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1471 CAPÍTULO 186 Mononeuropatías © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN Las mononeuropatías o neuropatías focales forman un grupo de afec- ciones numeroso del sistema nervioso periférico, que se diferencian claramente de otras neuropatías periféricas porque afectan a un solo nervio, plexo o raíz y, por tanto, cursan con síntomas y signos limitados a la zona de inervación correspondiente. Las causas más comunes de mononeuropatía son los agentes físicos. Las agresiones del nervio periférico se producen por mecanismos tales como estiramiento, com- presión, angulación, roce, tensión, fricción y otros, que conllevan, en la mayoría de los casos, daño del nervio por isquemia focal debida al aumento de la presión local extrínseca sobre los vasa nervorum. Esto provoca alteraciones de la excitabilidad y del transporte axonal, que darán lugar a los síntomas y signos característicos de las mononeuro- patías (fig. 186-1). Los síntomas y signos clínicos dependen del nervio afectado y pueden ser irritativos o deficitarios y afectar a fibras moto- ras, sensitivas o del sistema nervioso autónomo. Varían en gravedad y extensión según el tipo y la localización de la lesión. En general, cuanto más distal es la lesión, menor es el grado de discapacidad y menos secuelas funcionales hay tras la recuperación. El diagnóstico y el diagnóstico diferencial de las mononeuropatías se establecen a partir de las manifestaciones clínicas y de los resultados del electrodiagnóstico neurológico. En algunos pacientes con neuropatías focales repetidas se ha observado una alteración genética (neuropatía por vulnerabilidad excesiva a la presión) que cursa con anomalías en la mielinización de los nervios periféricos, los cuales aparecen engrosados (tomacula) en la biopsia. Por otra parte, los pacientes con enfermedades crónicas como la diabetes están más predispuestos a las mononeuropatías. Las mononeuropatías pueden corresponderse con varios tipos de lesión histológica. La neurapraxia es la alteración funcional del nervio periférico sin daño axonal. Habitualmente se debe a una desmieliniza- ción segmentaria y comporta la recuperación total, sin secuelas, en días, semanas o incluso algunos meses. La axonotmesis es la lesión axonal que cursa con degeneración walleriana distal, pero con conservación de las membranas basales de las células de Schwann degeneradas. La función nerviosa suele recuperarse con secuelas funcionales, que pueden ser más o menos graves dependiendo del nervio dañado, la localización y la extensión de la lesión. La neurotmesis es la lesión nerviosa que cursa con solución de continuidad del axón, de la membrana basal y del tejido conectivo del perineuro, de tal modo que la regeneración no es posible si no se procede a una reparación quirúrgica. El bloqueo de la conducción, que acompaña a la neurapraxia y la axonotmesis, puede observarse también sin daño histológico evidente, tal como sucede con la aplicación de ciertos anestésicos locales que bloquean los canales iónicos. El tratamiento de las mononeuropatías depende de la causa. Siem- pre que sea posible se procederá a eliminar la causa física responsable de la lesión. Si esto no es posible, el tratamiento será conservador y sintomático. Si se ha producido solución de continuidad del nervio afecto, se puede valorar la anastomosis quirúrgica terminoterminal o, si esta no es posible, la implantación de un injerto homólogo a partir, por ejemplo, del nervio sural. NEUROPATÍAS CRANEALES Los nervios craneales (fig. 186-2) son 12 en cada lado (de ahí el con- cepto de «par» craneal). Los núcleos de origen de los nervios craneales están dispuestos de tal manera en el tronco cerebral que sus alteraciones hacen posible la localización topográfica de las lesiones intraaxiales, por ejemplo, en lesiones vasculares del territorio vertebrobasilar. Por otra parte, cada nervio craneal tiene peculiaridades distintas debidas en parte a su recorrido extraaxial, que puede predisponerles a las lesiones que se detallan en la tabla 186-1. Figura - Origen de los nervios craneales y localización de los núcleos respectivos. Figura - Mecanismos fisiopatológicos implicados en la generación de algunos sínto- mas y signos de las mononeuropatías. Mononeuropatías Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1472 SECCIÓN XII Neurología Primer y segundo nervios craneales: nervios olfatorio y óptico Su exploración y alteraciones se han descrito en el capítulo 167, Anamnesis y exploración del paciente con sintomatología del sistema nervioso. Tercer, cuarto y sexto nervios craneales: nervios oculomotores Los nervios craneales oculomotores son el motor ocular común (III), el patético o troclear (IV) y el motor ocular externo (VI), los cuales se encargan de la motilidad del globo ocular. Las células de origen de los nervios oculomotores forman varios núcleos en el mesencéfalo (III y IV) y la parte alta de la protuberancia (VI), dispuestos a modo de columnas por detrás del núcleo rojo y por delante del acueducto de Silvio. El núcleo de Edinger-Westphal, que contiene células con función parasimpática, ocupa la parte más superior y medial. Los nervios craneales oculomotores están relacionados entre sí y con el núcleo del nervio craneal VIII por medio de la cintilla longitudinal media, un fascículo de fibras nerviosas que alcanza finalmente la parte superior del núcleo vestibular. Los tres nervios abandonan el tronco cerebral, atraviesan el seno cavernoso y penetran en la órbita a través de la fisura orbitaria superior. El motor ocular común inerva los músculos rectos interno, superior e inferior y oblicuo menor; el patético inerva el músculo oblicuo mayor y el motor ocular externo inerva el músculo recto externo. El nervio craneal III inerva, además, la musculatura intrínseca del ojo, mediante fibras parasimpáticas que, tras una escala en el ganglio ciliar, terminan en el iris y el cuerpo ciliar y son responsables de la acomodación de la pupila. Fibras simpáticas, procedentes de los ganglios simpáticos latero- vertebrales cervicales, se unen al nervio craneal III en el seno cavernoso. Las lesiones de los nervios oculomotores pueden ocurrir en el nivel intraaxial, como es el caso de tumores, esclerosis múltiple o infartos isquémicos, o extraaxial, como en algunos de los procesos enumerados en la tabla 186-1. Las lesiones de los nervios oculomotores cursan con parálisis de los movimientos oculares y desviación de los globos oculares (estrabismo). Si se produce una lesión unilateral, se pierde la posibilidad de efectuar movimientos conjugados de los ojos y el paciente presenta visión doble o diplopía. Las lesiones completas del nervio craneal III producen ptosis, con imposibilidad de levantar el párpado. El ojo está desviado hacia fuera y ligeramente hacia abajo. La lesión de las fibras parasimpáticas da lugar a midriasis paralítica y abolición del reflejo fotomotor con parálisis de la acomodación. La lesión de las fibras simpáticas produce un síndrome de Claude-Bernard-Horner, que podría ocurrir por lesión intraaxial afectando las neuronas preganglionares simpáticas o por lesión de las propias fibras simpáticas (p. ej., en las afecciones del seno cavernoso). Las lesiones del nervio craneal IV derivan en la imposibilidad de mover el ojo hacia abajo, sobre todo cuando está en abducción, por lo que el paciente refiere diplopía al leer o bajar escaleras. Es caracterís- tico que el paciente trate de compensarlo desviando la cabeza hacia el hombro opuesto al lado de la parálisis (signo de Bielschowsky). En las lesiones del nervio craneal VI, el ojo estádesviado hacia dentro (estrabismo convergente) y existe parálisis de la abducción del ojo. El paciente refiere diplopía en todas las direcciones de la mirada, excepto cuando mira hacia el lado opuesto a la lesión. Las lesiones de los nervios oculomotores no son las únicas que producen diplopía. El diagnóstico diferencial más importante es con la miastenia, que causa diplopía por alteración en la transmisión neuromuscular. Quinto nervio craneal: nervio trigémino El nervio trigémino inerva los músculos de la masticación y se encarga de la sensibilidad táctil, térmica, dolorosa y propioceptiva de la cara. El nervio se compone de tres ramas: oftálmica, maxilar y mandibular (fig. 186-3), que conducen la sensibilidad de la cara. Las neuronas de las fibras sensitivas táctiles, térmicas y nociceptivas se hallan en el ganglio de Gasser, y sus proyecciones centrales alcanzan el núcleo espinal del trigémino. A modo de excepción, las neuronas que reciben las fibras de la sensibilidad propioceptiva de los músculos inervados por el nervio trigémino no se hallan en el ganglio de Gasser, sino en el núcleo mesencefálico, en el nivel intraaxial. El núcleo motor del trigémino se localiza en la protuberancia. Las fibras motoras emergen del tronco cerebral por una raíz separada de la raíz sensitiva y se unen a la rama mandibular para alcanzar los músculos de la masticación. Las lesiones del nervio trigémino pueden deberse a traumatismos craneales, neoplasias, aneurismas de la fosa posterior o infecciones meníngeas, y producen parálisis de la musculatura de la masticación, disminución de la sensibilidad táctil, térmica y dolorosa de la cara, y abolición de los reflejos corneal y mandibular. Una lesión mesencefálica puede ocasionar la abolición aislada del reflejo mandibular. La lesión protuberancial suele afectar tanto al núcleo motor como a los sensitivos. Las lesiones bulbares interesan sólo la raíz descendente y producen hipostesia térmica y dolorosa, y abolición del reflejo corneal en el lado ipsilateral de la cara. Lesiones aparentemente aisladas de ramas del nervio trigémino pueden ocurrir en ciertas enfermedades sistémicas TABLA 186-1 Síndromes en los que se presenta la afección conjunta de varios nervios craneales Localización Nervios craneales afectados Denominación del síndrome Causa más común Fisura orbitaria superior III, IV, 1.a rama del V, VI Rochon-Duvigneaud Tumores del esfenoides, aneurisma de la carótida interna Pared externa del seno III, IV, 1.a rama del V, VI Tolosa-Hunt Aneurismas, trombosis o tumores del seno cavernoso; tumores de la silla turca; granulomas inespecíficos Espacio petroesfenoidal II, III, IV, V, VI Jakob Tumores de fosa craneal media Punta del peñasco V, VII Gradenigo Petrositis; tumores del peñasco Conducto auditivo interno VII, VIII – Tumores del peñasco; infecciones Ángulo pontocerebeloso V, VII, VIII y a veces IX – Neurinoma del acústico; meningiomas Agujero rasgado posterior IX, X, XI Vernet Tumores y aneurismas Encrucijada condileorrasgada posterior IX, X, XI y XII Collet-Sicard Tumores de parótida y del cuerpo carotídeo, metástasis, linfomas, adenitis tuberculosa Espacio retroparotídeo posterior IX, X, XI, XII y simpático (síndrome de Claude-Bernard-Horner) Villaret Tumores de parótida y del cuerpo carotídeo, metástasis, linfomas, adenitis tuberculosa Base del cráneo III, XII Garcin Sarcoma de la base del cráneo; metástasis, tumores de la base del cráneo Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1473 CAPÍTULO 186 Mononeuropatías © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II como el lupus eritematoso sistémico, la esclerodermia, la enfermedad de Sjögren u otras conectivopatías. La neuralgia del trigémino es un trastorno funcional caracterizado por la aparición recurrente de paroxismos de dolor en la distribución de una o más ramas del nervio trigémino, atribuido a la generación ectó- pica de descargas anómalas en los axones del nervio trigémino en el nivel de la fosa posterior. La neuralgia del trigémino es la forma de neuralgia más conocida. Se inicia después de los 40 años en el 90% de los casos y predomina en mujeres (3:2). En la mayoría de los casos la causa es desconocida, aunque es posible que hasta el 94% de las neuralgias consideradas idiopáticas sean realmente producidas por la compresión y distorsión del nervio por una arteria (88%) o una vena (6%) anómalas. La arteria involucrada con mayor frecuencia es la cerebelosa posteroinferior. Más raras veces, la neuralgia del trigémino es secundaria a la compresión por un tumor o por un aneurisma. Otras causas de neuralgia del trigémino son la esclerosis múltiple y los infartos isquémicos del tronco cerebral. El término tic douloureux se ha usado para describir la combinación de neuralgia del trigémino con espasmo muscular hemifacial. Los episodios de dolor aparecen de forma paroxística y son intensos, de carácter lancinante, comparados a una descarga eléctrica, pinchazos, cuchilladas o contactos con un hierro incandescente. Dichos paroxis- mos son de breve duración (a veces segundos) y se intercalan con intervalos libres de dolor. Típicamente, el dolor puede desencadenarse por la estimulación sensitiva de ciertas zonas (zonas gatillo), localizadas por lo general en el labio, la mejilla o la nariz. Las crisis álgidas también se desencadenan con frecuencia al hablar, masticar, lavarse los dientes o beber algo frío. Inicialmente, el dolor se localiza en una de las dos ramas inferiores del nervio (en la superior en el 5% de los casos) y con el tiempo puede extenderse hacia otras ramas; las tres divisiones se afectan aproximadamente en el 15% de los casos. Los paroxismos dolorosos pueden ser incapacitantes. Tanto el examen neurológico como el resultado de los exámenes de laboratorio acostumbran a ser normales. En los casos típicos, el diagnóstico es, en general, sencillo. El diag- nóstico diferencial debe hacerse con las algias faciales de otro origen, como las producidas por tumores del ángulo pontocerebeloso o de la fosa craneal media que afectan a la raíz del nervio trigémino o el ganglio de Gasser (meningiomas, neurinomas), con enfermedades dentarias y de los senos nasales y con la disfunción de la articulación temporomandibular (síndrome de Costen). El fármaco más eficaz, en la mayoría de los casos, es la carbamaze- pina en dosis de 200-1.200 mg/día. La oxcarbazepina y la gabapentina se han mostrado eficaces en pacientes que no mejoran con la carbama- zepina o que no la toleran (mareo, efectos sedantes, leucopenia). Si el tratamiento médico falla puede recurrirse a la cirugía. La intervención de elección consiste en acceder a la fosa posterior por vía retromastoidea y separar la raíz del nervio de cualquier vaso anómalo que pueda causar distorsión o compresión. Otros métodos más agresivos como la termo- coagulación o compresión del ganglio de Gasser son menos utilizados. Séptimo nervio craneal: nervio facial El nervio facial abandona el tronco cerebral por el surco bulboprotu- berancial junto con el nervio intermediario de Wrisberg. Las fibras de los dos nervios se unen en el segmento más interno del conducto de Falopio. El núcleo de origen del nervio facial está situado profunda- mente en la calota protuberancial. Sus fibras motoras siguen un trayecto complicado que rodea al núcleo de origen del par VI y, en parte, con- tribuyen a formar la eminencia teres en el suelo del IV ventrículo. Al nervio facial se unen fibras sensoriales gustativas, procedentes de los dos tercios anteriores de la lengua, a través del nervio cuerda del tímpano. Las neuronas sensitivas se encuentran en el ganglio geniculado,y sus prolongaciones centrales alcanzan el núcleo del fascículo solitario. Las fibras parasimpáticas del nervio intermediario de Wrisberg abandonan el nervio facial para inervar las glándulas submandibular, sublingual y lagrimal a través, respectivamente, de los nervios petroso superficial mayor y cuerda del tímpano. El nervio facial atraviesa el canal petroso y abandona el cráneo por el agujero estilomastoideo, se introduce en la parótida y se divide en cinco ramas principales que terminan en los músculos de la cara y en el cutáneo del cuello. Las lesiones periféricas del nervio facial producen parálisis de los músculos faciales de un lado de la cara, acompañada de alteraciones de la secreción lagrimal y salival y de la sensibilidad gus- tativa, dependiendo de la porción de nervio lesionada (fig. 186-4). Las lesiones proximales al ganglio geniculado se acompañan de parálisis de las funciones motoras, gustativas y secretoras. En las lesiones situadas entre el ganglio geniculado y el punto de unión del nervio con la cuerda del tímpano la secreción lagrimal está intacta. Hay hiperacusia si la lesión se sitúa proximalmente a la emergencia de la colateral al mús- culo del estribo. Las lesiones en el agujero estilomastoideo provocan sólo parálisis de los músculos faciales. La parálisis facial periférica completa determina un cuadro clínico muy característico. En reposo, la comisura bucal del lado paralizado cuel- ga, el surco nasolabial está borrado y la boca se desvía hacia el lado sano. La piel del lado paralizado aparece tensa, sin arrugas, y el párpado inferior cae, por lo cual la hendidura palpebral resulta más ancha. Al intentar cerrar el ojo, el globo ocular del lado paralizado se desvía hacia arriba y ligeramente hacia dentro (fenómeno o signo de Bell). Debido a la parálisis del buccinador, la masticación está dificultada y la comida tiende a acumularse entre los dientes y el labio del lado afectado y se produce una disartria discreta. La parálisis facial periférica es a menudo de causa desconocida (parálisis de Bell) y se atribuye a isquemia secundaria al aumento de presión por edema dentro del canal petroso. La parálisis de Bell es de comienzo agudo y puede acompañarse al inicio de dolor retroauricular o mastoideo. El 80% de los pacientes se recupera a las 3 o 4 semanas. No obstante, la aparición de degeneración axonal indica un peor pronóstico por la posibilidad de secuelas motoras debidas a trastornos de la regeneración (reinervación aberrante). El sín- drome facial posparalítico consiste en la aparición, semanas o meses des- pués de la parálisis facial, de sincinesias motoras hemifaciales globales al intentar realizar movimientos simples. Si las sincinesias son muy intensas pueden dar lugar a una contracción masiva y dolorosa de toda la musculatura hemifacial. En el caso de lesiones proximales, las sincinesias podrán incluir las fibras parasimpáticas, con lagrimeo durante la salivación como, por ejemplo, al comer (síndrome de las lá- grimas de cocodrilo). Un aspecto importante del tratamiento de la parálisis de Bell es la protección ocular (parche, gafas) durante el día, con instilación de lágrimas artificiales y protección de la córnea con pomada lubricante por la noche. En la fase aguda de la enfermedad es aconsejable adminis- trar prednisona (1 mg/kg de peso p.o.) durante 6-10 días, con pauta decreciente lenta. Los procedimientos quirúrgicos no están indicados actualmente para restaurar la función del nervio facial. En casos graves de síndrome facial posparalítico pueden utilizarse inyecciones locales de toxina botulínica en los músculos perioculares. La parálisis del nervio facial puede ser secundaria a tumores de la glándula parótida, fracturas de cráneo, tumores del hueso temporal Figura - Representación diagramática de la distribución sensi- tiva de las ramas del nervio trigémino y del segundo y tercer segmentos espinales. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1474 SECCIÓN XII Neurología (colesteatomas), enfermedad de Paget, neurinomas del ángulo pon- tocerebeloso, aneurismas, leucosis, infecciones meníngeas y herpes zóster. La infección por herpes zóster del ganglio geniculado produce el síndrome de Ramsay-Hunt, en el que se presenta parálisis facial peri- férica, vesículas en el conducto auditivo externo y, a menudo, afección simultánea del par craneal VIII. La parálisis facial bilateral es raras veces idiopática. Puede observarse en el síndrome de Guillain-Barré, la mononucleosis infecciosa y la sarcoidosis (fiebre uveoparotídea o sín- drome de Heerfordt) y también en leucemias. En el síndrome de Melkersson-Rosenthal, la parálisis facial coexiste con alteraciones tróficas, y se observan edema facial crónico, edema labial y lengua de tipo escrotal. Esta variedad de parálisis facial es a veces familiar y a menudo recurrente. En el síndrome de Moebius, o diplejía facial congénita, existe una parálisis facial bilateral desde el nacimiento. La causa de este síndrome es desconocida; a veces es familiar. En la hemiatrofia facial de Parry-Romberg desaparece la grasa de la dermis y el tejido subcutáneo en un lado de la cara. Las lesiones irritativas del nervio facial pueden producir movimientos faciales involuntarios de varios tipos. El espasmo hemifacial idiopático es de causa desconocida, si bien, al igual que en la neuralgia del trigémino, se cree que puede haber una compresión o distorsión del nervio en la fosa posterior por una arteria o vena aberrante. Aunque puede efectuarse la exploración quirúrgica del nervio en dicha zona, la inyección de pequeñas dosis de toxina botulínica en los músculos faciales acostumbra a aliviar considerablemente la sintomatología reduciendo la intensidad de los espasmos. Octavo nervio craneal: nervio cocleovestibular El nervio craneal VIII o estatoacústico está constituido por dos nervios sensoriales: el coclear y el vestibular. El nervio coclear transmite las impresiones auditivas desde el órgano de Corti en el oído interno hasta los núcleos cocleares de la protuberancia. El nervio vestibular se origina en las células de los conductos semicirculares del sáculo y del utrículo y termina en cuatro núcleos vestibulares situados en el bulbo. Los síntomas de afección del nervio coclear son los tinnitus aurium o acúfenos y la disminución de la agudeza auditiva, y los de afección de la división vestibular son el vértigo con alteración del equilibrio y de los movimientos oculares. El clínico debe distinguir entre una sordera por lesión del oído medio (sordera de transmisión) y una por lesión de la cóclea y el nervio coclear (sordera de percepción). La de transmisión es generalmente una sordera de conducción aérea, mientras que en la de percepción se afectan tanto la conducción aérea como la ósea. Además, en general, las sorderas de percepción se caracterizan por una disminución de la audición de sonidos de tonalidad alta, mientras que en las de transmisión disminuye la de los sonidos de tonalidad baja. Esta diferencia puede comprobarse en el audiograma. Las causas más frecuentes de la sordera de transmisión son la otosclerosis, la otitis media y los traumatismos con fractura de hueso temporal. Las causas de sordera de percepción incluyen ciertas sorderas hereditarias, procesos infecciosos como rubéola y parotiditis, el traumatismo sonoro por explosiones o ruidos intensos prolongados, los efectos de ciertos fármacos (antibióticos como la estreptomicina y la gentamicina, la quinina y los salicilatos) y la presbiacusia, que es causa frecuente de disminución de la agudeza auditiva en los ancianos. El nervio auditivo puede lesionarse por tumores del ángulo pontocerebeloso y en las meningitis crónicas.Un cuadro de sordera puede estar causado, además, por lesiones isquémicas, tumorales o desmielinizantes del tronco cerebral. De entre las pruebas audiológicas de mayor utilidad clínica para documentar la existencia de una lesión de las vías auditivas y sugerir su localización destacan los potenciales evocados auditivos de tronco cerebral. Otras pruebas son el reclutamiento auditivo, la discriminación aural, la prueba del índice de los incrementos cortos de la sensibilidad (SISI), la determinación del umbral subliminal y la audiometría. El síntoma más llamativo de una disfunción vestibular es el vértigo. Este término es utilizado para describir situaciones variadas de diversa naturaleza. En su sentido estricto define una ilusión de movimiento, como la que ocurre cuando parece que las cosas giran a nuestro alrededor o que nuestro cuerpo o cabeza están dando vueltas. Los diferentes tipos de vértigo y sus principales causas se describen en el capítulo 167, Anam- nesis y exploración del paciente con sintomatología del sistema nervioso. Nervios craneales noveno, décimo y undécimo: nervios glosofaríngeo, vago y espinal Los nervios craneales IX, X y una parte del XI comparten el mismo núcleo de origen de las fibras motoras, situado en la parte craneal del bulbo (núcleo ambiguo). Los fascículos más craneales forman el nervio glosofaríngeo; los medios, el vago, y los caudales, la raíz bulbar del accesorio o espinal. El IX y el X también comparten el núcleo de terminación de las fibras sensitivas, el núcleo solitario, al que se añaden las del intermediario de Wrisberg. Los tres nervios abandonan el cráneo a través del agujero rasgado posterior. Las fibras motoras del par IX inervan los músculos estilofaríngeo y constrictor superior de la faringe. Las fibras sensitivas transmiten la sensibilidad general de la orofaringe y la sensación gustativa del tercio posterior de la lengua. Las lesiones aisladas del nervio glosofaríngeo son raras. El sínto- ma principal es disfagia y, en la exploración, se descubre además una abolición del reflejo faríngeo en el lado afectado y el signo de la cortina de Vernet, que consiste en el desplazamiento de la pared faríngea pos- terior hacia el lado sano. La neuralgia del glosofaríngeo se caracteriza Figura - Diagrama del nervio facial. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1475 CAPÍTULO 186 Mononeuropatías © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II por paroxismos de dolor intenso, localizados en la región tonsilar, la faringe posterior, la zona posterior de la lengua y el oído medio. Puede acompañarse de crisis de bradicardia e incluso síncope. Se suele tratar con carbamazepina, aunque su efectividad es parcial. Además de fibras motoras y sensitivas, el par craneal X contiene un importante número de fibras parasimpáticas que se originan en el núcleo motor dorsal e inervan la musculatura cardíaca y de otras vísceras torácicas y abdominales. Las fibras motoras, originadas en el núcleo ambiguo, inervan los músculos del paladar, los faríngeos constrictores medio e inferior y los laríngeos. Las fibras sensitivas, procedentes de la parte pos- terior del conducto auditivo externo, faringe, laringe, tráquea, esófago y vísceras torácicas y abdominales, terminan en el núcleo solitario. La parálisis del nervio X ocasiona disartria, disfagia y voz de reso- nancia nasal. Se detecta parálisis del velo del paladar y abolición del reflejo faríngeo en el lado afectado. La cuerda vocal paralizada está inmóvil en abducción (posición cadavérica). Las funciones viscerales no se alteran si la lesión es unilateral. El nervio vago tiende a lesionarse con mayor frecuencia en el tórax (sobre todo en el lado izquierdo), donde puede resultar comprimido por aneurismas de la aorta, tumores del mediastino y bronquios y por una aurícula izquierda dilatada. El nervio espinal es un nervio exclusivamente motor que tiene un doble origen. La porción espinal nace de los primeros cinco segmentos de la médula cervical y penetra en el cráneo a través del agujero occipi- tal, para unirse durante un corto tramo con la porción bulbar, originada en el núcleo ambiguo. Al separarse nuevamente, la porción bulbar se integra en el vago para inervar la musculatura superior de la laringe, mientras que la porción espinal del nervio craneal XI se encargará de la inervación del músculo esternocleidomastoideo y parte del músculo trapecio. Las lesiones de este nervio ocasionan parálisis del esterno- cleidomastoideo, con debilidad en el movimiento giratorio de la cabeza hacia el lado opuesto de la lesión y del trapecio, con imposibilidad para elevar el hombro y desviación hacia fuera del omóplato. En la esclerosis lateral amiotrófica, la degeneración de las motoneuronas de origen de los nervios glosofaríngeo, neumogástrico, espinal e hipogloso comporta disfunción motora grave que puede llevar a la muerte a los pacientes en las fases últimas de la enfermedad. Duodécimo nervio craneal: nervio hipogloso Es un nervio exclusivamente motor destinado a la inervación de la hemilengua correspondiente. Su núcleo de origen se localiza en la parte dorsal del bulbo y sus fibras abandonan el cráneo a través del agujero condíleo anterior, para inervar los músculos geniogloso, que protruye la lengua; estilogloso, que eleva y retrae su base, e hipogloso, cuya contracción produce una convexidad de la superficie dorsal de la lengua. La parálisis del hipogloso determina una desviación de la punta de la lengua hacia el lado afectado cuando se pide al paciente que saque la lengua, debido a la acción del músculo geniogloso del lado sano. En el interior de la cavidad bucal, por el contrario, la lengua resulta discretamente desviada hacia el lado sano por acción del músculo estilo- gloso (fig. 186-5). La siringobulbia y la esclerosis lateral amiotrófica son causas de lesiones nucleares del nervio, con frecuencia bilaterales. El nervio hipogloso puede estar afectado por tumores de la base del cráneo y lesiones del hueso occipital (enfermedad de Paget, platibasia). MONONEUROPATÍAS DEL MIEMBRO SUPERIOR Se resumen en la tabla 186-2. Radiculopatías cervicales Las lesiones radiculares cervicales son notablemente menos frecuentes que las lumbares. En pacientes de edad avanzada puede tener lugar una degeneración espondiloartrósica, con uncartrosis y osteofitosis que pueden dañar la raíz nerviosa de forma subaguda o crónica, con relativamente pocos síntomas. La degeneración artrósica puede pro- ducir estrechamiento progresivo no sólo de los agujeros de conjunción intervertebrales, sino también del canal medular; en este caso, los signos de radiculopatía cervical pueden ir acompañados de signos de afección de vías largas de la médula espinal, con piramidalismo, trastornos sensitivos y alteraciones de los esfínteres. La radiculopatía cervical puede ser también de instauración aguda, debida a una protrusión discal o a una fractura vertebral traumática o patológica. El paciente suele manifestar dolor irradiado que, a veces, se provoca con la rotación del cuello, y sensación de adormecimiento o acorchamiento en algunos dedos de la mano. Las raíces afectadas más frecuentemente son C6 y C7. El déficit motor no acostumbra a ser relevante pero, en una exploración física sistematizada, puede advertirse cierta debilidad en los músculos más representativos de la raíz en cuestión. En las lesio- nes C6 se acostumbra a observar hiporreflexia bicipital y en las lesiones C7 hiporreflexia tricipital. El diagnóstico topográfico de la supuesta lesión estructural se esta- blece mediante neuroimagen, TC y RM. El tratamiento consiste en reposo e inmovilizaciónde la zona cervical mediante un collarín, administración de tratamiento antiálgico y, finalmente, intervención quirúrgica si la causa así lo aconseja. No debe confundirse la radiculopatía cervical con la cervicobra- quialgia. Este es un cuadro clínico que consiste en dolores peries- capulares, vagamente irradiados a lo largo de la extremidad y en el que habitualmente no se observan signos objetivos de lesión radicular. La cervicobraquialgia suele acompañarse de manifestaciones sensitivas en la mano y, en algunos pacientes, el electrodiagnóstico pone de manifiesto signos de atrapamiento del nervio mediano en el túnel del carpo o del nervio cubital en el codo. El tratamiento de la cervico- braquialgia es sintomático con analgésicos, antiinflamatorios, calor local e inmovilización del cuello. Plexopatías cervicobraquiales El plexo braquial es una estructura formada por la unión de las raíces C5-C8 y D1, mientras que las raíces más rostrales (C2, C3 y C4) forman el plexo cervical, que da emergencia a la raíz espinal del nervio craneal XI y al nervio frénico. El conocimiento de la anatomía del plexo braquial es de suma importancia para la localización lesional. No obstante, no siempre es fácil distinguir entre lesión de plexo y lesión de raíz sobre la base únicamente de criterios clínicos. Algunos Figura - Parálisis de la hemilengua derecha en una lesión com- presiva por tumoración en base de cráneo. Obsérvese la desviación de la lengua hacia el lado de la lesión al mandar al paciente que la saque hacia fuera. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1476 SECCIÓN XII Neurología de los síndromes clínicos que cursan con afección plexular se enumeran en la tabla 186-2. En estos casos, el electrodiagnóstico acostumbra a aportar datos concluyentes para distinguir entre radiculopatía (lesión preganglionar) y plexopatía (lesión posganglionar) (fig. 186-6). Debe tenerse en cuenta que las dos lesiones pueden coexistir en casos con afección multifocal. La etiología más común de las lesiones del plexo braquial es el traumatismo, ya sea en un accidente de tráfico, en las maniobras del parto (parálisis braquial obstétrica) o en el curso de un acto quirúrgico. Las lesiones traumáticas del plexo braquial superior en accidentes de tráfico acostumbran a ser debidas al estiramiento violento que sufre la parte alta del plexo braquial al proyectarse la cabeza lateral y frontal- mente con respecto al hombro. El síndrome resultante se conoce como parálisis de Duchenne-Erb y se caracteriza principalmente por parálisis de la abducción del brazo y de la flexión del antebrazo sobre el brazo. Las lesiones traumáticas del plexo braquial inferior suceden cuando la extremidad superior es proyectada en abducción. Esto da lugar a un síndrome en el que predomina la parálisis de la musculatura de la mano sobre la del hombro (parálisis de Klumpke-Déjerine) y puede acompañarse de un síndrome de Claude-Bernard-Horner por afección del ganglio estrellado, en la cadena simpática laterocervical, en estre- cho contacto con el tronco primario inferior. Las lesiones plexulares derivadas de traumatismos acostumbran a cursar con axonotmesis y comportan casi siempre un grado variable de secuelas funcionales. Entre las plexopatías no relacionadas con traumatismos caben des- tacar tres síndromes: 1. El síndrome de Parsonage-Turner, también denominado neuralgia amiotrófica del hombro, se presenta habitualmente como una lesión del plexo braquial superior. Se trata de una neuritis idiopática, que en algunas ocasiones aparece tras vacunación o enfermedad vírica intercurrente. Cursa con dolor intenso localizado en un hombro, que dura 7-10 días, y se sigue de pérdida de fuerza en la musculatura proximal. El síndrome de Parsonage-Turner predomina en varones y es bilateral en el 25% de los casos. A pesar de la atrofia muscular, habitualmente se obtiene una buena recuperación en 1-3 años. 2. El síndrome de Pancoast es secundario a una infiltración del plexo braquial inferior por un tumor, típicamente el carcinoma apical del pulmón, mama, esófago, pleura o linfomas. Se presenta con dolor en el hombro, cara interna y borde cubital del brazo y antebrazo, y paresia y amiotrofia de la musculatura hipotenar e interósea. Los reflejos tricipital y cúbito-pronador pueden estar abolidos. Con frecuencia el paciente presenta un síndrome de Claude-Bernard- Horner por afectación de las fibras simpáticas del ganglio estrellado. 3. El síndrome del desfiladero costoclavicular es más común en mujeres que en varones. Se debe a la compresión o angulación del plexo braquial entre la primera costilla y la arteria subclavia por estruc- turas tales como una costilla cervical accesoria, una banda fibrosa anómala o la hipertrofia del músculo escaleno; en este último caso recibe la denominación de síndrome del escaleno. En su forma completa provoca un cuadro caracterizado por debilidad y atrofia de la musculatura intrínseca de la mano y trastornos sensitivos predominantes en el territorio cubital. Las formas incompletas, probablemente más frecuentes, sólo cursan con dolor y pares- tesias de localización imprecisa. El pronóstico suele ser bueno con tratamiento conservador basado en ejercicios posturales y gimnasia. En raras ocasiones está indicado el tratamiento quirúrgico. Lesiones de nervios del miembro superior La sobrecarga en el hombro es una causa frecuente de lesiones de los nervios originados en el plexo braquial. La lesión del nervio torácico largo o inferior (nervio de Bell) provoca la escápula alata por paresia del serrato mayor. El paciente tiene dificultades en la elevación del brazo hacia delante por encima de la horizontal. La lesión del nervio supraes- capular, que contiene únicamente fibras motoras, provoca dificultad para la abducción y la rotación externa del brazo. Si la lesión se localiza en la incisura estiloglenoidea de la escápula, se observará un déficit TABLA 186-2 Mononeuropatías del miembro superior Lesiones radiculares Localización de la lesión Reflejo afectado Músculos afectados C5 Deltoides, supraespinoso C6 Bicipital Bíceps, supinador largo C7 Tricipital Tríceps, extensor común de los dedos C8 Cubital anterior, interóseos D1 Intrínsecos de la mano Lesiones del plexo braquial y de sus colaterales Localización de la lesión Síndrome Causa más frecuente Plexo superior Duchenne-Erb Parálisis braquial obstétrica Traumatismos en estiramiento Parsonage-Turner Idiopática Plexo inferior* Klumpke-Déjerine Traumatismos en abducción Pancoast Neoplasias apicales de pulmón Lesiones de los nervios del miembro superior Nervio afectado Síndrome Causa más frecuente Torácico largo Escápula alata Sobrecarga del hombro Supraescapular Incisura estiloglenoidea Traumatismo, atrapamiento Circunflejo (axilar) Luxación de la cabeza humeral Radial Sábado noche Compresión postural Mediano Túnel carpiano Atrapamiento Cubital Canal cubital Compresión postural *Puede acompañarse de un síndrome de Claude-Bernard-Horner. Figura - Correlación neurofisiológica de las lesiones radiculares (preganglionares) y plexulares (posganglionares). El potencial de acción sensitivo es normal en las lesiones preganglionares, mientras que es anormal en las posganglionares. El potencial evocado en la corteza parietal es anormal en las dos localizaciones lesionales. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1477 CAPÍTULO 186 Mononeuropatías © E ls ev ie r. Fo toco pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II motor limitado al músculo infraespinoso. El nervio circunflejo puede lesionarse en las luxaciones de la articulación escapulohumeral, para dar lugar a parálisis de la abducción del brazo e hipostesia en la región externa del hombro. La lesión focal del nervio musculocutáneo es infrecuente, y puede ser debida a traumatismos con objetos punzantes. El síndrome del túnel carpiano es debido a la compresión del nervio mediano en el retináculo flexor de la muñeca. En su gran mayoría es idiopático (más del 50% de los casos), pero puede ser secundario a compresión (ganglión) o infiltración del túnel carpiano (tejido conec- tivo en la artritis reumatoide, depósito de mucopolisacáridos en el hipotiroidismo, amiloide en el mieloma múltiple o tejido óseo en la acromegalia). Se presenta frecuentemente en las embarazadas y también puede estar asociado a neuropatías periféricas secundarias a diabetes, lepra o vasculitis. El síndrome clínico se inicia típicamente con pares- tesias y dolor en la zona de distribución del nervio mediano en la mano, de predominio nocturno. El déficit motor aparece más tardíamente y se limita a debilidad y atrofia de los músculos de la vertiente externa de la eminencia tenar, típicamente el abductor corto del pulgar. El diagnóstico es clínico, pero debe confirmarse con el electro- diagnóstico, ya que síntomas y signos parecidos a los que configuran el síndrome del túnel carpiano pueden presentarse en muchos otros síndromes neurológicos, tales como infarto lacunar cerebral, radicu- lopatía cervical, plexopatía cervicobraquial o compresión del nervio mediano en otro nivel, y no neurológicos, tales como rizartrosis del pulgar, retracción aponeurótica palmar o dedo en martillo. Los signos de Phalen (empeoramiento de las parestesias al mantener la muñeca flexionada durante 1 min) y Tinel (parestesias irradiadas al percutir en la zona de supuesta compresión) son poco específicos, ya que pueden ser positivos en hasta un 25% de la población general. El tratamiento del síndrome del túnel carpiano consiste en reposo, infiltraciones locales y, eventualmente, liberación de la compresión nerviosa por la sección quirúrgica del ligamento anular anterior del carpo. El nervio cubital es vulnerable a las agresiones físicas en la corredera epitrócleo-olecraniana del codo (túnel cubital) y puede ser debida, entre otras causas, a microtraumatismos repetidos al apoyar los codos en una superficie dura. Las fracturas antiguas de codo dan lugar a una estrechez progresiva del túnel cubital, que llega a producir atrapamiento del nervio (parálisis cubital tardía). El nervio cubital es el principal nervio motor de la mano y, por tanto, su lesión provocará atrofia y debilidad de la musculatura interósea de la mano, para dar lugar a la denominada garra cubital. A causa de la parálisis del aductor del pulgar, existe dificultad en sostener una hoja de papel entre los dedos pulgar e índice, y el paciente recurre a la flexión del pulgar (signo de Froment). El nervio cubital también puede resultar afectado en la muñeca (canal de Guyon) y en la palma de la mano (arco palmar). El nervio radial es susceptible a compresión en el canal de torsión humeral. Su lesión causa paresia o parálisis de la extensión de los dedos. El mecanismo más habitual es la compresión extrínseca del nervio al quedarse dormido con el brazo apoyado contra una superficie dura tras ingesta enólica (parálisis del sábado noche). La exploración clínica puede detectar un déficit sensitivo en la piel del primer espacio interóseo dor- sal. El reflejo tricipital está preservado si la lesión es distal a la emergencia de la rama de inervación del músculo tríceps. En lesiones más distales puede incluso respetarse el supinador largo o la inervación sensitiva. MONONEUROPATÍAS DEL MIEMBRO INFERIOR Se resumen en la tabla 186-3. Radiculopatías lumbosacras Las lesiones radiculares lumbosacras acostumbran a ser causadas por una hernia o prolapso discal, en el contexto de fenómenos artrósicos locales, con incidencia dentro del canal raquídeo o en el agujero de conjunción intervertebral, aunque también podría deberse a otras causas. Las raíces que resultan afectadas más a menudo son la L5 y la S1. Malformaciones vertebrales que cursan con lumbarización de la primera vértebra sacra o sacralización de la última vértebra lumbar predisponen al prolapso discal en estos segmentos. Los pacientes con radiculopatía lumbosacra acostumbran a presentar un síndrome doloroso conocido como ciatalgia o ciática (fig. 186-7). El dolor es punzante o lancinante y aumenta con las maniobras que elevan la presión intrarraquídea (toser, defecar) y también al estirar la raíz nerviosa, circunstancia que se pone de manifiesto mediante las manio- bras de Lasègue y Bragard. El paciente mantiene una postura antiálgica con flexión discreta de la pierna, contractura refleja de la musculatura paravertebral y escoliosis de convexidad hacia el lado doloroso. El reflejo aquíleo, vehiculizado por la raíz S1, estará disminuido o abolido en el caso de lesión de dicha raíz. En muchos pacientes, los síntomas mejoran en pocos días. Aunque el diagnóstico debe basarse en la sintomatología clínica, suele ser necesario realizar pruebas complementarias. El electro- diagnóstico permite establecer el grado de denervación y la distribución del déficit. La radiografía simple, la TC y la RM permiten establecer el diagnóstico etiológico, lo que en la mayoría de los casos confirma la presencia de una hernia discal y descarta otros posibles procesos com- presivos intrarraquídeos o extrarraquídeos. En ocasiones, la degeneración espondiloartrósica de los discos inter- vertebrales da lugar a un estrechamiento del canal raquídeo (síndrome del canal lumbar estrecho o estenosis del canal raquídeo). La forma de presen- tación más común consiste en molestias en nalgas, muslos y piernas que se desencadenan con el ejercicio y la bipedestación y ceden con el reposo. Estas manifestaciones clínicas recuerdan a la claudicación intermitente de origen vascular, pero en esta la sintomatología cede al detenerse, mien- tras que en la claudicación intermitente neurógena por canal estrecho el paciente está obligado a sentarse para aliviar las molestias. El tratamiento de las lesiones radiculares se basa en el reposo, antiin- flamatorios y relajantes musculares, acompañados de un programa de fisioterapia y la utilización de un corsé ortopédico. Si existe déficit neu- rológico, el dolor es rebelde al tratamiento conservador y las pruebas TABLA 186-3 Mononeuropatías del miembro inferior Lesiones radiculares Localización de la lesión Reflejo afectado Músculos afectados L4 Patelar Cuádriceps/aductor mayor L5 Tibial anterior/tibial posterior S1 Aquíleo Gemelos y sóleo/glúteo mayor S2 Esfínteres Lesiones del plexo lumbosacro y pudendo Localización de la lesión Síndrome Causa más frecuente Plexo lumbar Garland Idiopática Diabetes Plexo lumbosacro Intervenciones quirúrgicas Plexo pudendo Incontinencia Compresión/traumatismos durante el parto Lesiones de los nervios del miembro inferior Nervio afectado Síndrome Causa más frecuente Femorocutáneo Meralgia parestésica Atrapamiento Crural (femoral) Traumatismo/cirugía de cadera Obturador Traumatismo/cirugía ginecológica Ciático mayor Inyección glútea/ compresión Peroneal Compresión postural Tibial Túnel tarsiano Atrapamiento Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1478 SECCIÓN XII Neurología complementarias identifican una causa tratable, puede plantearse el tratamiento quirúrgico, típicamente la laminectomía descompresiva. Muchos pacientes refierendolor lumbar persistente, sin irradiación a las extremidades inferiores (lumbalgia crónica). Ello podría corresponder a un dolor referido, relacionado con una radiculopatía lumbosacra en la cual solamente se afecta la primera colateral radicular, destinada a los músculos paravertebrales. No obstante, en muchas ocasiones no es posible objetivar signos de lesión radicular. El dolor lumbar puede ser de gran intensidad y requerir tratamiento sintomático mediante analgésicos, calor local y gimnasia destinada a potenciar la musculatura paravertebral. Plexopatías lumbosacras El plexo lumbar está constituido por las raíces D12, L1, L2, L3, L4 y una parte de la L5. Sus ramas colaterales más importantes son los nervios abdominogenitales mayor y menor, femorocutáneo y genitocrural, y sus ramas terminales son el nervio crural o femoral y el nervio obturador. El plexo lumbosacro nace de una parte de las raíces L4 y L5 y de las S1, S2, S3 y S4 y genera colaterales anteriores o intrapélvicas (nervio o plexo pudendo) y posteriores o extrapélvicas (nervio glúteo inferior). La única rama terminal del plexo lumbosacro es el nervio ciático mayor. En la tabla 186-3 se presentan las lesiones plexulares lumbosacras más frecuentes. La neuritis idiopática de plexo lumbosacro es el equivalente en la extremidad inferior de la plexopatía braquial idiopática, aunque es mucho menos frecuente. La lesión del plexo lumbosacro puede deberse a traumatismos locales. La plexopatía lumbar se puede presentar como neuropatía aislada en pacientes diabéticos (síndrome de Garland) o como complicación de procesos ginecológicos o de su tratamiento. La principal manifestación clínica es la paresia de los músculos cuádriceps, que cursa con debilidad para la extensión de la pierna. El nervio pudendo se puede lesionar en el curso de maniobras ginecológicas u obstétricas. La consecuencia principal de la lesión del nervio pudendo es incontinencia por debilidad de los esfínteres. Lesiones de nervios del miembro inferior La compresión del nervio femorocutáneo en el arco inguinal es el mecanismo lesional más probable de la meralgia parestésica, un síndrome caracterizado por disestesias en la cara anteroexterna del muslo. La sintomatología suele ceder espontáneamente, aunque, en casos rebeldes, puede tratarse con infiltraciones anestésicas locales o la descompresión quirúrgica. La lesión de los nervios crural y obturador puede producirse en fracturas de pelvis, luxación de cadera y complicaciones obstétricas. En la lesión del nervio crural se puede presentar un déficit motor notable, principalmente al subir escaleras, la hiporreflexia rotuliana, y un déficit sensitivo característico por la afección de la rama sensitiva terminal, el nervio safeno interno, que se distribuye por la cara anterointerna del muslo y la cara interna de la pierna. El nervio ciático mayor es el nervio más largo y voluminoso de la extremidad inferior. Una axonotmesis o neurotmesis del nervio ciático (por traumatismos pélvicos, inyección intramuscular) es muy incapa- citante, con limitación funcional grave de la flexión de la rodilla y el control de los músculos de la pierna y el pie. Tiene dos ramas terminales: el ciático poplíteo externo o peroneal común y el ciático poplíteo interno o tibial posterior. El nervio peroneal común puede sufrir un síndrome de compresión en la cabeza del peroné, lo que causará una paresia o parálisis de la dorsiflexión del pie, con la típica marcha en estepaje, y alteraciones sensitivas en la cara anteroexterna de la pierna y dorso del pie. En el nervio tibial posterior puede producirse una lesión por atra- pamiento del nervio en el ligamento anular interno del tarso, conocido como síndrome del canal tarsiano, que cursa con parestesias de la planta del pie y debilidad de la flexión plantar de los dedos. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Doughty CT, Bowley MP. Entrapment Neuropathies of the Upper Extremity. Med Clin North Am 2019;103:357-70. Hallett M. Electrophysiologic approaches to the diagnosis of entrapment neuropathies. Neurol Clin 1985;3:531-41. Nicholson G. The dominantly inherited motor and sensory neuropathies. Muscle Nerve 2006;33:589-97. Omejec G, Podnar S. Precise localization of ulnar neuropathy at the elbow. Clin Neurophysiol 2015;126:2390-6. Poage C, Roth C, Scott B. Peroneal Nerve Palsy: Evaluation and Management. J Am Acad Orthop Surg 2016;24:1-10. Figura - Síndromes discorradiculares L4 (A), L5 (B) y S1 (C). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org Push Button0:
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