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Síndrome nefrótico CONCEPTO El síndrome nefrótico es patognomónico de enfermedad glomerular. Es la consecuencia clínica del aumento de la permeabilidad glomerular, que se traduce en proteinuria masiva e hipoalbuminemia y que se acompaña de forma variable de edema, hiperlipemia y lipiduria. De forma arbitraria, se define como proteinuria de rango nefrótico (esto es, capaz de inducir un síndrome nefrótico) la que es superior a 3,5 g/24 h por 1,73 m2 en adultos o a 40 mg/h por 1 m2 en niños. De forma restrictiva, se utiliza el término síndrome nefrótico idio- pático para englobar al síndrome nefrótico asociado a anomalías his- tológicas del riñón no específicas; incluye la nefropatía con cambios mínimos, la glomerulosclerosis focal y la glomerulonefritis proliferativa mesangial. El síndrome nefrótico, si se mantiene en el tiempo, representa un factor de mal pronóstico en la evolución de la lesión renal. Por otro lado, el síndrome nefrótico per se se asocia a notables complicaciones sistémicas y, por ello, se precisa un abordaje terapéutico global inde- pendiente de la nefropatía de base. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 823 CAPÍTULO 96 Síndrome nefrótico © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. ETIOLOGÍA Cualquier enfermedad glomerular, primaria o secundaria, puede cursar con síndrome nefrótico en algún momento de su evolución. Las glomerulonefritis primarias más significativas se recogen en la tabla 96-1, y las enfermedades glomerulares secundarias en el cua- dro 96-1. La incidencia del síndrome nefrótico es de 2-3/100.000 habitantes. Constituye el principal síndrome por el que se realizan biopsias renales. En niños, la causa más frecuente es la nefropatía de cambios mínimos. En adultos, es una lesión glomerular secundaria: la nefropatía diabética. La prevalencia de glomerulonefritis prima- rias en adultos con síndrome nefrótico es variable, según la región geográfica y la población estudiada; la glomerulosclerosis focal es la causa más frecuente en EE. UU., por su mayor prevalencia en afroamericanos, mientras que en Europa la nefropatía membranosa es la glomerulonefritis primaria que con mayor frecuencia produce síndrome nefrótico en el adulto. Una vez descartadas causas secun- darias (farmacológicas, infecciosas, metabólicas y neoplásicas), es aconsejable realizar una biopsia renal, por sus implicaciones diagnós- ticas, pronósticas y terapéuticas. FISIOPATOLOGÍA Y CUADRO CLÍNICO El fenómeno fisiopatológico central del síndrome nefrótico radica en la alteración de la barrera de filtración glomerular, que condiciona la pérdida de proteínas por la orina (proteinuria) y, como consecuencia, la hipoalbuminemia y el resto de las alteraciones del síndrome nefrótico. Proteinuria La barrera de filtración glomerular, formada por células endoteliales glomerulares fenestradas, la membrana basal glomerular (MBG) y los pedicelos de los podocitos (células epiteliales viscerales glomerula- res), representa una gran restricción al paso transcapilar de proteínas en relación con su tamaño, forma y carga eléctrica (fig. 96-1). En la limitación por tamaño tiene un papel primordial la exis- tencia de poros entre los pedicelos de los podocitos de 12,1 nm de diámetro, cerrados por una membrana delgada (slit diaphragm), que evitarían el paso de macromoléculas de tamaño superior a 150 kDa. Diversas proteínas como la nefrina, la NEPH1 y la podocina, junto con proteínas del citoesqueleto, son los constituyentes fundamen- tales de estos poros. Las alteraciones de estas proteínas podocitarias (disfunción podocitaria), bien por trastornos genéticos (tabla 96-2) TABLA 96-1 Etiología del síndrome nefrótico: glomerulonefritis primarias biopsiadas Niños (< 18 años) (%) Adultos (18-65 años) (%) Ancianos (> 65 años) (%) Nefropatía con cambios mínimos 37,7 15,2 15,1 Glomerulosclerosis focal 16,0 12,8 9,1 Nefropatía membranosa 6,9 21,2 24,6 Glomerulonefritis mesangiocapilar 4,6 4,9 4,4 Nefropatía mesangial IgA 8,6 6,1 5,4 Fuente: Registro Español de Glomerulonefritis, Sociedad Española de Nefrología. Años 2009-2018. • CUADRO 96-1 Etiología del síndrome nefrótico: enfermedades glomerulares secundarias Enfermedades sistémicas Lupus eritematoso sistémico* Síndrome de Goodpasture Lipodistrofia parcial Dermatomiositis Púrpura de Schönlein-Henoch Síndrome de Sjögren Enfermedad mixta del tejido conectivo Vasculitis sistémicas Sarcoidosis Artritis reumatoide Crioglobulinemia mixta esencial Glomerulonefritis fibrilar Enfermedades metabólicas y heredofamiliares Diabetes mellitus* Amiloidosis* Enfermedad de Fabry Síndrome de Alport Síndrome nefrótico congénito Hipotiroidismo Drepanocitosis Enfermedad de Graves-Basedow Déficit de α1-antitripsina Enfermedades infecciosas Bacterianas (GN postestreptocócicas, endocarditis infecciosa, nefritis de shunt, sífilis, tuberculosis, pielonefritis crónica) Víricas (VHB, VHC, HIV, CMV, Epstein-Barr, herpes zóster) Otras (paludismo, toxoplasmosis, filariasis, tripanosomiasis) Fármacos AINE* Captopril* Mercurio* Sales de oro* Penicilamina* Heroína Interferón α Warfarina Contrastes yodados Probenecid Rifampicina Litio Clorpropamida Pamidronato Neoplasias Tumores sólidos (carcinomas y sarcomas)* Linfomas y leucemias Otros Preeclampsia HTA vasculorrenal unilateral Nefropatía crónica del injerto renal* Nefropatía por reflujo Nefroangiosclerosis Obesidad mórbida Necrosis papilar *Las más frecuentes. GN: glomerulonefritis; HTA: hipertensión arterial. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 824 SECCIÓN VI Nefrología o inmunológicos o bien por daño directo, son fundamentales en la etiopatogenia de la proteinuria y en la progresión a la esclerosis glomerular. La barrera en función de la carga se debe a la electronega- tividad de la pared capilar, fundamentalmente por los proteoamino- glucanos de la MBG como el heparansulfato y por el glicocálix rico en podocalixina que recubre el endotelio fenestrado. La mayoría de las proteínas están cargadas negativamente, en particular la albúmina, y son, por tanto, repelidas por la barrera de filtración glomerular. En el síndrome nefrótico, la proteinuria podría producirse, al menos teóricamente, por una pérdida de la electronegatividad de la barrera de filtración o por una desestructuración de esta que condicione un aumento del tamaño de los poros. La nefropatía de cambios mínimos constituye el paradigma de las enfermedades causadas por un trastorno glomerular electroquímico. En estos casos, la proteinuria es altamente selectiva (se pierde sobre todo albúmina y otras proteínas negativas, mientras quedan retenidas las de mayor peso molecular, como la IgG) y no se observan anomalías morfológicas con la microscopia óptica, aunque sí por microscopia electrónica; en concreto, la fusión de los pedicelos de los podoci- tos, un hallazgo constante en todas las nefropatías que cursan con proteinuria masiva. Cuando la lesión estructural de la barrera de filtración glomerular es mayor, como ocurre en la mayoría de las nefropatías que cursan con síndrome nefrótico, se pierden proteínas de forma no selectiva, no sólo por su carga, sino por el tamaño, y se aprecian alteraciones morfológicas con microscopia óptica en la barrera de filtración. Figura - Estructura de la barrera de filtración glomerular. En el proceso de filtración se atraviesan el endotelio fenestrado de las asas capilares, la membrana basal glomerular y los poros entre los podocitos. El buen funcionamiento de las proteínas que anclan los podocitos a la membrana basal glomerular, así como de las que constituyen los poros (podocina, nefrina, NEPH 1 y 2, entre otras), es esencial para evitar la pérdidade proteínas por la orina. CD2AP: molécula multifuncional adaptadora 2; MBG: membrana basal glomerular; NEPH 1-2: proteínas similares a la nefrina 1 y 2; TRPC6: canal permeable al calcio con potencial receptor transitorio 6. TABLA 96-2 Principales causas genéticas de síndrome nefrótico Proteína Gen Función Síndrome Herencia Nefrina NPHS1 Slit diaphragm SN congénito/SNCR AR Podocina NPHS2 Slit diaphragm SN congénito/SNCR AR CD2AP CD2AP Slit diaphragm SNCR AR/AD TRCP6 TRPC6 Canal iónico SNCR AD α-actinina 4 ACTN4 Regulador de la actina SNCR del adulto AD AD: autosómica dominante; AR: autosómica recesiva; SN: síndrome nefrótico; SNCR: síndrome nefrótico corticorresistente. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 825 CAPÍTULO 96 Síndrome nefrótico © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Hipoproteinemia Cuando la proteinuria y el catabolismo tubular renal de la albúmina filtrada superan la tasa de síntesis hepática de esta proteína, se pro- duce hipoalbuminemia (albúmina sérica inferior a 3 g/dL [30 g/L [435 µmol/L]). La gravedad de la hipoalbuminemia se correlaciona bien con la magnitud de la proteinuria, si bien puede variar según la edad, el estado nutricional, la capacidad de síntesis hepática de albúmina y el tipo de lesión renal, lo que justifica que haya pacientes con proteinuria muy elevada que no desarrollan hipoalbuminemia. Este hallazgo es característico de algunas lesiones glomerulares que cursan con hiperfiltración, como la nefropatía de la obesidad, la nefropatía de reflujo o la secundaria a reducción de masa renal. El incremento en la síntesis proteica hepática afecta a todo tipo de proteínas, lo que justifica el aumento de concentración plasmática de aquellas con mayor peso molecular, ya que no se perderán por la orina (IgA, IgM, IgE, fibrinógeno). Las de menor peso molecular se perderán por el riñón, y su concentración en plasma disminuirá (IgG, factores del complemento, plasminógeno). Estas variaciones en las proteínas plasmáticas favorecen la aparición de trastornos nutricionales, inmunológicos y situaciones de hipercoagulabili- dad que pueden ensombrecer la evolución del síndrome nefrótico (tabla 96-3). Edema El edema es el signo clínico más llamativo y suele ser el motivo de consulta, especialmente en los niños. Se trata de edemas blandos, con fóvea, que se localizan en las zonas declives (pies, sacro) y donde la presión tisular es leve, como en la región periorbitaria. Si la hipoal- buminemia es grave, puede aparecer ascitis y derrame pleural, si bien el edema pulmonar no ocurre a menos que exista algún otro proceso asociado (insuficiencia renal o cardíaca). Existen dos mecanismos que explican la aparición de edemas en el síndrome nefrótico (fig. 96-2). En el primero, por hipovolemia, más frecuente en niños con nefropatía por cambios mínimos o en casos de hipoproteinemia grave, la disminución de la presión oncótica plasmática resultante de la hipoalbuminemia favorece la aparición de edema, hipovolemia y la activación del sistema renina-angiotensina, que precipitará un aumento de la reabsorción renal de sodio. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes con síndrome nefrótico predomina la expansión de volumen secundaria a una retención renal primaria de sodio. Los factores intrarrenales responsables de la retención de sodio son glomerulares a través de la reducción del coeficiente de filtración glomerular, y muy especialmente los tubulares por la activación de transportadores de sodio en el túbulo colector renal (activación del canal epitelial de sodio – (EnaC) y la bomba Na+-K+-ATPasa). Como resultado, hay un aumento del volumen plasmático y supresión de renina, angiotensina y vasopresina, resistencia relativa al péptido atrial natriurético e hipertensión arterial. Entre los mecanismos últimos que generan estas alteraciones se postulan la liberación de angio- tensina II y oxidantes por el infiltrado leucocitario intersticial renal, hallazgo habitual en las glomerulonefritis, así como la excesiva pérdida urinaria de proteasas, que activarían los canales epiteliales de sodio. Por otra parte, hay un aumento en la permeabilidad capilar que, junto con los mecanismos anteriores, favorece el desarrollo del edema. Manifestaciones extrarrenales Hiperlipemia La alteración lipídica más constante es la hipercolesterolemia, que aparece en más del 85% de los pacientes; es superior a 400 mg/dL (10,36 µmol/L) en el 25% y se correlaciona de forma inversa con la magnitud de la hipoalbuminemia. La hipertrigliceridemia es menos frecuente y suele aparecer cuando la albúmina sérica disminuye por debajo de 1-2 g/dL (10-20 g/L [145-290 µmol/L]). La hiperlipemia nefrótica se caracteriza por incrementos en las LDL, VLDL, IDL y la lipoproteína (a). Las HDL no suelen modificarse, si bien en casos de hipoalbuminemia grave desciende la fracción HDL2, forma madura y rica en colesterol, disminuyendo el transporte inverso de colesterol. De forma muy característica, existe lipiduria, con cilindros grasos en el sedimento de orina formados por diversos lípidos que se han filtrado por el glomérulo lesionado. La patogenia es multifactorial, fundamentalmente por el descen- so en el aclaramiento de las lipoproteínas, facilitado por un menor número de receptores tisulares de LDL (debido al incremento en la expresión de la proproteína convertasa subtilisina/kexina tipo 9 [PCSK9]) y el descenso en la actividad de las enzimas lipopro- teinlipasa y lecitín-colesterol-aciltransferasa. También contribuye, aunque en menor medida, el incremento en la síntesis hepática de lipoproteínas, muy ligado al incremento en la actividad de la HMG-CoA reductasa. Los pacientes con síndrome nefrótico prolongado tienen un riesgo cardiovascular muy elevado (aproximadamente 5 veces más riesgo). Se piensa que la dislipemia de estos pacientes es uno de los principales factores que influyen en este riesgo, dado el evidente perfil aterógeno de las alteraciones lipídicas. Otra consecuencia clínica de la hiperlipemia es su posible parti- cipación en la progresión del daño renal, por la lesión tóxica directa del exceso de lipoproteínas tanto en los podocitos como en las células tubulares renales. TABLA 96-3 Posibles efectos adversos de la proteinuria* Proteína Consecuencia clínica ↓ Albúmina Edemas, hiperlipemia, descenso del hiato aniónico, balance nitrogenado negativo ↓ IgG Inmunodeficiencia, tendencia a infecciones Alteración de factores del complemento: ↓ factor B, C1q, C2, C8, C9 Déficit de opsonización bacteriana Alteraciones en proteínas del sistema hemostático: Predisposición a trombosis arteriales y venosas ↑ Fibrinógeno, ↑ tromboxano A2 ↑ Factores procoagulantes: V, VII, VIII ↓ Factores IX, XII ↓ Inhibidores de la coagulación: antitrombina Alteración del sistema fibrinolítico: ↓ plasminógeno, ↑ α2-antiplasmina Alteración de proteínas de transporte: ↓ Transferrina Anemia microcítica, hipocrómica ↓ Cinc Disgeusia, impotencia, trastornos en la inmunidad celular ↓ VDBP (proteína ligadora de vitamina D) ↓ 25 OH vitamina D, si bien los niveles de vitamina D libre son normales. Riesgo muy bajo de hipocalcemia, hiperparatiroidismo secundario ↓ TBG (globulina fijadora de tiroxina) ↓ Tiroxina total, si bien la tiroxina libre y la TSH son normales ↓ Eritropoyetina Anemia *Estas alteraciones no aparecen de forma constante en todo síndrome nefrótico, ya que dependen de la intensidad de la proteinuria y de factores individuales. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personalexclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 826 SECCIÓN VI Nefrología Trombosis El síndrome nefrótico constituye una situación de hipercoagulabilidad, por lo que la trombosis de la vena renal y, en general, los fenómenos tromboembólicos constituyen una de las complicaciones más impor- tantes de este síndrome. Hasta un 10% de los adultos y un 2% de los niños con síndrome nefrótico desarrollarán un episodio clínico de tromboembolia, especialmente en los meses iniciales de la enfermedad. En los adultos predominan las venosas, sobre todo de las venas renales y de las venas profundas de los miembros inferiores. Las trombosis arteriales son más frecuentes en las arterias femoral y pulmonar. Por causas no explicadas, la incidencia de trombosis es mayor en la nefropatía membranosa. El riesgo de trombosis es proporcional a la gravedad de la hipoalbuminemia, siendo elevado si la albúmina sérica es inferior a 2 g/dL (20 g/L [29 µmol/L]). La trombosis de la vena renal, unilateral o bilateral, tiene una inci- dencia muy elevada en pacientes adultos con síndrome nefrótico (2%- 28% según las series), y es todavía mayor en la nefropatía membranosa (20%-60%). Otras nefropatías con riesgo aumentado de trombosis de la vena renal son la glomerulonefritis membranoproliferativa y la nefropatía del lupus eritematoso sistémico. La presentación clínica puede ser aguda sintomática (v. cap. 104, Nefropatías de origen vascular) o, más frecuentemente, crónica, con poca sintomatología. Muchas veces el diagnóstico se establece ante la aparición de un edema en los miembros inferiores desproporcionado para el grado de hipoalbuminemia (sobre todo si la trombosis se extien- de hasta la cava) o de una embolia de pulmón (detectable hasta en el 35% de los pacientes con trombosis de la vena renal). No obstante, no se justifica la realización de cribado diagnóstico de trombosis de la vena renal en todos los pacientes con síndrome nefrótico, sino sólo en aquellos en los que exista un deterioro rápido e inexplicable de la función renal, dolor agudo en la fosa lumbar, hematuria macroscópica o clínica sugerente de tromboembolia pulmonar. Entre los mecanismos propuestos para explicar la elevada incidencia de trombosis en estos pacientes, se incluyen anomalías en la agregación plaquetaria, en las proteínas de la coagulación y en la fibrinólisis, como consecuencia directa de la proteinuria (v. tabla 96-3). Se ha atribuido especial importancia al déficit de antitrombina. Otros factores involu- crados son: trombocitosis, estasis venosa, lesión endotelial, aumento de la viscosidad sanguínea, hiperlipemia y administración de diuréticos y glucocorticoides. La mayor incidencia de trombosis de vena renal se ha intentado explicar a través de la formación intrarrenal de trombina y la hemoconcentración secundaria a la ultrafiltración que se produce en el glomérulo renal. Infecciones Los pacientes con síndrome nefrótico, especialmente los niños, presen- tan un riesgo aumentado de infecciones de todo tipo, especialmente bacterianas, con elevada morbilidad y una mortalidad estimada del 1,5%-4,5%. Hay mayor prevalencia de peritonitis espontánea en niños y de celulitis en adultos. Los gérmenes implicados suelen ser bacterias encapsuladas, particularmente Streptococcus pneumoniae. La celulitis se presenta en pacientes muy edematosos a partir de una lesión cutánea, la mayoría de las veces yatrógena (venopunción, biopsia de grasa subcutánea). Los microorganismos implicados son el estrepto- coco β-hemolítico y diversos gramnegativos. El déficit de IgG, las anomalías en factores de la vía alternativa del complemento, el déficit de cinc y transferrina, los trastornos de la inmunidad celular y el uso de fármacos inmunodepresores contribuyen a esta mayor predisposición a la infección. Hipovolemia e insuficiencia renal aguda Hasta el 34% de los pacientes con síndrome nefrótico sufren deterioro de la función renal, facilitado por episodios de hipovolemia, especial- mente en situaciones de hipoalbuminemia grave o tras un tratamiento intenso con diuréticos. Suele afectar a pacientes de edad avanzada y con histología de síndrome nefrótico por cambios mínimos, en los que exis- te una intensa hipoalbuminemia. En estas circunstancias, el volumen plasmático efectivo y, por tanto, la perfusión renal se encuentran muy disminuidos, con lo que puede producirse una necrosis tubular aguda de origen isquémico que suele ser reversible. También puede aparecer insuficiencia renal aguda no asociada a hipovolemia, bien por edema intrarrenal, bien por disminución de la permeabilidad secundaria a la fusión de los podocitos y al descenso del coeficiente de ultrafiltración, o por la administración de fármacos Figura - Mecanismos de la formación del edema en el síndrome nefrótico. AII: angiotensina II; Kf: coeficiente de ultrafiltración; NO: óxido nítrico. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 827 CAPÍTULO 96 Síndrome nefrótico © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. que bloquean el sistema renina-angiotensina, como los AINE o los anticalcineurínicos. Otras complicaciones En el síndrome nefrótico de larga duración pueden aparecer otras complicaciones. Así, la proteinuria continuada y el aumento del cata- bolismo renal de las proteínas desencadenan un balance negativo de nitrógeno y una malnutrición proteica. De hecho, los pacientes con síndrome nefrótico pierden entre un 10% y un 20% de su masa magra. Las consecuencias clínicas de la pérdida de algunas proteínas concretas se resumen en la tabla 96-3. Se han descrito trastornos endocrinos y alteraciones tubulares proximales, como glucosuria, hiperfosfaturia y síndrome de Fanconi, entre otros. Por último, el aumento en la fracción sérica libre de algunos fármacos de elevada fijación proteica puede facilitar la aparición de efectos secundarios. Especial precaución debe seguirse con el uso de anticoagulantes orales y de fármacos hipolipe- miantes del tipo de los fibratos (riesgo aumentado de rabdomiólisis). DIAGNÓSTICO Ante un enfermo con síndrome nefrótico, reviste especial importan- cia filiar su causa, ya que, si bien existe un tratamiento general, el tratamiento de la enfermedad de base es prioritario. La evaluación clínica y de laboratorio se resume en el cuadro 96-2. Las pruebas solicitadas deben adecuarse al contexto clínico del paciente. Así, no se ha demostrado la utilidad de la determinación indiscriminada de pruebas serológicas en todo síndrome nefrótico, salvo que exista la sos- pecha de un proceso sistémico subyacente. Del mismo modo, ante todo adulto con síndrome nefrótico no es necesario buscar una neoplasia con pruebas costosas y molestas, salvo que la anamnesis y la exploración física muestren algún dato sospechoso. Es aconsejable un estudio de sangre oculta en heces en mayores de 50 años, mamografía en mujeres mayores de 40 años y un antígeno prostático en varones mayores de 50 años. También hay que recordar que la velocidad de sedimentación está elevada en más de 2/3 de los pacientes con síndrome nefrótico, sin que indique la existencia de un trastorno sistémico. Si tras esta evaluación inicial no se descubre la causa del síndrome nefrótico, estaría indicada la biopsia renal, por las implicaciones pro- nósticas y terapéuticas que representa. TRATAMIENTO Independientemente de la causa del síndrome nefrótico, existe un tratamiento general que pretende disminuir la morbimortalidad de este síndrome y que incluye medidas higiénicas, dietéticas y farmacológicas. Tratamiento del edema En la mayoríade los casos, el edema no suele tener mayor trascendencia clínica. En ocasiones puede ser grave, con derrame pleural y pericárdico acompañante. El objetivo del tratamiento no es tanto conseguir la desa- parición completa de los edemas como reducirlos hasta un nivel tolerable. Dieta Incluye la restricción de sal a 5 g diarios (equivalente a 2 g y a 85 mEq de sodio). En los períodos de máximo edema (anasarca), debe restrin- girse parcialmente la ingestión de líquidos, que nunca debe superar la diuresis. Medidas posturales El reposo en decúbito supino es recomendable en la anasarca, ya que favorece la diuresis al disminuir la presión hidrostática de las extremi- dades inferiores y pasar líquido desde el espacio intersticial hacia el plasmático. La colocación de vendas elásticas hasta la raíz del muslo, junto con una adecuada profilaxis antitrombótica, favorece la diuresis. Diuréticos Las medidas dietéticas no suelen ser suficientes para conseguir un balance negativo de agua y sodio, por lo que es habitual la utilización de diuréticos. En ocasiones, los diuréticos tiazídicos o ahorradores de potasio pueden ser suficientes. Sin embargo, en la mayoría de los casos se necesitarán diuréticos de asa, teniendo presente que la respuesta natriurética a estos diuréticos es inferior a la observada en sujetos normales. Ello se debe al aumento de la distribución del diurético en el espacio extravascular secundario a la hipoproteinemia, lo que reduce su aporte renal. Las dosis que se utilizarán, por tanto, deben ser dos o tres veces las normales (furosemida, 40-120 mg i.v., 80-240 mg p.o.; torasemida, 15-50 mg p.o.) y administrarse con mayor frecuencia. Deben monitorizarse periódicamente la función renal y la situación hemodinámica, ya que los diuréticos pueden disminuir el volumen circulante efectivo y precipitar hipotensión, fracaso renal agudo y trombosis, especialmente en hipoalbuminemias graves. Si se precisa mayor efecto diurético, pueden asociarse a los diu- réticos de asa, tiazidas, acetazolamida o diuréticos distales ahorrado- res de potasio, que actúan en segmentos distintos del túbulo renal. A veces estas asociaciones tienen efectos sinérgicos inesperados, por lo que deben monitorizarse con frecuencia el peso y el potasio, el bicarbonato y el sodio séricos; sin olvidar que las causas más frecuentes de refractariedad al tratamiento diurético son la ingesta excesiva de sal y la administración de dosis inadecuadas de diuréticos. • CUADRO 96-2 Evaluación clínica y de laboratorio del síndrome nefrótico Anamnesis Antecedentes, signos y síntomas de enfermedades sistémicas (lupus eritematoso sistémico, vasculitis, amiloidosis, diabetes) Antecedentes de enfermedades infecciosas (infección faríngea, por VHC, VHB o HIV) Ingesta de fármacos (AINE, captopril, sales de oro, penicilamina) Exploración física Signos de enfermedad sistémica Situación hemodinámica (presión arterial, ortostatismo, frecuencia cardíaca, ingurgitación yugular) Intensidad de los edemas. Peso y diuresis frecuentes Pruebas de laboratorio de base Suero: glucosa, creatinina, urea, iones, proteínas totales, albúmina, colesterol LDL y HDL y triglicéridos Orina: proteinuria de 24 h (al menos dos determinaciones; en el seguimiento puede utilizarse el cociente proteínas/creatinina en muestra de orina reciente), iones Filtrado glomerular estimado por fórmulas. Puede considerarse aclaramiento de creatinina Sedimento urinario Pruebas serológicas específicas Fracciones C3 y C4 del complemento Anticuerpos antinucleares, anti-ADNa Proteinogramaa ANCAa Crioglobulinasa HBsAga,b Anticuerpos frente a HIV y VHCa Anticuerpos frente al receptor de la fosfolipasa A2 (PLA2R) a Serología de sífilisa Crioglobulinasa Técnicas de imagen Ecografía renal aNo deben determinarse de forma sistemática sin que exista cierto grado de sospecha clínica. bEspecialmente en niños. AINE: antiinflamatorios no esteroideos; ANCA: anticuerpos frente al citoplasma de los neutrófilos; HBsAg: antígeno de superficie del virus de la hepatitis B (antígeno Australia); HDL: lipoproteínas de alta densidad; HIV: virus de la inmunodeficiencia humana; LDL: lipoproteínas de baja densidad; VHC: virus de la hepatitis C. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 828 SECCIÓN VI Nefrología En casos refractarios y con hipoalbuminemia inferior a 2 g/dL (20 g/L [29 µmol/L]) e hipovolemia, se ha sugerido el empleo de una perfusión i.v. de albúmina concentrada pobre en sal (20-40 g), asociada a furosemida (40-80 mg), ya que teóricamente facilitaría la secreción tubular de furosemida mediada por albúmina y mejoraría la respuesta diurética, si bien los resultados de los estudios no son concluyentes y, en cualquier caso, muy modestos. Tratamiento de la hipoproteinemia A pesar de que la proteinuria mantenida puede producir malnutrición proteicocalórica, las dietas hiperproteicas no se recomiendan, ya que inducen mayor proteinuria, que puede agravar la lesión glomerular renal. Se recomienda la ingesta de 0,8-1 g/kg de peso y día de proteínas de alto valor biológico (dieta normoproteica). En los niños sí se reco- mienda una ingesta algo superior (1,5 g/kg/24 h) para prevenir altera- ciones del crecimiento. La ingesta calórica debe ser elevada (35 kcal/kg de peso y día) para garantizar una adecuada síntesis hepática de pro- teínas. En los pacientes con deterioro de la función renal y síndrome nefrótico no se recomiendan las dietas hipoproteicas. Los IECA, los antagonistas de los receptores de la angiotensina II y los antialdosterónicos son fármacos muy eficaces para disminuir de forma ines- pecífica la proteinuria. Su asociación, si bien tiene un efecto sinérgico, pre- senta una tasa elevada de efectos secundarios (hiperpotasemia e insuficiencia renal aguda), por lo que no se aconseja combinar estos fármacos, salvo que se garantice una estricta monitorización por personal experimentado. Tratamiento de la hiperlipemia Dado que la hiperlipemia puede representar un factor de riesgo de enfermedad vascular acelerada, debe tratarse de forma activa. A pesar de las medidas higiénico-dietéticas, en la mayoría de los pacientes se hace necesario el tratamiento farmacológico con el objetivo de conseguir un colesterol LDL inferior a 100 mg/dL. Las estatinas son de elección en monoterapia. La asociación de estatinas con ezetimiba ha demostrado ser eficaz para disminuir la morbilidad cardiovascular en pacientes con enfermedad renal crónica, si bien se desconoce si esta eficacia es trasladable al síndrome nefrótico. Los fibratos mejoran los triglicéridos, con un efecto más discreto sobre el colesterol. Si se utilizan, se debe reducir su dosis en al menos un 50%, ya que su fracción libre está aumentada en situaciones de hipoalbuminemia; si no se ajusta la dosis, se favorecerá la aparición de miopatía y rabdomiólisis, especialmente si se utilizan combinados con las estatinas. Si bien fisiopatológicamente es una opción interesante, se desconoce la utilidad de los inhibidores de la PCSK9 en la dislipemia del síndrome nefrótico. Tratamiento de las complicaciones infecciosas Toda infección debe diagnosticarse y tratarse de forma precoz y agre- siva. Algunos autores recomiendan el empleo de penicilina profiláctica en niños, por lo menos mientras están edematosos, como medida eficaz para prevenir infecciones por neumococo. La administración mensual de inmunoglobulinas (10-15 g) podría disminuir el riesgo de infecciones si la IgG sérica es inferior a 600 mg/dL. Se aconseja la vacunación frente al virus de la varicela zóster y frente al neumococo, con al menos una dosis de vacuna conjugada (VNC13) y, posteriormente, vacuna polisacárida (VNP23) cada 5 años. Tratamiento de lascomplicaciones trombóticas En presencia de cualquier fenómeno tromboembólico, se debe iniciar tratamiento con heparina, seguido de anticoagulación oral durante al menos 6 meses. Si persiste el síndrome nefrótico, es aconsejable mantener la anticoagulación, por lo menos hasta que la albúmina sérica sea superior a 2 g/dL (20 g/L [303 µmol/L]). En la práctica habitual, si bien no hay evidencia que lo justifique, la mayoría de los centros mantienen políticas de anticoagulación profiláctica con heparinas de bajo peso molecular o con anticoagu- lantes orales en aquellas situaciones de alto riesgo (encamamiento prolongado, intervenciones quirúrgicas) o en pacientes con nefro- patía membranosa o con albúmina sérica inferior a 2 g/dL (20 g/L [303 µmol/L]). Si bien la evidencia es pequeña, pueden usarse los nuevos anticoagulantes orales en caso de fallo terapéutico de los anti- coagulantes clásicos. No hay evidencia que justifique la utilización de antiagregantes plaquetarios. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Agrawal S, Zaritsky JJ, Fornoni A, Smoyer WE. Dyslipidaemia in nephrotic syndrome: mechanisms and treatment. Nat Rev Nephrol 2018;14: 57-70. Gupta S, Pepper RJ, Ashman N, Walsh SB. Neprhotic syndrome: oedema formation and its treatment with diuretics. Front Physiol 2019;9:1868. Meyrier A, Niaudet P. Acute kidney injury complicating nephrotic syndrome of minimal change disease. Kidney Int 2018;94:861-9. Perico L, Conti S, Benigni A, Remuzzi G. Podocyte-actin dynamics in health and disease. Nat Rev Nephrol 2016;12:692-710. Wang C, Greenbaum LA. Nephrotic Syndrome. Pediatr Clin N Am 2019; 66:73-85. https://booksmedicos.org Push Button0:
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