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Tiroides y fármacos antitiroideos

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La hormona tiroidea es esencial para el desarrollo normal, en especial del sistema nervioso central 
(SNC). En el adulto, la hormona tiroidea mantiene la homeostasis metabólica e influye en la función de 
prácticamente todos los aparatos y sistemas. Dicha hormona contiene yodo, que debe suministrarse 
a través del consumo dietético. La glándula tiroides contiene grandes reservas de hormona tiroidea en la 
forma de tiroglobulina. Estas reservas mantienen concentraciones sistémicas de hormona tiroidea pese 
a variaciones en la disponibilidad de yodo y del consumo nutricional. La secreción tiroidea ocurre de ma ‑ 
nera predominante en forma de la prohormona tiroxina, la cual se convierte en el hígado y en otros tejidos 
a la forma activa, triyodotironina. La activación local de la tiroxina ocurre en los tejidos efectores (p. ej., 
encéfalo e hipófisis) y cada vez se reconoce más como un paso regulador importante en la acción de la 
hormona tiroidea. Las concentraciones séricas de hormona tiroidea son objeto de regulación precisa 
a través de la tirotropina (TSH), una hormona hipofisaria mediante un sistema de retroalimentación ne ‑ 
gativa. Las acciones prominentes de la hormona tiroidea son mediadas a través de receptores nucleares 
de hormona tiroidea (TR) y modula la transcripción de genes específicos.
El hipertiroidismo e hipotiroidismo evidentes, por exceso o deficiencia de hormona tiroidea, suele rela‑
cionarse con manifestaciones clínicas espectaculares. La enfermedad leve a menudo tiene una presenta‑
ción clínica más sutil y se identifica con base en pruebas bioquímicas anormales de la función tiroidea. El 
hipertiroidismo materno y neonatal, por deficiencia de yodo, es la principal causa prevenible de retraso 
mental en todo el mundo. El tratamiento de pacientes con hipotiroidismo consiste de sustitución de hor‑
mona tiroidea. El tratamiento del hipertiroidismo incluye fármacos antitiroideos para disminuir la síntesis 
y secreción de hormona tiroidea, la destrucción de la glándula mediante la administración de yodo radiac‑
tivo o la ablación quirúrgica. En la mayor parte de los pacientes, los trastornos de la función tiroidea 
pueden curarse o controlarse. De la misma forma, los cánceres tiroideos son más a menudo localizados y 
susceptibles de resección. La enfermedad metastásica a menudo responde al tratamiento con yodo radiac‑
tivo, pero puede tornarse muy agresiva y no responder a los tratamientos convencionales.
TIROIDES
La glándula tiroides produce dos tipos de hormonas fundamentalmente diferentes. Los folículos tiroideos 
producen las hormonas tiroxina (T4) y la 3,5,3′- triyodotironina (T3). Las células parafoliculares tiroi ‑ 
de as (células C) producen calcitonina (capítulo 44).
BIOSínTESIS DE hORmOnaS TIROIDEaS. Las hormonas tiroideas se sintetizan y almacenan en forma de 
residuos de aminoácidos de tiroglobulina, una glucoproteína compleja constituida por 2U aparentemente 
idénticas (cada una de 330 kDa) que constituyen la mayor parte del coloide folicular tiroideo. La glándula 
tiroides es singular en almacenar grandes cantidades de una hormona potencial de esta forma y la tiro‑
globulina extracelular puede representar la mayor parte de la masa tiroidea. Los principales pasos en la 
síntesis, almacenamiento, liberación de interconversión de hormonas tiroideas se resumen en la figura 
39‑1 y se describen de la siguiente manera:
A. Captación de yodo. El yodo ingerido en la dieta alcanza la circulación en forma de ion yoduro (I-). Bajo circunstan‑
cias normales, la concentración de I- en sangre es muy baja (0.2 a 0.4 mg/100 ml; alrededor de 15 a 30 nmol), pero la
glándula tiroides realiza transporte activo del ion a través de una proteína específica unida a la membrana, conocida
como transportador paralelo de sodio-yoduro (NIS, sodium-iodide symporter). Como consecuencia, la razón de con ‑
centración de yodo tiroideo/plasmático suele encontrarse entre 20 y 50, y puede ser superior a 100 cuando hay esti‑
mulación de la glándula. El transporte de yodo se inhibe por diversos iones, como tiocianato y perclorato. En la
tirotropina (hormona estimulante del tiroides [TSH]) estimula la expresión génica del NIS y favorece la inserción de
la proteína del NIS en la membrana en una configuración funcional. Así, la disminución de las reservas de yodo
tiroideo incrementa la captación del ion, mientras que la administración de yodo puede invertir esta situación al
disminuir la expresión de la proteína del NIS. La acumulación de yodo en todo el organismo es mediada por un solo
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gen del NIS. Los individuos con mutaciones genéticas congénitas del NIS se acompañan de concentración defectuosa 
de yodo o ausencia de la concentración en todos los tejidos que se sabe concentran yodo.
B. Oxidación y yodación. La oxidación de yoduro a su forma activa se lleva a cabo a través de la peroxidasa tiroidea. 
Esta reacción ocasionó la formación de residuos de monoyodotirosilo (MIT) y diyodotirosilo (DIT) en la tiroglobu‑
lina justo antes de su almacenamiento extracelular en la luz del folículo tiroideo.
C. Formación de tiroxina y triyodotironina a partir de las yodo tirosinas. El resto de los pasos de la síntesis consiste en el 
acoplamiento de dos residuos de diyodotirosilo para formar triyodotironina (T3). Estas reacciones de oxidación son 
catalizadas por la peroxidasa tiroidea. La T3 intratiroidea y secretada también se produce mediante la desyodación 5ʹ 
de la tiroxina.
D. Reabsorción y proteólisis del coloide; E. Desyodación de MIT y DIT; F. Desyodación de T4; G. Secreción de hormona 
tiroidea. Como la T3 y T4 se sintetizan y almacenan en la tiroglobulina, la proteólisis es una parte importante del 
proceso de secreción. Este proceso se inicia por endocitosis del coloide desde la luz folicular en la superficie apical 
de la célula, con participación del receptor de tiroglobulina, megalina. Esta tiroglobulina se observa como gotas de 
coloide intracelular, que en apariencia se fusionan con los lisosomas que contienen las enzimas proteolíticas necesa‑
rias. La TSH incrementa la degradación de la tiroglobulina al aumentar la actividad de las tiolendopeptidasas de los 
lisosomas, que desdoblan de manera selectiva la tiroglobulina, dando origen a compuestos intermedios que contienen 
hormona y que más tarde son procesados por acción de las exopeptidasas. La hormona liberada sale de la célula, en 
su mayor parte en forma de T4, alguna como T3, a través de un proceso de desyodación (figura 39‑2) que ocurre 
en los tejidos periféricos (figura 39‑3).
cOnVERSIÓn DE T4 a T3 En lOS TEjIDOS pERIféRIcOS. La producción diaria normal de T4 se calcula 
entre 80 y 100 mg; la producción de T4 se encuentra entre 30 y 40 mg. Aunque la tiroides secreta T3, el 
metabolismo de T4, por desyodación 5¢ del anillo externo en los tejidos periféricos, explica casi 80% de 
la hormona T3 circulante. Por el contrario, la eliminación del yodo en la posición 5 del anillo interno 
produce una 3, 3¢, 5¢‑triyodotironina, que es inactiva desde el punto de vista metabólico (y que se conoce 
como T3 inversa o rT3; figura 39‑2). En condiciones normales, casi 40% de la T4 se convierte a rT3 y cerca 
de 20% se metaboliza a través de otras vías, como la glucuronidación en el hígado y la excreción de la 
bilis. Las concentraciones circulantes normales de T4 en el plasma varían de 4.5 a 11 mg/100 ml; las de T3 
se encuentran en aproximadamente 1/100 de esta cifra (60 a 180 ng/100 ml). La triyodotironina tiene una 
afinidad mucho mayor para el receptor nuclear de hormona tiroidea en comparación con la tiroxina y 
tiene mayor potencia biológica con base molar.
figura 39-1 Principales vías para la biosíntesis y 
liberación de las hormonas tiroideas. Abreviaturas: Tg, 
tiroglobulina; DIT, diyodotirosina; MIC, monoyodotiro-
sina; TPO, peroxidasa tiroidea; HOI, ácido hipoyodoso; 
especies unidas a enzimas; D1 y D2, desyodasas; PTU, 
propiltiouracilo;MMI, metimazol. 
Membrana
basolateral
Membrana
apical Coloide
DIT
MIT
T4
T3
T4, T3
Transporte de yodo
INHIBIDOR
I–
I–
T4 T3
I–
TPO
+
H2O2
TPO
+
H2O2
Tg Tg
I–
I–
I–
Na+ Na+
Na+
K+
NIS
ATPasa
Pendrina
TgI–
o
HOI
or
EOI
PASO METABÓLICO
ClO4
–, SCN
PTU, MMI
PTU, MMI
Colquicina, Li+, I–
Dinitrotirosina
PTU
Yodación
Acoplamiento
Reabsorción de coloide
Desyodación de
DIT + MIT
Desyodación de T4
A
A
B
C
D
E
F
D1SecreciónG
E
D
B C
F
G
DIT
MIT
DIT
MIT
T4
T3
Deshalogenasa
D1, D2
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Existen tres desyodasas de la 3-yodotironina. Las formas 1 y 2 (D1, D2) convierten T4 a T3. D1 se expresa principal‑
mente en el hígado y riñón y también en la tiroides e hipófisis (figura 39‑3). Sufre regulación descendente en casos 
de hipertiroidismo; ocurre regulación ascendente en casos de hipotiroidismo y es inhibida por acción del fármaco 
antiti roideo propiltiouracilo. D2 se expresa principalmente en el SNC (lo que incluye hipófisis e hipotálamo) y en el 
tejido adiposo pardo, también en la tiroides y, en muy bajas concentraciones, en el músculo estriado. La actividad de 
D2 no se ve afectada por acción del propiltiouracilo. D2 se localiza en el retículo endoplásmico, lo que facilita el 
acceso a la T3 generada por D2 hacia el núcleo. Esto explica por qué los órganos que expresan D2 tienden a utilizar 
la T3 producida de forma local. D2 es regulada por T4, de forma que se encuentra incremento de las concentraciones 
de la enzima en individuos con hipotiroidismo y hay disminución de las concentraciones en individuos con hiperti‑
roidismo. La desyodasa de tipo 3 (D3) cataliza la 5‑desyodación o al nivel del anillo interno y es la principal vía de 
inactivación del metabolismo de T3; D1 realiza esta función en cierta medida. D3 se encuentra en mayores concen‑
traciones en el SNC y en la placenta y también se expresa en la piel y el útero. La desyodasa 3 contiene un aminoá‑
cido poco común, la selenocisteína en sus sitios activos. La mutación en una de tales proteínas, la proteína 2 
transportadora de SECIS, se asocia con concentraciones circulantes anormales de hormona tiroidea.
TRAnSpORTE DE hORMOnAS TIROIDEAS En SAnGRE. Las hormonas tiroideas son transportadas en la sangre 
en unión fuerte, pero no covalente, con ciertas proteínas plasmáticas.
figura 39-2 Vías de la desyodación de la yodotironina.
figura 39-3 Isoenzimas de las desyodasas. D1, 5’-desyodasa de 
la yodotironina tipo I; D2, 5’-desyodasa de la yodotironina tipo 
II; D3, 5’-desyodasa de la yodotironina tipo III.
HO O CH2
NH2
CHCOOH
I
II
I
HO HOO OR R
II
I I
II
HO O R
I
I
HO O R
I II
HO O R
I
HO O R
I I
HO O R
T4
T3
3,5-T2
3-T1 3′-T1
3,3′-T2 3′,5′-T2
rT3
3'
5'
3
5
Hígado
Riñón
Tiroides
Encéfalo
Hipó�sis
Corazón
Grasa parda
Músculo estriado
Tiroides
Placenta
Piel
Encéfalo
Útero
Sitios de 
 in�amación
T3
T4
rT3
D1 D2
D3
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La globulina transportadora de tiroxina (TBG, thyroxine-binding globulin) es la principal molécula transportadora 
de hormona tiroidea. Es una glucoproteína que se une a una molécula de T4 por moléculas de proteína con una gran 
afinidad (Kd cercana a 10-10 moles). La T3 se une con menos avidez. La tiroxina también se une a la transtiretina 
(prealbúmina transportadora de tiroxina), una proteína transportadora de retinol, a diferencia de T3, que no se une a 
dicha proteína. Esta proteína se encuentra presente en concentraciones más elevadas que TBG y se une principal‑
mente a T4 con una Kd cercana a 10-7 moles. La albúmina también puede unirse a T4 cuando se saturan transportadores 
más ávidos, pero es poco clara su importancia fisiológica. La unión de hormonas tiroideas a las proteínas plasmáticas 
protege las hormonas del metabolismo y la excreción, lo que ocasiona que se prolongue su semivida en la circulación. 
La hormona libre (no unida) corresponde a un porcentaje pequeño (casi 0.03% de T4 y alrededor de 0.3% de T3) de 
la hormona total en plasma. La afinidad diferencial de unión con proteínas séricas también contribuye al estableci‑
miento de las diferencias de 10 a 100 veces en las concentraciones de hormona circulante y la sensibilidad de T4 y T3.
Sólo la hormona no unida a proteínas tiene actividad metabólica. Por el elevado grado de unión de las hormonas 
tiroideas a las proteínas plasmáticas, los cambios en las concentraciones de estas proteínas o de la afinidad de unión 
de las hormonas con las proteínas tiene efectos importantes en las concentraciones totales de hormonas séricas. Cier‑
tos fármacos y varias alteraciones patológicas y fisiológicas pueden modificar la unión de hormonas tiroideas a las 
proteínas plasmáticas y la cantidad de estas proteínas (cuadro 39‑1).
DEGRADACIón y ExCRECIón. T3 y T4 pueden sufrir desyodación, pero también pueden ser metabolizadas 
por desdoblamiento, conjugación y descarboxilación oxidativa.
T4 se elimina con lentitud del organismo, con una semivida de seis a ocho días. En el hipertiroidismo, la semivida se 
acorta a tres a cuatro días, mientras que en el hipotiroidismo puede ser de nueve a 10 días. En enfermedades relacio‑
nadas con incremento de la unión a TBG, como el embarazo, se retrasa la eliminación de la hormona. Se ha obser‑
vado el efecto opuesto cuando se unen a proteínas que son inhibidas por ciertos fármacos (cuadro 39‑1). T3, que 
tienen menos avidez por unirse a proteínas, tiene una semivida cercana a un día.
El hígado es el principal sitio de degradación no relacionada con desyodación de las hormonas tiroideas; T3 y T4 se 
conjugan con ácido glucurónico y ácido sulfúrico y se excretan en la bilis. Parte de las hormonas tiroideas se liberan 
por hidrólisis de los conjugados en el intestino y sufren reabsorción. Una porción del material conjugado alcanza el 
colon sin cambios, donde sufre hidrólisis y se elimina en las heces en forma de compuestos libres.
FACTORES quE REGulAn lA SECRECIón DE hORMOnAS TIROIDEAS. La tirotropina o TSH es una hormona 
glucoproteínica con subunidades α y β, análogas a las de las gonadotropinas (cuadro 38‑2). La TSH se 
secreta en forma pulsátil y en patrones circadianos (las concentraciones son más elevadas durante el 
sueño, por la noche). La secreción de TSH se controla por un péptido hipotalámico conocido como hormo - 
na liberadora de tirotropina (TRH) y mediante la concentración de hormonas tiroideas libres en la circu‑
lación. La hormona tiroidea adicional inhibe la transcripción de los genes de TRH y de los genes que 
codifica las subunidades α y β de TSH, la cual suprime la secreción de TSH y ocasiona que la tiroides 
se torne inactiva y presenta regresión. Cualquier disminución en la tasa normal de secreción de hormona 
tiroidea por la glándula tiroides desencadena incremento de la secreción de TSH. Los mecanismos adi‑
cionales que median el efecto de la hormona tiroidea en la secreción de TSH parecen ser la reducción de 
la secreción de TRH por el hipotálamo y la reducción en el número de receptores de TRH en las células 
hipofisarias (figura 39‑4).
cuadro 39-1
factores que alteran la unión de la tiroxina a la globulina transportadora de tiroxina.
InCreMenTO De lA UnIón DIsMInUCIón De lA UnIón
Fármacos
Estrógenos, tamoxifeno
Moduladores selectivos de los receptores de estrógenos
Metadona, heroína
Clofibrato, 5‑fluorouracilo
Corticoesteroides, andrógenos
l‑asparaginasa, furosemida
Salicilatos, ácido mefenámico
Fármacos anticonvulsivos (difenilhidantoinato, 
carbamazepina)
Factores sistémicos
Hepatopatía, porfiria
Infección por VIH
Herencia
Enfermedades agudas y crónicas
Herencia
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hORmOna lIBERaDORa DE TIROTROpIna. La TRH es un tripéptido (l‑piroglutamil‑l‑histidil‑prolinamida) que es 
sintetizada por el hipotálamo y liberada hacia la circulación porta hipofisaria, donde interactúa con los receptores de 
TRH en las células tirotrofas en la hipófisis anterior. La uniónde TRH a su receptor, un receptor acoplado a proteína 
G (GPCR) estimula la vía de Gq‑PLC‑IP3‑Ca
2+ y causa la desactivación de PKC, lo que finalmente estimula la sínte‑
sis y liberación de TSH. Se han identificado dos receptores de TRH, TRH‑R1 y TRH‑R2, así como análogos selecti‑
vos para estos receptores. La somatostatina, dopamina y glucocorticoides inhiben la secreción de TSH estimulada por 
TRH.
accIOnES DE TSh En la glánDula TIROIDES. La TSH incrementa la síntesis y secreción de hormona tiroidea. 
Estos efectos ocurren después de la unión de TSH a su receptor (una GPCR) en la membrana plasmática de las células 
tiroideas. La unión de TSH a su receptor estimula la vía de Gs‑adenilato ciclasa‑cAMP. Las elevadas concentracio ‑ 
nes de TSH activan la vía de Gq‑PLC. Diversas mutaciones en el receptor de TSH ocasionan disfunción tiroidea 
evidente en la clínica.
yODO y funcIÓn TIROIDEa. La función tiroidea normal requiere un consumo adecuado de yodo; sin él, no pue den 
producirse cantidades normales de hormona, la TSH se secreta en exceso y ocurre hiperplasia e hipertrofia de la 
glándula tiroides. El incremento de tamaño y la estimulación de la tiroides dan origen a una notable eficacia en 
la extracción de los residuos de yodo de la sangre, desarrollando un gradiente de yodo que puede ser 10 veces supe‑
rior a lo normal; en la deficiencia leve a moderada de yodo, la glándula tiroides suele tener éxito en producir sufi‑
ciente hormona y en secretar de manera preferencial T3. En las deficiencias más graves de yodo, puede ocurrir 
hipotiroidismo en los adultos y cretinismo. Las concentraciones altas de yodo pueden inhibir la síntesis y liberación 
de tiroxina. En algunas regiones del mundo existe una notable prevalencia de bocio simple o no tóxico por el con‑
sumo insuficiente de yodo. La adición de yodo a la sal de mesa (NaCl) proporciona un método conveniente para 
administrar complementos de yodo. En Estados Unidos, la sal yodada proporciona 100 mg de yodo por gramo de sal. 
Las cantidades diarias recomendadas para el yodo varían de 90 a 120 mg para niños, 150 mg para adultos, 220 mg en 
mujeres embarazadas y 290 mg en periodos de lactancia. Las verduras, carne y pollo contienen mínimas cantidades 
de yodo, mientras que los lácteos y el pescado son relativamente ricos en yodo.
TRanSpORTE DE hORmOnaS TIROIDEaS. El paso transmembrana de hormonas tiroideas parece ser mediado por el 
transportador 8 de ácido monocarboxílico (MCT8, SLC16A2; véase cuadro 5‑2). El MCT8 se expresa ampliamente, 
lo que incluye el hígado, corazón y encéfalo. El MCT10 también transporta T3 y T4 y se expresa ampliamente, pero 
se desconoce su importancia fisiológica en el transporte de hormonas tiroideas in vivo. El transportador de aniones 
orgánicos OATP1C1 transporta de manera preferencial T4 en lugar de T3, se expresa ampliamente en capilares ence‑
fálicos y se emitió la hipótesis de que explica el transporte de T4 a través de la barrera hematoencefálica (capítulo 5).
figura 39-4 Regulación de la secreción de hor-
mona tiroidea. Innumerables estímulos neurales 
influyen en la secreción hipotalámica de hormona 
liberadora de tirotropina (TrH). la TrH estimula la 
liberación de tirotropina (TsH, hormona estimulante 
del tiroides) de la adenohipófisis; la TsH estimula la 
síntesis y liberación de hormonas tiroideas T3 y T4. 
T3 y T4 participan en un mecanismo de retroalimen-
tación negativa para inhibir la síntesis y liberación 
de TrH y TsH. la somatostatina (ssT) puede inhibir 
la acción de TrH, al igual que la dopamina y altas 
concentraciones de glucocorticoides. se necesitan 
bajas concentraciones de I- para la síntesis de 
tiroxina, pero las concentraciones elevadas inhiben 
la síntesis y liberación de tiroxina.
–
–
–
–
–
+
+
Dopamina
Glucocorticoides
Retinoides
Hipotálamo
Hipó�sis
TSH
Altas
concentraciones
de I–
SST
TRH
T4 y T3
Glándula tiroides
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mEDIacIÓn DE lOS EfEcTOS pOR REcEpTORES nuclEaRES. La acción de la hormona tiroidea es mediar 
en gran medida por la unión de T3 a los TR, que pertenecen a la superfamilia de receptores nucleares de 
los factores de transcripción.
La T3 se une al TR con una afinidad 10 veces superior en comparación con T4, además de que T4 no parece tener 
actividad biológica en condiciones normales. Los TR se unen a las secuencias específicas de DNA (elementos de 
respuesta a la hormona tiroidea [TRE]) en regiones promotoras/reguladoras de los genes efectores. La transcripción 
de la mayor parte de los genes sobre los que ejerce sus efectos se encuentran reprimidos por TR no unidos y la induc‑
ción ocurre después de la unión de T3. En el estado libre, no combinado, el ligando‑dominio de unión de TR interac‑
túa con un complejo correpresor que incluye las histona desacetilasas y otras proteínas. La unión de T3 causa la 
reubicación del complejo correpresor por un complejo coactivador que incluye histona acetiltransferasas, metil-
transferasas y otras proteínas. Otros genes en los cuales la hormona tiroidea ejerce sus efectos, como aquellos que 
codifica la TRH y las subunidades de TSH, sufren regulación negativa por acción de T3. El mecanismo no está bien 
definido, pero estos genes tienden a ser inducidos por el TR no unido además de sufrir represión por acción de T3.
Dos genes codifican los TR: THRA y THRB. THRA codifica el receptor TRα1, el cual se expresa en la mayor parte de 
los tipos celulares, pero su principal actividad consiste en la regulación de la frecuencia cardiaca, temperatura corpo‑
ral, función del músculo estriado y desarrollo de hueso e intestino delgado. El corte y empalme alternativo del trans‑
crito primario de TRα ocasiona la producción de TRα2, que carece de parte del ligando‑dominio de unión (LBD, 
ligand-binding domain), no se une con T3 y no tienen función conocida. Un promotor crítico en el intrón 7 de THRA 
deriva la producción de pequeñas proteínas que contienen sólo una porción de TRα LBD y que parecen participar, 
junto con TRα1, en el desarrollo del tubo digestivo. El gen THRB tiene dos promotores que favorecen la produc ‑ 
ción de TRβ1 y TRβ2. Estos receptores tienen dominios amino terminal singulares, pero por lo demás son idénticos. 
TRβ1 es ubicuo; TRβ2 tiene un patrón de expresión muy restringido. Las mutaciones en THRB causan síndrome de 
resistencia a la hormona tiroidea. TRβ1 median efectos específicos en el metabolismo hepático (lo que incluye el 
efecto de T3 para reducir las concentraciones de colesterol); TRβ2 participa en el sistema de retroalimentación nega‑
tiva por T3 en la TRH hipotalámica y TSH hipofisaria y en el desarrollo de conos de la retina y del oído interno.
EfEcTOS nO gEnÓmIcOS DE la hORmOna TIROIDEa. Los TR se encuentran fuera del núcleo donde 
pueden ejercer sus efectos biológicos a través de un mecanismo rápido, no genómico.
Los TR se asocian de una manera dependiente de T3 con la subunidad p85α de la cinasa PI3, dando origen a la acti‑
vación de PKB/Akt. La vía PI3K/Akt tiene múltiples efectos. Por ejemplo, estimula la producción de NO por las 
células endoteliales, lo que ocasiona vasodilatación; por tanto, la administración de T3 causa vasodilatación rápida. 
Existe evidencia para las acciones no genómicas de la hormona tiroidea a través de receptores de la membrana plas‑
mática en la integrina αVβ3. Este receptor alterno se une al nivel extracelular con T4, con preferencia sobre T3, lo que 
ocasiona la activación de MAP cinasa. Aún se desconoce la importancia de las acciones no genómicas de la hormona 
tiroidea en aspectos de fisiología y fisiopatología.
Efecto de los metabolitos de la hormona tiroidea. La 3‑yodotironamina y la tironamina son metabolitos naturales de T4 
y son ligandos para el receptor 1 asociado con trazas de aminas (TAAR1, trace amine-associated receptor 1), que es 
un GPCR y cuya interacción es de relevancia desconocida en seres humanos.
pRIncIpalES EfEcTOS clínIcOS DE laS hORmOnaS TIROIDEaS
CRECIMIEnTO y DESARROllO.La hormona tiroidea desempeña una función crucial en el desarrollo ence‑
fálico por mecanismos que no se comprenden por completo. La ausencia de hormona tiroidea durante el 
periodo de neurogénesis activa (hasta seis meses después del parto) ocasiona retraso mental irreversible 
(cretinismo) y se acompaña de múltiples alteraciones morfológicas en el encéfalo. Estas graves alteracio‑
nes morfológicas son consecuencia de la alteración de la migración neuronal, alteración de las proyec‑
ciones axónicas y disminución de la sinaptogénesis. La administración de complementos de hormona 
tiroidea durante las primeras dos semanas de la vida posnatal previene el desarrollo de estos cambios 
morfológicos. Las acciones de las hormonas tiroideas en la síntesis de proteínas y actividad enzimáti ‑ 
ca no se limitan al encéfalo; la mayor parte de los tejidos se ven afectados por la administración de hormo ‑ 
na tiroidea o por su deficiencia. Las grandes alteraciones en el crecimiento y desarrollo en individuos con 
cretinismo ilustra con claridad los efectos nocivos de la falta de hormona tiroidea en individuos sanos.
El cretinismo suele clasificarse como endémico (causado por deficiencia extrema de yodo) o esporádico (consecuen‑
cia del desarrollo normal de la tiroides o por un defecto en la síntesis de hormona tiroidea). Los niños afectados se 
caracterizan por enanismo, tienen extremidades cortas, retraso mental, muestran inactividad, no se quejan ni presen‑
tan llanto espontáneo y tienen indiferencia al medio. Otras manifestaciones incluyen hinchazón de la cara, aumento 
de tamaño de la lengua, piel seca y pegajosa, disminución de la frecuencia cardiaca y disminución de la temperatura 
corporal. Para que el tratamiento sea eficaz, el diagnóstico debe llevarse a cabo antes de que estos cambios sean 
evidentes. En regiones con deficiencia endémica de yodo, es mejor iniciar el reemplazo de yodo antes del embarazo. 
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La detección de recién nacidos con deficiencia de la función tiroidea se lleva a cabo en Estados Unidos y en la mayor 
parte de los países industrializados.
EFECTOS TERMóGEnOS. La hormona tiroidea es necesaria para la termogénesis obligatoria (el calor es 
consecuencia de los procesos vitales) y para la termogénesis facultativa o adaptativa.
Sólo unos cuantos órganos, incluido el encéfalo, gónadas y bazo no responden a los efectos termógenos de T3. La 
termogénesis obligatoria es consecuencia de que T3 hace menos eficiente, desde el punto de vista termodinámico, 
los procesos biológicos para la producción de calor, pero esta vía incluye contribuciones cuantitativas que no se han 
definido por completo. La capacidad de T3 para inducir la ATPasa dependientes de Ca
2+ de músculo estriado (SERCA1) 
contribuye a la termogénesis al estimular la termogénesis mediante el reciclamiento de calcio entre el citosol y el 
retículo sarcoplásmico. Con excepción del tejido adiposo pardo, no existe evidencia de que el desacoplamiento de la 
fosforilación sea un mecanismo termógeno de importancia. Sin importar el mecanismo, la termogénesis es muy sen‑
sible a las hormonas tiroideas en el intervalo fisiológico: pequeños cambios en las dosis de sustitución de L tiroxina 
pueden alterar de manera significativa el consumo de energía en reposo en un individuo con hipotiroidismo. La 
capacidad de T3 para estimular la termogénesis ha evolucionado con efectos auxiliares para apoyar esta acción, tales 
como la estimulación del apetito y la lipogénesis.
EFECTOS CARDIOvASCulARES. Los individuos con hipertiroidismo tienen taquicardia, incremento del volu‑
men sistólico, aumento del índice cardiaco, hipertrofia cardiaca, disminución de la resistencia vascular 
periférica e incremento de la presión del pulso. El hipertiroidismo es una causa relativamente común de 
fibrilación auricular. Los pacientes con hipotiroidismo tienen bradicardia, disminución del índice cardiaco, 
derrame pericárdico, incremento de la resistencia vascular periférica, disminución de la presión del pulso 
y elevación de la presión arterial media.
La T3 regula la expresión génica miocárdica, principalmente a través de TRα1, que se expresa en concentraciones 
más elevadas en las células miocárdicas en comparación con TRβ. T3 acorta la relajación diastólica (efecto lusitró‑
pico) al inducir la expresión de la ATPasa del retículo sarcoplásmico SERCA2 y disminución del fosfolambano, un 
inhibidor de SERCA2. T3 incrementa la fuerza de contracción miocárdica (efecto inotrópico) en parte, al inducir la 
expresión de los conductos de rianodina, el conducto de calcio del retículo sarcoplásmico. T3 induce la codificación 
génica de la isoforma α de las cadenas pesadas de miosina (MHC) y disminuye la expresión del gen de MHCβ. Como 
MHCα dota la holoenzima miosina con mayor actividad de ATPasa, éste es uno de los mecanismos por medio de los 
cuales T3 incrementa la velocidad de contracción. El efecto cronotrópico de T3 es mediado por incremento en la 
co rriente iónica de marcapaso If en el nódulo sinoauricular. Varias proteínas que forman el conducto If son inducidas 
por T3, lo que incluye HCN2 y HCN4. T3 también parece tener un efecto vasodilatador no genómico directo sobre el 
músculo liso vascular, lo que puede contribuir a la disminución de la resistencia vascular sistémica y al incremento 
del gasto cardiaco en casos de hipertiroidismo.
EFECTOS METABólICOS. La hormona tiroidea estimula la expresión de los receptores hepáticos de la lipo‑
proteína de baja densidad (LDL) y el metabolismo del colesterol a los ácidos biliares, así que la hiperco‑
lesterolemia es una característica del hipotiroidismo.
La hormona tiroidea tiene efectos complejos en el metabolismo de los carbohidratos. La tirotoxicosis es un estado de 
resistencia a la insulina. Los defectos posreceptor se manifiestan por agotamiento de las reservas de glucógeno, 
incremento de la gluconeogénesis e incremento de la tasa de absorción de glucosa en el intestino. Los incrementos 
compensadores en la secreción de insulina ocasionan hiperinsulinismo. Hay intolerancia a la glucosa o incluso dia‑
betes clínica, pero la mayor parte de los individuos con hipertiroidismo se encuentra euglucémico. Por el contrario, 
el hipotiroidismo ocasiona disminución de la absorción de glucosa en el intestino, disminución de la secreción de 
insulina y disminución de la captación de glucosa periférica. El metabolismo de la glucosa por lo general no afecta 
de manera significativa en pacientes no diabéticos, aunque puede haber disminución de las necesidades de insulina 
en individuos con hipotiroidismo y diabetes.
TRaSTORnOS DE la funcIÓn TIROIDEa
hIpOFunCIón TIROIDEA. El hipotiroidismo, también conocido como mixedema cuando es grave, es el 
trastorno más común de la función tiroidea.
En todo el mundo, el hipotiroidismo por deficiencia de yodo es un problema común. En áreas endémicas, donde hay 
yodo suficiente, la tiroiditis crónica autoinmunitaria (tiroiditis de Hashimoto) explica la mayor parte de los casos. 
Este trastorno se caracteriza por altas concentraciones de anticuerpos circulantes dirigidos contra la peroxidasa tiroi‑
dea y, en ocasiones, contra la tiroglobulina; puede haber anticuerpos dirigidos contra los receptores de TSH. Estas 
alteraciones son ejemplos de hipotiroidismo primario, es decir, de una falla propia de la glándula tiroides. El hipoti-
roidismo central ocurre con mucha menor frecuencia y es consecuencia de la disminución de la estimulación de la 
tiroides por TSH por insuficiencia hipofisaria (hipotiroidismo secundario) o por insuficiencia hipotalámica (hipoti-
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roidismo terciario). El hipotiroidismo que está presente al nacimiento (hipotiroidismo congénito) es la causa preve‑
nible, más común de retraso mental en el mundo.
Los síntomas comunes de hipotiroidismo incluyen fatiga, letargo, intolerancia al frío, pensamiento lento, depresión, 
resequedad cutánea, estreñimiento,incremento leve de peso, retención de líquidos, mialgias, rigidez muscular, irre‑
gularidades menstruales e infertilidad. Los signos comunes incluyen bocio (sólo en caso de hipotiroidismo primario), 
bradicardia, retraso en la fase de relajación en los reflejos osteotendinosos profundos, piel fría y seca, hipertensión, 
edema sin fóvea y plenitud facial. La deficiencia de hormona tiroidea durante los primeros meses de vida causa 
problemas de alimentación, retraso del crecimiento, estreñimiento y somnolencia. El retraso mental es irreversible si 
no se trata con rapidez. El hipotiroidismo infantil afecta el crecimiento lineal y la maduración ósea. El diagnóstico 
requiere la búsqueda de incremento en la TSH sérica o, en los casos de hipotiroidismo central, disminución de T4 
libre en suero.
hIpERFunCIón TIROIDEA. La tirotoxicosis es una alteración causada por incremento en las concentracio‑
nes de hormonas tiroideas libres circulantes. El incremento de la producción de hormonas tiroideas es la 
causa más común, con la relación frecuente de la estimulación de los receptores de TSH e incremento de 
la captación de yodo por la glándula tiroides, como se hace evidente mediante la medición del porcentaje 
de captación de 123I o 131I en la prueba de captación de yodo radiactivo en 24 h (RAIU).
La estimulación de los receptores de TSH es el resultado de la estimulación de dichos receptores por anticuerpos en la 
enfermedad de Graves o de mutaciones somáticas activadoras de los receptores de TSH en casos de nódulos funciona‑
les autónomos o en bocio tóxico. Por el contrario, la inflamación o destrucción de la tiroides ocasiona exceso de hor‑
monas tiroideas por “fuga” o por consumo excesivo de hormona tiroidea exógena, lo que causa concentraciones bajas 
de RAIU en 24 h. El término hipertiroidismo subclínico se define como aquel trastorno con concentraciones séricas de 
TSH por debajo de lo normal y concentraciones normales de T4 y T3. Las arritmias auriculares, el incremento de la mor ‑ 
talidad por causas cardiovasculares y la pérdida ósea excesiva se han asociado con este perfil en las pruebas de función 
tiroidea.
La enfermedad de Graves es la causa más común de tirotoxicosis con RAIU elevada; es un trastorno autoinmunitario 
caracterizado por incremento en la producción de hormona tiroidea, bocio difuso y anticuerpos IgG que se unen al 
receptor de TSH y lo activan. Al igual que con la mayor parte de los tipos de disfunción tiroidea, las mujeres se 
afectan más a menudo que los varones, con una razón de 5:1 a 7:1. La enfermedad de Graves es más común entre los 
20 y 50 años de edad, pero puede ocurrir a cualquier edad; a menudo se asocia con otros trastornos autoinmu nitarios. 
El exoftalmos característico relacionado con enfermedad de Graves es una osteopatía infiltrativa y se considera una 
inflamación autoinmunitaria del tejido conjuntivo periorbitario y de los músculos extraoculares. El bocio uninodular/
multinodular tóxico representa 10 a 40% de los casos de hipertiroidismo y es más común en individuos de edad 
avanzada. Una RAIU baja se observa en casos de tiroiditis destructiva y en la tirotoxicosis en pacientes que reciben 
dosis excesivas de hormona tiroidea.
La mayor parte de los signos y síntomas de tirotoxicosis provienen de la producción excesiva de calor, incremento 
de la actividad motora y mayor sensibilidad a las catecolaminas producidas por el sistema nervioso simpático. La piel 
se encuentra de color rojo, caliente y húmeda; los músculos se encuentran débiles y con temblor fino, la frecuencia 
cardiaca es rápida con aumento de la intensidad de latido cardiaco y los pulsos arteriales son prominentes y saltones. 
El incremento de consumo de energía da origen a incremento en el apetito y, si el consumo es insuficiente, a pérdida 
de peso. Puede haber insomnio, dificultad para permanecer quieto, ansiedad, aprehensión, intolerancia al calor e 
incremento de la frecuencia de evacuaciones. En personas de edad avanzada puede haber angina, arritmia e insufi‑
ciencia cardiaca. Los pacientes de edad avanzada pueden experimentar menos manifestaciones de estimulación del 
sistema nervioso simpático. Algunos individuos pueden mostrar desgaste muscular amplio como consecuencia de la 
miopatía tiroidea. La forma más grave de hipertiroidismo es la tormenta tiroidea (véase la sección abajo sobre usos 
terapéuticos de los fármacos antitiroideos).
pRuEBaS DE funcIÓn TIROIDEa. La medición de la concentración total de hormonas tiroideas en 
plasma podría no proporcionar información precisa sobre la actividad de la glándula tiroides; ocurren cam ‑ 
bios en la concentración total de hormona con las alteraciones en la cantidad y afinidad de TBG en 
plasma.
Aunque el método de equilibrio en diálisis de suero no diluido y el radioinmunoanálisis para la medición de tiroxina 
libre (FT4) en el líquido de diálisis representa el método ideal para medir las concentraciones de FT4, este método de 
análisis no suele encontrarse disponible en los laboratorios clínicos de rutina. Los análisis utilizados más a menudo 
para medir la concentración de tiroxina y triyodotironina libres utilizan análogos marcados de estas yodotironinas en 
quimioluminiscencia con inmunoanálisis enzimático. Tales métodos están sujetos a influencias de la alteración de las 
proteínas séricas transportadoras, por enfermedades no tiroideas y por otros fármacos. En individuos con función 
hipofisaria normal, la medición de TSH en suero es la prueba de función tiroidea preferida, porque la secreción hipo‑
fisaria de TSH se regula en respuesta a las concentraciones circulantes de hormona tiroidea. El análisis de TSH pue de 
diferenciar entre pacientes normales y con tirotoxicosis, los cuales mostrarían disminución de las concentraciones 
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cuadro 39-2
factores que influyen el tratamiento con levotiroxina oral.
Fármacos y otros factores que pueden incrementar las necesidades de levotiroxina
Alteración de la absorción de levotiroxina
Antiácidos que contienen aluminio, inhibidores de la bomba de protones, sucralfato.
Secuestradores de ácidos biliares (colestiramina, con estupor, colesevelam).
Carbonato de calcio (pequeño efecto general), fijadores de fosfato (carbonato lantanamo, sevelamer).
Picolinato de cromo, raloxifeno, sales de hierro.
Alimentos, productos de soya (en términos generales, efecto muy pequeño), intolerancia a la lactosa (reporte 
de un caso).
Incremento del metabolismo de tiroxina, inducción de CYP3A4
Bexaroteno, rifampicina, carbamazepina, difenilhidantoinato, sertralina.
Alteración de la conversión de T4 a T3
Amiodarona.
Mecanismos inciertos o multifactoriales
Estrógenos, embarazo, lovastatina, simvastina, etionamida, inhibidores de la tyr cinasa (imatinib, sunitinib).
Fármacos y otros factores que pueden reducir las necesidades de levotiroxina
Edad avanzada (> 65 años), tratamiento con andrógenos en mujeres.
Fármacos que pueden reducir la TsH sin cambiar la T4 libre en pacientes tratados con levotiroxina
Metformina.
de TSH. Se encuentra disponible la TSH humana recombinante (tirotropina alfa) como una preparación inyectable 
para valorar la capacidad del tejido tiroideo, normal y maligno, de captar yodo radiactivo y liberar tiroglobulina.
uSOS TERapéuTIcOS DE la hORmOna TIROIDEa
Las principales indicaciones para el uso terapéutico de hormona tiroidea son el tratamiento de sustitución 
hormonal en pacientes con hipotiroidismo y tratamiento de supresión de TSH en pacientes con cáncer 
tiroideo.
PREpaRacIOnES DE hORmOna TIROIDEa. Las preparaciones sintéticas de sales de sodio del isómero 
natural de la hormona tiroidea se encuentran disponibles y se utilizan ampliamente para el tratamiento 
con hormona ti roidea.
levotiroxina. La levotiroxina sódica se encuentra disponible en forma de tabletas y como polvo liofilizado para inyec‑
ción. En el cuadro 39‑2 se enumeran los fármacos y otros factores que pueden influir en la dosificación de la levoti‑
roxina.La absorción de tiroxina ocurre en el estómago e intestino delgado y es incompleta (se absorbe casi 80% de 
la dosis). La absorción se incrementa ligeramente cuando se consume la hormona con el estómago vacío y se asocia 
con menor variabilidad en las concentraciones de TSH cuando se toma en forma regular. Las concentraciones séricas 
de T4 alcanzan cifras máximas 2 a 4 h después de la ingestión oral, con una semivida plasmática de siete días. Para 
cualquier concentración sérica dada de TSH, la razón sérica de T4/T3 es más elevada en pacientes que toman levoti‑
roxina que en pacientes con función tiroidea endógena, por el hecho de que 20% de la T3 circulante normalmente 
proviene de secreción tiroidea directa. Las pruebas sanguíneas de control por lo general se realizan seis semanas 
después del cambio de la dosificación, por la semivida plasmática de una semana para la T4. En situaciones donde el 
paciente no puede consumir fármacos orales o cuando existe duda sobre la absorción intestinal, la levotiroxina puede 
administrarse por vía intravenosa una vez al día a casi 80% de la dosis oral diaria del paciente.
liotironina. La liotironina sódica (L‑T3) es la sal de triyodotironina y se encuentra disponible en tabletas y en forma 
inyectable. La absorción de liotironina es cercana a 100% con concentraciones séricas máximas en 2 a 4 h después 
de la ingestión oral. La liotironina puede utilizarse en ocasiones cuando se desea un inicio de acción más rápido, 
como en los casos poco comunes de coma mixedematoso o si se desea una terminación de acción más rápida, como 
cuando se prepara a pacientes con cáncer tiroideo para tratamiento con 131I. La liotironina es menos deseable para el 
tratamiento de sustitución crónico porque requiere dosificación más frecuente (semivida plasmática de 0.75 días), 
tiene un mayor costo y por la elevación transitoria de las concentraciones séricas de T3 por arriba del intervalo nor‑
mal. Además, los órganos que expresan la desyodasa tipo 2 utilizan la T3 generada localmente además de la T3 
plasmá tica y por tanto, existe la preocupación teórica de que estos órganos no conserven concentraciones fisiológicas 
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intracelulares de T3 en ausencia de T4 plasmática. La administración de 10 a 15 mg de liotironina sódica cada 8 h por 
lo general proporciona una concentración normal de T3 libre en un individuo sin función tiroidea.
Otras preparaciones. En el comercio se encuentra disponible una mezcla de tiroxina y triyodotironina en proporción 
4:1 con base en el peso. También se encuentran disponibles preparaciones de tiroides desecada con una razón similar 
de T4: T3. Una tableta de 60 mg de tiroides desecada equivale en actividad a casi 80 mg de tiroxina.
TRaTamIEnTO DE SuSTITucIÓn DE hORmOna TIROIDEa En El hIpOTIROIDISmO. La levotiroxina (L‑T4, 
levotiroxina sódica) es la hormona preferida para el tratamiento de sustitución de hormona tiroidea por su 
potencia consistente y su duración de acción prolongada. Con este tratamiento, se depende de las desyo‑
dasas tipo 1 y 2 para convertir la T4 a T3 a fin de conservar una concentración sérica estable de T3 libre.
La dosis diaria promedio de sustitución en adultos para la levotiroxina sódica es de 1.7 mg/kg de peso corporal (0.8 
mg/libra). La dosificación debe basarse en la masa corporal magra. El objetivo es normalizar las concentraciones 
séricas de TSH (en el hipotiroidismo primario) o de T4 libre (en el hipotiroidismo secundario o terciario) de aliviar 
los síntomas de hipotiroidismo. En el hipotiroidismo primario, por lo general es suficiente con vigilar las concentra‑
ciones de TSH sin medir T4 libre. En individuos mayores de 60 años de edad y en aquellos que se sospecha cardio‑
patía o áreas con función tiroidea autónoma, es apropiado iniciar el tratamiento con una dosis diaria más baja de 
levotiroxina sódica (12.5 a 50 mg/día). Esta dosis puede incrementarse a razón de 25 mg/día cada seis a ocho semanas 
hasta que se normalice la TSH. Los estudios clínicos con grupo testigo no han dado evidencia de que el tratamiento 
combinado con T4 y T3 proporcione mejor respuesta terapéutica que la administración de T4 sola. La monoterapia con 
levotiroxina simula la fisiología normal y se prefiere en términos generales.
hipotiroidismo durante el embarazo. Por el incremento en las concentraciones séricas de TBG inducida por los estróge‑
nos, la expresión de la desyodasa tipo 3 por la placenta y la pequeña cantidad de pasaje placentario de L‑T4 de la madre 
al feto, a menudo se requieren dosis más elevadas de L‑T4 en mujeres embarazadas. El hipotiroidismo evidente durante 
el embarazo se acompaña de sufrimiento fetal, alteración del desarrollo psiconeural en la descendencia y alteración 
leve del desarrollo psicomotor en niños y prematuros. Las mujeres deben incrementar su dosificación de levotiroxina 
en casi 30% tan pronto como se confirma el embarazo. En la mayor parte de los casos se miden las concentraciones 
séricas de TSH en el primer trimestre del embarazo y después se ajusta la dosis de tiroxina con base en este resultado. 
Los ajustes subsiguientes en la dosificación se basan en la TSH sérica, medida cuatro a seis semanas después de cada 
ajuste y deben realizarse para llevar las cifras de TSH al límite normal inferior del intervalo de referencia.
COMA MIxEDEMATOSO. El coma mixedematoso es un síndrome poco común que representa la expresión 
extrema del hipotiroidismo grave y de larga duración. Ocurre más a menudo en pacientes de edad avan‑
zada durante los meses de invierno. Las manifestaciones cardinales son: hipotermia, depresión respira-
toria y disminución del estado de conciencia.
Se recomienda la administración de hormona tiroidea intravenosa. El tratamiento con levotiroxina inicia con una 
dosis de carga de 250 a 500 mg, seguida por una dosis plena de sustitución diaria.
hIpOTIROIDISMO COnGénITO. El éxito en el tratamiento del hipotiroidismo congénito depende de la edad 
a la cual se inicia el tratamiento. Si el tratamiento se inicia en las primeras dos semanas de vida, pueden 
lograrse un desarrollo físico y mental normales.
Para normalizar con rapidez la concentración sérica de tiroxina en lactantes con hipotiroidismo congénito, se reco‑
mienda una dosis inicial diaria de levotiroxina de 10 a 15 mg/kg. Se realizan exámenes de laboratorio de TSH y FT4 
dos a cuatro semanas después de iniciado el tratamiento, cada uno o dos meses en los primeros seis meses de vida, 
cada tres o cuatro meses entre los seis meses y tres años de edad y cada seis a 12 meses a partir de los tres años hasta 
que termina el crecimiento.
CánCER TIROIDEO. La base del tratamiento para el cáncer tiroideo bien diferenciado (papilar, folicular) 
consiste en la tiroidectomía quirúrgica, administración de yodo radiactivo y levotiroxina para suprimir la 
TSH. Para la mayor parte de los pacientes con bajo riesgo con enfermedad de la etapa 1 o 2, un método 
razonable consiste en mantener la TSH por debajo del intervalo de referencia por no más de cinco años.
nódulos tiroideos. Los nódulos tiroideos suelen cursar asintomáticos, aunque pueden causar molestias en el cuello, 
disfagia y sensación de ahogamiento. No puede recomendarse como práctica general el uso de levotiroxina con el fin 
de suprimir la TSH en individuos con buena función tiroidea, con nódulos tiroideos. Sin embargo, si hay eleva ‑ 
ción de la TSH, es apropiado administrar levotiroxina para llevar las concentraciones de TSH a la porción inferior del 
intervalo de referencia.
EFECTOS ADvERSOS DE lA hORMOnA TIROIDEA. Los efectos adversos de la hormona tiroidea por lo general 
ocurren sólo con el tratamiento excesivo y son similares a las consecuencias del hipertiroidismo.
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fáRmacOS anTITIROIDEOS y OTROS InhIBIDORES DE la TIROIDES
Innumerables compuestos son capaces de interferir de manera directa o indirecta con la síntesis, libera‑
ción o acción de lashormonas tiroideas (cuadros 39‑2 y 39‑3). Varios tipos son de utilidad en la clínica:
• Fármacos antitiroideos que interfieren directamente con la síntesis de hormona tiroidea.
• Inhibidores iónicos, que antagonizan los mecanismos de transporte de yodo.
• Altas concentraciones de yodo, lo que disminuye la liberación de hormonas tiroideas de la glándula y también 
disminuye la síntesis hormonal.
• Yodo radiactivo, que lesiona la glándula tiroides con radiación ionizante.
El tratamiento auxiliar con fármacos que no tienen efectos específicos sobre la síntesis de hormona tiroi‑
dea es de utilidad para controlar las manifestaciones periféricas de tirotoxicosis e incluyen a los inhibido‑
res de la desyodación periférica de T4 a T3, antagonistas de los receptores β adrenérgicos y antagonistas 
de los conductos del calcio.
fáRmacOS anTITIROIDEOS
Estos fármacos antitiroideos con utilidad clínica pertenecen al grupo de los tiourilenos, que forman parte 
de la familia de las tioamidas. El propiltiouracilo es el prototipo (figura 39‑5).
Mecanismo de acción. Los fármacos antitiroideos inhiben la formación de hormonas tiroideas al interferir con la incor‑
poración de yodo en los residuos de tirosilo de tiroglobulina; también inhiben el acoplamiento de los residuos de 
yodotirosilo para formar yodotironinas. Estos fármacos parecen inhibir la enzima peroxidasa. La inhibición de la 
síntesis de hormona ocasiona agotamiento de las reservas de tiroglobulina yodada conforme se hidroliza la proteína 
y las hormonas se liberan hacia la circulación. Además se antagoniza la síntesis de hormonas, el propiltiouracilo 
inhibe en forma parcial la desyodación periférica de T4 a T3. El metimazol no tiene este efecto; esto proporciona las 
bases para preferir el propiltiouracilo sobre otros fármacos antitiroideos en el tratamiento del hipertiroidismo grave 
o en casos de tormenta tiroidea.
Absorción, distribución, metabolismo y excreción. Los compuestos antitiroideos utilizados a la fecha en Estados Unidos 
incluyen el propiltiouracilo (6‑n‑propiltiouracilo) y metimazol (1‑metil‑2‑mercaptoimidazol). En Europa está dispo‑
nible, el carbimazol, un derivado carbetoxi del metimazol y su acción antitiroidea se debe a la conversión a metima‑
zol después de la absolución. Las propiedades farmacológicas del propiltiouracilo y metimazol se muestran en el 
cuadro 39‑4.
Efectos indeseables. La incidencia de efectos secundarios por el propiltiouracilo y metimazol como se utilizan hasta la 
fecha es relativamente baja. La reacción más grave es la agranulocitosis, que suele ocurrir en las primeras semanas o 
cuadro 39-3
compuestos antitiroideos.
PrOCesO AFeCTADO eJeMPlOs De InHIBIDOres
Transporte activo de yoduro Aniones complejos: perclorato, fluoroborato, pertecnetato, tiocianato.
Yodación de tiroglobulina Tionamidas: propiltiouracilo, metimazol, carbimazol.
Tiocianato, amilinas, sulfonamidas, yodo.
Reacciones de acoplamiento Tionamidas, sulfonamidas.
Todos los demás inhibidores de la yodación.
Liberación de la hormona Sales de litio, yoduro.
Desyodación de la yodotirosina Nitrosotirosinas.
Desyodación periférica de la yodotironina Derivados de tiouracilo, amiodarona.
Medios de contraste para colecistografía oral.
Excreción/desactivación hormonal Inductores de las enzimas hepáticas que metabolizan fármacos: 
fenobarbital, rifampicina, carbamazepina, difenilhidantoinato.
Acción hormonal Análogos de la tiroxina, amiodarona.
Colestiramina (unión en el intestino), difenilhidantoinato.
Fuente: datos adaptados de Meier C.A. Effects of drugs and other substances on thyroid hormone synthesis and metabolism. En: 
Braverman L.E., Utiger R.D., eds., Werner and Ingbar’s The Thyroid, 9a. ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2005.
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figura 39-5 Fármacos antitiroideos del tipo tiamida.
meses de tratamiento, pero que en ocasiones aparece en forma más tardía. Debe solicitarse a los pacientes que repor‑
ten de inmediato la aparición de dolor faríngeo e interrumpir el tratamiento del fármaco antitiroideo así como obtener 
un recuento de granulocitos. La agranulocitosis es reversible con la interrupción del fármaco causal y la administra‑
ción del factor estimulador de las colonias de granulocitos, humana recombinante, puede acelerar la recuperación. La 
granulocitopenia leve, si se detecta, puede deberse a tirotoxicosis o puede ser el primer signo de una reacción farma‑
cológica nociva; en tal caso se requieren recuentos frecuentes de leucocitos.
La reacción más común es el exantema papular urticariforme leve que a menudo cede en forma espontánea sin in ‑ 
terrumpir el tratamiento, pero que en ocasiones requiere la administración de antihistamínicos, corticoesteroides o el 
cambio a otro fármaco. Complicaciones menos frecuentes incluyen dolor y rigidez articular, parestesias, cefalea, 
náusea, pigmentación cutánea y pérdida de cabello. Son poco comunes la fiebre medicamentosa, hepatitis y nefritis, 
aunque las pruebas de función hepática anormal no son infrecuentes con dosis elevadas de propiltiouracilo. Aunque 
con anterioridad se había descrito la vasculitis como una complicación poco común, se ha reportado la detección 
de anticuerpos contra el citoplasma de neutrófilos (ANCA) en casi 50% de los pacientes que reciben propiltiouracilo 
y con menos frecuencia con el uso de metimazol.
uSOS TERapéuTIcOS. Los fármacos antitiroideos se utilizan en el tratamiento del hipertiroidismo:
• Como tratamiento definitivo para el control del trastorno en espera de la remisión espontánea en casos de enfer ‑ 
medad de Graves.
• En combinación con yodo radiactivo, para acelerar la recuperación mientras esperan los efectos de la radiación.
• Para controlar el trastorno en preparación para el tratamiento quirúrgico.
El metimazol es el fármaco preferido para la enfermedad de Graves; puede ser eficaz cuando se administra en dosis 
única diaria, lo que ha mejorado el apego terapéutico y tiene menos efectos tóxicos que el propiltiouracilo. El metima‑
zol tiene una semivida plasmática e intratiroidea relativamente larga, así como su duración de acción. La dosis inicial 
habitual para el metimazol es de 15 a 40 mg/día. La dosis habitual inicial de propiltiouracilo es de 100 mg cada 8 h. 
Cuando se necesitan dosis mayores de 300 mg/día, en ocasiones es de utilidad la subdivisión del tiempo de adminis‑
tración a cada 4 a 6 h. Una vez que se ha logrado el estado de eutiroidismo, por lo general en 12 semanas, la dosis del 
fármaco antitiroideo puede reducirse, pero no suspenderse, a menos que ocurra una exacerbación de la enfermedad 
de Graves.
Respuesta al tratamiento. El estado de tirotoxicosis por lo general mejora en las tres a seis semanas después del inicio 
de los fármacos antitiroideos. La respuesta clínica se relaciona con la dosis del fármaco antitiroideo, el tamaño del 
bocio y las concentraciones séricas de T3 antes del tratamiento. La tasa de respuesta depende de la cantidad de hor ‑ 
cuadro 39-4
aspectos farmacocinéticos de los fármacos antitiroideos.
PrOPIlTIOUrACIlO MeTIMAzOl
Unen a proteínas plasmáticas Cercana a 75% Nula
Semivida plasmática 75 min 4 a 6 h
Volumen de distribución casi 20 L casi 40 L
Se concentra en tiroides Sí Sí
Metabolismo del fármaco durante la enfermedad
Hepatopatía grave Normal Disminuida
Nefropatía grave Normal Normal
Frecuencia de dosificación Una a cuatro veces al día Una o dos veces al día
Paso a través de la placenta Baja Baja
Concentración en leche materna Baja Baja
CH3CH2CH2 S
O
Propiltiouracilo
N
N
H
Metimazol Carbimazol
CH3
SHN
N
CH3
COOC2H5
SN
N
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mona almacenada, la tasa de recambio de la hormona tiroidea, la semivida de la hormona en la periferia y el grado 
de antagonismo en la síntesis de hormona logrado con la dosis administrada. Puede desarrollarse hipotiroidismo 
como consecuencia de tratamiento excesivo. Después de iniciar el tratamiento, se realizanpruebas de función tiroi‑
dea (medición de concentraciones de FT4 sérica y concentraciones de triyodotironina libre o total) cada dos a cuatro 
meses. Una vez que se alcanzado un estado eutiroideo, es razonable la vigilancia cada cuatro a seis meses. El control 
del hipertiroidismo suele asociarse con disminución en el tamaño del bocio. Cuando esto ocurre, la dosis de fármacos 
antitiroideos debe disminuirse de manera notable o puede añadirse levotiroxina una vez que se confirma el hipotiroi‑
dismo con base en los exámenes de laboratorio.
Tirotoxicosis en el embarazo. Ocurre tirotoxicosis en aproximadamente ~ 0.2% de los embarazos y es causada con más 
frecuencia por enfermedad de Graves. Los fármacos antitiroideos son el tratamiento preferido; el yodo radiactivo está 
claramente contraindicado. El propiltiouracilo y el metimazol cruzan la placenta y pueden ser utilizados con seguri ‑ 
dad en el embarazo, aunque las preocupaciones de la aparición de insuficiencia hepática relacionada con el propiltiou‑
racilo en el embarazo pueden favorecer el uso de metimazol. El carbimazol se utiliza en Estados Unidos durante el 
embarazo y rara vez se asocia con anomalías congénitas intestinales. La dosificación de fármacos antitiroideos debe 
mantenerse al mínimo para conservar un índice de FT4 sérica en la mitad superior del intervalo normal o con un 
in cremento ligero. Conforme progresa el embarazo, a menudo mejora la enfermedad de Graves. Es común la recaída 
o el empeoramiento de la enfermedad de Graves después del parto y las pacientes deben ser vigiladas estrechamente. 
El metimazol en dosis de hasta 20 mg/día en madres que amamantan no tiene efecto reportado sobre la función tiroi‑
dea del lactante y se cree que el propiltiouracilo alcanza la leche materna en cifras más bajas que el metimazol.
Tratamiento adyuvante. Varios fármacos que no tienen actividad antitiroidea intrínseca son de utilidad en el tratamiento 
sintomático de la tirotoxicosis. Los antagonistas de los receptores adrenérgicos β (capítulo 12) son eficaces para 
antagonizar el efecto simpático/adrenérgico de la tirotoxicosis al reducir la taquicardia, temblor y los trastornos ocu‑
lares y al aliviar las palpitaciones, ansiedad y tensión. El propranolol, 20 a 40 mg cada 6 h o el atenolol, 50 a 100 mg/
día, son los fármacos que suelen administrarse al inicio. Los antagonistas de los conductos de calcio (diltiazem, 60 a 
120 mg cada 6 h) pueden utilizarse para controlar la taquicardia y disminuir la incidencia de taquiarritmias supraven‑
triculares. Por lo general se necesita sólo tratamiento a corto plazo con antagonistas de los receptores adrenérgicos β 
o con antagonistas de los conductos de calcio, de dos a seis semanas, y deben interrumpirse una vez que el paciente se 
encuentra en estado de eutiroidismo. Se ha utilizado la inmunoterapia para el hipertiroidismo por enfermedad de 
Graves y oftalmoplejía. El rituximab es un fármaco que reduce la cantidad de linfocitos B, que cuando se utiliza en 
combinación con metimazol, prolonga la remisión de la enfermedad de Graves.
InhIBIDORES IÓnIcOS
Los inhibidores iónicos son sustancias que interfieren con la concentración de yodo por la glándula tiroi‑
des. Estos fármacos son aniones similares a yodo: tiocianato, perclorato, fluoroborato, los cuales son 
aniones monovalentes hidratados de tamaño similar al del yodo.
El tiocianato difiere de los otros inhibidores de manera cualitativa; no se concentra en la glándula tiroides, pero en 
grandes cantidades puede inhibir la organificación del yodo. El perclorato es 10 veces más activo que el tiocianato y 
antagoniza la entrada de yodo a la glándula tiroides por inhibición competitiva de NIS. El perclorato puede utilizarse 
para controlar el hipertiroidismo; sin embargo, cuando se administra en cantidades excesivas (2 a 3 g/día) ha causado 
anemia aplástica letal. Se ha utilizado perclorato en dosis de 750 mg/día en el tratamiento de la enfermedad de Gra‑
ves. Diversos inhibidores de NIS (perclorato, tiocianato nitrato) tienen efectos aditivos para inhibir la captación de 
yodo. El litio disminuye la secreción de T4 y T3, lo que causa hipotiroidismo evidente en algunos pacientes que 
reciben Li+ para el tratamiento de la manía (capítulo 16).
yODO
El yodo es el remedio más antiguo para trastornos de la glándula tiroides. En altas concentraciones, el 
yodo puede influir en varias funciones importantes de la glándula tiroides. El yodo limita su propio trans‑
porte e inhibe de manera aguda y transitoria la síntesis de yodotirosinas y yodotironinas (efecto Wolff-
Chaikoff). Un efecto importante clínico de las concentraciones plasmáticas elevadas de yodo es la 
inhibición de la liberación de hormona tiroidea.
RESpuESTA A lA ADMInISTRACIón DE yODO En El hIpERTIROIDISMO. La respuesta a yodo en pacientes con 
hipotiroidismo a menudo es espectacular y rápida: la liberación de hormona tiroidea a la circulación 
se bloquea con rapidez y también ocurre una disminución leve en la síntesis. En la glándula tiroides se 
reduce la vascularidad, la glándula se torna más firme y las células se vuelven más pequeñas con la acu‑
mulación del coloide en los folículos y se incrementa la cantidad de yodo unido a proteínas. El efecto 
máximo ocurre después de 10 a 15 días de tratamiento continuo. El tratamiento con yodo no controla por 
completo las manifestaciones de hipertiroidismo y desaparece el efecto beneficioso. El yodo se utiliza en 
el tratamiento del hipertiroidismo en el periodo preoperatorio, en preparación para la tiroidectomía, y 
en combinación con fármacos antitiroideos y propranolol, en el tratamiento de la crisis citotóxica.
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Otro uso del yodo es para proteger a la tiroides del yodo radiactivo después de un accidente nuclear o de exposición 
militar. Como la captación de yodo radiactivo es inversamente proporcional a la concentración sérica de yodo estable, 
la administración de 30 a 100 mg de yodo por día disminuirá de manera notable la captación de radioisótopos por la 
tiroides. La solución de yodo concentrada (solución de lugol) consiste de yodo al 5% y yoduro de potasio al 10%, 
proporcionando una dosis de 8 mg de yodo por gota. También se encuentra disponible en la solución saturada de 
yoduro de potasio, la cual contiene 50 mg por gota. La dosis típica incluye 16 a 36 mg (dos a seis gotas) de solución 
de lugol o 50 a 100 mg de solución saturada de yoduro de potasio (una a dos gotas) cada 8 h. Se encuentra disponible 
en yoduro de potasio como medicamento de venta libre para tomar en caso de urgencia de radiación y para antagonizar 
la captación de yodo radiactivo hacia la glándula tiroides. La dosis en el adulto es de 2 ml (130 mg) cada 24 h, según 
lo indiquen los especialistas de salud pública. Los pacientes con eutiroidismo con antecedente de una amplia variedad 
de trastornos tiroideos subyacentes pueden desarrollar hipotiroidismo inducido por yodo cuando se exponen a grandes 
cantidades de yodo que se encuentran en muchos fármacos que se prescriben a menudo (cuadro 39‑5) y estos pacientes 
no se escapan del efecto agudo de Wolff‑Chaikoff.
REaccIOnES InDESEaBlES. En ocasiones los individuos pueden mostrar marcada sensibilidad al yodo. El angio‑ 
edema es un síntoma prominente, y el edema laríngeo puede ocasionar obstrucción respiratoria. Pueden presentarse 
múltiples hemorragias cutáneas, manifestaciones de hipersensibilidad del tipo de enfermedad del suero (p. ej., fiebre, 
artralgias, adenopatías, eosinofilia). También se han descrito púrpura trombocitopénica trombótica y arteritis nudosa 
letal atribuidas a la hipersensibilidad al yodo.
cuadro 39-5
fármacos utilizados a menudo que contienen yodo.
FárMACO COnTenIDO De yODO
Oral o local
Amiodarona 75 mg por tableta
Jarabe de yoduro de calcio 26 mg/ml
Yodoquinol (diyodohidroxiquinoleína) 134 a 416 mg/tableta
Yoduro de ecotiopato, solución oftálmica 5 a 41 mg/gota
Ácido yodhídrico, jarabe 13 a 15 mg/ml
Yodoclorohidroxiquina104 mg/tableta
Vitaminas que contienen yodo 0.15 mg/tableta
Idoxuridina, solución oftálmica 18 mg/gota
Alga marina 0.15 mg/tableta
Solución de lugol 6.3 mg/gota
Moliente nasal marca Ponaris 5 mg/0.8 ml
Yodo de potasio, solución saturada 38 mg/gota
Antisépticos tópicos
Crema de yodoquinol (diyodohidroxiquinoleína) 6 mg/g
Tintura de yoduro 40 mg/ml
Crema de yodohidroxiquinoleína 12 mg/g
Gasa con yodoformo 4.8 mg/100 ml por gasa
Yodopovidona 10 mg/ml
Medios de contraste para estudios radiológicos
Diatrizoato meglumina sódica 370 mg/ml
Propiliodona 340 mg/ml
Ácido yopanoico 333 mg/tableta
Ipodato 308 mg/cápsula
Yotalamato 480 mg/ml
Metrizamida (no diluida) 483 mg/ml
Iohexol 463 mg/ml
Tomado de Braverman L.E. et al., eds. Werner & Ingbar’s The Thyroid, 10a. ed., p. 244. 
„2013 Lippincott Williams & Wilkins.
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CAPÍTU
LO 39
TirOides y fárm
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TiTirOideOs
La gravedad de los síntomas de intoxicación crónica con yodo (yodismo) se relaciona con la dosis. Los síntomas ini‑
cian con un sabor metálico desagradable y sensación urente en la boca y faringe, así como dolor dental y en las encías. 
A menudo ocurre sialorrea, corista, estornudos e irritación ocular con hinchazón de los párpados. El yodismo leve se 
comporta como un resfriado común. La trasudación excesiva hacia el árbol bronquial puede ocasionar edema pulmo‑
nar. Además, puede haber incremento de tamaño de las glándulas paratiroides y submaxilar, con dolor a la palpación 
y el síndrome puede confundirse con parotiditis. Las lesiones cutáneas son comunes y varían en tipo de intensidad. 
Rara vez pueden ocurrir erupciones graves y en ocasiones letales (yodermia) después del uso prolongado de yoduros. 
Las lesiones son atípicas; son similares a las causadas por el bromismo, un problema poco común que por lo general 
involuciona con rapidez cuando se interrumpe la administración de yodo. Son comunes dos síntomas de secreción 
gástrica y diarrea, en ocasiones sanguinolenta. Puede haber fiebre, anorexia y depresión. Los síntomas de yodismo desa ‑ 
parecen unos cuantos días después de interrumpir la administración de yodo. La excreción renal de I- puede incremen‑
tarse por procedimientos que favorecen la excreción de Cl- (p. ej., diéresis osmótica, diuréticos cloruréticos y admi‑
nistración de sal). Estos procedimientos pueden ser de utilidad cuando los síntomas de yodismo son graves.
yODO RaDIacTIVO
Los isótopos primarios utilizados para el diagnóstico y tratamiento de enfermedad tiroidea son el 123I y 
131I. El 123I es principalmente una sustancia que emite rayos gamma de corta duración, con una semivida 
de 13 h y que se utiliza en los estudios diagnósticos. El 131I tiene una semivida de ocho días y emite par‑
tículas gamma y beta. Más de 99% de su radiación se emite en los primeros 56 días. El 131I se utiliza con 
fines terapéuticos para la destrucción de la glándula tiroides de una glándula hiperactiva o aumentada de 
tamaño y en el cáncer tiroideo, para la ablación del tiroides y el tratamiento de la enfermedad metas ‑ 
tásica.
La conducta química de los isótopos radiactivos de yodo son idénticas a la del isótopo estable, el 127I. El 131I se retiene 
con rapidez y eficacia por el tiroides, se incorpora en los aminoácidos yodados y se deposita en el coloide de los 
folículos, a partir del cual se libera. Así, las partículas β destructoras se originan en el folículo y actúan casi exclusi‑
vamente en las células parenquimatosas del tiroides, con poco o ningún daño al tejido circundante. La radiación 
gamma pasa a través de los tejidos y puede identificarse con detección externa. Los efectos de la radiación depen ‑ 
den de la dosis. Con dosis elegidas de manera apropiada es posible que 131I destruya la glándula tiroides por completo 
sin lesión detectable a los tejidos adyacentes.
uSOS TERapéuTIcOS. El yodo radiactivo tiene su uso más amplio en el tratamiento del hipertiroidismo y para el 
diagnóstico de trastornos de la función tiroidea. La indicación más clara para el tratamiento con yodo radiactivo es 
el hipertiroidismo en pacientes de edad avanzada y en personas con cardiopatía. El yodo radiactivo es también la 
mejor forma de tratamiento cuando la enfermedad de Graves ha persistido o presentado recurrencias después de 
la tiroidectomía subtotal y cuando el tratamiento prolongado con fármacos antitiroideos no ha ocasionado la remi‑
sión. Por último, el yodo radiactivo está indicado en pacientes con bocio nodular tóxico. El yoduro de sodio con 131I 
se encuentra disponible en forma de solución o en cápsulas que contienen 131I sin transportador, adecuado para la 
administración oral. Se cuenta con una presentación de yoduro de sodio 123I para procedimientos de gammagrafía.
hIpERTIROIDISmO. El yodo radiactivo es un tratamiento alternativo útil para el hipertiroidismo. El yodo estable (no 
radiactivo) puede impedir el tratamiento o la obtención de estudios de imagen con yodo radiactivo por semanas 
después de que se interrumpieron la administración de yodo estable. En pacientes expuestos a yodo estable, debe 
realizarse una medición de yodo radiactivo 24 h después que la administración de una dosis trazadora de 123I, antes 
de la administración de 131I, con el fin de asegurar que existe captación suficiente para lograr la ablación deseada. 
La dosis óptima de 131I, expresada en términos de microcuries (mCi) captados por gramo de tejido tiroideo, varía en 
diferentes laboratorios de 80 a 150 mCi. La dosis habitual total es de 4 a 15 mCi.
Iniciando pocas semanas después del tratamiento, los síntomas de hipertiroidismo ceden gradualmente en un periodo 
de dos a tres meses. Si el tratamiento fue inadecuado, es aparente la necesidad de tratamiento adicional en seis a 12 
meses. Sin embargo, no es poco común que la TSH sérica permanezca baja por varios meses después del tratamiento 
con 131I. Así, la valoración del fracaso terapéutico de la administración de yodo radiactivo con base en las concentra‑
ciones de TSH como único método puede ser confusa y siempre deben acompañarse de mediciones de T4 y de T3. 
Dependiendo en cierta medida del esquema de dosificación adoptado, 80% de los pacientes se curan con una sola 
dosis y 20% requiere dosis adicionales; una fracción muy pequeña requiere tres o más dosis antes de que se controle 
el trastorno. Pueden utilizarse antagonistas adrenérgicos β, fármacos antitiroideos, combinaciones de estos dos o 
yodo estable para acelerar el control del hipertiroidismo.
ventajas. Con el tratamiento con yodo radiactivo, el paciente se evita los riesgos y molestias de la intervención qui‑
rúrgica. El costo es bajo, no se necesita hospitalización en Estados Unidos y los pacientes pueden participar en sus 
actividades cotidianas durante todo el procedimiento, aunque se recomienda limitar la exposición con niños pe‑ 
queños.
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Desventajas. La principal consecuencia del uso de yodo radiactivo es la elevada incidencia de hipotiroidismo tardío. 
Aunque la incidencia de muerte por cáncer no se ha incrementado después del tratamiento con yodo radiactivo, existe 
un incremento pequeño, pero significativo en tipos específicos de cáncer, lo que incluye cáncer gástrico, renal y 
mamario. Este dato es especialmente significativo, porque todos estos tejidos expresan el transportador de yodo NIS 
y pueden ser especialmente susceptibles a los efectos de la radiación. El tratamiento con yodo radiactivo puede indu‑
cir tiroiditis por radiación, con liberación de tiroxina y triyodotironina preformadas hacia la circulación. En la mayor 
parte de los pacientes, esto es asintomático, pero puede haber empeoramiento de los síntomas de hipertiroidismo y 
en raras ocasiones, manifestaciones cardiacas como fibrilación auricular o cardiopatía isquémica y muy rara vez, 
tormenta tiroidea. El tratamiento con fármacos antitiroideos debe reducir o eliminar esta complicación.
La principal contraindicación para el tratamiento con 131I es el embarazo. Después del primer trimestre,la tiroides 
fetal concentra el isótopo y puede sufrir daño; incluso durante el primer trimestre, el yodo radiactivo debe evitarse 
porque puede haber efectos adversos de la radiación en los tejidos fetales. Persiste el riesgo de ocasionar cambios 
neoplásicos en la glándula tiroides; un pequeño número de niños han sido tratados en esta forma. Muchas clínicas re ‑ 
chazan tratar a pacientes jóvenes y reservan el yodo radiactivo para pacientes mayores de 25 a 30 años de edad.
Carcinoma tiroideo. Como la mayor parte de los carcinomas tiroideos bien diferenciados acumulan muy poco yodo, se 
necesita la estimulación de la captación de yodo con TSH para el tratamiento eficaz de las metástasis. A la fecha, la 
estimulación con TSH endógena se desencadena con la suspensión del tratamiento de sustitución con hormona tiroi‑
dea en pacientes previamente tratados con tiroidectomía subtotal con o sin ablación con yodo radiactivo del tejido 
tiroideo residual. Se administra una dosis de ablación de 131I de 30 a más de 150 mCi y una semana más tarde se 
realiza una gammagrafía corporal total. La TSH humana recombinante se encuentra disponible para valorar la capa‑
cidad del tejido tiroideo, normal y maligno, de captar yodo radiactivo y para la secreción de tiroglobulina. La TSH 
humana recombinante permite la valoración de posible enfermedad metastásica sin la necesidad de que el paciente 
interrumpa el tratamiento supresor con levotiroxina y presente hipotiroidismo clínico. El tratamiento de supresión 
con TSH mediante la administración de levotiroxina está indicado en todos los pacientes después del tratamiento por 
cáncer de tiroides. El objetivo del tratamiento suele ser mantener la TSH sérica en concentraciones por debajo de lo 
normal. El incremento de la concentración de tiroglobulina sérica a menudo es el primer indicador de recurrencia de 
la enfermedad.
Véase Goodman & Gilman: Las bases farmacológicas de la terapéutica, 12a. edición, para revisión bibliográfica o 
Goodman & Gilman Online en www.AccessMedicine.com.

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