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697© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 74 Micosis e infecciones seudomicóticas de etiología atípica o desconocida Jim es un ex fumador de 50 años de edad que acudió a su médico de cabecera para someterse a una revisión anual. Durante la revisión se realizó una radiografía de tórax que puso de manifiesto la presencia de un nódulo en el lóbulo superior izquierdo. Debido a su edad y a los antecedentes de tabaquismo, a Jim se le realizó una toracotomía y se le extirpó el nódulo. El estudio anatomopatológico reveló la presencia de fibrosis y varias estructuras esféricas de gran tamaño, sin apreciar ningún indicio de cáncer. 1. ¿Cuál es el diagnóstico diferencial de un nódulo pulmonar solitario? 2. Describa cómo pueden diferenciarse la esférulas de Rhinosporidium seeberi de las de Coccidioides immitis y del género Emmonsia. 3. Describa el proceso patogénico de la adiaspiromicosis. 4. ¿Cuál de los microorganismos enumerados a continuación se puede identificar mediante los paneles de identificación de levaduras comercializados actualmente? a. Lacazia loboi b. Pythium insidiosum c. Rhinosporidium seeberi d. Prototheca wickerhamii Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es Hasta ahora hemos descrito los procesos micóticos produ-cidos por hongos relativamente bien caracterizados que pueden actuar como colonizadores, patógenos oportunistas o patógenos verdaderos. Aunque la clasificación taxonómica de muchos de estos microorganismos se ha reorganizado ligeramente con el paso del tiempo, todos ellos comparten las características del reino Fungi (v. cap. 65). Una notable excepción a la afirmación anterior es Pneumocystis jirovecii (antes Pneumocystis carinii), un microorganismo considera- do anteriormente un protozoo y clasificado en la actualidad como un hongo de la clase Pneumocystidiocomycetes, de acuerdo con sus características moleculares (v. caps. 65 y 73). La imposibilidad de cultivar P. jirovecii en medios artificiales ha complicado su caracterización y asignación a una categoría taxonómica correcta. Este capítulo describe varias infecciones consideradas tradicionalmente procesos «seudomicóticos» por su presentación clínica e histopatológica, aunque, de forma semejante a P. jirovecii, su clasificación ha entrañado ciertas dificultades debido a su incapacidad de proliferar en medios comerciales. Los indicios moleculares más recientes han indicado que un microorganismo considerado previamente un hongo (Rhinosporidium seeberi) constituye, en realidad, un parásito protista. También se incluyen dos infecciones por al- gas y una infección atípica debida al oomiceto Pythium insidio sum. Estas infecciones atípicas e infrecuentes se diagnostican mediante la detección de las estructuras características en el examen histopatológico. La tabla 74-1 recoge las infecciones, los agentes etiológicos y la morfología tisular típica. AdiAsPiromicosis En el ser humano, la adiaspiromicosis es una infrecuente infección pulmonar de resolución espontánea producida por la inhalación de conidios asexuados de los saprofitos edáficos Emmonsia crescens y E. parva. Se denomina también ha- plomicosis y adiaspirosis. Morfología Los hongos E. crescens y E. parva crecen en forma de moho en el cultivo a temperatura ambiente y en la naturaleza. Las hifas están tabicadas y ramificadas. Los aleurioconidios de pequeño tamaño (2 a 4 mm) se hallan en conidióforos que se originan en ángulos rectos de las hifas vegetativas. Cuan- do se incuban a 40 °C o se introducen en los pulmones, los conidios se transforman en adiaconidios, que aumentan de tamaño cientos de veces sin mostrar indicios de replicación (como gemación o formación de endosporas). Cuando ha finalizado el proceso de maduración, los adiaconidios son esférulas de pared gruesa y un diáme- tro comprendido entre 200 y 400 mm (o más) (fig. 74-1; v. tabla 74-1). Las paredes de la esférula son refringentes, su espesor es de 20 a 70 mm, y se componen de dos capas en la tinción con hematoxilina y eosina (H-E): una delgada capa externa eosinófila que contiene fenestraciones periódicas y una ancha capa interna hialina formada principalmente por quitina (v. fig. 74-1). Las paredes de los conidios se tiñen con metenamina argéntica de Gomori (GMS), ácido peryódico de Schiff (PAS) y tinción de Gridley, pero no con mucicarmín (tabla 74-2). En el tejido pulmonar humano, los adiaconidios suelen aparecer vacíos, aunque muchas contienen pequeños glóbulos eosinófilos dispuestos a lo largo de la superficie in- terna de sus paredes (v. fig. 74-1). Epidemiología Aunque la adiaspiromicosis constituye una entidad infrecuen- te en el ser humano, la infección es prevalente en roedores en todo el mundo. De igual modo, el hongo es un microorganis- mo de vida libre en la naturaleza, en especial en las zonas 698 MICROBIOLOGÍA MÉDICA de clima templado. Se ha referido la enfermedad humana en Francia, Checoslovaquia, Rusia, Honduras, Guatemala, Venezuela y Brasil. Los roedores pueden actuar como reser- vorio de la infección. Es probable que la infección se produzca tras la inhalación de conidios micóticos transportados por el aire procedentes de suelo contaminado. Síndromes clínicos Al igual que sucede en el caso de muchas otras micosis, casi todos los casos documentados de adiaspiromicosis han sido asintomáticos. La presencia de nódulos pulmonares se puede detectar en las pruebas radiológicas, de forma casual durante la autopsia o bien en muestras quirúrgicas de pulmón extir- padas por otros motivos. Se han reconocido tres variantes de adiaspiromicosis humana: granuloma solitario, enfermedad granulomatosa localizada y enfermedad granulomatosa diseminada difusa. Los pacientes afectados por la forma granulomatosa dise- minada de la adiaspiromicosis pulmonar pueden presentar fiebre, tos y disnea progresiva debido a la compresión y des- plazamiento de las vías respiratorias distales y el parénquima alveolar por los granulomas en proceso de expansión. El hongo no se replica en el pulmón, y no se ha descrito su diseminación a localizaciones extrapulmonares. La gravedad de la enfermedad parece depender del número de esporas inhaladas. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la adiaspiromicosis se basa en el examen histopatológico del pulmón afectado y la identificación de los adiaconidios característicos. Cada adiaconidio se rodea de una respuesta granulomatosa epitelioide y de células gigantes que se engloba en una densa cápsula de tejido fibroso (v. fig. 74-1). Todos los granulomas se encuentran en un estadio semejante de desarrollo, lo que refleja una exposición puntual sin replicación ulterior en el pulmón. Las esférulas representadas por los adiaconidios no deben confundirse con las características de C. immitis ni R. see beri, dos microorganismos que producen grandes esférulas en los tejidos (v. tabla 74-2). A diferencia de C. immitis, los adiaconidios de Emmonsia crescens son notablemente mayores, poseen una pared más gruesa y no contienen endosporas. Los esporangios de R. seeberi se distinguen por la zonación de las esporangiosporas y la presencia de glóbulos eosinófilos inconfundibles en el interior de las es- porangiosporas maduras (v. tabla 74-2). Ningún otro hongo con relevancia médica posee paredes tan gruesas como las de los adiaconidios del género Emmonsia. El cultivo del tejido infectado no es útil para el diagnóstico, ya que los adiaconidios no representan una forma replicativa del hongo. Tratamiento La adiaspiromicosis pulmonar humana es una infección de resolución espontánea. No es necesaria la administra- ción de ningún tratamiento antifúngico específico. Figura 74-1 Adiaspiromicosis pulmonar. La tinción de hematoxilina y eosina (H-E) define dos capas en la pared del adiaconidio. Cada una de ellas ha provocado una respuesta fibrogranulomatosa (H-E, ×40). (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, vol. 2, Stamford, Conn, 1997, Appleton &Lange.) Tabla 74-1 Características morfológicas de las micosis e infecciones seudomicóticas de etiología atípica o desconocida Enfermedad Agente(s) etiológico(s) Morfología típica en tejido Reacción habitual del hospedador Adiaspiromicosis Género Emmonsia Grandes adiaconidios, diámetro de 200 a 400 mm con paredes gruesas (20-70 mm); véase la figura 74-1 Granulomas fibrosos y no caseificados Clorelosis Género Chlorella (algas verdes clorofílicas) Microorganismos unicelulares endosporuladores redondos, con diámetro de 4 a 15 mm, que contienen numerosos gránulos citoplásmicos (cloroplastos); lesiones de coloración verdosa; véase la figura 74-2 Piogranulomatosa Lacaciosis (lobomicosis) Lacazia loboi (Loboa loboi) Levaduras de gemación esféricas, con diámetro de 5 a 12 mm, que forman cadenas de células conectadas por estructuras tubuliformes; puede existir una gemación secundaria; véase la figura 74-3 Granulomatosa Prototecosis Prototheca wickerhamii, Prototheca zopfii (algas verdes aclorofílicas) Esférulas esféricas, ovaladas o poliédricas, con diámetro de 2 a 25 mm, que contienen entre 2 y 20 endosporas al finalizar su maduración; véase la figura 74-5 Variable; desde ausencia de reacción a reacción granulomatosa Pitiosis insidiosa Pythium insidiosum (no es un hongo verdadero; pertenece al reino protista Stramenopila) Hifas y cortos fragmentos de hifas que son hialinas, de pared delgada, con reducido número de tabiques, con ramificaciones irregulares, una anchura de 5 a 7 mm y contornos no paralelos; angioinvasivas; véase la figura 74-6 Granulomatosa, necrosante, supurativa, arteritis Rinosporidiosis Rhinosporidium seeberi (parásito protista acuático del clado Mesomycetozoa) Esporangios de gran tamaño, con diámetro de 100 a 350 mm y paredes delgadas (3-5 mm) que envuelven a numerosas endosporas (diámetro de 6 a 8 mm) con una distribución zonal; véanse las figuras 74-7 y 74-8 Inflamatoria crónica inespecífica o granulomatosa Datos de Chandler FW, Watts JC: Pathologic diagnosis of fungal infections, Chicago, 1987, American Society for Clinical Pathology Press; y Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, vol. 2, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange. MICOSIS E INFECCIONES SEUDOMICótICAS DE EtIOLOGÍA AtÍPICA O DESCONOCIDA 699 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. clorelosis La clorelosis es una infección de humanos y animales produci- da por un alga verde unicelular perteneciente al género Chlo rella. A diferencia del género Prototheca, los microorganismos del género Chlorella contienen cloroplastos que confieren una coloración verdosa característica a las lesiones de la clorelosis. La mayoría de las infecciones por este microorganismo se producen en ganado ovino y ganado bovino. Hasta la fecha tan sólo se ha descrito una infección en el ser humano. Morfología Los microorganismos pertenecientes al género Chlorella son microorganismos unicelulares ovoides, esféricos o poligonales de diámetro comprendido entre 4 y 5 mm. Se reproducen mediante endosporulación. Contienen numerosos cloroplas- tos verdes que se visualizan como gránulos citoplásmicos. Los cloroplastos presentan gránulos de almidón que se tiñen intensamente con las tinciones GMS, PAS y de Gridley. Las paredes celulares pueden presentar un contorno doble (fig. 74-2; v. tabla 74-1). Las algas del género Chlorella se reproducen asexualmente mediante la septación interna y división del citoplasma, y producen hasta 20 células hijas (esporangiosporas) en el interior del esporangio (célula pro- genitora). Al madurar, la pared externa del esporangio se rompe y libera las esporangiosporas, cada una de las cuales generará sus propias células hijas. Epidemiología El único caso de clorelosis descrito en el ser humano tuvo lugar en Nebraska (EE.UU.) como consecuencia de la expo- sición de una herida quirúrgica a agua fluvial. Las infeccio- nes en animales domésticos (como ganado ovino y ganado bovino) y animales salvajes (como el castor) abarcan desde la afectación de ganglios linfáticos y órganos profundos hasta lesiones subcutáneas y cutáneas, supuestamente debido a la exposición a agua portadora del patógeno. Síndromes clínicos Como se ha indicado previamente, el único caso de clore- losis descrito en el ser humano se produjo a partir de una herida quirúrgica en proceso de cicatrización y contaminada con agua fluvial. En una fase posterior la herida drenó un exudado amarillo-verdoso. La infección se curó mediante desbridamiento quirúrgico repetido a lo largo de un período de 10 meses. En los animales las lesiones recientes en el hígado, los ganglios linfáticos y el tejido subcutáneo presentan una coloración verdosa en el examen macroscópico, y los frotis revelan la presencia de microorganismos que contienen gránulos refringentes de color verde (cloroplastos). Diagnóstico de laboratorio Las infecciones causadas por el género Chlorella se pueden diagnosticar mediante el cultivo y el examen histopatológico del tejido infectado. El microorganismo crece bien en casi todos los medios sólidos y produce colonias de color verde brillante. Las preparaciones en fresco del exudado de la herida o las preparaciones de impronta del tejido infectado ponen de manifiesto la presencia de células endosporuladoras ovoides con gránulos citoplásmicos verdosos característicos que representan cloroplastos. Las células se tiñen adecuada- mente con las tinciones GMS y PAS, pero no con H-E. Los cloroplastos intracelulares permiten distinguir este género del género Prototheca histopatológicamente. Tabla 74-2 Comparación de las características morfológicas de hongos y microorganismos semejantes a los hongos que aparecen como esférulas de gran tamaño en los tejidos Microorganismos Característica Coccidioides immitis Rhinosporidium seeberi* Género Emmonsia† Diámetro externo de la esférula (mm) 20-200 10-350 200-400 Espesor de la pared de la esférula (mm) 1-2 3-5 20-70 Diámetro de las endosporas (mm) 2-5 6-10‡ Ninguna Pigmentación Ninguna Ninguna Ninguna Hifas o artroconidios Infrecuentes Ninguno Ninguno Reacción del hospedador Granulomas necróticos Pólipos mucosos con inflamación aguda y crónica Granulomas fibróticos Crecimiento en cultivos + − ±§ Reacciones en tinciones especiales Metenamina argéntica de Gomori + + + Ácido peryódico de Schiff + + + Mucicarmín − + − *No es un hongo. Clasificado recientemente como parásito protista acuático del clado Mesomycetozoa. †Adiaconidios. ‡Endosporas dispuestas en distribución zonal característica del patógeno. Las endosporas maduras contienen glóbulos eosinófilos inconfundibles. §Crece en forma de moho en el medio de agar. No puede recuperarse de los tejidos. Figura 74-2 Imagen de Chlorella en la que se pueden observar los cloro- plastos intracelulares y la pared celular de doble contorno (metenamina argéntica de Gomori, ×400). (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, vol. 2, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange.) Modificada de Chandler FW, Watts JC: Pathologic diagnosis of fungal infections, Chicago, 1987, American Society for Clinical Pathology Press. 700 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Tratamiento El tratamiento del único caso conocido de clorelosis en el ser humano consistió en el desbridamiento quirúrgico re- petido, la irrigación con solución de Dakin y vendaje con gasa y retirada para drenaje y granulación. El tratamiento con anfotericina B combinado con la administración de tetraciclina ha demostrado su eficacia como tratamiento de la prototecosis y también podría resultar de utilidad en la clorelosis. lAcAciosis (LOBOMICOSIS) (caso clínico 74-1) La lacaciosis (lobomicosis) es una micosis crónica de la piel producida por Lacazia loboi (antes Loboa loboi). L. loboi se clasifica actualmente como un hongo ascomiceto del orden Onygenales y de la familia Ajellomycetaceae. La enfermedad se da principalmente en los climas tropicalesde Sudamérica y Centroamérica. Las infecciones natura- les se producen únicamente en el ser humano y en delfines, aunque se han reproducido en modelos experimentales con hámsteres y armadillos. El microorganismo no se ha cultivado in vitro. Morfología L. loboi presenta una morfología esférica a ovalada y levaduri- forme. Los hongos poseen un diámetro comprendido entre 6 y 12 mm y una gruesa pared celular doble refringente. L. loboi se reproduce mediante gemación secuencial y generalmente forma cadenas de células conectadas por unos estrechos puentes tubuliformes (fig. 74-3). Algunas células pueden poseer una o dos yemas secundarias y confundirse con la forma de «rueda de timón» de Paracoccidioides brasiliensis. L. loboi suele ser un microorganismo intracelular, aunque se han descrito formas extracelulares. Epidemiología La enfermedad en el ser humano es endémica en las regiones tropicales de Sudamérica y Centroamérica y se ha referido en las zonas central y occidental de Brasil, así como en Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guayana, Guayana Francesa, México, Panamá, Perú, Surinam y Venezuela. Se han descrito casos aislados en Holanda, y se ha comunicado un único caso en EE.UU. en un sujeto que había visitado Venezuela. Se cree que L. loboi constituye un saprofito edáfico o de la vegetación, y la lobomicosis predomina en las regiones tropicales con abundante vegetación, como la selva tropical húmeda del Amazonas. Se considera que la infección se con- trae a través de un traumatismo cutáneo. No se ha identifi- cado ningún reservorio en plantas. Es probable que también exista un hábitat acuático, ya que la lacaciosis afecta a delfines marinos y delfines de agua dulce. Se ha descrito la infección en delfines en Florida, la costa del estado de Texas, la costa hispanofrancesa, la costa del sur de Brasil y el estuario del río Surinam. Se ha comunicado un caso de transmisión de un delfín a un ser humano, aunque no se dispone de indicios relativos a la transmisión entre seres humanos. La lacaciosis se produce fundamentalmente en varones o mujeres dedicados a actividades agrícolas o de desforestación. Los agricultores, mineros, cazadores y trabajadores del caucho presentan una incidencia más alta de la enfermedad. No se aprecia ninguna predilección racial y la lobomicosis afecta a todos los grupos de edad, con una edad máxima de inicio comprendida entre los 20 y los 40 años. Síndromes clínicos La lacaciosis se caracteriza por la presencia de nódulos cutáneos de crecimiento lento y diversos tamaños y mor- fologías (fig. 74-4). Las lesiones cutáneas son polimórficas y engloban desde máculas, pápulas, nódulos queloides y placas a lesiones verrugosas y ulceradas, todas las cuales pueden estar presentes en un solo paciente (v. fig. 74-4). La lesión nodular tipo queloidea es la más frecuente. La enfermedad se caracteriza por un prolongado período de latencia de meses a años. El incremento del número y el tamaño de las lesiones también supone un proceso lento que evoluciona a lo largo de un período de 40 a 50 años. Las lesiones tienden a aparecer en áreas cutáneas que han sufrido un traumatismo, como la cara, las orejas, los brazos, CASO CLÍNICO 74-1 Lacaciosis Elsayed y cols. (Emerg Infect Dis 10:715-718, 2004) describieron un caso de lacaciosis (lobomicosis) en una geóloga canadiense. La paciente acudió al dermatólogo por una lesión de crecimiento lento, roja oscura, indolora y con aspecto de placa de 1,5 cm de diámetro y rodeada de una cicatriz queloidea en la parte posterior del brazo derecho. Estaba localizada en la cicatriz generada por el intento de resección de una lesión parecida que sufrió 2 años antes. La paciente se notó la lesión original durante una vista al sureste asiático en 1996, pero no consultó al médico hasta su regreso a Canadá 1 año después. En aquel momento se diagnosticó una coccidioidomicosis por el antecedente de estancia en una región endémica y por la presencia de microorganismos ovales levaduriformes en los cortes histológicos. Sin embargo, nunca se cultivó Coccidioides immitis en la lesión, y los estudios serológicos de esta infección fueron negativos. La paciente estuvo bien hasta que le apareció otra lesión en la cicatriz y fue aumentando de tamaño de forma progresiva. La paciente había viajado mucho y refería estancias prolongadas en México, Costa Rica, América del Sur, Indonesia y Filipinas. Durante sus viajes solía vivir en campamentos rurales y se había expuesto mucho a aguas no tratadas, tierra y cuevas subterráneas. Los antecedentes médicos incluían episodios de disentería amebiana, dengue y helmintiasis intestinal, pero ningún otro dato de interés. Las muestras biopsiadas de la nueva lesión se remitieron para estudio histológico y microbiológico. Los cortes teñidos con hematoxilina y eosina mostraron una dermatitis granulomatosa superficial y profunda, difusa, con células gigantes multinucleadas. Se reconocieron células micóticas intracelulares y extracelulares no teñidas con paredes gruesas refringentes. Las células micóticas se tiñeron de forma intensa con ácido peryódico de Schiff y metenamina argéntica de Gomori; las células tenían forma esférica o de limón y medían unos 10 mm de diámetro, de manera uniforme. Se disponían como células aisladas o en cadenas cortas ramificadas unidas por puentes estrechos a modo de tubos. Estos microorganismos no se pudieron cultivar. La morfología del hongo fue compatible con Lacazia (Loboa) loboi. La lesión se extirpó por completo sin recurrencias posteriores. Esta enfermedad se debe sospechar en pacientes con lesiones queloideas cutáneas solitarias o múltiples, sobre todo cuando hayan viajado a regiones remotas de Latinoamérica. MICOSIS E INFECCIONES SEUDOMICótICAS DE EtIOLOGÍA AtÍPICA O DESCONOCIDA 701 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. las piernas y los pies. El cuadro no afecta a las membranas mucosas ni a los órganos internos. La autoinoculación puede provocar la diseminación cutánea local. A parte del prurito ocasional y la hiperestesia o anestesia de la región afectada, los pacientes están asintomáticos. La enfermedad carece de manifestaciones sistémicas. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico se basa en la demostración de la presencia de las características células levaduriformes en el exudado de la lesión o en cortes tisulares. La biopsia pone de manifiesto un infiltrado granulomatoso disperso junto con un gran número de formas fúngicas en la dermis y el tejido subcutáneo. El granuloma se compone principalmente de células gigantes, macrófagos y células epitelioides. Los dos primeros tipos celulares contienen hongos fagocitados. L. loboi se tiñe intensamente con GMS y PAS. La tinción de H-E revela la pared celular hialina de doble contorno y uno o más núcleos hematoxilinófilos. A pesar de que macroscópicamente las lesiones típicas de la lacaciosis presentan una semejanza con los queloides, estos últimos presentan una notable fibrosis a nivel micros- cópico, lo que no sucede en el caso de la lacaciosis. De igual modo, los queloides carecen de granulomas y elementos fúngicos. La morfología y el patrón de gemación de L. loboi son inconfundibles y no deben confundirse con los de P. bra siliensis (gemación múltiple, tamaño variable), Blastomyces dermatitidis e Histoplasma capsulatum var. duboisii (p. ej., ausencia de cadenas de células) o Sporothrix schenckii e H. capsulatum var. capsulatum (ambos microorganismos pre- sentan un tamaño menor, de 2 a 8 mm frente a 5 a 12 mm). Estos últimos hongos son también capaces de crecer in vitro, mientras que nunca se ha logrado cultivar L. loboi. Tratamiento El tratamiento óptimo consiste en la escisión quirúrgica de las lesiones localizadas. Por lo general, la enfermedad más diseminada recurre cuando se trata por vía quirúrgica, y no responde al tratamiento antifúngico. En estos casos se hautilizado clofazimina, aunque el tratamiento farmacológico de la lacaciosis no es aún satisfactorio. Prototecosis La prototecosis es una infección que afecta al ser humano y los animales causada por algas aclorofílicas pertenecientes al género Prototheca. Estos microorganismos pertenecen a la misma familia que las algas verdes del género Chlore lla. Se sabe que dos especies, P. wickerhamii y P. zopfii, producen infecciones. Se han descrito tres formas de pro- totecosis en el ser humano: cutánea, bursitis olecraniana y diseminada. Morfología Las prototecas son microorganismos unicelulares de forma ovalada o esférica que se reproducen asexualmente me- diante septación interna y división irregular en el interior de un esporangio hialino. Cada esporangio contiene entre 2 y 20 esporangiosporas dispuestas en una configuración de «mórula» (fig. 74-5). La rotura del esporangio libera las es- porangiosporas, que darán lugar a formas endosporuladoras maduras. Las células miden entre 3 y 30 mm de diámetro y se diferencian de las de Chlorella por la ausencia de cloro- plastos. Las prototecas difieren de los hongos por la ausencia de glucosamina en sus paredes celulares. Las dos especies de Prototheca implicadas en la enfermedad en el ser humano presentan un tamaño distinto: P. wickerhamii mide entre 3 y 15 mm de diámetro, mientras que P. zopfii mide entre 7 y 30 mm de diámetro. Ambas especies se tiñen fácilmente con las tinciones PAS, GMS y de Gridley (v. fig. 74-5) y son grampositivas. Epidemiología El género Prototheca está formado por saprofitos ambientales ubicuos que se han aislado a partir de hierba, suelo, agua y animales domésticos y salvajes. Se ha descrito la protote- cosis humana en todos los continentes con excepción de la Antártida. Síndromes clínicos Al menos la mitad de los casos de prototecosis corresponden a infecciones cutáneas sencillas. En su mayoría, estas infec- ciones se dan en pacientes inmunodeprimidos debido a un tratamiento inmunosupresor, síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), desnutrición, nefropatía o hepatopatía, cáncer o trastornos autoinmunes. Las lesiones suelen aparecer en áreas expuestas a una implantación traumática y cursan de forma indolente con nódulos, pápulas o una erupción eczematoide. Figura 74-3 Lacazia loboi. El hongo forma una única cadena; las células que la componen se unen entre sí por puentes tubuliformes (Gridley, ×400). (De Chandler FW, Watts JC: Pathologic diagnosis of fungal infections, Chicago, 1987, American Society for Clinical Pathology Press.) Figura 74-4 Múltiples lesiones similares a queloides de la lacaciosis. (De Chandler FW, Watts JC: Pathologic diagnosis of fungal infections, Chicago, 1987, American Society for Clinical Pathology Press.) 702 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Los individuos que desarrollan bursitis olecraniana no suelen estar inmunodeprimidos, aunque suelen referir algún tipo de traumatismo penetrante o no penetrante en el codo afectado. Habitualmente, los signos y los síntomas de bursitis olecraniana aparecen varias semanas después del traumatismo y consisten en una leve induración de la bolsa acompañada de dolor a la palpación, eritema y producción de un volumen variable de líquido serosanguinolento. La prototecosis diseminada constituye una entidad infrecuente, si bien se ha descrito en individuos sin nin- gún trastorno inmunitario conocido. Un paciente aque- jado de prototecosis visceral presentó dolor abdominal y unos resultados anómalos en los estudios de la función hepática, que se atribuyeron inicialmente a colangitis. El individuo mostraba varios nódulos peritoneales que reme- daban una neoplasia metastásica, aunque en realidad cons- tituían una manifestación de la prototecosis. Otro paciente acudió a consulta con lesiones prototecales en la frente y la nariz. Diagnóstico de laboratorio Las especies de Prototheca crecen con facilidad en un gran número de medios sólidos a una temperatura comprendi- da entre 30 °C y 37 °C. Las colonias son levaduriformes, de color blanquecino y consistencia y aspecto cremoso. La tinción con azul algodón de lactofenol de una preparación húmeda del material de cultivo muestra los esporangios y es- porangiosporas característicos. Los microorganismos son bas- tante activos desde el punto de vista metabólico y se pueden identificar a nivel de especie mediante alguno de los paneles comercializados de identificación de levaduras por su perfil de asimilación de carbohidratos. En el examen histopatológico del tejido infectado, el género Prototheca aparece en forma de esporangiosporas cuneiformes dispuestas en una organización radial o de «mórula» en el interior del esporangio (v. fig. 74-5). Los mi- croorganismos se visualizan mejor por medio de tinciones utilizadas para detectar la presencia de hongos en muestras tisulares: los métodos GMS, PAS y de Gridley. Además de las diferencias de tamaño descritas anteriormente, las dos especies de Prototheca se diferencian en que P. wickerhamii tiende a formar formas de mórula muy simétricas que son infrecuentes en el caso de P. zopfii, y esta última especie muestra un número mayor de divisiones internas aleatorias. La respuesta inflamatoria observada en la prototecosis es fundamentalmente granulomatosa. Tratamiento El tratamiento de la bursitis olecraniana suele implicar la realización de una bursectomía. El drenaje repetido no es eficaz, aunque su combinación con la instilación local de anfotericina B ha obtenido resultados curativos en un paciente. El tratamiento de la prototecosis cutánea con diversos antibacterianos, antifúngicos y antiprotozoarios tópicos y sistémicos no ha obtenido resultados satisfactorios. La escisión local combinada con anfotericina B tópica, te- traciclina sistémica y ketoconazol sistémico ha sido útil a pesar de la hepatotoxicidad relacionada con este último compuesto. La prototecosis diseminada se ha tratado con antifúngicos sistémicos; se ha administrado anfotericina B y ketoconazol. Pitiosis insidiosA (caso clínico 74-2) La pitiosis insidiosa es una infección «seudomicótica» del ser humano y los animales causada por el patógeno vegetal P. insidiosum. A pesar de su clasificación como hongo acuático, este microorganismo no constituye un hongo verdadero. Pertenece al reino protista Stramenopila, cerca de las algas verdes y algunas plantas inferiores en el árbol evolutivo. En el ser humano la pitiosis causa queratitis e infecciones orbitarias, así como un proceso vascular cutáneo y subcutáneo caracte- rizado por la aparición de lesiones granulomatosas de rápido desarrollo que originan una insuficiencia arterial progresiva, isquemia tisular, aneurismas y, en algunos casos, la muerte. En los animales (gatos, perros, caballos y ganado bovino) es una infección ósea, subcutánea o pulmonar. Los perros y los caballos también pueden contraer una infección intestinal. Morfología P. insidiosum crece en forma de colonias con hifas vegetativas sumergidas e hifas aéreas cortas en medios sólidos de cultivo. Este microorganismo es un patógeno vegetal, por lo que re- quiere cultivos líquidos que contengan hojas adecuadas para producir zoosporangios y zoosporas in vitro. En la naturale- za, genera zoosporas biflageladas que se unen a las hojas de diversas gramíneas y azucenas acuáticas y penetran en ellas. Las zoosporas presentan un fuerte tropismo por la piel y el cabello, así como por azucenas acuáticas y hojas de gramíneas. Al entrar en contacto con tejido dañado, estas zoosporas se enquistan, forman tubos germinales que producen hifas y causan una enfermedad invasiva. En el tejido, P. insidiosum se desarrolla en forma de hifas (o fragmentos de ellas) hialinas con un reducido número de tabiques y una delgada pared que se ramifican de manera infrecuente. Las hifas tienen una anchura comprendida entre 5 y 7 mm y contornos no paralelos que remedan superficial- mente los característicos de los Mucormycetes (fig. 74-6). Al igualque los Mucormycetes, P. insidiosum es una especie angioinvasiva. En los tejidos los elementos de las hifas de P. insidiosum se tiñen con GMS pero no con H-E ni con otras tinciones para hongos. Epidemiología P. insidiosum se desarrolla en ambientes acuáticos a húmedos en regiones tropicales o subtropicales. Se han descrito casos de esta entidad en Australia, Costa Rica, EE.UU., India, Japón, Nueva Guinea y Tailandia. Síndromes clínicos La enfermedad humana por P. insidiosum ha afectado a pacientes con talasemia que desarrollaron pitiosis en las Figura 74-5 Prototheca wickerhamii. La tinción de ácido peryódico de Schiff muestra la presencia de algas unicelulares endosporuladoras. Se observa una estructura típica de «mórula» (×1.000). MICOSIS E INFECCIONES SEUDOMICótICAS DE EtIOLOGÍA AtÍPICA O DESCONOCIDA 703 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. extremidades inferiores. El proceso patológico se distinguía por la isquemia progresiva de dichas extremidades, necrosis, trombosis de las arterias principales debido a la invasión fúngi- ca, gangrena, formación de aneurismas y, en última instancia, hemorragia mortal. La pitiosis orbitaria se ha diagnosticado erróneamente como una mucormicosis. Entre otras formas menos graves de la enfermedad se encuentran la queratitis y las infecciones cutáneas localizadas tras una lesión. En los caballos, la pitiosis cursa con inflamación locali- zada de las extremidades inferiores y el abdomen inferior con núcleos necróticos. También son frecuentes la arteritis septicémica, la osteítis y la tenosinovitis. Diagnóstico de laboratorio El microorganismo se aísla de muestras clínicas recientes sembradas en un medio micológico, como agar glucosa de Sabouraud. La demostración de la presencia de las zooes- poras biflageladas puede lograrse mediante cultivos líquidos con cebos de gramíneas o azucenas incubados a 37 °C du- rante 1 hora. Los análisis serológicos utilizando análisis de inmunoadsorción ligada a enzimas o tecnologías de inmuno- transferencia por el método Western han sido útiles para la detección precoz de la enfermedad en seres humanos y en animales. El examen histopatológico del tejido infectado revela la existencia de arteritis necrosante y trombosis. Se observa la invasión vascular por hifas con ramificaciones irregulares y tabiques en un número reducido (v. fig. 74-6). La reacción inflamatoria perivascular aguda se sustituye finalmente por granulomas que contienen hifas dispersas y fragmentos de hifas. Las hifas de P. insidiosum se pueden rodear por el fenómeno eosinófilo de Splendore-Hoeppli. En el ser humano se debe diferenciar la pitiosis insidiosa de la mucormicosis cutánea y subcutánea, la esporotricosis, los micetomas y las neoplasias. Tratamiento El tratamiento farmacológico de la pitiosis insidiosa no suele ser eficaz, aunque se ha empleado yoduro potásico para tratar las infecciones cutáneas. El desbridamiento quirúrgico y la escisión del tejido infectado han dado unos resultados relativamente satisfactorios. Se han publicado algunos indicios que señalan que los azoles con actividad an- tifúngica, como el fluconazol, el ketoconazol y el miconazol, poseen actividad in vitro frente a este microorganismo. Un caso de pitiosis orbitaria respondió bien a la combinación de itraconazol y terbinafina, aunque esta combinación no ha sido útil en otros casos de pitiosis. La inmunoterapia ha tenido éxito en el tratamiento de la pitiosis equina y consi- gue una frecuencia de curaciones en la enfermedad humana del 55%. rinosPoridiosis (caso clínico 74-3) La rinosporidiosis es una enfermedad granulomatosa propia del ser humano y algunos animales que se caracteriza por la aparición de pólipos que afectan primariamente a la naso- faringe y la conjuntiva ocular de los individuos infectados. La enfermedad se debe a R. seeberi, un microorganismo CASO CLÍNICO 74-2 Pitiosis Bosco y cols. (Emerg Infect Dis 11:715-718, 2005) describieron un caso de pitiosis en un varón brasileño de 49 años. El paciente fue ingresado en el hospital para tratamiento de una lesión cutánea en la pierna, diagnosticada inicialmente de mucormicosis cutánea. El paciente decía que le había aparecido una pequeña pústula en la pierna izquierda 3 meses antes, 1 semana después de estar pescando en un lago de aguas estancadas. La pústula se diagnosticó inicialmente como celulitis bacteriana y recibió antibióticos intravenosos, sin mejora. Una biopsia de la lesión confirmó una inflamación granulomatosa supurativa asociada a hifas no tabicadas (que se reconocieron con la tinción de metenamina argéntica de Gomori), lo que llevó al diagnóstico de mucormicosis. Se cambió el tratamiento por anfotericina B. Tras recibir 575 mg (dosis acumulada) de anfotericina B y someterse a dos desbridamientos quirúrgicos, el paciente mejoró sólo de forma ligera y fue trasladado a otro hospital. Al ingreso presentaba una úlcera pretibial de 15 cm con borde proximal infiltrativo y nodular. La bioquímica plasmática mostraba uremia, hipopotasemia y anemia como efectos secundarios del tratamiento con anfotericina B. El recuento de leucocitos fue de 4.200/ml con un 9% de eosinófilos. La glucemia era normal y la serología frente a VIH negativa. Los resultados de una segunda biopsia sugerían de nuevo mucormicosis. El paciente recibió tratamiento con itraconazol y yoduro potásico sin mejorar de forma significativa. Los intentos de aislar el microorganismo en el laboratorio fracasaron. Dada la progresión de la enfermedad se planteó el desbridamiento quirúrgico. Se comenzó un ciclo de anfotericina B y se desbridó la lesión hasta la fascia lata, incluyéndola. Se hizo un injerto cutáneo y se consiguió una recuperación aceptable. Se remitió tejido para cultivos y estudios moleculares, usando los cebadores genéricos para las regiones del espaciador transcrito interno (ITS) del ADNr del hongo. En el cultivo se identificaron colonias incoloras que al estudio microscópico estaban constituidas por hifas anchas, ramificadas y poco tabicadas, que posteriormente se reconocieron como Pythium insidiosum. La reacción en cadena de la polimerasa, seguida del estudio de las secuencias de los amplicones del ITS, demostró una correspondencia del 100% con Pythium insidiosum. Este caso ilustra los aspectos clínicos y diagnósticos que rodean a la pitiosis humana. Figura 74-6 Invasión de una pared arterial por Pythium insidiosum. Las hifas y los fragmentos de hifas con escasos tabiques y teñidas débilmente se asemejan a las características de los Mucormycetes (metenamina ar- géntica de Gomori, ×160). (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, vol. 2, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange.) 704 MICROBIOLOGÍA MÉDICA cuya historia taxonómica es confusa. Se ha considerado un protozoo, un hongo y, más recientemente, se ha incluido en un nuevo clado de parásitos protistas acuáticos, los Me- somycetozoa. Esta nueva clasificación se basa en el análisis de secuencias del ácido desoxirribonucleico ribosómi- co (ADNr) de la subunidad pequeña 18S del ribosoma del microorganismo, ya que no crece en medios sintéticos. Este análisis ha ubicado a R. seeberi en los Mesomycetozoa (antes DRIP: Dermocystidium, agente de la roseta, Ichthyophonus y Psorospermium), un clado de parásitos de peces que forma una rama próxima a la separación entre animales y hongos en el árbol evolutivo. Morfología Dado que R. seeberi no crece en los medios artificiales, sus descripciones morfológicas se basan exclusivamente en su as- pecto en el tejido infectado. Se han observado dos formas de R. seeberi: la forma esférica de gran tamaño, o esporangio, y el trofocito de menor tamaño. Se considera que el esporangio constituye la forma madura del microorganismo; su diáme- tro mide entre 100 y 350 mm. Su pared tiene un espesor comprendido entre 3 y 5 mm, y se compone de una capa hialina interna y unadelgada capa eosinófila externa. El es- porangio contiene abundantes endoconidios dispuestos en una formación zonal característica, de modo que los endoconidios pequeños, inmaduros, uninucleados y aplanados (1-2mm) configuran una masa semilunar en la periferia de una pared del esporangio, mientras que los grandes endoconidios ya maduros y en proceso de maduración se organizan de for- ma secuencial hacia el centro (fig. 74-7). Los endoconidios maduros tienen un diámetro de 5 a 10 mm y contienen un gran número de glóbulos citoplásmicos inmaduros. Esta or- ganización zonal de los endoconidios inmaduros, en proceso de maduración y completamente maduros es diagnóstica de este patógeno y lo distingue de otros microorganismos endos- poruladores esféricos en el tejido (v. tabla 74-2). Se considera que los trofocitos se desarrollan directa- mente a partir de los endoconidios liberados por el esporan- gio. Los trofocitos presentan un diámetro comprendido entre 10 y 100 mm, y poseen paredes eosinófilas refrin- gentes (de 2 a 3 mm de espesor), un citoplasma granular y un núcleo redondeado pálido con nucléolos prominen- tes. Llegado el momento, los trofocitos se hipertrofian y transforman en esporangios maduros a través de un proceso de endosporulación. Las paredes de los esporangios y los endoconidios se ti- ñen con las tinciones GMS y PAS. Además, las paredes de estos últimos y la pared interna del esporangio se tiñen con la tinción de mucina, mucicarmín (fig. 74-8; v. tabla 74-2). Epidemiología Aproximadamente un 90% de los casos conocidos de rinos- poridiosis se registra en India y Sri Lanka. La enfermedad también se da en el continente americano, Europa y África. Se desconoce cuáles son el hábitat natural y la amplitud de la distribución de R. seeberi en la naturaleza. La enfermedad afecta principalmente a varones jóvenes (de 20 a 40 años de edad) y parece asociarse a ambientes rurales y acuáticos. Los datos disponibles no indican que se trate de un proceso contagioso. Síndrome clínico La rinosporidiosis se manifiesta con masas polipoideas o semejantes a tumores de crecimiento lento localizadas ge- neralmente en la mucosa nasal o la conjuntiva. Las lesiones también afectan a los senos paranasales, la laringe y los genitales externos. La diseminación secundaria a la piel circundante parece deberse a la autoinoculación asociada al rascado. En la mayoría de los pacientes, la enfermedad es localizada con síntomas de obstrucción nasal y complica- ciones hemorrágicas derivadas de la formación de pólipos. Se ha descrito la diseminación sistémica limitada, aunque es muy infrecuente. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la rinosporidiosis se basa en el examen his- topatológico del tejido afectado. El aspecto inconfundible de los trofocitos y los esporangios en los cortes de rutina teñidos con H-E tiene utilidad diagnóstica (v. fig. 74-7). Aunque otros microorganismos que forman esférulas de gran tamaño al desarrollarse en tejido pueden confundirse con R. seeberi, se diferencian con facilidad de este último por la identidad del tejido afectado y las características morfológicas y de tinción de la esférula y los endoconidios (v. tabla 74-2). CASO CLÍNICO 74-3 Rinosporidiosis Gaines y Clay (South Med J 89:65-67, 1996) describieron tres casos de rinosporidiosis en niños pequeños que no habían viajado fuera de EE.UU. De hecho, no tenían antecedentes de haber salido del estado de Georgia. Todos ellos residían en regiones rurales de la parte nororiental del estado. Uno tenía una lesión polipoidea en la conjuntiva, y los otros dos presentaban pólipos nasales. En todos los casos se resecaron las lesiones, y su estudio histológico mostró estructuras morfológicas típicas de Rhinosporidium seeberi. No se administró más tratamiento, y durante el seguimiento no se produjeron recidivas. A pesar de la gran rareza de estos casos, el aspecto característico de las formas en desarrollo de R. seeberi en los cortes anatomopatológicos es diagnóstico. Figura 74-7 Esporangio maduro de Rhinosporidium seeberi en el que puede apreciarse la distribución zonal de los endoconidios inmaduros, en proceso de maduración y totalmente maduros (hematoxilina y eosina, ×480). (De Chandler FW, Watts JC: Pathologic diagnosis of fungal infections, Chicago, 1987, American Society for Clinical Pathology Press.) MICOSIS E INFECCIONES SEUDOMICótICAS DE EtIOLOGÍA AtÍPICA O DESCONOCIDA 705 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Figura 74-8 Esporangio maduro de R. seeberi. Las paredes de los en- doconidios maduros son carminofílicas (mucicarmín de Mayer, ×100). (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, vol. 2, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange.) Tratamiento El único tratamiento eficaz consiste en la escisión quirúrgi- ca de las lesiones. Las recidivas son frecuentes, en especial en localizaciones mucosas como la orofaringe y los senos paranasales, en las que resulta complejo lograr una escisión completa. CASO CLÍNICO y PREGUNtAS Una granjera de 71 años de edad consultó con una historia de 1 mes de evolución de una placa eritematosa y descamada y pápulas dispersas en el antebrazo izquierdo. La paciente no refería antecedentes de traumatismo. El estudio anatomopatológico de la lesión cutánea mostró un infiltrado linfocítico perivascular moderadamente denso y algunas células gigantes multinucleadas que contenían endosporas en un patrón similar a una mórula. El cultivo del tejido cutáneo permitió obtener colonias levaduriformes blancas, pastosas y lisas en agar patata dextrosa. 1. ¿Cuál es el patógeno que con más probabilidad está implicado en esta infección? a. Lacazia loboi b. Pythium insidiosum c. Prototheca wickerhamii d. Género Chlorella 2. ¿Cómo identificaría usted este microorganismo? 3. ¿Cómo trataría esta infección? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es BIBLIOGRAFÍA Burns RA, et al: Report of the first human case of lobomycosis in the United States, J Clin Microbiol 38:1283-1285, 2000. Chandler FW, Watts JC: Pathologic diagnosis of fungal infections, Chicago, 1987, American Society for Clinical Pathology Press. Connor DH, et al: Pathology of infectious diseases vol 2, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange. Fredericks DN, et al: Rhinosporidium seeberi: a human pathogen from a novel group of aquatic protistan parasites, Emerg Infect Dis 6:273-282, 2000. Herr RA, et al: Phylogenetic analysis of Rhinosporidium seeberi's 18S small-subunit ribosomal DNA groups this pathogen among mem- bers of the protoctistan Mesomycetozoa clade, J Clin Microbiol 37:2750-2754, 1999. Krajaejun T, et al: Clinical and epidemiological analysis of human pythiosis in Thailand, Clin Infect Dis 43:569, 2006. Lass-Florl C, Mayr A: Human protothecosis, Clin Microbiol Rev 20:230-242, 2007. Mendoza L, et al: Orbital pythiosis: a nonfungal disease mimicking orbital mycotic infections, with a retrospective review of the literature, Mycoses 47:14, 2004. Mendoza L, Vilela R: Lacazia, Pythium, and Rhinosporidium. 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