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Hemodiálisis y diálisis peritoneal INTRODUCCIÓN Los pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) y aguda graves pueden precisar tratamiento sustitutivo renal (TSR) con diálisis. Los objetivos del TSR en el paciente con ERC terminal son: aumentar la supervivencia, reducir la morbilidad y mejorar su calidad de vida. Incluye: a) las técnicas de diálisis (la hemodiálisis y técnicas afines y la diálisis peritoneal), que suplen algunas funciones del riñón (funciones exocrinas), y b) el tras- plante renal, que restablece la función renal en su globalidad, incluidas las funciones endocrinometabólicas. Por ello, y por su menor mortalidad, esta última es la modalidad de elección en pacientes susceptibles. La hemodiálisis y la diálisis peritoneal proporcionan unas tasas de supervivencia similares, por lo que la elección de la modalidad será del paciente, siempre que no existan impedimentos técnicos o médicos para alguna de ellas. Es importante, pues, que el paciente con ERC avanzada sea remitido a tiempo a nefrología para informarle de las diferentes opciones terapéuticas, decidir consensuadamente la modalidad inicial de TSR, crear un acceso de diálisis e iniciar de forma programada el TSR, así como controlar las complicaciones de la ERC avanzada. Así, el TSR es un modelo integrado en el que el paciente elige la técnica inicial, pero que contempla el cambio entre las distintas opciones terapéuticas, si es preciso. La incidencia de pacientes con ERC que inician TSR en España es de 141 pacientes por millón de población (pmp) (hemodiálisis, 78%; diálisis peritoneal, 17,1%; trasplante renal, 4,9%). La prevalencia es de 1.284 pmp (hemodiálisis, 41%; diálisis peritoneal, 5,2%; tras- plante renal, 53,8%) y ha aumentado un 45% desde el año 2001. Las https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 845 CAPÍTULO 99 Hemodiálisis y diálisis peritoneal © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. principales causas por las que los pacientes con ERC terminal inician TSR en España son la diabetes (23,9%), la ERC no filiada (21,6%) y la hipertensión (HTA)/nefropatía vascular (12,9%). Otras causas son las glomerulonefritis, la pielonefritis crónica/nefropatía intersticial o la poliquistosis renal. Indicación de diálisis Los criterios establecidos de inicio de diálisis incluyen la presencia de uno o más de los siguientes: signos (pericarditis, pleuritis o encefalopa- tía) o síntomas de uremia (astenia, anorexia, náuseas, prurito), hiper- volemia o HTA resistentes al tratamiento médico, deterioro del estado nutricional, hiperpotasemia o acidosis metabólica graves refractarias al tratamiento médico, o la diátesis hemorrágica. Un inicio de diálisis más precoz no se asocia a una mayor supervivencia o a una menor morbilidad, por lo que su indicación se basará en criterios clínicos, lo que ocurre generalmente cuando el filtrado glomerular estimado (FGe) está entre 9 y 6 mL/min/1,73 m2. En todo caso, se iniciará diálisis si el FGe es ≤ 6 mL/min/1,73 m2, aun en ausencia de clínica urémica. Contraindicaciones de la diálisis Aunque la diálisis no tiene contraindicaciones absolutas, se consideran como tales el deterioro cognitivo irreversible o los procesos neoplásicos avanzados (excepto el mieloma múltiple), entre otras. HEMODIÁLISIS Principios físicos La hemodiálisis es una técnica de depuración extracorpórea basada en el intercambio de agua y solutos entre la sangre y el líquido de diálisis a través de la membrana semipermeable del dializador, lo que permite el aclaramiento de toxinas urémicas, la eliminación del líquido acumulado y el restablecimiento del equilibrio electrolítico y acidobásico. Las membranas semipermeables permiten el paso de agua y solutos, pero no el paso de células ni solutos de peso molecular superior a 50 kDa, como la albúmina. Los principios físicos implicados en la hemodiálisis son los siguientes. Eliminación de fluidos: ultrafiltración La ultrafiltración persigue la eliminación del exceso de líquido del paciente y se consigue mediante la generación de un gradiente de presión hidrostática entre ambos lados de la membrana por el monitor de diálisis, que permite el paso de agua y solutos del compartimento sanguíneo al del dializado. Los factores que influyen en la tasa de ultrafiltración son: el gradiente de presión transmembrana, y la per- meabilidad hidráulica y la superficie de la membrana. Eliminación de solutos: difusión y convección Los principales mecanismos de eliminación de solutos son la difusión y la convección. La difusión consiste en el movimiento de solutos a través de una membrana semipermeable a favor de un gradiente de concen- tración. La eficacia del transporte difusivo depende del gradiente de concentración y el peso molecular del soluto; la superficie, la porosidad y el grosor de la membrana; y el flujo de sangre y del dializado. El coe- ficiente de transferencia de masas (KoA) de la urea define la capacidad de aclaramiento de cada dializador. Durante la ultrafiltración, el agua arrastra consigo los solutos disueltos en ella. La convección es la transferencia de solutos que ocu- rre durante el movimiento del agua a través de la membrana con la ultrafiltración. El transporte convectivo permite una mejor eliminación de moléculas de mayor peso molecular, como la β2-microglobulina, cuyo aclaramiento por difusión es limitado. La capacidad depurativa de la convección dependerá esencialmente de la cantidad de volumen eliminado. Técnica de hemodiálisis Para realizar la hemodiálisis se precisa: un acceso vascular, un monitor, un dializador o filtro, las líneas del circuito extracorpóreo y la solución de diálisis (dializado). Los dializadores pueden ser de fibras capilares o de placas paralelas. Los dializadores de fibra capilar son los más utilizados y están formados por un haz de miles de fibras dentro de una carcasa de plástico, de tal forma que la sangre circula por el interior de los capilares y el líquido de diálisis los baña por fuera. La membrana del dializador puede ser de celulosa regenerada, celulosa modificada o de origen sintético. El tipo y la superficie de membrana determinan la ultrafiltración (permeabilidad) y el aclaramiento de solutos, así como el grado de respuesta biológica del paciente a la membrana (activa- ción celular, del complemento, de la coagulación, etc.; es la llamada biocompatibilidad). Las membranas sintéticas de alta permeabilidad tienen unos poros de mayor tamaño, lo que mejora el aclaramiento de moléculas de tamaño medio, como la β2-microglobulina, y muestran una mayor biocompatibilidad que las membranas celulósicas, lo que les confiere ventajas clínicas que han extendido su uso. La sangre del paciente se obtiene a través del acceso vascular; es conducida al compartimento sanguíneo del dializador mediante un circuito de líneas flexibles de plástico (línea arterial) y es impulsada mediante una bomba rotatoria del monitor a un flujo de 300-500 mL/ min. La sangre, ya depurada tras pasar por el dializador, es devuelta al paciente a través de la línea venosa del circuito extracorpóreo. El líquido de diálisis circula a contracorriente al otro lado de la membrana a un flujo de 500-800 mL/min, para conseguir el máximo gradiente de concentración. En el compartimento del dializado, se genera la presión hidrostática negativa para conseguir la ultrafiltración deseada. La solución de diálisis se forma en el monitor de diálisis al mezclar agua de la red, previamente tratada y desionizada mediante osmosis inversa, con un concentrado ácido (que contiene un ácido, electróli- tos y glucosa) y un concentrado de bicarbonato, para conseguir una composición final conocida y similar a la del plasma. Los monitores de diálisis permiten y monitorizan la seguridad de la hemodiálisis. Incluyen la bomba peristáltica para bombear la sangre; un sistema de generación, calentamiento y distribución de la solución de diálisis; y sensores y alarmas(de presión, de aire, de conductividad, de ultrafiltración, de sangre, de volumen sanguíneo, etc.) que garantizan la seguridad del proceso. La pauta habitual de hemodiálisis es de tres sesiones semanales de unas 4-5 h/sesión, aunque existen opciones de diálisis más largas o más frecuentes. La hemodiálisis suele realizarse en régimen asistido en un centro de diálisis o en un hospital, aunque también puede realizarse en régimen domiciliario, previo entrenamiento del paciente. Acceso vascular El acceso vascular proporciona el flujo sanguíneo suficiente para realizar una hemodiálisis. El acceso vascular de elección es la fístula arterio- venosa interna (FAVI), por su menor riesgo de infección y su mayor supervivencia. Para ello, se anastomosa una arteria con una vena a fin de desarrollar una red venosa arterializada capaz de ofrecer un flujo sanguíneo adecuado y que pueda puncionarse repetidamente. Como primera opción, se realiza en el antebrazo, entre la arteria radial y la vena cefálica, aunque si no es posible o falla existen otras opciones en las extremidades superiores. Como complicaciones destacan la estenosis o la trombosis. En ausencia de venas superficiales adecuadas, se puede utilizar una prótesis vascular, normalmente de politetrafluoroetileno (PTFE), que se implanta subcutáneamente, mediante anastomosis de un extremo a una arteria y del otro a una vena. Como complicaciones de las prótesis destacan las estenosis, la trombosis, la infección y el desarrollo de aneurismas, que son más frecuentes que con la FAVI. Si no se dispone de una FAVI o prótesis, se puede implantar un catéter en una vena central. La vena yugular interna es la preferida por la menor incidencia de complicaciones, seguida de la vena femoral, aunque esta última tiene un mayor riesgo de infección. La vena subclavia debe evitarse por la alta incidencia de estenosis poscateterización, que puede comprometer la realización de una futura FAVI/prótesis en la extremidad ipsilateral. Actualmente, la mayoría de los catéteres son de doble luz y pueden ser temporales o permanentes. Los catéteres tempo- rales son accesos transitorios indicados en pacientes con insuficiencia renal aguda, o con ERC sin acceso vascular o con acceso pendiente de maduración. Los catéteres permanentes están indicados en pacientes sin posibilidad de creación de FAVI o prótesis, en problemas del acceso vascular con solución en un plazo superior a 1 mes o en pacientes con Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 846 SECCIÓN VI Nefrología una corta expectativa de vida. Estos catéteres requieren la tunelización y la fijación subcutánea, a fin de reducir la traslocación bacteriana desde la piel y el riesgo de infección respecto a los catéteres temporales. Su principal ventaja es que pueden utilizarse inmediatamente tras su colocación, pero son los accesos con más complicaciones, incluidas la infección y la trombosis del catéter, y la estenosis o trombosis de las venas afectas. Además, se asocian a una mayor morbimortalidad, especialmente por complicaciones infecciosas. A fin de prevenir la trombosis del circuito extracorpóreo, se requie- re una anticoagulación durante la hemodiálisis. La heparina sódica requiere una dosis inicial seguida de una infusión constante. Alterna- tivamente, puede utilizarse una dosis única de una heparina de bajo peso molecular, que permite mantener la anticoagulación durante la sesión, dada su mayor vida media. En pacientes con alto riesgo de san- grado, pueden utilizarse una heparinización mínima, hemodiálisis sin heparina o anticoagulación con citrato. También existen dializadores que requieren una mínima anticoagulación. Modalidades de hemodiálisis Las diferentes modalidades de hemodiálisis se diferencian en el tipo principal de transporte de solutos: Hemodiálisis convencional. El principio fundamental es la difusión, a la que se añade la ultrafiltración necesaria para eliminar la sobre- carga hídrica. Hemofiltración. Consiste en la ultrafiltración de un volumen de líquido superior a 20 L/sesión, que es reemplazado por un líquido de sustitución libre de toxinas urémicas. Al no usar dializado, es convección pura, sin componente difusivo. Hemodiafiltración (HDF). Combina el transporte difusivo y el convectivo con dializado y líquido de sustitución, y consiste en ultrafiltrar un volumen que se repone con líquido de sustitución para mejorar la eficacia depurativa de la hemodiálisis convencional. El volumen convectivo conseguido es muy importante, por lo que la tendencia actual es conseguir volúmenes altos y la utiliza- ción del propio líquido de diálisis como solución de reposición (HDF-online). Esta técnica se ha asociado a una mejor estabilidad hemodinámica durante la sesión y, posiblemente, a una menor mortalidad cardiovascular respecto a la hemodiálisis. Diálisis adecuada Se define como diálisis adecuada aquella que satisfaga los requisitos de ser eficaz y suficiente, consiga una buena tolerancia, mejore la calidad de vida y prolongue la supervivencia de los pacientes. Para monitorizar la dosis de diálisis se usa el modelo cinético de la urea, al ser un método sencillo, práctico, objetivo y reproducible. Como parámetros de diálisis adecuada, se utilizan el índice Kt/V (donde K es el aclaramiento de urea del dializador, t es la duración de la sesión y V el volumen de dis- tribución de la urea, que equivale al agua corporal total) o el porcentaje de reducción de la urea (PRU). Las recomendaciones mínimas actuales son un Kt/V de 1,3 y un PRU del 70%. La dosis de diálisis es un buen marcador de diálisis adecuada, ya que se ha relacionado con la mejoría de la anemia, del control de la HTA, del estado nutricional y de la supervivencia del paciente. Complicaciones Complicaciones agudas Las complicaciones agudas son las que aparecen durante la sesión de hemodiálisis o en las horas siguientes. Son variadas y repercuten negativamente en la eficacia y la tolerancia de esta. Gracias a los avances tecnológicos en los monitores, biosensores, dializadores, soluciones de diálisis y en el tratamiento del agua, han disminuido en intensidad y frecuencia. La hipotensión es la complicación más frecuente durante la sesión. Su etiología es multifactorial; las causas principales son la disminu- ción excesiva del volumen plasmático por ultrafiltración excesiva, un inadecuado rellenado vascular, un ajuste inadecuado de las resis- tencias vasculares a la caída del volumen plasmático o un gasto cardíaco insuficiente, entre otras. Su tratamiento consiste en reducir la tasa de ultrafiltración, la reposición de volumen y la colocación del paciente en posición de Trendelenburg. Para prevenirla, se recomienda evitar dar medicación antihipertensiva en las horas previas a la sesión y una ultrafiltración excesiva (> 13 mL/kg/h). Los calambres musculares son otra complicación común. Se deben principalmente a ultrafiltración excesiva, hiponatremia o sodio bajo del dializado. Suelen ceder al reducir la ultrafiltración y con la adminis- tración de suero fisiológico o agentes hipertónicos. La cefalea es otra complicación frecuente, que sucede más común- mente al final de la sesión y persiste después de esta. El síndrome de desequilibrio de diálisis es una complicación muy poco frecuente y evitable. Característicamente, aparece en las primeras sesiones y es debida al rápido descenso de la osmolaridad asociado al aclaramiento de urea, lo que produce un desequilibrio osmótico entre la sangre y el cerebro, con el resultado de edema cerebral. Las manifestaciones neurológicas pueden ser desde leves hasta muy graves, con convul- siones y coma. Se previenen con un inicio a tiempo de la diálisis (evitando niveles séricos de ureamuy altos) y la prescripción de sesiones más frecuentes y de menor intensidad, para minimizar los cambios de osmolaridad. Las reacciones de hipersensibilidad son muy infrecuentes y pueden ser de dos tipos. La reacción de tipo A es debida a una hipersensibilidad al óxido de etileno, utilizado como esterilizante, y está mediada por IgE. Se caracteriza por la aparición, en los primeros minutos de la sesión, de una reacción de tipo anafiláctico. Cuando aparece este cuadro, se debe detener la diálisis sin retornar la sangre del circuito extracorpóreo y, según su gravedad, administrar antihistamínicos, glucocorticoides, adrenalina o reanimación cardiopulmonar. Las reacciones de tipo B son debidas a la activación del complemento; son menos graves, aparecen más tarde que las de tipo A y suelen remitir con el paso del tiempo. Los síntomas más frecuentes son dolor torácico o de espalda, disnea, náuseas, vómitos e hipotensión. Las arritmias cardíacas, favorecidas por los rápidos cambios hemo- dinámicos y de los niveles de electrólitos durante la sesión, y la angina son complicaciones relativamente frecuentes durante la sesión, sobre todo en pacientes con cardiopatía isquémica, anemia acusada y/o ultrafiltración intensa. La necesidad de anticoagulación durante la hemodiálisis, así como la trombopatía urémica, conllevan un riesgo potencial de complicaciones hemorrágicas. Las complicaciones mecánicas y/o yatrógenas, como la hemólisis o la embolia gaseosa, son muy infre- cuentes con los nuevos equipos. Las complicaciones derivadas del acceso vascular son la principal causa de hospitalización en estos pacientes. La infección del acceso vas- cular, frecuentemente debida a Staphylococcus aureus, puede originar sepsis y, en ocasiones, endocarditis bacteriana. La disfunción o trombosis del acceso vascular son también frecuentes y requieren un diagnóstico y una corrección precoces. Complicaciones crónicas o a largo plazo La principal causa de mortalidad en estos pacientes es la patología cardiovascular, responsable de alrededor del 40% de las muertes, e incluye: enfermedad cerebrovascular, cardiopatía isquémica, enfer- medad vascular periférica, insuficiencia cardíaca, o arritmia y muer- te súbita. La HTA es muy prevalente en esta población y requiere control y tratamiento. Estos pacientes presentan alteraciones de la inmunidad, asociadas a un mayor riesgo de infecciones, que son la segunda causa de mortalidad; están relacionadas con la producción de citocinas proinflamatorias y el consiguiente estado proinflamatorio, el cual se ha asociado (o contribuye) a otras complicaciones propias de estos pacientes, como la malnutrición, la anemia, la enfermedad cardiovascular o la mortalidad. La patología osteoarticular incluye la enfermedad oseomineral y la amiloidosis asociada a diálisis por depósito de β2-microglobulina. La prevalencia de esta última es pro- porcional al tiempo en diálisis, y las manifestaciones clínicas pueden aparecer a partir de los 5 años en TSR. El síndrome del túnel carpiano es su presentación más frecuente, seguida por dolores articulares u óseos, quistes óseos y fracturas. La utilización de dializadores de alta permeabilidad, por su mayor eliminación de β2-microglobulina, y de líquido de diálisis ultrapuro (libre de endotoxinas bacterianas) ha reducido actualmente su prevalencia. Otras complicaciones son la polineuropatía urémica, o una mayor incidencia de hepatitis víricas B (que requiere aislamiento del paciente durante la sesión de diálisis) o C Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 847 CAPÍTULO 99 Hemodiálisis y diálisis peritoneal © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. (la más frecuente, aunque los tratamientos actuales han reducido su prevalencia). DIÁLISIS PERITONEAL Esta modalidad de TSR se basa en la capacidad de la membrana peri- toneal, ricamente vascularizada, y con una superficie efectiva de entre 1 y 2 m2, de permitir el intercambio de solutos y agua entre los capilares peritoneales y la solución de diálisis introducida en la cavidad perito- neal. Los principios físicos implicados en la técnica son la difusión y la ultrafiltración, esta última permite la eliminación del exceso de líquido mediante el gradiente osmótico generado por la solución de diálisis hipertónica. La diálisis peritoneal es menos eficiente en el aclaramiento de solutos que la hemodiálisis, por ello es una técnica continua. Características técnicas Para realizar la diálisis peritoneal se precisan el catéter y las soluciones de diálisis. El catéter peritoneal es flexible, habitualmente de silicona, y permite el acceso bidireccional a la cavidad peritoneal. El extremo interno se ubica en el fondo de saco de Douglas y presenta múltiples orificios por donde fluye y drena el líquido de diálisis. El extremo externo emerge a través de la piel en la zona paraumbilical, tras seguir un trayecto subcutáneo, y tiene dos manguitos de dacrón que generan una reacción fibrótica para sellar el túnel y fijarse a la pared abdominal, lo que impide el paso de bacterias desde la piel a la cavidad peritoneal y la fuga de líquido peritoneal. La parte distal del extremo externo del catéter se conecta a un prolongador, también de silicona, que permite la conexión segura con las soluciones de diálisis para realizar los intercambios. Este prolongador se recambia cada 6 meses. El catéter puede implantarse por vía percutánea (a ciegas), mediante técnica quirúrgica o por laparoscopia, y requiere un tiempo de espera desde su implantación hasta el inicio de la diálisis. La solución de diálisis se presenta en bolsas estériles de plástico trans- parente y está constituida por agua, electrólitos (Mg2+, Na+, Ca2+, Cl–), un agente osmótico y un tampón. El agente osmótico habitual es la glucosa, que a distintas concentraciones (entre 1,36% y 4,25%) genera un gradiente osmótico creciente con el capilar sanguíneo peritoneal, permitiendo el paso de agua desde los vasos hacia la cavidad perito- neal, para lograr la depuración convectiva y un balance hídrico negativo. A pesar de la mayor ultrafiltración lograda, el uso de soluciones con alta concentración de glucosa tiene efectos adversos tanto a nivel sistémico como sobre la membrana peritoneal, por lo que deben evitarse. En el proceso de esterilización de las soluciones se generan productos de degradación de la glucosa (PDG), que son precursores de los productos avanzados de glucosilación. Estos mediadores proinflamatorios lesionan la membrana peritoneal y comprometen su viabilidad a medio/largo plazo. Para mitigarlo, se han desarrollado modificaciones técnicas para reducir la formación de PDG y soluciones exentas de glucosa (con mezclas de aminoácidos o con icodextrina, un carbohidrato no absorbible), aunque tampoco están libres de inconvenientes. Como agente tampón, en las soluciones de diálisis peritoneal se utilizan el lactato, el bicarbonato o soluciones mixtas. Existen dos modalidades de diálisis peritoneal: la diálisis peritoneal continua ambulatoria (DPCA) y la diálisis peritoneal automatizada (DPA). Ambas se realizan a diario y en el domicilio del paciente. En la DPCA, el paciente realiza varios intercambios de la solución de diálisis a lo largo del día, habitualmente cuatro, con una permanencia en la cavidad peritoneal de entre 4 y 8 h. En cada uno de los intercambios, el paciente infunde por gravedad, a través del catéter, un volumen de 2 L de la solución de diálisis, a temperatura corporal, en la cavidad peritoneal. Previamente habrá drenado por gravedad el líquido de la permanencia anterior, con un volumen recuperado mayor al infundido, al sumarse el líquido ultrafiltradopor el gradiente osmótico generado. Según los resultados obtenidos, se pueden aumentar o reducir el núme- ro y/o el volumen de los intercambios. En la DPA, los intercambios se realizan automáticamente con la ayuda de un dispositivo llamado cicladora durante el período de descanso nocturno (8-9 h). La cicladora realiza la entrada y la salida de los volúmenes de la solución de diálisis de forma automática, según la prescripción. A diferencia de la DPCA, los tiempos de permanencia de la solución en la cavidad peritoneal son menores y, aunque los volúmenes infundidos suelen ser similares, el volumen total es mayor al realizarse un mayor número de intercambios. Las ventajas de la DPA son el menor número de manipulaciones por conexión y desconexión, lo que reduce el riesgo de infección; una mejora de la calidad de vida y más tiempo libre y autonomía para el paciente. Ambas técnicas muestran similares resultados clínicos, pero no todos los pacientes son tributarios de la DPA, ya que depende de las características funcionales del peritoneo. Debe monitorizarse periódicamente la eficacia de la diálisis y la función renal residual (FRR), que se conserva durante más tiempo que en hemodiálisis y contribuye a la eliminación de agua y solutos. La persistencia de la FRR se asocia a una menor morbimortalidad de los pacientes, por lo que deben mantenerse las medidas de nefro- protección en diálisis peritoneal. El objetivo es conseguir los objetivos de dosis de diálisis y control de volemia. Para monitorizar la adecuación del tratamiento, se usan el Kt/V semanal, el aclaramiento semanal de creatinina y la ultrafiltración diaria, cuyos valores recomendados son 1,7 y 50 L/semana/1,73 m2 y 0,75-1 L/día, respectivamente. Con el tiempo, la prescripción de diálisis peritoneal debe ajustarse para compensar la disminución de la FRR. Para la prescripción y la elección de la modalidad de diálisis peritoneal es importante conocer las características de transporte de la membrana peritoneal, mediante el test de equilibrio peritoneal. Uso clínico La diálisis peritoneal presenta resultados clínicos similares a la hemo- diálisis, con los beneficios de la privacidad y la flexibilidad de un tra- tamiento domiciliario, un mayor grado de autonomía, una depuración más lenta y continuada, mayor estabilidad hemodinámica, mejor control de la anemia y mejor preservación de la FRR; además, no precisa acceso vascular ni anticoagulación. Entre las desventajas están la mayor duración de la técnica, su frecuencia diaria y la implicación del paciente y sus familiares. No existen contraindicaciones absolutas, salvo contadas excepciones: defectos de la pared abdominal (intervenciones quirúrgicas abdominales recientes o complicadas, ostomías), hernias incorregibles, enfermedad inflamatoria intestinal, EPOC grave, limita- ciones psicofísicas graves y/o un entorno familiar y social inadecuado. El paciente que elige esta modalidad lo hará tras recibir la formación necesaria para poder realizar la técnica en su domicilio. Complicaciones Las complicaciones propias de la técnica son las infecciosas (peritonitis o las relacionadas con el catéter), la disfunción del catéter o el fallo de la membrana peritoneal. La infección del orificio de inserción es frecuente y requiere un tratamiento precoz, generalmente tópico. La infección del trayecto subcutáneo requiere tratamiento antibiótico sistémico que, de no ser efectivo, precisa la retirada del catéter colonizado. La peritonitis es la complicación más frecuente, aunque los nuevos sistemas de conexión y la vigilancia activa han reducido su incidencia a menos de un episodio por paciente cada 2 años. La causa más habitual es la manipulación incorrecta durante la conexión o la desconexión. En ocasiones, la puerta de entrada puede ser el orificio de inserción o el tra- yecto subcutáneo infectados, o la traslocación de gérmenes intestinales (vía transmural). En raras ocasiones, la peritonitis es consecuencia de la colonización de un foco a distancia por vía hematógena. Clínicamente se presenta como dolor abdominal y un efluente peritoneal turbio, fre- cuentemente acompañado de fiebre, náuseas, vómitos y, en ocasiones, diarrea. En la exploración física, destaca un abdomen doloroso con signos de irritación peritoneal. El orificio de inserción y el trayecto subcutáneo del catéter pueden presentar signos de infección si son la puerta de entrada. El efluente peritoneal drenado es turbio y en el recuento celular se objetivan más de 100 leucocitos/mm3, con más de un 50% de neutrófilos. En general, se trata por vía intraperitoneal con una combinación empírica de dos antibióticos que cubran gérmenes grampositivos (vancomicina o cefalosporinas) y gramnegativos (cefalos- porinas de tercera generación o aminoglucósidos), según la experiencia y la ecología de cada centro. Tras obtener el resultado del cultivo, se ajusta la pauta según el antibiograma y, si la evolución es buena, se debe tratar durante 2 o 3 semanas, según el germen. Los gérmenes Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 848 SECCIÓN VI Nefrología grampositivos son responsables de más de un 50% de los casos, como Staphylococcus epidermidis y aureus, lo que refleja su origen cutáneo. Los gramnegativos representan alrededor de un 20% de los casos y des- tacan las infecciones por Pseudomonas spp., que precisan un tratamiento durante 3 semanas y con frecuencia requieren la retirada del catéter. Las infecciones fúngicas representan un 1%-7% y tienden a colonizar el catéter, por lo que se precisa su retirada en casi todos los casos. La presencia de una peritonitis pluribacteriana sugiere un origen intes- tinal. La disfunción del catéter por estreñimiento, mala colocación o migración de este, oclusión por fibrina o por atrapamiento por las asas o epiplón puede dificultar la realización de la técnica. Frecuentemente basta con mejorar el ritmo intestinal, pero en ocasiones se requieren maniobras endoluminales con guía de alambre bajo control radiológico, o su recolocación mediante cirugía. Otras complicaciones están relacio- nadas con el aumento de la presión intraabdominal, como fugas que pueden dar lugar a hidrotórax, fugas pericatéter, hernias abdominales, etc. Otras complicaciones son el hemoperitoneo o dolor durante la infusión del líquido de diálisis. Finalmente, con los años, se desarrolla una esclerosis de la membrana peritoneal que conlleva una pérdida de la capacidad de difusión y de ultrafiltración, y obliga a cambiar de técnica a hemodiálisis. La absorción sistémica de la glucosa de la solución de diálisis aumenta el riesgo de ganancia de peso, intolerancia hidrocarbonada, dislipemia o desarrollo o agravamiento de diabetes mellitus tipo 2. Se puede perder albúmina y otras proteínas a través de la mem- brana peritoneal, lo que obliga a aumentar la ingesta proteica para mantener el balance nitrogenado y evitar la malnutrición. Por otro lado, la diálisis peritoneal permite una dieta más liberal que la hemodiálisis. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Arias Rodríguez M, Aljama García P, Egido de los Ríos J, Lamas Peláez S, Praga Terente M, Serón Mica D. Hernando. Nefrología Clínica. 4.ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2013. Himmelfarb J, Ikizler TA. Hemodialysis. N Engl M Med 2010;363:1833-45. KDIGO. 2012. Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of Chronic Kidney Disease. Kidney Int Suppl 2013;3:1-150. Lorenzo V, López-Gómez JM. Nefrología al día. Disponible en: https://nefro- logiaaldia.org/. Montenegro Martínez J, Correa-Rotter R, Riella MC. Tratado de diálisis peri- toneal. 2.ª ed. Barcelona: Elsevier; 2015. https://booksmedicos.org Push Button0:
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