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EL RENACIMIENTO (FLORENCIA, ITALIA, S. XVI) EDAD MODERNA CONTEXTO La Edad Moderna inicia con el Renacimiento. Los pensadores, lo artistas y los escritores del este periodo tuvieron un gran interés por la cultura de la Antigüedad. Posteriormente, en el siglo XVII, el Barroco se caracterizará por una gran complejidad formal. Por último, a lo largo del siglo XVIII, se desarrolla el fenómeno cultural de la Ilustración, también denominado Siglo de las Luces. Esta época se distingue por una gran fe en el progreso y en las posibilidades liberadoras de la razón. XV XVIII Se conoce con el nombre de Renacimiento a la época que comprende el S. XVI y que supone con respecto a la Edad Media una auténtica revolución que abarca prácticamente todos los órdenes de la vida: político, religioso, cultural y artístico: Este nuevo espíritu que marca el S. XVI venía ya gestándose desde finales de la Edad Media. El pleno desarrollo de la burguesía y el primer humanismo italiano contribuyen en gran manera a la aparición del Renacimiento. MARCO HISTÓRICO DEL RENACIMIENTO A esto se suman otros, fenómenos que contribuirán a la implantación del espíritu renacentista como son: ➢ El desarrollo de la técnica: brújula, astrolabio e imprenta. Esta última permitirá la rápida difusión de los autores clásicos. En tanto la primera, los grandes descubrimientos. ➢ La gran concepción antropocéntrica del hombre renacentista. El hombre exalta el poder de la naturaleza humana se mide por todo aquello que provenga de su condición: razón sentimiento, pasión, inspiración, etc. Sin embargo, descartemos la simplista creencia que el Renacimiento fue exclusivamente un renacer al mundo clásico. Fue mucho más que eso. Los hombres de la época buscaban en el mundo clásico no sólo admirar su arte y su belleza literaria que luego imitarían, sino un nuevo sentido del hombre y del mundo que lo rodea. REPRESENTANTES DEL RENACIMIENTO LITERATURA RENACENTISTA Los pensadores, los artistas y los escritores del Renacimiento tuvieron un gran interés por la cultura de la Antigüedad greco-latina. Los estudiosos que buscaban en el conocimiento de la Antigüedad y en el conocimiento de las lenguas clásicas (griego, latín) respuestas para los retos planteados por una sociedad en transformación, recibieron el nombre de humanistas. ▪ Antropocentrismo ▪ Revolución cultural ▪ Retorno a la antigüedad clásica ▪ Italia: Centro y poder del Renacimiento ▪ Culto a la razón ▪ Búsqueda de la belleza (simetría y armonía) ▪ Exaltación de la naturaleza armónica ▪ Base filosófica: Humanismo CARACTERÍSTICAS LA GRAN ERA ISABELINA Esta gran época de la literatura inglesa brota y se despliega en un florecimiento tan súbito como brillante al ascender al trono Isabel I ( 1533 - 1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena. Fue entonces cuando Inglaterra empezó a tener conciencia de su nueva identidad y de su poder político. Esta "edad de oro" representó el apogeo del Renacimiento inglés y vio el florecimiento de la poesía, la música y la literatura. Esta época es famosa por el teatro, principalmente el de William Shakespeare y muchos otros dramaturgos, que se liberaron de pasado estilo con que se escribía el teatro de Inglaterra. Fue una época de exploración y expansión en el extranjero, así como la consolidación de la reforma protestante entre el pueblo inglés, sobre todo luego de la victoria sobre la Armada Invencible. También fue el último período de la historia inglesa en que Inglaterra constituyó un reino separado, antes de su unión real con Escocia. El primer teatro, denominado simplemente The Theatre, se construyó en 1576. Más adelante se construyeron otros: The Curtain, The Rose, The Swan y The Globe. Este último, construido en 1599 y ubicado, como el resto, fuera de la ciudad, para evitar problemas con el Ayuntamiento de Londres, era el más famoso de todos, y fue el preferido de la compañía de la que formó parte William Shakespeare. The Globe (“El Globo”), el cual fue construido por Peter Street en el año 1599. Para su construcción, la mayor parte del material que se utilizó provenía del llamado “The Theater” (el primero de la época Isabelina). Ubicado a orillas del Támesis, en lo que por entonces eran las afueras de Londres, se cree que poseía unos 30 metros de diámetro (algo común al resto de teatros de este período) y que tenían una capacidad para albergar en torno a las 3.300 personas. Nacido en Stratford, a orillas del río Avon, no se sabe gran cosa de su juventud en torno del cual se han creado innumerables leyendas. En 1594 integró la compañía de actores, “El gran Chambelán”, antes lo había hecho en la compañía “El Camarlengo”. Sin embargo, a la muerte de la reina Isabel en 1603, la última compañía que intervenía a Shakespeare se puso bajo la protección del rey Jacobo I y pasó a llamarse “Los Hombres del Rey”. De actor fue pasando poco a poco a autor. Su fama se hizo inmensa. Más tarde llegó a ser empresario y dueño del teatro El Globo de Londres. Murió el 23 de abril de 1616, del calendario Juliano, para el gregoriano su fecha sería el 3 de mayo de 1616. Posteriormente en 1623, dos de sus grandes compañeros de teatro, Heminge y Condell, publicaron gran arte de las obras de Shakespeare, que aparecieron con prólogo de su gran amigo, Ben Jonson. WILLIAM SHAKESPEARE “El cisne de Avon” (Stratford - upon - Avon 1564 - 1616) OBRAS: TRAGEDIAS ▪ Antonio y Cleopatra ▪ Coriolano ▪ El rey Lear ▪ Hamlet ▪ Julio César ▪ Macbeth ▪ Otelo ▪ Romeo y Julieta ▪ Tito Andrónico ▪ Troilo y Crésida ✓ Está considerado como el más grande autor dramático del mundo ✓ Creador del teatro nacional inglés ✓ Uno de los 4 genios de la Literatura Universal junto a Homero, Dante, y Cervantes. COMEDIA ▪ A buen fin no hay mal tiempo ▪ Cardenio (perdida) ▪ Cimbelino ▪ Como gustéis ▪ El mercader de Venecia ▪ El sueño de una noche de verano ▪ La comedia de las equivocaciones ▪ La fierecilla domada ▪ Las alegres comadres de Windsor ▪ La tempestad ▪ Los dos hidalgos de Verona ▪ Los dos nobles caballeros (atribuida) ▪ Mucho ruido y pocas nueces ▪ Noche de reyes DRAMA HISTÓRICO ▪ King John ▪ Ricardo II ▪ Enrique IV, parte 1 ▪ Enrique IV, parte 2 ▪ Enrique V ▪ Enrique VI, Parte 1 ▪ Enrique VI, Parte 2 ▪ Enrique VI, Parte 3 ▪ Ricardo III ▪ Enrique VIII OTRAS OBRAS ▪ Sonetos ▪ Venus y Adonis ▪ La violación de Lucrecia Aquí hay que destacar, sobre todo, los personajes del teatro de Shakespeare. Se trata de personajes con una tremenda profundidad sicológica, muchos de ellos verdaderos arquetipos de sentimientos y de emociones humanas: ➢ los celos (Otelo), ➢ la ambición (Macbeth), ➢ la duda (Hamlet), ➢ el amor juvenil (Romeo y Julieta), ➢ la amor paternal (El Rey Lear). ➢ la avaricia (El mercader de Venecia) Innovaciones: • La época isabelina no se limitó a adaptar los modelos: renovó la métrica con el llamado verso blanco (blank verse, carente de rima), que imita bastante fielmente el verso latino de Séneca, liberando al diálogo dramático de la artificiosidad de la rima. El verso blanco traerá espontaneidad a la conversación y naturalidad al recitado. • El teatro isabelino introduce asimismo toda una serie de técnicas teatrales innovadoras: el escenario inglés de finales del siglo XVI (sobre todo en Shakespeare) presenta un frecuente y rápido sucederse de escenas que hacen pasar rápidamente de un lugar a otro, saltando horas, días, meses con una agilidad casi similar a la del cine moderno. CARACTERÍSTICAS Ruptura de las reglas clásicas. • Fue sobre todo gracias a la renuncia a las reglas que imponía Aristóteles en su Poética (unidad de tiempo y de acción) que el teatro isabelino pudo desarrollarse con aquellas formas nuevas en las cuales Shakespeare, Beaumont, Fletcher, Marlowe y muchos otros encontraron campo fértil para su genio. Los personajes • El teatro isabelino supone un nuevo enfoque a historias y temas clásicos, exaltando la cualidad universal de los grandes personajes históricos o legendarios. Con otro estilo y otra técnica, incluso los temassociales se tratan de manera moderna, en toda su complejidad psicológica, tocando temas que habían sido tabú hasta el momento (sexo, muerte, canibalismo, locura). Cabe pensar en el amor "prohibido" entre Romeo y Julieta, dos jóvenes de dieciséis y catorce años respectivamente, que deciden en pocos días casarse y huir de casa. Esto de los “personajes modernos” hace que estos sean personajes muy cercanos a nosotros y que esos temas sociales sigan estando vigentes hoy en día. • GÉNERO: • ESPECIE: • ESTILO: • ESTRUCTURA: • COMPOSICIÓN: • TEMA: • OTROS TEMAS: DRAMÁTICO TRAGEDIA LENGUAJE POÉTICO (USO DE METÁFORAS) 5 ACTOS EN INGLÉS, COMBINA LA PROSA Y EL VERSO. EL AMOR JUVENIL QUE SOBREPASA LOS OBSTÁCULOS SOCIALES. LAS RIVALIDADES POLÍTICAS Y LAS LUCHAS POR EL PODER, CUYO ENCONO ES LA FUENTE DE DESGRACIAS DE TODOS LOS CIUDADANOS. ROMEO Y JULIETA Hogar de los Capuleto: ✓ Señor Capuleto: Patriarca de la familia Capuleto. ✓ Señora Capuleto: Matriarca de la familia Capuleto. ✓ Julieta Capuleto: Hija de los Capuleto, y coprotagonista de la obra. ✓ Teobaldo Capuleto: Primo de Julieta y sobrino de la señora Capuleto. ✓ La nodriza: Confidente y nodriza personal de Julieta. ✓ Pedro, Sansón y Gregorio: Sirvientes de la casa de los Capuleto. Hogar de los Montesco: ✓ Señor Montesco: Patriarca de la familia Montesco. ✓ Señora Montesco: Matriarca de la familia Montesco. ✓ Romeo Montesco: Hijo de los Montesco, y protagonista de la obra. ✓ Benvolio Montesco: Primo de Romeo y sobrino del señor Montesco. ✓ Abraham y Baltasar: Sirvientes de la casa de los Montesco. PERSONAJES: GOBIERNO DE VERONA: ✓ Príncipe Della Escala: Príncipe de Verona. ✓ Conde Paris: Pariente de Della Escala, quien anhela contraer matrimonio con Julieta. ✓ Mercucio Della Escala: Pariente de Della Escala, amigo y confidente de Romeo y compañero de Benvolio. OTROS: ✓ Fray Lorenzo: Fraile franciscano, amigo de Romeo. ✓ El coro: Lee un prólogo cada dos actos. ✓ Fray Juan: Compañero de Fray Lorenzo, quien es enviado para descubrir a Romeo mediante la carta escrita por Fray Lorenzo. ✓ Boticario: Boticario que le vende el veneno a Romeo. ACTO I CIUDADANOS de Verona, ALGUACILES, GUARDIAS, ENMASCARADOS, etc., CORO La escena pasa en Verona y en Mantua PRÓLOGO CORO.- En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores, que trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con vuestra atención lo que falte a la tragedia. ACTO I Escena I En una plaza de Verona, Benvolio, primo de Romeo y Teobaldo, primo de Julieta se enfrentan en una riña de espadas luego de intentar separar a sus criados que peleaban. La pelea se agranda y llegan los padres de Romeo y los padres de Julieta. Finalmente, llega el príncipe Escalo quien dice estar harto de que la ciudad soporte las peleas entres esas dos familias, así que decreta la pena de muerte para quien inicie un nuevo conflicto. Terminado el incidente, la madre de Romeo pregunta a Benvolio por su hijo. Él le dice que lo ha visto muy solitario, alejándose de los demás En eso llega Romeo y sus padres se retiran para que Benvolio pueda sacarle su secreto. Romeo le confiesa que su tormento es estar enamorado de una muchacha muy bella y aunque su primo le dice que hay formas de olvidarla, Romeo dice que eso es imposible. SANSÓN.- Si sois hombre, sacad vuestro acero. Gregorio: acuérdate de tu sabia estocada. (Pelean.) (Llegan Benvolio y Teobaldo.) BENVOLIO.- Envainad, majaderos. Estáis peleando, sin saber por qué. TEOBALDO.- ¿Por qué desnudáis los aceros? Benvolio, ¿quieres ver tu muerte? BENVOLIO.- Los estoy poniendo en paz. Envaina tú, y no busques quimeras. TEOBALDO.- ¡Hablarme de paz, cuando tengo el acero en la mano! Más odiosa me es tal palabra que el infierno mismo, más que Montesco, más que tú. Ven, cobarde. (Reúnese gente de uno y otro bando. Tráhase la riña) CIUDADANOS.- Venid con palos, con picas, con hachas. ¡Mueran Capuletos y Montescos! (Entran Capuleto y la señora de Capuleto.) PRINCIPE.- ¡Rebeldes enemigos de la paz, derramadores de sangre humana! ¿No queréis oír? Humanas fieras que apagáis en la fuente sangrienta de vuestras venas el ardor de vuestras iras, arrojad en seguida a tierra las armas fratricidas, y escuchad mi sentencia. Tres veces, por vanas quimeras y fútiles motivos, habéis ensangrentado las calles de Verona, haciendo a sus habitantes, aun los más graves e ilustres, empuñar las enmohecidas alabardas, y cargar con el hierro sus manos envejecidas por la paz. Si volvéis a turbar el sosiego de nuestra ciudad, me responderéis con vuestras cabezas. Basta por ahora; retiraos todos. Tú, Capuleto, vendrás conmigo. Tú, Montesco, irás a buscarme dentro de poco a la Audiencia, donde te hablaré más largamente. Pena de muerte a quien permanezca aquí. (Vase.) ROMEO.- Has acertado. Estoy enamorado de una mujer hermosa. BENVOLIO.- ¿Y será fácil dar en ese blanco tan hermoso? ROMEO.- Vanos serían mis tiros, porque ella, tan casta como Diana la cazadora, burlará todas las pueriles flechas del rapaz alado. Su recato la sirve de armadura. Huye de las palabras de amor, evita el encuentro de otros ojos, no la rinde el oro. Es rica, porque es hermosa. Pobre, porque cuando muera, sólo quedarán despojos de su perfección soberana BENVOLIO .-¿Está ligada a Dios por algún voto de castidad? ROMEO.- No es ahorro el suyo, es desperdicio, porque esconde avaramente su belleza, y priva de ella al mundo. Es tan discreta y tan hermosa, que no debiera complacerse en mi tormento, pero aborrece el amor, y ese voto es la causa de mi muerte. BENVOLIO.- Déjate de pensar en ella. ROMEO .-Enséñame a dejar de pensar. BENVOLIO.- Hazte libre. Fíjate en otras. ROMEO.- Así brillará más y más su hermosura. Con el negro Escena II Mientras caminan, el conde Paris pregunta a Capuleto si le dará a su hija Julieta en matrimonio. Él le responde que su hija es muy joven pero que si ella acepta por él no habrá inconveniente. Se van y por la misma calle aparecen Romeo y Benvolio que continúan la conversación de la escena anterior. En eso un criado se les acerca y le pide a Romeo que le lea la orden de su amo pues el no sabe leer. Romeo lo hace y se entera que se organizará una fiesta en casa de los Capuleto en honor a Julieta y que toda la ciudad asistirá. Él y Benvolio deciden ir, Benvolio le dice a su primo que ahí podrá conoce otras chicas pero Romeo contesta que solo irá por ver a Rosalina, que así se llama la chica que lo tiene angustiado. Escena III Conversan la madre de Julieta, Julieta y la Niñera. La madre le dice a Julieta que ya debe pensar en matrimonio. Julieta dice que aún no ha pensado en eso y la madre le dice que ya tiene un pretendiente: el conde Paris. La Niñera se emociona ante la noticia y la madre le dice a su hija que en la fiesta que se hará esa noche Julieta podrá conocer a su pretendiente. Escena IV Romeo, Benvolio, primo de Romeo, y Mercucio, amigo de Romeo, se dirigen a la fiesta que organizan los Capuleto disfrazados con máscara para que no reconozcan que son de los Montesco. Mientras Benvolio y Mercucio se muestran entusiasmados con el baile, Romeo está angustiado y sin ánimos. BENVOLIO.- Rosalía a quien adoras, asistirá a esta fiesta con todas las bellezas de Verona. Allí podrás verla y compararla con otra que yo te enseñaré, y el cisne te parecerá grajo. ROMEO.- No permite tan indigna traición la santidad de mi amor. Ardan mis verdaderas lágrimas, ardan mis ojos (que antes se ahogaban) si tal herejía cometen. ¿Puede haber otra más hermosa que ella? No la ha visto desde la creación del mundo, el sol que lo ve todo. BENVOLIO.- Tus ojos no ven más que lo que les halaga. Vas a pesar ahora en tu balanza a una mujer más bella que ésa, y verás cómo tu señora pierde de los quilates de su peso, cotejada con ella. ROMEO.-Iré, pero no quiero ver tal cosa, sino gozarme en la contemplación de mi cielo. Escena V Romeo se fija en la belleza de Julieta (aún sin conocerla) y se olvida al instante de sus penas por Rosalina. Mientras tanto, Teobaldo, primo de Julieta, reconoce la presencia de un Montesco (Romeo) en la casa y decide matarlo; pero lo detiene su tío Capuleto, padre de Julieta y dueño de la casa. Romeo, viendo que Julieta está sola, se acerca y con galantería le besa una mano y luego le besa los labios. En eso, la Niñera dice a Julieta que su madre la llama. Romeo le pregunta a la Niñera la identidad de Julieta y queda lastimado al saber que pertenece a la familia enemiga. Terminada la fiesta, Julieta le pregunta a su Niñera la identidad del joven que la besó y se lamenta al saber que Romeo es un hombre al que ella debería odiar. JULIETA: Besas muy virtuosamente. ROMEO: (Tomando la mano de Julieta). Si con mi mano he profanado tan celestial altar, perdóneme. Mi boca borrará la mancha, cual peregrino ruboroso, con un beso. JULIETA: El peregrino ha equivocado el sendero pese a que parece devoto. El palmero únicamente ha de besar manos de santo. ROMEO: ¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero? JULIETA: Los labios del peregrino son para orar. ROMEO: ¡Oh, es una santa! Cambien pues de oficio mis manos y mis labios. Ore el labio y otórgueme lo que le pido. JULIETA: El santo escucha con tranquilidad los ruegos. ROMEO: Entonces, escúcheme tranquila mientras mis labios oran, y los suyos se purifican. (La besa). JULIETA: En mis labios queda la huella de su pecado. ROMEO: ¿Del pecado de mis labios? Ellos se retractarán con otro beso. (La besa nuevamente). JULIETA.- ¿Y el que va detrás. . . aquel que no quiere bailar? AMA.- Lo ignoro. JULIETA.- Pues trata de saberlo. Y si es casado, el sepulcro será mi lecho de bodas. AMA.- Es Montesco, se llama Romeo, único heredero de esa infame estirpe. JULIETA.- ¡Amor nacido del odio, harto pronto te he visto, sin conocerte! ¡Harto tarde te he conocido! Quiere mi negra suerte que consagre mi amor al único hombre a quien debo aborrecer. AMA.- ¿Qué estás diciendo? JULIETA.- Versos, que me dijo uno bailando. AMA.- Te están llamando. Ya va. No te detengas, que ya se han ido todos los huéspedes. EL CORO.- Ved cómo muere en el pecho de Romeo la pasión antigua, y cómo la sustituye una pasión nueva. Julieta viene a eclipsar con su lumbre a la belleza que mataba de amores a Romeo. Él, tan amado como amante, busca en una raza enemiga su ventura. Ella ve pendiente de enemigo anzuelo el cebo sabroso del amor. Ni él ni ella pueden declarar su anhelo. Pero la pasión buscará medios y ocasión de manifestarse ACTO II Escena I Romeo ha quedado tan impresionado con Julieta que no puede irse sin verla de nuevo, así que logra escaparse de Benvolio y Mercucio que no logran hallarlo aunque lo buscan. Arriesgando hasta su vida, Romeo escala el muro de los Capuleto y, como ladrón, ingresa a la casa enemiga. Escena II Julieta, que no sabe que Romeo está escondido en su jardín, sale a su balcón y confiesa su amor hablando con la luna. Romeo, que ya sabe que Julieta lo ama, sale de su escondite y le habla. Ella, avergonzada de haber sido descubierta, le dice que prefiere sufrir a que él le jure un amor que no es sincero. La Niñera interrumpe su conversación llamando a Julieta y ella, antes de despedirse de Romeo, le dice que si sus intenciones son sinceras y desea casarse enviará al día siguiente un mensajero a solicitar su respuesta. ACTO II 37 ESCENA II Jardín de Capuleto ROMEO.- ¡Qué bien se burla del dolor ajeno quien nunca sintió dolores. .. ! (Pónese Julieta a la ventana.) ¿Pero qué luz es la que asoma por allí? ¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojeriza porque vence tu hermosura cualquier ninfa de tu coro. Por eso se viste de amarillo color. ¡Qué necio el que se arree con sus galas marchitas! ¡Es mi vida, es mi amor el que aparece! ¿Cómo podría yo decirla que es señora de mi alma? Nada me dijo. Pero ¿qué importa? Sus ojos hablarán, y yo responderé. ¡Pero qué atrevimiento es el mío, si no me dijo nada! Los dos más hermosos luminares del cielo la suplican que les sustituya durante su ausencia. Si sus ojos resplandecieran como astros en el cielo, bastaría su luz para ahogar los restantes como el brillo del sol mata el de una antorcha. ¡Tal torrente de luz brotaría de sus ojos, que haría despertar a las aves a media noche, y entonar su canción como si hubiese venido la aurora! Ahora pone la mano en la mejilla. ¿Quién pudiera tocarla como el guante que la cubre? JULIETA.- ¡Ay de mí! ROMEO.- ¡Habló! Vuelvo a sentir su voz. ¡Ángel de amores que en medio de la noche te me apareces, cual nuncio de los cielos a la atónita vista de los mortales, que deslumbrados le miran traspasar con vuelo rapidísimo las esferas, y mecerse en las alas de las nubes! JULIETA.- ¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué no reniegas del nombre de tu padre y de tu madre? Y si no tienes valor para tanto, ámame, y no me tendré por Capuleto. ROMEO.- ¿Qué hago, seguirla oyendo o hablar? JULIETA.- No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo, ni semblante ni pedazo alguno de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo. De igual suerte, mi querido Romeo, aunque tuviese otro nombre, conservaría todas las buenas cualidades de su alma, que no le vienen por herencia. Deja tu nombre, Romeo, y en cambio de tu nombre que no es cosa alguna sustancial, toma toda mi alma. ROMEO.- Si de tu palabra me apodero, llámame tu amante, y creeré que me he bautizado de nuevo, y que he perdido el nombre de Romeo JULIETA.- ¿Y quién eres tú que, en medio de las sombras de la noche, vienes a sorprender mis secretos? ROMEO.- No sé de cierto mi nombre, porque tú aborreces ese nombre, amada mía, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho. JULIETA.- Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo te reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres de la familia de los Montescos? ROMEO.- No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te enfada. JULIETA.- ¿Cómo has llegado hasta aquí, y para qué? Las paredes de esta puerta son altas y difíciles de escalar, y aquí podrías tropezar con la muerte, siendo quien eres, si alguno de mis parientes te hallase ROMEO.- Las paredes salté con las alas que me dio el amor, ante quien no resisten aun los muros de roca. Ni siquiera a tus parientes temo. JULIETA.- Si te encuentran, te matarán. ROMEO.- Más homicidas son tus ojos, diosa mia, que las espadas de veinte parientes tuyos. Mírame sin enojos, y mi cuerpo se hará invulnerable. JULIETA.- Yo daría un mundo porque no te descubrieran. ROMEO.- De ellos me defiende el velo tenebroso de la noche. Más quiero morir a sus manos, amándome tú, que esquivarlos y salvarme de ellos, cuando me falte tu amor. JULIETA.- ¿Y quien te guio aquí? ROMEO.- El amor que me dijo dónde vivías. De él me aconsejé, él guio mis ojos que yo le había entregado. Sin ser nauchero, te juro que navegaría hasta la playa más remota de los mares por conquistar joya tan preciada. 40 JULIETA.- Si el manto de la noche no me cubriera, el rubor de virgen subiría a mis mejillas, recordando las palabras que esta noche me has oído. En vano quisiera corregirlas o desmentirlas... ¡Resistencias vanas! ¿Me amas? Sé que me dirás que sí, y que yo lo creeré. Y sin embargo, podrías faltar a tu juramento, porque dicen que Jove se ríe de los perjuros de los amantes. Si me amas de veras, Romeo, dilo con sinceridad, y si me tienes por fácil y rendida al primer ruego, dímelo también, para que me ponga esquiva y ceñuda, y así tengas que rogarme. Mucho te quiero, Montesco, mucho, y no me tengas por liviana, antes he de ser más firme y constante que aquellas que parecen desdeñosas porque son astutas. Te confesaréque más disimulo hubiera guardado contigo, si no me hubieses oído aquellas palabras que, sin pensarlo yo, te revelaron todo el ardor de mi corazón. Perdóname, y no juzgues ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha hecho. ROMEO.- Júrote, amada mía, por los rayos de la luna que platean la copa de estos árboles... JULIETA.- No jures por la luna, que en su rápido movimiento cambia de aspecto cada mes. No vayas a imitar su inconstancia. ROMEO.- ¿Pues por quién juraré? JULIETA.- No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es el dios que adoro y en quien he de creer. ROMEO.- ¡Ojalá que el fuego de mi amor...! JULIETA.- No jures. Aunque me llene de alegría el verte, no quiero esta noche oír tales promesas que parecen violentas y demasiado rápidas. Son como el rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate ahora: quizá cuando vuelvas haya llegado a abrirse, animado por las brisas del estío, el capullo de esta flor. Adiós, ¡y ojalá aliente tu pecho en tan dulce calma como el mío! ROMEO.- ¿Y no me das más consuelo que ése? JULIETA.- ¿Y qué otro puedo darte esta noche? ROMEO.- Tu fe por la mía. JULIETA.- Antes te la di que tú acertaras a pedírmela. Lo que siento es no poder dártela otra vez. ROMEO.- ¿Pues qué? ¿Otra vez quisieras quitármela? JULIETA.- Sí, para dártela otra vez, aunque esto fuera codicia de un bien que tengo ya. Pero mi afán de dártelo todo es tan profundo y tan sin límite como los abismos de la mar. ¡ Cuanto más te doy, más quisiera darte!... Pero oigo ruido dentro. ¡Adiós! no engañes mi esperanza. . . Ama, allá voy. . . Guárdame fidelidad, Montesco mío. Espera un instante, que vuelvo en seguida. ROMEO.- ¡Noche, deliciosa noche! Sólo temo que, por ser de noche, no pase todo esto de un delicioso sueño. JULIETA.-(Asomada otra vez a la ventana.) Sólo te diré dos palabras. Si el fin de tu amor es honrado, si quieres casarte, avisa mañana al mensajero que te enviaré, de cómo y cuándo quieres celebrar la sagrada ceremonia. Yo te sacrificaré mi vida e iré en pos de ti por el mundo. 42 JULIETA.- Ya voy. Pero si son torcidas tus intenciones, suplícote que... AMA.- ¡Julieta! JULIETA.- Ya corro... Suplícote que desistas de tu empeño, y me dejes a solas con mi dolor. Mañana irá el mensajero... ROMEO.- Por la gloria... JULIETA.- Buenas noches. ROMEO.- No. ¿Cómo han de ser buenas sin tus rayos? El amor va en busca del amor como el estudiante huyendo de sus libros, y el amor se aleja del amor como el niño que deja sus juegos para tornar al estudio. JULIETA.- (Otra vez a la ventana.) ¡Romeo! ¡Romeo! ¡Oh, si yo tuviese la voz del cazador de cetrería, para llamar de lejos a los halcones! Si yo pudiera hablar a gritos, penetraría mi voz hasta en la gruta de la ninfa Eco, y llegaría a ensordecerla repitiendo el nombre de mi Romeo. ROMEO.- ¡Cuán grato suena el acento de mi amada en la apacible noche, protectora de los amantes! Más dulce es que música en oído atento. JULIETA.- ¡Romeo! ROMEO.- ¡Alma mía! JULIETA.- ¿A qué hora irá mi criado mañana? ROMEO.- A las nueve. JULIETA.- No faltará. Las horas se me harán siglos hasta que ésa llegue. No sé para qué te he llamado. ROMEO.- ¡Déjame quedar aquí hasta que lo pienses! JULIETA.- Con el contento de verte cerca me olvidaré eternamente de lo que pensaba, recordando tu dulce compañía. ROMEO.- Para que siga tu olvido no he de irme. JULIETA.- Ya es de día. Vete... Pero no quisiera que te alejaras más que el breve trecho que consiente alejarse al pajarillo la niña que le tiene sujeto de una cuerda de seda, y que a veces le suelta de la mano, y luego le coge ansiosa, y le vuelve a soltar... ROMEO .- ¡ Ojalá fuera yo ese pajarillo! JULIETA.- ¿Y qué quisiera yo sino que lo fueras? aunque recelo que mis caricias habían de matarte. ¡Adiós, adiós! Triste es la ausencia y tan dulce la despedida, que no sé cómo arrancarme de los hierros de esta ventana. ROMEO.- ¡Que el sueño descanse en tus dulces ojos y la paz en tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo la paz en que se duerme tu belleza! De aquí voy a la celda donde mora mi piadoso confesor, para pedirle ayuda y consejo en este trance. Escena III Al amanecer, Romeo visita a Fray Lorenzo. El religioso nota que Romeo no ha dormido y le pregunta si aún sufre por Rosalina. Él contesta que ya la olvidó y que acaba de conocer el amor real. Aunque Fray Lorenzo nota la inmadurez de Romeo, acepta ayudarlo en sus intenciones de casarse con Julieta pues cabe la posibilidad de que así se terminen las riñas entre sus familias. Escena IV Mercucio le cuenta a Benvolio que Teobaldo ha desafiado a Romeo a duelo y teme pues Teobaldo es el mejor espadachín de toda la ciudad. En eso llega Romeo y se excusa de su huida diciendo que tenía algo que hacer. Entonces llega la niñera, que resuita ser el mensajero de Julieta. Romeo dice que su amor es sincero y que le diga a Julieta que Fray Lorenzo los casará esa misma tarde. Además le dice que su criado le entregará una escalera de cuerda que debe sujetar de la alcoba de Julieta para que él pueda entrar a su habitación y pasar la noche con ella. FRAY LORENZO.- Dime con claridad el motivo de tu visita, si es que puedo ayudarte en algo. ROMEO.- Pues te diré en dos palabras que estoy enamorado de la hija del noble Capuleto, y que ella me corresponde con igual amor. Ya está concertado todo, sólo falta que vos bendigáis esta unión. Luego os diré con más espacio dónde y cómo nos conocimos y nos juramos constancia eterna. Ahora lo que importa es que nos caséis al instante. FRAY LORENZO.- ¡Por vida de mi padre San Francisco! ¡Qué pronto olvidaste a Rosalía, en quien cifrabas antes tu cariño! El amor de los jóvenes nace de los ojos y no del corazón. ¡Cuánto lloraste por Rosalía! y ahora tanto amor y tanto enojo se ha disipado como el eco. Aún no ha disipado el sol los vapores de tu llanto. Aún resuenan en mis oídos tus quejas. Aún se ven en tu rostro las huellas de antiguas lágrimas. ¿No decías que era más bella y gentil que ninguna? y ahora te has mudado. ¡Y luego acusáis de inconstantes a las mujeres! ¿Cómo buscáis firmeza en ellas, si vosotros les dais el ejemplo de olvidar? ROMEO.- ¿Pero vos no reprobabais mi amor por Rosalía! FRAY LORENZO.- Yo no reprobaba tu amor, sino tu idolatría ciega. ROMEO.- ¿Y no me dijisteis que hiciera todo lo posible por ahogar ese amor? FRAY LORENZO.- Pero no para que de la sepultura de ese amor brotase otro amor nuevo y más ardiente.ROMEO.- No os enojéis conmigo, porque mi señora me quiere tanto como yo a ella y con su amor responde al mío, y la otra no. FRAY LORENZO.- Es que Rosalía quizá adivinara la ligereza de tu amor. Ven conmigo, inconstante mancebo. Yo te ayudaré a conseguir lo que deseas para que esta boda sea lazo de amistad que extinga el rencor de vuestras familias. ROMEO .-Vamos, pues, sin detenernos. FRAY LORENZO.- Vamos con calme para no tropezar ¡Qué pronto olvidaste a Rosalía, en quien cifrabas antes tu cariño! El amor de los jóvenes nace de los ojos y no del corazón. ¡Cuánto lloraste por Rosalía! y ahora tanto amor y tanto enojo se ha disipado como el eco. Aún no ha disipado el sol los vapores de tu llanto. Aún resuenan en mis oídos tus quejas. Aún se ven en tu rostro las huellas de antiguas lágrimas. ¿No decías que era más bella y gentil que ninguna? y ahora te has mudado. ¡Y luego acusáis de inconstantes a las mujeres! ¿Cómo buscáis firmeza en ellas, si vosotros les dais el ejemplo de olvidar? Escena V La Niñera le cuenta a Julieta que esa tarde Fray Lorenzo la casará con Romeo y que por la noche, ayudado de una escalera de cuerda, él entrará a su habitación para pasar la noche como esposos. Julieta queda infinitamente agradecida. Escena VI Romeo y Fray Lorenzo esperan a Julieta para iniciar la boda. Fray Lorenzo intenta calmar el ímpetu de Romeo cuando llega Julieta acompañada de la Niñera. Los novios se demuestran su amor y Fray Lorenzo se apresura en casarlos para poder dejarlos solos como marido y mujer. FRAY LORENZO.- ¡El cielo mire con buenos ojos la ceremonia quevamos a cumplir, y no nos castigue por ella en adelante! ROMEO.- ¡Así sea, así sea! Pero por muchas penas que vengan no bastarán a destruir la impresión de este momento de ventura. Junta nuestras manos, y con tal que yo pueda llamarla mía, no temeré ni siquiera a la muerte, verdugo del amor. FRAY LORENZO.- Nada violento es duradero: ni el placer ni la pena: ellos mismos se consumen como el fuego y la pólvora al usarse. La excesiva dulcedumbre de la miel empalaga al labio. Ama, pues, con templanza. (Sale Julieta.) Aquí está la dama; su pie es tan leve que no desgastará nunca la eterna roca; tan ligera que puede correr sobre las telas de araña sin romperlas. JULIETA.- Buenas tardes, reverendo confesor. FRAY LORENZO.- Romeo te dará las gracias en nombre de los dos. JULIETA.- Por eso le he incluido en el saludo. Si no, pecaría él de exceso de cortesía. ROMEO.- ¡Oh, Julieta! Si tu dicha es como la mía y puedes expresarla con más arte, alegra con tus palabras el aire de este aposento y deja que tu voz proclame la ventura que hoy agita el alma de los dos. JULIETA.- El verdadero amor es más prodigo de obras que de palabras: más rico en la esencia que en la forma. Sólo el pobre cuenta su caudal. Mi tesoro es tan grande que yo no podría contar ni siquiera la mitad. FRAY LORENZO.- Acabemos pronto. No os dejaré solos hasta que os ligue la bendición nupcial ACTO III Escena I Teobaldo, que busca a Romeo para batirse con él, se encuentra con Benvolio y Mercucio y discuten. Cuando están a punto de sacar sus espadas, llega Romeo y Teobaldo lo enfrenta. Sin embargo, Romeo rechaza el reto y Teobaldo lo insulta. Mercucio, que no soporta los agravios de un Capuleto se enfrenta a Teobaldo. Benvolio y Romeo intentan separarlos, pero Teobaldo aprovecha la confusión para herir a Mercucio. Teobaldo huye y Mercucio muere. Al rato regresa Teobaldo triunfante y se enfrenta a Romeo. En la lucha Teobaldo queda herido de muerte y fallece después. Benvolio le dice a Romeo que huya porque se acerca el Príncipe y los guardias y lo condenarán a muerte si lo encuentran. Romeo huye y Benvolio le cuenta lo sucedido al Príncipe. Este, dada las circunstancias, condena a Romeo al destierro y no a muerte, con la salvedad de que si regresa a Verona, cualquier ciudadano puede matarlo sin tener que enfrentarse a la justicia. ACTO III TEOBALDO.- Romeo, sólo una palabra me consiente decirte el odio que te profeso. Eres un infame. ROMEO.- Teobaldo, tales razones tengo para quererte que me hacen perdonar hasta la bárbara grosería de ese saludo. Nunca he sido infame. No me conoces. Adiós. TEOBALDO.- Mozuelo imberbe, no intentes cobardemente excusar los agravios que me has hecho. No te vayas, y defiéndete. ROMEO.- Nunca te agravié. Te lo afirmo con juramento. Al contrario, hoy te amo más que nunca, y quizá sepas pronto la razón de este cariño. Vete en paz, buen Capuleto, nombre que estimo tanto como el mío. MERCUTIO.- ¡Qué extraña cobardía! Decídanlo las estocadas. Teobaldo, espadachín, ¿quieres venir conmigo? TEOBALDO.- ¿Qué me quieres? MERCUTIO.- Rey de los gatos, sólo quiero una de tus siete vidas, y luego aporrearte a palos las otras seis. ¿Quieres tirar de las orejas a tu espada, y sacarla de la vaina? Anda presto, porque si no, la mía te calentará tus orejas antes que la saques. TEOBALDO.- Soy contigo. ROMEO.- Detente, amigo Mercutio. MERCUTIO.- Adelante, hidalgo. Enseñadme ese quite. (Se baten.) ROMEO.- Saca la espada, Benvolio. Separémoslos. ¡Qué afrenta, hidalgos! ¡Oíd, Teobaldo! ¡Oye, Mercutio! ¿No sabéis que el Príncipe ha prohibido sacar la espada en las calles de Verona? Deteneos, Teobaldo y Mercutio. (Se van Teobaldo y sus amigos.) MERCUTIO.- Mal me han herido. ¡Mala peste a Capuletos y Montescos! Me hirieron y no los herí. ROMEO.-Vuelve vivo y triunfante. ¡Y Mercutio muerto! Huye de mí, dulce templanza. Sólo la ira guíe mi brazo. Teobaldo, ese mote de infame que tú me diste, yo te lo devuelvo ahora, porque el alma de Mercutio está desde las nubes llamando a la tuya, y tú o yo o los dos hemos de seguirle forzosamente. TEOBALDO.- Pues vete a acompañarle tú, necio, que con él ibas siempre. ROMEO.-Ya lo decidirá la espada. (Se baten, y cae herido Teobaldo.) BENVOLIO.-Huye, Romeo. La gente acude y Teobaldo está muerto. Si te alcanzan, vas a ser condenado a muerte. No te detengas como pasmado. Huye, huye. ROMEO.-Soy triste juguete de la suerte. BENVOLIO.- Huye, Romeo. (Acude gente.) CIUDADANO 1°.- ¿Por dónde habrá huido Teobaldo, el asesino de Mercutio? BENVOLIO.- Ahí yace muerto Teobaldo. CIUDADANO 1°.- Seguidme todos. En nombre del Príncipe lo mando. (Entran el Príncipe con sus guardias, Montescos, Capuletos, etc.) Escena II Julieta espera con impaciencia la llegada de Romeo para consumar su matrimonio cuando llega la niñera y le anuncia la muerte de su primo Teobaldo, asesinado por su esposo Romeo, además de la orden de que sea desterrado. Julieta se abate ante la noticia, cree que Romeo es un traidor, pero la niñera le dice que sabe donde está y que irá a buscarlo. Escena III Romeo se lamenta ante Fray Lorenzo de la pena de destierro que le ha impuesto el Príncipe; dice que prefiere la muerte porque no verá más a Julieta. Fray Lorenzo le reprocha su actitud infantil, pero Romeo es terco. En eso llega la Niñera anunciando que Julieta espera a Romeo. Este, que estaba a punto de atravesarse con su puñal, va con ella. Escena IV Capuleto le concede la mano de Julieta al Conde Paris y acuerdan que la boda será el jueves (están a día lunes). Escena V Amanece y los esposos Romeo y Julieta deben despedirse. Él parte para Mantua como le indicó Fray Lorenzo. Cuando Julieta queda sola, llega su madre quien le informa que ya tienen planeada la muerte de Romeo para vengar la de Teobaldo. También le dice que su padre ha decidido que el jueves deberá casarse con el Conde Paris. Ella se niega, incluso frente a su padre y este la trata con mucha dureza. Finalmente, cuando quedan solas, la Niñera le recomienda a Julieta casarse con Paris pues Romeo está desterrado y no lo verá más. Este consejo hace que Julieta reniegue de la Niñera. JULIETA.- ¡Ama! AMA.- Tu madre viene. Ya amanece. Prepárate y no te descuides. ROMEO.- ¡Un beso! ¡Adiós, y me voy! (Vase por la escala.) JULIETA.- ¿Te vas? Mi señor, mi dulce dueño, dame nuevas de ti todos los días, a cada instante. Tan pesados corren los días infelices, que temo envejecer antes de tornar a ver a mi Romeo. ROMEO.- Adiós. Te mandaré noticias mías y mi bendición por todos los medios que yo alcance. JULIETA.- ¿Crees que volveremos a vernos? ROMEO.- Sí, y que en dulces coloquios de amor recordaremos nuestras angustias de ahora. JULIETA.- ¡Válgame Dios! ¡Qué présaga tristeza la mía! Parece que te veo difunto sobre un catafalco. Aquel es tu cuerpo, o me engañan los ojos. ROMEO.- Pues también a ti te ven los míos pálida y ensangrentada. ¡Adiós, adiós! (Vase) JULIETA.- ¡Oh, fortuna! te llaman mudable: a mi amante fiel poco le importan tus mudanzas. Sé mudable en buena hora, y así no le detendrás y me le restituirás luego. ACTO IV Escena I Mientras Paris le cuenta a Fray Lorenzo que el jueves se casará con Julieta, ella lega a confesarse con el religioso. Cuando el Conde Paris los deja solos, Julieta amenaza con atravesarse con un puñal si no hay esperanzas para impedir su boda. Fray Lorenzo le da una botellita que contiene un líquido que le dará a Julieta la apariencia de un cadáver, pero solo por tres días. Cuando despierte, Fray Lorenzo la rescatará y la llevará con Romeo. Escena II Siguiendo las indicaciones de Fray Lorenzo, Julieta pide perdón a su padre por desobedecerlo y le dice que está dispuesta a casarse con el Conde París tal como él lo ha dispuesto. Capuleto apresura los preparativos de la boda. ACTO IV FRAY LORENZO.- Hija mía, detente. Aún veo una esperanza, pero tan remota y tan violenta, como es violenta tu situación actual. Pero ya que prefieres la muerte a la boda con Paris, pasarás por algo que se parezca a la muerte. Si te atreves a hacerlo, yote daré el remedio. JULIETA.- Padre, a trueque de no casarme con Paris, mandadme que me arroje de lo alto de una torre, que recorra un camino infestado por bandoleros, que habite y duerma entre sierpes y osos, o en un cementerio, entre huesos humanos, que crujan por la noche, y amarillas calaveras, o enterradme con un cadáver reciente. Todo lo haré, por terrible que sea, antes que ser infiel al juramento que hice a Romeo. FRAY LORENZO.- Bien: vete a tu casa, fíngete alegre: di que te casarás con Paris. Mañana es miércoles: por la noche quédate sola, sin que te acompañe ni siquiera tu ama, y cuando estés acostada, bebe el licor que te doy en esta ampolleta. Un sueño frío embargará tus miembros. No pulsarás ni alentarás, ni darás señal alguna de vida. Huirá el color de tus rosados labios y mejillas, y le sucederá una palidez térrea. Tus párpados se cerrarán como puertas de la muerte que excluyen la luz del día, y tu cuerpo, quedará rígido, inmóvil, frío como el mármol de un sepulcro. Así permanecerás cuarenta y dos horas justas, y entonces despertarás como de un apacible sueño. A la mañana anterior habrá venido el novio a despertarte, te habrá creído muerta, y ataviándote, según es uso, con las mejores galas, te habrán llevado en ataúd abierto al sepulcro de los Capuletos. Durante tu sueño, yo avisaré por carta a Romeo; él vendrá en seguida, y velaremos juntos hasta que despiertes. Esa misma noche Romeo volverá contigo a Mantua. Es el único modo de salvarte del peligro actual, si un vano y mujeril temor no te detiene. JULIETA.- Dame la ampolleta, y no hablemos de temores. FRAY LORENZO.- Tómala. Valor y fortuna. Voy a enviar a un lego con una carta a Mantua. JULIETA.- Dios me dé valor, aunque ya le siento en mí. Adiós, padre mío. Bebe el licor que te doy en esta ampolleta. Un sueño frío embargará tus miembros. No pulsarás ni alentarás, ni darás señal alguna de vida. Huirá el color de tus rosados labios y mejillas, y le sucederá una palidez térrea. Tus párpados se cerrarán como puertas de la muerte que excluyen la luz del día, y tu cuerpo, quedará rígido, inmóvil, frío como el mármol de un sepulcro. Así permanecerás cuarenta y dos horas justas, y entonces despertarás como de un apacible sueño… Escena III Julieta dice a su madre que quiere estar a solas para reflexionar sobre su nueva vida de casada. Cuando queda sola, en medio de muchas dudas y temores, bebe el líquido que el entregó Fray Lorenzo y se desvanece. Escena IV A la mañana siguiente, todos en casa de los Capuleto están listos para la misa de bendición a los novios que dará Fray Lorenzo. Ante el retraso de Julieta, Capuleto ordena a la niñera que la apresure. Escena V La Niñera y la Dama Capuleto encuentran el cuerpo inerte de Julieta y se lamentan con desesperación. Llega Capuleto a apresurarlas y al notar la tragedia y se une a los lamentos. Luego llegan Paris y Fray Lorenzo, el Conde se lamenta a su vez mientras que el religioso (que es el único que sabe que Julieta no está muerta en realidad) mantiene la calma y le pide entereza a la familia. ACTO V Escena I Romeo, en Mantua, recibe de Baltasar la noticia de la muerte de Julieta. Romeo, que no sabe que es una muerte fingida, desespera y decide volver esa misma noche a Verona. Antes de partir pasa por la vivienda de un boticario al que le compra un veneno capaz de acabar con veinte hombre. Entonces Romeo ya puede partir para morir al lado de Julieta. Escena II Fray Juan le dice a fray Lorenzo que no pudo llevarle la carta a Romeo pues la guardia lo encerró creyendo que estaba enfermo. Fray Lorenzo, temeroso de las consecuencias le pide un azadón y se prepara para rescatar a Julieta. ACTO V ROMEO.- Si hemos de confiar en un dulce y agradable sueño, alguna gran felicidad me espera. Desde la aurora pensamientos de dicha agitan mi corazón, rey de mi pecho, y como que me dan alas para huir de la tierra. Soñé con mi esposa y que me encontraba muerto. ¡Raro fenómeno: que piense un cadáver! Pero con sus besos me hubiera trocado por un emperador. ¡ Oh, cuan dulces serán las realidades del amor, cuando tanto lo son las sombras! (Entra Baltasar.) ¿Traes alguna nueva de Verona? ¿Te ha dado Fray Lorenzo alguna carta para mí? ¿Cómo está mi padre? ¿Y Julieta? Nada malo puede sucederme si ella está buena. BALTASAR.- Pues ya nada malo puede sucederte, porque su cuerpo reposa en el sepulcro, y su alma está con los ángeles. Yace en el panteón de su familia. Y perdonadme que tan pronto haya venido a traeros tan mala noticia, pero vos mismo, señor, me encargasteis que os avisara de todo. ROMEO.- ¿Será verdad? ¡Cielo cruel, yo desafio tu poder! Dadme papel y plumas. Busca esta tarde caballos, y vámonos a Verona esta noche. BALTASAR.- Señor, dejadme acompañaros, porque vuestra horrible palidez me anuncia algún mal suceso. ROMEO.- Nada de eso. Déjame en paz y obedece. ¿No traes para mi carta de Fray Lorenzo? BALTASAR.- Ninguna. ROMEO.- Lo mismo da. Busca en seguida caballos, y en marcha. (Se va Baltasar.) Sí, Julieta, esta noche descansaremos juntos. ¿Pero cómo? ¡Ah, infierno, cuan presto vienes en ayuda de un ánimo desesperado ! Ahora me acuerdo que cerca de aquí vive un boticario de torvo ceño y mala catadura gran herbolario de yerbas medicinales. El hambre le ha convertido en esqueleto. Del techo de su lóbrega covacha tiene colgados una tortuga, un cocodrilo, y varias pieles de fornidos peces; y en cajas amontonadas, frascos vacíos y verdosos, viejas semillas, cuerdas de bramante, todo muy separado para aparentar más. Yo, al ver tal miseria, he pensado que aunque está prohibido, so pena de muerte, el despachar veneno, quizá este infeliz, si se lo pagaran, lo vendería. Bien lo pensé, y ahora voy a ejecutarlo. Cerrada tiene la botica. ¡Hola, eh! (Sale el Boticario.) Boticario: Disuelve esto en un líquido, y bébelo hasta la última gota; aunque tengas la fuerza de veinte hombres, caerás muerto de inmediato. ¡Yo soy quien te vende a ti el veneno; no tú el que me lo vendes a mí! ¡Adiós! Compra alimentos y rehabilita tus carnes ... ¡Veo que eres muy pobre! ¡Toma cuarenta ducados, véndeme una dosis de veneno, una sustancia tan severa, que al propagarse por las venas caiga muerto aquel que, fastidiado de la vida, la beba, y haga salir su alma del cuerpo con la misma violencia que la impetuosa pólvora encendida estalla en las entrañas fatales del cañón! Escena III Paris lleva flores al sepulcro de Julieta y se encuentra con Romeo que ha venido a descubrir la tumba. Ambos se enfrentan y Paris es herido de muerte. Asustado, el paje del conde va a llamar a la ronda. Mientras tanto, Romeo destapa el sepulcro, besa a Julieta y bebe el veneno. Minutos después llega fray Lorenzo y ve la escena macabra, justo en el momento en que Julieta despierta. El religioso intenta escapar con ella pues escucha que se acerca la ronda, pero la muchacha se desprende y queda sola. Ante el cadáver de Romeo, se apuñala en el pecho y muere. Luego llega la ronda, que capturan a Baltasar, criado de Romeo y a fray Lorenzo. A la llegada del Príncipe y los familiares, los capturados informan lo que saben y los jefes de las familias Montesco y Capuleto, avergonzados de confirmar la desgracia por culpa de su enemistad, deciden concluir las riñas y hacer sendas estatuas en honor de los jóvenes enamorados. ROMEO.- Sí que lo haré. Veámosle el rostro. ¡El pariente de Mercutio, el conde Paris ! Al tiempo de montar a caballo, ¿no oí, como entre sombras, decir a mi escudero, que iban a casarse Paris y Julieta? ¿Fue realidad o sueño? ¿O es que estaba yo loco y creí que me hablaban de Julieta? Tu nombre está escrito con el mío en el sangriento libro del destino. Triunfal sepulcro te espera: ¿Qué digo sepulcro? Morada de luz, pobre joven. Allí duerme Julieta, y ella basta para dar luz y hermosura al mausoleo. Yace tú a su lado: un muerto es quien te entierra. Cuando el moribundo se acerca al trance final, suele reanimarse, y a esto lo llaman el último destello. Esposa mía, amor mío, la muerte que ajó elnéctar de tus labios, no ha podido vencer del todo tu hermosura. Todavía irradia en tus ojos y en tu semblante, donde aún no ha podido desplegar la muerte su odiosa bandera. Ahora quiero calmar la sombra de Teobaldo, que yace en ese sepulcro. La misma mano que cortó tu vida, va a cortar la de tu enemigo. Julieta, ¿por qué estás aún tan hermosa? ¿Será que el descarnado monstruo te ofrece sus amores y te quiere para su dama? Para impedirlo, dormiré contigo en esta sombría gruta de la noche, en compañía de esos gusanos, que son hoy tus únicas doncellas. Este será mi eterno reposo. Aquí descansará mi cuerpo, libre de la fatídica ley de los astros. Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el último beso de mis labios, puertas de la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con la muerte. Ven, áspero y vencedor piloto: mi nave, harta de combatir con las olas, quiere quebrantarse en los peñascos. Brindemos por mi dama. ¡Oh, cuán portentosos son los efectos de tu bálsamo, alquimista veraz! Así, con este beso... muero. (Cae. Llega fray Lorenzo.) Este será mi eterno reposo. Aquí descansará mi cuerpo, libre de la fatídica ley de los astros. Recibe tú la última mirada de mis ojos, el último abrazo de mis brazos, el último beso de mis labios, puertas de la vida, que vienen a sellar mi eterno contrato con la muerte. JULIETA.- Padre, ¿dónde está mi esposo? Ya recuerdo dónde debía yo estar y allí estoy. Pero ¿dónde está Romeo, padre mío? FRAY LORENZO.- Oigo ruido. Deja tú pronto ese foco de infección, ese lecho de fingida muerte. La suprema voluntad de Dios ha venido a desbaratar mis planes. Sígueme. Tu esposo yace muerto a tu lado, y Paris muerto también. Sígueme a un devoto convento y nada más me digas, porque la gente se acerca. Sígueme, Julieta, que no podemos detenernos aquí. (Vase.) JULIETA.- Yo aquí me quedaré. ¡Esposo mío! Mas ¿qué veo? Una copa tiene en las manos. Con veneno ha apresurado su muerte. ¡Cruel! no me dejó ni una gota que beber. Pero besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me matará y me salvará. (Le besa.) Aún siento el calor de sus labios. ALGUACIL 1°.-(Dentro.) ¿Dónde está? Guiadme. JULIETA.- Siento pasos. Necesario es abreviar. (Coge el puñal de Romeo.) ¡Dulce hierro, descansa en mi corazón, mientras yo muero! ( Se hiere y cae sobre el cuerpo de Romeo. Entran la ronda y el paje de Paris.) ¡Dulce hierro, descansa en mi corazón, mientras yo muero! Besaré tus labios que quizá contienen algún resabio del veneno. Él me matará y me salvará. PRINCIPE.- Decidnos lo que sepáis. FRAY LORENZO.- Lo diré brevemente, porque la corta vida que me queda, no consiente largas relaciones. Romeo se había desposado con Julieta. Yo los casé, y el mismo día murió Teobaldo. Esta muerte fue causa del destierro del desposado y del dolor de Julieta. Vos creísteis mitigarle, casándola con Paris. En seguida vino a mi celda, y loca y ciega me rogó que buscase una manera de impedir esta segunda boda, porque si no, iba a matarse en mi presencia. Yo le di un narcótico preparado por mí, cuyos efectos simulaban la muerte, y avisé a Romeo por una carta, que viniese esta noche (en que ella despertaría) a ayudarme a desenterrarla. Fray Juan, a quien entregué la carta, no pudo salir de Verona, por súbito accidente. Entonces me vine yo solo a la hora prevista, para sacarla del mausoleo, y llevarla a mi convento, donde esperase a su marido. Pero cuando llegué, pocos momentos antes de que ella despertara, hallé muertos a Paris y a Romeo. Despertó ella, y le rogué por Dios que me siguiese y respetara la voluntad suprema. Ella, desesperada, no me siguió, y a lo que parece, se ha dado la muerte. Hasta aquí sé. Del casamiento puede dar testimonio su ama. Y si yo delinquí en algo, dispuesto estoy a sacrificar mi vida al fallo de la ley, que sólo en pocas horas podrá adelantar mi muerte. PRINCIPE.- Siempre os hemos tenido por varón santo y de virtudes. Oigamos ahora al Criado de Romeo. BALTASAR.- Yo di a mi amo noticia de la muerte de Julieta. A toda prisa salimos de Mantua, y llegamos a este cementerio. Me dio una carta para su padre, y se entró en el sepulcro desatentado y fuera de si, amenazándome con la muerte, si en algo yo le resistía. PRINCIPE.- Quiero la carta: ¿y dónde está el paje que llamo a la ronda? PAJE.- Mi amo vino a derramar flores sobre el sepulcro de Julieta. Yo me quedé cerca de alli, según sus órdenes. Llegó un caballero y quiso entrar en el panteón. Mi amo se lo estorbó, riñeron, y yo fui corriendo a pedir auxilio. PRINCIPE.- Esta carta confirma las palabras de este bendito fraile. En ella habla Romeo de su amor y de su muerte: dice que compró veneno a un boticario de Mantua, y que quiso morir, y descansar con su Julieta. ¡Capuletos, Montescos, ésta es la maldición divina que cae sobre vuestros rencores! No tolera el cielo dicha en vosotros, y yo pierdo por causa vuestra dos parientes. A todos alcanza hoy el castigo de Dios. CAPULETO.- Montesco, dame tu mano, el dote de mi hija: mas que esto no puede pedir tu hermano. MONTESCO.- Y aún te daré más. Prometo hacer una estatua de oro de la hermosa Julieta, y tal que asombre a la ciudad. CAPULETO.- Y a su lado haré yo otra igual para Romeo. PRINCIPE.- ¡Tardía amistad y reconciliación, que alumbra un sol bien triste! Seguidme: aún hay que hacer más: premiar a unos y castigar a otros. Triste historia es la de Julieta y Romeo. ¡Tardía amistad y reconciliación, que alumbra un sol bien triste! Seguidme: aún hay que hacer más: premiar a unos y castigar a otros. Prometo hacer una estatua de oro de la hermosa Julieta, y tal que asombre a la ciudad. Y a su lado haré yo otra igual para Romeo. LITERATURA UNIVERSAL DEL S. XIX La Edad Contemporánea es el nombre con el que se designa al periodo histórico comprendido entre la Declaración de Independencia de los Estados Unidos o la Revolución francesa, y la actualidad. Los acontecimientos de esta época se han visto marcados por transformaciones aceleradas en la economía, la sociedad y la tecnología que han merecido el nombre de Revolución industrial, al tiempo que se destruía la sociedad preindustrial y se construía una sociedad de clases presidida por una burguesía que contempló el declive de sus antagonistas tradicionales (los privilegiados) y el nacimiento y desarrollo de uno nuevo (el movimiento obrero), en nombre del cual se plantearon distintas alternativas al capitalismo. LA EDAD CONTEMPORÁNEA La ciencia y la cultura entran en un periodo de extraordinario desarrollo y fecundidad; mientras que el arte contemporáneo y la literatura contemporánea (liberados por el romanticismo de las sujeciones académicas y abiertos a un público y un mercado cada vez más amplios) se han visto sometidos al impacto de los nuevos medios de comunicación de masas (tanto los escritos como los audiovisuales), lo que les provocó una verdadera crisis de identidad que comenzó con el impresionismo y las vanguardias y aún no se ha superado. LÍNEA DE TIEMPO DE LA EDAD CONTEMPORÁNEA FINES s. XVIII PRIMERA MITAD DEL s. XIX EL ROMANTICISMO MARCO HISTÓRICO El Romanticismo es un movimiento cultural crucial para comprender la cultura occidental moderna. La filosofía, el arte, la literatura, la música y la política fueron influenciados por este movimiento, durante el turbulento periodo de tiempo que se extendió entre el periodo que se conoce como revoluciones burguesas, que en su definición política se conocen como revoluciones liberales. En este período el mundo occidental se había sacudido por la Revolución de las Trece Colonias de Inglaterra en 1776, la Revolución Francesa en 1789 y por la Primera Revolución industrial que empezaba a cambiar la vida tradicionalmente agraria. Por lo tanto los nuevos modos de vida se debían reflejar en nuevos modos de pensar. El romanticismo pasó a significar esta nueva experiencia de mundo. La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensiónde sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Régimen. La Primera Revolución Industrial fue un proceso que inició en Gran Bretaña en el siglo XVIII, desde donde se extendió a otras partes del mundo. El desarrollo de la Europa moderna entre los años 1780 y 1849 fue una transformación económica sin precedentes que abarcó las primeras etapas de la gran revolución industrial y una expansión aún más general de la actividad comercial. EL ROMANTICISMO (ALEMANIA, FINES DEL S. XVIII – FRANCIA, PRIMERA MITAD DEL S.XIX) La Libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix, 1830 El Romanticismo es un movimiento cultural que se originó en Alemania y en Reino Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Es considerado como el primer movimiento de cultura que cubrió el mapa completo de Europa. En la mayoría de las áreas estuvo en su apogeo en el período aproximado de 1800 a 1850. Este movimiento se difundió por toda Europa durante la primera mitad del siglo XIX. MARCO TEÓRICO DEL ROMANTICISMO Se gesta el llamado prerromanticismo dieciochesco, en Alemania, con la escuela literaria Sturm und Drang (“Tempestad e ímpetu” o “Tormenta y pasión”) cuyo líder era Goethe; el cual reacciona contra el racionalismo del Neoclasicismo. La razón, que tantos bienes prometía, no había eliminado los problemas de los hombres; estos, no solo son “razonables”, poseen también sentimientos, emociones, fantasías y tienen derecho a expresarlos. Y esto no puede hacerse con reglas y ataduras sino con libertad. No importa que las obras sean menos “perfectas” y “regulares”, si en cambio, conmueven y emocionan. La libertad en el arte, pero también en la política, serán la gran consigna romántica. CARACTERÍSTICAS ➢ La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento. ➢La primacía del genio creador de un Universo propio, el poeta como demiurgo. ➢Valoración de lo diferente frente a lo común, lo que lleva una fuerte tendencia nacionalista. ➢El liberalismo frente al despotismo ilustrado. ➢La originalidad frente a la tradición clasicista y la adecuación a los cánones. Cada hombre debe mostrar lo que le hace único. ➢La creatividad frente a la imitación de lo antiguo hacia los dioses de Atenas. ➢La nostalgia de paraísos perdidos (de la infancia o de una nación). ➢ La obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada. Es propio de este movimiento un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo XVIII; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) Los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o revolucionando la métrica y volviendo a rimas más libres y populares como la asonante. Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces (Ilustración), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la superstición. El Romanticismo también renovó y enriqueció el limitado lenguaje y estilo del Neoclasicismo, dando entrada a lo exótico y lo extravagante, buscando nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las antiguas o buscando en culturas bárbaras y exóticas o en la Edad Media, en vez de en Grecia o Roma, su inspiración. Frente a la afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo instintivo y sentimental. «La belleza es verdad». También representó el deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los instintos que presenta el «yo», subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la razón. En consonancia con lo anterior, y frente a los neoclásicos, se produjo una mayor valoración de todo lo relacionado con la Edad Media, frente a otras épocas históricas. El idealismo extremo y exagerado que se buscaba en todo el Romanticismo encontraba con frecuencia un violento choque con la realidad miserable y materialista, lo que causaba con frecuencia que el romántico acabara con su propia vida mediante el suicidio. La mayoría de los románticos murieron jóvenes. Los románticos amaban la naturaleza frente a la civilización como símbolo de todo lo verdadero y genuino. CARACTERÍSTICAS ✓Contra el Neoclasicismo ✓Culto al yo (individualismo) ✓Subjetivismo ✓Ansias de libertad ✓Angustia metafísica ✓Gusto por lo popular ✓Atracción por lo sobrenatural ✓Revaloración del pasado medieval ✓Base filosófica: Liberalismo ▪ Johann Wolfgang von Goethe (1749 - 1832). Obras representativas: Las desventuras del joven Werther ▪ Friedrich Schiller (1759 - 1805). Obras representativas: Guillermo Tell, Oda a la alegría. ▪ Novalis (1772 - 1801). Obras representativas: Los Discípulos en Sais, Los Himnos a la noche, Los Cantos espirituales. ▪ Lord Byron (1788 - 1824). Obras representativas: Las peregrinaciones de Childe Harold, Caín. REPRESENTANTES ALEMANIA INGLATERRA ▪ John Keats (1795 - 1821). Obras representativas: Oda sobre una urna griega, Hyperion, Lamia y otros poemas. ▪ Mary Shelley (1797 - 1851). Obras representativas: Frankenstein, El último hombre. ▪ Víctor Hugo (1802 - 1885). Obras representativas: Los miserables, Nuestra Señora de París. ▪ Alejandro Dumas (1802 - 1870). Obras representativas: Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo. FRANCIA ▪ Edgar Allan Poe (1809 - 1849). Obras representativas: El cuervo, Los crímenes de la calle Morgue, La casa Usher, El gato negro. ▪ José de Espronceda (1808 - 1842). Obras representativas: Canción del pirata, El estudiante de Salamanca. ▪ Gustavo Adolfo Bécquer (1836 - 1870). Obras representativas: Rimas, Leyendas. ESTADOS UNIDOS ESPAÑA Escritor alemán. Nacido en el seno de una familia patricia burguesa, su padre se encargó personalmente de su educación. En 1765 inició los estudios de derecho en Leipzig, aunque una enfermedad le obligó a regresar a Frankfurt. Una vez recuperada la salud, se trasladó a Estrasburgo para proseguir sus estudios. Fue éste un período decisivo, ya que en él se produjo un cambio radical en su orientación poética. Frecuentó los círculos literarios y artísticos del Sturm und Drang, germen del primer Romanticismo y conoció al escritor y filósofo Johann Gottfried Herder, quien lo invitó a descubrir a Homero, Shakespeare, Ossian y la poesía popular. JOHANN WOLFGANG GOETHE (Frankfurt, 1749 - Weimar, 1832) En 1772 se trasladó a Wetzlar, sede del Tribunal Imperial, donde conoció a Charlotte Buff, prometida de su amigo Kestner, de la cual se prendó. Esta pasión frustrada inspiró su primera novela, Los sufrimientos del joven Werther, obra que causó furor en toda Europa y que constituyó la novela paradigmática del nuevo movimiento que estaba naciendo en Alemania, el Romanticismo. De vuelta en Frankfurt, escribió algunos dramas teatrales menores e inició la composición de su obra más ambiciosa, Fausto, en la que trabajaría hasta su muerte; en ella, la recreación del mito literario del pacto del sabio con el diablo sirve a una amplia alegoría de la humanidad, en la cual se refleja la transición del autor desde el Romanticismo hasta el personal clasicismo de su última etapa. EL PRIMER ROMÁNTICO Y EL ÚLTIMO NEOCLÁSICO OBRA LITERARIA ➢ El capricho del enamorado (1767), comedia en verso de un acto. ➢ Los cómplices (1768), tragedia en verso. ➢ Götz von Berlichingen (1773), drama. ➢ Las penas del joven Werther (Die Leiden des jungenWerther, 1774). ➢ Clavijo (1774), drama. ➢ Prometeo (1774), poema. ➢ Stella (1775), drama. ➢ Ifigenia en Táuride (1787), drama en prosa, del que hizo anteriormente una versión en verso yámbico. ➢ Egmont (1788), drama. ➢ La selva negra (1789), Drama teatral ➢Torquato Tasso (1790), drama. ➢El Gran Copto (1792), Teatro, Comedias y Farsas, obra en V actos. ➢Elegías romanas (Römische Elegien, 1795), poemario. ➢ Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (Wilhelm Meisters Lehrjahre, 1796), novela. ➢ Epigramas venecianos (1796), poema. ➢ La novia de Corinto (1797), poema. ➢Hermann y Dorothea (1798), idilio épico en verso. ➢ Fausto, Primera Parte, (1807). ➢ Las afinidades electivas (Die Wahlverwandtschaften, 1809), novela. ➢ Poesía y verdad, Parte I (Aus meinem Leben: Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1811). ➢ Viaje a Italia (Italienische Reise, 1816). ➢ Diván de Oriente y Occidente (Westöstlicher Diwan, 1819), poemas. ➢ Elegía de Marienbad (Marienbader Elegie, 1823). ➢ Fausto, Segunda Parte, póstuma (1832). ➢ Poesía y verdad, Parte II (Aus meinem Leben: Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1833). LAS CUITAS DEL JOVEN WERTHER (1774) GÉNERO: ÉPICO – NARRATIVO ESPECIE: NOVELA FORMA: EPISTOLAR COMPOSICIÓN: NARRADO EN PRIMERA PERSONA ESTRUCTURA: DOS PARTES Y UN EPÍLOGO TEMA: AMOR VEDADO OTROS TEMAS: LA EXALTACIÓN DE LA NATURALEZA, EL DESEO AMOROSO, LA DESCRIPCIÓN DE LA VIDA BURGUESA. Los personajes principales de la obra son Werther, Lotte y Albert, que forman un triángulo amoroso. Hay otros personajes secundarios como los hermanos pequeños de Lotte, el amigo Wilhelm o el embajador (muestra de la sociedad de la época). PERSONAJES: WERTHER: ✓ Narrador de buena parte de la novela, busca tranquilidad y naturaleza alejado de la ciudad y se enamora de Lotte que está comprometida con Albert, lo cual desencadenará el desenlace trágico. ✓ Es el protagonista que nos cuenta su historia a través de cartas: sus pasiones y sentimientos son revelados de manera detallada. Fuerte subjetividad. ✓ Werther es un burgués que busca acomodo (frente a él, Albert pertenece a una clase social ya acomodada). ✓ Joven apasionado que busca la felicidad. Proyecta sobre la naturaleza sus estados de ánimo que van desde el entusiasmo al abatimiento. Critica algunos aspectos sociales y políticos de la sociedad alemana. CHARLOTTE (LOTTE) La descripción de Lotte es un retrato, pues se incluyen tanto rasgos físicos como psíquicos. Es una muchacha bella, de hermosa figura y estatura media. Su belleza, según el ideal clásico y romántico, implica su virtud. Fiel a sus promesas: tras la muerte de su madre se hace cargo de su padre y sus nueve hermanos tal como le prometió a su progenitora. También se promete a Albert por petición expresa de su madre en el lecho de muerte. Muy querida por sus hermanos. ALBERT: La descripción de Albert es honrado, amable, sensible, con poco carácter y comprensible. Pertenece a una clase social alta y viaja a menudo a causa de los negocios. Al principio de la novela, Werther y Albert comienzan una amistad particular, que se convierte en rivalidad, pues Albert sospechará del amor que siente Werther hacia su prometida. Novela dividida en dos partes o libros y un epílogo. 1er. Libro: Werther, joven apasionado y sentimental, abandona su ciudad natal para retirarse a la soledad de Wahlheim. Conoce a Lotte, que está prometida con Albert, y se enamora de ella. Wilhelm, el destinatario de las cartas, le advierte del peligro y le aconseja abandonar la inactividad del retiro. 2º Libro y epílogo: Para enderezar su vida, acepta el puesto de secretario de legación en una ciudad del sur de Alemania (cuyo nombre no se revela). Tiene que sufrir el malhumor y las cicaterías del Embajador. La noticia de la boda de Lotte y Albert agranda su descontento y acrecienta su desasosiego. Pide su cese y prosigue su peregrinación, dirigiéndose a su pueblo natal. Acepta la invitación de un príncipe, pero no aguanta el aburrimiento de la corte e inicia un vagabundeo que lo lleva al reencuentro con Lotte. El epílogo es una especie de informe de un narrador desconocido, el “editor” sobre los momentos finales de Werther: el nuevo acercamiento a Lotte se consumará con un beso, preludio de lo irremediable: separación definitiva, desesperación y suicidio (con las pistolas de Albert que Lotte le ha entregado a su criado). ESTRUCTURA La naturaleza es un espejo de Dios, su obra más sublime, y por eso precisamente se le valora, en oposición a la civilización que es obra del hombre, un ser imperfecto. La naturaleza que lo cobija -eso que fue a buscar Werther dejando la ciudad-será la guía de nuestro héroe, lo intocado, lo salvaje. Y al mismo tiempo, la naturaleza se convierte en su propio reflejo. En la primera parte, el enamorado ve todo maravilloso: sol, flores, luz. En la segunda, cuando el sufrimiento lo invade, el mundo exterior se transforma en un escenario agresivo: bosques oscuros, montañas elevadas, noche Es cosa resuelta, Carlota: quiero morir y te lo participo sin ninguna exaltación romántica, con la cabeza tranquila, el mismo día en que te veré por última vez. Cuando leas estas líneas, mi adorada Carlota yacerán en la tumba los despojos del desgraciado que en los últimos instantes de su vida no encuentra placer más dulce que el placer de pensar en ti. He pasado una noche terrible: con todo, ha sido benéfica, porque ha fijado mi resolución. ¡Quiero morir! Al separarme ayer de tu lado, un frío inexplicable se apoderó de todo mi ser; refluía mi sangre al corazón, y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin esperanza. ¡Ah!, estaba helado de espanto. ÚLTIMA CARTA DE WERTHER: El lunes por la mañana, 21 de diciembre, escribió a Carlota la siguiente carta, que se encontró cerrada sobre su mesa y fue entregada a su amada. La incluimos aquí por fragmentos, como parece que la escribió: Apenas pude llegar a mi alcoba, donde caí de rodillas, completamente loco. ¡Oh Dios mío!, tú me concediste por última vez el consuelo de llorar. Pero ¡qué lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron tumultuosamente mi espíritu, fundiéndose al fin todos en uno solo, pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta resolución me acosté, con esta resolución, inquebrantable y firme como ayer, he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, es convencimiento: mi carrera está concluida, y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo he de ocultar? Es preciso que uno de los tres muera, y quiero ser yo. ¡Oh vida de mi vida! Más de una vez en mi alma desgarrada ha penetrado un horrible pensamiento: matar a tu marido..., a ti..., a mí. Sea yo, yo solo; así será. Cuando al anochecer de algún hermoso día de verano subas a la montaña, piensa en mí y acuérdate de que he recorrido muchas veces el valle; mira luego hacia el cementerio, y a los últimos rayos del sol poniente vean tus ojos cómo el viento azota la hierba de mi sepultura. Estaba tranquilo al comenzar esta carta, y ahora lloro como un niño. ¡Tanto martirizan estas ideas mi pobre corazón! Un raudal de lágrimas, que brotó de los ojos de Carlota, desahogando su corazón, interrumpió la lectura de Werther. Éste hizo a un lado el manuscrito y tomando una de las manos de la joven, soltó también el amargo llanto. Carlota, apoyando la cabeza en la otra mano, se cubrió el rostro con un pañuelo. Víctimas ambos de una terrible agitación, veían su propia desdicha en la suerte de los héroes de Ossian y juntos lloraban. Sus lágrimas se confundieron. Los ardientes labios de Werther tocaron el brazo de Carlota; ella se estremeció y quiso retirarse; pero el dolor y la compasión la tenían atada a su silla como si un plomo pesara sobre su cabeza. Ahogándose y queriendo dominarse, suplicó con sollozos a Werther que siguiera la lectura; su voz rogaba con un acento del cielo. Werther, cuyo corazón latía con la violencia de querer salir del pecho, temblaba como un azogado. Tomó el libro y leyó inseguro:“¿Por qué me despiertas, soplo embalsamado de primavera? Tú me acaricias y me dices: ‘traigo conmigo el rocío del cielo; pero pronto estaré marchito, porque pronto vendrá la tempestad, arrancará mis hojas. Mañana llegará el viajero; vendrá el que me ha conocido en todo mi esplendor; su vista me buscará a su alrededor y no me hallará”. Estas palabras causaron a Werther un gran abatimiento. Se arrojó a los pies de Carlota con una desesperación completa y espantosa, y tomándole las manos las oprimió contra sus ojos, contra la frente. Carlota sintió el vago presentimiento de un siniestro propósito. Trastornado su juicio, tomó también las manos de Werther y las colocó sobre su corazón. Se inclinó con ternura hacia él y sus mejillas se tocaron. El mundo desapareció para los dos; la estrechó entre sus brazos, la apretó contra el pecho y cubrió con besos los temblorosos labios de su amada, de los que salían palabras entrecortadas. -¡Werther!-murmuraba con voz ahogada y desviándose-. ¡Werther!, insistía, y con suave movimiento trataba de retirarse. -¡Werther! -dijo por tercera vez-, ahora con acento digno e imponente. Él se sintió dominado; la soltó y se tiró al suelo como un loco. Carlota se levantó y en un trastorno total, confundida entre el amor y la ira, dijo: -Es la última vez, Werther; no volverás a verme. Y entregándole una mirada llena de amor a aquel desdichado, corrió a la habitación contigua y ahí se encerró. Werther extendió las manos sin atreverse a detenerla. En el suelo y con la cabeza en el sofá, permaneció más de una hora sin dar señales de vida. Al cabo de ese tiempo oyó ruido y despertó. Era la criada que venía a poner la mesa. Se levantó y se puso a caminar por el cuarto. Cuando volvió a quedarse solo, se acercó a la puerta por donde había entrado Carlota y dijo en voz baja: -¡Carlota! ¡Carlota! Una palabra al menos, un adiós siquiera… Ella guardó silencio. Esperó, suplicó, esperó una vez más... Por último se alejó de la puerta gritando: -¡Adiós, Carlota… adiós para siempre! “Esta vez es la última que abro los ojos; la última, ¡ay de mí! Ya no volverán a ver la luz del día. Estarán cubiertos por una niebla densa y oscura. ¡Sí, viste de luto, naturaleza! Tu hijo, tu amigo, tu amante se acerca a su término. ¡Ah, Carlota!, es una cosa que no se parece a nada y que sólo puede compararse con las percepciones confusas de un sueño, el decirse; ‘¡Esta mañana es la última!’ Carlota, apenas puedo entender el sentido de estas palabras: ‘¡La última!’ Yo, que ahora tengo la plenitud de mis fuerzas, mañana rígido e inerte estaré sobre la tierra. ¡Morir! ¿Qué es eso? Ya lo ves: los hombres soñamos siempre que hablamos de la muerte. He visto morir a mucha gente; pero somos tan pobres de mente que no sabemos nada del principio ni del fin de la vida. En este momento todavía soy mío... todavía soy tuyo, sí, tuyo, querida mía; y dentro de poco... ¡separados, aislados, quizá para siempre! ¡No, Carlota, no! ¿Cómo puedo dejar de ser? Existimos, sí. ¡Dejar de ser! ¿Qué significa esto? Es una frase más, un ruido que mi corazón no entiende. ¡Muerto, Carlota! ¡Cubierto en la tierra fría, en un rincón angosto y oscuro! Tuve yo cuando adolescente una amiga que era apoyo y consuelo de mi abandonada juventud. Murió y estuve con ella hasta la fosa, donde vi cuando bajaron el ataúd; oí el crujir de las cuerdas cuando las soltaron y cuando las recogieron. Luego arrojaron la primera palada y la fúnebre caja hizo un ruido sordo; después, más sordo; y después, aún más, hasta que quedó cubierta de tierra por completo. Caí al lado de la fosa, delirante, oprimido y con las entrañas despedazadas. Pero no supe nada de lo que me sucedió, de lo que me sucederá. ¡Muerte! ¡Tumba! No entiendo estos conceptos. ¡Oh! ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida. ¡Oh ángel! Fue la primera vez, si, la primera vez que una alegría pura y sin límites llenó todo mi ser. Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos; todavía inundan mi corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, perdóname! Sabía que me amabas; lo sabía desde tus primeras miradas aquellas miradas llenas de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin embargo, cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me asaltaban por doquiera rencorosas dudas. ¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que ni pudiste darme la mano ni decirme una sola palabra? Pasé la mitad de la noche arrodillado ante las flores, porque eran para mí el sello de tu amor; pero, ¡ay!, estas impresiones se borraron como se borra poco a poco en el corazón del creyente el sentimiento de la gracia que Dios le prodiga por medio de símbolos visibles. Todo perece, todo; pero ni la misma eternidad puede destruir la candente vida que ayer recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me ama! Mis brazos la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es mía! ¡Eres mía! Sí, Carlota, mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu esposo! No lo es más que para el mundo, para ese mundo que dice que amarte y querer arrancarte de los brazos de tu marido para recibirte en los míos es un pecado. ¡Pecado!, sea. Si lo es, ya lo expío. Ya he saboreado ese pecado en sus delicias, en sus infinitos éxtasis. He aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma. Desde ese momento eres mía, ¡eres mía, oh Carlota! Voy delante de ti; voy a reunirme con mi padre, que también lo es tuyo, Carlota; me quejaré y me consolará hasta que tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te cogeré en mis brazos y nos uniremos en presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que nunca tendrá fin. No sueño ni deliro. Al borde del sepulcro brilla para mí la verdadera luz. ¡Volveremos a vernos! ¡Veremos a tu madre y le contaré todas las cuitas de mi corazón! ¡Tu madre! ¡Tu perfecta imagen! “Sereno y tranquilo tocaré la puerta de bronce del sepulcro. ¡Ah! ¡Si hubiera tenido la suerte de morir como sacrificio por ti! Con alegría y entusiasmo hubiera dejado este mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu descanso y la felicidad de toda tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres con privilegios logran dar su vida por los que aman y ofrecerse en holocausto para centuplicar los goces de sus existencias amadas. Carlota: deseo que me entierren con el vestido que tengo puesto, pues tu lo has bendecido al tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Mi alma se cierne sobre el féretro. Prohíbo que me registren los bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de cinta rosa que tenías en el pecho el primer día que te vi, rodeada por tus niños… ¡Oh!, abrázalos mil veces y cuéntales la desgracia de su amigo. ¡Cómo los quiero! Aún los veo agitarse a mi alrededor. ¡Ay! ¡Cuánto te he amado, desde el momento primero de verte! Desde ese momento comprendí que llenarías vida… Haz que entierren el lazo conmigo... Me lo diste el día de mi cumpleaños y lo he guardado como una reliquia santa. ¡Ah! Nunca sospeché que aquel principio llevaría a este final. Ten calma, te lo suplico, no desesperes... Están cargadas… Oigo las 12… ¡Que sea lo que tenga que ser! Carlota… Carlota… ¡Adiós! ¡Adiós! Un vecino vio el fogonazo y oyó la detonación; pero, como todo permaneció en calma, no averiguó qué había sucedido. A las seis de la mañana del siguiente día entró el criado en la alcoba con una luz y vio a su amo tendido, bañado en sangre y con una pistola. Le llamó y no consiguió respuesta. Quiso levantarle y vio que todavía respiraba. Corrió a avisar al médico y a Alberto. Cuando Carlota oyó la puerta, un temblor convulsivo se apoderó de su cuerpo. Despertó a su marido y se levantaron. El criado, entre llantos y sollozos, les dio la fatal noticia; Carlota cayó desmayada a los pies de su esposo. Cuando el médico llegó al lado del infeliz Werther, lo encontró en el suelo y sin salvación posible. El pulso latía, pero todas sus partes estaban paralizadas. La bala había entrado
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