afectados y localización), tipo histológico y otros hallaz- gos (característicos del resto de la glándula tiroides). Sistemas de estadificación y grupos de riesgo Los sistemas de estadificación permiten conocer el riesgo de mortalidad a mediano y largo plazo en los pacien- tes con cáncer diferenciado de tiroides. El sistema más utilizado es el TNM, que describe tres piezas clave de información: T, indica el tamaño y extensión del tumor; N, describe la presencia y ubicación de metástasis gan- glionares; y M, señala si hay o no metástasis a distancia (cuadro 14-1). De acuerdo al sistema TNM los pacientes se clasifi- can en grupos de riesgo de recurrencia o persistencia. En las guías de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endo- crinología se mencionan los siguientes grupos: • Muy bajo riesgo. Paciente de cualquier edad con neoplastia unifocal < 1 cm, intratiroideo y sin extensión vascular o capsular; con resección qui- rúrgica completa, sin metástasis, de extirpe histo- lógica no agresiva y sin historia familiar de cáncer papilar ni personal de radiación ionizante. • Bajo riesgo. Tumor > 1 y < 4 cm, con el resto de ca- racterísticas mencionadas en muy bajo riesgo. • Alto riesgo. Enfermos de cualquier edad con una o más de las características siguientes: tumor > 4 cm, invasión extratiroidea o vascular, extirpe his- tológica agresiva, metástasis ganglionares o a dis- tancia, resección quirúrgica incompleta. Tratamientos Quirúrgico El tratamiento inicial del cáncer diferenciado de tiroides es quirúrgico y se debe realizar tiroidectomía. Para nódu- http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Nódulo y cáncer de tiroides 149 los con BAAF de malignidad, el procedimiento quirúrgi- co que se debe efectuar es tiroidectomía total o casi total (dejando menos de 1 g de tejido adyacente a la inserción del nervio laríngeo recurrente al músculo cricotiroideo). Para tumores mayores de 1 cm, la tirodectomía total dis- minuye la incidencia de recurrencias y mejora la sobre- vida a largo plazo. En pacientes con cáncer diferenciado de tiroides con tumor menor de 1 cm, unifocal, de muy bajo riesgo, sin evidencia de adenopatías y sin historia de radiación ionizante, puede ser suficiente una hemitiroi- dectomía (de utilidad principal en los casos de hallazgo posoperatorio para la decisión de completar o no la tiro- dectomía). Se encuentran metástasis ganglionares regionales entre 20 y 90% de los pacientes en el momento del diagnóstico de cáncer papilar de tiroides. En caso de ser cervicales disminuye la sobrevida de forma independien- te; por ello, si los tumores son primarios avanzados se recomienda la realización de disección profiláctica del compartimento central del cuello (nivel VI). También debe efectuarse disección terapéutica de los comparti- mentos cervicales en todos los pacientes que se demues- tre metástasis ganglionares. Yodo radiactivo (131I) El objetivo del tratamiento posoperatorio con 131I es la ablación del tejido tiroideo remanente para destruir el carcinoma residual microscópico. Facilita la detección temprana de recurrencias con la medición de tiroglo- bulina sérica y el rastreo con 131I. También disminuye el riesgo de recurrencias y la mortalidad asociada a cáncer tiroideo en el seguimiento prospectivo en pacientes con riesgo alto (existe controversia acerca de su utilidad en pacientes con riesgo muy bajo y bajo). Se ha demostrado que el tratamiento con yodo ra- diactivo reduce 69% las recurrencias locorregionales y 50% la enfermedad metastásica. Para su óptimo desarro- llo se requiere de estimulación de TSH, que puede ser endógena (con suspensión del tratamiento con hormonas tiroideas) o exógena (mediante la administración de TSH recombinante). En la antigüedad se realizaba de forma rutinaria gammagrama diagnóstico previo a la dosis tera- péutica, pero en la actualidad se utiliza en casos aislados, ya que se asocia con menor efectividad de la dosis tera- péutica de yodo radiactivo (fenómeno que se denomina “de aturdimiento”) y tiene poca utilidad en la toma de decisiones. En general, en pacientes de riesgo muy bajo no se recomienda el tratamiento con yodo radiactivo y, en el resto, la dosis dependerá de las características histopa- tológicas del tumor y del tipo de paciente. Puede variar desde 30 mCi (aunque la tendencia es a utilizar como dosis mínima 70 a 100 mCi) hasta 200 mCi; dosis ma- yores se pueden emplear con dosimetría, aunque es un método no accesible en nuestro medio. No debe existir exposición a yodo estable en dosis farmacológicaspor lo menos dos meses antes de la ad- ministración de yodo radiactivo (p. ej., medio de contras- te yodado utilizado para tomografía, amiodarona, yodo- Cuadro 14-1. Clasificación TNM de AJC/UICC T1: Tumor < 2 cm en su diámetro mayor, limitado a tiroides T1a: Tumor < 1 cm limitado a tiroides T1b: Tumor mayor de 1 cm pero menor de 2 cm en su diámetro mayor, limitado a tiroides T2: Tumor > 2 cm, pero < 4 cm, en su diámetro mayor, limitado a tiroides T3: Tumor > 4 cm en su diámetro mayor, limitado a tiroides, o cualquier tumor con extensión extratiroidea mínima (extensión a músculo esternotiroideo o tejidos blandos peritiroideos) T4a: Tumor de cualquier tamaño con extensión más allá de la cápsula tiroidea, que invade tejidos blandos, laringe, tráquea, esófago o el nervio laríngeo recurrente T4b: Tumor que invade la fascia prevertebral o rodea la carótida o los vasos mediastinales N1a: Metástasis en el nivel VI (ganglios linfáticos pretraqueales, paratraqueales y prelaringeos) N1b: Metástasis ganglionares unilaterales, bilaterales o contralaterales (niveles I a V) o retrofaríngeas o ganglios del mediastino superior (nivel VII) Menor de 45 años Igual o mayor de 45 años Estadio I: cualquier T, cualquier N, M0 Estadio II: cualquier T, cualquier N, M1 Estadio I: T1, N0, M0 Estadio II: T2, N0, M0 Estadio III: T3, N0, M0 T1, N1a, M0 T2, N1a, M0 T3, N1a, M0 Estadio IVA: T4a, N0, M0 T4a, N1a, M0 T1, N1b, M0 T2, N1b, M0 T3, N1b, M0 T4a, N1b, M0 Estadio IVB: T4b, cualquier N, M0 Estadio IVC: cualquier T, cualquier N, M1 http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 150 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 14) hidroxicloroquina y lugol), ya que inhibe la captación de 131I. Después de la administración de la dosis ablativa de 131I debe hacerse un rastreo corporal con las cuentas re- siduales, 5 a 8 días después, que tiene como finalidad la búsqueda de metástasis no detectadas en el abordaje previo del paciente. Tratamiento supresivo inicial El cáncer diferenciado de tiroides expresa el receptor de TSH y, en consecuencia, responde a su estímulo median- te aumento en la tasa de crecimiento. Después del tra- tamiento quirúrgico, ya sea que se haya utilizado yodo radiactivo o no, a los pacientes se les trata con hormo- nas tiroideas, con el objetivo de lograr concentraciones de TSH menores a lo normal; esto se relaciona con 50% menos de mortalidad y 25% de disminución de las recu- rrencias, en especial, en pacientes de alto riesgo. Al inicio se recomienda una meta de TSH menor a 0.1 mU/L en pacientes de riesgo bajo-alto y de 0.1 a 0.5 mU/L en pa- cientes de riesgo muy bajo. Seguimiento a largo plazo Después del tratamiento inicial, 85% de los casos con en- fermedad localizada se curan. De 10 a 15% tendrán enfermedad recurrente, que en 75% de ellos se localizará en el cuello, siendo más frecuente en los ganglios linfáti- cos. El 5% de los pacientes tienen enfermedad metastá- sica desde el principio y sólo una parte logrará superarla. La detección temprana de recurrencias ofrece la mejor oportunidad para brindar un tratamiento eficaz. El seguimiento se basa en la realización de los estudios siguientes: • Tiroglobulina sérica. La produce sólo las células fo- liculares tiroideas, por lo que es un marcador muy específico para la presencia de tejido tiroideo resi- dual o neoplásico. Como guía, 1 g de tejido tiroideo normal libera 1 ng/mL de tiroglobulina cuando la TSH es normal o 0.5 ng/mL cuando la TSH es me- nor a 0.1 mU/L. Pero puede existir variación de los valores detectados conforme la metodología emplea- da para su medición, por eso se recomienda utilizar siempre el mismo ensayo. Además, los anticuerpos antitiroglobulina pueden interferir en la medición de la tiroglobulina, por lo que es indispensable que sean negativos para utilizar la tiroglobulina como marca- dor. La prevalencia de anticuerpos antitiroglobulina es mayor en pacientes con cáncer diferenciado de ti- roides que en la población general (25 a 30 vs. 10%). En ausencia de anticuerpos antitiroglobulina, la tiro- globulina tiene una alta sensibilidad y especificidad para la detección de cáncer tiroideo, sobre todo des- pués de tiroidectomía total y tratamiento con yodo radiactivo, pero la mayor sensibilidad y especificidad se logra con estimulación por TSH (tanto endógena como exógena). En todos los pacientes debe cuan- tificarse en tratamiento con hormonas tiroideas, a los seis meses y luego al año de la tiroidectomía y la ablación con 131I, con estímulo de TSH, de pre- ferencia. Se considera que con la estimulación con TSH la concentración de tiroglobulina es anormal si es mayor a 2 ng/mL después de la administración de rhTSH (TSH exógena), o bien si es > 10 ng/mL después de suspender las hormonas tiroideas (es- timulación con TSH endógena). Un ensayo de tiro- globulina muy sensible, con límite de detección de 0.1 ng/mL evita realizar estimulación con TSH. • Ultrasonido de cuello. Ya que el sitio de recurrencias es el cuello, el ultrasonido es una herramienta pri- mordial para la vigilancia de los pacientes con cán- cer tiroideo (sensibilidad de 70 a 100%). Además, en ganglios sospechosos de metástasis puede realizarse punción guiada por ultrasonido y medición de tiro- globulina en la muestra obtenida, además del análi- sis citológico. Un valor de tiroglobulina mayor a 10 ng/ mL en el aspirado de un ganglio linfático tiene > 90% de sensibilidad y especificidad en el diagnós- tico de metástasis por carcinoma diferenciado de ti- roides. El ultrasonido tiroideo debe realizarse cada 6 a 12 meses, dependiendo del grupo de riesgo del paciente y el valor de tiroglobulina sérica. • Gammagrama tiroideo. Aunque era la principal he- rramienta de vigilancia en los pacientes con cáncer tiroideo, su baja sensibilidad comparada con el ul- trasonido tiroideo y la medición de tiroglobulina, así como el fenómeno “de aturdimiento”, han hecho que quede en un segundo plano. Se utiliza en casos seleccionados en el seguimiento de cáncer tiroideo y no de forma rutinaria. El empleo de otros métodos de imagen dependerá de cada paciente en particular (p. ej., tomografía computa- rizada en búsqueda de metástasis pulmonares). La reali- zación de 18 FDG tomografía por emisión de positrones (TEP) tiene como principal utilidad la localización del cáncer de tiroides que no capta 131I. En el tratamiento de las recurrencias influyen diver- sos factores (estado del paciente, sitio, etc.), por lo que se requiere de la intervención del endocrinólogo y, en caso necesario, de un cirujano con experiencia en el manejo de cáncer tiroideo. Tratamiento supresivo a largo plazo En pacientes con enfermedad persistente la TSH debe mantenerse < 0.1 mU/L de forma indefinida si no existe contraindicación. En personas con riesgo bajo y alto libres de enfermedad, la meta de TSH es de 0.1 a 0.5 mU/L por 5 a 10 años. En pacientes libres de enfermedad, pero con riesgo bajo la meta de TSH es de 0.5 a 2 mU/L. CARCINOMA MEDULAR DE TIROIDES El cáncer medular de tiroides es un tumor neuroendocri- no de las células parafoliculares o células C de la glándula tiroides, que representa alrededor de 4% del total de los casos de cáncer de tiroides. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Nódulo y cáncer de tiroides 151 En cerca de 80% de los casos es esporádico, la edad de presentación es entre la 5a y 6a décadas de la vida, y es un poco más frecuente en mujeres. Por lo regular se manifiesta como un nódulo tiroideo solitario en la por- ción superior de un lóbulo tiroideo y, en la mayoría de los pacientes, ya existe enfermedad metastásica al momen- to del diagnóstico. El 50% tiene adenopatías regionales, 15% síntomas por compresión del tracto digestivoo aé- reo y 5%, enfermedad metastásica a distancia. El 20% es de tipo hereditario e incluye carcinoma medular tiroideo familiar (CMTF) y carcinoma medular como parte de la neoplasia endocrina múltiple (NEM) 2A y 2B. Aparece a edad más temprana (tercera década de la vida) y afecta a ambos géneros por igual. Lo cau- sa diferentes mutaciones germinales en el protooncogen RET, que se transmite de forma autosómica dominante. El genotipo específico determina el fenotipo, la edad de aparición y la agresividad del carcinoma medular de ti- roides. El NEM 2A corresponde a 75% de las NEM2 y se define por la presencia de carcinoma medular tiroideo (CMT), feocromocitoma e hiperplasia paratiroidea pri- maria. La NEM 2B, en cambio, se caracteriza por CMT, feocromocitoma, ganglioneuromatosis intestinal, neuro- mas mucosos e intestinales y rasgos marfanoides; el CMT es más agresivo y se manifiesta a edades más tempranas. El CMTF es una variante de NEM 2A en la que existe predisposición para CMT, pero no para las demás mani- festaciones de NEM 2A. El diagnóstico puede hacerse sólo cuando hay 10 o más miembros de la familia que son portadores y varios portadores o afectados tienen más de 50 años de edad. Los pacientes pueden tener síntomas sistémicos por secreción hormonal del tumor (p. ej., ACTH). Una característica del carcinoma medular es que produce calcitonina y es el principal marcador sérico. Al- gunos tumores producen también antígeno carcinoem- brionario que se utiliza, junto con la calcitonina, como marcador tumoral. La biopsia por aspiración con aguja fina (BAAF) tie- ne sensibilidad diagnóstica de 50%. En todo paciente con diagnóstico preoperatorio de carcinoma medular debe realizarse ultrasonido de cuello; además, en quienes tie- nen calcitonina basal mayor a 400 pg/mL debe realizarse de forma adicional tomografía contrastada de tórax, cue- llo e hígado porque existe alta posibilidad de metástasis. Los pacientes con cáncer medular de tiroides sólo se pueden curar si se realiza resección completa del tu- mor tiroideo y de cualquier metástasis local y regional, por eso la primera cirugía representa la mejor oportu- nidad para un tratamiento adecuado. Se debe efectuar tiroidectomía total y disección del compartimento cen- tral en todos los casos. La resección profiláctica de otros compartimentos ganglionares en cuello dependerá de las características del paciente. El seguimiento se realiza al principio cada 3 a 6 me- ses con calcitonina y antígeno carcinoembrionario. En tanto que los estudios de imagen se realizarán depen- diendo de esos marcadores, utrasonido para búsqueda de enfermedad regional, tomografía para rastreo de metás- tasis en tórax y abdomen, y resonancia magnética para metástasis hepáticas. El 18FDG TEP ha mostrado utili- dad para metástasis con valores de calcitonina superior a 500 pg/mL. El tratamiento de la enfermedad metastásica es todo un reto, ya que tiene pobre respuesta a la radioterapia y a los esquemas de quimioterapia convencionales. El yodo radiactivo no tiene ninguna utilidad en este tipo de cán- cer. Los inhibidores de la tirosina cinasa son una opción para estos pacientes; el vandetanib ha mostrado respues- ta parcial entre 20 y 50% de los pacientes, aunque no se ha observado mejoría en la sobrevida. Otros inhibidores de tirosina cinasa utilizados en cáncer medular son cabo- zantinib, sorafenib y sunitinib. CARCINOMA ANAPLÁSICO El cáncer anaplásico es el tumor indiferenciado de las células epiteliales tiroideas. Comparado con el cáncer di- ferenciado de tiroides el anaplásico es muy agresivo, con una mortalidad que se aproxima a 100% y una sobrevida de 4 a 5 meses. Corresponde entre 2 y 5% de todos los cánceres tiroideos, la edad promedio de diagnóstico es de 65 años y 70% son mujeres. En 20% de los pacientes hay historia de cáncer di- ferenciado de tiroides y 20 a 30% lo tienen de forma coexistente. Estos hallazgos llevan a la hipótesis de que el cáncer anaplásico deriva del cáncer diferenciado de ti- roides que ha sufrido diversos eventos de diferenciación. La mayoría de los pacientes se presentan a consulta con una masa anterior en el cuello y 90% tienen metás- tasis regionales o a distancia en el momento del diag- nóstico, mismo que se realiza con análisis citopatológico obtenido por BAAF o, de ser necesario, por biopsia qui- rúrgica. También deben considerarse estudios de imagen para delimitar la extensión de la neoplasia. Para tumores resecables (casos excepcionales) se debe realizar el tratamiento quirúrgico asociado a qui- mio-radioterapia; sin embargo, en los pacientes con en- fermedad metastásica no tiene utilidad la tiroidectomía. El tratamiento se centra en fines paliativos. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org Endocrinología clínica de Dorantes y Martínez 5ª Edición Sección III. Tiroides 14. Nódulo y cáncer de tiroides booksmedicos.org Botón1:
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