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661© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 72 Micosis sistémicas causadaspor hongos dimórficos Jane y Joan son dos mujeres treintañeras que disfrutan de las actividades al aire libre. A lo largo de los últimos 5 años han hecho espeleología en el sur del estado de Misuri, han viajado con mochila en el norte de Wisconsin y han acampado en Arizona. Últimamente han estado renovando una vieja granja en Iowa, por lo que se han visto obligadas a derribar un viejo gallinero adosado a la parte trasera del edificio. Una semana después de esta tarea, las dos desarrollaron una afección seudogripal y Jane presentó tos y dificultad respiratoria. Acudieron a su médico de cabecera para someterse a una exploración. En la consulta Joan parecía estar bien, pero Jane mostraba una acusada disnea y parecía encontrarse grave. El médico pensó que sería conveniente realizar a Jane una radiografía de tórax, que también se realizó a Joan «por si acaso». Los resultados de la radiografía de Jane revelaron una neumonía bilateral difusa. Aunque la radiografía de Joan no mostraba esta entidad, se observó la presencia de un nódulo solitario en el lóbulo superior derecho. 1. ¿A qué patógenos fúngicos dimórficos se habían expuesto Jane y Joan? 2. ¿Qué es un hongo dimórfico? 3. Aparte del dimorfismo, ¿qué otra característica comparten todas las micosis endémicas? 4. Describa los ciclos vitales de los seis patógenos fúngicos dimórficos endémicos. 5. ¿Cuál cree que es la causa de la neumonía de Jane? ¿Cómo elaboraría el diagnóstico? 6. ¿Cómo trataría su neumonía? 7. ¿Qué patógeno podría ser responsable del nódulo de Joan? ¿Cómo realizaría el diagnóstico? ¿Qué tratamiento le administraría? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es Los patógenos fúngicos dimórficos son microorganismosque se desarrollan en forma filamentosa en la natura- leza o en el laboratorio a una temperatura comprendida entre 25 °C y 30 °C, y en forma de levadura o esférula en los tejidos o cuando crecen en un medio enriquecido en el laboratorio a 37 °C (fig. 72-1). Los microorganismos pertenecientes a este grupo se consideran patógenos pri- marios sistémicos debido a su capacidad de producir infec- ción en hospedadores tanto «normales» como inmunode- primidos y su tendencia a afectar las vísceras profundas después de la diseminación del hongo desde los pulmones tras su inhalación a partir de un foco ambiental. Entre los patógenos dimórficos se encuentran Blastomyces der matitidis, Coccidioides immitis, Coccidioides posadasii, Histoplasma capsulatum var. capsulatum, H. capsulatum var. duboisii, Paracoccidioides brasiliensis, y Penicillium marneffei (tabla 72-1). Estos microorganismos también se definen como patógenos endémicos, ya que su hábitat natural se restringe a ciertas regiones geográficas (fig. 72-2), y la infección ocasionada por un hongo particular se ad- quiere por la inhalación de esporas pertenecientes a ese entorno y localización geográfica específicos (v. tabla 72-1). H. capsulatum, C. immitis (C. posadasii) y P. marneffei se han convertido en patógenos oportunistas destacados en individuos con síndrome de inmunodeficiencia adquiri- da (SIDA) y otras formas de inmunodepresión. El reconoci- miento de estas micosis endémicas se complica debido a que tan sólo se manifiestan cuando el paciente ha abandonado la zona de endemicidad. Con frecuencia, la infección es latente y únicamente se reactiva cuando el individuo presenta un estado de inmunodepresión y reside en un área en la que el hongo no es endémico. BlAstomicosis (caso clínico 72-1) La blastomicosis es una micosis sistémica producida por el patógeno dimórfico Blastomyces dermatitidis. Al igual que otras micosis endémicas, esta infección se limita a regiones geográficas específicas; casi todas las infecciones se originan en la cuenca del río Misisipi, alrededor de los Grandes Lagos y en el sureste de EE.UU. (v. fig. 72-2). Asimismo, se han diagnosticado algunos casos en otras regiones del mundo, como África, Europa y Oriente Medio. Morfología Como consecuencia de su dimorfismo térmico, B. dermati tidis produce células en fase de levadura no encapsuladas en el tejido e in vitro en medios enriquecidos a 37 °C y formas filamentosas de color blanco a marrón en medios micológicos estándar a 25 °C. La forma micelial genera conidios redondos, ovalados o piriformes (de 2 a 10 mm) que se sitúan en las por- ciones terminales de ramificaciones largas o cortas (fig. 72-3). Los cultivos más antiguos también dan lugar a clamidos- poras de pared gruesa y un diámetro comprendido entre 7 y 18 mm. Esta forma de B. dermatitidis no se considera diagnóstica y es posible que no se diferencie de las especies 662 MICROBIOLOGÍA MÉDICA monomorfas del género Chrysosporium o de un cultivo joven de H. capsulatum. La forma levaduriforme de B. dermatitidis se observa en tejidos y cultivos incubados a 37 °C y es inconfundible (fig. 72-4). Las células en fase de levadura son esféricas, hialinas y multinucleadas y poseen un diámetro de 8 a 15 mm y paredes gruesas de «doble contorno». A menudo, el cito- plasma aparece separado de la rígida pared celular como consecuencia de su contracción durante el proceso de fijación. Estas células se reproducen mediante la formación de yemas o blastoconidios. Por lo general, las yemas son únicas y se encuentran unidas a la célula progenitora por una base ancha (v. fig. 72-4). Las formas en fase de levadura se pueden visualizar en tejidos teñidos con hematoxilina y eosina (H-E); sin em- bargo, las tinciones fúngicas de metenamina argéntica de Gomori (GMS) y ácido peryódico de Schiff (PAS) facilitan la localización de los microorganismos y la definición de su morfología. Epidemiología El nicho ecológico de B. dermatitidis parece localizarse en la materia orgánica en descomposición. Los estudios realizados en el ser humano y en animales indican que la infección se adquiere como consecuencia de la inhalación de conidios transportados por el aire producidos por el hongo en fase de proliferación en el suelo y la materia en descomposición (fig. 72-5). Los brotes de esta micosis se han relacionado con el contacto profesional o recreativo con suelo, y los individuos afectados son de cualquier edad y sexo. La blastomicosis no se transmite de un paciente a otro, aunque se ha descrito la adquisición de las formas primarias cutánea y pulmonar en el laboratorio. En Norteamérica, la zona de endemicidad se solapa con la de la histoplasmosis (v. fig. 72-2) y comprende los estados centrales meridionales y surorientales, en especial los que rodean las cuencas de los ríos Ohio y Misisipi, los estados del medio oeste y las provincias canadienses que limitan con los Grandes Lagos, así como las áreas de Nueva York y Canadá a lo largo del río San Lorenzo. La blastomicosis también es endémica en África. Se estima que se producen entre uno y dos casos de blastomicosis sintomática por 100.000 habi- tantes/año en las zonas de endemicidad de la enfermedad. Entre los animales, los perros son los más afectados; se ha calculado que la tasa de infección es 10 veces mayor que en el ser humano. Síndromes clínicos La vía habitual de infección en la blastomicosis es la inhalación de conidios (v. fig. 72-5). Como sucede en la mayoría de las micosis endémicas, la gravedad de los síntomas y la evolución de la enfermedad dependen del grado de exposición y el es- tado inmunitario de la persona expuesta. De acuerdo con los datos procedentes de brotes de blastomicosis, la enfermedad sintomática parece darse en una proporción inferior al 50% de los individuos infectados. La enfermedad clínica causada por B. dermatitidis puede cursar con una enfermedad pulmonar o una forma diseminada extrapulmonar. Dos terceras partes de los pacientes afectados por la diseminación extrapulmonar presentan afectación cutánea y ósea. Otras localizaciones de diseminación hematógena son lapróstata, el hígado, el bazo, el riñón y el sistema nervioso central (SNC). La blastomicosis pulmonar puede ser asintomática o bien cursar con una enfermedad seudogripal leve. La infección de mayor gravedad remeda una neumonía bacteriana de inicio agudo, fiebre alta, infiltrados lobulares y tos. El cuadro puede evolucionar a un síndrome disneico agudo del adulto con fiebre alta, infiltrados difusos e insuficiencia respiratoria. Una forma respiratoria más subaguda o crónica de blastomicosis puede remedar la tuberculosis o el cáncer de pulmón por los hallazgos radiológicos de infiltrados fibronodulares o masas pulmonares. La afectación cutánea crónica es una variante clásica de la blastomicosis. Esta forma suele deberse a la diseminación hematógena de la infección desde el pulmón, en la mayoría de los casos en ausencia de lesiones pulmonares evidentes o síntomas sistémicos. Las lesiones pueden ser papulosas, pustulosas o indolentes, así como ulcerativas, nodulares y verrugosas con costras superficiales y márgenes serpigino- sos elevados. Acostumbran a ser indoloras y se localizan en áreas expuestas, como la cara, el cuello y las manos. Pueden confundirse con un carcinoma epidermoide. En ausencia de tratamiento, la blastomicosis cutánea se cronifica y presenta remisiones, exacerbaciones y un incremento gradual del tamaño de las lesiones. Figura 72-1 Fases saprobia y parasitaria de hongos dimórficos endé- micos. A, Histoplasma capsulatum. B, Blastomyces dermatitidis. C, Para- coccidioides brasiliensis. D, Coccidioides immitis. E, Penicillium marneffei. MICOSIS SIStÉMICAS CAUSADAS POR HONGOS DIMóRFICOS 663 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. La blastomicosis es relativamente poco frecuente en in- dividuos con SIDA u otros trastornos inmunodepresores. Sin embargo, tiende a representar una entidad aguda con afectación del SNC y tiene un pronóstico mucho más des- favorable cuando se registra en estos individuos. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la blastomicosis se basa en la detección mi- croscópica del microorganismo en tejidos u otro material clí- nico junto con la confirmación mediante cultivo (tabla 72-2). Las muestras más útiles para el diagnóstico de la blastomicosis pulmonar son las de esputo, lavado broncoalveolar o biopsia pulmonar. Es preciso realizar un examen directo de mate- rial teñido mediante GMS, PAS, Papanicolaou o Giemsa. Igualmente, se pueden examinar preparaciones frescas de esputo, líquido cefalorraquídeo, orina, pus, raspado de piel e impresiones tisulares por medio de blanco de calcoflúor y microscopia de fluorescencia con el propósito de detectar las formas levaduriformes características. La presencia de levaduras de gemación de base ancha permite elaborar un diagnóstico definitivo. Se debe cultivar el material clínico en medios micológicos selectivos y no selectivos a 25-30 °C y 37 °C. La forma mi- celial del hongo se desarrolla fácilmente a una temperatura Tabla 72-1 Características de las micosis dimórficas endémicas Micosis Etiología Ecología Distribución geográfica Morfología en el tejido Manifestación clínica Blastomicosis Blastomyces dermatitidis Materia orgánica en descomposición Norteamérica (valles de los ríos Ohio y Misisipi) África Levaduras de gemación de base ancha (8-15 mm de diámetro) Enfermedad pulmonar (<50%) Extrapulmonar: piel, hueso, genitourinaria, sistema nervioso central Enfermedad diseminada en pacientes inmunodeprimidos Coccidioidomicosis Coccidioides immitis Coccidioides posadasii Suelo, polvo Suroeste de Estados Unidos, México, Centroamérica y Sudamérica Esférulas (20-60 mm) que contienen endosporas (2-4 mm) Infección pulmonar asintomática (60%) en personas sanas Infección pulmonar progresiva y diseminación (piel, hueso, articulaciones, meninges) en pacientes inmunodeprimidos Histoplasmosis por H. capsulatum var. capsulatum Histoplasma capsulatum var. capsulatum Suelo con elevado contenido de nitrógeno (deyecciones de aves/ murciélagos) Norteamérica (valles de los ríos Ohio y Misisipi), México, Centroamérica y Sudamérica Levaduras de gemación de base ancha, forma ovalada y pequeño tamaño (2-4 mm) (intracelulares) Infección pulmonar asintomática (90%) en personas sanas y exposición de baja intensidad Enfermedad diseminada en pacientes inmunodeprimidos y niños Histoplasmosis por H. capsulatum var. duboisii Histoplasma capsulatum var. duboisii Suelo con elevado contenido de nitrógeno Regiones tropicales de África Levaduras de gemación de pared gruesa y mayor tamaño (8-15 mm) Istmo prominente y cicatriz de gemación Baja incidencia de enfermedad pulmonar. Mayor frecuencia de afectación cutánea y ósea Paracoccidioidomicosis Paracoccidioides brasiliensis Probable asociación al suelo Sudamérica y Centroamérica Levadura de gemación múltiple y pared delgada a moderadamente gruesa (15-30 mm; rueda de timón) Enfermedad pulmonar de resolución espontánea. Infección pulmonar progresiva y diseminación (piel, mucosas, huesos, ganglios linfáticos, vísceras y meninges). Más frecuente en niños y en pacientes inmunodeprimidos Peniciliosis por P. marneffei Penicillium marneffei Suelo Rata del bambú Sureste asiático Levaduras en forma de salchicha alargada o globosa (3-5 mm) de vida intracelular y división por fisión Infección diseminada (piel, tejidos blandos, vísceras) más frecuente en pacientes con SIDA Semejante a la histoplasmosis, la criptococosis y la tuberculosis SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Modificada de Anstead GM, Patterson TF: Endemic mycoses. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, 2009, Churchill Livingstone. 664 MICROBIOLOGÍA MÉDICA CASO CLÍNICO 72-1 Blastomicosis del sistema nervioso central (SNC) Buhari y cols. (Infect Med 24(Suppl 8):12-14, 2007) publicaron un caso de blastomicosis del SNC. Se trataba de un indigente de 56 años de Detroit que consultó por una historia de 2 semanas de evolución con hemiparesia izquierda, afasia y cefalea generalizada. No contaba con antecedentes de exantema, síntomas respiratorios o fiebre. Tenía antecedentes médicos de craneotomía izquierda de hacía 30 años por una hemorragia intracraneal secundaria a un traumatismo. Vivía en un edificio abandonado y no tomaba ningún fármaco. A la exploración tenía una afasia de expresión, una hemiparesia izquierda de nueva aparición y soplos carotídeos bilaterales. El resto de la exploración física era normal, como también lo eran las pruebas bioquímicas y hematológicas de rutina. Los anticuerpos frente al virus de la inmunodeficiencia humana eran negativos. La radiografía de tórax era normal. La tomografía computarizada craneal con contraste mostró múltiples lesiones con realce anular en el hemisferio cerebral derecho con edema vasogénico circundante y desplazamiento de la línea media; en el hemisferio cerebral izquierdo se reconoció una encefalomalacia importante con atrofia generalizada. Las pruebas en plasma y orina fueron negativas para los antígenos de Cryptococcus (plasma) e Histoplasma (plasma y orina). Las pruebas cutáneas de la tuberculina fueron arreactivas y los estudios radiológicos de los senos, el tórax y el abdomen fueron normales. La biopsia cerebral realizada mostró inflamación granulomatosa con levaduras en gemación compatibles con Blastomyces dermatitidis. Los cultivos posteriores confirmaron el diagnóstico de blastomicosis del SNC. El paciente recibió dexametasona y anfotericina B, pero presentó hipertensión y bradicardia, con la consiguiente parada cardiopulmonar, y falleció. Se trata de un ejemplo de una presentación infrecuente de blastomicosis del SNC sin otras pruebas de enfermedad diseminada. El síndrome clínico de hipertensión, bradicardia y parada cardiopulmonar sugiere que el paciente falleciópor hipertensión intracraneal, bien como complicación de la infección o por la biopsia diagnóstica del encéfalo. Figura 72-2 Distribución geográfica básica de las micosis endémicas. MICOSIS SIStÉMICAS CAUSADAS POR HONGOS DIMóRFICOS 665 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. comprendida entre 25 °C y 30 °C, aunque su crecimiento suele ser lento y llega a requerir 4 semanas o más. Esta forma micelial (v. fig. 72-3) carece de capacidad diagnóstica, por lo que es preciso confirmar su identidad mediante la conversión a la célula en fase de levadura a 37 °C, pruebas de exoan- tígenos (detección inmunológica de antígeno A libre) o hi- bridación de sondas de ácidos nucleicos. La manipulación de los cultivos se debe efectuar en una cabina de bioseguridad, ya que los conidios son infecciosos. Existen algunas pruebas serológicas de detección de an- ticuerpos frente a B. dermatitidis (v. tabla 72-2), pero su sensibilidad y especificidad son insuficientes y su utilidad es escasa para el diagnóstico. Se ha comercializado una prueba de detección de antígenos en la orina, aunque hay una elevada reacción cruzada con otras micosis endémicas, y se desconoce qué utilidad podría tener en el diagnóstico. Tratamiento La decisión de tratar a un paciente con blastomicosis ha de tener en cuenta la forma clínica y la gravedad del proceso, así como el estado inmunitario del paciente y la toxicidad de los compuestos antifúngicos. Evidentemente, es necesario administrar un tratamiento frente a la blastomicosis pul- monar en los pacientes inmunodeprimidos o afectados por una enfermedad pulmonar progresiva. De igual modo, los pacientes con indicios de diseminación hematógena (p. ej., piel, hueso y localizaciones extrapulmonares) precisan de un tratamiento antifúngico. La anfotericina B, preferible- mente una formulación lipídica, constituye el fármaco de elección como tratamiento de la enfermedad meníngea potencialmente mortal. La enfermedad leve o moderada se puede tratar con itraconazol. El fluconazol, el posaconazol y el voriconazol pueden ser alternativas en pacientes que no toleran el itraconazol. En función de la gravedad del proceso y del estado inmunitario del hospedador, las tasas de éxito terapéutico de anfotericina B o antifúngicos del grupo de los azoles varían entre un 70% y un 95%. La supervivencia de los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquiri- da (SIDA) y otras inmunodeficiencias se reduce a la mitad de estas cifras. Este grupo de pacientes puede precisar un tra- tamiento supresor prolongado con itraconazol para evitar la recidiva de la infección. coccidioidomicosis (caso clínico 72-2) La coccidioidomicosis es una micosis endémica causada por una de dos especies indistinguibles, Coccidioides immitis y C. posadasii. La enfermedad se desarrolla como consecuen- cia de la inhalación de artroconidios infecciosos (fig. 72-6) y comprende desde una infección asintomática (en la mayoría de las personas) hasta una infección progresiva y la muerte. Las dos especies se diferencian por su distribución geográfica y su genotipo: C. immitis se localiza en California (EE.UU.), mientras que C. posadasii es responsable de casi todos los casos registrados fuera de ese estado. Exceptuando estas diferencias, no parece existir ninguna diferencia adicio- nal en su fenotipo o su potencial patogénico. Por ello, en este capítulo se empleará la designación más frecuente de C. immitis. Al igual que la sífilis y la tuberculosis, la coccidioidomicosis origina diversas lesiones y se ha bautizado como «la gran imitadora». Entre otros, ha recibido también el nombre de granuloma coccidioideo y fiebre del valle de San Joaquín. Figura 72-3 Fase micelial de Blastomyces dermatitidis. Figura 72-4 tinción de Giemsa de Blastomyces dermatitidis en la que se aprecia la levadura de gemación de base ancha. Figura 72-5 Ciclo vital de las fases micelial (saprobia) y levadurifor- me (parasitaria) de Blastomyces dermatitidis. 666 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Tabla 72-2 Diagnóstico de las micosis dimórficas endémicas Morfología en cultivo Micosis Cultivo 25 °C 37 °C Anatomía patológica Serología Blastomicosis Esputo, LBA, tejido pulmonar, biopsia cutánea, LCR Micelio, conidios redondos a ovalados o piriformes (diámetro, 2-10 mm) Levadura de gemación de base ancha y pared gruesa (8-15 mm) Levadura de gemación de base ancha Anticuerpos: FC, ID, EIA (baja sensibilidad y especificidad) Antígeno: plasma y orina (rendimiento no definido) Coccidioidomicosis Esputo, LBA, tejido, LCR Micelio con artroconidios en forma de barril (3-6 mm) NA Esférulas (20-60 mm) que contienen endosporas Anticuerpos: Pt, FC, ID, APL (diagnóstica y pronóstica) Antígeno: orina (rendimiento no definido) Histoplasmosis por H. capsulatum Esputo, LBA, sangre, médula ósea, tejido, LCR Micelio con macroconidios tuberculados (8-15 mm) y microconidios ovalados y pequeños (2-4 mm) Levadura de gemación pequeña (2-4 mm) Levadura de gemación intracelular Anticuerpos: FC, ID Antígeno: plasma y orina (sensibilidad del 92% en enfermedad diseminada) Paracoccidioidomicosis Esputo, LBA, tejido Micelio, microconidios redondos (2-3 mm) y clamidosporas intercalares Levadura de gemación múltiple de gran tamaño (15-30 mm) Levadura de gemación múltiple de gran tamaño Anticuerpos: ID, FC (especificidad variable; FC útil para monitorizar la respuesta) Peniciliosis por P. marneffei Sangre, médula ósea, tejido, LCR Micelio con un pigmento rojo pleomorfo Los conidióforos terminan en conidios lisos y elipsoidales con un penicilio evidente Levadura pleomorfa alargada (1-8 mm) con tabiques transversales Levadura intracelular alargada con tabiques transversales En fase de desarrollo APL, aglutinación de partículas de látex; EIA, enzimoinmunoanálisis; FC, fijación del complemento; ID, inmunodifusión; LBA, lavado broncoalveolar; LCR, líquido cefalo- rraquídeo; NA, no aplicable; PT, precipitina en tubo. CASO CLÍNICO 72-2 Coccidioidomicosis Stafford y cols. (Infect Med 24(Suppl 8):23-25, 2007) describieron el caso de un soldado afroamericano de la Armada de EE.UU. de 31 años que consultó por fiebre, escalofríos, sudoración nocturna y tos seca de 4 semanas de duración. Además, recientemente se había notado una masa indolora en la mama derecha. No tenía antecedentes médicos de interés. Estaba trabajando en Fort Irwin, California, como reparador de teléfonos. La exploración física era normal, excepto por que presentaba una masa firme e indolora de 3 cm en el tejido subcutáneo de la mama derecha. Se palpaban varias adenopatías indoloras y pequeñas (menos de 1 cm) en las axilas y las ingles. Los estudios de laboratorio mostraron un recuento de leucocitos de 11,9/ml, con un 30% de eosinófilos. La bioquímica plasmática mostró un aumento de la fosfatasa alcalina. Los resultados de los hemocultivos, las pruebas de antígeno de Cryptococcus en plasma, el antígeno de Histoplasma en orina y los anticuerpos frente al virus de la inmunodeficiencia humana fueron negativos, igual que la prueba cutánea de la tuberculina. La radiografía de tórax mostró micronódulos intersticiales bilaterales con un patrón miliar y ocupación paratraqueal derecha. La tomografía computarizada (TC) torácica confirmó la existencia de micronódulos intersticiales de 1-2 mm difusos en todos los lóbulos. La TC mostró también una masa parenquimatosa lobulillar en el lóbulo medio derecho y una masa en la pared torácica derecha. Una punción-aspiración con aguja fina de la masa mamaria derecha mostró esférulas rellenas de endosporas, compatibles con coccidioidomicosis. En el cultivo de este material se recuperó Coccidioides immitis. El panel serológico para C. immitis fue positivo y mostró títulos de inmunoglobulina G mediante fijación de complemento con una dilución superior a 1:256. Los análisis del LCR fueron normales,pero la gammagrafía ósea mostró múltiples regiones con aumento de la actividad osteoblástica que afectaban a la escápula izquierda, la parte anterior de la quinta costilla derecha y las regiones de las vértebras torácicas medias. Se inició tratamiento con anfotericina B, pero el dolor progresivo a nivel cervical obligó a realizar más estudios radiológicos, que mostraron una lesión lítica en el cuerpo vertebral C1 con una masa paravertebral. A pesar de los tratamientos antifúngicos, la masa aumentó de tamaño de forma progresiva y fue preciso su desbridamiento quirúrgico. El paciente siguió recibiendo tratamiento con anfotericina B lipídica, y se plantea el tratamiento antifúngico a largo plazo, incluso de por vida. Se trata de un ejemplo de los graves problemas que plantea la coccidioidomicosis. Los indicios para el diagnóstico de la forma diseminada de esta enfermedad en este caso son el pródromo infeccioso, la eosinofilia periférica, las adenopatías hiliares, el patrón característico de afectación orgánica (pulmones, huesos, tejidos blandos), la residencia en un área endémica y el origen afroamericano (grupo con mayor riesgo de diseminación). MICOSIS SIStÉMICAS CAUSADAS POR HONGOS DIMóRFICOS 667 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Morfología C. immitis (C. posadasii) es un hongo dimórfico que se desarrolla como una forma micelial en el ambiente y los cultivos in vitro a 25 °C, y como una esférula endosporula- dora en tejido y en algunas condiciones in vitro (figs. 72-7 y 72-8; v. tabla 72-2 y fig. 72-1). En los cultivos a 25 °C se observan varias morfologías miceliales. La proliferación inicial se compone de colonias húmedas, glabras y de color blanco a grisáceo, y aparece tras un período de incubación de 3 a 4 días. Se forman rápidamente abundantes micelios aéreos, y la colonia aumenta su tamaño hasta convertirse en una «floración» circular. Las colonias maduras suelen adoptar un color desde bronceado a marrón o color la- vanda. Microscópicamente, las hifas vegetativas originan hifas fér- tiles que producen artroconidios hialinos alternos (espaciados por células de separación) (v. fig. 72-7). Cuando se liberan, los artroconidios infecciosos suelen tener forma cilíndrica y presentan una estructura anular en ambos extremos. Las hifas vegetativas también se fragmentan para formar artroconidios a medida que envejece el cultivo. Tras ser inhalados, los artroconidios (anchura comprendida entre 2,5 y 4 mm) se redondean conforme se transforman en esférulas en el pulmón (v. fig. 72-8). Cuando alcanzan la madurez, las esférulas (diámetro de 20 a 60 mm) for- man endosporas por medio de un proceso conocido como división progresiva. La rotura de la pared de la esférula libera las endosporas, que darán lugar a nuevas esféru- las (v. fig. 72-6). Se pueden observar hifas tabicadas y artroconi- dios en alrededor de un 10-30% de las cavidades pulmonares asociadas a la coccidioidomicosis. Epidemiología La coccidioidomicosis es una enfermedad endémica de los estados desérticos del sureste de EE.UU., el norte de Méxi- co y algunas áreas dispersas de Centroamérica y Sudamérica (v. fig. 72-2). C. immitis se encuentra en el suelo, y la pre- sencia de excrementos de murciélago y roedores favorece su proliferación. La exposición a los artroconidios infecciosos es más intensa a finales del verano y durante el otoño, épocas en las que prevalecen condiciones de polvo. Los ciclos de sequía y precipitaciones potencian la dispersión del microorganis- mo, ya que la lluvia intensa facilita el desarrollo del hongo en el suelo rico en residuos de nitrógeno y la posterior sequía y los vientos favorecen la formación de partículas portadoras de artroconidios (v. fig. 72-6). La coccidioidomicosis se contrae principalmente por inhalación de artroconidios, y las tasas de infección en las zonas de endemicidad oscilan entre un 16% y un 42% hacia el comienzo de la edad adulta. La incidencia de esta entidad se aproxima a 15 casos por 100.000 habitantes/año en el área de endemicidad, si bien afecta de manera desproporcionada a personas de 65 años de edad o mayores (∼36 por 100.000) y personas infec- tadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (∼20 por 100.000). Síndromes clínicos C. immitis es probablemente el patógeno fúngico más virulento en el ser humano. La inhalación de un pequeño número de artroconidios produce una coccidioidomicosis Figura 72-7 Fase micelial de Coccidioides immitis. Figura 72-8 Esférula de Coccidioides immitis llena de endosporas. Figura 72-6 Ciclo vital de las fases micelial (saprobia) y levadurifor- me (parasitaria) de Coccidioides immitis. 668 MICROBIOLOGÍA MÉDICA primaria, que puede consistir en una enfermedad pulmonar asintomática (∼60% de los pacientes) o un proceso seudo- gripal de resolución espontánea que se caracteriza por la presencia de fiebre, tos, dolor torácico y pérdida de peso. Los pacientes con coccidioidomicosis primaria pueden presentar diversas reacciones alérgicas (∼10%) como consecuencia de la formación de complejos inmunitarios; entre ellas cabe citar el exantema maculoeritematoso, el eritema multiforme y el eritema nudoso. La enfermedad primaria suele remitir sin necesidad de tratamiento alguno y confiere una potente inmuni- dad específica frente a la reinfección, que se puede detectar a través de la prueba cutánea de la coccidioidina. En los pacientes con síntomas durante 6 semanas o más, la enfer- medad evoluciona hacia una coccidioidomicosis secundaria con nódulos, enfermedad cavitaria o enfermedad pulmonar progresiva (5% de los casos); la diseminación uni o multisis- témica tiene lugar en un 1% de esta población. Como loca- lizaciones extrapulmonares de la infección se han descrito la piel, los tejidos blandos, los huesos, las articulaciones y las meninges. Las personas pertenecientes a ciertos grupos étnicos (p. ej., filipinos, afroamericanos, indios americanos, hispanos) presentan el riesgo más elevado de diseminación, y la afectación meníngea es una secuela frecuente en este grupo (tabla 72-3). Junto con el origen étnico, los varones (9:1), las mujeres en el tercer trimestre de gestación, los individuos con inmunodeficiencias celulares (como el SIDA, el trasplante de órganos y los tratados con antagonistas del factor de necrosis tumoral [TNF]) y los individuos con edades extremas tienen mayor riesgo de padecer una forma diseminada (tabla 72-3). La mortalidad de la enfermedad di- seminada supera el 90% en ausencia de tratamiento y es frecuente la infección crónica. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la coccidioidomicosis exige el estudio ana- tomopatológico de material tisular o material clínico de otro tipo, el aislamiento del hongo en cultivo y la realización de pruebas serológicas (v. tabla 72-2). La visualización micros- cópica directa de esférulas endosporuladoras en muestras de esputo, exudados o tejido se considera suficiente para establecer el diagnóstico (v. fig. 72-8) y se prefiere al cul- tivo debido a la elevada infectividad del hongo micelial en condiciones in vitro. Es preciso examinar directamente los exudados clínicos en hidróxido potásico (KOH) al 10-20% con blanco de calcoflúor; las muestras tisulares de biopsia se tiñen mediante H-E o tinciones específicas para hongos, como GMS o PAS (v. fig. 72-8) Las muestras clínicas se pueden cultivar en medios micológicos estándar a 25 °C. Las colonias de C. immitis se desarrollan en un plazo de 3-5 días, y la esporulación típica se observa después de 5-10 días. Debido a la eleva- da infectividad del patógeno, se deben sellar las placas o tubos con cinta permeable a gases (placas) o tapones de rosca (tubos), y únicamente se examinarán en una cabina de bioseguridad. La identificación de C. immitis a partir de un cultivo se logra mediante las pruebas de inmunodifu- sión (ID) de exoantígenos o de hibridación de ácidos nucleicos.La conversión in vitro de la forma micelial en esférulas no se suele llevar a cabo fuera del ámbito de los estudios de investigación. Se dispone de varias pruebas serológicas para el cribado ini- cial, la confirmación o la evaluación pronóstica (v. tabla 72-2). En la fase inicial del diagnóstico, la combinación de la prueba de ID y la prueba de aglutinación de partículas de látex (APL) logra detectar alrededor de un 93% de los casos. Las pruebas de fijación del complemento (FC) y de precipi- tina en tubo (PT) también se emplean en el diagnóstico y el pronóstico. Con frecuencia, los estudios pronósticos utilizan títulos seriados de fijación del complemento; los títulos en aumento suponen un signo pronóstico desfavorable, mientras que los títulos en disminución son indicativos de mejoría. No se dispone de pruebas comerciales para la detección de antígenos; sin embargo, en pacientes con enfermedad aguda a menudo se ven resultados falsos positivos con la prueba de antígenos de Histoplasma. Tratamiento La mayor parte de los pacientes con coccidioidomicosis primaria no requieren ningún tratamiento antifúngico es- pecífico. Se debe instaurar un tratamiento en las personas con factores de riesgo (v. tabla 72-3), como las receptoras de un trasplante de órganos, las infectadas por VIH, las tratadas con dosis altas de corticoides o aquellas con indicios de una infección de excepcional gravedad. La coccidioidomicosis primaria en el tercer trimestre del embarazo o en el trans- curso del puerperio precisa de un tratamiento con anfote- ricina B. Los pacientes inmunodeprimidos o con neumonía difusa han de recibir anfotericina B seguida de un azol (fluconazol, itraconazol, posaconazol o voriconazol) como tratamiento de mantenimiento. La duración mínima del tratamiento debe ser de 1 año. Los pacientes inmunodeprimidos deben continuar con un azol oral como profilaxis secundaria. La neumonía cavitada crónica se debe tratar con un azol oral durante al menos 1 año. En los individuos con una res- puesta subóptima se puede emplear otro azol (p. ej., cambio de itraconazol a fluconazol), incrementar la dosis del azol en el caso del fluconazol o sustituir el azol por anfoterici- na B. La cirugía es necesaria en caso de rotura de la cavidad hacia el espacio pleural, hemoptisis o lesiones resistentes localizadas. El tratamiento de las infecciones diseminadas extrapul- monares no meníngeas se basa en la administración de azoles por vía oral, ya sea con fluconazol o con itraconazol (tam- bién se puede administrar posaconazol o voriconazol). En los pacientes con afectación vertebral o una respuesta clínica inadecuada se recomienda el tratamiento con anfoterici- na B junto con el desbridamiento quirúrgico y la estabilización de la lesión. La coccidioidomicosis meníngea se trata mediante la administración de fluconazol o itraconazol (alternativa Tabla 72-3 Factores de riesgo de la coccidioidomicosis diseminada Factor de riesgo Riesgo máximo Edad Lactantes y ancianos Sexo Varones Genética Filipinos > afroamericanos > indios americanos > hispanos > asiáticos título de anticuerpos plasmáticos mediante FC >1:32 Embarazo Último trimestre de la gestación y puerperio Prueba cutánea Negativa Inmunodepresión celular Neoplasia, quimioterapia, tratamiento con corticoides, infección por VIH FC, fijación del complemento; VIH, virus de la inmunodeficiencia humana. De Mitchell TG: Systemic fungi. En Cohen J, Powderly WG, editores: Infectious diseases, 2.ª ed., St Louis, 2004, Mosby. MICOSIS SIStÉMICAS CAUSADAS POR HONGOS DIMóRFICOS 669 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. secundaria debido a la deficiente penetración en el SNC) de forma indefinida. También se puede administrar posaconazol o voriconazol. La administración intratecal de anfotericina B tan sólo se recomienda en caso de fracaso del tratamiento con azoles como consecuencia de la toxicidad asociada a esta vía de administración. HistoPlAsmosis (caso clínico 72-3) La histoplasmosis se debe a la infección por dos variedades de Histoplasma capsulatum: H. capsulatum var. capsulatum y H. capsulatum var. duboisii (v. tabla 72-1). H. capsulatum var. capsulatum causa infecciones pulmonares y diseminadas en la mitad oriental de EE.UU. y la mayor parte de Latino- américa, mientras que H. capsulatum var. duboisii produce principalmente lesiones cutáneas y óseas, y se localiza en las zonas tropicales de África (v. fig. 72-2). Morfología Ambas variedades de H. capsulatum presentan dimorfismo térmico y son capaces de desarrollarse como formas filamen- tosas hialinas en la naturaleza y los cultivos a 25 °C, y como una levadura intracelular de gemación en tejido y cultivos incubados a 37 °C (figs. 72-9, 72-10 y 72-11; v. tabla 72-2). En cultivo, las formas miceliales de H. capsulatum var. capsu latum y var. duboisii no se diferencian entre sí a nivel macros- cópico ni microscópico. Las colonias filamentosas crecen len- tamente y se desarrollan como colonias de hifas blanquecinas o marrones tras un período de varios días a 1 semana. La forma filamentosa produce dos tipos de conidios: 1) macroconidios esféricos de pared gruesa y gran tamaño (8 a 15 mm) con proyecciones espiculares (macroconidios tuberculados) que surgen de unos cortos conidióforos (fig. 72-12; v. fig. 72-1) y 2) pequeños microconidios ovalados (2 a 4 mm) con paredes lisas o algo rugosas, sésiles o situados en pedúnculos cortos (v. figs. 72-1 y 72-12). Las formas levaduriformes presentan una pared delgada, son ovaladas y miden entre 2 y 4 mm (var. capsulatum) (v. fig. 72-10) o bien poseen una pared más gruesa y un tamaño comprendido entre 8 y 15 mm (var. duboisii) (v. fig. 72-11). Las levaduras de ambas variedades de H. capsulatum son intracelulares in vivo y son uninucleadas (v. figs. 72-10 y 72-11). Figura 72-9 Fase micelial de Histoplasma capsulatum que muestra macroconidios con forma de tubérculo. Figura 72-10 Preparación teñida con Giemsa en la que se aprecia la fase levaduriforme intracelular de Histoplasma capsulatum var. capsulatum. CASO CLÍNICO 72-3 Histoplasmosis diseminada Mariani y Morris (Infect Med 24(Suppl 8):17-19, 2007) describieron un caso de histoplasmosis diseminada en una paciente con síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Se trataba de una mujer de El Salvador de 42 años que fue ingresada en el hospital para valorar una dermatosis progresiva que afectaba a la narina, la mejilla y el labio derechos, a pesar del tratamiento antibiótico. La mujer era positiva para el VIH (recuento de linfocitos CD4, 21/ml) y había residido en Miami durante los últimos 18 años. La lesión comenzó en la narina derecha 3 meses antes del ingreso. La mujer acudió a consulta y recibió tratamiento con antibióticos orales, sin respuesta. Durante los 2 meses siguientes la lesión creció hasta afectar a la narina derecha y la región malar y se acompañó de fiebre, malestar y pérdida de 25 kg de peso. Se desarrolló un área necrótica en la parte superior de la narina derecha, que se extendió hasta el labio superior. Se planteó el diagnóstico de sospecha de leishmaniasis, en parte por el país de origen de la paciente y la posible exposición a picaduras por flebótomos. Los estudios de laboratorio mostraron anemia con linfopenia. La radiografía de tórax fue normal y la TC craneal mostró una masa de tejidos blandos en la cavidad nasal derecha. La valoración anatomopatológica de la biopsia cutánea mostró inflamación crónica con levaduras de gemación intracitoplásmicas. El cultivo de la biopsia mostró la presencia de Histoplasma capsulatum, y los resultados de una prueba para detección del antígeno de Histoplasma en la orina fueron positivos. La paciente recibió tratamiento con anfotericina B seguida de itraconazol, con buenos resultados. Este caso muestra la capacidad de H. capsulatum de permanecer latente durante muchos años y reactivarse cuando el hospedadorse encuentra inmunodeprimido. Las manifestaciones cutáneas de la histoplasmosis suelen ser consecuencia de la progresión de una enfermedad de primaria (latente) a diseminada. La histoplasmosis no es endémica en el sur de Florida, pero es endémica en gran parte de Latinoamérica, donde la paciente había vivido antes de trasladarse a Miami. Un elevado índice de sospecha y la confirmación mediante biopsia cutánea, cultivos y determinación de antígenos en la orina resultan fundamentales para realizar un tratamiento oportuno y adecuado de la histoplasmosis diseminada. 670 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Epidemiología La histoplasmosis producida por la variedad capsulatum se localiza en las extensas regiones de los valles de los ríos Ohio y Misisipi en EE.UU., en México, en Centroamérica y Sud- américa (v. fig. 72-2 y tabla 72-1). La histoplasmosis debida a la variedad duboisii, o histoplasmosis africana, se distribuye en las zonas tropicales de África (como Gabón, Uganda y Kenia) (v. fig. 72-2 y tabla 72-1). El hábitat natural de la forma micelial de ambas varieda- des de H. capsulatum es el suelo con un elevado contenido en nitrógeno, como el existente en áreas contaminadas por excrementos de ave o murciélago. Los brotes de histoplas- mosis se han asociado a la exposición a dormideros de aves, cuevas, edificios deteriorados y proyectos de renovación urbana con actividades de excavación y demolición. Se cree que los brotes son consecuencia de la formación de partículas aerosolizadas portadoras de macroconidios y fragmentos miceliales a partir del suelo alterado y de su ulterior inha- lación por parte de los individuos expuestos (v. fig. 72-12). Aunque las tasas de ataque pueden alcanzar un 100% en algunas de estas exposiciones, la mayoría de los casos suelen ser asintomáticos y únicamente se detectan por medio de pruebas cutáneas. Los individuos inmunodeprimidos y los niños presentan una tendencia más acusada a padecer una enfermedad sintomática con cualquiera de las variedades de Histoplasma. La reactivación del proceso y su diseminación son frecuentes en las personas inmunodeprimidas, especial- mente las afectadas por el SIDA. Síndromes clínicos La vía habitual de infección por ambas variedades de His toplasma consiste en la inhalación de microconidios, que germinan para dar lugar a levaduras en el interior del pulmón, donde pueden permanecer localizadas o bien diseminarse por vía hematógena o linfática (v. fig. 72-12). Los microconidios son fagocitados con rapidez por los macrófagos y los neu- trófilos pulmonares, y se cree que su conversión a la forma de levadura parasitaria tiene lugar en el interior de estas células. Histoplasmosis por H. capsulatum var. capsulatum La presentación clínica de la histoplasmosis producida por H. capsulatum var. capsulatum depende de la intensidad de la exposición y el estado inmunológico del hospedador. Un 90% de los individuos sometidos a una exposición leve presentan una infección asintomática. Sin embargo, la mayor parte de las personas muestran síntomas tras su exposición a un inócu- lo de gran tamaño. La forma de resolución espontánea de la histoplasmosis pulmonar aguda se caracteriza por un proceso seudogripal con fiebre, escalofríos, cefalea, tos, mialgia y dolor torácico. Pueden existir indicios radiológicos de linfadenopa- tía hiliar o mediastínica e infiltrados pulmonares parcheados. La mayoría de las infecciones agudas remiten en ausencia de asistencia complementaria y no exigen la administración de tratamiento antifúngico específico alguno. En algunos casos poco frecuentes, generalmente tras una exposición de gran intensidad, se puede observar un síndrome disneico agudo. En alrededor del 10% de los pacientes se puede apreciar la presencia de secuelas inflamatorias, como una linfadenopatía persistente con obstrucción bronquial, artritis, artralgias o pe- ricarditis. Otra complicación infrecuente de la histoplas- mosis es un trastorno conocido como fibrosis mediastínica, en la que la persistencia de la respuesta del huésped frente al microorganismo puede originar una fibrosis masiva con constricción de ciertas estructuras mediastínicas, como el corazón y los grandes vasos. La histoplasmosis pulmonar progresiva puede seguir a la infección aguda en cerca de 1 de 100.000 casos/año. Los síntomas pulmonares crónicos se asocian a la presencia de cavidades apicales y fibrosis, y son más probables en los pa- cientes con una enfermedad pulmonar subyacente previa. Por lo general, estas lesiones no remiten de forma espontánea y la persistencia del microorganismo provoca un proceso progresivo de destrucción y fibrosis desencadenado por la respuesta inmunitaria del hospedador. La histoplasmosis diseminada sigue a la infección aguda en 1 de cada 2.000 adultos y es notablemente más frecuente en los niños y los adultos inmunodeprimidos. La enfermedad diseminada puede adquirir una evolución crónica, subaguda o aguda. La histoplasmosis crónica diseminada se caracteriza por pérdida de peso y fatiga, acompañada o no de fiebre. Es frecuente la presencia de úlceras bucales y hepatoespleno- megalia. La histoplasmosis diseminada subaguda se caracteriza por fiebre, pérdida de peso y malestar. Son prominentes las Figura 72-11 Corte tisular teñido con hematoxilina y eosina en el que se observan las formas levaduriformes intracelulares de Histoplasma capsulatum var. duboisii. (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange.) Figura 72-12 Ciclo vital de las fases micelial (saprobia) y levadurifor- me (parasitaria) de Histoplasma capsulatum. MICOSIS SIStÉMICAS CAUSADAS POR HONGOS DIMóRFICOS 671 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. úlceras orofaríngeas y la hepatoesplenomegalia. La afecta- ción de la médula ósea puede producir anemia, leucopenia y trombocitopenia. Otras localizaciones que pueden verse afectadas son las glándulas suprarrenales, las válvulas cardía- cas y el SNC. En ausencia de tratamiento, la histoplasmosis diseminada subaguda comporta la muerte del paciente en un plazo de 2 a 24 meses. La histoplasmosis diseminada aguda constituye un proceso fulminante que afecta con una frecuencia mayor a los indivi- duos con una acusada inmunodepresión, como pacientes con SIDA, receptores de un trasplante de órganos y pacientes tratados con corticoides u otros fármacos inmunodepresores. Por otra parte, los niños menores de 1 año de edad y los adultos con afecciones inmunodepresoras también presen- tan riesgo de contraer la infección con posterioridad a una exposición suficiente al hongo. A diferencia de otras formas de histoplasmosis, la enfermedad diseminada aguda puede cursar con un cuadro semejante al del shock septicémico, con fiebre, hipotensión, infiltrados pulmonares y disnea aguda. El paciente también puede presentar úlceras y hemorragias bu- cales y gastrointestinales, insuficiencia suprarrenal, meningitis o endocarditis. En ausencia de tratamiento, la histoplasmosis diseminada aguda provoca la muerte en días o semanas. Histoplasmosis por H. capsulatum var. duboisii A diferencia de lo que se observa en la histoplasmosis clásica, las lesiones pulmonares son infrecuentes en la histoplas- mosis africana. La forma localizada de histoplasmosis por H. capsulatum var. duboisii representa un proceso crónico carac- terizado por una linfadenopatía regional con lesiones cutáneas y óseas. Las lesiones cutáneas son papulosas o nodulares y dan lugar a abscesos que se ulceran posteriormente. Alrede- dor de una tercera parte de los pacientes presentan lesiones óseas en las que destacan la osteólisis y la afectación de las articulaciones contiguas. Los huesos del cráneo, el esternón, las costillas y las vértebras resultan afectados con una mayor frecuencia, a menudo con abscesos y fístulas suprayacentes. En los individuos muy inmunodeprimidos se puede observar una forma diseminadamás fulminante de la his- toplasmosis por H. capsulatum var. duboisii. Se produce una diseminación por vía hematógena y linfática a la médula ósea, el hígado, el bazo y otros órganos que se caracteriza por la presencia de fiebre, linfadenopatía, anemia, pérdida de peso y organomegalia. Esta forma de la enfermedad es siempre mortal, excepto en los pacientes que reciben un diagnóstico y tratamiento precoces. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la histoplasmosis se puede efectuar median- te microscopia directa, cultivos de sangre, médula ósea u otro material clínico, y pruebas serológicas, como la detección de antígeno en sangre y orina (tablas 72-4; v. tabla 72-2). La fase levaduriforme del microorganismo se detecta en el esputo, líquido de lavado broncoalveolar, frotis de sangre periférica, muestras de médula ósea y tejidos teñidos con Giemsa, GMS o PAS (v. fig. 72-10). En los cortes tisulares, las células de H. capsulatum var. capsulatum son células levaduriformes, uninucleadas, hialinas, esféricas a ovaladas, de diámetro com- prendido entre 2 y 4 mm, y portan gemaciones solitarias unidas a ellas por una estrecha base. Las células suelen ser intracelulares y aparecen formando grupos. Las células de H. capsulatum var. duboisii también son células levadurifor- mes intracelulares uninucleadas, aunque son notablemente mayores (8 a 15 mm) y presentan unas gruesas paredes con «doble contorno». Por lo general, se hallan en el interior de macrófagos y células gigantes (v. fig. 72-11). Los cultivos de muestras respiratorias, sangre, médula ósea y tejido resultan de utilidad en los pacientes con enfermedad diseminada como consecuencia de la elevada cantidad de hongos. Su valor se ve reducido en la enfermedad de resolu- ción espontánea o localizada (v. tabla 72-4). El desarrollo in vitro de la forma micelial es lento y, una vez aislada, se debe confirmar la identificación mediante la conversión a la fase de levadura o la aplicación de pruebas de exoantígenos o hibridación de ácidos nucleicos. Como sucede en el caso de otros patógenos dimórficos, los cultivos de Histoplasma se deben manipular en el interior de una cabina de bioseguridad. El diagnóstico serológico de la histoplasmosis exige la rea- lización de pruebas de detección de antígenos y anticuerpos (v. tabla 72-2). Entre las pruebas de detección de anticuer- pos se encuentra la prueba de FC y la prueba de ID. Por lo general, estas pruebas se realizan de forma conjunta con el fin de maximizar la sensibilidad y la especificidad, aunque ninguna de ellas resulta útil en el contexto agudo y ambas suelen arrojar resultados negativos en los pacientes inmuno- deprimidos con una infección diseminada. La detección del antígeno de Histoplasma en plasma y orina por medio del enzimoinmunoanálisis se ha convertido en una prueba de gran utilidad, en especial en el diagnóstico de la enfermedad diseminada (v. tablas 72-2 y 72-4). La sensibilidad de la detección antigénica es mayor en las mues- tras de orina que en las de sangre y abarca de un 21% en la enfermedad pulmonar crónica a un 92% en la forma disemi- nada. Las determinaciones seriadas del antígeno se pueden usar para valorar la respuesta al tratamiento y confirmar la recidiva de la enfermedad. Tratamiento La primera decisión ha de centrarse en la necesidad de un tratamiento antifúngico específico, ya que la mayoría de los pacientes con histoplasmosis se recuperan en ausencia de tratamiento. Algunos individuos inmunodeprimidos afectados por una forma más grave de la infección pueden presentar síntomas prolongados y beneficiarse de la administración de itraconazol. En los casos de histoplasmosis pulmonar aguda grave con hipoxemia y síndrome disneico agudo se debe ad- ministrar anfotericina B seguida de itraconazol por vía oral a lo largo de 12 semanas. La histoplasmosis pulmonar crónica también requiere tratamiento, ya que suele progresar en ausencia de éste. Se recomienda utilizar anfotericina B seguida de itraconazol durante un período de 12 a 24 meses. En general, la histoplasmosis diseminada responde ade- cuadamente al tratamiento con anfotericina B. Una vez es- tabilizado, el paciente puede recibir itraconazol por vía oral Tabla 72-4 Pruebas analíticas de detección de la histoplasmosis Sensibilidad (% de verdaderos positivos) en la enfermedad Prueba Diseminada Pulmonar crónica De resolución espontánea* Antígeno 92 21 39 Cultivo 85 85 15 Anatomía patológica 43 17 9 Serología 71 100 98 De Wheat LJ: Endemic mycoses. En Cohen J, Powderly WG, editores: Infectious diseases, 2.ª ed., St Louis, 2004, Mosby. *Comprende histoplasmosis pulmonar aguda, síndrome reumático y pericarditis. 672 MICROBIOLOGÍA MÉDICA a lo largo de un período comprendido entre 6 y 18 meses. Los individuos con SIDA pueden precisar un tratamiento de por vida con itraconazol. Entre los azoles alternativos están el posaconazol, el voriconazol y el fluconazol; sin embargo, se ha descrito resistencia secundaria al fluconazol en pacientes que reciben tratamiento de mantenimiento crónico. La histoplasmosis del SNC siempre es mortal en el pa- ciente no tratado. El fármaco de elección es la anfotericina B, seguida de fluconazol durante un período de 9 a 12 meses. Los pacientes con histoplasmosis mediastínica obstructiva grave han de recibir un tratamiento basado en anfoterici- na B. El itraconazol se emplea en el tratamiento ambulatorio. PArAcoccidioidomicosis La paracoccidioidomicosis es una micosis sistémica causada por el patógeno dimórfico Paracoccidioides brasiliensis. La infección se conoce también como blastomicosis sudame- ricana y representa la principal micosis producida por un hongo patógeno dimórfico en los países latinoamericanos. La paracoccidioidomicosis primaria suele afectar a individuos jóvenes y constituye un proceso pulmonar de resolución es- pontánea. En esta fase, rara vez muestra una evolución aguda o subaguda progresiva. La reactivación de una lesión latente primaria puede tener lugar algunos años después y originar una entidad pulmonar progresiva crónica con o sin afectación de otros órganos. Morfología La fase filamentosa de P. brasiliensis crece lentamente in vitro a 25 °C. Tras un período de incubación de 3 a 4 semanas, se observa la presencia de colonias blancas que finalmente adoptan un aspecto aterciopelado. También se pueden ob- servar colonias arrugadas glabras de color marrón. La forma micelial no es descriptiva ni diagnóstica, ya que se compone de hifas tabicadas hialinas con clamidoconidios intercalados. La identificación específica se basa en la conversión a la fase levaduriforme o los resultados de las pruebas de exoantígenos. La forma típica en fase de levadura se observa en tejidos y cultivos incubados a 37 °C. Las células levaduriformes ovaladas o redondas de tamaño variable (diámetro de 3 a más de 30 mm) con paredes refringentes dobles y yemas solita- rias o múltiples (blastoconidios) son características de este hongo (fig. 72-13). Los blastoconidios se conectan a la célula progenitora a través de un delgado istmo y una única célula puede originar seis o más tamaños, la denominada mor- fología de «rueda de timón». La variabilidad del tamaño y el número de blastoconidios y su conexión con la célu- la progenitora son características distintivas del patógeno (v. fig. 72-13). La tinción de GMS es la más adecuada para revelar dichas características, aunque también pueden visuali- zarse en tejidos teñidos con H-E o preparaciones de material clínico tratado con KOH. Epidemiología La paracoccidioidomicosis es una enfermedad endémica en Latinoamérica, aunque es más prevalente en Sudamérica que en Centroamérica (v. fig. 72-2). La incidencia más alta co- rresponde a Brasil, seguido de Colombia, Venezuela, Ecuador y Argentina. Todos los pacientes diagnosticados fuera de Latinoamérica habían vivido previamente en esta región. La ecología de las zonas endémicas incluye una humedad elevada,una vegetación exuberante, temperaturas mode- radas y suelo ácido. Estas condiciones imperan en los ríos de la selva amazónica y en pequeños bosques autóctonos de Uruguay. Se ha recuperado P. brasiliensis a partir de mues- tras edáficas obtenidas en estas áreas; sin embargo, no se conoce adecuadamente el nicho ecológico del patógeno. Se considera que la vía de entrada en el hospedador consiste en la inhalación o la inoculación traumática del hongo (fig. 72-14), aunque tampoco se ha caracterizado de manera detallada. La infección natural se ha comprobado exclusivamente en los armadillos. A pesar de que los niños pueden contraer la infección (incidencia máxima, 10 a 19 años), la enfermedad sinto- mática es poco frecuente en niños y adolescentes. En el adulto, la enfermedad se observa más a menudo en varones de edades comprendidas entre 30 y 50 años. La mayoría de los pacientes con enfermedad con manifestaciones clínicas residen en zonas rurales y tienen un contacto directo con el suelo. No se ha descrito ninguna epidemia ni la transmisión horizontal en el ser humano. La forma aguda progresiva de esta entidad se ha relacionado con una reducción de la inmunidad celular. Figura 72-13 Forma levaduriforme teñida con metenamina argéntica de Gomori de Paracoccidioides brasiliensis. Se aprecia la morfología de «rueda de timón» con numerosas yemas. (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange.) Figura 72-14 Ciclo vital de las fases micelial (saprobia) y levadurifor- me (parasitaria) de Paracoccidioides brasiliensis. MICOSIS SIStÉMICAS CAUSADAS POR HONGOS DIMóRFICOS 673 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Figura 72-15 Formas levaduriformes teñidas con metenamina argéntica de Gomori de Penicillium marneffei, incluidas formas con un tabique único, transversal, ancho (centro). (De Connor DH y cols.: Pathology of infectious diseases, Stamford, Conn, 1997, Appleton & Lange.) Síndromes clínicos La paracoccidioidomicosis puede ser subclínica o progresiva con formas pulmonares agudas o crónicas o formas disemi- nadas agudas, subagudas o crónicas de la enfermedad. La mayor parte de las infecciones primarias remiten espontá- neamente; no obstante, el microorganismo puede persistir en estado de latencia durante períodos prolongados y reacti- varse posteriormente para provocar una enfermedad clínica concomitante con alteración de las defensas inmunitarias. En pacientes jóvenes y en individuos inmunodeprimidos con una notable linfadenopatía, organomegalia, afectación medular y manifestaciones osteoarticulares semejantes a la osteomielitis se observa una forma diseminada subagu- da. La fungemia recurrente comporta la diseminación del patógeno y da lugar a abundantes lesiones cutáneas. Esta forma de la enfermedad no se asocia a lesiones pulmonares y mucosas. Habitualmente, los adultos acuden a consulta con una forma pulmonar crónica caracterizada por la presencia de pro- blemas respiratorios, que constituyen con frecuencia la única manifestación de la infección. La enfermedad evoluciona lentamente a lo largo de meses o años con una tos persistente, esputo purulento, dolor torácico, pérdida de peso, disnea y fiebre. Las lesiones pulmonares son nodulares, infiltrantes, fibróticas y cavitarias. A pesar de que un 25% de los afectados presentan so- lamente manifestaciones pulmonares de la enfermedad, la infección puede diseminarse a localizaciones extrapulmonares en ausencia de diagnóstico y tratamiento. Las localizaciones extrapulmonares más señaladas son la piel y la mucosa, los ganglios linfáticos, las glándulas suprarrenales, el hígado, el bazo, el SNC y los huesos. Las lesiones mucosas presentan dolor a la palpación y se ulceran, y suelen localizarse en la boca, los labios, las encías y el paladar. Más del 90% de los afectados son varones. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico se fundamenta en la demostración de la pre- sencia de formas levaduriformes características en el examen microscópico del esputo, líquido del lavado broncoalveolar, muestras de raspado o biopsia de las úlceras, drenado de pus de los ganglios linfáticos, líquido cefalorraquídeo o tejido (v. tabla 72-2). La visualización del microorganismo se lleva a cabo por medio de diversos métodos de tinción, como la fluorescencia con blanco de calcoflúor, H-E, GMS, PAS o Papanicolaou (v. fig. 72-13). La presencia de múltiples yemas diferencia a P. brasiliensis de Cryptococcus neoformans y B. dermatitidis. El aislamiento in vitro del hongo debe confirmarse median- te la demostración de su dimorfismo térmico o las pruebas de exoantígenos (detección de exoantígenos 1, 2 y 3). Es preciso manipular los cultivos en una cabina de bioseguridad. Las pruebas serológicas de inmunodifusión o fijación del complemento pueden resultar de utilidad para elaborar el diag- nóstico y evaluar la respuesta al tratamiento (v. tabla 72-2). Tratamiento El itraconazol es el fármaco de elección frente a casi todas las formas de la enfermedad; por lo general se administra durante un período de al menos 6 meses. Las infecciones de mayor gravedad o resistencia pueden necesitar un tratamien- to con anfotericina B, seguido de itraconazol o sulfamidas. Son frecuentes las recidivas asociadas al tratamiento con sulfamidas, cuya dosis y duración deben ajustarse en función de parámetros clínicos y micológicos. El fluconazol posee actividad frente al microorganismo, aunque las frecuentes recidivas han limitado su administración como tratamiento de la enfermedad. Peniciliosis Por p. marneFFei La peniciliosis por P. marneffei es una micosis diseminada producida por el hongo dimórfico Penicillium marneffei. Esta infección afecta al sistema fagocítico mononuclear y se registra principalmente en personas infectadas por el VIH en Tailandia y el sur de China (v. fig. 72-2). Morfología P. marneffei es la única especie patógena dimórfica del género Penicillium. En su fase micelial en cultivos a 25 °C desarro- lla estructuras esporuladoras características de este género (v. fig. 72-1). El proceso de identificación se ve facilitado por la formación de un pigmento rojo soluble que difunde hacia el agar (v. tabla 72-3). En los cultivos y los tejidos a 37 °C, P. marneffei crece como un microorganismo levaduriforme que se divide por fisión y presenta un tabique transversal (fig. 72-15). La forma en fase de levadura es intracelular in vivo, por lo que remeda la infección por H. capsulatum, aunque es más pleomorfa y alargada y carece de yemas (v. tabla 72-2 y figs. 72-10 y 72-15). Epidemiología P. marneffei se ha erigido en un destacado patógeno fúngico en las personas infectadas por VIH en el sureste asiático (v. fig. 72-2). Se han comunicado casos importados en Europa y EE.UU. A pesar de que la infección se ha descrito en individuos inmunocompetentes, la gran mayoría de los casos referidos desde 1987 se han dado en pacientes con SIDA u otros individuos inmunodeprimidos que residían en el sureste asiático o el sur de China o habían visitado esas regiones. La peniciliosis por P. marneffei constituye actualmente un indicador precoz de la infección por VIH en esa zona geográfica. Se ha aislado P. marneffei en ratas del bambú y, en ciertas ocasiones, en el suelo. Se ha refe- rido un caso de infección adquirida en el laboratorio en un individuo inmunodeprimido expuesto a la forma micelial en cultivo. 674 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Síndromes clínicos La peniciliosis por P. marneffei se debe a la inhalación de conidios de P. marneffei presentes en el medio ambiente por parte de un sujeto susceptible y el desarrollo de la infección diseminada. La infección puede remedar la tuberculosis, la leishmaniasis y otras infecciones oportunistas relaciona- das con el SIDA, como la histoplasmosis y la criptococosis. Los pacientes presentan fiebre, tos, infiltrados pulmonares, linfadenopatía, organomegalia,anemia, leucopenia y trom- bocitopenia. Las lesiones cutáneas reflejan la diseminación hematógena y son semejantes a las del molusco contagioso en la cara y el tronco. Diagnóstico de laboratorio P. marneffei se recupera con facilidad de muestras clínicas, como las de sangre, médula ósea, lavado broncoalveolar y tejidos. El aislamiento en cultivos incubados entre 25 °C y 30 °C de una forma micelial con la morfología típica de Penicillium y un pigmento rojo difusible es muy caracterís- tico del patógeno. La conversión a la fase de levadura a 37 °C confirma el diagnóstico de sospecha. La detección microscópica de las levaduras elípticas de fisión en el interior de fagocitos en frotis de médula ósea, lesiones cutáneas ulceradas o de ganglios linfáticos o en preparacio- nes de capa leucoplaquetaria tiene capacidad diagnóstica (v. fig. 72-15). Las pruebas serológicas están en fase de desarrollo. Tratamiento El tratamiento de elección es anfotericina B, acompañada o no de flucitosina. La administración de anfotericina B durante 2 semanas se debe seguir de itraconazol a lo largo de otras 10 semanas. Los pacientes con SIDA pueden precisar un tratamiento de por vida con itraconazol para evitar la recidiva de la infección. El tratamiento con fluconazol se ha asociado a una elevada tasa de fracaso, por lo que no se recomienda. CASO CLÍNICO y PREGUNtAS Un hombre de 44 años de Ottumwa, Iowa, decidió limpiar la chimenea con una bola de jugar a los bolos, que se estrelló en la chimenea entre una nube de polvo, suciedad y plumas. Diez días después su hijo y su esposa, que estaban en el salón cuando tiró la bola, ingresaron en el hospital con fiebre, tos e infiltrados pulmonares difusos en la radiografía de tórax. 1. ¿Cuál es el diagnóstico más probable? a. Fiebre del valle b. Blastomicosis pulmonar aguda c. Legionelosis d. Histoplasmosis pulmonar aguda 2. ¿Cómo confirmaría usted el diagnóstico? 3. ¿Cómo trataría usted a estos pacientes? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es BIBLIOGRAFÍA Anstead GM, Patterson TF: Endemic mycoses. In Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editors: Clinical mycology, ed 2, New York, 2009, Churchill Livingstone. 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