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CAPÍTULO 195 Sexo y género © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 1523 SEXO Y GENERO INTRODUCCIÓN Tradicionalmente se han englobado en el mismo capítulo la disforia de género, las disfunciones sexuales y los trastornos parafílicos. No obs- tante, la ubicación nosológica ha sido controvertida y en las recientes clasificaciones internacionales, o bien los tres grupos son separados en capítulos diferentes (DSM-5®), o bien se incluyen en el apartado otras condiciones relativas a la salud sexual, la disforia o la incongruencia de género (CIE-11). DISFORIA DE GÉNERO O TRASTORNOS DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO Concepto La identidad de género es el sentimiento o convicción profunda e inhe- rente que tiene una persona de ser un hombre, una mujer, o de un género alternativo (p. ej., pangénero, bigénero, agénero, género fluido, tercer género, no conformes con las categorías de género binario hom- bre-mujer, u otros nuevos términos que cambian rápidamente). La natu- raleza de la identidad de género no es, por lo tanto, dicotómica (hombre o mujer), sino un continuum (diferentes grados de identificación con ser hombre o mujer o identificación con algún género alternativo). Para entender el concepto de disforia de género tenemos que partir de que la identidad de género en la mayoría de los individuos está en concordancia con su aspecto físico, su anatomía, su biología y cómo les ven los demás al respecto, y esta mayoría tienen la convicción de ser hombre o mujer. Pero existen individuos cuya identidad de género no corresponde con el sexo asignado al nacer y/o con sus características sexuales primarias o secundarias. Transgénero es un adjetivo que describe este amplio espectro de individuos cuya identidad de género difiere, en diversos grados y de forma transitoria o persistente, del sexo asignado al nacer. En contraste, está el término cisgénero, que hace referencia a aquellas personas cuya identidad de género sí que corresponde al sexo asignado al nacer. En el conjunto de las personas transgénero, el grado de discordancia que presentan puede ser muy diverso. Cuando la discordancia es transitoria o de intensidad leve, el malestar puede no estar presente o ser tan leve que no precise atención clínica. En este grupo se incluye gran parte de las personas que se definen como genderqueer o de género no binario, andróginos o no conformes con el género. Cuando el grado de dis- cordancia es mayor y persiste, o los deseos de tratamiento hormonal o reasignación no son posibles y en consecuencia generan malestar significativo, se habla de disforia de género. El término disforia de género se puede utilizar con dos acepciones. Como término descriptivo que hace referencia al malestar afectivo o cognitivo que acompaña a la incongruencia entre la identidad de género sentida y el sexo asignado al nacer. Y como categoría diagnóstica cuando cumple unos criterios específicos. Clasificación Los términos utilizados en el entorno sanitario actualmente son disforia de género (DSM-5) e incongruencia de género (ICD-11), previamente denominados transexualismo (ICD-10) y trastorno de la identidad de género (DSM-IV-TR). Los criterios de los cuatro son similares, pero no iguales, pues los dos términos actuales abarcan un espectro de individuos más amplio, con un grado de malestar que puede no ser tan extremo o con una identificación diferente a la asignada al nacer, pero no exclusivamente del otro sexo (hombre o mujer), sino que incluyen la posibilidad de identificación con un género alternativo (p. ej., pangénero, bigénero, agénero, etc.). A pesar de ello, persisten controversias sobre cómo clasificar a las personas transgénero o con disforia de género para, por una parte, despatologizar las diversas iden- tidades y expresiones de género y, a la vez, dar una atención clínica a quien solicita tratamiento. Epidemiología La disforia de género en el adolescente o el adulto es de dos a tres veces más frecuente en varones biológicos que en mujeres. Estudios recientes cifran la prevalencia en 1 de cada 11.000 varones y en 1 de cada 30.000 S E C C IÓ N X II I Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. (mentales o conductuales) que se traduce en grave deterioro de la actividad normal e intenso malestar psíquico. Patogenia Este trastorno tiene un origen probablemente genético, pero en algún subgrupo de pacientes podría estar relacionado con infecciones repeti- das por el estreptococo β-hemolítico del grupo A. Neuroquímicamente, los datos disponibles sugieren una alteración de la actividad serotoni- nérgica, basada fundamentalmente en el mecanismo de acción de los fármacos que han demostrado mayor eficacia. Cuadro clínico Las obsesiones más comunes se refieren al riesgo de contaminación, el orden y las dudas repetitivas. Asimismo, el paciente puede referir ideas intrusivas desagradables de carácter violento o sexual. Las compulsiones suelen ser de lavado, limpieza y rituales mentales, como repetir ora- ciones u operaciones aritméticas. La realización de las compulsiones alivia temporalmente la ansiedad y el intento de resistirse a ellas la aumenta. En las formas graves el paciente sufre graves limitaciones y resulta incapacitado para la actividad cotidiana. Tratamiento Como en el caso del trastorno de pánico, los tratamientos de primera elección incluyen la terapia cognitivo-conductual y el tratamiento farmacológico, que pueden utilizarse también de manera combinada. El tratamiento farmacológico de mayor eficacia es la clomipramina en dosis altas (hasta 225 mg/día). Los ISRS, y en especial la fluvoxa- mina y en dosis elevadas, también han demostrado eficacia, aunque sensiblemente inferior a la de la clomipramina. En general, la res- puesta al tratamiento (terapia cognitivo-conductual o tratamiento farmacológico) es parcial, sólo un 60%-70% responde y suelen persistir síntomas residuales. El tratamiento puede complementarse o potenciarse con otros fármacos como anfetaminas, metilfenidato o determinados antipsicóticos. En algunos casos, los IMAO producen mejorías limitadas. En situaciones de gran incapacitación y resistencia a la medicación están indicadas las intervenciones neuroquirúrgicas (psicocirugía). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Craske MG, Stein MB. Anxiety. Lancet 2016;388(10063):3048-59. Eaton WW, Bienvenu OJ, Miloyan B. Specific phobias. Lancet Psychiatry 2018;5(8):678-86. Goldberg G, Kendler K, Sirovatka P, Regier D. Temas de investigación DSM-5®: Depresión y trastorno de ansiedad generalizada. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2011. Hirschtritt ME, Bloch MH, Mathews CA. Obsessive-Compulsive Disorder: Advances in Diagnosis and Treatment. JAMA 2017;317(13):1358-67. Solé PA, Gascón J. RTM-IV: Recomendaciones terapéuticas en los trastornos mentales. 4.ª ed. Majadahonda: Comunicación y Ediciones Sanitarias; 2012. https://booksmedicos.org 1524 SECCIÓN XII I Psiquiatría mujeres. No existen datos epidemiológicos fiables sobre otros sub- grupos (infancia o no especificados), y no existen estudios de prevalencia sobre el global de personas transgénero o no conformes con su identidad de género. Etiología La hipótesis actual más aceptada sostiene que se trata de una alteración en el proceso de diferenciación sexual (discordancia entre la diferencia- ción sexual del cerebro y la del resto de las estructuras anatómicas) que tiene lugar durante el desarrollo fetal y los 2-3 primeros años de vida. Cuadro clínico Tanto el DSM-5® como el CIE-11 subclasifican la disforia de género en categorías. Disforia de género en la adolescencia o la adultez/Discordancia de género en la adolescencia o la adultez Se manifiesta por una marcada incongruencia entre el género experi- mentado osentido y el sexo asignado al nacer. En consecuencia, quien lo padece presenta un intenso deseo de librarse de sus características sexuales primarias o secundarias (o, en caso de adolescentes jóvenes, prevenir su aparición) y de adquirir las características del otro género o de un género alternativo. Por lo tanto, desean ser tratados del géne- ro con el que se identifican. En la mayoría de los casos refieren el inicio de los síntomas en la infancia (aunque el criterio temporal para el diagnós- tico es de al menos 6 meses). La mayoría presentan marcada aversión y rechazo hacia sus genitales y características sexuales secundarias, por lo que buscan tratamiento hormonal y quirúrgico para adquirir las características anatómicas del otro género. En su mayoría no presentan alteraciones cromosómicas, genitales u hormonales. Al igual que en el resto de la población, su orientación sexual puede ser heterosexual, homosexual, bisexual o asexual. Disforia de género en niños/Discordancia de género en la infancia Se expresa en el niño o la niña por un deseo repetido o insistencia de ser un miembro del otro género (o de un género alternativo). En niños asignados al nacer como varones se manifiesta por una fuerte preferen- cia por vestirse con ropa femenina o simular atributos femeninos; en los asignados como niñas se manifiesta por una marcada preferencia por llevar ropa masculina y una gran resistencia a vestir con la típica ropa femenina. Estos niños también presentan una marcada prefe- rencia hacia juguetes, juegos, actividades o fantasías más típicamente asociados al otro género, y un fuerte rechazo a los más tradicionalmen- te asociados a su sexo. También suelen presentar un marcado malestar con sus características anatómicas sexuales y un deseo de manifestar en un futuro las características sexuales primarias y secundarias del género con el que se identifican. Otra disforia de género y disforia de género no especificada Estas categorías se aplican cuando están presentes síntomas caracterís- ticos de la disforia de género, pero no se cumplen todos los criterios de las anteriores categorías en cuanto a tiempo o intensidad. Aquí se incluirían muchos de los casos que se podrían encuadrar en el espectro de las personas transgénero. Diagnóstico y diagnóstico diferencial Es importante que el uso del término disforia de género se limite a aquellas personas que presentan un malestar significativo por esta condición. El diagnóstico diferencial debe establecerse con individuos que presentan una no conformidad con los roles y conductas típicamente establecidos como masculinos y femeninos (chicas con preferencias muy masculinas [tomboyism], chicos con conductas afeminadas [andróginos, girly-boy]) o individuos adultos que presentan conductas de travestismo ocasional. También debe diferenciarse del trastorno por travestismo y del trastorno dismórfico corporal. Aunque puede existir comorbilidad con cualquier trastorno psiquiátrico, hay que descartar que no sea un síntoma de un trastorno psicótico, un trastorno del espectro autista, un trastorno obsesivo-compulsivo o trastornos de la personalidad. Tratamiento Las opciones terapéuticas son varias y el abordaje terapéutico debe ser individualizado en función del grado de disforia y las necesidades de la persona. Incluyen atención por profesionales expertos en salud mental y acompañamiento psicológico, que puede estar asociado a psicoterapia (individual, de pareja, familiar o de grupo), para exploración de su identidad y expresiones de género, orientación y acompañamiento en el proceso de transición y cambio de roles, y atención al impacto familiar, social, de pareja o a las consecuencias emocionales. Tratamiento hormonal cruzado con el objetivo de eliminar o reducir los caracteres sexuales secundarios del sexo original e inducir los del otro sexo (p. ej., crecimiento de la barba, vello, cambios en la voz, desarrollo mamario, redistribución de la grasa). En la transición de hombre a mujer se administran estrógenos y antian- drógenos en comprimidos orales o parches, y en el grupo de mujer a hombre, testosterona en forma intramuscular o en parches. La cirugía de confirmación de género de hombre a mujer puede incluir vaginoplastia, mamoplastia de aumento, cirugía de reducción de nuez y cirugías de feminización facial, de abdomen o de nalgas. Estas mujeres también suelen requerir depilación de barba y vello corporal y, en casos en que se ha producido una masculinización de la voz, técnicas de logopedia o cirugía de la voz. La cirugía de mujer a hombre consiste principalmente en mamoplastia de reducción, que es la intervención que más alivio produce; la histerectomía suele ser menos solicitada, y sólo una minoría se someten en la actualidad a la cirugía genital masculinizante (faloplastia y metaidoioplastia) por ser compleja, con alto índice de complicaciones, y tener un elevado coste sanitario. En la infancia la actitud debe ser expectante, dado que no siempre continúa en el adulto. Inicialmente está dirigida a favorecer la adapta- ción del niño a su entorno y a orientar a la familia. Cuando alcanzan el estadio de maduración sexual grado II de Tanner (habitualmente, 12 o 13 años), si persiste la disforia, se pueden iniciar tratamientos hormonales reversibles con análogos de la hormona liberadora de gona- dotropina para frenar los cambios puberales. A partir de los 16 años, si el diagnóstico se mantiene y confirma, se puede iniciar tratamiento hormonal cruzado como en el adulto. La cirugía de confirmación sexual se aconseja retrasarla hasta la mayoría de edad por ser un procedimiento irreversible. Aspectos legales Desde marzo de 2007, en España existe una ley que regula la posi- bilidad del cambio de nombre y sexo en el documento nacional de identidad (DNI) y otros documentos legales si la persona acredita que ha sido diagnosticada de disforia de género y ha recibido tratamiento médico durante al menos 2 años para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado. DISFUNCIONES SEXUALES Concepto La disfunción sexual se define como una alteración persistente de la capacidad de la persona para responder sexualmente o para experi- mentar placer sexual. Etiología Es multifactorial y suele existir una compleja interrelación entre facto- res biológicos, socioculturales y psicológicos (estos últimos casi siempre presentes). Incluye factores de pareja y de relación (comunicaciones, diferentes intereses, problemas sexuales de la pareja), vulnerabilidad individual (mala imagen corporal, antecedentes de abuso sexual o Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 195 Sexo y género © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 1525 emocional), comorbilidad psiquiátrica (depresión, ansiedad, estrés), factores culturales y religiosos (cogniciones y actitudes negativas hacia la sexualidad), y factores médicos o tóxicos. Cuadro clínico Se pueden diferenciar las siguientes categorías. Trastorno del interés/excitación sexual femenina Se manifiesta por la disminución o ausencia de fantasías y deseos de actividad sexual de forma persistente y recurrente, así como por la dificultad para obtener o mantener los cambios fisiológicos propios de la excitación (vasocongestión pélvica y lubricación vaginal) y, por lo tanto, por la falta de sensación subjetiva de placer. Es el motivo de consulta más frecuente en mujeres. Las causas son muy diversas: fal- ta continuada de gratificación sexual, actitudes negativas relacionadas con el sexo, monotonía, conflictos de pareja o excesiva demanda por alguna de las partes. Es muy resistente al tratamiento. Trastorno de deseo sexualhipoactivo en el varón Se manifiesta por una disminución (o ausencia) persistente o recurrente de pensamientos eróticos o fantasías sexuales, y de deseo de actividad sexual. El criterio de disminución debe tener en cuenta factores que afectan al funcionamiento sexual, tales como la edad y el contexto general y sociocultural de la vida del individuo. Trastorno eréctil También se denomina disfunción eréctil, se manifiesta en el varón por una marcada dificultad, incapacidad o un retraso persistente para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual, además de la falta de sensación de placer. Es el motivo de consulta más frecuente en el varón y su prevalencia aumenta con la edad, en especial a partir de los 50 años. Suele ser vivido como muy traumático. Trastorno orgásmico en la mujer y en el varón Es la ausencia de orgasmo o su retraso persistente o recurrente tras una estimulación adecuada. El orgasmo no coital se acepta como una variante normal de la respuesta sexual femenina. Eyaculación prematura (precoz) Es la eyaculación persistente o recurrente ante una estimulación mínima antes, durante o poco después de la penetración (alrededor de 1 min) y antes de que la persona lo desee. Es la disfunción más frecuente en el varón, aunque existen casos que no comportan malestar para ninguno de los miembros de la pareja, por lo que no son motivo de consulta. Eyaculación retardada Se manifiesta por un marcado retraso en la eyaculación, o ausencia de esta, en casi todas o todas las ocasiones de actividad sexual en pareja. Trastorno por dolor genitopélvico/de la penetración Se manifiesta por dolor genital relacionado con el coito (dispareunia) y/o contracción involuntaria de la musculatura del tercio inferior vaginal durante el acto sexual que imposibilita la penetración (vaginis- mo). Con frecuencia se presentan en una compleja interacción y son difíciles de distinguir. Disfunción sexual inducida por enfermedad médica En esta categoría se engloban aquellas disfunciones asociadas a los efectos fisiopatológicos directos de una enfermedad médica. En el caso del trastorno eréctil, la más estudiada de las disfunciones, las principales causas orgánicas son la diabetes y las enfermedades vasculares. Disfunción sexual inducida por sustancias/medicamentos Es aquella en la que, a partir de la exploración física y la historia clínica, se reúnen pruebas suficientes que sugieren una inducción debida al consumo de sustancias, como productos adictivos (alcohol, heroína, metadona) o fármacos (antidepresivos, β-bloqueantes, antiepilépticos, diuréticos, corticoides, antiandrógenos y neurolépticos). El trastorno por aversión al sexo, definido como un rechazo persis- tente con evitación de contactos sexuales genitales por aversión extrema al sexo, se ha excluido como entidad en el DSM-5® debido al escaso uso y al poco apoyo de estudios en la literatura. Todas las disfunciones sexuales, excepto la disfunción sexual indu- cida por sustancias/medicamentos, precisan para su diagnóstico que se presenten durante un mínimo de 6 meses. Tratamiento La terapia psicosexual es el tratamiento más eficaz y debe realizarse desde un punto de vista biopsicosocial. Aunque en algunas se requieren tratamientos específicos, en esencia consisten en informar, conocer los genitales y el funcionamiento de su respuesta sexual, fomentar la comunicación entre la pareja, potenciar técnicas adecuadas (técnicas de focalización sensorial y desensibilización sistemática, entrenamiento de la masturbación) y reducir la ansiedad derivada del miedo al fracaso. Los tratamientos farmacológicos para la disfunción eréctil comerciali- zados son inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (sildenafilo, vardenafilo, tadalafilo, avanafilo) y el agonista dopaminérgico clorhidrato de apo- morfina. Menos utilizados son tratamientos hormonales, inyecciones intracavernosas, bombas de vacío, implantes de pene o cirugía vas- cular en casos de patología vascular. Para mujeres los tratamientos farmacológicos en la actualidad son de baja utilidad. TRASTORNOS PARAFÍLICOS Concepto El término parafilia denota cualquier interés sexual intenso y persis- tente, distinto del interés sexual por la estimulación genital o las caricias preliminares dentro de relaciones humanas consentidas y con parejas físicamente maduras y fenotípicamente normales. Un trastorno parafílico es una parafilia (fantasías, impulsos o comportamiento sexual ante estímulos distintos a la estimulación genital) que causa malestar o deterioro en el individuo o cuya satis- facción conlleva un perjuicio personal o riesgo de daño a terceros. Es decir, la parafilia es una condición necesaria, pero no suficiente, para diagnosticar un trastorno parafílico, y por sí misma no justifica o requiere necesariamente una intervención clínica. No obstante, algunas parafilias, como el exhibicionismo, la pedofilia o el sadis- mo con una persona que no consiente, se consideran ya un criterio diagnóstico de trastorno. Etiología y epidemiología Se desconocen, al tratarse de conductas generalmente ocultas y por las que la persona no solicita atención. Habitualmente se presentan en varones. En mujeres se diagnostican muy raramente, excepto en el caso del masoquismo, cuya incidencia se ha estimado en 1 mujer por cada 20 varones. Cuadro clínico El inicio suele darse en la adolescencia y tiende a la cronicidad. En un mismo individuo pueden coexistir más de uno de estos trastornos. Se distinguen varias categorías. Trastorno de exhibicionismo Es la exposición de los genitales propios a un extraño que no lo espera. En general, afecta a varones que se exhiben ante una mujer de cualquier edad (aunque a veces son selectivos), al parecer con la intención de sor- prenderla o asustarla. Puede acompañarse o no de automasturbación. S E C C IÓ N X II I Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1526 SECCIÓN XII I Psiquiatría Trastorno de fetichismo Consiste en el uso de objetos inanimados (fetiches) o una focalización altamente específica en partes del cuerpo (no genitales) para la excita- ción sexual. El fetichista necesita estos objetos para masturbarse o pide a su pareja que los use en la relación sexual. La lista de posibles fetiches es interminable; uno de los preferidos es la ropa interior femenina. Trastorno de frotteurismo La excitación se obtiene por el hecho de tocar o rozar a una persona que no consiente y suele darse en aglomeraciones de gente. Trastorno de pedofilia La persona con este trastorno presenta fantasías o comportamientos sexuales que involucran a niños, generalmente prepúberes (de 13 años o menores). Comprenden desde mirar o tocar hasta realizar prácticas sexuales. Aunque las víctimas pueden ser de ambos sexos, con más frecuencia son niñas. Trastorno de sadismo sexual y trastorno de masoquismo sexual El sádico busca el placer a través del sufrimiento psicológico o físico de la víctima, que puede consentir o no. El masoquista lo obtiene por el hecho de sentirse humillado, pegado o sometido a cualquier otra forma de sufrimiento. Puede llegar a poner en peligro la vida del sujeto, como en casos de mutilación o de privación del oxígeno para la obtención de placer (también denominada hipoxifilia). Trastorno de travestismo Se ha descrito sólo en varones y consiste en vestirse con ropa del sexo opuesto (con fetichismo) o en pensamientos o imágenes de verse como mujer (con autoginefilia), con el fin de obtener una excitación sexual seguida, aunque no siempre, de automasturbación. Debe diferenciarse de las conductas de travestismo que se encuadran dentro de la disforia de género. Trastorno de voyeurismo Consiste en la observación oculta de otras personas,generalmente desconocidas, en plena actividad sexual o simplemente desnudas o en el proceso de desnudarse, lo cual constituye la forma de excitación preferente o exclusiva. No hay un interés por mantener contacto real con las personas observadas. Trastorno parafílico no especificado Las posibles parafilias son interminables. Algunos ejemplos son escato- logía telefónica (llamadas obscenas), necrofilia (cadáveres), parcialismo (atención centrada exclusivamente en una parte del cuerpo), zoofilia (animales), coprofilia (heces), clismafilia (enemas) y urofilia (orina). Tratamiento La terapia más utilizada en los trastornos parafílicos se basa en técnicas de modificación de conducta y, en casos graves, en la administración de antiandrógenos. No obstante, lo habitual es que la persona no busque tratamiento y, cuando lo hace, con frecuencia por motivos legales tras denuncias, no se muestra muy motivada para el cambio. Por ello, los resultados suelen ser poco satisfactorios. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Castelo-Branco C, Molero F. Manual de Sexología Clínica. Barcelona: Editorial Panamericana; 2019. Gómez Gil E, Esteva de Antonio I. Ser transexual. Barcelona: Glosa; 2006. Moreno O, Esteva de Antonio I. Grupo de Identidad y Diferenciación Sexual de la SEEN (GIDSEEN). Guías de práctica clínica para la valoración y tra- tamiento de la transexualidad. Endocrinología y Nutrición 2012;26:203-9. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Consumo de sustancias adictivas A. GUAL SOLÉ 196 INTRODUCCIÓN Uno de cada 10 ciudadanos europeos padece algún tipo de adicción, y 1 de cada 5 muertes prematuras en la Unión Europea es atribuible a las adicciones. Se estima que el coste del tratamiento de las adicciones y sus consecuencias médicas supera el 10% del gasto sanitario europeo. Los costes asociados al consumo de alcohol y tabaco en la Unión Europea en términos de salud, criminalidad y baja productividad ascienden a más de 250.000 millones de euros anuales, sin incluir el daño a terceros (fumadores pasivos, víctimas de conductas violentas provocadas por el alcohol, accidentabilidad, etc.). Las drogas ilegales también tienen un impacto económico notable. Se estima que el tráfico de drogas cons- tituye alrededor del 1% del comercio mundial. La magnitud del problema y su larga duración ponen de relieve que la sociedad occidental todavía se halla muy lejos de haber encontrado respuestas preventivas eficaces frente al fenómeno de las adicciones. En parte se debe a que las medidas preventivas no obedecen a la evidencia científica, sino que habitualmente están influidas por los grupos de presión (ligados a la industria productora) y los objetivos políticos populistas a corto plazo. La distinción entre drogas legales e ilegales se corresponde precisamente con dichos motivos, puesto que desde la perspectiva científica resulta paradójico que las drogas legales sean precisamente las que mayores costes socioeconómicos comportan (tabla 196-1). La evidencia demuestra que una droga legal, el alcohol, es la más perjudicial para la sociedad si se tienen en cuenta tanto el daño para el individuo como el provocado a terceros. El mundo occidental permite que las drogas legales (alcohol y tabaco) circulen apenas sin restricciones en una economía de libre mercado y, por tanto, con la posibilidad de ejercer una importante presión publicitaria sobre el consumidor. Por el contrario, frente a las drogas ilegales, la criminalización de su consumo hace que a los problemas derivados de la propia droga se añadan la marginación y la criminalidad que comporta la ilegalidad. Por ello, debemos avanzar hacia modelos de intervención más coherentes, basados en la evidencia científica, en los que el consumo de las drogas legales se halle progresivamente más sujeto a una regulación efectiva de su disponibilidad. En el caso de las drogas ilegales se debe proceder a la progresiva descriminalización del consumo, sin que ello deba entenderse como sinónimo de legalización. Lamentablemente, en el caso del cannabis la tendencia es precisamente la contraria, puesto que se tiende a su progresiva liberalización, sin elementos reguladores. CONCEPTO El consumo de sustancias adictivas se inicia, por regla general, con objetivos recreacionales y bajo la presión de pares. Los riesgos asocia- dos empiezan en los primeros consumos, sin que exista solución de continuidad y sin que puedan establecerse niveles de consumo seguros o saludables para ninguna droga. La Organización Mundial de la Salud (OMS) distingue entre: Consumo de riesgo, patrón de consumo que incrementa el riesgo de consecuencias negativas para uno mismo o para terceros. Consumo dañino, cuando la ingesta comporta daños físicos mentales o sociales. Dependencia, constituida por un conjunto de alteraciones con- ductuales, cognitivas y fisiológicas que pueden aparecer después https://booksmedicos.org Push Button0:
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