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Nervio acústico (VIII) Ampolla Endolinfa Perilinfa Conductos semicirculares Utrículo Sáculo Vestíbulo Ventana oval Ventana redonda Caracol Nervio coclear Nervio vestibular Figura 8-11. El laberinto en el oído interno. Obsérvese la porción membranosa (en color) en el interior de la porción ósea. rior y exterior desembocan en la pared superior del vestíbu- lo óseo. El vestíbulo membranoso se encuentra en el interior del óseo como si fuera su molde (Fig. 8-11). Se pueden distin- guir dos compartimientos membranosos: el utrículo y el sáculo. El utrículo está situado en la parte posterosuperior, es el mayor de los dos y tiene forma esférica. El sáculo tiene una localización anteroinferior y es más pequeño. De ambos surgen dos pequeños conductos que se unen para formar el conducto endolinfático (alojado en el acueducto del vestíbulo). En su parte más alta se abre en un saco donde se reabsorbe un líquido llamado endolinfa (más ade- lante se estudiará su función). Finalmente, en el vestíbulo y por encima de la fosa redonda, se encuentra la porción inicial del conducto coclear (pertenece al caracol). El interior del vestíbulo está tapizado de células epitelia- les. Existen dos zonas, una en el utrículo y otra en el sáculo, donde las células se diferencian formando las máculas re- ceptoras del equilibrio. Entre ambas se constituye el deno- minado sistema otolítico (Fig. 8-12). En el interior de las máculas se encuentran, entre otras, unas células que son secretoras de endolinfa y las neuronas propiamente recepto- ras del equilibrio. Cada neurona está dotada de 40 a 80 cilios en su polo superior. Éstos se introducen en una sus- tancia gelatinosa formada por unos cristales, denominados otolitos, que constituyen la membrana otolítica. De la membrana basal de cada mácula salen los axones de las neuronas receptoras del equilibrio, que van a formar los fascículos del nervio vestibular (rama del nervio auditivo, VIII par craneal o estatoacústico). El interior de las estructuras del vestíbulo membranoso está bañado por la endolinfa (un líquido claro, con agua, y rico en sodio y globulinas). Este líquido es producido por algunas células de la mácula, se distribuye por el vestíbulo, los conductos semicirculares y el caracol, y finalmente llega por el conducto endolinfático al saco del mismo nombre, donde se filtra para pasar al líquido cefalorraquídeo. Entre el vestíbulo membranoso y el vestíbulo óseo se encuentra la perilinfa (un líquido claro, con agua, y rico en albúmina y potasio). La perilinfa se origina, por diálisis de la endolinfa, en la membrana de Reissner, situada en el caracol. Los movimientos de la endolinfa del sáculo y del utrícu- lo mueven a su vez la membrana otolítica, la cual desplaza los cilios de las neuronas receptoras. Así se crea un impul- so que informa al cerebro de los movimientos y la posición de la cabeza, e interviene en el mantenimiento del equili- brio. 8.3.3.2. Conductos semicirculares Los conductos semicirculares óseos son tres, y nacen y desembocan en el vestíbulo óseo. Están situados perpendi- cularmente entre sí y por su posición se denominan supe- rior, posterior y externo. Cada conducto tiene dos extremos: uno de ellos, que está dilatado, constituye el extremo ampo- llar, mientras que el otro forma el extremo no ampollar. El extremo ampollar del conducto semicircular superior nace en el orificio anterior del vestíbulo y el extremo no ampollar se une al del conducto semicircular posterior para desembo- car juntos en el orificio posterointerno del vestíbulo. El conducto semicircular externo es el más pequeño, en tanto que el posterior es el mayor. Los conductos semicirculares membranosos se encuen- tran en el interior de los conductos óseos y adoptan la misma forma y trayecto, pero son de menor diámetro. To- dos nacen y desembocan en el utrículo. Su interior está bañado por la endolinfa, que entra por sus extremos y se distribuye por todo su trayecto. Entre la parte membranosa y la ósea se encuentra la perilinfa. El interior de los conductos está tapizado por células epiteliales. En los extremos ampollares hay unas células diferenciadas que forman las crestas ampollares. En estas zonas el revestimiento epitelial aumenta de grosor y adopta una estructura semejante a la de una mácula, con la diferen- 212 Estructura y función del cuerpo humano
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