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El renacimiento y romanticismo

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EL 
RENACIMIENTO
(FLORENCIA, ITALIA, S. XVI)
EDAD MODERNA
CONTEXTO
La Edad Moderna inicia con el Renacimiento. Los pensadores, lo
artistas y los escritores del este periodo tuvieron un gran interés por la
cultura de la Antigüedad.
Posteriormente, en el siglo XVII, el Barroco se caracterizará por una
gran complejidad formal. Por último, a lo largo del siglo XVIII, se
desarrolla el fenómeno cultural de la Ilustración, también
denominado Siglo de las Luces. Esta época se distingue por una gran
fe en el progreso y en las posibilidades liberadoras de la razón.
XV XVIII
Se conoce con el nombre de Renacimiento a la época que
comprende el S. XVI y que supone con respecto a la Edad
Media una auténtica revolución que abarca prácticamente
todos los órdenes de la vida: político, religioso, cultural y
artístico:
Este nuevo espíritu que marca el S. XVI venía ya gestándose
desde finales de la Edad Media. El pleno desarrollo de la
burguesía y el primer humanismo italiano contribuyen en gran
manera a la aparición del Renacimiento.
MARCO HISTÓRICO DEL RENACIMIENTO
A esto se suman otros, fenómenos que contribuirán a la implantación
del espíritu renacentista como son:
➢ El desarrollo de la técnica: brújula, astrolabio e imprenta. Esta
última permitirá la rápida difusión de los autores clásicos. En tanto
la primera, los grandes descubrimientos.
➢ La gran concepción antropocéntrica del hombre renacentista. El
hombre exalta el poder de la naturaleza humana se mide por todo
aquello que provenga de su condición: razón sentimiento, pasión,
inspiración, etc. Sin embargo, descartemos la simplista creencia que
el Renacimiento fue exclusivamente un renacer al mundo clásico.
Fue mucho más que eso. Los hombres de la época buscaban en el
mundo clásico no sólo admirar su arte y su belleza literaria que
luego imitarían, sino un nuevo sentido del hombre y del mundo que
lo rodea.
REPRESENTANTES DEL RENACIMIENTO
LITERATURA RENACENTISTA
Los pensadores, los artistas y los escritores del Renacimiento tuvieron un
gran interés por la cultura de la Antigüedad greco-latina. Los estudiosos
que buscaban en el conocimiento de la Antigüedad y en el conocimiento de
las lenguas clásicas (griego, latín) respuestas para los retos planteados por
una sociedad en transformación, recibieron el nombre de humanistas.
▪ Antropocentrismo
▪ Revolución cultural
▪ Retorno a la antigüedad clásica
▪ Italia: Centro y poder del Renacimiento
▪ Culto a la razón
▪ Búsqueda de la belleza (simetría y
armonía)
▪ Exaltación de la naturaleza armónica
▪ Base filosófica: Humanismo
CARACTERÍSTICAS
LA GRAN ERA ISABELINA
Esta gran época de la literatura inglesa brota y se despliega en un
florecimiento tan súbito como brillante al ascender al trono Isabel I (
1533 - 1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena. Fue entonces cuando
Inglaterra empezó a tener conciencia de su nueva identidad y de su
poder político.
Esta "edad de oro" representó el apogeo del Renacimiento inglés y vio el
florecimiento de la poesía, la música y la literatura. Esta época es
famosa por el teatro, principalmente el de William Shakespeare y
muchos otros dramaturgos, que se liberaron de pasado estilo con que se
escribía el teatro de Inglaterra. Fue una época de exploración y
expansión en el extranjero, así como la consolidación de la reforma
protestante entre el pueblo inglés, sobre todo luego de la victoria sobre
la Armada Invencible. También fue el último período de la historia
inglesa en que Inglaterra constituyó un reino separado, antes de su
unión real con Escocia.
El primer teatro, denominado simplemente The Theatre, se construyó en 1576. Más adelante se construyeron
otros: The Curtain, The Rose, The Swan y The Globe. Este último, construido en 1599 y ubicado, como el resto,
fuera de la ciudad, para evitar problemas con el Ayuntamiento de Londres, era el más famoso de todos, y fue el
preferido de la compañía de la que formó parte William Shakespeare.
The Globe (“El Globo”), el cual fue construido por Peter Street en el año 1599.
Para su construcción, la mayor parte del material que se utilizó provenía del
llamado “The Theater” (el primero de la época Isabelina). Ubicado a orillas del
Támesis, en lo que por entonces eran las afueras de Londres, se cree que
poseía unos 30 metros de diámetro (algo común al resto de teatros de este
período) y que tenían una capacidad para albergar en torno a las 3.300
personas.
Nacido en Stratford, a orillas del río Avon, no se sabe gran cosa de
su juventud en torno del cual se han creado innumerables
leyendas.
En 1594 integró la compañía de actores, “El gran Chambelán”, antes
lo había hecho en la compañía “El Camarlengo”.
Sin embargo, a la muerte de la reina Isabel en 1603, la última
compañía que intervenía a Shakespeare se puso bajo la protección
del rey Jacobo I y pasó a llamarse “Los Hombres del Rey”. De actor
fue pasando poco a poco a autor. Su fama se hizo inmensa. Más
tarde llegó a ser empresario y dueño del teatro El Globo de
Londres.
Murió el 23 de abril de 1616, del calendario Juliano, para el
gregoriano su fecha sería el 3 de mayo de 1616.
Posteriormente en 1623, dos de sus grandes compañeros de teatro,
Heminge y Condell, publicaron gran arte de las obras de
Shakespeare, que aparecieron con prólogo de su gran amigo, Ben
Jonson.
WILLIAM SHAKESPEARE “El cisne de Avon” 
(Stratford - upon - Avon 1564 - 1616)
OBRAS:
TRAGEDIAS
▪ Antonio y Cleopatra
▪ Coriolano
▪ El rey Lear
▪ Hamlet
▪ Julio César
▪ Macbeth
▪ Otelo
▪ Romeo y Julieta
▪ Tito Andrónico
▪ Troilo y Crésida
✓ Está considerado como el más grande autor dramático del mundo
✓ Creador del teatro nacional inglés
✓ Uno de los 4 genios de la Literatura Universal junto a Homero, Dante, y Cervantes.
COMEDIA
▪ A buen fin no hay mal tiempo
▪ Cardenio (perdida)
▪ Cimbelino
▪ Como gustéis
▪ El mercader de Venecia
▪ El sueño de una noche de verano
▪ La comedia de las equivocaciones
▪ La fierecilla domada
▪ Las alegres comadres de Windsor
▪ La tempestad
▪ Los dos hidalgos de Verona
▪ Los dos nobles caballeros (atribuida)
▪ Mucho ruido y pocas nueces
▪ Noche de reyes
DRAMA HISTÓRICO
▪ King John
▪ Ricardo II
▪ Enrique IV, parte 1
▪ Enrique IV, parte 2
▪ Enrique V
▪ Enrique VI, Parte 1
▪ Enrique VI, Parte 2
▪ Enrique VI, Parte 3
▪ Ricardo III
▪ Enrique VIII
OTRAS OBRAS
▪ Sonetos
▪ Venus y Adonis
▪ La violación de Lucrecia
Aquí hay que destacar, sobre todo, los personajes del teatro de Shakespeare. Se trata de
personajes con una tremenda profundidad sicológica, muchos de ellos verdaderos
arquetipos de sentimientos y de emociones humanas:
➢ los celos (Otelo),
➢ la ambición (Macbeth),
➢ la duda (Hamlet),
➢ el amor juvenil (Romeo y Julieta),
➢ la amor paternal (El Rey Lear).
➢ la avaricia (El mercader de Venecia)
Innovaciones:
• La época isabelina no se limitó a adaptar los modelos: renovó la métrica con
el llamado verso blanco (blank verse, carente de rima), que imita bastante
fielmente el verso latino de Séneca, liberando al diálogo dramático de la
artificiosidad de la rima. El verso blanco traerá espontaneidad a la
conversación y naturalidad al recitado.
• El teatro isabelino introduce asimismo toda una serie de técnicas teatrales
innovadoras: el escenario inglés de finales del siglo XVI (sobre todo en
Shakespeare) presenta un frecuente y rápido sucederse de escenas que hacen
pasar rápidamente de un lugar a otro, saltando horas, días, meses con una
agilidad casi similar a la del cine moderno.
CARACTERÍSTICAS
Ruptura de las reglas clásicas.
• Fue sobre todo gracias a la renuncia a las reglas que imponía Aristóteles en su Poética
(unidad de tiempo y de acción) que el teatro isabelino pudo desarrollarse con aquellas
formas nuevas en las cuales Shakespeare, Beaumont, Fletcher, Marlowe y muchos otros
encontraron campo fértil para su genio.
Los personajes
• El teatro isabelino supone un nuevo enfoque a historias y temas clásicos, exaltando la
cualidad universal de los grandes personajes históricos o legendarios. Con otro estilo y
otra técnica, incluso los temassociales se tratan de manera moderna, en toda su
complejidad psicológica, tocando temas que habían sido tabú hasta el momento (sexo,
muerte, canibalismo, locura). Cabe pensar en el amor "prohibido" entre Romeo y Julieta,
dos jóvenes de dieciséis y catorce años respectivamente, que deciden en pocos días
casarse y huir de casa. Esto de los “personajes modernos” hace que estos sean
personajes muy cercanos a nosotros y que esos temas sociales sigan estando vigentes
hoy en día.
• GÉNERO:
• ESPECIE:
• ESTILO:
• ESTRUCTURA:
• COMPOSICIÓN:
• TEMA:
• OTROS TEMAS:
DRAMÁTICO
TRAGEDIA
LENGUAJE POÉTICO (USO DE METÁFORAS)
5 ACTOS
EN INGLÉS, COMBINA LA PROSA Y EL VERSO.
EL AMOR JUVENIL QUE SOBREPASA LOS OBSTÁCULOS
SOCIALES.
LAS RIVALIDADES POLÍTICAS Y LAS LUCHAS POR EL
PODER, CUYO ENCONO ES LA FUENTE DE
DESGRACIAS DE TODOS LOS CIUDADANOS.
ROMEO Y JULIETA
Hogar de los Capuleto:
✓ Señor Capuleto: Patriarca de la familia Capuleto.
✓ Señora Capuleto: Matriarca de la familia Capuleto.
✓ Julieta Capuleto: Hija de los Capuleto, y coprotagonista de la obra.
✓ Teobaldo Capuleto: Primo de Julieta y sobrino de la señora Capuleto.
✓ La nodriza: Confidente y nodriza personal de Julieta.
✓ Pedro, Sansón y Gregorio: Sirvientes de la casa de los Capuleto.
Hogar de los Montesco:
✓ Señor Montesco: Patriarca de la familia Montesco.
✓ Señora Montesco: Matriarca de la familia Montesco.
✓ Romeo Montesco: Hijo de los Montesco, y protagonista de la obra.
✓ Benvolio Montesco: Primo de Romeo y sobrino del señor Montesco.
✓ Abraham y Baltasar: Sirvientes de la casa de los Montesco.
PERSONAJES:
GOBIERNO DE VERONA:
✓ Príncipe Della Escala: Príncipe de Verona.
✓ Conde Paris: Pariente de Della Escala, quien anhela contraer matrimonio con
Julieta.
✓ Mercucio Della Escala: Pariente de Della Escala, amigo y confidente de Romeo y
compañero de Benvolio.
OTROS:
✓ Fray Lorenzo: Fraile franciscano, amigo de Romeo.
✓ El coro: Lee un prólogo cada dos actos.
✓ Fray Juan: Compañero de Fray Lorenzo, quien es enviado para descubrir a Romeo
mediante la carta escrita por Fray Lorenzo.
✓ Boticario: Boticario que le vende el veneno a Romeo.
ACTO I
CIUDADANOS de Verona, ALGUACILES, GUARDIAS, ENMASCARADOS, etc., CORO
La escena pasa en Verona y en Mantua
PRÓLOGO 
CORO.- En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias rivales igualmente
nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre. Sus inocentes hijos
pagaron la pena de esos rencores, que trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va
a durar en la escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con vuestra
atención lo que falte a la tragedia.
ACTO I
Escena I
En una plaza de Verona, Benvolio, primo de Romeo y Teobaldo, primo de Julieta se
enfrentan en una riña de espadas luego de intentar separar a sus criados que
peleaban. La pelea se agranda y llegan los padres de Romeo y los padres de Julieta.
Finalmente, llega el príncipe Escalo quien dice estar harto de que la ciudad soporte
las peleas entres esas dos familias, así que decreta la pena de muerte para quien
inicie un nuevo conflicto. Terminado el incidente, la madre de Romeo pregunta a
Benvolio por su hijo. Él le dice que lo ha visto muy solitario, alejándose de los
demás En eso llega Romeo y sus padres se retiran para que Benvolio pueda sacarle
su secreto. Romeo le confiesa que su tormento es estar enamorado de una
muchacha muy bella y aunque su primo le dice que hay formas de olvidarla, Romeo
dice que eso es imposible.
SANSÓN.- Si sois hombre, sacad vuestro acero. Gregorio:
acuérdate de tu sabia estocada. (Pelean.) (Llegan Benvolio y
Teobaldo.)
BENVOLIO.- Envainad, majaderos. Estáis peleando, sin saber por
qué.
TEOBALDO.- ¿Por qué desnudáis los aceros? Benvolio, ¿quieres
ver tu muerte?
BENVOLIO.- Los estoy poniendo en paz. Envaina tú, y no busques
quimeras.
TEOBALDO.- ¡Hablarme de paz, cuando tengo el acero en la
mano! Más odiosa me es tal palabra que el infierno mismo, más
que Montesco, más que tú. Ven, cobarde. (Reúnese gente de uno
y otro bando. Tráhase la riña)
CIUDADANOS.- Venid con palos, con picas, con hachas. ¡Mueran
Capuletos y Montescos! (Entran Capuleto y la señora de
Capuleto.)
PRINCIPE.- ¡Rebeldes enemigos de la paz, derramadores de
sangre humana! ¿No queréis oír? Humanas fieras que
apagáis en la fuente sangrienta de vuestras venas el ardor de
vuestras iras, arrojad en seguida a tierra las armas fratricidas,
y escuchad mi sentencia. Tres veces, por vanas quimeras y
fútiles motivos, habéis ensangrentado las calles de Verona,
haciendo a sus habitantes, aun los más graves e ilustres,
empuñar las enmohecidas alabardas, y cargar con el hierro
sus manos envejecidas por la paz. Si volvéis a turbar el
sosiego de nuestra ciudad, me responderéis con vuestras
cabezas. Basta por ahora; retiraos todos. Tú, Capuleto,
vendrás conmigo. Tú, Montesco, irás a buscarme dentro de
poco a la Audiencia, donde te hablaré más largamente. Pena
de muerte a quien permanezca aquí. (Vase.)
ROMEO.- Has acertado. Estoy enamorado de una mujer
hermosa.
BENVOLIO.- ¿Y será fácil dar en ese blanco tan hermoso?
ROMEO.- Vanos serían mis tiros, porque ella, tan casta como
Diana la cazadora, burlará todas las pueriles flechas del rapaz
alado. Su recato la sirve de armadura. Huye de las palabras de
amor, evita el encuentro de otros ojos, no la rinde el oro. Es
rica, porque es hermosa. Pobre, porque cuando muera, sólo
quedarán despojos de su perfección soberana
BENVOLIO .-¿Está ligada a Dios por algún voto de castidad?
ROMEO.- No es ahorro el suyo, es desperdicio, porque esconde
avaramente su belleza, y priva de ella al mundo. Es tan discreta
y tan hermosa, que no debiera complacerse en mi tormento,
pero aborrece el amor, y ese voto es la causa de mi muerte.
BENVOLIO.- Déjate de pensar en ella.
ROMEO .-Enséñame a dejar de pensar.
BENVOLIO.- Hazte libre. Fíjate en otras.
ROMEO.- Así brillará más y más su hermosura. Con el negro
Escena II
Mientras caminan, el conde Paris pregunta a Capuleto si le dará a su hija
Julieta en matrimonio. Él le responde que su hija es muy joven pero que si ella
acepta por él no habrá inconveniente. Se van y por la misma calle aparecen
Romeo y Benvolio que continúan la conversación de la escena anterior. En eso
un criado se les acerca y le pide a Romeo que le lea la orden de su amo pues el
no sabe leer. Romeo lo hace y se entera que se organizará una fiesta en casa
de los Capuleto en honor a Julieta y que toda la ciudad asistirá. Él y Benvolio
deciden ir, Benvolio le dice a su primo que ahí podrá conoce otras chicas pero
Romeo contesta que solo irá por ver a Rosalina, que así se llama la chica que lo
tiene angustiado.
Escena III
Conversan la madre de Julieta, Julieta y la Niñera. La madre le dice a Julieta que ya
debe pensar en matrimonio. Julieta dice que aún no ha pensado en eso y la madre
le dice que ya tiene un pretendiente: el conde Paris. La Niñera se emociona ante la
noticia y la madre le dice a su hija que en la fiesta que se hará esa noche Julieta
podrá conocer a su pretendiente.
Escena IV
Romeo, Benvolio, primo de Romeo, y Mercucio, amigo de Romeo, se dirigen a la
fiesta que organizan los Capuleto disfrazados con máscara para que no reconozcan
que son de los Montesco. Mientras Benvolio y Mercucio se muestran
entusiasmados con el baile, Romeo está angustiado y sin ánimos.
BENVOLIO.- Rosalía a quien adoras, asistirá a esta
fiesta con todas las bellezas de Verona. Allí podrás verla
y compararla con otra que yo te enseñaré, y el cisne te
parecerá grajo.
ROMEO.- No permite tan indigna traición la santidad
de mi amor. Ardan mis verdaderas lágrimas, ardan mis
ojos (que antes se ahogaban) si tal herejía cometen.
¿Puede haber otra más hermosa que ella? No la ha
visto desde la creación del mundo, el sol que lo ve todo.
BENVOLIO.- Tus ojos no ven más que lo que les halaga.
Vas a pesar ahora en tu balanza a una mujer más bella
que ésa, y verás cómo tu señora pierde de los quilates
de su peso, cotejada con ella.
ROMEO.-Iré, pero no quiero ver tal cosa, sino gozarme
en la contemplación de mi cielo.
Escena V
Romeo se fija en la belleza de Julieta (aún sin conocerla) y se olvida al
instante de sus penas por Rosalina. Mientras tanto, Teobaldo, primo de
Julieta, reconoce la presencia de un Montesco (Romeo) en la casa y decide
matarlo; pero lo detiene su tío Capuleto, padre de Julieta y dueño de la
casa. Romeo, viendo que Julieta está sola, se acerca y con galantería le besa
una mano y luego le besa los labios. En eso, la Niñera dice a Julieta que su
madre la llama. Romeo le pregunta a la Niñera la identidad de Julieta y
queda lastimado al saber que pertenece a la familia enemiga. Terminada la
fiesta, Julieta le pregunta a su Niñera la identidad del joven que la besó y se
lamenta al saber que Romeo es un hombre al que ella debería odiar.
JULIETA: Besas muy virtuosamente.
ROMEO: (Tomando la mano de Julieta). Si con mi
mano he profanado tan celestial altar, perdóneme.
Mi boca borrará la mancha, cual peregrino
ruboroso, con un beso.
JULIETA: El peregrino ha equivocado el sendero pese
a que parece devoto. El palmero únicamente ha de
besar manos de santo.
ROMEO: ¿Y no tiene labios el santo
lo mismo que el romero?
JULIETA: Los labios del peregrino son
para orar.
ROMEO: ¡Oh, es una santa! Cambien pues de oficio
mis manos y mis labios. Ore el labio y otórgueme lo
que le pido.
JULIETA: El santo escucha con
tranquilidad los ruegos.
ROMEO: Entonces, escúcheme tranquila mientras mis
labios oran, y los suyos se purifican. (La besa).
JULIETA: En mis labios queda la huella
de su pecado.
ROMEO: ¿Del pecado de mis labios? Ellos se
retractarán con otro beso. (La besa nuevamente).
JULIETA.- ¿Y el que va detrás. . . aquel que no quiere bailar?
AMA.- Lo ignoro.
JULIETA.- Pues trata de saberlo. Y si es casado, el sepulcro será mi lecho
de bodas.
AMA.- Es Montesco, se llama Romeo, único heredero de esa infame
estirpe.
JULIETA.- ¡Amor nacido del odio, harto pronto te he visto, sin conocerte!
¡Harto tarde te he conocido! Quiere mi negra suerte que consagre mi
amor al único hombre a quien debo aborrecer.
AMA.- ¿Qué estás diciendo?
JULIETA.- Versos, que me dijo uno bailando.
AMA.- Te están llamando. Ya va. No te detengas, que ya se han ido
todos los huéspedes.
EL CORO.- Ved cómo muere en el pecho de Romeo la pasión antigua, y
cómo la sustituye una pasión nueva. Julieta viene a eclipsar con su
lumbre a la belleza que mataba de amores a Romeo. Él, tan amado
como amante, busca en una raza enemiga su ventura. Ella ve pendiente
de enemigo anzuelo el cebo sabroso del amor. Ni él ni ella pueden
declarar su anhelo. Pero la pasión buscará medios y ocasión de
manifestarse
ACTO II
Escena I
Romeo ha quedado tan impresionado con Julieta que no puede irse sin verla de nuevo,
así que logra escaparse de Benvolio y Mercucio que no logran hallarlo aunque lo
buscan. Arriesgando hasta su vida, Romeo escala el muro de los Capuleto y, como
ladrón, ingresa a la casa enemiga.
Escena II
Julieta, que no sabe que Romeo está escondido en su jardín, sale a su balcón y
confiesa su amor hablando con la luna. Romeo, que ya sabe que Julieta lo ama, sale de
su escondite y le habla. Ella, avergonzada de haber sido descubierta, le dice que
prefiere sufrir a que él le jure un amor que no es sincero. La Niñera interrumpe su
conversación llamando a Julieta y ella, antes de despedirse de Romeo, le dice que si
sus intenciones son sinceras y desea casarse enviará al día siguiente un mensajero a
solicitar su respuesta.
ACTO II
37
ESCENA II
Jardín de Capuleto
ROMEO.- ¡Qué bien se burla del dolor ajeno quien nunca sintió
dolores. .. ! (Pónese Julieta a la ventana.) ¿Pero qué luz es la que
asoma por allí? ¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal,
hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida
y ojeriza porque vence tu hermosura cualquier ninfa de tu coro. Por
eso se viste de amarillo color. ¡Qué necio el que se arree con sus galas
marchitas! ¡Es mi vida, es mi amor el que aparece! ¿Cómo podría yo
decirla que es señora de mi alma? Nada me dijo. Pero ¿qué importa?
Sus ojos hablarán, y yo responderé. ¡Pero qué atrevimiento es el mío,
si no me dijo nada! Los dos más hermosos luminares del cielo la
suplican que les sustituya durante su ausencia. Si sus ojos
resplandecieran como astros en el cielo, bastaría su luz para ahogar los
restantes como el brillo del sol mata el de una antorcha. ¡Tal torrente
de luz brotaría de sus ojos, que haría despertar a las aves a media
noche, y entonar su canción como si hubiese venido la aurora! Ahora
pone la mano en la mejilla. ¿Quién pudiera tocarla como el guante que
la cubre?
JULIETA.- ¡Ay de mí!
ROMEO.- ¡Habló! Vuelvo a sentir su voz. ¡Ángel de amores que en
medio de la noche te me apareces, cual nuncio de los cielos a la
atónita vista de los mortales, que deslumbrados le miran traspasar
con vuelo rapidísimo las esferas, y mecerse en las alas de las nubes!
JULIETA.- ¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué
no reniegas del nombre de tu padre y de tu madre? Y si no tienes
valor para tanto, ámame, y no me tendré por Capuleto.
ROMEO.- ¿Qué hago, seguirla oyendo o hablar?
JULIETA.- No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que
llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo, ni
semblante ni pedazo alguno de la naturaleza humana. ¿Por qué no
tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir
su aroma, aunque se llamase de otro modo. De igual suerte, mi
querido Romeo, aunque tuviese otro nombre, conservaría todas las
buenas cualidades de su alma, que no le vienen por herencia.
Deja tu nombre, Romeo, y en cambio de tu nombre que no es cosa
alguna sustancial, toma toda mi alma.
ROMEO.- Si de tu palabra me apodero, llámame tu amante, y creeré
que me he bautizado de nuevo, y que he perdido el nombre de
Romeo
JULIETA.- ¿Y quién eres tú que, en medio de las sombras de la noche, vienes a
sorprender mis secretos?
ROMEO.- No sé de cierto mi nombre, porque tú aborreces ese nombre, amada
mía, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho.
JULIETA.- Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo te
reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres de la familia de los Montescos?
ROMEO.- No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te
enfada.
JULIETA.- ¿Cómo has llegado hasta aquí, y para qué? Las paredes de esta puerta
son altas y difíciles de escalar, y aquí podrías tropezar con la muerte, siendo
quien eres, si alguno de mis parientes te hallase
ROMEO.- Las paredes salté con las alas que me dio el amor, ante quien no
resisten aun los muros de roca. Ni siquiera a tus parientes temo.
JULIETA.- Si te encuentran, te matarán.
ROMEO.- Más homicidas son tus ojos, diosa mia, que las espadas de veinte
parientes tuyos. Mírame sin enojos, y mi cuerpo se hará invulnerable.
JULIETA.- Yo daría un mundo porque no te descubrieran.
ROMEO.- De ellos me defiende el velo tenebroso de la noche. Más quiero morir
a sus manos, amándome tú, que esquivarlos y salvarme de ellos, cuando me
falte tu amor.
JULIETA.- ¿Y quien te guio aquí?
ROMEO.- El amor que me dijo dónde vivías. De él me aconsejé, él guio mis ojos
que yo le había entregado. Sin ser nauchero, te juro que navegaría hasta la playa
más remota de los mares por conquistar joya tan preciada.
40
JULIETA.- Si el manto de la noche no me cubriera, el rubor de
virgen subiría a mis mejillas, recordando las palabras que esta
noche me has oído. En vano quisiera corregirlas o desmentirlas...
¡Resistencias vanas! ¿Me amas? Sé que me dirás que sí, y que yo lo
creeré. Y sin embargo, podrías faltar a tu juramento, porque dicen
que Jove se ríe de los perjuros de los amantes. Si me amas de
veras, Romeo, dilo con sinceridad, y si me tienes por fácil y rendida
al primer ruego, dímelo también, para que me ponga esquiva y
ceñuda, y así tengas que rogarme. Mucho te quiero, Montesco,
mucho, y no me tengas por liviana, antes he de ser más firme y
constante que aquellas que parecen desdeñosas porque son
astutas. Te confesaréque más disimulo hubiera guardado contigo,
si no me hubieses oído aquellas palabras que, sin pensarlo yo, te
revelaron todo el ardor de mi corazón. Perdóname, y no juzgues
ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha
hecho.
ROMEO.- Júrote, amada mía, por los rayos de la luna que platean la
copa de estos árboles...
JULIETA.- No jures por la luna, que en su rápido movimiento
cambia de aspecto cada mes. No vayas a imitar su inconstancia.
ROMEO.- ¿Pues por quién juraré?
JULIETA.- No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es el dios que
adoro y en quien he de creer.
ROMEO.- ¡Ojalá que el fuego de mi amor...!
JULIETA.- No jures. Aunque me llene de alegría el verte, no quiero esta noche oír tales promesas que
parecen violentas y demasiado rápidas. Son como el rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate
ahora: quizá cuando vuelvas haya llegado a abrirse, animado por las brisas del estío, el capullo de esta
flor. Adiós, ¡y ojalá aliente tu pecho en tan dulce calma como el mío!
ROMEO.- ¿Y no me das más consuelo que ése?
JULIETA.- ¿Y qué otro puedo darte esta noche?
ROMEO.- Tu fe por la mía.
JULIETA.- Antes te la di que tú acertaras a pedírmela. Lo que siento es no poder dártela otra vez.
ROMEO.- ¿Pues qué? ¿Otra vez quisieras quitármela?
JULIETA.- Sí, para dártela otra vez, aunque esto fuera codicia de un bien que tengo ya. Pero mi afán de
dártelo todo es tan profundo y tan sin límite como los abismos de la mar. ¡ Cuanto más te doy, más quisiera
darte!... Pero oigo ruido dentro. ¡Adiós! no engañes mi esperanza. . . Ama, allá voy. . . Guárdame
fidelidad, Montesco mío. Espera un instante, que vuelvo en seguida.
ROMEO.- ¡Noche, deliciosa noche! Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño.
JULIETA.-(Asomada otra vez a la ventana.) Sólo te diré dos palabras. Si el fin de tu amor es honrado, si
quieres casarte, avisa mañana al mensajero que te enviaré, de cómo y cuándo quieres celebrar la
sagrada ceremonia. Yo te sacrificaré mi vida e iré en pos de ti por el mundo.
42
JULIETA.- Ya voy. Pero si son torcidas tus intenciones, suplícote que...
AMA.- ¡Julieta!
JULIETA.- Ya corro... Suplícote que desistas de tu empeño, y me dejes a solas
con mi dolor. Mañana irá el mensajero...
ROMEO.- Por la gloria...
JULIETA.- Buenas noches.
ROMEO.- No. ¿Cómo han de ser buenas sin tus rayos? El amor va en busca del
amor como el estudiante huyendo de sus libros, y el amor se aleja del amor
como el niño que deja sus juegos para tornar al estudio.
JULIETA.- (Otra vez a la ventana.) ¡Romeo! ¡Romeo! ¡Oh, si yo tuviese la voz
del cazador de cetrería, para llamar de lejos a los halcones! Si yo pudiera
hablar a gritos, penetraría mi voz hasta en la gruta de la ninfa Eco, y llegaría a
ensordecerla repitiendo el nombre de mi Romeo.
ROMEO.- ¡Cuán grato suena el acento de mi amada en la apacible noche,
protectora de los amantes! Más dulce es que música en oído atento.
JULIETA.- ¡Romeo!
ROMEO.- ¡Alma mía!
JULIETA.- ¿A qué hora irá mi criado mañana?
ROMEO.- A las nueve.
JULIETA.- No faltará. Las horas se me harán siglos hasta que ésa llegue. No sé
para qué te he llamado.
ROMEO.- ¡Déjame quedar aquí hasta que lo pienses!
JULIETA.- Con el contento de verte cerca me olvidaré
eternamente de lo que pensaba, recordando tu dulce
compañía.
ROMEO.- Para que siga tu olvido no he de irme.
JULIETA.- Ya es de día. Vete... Pero no quisiera que te alejaras
más que el breve trecho que consiente alejarse al pajarillo la
niña que le tiene sujeto de una cuerda de seda, y que a veces
le suelta de la mano, y luego le coge ansiosa, y le vuelve a
soltar...
ROMEO .- ¡ Ojalá fuera yo ese pajarillo!
JULIETA.- ¿Y qué quisiera yo sino que lo fueras? aunque
recelo que mis caricias habían de matarte. ¡Adiós, adiós!
Triste es la ausencia y tan dulce la despedida, que no sé
cómo arrancarme de los hierros de esta ventana.
ROMEO.- ¡Que el sueño descanse en tus dulces ojos y la paz
en tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo la paz en
que se duerme tu belleza! De aquí voy a la celda donde mora
mi piadoso confesor, para pedirle ayuda y consejo en este
trance.
Escena III
Al amanecer, Romeo visita a Fray Lorenzo. El religioso nota que Romeo no ha dormido y le
pregunta si aún sufre por Rosalina. Él contesta que ya la olvidó y que acaba de conocer el
amor real. Aunque Fray Lorenzo nota la inmadurez de Romeo, acepta ayudarlo en sus
intenciones de casarse con Julieta pues cabe la posibilidad de que así se terminen las riñas
entre sus familias.
Escena IV
Mercucio le cuenta a Benvolio que Teobaldo ha desafiado a Romeo a duelo y teme pues
Teobaldo es el mejor espadachín de toda la ciudad. En eso llega Romeo y se excusa de su
huida diciendo que tenía algo que hacer. Entonces llega la niñera, que resuita ser el
mensajero de Julieta. Romeo dice que su amor es sincero y que le diga a Julieta que Fray
Lorenzo los casará esa misma tarde. Además le dice que su criado le entregará una escalera
de cuerda que debe sujetar de la alcoba de Julieta para que él pueda entrar a su habitación y
pasar la noche con ella.
FRAY LORENZO.- Dime con claridad el motivo de tu visita, si es que puedo ayudarte en algo.
ROMEO.- Pues te diré en dos palabras que estoy enamorado de la hija del noble Capuleto, y que ella me
corresponde con igual amor. Ya está concertado todo, sólo falta que vos bendigáis esta unión. Luego os diré
con más espacio dónde y cómo nos conocimos y nos juramos constancia eterna. Ahora lo que importa es que
nos caséis al instante.
FRAY LORENZO.- ¡Por vida de mi padre San Francisco! ¡Qué pronto olvidaste a Rosalía, en quien cifrabas
antes tu cariño! El amor de los jóvenes nace de los ojos y no del corazón. ¡Cuánto lloraste por Rosalía! y
ahora tanto amor y tanto enojo se ha disipado como el eco. Aún no ha disipado el sol los vapores de tu
llanto. Aún resuenan en mis oídos tus quejas. Aún se ven en tu rostro las huellas de antiguas lágrimas. ¿No
decías que era más bella y gentil que ninguna? y ahora te has mudado. ¡Y luego acusáis de inconstantes a las
mujeres! ¿Cómo buscáis firmeza en ellas, si vosotros les dais el ejemplo de olvidar?
ROMEO.- ¿Pero vos no reprobabais mi amor por Rosalía!
FRAY LORENZO.- Yo no reprobaba tu amor, sino tu idolatría ciega.
ROMEO.- ¿Y no me dijisteis que hiciera todo lo posible por ahogar ese amor?
FRAY LORENZO.- Pero no para que de la sepultura de ese amor brotase otro amor nuevo y más
ardiente.ROMEO.- No os enojéis conmigo, porque mi señora me quiere tanto como yo a ella y con su amor
responde al mío, y la otra no.
FRAY LORENZO.- Es que Rosalía quizá adivinara la ligereza de tu amor. Ven conmigo, inconstante mancebo.
Yo te ayudaré a conseguir lo que deseas para que esta boda sea lazo de amistad que extinga el rencor de
vuestras familias.
ROMEO .-Vamos, pues, sin detenernos.
FRAY LORENZO.- Vamos con calme para no tropezar
¡Qué pronto olvidaste a Rosalía, en quien cifrabas antes tu cariño! El amor de los jóvenes nace de
los ojos y no del corazón. ¡Cuánto lloraste por Rosalía! y ahora tanto amor y tanto enojo se ha
disipado como el eco. Aún no ha disipado el sol los vapores de tu llanto. Aún resuenan en mis
oídos tus quejas. Aún se ven en tu rostro las huellas de antiguas lágrimas. ¿No decías que era más
bella y gentil que ninguna? y ahora te has mudado. ¡Y luego acusáis de inconstantes a las
mujeres! ¿Cómo buscáis firmeza en ellas, si vosotros les dais el ejemplo de olvidar?
Escena V
La Niñera le cuenta a Julieta que esa tarde Fray Lorenzo la casará con Romeo
y que por la noche, ayudado de una escalera de cuerda, él entrará a su
habitación para pasar la noche como esposos. Julieta queda infinitamente
agradecida.
Escena VI
Romeo y Fray Lorenzo esperan a Julieta para iniciar la boda. Fray Lorenzo
intenta calmar el ímpetu de Romeo cuando llega Julieta acompañada de la
Niñera. Los novios se demuestran su amor y Fray Lorenzo se apresura en
casarlos para poder dejarlos solos como marido y mujer.
FRAY LORENZO.- ¡El cielo mire con buenos ojos la ceremonia quevamos a cumplir, y no nos
castigue por ella en adelante!
ROMEO.- ¡Así sea, así sea! Pero por muchas penas que vengan no bastarán a destruir la
impresión de este momento de ventura. Junta nuestras manos, y con tal que yo pueda llamarla
mía, no temeré ni siquiera a la muerte, verdugo del amor.
FRAY LORENZO.- Nada violento es duradero: ni el placer ni la pena: ellos mismos se consumen
como el fuego y la pólvora al usarse. La excesiva dulcedumbre de la miel empalaga al labio. Ama,
pues, con templanza. (Sale Julieta.) Aquí está la dama; su pie es tan leve que no desgastará nunca
la eterna roca; tan ligera que puede correr sobre las telas de araña sin romperlas.
JULIETA.- Buenas tardes, reverendo confesor.
FRAY LORENZO.- Romeo te dará las gracias en nombre de los dos.
JULIETA.- Por eso le he incluido en el saludo. Si no, pecaría él de exceso de cortesía.
ROMEO.- ¡Oh, Julieta! Si tu dicha es como la mía y puedes expresarla con más arte, alegra con tus
palabras el aire de este aposento y deja que tu voz proclame la ventura que hoy agita el alma de
los dos.
JULIETA.- El verdadero amor es más prodigo de obras que de palabras: más rico en la esencia que
en la forma. Sólo el pobre cuenta su caudal. Mi tesoro es tan grande que yo no podría contar ni
siquiera la mitad.
FRAY LORENZO.- Acabemos pronto. No os dejaré solos hasta que os ligue la bendición nupcial
ACTO III
Escena I
Teobaldo, que busca a Romeo para batirse con él, se encuentra con Benvolio y
Mercucio y discuten. Cuando están a punto de sacar sus espadas, llega Romeo y
Teobaldo lo enfrenta. Sin embargo, Romeo rechaza el reto y Teobaldo lo insulta.
Mercucio, que no soporta los agravios de un Capuleto se enfrenta a Teobaldo. Benvolio
y Romeo intentan separarlos, pero Teobaldo aprovecha la confusión para herir a
Mercucio. Teobaldo huye y Mercucio muere. Al rato regresa Teobaldo triunfante y se
enfrenta a Romeo. En la lucha Teobaldo queda herido de muerte y fallece después.
Benvolio le dice a Romeo que huya porque se acerca el Príncipe y los guardias y lo
condenarán a muerte si lo encuentran. Romeo huye y Benvolio le cuenta lo sucedido al
Príncipe. Este, dada las circunstancias, condena a Romeo al destierro y no a muerte,
con la salvedad de que si regresa a Verona, cualquier ciudadano puede matarlo sin
tener que enfrentarse a la justicia.
ACTO III
TEOBALDO.- Romeo, sólo una palabra me consiente decirte el odio que te profeso. Eres un infame.
ROMEO.- Teobaldo, tales razones tengo para quererte que me hacen perdonar hasta la bárbara grosería
de ese saludo. Nunca he sido infame. No me conoces. Adiós.
TEOBALDO.- Mozuelo imberbe, no intentes cobardemente excusar los agravios que me has hecho. No te
vayas, y defiéndete.
ROMEO.- Nunca te agravié. Te lo afirmo con juramento. Al contrario, hoy te amo más que nunca, y quizá
sepas pronto la razón de este cariño. Vete en paz, buen Capuleto, nombre que estimo tanto como el mío.
MERCUTIO.- ¡Qué extraña cobardía! Decídanlo las estocadas. Teobaldo, espadachín, ¿quieres venir
conmigo?
TEOBALDO.- ¿Qué me quieres?
MERCUTIO.- Rey de los gatos, sólo quiero una de tus siete vidas, y luego aporrearte a palos las otras seis.
¿Quieres tirar de las orejas a tu espada, y sacarla de la vaina? Anda presto, porque si no, la mía te
calentará tus orejas antes que la saques.
TEOBALDO.- Soy contigo.
ROMEO.- Detente, amigo Mercutio.
MERCUTIO.- Adelante, hidalgo. Enseñadme ese quite. (Se baten.)
ROMEO.- Saca la espada, Benvolio. Separémoslos. ¡Qué afrenta, hidalgos! ¡Oíd, Teobaldo! ¡Oye, Mercutio!
¿No sabéis que el Príncipe ha prohibido sacar la espada en las calles de Verona? Deteneos, Teobaldo y
Mercutio. (Se van Teobaldo y sus amigos.)
MERCUTIO.- Mal me han herido. ¡Mala peste a Capuletos y Montescos! Me hirieron y no los herí.
ROMEO.-Vuelve vivo y triunfante. ¡Y Mercutio muerto! Huye de mí, dulce templanza.
Sólo la ira guíe mi brazo. Teobaldo, ese mote de infame que tú me diste, yo te lo
devuelvo ahora, porque el alma de Mercutio está desde las nubes llamando a la tuya,
y tú o yo o los dos hemos de seguirle forzosamente.
TEOBALDO.- Pues vete a acompañarle tú, necio, que con él ibas siempre.
ROMEO.-Ya lo decidirá la espada. (Se baten, y cae herido Teobaldo.)
BENVOLIO.-Huye, Romeo. La gente acude y Teobaldo está muerto. Si te alcanzan, vas
a ser condenado a muerte. No te detengas como pasmado. Huye, huye.
ROMEO.-Soy triste juguete de la suerte.
BENVOLIO.- Huye, Romeo. (Acude gente.)
CIUDADANO 1°.- ¿Por dónde habrá huido Teobaldo, el asesino de Mercutio?
BENVOLIO.- Ahí yace muerto Teobaldo.
CIUDADANO 1°.- Seguidme todos. En nombre del Príncipe lo mando. (Entran el
Príncipe con sus guardias, Montescos, Capuletos, etc.)
Escena II
Julieta espera con impaciencia la llegada de Romeo para consumar su matrimonio
cuando llega la niñera y le anuncia la muerte de su primo Teobaldo, asesinado por su
esposo Romeo, además de la orden de que sea desterrado. Julieta se abate ante la
noticia, cree que Romeo es un traidor, pero la niñera le dice que sabe donde está y que
irá a buscarlo.
Escena III
Romeo se lamenta ante Fray Lorenzo de la pena de destierro que le ha impuesto el
Príncipe; dice que prefiere la muerte porque no verá más a Julieta. Fray Lorenzo le
reprocha su actitud infantil, pero Romeo es terco. En eso llega la Niñera anunciando
que Julieta espera a Romeo. Este, que estaba a punto de atravesarse con su puñal, va
con ella.
Escena IV
Capuleto le concede la mano de Julieta al Conde Paris y acuerdan que la boda
será el jueves (están a día lunes).
Escena V
Amanece y los esposos Romeo y Julieta deben despedirse. Él parte para Mantua
como le indicó Fray Lorenzo. Cuando Julieta queda sola, llega su madre quien le
informa que ya tienen planeada la muerte de Romeo para vengar la de Teobaldo.
También le dice que su padre ha decidido que el jueves deberá casarse con el
Conde Paris. Ella se niega, incluso frente a su padre y este la trata con mucha
dureza. Finalmente, cuando quedan solas, la Niñera le recomienda a Julieta
casarse con Paris pues Romeo está desterrado y no lo verá más. Este consejo
hace que Julieta reniegue de la Niñera.
JULIETA.- ¡Ama!
AMA.- Tu madre viene. Ya amanece. Prepárate y no te descuides.
ROMEO.- ¡Un beso! ¡Adiós, y me voy! (Vase por la escala.)
JULIETA.- ¿Te vas? Mi señor, mi dulce dueño, dame nuevas de ti todos los días, a cada
instante. Tan pesados corren los días infelices, que temo envejecer antes de tornar a ver
a mi Romeo.
ROMEO.- Adiós. Te mandaré noticias mías y mi bendición por todos los medios que yo
alcance.
JULIETA.- ¿Crees que volveremos a vernos?
ROMEO.- Sí, y que en dulces coloquios de amor recordaremos nuestras angustias de
ahora.
JULIETA.- ¡Válgame Dios! ¡Qué présaga tristeza la mía! Parece que te veo difunto sobre
un catafalco. Aquel es tu cuerpo, o me engañan los ojos.
ROMEO.- Pues también a ti te ven los míos pálida y ensangrentada. ¡Adiós, adiós!
(Vase)
JULIETA.- ¡Oh, fortuna! te llaman mudable: a mi amante fiel poco le importan tus
mudanzas. Sé mudable en buena hora, y así no le detendrás y me le restituirás luego.
ACTO IV
Escena I
Mientras Paris le cuenta a Fray Lorenzo que el jueves se casará con Julieta, ella lega a
confesarse con el religioso. Cuando el Conde Paris los deja solos, Julieta amenaza con
atravesarse con un puñal si no hay esperanzas para impedir su boda. Fray Lorenzo le
da una botellita que contiene un líquido que le dará a Julieta la apariencia de un
cadáver, pero solo por tres días. Cuando despierte, Fray Lorenzo la rescatará y la
llevará con Romeo.
Escena II
Siguiendo las indicaciones de Fray Lorenzo, Julieta pide perdón a su padre por
desobedecerlo y le dice que está dispuesta a casarse con el Conde París tal como él lo
ha dispuesto. Capuleto apresura los preparativos de la boda.
ACTO IV
FRAY LORENZO.- Hija mía, detente. Aún veo una esperanza, pero tan remota y tan violenta, como es violenta
tu situación actual. Pero ya que prefieres la muerte a la boda con Paris, pasarás por algo que se parezca a la
muerte. Si te atreves a hacerlo, yote daré el remedio.
JULIETA.- Padre, a trueque de no casarme con Paris, mandadme que me arroje de lo alto de una torre, que
recorra un camino infestado por bandoleros, que habite y duerma entre sierpes y osos, o en un cementerio,
entre huesos humanos, que crujan por la noche, y amarillas calaveras, o enterradme con un cadáver reciente.
Todo lo haré, por terrible que sea, antes que ser infiel al juramento que hice a Romeo.
FRAY LORENZO.- Bien: vete a tu casa, fíngete alegre: di que te casarás con Paris. Mañana es miércoles: por la
noche quédate sola, sin que te acompañe ni siquiera tu ama, y cuando estés acostada, bebe el licor que te doy
en esta ampolleta. Un sueño frío embargará tus miembros. No pulsarás ni alentarás, ni darás señal alguna de
vida. Huirá el color de tus rosados labios y mejillas, y le sucederá una palidez térrea. Tus párpados se cerrarán
como puertas de la muerte que excluyen la luz del día, y tu cuerpo, quedará rígido, inmóvil, frío como el
mármol de un sepulcro. Así permanecerás cuarenta y dos horas justas, y entonces despertarás como de un
apacible sueño. A la mañana anterior habrá venido el novio a despertarte, te habrá creído muerta, y
ataviándote, según es uso, con las mejores galas, te habrán llevado en ataúd abierto al sepulcro de los
Capuletos. Durante tu sueño, yo avisaré por carta a Romeo; él vendrá en seguida, y velaremos juntos hasta
que despiertes. Esa misma noche Romeo volverá contigo a Mantua. Es el único modo de salvarte del peligro
actual, si un vano y mujeril temor no te detiene.
JULIETA.- Dame la ampolleta, y no hablemos de temores.
FRAY LORENZO.- Tómala. Valor y fortuna. Voy a enviar a un lego con una carta a Mantua.
JULIETA.- Dios me dé valor, aunque ya le siento en mí. Adiós, padre mío.
Bebe el licor que te doy en esta 
ampolleta. Un sueño frío 
embargará tus miembros. No 
pulsarás ni alentarás, ni darás 
señal alguna de vida. Huirá el 
color de tus rosados labios y 
mejillas, y le sucederá una 
palidez térrea. Tus párpados se 
cerrarán como puertas de la 
muerte que excluyen la luz del 
día, y tu cuerpo, quedará rígido, 
inmóvil, frío como el mármol de 
un sepulcro. Así permanecerás 
cuarenta y dos horas justas, y 
entonces despertarás como de 
un apacible sueño…
Escena III
Julieta dice a su madre que quiere estar a solas para reflexionar sobre su
nueva vida de casada. Cuando queda sola, en medio de muchas dudas y
temores, bebe el líquido que el entregó Fray Lorenzo y se desvanece.
Escena IV
A la mañana siguiente, todos en casa de los Capuleto están listos para la
misa de bendición a los novios que dará Fray Lorenzo. Ante el retraso de
Julieta, Capuleto ordena a la niñera que la apresure.
Escena V
La Niñera y la Dama Capuleto encuentran el cuerpo inerte de
Julieta y se lamentan con desesperación. Llega Capuleto a
apresurarlas y al notar la tragedia y se une a los lamentos.
Luego llegan Paris y Fray Lorenzo, el Conde se lamenta a su vez
mientras que el religioso (que es el único que sabe que Julieta
no está muerta en realidad) mantiene la calma y le pide
entereza a la familia.
ACTO V
Escena I
Romeo, en Mantua, recibe de Baltasar la noticia de la muerte de Julieta. Romeo,
que no sabe que es una muerte fingida, desespera y decide volver esa misma noche
a Verona. Antes de partir pasa por la vivienda de un boticario al que le compra un
veneno capaz de acabar con veinte hombre. Entonces Romeo ya puede partir para
morir al lado de Julieta.
Escena II
Fray Juan le dice a fray Lorenzo que no pudo llevarle la carta a Romeo pues la
guardia lo encerró creyendo que estaba enfermo. Fray Lorenzo, temeroso de las
consecuencias le pide un azadón y se prepara para rescatar a Julieta.
ACTO V
ROMEO.- Si hemos de confiar en un dulce y agradable sueño, alguna gran felicidad me espera. Desde la aurora
pensamientos de dicha agitan mi corazón, rey de mi pecho, y como que me dan alas para huir de la tierra. Soñé con mi
esposa y que me encontraba muerto. ¡Raro fenómeno: que piense un cadáver! Pero con sus besos me hubiera trocado
por un emperador. ¡ Oh, cuan dulces serán las realidades del amor, cuando tanto lo son las sombras! (Entra Baltasar.)
¿Traes alguna nueva de Verona? ¿Te ha dado Fray Lorenzo alguna carta para mí? ¿Cómo está mi padre? ¿Y Julieta? Nada
malo puede sucederme
si ella está buena.
BALTASAR.- Pues ya nada malo puede sucederte, porque su cuerpo reposa en el sepulcro, y su alma está con los ángeles.
Yace en el panteón de su familia. Y perdonadme que tan pronto haya venido a traeros tan mala noticia, pero vos mismo,
señor, me encargasteis que os avisara de todo.
ROMEO.- ¿Será verdad? ¡Cielo cruel, yo desafio tu poder! Dadme papel y plumas. Busca esta tarde caballos, y vámonos a
Verona esta noche.
BALTASAR.- Señor, dejadme acompañaros, porque vuestra horrible palidez me anuncia algún mal suceso.
ROMEO.- Nada de eso. Déjame en paz y obedece. ¿No traes para mi carta de Fray Lorenzo?
BALTASAR.- Ninguna.
ROMEO.- Lo mismo da. Busca en seguida caballos, y en marcha. (Se va Baltasar.) Sí, Julieta, esta noche descansaremos
juntos. ¿Pero cómo? ¡Ah, infierno, cuan presto vienes en ayuda de un ánimo desesperado ! Ahora me acuerdo que cerca
de aquí vive un boticario de torvo ceño y mala catadura gran herbolario de yerbas medicinales. El hambre le ha
convertido en esqueleto. Del techo de su lóbrega covacha tiene colgados una tortuga, un cocodrilo, y varias pieles de
fornidos peces; y en cajas amontonadas, frascos vacíos y verdosos, viejas semillas, cuerdas de bramante, todo muy
separado para aparentar más. Yo, al ver tal miseria, he pensado que aunque está prohibido, so pena de muerte, el
despachar veneno, quizá este infeliz, si se lo pagaran, lo vendería. Bien lo pensé, y ahora voy a ejecutarlo. Cerrada tiene
la botica. ¡Hola, eh! (Sale el Boticario.)
Boticario: Disuelve esto en un líquido, y bébelo
hasta la última gota; aunque tengas la fuerza de
veinte hombres, caerás muerto de inmediato.
¡Yo soy quien te vende a ti el veneno; no tú el
que me lo vendes a mí! ¡Adiós! Compra
alimentos y rehabilita tus carnes ...
¡Veo que eres muy pobre! ¡Toma cuarenta ducados,
véndeme una dosis de veneno, una sustancia tan severa,
que al propagarse por las venas caiga muerto aquel que,
fastidiado de la vida, la beba, y haga salir su alma del
cuerpo con la misma violencia que la impetuosa pólvora
encendida estalla en las entrañas fatales del cañón!
Escena III
Paris lleva flores al sepulcro de Julieta y se encuentra con Romeo que ha venido
a descubrir la tumba. Ambos se enfrentan y Paris es herido de muerte.
Asustado, el paje del conde va a llamar a la ronda. Mientras tanto, Romeo
destapa el sepulcro, besa a Julieta y bebe el veneno. Minutos después llega fray
Lorenzo y ve la escena macabra, justo en el momento en que Julieta despierta.
El religioso intenta escapar con ella pues escucha que se acerca la ronda, pero la
muchacha se desprende y queda sola. Ante el cadáver de Romeo, se apuñala en
el pecho y muere. Luego llega la ronda, que capturan a Baltasar, criado de
Romeo y a fray Lorenzo. A la llegada del Príncipe y los familiares, los capturados
informan lo que saben y los jefes de las familias Montesco y Capuleto,
avergonzados de confirmar la desgracia por culpa de su enemistad, deciden
concluir las riñas y hacer sendas estatuas en honor de los jóvenes enamorados.
ROMEO.- Sí que lo haré. Veámosle el rostro. ¡El pariente de Mercutio, el conde Paris ! Al tiempo de
montar a caballo, ¿no oí, como entre sombras, decir a mi escudero, que iban a casarse Paris y
Julieta? ¿Fue realidad o sueño? ¿O es que estaba yo loco y creí que me hablaban de Julieta? Tu
nombre está escrito con el mío en el sangriento libro del destino. Triunfal sepulcro te espera: ¿Qué
digo sepulcro? Morada de luz, pobre joven. Allí duerme Julieta, y ella basta para dar luz y
hermosura al mausoleo. Yace tú a su lado: un muerto es quien te entierra. Cuando el moribundo se
acerca al trance final, suele reanimarse, y a esto lo llaman el último destello. Esposa mía, amor
mío, la muerte que ajó elnéctar de tus labios, no ha podido vencer del todo tu hermosura. Todavía
irradia en tus ojos y en tu semblante, donde aún no ha podido desplegar la muerte su odiosa
bandera. Ahora quiero calmar la sombra de Teobaldo, que yace en ese sepulcro. La misma mano
que cortó tu vida, va a cortar la de tu enemigo. Julieta, ¿por qué estás aún tan hermosa? ¿Será
que el descarnado monstruo te ofrece sus amores y te quiere para su dama? Para impedirlo,
dormiré contigo en esta sombría gruta de la noche, en compañía de esos gusanos, que son hoy tus
únicas doncellas. Este será mi eterno reposo. Aquí descansará mi cuerpo, libre de la fatídica ley de
los astros. Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el último beso de
mis labios, puertas de la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con la muerte. Ven, áspero y
vencedor piloto: mi nave, harta de combatir con las olas, quiere quebrantarse en los peñascos.
Brindemos por mi dama. ¡Oh, cuán portentosos son los efectos de tu bálsamo, alquimista veraz!
Así, con este beso... muero. (Cae. Llega fray Lorenzo.)
Este será mi eterno reposo. Aquí descansará mi
cuerpo, libre de la fatídica ley de los astros. Recibe
tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de
mis brazos, el último beso de mis labios, puertas de
la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con
la muerte.
JULIETA.- Padre, ¿dónde está mi esposo? Ya recuerdo dónde debía yo estar y allí estoy.
Pero ¿dónde está Romeo, padre mío?
FRAY LORENZO.- Oigo ruido. Deja tú pronto ese foco de infección, ese lecho de fingida
muerte. La suprema voluntad de Dios ha venido a desbaratar mis planes. Sígueme. Tu
esposo yace muerto a tu lado, y Paris muerto también. Sígueme a un devoto convento
y nada más me digas, porque la gente se acerca. Sígueme, Julieta, que no podemos
detenernos aquí. (Vase.)
JULIETA.- Yo aquí me quedaré. ¡Esposo mío! Mas ¿qué veo? Una copa tiene en las
manos. Con veneno ha apresurado su muerte. ¡Cruel! no me dejó ni una gota que
beber. Pero besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me
matará y me salvará. (Le besa.) Aún siento el calor de sus labios.
ALGUACIL 1°.-(Dentro.) ¿Dónde está? Guiadme.
JULIETA.- Siento pasos. Necesario es abreviar. (Coge el puñal de Romeo.) ¡Dulce hierro,
descansa en mi corazón, mientras yo muero! ( Se hiere y cae sobre el cuerpo de
Romeo. Entran la ronda y el paje de Paris.)
¡Dulce hierro, descansa en
mi corazón, mientras yo
muero!
Besaré tus labios que quizá contienen
algún resabio del veneno. Él me
matará y me salvará.
PRINCIPE.- Decidnos lo que sepáis.
FRAY LORENZO.- Lo diré brevemente, porque la corta vida que me queda, no consiente largas relaciones.
Romeo se había desposado con Julieta. Yo los casé, y el mismo día murió Teobaldo. Esta muerte fue causa
del destierro del desposado y del dolor de Julieta. Vos creísteis mitigarle, casándola con Paris. En seguida
vino a mi celda, y loca y ciega me rogó que buscase una manera de impedir esta segunda boda, porque si
no, iba a matarse en mi presencia. Yo le di un narcótico preparado por mí, cuyos efectos simulaban la
muerte, y avisé a Romeo por una carta, que viniese esta noche (en que ella despertaría) a ayudarme a
desenterrarla. Fray Juan, a quien entregué la carta, no pudo salir de Verona, por súbito accidente.
Entonces me vine yo solo a la hora prevista, para sacarla del mausoleo, y llevarla a mi convento, donde
esperase a su marido. Pero cuando llegué, pocos momentos antes de que ella despertara, hallé muertos a
Paris y a Romeo. Despertó ella, y le rogué por Dios que me siguiese y respetara la voluntad suprema. Ella,
desesperada, no me siguió, y a lo que parece, se ha dado la muerte. Hasta aquí sé. Del casamiento puede
dar testimonio su ama. Y si yo delinquí en algo, dispuesto estoy a sacrificar mi vida al fallo de la ley, que
sólo en pocas horas podrá adelantar mi muerte.
PRINCIPE.- Siempre os hemos tenido por varón santo y de virtudes. Oigamos ahora al Criado de Romeo.
BALTASAR.- Yo di a mi amo noticia de la muerte de Julieta. A toda prisa salimos de Mantua, y llegamos a
este cementerio. Me dio una carta para su padre, y se entró en el sepulcro desatentado y fuera de si,
amenazándome con la muerte, si en algo yo le resistía.
PRINCIPE.- Quiero la carta: ¿y dónde está el paje que llamo a la ronda?
PAJE.- Mi amo vino a derramar flores sobre el sepulcro de Julieta. Yo me quedé cerca de alli,
según sus órdenes. Llegó un caballero y quiso entrar en el panteón. Mi amo se lo estorbó,
riñeron, y yo fui corriendo a pedir auxilio.
PRINCIPE.- Esta carta confirma las palabras de este bendito fraile. En ella habla Romeo de su
amor y de su muerte: dice que compró veneno a un boticario de Mantua, y que quiso morir, y
descansar con su Julieta. ¡Capuletos, Montescos, ésta es la maldición divina que cae sobre
vuestros rencores! No tolera el cielo dicha en vosotros, y yo pierdo por causa vuestra dos
parientes. A todos alcanza hoy el castigo de Dios.
CAPULETO.- Montesco, dame tu mano, el dote de mi hija: mas que esto no puede pedir tu
hermano.
MONTESCO.- Y aún te daré más. Prometo hacer una estatua de oro de la hermosa Julieta, y tal
que asombre a la ciudad.
CAPULETO.- Y a su lado haré yo otra igual para Romeo.
PRINCIPE.- ¡Tardía amistad y reconciliación, que alumbra un sol bien triste! Seguidme: aún hay
que hacer más: premiar a unos y castigar a otros. Triste historia es la de Julieta y Romeo.
¡Tardía amistad y reconciliación, que alumbra un sol bien triste! Seguidme: 
aún hay que hacer más: premiar a unos y castigar a otros.
Prometo hacer una
estatua de oro de la
hermosa Julieta, y tal
que asombre a la
ciudad.
Y a su lado haré yo otra
igual para Romeo.
LITERATURA UNIVERSAL DEL S. XIX
La Edad Contemporánea es el nombre con el que se designa al
periodo histórico comprendido entre la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos o la Revolución francesa, y la
actualidad. Los acontecimientos de esta época se han visto
marcados por transformaciones aceleradas en la economía, la
sociedad y la tecnología que han merecido el nombre de
Revolución industrial, al tiempo que se destruía la sociedad
preindustrial y se construía una sociedad de clases presidida por
una burguesía que contempló el declive de sus antagonistas
tradicionales (los privilegiados) y el nacimiento y desarrollo de uno
nuevo (el movimiento obrero), en nombre del cual se plantearon
distintas alternativas al capitalismo.
LA EDAD CONTEMPORÁNEA
La ciencia y la cultura entran en un periodo de extraordinario
desarrollo y fecundidad; mientras que el arte contemporáneo y
la literatura contemporánea (liberados por el romanticismo de
las sujeciones académicas y abiertos a un público y un mercado
cada vez más amplios) se han visto sometidos al impacto de los
nuevos medios de comunicación de masas (tanto los escritos
como los audiovisuales), lo que les provocó una verdadera crisis
de identidad que comenzó con el impresionismo y las
vanguardias y aún no se ha superado.
LÍNEA DE TIEMPO DE LA EDAD CONTEMPORÁNEA
FINES s. 
XVIII
PRIMERA MITAD DEL s.
XIX
EL ROMANTICISMO 
MARCO HISTÓRICO
El Romanticismo es un movimiento cultural crucial para comprender
la cultura occidental moderna. La filosofía, el arte, la literatura, la
música y la política fueron influenciados por este movimiento,
durante el turbulento periodo de tiempo que se extendió entre el
periodo que se conoce como revoluciones burguesas, que en su
definición política se conocen como revoluciones liberales. En este
período el mundo occidental se había sacudido por la Revolución de
las Trece Colonias de Inglaterra en 1776, la Revolución Francesa en
1789 y por la Primera Revolución industrial que empezaba a cambiar
la vida tradicionalmente agraria. Por lo tanto los nuevos modos de
vida se debían reflejar en nuevos modos de pensar. El
romanticismo pasó a significar esta nueva experiencia de mundo.
La Revolución francesa fue un conflicto social y
político, con diversos periodos de violencia, que
convulsionó Francia y, por extensiónde sus
implicaciones, a otras naciones de Europa que
enfrentaban a partidarios y opositores del sistema
conocido como el Antiguo Régimen.
La Primera Revolución
Industrial fue un proceso
que inició en Gran Bretaña
en el siglo XVIII, desde
donde se extendió a otras
partes del mundo. El
desarrollo de la Europa
moderna entre los años
1780 y 1849 fue una
transformación económica
sin precedentes que
abarcó las primeras etapas
de la gran revolución
industrial y una expansión
aún más general de la
actividad comercial.
EL 
ROMANTICISMO
(ALEMANIA, FINES DEL S. XVIII – FRANCIA, PRIMERA MITAD DEL S.XIX)
La Libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix, 1830 
El Romanticismo es un movimiento cultural que se originó en
Alemania y en Reino Unido a finales del siglo XVIII como una
reacción revolucionaria contra la Ilustración y el
Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Es
considerado como el primer movimiento de cultura que
cubrió el mapa completo de Europa. En la mayoría de las
áreas estuvo en su apogeo en el período aproximado de 1800
a 1850. Este movimiento se difundió por toda Europa durante
la primera mitad del siglo XIX.
MARCO TEÓRICO DEL ROMANTICISMO
Se gesta el llamado
prerromanticismo dieciochesco, en
Alemania, con la escuela literaria
Sturm und Drang (“Tempestad e
ímpetu” o “Tormenta y pasión”)
cuyo líder era Goethe; el cual
reacciona contra el racionalismo
del Neoclasicismo. La razón, que
tantos bienes prometía, no había
eliminado los problemas de los
hombres; estos, no solo son “razonables”, poseen también sentimientos,
emociones, fantasías y tienen derecho a expresarlos. Y esto no puede hacerse
con reglas y ataduras sino con libertad. No importa que las obras sean menos
“perfectas” y “regulares”, si en cambio, conmueven y emocionan. La libertad en
el arte, pero también en la política, serán la gran consigna romántica.
CARACTERÍSTICAS
➢ La conciencia del Yo como entidad
autónoma y, frente a la universalidad de la
razón dieciochesca, dotada de
capacidades variables e individuales como
la fantasía y el sentimiento.
➢La primacía del genio creador de un
Universo propio, el poeta como demiurgo.
➢Valoración de lo diferente frente a lo
común, lo que lleva una fuerte tendencia
nacionalista.
➢El liberalismo frente al despotismo
ilustrado.
➢La originalidad frente a la tradición
clasicista y la adecuación a los
cánones. Cada hombre debe mostrar
lo que le hace único.
➢La creatividad frente a la imitación de
lo antiguo hacia los dioses de Atenas.
➢La nostalgia de paraísos perdidos (de
la infancia o de una nación).
➢ La obra imperfecta, inacabada y
abierta frente a la obra perfecta,
concluida y cerrada.
Es propio de este movimiento un
gran aprecio de lo personal, un
subjetivismo e individualismo
absoluto, un culto al yo fundamental
y al carácter nacional o Volksgeist,
frente a la universalidad y
sociabilidad de la Ilustración en el
siglo XVIII; en ese sentido los héroes
románticos son, con frecuencia,
prototipos de rebeldía (Don Juan, el
pirata, Prometeo)
Los autores románticos quebrantan cualquier
normativa o tradición cultural que ahogue su
libertad, como por ejemplo las tres unidades
aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de
estilo (mezclando prosa y verso y utilizando
polimetría en el teatro), o revolucionando la
métrica y volviendo a rimas más libres y
populares como la asonante. Igualmente, una
renovación de temas y ambientes, y, por
contraste al Siglo de las Luces (Ilustración),
prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos,
los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo);
venerando y buscando tanto las historias
fantásticas como la superstición.
El Romanticismo también renovó y enriqueció el limitado lenguaje y
estilo del Neoclasicismo, dando entrada a lo exótico y lo extravagante,
buscando nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las antiguas o
buscando en culturas bárbaras y exóticas o en la Edad Media, en vez de
en Grecia o Roma, su inspiración.
Frente a la afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo
instintivo y sentimental. «La belleza es verdad». También representó el
deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los instintos que
presenta el «yo», subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la
razón. En consonancia con lo anterior, y frente a los neoclásicos, se
produjo una mayor valoración de todo lo relacionado con la Edad
Media, frente a otras épocas históricas.
El idealismo extremo y exagerado que
se buscaba en todo el Romanticismo
encontraba con frecuencia un
violento choque con la realidad
miserable y materialista, lo que
causaba con frecuencia que el
romántico acabara con su propia vida
mediante el suicidio. La mayoría de
los románticos murieron jóvenes. Los
románticos amaban la naturaleza
frente a la civilización como símbolo
de todo lo verdadero y genuino.
CARACTERÍSTICAS
✓Contra el Neoclasicismo
✓Culto al yo (individualismo)
✓Subjetivismo
✓Ansias de libertad
✓Angustia metafísica
✓Gusto por lo popular
✓Atracción por lo sobrenatural
✓Revaloración del pasado medieval
✓Base filosófica: Liberalismo
▪ Johann Wolfgang von Goethe (1749 - 1832). Obras
representativas: Las desventuras del joven Werther
▪ Friedrich Schiller (1759 - 1805). Obras representativas:
Guillermo Tell, Oda a la alegría.
▪ Novalis (1772 - 1801). Obras representativas: Los
Discípulos en Sais, Los Himnos a la noche, Los Cantos
espirituales.
▪ Lord Byron (1788 - 1824). Obras representativas: Las
peregrinaciones de Childe Harold, Caín.
REPRESENTANTES
ALEMANIA
INGLATERRA
▪ John Keats (1795 - 1821). Obras representativas:
Oda sobre una urna griega, Hyperion, Lamia y
otros poemas.
▪ Mary Shelley (1797 - 1851). Obras
representativas: Frankenstein, El último hombre.
▪ Víctor Hugo (1802 - 1885). Obras
representativas: Los miserables, Nuestra Señora
de París.
▪ Alejandro Dumas (1802 - 1870). Obras
representativas: Los tres mosqueteros, El conde
de Montecristo.
FRANCIA
▪ Edgar Allan Poe (1809 - 1849). Obras
representativas: El cuervo, Los crímenes de la
calle Morgue, La casa Usher, El gato negro.
▪ José de Espronceda (1808 - 1842). Obras
representativas: Canción del pirata, El
estudiante de Salamanca.
▪ Gustavo Adolfo Bécquer (1836 - 1870). Obras
representativas: Rimas, Leyendas.
ESTADOS UNIDOS
ESPAÑA
Escritor alemán. Nacido en el seno de una familia
patricia burguesa, su padre se encargó
personalmente de su educación. En 1765 inició los
estudios de derecho en Leipzig, aunque una
enfermedad le obligó a regresar a Frankfurt. Una vez
recuperada la salud, se trasladó a Estrasburgo para
proseguir sus estudios.
Fue éste un período decisivo, ya que en él se
produjo un cambio radical en su orientación poética.
Frecuentó los círculos literarios y artísticos del Sturm
und Drang, germen del primer Romanticismo y
conoció al escritor y filósofo Johann Gottfried
Herder, quien lo invitó a descubrir a Homero,
Shakespeare, Ossian y la poesía popular.
JOHANN WOLFGANG GOETHE (Frankfurt, 1749 - Weimar, 1832)
En 1772 se trasladó a Wetzlar, sede del Tribunal Imperial,
donde conoció a Charlotte Buff, prometida de su amigo
Kestner, de la cual se prendó. Esta pasión frustrada
inspiró su primera novela, Los sufrimientos del joven
Werther, obra que causó furor en toda Europa y que
constituyó la novela paradigmática del nuevo
movimiento que estaba naciendo en Alemania, el
Romanticismo.
De vuelta en Frankfurt, escribió algunos dramas teatrales
menores e inició la composición de su obra más
ambiciosa, Fausto, en la que trabajaría hasta su muerte;
en ella, la recreación del mito literario del pacto del sabio
con el diablo sirve a una amplia alegoría de la
humanidad, en la cual se refleja la transición del autor
desde el Romanticismo hasta el personal clasicismo de su
última etapa.
EL PRIMER ROMÁNTICO Y EL ÚLTIMO NEOCLÁSICO
OBRA LITERARIA
➢ El capricho del enamorado (1767), comedia en verso de un acto.
➢ Los cómplices (1768), tragedia en verso.
➢ Götz von Berlichingen (1773), drama.
➢ Las penas del joven Werther (Die Leiden des jungenWerther, 1774).
➢ Clavijo (1774), drama.
➢ Prometeo (1774), poema.
➢ Stella (1775), drama.
➢ Ifigenia en Táuride (1787), drama en prosa, del que hizo anteriormente
una versión en verso yámbico.
➢ Egmont (1788), drama.
➢ La selva negra (1789), Drama teatral
➢Torquato Tasso (1790), drama.
➢El Gran Copto (1792), Teatro, Comedias y Farsas, obra en V actos.
➢Elegías romanas (Römische Elegien, 1795), poemario.
➢ Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister
(Wilhelm Meisters Lehrjahre, 1796), novela.
➢ Epigramas venecianos (1796), poema.
➢ La novia de Corinto (1797), poema.
➢Hermann y Dorothea (1798), idilio épico en verso.
➢ Fausto, Primera Parte, (1807).
➢ Las afinidades electivas (Die 
Wahlverwandtschaften, 1809), novela.
➢ Poesía y verdad, Parte I (Aus meinem Leben: 
Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1811).
➢ Viaje a Italia (Italienische Reise, 1816).
➢ Diván de Oriente y Occidente (Westöstlicher
Diwan, 1819), poemas.
➢ Elegía de Marienbad (Marienbader Elegie, 1823).
➢ Fausto, Segunda Parte, póstuma (1832).
➢ Poesía y verdad, Parte II (Aus meinem Leben: 
Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1833).
LAS CUITAS DEL JOVEN WERTHER (1774)
GÉNERO: ÉPICO – NARRATIVO
ESPECIE: NOVELA
FORMA: EPISTOLAR
COMPOSICIÓN: NARRADO EN PRIMERA
PERSONA
ESTRUCTURA: DOS PARTES Y UN EPÍLOGO
TEMA: AMOR VEDADO
OTROS TEMAS:
LA EXALTACIÓN DE LA NATURALEZA, EL DESEO
AMOROSO, LA DESCRIPCIÓN DE LA VIDA
BURGUESA.
Los personajes principales de la obra son Werther, Lotte y Albert, que forman un triángulo
amoroso. Hay otros personajes secundarios como los hermanos pequeños de Lotte, el amigo
Wilhelm o el embajador (muestra de la sociedad de la época).
PERSONAJES:
WERTHER:
✓ Narrador de buena parte de la novela, busca
tranquilidad y naturaleza alejado de la ciudad y se
enamora de Lotte que está comprometida con Albert, lo
cual desencadenará el desenlace trágico.
✓ Es el protagonista que nos cuenta su historia a través de
cartas: sus pasiones y sentimientos son revelados de
manera detallada. Fuerte subjetividad.
✓ Werther es un burgués que busca acomodo (frente a él,
Albert pertenece a una clase social ya acomodada).
✓ Joven apasionado que busca la felicidad. Proyecta sobre
la naturaleza sus estados de ánimo que van desde el
entusiasmo al abatimiento. Critica algunos aspectos
sociales y políticos de la sociedad alemana.
CHARLOTTE (LOTTE)
La descripción de Lotte es un retrato, pues se
incluyen tanto rasgos físicos como psíquicos.
Es una muchacha bella, de hermosa figura y
estatura media. Su belleza, según el ideal
clásico y romántico, implica su virtud.
Fiel a sus promesas: tras la muerte de su
madre se hace cargo de su padre y sus nueve
hermanos tal como le prometió a su
progenitora. También se promete a Albert por
petición expresa de su madre en el lecho de
muerte. Muy querida por sus hermanos.
ALBERT:
La descripción de Albert es honrado,
amable, sensible, con poco carácter y
comprensible.
Pertenece a una clase social alta y viaja a
menudo a causa de los negocios.
Al principio de la novela, Werther y Albert
comienzan una amistad particular, que se
convierte en rivalidad, pues Albert
sospechará del amor que siente Werther
hacia su prometida.
Novela dividida en dos partes o libros y un epílogo.
1er. Libro: Werther, joven apasionado y sentimental, abandona su ciudad natal para retirarse a la
soledad de Wahlheim. Conoce a Lotte, que está prometida con Albert, y se enamora de ella.
Wilhelm, el destinatario de las cartas, le advierte del peligro y le aconseja abandonar la inactividad
del retiro.
2º Libro y epílogo: Para enderezar su vida, acepta el puesto de secretario de legación en una
ciudad del sur de Alemania (cuyo nombre no se revela). Tiene que sufrir el malhumor y las
cicaterías del Embajador. La noticia de la boda de Lotte y Albert agranda su descontento y
acrecienta su desasosiego.
Pide su cese y prosigue su peregrinación, dirigiéndose a su pueblo natal. Acepta la invitación de un
príncipe, pero no aguanta el aburrimiento de la corte e inicia un vagabundeo que lo lleva al
reencuentro con Lotte. El epílogo es una especie de informe de un narrador desconocido, el
“editor” sobre los momentos finales de Werther: el nuevo acercamiento a Lotte se consumará con
un beso, preludio de lo irremediable: separación definitiva, desesperación y suicidio (con las
pistolas de Albert que Lotte le ha entregado a su criado).
ESTRUCTURA
La naturaleza es un espejo de Dios, su obra más sublime, y por eso
precisamente se le valora, en oposición a la civilización que es obra
del hombre, un ser imperfecto. La naturaleza que lo cobija -eso que
fue a buscar Werther dejando la ciudad-será la guía de nuestro
héroe, lo intocado, lo salvaje. Y al mismo tiempo, la naturaleza se
convierte en su propio reflejo. En la primera parte, el enamorado ve
todo maravilloso: sol, flores, luz. En la segunda, cuando el
sufrimiento lo invade, el mundo exterior se transforma en un
escenario agresivo: bosques oscuros, montañas elevadas, noche
Es cosa resuelta, Carlota: quiero morir y te lo
participo sin ninguna exaltación romántica, con la
cabeza tranquila, el mismo día en que te veré por
última vez. Cuando leas estas líneas, mi adorada
Carlota yacerán en la tumba los despojos del
desgraciado que en los últimos instantes de su vida
no encuentra placer más dulce que el placer de
pensar en ti. He pasado una noche terrible: con todo,
ha sido benéfica, porque ha fijado mi resolución.
¡Quiero morir!
Al separarme ayer de tu lado, un frío inexplicable se
apoderó de todo mi ser; refluía mi sangre al corazón,
y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi
vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin
esperanza. ¡Ah!, estaba helado de espanto.
ÚLTIMA CARTA DE WERTHER: El lunes por la mañana, 21 de diciembre, escribió a Carlota 
la siguiente carta, que se encontró cerrada sobre su mesa y fue entregada a su amada. La 
incluimos aquí por fragmentos, como parece que la escribió:
Apenas pude llegar a mi alcoba, donde caí de rodillas, completamente loco. ¡Oh
Dios mío!, tú me concediste por última vez el consuelo de llorar. Pero ¡qué
lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron tumultuosamente mi
espíritu, fundiéndose al fin todos en uno solo, pero firme, inquebrantable: ¡morir!
Con esta resolución me acosté, con esta resolución, inquebrantable y firme como
ayer, he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, es convencimiento: mi
carrera está concluida, y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo he de
ocultar? Es preciso que uno de los tres muera, y quiero ser yo. ¡Oh vida de mi vida!
Más de una vez en mi alma desgarrada ha penetrado un horrible pensamiento:
matar a tu marido..., a ti..., a mí. Sea yo, yo solo; así será.
Cuando al anochecer de algún hermoso día de verano subas a la montaña, piensa
en mí y acuérdate de que he recorrido muchas veces el valle; mira luego hacia el
cementerio, y a los últimos rayos del sol poniente vean tus ojos cómo el viento
azota la hierba de mi sepultura. Estaba tranquilo al comenzar esta carta, y ahora
lloro como un niño. ¡Tanto martirizan estas ideas mi pobre corazón!
Un raudal de lágrimas, que brotó de los ojos de Carlota, desahogando
su corazón, interrumpió la lectura de Werther. Éste hizo a un lado el
manuscrito y tomando una de las manos de la joven, soltó también el
amargo llanto. Carlota, apoyando la cabeza en la otra mano, se cubrió el
rostro con un pañuelo. Víctimas ambos de una terrible agitación, veían
su propia desdicha en la suerte de los héroes de Ossian y juntos
lloraban. Sus lágrimas se confundieron. Los ardientes labios de Werther
tocaron el brazo de Carlota; ella se estremeció y quiso retirarse; pero el
dolor y la compasión la tenían atada a su silla como si un plomo pesara
sobre su cabeza. Ahogándose y queriendo dominarse, suplicó con
sollozos a Werther que siguiera la lectura; su voz rogaba con un acento
del cielo.
Werther, cuyo corazón latía con la violencia de querer salir del pecho,
temblaba como un azogado. Tomó el libro y leyó inseguro:“¿Por qué me despiertas, soplo embalsamado de primavera? Tú me
acaricias y me dices: ‘traigo conmigo el rocío del cielo; pero pronto
estaré marchito, porque pronto vendrá la tempestad, arrancará mis
hojas. Mañana llegará el viajero; vendrá el que me ha conocido en todo
mi esplendor; su vista me buscará a su alrededor y no me hallará”.
Estas palabras causaron a Werther un gran abatimiento. Se arrojó a los
pies de Carlota con una desesperación completa y espantosa, y
tomándole las manos las oprimió contra sus ojos, contra la frente.
Carlota sintió el vago presentimiento de un siniestro propósito.
Trastornado su juicio, tomó también las manos de Werther y las colocó
sobre su corazón. Se inclinó con ternura hacia él y sus mejillas se tocaron. El
mundo desapareció para los dos; la estrechó entre sus brazos, la apretó
contra el pecho y cubrió con besos los temblorosos labios de su amada, de
los que salían palabras entrecortadas.
-¡Werther!-murmuraba con voz ahogada y desviándose-. ¡Werther!, insistía,
y con suave movimiento trataba de retirarse.
-¡Werther! -dijo por tercera vez-, ahora con acento digno e imponente.
Él se sintió dominado; la soltó y se tiró al suelo como un loco. Carlota se
levantó y en un trastorno total, confundida entre el amor y la ira, dijo:
-Es la última vez, Werther; no volverás a verme.
Y entregándole una mirada llena de amor a aquel desdichado, corrió a la
habitación contigua y ahí se encerró.
Werther extendió las manos sin atreverse a detenerla. En el suelo y con la
cabeza en el sofá, permaneció más de una hora sin dar señales de vida.
Al cabo de ese tiempo oyó ruido y despertó. Era la criada que venía a poner
la mesa. Se levantó y se puso a caminar por el cuarto.
Cuando volvió a quedarse solo, se acercó a la puerta por donde había 
entrado Carlota y dijo en voz baja: 
-¡Carlota! ¡Carlota! Una palabra al menos, un adiós siquiera… Ella guardó 
silencio. Esperó, suplicó, esperó una vez más... Por último se alejó de la 
puerta gritando: 
-¡Adiós, Carlota… adiós para siempre!
“Esta vez es la última que abro los ojos; la última, ¡ay de mí! Ya no volverán a ver la luz del día. Estarán cubiertos
por una niebla densa y oscura. ¡Sí, viste de luto, naturaleza! Tu hijo, tu amigo, tu amante se acerca a su término.
¡Ah, Carlota!, es una cosa que no se parece a nada y que sólo puede compararse con las percepciones confusas
de un sueño, el decirse; ‘¡Esta mañana es la última!’ Carlota, apenas puedo entender el sentido de estas
palabras: ‘¡La última!’ Yo, que ahora tengo la plenitud de mis fuerzas, mañana rígido e inerte estaré sobre la
tierra.
¡Morir! ¿Qué es eso? Ya lo ves: los hombres soñamos siempre que hablamos de la muerte. He visto morir a
mucha gente; pero somos tan pobres de mente que no sabemos nada del principio ni del fin de la vida.
En este momento todavía soy mío... todavía soy tuyo, sí, tuyo, querida mía; y dentro de poco... ¡separados,
aislados, quizá para
siempre! ¡No, Carlota, no! ¿Cómo puedo dejar de ser? Existimos, sí. ¡Dejar de ser!
¿Qué significa esto? Es una frase más, un ruido que mi corazón no entiende. ¡Muerto, Carlota! ¡Cubierto en la
tierra fría, en un rincón angosto y oscuro! Tuve yo cuando adolescente una amiga que era apoyo y consuelo de
mi abandonada juventud. Murió y estuve con ella hasta la fosa, donde vi cuando bajaron el ataúd; oí el crujir de
las cuerdas cuando las soltaron y cuando las recogieron. Luego arrojaron la primera palada y la fúnebre caja hizo
un ruido sordo; después, más sordo; y después, aún más, hasta que quedó cubierta de tierra por completo. Caí al
lado de la fosa, delirante, oprimido y con las entrañas despedazadas.
Pero no supe nada de lo que me sucedió, de lo que me sucederá.
¡Muerte! ¡Tumba! No entiendo estos conceptos.
¡Oh! ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida. ¡Oh ángel! Fue la primera
vez, si, la primera vez que una alegría pura y sin límites llenó todo mi ser.
Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos; todavía inundan mi
corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, perdóname! Sabía que me amabas; lo sabía desde tus primeras
miradas aquellas miradas llenas de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin
embargo, cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me asaltaban por doquiera rencorosas dudas.
¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que ni pudiste
darme la mano ni decirme una sola palabra? Pasé la mitad de la noche arrodillado ante las
flores, porque eran para mí el sello de tu amor; pero, ¡ay!, estas impresiones se borraron como
se borra poco a poco en el corazón del creyente el sentimiento de la gracia que Dios le prodiga
por medio de símbolos visibles. Todo perece, todo; pero ni la misma eternidad puede destruir
la candente vida que ayer recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me ama! Mis brazos
la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es
mía! ¡Eres mía! Sí, Carlota, mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu
esposo! No lo es más que para el mundo, para ese mundo que dice que amarte y querer
arrancarte de los brazos de tu marido para recibirte en los míos es un pecado. ¡Pecado!, sea. Si
lo es, ya lo expío. Ya he saboreado ese pecado en sus delicias, en sus infinitos éxtasis. He
aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma. Desde ese momento eres mía,
¡eres mía, oh Carlota! Voy delante de ti; voy a reunirme con mi padre, que también lo es tuyo,
Carlota; me quejaré y me consolará hasta que tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te
cogeré en mis brazos y nos uniremos en presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que
nunca tendrá fin. No sueño ni deliro. Al borde del sepulcro brilla para mí la verdadera luz.
¡Volveremos a vernos! ¡Veremos a tu madre y le contaré todas las cuitas de mi corazón! ¡Tu
madre! ¡Tu perfecta imagen!
“Sereno y tranquilo tocaré la puerta de bronce del sepulcro.
¡Ah! ¡Si hubiera tenido la suerte de morir como sacrificio
por ti! Con alegría y entusiasmo hubiera dejado este
mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu descanso y
la felicidad de toda tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres
con privilegios logran dar su vida por los que aman y
ofrecerse en holocausto para centuplicar los goces de sus
existencias amadas. Carlota: deseo que me entierren con el
vestido que tengo puesto, pues tu lo has bendecido al
tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Mi alma se
cierne sobre el féretro. Prohíbo que me registren los
bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de cinta rosa que tenías
en el pecho el primer día que te vi, rodeada por tus niños…
¡Oh!, abrázalos mil veces y cuéntales la desgracia de su
amigo. ¡Cómo los quiero! Aún los veo agitarse a mi
alrededor. ¡Ay! ¡Cuánto te he amado, desde el momento
primero de verte! Desde ese momento comprendí que
llenarías vida… Haz que entierren el lazo conmigo... Me lo
diste el día de mi cumpleaños y lo he guardado como una
reliquia santa. ¡Ah! Nunca sospeché que aquel principio
llevaría a este final. Ten calma, te lo suplico, no
desesperes... Están cargadas… Oigo las 12… ¡Que sea lo que
tenga que ser! Carlota… Carlota… ¡Adiós! ¡Adiós!
Un vecino vio el fogonazo y oyó la detonación; pero, como
todo permaneció en calma, no averiguó qué había sucedido.
A las seis de la mañana del siguiente día entró el criado en la
alcoba con una luz y vio a su amo tendido, bañado en sangre y
con una pistola. Le llamó y no consiguió respuesta. Quiso
levantarle y vio que todavía respiraba. Corrió a avisar al
médico y a Alberto. Cuando Carlota oyó la puerta, un temblor
convulsivo se apoderó de su cuerpo. Despertó a su marido y se
levantaron. El criado, entre llantos y sollozos, les dio la fatal
noticia; Carlota cayó desmayada a los pies de su esposo.
Cuando el médico llegó al lado del infeliz Werther, lo encontró en el suelo y sin salvación posible. El pulso latía, pero
todas sus partes estaban paralizadas. La bala había entrado

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