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te en una presión (fuerza repartida por una superficie) en el corazón, ya que se trata de una cavidad. La presión que existe en la cavidad ejerce una fuerza sobre la pared que se conoce como tensión parietal (o estrés de pared) y que es función del radio de la cavidad y del grosor de la pared. La relación de estos elementos se conoce como ley de Laplace: Tensión parietal \ presión ] radio grosor de la pared (3) En el enfermo con insuficiencia cardíaca, el control de la precarga por el organismo se traduce en una retención de líquidos (por disminución de la diuresis), con lo que aumen- ta la volemia y por ende el retorno venoso. Si éste aumenta, aumenta el volumen telediastólico ventricular y finalmente, por la ley de Starling, el gasto cardíaco. Este incremento del volumen diastólico ventricular tiene dos efectos negativos: por un lado se produce un aumento de las presiones dias- tólicas en el interior del ventrículo y por otro, se produce un aumento del tamaño del ventrículo (dilatación). La dilata- ción del ventrículo implica un aumento del radio y una mayor tensión parietal, lo cual aumenta el trabajo cardíaco y el consumo de energía por parte del corazón (esto puede tener graves consecuencias ya que empeora el estado de insufi- ciencia cardíaca subyacente). Así, si bien el aumento de la precarga es un mecanismo muy eficaz de control del gasto cardíaco, ya que puede aumentarlo en las fases iniciales de la insuficiencia cardíaca, a la larga puede ser perjudicial para el individuo. 15.4.4. Control de la poscarga 15.4.4.1. Definición La poscarga está constituida por la suma de los fenóme- nos físicos y hemodinámicos que dificultan la expulsión de la sangre por el ventrículo durante la contracción. Por consiguiente, está en relación con la sístole ventricular, en contraposición con la precarga, que es un fenómeno diastó- lico. El ventrículo tiene que generar una presión para vencer la poscarga y cuanto mayor sea la dificultad para la eyec- ción, más presión (fuerza) tendrá que hacer el ventrículo para expulsar un volumen (gasto cardíaco) determinado. Por ello, el papel de la poscarga se puede resumir en la siguiente ecuación: Vol. expulsado \ presión generada resistencia a la eyección (4) Esta ecuación, que es el equivalente hemodinámico de la ley de Ohm, demuestra que si se reduce la resistencia a la eyección (la poscarga), se puede aumentar el volumen expulsado (gasto cardíaco según la ecuación 1). Según esto, se podría suponer que la resistencia a la eyección es un fenómeno indeseable y que lo mejor es que sea lo más baja posible, pero esto no es así, ya que si las resistencias descienden excesivamente también lo hace la presión, y esta última es imprescindible para asegurar una correcta perfusión de los órganos distantes o para vencer la acción de la gravedad (p. ej., para irrigar el cerebro). Esto queda más claro si se despeja la presión en la ecuación (4): Presión \ volumen expulsado ] resistencia (5) Si en esta ecuación se redujera la resistencia a 0, la presión generada por el ventrículo sería también 0, lo que es incom- patible con una perfusión tisular adecuada. 15.4.4.2. Componentes Los componentes de la resistencia a la eyección (poscar- ga) son: 1) cualquier estenosis en la salida de los ventrícu- los (que no debe existir en el individuo normal), y 2) las resistencias vasculares. Las resistencias vasculares se defi- nen según la ley de Poiseuille como: Resistencia \ 8 ] viscosidad ] longitud del circuito Pi ] radio del circuito (6) Tanto la viscosidad de la sangre como la longitud del circuito cardiocirculatorio son prácticamente constantes en un paciente determinado, por lo que las resistencias vascula- res son función casi exclusiva del radio de las arterias. Las arterias que tienen una gruesa capa muscular pueden variar fácilmente su radio disminuyéndolo (vasoconstricción) o aumentándolo (vasodilatación). Esto, a su vez, provocará un incremento o una disminución, respectivamente, de las resistencias vasculares. El control de las resistencias supone el control de la presión arterial y del flujo de salida del corazón. Durante el ejercicio, el grupo de músculos activado nece- sita más sangre para su trabajo, por lo que hay una vasodila- tación de las arterias que llevan la sangre a este territorio. Como consecuencia de ello se produce un aumento del radio global del circuito vascular y, por tanto, una disminu- ción de las resistencias (ecuación 6). Esta disminución de las resistencias produce un aumento del volumen expulsado (ecuación 4) y del gasto cardíaco (ecuación 1). 15.4.5. Control de la contractilidad La contractilidad representa la fuerza intrínseca del músculo cardíaco y no depende de la precarga ni de la poscarga. Existe una contractilidad propia de cada fibra miocárdica, que es variable de un individuo a otro, proba- blemente por características genéticas, y una contractilidad global representada por la suma de la fuerza de todas las células musculares cardíacas. Ésta se puede aumentar con el entrenamiento físico o puede disminuir por procesos patoló- gicos que se asocian con una pérdida parcial de la masa miocárdica. La Figura 15-9 es un esquema de la relación entre precarga y fuerza contráctil en el que se han represen- tado tres individuos con diferente contractilidad para un mismo nivel de precarga, es decir, que para un llenado diastólico determinado, hay una diferente fuerza de contrac- ción entre ellos. La curva A representa a un individuo normal, la curva B representa a un individuo con un aumen- to de la contractilidad, que con un llenado diastólico igual al del individuo A tiene una fuerza miocárdica mayor, y la curva C representa a un individuo con insuficiencia cardíaca con una clara depresión de la contractilidad y una menor fuerza de contracción para una elongación de las fibras miocárdicas (volumen diastólico ventricular) equivalente a la de los individuos A y B. Parte IV. Intercambio gaseoso y circulación 351
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