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Insuficiencia venosa crónica CONCEPTO La insuficiencia venosa crónica (IVC) describe una entidad clínica que afecta al sistema venoso de las extremidades inferiores, sobre la base de una hipertensión venosa (HTV) ambulatoria persistente, que se expresa clínicamente como dolor, edema, cambios en la piel y ulceraciones. La IVC es un problema común, con una repercusión muy impor- tante tanto para el sistema sanitario como para los pacientes que la sufren. La función venosa normal requiere: a) que las venas principales de las extremidades mantengan una serie de válvulas venosas funcio- nantes; b) que exista un adecuado drenaje de las venas perforantes para permitir la comunicación del sistema venoso superficial al sistema venoso profundo, y c) una adecuada función de las bombas muscula- res venosas. La disfunción de cualquiera de las estructuras normales puede conducir a hipertensión y al desarrollo de IVC. Entre los factores de riesgo que se encuentran asociados a la IVC están la edad, el sexo, los antecedentes familiares de varices, la obesidad, el embarazo y la flebitis previa de la pierna. También existen factores ambientales o de comportamiento asociados a la IVC, como aquellas profesiones que obligan a permanecer de pie durante largos períodos de tiempo. Las consecuencias más graves de la IVC, tales como úlceras venosas, tienen una prevalencia estimada del ≈0,3%, aunque las úlceras activas o cicatrizadas se ven en el ≈1% de la población adulta. El impacto socioeconómico de la ulceración venosa es dramático, porque supone un deterioro y una reducción de la calidad de vida y conduce a la pérdida de horas de trabajo productivo. ETIOPATOGENIA Las venas de la extremidad inferior se dividen en venas superficiales, profundas y perforantes. El sistema venoso superficial está ubicado por encima de la fascia muscular. Está compuesto por una red interconec- tada de venas, entre las que se incluyen la vena safena interna y la vena safena externa, así como varias venas accesorias, que pueden desarrollar una patología que contribuye a la IVC. El sistema venoso profundo está ubicado por debajo de la fascia muscular. Las venas profundas de la extremidad inferior están formadas por venas axiales, que siguen el curso de las arterias principales, y venas intramusculares, que incluyen sinusoides venosos y plexos. Las venas perforantes atraviesan la capa fascial anatómica para conectar el sistema venoso superficial al sistema venoso profundo. Las válvulas dentro de las venas son esenciales para asegurar que la sangre fluya en la dirección correcta, particularmente en posición de bipedestación. Existe una serie de válvulas bicúspides ubicadas a lo largo de las venas profundas y superficiales que se abren para permitir el flujo sanguíneo hacia el corazón y se cierran para evitar el retorno de la sangre hacia los pies. La disfunción o incompetencia de las válvulas en el sistema venoso superficial permite el flujo retrógrado de sangre, que se denomina «reflujo» y produce un aumento de las presiones hidros- táticas. Este fallo valvular de las venas superficiales puede deberse principalmente a debilidad preexistente en la pared del vaso o puede ser secundaria a una lesión directa, flebitis superficial o distensión venosa excesiva por efecto de acciones hormonales o por una pre- sión venosa elevada. La obstrucción de las venas profundas puede limitar el flujo de sangre, causando un aumento de la presión venosa con la contracción muscular, con desarrollo progresivo de una disfunción secundaria de la bomba muscular. La obstrucción venosa puede deberse a una estenosis venosa secundaria a una compresión extrínseca o a la trombosis venosa profunda crónica. Esta obstrucción del flujo venoso juega un papel importante en la patogenia de la IVC. La obstrucción venosa pos- trombótica, al igual que la disfunción de las válvulas venosas profundas, da paso a una progresión más rápida de la enfermedad y está ligada a una tasa importante de desarrollo de ulceración venosa. La HTV comporta un enlentecimiento en el flujo sanguíneo en la vénula y el capilar, que genera alteraciones hemorreológicas de tipo reversible si la HTV es transitoria. No obstante, cuando esta es mantenida, se produce una adhesión endotelioleucocitaria cuya con- secuencia es la trombosis capilar y la lisis endotelial. En estas circuns- tancias, se produce una migración de macrófagos al intersticio celular y la liberación de radicales libres, cuya etapa final puede dar lugar a cambios dérmicos con hiperpigmentación, progresar a la fibrosis tisular subcutánea (denominada lipodermatosclerosis) y, eventualmente, llegar a la ulceración. Únicamente entre el 30% y el 35% de las varices presentan compli- caciones en forma de varicoflebitis, varicorragia, alteraciones cutáneas o úlcera. En sentido inverso, se considera que el 80% de los enfermos que han desarrollado una trombosis venosa presentan signos y síntomas graves en un período de 8 a 10 años. CUADRO CLÍNICO La IVC representa un espectro de enfermedades que van desde sim- ples telangiectasias o venas reticulares hasta las etapas más avanzadas, con la fibrosis de la piel y la aparición de úlceras venosas. Las prin- cipales características clínicas de la IVC son venas dilatadas, edema, dolor de piernas y cambios cutáneos en la pierna. Las venas varicosas son venas dilatadas superficiales que se hacen progresivamente más tortuosas. La obstrucción del sistema venoso profundo puede conducir a claudicación venosa y se describe como una incomodidad intensa en la pierna que aparece con la deambulación. La clasificación de los estadios de la IVC ha sido objeto de diversas modificaciones en los últimos 25 años. En la actualidad, la que presenta un mayor grado de consenso es la denominada clasificación CEAP, que ordena la enfermedad en función de los signos clínicos (C), la etiolo- gía (E), la anatomía de los sectores venosos afectados (A) y la fisiopatología (P) (tabla 73-1). La clasificación clínica tiene siete categorías (0-6) y se distinguen, además, por la presencia o ausencia de síntomas. La clasificación etiológica se realiza según si la patología es congénita o TABLA 73-1 Clase Descripción 0 Ausencia de signos visibles o palpables de enfermedad venosa 1 Telangiectasias/venas reticulares 2 Varices tronculares 3 Edema 4 Cambios cutáneos 5 Clase 4 + antecedentes de úlcera 6 Clase 4 + úlcera activa Tomado de Porter JM, Moneta GL. International Consensus Committee on Chronic Venous Disease: reporting standards in venous diseases: an update. J Vasc Surg 1995; 21: 635-45. © 1995 SVS, ISCS and NAC. Published by Mosby. https://booksmedicos.org 609 CAPÍTULO 73 Insuficiencia venosa crónica S E C C IÓ N I V primaria y si las causas de la disfunción venosa son secundarias. Entre las enfermedades congénitas, están los síndromes bien reconocidos de Klippel-Trenaunay (varices y malformaciones venosas, malformación capilar e hipertrofia del miembro) y Parkes-Weber (malformaciones venosas y linfáticas, malformaciones capilares y fístulas arteriovenosas). La clasificación anatómica describe los múltiples segmentos venosos que pueden estar involucrados y los sistemas venosos superficiales, profundos y perforantes. La clasificación fisiopatológica describe el mecanismo subyacente que da lugar a la IVC, incluidos reflujo y/u obstrucción venosa. Entre los signos clínicos de la IVC, cabe distinguir las formas no complicadas de las complicadas. Formas no complicadas Varices Constituyen el signo más prevalente de la IVC. En función de su morfología y distribución, se clasifican en varices tronculares, varices reticulares y telangiectasias. Generalmente, se asocian a un edema que comienza en la región perimaleolar y asciende por la pierna, causado por una acumulación de líquido. Las molestias en las piernas a menudo se describen como pesadez o dolor después de estar de pie durante mucho tiempo y se alivian con la elevaciónde la pierna. También puede haber un aumento de la sensibilidad a lo largo de las venas varicosas debido a la distensión venosa. Formas complicadas Angiodisplasias Las angiodisplasias comprenden los síndromes de Klippel-Trenaunay y de Parkes-Weber y los aneurismas venosos. El primero constituye la displasia congénita más frecuente y cursa de modo manifiesto desde los primeros años de vida, en forma de la tríada de varices, nevos (nevus) planos e hipertrofia ósea en la extremidad. El segundo corresponde a una ectasia vascular hipertrófica secundaria a fístulas arteriovenosas congénitas. Las dilataciones saculares que constituyen aneurismas en el sistema venoso profundo cursan de forma asintomática, excepto cuando se complican en forma de trombosis. Varicoflebitis Es la trombosis de una vena previamente varicosa. Debe diferenciarse de la trombosis superficial, que asienta sobre una vena superficial nor- mal, y de la trombosis venosa profunda, que se produce en el sistema venoso profundo. Cursa con tumefacción de la variz e hipersensibilidad cutánea a los estímulos de baja intensidad. En términos generales, no existe un componente séptico, sino únicamente inflamatorio. Dermatitis varicosa Es una reacción cutánea en forma de máculas rojizas en el trayecto o en la vecindad de una variz. Está ocasionada por la sequedad cutánea con la que suele cursar la IVC y que favorece la colonización micótica y bacteriana. Angiodermatitis Es una complicación cutánea en forma de pigmentación que se localiza en el dorso y las zonas laterales del pie («acroangiodermatitis»), y que se establece por la proliferación de fibroblastos observada en la HTV mantenida. Dermatitis ocre Es una lesión cutánea semejante a la angiodermatitis, provocada por la extravasación de hemosiderina a partir de la lisis capilar, y en la que se observa un incremento de la actividad de los melanocitos. Su localización más prevalente es la supramaleolar. Atrofia blanca Consiste en una placa cutánea mal delimitada, de coloración blanque- cina y surcada por telangiectasias. Es secundaria a la fragmentación, la degeneración y la absorción de las fibras elásticas y del colágeno. Su localización más prevalente es la zona lateral interna del tercio inferior de la pierna. Celulitis indurativa Es una lesión de carácter inflamatorio y causa séptica, que cursa en forma de placas irregulares. Debe realizarse diagnóstico diferencial con la varicoflebitis, que es de distribución segmentaria en el trayecto de una variz. Lipodermatosclerosis Lesión cutánea que constituye un estadio evolutivo de las hipodermitis descritas con anterioridad y que se caracteriza por pérdida de elasticidad en la piel y la hipodermis. Úlcera de etiología venosa Es la úlcera de la extremidad inferior con mayor prevalencia (70%- 75%). Constituye el estadio terminal de la mayor parte de las formas clínicas complicadas descritas, y su desencadenante más frecuente es un traumatismo. Su localización prevalente, en la cara lateral interna del tercio distal de la pierna, guarda relación con el sector de influen- cia de las venas perforantes de Cockett. Aunque inicialmente puede presentar una morfología variable, a las pocas semanas de evolución adopta forma oval. Sus bordes, y en relación con otras úlceras de la extremidad inferior, son excavados y bien delimitados, con expresión de dolor baja (fig. 73-1). DIAGNÓSTICO Una historia completa y un examen físico correcto son importantes para establecer un diagnóstico adecuado de la IVC, que debe ser com- pletado con estudios no invasivos. Exploración física El examen físico ayuda en el establecimiento de un diagnóstico y juega un papel importante para ayudar a guiar la terapia en la IVC. La ins- pección visual y la palpación pueden revelar la existencia de trastornos venosos. La piel se examina para detectar anomalías como dilatacio- nes venosas superficiales, telangiectasias, venas reticulares o venas varicosas. La distribución de estas venas varicosas puede seguir el curso de la vena superficial afectada, como la vena safena interna y/o externa. Esta evaluación debe realizarse siempre en bipedestación, para permitir la distensión máxima de las venas. Pruebas no invasivas Imagen venosa por ecografía Doppler: dúplex El dúplex venoso se utiliza para confirmar el diagnóstico de la IVC y para evaluar su etiología y la anatomía. La técnica dúplex combina Úlcera de etiología venosa en su zona típica, supra- maleolar interna. https://booksmedicos.org 610 SECCIÓN IV Angiología el modo B de imágenes (estudio en escala de grises) de las venas pro- fundas y superficiales con la evaluación mediante Doppler pulsado de la dirección del flujo. La presencia de obstrucción venosa debido a la trombosis venosa profunda crónica o a estenosis venosa puede ser visualizada directamente o sospecharse por las alteraciones en las características del flujo venoso espontáneo. La dirección del flujo también se debe evaluar por medio de maniobras de Valsalva o después de aumentar el flujo con la compresión manual de la masa muscular de las extremidades. Una exploración mediante eco-Doppler del sistema venoso se considera normal si cumple los siguientes criterios: 1) la vena explorada debe ser colapsable con la presión ejercida con el transductor sobre la piel (si existe trombo en su interior, la vena no se colapsa con la presión); 2) el flujo venoso ha de ser fásico, aumentar con la inspiración (presión negativa ejercida por la cavidad torácica) y disminuir en la fase de espiración; 3) se aprecia ausencia de reflujo con el aumento de la presión abdominal (maniobra de Valsalva), y 4) se produce una onda de aumento positiva en la velocidad de flujo venoso al comprimir la masa muscular por debajo del segmento explorado. La duración del reflujo se conoce como tiempo de reflujo. Un tiempo de reflujo de más de 0,5 s para las venas superficiales y de 1 s para las venas profundas se suele utilizar para diagnosticar la presencia de reflujo. Tomografía computarizada y flebografía por resonancia magnética Estas técnicas son muy útiles para evaluar las venas más proximales y sus estructuras circundantes, así como imágenes de obstrucción intrínseca o compresión extrínseca. En general, se solicitan cuando existen dudas respecto a la afectación del territorio ilíaco/vena cava. Pruebas invasivas Flebografía La flebografía puede ser utilizada para visualizar directamente el sis- tema venoso mediante una punción venosa ascendente o descendente La flebografía ascendente implica la inyección de contraste en el dor- so del pie con la visualización de contraste ascendente en el sistema venoso profundo de la extremidad. Esta técnica ofrece detalles de la anatomía venosa que pueden ser útiles para plantear intervenciones quirúrgicas y pueden ayudar a distinguir la enfermedad primaria de la secundaria. La flebografía descendente implica la inyección proximal de contraste en posición semivertical, en una mesa que permita una inclinación, y el uso de la maniobra de Valsalva. Es más útil para identificar reflujo en la vena femoral común y en la unión safenofemoral, pero puede utilizarse para evaluar otros lugares. Las indicaciones más comunes del estudio con flebografía ascendente son: diagnóstico no concluyente de la trombosis venosa profunda mediante eco-Doppler, angiodisplasias o estudio preoperatorio para la realización de técnicas de reconstrucción endovascular, fundamen- talmente en el sector ilíaco. Ecografía intravascular La ecografía intravascular utiliza una sonda de ultrasonido en el extre- mo distal de un sistema de catéter, para visualizar la anatomía vascular periluminal y evaluar la enfermedad obstructiva o estenótica del sis- tema venoso. Esta técnica está ganando rápidamente aceptación en el tratamiento de la enfermedad venosa como herramienta para orientar las intervenciones del sector ílio-cava. TRATAMIENTO Fisioterapia y terapia de compresión Las anomalías en la funciónde la bomba muscular de la pantorrilla juegan un papel significativo en la fisiopatología de la IVC. Existen pro- gramas para rehabilitar la acción de la bomba muscular que consiguen mejorar los síntomas clínicos. El tratamiento fisioterápico se basa en favorecer el bombeo de la masa muscular soleogemelar y evitar el edema. La fisioterapia pasiva consiste en aplicar técnicas de masaje manual o de presoterapia neumática intermitente; en la fisioterapia activa, al paciente se le indican ejercicios de contracción y relajación muscular basados en dorsiflexiones activas de la articulación del tobillo. En todas las clases clínicas de la clasificación CEAP, la terapia de compresión es recomendable. El objetivo es proporcionar una com- presión externa graduada a la pierna y oponerse a las fuerzas hidros- táticas de la HTV. Existen diferentes sistemas de compresión disponi- bles, como las medias de compresión elástica graduada, los vendajes en capas y otras prendas de compresión con velcro. El tratamiento con una media de compresión de 30-40 mm Hg debe proporcionar una mejora significativa en el dolor, la hinchazón, la pigmentación de la piel, la actividad y el bienestar, si se logra su uso mantenido. Las diferentes presiones en grados de compresión se basan en la gravedad clínica: 20-30 mm Hg para la clase CEAP C2 a C3, 30-40 mm Hg para la clase CEAP C4 a C6 y 40-50 mm Hg para las úlceras recurrentes. El uso de cremas hidratantes tópicas, a menudo con lanolina, ayuda a reducir la fisuración y la rotura de la piel, asociadas a la sequedad. Tratamiento médico Es difícil valorar con parámetros clínicos o hemodinámicos la acción terapéutica de la mayoría de las sustancias empleadas en el tratamiento de esta patología. La evaluación actual sobre su eficacia se basa fun- damentalmente en parámetros de calidad de vida. Las sustancias más empleadas tienen una acción antiinflamatoria y sobre el tono parietal venoso, y son el ácido flavónico, la diosmina y la hidrosmina. Se cree que los flavonoides actúan en los leucocitos y el endotelio para modificar el grado de inflamación y reducir el edema. En pacientes con edema venoso persistente pueden emplearse de manera muy res- trictiva, y durante períodos de tiempo cortos (7-10 días), diuréticos del tipo de los derivados tiazídicos (50 mg/24 h) o la espironolactona (100 mg/24 h). En el tratamiento de la úlcera venosa, la pentoxifilina (agente hemorreológico), asociada a la terapia de compresión, ha demostrado una tendencia a la cicatrización un 30% superior compa- rada con el placebo y la terapia de compresión sola. Terapia intervencionista Escleroterapia Se basa en la eliminación de las varices mediante la inducción de un proceso inflamatorio sobre el endotelio venoso, obtenido por la inyección i.v. de sustancias químicas, que concluye con la fibrosis de la vena. Las sustancias empleadas más comúnmente son polidocanol, tetradecilsulfato sódico y glicerina cromada, en diferentes concen- traciones y volúmenes. La escleroterapia puede ser utilizada como un tratamiento primario o en conjunción con procedimientos quirúrgicos en la corrección de la IVC. La escleroterapia está indicada para una gran variedad de condiciones, incluidas las arañas vasculares (< 1 mm), las venas varicosas de 1-4 mm de diámetro, las varices sangrantes y los pequeños hemangiomas cavernosos (malformación vascular). Las contraindi- caciones más aceptadas para esta técnica son: isquemia arterial de la extremidad, trombosis venosa o embolia pulmonar previa, estados de trombofilia, embarazo y lactancia y enfermedades concomitantes graves. En la práctica actual, la escleroterapia se realiza en muchos casos con espumas, que se obtienen al mezclar estas sustancias con gases (O2 y CO2), obteniendo componentes más eficaces para lograr la obliteración de las venas tratadas. Terapia por ablación térmica endovenosa La energía térmica en forma de radiofrecuencia o láser se utiliza para la eliminación de venas tronculares y perforantes incompetentes. Esta téc- nica se utiliza con frecuencia para el reflujo de las venas safenas interna y externa, como una alternativa a la extracción. El calor generado por estos catéteres causa una lesión térmica local en la pared de la vena, lo que conduce a la trombosis y a la posterior fibrosis. Con la ablación por radiofrecuencia de la vena safena interna, hay un cierre completo en el 85% de los casos después de 2 años con tasas de recanalización de alrededor del 11%. El tratamiento con láser, ya sea con un diodo de 810 nm, de 940 nm o, más recientemente, de 1.470 nm, ha dado excelentes resultados, con obliteración de la vena safena en el 93% de los casos a los 2 años y sin casos de trombosis venosa profunda. Tanto https://booksmedicos.org Push Button0:
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