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217 © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. INTRODUCCIÓN El desarrollo y perfeccionamiento de la cirugía laparos- cópica es, sin duda, el acontecimiento tecnológico y quirúrgico más importante del último decenio del siglo XX. Su repercusión en anestesiología es cada vez más evi- dente. Surgida la laparoscopia hacia el final del decenio de 1980 con propósitos sólo diagnósticos, su práctica era de la esfera casi exclusiva de los cirujanos ginecólogos, y de manera posterior de los médicos endoscopistas. Las primeras cirugías laparoscópicas se enfocaron al tratamiento quirúrgico del embarazo ectópico, procedi- mientos en los que se dejaba la trompa abierta, debido a que se ignoraba cómo hacer las suturas en este nuevo método de abordaje quirúrgico .Sin embargo, los resulta- dos mostraron una cicatrización espontánea sin adhesio- nes y un excelente pronóstico de fertilidad postoperato- ria, con lo que se demostró que la laparoscopia ofrecía los mismos y aun mejores resultados que los obtenidos a través de una laparotomía.1,2 De esta forma la ahora lla- mada cirugía de mínima invasión nace en 1988; este con- cepto “mínimo” de una técnica quirúrgica, llamó la aten- ción de los cirujanos generales, los cuales testificaron el despertar de los ginecólogos dentro de un concepto qui- rúrgico que nacía con la noción de una apertura mínima, para una cirugía máxima.3 El desarrollo de la cirugía laparoscópica a partir de entonces demostró un crecimiento en la práctica, y refleja lo que se espera en un futuro cercano en el per- feccionamiento de los abordajes y de los medios de con- tención, entendiendo por tales a los elementos de apoyo para la hemostasia, a los instrumentos de control de exposición y a los diversos equipos diagnósticos y de mo- nitorización, sin los cuales no podría efectuarse proce- dimiento alguno de cirugía laparoscópica en las dife- rentes especialidades quirúrgicas en forma segura y efectiva.4,5 ASPECTOS ESPECÍFICOS DE LA LAPAROSCOPIA Y SUS CONSECUENCIAS Por definición, la laparoscopia crea un espacio operatorio adecuado, sin apertura de la pared abdominal. Por lo común, la presión intrabdominal es negativa, considerán- dose por tanto la cavidad abdominal una cavidad virtual. La separación de las estructuras contenidas en el abdo- men sin la apertura del mismo significa que se impone a éste una presión positiva, creada por la insuflación de un gas, lo que puede causar complicaciones, por lo que se necesita contar con un equipo quirúrgico que esté fami- liarizado con la máquina insufladora de presión para uti- lizarla en forma correcta, además de tener un conoci- miento completo de las modificaciones hemodinámicas y respiratorias que pueden presentarse como consecuen- cia de la producción de presión positiva en la cavidad abdominal. La formación de un espacio adecuado en la cavidad abdominal mediante la producción de presión positiva es decisiva en el éxito quirúrgico, pues condicio- na y mejora la visión operatoria y por tanto es también un factor de seguridad operatoria. Como la presión intrabdominal ofrece al cirujano una importante oportunidad de destreza en la cirugía, éste tiende a insuflar mayor cantidad de gas, llegando esto a producir presiones positivas demasiado altas. En el otro lado del espectro, el anestesiólogo, pendiente y pre- ocupado de los efectos colaterales indeseables que pro- duce el incremento desmesurado de la presión en la cavi- dad abdominal como son: la compresión de los grandes vasos, la caída del retorno venoso al corazón (precarga), el aumento de la resistencia vascular periférica así como de la disminución del flujo sanguíneo regional mesenté- rico, tiende a evitar estos incrementos de presión. Este comentario inicial indica la necesidad de una intercomu- nicación, en el verdadero sentido del término, entre el Capítulo Anestesia en cirugía laparoscópica. Repercusión en obstetricia anestesiólogo y el cirujano, lo que significa conocer y aceptar de forma mutua la importancia de controlar el grado de la presión intrabdominal, y su efectos indesea- bles así como también los problemas que significan la posición de Trendelenburg exagerada, entro otras cosas. El primer problema consiste en decidir el máximo permisible para el incremento en la presión intrabdomi- nal .Es común escuchar en congresos quirúrgicos, que se puede trabajar con presiones altas, sin ningún riesgo de por medio; sin embargo, los datos hemodinámicos y fisiológicos han demostrado que si se insufla en el abdo- men gas en cantidad suficiente para obtener una presión mayor a 15 mm Hg, la resistencia vascular periférica aumenta con rapidez, el índice cardiaco disminuye, hay incremento de la presión sanguínea, de las resistencias vasculares periféricas, y pulmonares, así como decremen- to importante del retorno venoso y del gasto cardiaco. Es probable que el aumento de las resistencias esté relacio- nado con la liberación de factores humorales como con- secuencia del trastorno homeostático causado por el neumoperitoneo desmesurado. Las presiones intrabdo- minales de 20 mm Hg producen una caída en el flujo sanguíneo renal, y la filtración glomerular disminuye hasta en 25 % de lo normal. Asimismo se ha demostrado que tales presiones afectan de modo significativo el flujo sanguíneo intestinal disminuyéndolo. Otro problema lo constituye la velocidad en que se administra el flujo gaseoso para conseguir el neumoperi- toneo; cuando se emplean velocidades de insuflación altas, (p. ej., cuando hay fugas importantes en los troca- res quirúrgicos) se produce un cambio súbito importan- te en la presión intrabdominal, que además de conducir a un deterioro rápido hemodinámico, facilita la produc- ción de enfisema subcutáneo o mediastínico e incremen- ta la posibilidad de producir una hipercapnia severa, y en teoría aumenta los riesgos de embolismo gaseoso. Un aspecto que por lo habitual no se toma en cuenta es que la presencia de una presión intrabdominal elevada actúa comprimiendo los vasos sanguíneos de los lechos quirúr- gicos, disminuyendo el sangrado; si no se observan con cuidado estos vasos al final de la operación y después de la deflación, que disminuye la presión, se puede produ- cir un episodio de hemorragia posoperatoria. De hecho, si se comparan las presiones intravasculares y la presión del neumoperitoneo, la diferencia es siempre a favor de los vasos, por consecuencia cuando ocurre una herida vascular, habrá hemorragia. Sin embargo, esta diferencia en tal circunstancia de compresión vascular exagerada se revierte para el sistema capilar y favorece al neumoperi- toneo, por lo que se produce un factor que favorece la hemostasia, de hecho, el cirujano podría pedir aumentar la presión intrabdominal para este fin, fenómeno que es similar a la compresión mecánica en una laparotomía y sólo debe efectuarse con el conocimiento y aprobación del anestesiólogo. Una circunstancia que puede requerir la insuflación rápida y sobrepresión vigilada es el momento de la intro- ducción de los trocares, una presión de 18 a 20 mm Hg aumentará la distancia entre la pared y los grandes vasos y evitará daños en la inserción ciega de los instrumentos. Otro problema que puede presentarse en caso de usar flujos y presiones elevadas es el de la hipotermia, la cual puede generarse en especial en niños y en pacientes con superficie corporal pequeña, la que se magnifica cuando las maniobras se acompañan de lavados quirúrgicos fre- cuentes y abundantes con soluciones frías.6 Por lo tanto, así como el cirujano debe conocer los límites del equipo y los efectos fisiopatológicos del neumoperitoneo, el anestesiólogo debe estar consciente de los requerimien- tos quirúrgicos. La interdependencia entre los miembros del equipo quirúrgico debe ser característica y requeri- miento de la cirugía laparoscópica, la que constituye un sinónimo de seguridad para que pueda ser efectuada sin efectos deletéreos significativos, observando los estánda-res de seguridad para el neumoperitoneo, los cuales pue- den ser resumidos de la siguiente manera: 1. Las presiones intraabdominales deben estar siem- pre en un rango entre 10 y 15 mm Hg, nunca por arriba. Para mejorar la visualización del campo qui- rúrgico con estas presiones, se puede modificar la posición del paciente (p. ej., Trendelenburg o rever- sa) pero sin exagerar el grado de las mismas ya que esto también causa efectos colaterales indeseables 2. Presiones intraabdominales en rangos de 15 a 20 mm Hg se considera que no son óptimas. Hay una correlación bien establecida entre recuperación poco confortable en el posoperatorio y la presión intrabdominal aumentada. 3. Las presiones intraabdominales superiores a 20 mm Hg son consideradas como peligrosas ya que producen compromiso hemodinámico y pulmonar y efectos de larga duración en la musculatura de la pared abdominal. Con estas presiones, algunos pacientes reportan aumento de la circunferencia abdominal y una sensación de “hinchazón” posope- ratoria que persiste por meses después del procedi- miento a pesar de ejercicios de rehabilitación.7 La necesidad de un conocimiento tecnológico adecuado lo demuestra lo relacionado al empleo de corrientes eléc- tricas para el electrocauterio. Es esencial que el cirujano endoscopista tenga un concepto real de la electrocirugía, y que el anestesiólogo por su parte comprenda los principios fundamentales de las corrientes de alta fre- cuencia. La sección y coagulación de los tejidos se deben al efecto térmico de la corriente eléctrica, sin embargo, este fenómeno no es el único que causa una corriente eléctrica al atravesar una célula; en realidad, el paso de una corriente alterna a través de las células, produce una despolarización de la membrana, con efectos farádicos sobre los electrolitos; para evitarlo se debe incrementar la frecuencia de la corriente; cuando esta alcanza 100 000 Hz los efectos se abaten. No obstante, estas corrientes tienen la propiedad de circular a través de conducto- res, y producir emisiones perdidas fuera del conductor, que pueden trastornar el equipo de monitoreo, causar quemaduras alrededor de los electrodos o desquiciar un marcapaso, y otras consecuencias que son resumidas a continuación: 218 • Anestesia obstétrica (Capítulo 22) Para el cirujano: el riesgo de interferir con la imagen en la pantalla cada vez que utiliza la electrocoagulación, o de que la corriente escape y cause quemadura. Para el anestesiólogo: riesgo de quemaduras alrededor de los electrodos, trastorno en el funcionamiento de los moni- tores o marcapasos. Ignorar los efectos de estas disfuncio- nes puede conducir a complicaciones inesperadas, las cuales son de naturaleza técnica, pero que repercuten en la evolución clínica de los pacientes.8 ESTADO ACTUAL DE LA CIRUGÍA POR LAPAROSCOPIA La cirugía por laparoscopia (CPL) se considera en la actualidad un medio para obtener el mismo resultado que con las técnicas clásicas, pero empleando y aprove- chando las características de la técnica de mínimo acce- so, la cual por definición, es menos agresiva para los pacientes. Hoy en día las ventajas que ofrece la CPL, el mejoramiento de los equipos para realizarla así como también la optimización de las técnicas laparoscópicas y el conocimiento de los cambios fisiológicos que produce, han permitido que se practique en pacientes con amplio rango de edad y condición física, y en diversos procedi- mientos quirúrgicos que antaño eran considerados como una contraindicación absoluta para realizarlos por medio de CPL Las apendicectomías en pediatría por CPL son comunes, así como también los procedimientos efectua- dos en pacientes ancianos o que presentan problemas adicionales médicos agudos y crónicos. Esto es obvio que se debe, a que la CPL ofrece dis- minución del trauma quirúrgico, en especial en cirugía abdominal alta, retorno rápido de la función pulmonar y menores requerimientos de medicación analgésica pos- toperatoria. Si a esto se añade la disminución de la estan- cia y costos hospitalarios con el consiguiente decremen- to de las infecciones intrahospitalarias, y la posibilidad de manejar algunos procedimientos como ambulatorios, se crean más condiciones para elegir y preferir la CPL a la cirugía tradicional. En la práctica hay grupos de gineco- obstetras que efectúan CPL en el concepto de cirugía ambulatoria, para esterilizaciones tubarias, reproducción asistida (manejo del ovocito ), estudio de infertilidad (diagnóstico laparoscópico), adhesiólisis y cirugía tubaria (fimbroplastía, neosalpingostomía ), y aún en el trata- miento de algunos tipos de endometriosis.9,10 EVALUACIÓN PREOPERATORIA La evaluación preoperatoria del paciente sometido a CPL, debe acompañarse de los mismos elementos que para un procedimiento quirúrgico abierto. Debido a la restricción por costos, muchos pacientes programados para CPL, ingresan al hospital pocas horas antes de la cirugía, estos ingresos de última hora pueden causar una evaluación y relación inadecuada con estos enfermos, lo cual niega al anestesiólogo un recurso valioso, tanto para decidir la conducta anestésica como para evaluar la nece- sidad de medicación preanestésica. Es conveniente comentar que en estos casos resulta de gran valor efec- tuar una llamada telefónica al paciente la noche anterior a la operación, con la que puede obtenerse información valiosa acerca de sus características, antecedentes, estado físico, patologías agregadas, fármacos ingeridos, etcétera, y además ofrece la oportunidad de establecer una rela- ción de apoyo; los datos obtenidos telefónicamente deben ser complementados a la mañana siguiente con la historia clínica y el examen físico. La valoración preanes- tésica del paciente aunque sea por medio de la vía tele- fónica, hoy en día se considera muy importante, en espe- cial con el incremento de la cultura de las demandas por mala práctica.11 El empleo de la CPL ha evolucionado desde el paciente joven y saludable (las laparoscopias ginecológi- cas de los años iniciales) hasta un grupo más diverso de población, con presencia de enfermedad crónica adicio- nal sometidas a diferentes tipos de procedimientos qui- rúrgicos. No obstante, los pacientes con insuficiencia car- diaca congestiva pueden no ser buenos candidatos para CPL, y hay una contraindicación absoluta en presencia de presión intracraneal aumentada o fístulas peritonea- les, en donde no se puede efectuar el neumoperitoneo. En pacientes con enfermedad cardiaca, las ventajas de un curso postoperatorio más benigno, deben ser sope- sadas contra los cambios hemodinámicos producidos por la laparoscopia. De cualquier forma y en cuanto se deci- da su ejecución en estos pacientes, será conveniente rea- lizar una valoración cardiovascular previa con estudios de ecocardiografía, y utilizar un monitoreo invasivo si hay una reducción de la fracción de eyección del ven- trículo izquierdo, estos pacientes no deben ser egresados del hospital el mismo día del procedimiento.12 La CPL se emplea también en pacientes embaraza- das, en este caso, la incidencia de trastornos del embara- zo en el primer trimestre, aumenta de 5.1% a 8 %, y en el tercer trimestre la de parto pretérmino de 5.13 % a 7.47 %, estos riesgos deben ser explicados por completo a la paciente y la discusión y conclusiones consignadas en el expediente clínico.13 Medicación preanestésica Ésta debe seleccionarse con cuidado, de tal manera que sólo se prescriban fármacos de eliminación rápida y metabolismo simple, teniendo en mente el egreso pron- to de estos pacientes. El agente ansiolítico ideal podría ser el midazolam a dosis bajas no hipnóticas. Si se desea usar opioides para mejorar la analgesia, hay que aplicar pequeñas cantidades, pensando en evitar los efectos en náuseas y vómitos postoperatorios que podrían interferir con el egreso; los sedantes de larga acción deben evitarse en forma definitiva .Los agentes antisialogogos son útiles, si no hay contraindicación. La mejor elección es el glico- pirrolato, ya que la atropinay la escopolamina, al cruzar la barrera hematoencefálica pueden causar delirio poso- peratorio; por supuesto, la atropina deberá estar disponi- ble para el tratamiento de una posible bradicardia tran-© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Anestesia en cirugía laparoscópica. . . • 219 soperatoria. En pacientes con riesgo aumentado de regurgitación como es la embarazada se debe considerar la administración preoperatoria de antiácidos claros, antagonistas de receptor H2, (ranitidina, famotidina), o fármacos gastrocinéticos como la metoclopramida. Se recomienda hacer prevención de náusea y vómi- to, complicaciones que aunque han sido catalogadas como menores, han demostrado en CPL ser un verdade- ro problema, la prueba son los múltiples enfoques de prevención y tratamiento que se han recomendado ya que su incidencia varía en las diferentes comunicaciones entre 17.5 % y 51 %.Al respecto se han utilizado parches de escopolamina que reducen estos síntomas a la mitad pero que pueden causar efectos colaterales como seque- dad de la boca y sensibilidad ocular. El droperidol es efectivo, pero su efecto de somnolencia lo hace no de- seable, se ha recomendado efedrina por vía parenteral con resultados no concretos. El recurso del propofol como antiemético se ha propuesto de manera reciente; otra alternativa es el empleo de fármacos que actúan sobre los receptores 5-HT3 tanto para prevención como para tratamiento, aunque su alto costo quizá se oponga en forma importante a su beneficio, el período mens- trual aumenta en forma ligera la frecuencia de náusea y vómito. Posición del paciente Ante todo se debe tener especial cuidado en la posición del paciente para la prevención de daño a las estructuras nerviosas; la adecuada protección de brazos permite cui- dar el nervio cubital, además hay que tener muy pen- dientes las diferentes posiciones de la mesa operatoria para evitar la compresión de los dedos o de la piel. Hay que recordar que estos procedimientos son efectuados en la penumbra y que los cuidados deberán ser extremos. Si se usan colchones para los hombros, deberán estar aplicados a nivel de las apófisis coracoides, cuando el paciente está en posición de litotomía, evitar el posicio- namiento exagerado de los miembros inferiores y prote- ger en especial el nervio peroneo. MONITORIZACIÓN Lo esencial será contar con electrocardiograma, oxime- tría de pulso, capnometría y presión arterial no invasiva, también es un requerimiento la evaluación frecuente del bloqueo neuromuscular y la temperatura. Ya se ha men- cionado que en pacientes con enfermedad cardiaca, puede ser necesario el monitoreo invasivo. Deberá recor- darse que en la CPL la interpretación y lectura de la pre- sión venosa central y de la presión en la arteria pulmonar puede ser difícil, debido al incremento de las presiones intratorácicas. Para finalizar, conviene tener en mente que la lectura de la presión intrabdominal a través de la celda del insuflador, es ya un elemento de monitoreo esencial para el equipo quirúrgico, en especial para el anestesiólogo.14 MANEJO ANESTÉSICO INDUCCIÓN La inducción anestésica puede efectuarse de la manera habitual, en forma semejante como se realiza en la ciru- gía convencional o en la anestesia general para operación cesárea; en la paciente obstétrica sometida a CPL debe- rán de seleccionarse el inductor tomando en cuenta los riesgos y beneficios que ofrece a los integrantes del bino- mio materno fetal; en otro capitulo de este texto se des- criben éstos. INTUBACIÓN TRAQUEAL La anestesia general con intubación endotraqueal es la técnica que ofrece el adecuado control de la vía aérea y profilaxis contra aspiración de contenido gástrico, el cual es más frecuente en la paciente obstétrica. Se ha demos- trado que alrededor de un tercio de las muertes asocia- das con CPL están relacionadas con complicaciones anestésicas bajo anestesia general sin intubación. Si el procedimiento requiere aspiración gástrica o si se produ- ce distensión del estómago por ventilación con mascari- lla durante inducción, deberá instalarse una sonda para drenaje gástrico después de la intubación, y a menos que este drenaje sea requerido en el posoperatorio, debe introducirse la sonda gástrica a través de la vía oral, para evitar traumatismo nasal.15 Antes de la inducción cada paciente deberá ser eva- luado en la posibilidad de intubación difícil y a este res- pecto, conviene familiarizarse con conductas de manejo de esta circunstancia. La elección del relajante neuro- muscular debe ser hecha en función de la duración anti- cipada del caso y el potencial para intubación difícil; la selección irá desde la succinilcolina en casos específicos, hasta la preferencia por agentes no despolarizantes de acción intermedia o corta (atracurio, rocuronio, cisatra- curio). En pacientes gestantes hay un riesgo incrementa- do de aspiración pulmonar, lo mismo que en aquellas en posparto inmediato, por lo que está indicado en estas cir- cunstancias una inducción de la anestesia general de secuencia rápida con presión cricoidea.16 MANTENIMIENTO DE LA ANESTESIA Se recomienda con este objetivo la administración de agentes inhalatorios con bajo coeficiente sangre/gas (des- fluorano, sevofluorano); la selección dependerá de la experiencia del anestesiólogo y de la disponibilidad del producto y vaporizador. Se ha mencionado la convenien- cia de usar propofol para la inducción y el mantenimien- to combinado con opiodes por su perfil eliminatorio rápido.17-19 El grado de relajación muscular requerida dependerá del procedimiento específico y de la duración esperada; es importante monitorizar la placa neuro- 220 • Anestesia obstétrica (Capítulo 22) muscular para titular las dosis de estos fármacos. Siem- pre será conveniente valorar si establecer o no un esque- ma de reversión, antes de enviar al paciente a la sala de recuperación. El patrón ventilatorio deberá ajustarse para lograr un EtCO2 de alrededor de 35 mm Hg; en pacientes con his- toria de neumotórax espontáneo o enfisema buloso es preferible aumentar la frecuencia respiratoria en lugar del volumen corriente. Los cambios posicionales deben hacerse con el mayor cuidado para evitar trastornos hemodinámicos respiratorios o lesiones titulares; hay que recordar que la oscuridad habitual puede favorecer estos inconvenientes. El anestesiólogo debe tener a la vista, la lectura continua del insuflador y asegurar que se man- tengan presiones intraperitoneales razonables. Cuando se alteran de modo inesperado los signos vitales (hipo- tensión, bradicardia), disminuir o eliminar esta presión, revertirá el problema en menor tiempo que la inter- vención farmacológica.20 Se debe considerar que una inadecuada relajación muscular y profundidad anestési- ca, pueden ser causa de aumento indeseable de la pre- sión intrabdominal. CUIDADOS POSOPERATORIOS Aunque la función respiratoria se trastorna en menor grado después de CPL en comparación a la cirugía abier- ta, la demanda de O2 aumenta y la depresión de la PaO2 es todavía un problema latente que debe ser vigilado, por lo que todos los pacientes deben recibir oxígeno suple- mentario en la sala de recuperación, así como también ser monitorizados en forma adecuada. Tener en cuenta que los cambios hemodinámicos producidos por el neu- moperitoneo (en particular el aumento de las resisten- cias vasculares periféricas) pueden permanecer por un tiempo, aun después de la liberación de la presión intrab- dominal. Es conveniente restaurar la normotermia en el postoperatorio, para disminuir el consumo de O2 e ini- ciar la administración de analgésicos. MANEJO DE COMPLICACIONES COMPLICACIONES MENORES Entre éstas se consideran las náuseas y vómitos, cuya pre- vención y tratamiento ya se ha comentado. Se ha reco- mendado la inyección rutinaria de anestésico local en solución salina intraperitoneal para disminuir la intensi- dad del dolor posoperatorio. COMPLICACIONES MAYORES NeumotóraxExisten varios mecanismos que pueden derivar en el movimiento del gas de la cavidad abdominal hacia el tórax. Durante una funduplicatura para hernia hiatal puede producirse desgarros a nivel de la unión gastroe- sofágica o pueden haber defectos o puntos débiles en el diafragma, esófago o hiato aórtico, que permiten la difu- sión del gas dentro del tórax; también la ruptura de una bula pulmonar puede conducir a esta complicación. Cuando ésta se presenta hay que corregir la hipoxemia ajustando la concentración inspirada de oxígeno, descon- tinuar el óxido nitroso si se está usando y reducir la pre- sión intrabdominal tanto como sea posible; el neumotó- rax por CO2 puede resolverse en ocasiones de manera espontánea y evitarse la toracentesis a menos que esto sea imperativo. El gas insuflado y a presión puede mo- verse hacia el mediastino y hacia el pericardio, en cuyo caso se formará un enfisema subcutáneo de cuello y cara de consecuencias graves que pueden poner en peligro la vida del paciente si no son tratados de forma rápida y adecuada.21 Embolismo gaseoso Para efectuar el neumoperitoneo se insufla por lo común bióxido de carbono debido a su inocuidad sobre la super- ficie peritoneal y por su alta solubilidad sanguínea. Hay factores que predisponen al aumento importante en la entrada del CO2 a la circulación venosa, entre los que se mencionan: presión intrabdominal excesiva, disminución del flujo sanguíneo esplácnico, canales venosos abiertos por traumatismo quirúrgico, sangrado excesivo, intro- ducción inadvertida de la aguja de Verres en un vaso san- guíneo, factores que aislados o concordantes pueden determinar la presencia de cantidades importantes de este gas en la circulación sistémica, que pueden producir un embolismo gaseoso. Esta complicación es más común que ocurra duran- te la inducción del neumoperitoneo, aunque puede pre- sentarse de modo intraoperatorio y aún después de la conclusión del procedimiento, debido al atrapamiento de gas en la circulación portal. Los signos que se observan son: descenso inexplicable del EtCO2 , precedido por un aumento inicial de este parámetro, acompañado de hipo- tensión, cianosis y arritmias cardiacas .Al sospechar el accidente, se deberá detener la insuflación y eliminar el neumoperitoneo, aplicar hiperventilación con O2 a 100% y poner al paciente en posición lateral izquierda y polo cefálico hacia abajo. Por la alta capacidad de trans- porte sanguíneo del CO2 los signos clínicos pueden mejorar pronto, y en caso contrario se recomienda aspi- ración gaseosa a través de una línea venosa central y quizá pulmonar. Las medidas adicionales incluyen la administración de fármacos inotrópicos, vasoactivos, diu- réticos y antiarrítmicos. Broncoaspiración La mejor guía de seguridad para evitar esta complicación está dada por la inserción de un tubo endotraqueal en la técnica anestésica. Para intervenciones muy cortas ha sido propuesta la ventilación con mascarilla como alter-© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Anestesia en cirugía laparoscópica. . . • 221 nativa, opción no recomendable porque hay aumento de riesgo de aspiración, por la asociación de posición de Trendelenburg y la hiperpresión intrabdominal. Las mis- mas reservas aplican para el uso de la mascarilla laríngea, que ha sido usada en series cortas para procedimientos breves.16 FISIOLOGÍA DEL NEUMOPERITONEO EFECTOS EN EL SISTEMA RESPIRATORIO Es obvio que hay aumento de la PaCO2, el cual debe ser compensado incrementando el patrón ventilatorio, sin embargo la ventilación se dificulta por la distensión abdominal, la posición del paciente y la elevación del diafragma .La posición cabeza abajo reduce la capacidad residual funcional, el volumen pulmonar total y la com- pliance del torax, en especial en obesos y pacientes debi- litados, factores que favorecen la generación de atelecta- sias. EFECTOS CARDIOVASCULARES En posición de cabeza arriba, el gasto cardiaco disminui- rá en función del grado de inclinación e insuflación del neumoperitoneo; esta posición también favorece la esta- sis venosa en los miembros inferiores, con lo que se incrementa el riesgo de que el paciente desarrolle trom- bosis venosa y/o embolismo pulmonar, en especial en CPL de larga duración. En la posición inversa (cabeza hacia abajo) hay aumento de la presión venosa central que puede afectar la circulación cerebral y la presión venosa intraocular, puede presentarse arritmia cardiaca, reflejos vagales por distensión peritoneal, o bradicardia y aun asistolia, producidos en lo fundamental por aumen- tos no controlados de la presión intrabdominal.22,23 EFECTOS HEMODINÁMICOS Ya se han mencionado los efectos que tiene la CPL en el gasto cardiaco, aumento de la presión arterial y de las resistencias vasculares sistémicas y pulmonares, estos últimos relacionados con liberación de factores humora- les causados por el neumoperitoneo. Presiones intraab- dominales mayores de 20 mm Hg disminuyen en forma importante el flujo sanguíneo renal y la filtración glome- rular, también pueden afectar en forma negativa la circu- lación intestinal. Hay reportes inquietantes del desarro- llo de una hipercapnia incontrolable, causada quizá por la suma de diversos factores y que obligan al anestesiólo- go a considerar interrumpir el procedimiento de manera transitoria o total.24 LAPAROSCOPIA INTERVENCIONISTA DURANTE EL EMBARAZO A pesar de los recientes avances anestésicos, perinatales y de cuidados perioperatorios, una intervención quirúrgi- ca durante el embarazo puede conducir a la pérdida fetal por aborto espontáneo (en especial en el primer trimes- tre) o a un trabajo de parto pretérmino (lo cual ocurre en el tercer trimestre). De manera infortunada, en oca- siones es necesario someter a cirugía de urgencia no obs- tétrica a la paciente grávida, aunque en la actualidad con mayor frecuencia se practican intervenciones quirúrgicas electivas no obstétricas durante el embarazo. Como regla, el embarazo durante algún tiempo había sido con- siderado una contraindicación relativa para realizar CPL; varios estudios han demostrado que algunas intervencio- nes por CPL pueden ser efectuadas durante el embarazo con aceptable seguridad. Conocidas las complicaciones posibles comunes a cualquier CPL, se estableció que aplicando cuidados y técnicas apropiadas, éstas podrían evitarse o quizá disminuir su frecuencia o intensidad cuando la CPL se realiza en la embarazada. Es así que se han desarrollado guías de manejo para cirugía laparoscó- pica durante el embarazo, cuyo objetivo definido es evi- tar el incremento de la morbilidad materno fetal.25 INDICACIONES DE CIRUGÍA POR LAPAROSCOPIA DURANTE EMBARAZO Cualquier intervención quirúrgica abdominal durante embarazo puede incrementar el riesgo de aborto o parto pretérmino. La decisión final para realizar una CPL en el embarazo depende de las indicaciones de la misma (urgencia, electiva) y del criterio del cirujano y obstetra responsables de la paciente; una CPL debe practicarse cuando el beneficio supera el riesgo de no hacerla. Las dos indicaciones más frecuentes por parte del cirujano general, son la apendicitis y la colecistitis agudas. La apendicitis aguda ocurre con la misma frecuencia en pacientes grávidas que en no grávidas de la misma edad, se presenta en uno de cada 2 000 embarazos. Ante la sos- pecha de este proceso infeccioso se debe proceder a la intervención quirúrgica sin demora, pues hacerlo en forma tardía conduce a graves consecuencias maternas y fetales. La cirugía para el tratamiento de la colecistitis aguda en la embarazada tiene una incidencia de 1 a 6 de cada 10 000 embarazos; en la actualidad este tipo de cirugía se realiza mediante CPL. Varios estudios han demostra- do que tanto la madre como el feto se han beneficiado con las ventajas que ofrece la técnica CPL, entre otras se han mencionado: mínima depresión fetal debido a la menor necesidad de utilizar narcóticos y analgésicos en el postoperatorio,ya que el dolor en esta etapa es menos intenso en el caso de CPL en comparación a la cirugía abierta, menor incidencia de infecciones y estancia hos- pitalaria. Es conveniente mencionar que hay un consen- 222 • Anestesia obstétrica (Capítulo 22) so general de que los procedimientos laparoscópicos en gestantes ofrecen mayor seguridad cuando se efectúan durante el segundo trimestre del embarazo. Los procedi- mientos electivos en cirugía general, deben ser evitados de manera definitiva, en situaciones especiales lo mejor es realizarlos en el segundo trimestre del embarazo, en el caso de cirugía de urgencia ésta debe efectuarse en cual- quier trimestre del embarazo cuando surja la indica- ción.26-32 ASPECTOS HEMODINÁMICOS Y EMBARAZO La presencia de un útero grávido en pacientes gestantes, constituye el primer obstáculo para efectuar una CPL, lo que hace necesario evaluar con cuidado cada caso de manera individual. Ha sido reportada la instalación de una aguja de Verres al interior del útero, con grave daño para el feto, la recomendación quirúrgica es que la inser- ción debe hacerse en un cuadrante superior del abdo- men. En cuanto al requerimiento de la creación del neu- moperitoneo, en lo habitual con CO2, se ha investigado acerca de los posibles riesgos fetales que esto conlleva, mismos que se han focalizado en dos vertientes de con- troversia: el riego de disminución del flujo sanguíneo uterino con o sin parto pretérmino, producido por el aumento de la presión intrabdominal y la presencia e incremento del riesgo de acidosis fetal o de algunos otros efectos desconocidos producidos por el bióxido de car- bono insuflado. El efecto deletéreo por disminución del flujo uterino hasta ahora es hipotético y no se ha demos- trado en forma concluyente. Se acepta en la actualidad que en la CPL mantener el neumoperitoneo con presión intrabdominal menor a 15 mm Hg es más seguro que la retracción uterina manual o mecánica durante procedi- mientos quirúrgicos abiertos. Hunter et al.,33 reportaron acidosis fetal respiratoria cuando se usó CO2, pero no cuando se insufló N2O, en un modelo de oveja. En otro estudio se presentaron anormalidades hemodinámicas fetales (taquicardia e hipertensión), que fueron atribuidas a hipercarbia fetal, efecto que pudo ser revertido con la producción de alca- losis respiratoria materna. Otro hallazgo reportado fue que un neumoperitoneo con CO2 produce un impacto mínimo en la embarazada y en el feto, cuando la presión intrabdominal es de 15 mm Hg o menor.34 Es imperativo reiterar la necesidad de una cuidadosa monitorización en la paciente grávida y en el feto duran- te estos procedimientos de CPL. La vigilancia debe ser tanto para el estado hemodinámico como para el ven- tilatorio, y debe incluir de manera obligatoria pulsoxi- metría, capnometría y la visualización continua del in- suflador automático. Se recomienda utilizar durante y después de la intervención las bandas neumáticas secuenciales para miembros inferiores, y no dudar en establecer un esquema de profilaxis tromboembólica, en especial cuando se esperan varios días de recuperación quirúrgica, en el caso de una CPL con complicaciones técnicas por falta de experiencia del cirujano o una mala indicación. Si hay alguna evidencia o hallazgos en la CPL que hagan sospechar al anestesiólogo cambios importan- tes hemodinámicos en la paciente o el feto, debe solici- tar al cirujano convertir el procedimiento en abierto. En presencia de embarazo el retorno venoso se retarda en especial por la estasis favorecida por el incremento en la presión abdominal que causa el neumoperitoneo, lo que favorece baja en el gasto cardiaco; también debe conside- rarse como parte importante en el desarrollo de este fenómeno la posibilidad de acodamiento de la vena cava inferior a nivel de su paso por los pilares diafragmáticos, también causado por el neumoperitoneo.35,36 CONCLUSIONES La mayoría de los reportes refieren que la CPL puede ser efectuada con seguridad en el embarazo, los menos sugieren lo contrario. Hay ciertas recomendaciones que deben ser adoptadas de forma rutinaria en busca de seguridad durante la CPL; estas incluyen:37 1. Cuando sea posible, diferir la operación hasta el segundo trimestre. 2. Hacer compresión neumática de miembros inferio- res, para compensar la estasis venosa aumentada. 3. Monitorizar estado uterino y fetal, EtCO2, así co- mo el estado acidobásico materno, con gases arte- riales, esto último en circunstancias especiales como complicaciones intraoperatorias. 4. Se debe ofrecer protección al feto, cuando sea ne- cesario usar fluoroscopia, colangiografía o ambos. 5. Cuando el útero esté ya muy crecido, el acceso abdominal debe hacerse con técnica abierta 6. En cualquier posición utilizada, evitar que el útero comprima la vena cava inferior. 7. La presión del neumoperitoneo debe ser minimiza- da y no exceder de 15 mm Hg. 8. No iniciar en forma apresurada la insuflación del gas. 9. En el posoperatorio, sospechar complicación si hay dolor persistente. 10. En la paciente grávida, la técnica no debe manejar- se como cirugía ambulatoria. La laparoscopia es un medio, no un fin. Una laparotomía bien indicada es mejor que una laparoscopia sin consenso. © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Anestesia en cirugía laparoscópica. . . • 223 REFERENCIAS 1. Collins KM, Docherty PW, Plantevin OM: Postoperative morbidity following gynaecologycal outpatient laparos- copy. A reappraisal of the service. Anaesthe-sia, 1984;39: 819-822 . 2. Harvey DC, Charlton AJ, Findiey IL: Comparison of mor- bidity between patients and outpatients following gynae- cologycal laparoscopy. Ann R Coll Surg Engl, 1985;67: 103-104. 3. Kure FL, Welch DB: Gynaecologycal laparoscopy : clinical experiences for day stay laparoscopy. Br J Anaesth, 1984; 56 :1207-1211. 4. Berci G: Laparoscopy surgery En: Problems in General Surgery. USA: Lippincott Company, 1991:35-56. 5. Corfman RS, Diamond MP, Decherney A: Complications of laparoscopy and histeroscopy. USA, Blackwell Scientific Publications.1993:54-78 6. 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