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1457 CAPÍTULO 184 Enfermedades metabólicas y carenciales del sistema nervioso © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II El síndrome de Sturge-Weber asocia un angioma cutáneo de la mitad de la cara (nevus flammeus o en vino de Oporto), con un angioma ipsilateral de cerebro y leptomeninges. Es causado por una mutación en mosaico del gen GNAQ en ectodermo. Suele producir epilepsia focal refractaria y una hemiparesia progresiva. La enfermedad de von Hippel-Lindau es una enfermedad autosó- mica dominante por mutación del gen VHL, que se caracteriza por la aparición de hemangioblastomas cerebelosos y retinianos, quistes y tumores renales, pancreáticos y de otros órganos. La melanosis neurocutánea asocia un nevus gigante, normalmente en tronco, con una infiltración melanoblástica de las leptomeninges del cerebro y la médula espinal. Es un mosaicismo por mutación somática en el codón 61 de NRAS, que provoca la activación de este oncogén. El espectro clínico puede variar desde pacientes asintomáticos hasta retraso del desarrollo, epilepsia o hidrocefalia. El síndrome del nevus sebáceo lineal se caracteriza por un nevus sebáceo congénito, localizado generalmente en cabeza o cuello, que sigue las líneas de Blaschko. Se asocia frecuentemente a malformaciones oculares y/o cerebrales ipsilaterales como hemimegalencefalia, displasias corticales y alteraciones de la sustancia blanca, que condicionan dis- capacidad intelectual, epilepsia y/o trastornos motrices. Se trata de una RASopatía en mosaico, es decir, es causado por una mutación somática activante en un gen de la vía MAPK-RAS (genes HRAS, KRAS, NRAS), la cual promueve el crecimiento celular y está en íntima relación con la vía mTOR. La hipomelanosis de Ito se considera hoy en día un cajón de sastre para varias alteraciones genéticas en mosaico que afectan al ectodermo y, por tanto, a sus posteriores derivados, el SNC y la piel. Suele asociar malformaciones del SNC con trastornos pigmentarios, los cuales fre- cuentemente presentan una distribución siguiendo las líneas de Blaschko. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Barkovich AJ, Guerrini R, Kuzniecky RI, Jackson GD, Dobyns WB. A develop- mental and genetic classification for malformations of cortical development: update 2012. Brain J Neurol 2012;135(5):1348-69. Copp AJ, Stanier P, Greene NDE. Neural tube defects: recent advances, unsol- ved questions, and controversies. Lancet Neurol 2013;12(8):799-810. Curatolo P, Bombardieri R, Jozwiak S. Tuberous sclerosis. Lancet 2008; 372(9639):657-68. Doherty D, Millen KJ, Barkovich AJ. Midbrain and hindbrain malforma- tions: advances in clinical diagnosis, imaging, and genetics. Lancet Neurol 2013;12(4):381-93. Hirbe AC, Gutmann DH. Neurofibromatosis type 1: a multidisciplinary approach to care. Lancet Neurol 2014;13(8):834-43. Enfermedades metabólicas y carenciales del sistema nervioso INTRODUCCIÓN Los cuadros de disfunción del SNC producidos por enfermedades sistémicas, estados carenciales e intoxicaciones reciben la denomina- ción general de encefalopatías, de espectro clínico muy amplio que abarca síndromes confusionales que se pueden acompañar de déficits focales, movimientos involuntarios, crisis comiciales y disautonomía. Las encefalopatías agudas constituyen la primera causa de asistencia neurológica inmediata. Hasta el 40% de los ingresados en unidades de cirugía y de cuidados intensivos presentan síndromes confusionales. El delirium es el síndrome confusional agitado, en el que el paciente • CUADRO 183-2 Criterios diagnósticos del complejo esclerosis tuberosa (Consenso Internacional sobre CET, 2012) A. Criterios diagnósticos genéticos La identificación de una mutación patogénica en TSC1 o TSC2 en DNA obtenido de tejido normal (habitualmente linfocitos de sangre periférica) es suficiente para hacer un diagnóstico definitivo de CET. Una mutación patogénica se define como aquella que claramente inactiva la función de las proteínas codificadas por TSC1 y TSC2 (p. ej., una mutación sin sentido o una inserción o deleción que rompa el marco de lectura), que impide la síntesis proteica (p. ej., grandes deleciones genómicas) o una mutación de cambio de sentido cuyo efecto en la función de la proteína ha sido establecida mediante estudios funcionales (www.lovd.nl/TSC1, www.lovd/TSC2 y Hoogeveen-Westerveld et al., 2012 y 2013). Cualquier variante en TSC1 o TSC2 cuyo efecto en la función es menos cierto, no cumple criterio de patogenicidad y no es suficiente para hacer un diagnóstico definitivo de CET. Dado que entre un 10% y un 25% de pacientes afectos de CET tienen estudios mutacionales de TSC1/TSC2 negativos, un resultado normal no excluye el diagnóstico y no afecta al uso de los criterios clínicos. Diagnóstico definitivo: dos criterios mayores o un criterio mayor y dos menores. Diagnóstico posible: un criterio mayor o dos o más criterios menores. B. Criterios diagnósticos clínicos Criterios mayores 1. Máculas hipocrómicas (tres o más, de al menos 5 mm de diámetro) 2. Angiofibromas faciales (tres o más) o placa fibrosa cefálica 3. Fibromas ungueales (dos o más) 4. Placa chagrín 5. Hamartomas retinianos múltiples 6. Displasias corticalesa 7. Nódulos subependimarios 8. Astrocitoma subependimario de células gigantes 9. Rabdomioma cardíaco 10. Linfangioleiomiomatosisb 11. Angiomiolipomas (dos o más)b Criterios menoresc 1. Lesiones cutáneas hipomelanóticas en confeti (< 5 mm) 2. Hoyuelos múltiples en esmalte dentario (tres o más) 3. Fibromas intraorales (dos o más) 4. Placa acrómica en retina 5. Quistes renales múltiples 6. Hamartoma no renal aEl término displasia cortical incluye los túberes corticales y las líneas de migración radial en sustancia blanca. bCuando estos dos criterios están presentes, contabilizan sólo como un criterio mayor y se requiere la presencia de otros factores de CET para el diagnóstico definitivo. cCambios respecto a criterios diagnósticos previos de 1998: en los criterios revisados de 2012 se eliminaron los criterios menores de pólipos rectales y quistes óseos por su inespecificidad. El antiguo criterio menor de líneas de migración radial en sustancia blanca ha pasado a formar parte del criterio mayor de displasias corticales. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1458 SECCIÓN XII Neurología presenta temblor, taquicardia, midriasis y sudoración por hiperacti- vidad simpática. El oxígeno y la glucosa, vehiculados por la circulación sanguínea, son soporte principal de la actividad encefálica; en el paciente ence- falopático, la primera medida será valorar las funciones respiratoria y cardiocirculatoria, y la glucemia, para proceder inmediatamente a su restablecimiento si se hallasen perturbadas. Posteriormente se realizará una historia clínica detallada, valorando estado de consciencia, orientación, memoria, contenido y curso del pensamiento, situación emocional y actividad psicomotora. También se prestará especial aten- ción a los signos de disfunción hemisférica y del tronco cerebral, así como a la presencia de respuestas de descerebración y descorticación, mioclonías y asterixis. ENCEFALOPATÍA ISQUÉMICA Y ANÓXICA Concepto Es la afección del sistema nervioso central por isquemia o hipoxia difusa. Etiología La isquemia cerebral global tiene múltiples causas, entre ellas la para- da cardíaca, el estado de shock y la cirugía cardíaca compleja. En la insuficiencia respiratoria por obstrucción de la vía aérea, enfermedad pulmonar, parálisis de la musculatura respiratoria, «mal de las alturas» e intoxicaciones por CO, cianuro y nitroprusiato, se produce hipoxia/ anoxia con flujo cerebral normal. La encefalopatía de causa pulmonares debida a insuficiencia de la función ventilatoria por lesiones del SNC (infartos, tumores, ELA, EM, siringobulbia-siringomielia) o periférico (síndrome de Guillain-Barré y otras neuropatías, hiposensibilidad del seno carotídeo, miastenia grave, miopatías) y deformidades de la caja torácica, obesidad y diversas enfermedades pleuropulmonares, que pueden determinar hipercapnia (PCO2 en sangre arterial > 60 mm Hg) con o sin hipoxemia. La HTA complicada con encefalopatía puede ser esencial o secun- daria a enfermedad renal, suprarrenal y eclampsia. El síndrome de leucoencefalopatía posterior reversible (SLPR) tiene una etiología diversa (cuadro 184-1). La cocaína y otras drogas ilícitas, y también medicaciones con acción simpaticomimética, pueden causar un SLPR o producir vasoconstricción arterial segmentaria (síndrome de Call-Fleming), que también puede revertir. Anatomía patológica La isquemia produce lesiones que tienden a localizarse en territorios frontera de las grandes arterias del polígono de Willis. Dependiendo del tiempo y la cuantía de la reducción del flujo, los cambios ocasio- nados pueden ser mínimos o producir necrosis. En caso de anoxia, las neuronas del hipocampo y las células de Purkinje son las más afectadas, seguidas de determinadas capas de la corteza cerebral y de los ganglios basales. El tronco cerebral y la médula espinal son los más resistentes a la hipoxia. Patogenia Para cada 100 g de tejido encefálico la cuantía normal del flujo san- guíneo se sitúa entre 50 y 75 mL/min. Por debajo de los 18 mL/min se produce despolarización (penumbra isquémica potencialmente reversible), y con menos de 10 mL, muerte neuronal. La duración de la hipoperfusión es un factor de capital importancia («tiempo es cerebro»). El insulto isquémico cerebral no suele ser uniforme y, así, determinadas zonas pueden sufrir solamente una situación de penum- bra isquémica potencialmente reversible. La isquemia cerebral global causa daño neuronal a través de unos eventos resumidos en la figura 184-1. En las zonas con isquemia, la muerte neuronal se produce por necrosis, desencadenada por excitoto- xicidad. El glutamato y el aspartato provocarán un aumento del calcio intracelular y de la actividad de la sintasa del óxido nítrico. También juegan un papel importante diversas citocinas proinflamatorias (IL-1 y TNF-α) que causan rotura de la barrera hematoencefálica (BHE). Por el contrario, en zonas de penumbra isquémica la muerte neuronal surge por apoptosis, un mecanismo de muerte celular programada que produce encogimiento celular con fragmentación genómica, pero sin disrupción de las membranas ni inflamación, que evita el daño de células circundantes. Sujetos no adaptados a la escasez de oxígeno de las altas cumbres pueden sufrir el «mal de las alturas» y presentar edema de papila y cerebral, que afecta a la sustancia blanca y, particularmente, al esplenio del cuerpo calloso. Un desproporcionado aumento del flujo cerebral, que trata de compensar la hipoxia, es la causa de tal edema. En la encefalopatía hipertensiva, la elevación brusca de la presión arterial des- borda los mecanismos de autorregulación del flujo cerebral y produce un cuadro encefalopático por edema vasogénico. En el SLPR el daño endotelial y la pérdida de la autorregulación cerebrovascular son la causa de la rotura de la BHE y la trasudación vascular, con edema parenquimatoso mixto (vasogénico y citotóxico). Cuadro clínico Consiste en reducción del nivel de consciencia, que se puede seguir de crisis comiciales. Las zonas encefálicas más susceptibles sufrir un daño permanente por isquemia e hipoxia tras una parada cardiorrespiratoria condicionan las secuelas transitorias o permanentes: amnesia anteró- grada, afasias transcorticales, ceguera cortical, ataxia, «síndrome del hombre en el barril». Los estados mantenidos de hipoxia y/o isquemia cerebral relativa pueden producir síndromes confusionales con o sin agitación psicomotora, más patentes por la noche, y en los que la admi- nistración de sedantes para tratar el delirium suponen un riesgo añadido. Una parada cardiorrespiratoria superior a 3-4 min suele causar coma profundo. Aunque se logre la restauración de la función car- diorrespiratoria, el paciente va a permanecer en coma con estado de hipotonía; posteriormente presentará posturas de descorticación y/o descerebración, mioclonías y crisis comiciales. La evolución posterior dependerá del tiempo de hipoxia e isquemia, y del estado previo del cerebro, pero también de otras circunstancias, como la glucemia, la toma de antiagregantes y la situación de hipotermia. El paciente en estado de coma postanoxia-isquemia cerebral puede evolucionar hacia la muerte cerebral, quedar en un estado vegetativo persistente, derivar hacia un estado de mínima consciencia o recuperar la consciencia con o sin secuelas. En algunos casos pueden presentarse empeoramientos tardíos, con cuadros clínicos de disfunción frontal, de los ganglios basales o del cerebelo, y descontrol de los esfínteres. El deterioro retardado postanóxico es particularmente frecuente en adultos con intoxicación por CO, que produce edema y desmielini- zación difusa de los hemisferios cerebrales (mielinopatía de Grinker) y puede ser reversible. La encefalopatía pulmonar da lugar a cefalea, déficit de atención, somnolencia y, en casos graves, estupor y coma. Pueden observarse asterixis y mioclonías; también edema de papila y ausencia de pulso venoso en el fondo de ojo, debidos a hipertensión intracraneal. • CUADRO 184-1 Causas del síndrome de leucoencefalopatía posterior reversible Encefalopatía hipertensiva Eclampsia Púrpura trombocitopénica trombótica Insuficiencia renal Síndrome hemolítico urémico Vasculitis (lupus, granulomatosis con poliangitis, poliarteritis nudosa) Endocrinopatías (feocromocitoma, coma hipoglucémico, aldosteronismo primario) Porfiria Transfusiones Drogas (cocaína, anfetamina, metanfetamina) Fármacos inmunodepresores (ciclosporina A, tacrolimus) Fármacos inmunomoduladores (interferón α, inmunoglobulinas) Eritropoyetina Fármacos quimioterápicos (vincristina, cisplatino, citarabina) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1459 CAPÍTULO 184 Enfermedades metabólicas y carenciales del sistema nervioso © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II El cuadro clínico de la encefalopatía hipertensiva es muy variable, abarcando síndromes confusionales, crisis comiciales, signos focales y pérdida de visión; los pacientes no siempre presentan edema de papila. El síndrome de Call-Fleming cursa con cefalea explosiva, déficits focales y crisis comiciales. La clínica del SLPR combina síntomas encefalopáticos difusos (cefalea, letargo, estupor o coma) con crisis comiciales y déficits focales. Exploraciones complementarias y pronóstico Si el paciente no tiene reflejos pupilares, no presenta respuesta a estímulos dolorosos y no muestra actividad cortical en los potenciales evocados somestésicos (PESS) transcurridos 3 días desde la instauración del coma, las posibilidades de recuperación son prácticamente nulas. La conser- vación de los reflejos del tronco cerebral no garantiza una evolución favorable, y la existencia de un estatus mioclónico temprano es un signo de mal pronóstico. Si al cabo de 1 semana el paciente no obedece ninguna orden, y no presenta movimientos oculares conjugados, las probabilida- des de recuperación a un estado de vida independiente son muy escasas. El EEG y los PESS son las técnicas complementarias neurofisiológi- cas más utilizadas para el seguimiento y el pronóstico de estos pacientes. Los patrones electroencefalográficos de supresión eléctricageneralizada y de supresión eléctrica con intervalos de descargas de actividad paro- xística (burst-supression) son los que comportan un peor pronóstico (fig. 184-2 A). En el otro extremo se sitúan el coma con actividad α o θ reactivas, que se modifican con estímulos nociceptivos y apertura o cierre palpebral. La ausencia bilateral de la respuesta N20 en los PESS es indicativa de pronóstico infausto, pero su presencia no es garantía de buena evolución. La presencia de respuestas tardías N70 predice una buena recuperación. Las elevaciones en sangre y/o líquido cefalorraquí- deo (LCR) de los valores de glucosa, lactato, proteína astrocítica S-100, CK-BB (isoenzima cerebral de la creatín-cinasa) y enolasa neuronal específica indican mal pronóstico tras una parada cardiorrespiratoria. Los estudios de TC y de RM en el período agudo no suelen detectar anormalidades o muestran edema cerebral, pérdida de los límites entre las sustancias blanca y gris, y, ocasionalmente, infartos en territorios frontera. En encefalopatías postanóxicas, la RM puede mostrar hiperintensidad de los ganglios basales, en las secuencias T2 y FLAIR (fig. 184-2 B). En secuencias de difusión (DWI), la sensibilidad de la RM aumenta; así, pueden observarse zonas con restricción de la difusión no sólo en la corteza, los núcleos grises y el cerebelo, sino también en el cuerpo calloso, la cápsula interna y las regiones periventriculares. La RM espectroscópica suele mostrar elevación del pico de lactato (su ausencia es dato de buen pronóstico). La PET ha demostrado una reducción cercana al 50% del metabolismo cerebral de la glucosa tras paro cardiorrespiratorio. En la tabla 184-1 se resumen los principales datos pronósticos. En la Figura - A. EEG con patrón de supresión o burst-supression (asteriscos) en paciente en coma tras parada cardíaca. B. RM-T2 cerebral del mismo paciente: atrofia cortical (flechas) e hiperintensidad de ganglios basales (asteriscos). Figura - Fisiopatología de la isquemia cerebral: apoptosis y necrosis. BHE: barrera hematoencefálica; NO: óxido nítrico. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1460 SECCIÓN XII Neurología encefalopatía hipertensiva y en el SLPR, los estudios de RM delimitan las áreas encefálicas afectadas que, si bien se pueden normalizar, en muchas ocasiones no se limitan al territorio posterior o a la sustancia blanca (casos de afectación incluso medular), y pueden ser permanentes. La apariencia de las lesiones en las secuencias FLAIR, DWI y mapas de ADC (coeficiente de difusión aparente) puede ayudar al pronóstico: una lesión con aumento de señal en FLAIR, DWI y mapa de ADC indica edema vasogénico y desaparecerá; lo contrario ocurre con las que brillan en DWI y tienen disminución del mapa de ADC, que se producen por edema citotóxico. En el síndrome de Call-Fleming se observan hiperseñales corticales y subcorticales, y áreas de isquemia, además de estrechamientos segmentarios en la angio-RM y la angiografía convencional. La sos- pecha clínica (invierno, varios convivientes afectados) y el aumento de la carboxihemoglobina hemática (≤ 5% en sujetos normales y ≤ 10% en fumadores) son claves para diagnosticar las intoxicaciones por CO. Tratamiento La rápida restauración de la circulación cerebral con una adecuada oxigenación es la medida más importante. Ayudan a este objetivo la creciente disponibilidad de desfibriladores y personal entrenado en lugares de gran afluencia. También son importantes un rápido reconocimiento rápido del atragantamiento («infarto de miocardio del restaurante») y realizar la maniobra de Heimlich. El control de la glu- cemia, manteniendo niveles entre 80 y 110 mg/dL mediante infusión de insulina, ha demostrado cierta eficacia, al igual que la hipotermia inducida (32-34,8 °C). En el tratamiento del estatus epiléptico con mioclonías se utilizan el valproato, el clonazepam, el levetiracetam y el piracetam; también puede ser útil el propofol. En la encefalopatía hipertensiva, el tratamiento irá dirigido a reducir rápidamente HTA, utilizando preferiblemente labetalol i.v. En el síndrome de Call-Fleming se emplean nimodipino y corticoides. La utilización de O2 hiperbárico en la intoxicación por CO podría prevenir la encefalopatía retardada. ENCEFALOPATÍA SECUNDARIA A SEPTICEMIA Más de la mitad de los pacientes con septicemia presentan un cuadro encefalopático que cursa con dificultad para concentrarse, astenia y anorexia y, en los casos graves, cuadros confusionales y disminución del grado de alerta. Estos síntomas no ceden con antipiréticos. La acción de citocinas proinflamatorias (TNF-α) y alteraciones de la BHE, con entrada de falsos neurotransmisores, son sus mecanismos patogénicos. En la exploración clínica es frecuente la rigidez paratónica. Los estudios de TC y RM no aportan datos relevantes, mientras que el examen microbiológico y los cultivos del LCR son negativos. El estudio de EEG puede mostrar enlentecimiento, ondas trifásicas y, en casos graves, un patrón de burst-supression. Esta encefalopatía carece de tratamiento específico; su pronóstico y su tratamiento son los de la enfermedad de base. La mortalidad del coma asociado a sepsis y con puntuación menor de 8 en la escala de coma de Glasgow supera el 60%. ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA Concepto El fallo hepático, tanto agudo como crónico, puede alterar la función del SNC y da lugar a una variada sintomatología que configura el cuadro neuropsiquiátrico de la encefalopatía hepática (EH). Véase Encefalopatía hepática, en el capítulo 32. Etiología Se clasifica en tres tipos: 1) por insuficiencia hepática aguda; 2) secun- daria a bypass portosistémico sin hepatopatía, y 3) asociada a cirrosis. Puede surgir espontáneamente o ser provocada por alcohol, sangrado digestivo, dieta hiperproteica, infecciones, estreñimiento, insuficiencia renal asociada, fármacos (paracetamol, AAS en dosis altas, valproato, benzodiazepinas, opioides, diuréticos), hipoxemia, hipopotasemia, hiponatremia y déficit de Zn. El síndrome de Reye es un tipo particular de EH aguda y grave no ictérica, que afecta a niños y adolescentes. Anatomía patológica Es característica la presencia de astrocitos de tipo II de Alzheimer; se puede observar pérdida neuronal y vacuolización. En el síndrome de Reye hay edema cerebral difuso asociado a depósitos de microvesículas de grasa en el citoplasma celular, especialmente en hepatocitos. Patogenia El amonio actúa como una neurotoxina directa que daña los astrocitos y provoca disfunción de la BHE, desequilibrio iónico y neurotransmi- sión alterada. La enzima glutamina-sintetasa de los astrocitos detoxifica el amonio, al convertir el glutamato en glutamina. Niveles elevados de glutamato causan daño neuronal por aumento de la excitotoxicidad. Los mercaptanos, tioalcoholes derivados de la metionina, presentes en suero y aire espirado, y responsables del fetor característico de los pacientes con fallo hepático, podrían, conjuntamente con los ácidos grasos de cadena corta, potenciar la acción del amonio. También es destacado el papel del Mn, cuyos niveles séricos están elevados en los pacientes con cirrosis y shunt portosistémico. La hiperintensidad palidal, observada en las secuencias T1 de RM, se atribuye a este metal. La homeostasis de la serotonina también se ve alterada; en el coma hepático se encuentran aumentado en el LCR el ácido 5-hidroxi-indol- acético, metabolismo principal de la serotonina. El síndrome de Reye es un trastorno mitocondrial que impide la β-oxidación de los ácidos grasos; se produce por una infección vírica (virus de influenza A o B, virus varicela-zóster, virus parainfluenza, virus Coxsackie, citomega- lovirus, EBV) y por la administraciónde AAS. Cuadro clínico El sutil cuadro inicial (EH oculta) puede pasar desapercibido, ya que, por su carácter intermitente, la exploración clínica puede ser normal. Posteriormente, se combinan alteraciones del estado mental, falta de atención, trastornos del comportamiento, disminución del grado de con- sciencia y alteraciones motoras diversas. Se distinguen tres formas de presentación: 1) EH aguda, caracterizada por un síndrome confusional que puede progresar hasta el coma y la muerte, aunque muchos pacientes se recuperan; 2) EH crónica o degeneración hepatocerebral adquirida no wilsoniana, que da lugar a deterioro cognitivo asociado a trastornos motores como parkinsonismo y asterixis, y 3) EH leve o mínima. TABLA 184-1 Datos de mal pronóstico en la encefalopatía posparada cardiorrespiratoria Método o técnica Hallazgos Examen neurológico < 8 puntos en la escala de coma de Glasgow Pico de enolasa neuronal específica sérica (primeros 3 días) > 35 ng/mL Pico de proteína S-100 sérica (primeros 3 días) > 0,2 ng/mL Glucemia inicial > 300 mg/dL TC cerebral Cociente < 1,18 entre las densidades (unidades Hounsfield) del núcleo caudado y del brazo posterior de cápsula interna RM, secuencia de difusión Áreas de difusión restringida en zonas de corteza, núcleos grises y cerebelo PESS (estímulo en nervio mediano) Ausencia de la onda N20 EEG Patrón de supresión o burst-supression PESS: potenciales evocados somestésicos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1461 CAPÍTULO 184 Enfermedades metabólicas y carenciales del sistema nervioso © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II En casos de EH fulminante el diagnóstico resulta sencillo. En pacientes con cirrosis no es infrecuente un cuadro de EH leve, que en ocasiones pasa desapercibido y, por lo tanto, no se trata. El déficit de atención constituye la manifestación principal de la EH mínima y se produce por disfunción del córtex prefrontal y parietal. En lo que se refiere a la memoria, los pacientes con EH muestran más problemas para codificar que para recordar y tienen una afectación selectiva de la memoria de trabajo. Los pacientes con cirrosis alcohólica tienen más problemas de memoria. Algunos pacientes en estadios 1 y 2 de la EH tienen especial tendencia a evacuar en lugares inapropiados. Diagnóstico La detección de hiperamoniemia es importante para el diagnóstico de la EH, aunque los niveles plasmáticos del amonio fluctúan. El EEG tiene especial utilidad: a lo largo de la evolución se puede constatar un enlentecimiento (ondas θ de 4-7 Hz) de instauración gradual de delante atrás, seguido de brotes de ondas trifásicas de mediana a gran amplitud y con frecuencias de 1,5 a 2,5 Hz, para llegar a un estadio final, mantenido y asíncrono, de ondas δ. El estudio de TC cerebral sir- ve para excluir hematomas intracraneales y hemorragia subaracnoidea. En la RM-T1 es casi patognomónica la presencia de hiperintensidad de los globos pálidos; esta alteración puede desaparecer tras el trasplante hepático. En la RM-espectroscopia, puede encontrarse un descenso de los picos de mioinositol y colina, y aparecer un pico de glutamina. Los estudios de PET muestran, incluso en casos de EH mínima, reducción del metabolismo en el giro cingulado; este hallazgo se correlaciona con las alteraciones de los estudios neuropsicológicos. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial deberá establecerse con otras encefalopatías, como la urémica, la séptica, la hipóxica y la hipoglucémica, la cetoa- cidosis diabética y el hipotiroidismo. También deben excluirse hema- toma subdural, hemorragia e isquemia cerebral, abscesos, encefalitis, meningitis y estatus epiléptico. Tratamiento Primero debe eliminarse o corregirse el factor precipitante, si existiese. El papel de la lactulosa, la rifaximina, el flumazenilo y los aminoácidos ramificados, así como medidas dietéticas (dieta restrictiva en proteínas). En casos con amplios shunts portosistémicos, su embolización puede mejorar la situación. ENCEFALOPATÍA URÉMICA Y COMPLICACIONES NEUROLÓGICAS DE LA DIÁLISIS Concepto y etiología La diálisis y el trasplante renal cambiaron el tratamiento de la uremia y modificaron el perfil de la patología neurológica asociada a ella. Así, disminuyeron la incidencia y la gravedad de las neuropatías craneal y periférica, la miopatía y la encefalopatía urémicas, pero, al aumentar la supervivencia de los pacientes, aparecieron complicaciones y cuadros neurológicos nuevos. Muchas enfermedades que conducen al fracaso renal, como la diabetes, la HTA y el LES, afectan directamente al SNC, por lo que es difícil determinar si la encefalopatía está causada por la enfermedad primaria o por la uremia. El empeoramiento de la función renal por progresión de la enfermedad, las complicaciones de la diálisis, la patología propia del trasplante y la inmunodepresión son también potenciales causas de encefalopatía. Patogenia Las habituales alteraciones electrolíticas y del equilibrio ácido-base, presentes en la uremia, no contribuyen al desarrollo de la encefalopatía, salvo en el síndrome de desequilibrio de la diálisis (SDD), un cuadro agudo que puede presentarse ya en la primera sesión de diálisis. El edema cerebral, potenciado por fallo renal y patología cerebral previa, es considerado su principal mecanismo patogénico. La urea, al aclararse más rápidamente del plasma que del cerebro, da lugar a un gradiente osmótico que propicia el paso de agua al LCR y al tejido nervioso. Otro mecanismo es la generación de un estado de acidosis cerebral propiciado por ácidos orgánicos. En los urémicos, el contenido de calcio de la corteza cerebral duplica su valor normal, incluso a los pocos días de un fallo renal agudo. Tal incremento está mediado por la PTH. En la insuficiencia renal, el ritmo metabólico cerebral está disminuido y, por lo tanto, decrece el consumo de O2; este hecho se atribuye a la interferencia en la transmisión gabaérgica, dopaminérgica y serotonérgica que ejercen la glutamina, la glicina y otros aminoácidos ramificados. El aluminio, procedente de la dieta y de fármacos que ligan fosfatos, pasa al encéfalo tras unirse a receptores de transferrina que están presentes en las células endoteliales de los capilares encefá- licos. Una vez en el cerebro, el aluminio distorsiona la expresión y el procesamiento de la proteína precursora del amiloide β A4, con lo que se incrementa su depósito y, así, se forman placas seniles similares a las de la enfermedad de Alzheimer, pero no ovillos neurofibrilares. El papel del aluminio en la demencia asociada a la diálisis es relevante. Su reducción en los líquidos de la diálisis ha producido una importante disminución de esta complicación. Cuadro clínico La encefalopatía depende más de la rapidez de instauración del fallo renal que de su intensidad. Así, pacientes con fallo crónico toleran grados importantes de uremia sin apenas afectación neurológica, mientras que otros con fallo agudo sufren una grave encefalopatía. Los síntomas iniciales suelen ser inespecíficos y fluctuantes (cefalea, astenia, torpeza, apatía y desatención), y varían de día en día e incluso de hora en hora. Posteriormente, aparecen labilidad emocional, olvidos, inversión del sueño, alteración del pensamiento abstracto y cambio de comportamiento. Pueden observarse reflejos regresivos y rigidez paratónica. Finalmente, el paciente está muy desorientado, con alucinaciones, delirio y agitación, que pueden desembocar en estupor y coma. Las convulsiones focales o generalizadas se presentan en el 10% de los casos. La mioclonía multifocal, que suele afectar a la cara y al tronco,indica encefalopatía grave. La asterixis, aunque inespecífica, ya se observa tempranamente. Se detecta piramidalis- mo, que puede ser asimétrico y alternante, en hasta la mitad de los pacientes. Es característica la combinación de estupor o coma con temblor, asterixis, mioclonía y crisis comiciales. Cuadros de parkin- sonismo asociados o no a corea, temblor y distonía, con hiperseñales transitorias en el estudio de RM, pueden observarse también en pacientes con fallo renal. El SDD puede manifestarse ya desde inicio de la diálisis hasta varias horas después. Los síntomas van desde una simple sensación de inquietud, calambres, náuseas y cefalea intensa (los migrañosos pueden referir cefalea idéntica a la de sus cuadros de migraña) hasta confusión y mioclonía, que persisten varios días. También se han descrito crisis comiciales generalizadas, papiledema, glaucoma y arritmias cardíacas. Hoy en día, es un diagnóstico de exclusión y siempre hay que descartar infección o sangrado intracraneal. La demencia de la diálisis propiamente dicha es rara en la actuali- dad. La media de comienzo es de unos 2,5 años después del inicio de la diálisis y puede conducir a la muerte en un plazo de 6 a 9 meses. Suele cursar con cambio de personalidad, disartria, mioclonías y crisis comiciales, generalmente multifocales. Un cuadro mixto de disfasia con agrafía y disartria puede ser uno de los signos más tempranos; se observa hasta en el 95% de los casos. En los pacientes con fallo renal y cuadros encefalopáticos deben investigarse otras causas concomitantes, cuyo reconocimiento y trata- miento pueden tener decisiva importancia: trastornos endocrinológicos y del metabolismo hidroelectrolítico, intoxicación por cobre o níquel, encefalopatía hipertensiva, encefalopatía de Wernicke-Kórsakov, infecciones por gérmenes oportunistas, rechazo de trasplante, trata- miento con eritropoyetina sin titulación adecuada y toxicidad por inmunodepresores. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1462 SECCIÓN XII Neurología Diagnóstico Los estudios de laboratorio confirman la existencia y el grado de insu- ficiencia renal, pero no correlacionan con los síntomas. El examen del LCR, con estudios de detección genómica de agentes infeccio- sos, es clave para diagnosticar las infecciones del SNC por gérmenes oportunistas. El citomegalovirus, el herpes simple, el EBV y el virus JC son los agentes víricos principales. Algunos pacientes presentan una meningitis aséptica con moderada pleocitosis mixta (linfocitos y polimorfonucleares neutrófilos) e hiperproteinorraquia. En lo que respecta a la demencia asociada a la diálisis, las concen- traciones de aluminio en LCR no sirven de ayuda para el diagnóstico, pues sus concentraciones séricas pueden oscilar desde 15 hasta más de 1.000 µg/L. Para soslayar este problema se ha preconizado la utilización del test de la desferroxamina, agente que fija el aluminio y lo desplaza de las proteínas del plasma. El complejo resultante se elimina por la diálisis; de ese modo, el aluminio movilizado podría ser un índice del total acumulado en el organismo. Los cambios en el EEG tienden a empeorar paralelamente con la función renal y pueden ser útiles para el seguimiento clínico. Se observa una lentificación generalizada, más marcada en las regiones frontales. Hasta el 14% de los pacientes pueden mostrar, en ausencia de crisis comiciales, complejos punta-onda bilaterales. La diálisis tiende a normalizar progresivamente el trazado. La TC, cuya utilidad principal reside en la exclusión de otras causas de síndrome confusional, como hidrocefalia o hematoma subdural, suele mostrar atrofia cerebral en los pacientes con insuficiencia renal crónica. En la RM-T1 y -T2 pueden objetivarse alteraciones reversibles con la diálisis, localizadas en regiones periventriculares, cápsula interna y ganglios basales. Tratamiento La diálisis constituye el tratamiento primario. Muchos pacientes requieren finalmente un trasplante renal. El síndrome de desequili- brio de la diálisis se previene realizando diálisis más lentas y con intervalos más cortos. El empleo de dializados libres de aluminio puede detener la progresión y mejorar la demencia por diálisis. La infusión de desferroxamina consigue una mejoría en hasta el 70% de los pacientes y en algunos revierte. No obstante, la recuperación es lenta y este tratamiento debe administrarse una vez a la semana, durante 1 año. A la hora de tratar las crisis comiciales, hay que tener en cuenta que fármacos como el levetiracetam, la gabapentina, la pregabalina y, en menor grado, el topiramato tienen eliminación renal y, por lo tanto, se acumulan en la insuficiencia renal y se aclaran con la diálisis. Otros antiepilépticos, como la fenitoína, el ácido valproico, las benzodiazepinas y la lacosamida se unen a proteínas plasmáticas y no se eliminan en la diálisis. ENCEFALOPATÍAS ENDOCRINAS Y METABÓLICAS Glándula hipofisaria El hipopituitarismo, producido por enfermedad pituitaria y/o hipo- talámica, cursa con astenia, apatía y disminución del rendimiento cognitivo global. La apoplejía hipofisaria se produce por isquemia y posterior transformación hemorrágica, que tienen lugar en un adenoma previo; el súbito agrandamiento glandular determina compresión del quiasma y de los nervios oculomotores. La acromegalia puede cursar con cuadros de apatía y depresión, potenciados por apnea del sueño. En el postoperatorio de los adenomas de hipófisis puede presentarse un cuadro de cefalea aguda, acompañada de crisis comiciales, confusión e hipertensión sistémica con bradicardia o sin ella. La diabetes insípida se produce por falta de acción de la vasopresina (ADH), que determina poliuria al no concentrarse la orina. Puede ser central o periférica (padecimiento renal con falta de respuesta a la ADH). Es una complicación frecuente de diversas enfermedades médicas, tumores, traumatismos y cirugía, que afectan al eje hipotála- mo-hipófisis; existen casos hereditarios. La diabetes insípida produce hipernatremia, que si se instaura rápidamente puede provocar un cuadro encefalopático grave, por encogimiento cerebral con tracción y rotura de pequeños vasos; cursa con confusión y coma. Se trata corri- giendo la deshidratación y, en algunos casos, administrando ADH. Glándula tiroidea En el hipertiroidismo, los pacientes suelen exhibir un estado de inquietud motora, nerviosismo e insomnio, y, en ocasiones, cuadros similares a la manía. También pueden presentar crisis comiciales, tem- blor postural y movimientos coreicos; excepcionalmente, una distonía de torsión latente puede manifestarse con el hipertiroidismo. En las personas de edad avanzada, el hipertiroidismo puede cursar con letargo, estupor o coma (forma apatética). La enfermedad de Graves-Basedow y, más raramente, otras formas de hipertiroidismo causar oftalmopatía distiroidea. La afectación del nervio óptico se produce en los cuadros más graves. En los estudios de TC y RM de la órbita se observa infiltración y engrosamiento fusiforme de predominio posterior de los músculos extraoculares, con captación de contraste de los músculos extraoculares, producida por una infla- matoria de naturaleza autoinmune. Además del tratamiento específico del hipertiroidismo, los corticosteroides constituyen la primera línea de tratamiento de la oftalmopatía distiroidea; en algunos casos se recurre a descompresión quirúrgica orbitaria. Algunos pacientes hipertiroideos presentan elevación del factor VIII de la coagulación, que determina trombosis de senos venosos craneales. El hipertiroidismo, que puede asociarse a otras enfermedades autoinmunes, como la miastenia grave, causa en algunos cuadros miopatía sin elevación enzimática.La debili- dad muscular se centra en los músculos de las cinturas y se acompaña de fasciculaciones en la mitad de los casos, lo que puede inducir a confusión con cuadros de afectación de neurona motora. También puede producir parálisis bulbar y parálisis periódica. El hipotiroidismo causa fatiga, apatía, somnolencia y falta de concentración, síntomas que pueden confundirse con depresión. La hipoacusia y la ronquera, causada por engrosamiento de las cuerdas vocales, son frecuentes. Más excepcionales son las situaciones de delirio, estupor o coma, que surgen en cuadros de grave hipofunción tiroidea, y a los que contribuyen otros trastornos coexistentes, como hipotermia, hipoglucemia, hipotensión y fallo respiratorio. Algunos hipotiroideos presentan un síndrome cerebeloso progresivo, con deterioro cognitivo o sin él, que suele resolverse con la terapéutica sustitutiva hormonal. La encefalopatía asociada a tiroiditis autoinmune con respuesta a glu- cocorticoides (o de Hashimoto) es de curso subagudo con obnubilación, estupor, crisis comiciales, mioclonías y déficits focales; también puede dar lugar a síndrome cerebeloso. Se asocia a títulos elevados de anticuerpos antitiroideos (antitiroperoxidasa y antitiroglobulina); la función tiroidea puede estar alterada o no. El estudio de RM cerebral puede ser normal o mostrar hallazgos inespecíficos. El EEG está lentificado y en el LCR hay hiperproteinorraquia sin pleocitosis; la sensibilidad y especificidad de los anticuerpos antitiroideos en LCR es motivo de controversia. La patogenia está todavía por aclarar: vasculitis, desmielinización autoinmune y efecto tóxico de la TSH han sido propuestos como mecanismos patogénicos. El diagnóstico diferencial es amplio: enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, meningoencefalitis, encefalomielitis diseminada aguda, encefalitis para- neoplásica, vasculitis, ictus, migraña de Bickerstaff, demencias degene- rativas. Los glucocorticoides son el tratamiento de elección. Glándulas paratiroides Su hiperfunción da lugar a hipercalcemia que también surge en otras situaciones como metástasis óseas, síndromes paraneoplásicos, mieloma múltiple, intoxicación por vitamina D y síndrome de leche y alcalinos. La encefalopatía hipercalcémica se resume en cefalea, trastorno del ánimo con manía o depresión, alteración del estado de consciencia con agitación o apatía, y crisis comiciales. La hipocalcemia puede presentarse tras la cirugía de tiroides y para- tiroides y en el seudohipoparatiroidismo (resistencia tisular a la PTH), pero también como complicación de pancreatitis, déficit de vitamina D y síndromes de malabsorción. El cuadro encefalopático está dominado por las crisis comiciales, generalmente resistentes a la medicación antiepiléptica y con respuesta a la corrección de la hipocalcemia, acompañadas de tras- tornos psicóticos con alucinaciones, deterioro cognitivo y alteración de Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1463 CAPÍTULO 184 Enfermedades metabólicas y carenciales del sistema nervioso © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II consciencia. Algunos casos de hipertensión intracraneal son secundarios a hipocalcemia. También pueden observarse, por los depósitos de calcio en los ganglios basales, cuadros de ataxia, corea y parkinsonismo. En el SNP, la tetania constituye la manifestación princeps de la hipocalcemia. Glándulas suprarrenales La hipofunción cortical suprarrenal puede dar lugar a hipertensión endocraneal, cefalea, astenia, adelgazamiento, apatía y ánimo depresivo, además de hiperpigmentación en los casos de origen suprarrenal. La adrenoleucodistrofia es una enfermedad de herencia ligada al cromoso- ma X (ADL-X) que, además de insuficiencia suprarrenal, puede provo- car encefalopatía grave en niños, mientras que en adultos puede cursar con paraparesia espástica y confundirse con esclerosis múltiple. La ADL-X se produce por mutaciones en el gen ABCD1 (Xq28); el primer paso para diagnosticarla es la detección del aumento sérico de ácidos grasos de cadena muy larga. La hiperfunción glucocorticoidea suprarrenal (enfermedad de Cus- hing por adenoma hipofisario secretor de ACTH o síndrome de Cushing de origen medicamentoso, suprarrenal o paraneoplásico) da lugar a hipertensión endocraneal y a encefalopatía (trastornos del áni- mo, insomnio, ansiedad y psicosis), generalmente asociada a miopatía. El feocromocitoma es un tumor productor de catecolaminas, en la médula suprarrenal (bilateral en 10% de los casos) o en los ganglios de la cadena simpática. Puede asociarse a facomatosis, como la neurofi- bromatosis de tipo I, y a la enfermedad de von Hippel-Lindau; también puede formar parte de síndromes de neoplasias endocrinas múltiples: MEN-2A (feocromocitoma, hiperparatiroidismo y carcinoma medular de tiroides secretor de calcitonina) y MEN-2B (feocromocitoma, carcinoma medular de tiroides y síndrome de neuromas múltiples de mucosas). La secreción paroxística de catecolaminas produce cefaleas explosivas, ansiedad, psicosis, deterioro cognitivo, temblor, hiperhi- drosis, crisis comiciales, HTA y arritmias cardíacas. El tratamiento quirúrgico, salvo en una minoría de casos malignos, es curativo. Páncreas y metabolismo de la glucosa En el curso de pancreatitis agudas graves pueden producirse estados de shock, septicemia, fallo renal y disturbios electrolíticos, además de delirium tremens (pacientes con alcoholismo previo), que determinan cuadros encefalopáticos con agitación, alucinaciones, crisis comiciales, tetraparesia (por mielinólisis centropontina), estupor y coma. Encefalopatía hipoglucémica El cerebro tolera peor la hipoglucemia que la hiperglucemia y meta- boliza la mayor parte de la glucosa por la vía glucolítica aerobia, con paso posterior al ciclo de Krebs para sintetizar ATP. Las causas de hipoglucemia son múltiples: trastornos hereditarios del metabolismo de los hidratos de carbono en general y del glucógeno en particular, hiperinsulinemia, inyección de insulina (terapéutica, facticia), antidia- béticos orales, vaciado gástrico rápido, tumores productores de insulina, excesiva función de los islotes pancreáticos, alcohol y salicilatos (sobre todo en niños), y fallo hepático fulminante. Las manifestaciones clínicas de la hipoglucemia dependen de la causa precipitante, la edad del paciente y otros factores. El cuadro agudo producido por inyección de insulina o por hipoglucemiantes orales suele iniciarse por sensación de hambre, mareo y sudoración, seguidos de desequilibrio y, finalmente, alteración de consciencia con convulsiones y coma. La hiperfunción adrenérgica que motiva los síntomas iniciales puede enmascararse por los β-bloqueantes, que deberían evitarse en los pacientes diabéticos, sobre todo en los insuli- nodependientes. Los excepcionales casos de hipoglucemia mantenida y crónica, generalmente secundarios a un insulinoma o, más raramente, por control obsesivo de la diabetes, pueden producir trastornos de comportamiento y deterioro de memoria. La hipoglucemia es una emergencia médica; su tratamiento depende del medio donde se diagnostique y de la intensidad de los síntomas; en casos con clínica neurológica debe administrarse glucosa i.v., previa toma de mues- tras para determinación de glucemia y hemoglobina glicada (HbA1c), que podría tener importancia para comprobar el control previo de la diabetes o para apoyar el diagnóstico de hipoglucemia facticia. Encefalopatía hiperglucémica La diabetes mellitus (DM) produce importantes repercusiones tanto en el SNC como en el SNP; es uno de los factores de riesgo principales de enfermedad vascular de pequeño y gran vaso, y una de las primeras causasde neuropatía adquirida. Actualmente empieza a tomarse en consideración la DM como causa de encefalopatía y deterioro cogni- tivo. Habría una encefalopatía diabética primaria (más frecuente en la DM tipo 1), en la que se produciría muerte neuronal por apoptosis secundaria a hiperglucemia, y una encefalopatía diabética secundaria (más frecuente en la DM tipo 2), en la que estarían implicados los daños hipóxico-isquémicos derivados de la microangiopatía. Las descompensaciones cetósicas de los pacientes con DM tipo 1 pue- den producir desorientación y coma, con el patrón respiratorio caracterís- tico de Kussmaul y aliento con olor a acetona. Alrededor de un tercio de los pacientes en situación de coma cetoacidótico fallecen; en los estudios necrópsicos se han demostrado dilatación de capilares cerebrales y edema parenquimatoso circundante, lesiones similares a las de la anoxia aguda y la hipertensión intracraneal. La causa radica en un desarrollo rápido de hipertensión intracraneal, a la que podrían contribuir la corrección de la deshidratación con fluidos hipotónicos y la utilización de bicarbonato (sólo recomendable en situaciones de acidosis extrema). En la descompensación hiperosmolar de la DM tipo 2, situación clínica que muchas veces coincide con el diagnóstico de la enfermedad, son frecuentes los déficits focales y las crisis comiciales, generalmente en forma de epilepsia parcial continua. La causa de los déficits focales y de las crisis parciales no se conoce; la existencia de patología vascular previa podría ser un factor clave. En el coma diabético hiperosmolar, una rápida corrección de la glucemia puede determinar hipertensión endocraneal. La DM tipo II aumenta dos veces el riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer; en la patogenia están implicados infartos subcorticales y también la resistencia a la insulina que potencia un deficiente procesado de proteínas y la colocalización de depósitos del polipéptido amilina con los de β-amiloide, que perturban la BHE y el sistema linfático del cerebro. Trastornos hidroelectrolíticos Los electrólitos tienen un importante papel en la génesis de la actividad bioeléctrica del SNC (despolarización, repolarización y neurotrans- misión sináptica). La osmolalidad plasmática depende, en buena parte, de la relación entre cantidad de agua y electrólitos. Se calcula mediante la fórmula siguiente: osmolalidad (mOsm/kg) = 2 × Na + glucemia + ure- mia (expresadas en mmol/L); su valor normal es de 280-295 mOsm/kg. El cerebro acusa los cambios de osmolalidad, de modo que se hincha por edema en situaciones hiposmóticas, y se retrae por déficit de agua en las hiperosmóticas. La pérdida de agua y/o el aumento de electrólitos dan lugar a elevación de la osmolalidad plasmática, que estimula la secreción de ADH y provoca sensación de sed; estos dos mecanismos reguladores cerebrales se inhiben en las situaciones de hiposmolalidad. Sodio La hiponatremia es la disminución del sodio sérico (135-129 mmol/L se considera leve, 128-125 moderada y < 125 grave); se asocia casi siempre a hiposmolalidad y puede tener muchas causas; así, unas veces se pierden sodio y agua (hipovolemia, diarrea, vómitos, grandes quemaduras, sudoración profusa, secuestro en ascitis), otras se pierde solamente sodio (nefropatía pierde sal, insuficiencia suprarrenal) y, en la mayoría de las ocasiones, aumenta el agua por causas yatrógenas (manitol), polidipsia psicógena, edema y, sobre todo, por síndrome de secreción inapro- piadamente alta de ADH (SIADH). La hiponatremia no hipotónica está causada generalmente por hiperglucemia, pero también puede producirse por la administración de manitol o de radiocontrastes hiper- tónicos. El SIADH se produce por multitud de causas (cuadro 184-2). El tratamiento de la hiponatremia dependerá de la causa y de si hay o no pérdida de volumen concomitante. En el SIADH, además de combatir la causa, hay casos paucisintomáticos que se resuelven con restricción hídrica; en los más graves hay que infundir suero salino hipertónico y administrar diuréticos de asa como la furosemida. Los vaptanes actúan en el túbulo colector renal (antagonistas de los receptores de vasopresina) y son acuaréticos (aumentan la eliminación de agua sin electrólitos); se utilizan en casos de hiponatremia resistente. En casos de convulsiones y edema cerebral evidente se debe aumentar, mediante infusión de suero Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1464 SECCIÓN XII Neurología salino, la osmolalidad plasmática a razón de 4-5 mmol/L por hora; la infusión de suero salino se suspenderá cuando el paciente esté asintomá- tico o cuando el sodio alcance los 120-125 mmol/L. Estas precauciones van encaminadas a prevenir, por corrección rápida, el desarrollo de una mielinólisis centropontina o extrapontina. En pacientes con hemorragia subaracnoidea e hiponatremia, la restricción hídrica aumenta el riesgo de vasoespasmo y de isquemia. La encefalopatía secundaria a hiperosmolalidad plasmática suele acompañar a la descompensación diabética y, menos frecuentemente, a cuadros de deshidratación, es decir, a situaciones agudas o subagudas, ya que en las crónicas se producen osmoles endógenos compensatorios. Si es intensa, puede causar sangrado subaracnoideo por tensión y rotura venosa, al reducirse el volumen cerebral. Si se corrige rápidamente, puede surgir edema cerebral paradójico por la actuación de osmoles endógenos. Magnesio Existe hipomagnesemia cuando la concentración hemática de magnesio es menor de 2,0 mg/dL, aunque sólo es sintomática por debajo de 1,2. La sintomatología clínica, que puede remedar a la de la hipocalcemia, engloba calambres, hiperreflexia, signo de Chvostek, crisis comiciales, trastorno de consciencia, signos focales y distonía. Suele acompañarse de hipopotasemia y también de hipocalcemia por inhibición de la PTH. Las causas principales son malabsorción, cetoacidosis diabética, alcoholismo y fármacos (diuréticos de asa, aminoglucósidos, cisplatino, anfotericina, tacrolimus, inhibidores de la bomba de protones). La hipermagnesemia es rara en ausencia de fracaso renal, aunque pue- de precipitarse por fármacos que contienen magnesio (laxantes, catárticos, algunos antihipertensivos). Produce inhibición de la transmisión neuro- muscular y puede provocar un seudocoma por bloqueo parasimpático, además de encefalopatía hipercápnica por debilidad diafragmática. Fosfatos La hipofosfatemia tiene relevancia cuando la concentración de fosfato es inferior a 2,5 mg/dL. Es particularmente frecuente en alcohólicos y en pacientes críticos. Su principal mecanismo de producción es la redistribución hacia el compartimento intracelular en casos de ven- tilación mecánica, acidosis metabólica, utilización de expansores del plasma y catecolaminas. La carencia de vitamina D contribuye a un aumento de la excreción urinaria de fosfatos. Irritabilidad, confusión, mioclonías y coma, además de debilidad muscular grave, pueden ser síntomas de hipofosfatemia. Se han publicado casos de mielinólisis centropontina por hipofosfatemia, sin que se realizase corrección rápida de hiponatremia. ENCEFALOPATÍAS CARENCIALES Los estados carenciales globales o de determinados nutrientes pueden ser consecuencia de un aporte reducido, de un fallo en la absorción global o selectiva por patología digestiva, o bien por excesiva demanda (embarazo y crecimiento). Déficit de vitamina B12 La vitamina B12, o cianocobalamina, debe unirse al factor intrínseco, producido por las células parietales gástricas, para poder ser trans- portada y finalmente absorbida en el íleon distal. Vehiculada por las transcobalaminas, llega al hígado, donde se transforma en metilco- balamina y adenosilcobalaminaactuando en la conversión de ácido metilmalónico-CoA a succinil-CoA. La metionina sintetasa tiene como cofactor principal a la metilcobalamina, con lo que ante el déficit de vitamina B12 se elevan el ácido metilmalónico y la homocisteína. La vitamina B12 también juega un papel importante en la formación de colina y de los fosfolípidos de la mielina. La encefalopatía por déficit de vitamina B12 tiene una instauración lenta e insidiosa; cursa con síntomas depresivos, déficit de atención, cambio de carácter y, más raramente, delirio, alucinaciones y síndrome confusional. Paralela o independientemente, puede producirse degene- ración medular combinada subaguda y polineuropatía con parestesias, disestesias y trastorno de la marcha y del equilibrio. En la exploración se observan signo de Romberg y piramidalismo; los reflejos tendinosos pueden estar ausentes o muy exaltados, con importante espastici- dad, según el grado de neuropatía periférica y de afectación medular. También se producen alteraciones visuales con escotoma centrocecal y atrofia óptica, similares a los de la ambliopía tabaco-alcohólica. La RM-T2 cerebral puede mostrar hiperseñales en sustancia blanca. En la médula, las hiperseñales se localizan en la parte posterior y lateral de la médula cervical y dorsal (fig. 184-3). El 80% de los pacientes presen- tan neuropatía axonal, con ausencia de los potenciales sensitivos surales. En los estudios histopatológicos se encuentra una mielopatía vacuolar, con desmielinización y daño axonal secundario, que afecta a los cordones posteriores medulares y se extiende a los laterales. Los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida por infección • CUADRO 184-2 Causas del síndrome de secreción inadecuada de vasopresina Neoplasias malignas Timoma Páncreas Linfoma Mesotelioma Pulmón Sarcoma Intestino Urogenitales Enfermedades del sistema nervioso Meningitis Encefalitis Traumatismos Hemorragias Isquemia Hidrocefalia Atrofia multisistémica (síndrome de Shy-Drager) Síndrome de Guillain-Barré Medicamentos Carbamazepina Oxcarbazepina Antidepresivos tricíclicos IRSS Neurolépticos IMAO Tiazidas Clofibrato Ciclofosfamida Alcaloides de la vinca Opiáceos Oxitocina Enfermedades pulmonares Neumonías Abscesos Tuberculosis Empiema pleural Fibrosis quística Neumotórax Asma Broncopatía obstructiva crónica Ventilación con presión positiva Miscelánea Hipotiroidismo Lupus eritematoso sistémico Porfiria aguda intermitente Delirium tremens Postoperados Idiopática IMAO: inhibidores de la monoaminooxidasa; IRSS: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1465 CAPÍTULO 184 Enfermedades metabólicas y carenciales del sistema nervioso © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II por el HIV (sida) y los que abusan del óxido nitroso pueden presentar un cuadro medular similar. Cuando se sospeche una alteración del metabolismo de la B12, es importante determinar la homocisteína y el ácido metilmalónico, por- que pueden faltar las alteraciones hematológicas (anemia macrocítica) y la tasa sérica de B12 puede ser normal o estar en el rango inferior de la normalidad (especial atención merecen los niveles de 200 a 350 pg/mL de vitamina B12). Los valores de homocisteína y ácido metilmalónico se normalizan transcurridos de 7 a 10 días tras la inyección parenteral de cianocobalamina. La historia familiar, los hábitos dietéticos, los antecedentes de cirugía gástrica e intestinal, los cuadros de enteritis (tuberculosis, enfermedad de Crohn, síndrome de asa ciega), la toma prolongada de fármacos (anticonvulsivantes, neomicina, colchicina y omeprazol) y la determinación de anticuerpos anticélulas parietales gástricas y antifactor intrínseco, además del test del Schilling, son claves para aclarar la causa del déficit de B12. El déficit de B12 con repercusión neurológica se trata adminis- trando, por vía parenteral, 1.000 µg de dicha vitamina dos veces a la semana durante las primeras 2 semanas y, posteriormente, una vez a la semana durante 3 meses, para continuar de por vida con una inyección mensual. El grado recuperación depende del tiempo de evolución y de la intensidad de los síntomas. Déficit de ácido fólico El ácido fólico participa con la B12 en el paso de homocisteína a metio- nina. Por lo tanto, su déficit puede causar manifestaciones similares a las de la carencia de cianocobalamina, aunque a menudo los síntomas son más sutiles; consisten en deterioro cognitivo leve o moderado y aumento de la incidencia de patología cerebrovascular. Mención aparte merecen los trastornos del desarrollo del tubo neural, que presentan con mayor frecuencia los nacidos de madres con déficit de ácido fólico. Esta vitamina, que se absorbe en el duodeno y el yeyuno, puede ser deficitaria sobre todo en el alcoholismo, pero también en enfermedades intestinales (Crohn y celíaca), tratamientos con fármacos antiepilép- ticos (especialmente, ácido valproico), triamtereno, anovulatorios y, sobre todo, inmunodepresores como salazopirina, azatioprina y metotrexato. Los valores elevados de homocisteína pueden reflejar una situación de déficit de ácido fólico. La deficiencia hereditaria, en homocigosis, de cistationina-β-sintetasa produce niveles muy elevados de homocisteína y homocistinuria, asociados a arteriosclerosis precoz y discapacidad intelectual. En la situación de heterocigosis sólo hay aumento del riesgo vascular. Una causa también hereditaria de elevación de homocisteína, y por consiguiente del riesgo vascular, la constituye la mutación C-677-T en el gen de la metilenotetrahidrofolato-reductasa (MTHFR). El tratamiento con ácido fólico está indicado en pacientes con epilepsia en edad fértil. En casos de déficit constatados, pueden administrarse p.o. 3 mg/día o puede recurrirse a dosis i.v. más altas en los casos más graves. Déficit de vitamina B6 La vitamina B6 sólo determina encefalopatía de tipo epiléptico en niños nacidos de madres con importante desnutrición o en la forma particular de epilepsia secundaria a dependencia congénita de piridoxina, que requieren tratamiento de por vida con esta vitamina. En el adulto, el déficit de vitamina B6 suele producirse por toma de fármacos como la isoniazida (sobre todo en acetiladores lentos), la penicilamina y la hidralazina; da lugar a neuropatía periférica axonal de predominio sensitivo. También puede causar polineuropatía la intoxicación aguda o crónica con B6. Todos los pacientes tratados con isoniazida deben recibir 50 mg/día de vitamina B6. Déficit de ácido nicotínico El ácido nicotínico, o niacina, interviene como coenzima de dos enzi- mas del metabolismo de los hidratos de carbono, la nicotinamida-ade- nina-dinucleótido y la nicotinamida-adenina-dinucleótido-fosfato. Su deficiencia produce la pelagra, padecimiento que, de forma endémica, afecta a países que tienen como fuente fundamental de hidratos de carbono el maíz, que carece de ácido nicotínico y triptófano; también se presenta, puntualmente, en pacientes alcohólicos y desnutridos. La pelagra es la enfermedad de las tres D: dermatitis, diarrea y demencia son los pilares de su cuadro clínico. Las manifestaciones neurológicas de la pelagra son inicialmente de tipo neuropsiquiátrico, tales como depresión, apatía, irritabilidad y deterioro mnésico, para progresar hacia confusión, estupor y coma, con mioclonías y síndrome bipiramidal. Ante la falta del cuadro cutáneo (hoy es muy raro el clásico «collar de Casal»), el diagnóstico puede resultar difícil. En los alcohólicos con cuadro encefalopático que no responden a la tiamina deberían administrarse 150 mg al día de ácido nicotínico.Déficit de vitamina B1 La vitamina B1, o tiamina, constituye el precursor de la tiamina pirofos- fato. Esta actúa como coenzima de la enzima piruvato-descarboxilasa, que transforma el piruvato en α-cetoglutarato, que, a su vez, dará lugar a coenzima A; también interviene como coenzima de la transcetolasa, en la vía de la hexosa monofosfato. La demanda de tiamina pirofosfato depende del consumo de glu- cosa y su déficit puede precipitarse en situaciones latentes, al adminis- trar este monosacárido i.v. Los estados de malnutrición (alcoholismo, anorexia nerviosa, inanición, huelga de hambre), los vómitos repetidos (patología gastrointestinal, quimioterapia, hiperemesis gravídica, esta- tus migrañoso, síndrome de Ménière), ciertas enfermedades sistémicas graves (uremia, tuberculosis, insuficiencia hepática, tumores disemi- nados), la cirugía bariátrica y la alimentación parenteral prolongada pueden causar la encefalopatía secundaria a déficit de tiamina o sín- drome de Wernicke-Kórsakov (SWK). El beriberi es un cuadro de neuropatía grave, atribuido también a déficit de tiamina, que puede resultar mortal si se acompaña de miocardiopatía. Esta forma es más frecuente en lactantes, que presentan disfunción gastrointestinal, cardiopatía y convulsiones. Su incidencia ha disminuido mucho con la adicción de tiamina a diversos alimentos. El SWK engloba distintas manifestaciones que fueron descritas por separado, pero que conforman el espectro clínico de un mismo Figura - RM-T2 medular de un paciente con déficit de vita- mina B12; la flecha señala hiperintensidad cordonal posterior. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1466 SECCIÓN XII Neurología proceso. En 1881, Carl Wernicke describió, en tres pacientes con oftalmoplejía, ataxia y confusión, una «polioencefalitis hemorrágica aguda superior» (pequeñas sufusiones hemorrágicas en la sustancia gris periventricular, periacueductales y cercanas al III y IV ventrículos). Poco después, Kórsakov describió un trastorno de la memoria a corto plazo y anterógrada en una serie más amplia de pacientes alcohólicos. Años después, se establecería la conexión etiopatogénica entre ambos cuadros, al demostrarse las mismas lesiones en el diencéfalo, el tálamo y los lóbulos temporales. La afectación bilateral del VI par, sola o combinada con la de los otros nervios oculomotores, es el trastorno ocular más frecuente en el SWK. Pueden existir nistagmo, desviaciones de la mirada y afectación pupilar asimétrica con reacción lenta a la luz. El cuadro atáxico es típicamente axial. Algunos enfermos presentan hemorragias retinianas, edema de papila, hipotensión ortostática, hipotermia y polineuropatía. Bastantes pacientes, además del cuadro amnésico característico con afectación de la memoria de trabajo y a corto plazo con amnesia anteró- grada, están confusos y desorientados en tiempo y espacio, y muestran confabulaciones; no son excepcionales un cierto grado de euforia y desinhibición. En más de la mitad de los pacientes, en la RM pueden observarse hiperseñales de localización talámica, hipotalámica, peria- cueductal y en el suelo del IV ventrículo (fig. 184-4). La determinación de los niveles de tiamina también es útil. Teniendo en cuenta la clínica y los hallazgos de la RM, el diagnóstico diferencial del SWK es amplio: ventriculitis, síndrome del «top de la basilar», síndrome de Miller Fisher, encefalitis de Bickerstaff, esclerosis múltiple, encefalitis paraneoplásica, enfermedad de Behçet, enfermedad de Leigh, variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob e hipofosfatemia grave. La administración de tiamina por vía parenteral es la base del trata- miento. Se recomiendan dosis altas: 200 mg/8 h i.v. durante 1 semana, para seguir con 100 mg/día i.m. durante unas 4 semanas y finalmente con 300 mg p.o. Raramente se producen cuadros de anafilaxia precipitados por la inyección parenteral de tiamina (uno por millón): debe realizarse con precaución (disponibilidad de corticoides, adrenalina y medidas de resucitación). El cuadro ocular puede revertir rápidamente, pero el síndrome confusional y, sobre todo, la alteración de la memoria tardan más tiempo en mejorar o no llegan a hacerlo del todo. Debe corregirse el déficit de magnesio, ya que es causa de mala respuesta a la tiamina. ALCOHOL Y SISTEMA NERVIOSO El alcohol etílico es la droga universal por antonomasia; su consumo se ha extendido a todas las clases sociales e incluso a poblaciones con mayor riesgo de toxicidad, como los adolescentes. Aunque la cirrosis alcohólica y las encefalopatías crónicas son dos repercusiones prin- cipales, el alcoholismo también está detrás del absentismo laboral, accidentes de tráfico, agresiones, abusos sexuales y malos tratos a la familia. Se asocia a cuadros de desnutrición, que conllevan carencias de vitaminas esenciales para el SNC. Efecto del etanol en el sistema nervioso El alcohol se absorbe por difusión en el estómago y el intestino, circula por la sangre, donde ya se detecta a los 5 min de la ingestión, y alcanza su máxima concentración entre 30 y 90 min después. El receptor del ácido γ-aminobutírico (GABA) y el canal del cloro a él asociado cons- tituyen uno de los lugares de actuación del etanol en el SNC. Propicia la transmisión gabaérgica inhibitoria, al igual que las benzodiazepinas, cuya administración puede mitigar la sintomatología de la supresión del etanol. Ataxia, incoordinación y sedación, presentes en la intoxi- cación aguda, se producen por esta inhibición, que puede acabar en la muerte cuando se alcanzan tasas mayores de 400 mg/dL, aunque existe un fenómeno de tolerancia en los bebedores crónicos. El etanol tiene también efectos sobre la transmisión noradrenérgica, serotoninérgica, dopaminérgica, opioide y del neuropéptido Y, e interfiere en la acción de cinasas dependientes del AMP. Los organismos en desarrollo son especialmente sensibles al etanol. La exposición materna durante la gestación da lugar a retardo del crecimiento fetal, anomalías craneofa- ciales (fisura palatina, hipoplasia maxilar, retrognatia) y compromiso grave del SNC (microcefalia, disrafismos, trastornos de la migración neuronal, discapacidad intelectual). Intoxicación etílica aguda Tras un período inicial de euforia y desinhibición, acompañados de locuacidad, surge descoordinación motora con disartria y ataxia, acom- pañadas de comportamiento inadecuado que suele concretarse en agre- sividad verbal y física, con trastorno del comportamiento; esto ha dado pie para hablar de «borrachera patológica». Son frecuentes los cuadros de vértigo y vómitos y, ocasionalmente, pueden presentarse convulsio- nes. Dependiendo de la tolerancia y de la cuantía de la intoxicación, el paciente puede caer en un estado de obnubilación, estupor y finalmente coma, con riesgo de parada respiratoria (tabla 184-2). Aunque parezca que una intoxicación etílica aguda no deja secuelas, existe grave riesgo de daño cerebral permanente, sobre todo en sujetos jóvenes y cuando se acompaña de hipotermia. Para prevenir la aspiración debe lateralizarse la cabeza del sujeto, apartarlo de obstáculos que propicien lesiones y, a poder ser, procurar que permanezca acompañado y arropado. La admi- nistración de suero glucosado, vitamina B1, niacina y vitamina B6 se realiza en los servicios de urgencias. Si es necesario efectuar una sedación, pueden utilizarse benzodiazepinas, como el diazepam (inicialmente 10 mg i.v., seguidos de 5 mg cada 5 min hasta que el sujeto se calme) o el clordiazepóxido (50-100 mg i.v.), con vigilancia de una posible depresión respiratoria. Ante intoxicaciones muy graves con alta tasa de alcohol en sangre (> 400 mg/dL) se puede intentar realizar diálisis. Figura - Encefalopatíade Wernicke-Kórsakov. A. Sección axial en RM-difusión que muestra hiperintensidad de cuerpos mamilares. B. RM-T1 con gadolinio: se observa realce de cuerpos mamilares. C. RM-FLAIR: hiperintensidad de ambos tálamos (signo del palo de hockey). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1467 CAPÍTULO 185 Aproximación clínica al paciente con sintomatología del sistema nervioso periférico y muscular © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II Síndrome de privación alcohólica Dada la alta prevalencia del consumo de alcohol, el síndrome de priva- ción etílica (SPE) es una situación patológica casi cotidiana. Temblor postural matutino de las manos, acompañado de náuseas y malhumor, que ceden con la primera copa, constituyen los primeros indicios. La inquietud motora, el nerviosismo y la ansiedad son frecuentes en los pacientes que, por determinadas circunstancias, como el ingreso en un hospital, dejan de beber. Las crisis convulsivas son de tipo tónico- clónico generalizadas y sin déficit postictal. La observación de un inicio focal o de un déficit posconvulsivo alertaría de la presencia de una lesión estructural cerebral o de un factor añadido de tipo metabólico. Estas crisis tienden a recurrir en un corto período de tiempo. Otras manifestaciones del SPE son alteración del ritmo sueño-vigilia, déficit de atención y alucinaciones. El delirium tremens constituye la entidad clínica de mayor gravedad propiciada por el SPE. Se presenta después de 3 días de abstinencia y su mortalidad, debida a colapso circulatorio, puede superar el 15%. Produce una descarga de catecolaminas que da lugar a sudoración pro- fusa, hiperventilación, taquicardia y alteraciones de la presión arterial. Además, el enfermo presenta insomnio, agitación, alucinaciones de contenido zoomórfico o antropomórfico, convulsiones y finalmente coma. La hipomagnesemia tiene un papel importante en la génesis de las convulsiones. En el tratamiento del delirium tremens son importantes la hidratación, administración de glucosa, vitaminas (B1, B6, niacina) y magnesio (6 g i.v. las primeras 6 h, 5 g i.v. las 12 h siguientes y 5 g i.v. diarios los 5 días posteriores). La HTA puede tratarse con clonidina o atenolol. En la sedación se emplean diazepam o clordiazepóxido. Los casos que cursan con gran agitación se tratan con tiaprida, reservando el haloperidol (5 mg i.v.) para la agitación extrema. Encefalopatía alcohólica crónica El alcoholismo crónico, generalmente de más de 10 años de evolución, es una de las causas más importantes de degeneración cerebelosa adqui- rida. El cuadro habitual es el de ataxia de línea media, producida por afectación de las células de Purkinje del vermis, que aparece atrófico en los estudios de TC y RM. En algunos casos existe también ataxia apendicular, sobre todo de los miembros inferiores, a la que contribuye un cuadro asociado de polineuropatía axonal. A pesar del abandono del hábito enólico y del tratamiento con diversas vitaminas, la recuperación del síndrome cerebeloso es rara. La enfermedad de Marchiafava-Bignami afecta a alcohólicos des- nutridos y produce desmielinización con necrosis (se observan en estudios de TC y RM), generalmente parcial, del cuerpo calloso. Su presentación puede ser aguda o insidiosa, con síntomas de deterioro cognitivo, espasticidad y alteraciones de la marcha y, en algunos casos, síndrome de desconexión interhemisférica. Muchos alcohólicos crónicos presentan alteraciones del comporta- miento, abandono del cuidado personal, delirio paranoide, celotipias, trastorno de la memoria y déficit de atención y juicio, que se traducen en serios fallos en su vida laboral y en disrupción de su proyecto perso- nal, familiar y social. Estos cuadros constituyen verdaderos síndromes de demencia, con rasgos similares a los de la demencia degenerativa frontotemporal. Al desarrollo de este síndrome psicoorgánico cerebral también contribuyen la desnutrición y el SWK; también contribuyen traumatismos y, a veces, ictus, generalmente hemorrágicos. Algunos alcohólicos presentan atrofia cerebral e hidrocefalia ex vacuo, que pue- den revertir, tras el abandono del enolismo y un adecuado tratamiento. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Davies NW, Sharief MK, Howard RS. Infection-associated encephalopathies- their investigation, diagnosis, and treatment. J Neurol 2006;253:833-45. Galvin R, Bräthen G, Ivashynka A, Hillbom M, Tanasescu T, Leone MA. EFNS guidelines for diagnosis, therapy and prevention of Wernicke encephalo- pathy. Eur J Neurol 2010;17:1408-18. Purzzin JJ, Nelson PT, Abner EL, Arvanitakis Z. Review: Relationship of type 2 diabetes to human brain pathology. NAN 2018;44:347-62. Reynolds E. Vitamin B12, folic acid, and the nervous system. Lancet Neurol 2006;5:949-60. Sutter R, Kaplan PW. What to see when you are looking at confusion: a review of the neuroimaging of acute encephalopathy. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2015;86:446-59. TABLA 184-2 Manifestaciones neurológicas de la intoxicación etílica según la tasa de alcohol en sangre Alcohol en sangre (mg/dL) Manifestaciones neurológicas 20-30 Deterioro de la facultad de crítica, aumento del tiempo de reacción, afectación del control motor fino 50-100 Dificultad para realizar tareas motoras de complejidad moderada, déficit de atención 150-200 Ataxia, disartria, euforia, desinhibición, agresividad 200-300 Náuseas, vómitos, diplopía, confusión mental 300-400 Coma, hipotensión e hipotermia 400-900 Muerte © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Aproximación clínica al paciente con sintomatología del sistema nervioso periférico y muscular J. CASADEMONT POU 185 INTRODUCCIÓN Las enfermedades neuromusculares se pueden clasificar en trastornos de los nervios periféricos, alteraciones de la transmisión neuromus- cular y miopatías. Los trastornos de los nervios periféricos pueden deberse a lesiones en: a) cuerpo neuronal o neuronopatías; b) axón o axonopatías; c) mie lina o mielinopatías; d) proteínas y canales iónicos de la región nodal o nodopatías, y e) tejido intersticial. La respuesta anatomopatológica del nervio periférico a los diversos tipos de agresión es básicamente de dos tipos (fig. 185-1): degeneración axonal y desmielinización. En la degeneración axonal, el axón sufre debido a la interrupción de su contigüidad con el cuerpo neuronal (traumatismo, vasculitis), lo que conduce a una degeneración walleriana en el segmento distal, o por alteraciones metabólicas de la neurona, que no puede mantener Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org Push Button0:
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