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Epilepsias INTRODUCCIÓN Las epilepsias son una de las principales y más frecuentes enfermedades neurológicas crónicas. Los pacientes epilépticos sufren un injustificado estigma social derivado de errores conceptuales históricos. Por ello, todo médico de familia debe conocer las bases fundamentales para el cuidado de sus propios enfermos epilépticos, la mayoría de los cuales no requieren atención especializada. CONCEPTO Y DEFINICIONES Crisis epiléptica Según la ILAE (International League Against Epilepsy) es «el conjunto de síntomas o signos transitorios debidos a una descarga neuronal del cerebro anormal por su intensidad y sincronía». Por tanto: una crisis epiléptica si no tiene traducción clínica. - carga neuronal hipersíncrona (p. ej., depresión funcional isquémica o anóxica) no deben considerarse crisis epilépticas, aunque den lugar a manifestaciones clínicas parecidas. mioclonías, ataxia o espasmos musculares por descargas de otros agregados neuronales fuera de la corteza cerebral (tronco cerebral o de la médula) no son crisis epilépticas, aunque respondan a los mismos fármacos. Las manifestaciones clínicas de una crisis epiléptica son bruscas y breves. Pueden ser motoras, sensitivas, vegetativas, psíquicas, con o sin disminución de la consciencia. Una crisis epiléptica es un síntoma y por sí sola no define un síndrome o enfermedad epiléptica. Del 2% al 3% de la población tiene en algún momento de su vida una crisis epiléptica. Crisis provocada, crisis precipitada y crisis refleja Crisis provocada Aparece en relación temporal inmediata con una agresión cerebral aguda (ictus, traumatismo, anoxia, encefalitis, trastorno tóxico-meta- bólico agudo). Crisis precipitada Sucede por un factor inespecífico como la privación de sueño, el estrés o el abuso de alcohol en una persona con o sin crisis espontáneas previas. Crisis refleja Sigue a un estímulo sensitivo o sensorial o psíquico específico. Epilepsia En la nueva propuesta práctica de la ILAE, «epilepsia es una enferme- dad cerebral» que se define cuando: a) el paciente ha tenido dos o más crisis espontáneas o reflejas con > 24 h de intervalo; b) el paciente ha tenido una sola crisis no provocada (o refleja) si el riesgo de recurrencia es al menos del 60% en 10 años (similar al de los pacientes con dos crisis), o c) se puede hacer el diagnóstico de un síndrome epiléptico definido aun cuando sólo haya tenido una crisis. Epilepsia en actividad y epilepsia en remisión Una epilepsia está en actividad cuando el paciente ha sufrido una crisis en los últimos 2 años y está en remisión si no ha tenido crisis en 2 años. https://booksmedicos.org 1345 CAPÍTULO 172 Epilepsias S E C C IÓ N X IIEpilepsia de difícil control o refractaria o farmacorresistente Se define por el fracaso de dos pautas de fármacos antiepilépticos (FAE), tolerados y elegidos apropiadamente, en mono- y biterapia. Crisis continuas o estado de mal epiléptico La duración de las crisis o el tiempo durante el que se repiten para considerar que el paciente está en estado de mal es arbitrario. Tradi- cionalmente era de 30 min, pero se ha acortado a 5 min. A partir de 30 min hay un alto riesgo de daños neuronales irreversibles. Por encima de 60 min y de dos fármacos de primera línea por vía i.v. se considera un estado de mal refractario. Se denomina «superrefractario» si persis- te a las 24 h a pesar de la anestesia. Los estados de mal epiléptico se dividen en convulsivos y no convulsivos. Síndrome epiléptico Es un conjunto de síntomas y signos que definen un proceso epilép- tico por su historia natural, sus causas reconocidas, la predisposición hereditaria, un determinado tipo de crisis y de anomalías en el EEG, la respuesta al tratamiento y el pronóstico. Enfermedad epiléptica Es una entidad patológica con una etiología única y precisa. Así, la epilepsia mioclónica es un síndrome epiléptico, pero el subtipo Unve- rricht-Lundborg es una enfermedad. Encefalopatía epiléptica Es una entidad en la que las propias descargas o anomalías epileptóge- nas contribuyen al deterioro progresivo de la función cerebral. Cursa con defectos motores y mentales graves. EPIDEMIOLOGÍA Las epilepsias afectan al 0,5%-1,5% de la población, según el nivel sanitario de los países. Su curva de incidencia tiene dos picos, uno en la primera década de la vida y otro en la séptima. El pico precoz se debe sobre todo a las epilepsias del primer año de vida, cuya incidencia parece ir en disminución en los países desarrollados. Por el contrario, el pico de las epilepsias tardías se incrementa por las enfermedades vasculares cerebrales y neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. La epilepsia implica una morbimortalidad incrementada por trau- matismos, quemaduras, ahogamientos, neumonías, muerte prematura, suicidio y muerte súbita. Parte de la mortalidad se debe a la causa de la epilepsia y no a las crisis en sí mismas. El exceso de mortalidad recae, sobre todo, en los enfermos con lesiones cerebrales graves y crisis incon- troladas. La mortalidad específicamente relacionada con las crisis se debe al riesgo de estados de mal convulsivo y accidentes graves o asfixia durante los ataques. Ocasionalmente, los pacientes epilépticos sufren muerte súbita inexplicada (SUDEP). Es más frecuente en varones, adolescentes o adultos jóvenes con crisis convulsivas generalizadas. Ocurre más durante el sueño y se debe a paros cardíacos. La tasa de suicidios también es ligeramente superior en pacientes epilépticos. Los factores que más inducen al suicidio por sobredosis de medicamentos u otro medio son los trastornos de la personalidad y las alteraciones psicóticas interictales. No se ha podido probar que alguno de los fármacos antiepilépticos favorezca el suicidio. ETIOLOGÍA La ILAE ha propuesto los términos genética, desconocida y metabólico- estructural en lugar de los clásicos idiopática, criptogénica o sintomática (cuadro 172-1). GENÉTICA El tipo de herencia en las epilepsias se divide en dos grandes grupos: a) patrón mendeliano simple (autosómico dominante y recesivo; ligado al cromosoma X), y b) patrón no mendeliano o complejo (poligénico). Las mutaciones del DNA mitocondrial pueden cursar con un cuadro clínico complejo (MERFF o MELAS) o sólo con epilepsia rebelde. Las anomalías genéticas varían desde las mutaciones mendelianas (elevado riesgo de epilepsia), variantes raras, como microdeleciones (riesgo muy individual) y polimorfismos, o variantes comunes (riesgo bajo o desconocido). Las variaciones en el número de copias (CNV, del inglés copy number variants) patógenas se encuentran hasta en un 5% de los casos seleccionados. Muchos síndromes epilépticos son genéticamente heterogéneos y, a la inversa, mutaciones en el mismo gen dan lugar a síndromes diferentes. En la tabla 172-1 se recoge una clasificación de las bases genéticas conocidas de las epilepsias. PATOGENIA Las crisis epilépticas se deben a una descarga anormal y exagerada de ciertos agregados o poblaciones neuronales del cerebro que producen crisis epilépticas gracias a los procesos de sincronización, amplificación y propagación de las descargas. Todas las crisis son un desequilibrio entre la neurotransmisión excitadora y la inhibidora en el cerebro. El elemento neuronal básico es el cambio de despolarización paroxística (PDS, del inglés paroxismal depolarization shift). La sincronización de muchos PDS es capaz de producir los paroxismos epileptiformes en forma de puntas o punta-onda que se recogen en el EEG convencional, con o sin manifestaciones clínicas. La propagación de la descarga epi- léptica se hace mediante el reclutamiento de circuitos locales (intracor- ticales) siguiendo vías anatómicas de conexión intra- e interhemisféricas y las proyecciones subcorticales. Las crisis generalizadas se originan, probablemente, en estos circuitos bihemisféricos de rápida propagación y no en la corteza cerebral en su conjunto. La epileptogénesis primaria es elproceso por el que una estructura nerviosa normal se convierte en hiperexcitable hasta ocasionar crisis epilépticas de manera espontánea. La epileptogénesis secundaria es el conjunto de cambios neuroquímicos e histológicos por crisis epilépticas repetidas que contribuyen a la persistencia de las crisis y su trans- formación en farmacorresistentes. • CUADRO 172-1 Causas principales de las epilepsias Hereditarias Epilepsias genéticamente determinadas Congénitas (hereditarias o adquiridas) Displasias o disgenesias cerebrales Algunos tumores cerebrales Lesiones intraútero Malformaciones vasculares Síndromes neurocutáneos (neurofibromatosis, enfermedad de Sturge-Weber, esclerosis tuberosa) Anomalías cromosómicas (síndrome de Down-trisomía 21, cromosoma 20 en anillo, síndrome de Angelman-deleciones en cromosoma 15, trisomía o microdeleciones en otros cromosomas) Trastornos congénitos del metabolismo (aminoacidurias, leucodistrofias) Miopatías congénitas tipo Fukuyama Epilepsias mioclónicas progresivas Adquiridas Traumatismos Lesiones posquirúrgicas Lesiones postinfecciosas Infarto y hemorragia cerebrales Tumores Esclerosis del hipocampo (del lóbulo temporal) Tóxicos (alcohol y otras drogas) Enfermedades degenerativas (enfermedad de Alzheimer y otras demencias) Enfermedades metabólicas adquiridas Encefalitis autoinmunes (ac. anti-GABA y otros) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1346 SECCIÓN XII Neurología Las ausencias típicas dependen de la hipersincronía de los circuitos talamocorticales por la producción de corrientes de calcio en los canales de bajo umbral (canales T) de las neuronas del núcleo reticular del tálamo. De ahí el efecto terapéutico específico de la etosuximida en las ausencias, ya que inhibe las corrientes de calcio en los canales T. Las crisis focales se producen experimentalmente por la aplicación tópica de diversas sustancias y por la estimulación eléctrica repeti- da (kindling). Este es el modelo experimental más utilizado de las epilepsias temporolímbicas de la especie humana. Existen también modelos genéticos animales de las epilepsias humanas. ANATOMÍA PATOLÓGICA Las lesiones cerebrales relacionadas con las epilepsias varían según la edad y el reclutamiento. En las series neuropatológicas clásicas de centros para epilépticos crónicos predominaban las lesiones graves malformati- vas o adquiridas en la primera infancia. En las series neuropatológicas modernas basadas en las piezas de resección quirúrgica, la esclerosis del hipocampo es la lesión que se encuentra más frecuentemente (60%), seguida de los tumores gliales o neurogliales mixtos, los hamartomas y las heterotopias o displasias (el 25% entre los tres); el resto son malfor- maciones vasculares venosas, granulomas y otras lesiones. Al menos en el 10% de los casos, el tejido extirpado es normal histológicamente. No es raro encontrar, sobre todo en niños, una doble patología (esclerosis del hipocampo asociada a lesión neoplásica o malformativa). CUADRO CLÍNICO Crisis epilépticas La ILAE propone clasificar las crisis según se recoge en el cuadro 172-2. Síntomas prodrómicos Son síntomas inespecíficos como cambios del humor, irritabilidad, alteraciones del sueño, del apetito o del comportamiento, desde horas o días antes de la crisis. Aura epiléptica Es la sensación visual, sensitiva o psíquica inmediatamente previa a la crisis. En la práctica se aplica a las sensaciones epigástricas o psíquicas, como miedo, angustia, malestar indefinible, nerviosismo, alucinacio- nes, distorsiones de memoria y otras, que los pacientes experimentan casi siempre en el contexto de las crisis temporolímbicas. En las crisis focales frontales, los pacientes tienen sensaciones extrañas de mareo, vacío, presión u otras en la cabeza («aura cefálica»). Crisis generalizadas El primer síntoma es la pérdida de consciencia ya desde el inicio del ataque, con descarga difusa y simétrica en el EEG afectando las mani- festaciones motoras, si las hay, a las cuatro extremidades. TABLA 172-1 Bases genéticas de las epilepsias y otros síndromes neurológicos Tipo Subunidad Síndromes relacionados Canalopatías Canal de Na dependiente del voltaje SCN1A Síndrome de Dravet Otras epilepsias (GEFS +) MHF SCN1B Epilepsias generalizadas (GEFS +) EFNAD SCN2A CNFB SNC4A Parálisis periódica Paramiotonía congénita Miastenia infantil SNC8A Atrofia cerebelosa SCN9A Insensibilidad congénita al dolor Eritromelalgia, dolores paroxísticos Canal de K dependiente del voltaje KCNQ2 KCNQ3 CNFB 1 CNFB 2 KCNA1 Epilepsia focal Ataxia periódica 1 Canal de Cl CLCN2 EGI Canal de Ca CACNA1A EGI Ataxia episódica tipo 2 CACNA1H Ausencias infantiles CACNB4 EGI Proteínas de receptores Receptor nicotínico de acetilcolina CHRNA4 EFNAD 1 CHRNA7 Aumento del riesgo de EGI Esquizofrenia CHRNB2 EFNAD 2 Receptores GABA A (ligando de canal de Cl) GABRA1 GABRD3 GABRD EGI GABRG2 EGI, síndrome de Dravet Otros genes LGI1 EFADSA MASS/ VLGR1 Crisis febriles y no febriles SLC2A1 (GLUT1) Ausencias y otros fenotipos variados CNFB: convulsiones neonatales familiares benignas; EFADSA: epilepsia focal autosómica dominante con síntomas auditivos; EFNAD: epilepsia frontal nocturna autosómica dominante; EGI: epilepsias generalizadas idiopáticas; GEFS +: epilepsia generalizada con crisis febriles plus; MHF: migraña hemipléjica familiar. • CUADRO 172-2 Clasificación de los tipos de crisis epilépticas (International League Against Epilepsy [ILAE], 2017) Crisis generalizadas Motoras Tónico-clónicas Otras No motoras (ausencias) Crisis focales Con consciencia conservada Motoras No motoras Con consciencia alterada Motoras No motoras Focales con progresión a tónico-clónicas bilaterales Inicio desconocido Motoras Tónico-clónicas Otras No motoras No clasificadas Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1347 CAPÍTULO 172 Epilepsias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X IICrisis generalizadas motoras Pueden ser tónicas, clónicas o más frecuentemente una combinación de ambas. Las mioclonías epilépticas son sacudidas musculares breves que pueden provocar el lanzamiento de lo que se tiene en las manos y que en el EMG duran entre 20 y 120 ms. En el EEG se registran paroxismos de puntas o polipunta-onda generalizados y simétricos. Las mioclonías ocurren aisladas o en salvas, espontáneas o provocadas por estímulos sensitivos o sensoriales, como la estimulación luminosa intermitente, y facilitadas por la fatiga, el estrés o la privación de sueño. Forman parte de muchos síndromes epilépticos. Las crisis tónicas producen un espasmo muscular prolongado que se acentúa y se extiende de una manera progresiva por el tronco y las extremidades en un patrón variable. Las crisis tónicas axiales suelen ser muy breves y provocan la caída del enfermo, que se golpea en la cabeza. En el EEG se registran ritmos rápidos de bajo voltaje que aumentan progresivamente de amplitud y disminuyen de frecuencia hasta el final de la crisis. La crisis tónico-clónica se inicia por la contracción tónica en flexión o en extensión, a veces con evolución de una a otra. Durante la fase tónica, de unos 10 a 30 s, el enfermo puede emitir un grito agudo por el espasmo de la laringe y tiene la mandíbula encajada. En esta fase la respiración se interrumpe y aparece cianosis. La fase clónica comienza con sacudidas muy breves y poco amplias, comouna especie de temblor, y progresivamente los movimientos son más amplios, violentos y espaciados, síncronos y aproximadamente simé- tricos en las cuatro extremidades. El enfermo suda y babea y la saliva es sanguinolenta si se ha mordido la lengua o la mejilla; la respiración es estertorosa incluso cuando han cesado las convulsiones. Suele haber taquicardia y subida de la presión arterial. Es frecuente que el enfermo se lastime al caer y se orine, pero estos acontecimientos, como también la mordedura de la lengua, son aleatorios y pueden faltar en una crisis epiléptica auténtica, mientras que a veces ocurren en ciertos síncopes o crisis funcionales. Algunos enfermos sufren luxaciones del hombro o aplastamientos vertebrales. Al despertar de la crisis, el paciente está confuso, con amnesia de lo ocurrido, cefalea y dolorimiento muscular difuso. También puede quedar estuporoso y dormir incluso varias horas. La expresión EEG de estas crisis comienza con un ritmo reclutante durante la fase tónica, que se sigue de descargas más o menos rítmi- cas durante la fase clónica y de una lentificación difusa del trazado en el estado estuporoso poscrítico. Crisis atónicas Producen la pérdida del tono postural, que puede ser limitada sólo a la cabeza o a una flexión de las rodillas, o ser total, lo que provoca la caída del enfermo (drop-attack epiléptico). Las crisis atónicas son más frecuentes en los síndromes epilépticos sintomáticos de lesiones cerebrales difusas y, a menudo, se combinan con crisis mioclónicas (epilepsias astatomioclónicas). Crisis generalizadas no motoras o ausencias Reciben el nombre clásico de ausencias porque el enfermo detiene su actividad, queda con la mirada fija, como ausente, no contesta y pasados unos segundos recupera la consciencia. Hay ausencias típicas y atípicas. Las ausencias típicas se caracterizan por la aparición en el EEG de una descarga de complejos de punta-onda generalizados, síncronos y simétricos a una frecuencia de 3 Hz o más. Pueden repetirse muchas veces en 1 día. Son muy sensibles a la hiperventilación. En algunas ausencias típicas hay otras manifestaciones motoras como mioclonías posturales de los brazos, retropulsión del tronco, desviación conjugada de la cabeza y ojos, atonía postural o automatismos gestuales. Las ausencias atípicas se caracterizan por descargas en el EEG de punta-onda lenta a unos 2 Hz, a menudo son prolongadas, se asocian a mioclonías o crisis astatomioclónicas y forman parte del síndrome de Lennox-Gastaut. Crisis epilépticas focales Se deben a descargas en un área limitada de la corteza cerebral, por lo que remedan su función fisiológica (tabla 172-2). El paciente experimenta una combinación variada de síntomas de los cuales es total o parcialmente consciente. Los síntomas y signos vegetativos consisten en cambios en el color de la piel, aumento de la presión arterial, piloerección, dilatación pupilar, movimiento intestinal, salivación, taquicardia o bradicardia y síncope. Los síntomas sensitivos pueden ser elementales en forma de hor- migueos, quemazón, dolor u otras sensaciones desagradables en un área corporal que se extienden o no al resto de un hemicuerpo. Las sensaciones más elaboradas como deformación o desaparición del hemicuerpo tienen su origen en las áreas parietales próximas al surco central. Los síntomas visuales simples consisten en la alucinación de chis- pas, luces o colores en el hemicampo contralateral y ocurren en las crisis focales occipitales del área visual primaria. En las crisis de las áreas visuales asociativas aparecen trastornos visuales complejos como poliopsia, palinopsia o metamorfopsias y alucinaciones diversas. Los síntomas y signos motores son de diverso tipo. Pueden ser clonías de un segmento corporal que se extienden o no al resto del hemicuerpo (marcha jacksoniana) cuando el foco está próximo al área motora prima- ria. En los focos frontales puede haber una conducta motora abigarrada TABLA 172-2 Sintomatología de las crisis epilépticas focales según su origen Localización Síntomas más frecuentes Lóbulo frontal Desviación conjugada de los ojos Contracción tónica postural del brazo Vocalización simple Enuresis «Ausencia» sin automatismos Comienzo y fin brusco Movimientos repetitivos complejos del tronco, los brazos y las piernas Área motora primaria Contracción tónica y/o sacudidas clónicas del hemicuerpo contralateral con o sin marcha jacksoniana (sin disminución de consciencia) Detención del lenguaje, vocalización simple, disfasia Área sensitiva primaria (y lóbulo parietal) Parestesias, dolor, alucinaciones somestésicas en el hemicuerpo contralateral con o sin propagación jacksoniana, ilusiones de movimiento, vértigo, alucinaciones visuales elaboradas (sin disminución de consciencia) Lóbulo occipital Alucinaciones visuales elementales (luces, chispas) o complejas Distorsiones visuales de los objetos Desviación conjugada de los ojos Lóbulo temporal, del complejo amigdalohipocámpico Sensaciones indefinibles; alucinaciones olfatorias, digestivas o gustativas; detención y fijación de la mirada y de toda actividad, fenómenos dismnésicos (déjà vu) o pensamiento forzado, automatismos bucolinguofaríngeos o de las manos, postura distónica de la mano contralateral, descarga autonómica (enrojecimiento o palidez, sudoración, ruidos intestinales), vómitos Confusión, amnesia y disfasia prolongadas Lóbulo temporal, de la corteza posterolateral Alucinaciones auditivas simples o complejas, vértigo, movimientos faciales, signos vegetativos Ínsula Síntomas vegetativos/digestivos, somatosensitivos (ipsi- o contralaterales) y manifestaciones hipermotoras (por propagación) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1348 SECCIÓN XII Neurología y repetida. En las crisis del área motora suplementaria, el paciente adopta una postura con extensión de la pierna contralateral (o de ambas) y elevación y semiflexión del brazo contralateral; el giro de la cabeza es como si mirara a su puño cerrado. Las alteraciones del lenguaje son variadas dependiendo del origen de la descarga, casi siempre en el hemisferio izquierdo. Puede haber una detención del lenguaje, frases repetitivas sin sentido o contes- tación inadecuada. Casi siempre que la estereotipia verbal es una frase larga y bien inteligible, el foco es del lado derecho. En las crisis del área motora suplementaria puede haber vocalizaciones simples iterativas. El contenido psíquico de las crisis es variado. Los pacientes pueden tener alteraciones dismnésicas y cognitivas. Las sensaciones dismné- sicas pueden oscilar de una sensación de irrealidad como si todo fuera desconocido (jamais vu) o de asistir a un acontecimiento muy familiar, siempre el mismo (déjà vu, déjà vécu). También hay crisis de amnesia pura (amnesia transitoria epiléptica) y episodios de bloqueo mental interferido por una idea fija, idéntica cada vez (pensamiento «forzado»). Otras alucinaciones pueden ser olfativas o auditivas, bien simples, como la percepción de un olor desagradable o un zumbido, bien com- plejas, de olores elaborados o de audiciones musicales, voces o mensajes con experiencias místicas. Los automatismos pueden ser simples, de chupeteo, deglución, apertura y cierre de una mano o cambio de la expresión facial (como de alegría, sorpresa o miedo). Otros automatismos más complejos son los de frotar las manos entre sí, manosear un objeto o la ropa o sus genitales. Pueden hacer intentos de vestirse o desvestirse, o de levantarse y salir. El paciente puede responder verbalmente o con gestos semi- automáticos a las órdenes del observador. Muchos de los automatismos complejos ocurren en el período confusional poscrítico y no durantela propia crisis. Uno de ellos, relativamente frecuente, es la respuesta violenta cuando se intenta sujetar al paciente, que quiere levantarse, desvestirse o marcharse. El paciente puede responder con mordiscos, puñetazos o patadas. Estos gestos no son premeditados ni muy bien dirigidos y cesan en cuanto se le deja tranquilo o cuando aclara su sensorio. Estas respuestas violentas transitorias poscríticas no pueden justificar la leyenda negra de la violencia de los pacientes epilépticos ni servir de coartada para rebajar la condena de los criminales a quienes sus abogados y peritos hacen pasar por epilépticos que actúan en estado automático. Crisis gelásticas Cursan con sensación de alegría inmotivada y risa automática incontro- lable. Las muecas faciales que remedan una sonrisa son muy frecuentes en el curso de crisis complejas del lóbulo temporal. Pero las verdaderas crisis gelásticas son muy raras. Se han descrito sobre todo en pacientes con hamartomas del hipotálamo. Crisis continuas o estados de mal epiléptico Se considera un estado de mal motor generalizado cuando la crisis dura al menos 5 min y es un estado de mal focal si dura al menos 10 min, o cuando su repetición es tan frecuente que no hay recuperación del paciente entre una y otra. Se dividen en dos grandes grupos, los esta- dos de mal motores (que a su vez pueden ser focales o generalizados) y los no motores (que pueden ser de crisis focales complejas o de ausencia). Cualquiera de ellos puede hacerse refractario. Los estados de mal no motores no conllevan ninguna amenaza vital, mientras que los motores o convulsivos, especialmente el tónico-clónico, son una urgencia médica. Los estados de mal de ausencia y de crisis focales complejas ocu- rren casi siempre en pacientes con epilepsia conocida previamente. Por el contrario, los estados de mal de epilepsia focal continua o de mal tónico-clónico son con frecuencia episodios sintomáticos de una agresión aguda del cerebro, tales como meningoencefalitis, intoxica- ciones, enfermedades vasculares cerebrales, traumatismos y alteraciones metabólicas o tóxicas. Los tumores cerebrales frontales pueden debutar por un estado de mal motor. En los enfermos epilépticos conocidos, las causas más frecuentes de un estado de mal son el abandono de la medicación, el abuso de alcohol u otras drogas recreativas, la privación de sueño, las enfermedades febriles o los disturbios metabólicos. Los estados de mal son más frecuentes en los niños que en los adultos y más en los portadores de encefalopatías y epilepsias sintomáticas frente a las idiopáticas. La cocaína (en particular, el crack) y otras drogas simpaticomimé- ticas pueden causar estados de mal rebeldes al tratamiento. Epilepsia focal continua o estado de mal focal motor Ocurre en pacientes que, o bien tienen lesiones focales corticales está- ticas, o bien sufren lesiones agudas, como infartos, abscesos, encefalitis de Rasmussen y otras, etc. Las crisis afectan generalmente a la cara y al brazo, aunque pueden interesar a cualquier grupo muscular, sobre todo distal, y saltar de uno a otro. Las clonías son más o menos rítmicas y se caracterizan por su rebeldía al tratamiento farmacológico, por lo que duran a veces varios días. Estado de mal tónico-clónico Se desarrolla progresivamente. Tras varios minutos de fase clónica, disminuye más el nivel de consciencia, la amplitud de las convul- siones se reduce y el paciente puede estar en coma profundo con mínimas manifestaciones motoras como pequeñas clonías de un dedo o de la cara o ligeras sacudidas oculares (estado de mal «sutil»). La actividad epileptiforme del EEG se hace menos evidente cuando se profundiza el estado de coma y es sustituida por un trazado cada vez más lento y aplanado. Durante la fase convulsiva del status tienen lugar repercusiones metabólicas graves derivadas del incremento metabólico cerebral, de la actividad muscular intensa y de la des- carga de catecolaminas, que incluyen hipertermia, hiperglucemia, taquicardia, sudoración, salivación, acidosis láctica y rabdomiólisis, que pueden compensarse sin graves amenazas vitales durante una primera fase del status. Si las convulsiones persisten más de 30 min aproximadamente, la situación se descompensa y aparecen hipo- glucemia, hipotensión arterial, anoxia tisular, edema pulmonar y cerebral, arritmias cardíacas, fracaso renal agudo y coagulación intravascular diseminada. El hiperaflujo circulatorio cerebral y el edema consiguiente producen hipertensión intracraneal. La anoxia cerebral puede ser causa de lesiones cerebrales definitivas. Este daño cerebral secundario al status es más frecuente en los niños y puede revestir la forma de una epilepsia residual, discapacidad intelectual o hemiplejía. La mortalidad global es de un 5%-10%, teniendo en cuenta que esta cifra engloba la mortalidad debida a la causa que provoca el status. Estado de mal de ausencias Se manifiesta por descenso de nivel de consciencia, confusión mental, amnesia y alteraciones de la conducta o conducta automática. El estado de mal de ausencias típicas es raro, mientras que el de ausencias atípicas es relativamente frecuente, sobre todo en el síndrome de Lennox- Gastaut. El estado de mal de ausencias en un adulto no epiléptico (de novo) ocurre como consecuencia de la supresión de benzodiazepinas, trastornos metabólicos como hiponatremia, hipocalcemia o la adminis- tración de otros psicofármacos. Una vez controlado no suele recidivar si no se repiten las mismas circunstancias etiológicas y no comporta el diagnóstico de epilepsia. Estado de mal de crisis focales complejas Suele ocurrir en pacientes con historia previa de epilepsia frontal o temporal. A menudo, los pacientes tienen períodos de letargo y otros de confusión, agitación, lenguaje incoherente y delirio, o de conducta automática y amnesia. Síndromes epilépticos Los principales síndromes epilépticos según la ILAE se recogen en el cuadro 172-3, de los que no se describirán la mayoría de los pediátricos. Epilepsias focales idiopáticas Tienen como características comunes la relación con la edad, la predis- posición genética, su aparición en niños sin anomalías neurológicas ni mentales, la normalidad de las pruebas de imagen, la actividad epileptiforme florida en el EEG y el buen pronóstico (en general). Puede haber formas de tránsito entre ellas y variantes atípicas. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1349 CAPÍTULO 172 Epilepsias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II Epilepsia infantil con paroxismos centrotemporales («epilepsia rolándica») Se transmite con una herencia compleja. Se han descrito mutaciones heterocigóticas en el gen GRIN2A. El paroxismo epileptiforme en el EEG consiste en puntas aisladas o agrupadas o de punta onda, de gran amplitud, sobre todo en áreas centrales y temporales. No es raro que sean bilaterales o que cambien de lado de uno a otro registro. El 2%-3% de la población infantil presenta esos paroxis- mos en el EEG, pero sólo la tercera parte tiene crisis epilépticas, muy relacionadas con el sueño nocturno o diurno. Las crisis suelen ser focales motoras, sobre todo guturales y de la cara, de todo el hemicuerpo o generalizadas. Las crisis son breves y los estados de mal muy infrecuentes. Esta epilepsia ocurre entre 1 y 15 años, con un máximo hacia los 9 y predominio masculino. Desaparece tras la adolescencia, salvo en una minoría de los casos de evolución complicada con otros síndromes epilépticos. Muchos niños no requieren tratamiento. El fármaco de elección es el clobazam. Hay que vigilar la posibilidad de un agrava- miento del síndrome por otros FAE. Epilepsiafocal occipital con crisis vegetativas o síndrome de Panayiotopoulos Ocurre en niños entre 1 y 14 años (pico de 3 a 6) sin predomi- nio de sexo. Las crisis son poco frecuentes, cursan con náuseas, vómitos, palidez, incontinencia de orina y, más rara vez, de heces, hipersalivación, cianosis, midriasis o miosis, tos, movimiento intes- tinal y alteraciones respiratorias y taquicardia. El paciente puede aparentar un síncope por su aspecto flácido y pálido. Además, los niños pueden mostrar detención del lenguaje, desviación de los ojos, contracciones hemifaciales e incluso hemicorporales o generalizadas. Las crisis son largas, de 6 min en promedio, y ocurren sobre todo durante el sueño. El pronóstico es bueno y las crisis remiten en la adolescencia, por lo que, en general, no es necesario ningún tratamiento. Epilepsia occipital de comienzo tardío Ocurre en los niños entre 3 y 15 años (pico de 8 a 11) sin diferencias por el sexo ni antecedentes familiares. Las crisis son breves y frecuentes, sobre todo diurnas. Se caracterizan por desviaciones tónicas de los ojos, alucinaciones visuales elementales, pérdida de visión que puede ser total, cefalea intensa y vómitos. A veces hay alteraciones de la consciencia y de la conducta y alucinaciones complejas. Pueden evolu- cionar hacia crisis convulsivas en algunos casos. En el EEG interictal se observan paroxismos de puntas y ondas lentas occipitales al cerrar los ojos que se atenúan al abrirlos. El pronóstico es benigno, aunque puede ser necesario el tratamiento. Epilepsias focales familiares autosómicas dominantes Se han descrito tres fenotipos: frontal, temporal y con foco variable. Hay mutaciones genéticas (DEPDC5) que pueden producir los tres. Epilepsia frontal nocturna autosómica dominante Este síndrome es genéticamente heterogéneo (v. cuadro 172-3), cau- sado por mutaciones en los genes SCN1B, CHRNA2, CHRNA4 y CHRNB2, KCNT1 y DEPDC5. Comienza en la infancia. Los pacientes son de nivel intelectual normal, con exploraciones clínica y de imagen normales. Las crisis, de tipo motor simple o complejo con movimientos abigarrados hipercinéticos, ocurren durante el sueño o al despertar. El diagnóstico diferencial incluye los movimientos anormales y las parasomnias. Las crisis responden adecuadamente al tratamiento, pero pueden persistir en la edad adulta y en algunos casos (30%) son rebeldes. Epilepsia familiar del lóbulo temporal Hay dos variedades, una con crisis de la corteza lateral que se debe, en algunas familias, a mutaciones en el gen de la epitempina (LGI1) y otra con crisis mediales de tipo amigdalohipocámpico y de base genética aún desconocida. Las crisis se inician en la segunda o tercera décadas de la vida. Las crisis de la corteza lateral tienen síntomas auditivos, visuales y del lenguaje. Pueden generalizarse con cierta frecuencia. Los pacientes son, por lo demás, normales. La respuesta al tratamiento suele ser favorable, pero las crisis recidivan fácilmente si se intenta sus- pender la medicación. • CUADRO 172-3 Clasificación de los síndromes epilépticos electroclínicos y otras epilepsias (International League Against Epilepsy [ILAE], 2010) Síndromes electroclínicos ordenados por la edad Período neonatal Epilepsia benigna neonatal familiar Encefalopatía mioclónica precoz Síndrome de Ohtahara Lactante Epilepsia con focos migratorios Síndrome de West Epilepsia mioclónica de la infancia Epilepsia infantil benigna Síndrome de Dravet Encefalopatía mioclónica en trastornos no progresivos Niño/escolar Crisis febriles plus (pueden empezar antes) Síndrome de Panayiotopoulos Epilepsia con crisis atónico-mioclónicas Epilepsia benigna con puntas centrotemporales Epilepsia frontal nocturna autosómica dominante Epilepsia occipital de comienzo tardío en el niño (Gastaut) Epilepsia con ausencias mioclónicas Síndrome de Lennox-Gastaut Encefalopatía epiléptica con punta-onda continua durante el sueño Síndrome de Landau-Kleffner Epilepsia con ausencias del niño Adolescencia/adulto Epilepsia con ausencias juveniles Epilepsia mioclónica juvenil Epilepsia con crisis generalizadas tónico-clónicas aisladas Epilepsias mioclónicas progresivas Epilepsia autosómica dominante con síntomas auditivos Otras epilepsias familiares del lóbulo temporal Sin relación específica con la edad Epilepsia focal familiar con focos variables Epilepsias reflejas Agrupaciones características Epilepsia del lóbulo temporal medial con esclerosis del hipocampo Síndrome de Rasmussen Crisis gelásticas con hamartoma hipotalámico Síndrome hemiconvulsión-hemiplejía Otras epilepsias Epilepsias atribuidas a causas metabólico-estructurales Malformaciones del desarrollo cortical Síndromes neurocutáneos Tumor Infección Traumatismo Angioma Lesión perinatal Ictus Encefalitis autoinmunes Otros Epilepsias de causa desconocida Crisis que no comportan el diagnóstico de epilepsia per se Crisis neonatales benignas Crisis febriles Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1350 SECCIÓN XII Neurología Epilepsias focales sintomáticas (o probablemente sintomáticas) Epilepsias límbicas Son frecuentes en la edad adulta, especialmente entre los pacientes crónicos con crisis rebeldes a la medicación. Su causa más frecuente es la esclerosis del hipocampo. Cursan con crisis focales que tienen tres fases, el aura, la disminución de la consciencia y los automatismos, pero no están presentes siempre los tres. Puede haber aura sin el resto de la crisis. En las crisis amigdalohipocámpicas, el aura suele ser una sensación indefinible de «mala gana» en epigastrio, ascendente hacia la garganta, acompañada de una impresión de aturdimiento y de cierta angustia, nerviosismo o miedo y más rara vez de una sensación placentera, mística o de éxtasis. Con frecuencia, el paciente advierte del inicio de la crisis con alguna palabra o con una búsqueda de protección (se agarra a alguien, se sienta) o deja lo que estaba haciendo. En ese momento puede sentir alucinaciones sensoriales simples olfativas o gustativas desagradables (como quemado o podrido). En las crisis extrahipocámpicas, las sensaciones psíquicas más frecuentes son las distorsiones cognitivas y las alucinaciones auditivas. En esta fase de la crisis hay alteraciones vegetativas (hipertensión, taquicardia, sudación, cianosis labial, dilatación de las pupilas, ruidos y movimientos intes- tinales y piloerección). Excepcionalmente se produce un paro sinusal con síncope y anoxia cerebral secundaria. Si la crisis prosigue el enfermo detiene la actividad o la conversación y fija la mirada con los párpados abiertos («reacción de parada»). Realiza movimientos lentos o rápidos como de inspección de los objetos de su alrededor. En esa fase, el paciente no responde a lo que se le pregun- ta, o lo hace parcial o automáticamente, y puede presentar pequeños movimientos repetidos de chupeteo, deglución, náuseas o escupir, al tiempo que manosea un objeto o sus ropas. Los gestos automáticos repetidos suelen ser de la mano homolateral a la descarga, mientras que la mano contralateral está inmóvil y fija en una postura distónica. La pierna contralateral también puede adoptar una postura fija. En algunos pacientes, sobre todo con crisis del hemisferio derecho, la vocalización no está interrumpida, sino que dicen frases automáticas repetidamente. El nivel de consciencia y reactividad oscila durante la crisis. Hay automatismos motores más complejos como vestirse o desvestirse, deambular por la habitación, salir fuera de la casa, etc.; estos actos automáticos, así como cierta irritabilidad, pueden formar parte del estado confusional poscrítico y no de la propia crisis epiléptica, como demuestran los registros vídeo-EEG. Las conductas agresivas o de exhibición sexualson excepcionales, aunque algunos enfermos mano- sean sus genitales. En ciertos casos puede haber sensaciones sexuales placenteras. El final de la crisis es relativamente gradual y muchos enfermos permanecen confusos y amnésicos durante un rato hasta que se recuperan completamente. Si el paciente tiene claros elementos dis- fásicos del lenguaje, es muy probable que el foco sea del lado izquierdo. Las crisis focales del lóbulo temporal son las que pueden plantear más problemas de diagnóstico diferencial con las crisis generalizadas de ausencia, especialmente en los jóvenes y adultos (tabla 172-3). Epilepsias neocorticales Síndrome de Rasmussen Es un cuadro raro que ocurre preferentemente en niños o adoles- centes. Se considera de origen inmunológico mediado por linfocitos T citotóxicos y activación microglial. Se manifiesta por una epilepsia focal rebelde al tratamiento y a la que con el paso de los meses se añaden signos de déficit progresivo debido a la atrofia del hemisferio afectado, con hemiplejía y discapacidad intelectual progresivas. Como tratamiento se recomienda el discapacidad de inmunosupresores (tacrolimus, nata- lizumab) e inmunoglobulinas i.v., pero los mejores resultados se han obtenido con la cirugía radical (hemisferectomía). Síndrome hemiconvulsión-hemiplejía Es el resultado de estados de mal hemiconvulsivo que suceden en niños durante un proceso febril. El status se sigue de una hemiplejía flácida que evoluciona hacia la espasticidad. El hemicuerpo afectado sufre un retraso del desarrollo. Los pacientes pueden tener otras secuelas como discapacidad intelectual y crisis epilépticas, casi siempre de comienzo focal motor por las extremidades paréticas. En caso de crisis muy rebeldes e incapacitantes, estos pacientes también son candidatos a hemisferectomía. Epilepsias sintomáticas del lóbulo frontal Su causa más frecuente es el trauma craneal. En un porcentaje impor- tante son criptogénicas, aunque es preciso practicar RM de gran calidad para detectar las pequeñas disgenesias corticales o alteraciones de la migración. Entre sus características comunes destacan: (aura «cefálica»), sin las sensaciones psíquicas complejas de las crisis límbicas. comienzo de las crisis y su difusión son rápidos. fase de ausencia o de parada es también breve y pronto se oscurece por la importancia de las manifestaciones motoras, que son mucho más complejas y abigarradas que en las crisis límbicas. crisis tienen tendencia a ser breves y con recuperación rápida. versión ocular y de la cabeza es muy frecuente, aunque este hecho también se observa en otras crisis neocorticales (temporales y occipitales). incidencia es preferentemente nocturna, durante el sueño. agrupación de las crisis en forma de pequeños brotes en 1 o 2 días. incidencia de estados de mal es elevada, tanto focales como gene- ralizados. Algunas diferencias semiológicas de las crisis del lóbulo frontal según el origen de la descarga son las siguientes: cara lateral externa comienzan con giro de la cabeza y contracción tónica postural del brazo contralateral. En otras ocasiones, los gestos son bilaterales y bruscos. orbitomesial se caracterizan por ser breves, frecuentes (varias en 1 día y muchas cada mes), estereo- tipadas, con mucha actividad motora de tipo repetido (pegar con un brazo, patalear), a veces movimientos abigarrados que parecen histéricos, vocalizaciones, conducta sexual impulsiva y escasa o breve confusión poscrítica. cara medial del lóbulo frontal a menudo sólo provocan la disminución de la consciencia con ausencia. También producen TABLA 172-3 Diferencias entre las crisis de ausencia típica y las crisis focales complejas Ausencias Crisis focales complejas Edad de comienzo Infantil Cualquier edad (más rara en niños) Predisposición Familiar Crisis febriles prolongadas Aura No Sí (en la mayoría) Automatismos Sólo en las crisis largas En la mayoría de las crisis Duración de las crisis Muy breves (media, 10 s) Más largas (media, 30 s) Recuperación Inmediata Más lenta. Posible confusión, amnesia y disfasia Precipitación Hiperventilación Varios (somnolencia o sueño, estrés, menstruación) Frecuencia de las crisis Muy alta, a menudo más que diarias Menos frecuentes. Agrupadas en brotes con intervalos libres Electroencefalograma Paroxismos generalizados de punta-onda a 3Hz Paroxismos epileptiformes focales Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1351 CAPÍTULO 172 Epilepsias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II la caída brusca (drop-attack), aunque esta manifestación puede tener su origen en focos de localización variable. Epilepsias idiopáticas generalizadas El comienzo es infantil o juvenil y con frecuentes antecedentes fami- liares. Se suelen asociar tres tipos de crisis, ausencias, mioclonías y convulsiones tónico-clónicas. En el EEG se recogen ritmos de punta- onda a 3 Hz y otros paroxismos de punta-onda o polipunta-onda generalizados. Las crisis son más frecuentes al despertar o durante el sueño. Los pacientes son, por lo demás, normales, salvo en algunas excepciones. No hay anomalías en las pruebas de imagen. La respuesta al tratamiento con ácido valproico, lamotrigina o levetiracetam es, en general, buena o excelente. Epilepsia con ausencias de la infancia La variedad característica ocurre en niños de 6-8 años que presentan muchas ausencias simples cada día. La predisposición genética es importante, con una concordancia entre gemelos univitelinos próxima al 75%. El pronóstico es bueno (85% de las remisiones totales). Rara vez las ausencias persisten en la edad adulta. El pronóstico es reservado hasta superar los 20 años, por la posibilidad de que presenten crisis convulsivas, aun cuando las ausencias hayan remitido. El pronóstico es peor en las ausencias mioclónicas. Los fármacos de elección son la etosuximida y el ácido valproico. Epilepsia mioclónica juvenil La predisposición genética es muy importante; el 50% de los pacien- tes tienen antecedentes familiares de epilepsia similar o con otro fenotipo. Este síndrome es heterogéneo genéticamente (mutaciones en GABRA1, EFHC1, CACNB4, BRDA y microdeleciones en varios cromosomas). Aparece en la adolescencia y se caracteriza por crisis mioclónicas, sobre todo en los brazos, más frecuentes al despertar y tras privación de sueño o por el efecto de la fatiga, el estrés y el alcohol. Las mioclonías tienden a ser generalizadas y violentas, pero pueden ser focales. En el 90% de los pacientes se asocian a crisis tónico-clónicas, y en el 30%, a ausencias que suelen ser infrecuentes y breves. Pueden tener crisis reflejas por fotosensibilidad y por actividades mentales o del lenguaje. El nivel intelectual es normal, pero algunos presentan defectos de aten- ción y discretas alteraciones de conducta con inestabilidad emocional y escaso autocontrol. En el EEG se registran complejos de punta-onda y polipunta-onda con gran fotosensibilidad. La respuesta al tratamiento es buena, pero los pacientes pueden conservar de por vida la sensibilidad a las mio- clonías y a las crisis tónico-clónicas en situaciones de estrés, falta de sueño o por fotoestimulación intermitente. El tratamiento se basa en ácido valproico o levetiracetam. Otras alternativas son brivaracetam, zonisamida o topiramato. Epilepsia con crisis generalizadas tónico-clónicas Este síndrome epiléptico es idiopático, comienza antes de los 20 años y cursa con crisis motoras generalmente tónico-clónicas o clónico- tónico-clónicas poco después de despertar o en las últimas horas del sueño; también ocurren en las siestas diurnas. Muchas de las crisis están desencadenadas porla privación de sueño. Se tratan con ácido valproico o levetiracetam. El pronóstico es, en general, bueno. Epilepsias reflejas Son aquellas en que las crisis están provocadas directamente por un estímulo sensitivo, sensorial o emocional, no simplemente precipitadas por factores inespecíficos como el estrés o la falta de sueño. Hay dos variedades principales: las provocadas por estímulos elementales, como la luz o el ruido, en las que la latencia entre estímulo y ataque es muy breve, y las producidas por estímulos psicosensoriales complejos como la escritura, la música, la lectura u otras actividades mentales complejas como jugar al parchís o al ajedrez, hacer cálculos aritméticos, medir dis- tancias imaginariamente, hacer crucigramas, etc., en las que la latencia del ataque es más larga y la especificidad del estímulo es, a veces, muy elevada. La mayoría de esos pacientes tiene crisis generalizadas espontáneas idiopáticas. La epilepsia sobresalto es una variedad en la que cualquier estímulo sensorial o sensitivo inesperado que sorprenda al enfermo desencadena el ataque. Suele ocurrir en niños o jóvenes portadores de lesiones corticales con hemiparesia o tetraparesia y la crisis afecta al hemicuerpo parético bajo la forma de una breve contracción tónica que puede generalizarse. El ácido valproico y el clonazepam son los fármacos más eficaces. Encefalopatías epilépticas Este grupo de trastornos debe considerarse como una respuesta del cerebro dependiente de la edad ante una variedad de etiologías dife- rentes. Todas ellas son graves por su etiología y porque las propias crisis epilépticas inducen un deterioro neurológico secundario. Forman este grupo la encefalopatía mioclónica precoz, el síndrome de Ohtahara, el síndrome de West, el síndrome de Dravet, el síndrome de Lennox- Gastaut, el síndrome de Landau-Kleffner y la epilepsia con punta-onda continua durante el sueño. Síndrome de West Se caracteriza por la asociación de espasmos mioclónicos masivos, retraso o deterioro psicomotor e hipsarritmia en el EEG. Aparece entre los 3 y los 6 meses, casi siempre antes de los 12. Es familiar en el 10% de los casos, con dos genes identificados (ARX y CDKL5), pero el 80% son sintomáticos de lesiones cerebrales. El tratamiento precoz es esencial para evitar el deterioro. El primer fármaco es la vigabatrina y se asocian VPA o ACTH si no hay respuesta. Síndrome de Lennox-Gastaut Aparece entre los 2 y los 8 años. Coexisten diferentes tipos de crisis, como ausencias atípicas, crisis astatomioclónicas y crisis tónicas con discapacidad intelectual. Las crisis y los status de mal son frecuentes. En el EEG hay descargas de complejos de punta-onda lenta difusos o multifocales, además de la presencia de ritmos rápidos reclutantes a 10 Hz durante el sueño. Puede acaecer en niños previamente sanos (25%), aunque lo habi- tual es que los pacientes sufran alguna encefalopatía del mismo tipo que las mencionadas en el síndrome de West. El pronóstico suele ser desfavorable. Se trata con la combinación de VPA y CLB, y algunos nuevos fármacos como LEV, TPM o LTG. La rufinamida se ha apro- bado específicamente para tratar este síndrome. Epilepsias mioclónicas Se caracterizan por la asociación de tres elementos: mioclonías parce- lares o generalizadas, crisis convulsivas tónico-clónicas y, en algunos casos, deterioro intelectual. Puede haber otros signos neurológicos asociados como ataxia cerebelosa, alteraciones de los movimientos oculares, de la sensibilidad profunda o de los reflejos. En su mayoría se deben a cinco enfermedades: enfermedad de Lafora, enfermedad de Unverricht-Lundborg, ceroidolipofuscinosis, sialidosis y citopatías mitocondriales. Crisis que no conllevan necesariamente el diagnóstico de epilepsia Crisis febriles Son crisis asociadas a la fiebre, pero que no conllevan necesariamente el diagnóstico de epilepsia, sin infección del SNC ni alteración hidrolítica/ metabólica, que ocurren en niños de más de 1 mes sin crisis afebriles previas. Son más frecuentes en varones con una predisposición genética. Las convulsiones febriles no comportan el diagnóstico de enfermedad epiléptica y son un fenómeno transitorio dependiente de la edad. Son extraordinariamente frecuentes (3% de la población infantil). Son recurrentes en el 30%-50% de los casos susceptibles en los siguientes 1 o 2 años, pero sólo el 10% de los niños tienen más de tres crisis. Habitualmente son muy breves y se las llama simples. En ocasiones son de larga duración (> 15 min) e incluso en forma de status generalizado o hemigeneralizado, o bien recurren en menos de 24 h y se catalogan de complicadas porque pueden dejar lesiones permanentes del lóbulo temporal o de todo un hemisferio cerebral, con secuelas definitivas de epilepsia, discapacidad intelectual, hemiplejía y hemiatrofia corpo- ral (síndrome hemiconvulsión-hemiplejía-epilepsia [HHE]). Si son Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1352 SECCIÓN XII Neurología prolongadas o si se presentan en forma de status, se tratan inicialmente con diazepam rectal (Stesolid®, 0,5 mg/kg) o con midazolam sublingual o intranasal, mientras se traslada al paciente al hospital. Hay que bajar la temperatura del niño con paracetamol y refrigeración externa. No está indicado el tratamiento farmacológico preventivo en las crisis febriles simples ni en las complicadas, pues los efectos secundarios superan a los beneficios. Si los padres reclaman un tratamiento, se puede indicar diazepam intermitentemente al detectar la fiebre. El riesgo global de epilepsia ulterior en niños con convulsiones febriles es muy bajo, del orden del 3%. DIAGNÓSTICO Anamnesis y exploración física El diagnóstico es clínico y se basa en la anamnesis, ya que tanto la exploración como los exámenes complementarios pueden ser normales. Ninguna anomalía epileptiforme en el EEG prejuzga la existencia de crisis epilépticas. Habitualmente es necesario obtener información de un familiar o próximo que haya visto los ataques, pues el paciente no es capaz de describirlos en su totalidad. Hay que recabar información sobre todo lo ocurrido antes, durante y después de la crisis. Hay que instruir a la familia para que, si es posible, graben en vídeo las crisis con ayuda de los teléfonos portátiles. El diagnóstico debe ser positivo, no por exclusión. En caso de duda, es preferible esperar a que la evolución descarte o confirme el diagnóstico que iniciar un tratamiento. El diagnóstico completo incluye tres puntos: 1. Distinguir si las crisis son de naturaleza epiléptica y no de otro tipo (síncopes, vértigos, ictus, crisis psicógenas). 2. Definir, si es posible, el tipo de crisis y de síndrome epiléptico. 3. Conocer la etiología. Los antecedentes etiológicos más importantes son los de trauma perinatal, alteración en el desarrollo psicomotor, convulsiones febriles, meningoencefalitis, otros traumatismos craneales, enfermedades neu- rológicas o psiquiátricas familiares e historia de epilepsia familiar. Para una evaluación completa hay que tener en cuenta el estado mental, la personalidad y la adaptación escolar, social, matrimonial y profesional del enfermo. En la exploración física general y neurológica completa hay que añadir, especialmente en los niños, algún test psicométrico para cuan- tificar el estado intelectual y detectar precozmente su deterioro, ya sea secundario a la propia enfermedad o al efecto neurotóxico de los fármacos. En las mujeres es muy importante la historia obstétrica, si ha habido embarazos o abortos y toda la información referida a los ciclos menstruales, toma de anticonceptivos, etc. Además de los análisis que puedan ser sugeridos por la historia y la exploración, deben hacerse siempreuna hematimetría, un perfil bioquímico general, un análisis de orina, una radiografía de tórax, un ECG y un EEG. Las serologías de enfermedades infecciosas sólo se justifican si hay algún indicio clínico o epidemiológico. Electroencefalograma El EEG es una exploración fundamental en el diagnóstico de la epilep- sia. Tiene importantes limitaciones. Los electrodos sobre la piel recogen una actividad propagada desde la corteza cerebral que siempre llega dis- torsionada al atravesar la dura, el cráneo y el cuero cabelludo. Esto hace que algunas crisis epilépticas generadas por descargas muy localizadas no den alteraciones en el EEG de superficie, el cual, además, puede no localizar con exactitud el origen de las crisis epilépticas. En un primer EEG ordinario de unos 20 min sólo se suele regis- trar actividad paroxística intercrítica en el 50% de los epilépticos adultos. La ausencia de actividad epileptiforme en el EEG no debe poner nunca en duda el diagnóstico clínico bien fundado de epilepsia. La sensibilidad del EEG aumenta al realizar un registro de sueño o tras privación de sueño. La presencia de actividad epileptiforme intercrítica no es sinónimo de epilepsia, pues puede ocurrir en personas sanas. En la mayoría de los casos se puede caracterizar el tipo de epilepsia por la historia y el EEG intercrítico. Sólo en algunas ocasiones es necesario registrar un episodio crítico. Para obtener registros críticos está indicada la monitorización vídeo-EEG prolongada. El EEG puede dar alguna orientación sobre la retirada de medicación en ciertos sín- dromes epilépticos infantiles, no así en los adultos. La existencia o la cantidad de actividad epileptiforme intercrítica no son una guía sobre la eficacia del tratamiento o la frecuencia de crisis que presenta el paciente. Tomografía computarizada y resonancia magnética Estas pruebas son normales en los síndromes epilépticos idiopáticos definidos por la clínica y el EEG y, por ello, no están indicadas. La indicación de pruebas de imagen es escasa cuando se trata de objetivar lesiones ya sospechadas por la historia y sin potencial evolutivo como, por ejemplo, epilepsia postraumática del adulto, secuelas de trauma de parto o infecciones infantiles, de anoxia, ictus o lesiones posquirúrgicas. En estos pacientes nunca se deben repetir las pruebas de imagen. La indicación es definitiva y con prioridad en todas las epilepsias con crisis generalizadas o focales de causa desconocida, especialmente si es de reciente comienzo o la exploración neurológica es anormal o si en el EEG hay signos de sufrimiento cerebral focal. La RM es mucho más sensible que la TC. Un paciente con epilep- sia bien controlada médicamente y una TC normal no requiere más exploraciones. Debido a la alta sensibilidad de la RM, hay que tener en cuenta que algunas imágenes de aparente lesión son falsas, pueden ser evanescentes y desaparecen en una segunda exploración. Se considera que estas lesiones están relacionadas con alteraciones bioquímicas o edemas poscríticos. La espectroscopia por RM permite estudios bioquímicos de neu- rotransmisores y metabolitos cerebrales. En los focos epilépticos se observa una reducción de la relación entre el pico de la concentración de N-acetil-aspartato con respecto a los de creatina y colina, lo cual se interpreta como un reflejo de la pérdida neuronal. La RM funcional permite la localización de las áreas del lenguaje u otras y ayuda en la planificación prequirúrgica. La aportación de la PET y la SPECT al diagnóstico de las epilepsias es selectiva y está limitada, en la práctica, a pocos casos. Durante la crisis, los focos epilépticos se realzan en la SPECT y en la PET por el incremento enorme del metabolismo oxidativo y del flujo sanguíneo y ayudan en la localización prequirúrgica. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Se plantea con una gran cantidad de fenómenos paroxísticos y se apoya en el interrogatorio. Los espasmos del sollozo ocurren en niños pequeños; durante el llanto o una rabieta el niño sufre apnea en espiración con cianosis e inconsciente hasta que rompe a llorar y respirar de nuevo. En las crisis de vértigo paroxístico benigno el niño no pierde el conocimiento, grita como asustado, tiene tendencia a agarrarse a un mueble o a una persona mayor ocultando la cara, se pone algo pálido e inmediatamente después reanuda su juego normalmente. Las parasomnias (v. cap. 170, Trastornos del sueño) deben incluirse en el diagnóstico diferencial. En la migraña de tipo basilar, tras los pródromos de vértigo, fos- fenos, escotomas y ataxia, aparece la cefalea con alteraciones vegetativas y obnubilación, a veces intensa. El desarrollo progresivo de la crisis y el enlentecimiento del EEG sin anomalías paroxísticas ayudan a esta- blecer el diagnóstico correcto. Las crisis de migraña con aura pueden confundirse con las crisis epilépticas focales visuales o somatosensitivas. En las migrañas suele haber un antecedente familiar, con historia de otras migrañas sin aura, la frecuencia de las crisis es baja y el desarrollo de los síntomas visuales o sensitivos es muy lento y progresivo durante varios minutos, mientras que en las crisis epilépticas focales son muy breves y rápidos en su difusión. En la migraña las parestesias suelen comenzar por el dedo meñique o la palma de la mano y afectan de forma parcheada a la mano, la boca, la lengua y, a veces, el pie; en las crisis epilépticas, las parestesias suelen ser dolorosas, comienzan por el dedo pulgar y se extienden muy rápidamente por todo el hemicuerpo. Si en un enfermo se asocian crisis epilépticas y migrañas, no puede descartarse, dada la frecuencia de ambos procesos, que no sea una coincidencia fortuita; pero es obligado sospechar que una lesión focal, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1353 CAPÍTULO 172 Epilepsias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II como malformación arteriovenosa, meningioma o enfermedad de Sturge-Weber, explique los dos síntomas. Muy excepcionalmente, una crisis de migraña culmina con una crisis epiléptica secundaria a la isquemia focal o a otro disturbio metabólico cortical durante el aura migrañosa. A la inversa, las crisis epilépticas focales occipitales y a veces también las crisis focales complejas del lóbulo temporal se siguen de una cefalea pulsátil muy similar a una migraña. Los síncopes son crisis breves de inconsciencia por una hipoxia cerebral global y se distinguen varios subtipos por la etiología o la fisiopatología. El diagnóstico diferencial de los síncopes se plantea con las crisis epilépticas generalizadas. Los síncopes vasovagales (vasode- presores) y ortostáticos son frecuentes en los adolescentes y jóvenes, más en mujeres. Ocurren en ambientes cerrados y calurosos y también provocados por estímulos dolorosos o impresiones psíquicas desagrada- bles. Cursan con sensación de desgana, aturdimiento, zumbido de oídos, calor o frío y flojedad general; el enfermo queda inconsciente, hipotónico y pálido («como muerto»), con los ojos vueltos hacia arriba, con sudor frío y pulso débil. Al despertar suele notar náuseas, vómitos, escalofríos y un gran cansancio general. En los adultos son más frecuentes los síncopes miccionales o tusí- genos. Los síncopes miccionales se desencadenan por el estímulo vagal de vaciar la vejiga de pie y ocurren casi siempre en la madrugada en un paciente febril o con una enfermedad debilitante o que ha hecho un exceso etílico. Los síncopes tusígenos ocurren tras un acceso de tos quintosa generalmente en fumadores obesos por la mañana sentados en el borde de la cama o en una silla baja. En las personas ancianas predominan los síncopes cardiogénicoso por hipersensibilidad del seno carotídeo y los debidos a hipoten- sión ortostática por enfermedades degenerativas o por efecto de los fármacos. Los síncopes cardiogénicos se caracterizan por su comienzo súbito sin ningún pródromo, su duración muy breve (unos segundos), la recuperación inmediata y la posibilidad de ocurrir en la cama y de repetirse varios seguidos o en el mismo día. Los síncopes pueden producir convulsiones por una anoxia cerebral prolongada (síncope convulsivo). Las convulsiones de los síncopes siempre suelen ser muy breves, bien una extensión tónica, bien más a menudo unas pocas sacudidas clónicas de la cabeza y los brazos en flexión; en ese momento, el enfermo se puede morder la lengua, pero, detalle importante para el diagnóstico diferencial, se morderá la punta y no la parte lateral o el carrillo como en las crisis epilépticas. En el síndrome de la narcolepsia-cataplejía, el enfermo sufre crisis de sueño invencible y de hipotonía muscular desencadenadas por estímulos sorpresa, por la cólera o la risa, en las que puede caer al suelo, inmóvil, pero consciente y sin trastornos respiratorios. Las crisis de inconsciencia funcional o psicógena tienen características diferenciales con respecto a las dos categorías principales de crisis epilép- ticas, convulsivas o focales complejas (tabla 172-4). Las crisis psicógenas o seudocrisis epilépticas pueden dividirse en dos grandes tipos, que con frecuencia se alternan en el mismo individuo. Unas cursan con inercia e hipotonía y las otras con movimientos exagerados. Las dos características comunes son su sugestionabilidad y su larga duración. Las del tipo inerte suelen empezar lentamente, el paciente se ensimisma, queda silencioso y finalmente cierra los ojos. Puede permanecer así sentado como en un trance con posturas seudocatatónicas cuando se le levanta un brazo o acaba por caerse más o menos lentamente. La apariencia del enfermo es de sueño fisiológico, sin trastornos de la respiración. La exploración ocular proporciona unos datos valiosísimos para el diagnóstico diferencial. En la inconsciencia psicógena los ojos están en la posición primaria de la mirada, no ligeramente estrábicos como en los enfermos en coma, el enfermo parpadea a un ruido (palmada) y conserva el reflejo de amenaza. Si el paciente tiene los párpados cerrados y se le fuerza a abrirlos, se resiste. Si se levantan los párpados, los ojos no tienen movimientos pendulares ni de ningún otro tipo y los reflejos pupilares son normales. Al soltar los párpados, estos caen con rapidez y no lentamente como en los enfermos en coma. Las crisis psicógenas del tipo hipercinético o seudoconvulsivas cursan con agitación psicomotriz. Suelen comenzar explosivamente después de un contratiempo emocional; el enfermo se tira al suelo, grita, verbaliza palabras u obscenidades, cierra fuertemente los ojos, rechina los dientes, se rompe la ropa, arquea la espalda y contorsio- na la pelvis, patalea e intenta agredir o morder a los que le sujetan. Los movimientos no son clonías simples, sino semiintencionales; el enfermo brega si se intenta sujetarle y a menudo termina la crisis llo- rando. En ocasiones, la crisis tiene un aspecto más teatral, en la que el paciente adopta posturas místicas o de trance, hace gestos abigarrados con las manos, deambula por la habitación y rechaza el contacto con los demás. La violencia en las crisis psicógenas puede ser autodirigida y el paciente se lesiona a sí mismo durante la crisis, se muerde la lengua o los labios, se pega cabezadas contra la pared o se golpea contra los muebles. Estas conductas autodestructivas se acompañan TABLA 172-4 Criterios principales y secundarios de diagnóstico diferencial entre crisis epilépticas y crisis psicógenas Criterios Crisis epiléptica motora tónico-clónica Crisis epiléptica focal compleja Crisis psicógena Principales Variabilidad con respecto a patrones conocidos Poca Poca Importante EEG crítico Anormal Generalmente anormal Normal EEG poscrítico Anormal Anormal Normal Relación de las crisis con el tratamiento farmacológico Importante Bastante Ninguna Nivel de prolactina poscrítico Siempre elevado A veces elevado Normal Secundarios Comienzo Paroxístico Paroxístico (pero con cierta progresión) A menudo gradual «Aura» Breve o ninguna Breve, bien caracterizada o estereotipada Prolongada, pero imprecisa Confusión o sueño poscrítico Frecuentes e intensos Variables No Otros síntomas poscríticos Cefaleas, mialgias, amnesia, sueño, confusión Variables (cefalea, amnesia, disfasia) Ninguno o llanto, agotamiento, lasitud Sugestionabilidad Ninguna Muy rara Frecuente, fácil Memoria intracrítica Ninguna Mínima, parcial Completa Conducta agresiva crítica No Rara y no dirigida Frecuente y dirigida Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1354 SECCIÓN XII Neurología más a menudo de incontinencia de esfínteres, estados depresivos manifiestos y tendencias suicidas, pero la mayoría tienen un trastorno de conversión. Ocurren más a menudo en mujeres con una historia familiar negativa y abusos físicos y sexuales en la infancia. Otras crisis psicógenas no son conversivas y tienen relación con estados de ansiedad, simulación (síndrome del barón de Munchausen), alteración de personalidad o abusos de tóxicos. Puede suceder que un paciente epiléptico tenga, además, crisis psicógenas. El 20%, aproximada- mente de los pacientes remitidos a una consulta de epilepsia como refractarios al tratamiento farmacológico tienen crisis psicógenas y en estos casos ayuda la monitorización vídeo-EEG. Los movimientos anormales paroxísticos tienen un parecido sólo superficial con las crisis epilépticas. El espasmo carpopedal o facial de la tetania se distingue por su duración, localización y por ser fácilmente reproducible con la hiperpnea y la isquemia. Las dis- tonías agudas son espasmos musculares abigarrados de cara, cuello y tronco, producidos frecuentemente por fármacos antidopami- nérgicos. Hay una variedad de coreoatetosis familiar paroxística que se desencadena por el ruido o el movimiento brusco y otra con crisis espontáneas. Con el término drop-attacks se denominan unas crisis de caída al suelo por flojedad de las piernas, sin pérdida de conocimiento ni ningún otro síntoma neurológico acompañante. Una variedad benigna de estos ataques de caída al suelo inexplicados se observa en mujeres de mediana edad y no se siguen, pasado el tiempo, de ninguna manifes- tación patológica grave. Otra variedad de drop-attacks se observa en personas mayores ateromatosas o con bajo gasto cardíaco por isquemia vertebrobasilar. En la epilepsia del lóbulo temporal o en la epilepsia con crisis astatomioclónicas puede haber caídas bruscas al suelo, pero casi nunca son la única manifestación epiléptica. Las crisis de isquemia cerebral transitoria del territorio carotídeo pueden cursar con convulsiones del hemicuerpo contralateral, pero lo habitual es que produzcan un cuadro deficitario con paresia e hipotonía. A veces el diagnóstico diferencial es muy difícil porque, tras una crisis epiléptica focal motora, aunque sea muy breve, puede quedar una parálisis transitoria (parálisis de Todd) que remeda la paresia de una isquemia, y porque, de otro lado, un enfermo que ha tenido previamente un ataque isquémico puede sufrir más tarde crisis epilépticas si la zona infartada se convierte en un foco crónico (epilepsia postinfarto). Las crisis hipoglucémicas pueden llegar a producir convulsiones, pero esto sucede sólo después de un largo período de mareo, sudor, sensación de hambre, confusión o conducta anormal. Estos pródromos pueden faltar cuando la hipoglucemia sucede a la noche. La amnesia global transitoria se caracteriza por lapérdida selectiva de la memoria anterógrada de varias horas de duración y la ausencia de otros síntomas, como alucinaciones, disfasia, confusión o convulsiones, que suelen acompañar a los fenómenos amnésicos de las crisis epilép- ticas focales complejas. Se debe sospechar que un episodio amnésico pueda ser de origen epiléptico si es breve y repetido. PRONÓSTICO El pronóstico de las epilepsias es diverso, desde los síndromes benig- nos que remiten totalmente hasta los refractarios al tratamiento, pasando por los que, sin desaparecer, son perfectamente controlables con la medicación y permiten a quien los presenta llevar una vida normal. Los defectos intelectuales y motores incapacitan a muchos pacientes más que las crisis. No se debe cometer el error de genera- lizar a todos los tipos de epilepsias el pronóstico desfavorable de las poblaciones seleccionadas de enfermos graves crónicos ingresados en los asilos. La historia natural de los diferentes síndromes epilépticos permite hacer un pronóstico bastante ajustado en cada caso particu- lar. De ahí la importancia del diagnóstico sindrómico siempre que sea posible y el ajustar a él la información que se le proporciona al paciente y a su familia. En general, tienen mejor pronóstico las epilepsias idiopáticas que las sintomáticas. El pronóstico es tanto peor cuanto mayor sea la evidencia clínica o en la neuroimagen de la existencia de lesiones orgánicas cerebrales, cuanto más bajo sea el nivel intelectual, si el paciente sufre más de un tipo de ataques, si la edad de comienzo fue muy precoz y cuanto más larga sea la duración de la enfermedad. TRATAMIENTO En el 50%-60% de los pacientes el tratamiento farmacológico es sencillo y requiere muy poca supervisión, al alcance del médico general con visitas muy espaciadas al neurólogo. Alrededor del 20% de los enfermos necesitan, para suprimir los ataques, ajustes o com- binaciones de fármacos que suponen más experiencia y frecuentes controles por parte del especialista. Otro 20% de los pacientes son incontrolables con los fármacos actualmente disponibles. Una mino- ría de ellos son candidatos a tratamiento quirúrgico. En bastantes casos, los problemas psicológicos y psiquiátricos derivados o asociados a la enfermedad epiléptica requieren más atención que los ataques en sí mismos. Tratamiento antiepiléptico El buen uso de los FAE requiere unos conocimientos básicos de sus características farmacocinéticas y farmacodinámicas para intentar responder a las tres preguntas claves: cuándo empezar el tratamiento, cómo controlarlo regularmente y en qué momento y en qué condicio- nes es posible suprimirlo. Se dispone actualmente de dos grupos: 1. FAE antiguos: fenobarbital (PB), fenitoína (PHT), primidona (PRM), etosuximida (ESM), carbamazepina (CBZ), ácido val- proico (VPA), clobazam (CLB) y clonazepam (CLN). 2. FAE modernos: vigabatrina (VGB), lamotrigina (LTG), gaba- pentina (GBP), felbamato (FBM), topiramato (TPM), tiagabina (TGB), oxcarbazepina (OXC), levetiracetam (LEV), pregabalina (PRG), zonisamida (ZNS), retigabina (RET), rufinamida (RUF), lacosamida (LCM), eslicarbazepina (ESL) y perampanel (PER). De todos los FAE, la PHT (y su profármaco fosfenitoína), el PB, el VPA, el LEV, la LCM y las benzodiazepinas están disponibles por vía intravenosa, lo cual tiene gran utilidad en postoperatorios u otras situaciones en las que el paciente no pueda alimentarse por vía oral y en los estados de mal epiléptico. El mecanismo de acción de los FAE se conoce incompletamente y se resume en la tabla 172-5. Los FAE son eficaces si se prescriben para el síndrome o tipo de crisis adecuado, pero tienen un estrecho margen terapéutico, lo que significa que la concentración requerida en el interior del sistema nervioso central para que sea eficaz está muy próxima a la que produce efectos secundarios y es difícil, a veces, encon- trar un equilibrio entre ambas. Las características farmacocinéticas de los FAE están resumidas en la tabla 172-6, donde se indican también las dosis estándar. Los FAE difieren unos de otros en sus interacciones y en su perfil de efectos adversos (tabla 172-7). Las interacciones son muy numerosas y es conveniente consultar en la ficha técnica o en un texto de farmacología cada vez que se prescribe un nuevo FAE o cualquier otro fármaco a un paciente ya en tratamiento. Inicio del tratamiento Iniciar un tratamiento antiepiléptico exige un diagnóstico seguro. La indicación de los FAE, además de exponer al paciente a sus efectos secundarios, le va a conferir la «etiqueta de epiléptico», lo cual puede repercutir de una manera negativa en su autoestima, en sus relaciones sociales y en su educación o empleo. En la duda del diagnóstico, es preferible abstenerse y dar al paciente un tiempo de observación. Si las crisis se precipitan sólo en determinadas circunstancias (pri- vación de sueño, abuso de alcohol, etc.), se debe instruir al paciente para evitarlos, pero sin prescribirle ningún FAE. Los FAE actuales no actúan sobre la epileptogénesis primaria (no previenen el desarrollo de «focos» epilépticos postraumáticos o posquirúrgicos). Los FAE se deben introducir de manera progresiva, especialmente los de mayor efecto sedante o con peor tolerabilidad. En las primeras semanas después de iniciado el tratamiento es conveniente volver a ver al enfermo para reiterarle las normas generales del tratamiento, vigilar los efectos adversos y monitorizar los niveles plasmáticos si se considera necesario. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1355 CAPÍTULO 172 Epilepsias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II (Continúa) TABLA 172-5 Resumen del mecanismo de acción principal de los fármacos antiepilépticos (FAE) Tipo de fármaco Mecanismo de acción FAE Bloqueantes de los canales de sodio Estado inactivado rápido PHT, CBZ, MTG, OXC, RFN, ESL Estado inactivado lento LCM, ESL Bloqueantes de los canales de calcio Canales activados de alto voltaje GBP, PGB Canales T del núcleo reticular del tálamo ESM Gabaérgicos Prolongación de la apertura de los canales de Cl PB (barbitúricos) Aumento de la frecuencia de apertura de los canales de Cl BZD Inhibición de la transaminasa GABA VGB Bloqueo de la recaptación sináptica de GABA TGB Otros Inhibición de la anhidrasa carbónica Acetazolamida Modulación de la proteína 2A de la vesícula sináptica LEV, BRV Apertura de los canales de potasio Kv7 neuronales RTG Antagonista selectivo del receptor AMPA PER Mecanismo de acción múltiple VPA, TPM, ZNS BRV: brivaracetam; BZD: benzodiazepinas; CBZ: carbamazepina; ESL: eslicarbazepina; ESM: etosuximida; GBP: gabapentina; LCM: lacosamida; LEV: levetiracetam; OXC: oxcarbazepina; PB: fenobarbital; PER: perampanel; PGB: pregabalina; PHT: fenitoína; RFN: rufinamida; RTG: retigabina; TGB: tiagabina; TPM: topiramato; VGB: vigabatrina; VPA: ácido valproico; ZNS: zonisamida. TABLA 172-6 Fármacos antiepilépticos y su farmacocinética Fármaco Dosis diaria N.° mínimo de dosis Unión a proteínas Días hasta concentración estable Concentraciones terapéuticas (µg/mL) Fenitoína A: 150-400 N: 5 mg/kg 2 90% 7-21 10-20 Carbamazepina A: 400-1.600 N: 10-30 mg/kg 2-3a 75% 2-6 6-12 Ácido valproico A: 600-3.000 N: 20-50 mg/kg 2a 92% 2-4 50-100 Fenobarbital A: 90-200 N: 2-6 mg/kg 1 45% 10-30 15-40 Primidona A: 250-1.500 N: 15-30 mg/kg 2 20% 10-30b 15-40b Etosuximida A: 500-1.500 N: 10-25 mg/kg 2 0% 7-14 60-100 Lamotrigina A: 100-400 N: 3-15 mg/kg 2 55% 3-8 2,5-15 Vigabatrina A: 1.000-3.000 N: 40-100 1-2 0% 2 0,8-36 Tiagabina A: 10-30 N: 0,5-2 2-3 96% 1-2 0,02-0,2 Oxcarbazepina A: 600-2.400 N: 10-30 mg/kg 2 67%c 2-3 3-35 Gabapentina
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