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1Capítulo Marco A. Becerril Flores Contenido ■ Introducción ■ Antecedentes históricos ■ Principales descubrimientos TAMAÑO DE HOJA: 21 x 27CM Texto Gral: Minion Pro Regular 10/12 pts de microorganismos en diferentes orígenes y que forman parte de la biosfera. Conforme los grupos humanos se exten- dían hacia nuevas regiones, entraban en contacto no sólo con la fl ora y la fauna de esa zona, sino también con los mi- croorganismos presentes en vegetales, animales, tierra o agua; de igual modo, algunos animales infectados se conver- tían en fuente de contaminación para las personas cuando interactuaban con ellos. Los insectos que portaban algún pa- tógeno lo transmitían, ya sea que las personas los consumie- ran como alimento o se protegieran de ellos. Así, cuando un grupo contraía la infección por un parásito, lo adoptaba y transportaba a otros sitios o lo diseminaba a otros indivi- duos o animales. En otras palabras, la migración de los gru- pos humanos conducía a la transportación del microorga- nismo infeccioso hacia nuevas áreas en las que antes no se encontraba. Cuando los individuos padecían un problema de salud por la infección de un microorganismo, una preocupación evidente era la aparición de síntomas. En ese momento las personas trataban de conocer las causas de la enfermedad, el origen de sus síntomas y la manera de curarse. Las primeras observaciones de enfermedades parasitarias proceden con toda seguridad del mismo inicio de la historia, cuando alguien advirtió que la materia fecal contenía gusanos en forma de lombrices de tierra (Ascaris lumbricoides), o que eliminaba en sus heces organismos en forma de cinta de va- rios metros de longitud (tenias). Sin embargo, sólo hasta que el microscopio permitió reconocer los parásitos no observa- bles a simple vista fue posible identifi car las causas de los signos y síntomas de la afección, como diarrea mucosa y sanguinolenta, fi ebre o vómitos. Preguntas de evaluación inicial 1. ¿En qué épocas de la historia se descubrió la mayoría de los helmintos? 2 . ¿En qué periodos históricos empezaron los descubrimientos de las enfermedades secundarias a protozoarios? 3 . ¿Qué es la paleoparasitología? 4 . Mencione uno de los primeros protozoarios observados al microscopio. Introducción La historia permite conocer el pasado, comprender el presente y prever hasta cierto punto el futuro. En este capítulo se mues- tra la secuencia en que surgieron los conocimientos de la para- sitología actual; no se incluyen todos los sucesos relevantes, con fechas y nombres de los personajes que llevaron a cabo los descubrimientos de los parásitos ni los ciclos biológicos o las técnicas de diagnóstico, esa información puede encontrarse en tratados completos que los detallan. Aquí más bien se sin- tetiza, de manera global y con base en una perspectiva crítica y signifi cativa, cómo se desarrolló la parasitología y algunos ejemplos de sus experiencias más representativas. A medida que el ser humano fue desplazándose en di- ferentes direcciones, tuvo que adaptarse a las condiciones ambientales de una zona particular y alimentarse de sus fuentes naturales. Hoy se sabe que existe una amplia gama Historia de la parasitología Antecedentes históricos La aparición de la parasitología se relaciona con la historia misma de la humanidad, por tanto, se puede dividir como sigue: a) Edad Antigua (4000 a.C. a 476 d.C.), desde el des- cubrimiento de la escritura en el Oriente hasta la caída del Imperio romano; b) Edad Media (476 a 1453 d.C.), que con- cluye con la capitulación del Imperio bizantino al caer Constantinopla; c) Edad Moderna (1473 a 1789 d.C.), la cual va del Renacimiento hasta la Revolución francesa, y d) Edad Contemporánea, desde esa fecha hasta la actualidad. Los hallazgos parasitológicos en la Edad Antigua alu- den a la presencia de gusanos que pueden observarse a sim- ple vista y que están presentes o se eliminan con las heces. Se conocen varios registros al respecto. El papiro de Ebers es de los más antiguos (1500 a.C.) y ahí se hallan las primeras descripciones de parásitos que afectan a las personas, ade- más de detalles de enfermedades de posible origen parasita- rio (tal vez gusanos intestinales). Uno de éstos es sin duda el nematodo Dracunculus medinensis, del que se describe su naturaleza infecciosa y la manera de extraerlo de la piel. Los estudios de Hipócrates (460-375 a.C.) también contienen descripciones de gusanos presentes en peces, ani- males domésticos y seres humanos. De igual modo, Lucre- cio notifi có la palidez en los mineros, quizá consecutiva a infecciones por uncinarias. Los documentos de médicos la- tinos también son valiosos. Celso (25 a.C. a 50 d.C.) y Gale- no de Pérgamo (129-200 d.C.) comunicaron la existencia de helmintos, como Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicu- laris y Taenia. Al parecer, los médicos árabes Rhazes (850-923 d.C.) y Avicena (980-1073 d.C.) describieron a Ascaris lumbricoi- des, Enterobius, Taenia y Dracunculus medinensis. Una es- tatua del faraón Mentuhotep II en Egipto, hacia el 2000 a.C., sugiere que sufrió elefantiosis. La esquistosomiasis es otra parasitosis que se detalla desde esa época en el papiro de Ebers, en el que se encuentra la palabra “aaa”, que pudiera referirse a la “descarga del pene” relacionada con la presen- cia de sangre en la orina y cuyos remedios se basaban en el antimonio, o quizá a la esquistosomiasis hematobia. Aunque los primeros parásitos observados fueron hel- mintos, en virtud de su tamaño macroscópico, también se registraron enfermedades causadas por protozoarios, si bien no se logró reconocer al agente causal. Por ejemplo, un documento escrito en sánscrito alrededor del año 1000 a.C. se refi ere a la presencia de diarrea con moco y sangre en un individuo, posiblemente una infección amibiana. A este mismo padecimiento se alude en textos de Babilonia y Asi- ria, en los que se refi eren problemas de sangre en heces (an- tes del siglo vi a.C.). En sus trabajos, Hipócrates informa de abscesos hepáticos y perianales. Galeno y Celso describie- ron los abscesos hepáticos, tal vez consecutivos a amibas. A fi nes del siglo xi d.C., Avicena mencionó casos de disentería relacionada con absceso hepático. En cuanto a la leishma- niasis se han hallado descripciones de las lesiones en lápidas del siglo vii a.C. Asimismo, hay documentos de médicos orientales y árabes, como Avicena, que hacen referencia a lesiones ulcerosas, secundarias a infección por Leishmania. En relación con el paludismo se tiene noticia de las fi ebres periódicas en China (2700 a.C.), e Hipócrates la menciona en el siglo v a.C. Muchos de estos grandes hallazgos se conservan en la forma en que se registraron; por ejemplo, la fabricación del papiro en el antiguo Egipto a partir de la planta Cyperus papyrus. En otras culturas, como las de India, China y Ja- pón, la escritura fue esencial para consignar tales informa- ciones. Otro suceso importante fue el descubrimiento de productos naturales que permitían expresar de manera es- crita los pensamientos. Todo esto explica que los primeros registros parasitológicos procedan de esas civilizaciones; sin embargo, el papel, los colorantes y la escritura no fueron el factor determinante para que tuvieran lugar los estudios en parasitología; era necesario que las personas se pregunta- ran sobre el origen de las cosas. Sólo en ese sentido se ex- plica la aparición de fi lósofos y otros pensadores, como Hipócrates, Aristóteles, Sócrates y Platón, y luego Avicena, Rhazes, Galeno y otros más. Durante el imperio de Alejan- dro Magno, la cultura helénica extendió sus territorios al Oriente, hasta que en 146 a.C. la eclipsó la invasión romana. La Edad Antigua fi naliza con el colapso del Imperio roma- no; este periodo tuvo carácter militar y la historia de la pa- rasitología aún no registraba hechos decisivos. El conocimiento de las parasitosis en la Edad Media como problema de salud no tuvoun avance signifi cativo. Sólo en la Biblia hay referencias sobre la existencia de Dracunculus medinensis, que se describe como una “serpiente dragón” que eliminó a los judíos en el Mar Rojo después del éxodo de Egip- to (1250 a 1200 a.C). En los siglos x y xi, los trabajos de médicos árabes, basados en los textos romanos y griegos, ya se referían a este mismo helminto y denominaban al padecimiento “vena podrida” o “vena de Medina”. En esa época las personas trata- ban de apoyarse en ideas que espiritualmente tienen mucha fuerza: el poder lo ejercía la Iglesia y se corría el riesgo de que la explicación de la vida en razón de la Naturaleza condujera a la califi cación de hereje y a la hoguera, como lo ordenó la Santa Inquisición en el siglo xiii. Numerosos libros, quizá re- gistros de fenómenos naturales, irrumpieron en el conoci- miento científi co. Principales descubrimientos Entre los grandes descubrimientos del Renacimiento, Carl von Linné (Linneo) describió seis gusanos: Ascaris lumbri- coides, Ascaris vermicularis (Enterobius vermicularis), Gor- dius medinensis (Dracunculus medinensis), Fasciola hepati- ca, Taenia solium y Taenia lata (Diphyllobothrium latum). En el siglo xvii, el médico inglés Edward Tyzon detalló la anatomía de Ascaris lumbricoides, igual que el italiano Francesco Redi. En 1674, Georgius Velschius estudió a Dra- cunculus medinensis (cuadros 1-1 y 1-2). Capítulo 1 Historia de la parasitología2 Parásitos Fecha Hechos relevantes y otras denominaciones Trichinella spiralis 1828 1835 1844 1846 1853-1860 1860 1897 Finales de 1800 y principios de 1900 Se encontró como larva enquistada en músculos de cadáveres humanos en necropsias en Londres (Peacock); Hilton (1833) y Paget (1835) Richard Owen la describió por primera vez y le dio su denominación Von Siebold y Dujardin (1945) propusieron que en el humano se encontraba la fase larvaria del parásito Joseph Leidy (Filadelfi a) la encontró en carne de cerdo y la relacionó con su aparición en el humano Leuckart y Virchow (1856-1860) demostraron parte del ciclo biológico al infectar diversos animales y probar que en pocos días los quistes se convierten en adultos después de la infección Friedrich von Zenker demostró la presencia del parásito en relación con síntomas (practicó una necropsia en una mujer que al parecer había muerto de tifoidea, y en ambas fases intestinales halló larvas en los músculos; se hizo evidente una relación de la infección con la ingestión de salchicha) Brow refi rió la eosinofi lia en la triquinosis Virchow calculó 90% de infecciones en Alemania Trichuris trichiura 1771 1887 1916 1923 1934 1978 Linneo la describió Grassi notifi có su ciclo biológico Ranson estimó 6% de infecciones en EUA Fülleborn detalló su ciclo biológico Hasegawa también describió su ciclo biológico Los CDC informaron 11 brotes de origen común Strongyloides stercoralis 1876 1879 1900 1899-1914 1933 Normand lo identifi có en heces de soldados franceses que presentaban diarrea frecuente. En la necropsia de cinco de ellos se encontró en la pared del íleon, en conductos pancreáticos y biliares. (Bavay le dio el nombre de Angillula stercoralis y el de A. intestinalis al encontrarlo en los tejidos) Grassi y Perroncito (1880) y Leuckart (1882) demostraron que los desperdicios eran fases distintas del mismo parásito y reconocieron un ciclo parásito y otro de vida libre Askanazy demostró que las hembras depositan las larvas en la pared del intestino y no en la luz intestinal Loos, Durme, Ranson y Fülleborn demostraron el ciclo vital desde la entrada en el ser humano hasta su establecimiento en el intestino Faust descubrió todas las fases de desarrollo y diferenciación sexual de la generación parasitaria Strongyloides 1914 1928 (1932-1936) Fülleborn sugirió que las larvas rabditoides en la región perianal pueden convertirse en infectantes (autoinfección) Nishigoni y Faust señalaron que es posible la autoinfección interna desde el intestino Ancylostoma duodenale 1600 a.C. 1843 1878 1880 1886-1887 1896-1897 Papiro de Ebers; fue descrito por primera vez por el médico persa Avicena (980-1037 d.C.) Dubini lo describió con precisión Grassi y Parona notifi caron la forma de diagnosticar la infección a partir de las heces Perroncito señaló el desarrollo desde el primer estadio hasta la larva fi lariforme Leichtenstein demostró que las larvas fi lariformes se desarrollan en el intestino delgado hasta alcanzar el estado adulto Arthur Loos trabajó en el laboratorio de Salud Pública de Alejandría, Egipto; ahí se infectó de manera accidental por contacto de su piel. Explicó la ruta completa al experimentar con A. caninum en perros y describió las fases completas del parásito desde la infección cutánea Necator americanus Ancylostoma caninum 1902 Stiles lo describió como nueva especie Enterobius vermicularis 1758 Lo describió Linneo Ascaris lumbricoides 1758 1954 Lo describió Linneo Takata detalló la infección humana Onchocerca volvulus 1893 1915 1926 Leuckart la describió a partir de ejemplares colectados de un nativo de Ghana, África Robles la describió en Guatemala; también la relacionó con la ceguera Blalock demostró que lo transmite Simulium • Cuadro 1-1 Relación cronológica de los acontecimientos más relevantes de la parasitología Principales descubrimientos 3 A partir del Renacimiento, alrededor de los siglos xv y xvi, se observaron grandes adelantos en el estudio de las en- fermedades parasitarias. Un factor determinante que permi- tió difundir la información fue el invento de la imprenta en 1435 por Gutenberg. Tal vez el poder de la Iglesia que deten- taron los papas León X y Julio II infl uyó en la consolidación del Renacimiento y el surgimiento de pensadores como Vol- taire, quien promovió “la razón y el progreso”, y Michelet, el cual afi rmó que el Renacimiento era la comunión del hom- bre con el mundo y promovió la aparición de la Ilustración. También debe señalarse la época de la Enciclopedia que crearon los fi lósofos franceses Diderot y D’Alambert entre 1771 y 1772. Surgieron artistas como Leonardo, Rafael y Mi- guel Ángel, quienes realizaron estudios metódicos acerca del cuerpo humano y lo ilustraron como parte de la belleza de la naturaleza. Maquiavelo, en su obra El Príncipe, así como otros es- critores, plasmaron su metodología política para mantener el poder en las naciones monárquicas mediante la implan- tación del poder absoluto. Intelectuales como Montesquieu y Rousseau promovieron ideas que fomentaron la Revolu- ción francesa. En el ámbito microbiológico, Girolamo Fra- castoro propuso en 1546 la existencia de microorganismos invisibles como causa de enfermedades, y en el siglo xvi se registró la fi lariasis linfática. En 1681, Antonj van Leeuwenhoek descubrió al proto- zoario Giardia lamblia en heces diarreicas de sí mismo. Francesco Redi expuso su teoría de la generación espontá- nea, en la que sostiene que los organismos derivan de mate- rial inerte. Estos hallazgos fueron apoyados por el pensa- miento fi losófi co y humanista de Andreas Vesalio, a quien el descrédito del dogma escolástico lo llevó a la experimen- tación. En esa época se consideraba al ser humano más como un creador de ideas que como un manipulador de ma- terial, y que por ello es capaz de esculpir, pintar, escribir y experimentar. Entre 1765 y 1776, Lazzaro Spallanzani refu- tó la teoría de la generación espontánea y señaló que el aire puede transmitir microorganismos que luego se desarrollan en un medio propicio. Sin duda, el individuo tiende a cono- cerse a sí mismo y al mundo; observa y experimenta, y es capaz de debatir ideas, razón por la cual triunfó la Revolu- ción francesa. La Edad Contemporánea, que comenzó en 1789 con la toma de la Bastilla, en Francia, marcó el inicio de hallazgos muy importantes para la ciencia, en especial para la parasi- tología. Schwann y Schleiden desarrollaron su teoría celular entre 1838 y 1839. En 1798, A. J. Renoult,cirujano de la ar- mada francesa, describió los primeros casos de hematuria en la esquistosomiasis manifestada entre los soldados, y en ese mismo año Edward Jenner probó su vacuna contra la viruela. A fi nales del siglo xvii, Edward Tyson explicó la mor- fología de las tenias y su fi siología. Entre 1847 y 1850, Sem- melweis sugirió el uso de antisépticos para evitar que las madres que daban a luz padecieran fi ebre puerperal. En 1858, Virchow sostuvo que todas las células proceden de una misma célula. En 1861, Pasteur demostró que los orga- nismos no surgen por generación espontánea, y en 1859 Darwin publicó El origen de las especies. Entre 1881 y 1882, Pasteur descubrió el bacilo de la tuberculosis y preparó la vacuna contra el carbunco. En 1884 se publicaron los postu- lados de Koch, y en 1885 Pasteur preparó la vacuna contra la rabia. Además, en 1862, el médico francés Joseph Davaine demostró, con el uso de parásitos, que la transmisión de As- caris lumbricoides se debía a la ingestión de sus huevos; el italiano Giovanni Battista Gras se infectó a sí mismo con huevos de Ascaris lumbricoides, y después de varias sema- nas los halló en su excremento. Hacia 1922, el médico japo- Parásitos Fecha Hechos relevantes y otras denominaciones Schistosoma japonicum 1847 1890 1903 1904 1905 1909 1924 Fujii lo mencionó por primera vez Yamagiwa (1893), Kurimoto y Fujinami (1904) encontraron los huevos del parásito en pacientes como causa de la enfermedad Kasai identifi có los huevos en las heces de los pacientes Fujinami halló la hembra en la vena porta de pacientes Logon diagnosticó el primer caso en China Fujinami y Miyagawa (1912-1913) y Miyairi y Suzuki (1913-1914) demostraron el ciclo biológico Faust y Melany aportaron detalles de la biología y patogenia del parásito S. haematobium y S. mansoni 1851 1894-1914 1915-1918 Bilharz encontró los gusanos en venas mesentéricas de un nativo de El Cairo. Después se demostró que el nativo eliminaba los huevos en la orina Loos contribuyó con el ciclo biológico, pese a que otros, como Harley y Cobbuld, aseguraban que había moluscos que actuaban como huéspedes Leiper demostró las dos especies y diferenció los huevos morfológicamente; describió la infección cutánea y reconoció un molusco como huésped intermediario Fasciola hepatica 1879 1882 1957 Fue descrita por De Brie Su ciclo vital fue detallado por Levokort y Thomas (1883) Reinhord enumeró sus antecedentes históricos • Cuadro 1-2 Relación cronológica de los descubrimientos de platelmintos y trematodos Capítulo 1 Historia de la parasitología4 nés Shimesu Koino, quien también se incubó el parásito, describió su ciclo biológico. Hacia el año 1838, el médico italiano Angelo Dubini notifi có la presencia de uncinarias en seres humanos, y en 1854 Wilhelm Griesinger explicó esta enfermedad. Más adelante, en 1879, el veterinario italiano Edoardo Perroncito describió la infección en mineros. Arthur se infectó de ma- nera accidental a fi nales de 1800 y demostró que la transmi- sión ocurre a través de la piel. En 1821 se reconoció el papel de Trichinella spiralis en las infecciones en cerdos, y en 1835 James Piaget descubrió que el gusano infecta al humano, aunque el informe fue redactado por Richard Owen. En 1859, Rudolf Virchow detalló la fase adulta de este organis- mo y Zenker propuso que las personas se infectan al comer carne cruda de cerdo. En 1876, el médico francés Louis Alexis Normand dio a conocer la fase larvaria de Strongyloides stercoralis y la en- fermedad que produce; la fase adulta de este organismo fue descubierta por el profesor Arthur René Jean Baptiste Bavay. En 1883, Karl Georg Friedrich Rudolf Leuckart noti- fi có las generaciones alternantes de la fase parasitaria y de la vida libre del parásito. Durante 1901 y 1902, el médico belga Paul van Durme descubrió que la infección se desa- rrolla a través de la piel, y Loos se infectó a sí mismo para demostrar que la ruta de entrada es a través de la piel y que la presencia de las larvas ocurre a los 60 días de iniciada la infección. Más adelante, en la década de 1940-1949, se de- mostró que la diseminación del parásito es notablemente mayor en las personas inmunosuprimidas. En 1836, For- bes identifi có a Dracunculus medinensis en el agua y lo describió, y en 1870 se reconoció su ciclo biológico a partir de crustáceos. El ciclo completo de Dracunculus fue des- crito por el bacteriólogo Dyneshvar Atmarán Turkhud en 1913, quien inoculó a voluntarios humanos con Cyclops infectados. En 1877, Patrick Manson detalló el ciclo biológico de los nematodos que causan la fi lariasis, hecho que constituye uno de los mayores hallazgos en la historia de la parasitolo- gía. Sus investigaciones se basaron en los trabajos de Fed- chenko acerca de la dracunculosis, y abrieron la puerta a los ciclos del paludismo y el arbovirus. En 1863, Jean Nicolas Demarquay descubrió las fi larias en el hidrocele, y Otto Henry Wucherer en 1866 en la orina. Joseph Bancroft descri- bió en 1876 al adulto de estas fi larias que producen elefantio- sis. No obstante, Manson pensaba que el mosquito era depo- sitado en el agua, y que el ser humano adquiría las larvas al beberla. En 1900, el parasitólogo Th omas Bancroft localizó fi larias en las partes bucales del mosquito. A principios del siglo xx se describió la infección y la enfermedad por esquis- tosomiasis causadas por las tres especies. Respecto de los trematodos, su descubrimiento (ocurri- do entre 1874 y 1918) se relacionó con Paragonimus wester- mani, que Ringer reconoció en pulmones humanos en 1879; en 1880, Manson y Von Baelz encontraron los huevos de este parásito en el esputo, así como de Clonorchis sinensis y espe- cies de Opistorchis. Entre 1916 y 1922, científi cos japoneses describieron la participación y los ciclos de caracoles, en par- ticular Semisulcospira. En 1784, Johan August mencionó la relación con protozoarios y sus enfermedades, y a mediados del siglo xix, Küchenmeister reportó las diferencias entre T. solium y T. saginata. El médico ruso Friedrich Lösch descubrió el agente causal de la amibiasis mediante experimentos en perros. En Egipto, entre los años 1885 y 1896, el médico griego Stephanus Kartulis identifi có las amibas en úlceras de pacientes con disentería y reprodujo este padecimiento digestivo en gatos inoculándoles los parásitos por vía rectal. En 1859, Vilém Lambl describió morfológicamente a Giardia, y en 1902 el parasitólogo estadounidense Charles Wardell Stiles la relacionó con la diarrea. Entre 1914 y 1918 se descubrieron quistes de Giardia en las heces de soldados caídos en la Primera Guerra Mundial, los cuales fueron ca- paces de infectar animales de experimentación e inducir síntomas similares. En 1926, el médico Reginald Miller de- mostró que los niños infectados con Giardia padecen mal- absorción y otros son portadores. En 1721, el médico inglés John Atkins reconoció por vez primera la actual enferme- dad del sueño que producen los tripanosomas africanos, y en 1803, Th omas Winterbottom la denominó enfermedad del “letargo negro”. En 1881, Griffi th Evans observó tripa- nosomas en caballos y camellos y los refi rió como causan- tes de la afección. En 1894, el cirujano de la armada inglesa David Bruce, al investigar un brote de nagana, enfermedad semejante al “sura” en el ganado, encontró los tripanoso- mas en la sangre de las reses, así como de perros infectados. En 1891, Gustave Nepveu reconoció los parásitos en la san- gre humana, y Friedrich Kleine demostró en 1909 el papel transmisor de las moscas tsé-tsé en el ciclo biológico. Ronald Ross y David Th ompson describieron en 1911 las olas sucesivas de la parasitemia. La enfermedad de Cha- gas se remonta a 1907, cuando el médico brasileño Carlos Chagas describió al parásito, así como la transmisión y la enfermedad. En 1824 se notifi có la existencia del kala-azar en India, enfermedad parasitaria que hasta entonces era confundida conel paludismo. En 1900, el médico militar escocés William Leishman y el profesor de fi siología Char- les Donovan descubrieron este patógeno en el bazo de pa- cientes infectados. En 1921, los hermanos Edouard y Ettiene Sergent demostraron que los mosquitos del género Phlebo- tomus transmiten la leishmaniasis. No fue hasta 1941 que se demostró que el modo de transmisión es la picadura del mosquito. En 1911, Gaspar Vianna encontró en Sudamérica parásitos distintos de los hallados en África y Medio Orien- te, y les dio el nombre de Leishmania braziliensis. En 1922 se descubrió que el transmisor es Lutzomyia. Los parasitólogos franceses Charles Nicolle y Louis Hebert Manceaux descubrieron Toxoplasma gondii al bus- car un reservorio de Leishmania en el roedor gondi. Alfonso Splendore lo encontró en conejos en Brasil en 1909. El médi- co checo Josef Janku estableció en 1923 un nexo entre la in- Principales descubrimientos 5 fección y la presencia de este parásito. Fue hasta 1937 cuan- do Arne Wolf y David Cowen descubrieron Toxoplasma en un caso congénito. Su ciclo biológico fue descrito en 1970 por William McPhee, Hutchinson, Jack Frenkel, Harley Sheffi eld, Gerhard Piekarsky y J.P. Overdulve en un trabajo colectivo. En 1912 se dio a conocer Cryptosporidium parvum, cuando el parasitólogo estadounidense Edward Ernest Tyz- zer lo encontró en las glándulas gástricas de un ratón de laboratorio; el crédito del primer registro de infección hu- mana correspondió a Nime y Meisel en 1976. En 1979, el parasitólogo inglés Richard Ashford demostró la presencia de Cyclospora cayetanensis en pacientes de Papúa, Nueva Guinea, y en 1986 se aisló en heces de pacientes con SIDA (los cuadros 1-1 y 1-2 muestran una relación cronológica de los descubrimientos más importantes de la parasitología). Es importante señalar que la paleoparasitología ha de- mostrado la existencia de parásitos en momias, como hue- vos de A. lumbricoides (2227 a.C.) y de Ancylostoma (3350 a.C.) en coprolitos humanos, y gusanos de Dracunculus en momias egipcias. La biología molecular permite demostrar la presencia de ciertas especies en registros biológicos anti- guos. Bibliografía Cabe destacar que las ideas predecesoras de los prime- ros fi lósofos, y posteriormente las de los científi cos con espí- ritu de experimentación, condujeron a los descubrimientos de las enfermedades parasitarias. La época de los grandes hallazgos de la parasitología data de los años posteriores al Renacimiento, y sobre todo del periodo contemporáneo, porque en la actualidad se dispone de mejores herramientas y es posible establecer analogías, como en el caso de Man- son y los insectos transmisores de enfermedades. Los eventos históricos aquí presentados demuestran cómo se lograron los descubrimientos. En ocasiones se marcan las fechas y el hallazgo concluyente de un descubri- miento, pero pocas veces se sabe a cabalidad los sucesos de manera detallada y cuál fue el factor que hizo pensar a los investigadores que se encontraban ante un evento novedo- so. Transportarse a la época de los científi cos es apasionante desde su propia perspectiva, sin dejar de lado la emoción que sintieron al demostrarlo. La fi nalidad de este capítulo ha sido mostrar la evolu- ción del pensamiento que condujo al ser humano a descubrir los parásitos y las enfermedades que éstos provocan. En sín- tesis, primero se descubrieron los parásitos, luego sus infec- ciones y, por último, su ciclo biológico y la epidemiología. Ackernecht EH. History and geography of the most important di- seases. New York: Hufner, 1965. Bryon CP. Th e Papyrus Ebers (translated from the german). Lon- don: Goeff rey Blos, 1930. Chernin E. Milestones in the history of tropical medicine and hy- giene. Am J Trop Med Hyg 26:1053-1104. 1977. Cox FEG. History of human parasitology. Clin Micro Rev 15:595- 612. 2002. Cox FEG. History of human parasitology. En: Cox FEG, Krier JP, Wakelin D (eds). Topey and Wilson’s microbiology and microbial infections. 9th ed., vol. 5. Parasitology. 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Es el estudio de hallazgos parasitológicos en restos fósiles. 4 . Giardia lamblia. Respuestas a las preguntas de evaluación inicial Capítulo 1 Historia de la parasitología6 Anexo Evolución de la parasitología en algunas enfermedades altamente diseminadas Paludismo Una de las enfermedades que tienen trascendencia no sólo desde el punto de vista de la enfermedad, sino también his- tóricamente, es el paludismo. En este caso los protagonistas principales son dos grandes investigadores: Laveran y Ross. Charles Louis Alphonse Laveran (fi gura 1-1) nació en París, Francia, el 18 de junio de 1845; fue hijo de un cirujano militar, quien obtuvo su título de médico en 1867 en la Es- cuela del Servicio de Sanidad de Estrasburgo. Participó en la guerra franco-alemana de 1870 y asistió como cirujano mili- tar al sitio de Metz. Este dato le permitió adquirir el entre- namiento para participar con militares. Fue profesor en la Escuela del Val-de-Gráce en 1874 y por ello logró entender desde el punto de vista magisterial las causas de las enfer- medades, entre ellas las infecciosas. En 1878 fue enviado a Argelia con la comisión de investigar las causas del paludis- mo que por aquel entonces amenazaba a gran parte de la po- blación. A pesar de conocer las carencias que existían en aquel país, procedió a revisar clínicamente las muestras de los fl uidos y la sangre de los soldados. En noviembre de 1880, al revisar la sangre de uno de los soldados que había recaído por paludismo, observó cuerpos esferoidales en cuyo inte- rior había corpúsculos que se movían activamente; se trataba de glóbulos rojos infectados. Antes ya había observado cuer- pos en forma de media luna en el interior de los eritrocitos. Laveran describió el hallazgo de esta manera: “[...] en la peri- feria de ese cuerpo había una serie de fi lamentos fi nos y transparentes que se movían muy rápido y que, indiscutible- mente, tenían vida”. Laveran creyó que eran bacterias, pero hasta 1885 se descartó la presencia de éstas como causantes del paludismo. Tuvieron que transcurrir 10 años para saber que el paludismo podía ser transmitido por un mosquito. Ronald Ross (fi gura 1-2) nació en Almora, India, el 13 de mayo de 1857. Estudió medicina en Inglaterra, aunque siempre deseó ser literario. En 1879 se graduó de médico en la Escuela de Medicina del Hospital San Bartolomé de Londres. Prestó sus servicios médicos en su país en 1881 cuando ya Laveran había descrito al causante del paludismo; fue un escritor de vasta cultura. En 1892 empezó a estudiar las causas del paludis- mo, al visitar Inglaterra en 1894, conversó con un médico, quien le planteó su teoría de la transmisión del paludismo al ser humano mediante las picaduras de mosquitos. Comenzó a es- tudiar a estos insectos, revisándolos de modo exhaustivo. Los crió para demostrar que no estaban infectados por el parásito, y los alimentaba con sangre de los pacientes infectados. En 1897, tras dos añosde investigaciones, al revisar los estómagos de los insectos halló la primera evidencia: observó que en las hembras de los mosquitos del género Anopheles se encontraba el parásito, mismo que presentaba movimientos muy activos. En 1898 describió la presencia de estructuras a las que denomi- nó esporas, las cuales se alojaban en las glándulas salivales del mosquito; de la anterior suposición surgió la teoría de que la picadura del mosquito transmitía al parásito. Ese descubrimiento permitió que las autoridades sani- tarias empezaran a controlar la propagación de esa enfer- medad. En 1902 le fue otorgado a Ross el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, y en 1907 se hizo acreedor de nuevo al mismo reconocimiento. Laveran murió en París el 18 de mayo de 1922, a los 76 años de edad. Ross, por su parte, además del trabajo científi co, dedicó tiempo a escribir nove- las, poemas, dramas y piezas de teatro. Murió a la edad de 75 años en Londres, el 16 de septiembre de 1932. Cabe mencionar que durante la época en que fue des- crito el hallazgo del parásito, otros investigadores debatían su teoría; entre éstos destacaba el italiano Ettore Marchiafa- va, secundado por Celli, Golgi y Grassi, quienes suponían que la infección era causada por un micrococo. Si desea pro- fundizar más en este tema, consulte la nota histórica de Walter Ledermann D. Laveran, Marchiafava y el paludismo, Rev Chil Infect 25 (3): 216-221. 2008, así como el sitio bvs.sld. cu/revistas/his/vol_2_99/his15299.htm Teniasis-cisticercosis Desde los tiempos de Aristóteles se describía la presencia de cisticercos en el cerdo, así como descripciones de la presencia de tenias en fase adulta en heces humanas y de cisticercos en el encéfalo de personas infectadas. Sin embargo, llama la atención el hecho de saber que el agente causal de la cisticer- cosis y la teniasis es el mismo. Dos investigadores que logra- ron dar a conocer el ciclo biológico de estos organismos fue- ron Kuchenmeister y Leuckart. Figura 1-2 Ronald Ross.Figura 1-1 Charles Louis Alphon- se Laveran. Kuchenmeister solicitó en 1850 a las autoridades de una prisión en Alemania dar de comer a una mujer conde- nada a muerte 75 cisticercos en los tres días anteriores a su ejecución. En las primeras 48 horas posteriores a la muerte de la mujer practicó una necropsia y encontró en sus intes- tinos 10 tenias adultas. Repitió el experimento con otros presidiarios y obtuvo resultados similares. Leuckart, por su parte, empleó proglótidos de adultos de Taenia saginata, las que dio de comer a becerros; en sus órganos observó cisticercosis masiva en los órganos de los becerros. Los huevos contenidos en los proglótidos se ha- bían convertido en cisticercos. Lo anterior demuestra que el descubrimiento de parásitos requiere que el investigador piense en sus fuentes de transmisión (www-lab.biomedicas. unam.mx/cistimex/s10-5gene.html). Toxoplasmosis Otra historia fascinante en la historia de esta disciplina es la de un parásito intracelular que hasta hoy en día es moti- vo de especulaciones y dudas: Toxoplasma gondii. Los pri- meros en reportar su presencia fueron el francés Charles Jules Henry Nicolle (fi gura 1-3) y L. Manceaux en 1909. Nicolle, quien por ese entonces era director del actual Instituto Pasteur, y L. Manceux observaron en tejidos de sangre, bazo e hígado de gondis (rodeores del sureste de Tú- nez), tejidos invadidos por organismos que tenían la forma de leishmanias, por lo cual lo denominaron Leishmania gondii. En Brasil, Splendore observó de manera indepen- diente esos microorganismos en tejidos de un conejo muer- to con parálisis; Manceux y Nicolle lo reportaron también como el mismo toxoplasma y así demostraron la presencia de lo que ahora se identifi ca como Toxoplasma gondii. En 1908, Mine reportó en Japón una tercera observación reali- zada en topos. Cabe destacar que la primera observación fue realizada en 1900 por Laveran en cortes histológicos de bazo y médula ósea de gorriones de Java, los cuales se infec- taron con el parásito Haemamoeba; sin embargo, aunque así lo reportó, es más probable que se tratara de toxoplasma. Esta demostración cobra mayor relevancia por dos as- pectos: se trata de un parásito causante de toxoplasmosis humana y su ciclo biológico. Entre 1908 y 1937 se demostró su transmisión experimental empleando homogenados de cerebro de animal infectado por vía intraperitoneal, intra- craneal y subcutánea, con un incremento en la virulencia del parásito. Es probable que los investigadores hayan nota- do que los cadáveres de los ratones eran devorados por sus semejantes dentro de la jaula de experimentación, lo que in- crementó la virulencia y les hizo sospechar de la vía oral al consumir carne cruda. Entre los animales estudiados para investigar la transmisión se cuentan monos, ratas, cuyos, ratones y gondis, los cuales mostraron mayor susceptibili- dad (es interesante notar que, dado que los gondis son her- bívoros, la transmisión no ocurría sólo por el consumo de carne). Se obtuvo un dato de gran importancia al observar que algunos ejemplares de gondis estaban más infectados en invierno que en verano, por lo que se supuso que la tem- peratura climática hacía al huésped más susceptible o que existía transmisión por artrópodos, esto último debido a que en la sangre de los gondis se observaron parásitos. Fi- nalmente se demostró que no había tal transmisión. To- mando en cuenta que la transmisión podría ser a través de la ingestión de carne cruda y considerando a los roedores como huéspedes, se dedujo que los gatos y perros podrían ser infectados. En 1970, después de cinco años de intensas investiga- ciones, Frenkel y colaboradores dedujeron el ciclo biológico completo de Toxoplasma gondii. Algunos gatos fueron ali- mentados con ratones infectados, y en sus heces se detecta- ron los ooquistes del parásito 1 a 5 días después de la infec- ción. De lo anterior se deduce que los esfuerzos para descubrir el ciclo biológico de este parásito son recientes y, sin embargo, aún hay enigmas. Enfermedad de Chagas El descubrimiento de esta enfermedad constituye uno de los descubrimientos más relevantes en el campo de la parasito- logía. En 1909, dos médicos se dieron a la tarea de investigar esta enfermedad: Oswaldo Goncalves Cruz y Carlos Justi- niano Das Chagas, a quien debe su nombre este padeci- miento. En su publicación Nova tripanozomiaze humana. Estudos sobre a morfolojia e o ciclo evolutivo do Schizotrypa- num cruzi n. gen., n. sp., ajente etiolojico de nova entidade mórbida do homen pelo, el Dr. Carlos Chagas afi rmaba: […] En 1907 fuimos invitados por el director Dr. Oswaldo Goncalves Cruz a llevar a cabo una campaña antipalúdica en los servicios de construcción de la vía férrea del Ferro- carril Central del Brasil, en la región norte del Estado de Minas Gerais […] Al llegar a la zona de estudio, los habitantes les indica- ron la presencia de insectos hematófagos que les picaban, llamados barbeiros. Pernoctaron y, al advertir su presencia, Figura 1-3 Charles Jules Henry Nicolle. Capítulo 1 Historia de la parasitología8 capturaron algunos ejemplares, al examinarlos observaron la presencia de parásitos: […] Al examinar el contenido del intestino posterior de especímenes de Conorrinos, atrapados en Minas Gerais al interior de viviendas de la gente, comprobamos la pre- sencia de múltiples fl agelados con caracteres morfológi- cos de Crithidias […] Los ejemplares fueron enviados al doctor Oswaldo Cruz, quien empleó el contenido para infectar macacos; en- tre 20 y 30 días después, el animal presentó fl agelados con morfología similar en su sangre. Reprodujeron la infección en otros animales y Carlos Chagas comenzó a examinar clí- nicamente a la gente de la zona estudiada. En dos niños en- contró fl agelados y con su sangre inoculó a ratones, en los que pudo observar al parásito en sangre. De esta manera demostró el ciclo biológico y el transmisor. Aunqueen un principio se consideró que se transmitía mediante la pica- dura de mosquitos, años después se demostró que el insecto lo transmitía a través de las heces. Evolución de la parasitología en algunas enfermedades altamente diseminadas 9 Capítulo 1. Historia de la parasitología
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