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ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DEL CUERPO HUMANO (231)

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Nervio acústico (VIII)
Ampolla
Endolinfa
Perilinfa
Conductos
semicirculares
Utrículo
Sáculo
Vestíbulo
Ventana oval
Ventana redonda
Caracol
Nervio coclear
Nervio vestibular
Figura 8-11. El laberinto en el oído interno. Obsérvese la porción membranosa (en color) en el interior de la porción ósea.
rior y exterior desembocan en la pared superior del vestíbu-
lo óseo.
El vestíbulo membranoso se encuentra en el interior del
óseo como si fuera su molde (Fig. 8-11). Se pueden distin-
guir dos compartimientos membranosos: el utrículo y el
sáculo. El utrículo está situado en la parte posterosuperior,
es el mayor de los dos y tiene forma esférica. El sáculo
tiene una localización anteroinferior y es más pequeño. De
ambos surgen dos pequeños conductos que se unen para
formar el conducto endolinfático (alojado en el acueducto
del vestíbulo). En su parte más alta se abre en un saco
donde se reabsorbe un líquido llamado endolinfa (más ade-
lante se estudiará su función). Finalmente, en el vestíbulo y
por encima de la fosa redonda, se encuentra la porción
inicial del conducto coclear (pertenece al caracol).
El interior del vestíbulo está tapizado de células epitelia-
les. Existen dos zonas, una en el utrículo y otra en el sáculo,
donde las células se diferencian formando las máculas re-
ceptoras del equilibrio. Entre ambas se constituye el deno-
minado sistema otolítico (Fig. 8-12). En el interior de las
máculas se encuentran, entre otras, unas células que son
secretoras de endolinfa y las neuronas propiamente recepto-
ras del equilibrio. Cada neurona está dotada de 40 a 80
cilios en su polo superior. Éstos se introducen en una sus-
tancia gelatinosa formada por unos cristales, denominados
otolitos, que constituyen la membrana otolítica. De la
membrana basal de cada mácula salen los axones de las
neuronas receptoras del equilibrio, que van a formar los
fascículos del nervio vestibular (rama del nervio auditivo,
VIII par craneal o estatoacústico).
El interior de las estructuras del vestíbulo membranoso
está bañado por la endolinfa (un líquido claro, con agua, y
rico en sodio y globulinas). Este líquido es producido por
algunas células de la mácula, se distribuye por el vestíbulo,
los conductos semicirculares y el caracol, y finalmente llega
por el conducto endolinfático al saco del mismo nombre,
donde se filtra para pasar al líquido cefalorraquídeo. Entre
el vestíbulo membranoso y el vestíbulo óseo se encuentra la
perilinfa (un líquido claro, con agua, y rico en albúmina y
potasio). La perilinfa se origina, por diálisis de la endolinfa,
en la membrana de Reissner, situada en el caracol.
Los movimientos de la endolinfa del sáculo y del utrícu-
lo mueven a su vez la membrana otolítica, la cual desplaza
los cilios de las neuronas receptoras. Así se crea un impul-
so que informa al cerebro de los movimientos y la posición
de la cabeza, e interviene en el mantenimiento del equili-
brio.
8.3.3.2. Conductos semicirculares
Los conductos semicirculares óseos son tres, y nacen y
desembocan en el vestíbulo óseo. Están situados perpendi-
cularmente entre sí y por su posición se denominan supe-
rior, posterior y externo. Cada conducto tiene dos extremos:
uno de ellos, que está dilatado, constituye el extremo ampo-
llar, mientras que el otro forma el extremo no ampollar. El
extremo ampollar del conducto semicircular superior nace
en el orificio anterior del vestíbulo y el extremo no ampollar
se une al del conducto semicircular posterior para desembo-
car juntos en el orificio posterointerno del vestíbulo. El
conducto semicircular externo es el más pequeño, en tanto
que el posterior es el mayor.
Los conductos semicirculares membranosos se encuen-
tran en el interior de los conductos óseos y adoptan la
misma forma y trayecto, pero son de menor diámetro. To-
dos nacen y desembocan en el utrículo. Su interior está
bañado por la endolinfa, que entra por sus extremos y se
distribuye por todo su trayecto. Entre la parte membranosa y
la ósea se encuentra la perilinfa.
El interior de los conductos está tapizado por células
epiteliales. En los extremos ampollares hay unas células
diferenciadas que forman las crestas ampollares. En estas
zonas el revestimiento epitelial aumenta de grosor y adopta
una estructura semejante a la de una mácula, con la diferen-
212 Estructura y función del cuerpo humano

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