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Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. Nefropatías tóxicas CONCEPTO A las alteraciones funcionales y/o estructurales del riñón causadas por productos químicos, farmacológicos o biológicos cuya acción puede producirse directamente o a través de sus metabolitos se las conoce como nefropatías tóxicas. Se estima que son la causa de un 17%-26% de la insuficiencia renal aguda intrahospitalaria, el motivo del 5% de las consultas nefrológicas y alrededor del 10% de los casos de insuficiencia renal crónica. El potencial nefrotóxico de un agente depende de los factores relacionados al medicamento o al tóxico, a los mecanismos de filtración, secreción, metabolismo y transporte a nivel intrarrenal y de los factores de riesgo asociados al paciente. La prevención de la toxicidad renal se puede realizar con una evaluación exhaustiva, adecuación de la dosis, evaluación de las interacciones medicamentosas, monitorización de los niveles terapéuticos, moni- torización de los parámetros renales y consideración de los factores de riesgo del paciente. https://booksmedicos.org 902 SECCIÓN VI Nefrología ETIOPATOGENIA Factores asociados al medicamento El riñón está expuesto a mayor flujo del medicamento y concentración del mismo, pues recibe el 25% del gasto cardíaco. Por otro lado, el mecanismo de transporte al interior del riñón va a predisponer al daño celular. Así sea por filtración glomerular, transporte a través de las células tubulares o acción directa en el túbulo colector, que además es un área de mayor hipoxia y metabólicamente activo. Factores asociados al paciente La edad avanzada y el sexo femenino se asocian disminución de la masa muscular y el contenido de agua corporal total, aumentando la concentración del medicamento y exponiendo a mayor toxicidad. Las comorbilidades del paciente pueden aumentar el riesgo de toxicidad: enfermedad renal crónica previa, disminución del volumen arterial efectivo (insuficiencia cardíaca, cirrosis, síndrome nefrótico), hipoal- buminemia, depleción de volumen (diuréticos) y enfermedades agudas concomitantes. Al evaluar un paciente con probable toxicidad renal, es importante recordar que la función renal es un conjunto de funciones que agrupa el flujo vascular renal, la filtración glomerular, el intersticio renal, la concentración del medicamento y sus metabolitos al interior de los túbulos y la excreción final por las vías urinarias. CUADRO CLÍNICO Los fármacos y tóxicos pueden producir un abanico amplio de sín- dromes clínicos según su mecanismo y lugar de acción en el riñón (fig. 108-1). Insuficiencia renal aguda Insuficiencia renal prerrenal o funcional Los AINE, y los IECA en situaciones de hipoperfusión renal, inter- fieren en los mecanismos de autorregulación del flujo sanguíneo renal para inducir una disminución aguda del filtrado glomerular (v. cap. 97, Insuficiencia renal aguda). Insuficiencia renal aguda orgánica (necrosis tubular aguda) Las lesiones tubulointersticiales son las más frecuentemente producidas por tóxicos. Diversos fármacos pueden producir IRA por lesión orgáni- ca, tanto por daño celular directo, citotoxicidad, como por fenómenos de hipersensibilidad mediada inmunológicamente. La biopsia renal es fundamental para realizar el diagnóstico en estas últimas. Las lesiones citotóxicas tubulointersticiales son las más frecuentes. Así, los amino- glucósidos, el cisplatino o los metales pesados pueden actuar sobre los componentes de la membrana citoplasmática tubular y alterar tanto su permeabilidad como la actividad de sus bombas de transporte. Una parte de esta acción se relaciona con la depleción de antioxidantes que inducen estas sustancias, lo que permite la acción de radicales libres de oxígeno causando daño renal. La disminución brusca del filtrado glomerular como manifestación nefrotóxica puede acompañarse de oligoanuria, por ejemplo con sales inorgánicas de mercurio, o con volúmenes de diuresis conservada, como en la nefrotoxicidad por ami- noglucósidos; en estos casos, la proteinuria es mínima, y las alteraciones del sedimento urinario, escasas, a diferencia de las nefritis intersticiales agudas por hipersensibilidad (v. cap. 107, Nefropatías intersticiales). Insuficiencia renal posrenal La toxicidad renal posrenal hace referencia a un grupo de medica- mentos que tienen la capacidad de cristalizarse en los túbulos renales causando obstrucción de los mismos. El microambiente renal puede colaborar en la formación de los cristales, como ejemplo el metotrexato requiere un pH urinario bajo para que sus metabolitos formen cris- tales. Además, se han descrito cristales con medicamentos como las sulfamidas, aciclovir, indinavir o triamtereno. Insuficiencia renal crónica La exposición continuada a determinados agentes nefrotóxicos, por ejemplo combinación de analgésicos que contienen fenacetina, puede conducir al desarrollo lentamente progresivo de un cuadro de insufi- ciencia renal crónica (v. cap. 107, Nefropatías intersticiales). Figura - Lugares de acción de algunos agentes nefrotóxicos representativos. AINE: antiinflamatorios no esteroideos; IECA: inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 903 CAPÍTULO 108 Nefropatías tóxicas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. NEFROTOXICIDAD POR FÁRMACOS Agentes antiinfecciosos Aminoglucósidos Entre un 10% y un 25% de los pacientes que reciben aminoglucósidos desarrollan algún grado de afección renal. El riesgo aumenta con la mayor duración de exposición al fármaco, estados hipovolémicos, pree- xistencia de insuficiencia renal crónica y mayor edad. En este grupo se incluyen, de mayor a menor nefrotoxicidad: neomicina, gentamicina, tobramicina, amikacina y estreptomicina, y son responsables de un 7% de las causas de IRA intrahospitalaria. Clínicamente se presenta a los 5-7 días de tratamiento, las primeras manifestaciones clínicas de su nefrotoxicidad son enzimuria de tipo N-acetil-β-glucosaminidasa (NAG), proteinuria tubular de tipo β2-microglobulina, glucosuria renal y aminoaciduria, que son expresión de su acúmulo y toxicidad en las células tubulares proximales y distales. También pueden producir pérdidas urinarias elevadas de potasio y de magnesio causantes de hipopotasemia e hipomagnesemia e hipocalcemia junto con poliuria, como expresión de una diabetes insípida nefrogénica. La suspensión de los aminoglucósidos suele mejorar total o parcialmente la función renal. Las dosis fraccionadas en intervalos cortos suelen ser más nefrotóxicas que las dosis únicas. De igual forma, se debe hacer el ajuste de la dosis al grado de filtración glomerular. β-lactámicos Comprenden las penicilinas, las cefalosporinas y los carbapenemes. En general, su potencial nefrotóxico es bajo. Su expresión típica es la nefritis intersticial aguda. Un 5% de los pacientes con reacción de hipersensibilidad a las penicilinas harán reacción a las cefalosporinas. La cefaloridina y la cefalotina son las más nefrotóxicas del grupo, mientras que la cefu- roxima, la cefoxitina y la ceftacidima tienen un potencial nefrotóxico mínimo. Los actuales carbapenemes carecen de potencial nefrotóxico. Sulfamidas La afección renal más frecuente de las sulfamidas, tipo sulfadiazina y sulfametoxazol —este último es tal vez el más usado en la práctica clínica—, se relaciona con la producción de nefritis intersticial aguda. Sin embargo, hay que teneren cuenta que el sulfametoxazol inhibe la secreción de la creatinina; por tanto, puede causar aumento de la misma, y este efecto no se acompaña de disminución en la filtración glomerular, por lo cual no debe considerarse como IRA. Menos fre- cuentemente, y en especial en presencia de orina ácida, puede pro- ducirse la cristalización de las sulfamidas en el interior de los túbulos renales; se observan en el sedimento urinario como cristales en forma de aguja birrefringentes. Esta obstrucción intrarrenal se manifiesta en forma de dolor lumbar, insuficiencia renal, hematuria y la cris- taluria característica. Puede prevenirse con una adecuada hidratación y alcalinización de la orina. Vancomicina La vancomicina es un glicopéptido usado como primera línea en infec- ciones por MRSA. La afección renal se observa como necrosis tubular aguda o nefritis intersticial aguda. Se ha calculado su incidencia entre el 5%-43%. Los factores de riesgo están dados por enfermedad renal previa, aplicación concomitante con otros fármacos como los amino- glucósidos, la duración de la terapia y los niveles valle de vancomicina mayores a 15 mg/L. Se debe ajustar la dosis de acuerdo con la tasa de filtración glomerular. Anfotericina B Tanto la acción sobre los hongos como su efecto nefrotóxico sobre el túbulo renal se deben a su capacidad de unirse al colesterol presente en las membranas celulares y alterar sus funciones; a este mecanismo se le añade un efecto vasoconstrictor renal. Las anomalías en el transporte tubular preceden al establecimiento de la insuficiencia renal. Las conse- cuencias de las primeras alteraciones son la pérdida urinaria elevada de potasio y magnesio y la presencia de uricosuria y fosfaturia elevadas, a lo que se añade una incapacidad parcial para eliminar hidrogeniones. Se configura así el cuadro característico de acidosis tubular renal hipopo- tasémica e hipomagnesémica. Es frecuente el hallazgo de una diabetes insípida nefrogénica. El efecto nefrotóxico de mayor importancia clínica lo constituye el establecimiento de insuficiencia renal. Esta suele ser de escasa relevancia con dosis acumulativas inferiores a 600 mg; si se alcanza una dosis total de 2-3 g, las alteraciones renales afectan al 80% de los pacientes tratados, y estas son prácticamente constantes por encima de los 5 g. En la presentación aguda de la insuficiencia renal también desempeña un papel importante la isquemia renal por el efecto vasoconstrictor renal de la anfotericina. Una adecuada hidratación del paciente reduce el potencial nefrotóxico de la anfotericina. En fases avanzadas es característica la nefrocalcinosis con depósitos de calcio tanto en los túbulos como en el intersticio renal. Las preparaciones de anfotericina B en forma liposómica o de complejos lipídicos son menos nefrotóxicas. Polimixina Con la aparición de la resistencia a antibióticos, se han vuelto a utilizar algunos antibióticos como la polimixina (colistina y polimixina B), los cuales pueden producir nefrotoxicidad aguda por citotoxicidad directa y necrosis tubular aguda. Pentamidina La pentamidina i.v. produce nefrotoxicidad en un 25%-65% de los pacientes; la administración nebulizada por vía pulmonar es menos nefrotóxica. Su efecto es dependiente de la dosis, acumulativo y sinér- gico con el de anfotericina B. Junto con insuficiencia renal aguda puede inducir hipocalcemia e hipomagnesemia. Es característica la presencia de hiperpotasemia por mecanismos semejantes a los diuréticos aho- rradores de potasio. Antivirales Aciclovir El efecto nefrotóxico está en relación con su precipitación y obstrucción intratubular, efecto que se potencia en situaciones de hipovolemia. Puede ser detectado en el sedimento urinario como cristales en forma de aguja birrefringente. Sobre todo se ha descrito en pacientes con insuficiencia renal previa, infusión rápida del fármaco y tratamiento concomitante con otros nefrotóxicos. Clínicamente se manifiesta con dolor lumbar, hematuria, insuficiencia renal y cristaluria característica. Su profilaxis consiste en una adecuada hidratación. El ganciclovir, aunque relacionado estructuralmente con el aciclovir, no tiene efecto nefrotóxico. Foscarnet El foscarnet puede inducir insuficiencia renal aguda en un 20% de los pacientes a través del desarrollo de necrosis tubular aguda y alteraciones electrolíticas importantes como hipocalcemia, hipomagnesemia e hipopotasemia. Una hidratación con suero salino iniciada 24 h antes y mantenida durante el tratamiento es eficaz para prevenir esta com- plicación. Antirretrovirales La nefrotoxicidad de los antirretrovirales es escasa. Solamente con el uso del tenofovir en grandes poblaciones se ha descrito insuficiencia renal leve a moderada en un pequeño porcentaje de casos, especialmente en pacientes diabéticos o hipertensos asociado o no a tubulopatía proximal, incluyendo el síndrome de Fanconi. La suspensión del medicamento suele ser suficiente; sin embargo, hay casos en los cuales puede progresar a insuficiencia renal crónica. Los inhibidores de proteasa como el indinavir también pueden presentar insuficiencia renal por cristaluria, el atazanavir también se ha asociado a cristaluria, además se han asociado a casos de nefritis intersticial aguda (indinavir, abacavir, ritonavir y atazanavir). Analgésicos y antiinflamatorios Fenacetina-salicilatos La presentación de nefritis intersticial crónica y de necrosis papilar en pacientes que ingieren grandes cantidades de analgésicos tiene una Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 904 SECCIÓN VI Nefrología incidencia variable según las áreas geográficas, la sensibilidad de la población y los hábitos terapéuticos (v. cap. 107, Nefropatías inters- ticiales). La nefropatía por analgésicos es mucho más probable cuando se demuestra una ingesta de al menos 1 g de fenacetina al día durante 1-3 años o una dosis acumulativa total de 1 a 2 kg de fenacetina, generalmente con AAS. Aunque la intoxicación por paracetamol puede causar insuficiencia renal aguda, su relación causal con la enfermedad renal crónica está debatida. Antiinflamatorios no esteroideos Las alteraciones renales inducidas por estos fármacos son fundamental- mente de dos tipos. La más frecuente está en relación con el desarrollo de una IRA funcional y reversible como consecuencia de alteraciones hemodinámicas intrarrenales; con mucha menor frecuencia causan nefritis intersticial aguda por hipersensibilidad. Entre los diversos AINE e inhibidores de la COX-2, el sulindaco parece tener menor potencial para inducir IRA. La insuficiencia renal inducida por estos fármacos, con oliguria o sin ella, suele ser reversible a las 8-48 h de la supresión del fármaco. Los pacientes pueden presentar hiperpota- semia de magnitud desproporcionada con el grado de insuficiencia renal, debido a la inhibición de la secreción de renina. En personas de edad más avanzada se ha descrito la aparición de síndrome nefrótico e IRA simultáneos en casos en los que histológicamente coexisten una nefritis intersticial aguda (clínicamente poco expresiva) con una glomerulopatía por cambios mínimos y que aparece tras una latencia de hasta varios meses. Finalmente, los AINE administrados de forma crónica, al aumentar la retención de agua y sal, favorecen una mayor incidencia de hiper- tensión arterial. Agentes antineoplásicos La aparición masiva de antineoplásicos ha hecho que este grupo de medicamentos sea un eje central de la toxicidad renal. Incluso la lite- ratura cada vez más describe la necesidad de subespecialidades como la onconefrología para el abordaje conjunto de estas complicaciones. Ciclofosfamida El efecto de la ciclofosfamida en las vías urinarias se manifiesta en formade cistitis hemorrágica provocada por su metabolito, la acroleína. Su profilaxis consiste en mantener una abundante diuresis mediante perfusiones salinas junto con la administración de mercaptoetanosulfo- nato (mesna), detoxicante de este metabolito. La ciclofosfamida puede inducir hiponatremia a través de su efecto antidiurético independiente de la ADH. La ifosfamida se transporta a través del OCT2 en las células tubulares, y en el interior se degrada a cloroacetaldehído, el cual es responsable de las lesiones tubulares. Es común la manifestación con síndrome de Fanconi, y por citotoxicidad directa puede causar necrosis tubular aguda. Su prevención se asocia principalmente a la expansión de volumen. Cisplatino Su nefrotoxicidad es dependiente de la dosis. Una dosis única de 2 mg/ kg produce elevaciones transitorias de la creatinina en casi la mitad de los pacientes al cabo de 1-2 semanas del tratamiento. En general, la IRA suele ser reversible y está relacionada con una necrosis tubular en la que desempeñan un papel importante fenómenos de vasoconstricción e isquemia renal junto con un efecto proinflamatorio. No obstante, la administración repetida puede conducir a una fibrosis intersticial crónica. Aproximadamente la mitad de los pacientes tratados con cis- platino desarrolla hipomagnesemia por pérdidas urinarias de magnesio. Esta alteración puede persistir meses después de cesar la administración de cisplatino y suele asociarse a insuficiencia renal. Es frecuente el desarrollo de hipocalcemia e hipopotasemia intensas, hipomagnesemia, síndrome de Fanconi, hiponatremia por nefropatía perdedora de sal, acidosis tubular renal distal y microangiopatía trombótica, esta sobre todo con administración asociada a bleomicina. Para reducir al mínimo los efectos nefrotóxicos del cisplatino se han propuesto varias medidas: a) evitar su administración junto con otros agentes potencialmente nefrotóxicos y en presencia de insuficiencia renal (filtrado glomerular inferior a 50 mL/min), y b) prevenir la hipovolemia mediante hidra- tación del paciente con suero salino desde 12 h antes de la perfusión del cisplatino hasta 12 h después. La administración simultánea de tiosulfato sódico reduce la nefrotoxicidad del cisplatino. Los compues- tos de platino carboplatino y oxaliplatino son significativamente menos nefrotóxicos. Metotrexato El efecto nefrotóxico del metotrexato se manifiesta en forma de IRA y se debe a la precipitación intratubular de 7-hidroximetotrexato, un metabolito muy poco soluble. Ocurre con dosis altas (1.000- 33.000 mg/m2) y se favorece con la deshidratación y pH urinarios bajos. Una hidratación adecuada y una alcalinización urinaria pueden disminuir la nefrotoxicidad. El pemetrexed es un agente antifolatos que también tiene un efec- to citotóxico directo causando necrosis tubular aguda; no obstante, además se ha descrito el desarrollo de diabetes insípida nefrogénica y acidosis tubular renal distal. Mitomicina C La nefrotoxicidad de este fármaco se produce en el 4%-10% de los pacientes tratados y tiene una relación significativa con la dosis admi- nistrada. La mayoría de los casos se han descrito cuando el fármaco se administra en asociación con 5-fluorouracilo. Se manifiesta en forma de insuficiencia renal, anemia hemolítica microangiopática y trombopenia. Nitrosoureas Las nitrosoureas, BCNU, CCNU y estreptozocina, son escasamente nefrotóxicas y se relacionan con una nefritis intersticial crónica. Síndrome de lisis tumoral Este término se aplica a un grupo de complicaciones metabólicas que se presentan después del tratamiento quimioterápico de ciertas neo- plasias, leucemias y linfoma de Burkitt. Sus manifestaciones incluyen hiperfosfatemia, hipocalcemia (debido a la precipitación de fosfato cálcico), hiperpotasemia, hiperuricemia extrema e insuficiencia renal aguda. Dado el papel fundamental de la hiperuricemia en el desarrollo del cuadro, la profilaxis con alopurinol o bien rasburicasa i.v. (0,2 mg/ kg de peso y día durante 5 días) de 4 a 24 h antes y una adecuada hidratación y alcalinización reducen la incidencia. Agentes antiangiogénesis El sorafenib y el sunitinib, al actuar contra el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF), producen endoteliosis y secundariamente pueden inducir microangiopatía trombótica y eventualmente insufi- ciencia renal aguda. También pueden producir hipertensión arterial. Interleucina 2 La IL-2 puede inducir hipotensión, oliguria, retención salina con edemas e insuficiencia renal, en la que también participa una nefrotoxi- cidad directa. Este cuadro se relaciona con el síndrome de «fuga» capilar (por aumento de la permeabilidad) y la consiguiente disminución de la volemia eficaz. El cuadro se agrava con la administración de AINE. Inmunodepresores Anticalcineurínicos El efecto secundario más frecuente de la ciclosporina es la inducción de insuficiencia renal dependiente de la dosis; este hecho reviste especial trascendencia en el trasplante renal dada la dificultad clínica para distinguir el rechazo de la nefrotoxicidad. La nefrotoxicidad aguda y reversible por ciclosporina está relacionada con la vasoconstricción renal mediada por la endotelina y el tromboxano A2. Aunque esta nefrotoxicidad aguda, reversible, se relaciona con concentraciones de ciclosporina en plasma elevadas, en ocasiones puede tener lugar en pacientes con niveles terapéuticos. La mayor incidencia de hipertensión arterial en los pacientes tratados con ciclosporina se ha relacionado con los cambios hemodinámicos, vasculares y tubulares inducidos por este fármaco. En raras ocasiones se puede presentar un cuadro microangiopático superponible clínica y biológicamente a un síndrome Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 905 CAPÍTULO 108 Nefropatías tóxicas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. urémico-hemolítico. En pacientes con uso prolongado de ciclospori- na, la nefrotoxicidad crónica está determinada por una insuficiencia renal lentamente progresiva en relación con fibrosis intersticial, atrofia tubular, esclerosis glomerular y arteriosclerosis acelerada. Este tipo de nefrotoxicidad se correlaciona poco con las dosis o las concentraciones plasmáticas del fármaco. Otros efectos descritos son la acidosis meta- bólica hiperclorémica e hiperpotasémica, en relación con la inhibición del sistema renina-angiotensina, la hiperuricemia y la pérdida renal de magnesio. Aunque el tacrolimus tiene una estructura química distinta a la de la ciclosporina, ejerce su acción farmacológica y sus efectos secundarios de manera semejante al ser también de la clase de inhibidores de la calcineurina. Inhibidores de la diana de la rapamicina (mTOR) El sirolimus y el everolimus a través de lesión glomerular pueden inducir proteinuria y retrasar la recuperación de la función renal en los pacien- tes trasplantados. A su vez, parte de su nefrotoxicidad puede deberse a la potenciación de la concentración de la ciclosporina y del tacrolimus. Otros fármacos Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina y antagonistas del receptor de la angiotensina II En el 1,2% de los casos el uso de captopril se asocia a una proteinu- ria superior a 1 g/día, y en el 0,3% de los pacientes tratados llega a desarrollarse un verdadero síndrome nefrótico por glomerulonefritis membranosa. Con menor frecuencia, junto con manifestaciones de hipersensibilidad sistémica puede desarrollarse una nefritis intersticial aguda. Otro de los efectos adversos de estos fármacos sobre el riñón se debe al bloqueo de los mecanismos de autorregulación hemodinámica intrarrenal que provoca IRA, oligúrica o no (v.cap. 97, Insuficiencia renal aguda). Interferón Tanto el IFN-α como el IFN-γ pueden producir insuficiencia renal. El IFN-α induce ocasionalmente proteinuria y síndrome nefrótico con lesiones mínimas. Metoxiflurano El metoxiflurano es un anestésico cuyo mayor efecto adverso es la nefrotoxicidad, especialmente importante después de altas dosis o anestesia prolongada. Tras la exposición al anestésico aparece una poliuria resistente a la vasopresina (diabetes insípida nefrogénica), a la que puede seguir una insuficiencia renal. Es posible el desarrollo de una IRC irreversible. En relación con el grado de deterioro funcional y morfológico del riñón se produce una elevación plasmática y urinaria de fluoruro inorgánico y de ácido oxálico, a los que se atribuyen las lesiones renales. Penicilamina El 7%-10% de los pacientes tratados con penicilamina presenta proteinuria moderada, de los que el 30% llega a desarrollar un sín- drome nefrótico por nefropatía membranosa. Raras veces se desarrolla insuficiencia renal, y la proteinuria suele desaparecer 6-8 meses después de retirar el fármaco. Ocasionalmente se ha descrito un síndrome reno- pulmonar semejante al síndrome de Goodpasture y, eventualmente, un síndrome similar al LES. Inhibidores de la bomba de protones Actualmente son el tratamiento de primera línea para la enfermedad acidopéptica y el reflujo gastroesofágico. Son unos de los fármacos que con mayor frecuencia producen nefritis intersticial aguda, además producen hipomagnesemia por pérdida renal. Varios estudios obser- vacionales han relacionado los inhibidores de la bomba de protones con un mayor riesgo de fracaso renal agudo y de enfermedad renal crónica progresiva. Inhibidores de la HMG-CoA reductasa Las estatinas (lovastatina, atorvastatina, pravastatina, rosuvastatina) son los medicamentos de elección en el tratamiento de la hipercoles- terolemia. Un efecto común es la miopatía inducida por estatinas, la cual puede llegar a producir rabdomiólisis; esta última es infrecuente, pero es más común en pacientes que usan, además, fibratos. Bisfosfonatos Estos compuestos pueden producir insuficiencia renal un tiempo después de su administración. El uso de altas dosis intravenosas se ha asociado a fallo renal. El pamidronato puede ocasionar una glomerulos- clerosis focal y segmentaria colapsante con síndrome nefrótico. El zoledronato causa lesiones tubulares asociadas a necrosis tubular aguda. El riesgo se asocia a una infusión rápida y altas dosis. Se puede prevenir ajustando la dosis en paciente con enfermedad renal y administración lenta. Metales y metaloides Plomo La intoxicación aguda por plomo se manifiesta, aparte de los síntomas extrarrenales, por signos de lesión tubular renal fundamentalmente proximal. Es característica la elevada eliminación urinaria de plomo, ácido δ-aminolevulínico (ALA), coproporfirinas, urobilinógeno y pigmentos biliares. Histológicamente se observa degeneración de las células tubulares proximales, con unos cuerpos de inclusión intranu- cleares eosinófilos característicos; estas células pueden observarse en el sedimento urinario. En la intoxicación aguda se administran quelantes, como el EDTA cálcico disódico por vía parenteral, que favorecen la formación de complejos EDTA-plomo no tóxicos y fácilmente eliminables por el riñón en función del filtrado glomerular. Debe vigilarse la propia nefrotoxicidad del EDTA. También puede emplearse el ácido dimercaptosuccínico (DMSA) por vía oral aunque con menos experiencia. La intoxicación crónica por plomo produce una nefritis intersticial crónica de evolución muy lenta hacia la IRC (v. cap. 107, Nefropatías intersticiales). Cadmio La exposición aguda y grave se produce habitualmente por vía res- piratoria; aparte de las manifestaciones de insuficiencia respiratoria y de alteraciones hepáticas puede ocasionar lesiones tubulares con necrosis tubular. La intoxicación crónica causa lesiones tubulares proximales, manifestadas por proteinuria de bajo peso molecular. La determinación en orina de las proteínas de origen tubular, como la de unión al retinol es de utilidad en el diagnóstico de este trastorno. Otras manifestacio- nes renales son glucosuria, aminoaciduria, déficit de concentración urinaria y acidosis tubular. Algunos de estos hechos conducen a una hipercalciuria, con la consiguiente litiasis renal, y a una osteomalacia muy dolorosa. La hipercalciuria y la ausencia de hiperuricemia la dis- tinguen de la nefropatía causada por plomo. La eliminación urinaria de cadmio es alta sólo durante la exposición. El diagnóstico definitivo se establece al determinar el contenido en cadmio en hígado y riñón mediante análisis por rayos γ. De forma crónica, el cadmio puede producir nefritis intersticial. Mercurio La toxicidad del mercurio depende de su forma química y de la vía de absorción. El mercurio elemental no es tóxico ingerido por vía diges- tiva; en cambio, la inhalación respiratoria de sus vapores metálicos produce lesiones bronquiales y encefalopatía. Las sales de mercurio orgánicas e inorgánicas son potencialmente nefrotóxicas; el bicloruro de mercurio (HgCl2) es altamente nefrotóxico, con producción de necrosis tubular aguda. Clínicamente, la intoxicación por mercurio se manifiesta por un sabor amargo-metálico, sensación de constricción faríngea, ardor retro- esternal, náuseas, vómitos, gastritis, dolor abdominal, diarreas, shock e insuficiencia renal aguda. Antes de establecerse la anuria se halla proteinuria, hematuria, cilindros epiteliales, glucosuria, aminoaciduria y una elevada eliminación de mercurio por la orina. El dimercaprol (BAL) es el antídoto efectivo, dado que actúa en forma competitiva Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 906 SECCIÓN VI Nefrología con los radicales sulfhidrilos biológicos. Dado que el complejo BAL- mercurio se elimina por vía renal y que su acumulación causa hipo- glucemia y convulsiones, en caso de insuficiencia renal debe indicarse diálisis precozmente. Pueden utilizarse también otros quelantes como la penicilamina y el DMSA. La exposición al mercurio elemental u orgánico se ha relacionado ocasionalmente con casos de síndrome nefrótico en cuya patogenia interviene en una primera fase una nefropatía por anticuerpos anti- membrana basal glomerular a la que posteriormente se superpone una glomerulonefritis membranosa. Sales de oro Las alteraciones renales aparecen gradualmente, primero con proteinu- ria y posteriormente con un síndrome nefrótico. La microhematuria y la insuficiencia renal son raras. La proteinuria se halla hasta en el 30% de los pacientes tratados y su presencia no se correlaciona con los niveles de oro en sangre ni en orina. El sustrato histológico de esta nefropatía corresponde en la mayoría de los casos a una nefropatía membranosa y sólo en ocasiones a una glomerulopatía con cambios mínimos. La supresión del fármaco suele negativizar la proteinuria al cabo de 4 a 18 meses. En estos casos no están indicados los glucocorticoides. Litio Hasta un 25% de los pacientes tratados con litio presenta diversos grados de poliuria con tendencia a la hipernatremia como expresión de una diabetes insípida nefrogénica. Su nefrotoxicidad se reduce de manera notable si se mantiene una concentración plasmática por debajo de 0,6 µmol/L (0,4 mg/dL). En la intoxicación aguda por litio puede producirse una insuficiencia renal aguda en la que deben evi- tarse tanto la hipovolemia como los diuréticos de asa por su efecto sobre el aumento de la reabsorción proximal de sodio y de litio. En cambio, la utilización de diuréticos tiazídicos y los AINE pueden estar indicados. En casos graves está indicada la hemodiálisis para su extracción plasmática.La nefrotoxicidad crónica puede inducir una nefritis intersticial crónica. También puede inducir una acidosis tubular distal incompleta. Excepcionalmente puede dar lugar a un síndrome nefrótico por glomerulosclerosis focal. Radiocontrastes El potencial nefrotóxico de los contrastes yodados se atribuye tanto a mecanismos de toxicidad celular directa como a la vasoconstricción renal producida por la alteración del balance endotelina/óxido nítrico. El riesgo de desencadenar una IRA en la población normal se cifra en el 0,3%. Este porcentaje es superior al 50% de los casos en pacientes deshidratados, diabéticos o con insuficiencia renal previa y se asocia al uso de IECA o ARA-II. En general, la insuficiencia renal aguda se inicia a las 12-24 h de administrar el contraste, es no oligúrica y la recuperación se inicia a los 3-5 días con un pico máximo a las 72 h. Frente a la mayor nefrotoxicidad de los iniciales compuestos iónicos e hiperosmolares (diatrizoatos), los actuales compuestos no iónicos y menos hiperosmolares (iohexol, iodinoxanol) parecen ser menos nefrotóxicos. En las primeras horas tras la administración del radiocon- traste las tiras reactivas urinarias pueden dar falsas proteinurias que no deben considerarse como daño glomerular. Una correcta hidratación con bicarbonato o con solución salina isotónica desde horas antes hasta horas después de la prueba y un adecuado estado hemodinámico constituyen la mejor profilaxis disponible en los pacientes con riesgo elevado (filtrado glomerular ≤ 45 mL/min). El gadolinio, contraste paramagnético utilizado en las exploraciones mediante RM, no es nefrotóxico, pero cuando se administra a pacientes con insuficiencia renal se ha relacionado con el desarrollo de la dermopatía fibrosante nefrogénica con eventual afección sistémica y evolución fatal, además se describe la hipocalcemia espuria. Disolventes orgánicos Etilenglicol El metabolito del etilenglicol, el ácido oxálico, es el causante de la necrosis tubular renal, cristalización intratubular renal birrefringente de oxalato cálcico, dilatación tubular y edema e infiltración mononu- clear intersticial. Antes de instaurarse la oliguria es posible observar cristales de oxalato cálcico en la orina junto con microhematuria. Puede desarrollarse una acidosis metabólica de extrema gravedad. La presencia en el contexto clínico de acidosis metabólica con hiato aniónico elevado, junto con la presencia de hiato osmolar plasmático aumentado, sugiere intoxicación por etilenglicol. El tratamiento consiste en la perfusión de soluciones alcalinas (bicarbonato sódi- co) y en inducir una diuresis forzada con diuréticos del tipo de la furosemida. Dado que el etanol utiliza la misma vía enzimática de metabolización, su administración puede retrasar la metabolización del etilenglicol a ácido oxálico. También puede eliminarse el etilen- glicol circulante por diálisis. Tetracloruro de carbono El tetracloruro de carbono y sus metabolitos tienen efectos directa- mente tóxicos sobre el hígado, en el que origina una necrosis cen- trolobulillar, y sobre el riñón, donde provoca degeneración y necrosis tubular. La oliguria puede no ser aparente hasta pasados 7-10 días de la intoxicación y suele durar de 1 a 2 semanas. El análisis de orina muestra microhematuria y proteinuria de forma más frecuente e intensa que en otros cuadros nefrotóxicos. Tóxicos relacionados capaces de producir lesiones hepáticas y renales son el cloroformo y el tricloroetileno. Este último, aparte de como consecuencia de su uso industrial, es res- ponsable de casos de insuficiencia renal aguda en inhaladores de colas. Otros El tolueno es muy utilizado como disolvente y es responsable de lesión renal y, sobre todo, de acidosis tubular renal en inhaladores de cola. Además, diferentes hidrocarburos se han asociado temporalmente con el desarrollo de glomerulonefritis. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Bentley ML, Corwin HL, Dasta J. Drug-induced acute kidney injury in the critically ill adult: Recognition and prevention strategies. Crit Care Med 2010;38:169-74. Izzedine H, Perazella MA. Thrombotic Microangipathy. Cancer and Cancer Drugs. Am J Kidney Dis 2015;66:857-68. Krishnan N, Perazella MA. Drug-induced Acute Interstitial Nephritis, pa- thology, pathogenesis and treatment. Int J Kidney Disease 2015;9:3-13. Luciano RL, Perazella MA. Crystalline-induced kidney disease: a case of urine microscopy. Clin Kidney J 2015;8:131-6. Pazhayattil GS, Shirali AC. 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