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Módulo 3 Filosofía Moderna 1 Kant. Hegel. Marx Inmanuel Kant nació en Königsberg, Alemania, y murió en la vejez en la misma ciudad. Fue profesor de la universidad del mismo nombre y se dedicó a la filosofía durante toda su vida. Su filosofía se centra en dos problemas básicos: el conocimiento y la ética. Kant denominó conocimiento trascendental al conocimiento que el sujeto que conoce tiene acerca del modo en que él mismo conoce, no al conocimiento de los fenómenos empíricamente observables. Esta es la razón por la cual se llama idealismo trascendental a su filosofía. Se trata de un idealismo de un estilo distinto al de Platón, en el que las ideas eran la realidad. El idealismo trascendental no sostiene que existan ideas como las platónicas en un mundo separado. Se trata más bien de estructuras de la mente humana, a nivel del entendimiento, que participan en el proceso del conocimiento de modo necesario pero sin constituir su contenido. El conocimiento de esto, por medio de un proceso crítico de análisis e introspección, es un conocimiento trascendental. En la Crítica de la Razón Pura, Kant explicará críticamente el conocimiento científico y tratará de fundamentar dos ciencias: la física y la matemática. El punto de partida son dos preguntas: a) ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? y b) ¿es posible la metafísica como ciencia?. El primer interrogante tiene una respuesta positiva pero no así el segundo. Los juicios sintéticos a priori son enunciados por medio de los cuales se expresan las leyes científicas. La idea en Kant surge de una distinción hecha por Hume entre juicios de hecho y juicios de relación. Se les llamó a los primeros "juicios sintéticos", porque en ellos el predicado enuncia propiedades que no son estructurales o esenciales al sujeto. Son juicios fácticos que describen hechos y cuya verdad es contingente, es decir, que pueden ser verdaderos o falsos según las circunstancias. Un ejemplo de estos juicios puede ser "existen cuerpos esféricos". La propiedad "ser esférico" no es estructural al concepto cuerpo y si bien es verdad que hay cuerpos esféricos no todos los cuerpo lo son. Los juicios de relación son denominados también "juicios analíticos" y en ellos el predicado enuncia una propiedad que le es estructural al sujeto. Para Hume esos juicios expresan relaciones matemáticas. Un enunciado como "los cuadrados son rectángulos con cuatro lados iguales" es un ejemplo de juicio analítico dado que el predicado "rectángulos con cuatro lados iguales" no es más que el análisis del concepto "cuadrado". Estos juicios son verdaderos siempre. No 2 añaden, para Hume, ningún nuevo conocimiento porque lo que está en el predicado se encuentra implícito en el sujeto. En cambio los juicios sintéticos sí añaden conocimiento dado que la propiedad enunciada en el predicado no está implícita en el sujeto. El juicio "la silla es negra" agrega un conocimiento al que el concepto "silla" tiene por sí solo, dado que la propiedad "negra" no es estructural a ninguna silla. Estos juicios cuya verdad es fáctica, dado que parte de la observación de los hechos, no enuncian ninguna relación necesaria entre el predicado y el sujeto. En el caso del ejemplo no hace al ser de ninguna silla el ser negra o de cualquier otro color. Ahora bien, estos juicios cuya verdad no es necesaria y su alcance no es universal son los juicios que describen los hechos empíricamente observables. Son juicios a posteriori de cualquier experiencia y son los juicios, según Hume, que usa una ciencia como la física para expresar sus leyes. De acuerdo a este criterio la física no sería una ciencia exacta y necesaria en lo hace a sus verdades sino meramente probable. Esto es lo que no acepta Kant. Para este autor tanto la física como la matemática son ciencias cuyas verdades son necesarias y tienen alcance universal. Pero esta es una característica de los enunciados analíticos que son universalmente verdaderos y lógicamente necesarios. Tienen la limitación de ser juicios que no describen hechos y, además, ser a priori, es decir, no parten de la experiencia. Kant considera que las leyes de la ciencia son universales en lo que respecta a su verdad y, además, necesarias. Pero no acepta que los juicios por medio de los cuales se las enuncia sean analíticos, ya que estos no agregan información ni describen hechos mientras que las leyes de la física sí los describen. Un enunciado como "el calor dilata los cuerpos" es un enunciado sintético. Su verdad es fáctica y no obstante universal y necesaria. Kant sostendrá que ese tipo de juicio es sintético a priori, por eso es universalmente verdadero y necesario. Estos juicios tienen la característica de los sintéticos por cuanto describen hechos empíricamente observables y la de los analíticos, cuya verdad es necesaria y universal. La característica analítica es la que los hace a priori. Esa aprioricidad es la que intentará explicar Kant en la Critica de la Razón Pura y la que lo lleva a formularse la pregunta ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Hay que tener en cuenta que para Kant las leyes científicas se expresan por medio de juicios sintéticos a priori y por lo tanto lo que se debe explicar, no demostrar ni probar, es como son posibles esos juicios. Con respecto a la pregunta sobre la metafísica como ciencia Kant da una repuesta negativa, dado que la metafísica no basa sus pseudo conocimientos en la observación empírica. Además el ser humano no está capacitado cognitivamente para conocer la esencia de las cosas. Veremos que según Kant el conocimiento humano se agota en el fenómeno, es decir, en aquello a lo que se puede llegar con el uso de sus capacidades cognitivas: la 3 sensibilidad, el entendimiento y la razón. El fenómeno es lo que aparece a la conciencia humana a nivel de la sensibilidad y el entendimiento. Es lo que a nivel sensorial se percibe y a nivel intelectual se organiza. No es la esencia de la cosa (a la que Kant llama noumeno), sino su apariencia, o sea, el fenómeno. Crítica de la razón pura La Crítica de la Razón Pura puede dividirse básicamente en tres partes. Cada una de ellas estudia una capacidad cognitiva. La Estética Trascendental estudia la sensibilidad, la Analítica Trascendental indaga sobre el entendimiento y la Dialéctica Trascendental estudia la razón. Estas tres facultades del conocimiento humano cumplen funciones específicas: La sensibilidad intuye, es decir, percibe sensorialmente. El verbo intuir proviene del latín y significa "ver". Para Kant no hay intuición intelectual, esto quiere decir que el entendimiento no intuye. No es posible, por ejemplo, intuir, ver las ideas, como en Platón. El entendimiento juzga, o sea, enuncia, construye los juicios por medio de los cuales organizamos y enunciamos lo que intuimos a nivel sensorial. El entendimiento se limita a juzgar, no intuye ni razona. La razón es la facultad que hace esto último. La razón no intuye ni juzga, su función específica es razonar, es decir, relacionar unos juicios con otros estableciendo nexos lógicos entre ellos. Estética trascendental En la Estética Trascental Kant define al espacio y al tiempo como formas a priori de la sensibilidad. Esto quiere decir que ambos son condiciones del sujeto cognoscente y no de las cosas. El ser humano conoce a nivel sensible gracias a los cinco sentidos y al tiempo y al espacio que son intuiciones puras a priori que permiten ordenar los datos que le llegan por la vista, el tacto, el olfato, el gusto y el oído. Esto quiere decir que el sujeto cognoscente está como programado para percibir los fenómenos en el espacio y el tiempo. No habría fenómenos sin la condición a prior de la sensibilidad humana para percibirlos en el espacio y en el tiempo. Dicha percepción o intuición de los fenómenos - que acaecen en el tiempo y se ubican en el espacio- tiene como condición a priori, sin la cualno sería posible, el espacio y el tiempo, que no son propiedad de los individuos materiales que percibimos por los sentidos sino condiciones de nosotros mismos como sujetos cognoscentes. Esto es un primer paso en la explicación de Kantsobre los elementos a priori que la conciencia humana pone en el proceso de conocimiento. Los fenómenos, o sea aquello que el hombre conoce en la experiencia sensorial, son posibles porque él mismo les da forma con el concurso de los sentidos y las formas a priori de la sensibilidad. 4 Analítica transcendental En la Analítica Transcendental Kant explica la función del entendimiento que consiste básicamente en juzgar. Los juicios con clasificados teniendo en cuenta la cantidad, la cualidad, la relación y la modalidad. De esta clasificación también se derivan las categorías que son ideas a priori de carácter estructural y general ligadas a los doce tipos de juicios obtenidos por la clasificación mencionada. De acuerdo a dicha clasificación los juicios y las categorías respectivas son: A) Por la cantidad los juicios son: singulares, particulares y universales y las categorías respectivas la unidad, la pluralidad y la totalidad. B) Por la cualidad los juicios son: afirmativos, negativos e infinitos y las categorías son la realidad (esencia), la negación y la limitación. C) Por la relación los juicios son: categóricos, hipotéticos y disyuntivos y las categorías son la sustancia, la causalidad y la acción recíproca. D) Por la modalidad los juicios son: problemáticos, asertóricos y apodícticos y las categorías son la posibilidad, la existencia y la necesidad. Las categorías, que en Aristóteles eran consideradas como el modo de ser de las cosas y, por lo tanto, propiedades de ellas, en Kant son conceptos puros del entendimiento de carácter general y a priori que sirven para ordenar las intuiciones sensibles que por sí mismas no brindan un conocimiento completo. Para Kant las intuiciones son ciegas si no se las ordena de acuerdo a las categorías. A lo que se debe añadir que estas últimas son totalmente carentes de contenido sin las intuiciones. De nada sirve la causalidad, por ejemplo, en tanto que categoría pura, sin intuiciones sensibles como contenido. Tiene que existir un ensamble entre las intuiciones y las categorías para que haya un conocimiento de base empírica. No hay experiencia, en tanto que conocimiento de los fenómenos, solo a nivel de la intuición sensible y sin el concurso de las categorías. Cuando se tiene un conocimiento científico de los fenómenos este puede expresarse por medio de juicios. Estos juicios son sintéticos a priori, que son la expresión lógico- lingüística de las relaciones regulares entre los fenómenos. Este conocimiento tiene una componente sensorial, que constituye en parte su contenido material, y una componente intelectual o de entendimiento que constituye su componente formal. Ambas componentes son a priori, esto es: las pone el sujeto. Lo único a posteriori es el contenido sensorial del conocimiento que son los datos sensoriales específicos que nos llegan por los sentidos (no el espacio y el tiempo que son formas a priori de la sensibilidad). Lo que el sujeto conoce es el fenómeno. La esencia o noumeno, es inalcanzable. La razón de esto es que el conocimiento de los fenómenos (único válido) se da bajo las 5 condiciones a priori de la sensibilidad y el entendimiento, mientras que el conocimiento de la esencia o noumeno estaría más allá de esas condiciones, puesto que la esencia por definición tendría que ser una entidad atemporal y no espacial. De las doce categorías la de la causalidad requiere de una consideración especial. Esto se debe a que Kant trató de demostrar que la causalidad era una relación necesaria entre fenómenos, en contra de la opinión de Hume que consideraba a la misma como una de las leyes de la asociación de ideas y, en definitiva, como un hábito de la mente humana. Esta forma de considerar a la causalidad daba por tierra con las pretensiones de universalidad y necesidad de la física, habida cuenta de que no siempre que se produce A se tiene que producir B. Kant consideraba que la ley de causa- efecto era necesaria y no un mero hábito de la mente. Tampoco era para Kant una propiedad de las substancias, como para Aristóteles. Era una condición del sujeto cognoscente, pero no en el sentido de Hume. La ley de causa- efecto no es un mero hábito mental, sino una relación que necesariamente establece el entendimiento humano cuando formula un juicio hipotético con determinado contenido. Por ello la derivó de los juicios hipotéticos como una categoría necesaria y a priori. Esto significa que el entendimiento, cuando un fenómeno A antecede a otro B de modo regular, formula una relación necesaria de antecedente a consecuente entre el primero y el segundo. En la ley física que se describe la relación de causa a efecto entre una fuente de calor y los cuerpos que se dilatan al ser sometidos a la acción de la misma, se enuncia una regularidad entre el fenómeno A (la fuente de calor) y el fenómeno B (un cuerpo cualquiera sometido a su acción que se dilata) por medio de un juicio hipotético: si A entonces B, o sea, si una fuente de calor afecta a un cuerpo entonces este se dilata. Dialéctica transcendental La dialéctica trascendental se ocupa de la razón. Delimita las funciones de la misma a la operación de razonar, es decir, formular argumentos lógicamente válidos de acuerdo con las leyes de la lógica. La razón puesta a formular juicios o definir ideas que no se derivan de su propia estructura incurre en contradicciones insalvables. Por lo tanto cualquier aseveración de la razón relativa al universo, la sustancia, la causalidad, el espacio, el tiempo, etc., carece de todo valor y fundamento. Esto por varias razones, pero, principalmente, porque pretende asumir funciones que no son estructuralmente de su competencia, como ser: intuir y juzgar. Si la razón sostiene que el universo es infinito también puede sostener que no lo es, ya que puede demostrar ambas cosas. Esto es una antinomia en la que se antepone una tesis (el universo es finito), a una antítesis que la contradice (el universo es infinito) que no aporta nada al conocimiento científico. Si 6 podemos demostrar A y no A se incurre en una inconsistencia. Y en ellas incurre la razón pura cuando usa las categorías del entendimiento con el objeto de obtener conocimientos sobre el mundo, lo que no es posible porque dicho conocimiento requiere del concurso de la intuición sensible y las categorías conjuntamente. Las formas a priori de la sensibilidad y las categorías por sí solas constituyen un conocimiento transcendental, o sea un conocimiento del modo de conocer pero no de un hipotético "mundo" exterior. La razón pura cae en las antinomias justamente porque usa esas categorías y formas a priori con el objeto de obtener un conocimiento, imposible, del cosmos. Crítica de la razón práctica En la Crítica de la Razón Pura Kant estudia la razón orientada hacia el conocimiento. En la Crítica de la Razón práctica estudia la razón orientada a la acción. En esta obra se encuentra lo esencial de la ética kantiana. Esta ética considera que la esencia de los actos morales no está en el fin que se persigue sino en la forma que el sujeto moral ordena su acción para alcanzar ese fin. Es por ello una ética formal, en la que importa más la intención que guía al sujeto que el fin que puede- o no- alcanzarse con el acto. Se actúa moralmente bien cuando se cumple con el deber, cuando se acata lo que dicta la norma. Esta postura de Kant, dándole más importancia al cumplimiento de la norma moral que al resultado del acto moral, se debe al concepto que tiene Kant del sujeto moral. Este sujeto es autónomo, o sea que se dicta la norma a sí mismo. Esta autonomía es la que lo hace libre. La libertad es la condición del sujeto moral, y si las normas proviniesende un legislador externo no sería libre. Tampoco sería libre si actuara con el objeto de alcanzar un fin externo, aun cuando este fin fuese bueno. El sujeto es autónomo porque se da lanorma a sí mismo para actuar y porque su acción no está orientada hacia un fin externo que lo condiciona. La norma moral es un imperativo categórico que tiene la forma de los juicios categóricos. La norma dice: no se debe mentir, no se debe robar, y debe ser acatada sin discusión y con independencia de las circunstancias y de los medios. Como la norma emana del mismo sujeto, cumplirla actualiza su libertad. Además el sujeto moral no está condicionado por nada y por lo tanto es un fin en sí mismo. Su dignidad es su autonomía y no es negociable. El imperativo categórico fundamental que guía la acción del sujeto moral es: actúa como si la pauta que orienta tu acción fuese de alcance universal para toda persona en cualquier lugar y momento. Para Kant la ética no es posible sin el sujeto moral y sin un mundo u orden moral en el que dicho sujeto actúe y sin un Juez Superior capaz de evaluar los actos morales más allá incluso de esta vida. Pero el mundo del sujeto moral no es como el orden natural en el que imperan las leyes de la 7 naturaleza. Este es el reino de la necesidad, como dice Kant. El mundo moral es el reino de la libertad, porque las leyes que en él imperan emanan de la libre voluntad del sujeto moral. También es necesario Dios , el Juez Supremo, ya que los actos morales no pueden ser juzgados y sancionados por un juez humano . El juez de las actos morales es la conciencia moral del sujeto y Dios. El sujeto moral sólo emite juicios pero no sanciona. Dios puede sancionar, pero no en este mundo, sino en el que se encontrarán las almas luego de la muerte. Esto lleva a Kant a sostener que el sujeto moral es un ser con alma inmortal. Ahora bien, el sujeto moral actúa como ser autónomo en el reino de la libertad. Pero el hombre es un ser social que actúa dentro del orden jurídico donde impera el derecho positivo. Kant llama al orden jurídico el reino de la legalidad. En él, el sujeto no es autónomo porque las normas emanan de un legislador externo. Además el sujeto de derecho actúa teniendo en cuenta no a la norma en sí misma sino a las consecuencias que puede implicar el cumplimento - o no- de la norma. La norma dice: si robas o mientes entonces se te aplicará tal sanción. Quién actúa cumpliendo una norma de este tipo está pensando que si no la acata será castigado. No actúa libremente sino condicionado. Por lo tanto no actúa moralmente. Las normas morales no sólo emanan del sujeto sino que se acatan libremente. Las normas del derecho positivo son imperativos hipotéticos, es decir que tienen la forma de los juicios hipotéticos: si tal cosa, entonces tal otra. Además no se acatan libremente sino por interés o por coacción externa. El reino del Derecho es el reino de la legalidad. Se puede actuar legalmente pero no por ello éticamente. Sujeto, mundo y Dios en el contexto de la razón práctica no son fenómenos sino noumenos, es decir, seres subsistentes por sí mismos. Esto se debe a que son libres dado que no están condicionados por ninguna ley natural como es el caso de los fenómenos. Debe tenerse en cuenta que las leyes morales son obligatorias pero no necesarias y, por ende, susceptibles de ser violadas. Las leyes de la naturaleza son inviolables porque son necesarias. Por lo tanto, si el sujeto moral fuese un ente fenoménico, como una piedra o un planeta, estaría absolutamente condicionado por esas leyes inviolables. Pero el sujeto moral es libre por principio y definición, por lo tanto no puede ser un ente fenoménico. El sujeto moral en tanto que sujeto moral no está condicionado ni por el espacio y el tiempo ni por ley natural alguna. Esto no significa que cada hombre en tanto individuo corpóreo no esté sujeto a las leyes naturales. Lo que significa es que el sujeto moral no se identifica con su cuerpo individual. La voluntad del sujeto, que es libre, se sobrepone a las condiciones de su ser como ente corpóreo sometido a las leyes inexorables de la naturaleza. Hegel (1770- 1831) 8 Georg W. Hegel nace en Stuttgart, Alemania y se dedica durante su juventud al estudio de la teología. Posteriormente se dedica a la filosofía y construye tal vez el sistema filosófico más completo de la modernidad. Influye marcadamente en el pensamiento de su época y en el pensamiento contemporáneo. Lógica y realidad Para comprender el significado de esta frase de Hegel: todo lo real es racional y todo lo racional es real, es necesario señalar que la correspondencia entre el pensamiento y la realidad es un problema tan viejo como la ciencia y la filosofía. Adoptaremos una posición crítica con respecto a dicha frase y trataremos de mostrar sus puntos débiles, en principio desde fuera de la teoría hegeliana. Creemos que esto es necesario para una mejor comprensión del autor. En la antigüedad, y también durante la Edad Media, este problema se planteó de diversos modos. Se ha expuesto en capítulos anteriores la diferencia que algunos pensadores hicieron entre lo aparente y lo real. Algunos de ellos, suponiendo al mundo sensible como equiparable con lo aparente, se preguntaron cuál era el grado de realidad de los conceptos generales que representaban a los objetos. Fue el problema de los universales. Se dieron tres respuestas. Vale la pena recordarlas: una de ellas, el realismo, sostuvo que los conceptos eran independientes tanto respecto de las cosas individuales como del pensamiento. Otra respuesta fue la del conceptualismo, según la cual los conceptos eran representaciones mentales objetivas aunque no separadas e independientes del pensamiento. Una tercera respuesta la dio el nominalismo, que sostuvo que los conceptos, así como lo términos que los expresaban, carecían de entidad independiente y no eran más que rótulos que se les ponía a las cosas para nombrarlas. Estas tres respuestas, en sus distintas modalidades y con variados matices, perduraron en el tiempo y fueron adaptadas a problemáticas nuevas dentro del ámbito de distintas disciplinas. En las matemáticas se adoptaron posiciones realistas, conceptualistas o nominalistas en relación con ciertos problemas clave de la disciplina. Entre otros los relacionados con los conjuntos infinitos definidos por Cantor a fines del siglo XIX. Aunque Cantor es bastante posterior a Hegel, es importante mostrar la problemática que surge a partir del descubrimiento de los conjuntos infinitos en relación con la realidad - o no- de los entes matemáticos, que sin duda son los entes intelectuales o racionales más relevantes en función de lo que nos importa mostrar. El problema fue o estuvo ligado a la realidad o potencialidad del infinito. Cantor había probado que existían infinitos de distinta dimensión. El más pequeño de ellos es el conjunto denominado aleph sub cero. Se denomina así a cualquier conjunto infinito coordinable con el conjunto de los 9 números naturales. El conjunto de los números pares, por ejemplo, es de este tipo. Se caracteriza por ser un conjunto con tantos elementos como el de los números naturales puesto que por cada uno de estos últimos hay, también, un número par. Hay conjuntos que no son coordinables con los números naturales y que son considerados "más grandes" que los conjuntos del tipo aleph. No viene al caso explayarse más sobre el tema, pero sí es importante destacar lo siguiente: algunos matemáticos sostuvieron que los conjuntos infinitos era actuales, es decir, que estaban dados y completos. Otros, por el contrario, siguiendo una vieja tradición aristotélica, consideraron que no había infinitos actuales sino sólo potenciales, esto es, componibles por la agregación sucesiva de partes sin llegar nunca a constituir una totalidad infinita en acto, aunque sí potencial, dado que los elementos- partes podían continuar añadiéndoseal todo potencial (el infinito) indefinidamente. A los que adoptaron la primera posición se los llamó logicistas, es decir, realistas y a los segundos intuicionistas, o sea, conceptualistas. A los nominalistas se los llamó formalistas y adoptaron una posición que les permitió zafar del dilema entre intuicionistas y logicistas. Las entidades matemáticas eran tales en tanto y en cuanto fuera susceptible expresarlas por medio de un lenguaje formal adecuado. Para los logicistas las entidades matemáticas tienen algún tipo de "existencia" independiente. Son objetos distintos del sujeto que los piensa y subsisten por sí mismos. No importa dónde ni cuándo. Esto no es platonismo o algo parecido. No se postula un mundo ideal de entes matemáticos. Simplemente se considera a los entes matemáticos como "realidades" objetivas que pueden ser pensadas. En este caso se puede afirmar, sin incurrir en una exageración, que algún aspecto de la realidad se corresponde perfectamente con el pensamiento y que ese sector de la realidad es racional (téngase en cuenta esto cuando se piense en la frase que sirve de punto de partida a esta digresión). Los intuicionistas le pondrían un límite a la independencia de los entes matemáticos: se corresponden con el pensamiento que los concibe y son objetivos, pero no subsisten por sí mismos. Para los formalistas dichos entes son y se constituyen como tales en la expresión formal exhaustiva del lenguaje matemático. La lógica clásica y la lógica matemática pueden ser concebidas desde las tres posiciones mencionadas. Pero no se debe, de ninguna manera, pensar que los realistas creen que toda la realidad, empírica o de otro orden, es racional. La única realidad racional sería la de los entes matemáticos. Solamente una concepción metafísica de esa realidad podría llevar, como sucedió con los pitagóricos y con Platón, a afirmar que toda la realidad es racional porque la esencia de todas las cosas es el número o alguna otra categoría matemática. Lo que sí es posible, y también razonable, es la formulación de una ontología, es decir, una teoría acerca de la constitución 10 de los entes matemáticos. Lo que es viable desde cualesquiera de las posiciones mencionadas. Por otra parte ninguna de ellas es un obstáculo para la aplicación del lenguaje lógico matemático a la solución de problemas relacionados con las ciencias empíricas. Pero esto no implica que la realidad que estudian las ciencias no formales sea racional o lógica. Que se pueden describir regularidades - las leyes de la ciencia- de manera racional es un hecho. Esto no significa que dichas regularidades sean eternas o necesarias desde el punto de vista lógico. Las regularidades en la naturaleza existen. Pero eso no convalida la tesis sobre la racionalidad de la realidad. En todo caso se puede pensar en una relativa racionalidad de los fenómenos naturales a la hora de ser observados y mensurados por el ser humano. Pero no se puede asegurar que dicha relativa regularidad racionalmente comprensible sea la racionalidad de las cosas en sí mismas y no la racionalidad del sujeto que los observa y mensura. Kant señalaría esto. En otras palabras, la regularidad de los fenómenos naturales no implica que la realidad sea equiparable a un proceso lógico- racional. Al menos desde la perspectiva de las tres posiciones de la lógica clásica y matemática. Esto es extensible a las ciencias sociales. Una ontología no es una metafísica ni la síntesis entre ambas una lógica. A menos que se trate de otra lógica y otra realidad. Y esto es lo que va a hacer Hegel. Dialéctica y realidad "La antigua metafísica- dice Hegel- tenía (...) un concepto del pensamiento más elevado del que se ha vuelto corriente en nuestros días. Ella partía, en efecto, de la premisa siguiente: que lo que conocemos por el pensamiento sobre las cosas y concerniente a las cosas constituyen lo que ellas verdaderamente tienen de verdadero, de manera que no toma las cosas en su inmediación, sino solo en la forma del pensamiento como pensadas. Esta metafísica, por lo tanto, estimaba que el pensamiento y las determinaciones del pensamiento no eran algo extraño al objeto, sino que constituían más bien su esencia, o sea que las cosas y el pensamiento de ellas (...) coinciden en sí y por sí, o sea que el pensamiento en sus determinaciones inmanentes y la naturaleza verdadera de las cosas constituyen un solo y mismo contenido" (Hegel: Ciencia de la Lógica, p. 43). Esta cita tiene por objeto mostrar a la lógica dialéctica en relación con la realidad, según los criterios del pensamiento idealista, que parte del supuesto de que "...el pensamiento es el principio del mundo y que la esencia del mundo ha de determinarse como pensamiento. De este modo se ponen los fundamentos de una visión intelectual del universo, cuya forma pura debe ser la lógica"( ibidem, p. 47). Lógica y realidad no se contraponen. "`Pensar` es una expresión que aplica con preferencia a la conciencia la determinación contenida en ella. Pero, cuando se dice que 11 existen en el mundo objetivo intelecto y razón, que el espíritu y la naturaleza tienen leyes universales, según las cuales se realizan su vida y modificaciones, se acepta que las determinaciones del pensamiento tienen asimismo valor y existencia objetivos" (ibidem, p 47). La lógica dialéctica parte del supuesto que pensamiento y realidad no se contraponen. La realidad, a la que considera contradictoria y cambiante, no es una muralla infranqueable para la lógica y la ciencia en general. Todo contrario. "La única manera de lograr el progreso científico es el reconocimiento de la proposición lógica que afirma que lo negativo es a la vez positivo, o que lo contradictorio no se resuelve en un cero..sino en ...un nuevo concepto, pero un concepto superior, más rico que el precedente; porque se ha enriquecido con la negación de dicho concepto precedente o sea su contrario; en consecuencia lo contiene, pero contiene algo más que él, y es la unidad de sí mismo y de su contrario" (ibidem, p. 50). En esto la lógica dialéctica se contrapone a la lógica clásica. Pues para esta última las contradicciones quedan fuera de su ámbito. A lo sumo se las elimina negándolas. La negación dialéctica es una negación del contenido particular de la contradicción, o sea una negación determinada con un contenido y no sólo un signo negativo puesto delante de un enunciado, contradictorio en virtud de su forma. La lógica dialéctica no considera el principio de no contradicción como límite restrictivo del pensamiento y por lo tanto permite superar las contradicciones. No es una mera estructura formal o un método para estudiar el pensamiento o describir algo externo a él, sino que es la estructura de la realidad misma. La realidad y el pensamiento son dialécticos. Ambos constituyen la realidad y ambos son racionales. La correspondencia entre la una y el otro hacen posible el conocimiento objetivo tanto del orden natural como del orden social. Lógica dialéctica “Ciencia de la lógica” es el título de la obra en la cual Hegel expone su lógica y su ontología. Allí se sostiene que el contenido de la lógica es su propia forma, que combinado con la aseveración de que todo lo real es racional y todo lo racional es real, principio de la filosofía de la historia hegeliana, lleva a una conclusión inevitable: la realidad es racional. Pero no es una "realidad" separada, como la de Platón. Para Hegel lo real es lo pensado, es la idea. La ciencia del pensamiento es la ciencia de la realidad. Ser y pensar son lo mismo. La dialéctica es la lógica por excelencia y puesto que la misma realidad es dialéctica, también es lógica. Con esto Hegel marca la diferencia con las concepciones de la lógica clásica. Ya no se trata de una disciplina que estudia el pensamiento como 12 algo separado y distinto de la realidad. Tampoco es una ciencia que por ocuparse de la forma del pensarno tenga contenidos. El contenido es la forma, que no es una estructura vacía puesto que es la forma de algo. La forma es lo que determina y ordena a todo contenido. En tanto que ciencia de la forma la lógica es la ciencia de la Idea y dado que esta es real su primer objeto de estudio es el ser en sí. El ser en sí es la más alta generalización y, por lo tanto, la indeterminación por excelencia. Es la nada, el no ser, su propia negación. Tales son sus momentos iniciales. Pero la negación es negada a su vez, y el resultado de esta doble negación es el devenir, la existencia, síntesis del el ser y el no ser. El ser existente (Dasein) es un ser determinado. En otras palabras: es algo, alguna cosa, algún existente. Y es ese algo porque que está determinado por alguna cualidad. Pero toda determinación implica una negación, o sea que toda cosa que es algo por una cualidad determinada está limitada y ese límite es la cantidad. Esto quiere decir que la cualidad por sí sola no determina a los existentes. Debe haber una cantidad que limita a esa cualidad. No todo es blanco, sino que hay cosas blancas. Pero la cantidad no está determinada en sí misma: la determina la medida. La determinación del Dasein está dada, entonces, por la cualidad, la cantidad y la medida. En resumen: cualidad, cantidad y medida son los tres momentos de la lógica como ciencia del ser en sí. El concepto, la forma, es lo que determina al objeto. Un objeto es lo que es, porque la forma del concepto que determina su contenido lo diferencia de otros objetos. El contenido por sí mismo es amorfo, indeterminado. Un contenido sin forma no es un objeto. Por otra parte un objeto es lo que es en tanto que correlato de un sujeto. Pero es por el concepto que el objeto es objeto para un sujeto. Como concepto del objeto es concepto objetivo y como concepto para un sujeto es concepto subjetivo. El proceso dialéctico es un proceso de conceptos que son momentos de un desarrollo que culmina en una idea como resultado final. El concepto subjetivo es el opuesto del concepto objetivo, que es la esencia del objeto que el sujeto conoce. La síntesis de ambos es la Idea. Pero la Idea es una determinación que implica un opuesto como su negación. Ese opuesto es la Naturaleza. Esta oposición implica la negación de la una por la otra. Pero no es una negación insuperable que haría de ambos opuestos una nada. Hay una negación de esa negación que es el Espíritu. En un primer momento es el espíritu del sujeto, de cada sujeto, es el Espíritu en si mismo o sea un espíritu subjetivo; pero el Espíritu en un segundo momento es lo producido por el Espíritu subjetivo, o sea lo que es fuera de sí o por sí y es entonces Espíritu objetivo. Como Espíritu objetivo se despliega y se realiza a sí mismo en el Derecho, la Moralidad y la Eticidad. La síntesis del Espíritu subjetivo y el Espíritu Objetivo es el Espíritu Absoluto. Este también tiene sus momentos: el momento de la intuición de sí mismo como Arte, el momento de la representación de sí mismo como Religión y el 13 conocimiento absoluto de sí mismo como Filosofía. Esta es la razón por la cual no sólo el pensamiento es racional y dialéctico sino que el mundo, la naturaleza, así como la historia, con sus conflictos, su economía, etc., es racional y dialéctico. Esa realidad es una realidad “inteligente”. Es Espíritu: como objeto, como sujeto y como idea. En síntesis: para Hegel el mundo tal cual está dado es el resultado de un desarrollo. Pero no de la materia sino del Espíritu ( que abarca y subsume a la materia). El Espíritu es dialéctico en su desenvolvimiento. Es un proceso con tres momentos: el Espíritu Subjetivo (el hombre como sujeto) , el Espíritu Objetivo ( el hombre como cultura) y el Espíritu Absoluto (el hombre en su máxima racionalidad como Estado). La historia humana no es sólo la manifestación del Espíritu en el tiempo; es el tiempo mismo hecho historia. Un tiempo sin historia es una abstracción. El tiempo es historia y la historia es tiempo. La dialéctica es la dinámica de ese movimiento del Espíritu en el tiempo, que es el proceso por el cual, a lo largo de la historia, se realiza a sí mismo. La manifestación del Espíritu en su inicio se puede comparar como una explosión, en su desarrollo con una expansión y en su culminación o resultado con una implosión. El paso del Ser en sí al Ser para sí, a través del Ser para otro. "La manifestación es el nacer y el perecer, que por sí mismo no nace ni perece, sino que es en sí y constituye la realidad y el movimiento de la vida de la verdad" (Hegel: 1996. p 32) Entre el Espíritu Subjetivo y el Espíritu Absoluto se extiende, como un puente, el Espíritu Objetivo. El movimiento, que es dialéctico, no se agota, sin embargo en sí mismo. La culminación es el resultado. El proceso tiende inexorablemente al resultado, culmina en el resultado. El resultado es la superación de toda contradicción que sirve, a su vez, como disparadora de nuevos desarrollos y nuevas contradicciones. El proceso dialéctico El proceso lógico es también ontológico: la dialéctica es su estructura objetiva, esto quiere decir que no se trata de un proceso mental solamente. El proceso a nivel ontológico, el cambio como tal, es lógico y racional y el concepto que lo aprehende es real, o sea algo concreto. El desarrollo de la cosa y del concepto que es su inteligibilidad está jalonado por momentos. Cada momento del proceso es una instancia del mismo. El concepto es la forma de cada una de esas instancias, por lo tanto el pensamiento coincide con el proceso real puesto que él mismo es real. Es real como concepto, pero dado que el objeto solo es objeto para un sujeto por el concepto, el concepto acaba en objeto. Mientras el concepto no coincide con su objeto (en la mente del sujeto) la tensión dialéctica está en su máximo y el proceso antecede al resultado. El resultado es el conocimiento del objeto por el sujeto en el concepto. De este modo, momento y concepto se sumergen el uno en el otro constituyendo lo real, 14 lo objetivo, a saber, lo que es otro para un sujeto. El conocimiento conceptual presupone a toda determinación como esencial: "...su elemento y su contenido no son lo abstracto o irreal, sino lo real, lo que se pone a sí mismo y vive en sí, el ser ahí en su concepto" (Hegel:, p 32). Los conceptos son instancias dialécticas del conocimiento que no sólo son la culminación en un resultado sino, también, partes constitutivas del mismo como términos de un desarrollo y principio de otro. El concepto es a la vez su momento, su desarrollo y su resultado. Se fusionan en él, como la tesis ( lo puesto) y la antítesis ( lo opuesto) de un argumento se fusionan y superan en la síntesis (el resultado). En todo proceso dialéctico será tesis el concepto inicial, antítesis el concepto que se le opone y síntesis el concepto superador o resultado. Las leyes dialécticas En la teoría hegeliana las contradicciones de la realidad son posibles porque existen oposiciones entre contrarios. Estas son algunas de las principales oposiciones en Hegel: La oposición entre ser y no ser, cuya síntesis es el devenir. La oposición entre Espíritu Subjetivo y Espíritu Objetivo, cuya síntesis es el Espíritu Absoluto. La oposición entre la familia y la sociedad, cuya síntesis es el Estado (también se la puede formular por la tríada pueblo, nación, estado). El proceso dialéctico no es una mera oposición de contrarios que subsisten, estáticos, idénticos a sí mismos. La identidad de los opuestos sólo es posible por el cambio: lo que es, es en tanto y en cuanto cambia. No se puede ser idéntico a sí mismo en un orden temporal sin cambios (cuantitativos o cualitativos) que permitan identificarnos como lo que somos porque algo ha cambiado en nosotros, permaneciendo, sin embargo, siendo los mismos. El recuerdo de lo que fuimos y la conciencia de lo que somos: he ahí el cambio. Podemos decir que cambiamosporque en algún sentido permanecemos. Pero permanecemos porque cambiamos. Heráclito sostiene que nunca nos bañamos dos veces en las mismas aguas del mismo río, porque las aguas fluyen y no son las mismas y nosotros envejecemos y no somos los mismos. Pero ni el río sería el cause de las aguas que por él fluyen si no fuese el mismo río, ni nosotros seríamos lo que somos sino hubiésemos ya sido y estuviésemos por ser lo que continuaremos siendo y no siendo hasta el día de nuestra muerte. Como proceso la dialéctica supone un desarrollo y ese desarrollo está constituido por una serie de afirmaciones y negaciones: negaciones que, al negarse a sí mismas, se convierten, a su vez, en afirmaciones. Ser algo 15 implica no ser otra cosa. Omnideterminatioestnegatio. Toda determinación, dice Spinoza, es una negación. Para Hegel también toda determinación supone una negación: si se es esto no se es lo otro. Pero hay un paso más: lo otro no es sólo la negación de aquello a lo que se opone, es lo puesto como doble negación. Lo otro de lo dado y determinado es también algo dado y determinado y no sólo la negación de lo otro. Ser algo no se agota en no ser todo lo otro que no es ese algo, sino que todo lo otro que no es ese algo también es. Lo otro, que no es, se niega a sí mismo como no ser y de ese modo es lo que es. Lo que no es esto, se supera cualitativamente a sí mismo como mero no ser e instala su ser como negación de la negación del no ser. Entonces ya no será un vacuo no ser algo sino que será, con todo derecho, un número, una persona, una cosa... Los opuestos se concilian: la familia y su opuesto, la sociedad, se subsumen en una síntesis superadora: el Estado. Ahora bien, la dinámica dialéctica no es aleatoria sino que está determinada por leyes: 1ª) La ley de la negación de la negación. 2ª) La ley del salto de la cantidad a la cualidad o del salto cualitativo. 3ª) La ley de la coincidencia de los opuestos. Un ejemplo de la primera ley es la negación del ser por el no ser y la del no ser por el no no ser. En lógica p = --p Un ejemplo de la segunda: la combinación de dos sustancia químicas con ciertas propiedades que al sintetizarse dan por resultado otra sustancia con otras propiedades: el hidrógeno combinado en cierta proporción con el oxígeno es agua. Un ejemplo de la tercera: ser - no ser = existencia. Consideraciones críticas Estas leyes fueron retomadas por el pensamiento marxista que, como en Hegel, se hicieron extensivas a toda la realidad. Como se sabe la lógica clásica bivalente no acepta ni las contradicciones formales ni las contradicciones consideradas reales por los hegelianos. Para los marxistas ortodoxos la lógica dialéctica supera a la lógica formal clásica. Sin embargo, la importancia que la lógica formal clásica ha alcanzado en el campo científico ha persuadido a muchos pensadores marxistas no ortodoxos que la mentada superación no es tan evidente como se lo pretende hacer creer. Sobre todo por el grado de formalización que ha alcanzado la lógica formal y la efectividad de dicha formalización a la hora de aplicar la lógica en la organización teórica de los contenidos de las diversas ciencias naturales y sociales. Se ha intentado, inspirándose en la lógica formal, formalizar a su 16 vez la lógica dialéctica. Por otra parte, han vuelto a replantearse los viejos problemas acerca de si la dialéctica es la estructura de la realidad, un reflejo fiel de la misma o un método como cualquier otro usado para describirla y explicarla. También se ha propuesto incluir a la lógica formal clásica en la lógica dialéctica como una parte de esta. Marx (1818- 1883) Karl Marx nace en Alemania. En la universidad estudia exhaustivamente a Hegel. El pensamiento de este último ejerce una gran influencia en él, sobre todo por el método dialéctico. En su madurez se instala en Inglaterra y escribe varias de sus obras en colaboración con su colega y amigo Federico Engels. Su filosofía se centra en la problemática económica, social y política. Su influencia en el pensamiento contemporáneo es más que importante. El marxismo es una teoría y una praxis. Como teoría explica ( más que describir) la realidad histórica, social, política y económica a partir de un método de análisis dialéctico que, como en el caso de Hegel, reflejaría objetivamente el proceso dialéctico de lo real. Como praxis es una concepción del mundo que propone y lleva a la práctica acciones con el objeto de cambiar y superar estados sociales, políticos y económicos considerados superables y mejorables. "Los filósofos- dice Marx- se han limitado a interpretar el mundo de distintas maneras: de lo que se trata es de transformarlo" ( "Tesis sobre Feuerbach"; La Ideología Alemana). En tal sentido, el marxismo sostiene que el sistema capitalista de producción no sólo se superará a sí mismo por sus contradicciones estructurales internas sino que, además, debe ser superado. Las clases, en la lucha estructural que las enfrenta, no son pasivas. La clase obrera, revolucionaria, se enfrenta a su oponente consiente de que está frente a su enemigo. No espera a que las condiciones objetivas estén dadas: las genera. En muchos casos más allá de las intenciones particulares de los actores sociales, pertenezcan a cualquiera de los bandos en pugna. Y lo hace por el hecho de que el sistema del que forma parte como clase es de por sí conflictivo y contradictorio. La revolución es constante porque las contradicciones también lo son. No existe un momento pre - revolucionario en el que no estén dadas aún las condiciones objetivas porque ello supondría que el sistema, estructuralmente contradictorio y conflictivo, en un momento no lo sería o dejaría de serlo. De lo expuesto se infiere que el marxismo es no sólo una descripción y explicación objetiva de la realidad sino, además, una praxis. No es una teoría que se limita a estudiar el funcionamiento del sistema o que, en el plano de la acción, solo propone correcciones en el sistema para mejorarlo. Su propuesta es cambiarlo, o mejor aún, superarlo. La propuesta se 17 traduce en acción por la praxis. La base de sustentación racional de esa praxis no es una ideología sino una ciencia: el marxismo como ciencia de lo social. Las ideologías son concepciones no objetivas de la realidad, condicionadas por las estructuras de clase. La burguesía en tanto que clase social dominante en el sistema capitalista tiene una visión de la realidad predeterminada por sus intereses de clase, por lo tanto dicha visión no refleja la realidad y, por ende, no es objetiva. La dialéctica marxista explica los procesos históricos a partir del supuesto de que la evolución social es el resultado de la lucha entre las clases, no entre los individuos. En la llamada Edad Moderna y en el seno del sistema de producción capitalista, las clases en pugna fueron: la burguesía y el proletariado. El conflicto entre ambas clases se ha extendido a lo largo de varios siglos hasta nuestros días. La burguesía es la propietaria de los bienes de producción, de la renta y de la tierra, y el proletariado de la fuerza del trabajo. El capitalista trata de explicar la acumulación de capital desde la teoría liberal económica de mercado. El mercado funciona regulado por la ley de la oferta y la demanda: a mayor oferta bajan los precios y a mayor demanda suben. En el mercado se intercambian mercancías. Estas son el resultado de la producción lograda gracias al capital invertido en bienes de capital, es decir, bienes que producen otros bienes, materias primas y el trabajo. Una lectura superficial como la anterior crea la ilusión de que el capital genera el trabajo y que el rol del trabajo en dicho proceso es secundario. El capital es considerado como la condición del trabajo, es decir que el capital genera trabajo y no a la inversa. Para el marxismo la relación es inversa: el trabajo genera el capital. Esto es posible porqueen toda mercancía producida por el trabajo del obrero hay un plus de beneficio que obtiene el capitalista simplemente no pagando el trabajo en su valor real sino con una merma considerable que es el plus que da origen al capital. Sin el plus originado por el trabajo, comprado a un precio inferior al real, no habría capital. Pero esto tiene una explicación: el trabajo no es pagado en su justo valor porque en una economía de mercado, regulada por la ley de la oferta y la demanda, el trabajo se convierte en una mercancía más sujeta a las fluctuaciones del mercado. A menor demanda de mano de obra menor salario y a mayor demanda mayor salario y a la inversa: a mayor oferta menor salario y a menor oferta mayor salario. Pero el trabajo tiene una característica que no tienen las otras mercancías: es la única que rinde beneficios sólo a quien lo compra. O sea que el trabajo se vende, en un sentido literal, siempre por debajo de su valor. Es lo único que tiene el obrero para ofrecer. Y como lo ofrece en un mercado libre su trabajo nunca tiene el mismo valor, con independencia de cuales sean las necesidades reales del obrero y su familia. De esta manera los gastos fijos de una subsistencia al límite de la precariedad no pueden ser solventados regularmente. En este sistema el 18 proletario siempre juega con desventaja: entre otras, la desventaja de carecer de capacidad de ahorro, justamente porque lo que debiera obtener por su trabajo no es lo que efectivamente obtiene. El plus del salario, que debiera estar constituido por el sobrante de los gastos efectuados para la satisfacción de las necesidades básicas más el sobre valor inherente a toda mercancía, que sería la base de su ahorro, se lo queda el patrón: es la plus valía. Este concepto está ligado al de mercancía. Esta es un bien de intercambio, no un bien de uso. El bien de uso tiene un valor funcional determinado para el usuario. Una lapicera es un utensilio usado para escribir. Como tal es un bien de uso. El fabricante de lapiceras y los que tienen comercios en las que se las vende no consideran a la lapicera un bien de uso sino una mercancía. La mercancía es un bien de uso convertido en bien de intercambio con un valor. En el valor está la plusvalía. Lo que la cosa vale en el mercado tiene plus valía. El trabajo genera la plus valía porque él mismo implica un plus valor. La cosa "hereda" ese plus valor y ese plus valor, con el que se queda el patrón, genera el capital. Pero, además, el trabajo exige, por parte de quien lo vende, enajenar parte de su propia vida, puesto que el trabajo es tiempo de vida productivo. Esa vida que el obrero enajena - vende por un mal precio en el mercado del trabajo- se la apropia, por decirlo de algún modo, la mercancía, cuyo propietario es el patrón. Esto implica que el trabajo enajenado es trabajo alienado por la simple razón de que la vida del obrero puesta en la producción de la cosas se hace ella misma cosa. La vida convertida en cosa es vida alienada, es decir, otra de quien la vive. El obrero al no realizarse en su obra se des- realiza, esto es, se hace otro, deja el sí mismo de su ser en la cosa que produce. Es, como dice Marx, menos que humano. El patrón, que obtiene el usufructo de la cosa producida, ahora transformada en mercancía, se convierte en mercader de vida: compra y vende vida, nada más ni nada menos, que la vida del obrero. Por ello, al ser el trabajo vida y esa vida transferida al producto del trabajo, el trabajo mercantilizado, degradado a la categoría de mercancía, es alienante. No es un trabajo creativo como el del artista, que le permite realizarse a sí mismo dado que su producto no es una mercancía, ni siquiera un bien de uso ( se trata de un valor estético cuyo soporte material puede ser un bien de uso o de intercambio). O como el del artesano que produce arte -factos que, aunque vende, conservan para él las características del bien de uso. El capitalista ni fabrica arte - factos como el artesano ni produce obras de arte como el artista: compra vida- el trabajo del obrero- y la vende - como mercancía- obteniendo un beneficio. Al obrero se le va la vida en el producto del trabajo, que deja de ser suyo cuando, convertido en artículo de cambio, pasa de mano en mano hasta llegar a su destino como artículo de uso. No las manos a las que llega, sino las manos por las que pasa, son las que obtienen el usufructo de la vida enajenada al obrero. El trabajo productivo, generador legítimo de riqueza, queda subordinado y sometido a la ley del 19 mercado, ley que rige la trasferencia del bien no como bien de uso sino como bien de cambio. Para Marx en un sistema de producción con tales características las contradicciones sociales son inevitables. Son estructurales. Los conflictos de clase sólo pueden ser superados definitivamente por dos factores concurrentes: las contradicciones estructurales del sistema y la lucha revolucionaria. Estos conflictos tienen una lógica: la dialéctica. Una dialéctica que podríamos llamar material, porque no es un proceso dado en el nivel ideal del Espíritu, como en Hegel, sino un proceso político, social y económico dado en el marco de la historia humana concebida como un proceso evolutivo de la materia a lo largo del tiempo. El materialismo dialéctico y el materialismo histórico son la explicación del proceso de evolución de una realidad total, holística , que parte de un supuesto: la materia genera la conciencia. En el proceso social, económico e histórico que se da en el seno del sistema capitalista las clases sociales se enfrentan inexorablemente. La revolución no se inventa ni se impone. Deben existir condiciones subjetivas y objetivas para que se produzca. Dadas tales condiciones es inevitable. El enfrentamiento entre las clases no implica que una de ellas desaparecerá y la otra perdurará. Como el conflicto es dialéctico y ambas clases son la tesis y la antítesis del mismo, el resultado es una síntesis, a saber, una sociedad sin clases. En esta sociedad sin clases el Estado desaparece. La razón de ello es que si el Estado es la estructura jurídica de una sociedad clasista, cuyo fin último es regular los conflictos apelando a la ley, en una sociedad sin clases y por ende sin conflictos, se hace superfluo. Si el conflicto por antonomasia es el conflicto social y este se supera, es lógico concluir que el ente regulador de los conflictos, sobre todo del conflicto entre las clases, carece de sentido.
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