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S E C C IÓ N V Dos componentes esenciales de la práctica médica son el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades. En el primero se incluyen todas las acciones que se encaminan a clarificar el origen de los síntomas y los signos que presenta el enfermo; en el segundo se engloban todas las medidas destinadas a eliminar o a mejorar dichos síntomas y signos, en definitiva, a curar o a aliviar la enfermedad. La anamnesis y la exploración física son fundamentales para establecer un diagnóstico correcto. De ellas depende en gran medida la correcta utilización de las técnicas y procedimientos disponibles (técnicas de imagen, pruebas funcionales respiratorias, exploraciones endoscópicas, registros res- piratorios del sueño, etc.). SÍNTOMAS Tos La tos es el síntoma más frecuente en el paciente respiratorio. Sus causas son muy variadas (tabla 78-1). En su estudio, siempre deben investigarse los siguientes aspectos: Tiempo de instauración. Reciente (aguda) o persistente (crónica, cuando se mantiene más de cuatro o, quizás mejor, seis semanas). Periodicidad. Continua o esporádica; diurna o nocturna (esta última puede sugerir una cardiopatía izquierda o un asma, con o sin reflujo gastroesofágico asociado); estacional (primavera-otoño), que puede indicar la existencia de hiperreactividad bronquial. Productividad. Es decir, si se acompaña o no de expectoración. Características: intensidad (si permite descansar al paciente por la noche o no, si interfiere con las relaciones sociales, si tiene factores modificantes, etc.), factores precipitantes (ejercicio físico, frío, humos, olores, vapores, fármacos, etc.), tonalidad y sonoridad (bitonal, espasmódica o sibilante, emitizante, coqueluchoide, etc.) y curso (constante, intermitente, en accesos o crisis, etc.). Cambios recientes. Cualquier cambio en las características de la tos (frecuencia, duración, tonalidad) de aparición reciente puede deberse a una causa sobreañadida, entre ellas un origen tumoral. Expectoración El individuo sano no tose ni expectora. Sin embargo, produce unos 100 mL de secreciones respiratorias cada día. El sistema mucociliar transporta ese moco hacia la faringe, en la que se deglute insensi- blemente y de forma constante. Sólo cuando su producción excede el volumen mencionado aparecen la tos y la expectoración. En general, la tos productiva o húmeda (la que se acompaña de expectoración, en contraposición a la tos seca) refleja la existencia de una enfermedad inflamatoria o infecciosa de las vías aéreas; por el contrario, una tos no productiva suele traducir la presencia de una enfermedad parenqui- matosa pulmonar (neumopatía intersticial difusa). No obstante, esta distinción dista de ser absoluta, ya que una tos seca, en apariencia irri- tativa, puede ser la única manifestación clínica de un asma bronquial, un reflujo gastroesofágico, o una laringitis o traqueobronquitis víricas. Una expectoración muy abundante (broncorrea) sugiere el diagnóstico de bronquiectasias o, rara vez por su infrecuencia, de una proteinosis alveolar o de un carcinoma broncoalveolar. En todos los casos deben investigarse las características físicas y organolépticas de la secreción respiratoria (esputo) que se elimina. La bronquitis crónica cursa con tos y expectoración serosa o mucosa clara, salvo que coexista una infección de las vías aéreas, en cuyo caso se hace purulenta (de color amarillento o verdoso). El paciente con asma bronquial, especialmente durante las crisis de agudización, tiene una expectoración escasa, muy viscosa, blanquecina y difícil de eliminar (esputo perlado). El enfermo con neumonía suele tener una expectora- ción purulenta, a veces hemoptoica y típicamente de color ocre oscuro (esputo herrumbroso); si además la expectoración es muy maloliente, cabe sospechar la existencia de una infección por microorganismos anaeróbicos (absceso pulmonar, neumonía necrosante). La expecto- ración hemoptoica puede aparecer en el carcinoma broncogénico, el infarto pulmonar, las bronquiectasias, la estenosis mitral o el edema agudo de pulmón de origen cardiogénico (en este caso, la expectoración suele ser rosada, con abundantes burbujas, como agua de lavar carne). Manifestaciones clínicas de las enfermedades respiratorias TABLA 78-1 Causas de tos crónica más frecuentes Causa Porcentaje Asma*, hiperreactividad bronquial y bronquitis eosinofílica 25-35 Enfermedades de la vía aérea superior (síndrome del goteo nasal posterior*, sinusitis crónica, poliposis nasal, rinitis crónica) 10-80 Infecciones respiratorias agudas (viriasis, traqueobronquitis agudas, infecciones agudas de la vía aérea superior, neumonías) 10-25 Infecciones respiratorias crónicas (tuberculosis, aspergiloma y otras micosis, fibrosis quística, bronquiectasias*) 4-6 Enfermedades crónicas de la vía aérea inferior (EPOC, bronquitis crónica no obstructiva, broncomalacia) 5-10 Reflujo gastroesofágico* 15-20 Neoplasias (carcinoma broncogénico, tumores benignos de la vía aérea, masas mediastínicas) 2 Enfermedades cardíacas (estenosis mitral, insuficiencia cardíaca izquierda, etc.) 2 Enfermedades del parénquima pulmonar (fibrosis pulmonar idiopática, neumopatías intersticiales difusas, sarcoidosis, enfisema pulmonar) 1 Psicógena 4 Fármacos (inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina*, fentanilo, antirretrovíricos, amiodarona, diclofenaco, paroxetina, carbamazepina, losartán, etc.) 10-20 Aspiración broncopulmonar, cuerpos extraños aspirados 1-2 Otras causas (tóxicos inhalados, miopatías, neuralgia occipital, irritación del conducto auditivo externo, enfermedades inmunológicas, neumopatías laborales u ocupacionales, idiopática) 1 *Causas más frecuentes. Modificado de Álvarez-Sala Walther et al., 2017. https://booksmedicos.org 632 SECCIÓN V Neumología La anamnesis de un paciente con tos y expectoración puede llevar a establecer el diagnóstico de bronquitis crónica, ya que esta enfermedad se define por la presencia de tos y expectoración diaria durante más de 3 meses al año y durante, al menos, 2 años consecutivos (en ausencia de otro trastorno que pueda explicar la tos y la expectoración). La bronquitis crónica puede acompañarse o no de obstrucción crónica al flujo aéreo, detectable si se realiza una espirometría. En este caso puede sugerirse el diagnóstico de EPOC. Hemoptisis La hemoptisis es la emisión por la boca de sangre procedente del aparato respiratorio. Es un síntoma que suele asociarse con enfermedades graves (neoplasia broncopulmonar, tuberculosis, bronquiectasias, bronquitis crónica, valvulopatía mitral, tromboembolia pulmonar, malformacio- nes vasculares), por lo que siempre es conveniente diferenciar entre una hemoptisis de intensidad leve o moderada (que no amenaza la vida del enfermo) y una grave o masiva. En este último caso el volumen del sangrado oscila, en general, entre 100 y 600 mL en menos de 24 h. En el cuadro 78-1 se reseña la etiología de las hemoptisis, indicando cuáles son las causas más frecuentes. Antes de adscribir la hemoptisis a una enfermedad del tracto respiratorio, es preciso asegurarse de que verdaderamente se trata de una hemorragia broncopulmonar y no de un sangrado de origen otorrinolaringológico o digestivo (hematemesis). Disnea La disnea es la sensación subjetiva de falta de aire, con la percepción por parte del paciente de que se está realizando un trabajo respiratorio exce- sivo. Suele reflejar la existencia de una enfermedad pulmonar o cardíaca avanzada, aunque también puede tener su origen en otras causas (p. ej., anemia, obesidad intensa). Debe diferenciarse de la trepopnea (disnea que aparece al adoptar un decúbito lateral concreto), de la hiperpnea (aumento del volumen minuto respiratorio), de la taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria), de la platipnea (disnea que se alivia o desaparece con el decúbito supino) y de la batipnea (aumento de la profundidad de las excursiones ventilatorias);estas dos últimas son res- puestas fisiológicas que se observan en numerosas circunstancias (p. ej., ejercicio físico, ansiedad, dolor). Como primer paso en la evaluación de la disnea debe intentar establecerse su origen, que suele estar en el sistema respiratorio o en el aparato cardiovascular. La intolerancia al decúbito (ortopnea) o el dolor de tipo anginoso orientan hacia el origen cardiovascular de la disnea. Por el contrario, la tos y la expectoración crónicas sugieren una causa broncopulmonar. En ocasiones puede ser muy difícil establecer si el motivo es cardíaco o respiratorio. Así, por ejemplo, a veces no es fácil diferenciar entre un edema agudo de pulmón nocturno y un broncoespasmo nocturno en un sujeto con asma. En el caso de disnea de origen no determinado, suele ser de ayuda la práctica de una prueba de tolerancia al ejercicio o, aún mejor, de una ergometría respiratoria. La anemia puede agravar o ser el motivo de la disnea. Es útil cuantificar el grado de disnea para seguir la evolución del paciente y, en su caso, valorar la eficacia terapéutica. A este respecto, existen diversas escalas y cuestionarios destinados a cuantificar la inten- sidad de la disnea. Las dos que más se utilizan son la tabla de Borg (que varía entre 0 y 10) y la escala propuesta por el Medical Research Council (MRC), que define cuatro grados (grado I, o disnea al caminar deprisa por terreno llano o subiendo una cuesta ligera; grado II, o disnea al caminar por terreno llano al paso normal de otras personas; grado III, o disnea que obliga a pararse para coger aire al caminar por terreno llano al paso del enfermo, y grado IV, o disnea que aparece con sólo vestirse o asearse). No obstante, en la práctica es útil valorar el número de pisos que el enfermo puede subir caminando sin detenerse o, por lo menos, una aproximación a la distancia que el sujeto es capaz de recorrer sin detenerse. Se habla así de disnea de un piso, de dos pisos o de 50 m. En casos extremos, el paciente puede ser incapaz de realizar esfuerzos mínimos (vestirse, lavarse) o la padece, incluso, estando en reposo. Otra característica que ha de investigarse en la anamnesis de cual- quier disnea es su cronicidad, ya que precisar su origen y progresión en el tiempo es muy útil para conocer su causa. Por otro lado, en ocasiones, si la disnea es de instauración lenta y de duración prolongada suele valorarse muy poco por el propio paciente, ya que este suele adaptar su estilo de vida a las limitaciones impuestas por su enfermedad. Por el contrario, la disnea de aparición aguda (crisis de asma, neumotórax, tromboembolia pulmonar) suele detectarse y referirse casi instantánea- mente por el enfermo. Dolor torácico Deben investigarse sus principales características (localización, inicio, duración, intensidad, cualidad, cambios con los movimientos corpo- rales o con la respiración profunda, irradiación, circunstancias que lo alivian, factores desencadenantes o agravantes, y cronicidad) y dife- renciar su origen respiratorio, cardiovascular (cardiopatía isquémica, pericarditis, aneurisma aórtico), digestivo, mamario u osteoneuromus- cular. Ha de recordarse que el parénquima pulmonar, en sí mismo, no duele, por lo que las enfermedades parenquimatosas no son motivo de dolor torácico. El origen más frecuente de este último es la afección pleural, como ocurre en la tromboembolia pulmonar, la neumonía, el neumotórax, las pleuritis o las neoplasias pleurales (mesotelioma). Cuando las dos hojas pleurales se separan (derrame pleural), el dolor suele desaparecer. Cuando el dolor torácico es continuo, de gran inten- • CUADRO 78-1 Causas de hemoptisis Enfermedades de las vías aéreas Bronquitis aguda o crónica* Bronquiectasias* Infecciones respiratorias Tuberculosis pulmonar* Infecciones pulmonares bacterianas, micóticas o parasitarias Absceso de pulmón Neoplasias traqueobroncopulmonares Carcinoma broncogénico (sobre todo el epidermoide y el microcítico)* Tumor carcinoide* Adenoma bronquial Tumores laríngeos y traqueales Metástasis pulmonares Enfermedades cardiopulmonares Estenosis mitral, otras valvulopatías Infarto pulmonar y tromboembolia pulmonar* Insuficiencia cardíaca izquierda (edema agudo de pulmón) Aneurismas aórticos o pulmonares Hipertensión pulmonar Malformaciones y fístulas arteriovenosas Enfermedades autoinmunes Lupus eritematoso diseminado Granulomatosis con poliangitis Síndrome de Goodpasture Vasculitis pulmonares de otro tipo Hemorragia alveolar idiopática Traumatismos Contusión pulmonar Rotura traqueal o bronquial Yatrogenia (exploraciones broncoscópicas, cateterismos pulmonares, biopsias pulmonares, intubación orotraqueal) Otras causas Diátesis hemorrágicas (coagulopatías, trombopenias, leucosis, etc.) Secuestro pulmonar Neumonía lipoidea Endometriosis de la vía aérea Facticia *Causas más frecuentes. Modificado de Álvarez-Sala Walther et al., 2017. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V 633 CAPÍTULO 78 Manifestaciones clínicas de las enfermedades respiratorias sidad y se asocia con la retracción de la pared costal, debe considerarse el diagnóstico de mesotelioma. Además de la pleura, otras estructuras intratorácicas que pueden ser origen de dolor torácico son la tráquea y las estructuras osteomus- culares. La inflamación traqueal (traqueítis) produce dolor retroesternal de tipo urente, que empeora con la tos. Las fracturas costales, las dis- tensiones musculares, las metástasis costales y vertebrales, las neuro- patías costales y la osteocondritis costal (síndrome de Tietze) pueden causar dolor, que se caracteriza por su localización precisa (a punta de dedo) y su empeoramiento con la presión local. Las enfermedades del mediastino no suelen ocasionar dolor torácico alguno, pero sí pueden relacionarse con cierta sensación de malestar, especialmente si existe un síndrome de la vena cava superior. El herpes zóster puede ser el motivo de dolor de tipo neurítico, que con frecuencia precede a la aparición de la típica erupción cutánea. También pueden ser causa de dolor torácico las enfermedades digestivas (úlcera péptica, pancreatitis, litiasis biliar), sobre todo las esofágicas (esofagitis, hernia de hiato, cáncer de esófago), y las de la mama (mastitis, carcinoma mamario). No debe olvidarse que el dolor torácico tiene a veces un origen funcional o psicógeno. Otros síntomas de posible origen respiratorio Los ronquidos, las pausas respiratorias nocturnas referidas y la som- nolencia diurna excesiva (hipersomnia) son síntomas frecuentes en la población general adulta que deben sugerir la posibilidad de un síndro- me de apnea obstructiva del sueño. La hipersomnia puede objetivarse y, hasta cierto punto, cuantificarse de manera estandarizada si se recurre a escalas validadas al respecto, por ejemplo el test de Epworth. Otros síntomas respiratorios posibles, además de los señalados hasta ahora, son el estridor, la disfonía, la voz bitonal, las sibilancias audibles, etc. SIGNOS Alteraciones ventilatorias La taquipnea (frecuencia respiratoria superior a 30 respiraciones/ min) es un signo de gravedad, aunque no puede descartarse su origen funcional. La respiración de Kussmaul se caracteriza por profundas excursiones ventilatorias, sobre todo inspiratorias, y suele asociarse con estados de acidosis (coma diabético, acidosis urémica). La respiración de Cheyne-Stokes (ciclopnea o respiración periódica) se identifica bien por la aparición de episodios repetidos de apnea, seguidos por un aumento progresivo de la frecuencia respiratoria, que alcanza un cenit y vuelve a disminuir hasta que se produce una nueva apnea, con lo que el ciclo recurre una y otra vez de forma rítmica o periódica. Se observa en la hipertensión intracraneal, las encefalitis y en los estados de narcosis hipercápnica y también se asocia a veces con la insuficiencia cardíaca izquierda. La respiración de Biot, atáxica o caótica se asemeja a la de Cheyne-Stokes, pero es mucho más irregular y no ciclopneica.Se observa en la hipertensión intracraneal y suele ser de mal pronóstico. Utilización de la musculatura respiratoria accesoria El diafragma es el músculo respiratorio más importante. La mus- culatura respiratoria accesoria (músculos intercostales, escalenos, esternocleidomastoideos, pectorales) no suele emplearse durante la respiración en reposo en condiciones normales. Por el contrario, los pacientes que padecen una enfermedad respiratoria, en especial si cursa con limitación crónica al flujo aéreo grave, pueden precisarla y tienen que recurrir a ella para mantener la ventilación. Su utilización es, por tanto, un signo que expresa un incremento del trabajo ventilatorio. Incoordinación respiratoria toracoabdominal Cuando aumenta mucho el trabajo ventilatorio puede producirse cansancio y agotamiento (fatiga) muscular, que se define como la incapacidad del individuo para mantener una contracción muscular respiratoria regular y eficaz. Se trata de una situación que suele ser reversible con el reposo muscular. Sin embargo, cuando la fatiga es más intensa y afecta al diafragma, la musculatura accesoria de la res- piración se contrae para generar la presión pleural negativa necesaria para que se lleve a cabo la inspiración. Se «succiona» así el diafragma en sentido craneal y, con él, el contenido abdominal. Como consecuencia se produce una depresión de la pared del abdomen. Esta respiración, catalogada como paradójica, es un signo de gravedad, que indica que existe fatiga diafragmática y sugiere que puede requerirse ventilación mecánica. La respiración paradójica debe explorarse con el paciente en decúbito supino. De lo contrario, la fuerza de la gravedad puede evitar que se reconozca en la exploración física. Cianosis La cianosis es un signo que se refiere a la aparición de una coloración azulada en la piel y las mucosas. Se observa cuando aumenta la concen- tración de hemoglobina reducida en la sangre arterial (desoxihemo- globina) como consecuencia de la falta de oxígeno (hipoxemia). No tiene nada que ver con el aumento de la presión arterial de anhídrido carbónico (hipercapnia). Para un mismo grado de hipoxemia, la anemia puede enmascarar la aparición de cianosis, mientras que la poli- globulia puede hacer que sea más intensa e, incluso, que se observe con una hipoxemia más leve. Debe diferenciarse entre la cianosis central (producida por un intercambio pulmonar de gases defectuoso, inclu- yendo algunas cardiopatías congénitas y malformaciones vasculares pulmonares) y la cianosis periférica (debida a un flujo sanguíneo peri- férico alterado). Aunque en ambos casos existe cianosis, en el primer caso las extremidades mantienen una temperatura normal, mientras que en el segundo es característica la frialdad de las partes acras. Debe diferenciarse de la argiria (seudocianosis). Acropaquia El término acropaquia describe el agrandamiento del extremo dis- tal de los dedos, que adoptan una forma en palillo de tambor. Su patogenia se desconoce. El primer signo de acropaquia es la pérdida del ángulo ungueal que, en condiciones normales, es cóncavo hacia arriba (uñas «en vidrio de reloj»). Aunque existe una larga lista de enfermedades que pueden causar acropaquia, en la práctica clínica las más frecuentes son las bronquiectasias, el carcinoma broncogénico y las neumopatías intersticiales difusas del pulmón. Otras menos frecuentes son la cirrosis hepática, la enfermedad de Crohn y algunas cardiopatías congénitas. Insuficiencia cardíaca derecha Diversas enfermedades crónicas del pulmón se caracterizan por dar lugar a hipertensión arterial pulmonar y, con el tiempo, a insuficiencia cardíaca derecha (cor pulmonale crónico). Los signos de la insuficiencia car- díaca derecha en el paciente con una enfermedad pulmonar son los siguientes: ingurgitación yugular (que debe explorarse con el paciente situado en semidecúbito, a 45°), reflujo hepatoyugular (explorado en la misma posición), hepatomegalia y edemas maleolares (que en sus fases iniciales pueden detectarse solamente mediante el signo de la fóvea). Los datos del ECG y del ecocardiograma contribuyen a definir la existencia del cor pulmonale y a valorar su gravedad. La causa más importante del cor pulmonale agudo es la tromboembolia pulmonar. Adenopatías y visceromegalias Aunque no se trata de un signo propiamente pulmonar, siempre debe buscarse la existencia de adenopatías y de visceromegalias cuando se lleva a cabo la exploración física del paciente respiratorio. Son nume- rosas las enfermedades que pueden ocasionar alteraciones de este tipo. Las más frecuentes son el carcinoma broncogénico, la tuberculosis pulmonar, los linfomas y la sarcoidosis. El hallazgo de una hepatoes- plenomegalia en un paciente con acropaquia y cianosis intensa, sin otra causa de enfermedad cardiopulmonar, debe hacer pensar en la posible existencia de un síndrome hepatopulmonar (cirrosis hepática, acropaquia y cianosis o síndrome de Flückiger). https://booksmedicos.org 634 SECCIÓN V Neumología ANAMNESIS La anamnesis debe ser sistemática, con especial atención al motivo de la consulta y a los antecedentes patológicos personales y familiares. Sin embargo, diversos aspectos concretos adquieren gran relevancia práctica en el paciente con una enfermedad respiratoria. Hábitos tóxicos El hábito tóxico de mayor trascendencia en neumología es el consumo de tabaco, que debe investigarse en cualquier paciente afecto de una enfermedad respiratoria. Para cuantificar la cantidad total de tabaco que un sujeto determinado ha fumado a lo largo de su vida (carga tabáquica) se utiliza el índice denominado paquete-año. Aunque se trata de un término poco afortunado (a primera vista podría parecer que se refiere al número de paquetes que un individuo fuma cada año, cuando en realidad pretende cuantificar la carga tabáquica global de una persona), su empleo tiene gran interés porque se usa y se acepta en todo el mundo. Para calcular el índice paquete-año debe multiplicarse el número de paquetes de tabaco que el individuo fuma cada día por el número de años que ha estado fumando esa cantidad de tabaco. Por ejemplo, un enfermo que fume un paquete al día durante 20 años tiene un índice de 20 paquete-año; un paciente que haya fumado medio paquete al día durante 40 años, también tiene el mismo índice de 20 paquete-año. La cuantificación de la carga tabáquica en el caso de los fumadores de puros o de pipa y en el tabaquismo pasivo es más difícil. Otros hábitos tóxicos que deben investigarse son los antecedentes referidos a la ingesta alcohólica (ya que los individuos alcohólicos con frecuencia padecen traumatismos torácicos, que a veces se siguen de una neumonía por broncoaspiración), al empleo de fármacos capaces de producir neumopatías de tipo inmunológico (amiodarona, nitrofu- rantoína, metisergida) o a la utilización de anticonceptivos orales (por aumentar el riesgo de tromboembolia pulmonar). Dada la relevancia epidemiológica del sida y de su relación con las enfermedades respiratorias (tuberculosis pulmonar, neumonía por P. jirovecii), también es obligado preguntar sobre los correspondientes factores de riesgo (drogadicción, hábitos sexuales, transfusiones de sangre). Antecedentes laborales Numerosas enfermedades respiratorias se asocian con trabajos especí- ficos (cuadro 78-2), por lo que siempre debe preguntarse al paciente sobre los trabajos previos que ha tenido y los que pueda tener actual- mente, insistiendo en cuál ha sido la duración de esos trabajos. Tampo- co debe olvidarse inquirir sobre otras ocupaciones y sobre las aficiones (caseras o no) del sujeto, una fuente infravalorada de enfermedades respiratorias esporádicas, que muchas veces pasa desapercibida. Antecedentes familiares Es importante investigar los antecedentes familiares de posibles enfer- medades de base genética (fibrosis quística, déficit de α1-antitripsina, asma bronquial, microlitiasis alveolar). Además, debe estudiarse laexposición familiar a otro tipo de situaciones de riesgo, por ejemplo, la convivencia con pacientes afectos de tuberculosis pulmonar o de sida. Somnolencia diurna La prevalencia del síndrome de apneas e hipopneas obstructivas del sueño en la población general es muy alta. Por ello, y por la elevada morbimortalidad que se asocia con este síndrome si no se identifica y se trata adecuadamente, es imperativo tener en cuenta este posible diagnóstico y preguntar sobre sus síntomas más habituales (somnolen- cia diurna excesiva, pausas de apnea referidas por la pareja, ronquidos y nicturia), si es que el propio enfermo no los refiere espontáneamente. Viajes recientes Siempre es importante indagar sobre la posibilidad de que el enfer- mo haya efectuado algún viaje reciente a algún lugar distante de su residencia habitual, sobre todo si ha sido al extranjero o a países con enfermedades endémicas, sobre todo si son respiratorias. La confirma- ción de estos viajes puede sugerir el diagnóstico de ciertas neumopatías infecciosas o medioambientales. Las recientes epidemias del síndrome agudo respiratorio grave (SARS, por sus siglas en inglés) o neumonía asiática, de la gripe pandémica o de la enfermedad de Ébola son un claro ejemplo en este sentido. EXPLORACIÓN FÍSICA Exploración general La exploración física debe ser sistemática, ordenada, detallada, detenida y completa en cualquier paciente, tanto si es respiratorio como si no lo es. Por su especial relevancia en el campo de las enfermedades respiratorias, la exploración cardiovascular también debe ser particu- larmente cuidadosa. De esta forma, por ejemplo, puede facilitarse la diferenciación del origen cardiovascular o respiratorio de la disnea. Por otra parte, como ya se ha comentado, es obligada la búsqueda de otros síntomas y signos generales (adenopatías, visceromegalias). Exploración del aparato respiratorio En la tabla 78-2 se reseñan los datos clínicos observados con más frecuencia en los enfermos respiratorios. Inspección Los extremos distales de las falanges del paciente teñidas de amarillo indican un consumo de tabaco activo, aunque su ausencia no lo des- carta. La somnolencia diurna excesiva sugiere un síndrome de apneas e hipopneas obstructivas del sueño. La cianosis indica mala oxigena- ción arterial. La existencia de anomalías esqueléticas (cifoescoliosis, asimetrías torácicas, como en las toracoplastias, tórax en quilla o tórax en embudo) o de hiperinsuflación pulmonar (tórax en tonel) puede proporcionar información relevante sobre la enfermedad del paciente. La observación de circulación colateral en el tercio superior del tórax, de un cuello proconsular o de un edema en esclavina es habitual en el síndrome de la vena cava superior. La acropaquia sugiere la existencia de una neumopatía intersticial difusa, una neoplasia broncopulmonar o bronquiectasias. Algunos enfermos pueden tener asterixis, es decir, un típico temblor aleteante de las manos (flapping tremor), dato que suele indicar que se está reteniendo anhídrido carbónico (hipercarbia o hipercapnia). Si la retención es muy intensa y, especialmente, si se ha producido de manera aguda, pueden producirse alteraciones de la cons- ciencia, situaciones de obnubilación e, incluso, un estado de estupor o de coma. La asterixis también puede aparecer en el coma hepático. • CUADRO 78-2 Elementos más relevantes en la anamnesis respiratoria profesional y ambiental Enfermedad actual Síntomas relacionados con el trabajo o la ocupación Posible afección de otros trabajadores Exposición actual a humos, productos químicos o biológicos Antecedentes laborales, empleos previos y cambios en el puesto de trabajo Características del lugar y del tipo de trabajo Ventilación en la zona de trabajo y medidas preventivas existentes Revisiones de salud efectuadas con anterioridad y sus resultados Guardias nocturnas (en su caso) Jornadas laborales perdidas en el último año Antecedentes patológicos generales Exposición a ruidos, radiaciones o productos químicos en el trabajo Datos del entorno laboral y ambiental Ubicación del trabajo y del domicilio actual y pasado Polución atmosférica en la zona Aficiones y ocupaciones no laborales Calefacción y aislamiento del domicilio Modificado de Broaddus et al., 2016. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V 635 CAPÍTULO 78 Manifestaciones clínicas de las enfermedades respiratorias Palpación La palpación del tórax puede demostrar la existencia de un frémito vocal (transmisión de las vibraciones vocales) conservado, disminuido o aumentado, lo que a veces se asocia con enfermedades respiratorias específicas (neumotórax, derrame pleural, neumonía). Asimismo, puede evidenciar un posible enfisema subcutáneo. Percusión La percusión torácica normal produce un ruido claro y limpio (sonido claro pulmonar), que indica que existe aire en el interior del tórax. El aumento de este ruido (hipersonoridad o timpanismo) o su dis- minución (matidez) son anormales y su detección también sugiere que pueden estar presentes algunas enfermedades respiratorias concretas (neumotórax, derrame pleural, atelectasia, enfisema). Auscultación La auscultación respiratoria normal permite oír un murmullo vesicular suave y homogéneo. En algunas neumopatías pueden auscultarse, junto al murmullo vesicular normal o en su sustitución, ruidos res- piratorios adventicios o accesorios. Los más importantes, clasificados en función de su lugar de origen, son los que se describen a continuación (fig. 78-1). Ruidos originados en la vía aérea central, superior o alta La compresión y la estenosis de la vía aérea central o superior (por encima de la bifurcación traqueal o del ángulo de Louis, manubrio esternal) pueden producir un ruido inspiratorio o espiratorio rudo y áspero (estridor). Las causas de estridor más frecuentes son las enfer- medades de las cuerdas vocales, las estenosis traqueales, los cuerpos extraños ubicados en la vía aérea superior, el bocio endotorácico y los tumores de la tráquea. Ruidos originados en las vías aéreas periféricas, inferiores o bajas Los roncus son ruidos respiratorios groseros, que hablan de la existencia de secreciones abundantes en las vías aéreas de gran calibre. Es típico que se modifiquen con la tos. Aparecen en la bronquitis crónica y en la neumonía. Las sibilancias son ruidos inspiratorios o espiratorios de tonalidad elevada, que traducen la presencia de estenosis en el árbol TABLA 78-2 Datos clínicos más frecuentes en la exploración física de un paciente con una enfermedad respiratoria Enfermedad Inspección Palpación Percusión Auscultación Agudización grave del asma Hiperinsuflación Uso de la musculatura accesoria Expansión y frémito vocal disminuidos Timpanismo Descenso diafragmático Espiración alargada Sibilancias inspiratorias y espiratorias Murmullo vesicular abolido Neumotórax (completo) Normal o distensión del lado afecto Frémito vocal ausente Timpanismo Murmullo vesicular ausente Atelectasia lobular Normal Frémito vocal disminuido Desplazamiento de los ruidos cardíacos hacia el lado afecto Matidez Murmullo vesicular ausente Neumonía Normal Frémito vocal aumentado Matidez Estertores crepitantes húmedos Soplo tubárico Derrame pleural masivo Normal Frémito vocal disminuido Desplazamiento de los ruidos cardíacos hacia el hemitórax contralateral Matidez Murmullo vesicular ausente Soplo pleural espiratorio Fibrosis pulmonar Normal Expansión inspiratoria disminuida Normal Estertores crepitantes secos, teleinspiratorios Cáncer de pulmón Normal (¿adenopatías?, ¿síndrome de la vena cava superior?) Normal (¿dolor costal localizado?) Normal (excepto si hay complicaciones: derrame pleural, atelectasia) Normal (excepto si hay complicaciones: derrame pleural, atelectasia) Modificado de Broaddus et al., 2016. Figura - Esquema del origen de los diferentes ruidos respiratorios adventicios. https://booksmedicos.org 636 SECCIÓN V Neumología bronquial más periférico.Pueden ser generalizadas o localizadas. El asma bronquial agudo se caracteriza por la existencia de sibilancias generalizadas y el carcinoma broncogénico que cursa con una com- presión bronquial por la auscultación de sibilancias localizadas. Ruidos originados en el parénquima pulmonar Los estertores crepitantes son ruidos respiratorios originados en los alvéolos. Pueden ser secos o húmedos. Los estertores secos se des- criben como un ruido de despegamiento tipo velcro. Se originan como consecuencia de las anomalías localizadas en la zona alveolointersticial y son típicos de algunas neumopatías intersticiales difusas. Los estertores húmedos se caracterizan por su tonalidad más grave e indican la exis- tencia de líquido en los bronquíolos y los alvéolos. Este líquido puede ser pus (neumonía), sangre (hemorragia alveolar, infarto pulmonar) o agua (edema alveolar cardiogénico, distrés respiratorio agudo). El soplo tubárico (bronquial) es un ruido respiratorio muy sonoro y fácil de oír, que se produce cuando el aire circula a través de bronquios rodeados de parénquima pulmonar hepatizado. Es característico de las neumonías bacterianas. El soplo anfórico o cavitario se ausculta en la proximidad de grandes cavidades o bullas pulmonares. Alteraciones en la auscultación de la voz La broncofonía, la pectoriloquia, la pectoriloquia áfona y la egofonía (voz caprina) son anomalías en la auscultación de la voz que se observan en distintas enfermedades respiratorias (neumonía, atelectasia, derrame pleural, neumotórax). Ruidos originados en la pleura La pleura puede ser origen de ruidos respiratorios adventicios. El roce pleural se debe al ruido producido por el contacto y rozamiento de las dos hojas pleurales. Puede auscultarse en las pleuritis que no cursan con un derrame pleural (pleuritis secas). Se ha comparado con el ruido que se produce por la fricción de dos trozos de cuero o al pisar nieve en polvo. El soplo pleural aparece cuando existe líquido entre las dos superficies pleurales; en este caso, el roce pleural se sustituye por un ruido espiratorio soplante en «E», que se ausculta sobre todo en la zona más alta del derrame. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Álvarez-Sala Walther JL, Casan Clará P, Rodríguez de Castro F, Rodríguez Hermosa JL, Villena Garrido V. Neumología clínica. 2. ª ed. Barcelona: Elsevier; 2017. Bourke SJ, Burns GP. Respiratory Medicine. Lecture Notes. 9th ed. New York: Wiley Blackwell; 2015. Broaddus VC, Mason RJ, Ernst JD, King TE, Lazarus SC, Murray JF, et al. Murray and Nadel Textbook of Respiratory Medicine. 6th ed. Philadelphia: WB Saunders; 2016. 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