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Módulo 3 
Filosofía Moderna 
 
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Kant. Hegel. Marx 
Inmanuel Kant nació en Königsberg, Alemania, y murió en la vejez en la 
misma ciudad. Fue profesor de la universidad del mismo nombre y se 
dedicó a la filosofía durante toda su vida. Su filosofía se centra en dos 
problemas básicos: el conocimiento y la ética. 
Kant denominó conocimiento trascendental al conocimiento que el sujeto 
que conoce tiene acerca del modo en que él mismo conoce, no al 
conocimiento de los fenómenos empíricamente observables. Esta es la 
razón por la cual se llama idealismo trascendental a su filosofía. Se trata de 
un idealismo de un estilo distinto al de Platón, en el que las ideas eran la 
realidad. El idealismo trascendental no sostiene que existan ideas como las 
platónicas en un mundo separado. Se trata más bien de estructuras de la 
mente humana, a nivel del entendimiento, que participan en el proceso del 
conocimiento de modo necesario pero sin constituir su contenido. El 
conocimiento de esto, por medio de un proceso crítico de análisis e 
introspección, es un conocimiento trascendental. 
En la Crítica de la Razón Pura, Kant explicará críticamente el conocimiento 
científico y tratará de fundamentar dos ciencias: la física y la matemática. 
El punto de partida son dos preguntas: a) ¿cómo son posibles los juicios 
sintéticos a priori? y b) ¿es posible la metafísica como ciencia?. El primer 
interrogante tiene una respuesta positiva pero no así el segundo. Los 
juicios sintéticos a priori son enunciados por medio de los cuales se 
expresan las leyes científicas. La idea en Kant surge de una distinción hecha 
por Hume entre juicios de hecho y juicios de relación. Se les llamó a los 
primeros "juicios sintéticos", porque en ellos el predicado enuncia 
propiedades que no son estructurales o esenciales al sujeto. Son juicios 
fácticos que describen hechos y cuya verdad es contingente, es decir, que 
pueden ser verdaderos o falsos según las circunstancias. Un ejemplo de 
estos juicios puede ser "existen cuerpos esféricos". La propiedad "ser 
esférico" no es estructural al concepto cuerpo y si bien es verdad que hay 
cuerpos esféricos no todos los cuerpo lo son. Los juicios de relación son 
denominados también "juicios analíticos" y en ellos el predicado enuncia 
una propiedad que le es estructural al sujeto. Para Hume esos juicios 
expresan relaciones matemáticas. Un enunciado como "los cuadrados son 
rectángulos con cuatro lados iguales" es un ejemplo de juicio analítico dado 
que el predicado "rectángulos con cuatro lados iguales" no es más que el 
análisis del concepto "cuadrado". Estos juicios son verdaderos siempre. No 
 
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añaden, para Hume, ningún nuevo conocimiento porque lo que está en el 
predicado se encuentra implícito en el sujeto. 
En cambio los juicios sintéticos sí añaden conocimiento dado que la 
propiedad enunciada en el predicado no está implícita en el sujeto. El juicio 
"la silla es negra" agrega un conocimiento al que el concepto "silla" tiene 
por sí solo, dado que la propiedad "negra" no es estructural a ninguna silla. 
Estos juicios cuya verdad es fáctica, dado que parte de la observación de 
los hechos, no enuncian ninguna relación necesaria entre el predicado y el 
sujeto. En el caso del ejemplo no hace al ser de ninguna silla el ser negra o 
de cualquier otro color. Ahora bien, estos juicios cuya verdad no es 
necesaria y su alcance no es universal son los juicios que describen los 
hechos empíricamente observables. Son juicios a posteriori de cualquier 
experiencia y son los juicios, según Hume, que usa una ciencia como la 
física para expresar sus leyes. De acuerdo a este criterio la física no sería 
una ciencia exacta y necesaria en lo hace a sus verdades sino meramente 
probable. Esto es lo que no acepta Kant. Para este autor tanto la física 
como la matemática son ciencias cuyas verdades son necesarias y tienen 
alcance universal. Pero esta es una característica de los enunciados 
analíticos que son universalmente verdaderos y lógicamente necesarios. 
Tienen la limitación de ser juicios que no describen hechos y, además, ser a 
priori, es decir, no parten de la experiencia. Kant considera que las leyes de 
la ciencia son universales en lo que respecta a su verdad y, además, 
necesarias. Pero no acepta que los juicios por medio de los cuales se las 
enuncia sean analíticos, ya que estos no agregan información ni describen 
hechos mientras que las leyes de la física sí los describen. Un enunciado 
como "el calor dilata los cuerpos" es un enunciado sintético. Su verdad es 
fáctica y no obstante universal y necesaria. 
Kant sostendrá que ese tipo de juicio es sintético a priori, por eso es 
universalmente verdadero y necesario. Estos juicios tienen la característica 
de los sintéticos por cuanto describen hechos empíricamente observables y 
la de los analíticos, cuya verdad es necesaria y universal. La característica 
analítica es la que los hace a priori. Esa aprioricidad es la que intentará 
explicar Kant en la Critica de la Razón Pura y la que lo lleva a formularse la 
pregunta ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Hay que tener 
en cuenta que para Kant las leyes científicas se expresan por medio de 
juicios sintéticos a priori y por lo tanto lo que se debe explicar, no 
demostrar ni probar, es como son posibles esos juicios. Con respecto a la 
pregunta sobre la metafísica como ciencia Kant da una repuesta negativa, 
dado que la metafísica no basa sus pseudo conocimientos en la 
observación empírica. Además el ser humano no está capacitado 
cognitivamente para conocer la esencia de las cosas. Veremos que según 
Kant el conocimiento humano se agota en el fenómeno, es decir, en 
aquello a lo que se puede llegar con el uso de sus capacidades cognitivas: la 
 
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sensibilidad, el entendimiento y la razón. El fenómeno es lo que aparece a 
la conciencia humana a nivel de la sensibilidad y el entendimiento. Es lo 
que a nivel sensorial se percibe y a nivel intelectual se organiza. No es la 
esencia de la cosa (a la que Kant llama noumeno), sino su apariencia, o sea, 
el fenómeno. 
Crítica de la razón pura 
La Crítica de la Razón Pura puede dividirse básicamente en tres partes. 
Cada una de ellas estudia una capacidad cognitiva. La Estética 
Trascendental estudia la sensibilidad, la Analítica Trascendental indaga 
sobre el entendimiento y la Dialéctica Trascendental estudia la razón. Estas 
tres facultades del conocimiento humano cumplen funciones específicas: 
La sensibilidad intuye, es decir, percibe sensorialmente. El verbo intuir 
proviene del latín y significa "ver". Para Kant no hay intuición intelectual, 
esto quiere decir que el entendimiento no intuye. No es posible, por 
ejemplo, intuir, ver las ideas, como en Platón. El entendimiento juzga, o 
sea, enuncia, construye los juicios por medio de los cuales organizamos y 
enunciamos lo que intuimos a nivel sensorial. El entendimiento se limita a 
juzgar, no intuye ni razona. La razón es la facultad que hace esto último. La 
razón no intuye ni juzga, su función específica es razonar, es decir, 
relacionar unos juicios con otros estableciendo nexos lógicos entre ellos. 
Estética trascendental 
En la Estética Trascental Kant define al espacio y al tiempo como formas a 
priori de la sensibilidad. Esto quiere decir que ambos son condiciones del 
sujeto cognoscente y no de las cosas. El ser humano conoce a nivel sensible 
gracias a los cinco sentidos y al tiempo y al espacio que son intuiciones 
puras a priori que permiten ordenar los datos que le llegan por la vista, el 
tacto, el olfato, el gusto y el oído. Esto quiere decir que el sujeto 
cognoscente está como programado para percibir los fenómenos en el 
espacio y el tiempo. No habría fenómenos sin la condición a prior de la 
sensibilidad humana para percibirlos en el espacio y en el tiempo. Dicha 
percepción o intuición de los fenómenos - que acaecen en el tiempo y se 
ubican en el espacio- tiene como condición a priori, sin la cualno sería 
posible, el espacio y el tiempo, que no son propiedad de los individuos 
materiales que percibimos por los sentidos sino condiciones de nosotros 
mismos como sujetos cognoscentes. Esto es un primer paso en la 
explicación de Kantsobre los elementos a priori que la conciencia humana 
pone en el proceso de conocimiento. Los fenómenos, o sea aquello que el 
hombre conoce en la experiencia sensorial, son posibles porque él mismo 
les da forma con el concurso de los sentidos y las formas a priori de la 
sensibilidad. 
 
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Analítica transcendental 
En la Analítica Transcendental Kant explica la función del entendimiento 
que consiste básicamente en juzgar. Los juicios con clasificados teniendo 
en cuenta la cantidad, la cualidad, la relación y la modalidad. De esta 
clasificación también se derivan las categorías que son ideas a priori de 
carácter estructural y general ligadas a los doce tipos de juicios obtenidos 
por la clasificación mencionada. De acuerdo a dicha clasificación los juicios 
y las categorías respectivas son: 
A) Por la cantidad los juicios son: singulares, particulares y universales y las 
categorías respectivas la unidad, la pluralidad y la totalidad. 
B) Por la cualidad los juicios son: afirmativos, negativos e infinitos y las 
categorías son la realidad (esencia), la negación y la limitación. 
C) Por la relación los juicios son: categóricos, hipotéticos y disyuntivos y las 
categorías son la sustancia, la causalidad y la acción recíproca. 
D) Por la modalidad los juicios son: problemáticos, asertóricos y apodícticos 
y las categorías son la posibilidad, la existencia y la necesidad. 
Las categorías, que en Aristóteles eran consideradas como el modo de ser 
de las cosas y, por lo tanto, propiedades de ellas, en Kant son conceptos 
puros del entendimiento de carácter general y a priori que sirven para 
ordenar las intuiciones sensibles que por sí mismas no brindan un 
conocimiento completo. Para Kant las intuiciones son ciegas si no se las 
ordena de acuerdo a las categorías. A lo que se debe añadir que estas 
últimas son totalmente carentes de contenido sin las intuiciones. De nada 
sirve la causalidad, por ejemplo, en tanto que categoría pura, sin 
intuiciones sensibles como contenido. Tiene que existir un ensamble entre 
las intuiciones y las categorías para que haya un conocimiento de base 
empírica. No hay experiencia, en tanto que conocimiento de los 
fenómenos, solo a nivel de la intuición sensible y sin el concurso de las 
categorías. Cuando se tiene un conocimiento científico de los fenómenos 
este puede expresarse por medio de juicios. Estos juicios son sintéticos a 
priori, que son la expresión lógico- lingüística de las relaciones regulares 
entre los fenómenos. Este conocimiento tiene una componente sensorial, 
que constituye en parte su contenido material, y una componente 
intelectual o de entendimiento que constituye su componente formal. 
Ambas componentes son a priori, esto es: las pone el sujeto. Lo único a 
posteriori es el contenido sensorial del conocimiento que son los datos 
sensoriales específicos que nos llegan por los sentidos (no el espacio y el 
tiempo que son formas a priori de la sensibilidad). Lo que el sujeto conoce 
es el fenómeno. La esencia o noumeno, es inalcanzable. La razón de esto es 
que el conocimiento de los fenómenos (único válido) se da bajo las 
 
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condiciones a priori de la sensibilidad y el entendimiento, mientras que el 
conocimiento de la esencia o noumeno estaría más allá de esas 
condiciones, puesto que la esencia por definición tendría que ser una 
entidad atemporal y no espacial. 
De las doce categorías la de la causalidad requiere de una consideración 
especial. Esto se debe a que Kant trató de demostrar que la causalidad era 
una relación necesaria entre fenómenos, en contra de la opinión de Hume 
que consideraba a la misma como una de las leyes de la asociación de ideas 
y, en definitiva, como un hábito de la mente humana. Esta forma de 
considerar a la causalidad daba por tierra con las pretensiones de 
universalidad y necesidad de la física, habida cuenta de que no siempre 
que se produce A se tiene que producir B. Kant consideraba que la ley de 
causa- efecto era necesaria y no un mero hábito de la mente. Tampoco era 
para Kant una propiedad de las substancias, como para Aristóteles. Era una 
condición del sujeto cognoscente, pero no en el sentido de Hume. La ley de 
causa- efecto no es un mero hábito mental, sino una relación que 
necesariamente establece el entendimiento humano cuando formula un 
juicio hipotético con determinado contenido. Por ello la derivó de los 
juicios hipotéticos como una categoría necesaria y a priori. Esto significa 
que el entendimiento, cuando un fenómeno A antecede a otro B de modo 
regular, formula una relación necesaria de antecedente a consecuente 
entre el primero y el segundo. En la ley física que se describe la relación de 
causa a efecto entre una fuente de calor y los cuerpos que se dilatan al ser 
sometidos a la acción de la misma, se enuncia una regularidad entre el 
fenómeno A (la fuente de calor) y el fenómeno B (un cuerpo cualquiera 
sometido a su acción que se dilata) por medio de un juicio hipotético: si A 
entonces B, o sea, si una fuente de calor afecta a un cuerpo entonces este 
se dilata. 
Dialéctica transcendental 
La dialéctica trascendental se ocupa de la razón. Delimita las funciones de 
la misma a la operación de razonar, es decir, formular argumentos 
lógicamente válidos de acuerdo con las leyes de la lógica. La razón puesta a 
formular juicios o definir ideas que no se derivan de su propia estructura 
incurre en contradicciones insalvables. Por lo tanto cualquier aseveración 
de la razón relativa al universo, la sustancia, la causalidad, el espacio, el 
tiempo, etc., carece de todo valor y fundamento. Esto por varias razones, 
pero, principalmente, porque pretende asumir funciones que no son 
estructuralmente de su competencia, como ser: intuir y juzgar. Si la razón 
sostiene que el universo es infinito también puede sostener que no lo es, 
ya que puede demostrar ambas cosas. Esto es una antinomia en la que se 
antepone una tesis (el universo es finito), a una antítesis que la contradice 
(el universo es infinito) que no aporta nada al conocimiento científico. Si 
 
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podemos demostrar A y no A se incurre en una inconsistencia. Y en ellas 
incurre la razón pura cuando usa las categorías del entendimiento con el 
objeto de obtener conocimientos sobre el mundo, lo que no es posible 
porque dicho conocimiento requiere del concurso de la intuición sensible y 
las categorías conjuntamente. Las formas a priori de la sensibilidad y las 
categorías por sí solas constituyen un conocimiento transcendental, o sea 
un conocimiento del modo de conocer pero no de un hipotético "mundo" 
exterior. La razón pura cae en las antinomias justamente porque usa esas 
categorías y formas a priori con el objeto de obtener un conocimiento, 
imposible, del cosmos. 
Crítica de la razón práctica 
En la Crítica de la Razón Pura Kant estudia la razón orientada hacia el 
conocimiento. En la Crítica de la Razón práctica estudia la razón orientada a 
la acción. En esta obra se encuentra lo esencial de la ética kantiana. Esta 
ética considera que la esencia de los actos morales no está en el fin que se 
persigue sino en la forma que el sujeto moral ordena su acción para 
alcanzar ese fin. Es por ello una ética formal, en la que importa más la 
intención que guía al sujeto que el fin que puede- o no- alcanzarse con el 
acto. Se actúa moralmente bien cuando se cumple con el deber, cuando se 
acata lo que dicta la norma. Esta postura de Kant, dándole más importancia 
al cumplimiento de la norma moral que al resultado del acto moral, se 
debe al concepto que tiene Kant del sujeto moral. Este sujeto es 
autónomo, o sea que se dicta la norma a sí mismo. Esta autonomía es la 
que lo hace libre. La libertad es la condición del sujeto moral, y si las 
normas proviniesende un legislador externo no sería libre. Tampoco sería 
libre si actuara con el objeto de alcanzar un fin externo, aun cuando este 
fin fuese bueno. El sujeto es autónomo porque se da lanorma a sí mismo 
para actuar y porque su acción no está orientada hacia un fin externo que 
lo condiciona. La norma moral es un imperativo categórico que tiene la 
forma de los juicios categóricos. La norma dice: no se debe mentir, no se 
debe robar, y debe ser acatada sin discusión y con independencia de las 
circunstancias y de los medios. Como la norma emana del mismo sujeto, 
cumplirla actualiza su libertad. Además el sujeto moral no está 
condicionado por nada y por lo tanto es un fin en sí mismo. Su dignidad es 
su autonomía y no es negociable. El imperativo categórico fundamental 
que guía la acción del sujeto moral es: actúa como si la pauta que orienta 
tu acción fuese de alcance universal para toda persona en cualquier lugar y 
momento. 
Para Kant la ética no es posible sin el sujeto moral y sin un mundo u orden 
moral en el que dicho sujeto actúe y sin un Juez Superior capaz de evaluar 
los actos morales más allá incluso de esta vida. Pero el mundo del sujeto 
moral no es como el orden natural en el que imperan las leyes de la 
 
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naturaleza. Este es el reino de la necesidad, como dice Kant. El mundo 
moral es el reino de la libertad, porque las leyes que en él imperan emanan 
de la libre voluntad del sujeto moral. También es necesario Dios , el Juez 
Supremo, ya que los actos morales no pueden ser juzgados y sancionados 
por un juez humano . El juez de las actos morales es la conciencia moral del 
sujeto y Dios. El sujeto moral sólo emite juicios pero no sanciona. Dios 
puede sancionar, pero no en este mundo, sino en el que se encontrarán las 
almas luego de la muerte. Esto lleva a Kant a sostener que el sujeto moral 
es un ser con alma inmortal. Ahora bien, el sujeto moral actúa como ser 
autónomo en el reino de la libertad. Pero el hombre es un ser social que 
actúa dentro del orden jurídico donde impera el derecho positivo. Kant 
llama al orden jurídico el reino de la legalidad. En él, el sujeto no es 
autónomo porque las normas emanan de un legislador externo. Además el 
sujeto de derecho actúa teniendo en cuenta no a la norma en sí misma sino 
a las consecuencias que puede implicar el cumplimento - o no- de la 
norma. La norma dice: si robas o mientes entonces se te aplicará tal 
sanción. Quién actúa cumpliendo una norma de este tipo está pensando 
que si no la acata será castigado. No actúa libremente sino condicionado. 
Por lo tanto no actúa moralmente. Las normas morales no sólo emanan del 
sujeto sino que se acatan libremente. Las normas del derecho positivo son 
imperativos hipotéticos, es decir que tienen la forma de los juicios 
hipotéticos: si tal cosa, entonces tal otra. Además no se acatan libremente 
sino por interés o por coacción externa. El reino del Derecho es el reino de 
la legalidad. Se puede actuar legalmente pero no por ello éticamente. 
Sujeto, mundo y Dios en el contexto de la razón práctica no son fenómenos 
sino noumenos, es decir, seres subsistentes por sí mismos. Esto se debe a 
que son libres dado que no están condicionados por ninguna ley natural 
como es el caso de los fenómenos. Debe tenerse en cuenta que las leyes 
morales son obligatorias pero no necesarias y, por ende, susceptibles de 
ser violadas. Las leyes de la naturaleza son inviolables porque son 
necesarias. Por lo tanto, si el sujeto moral fuese un ente fenoménico, como 
una piedra o un planeta, estaría absolutamente condicionado por esas 
leyes inviolables. Pero el sujeto moral es libre por principio y definición, por 
lo tanto no puede ser un ente fenoménico. El sujeto moral en tanto que 
sujeto moral no está condicionado ni por el espacio y el tiempo ni por ley 
natural alguna. Esto no significa que cada hombre en tanto individuo 
corpóreo no esté sujeto a las leyes naturales. Lo que significa es que el 
sujeto moral no se identifica con su cuerpo individual. La voluntad del 
sujeto, que es libre, se sobrepone a las condiciones de su ser como ente 
corpóreo sometido a las leyes inexorables de la naturaleza. 
Hegel (1770- 1831) 
 
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Georg W. Hegel nace en Stuttgart, Alemania y se dedica durante su 
juventud al estudio de la teología. Posteriormente se dedica a la filosofía y 
construye tal vez el sistema filosófico más completo de la modernidad. 
Influye marcadamente en el pensamiento de su época y en el pensamiento 
contemporáneo. 
Lógica y realidad 
Para comprender el significado de esta frase de Hegel: todo lo real es 
racional y todo lo racional es real, es necesario señalar que la 
correspondencia entre el pensamiento y la realidad es un problema tan 
viejo como la ciencia y la filosofía. Adoptaremos una posición crítica con 
respecto a dicha frase y trataremos de mostrar sus puntos débiles, en 
principio desde fuera de la teoría hegeliana. Creemos que esto es necesario 
para una mejor comprensión del autor. En la antigüedad, y también 
durante la Edad Media, este problema se planteó de diversos modos. Se ha 
expuesto en capítulos anteriores la diferencia que algunos pensadores 
hicieron entre lo aparente y lo real. Algunos de ellos, suponiendo al mundo 
sensible como equiparable con lo aparente, se preguntaron cuál era el 
grado de realidad de los conceptos generales que representaban a los 
objetos. Fue el problema de los universales. Se dieron tres respuestas. Vale 
la pena recordarlas: una de ellas, el realismo, sostuvo que los conceptos 
eran independientes tanto respecto de las cosas individuales como del 
pensamiento. Otra respuesta fue la del conceptualismo, según la cual los 
conceptos eran representaciones mentales objetivas aunque no separadas 
e independientes del pensamiento. Una tercera respuesta la dio el 
nominalismo, que sostuvo que los conceptos, así como lo términos que los 
expresaban, carecían de entidad independiente y no eran más que rótulos 
que se les ponía a las cosas para nombrarlas. Estas tres respuestas, en sus 
distintas modalidades y con variados matices, perduraron en el tiempo y 
fueron adaptadas a problemáticas nuevas dentro del ámbito de distintas 
disciplinas. En las matemáticas se adoptaron posiciones realistas, 
conceptualistas o nominalistas en relación con ciertos problemas clave de 
la disciplina. 
Entre otros los relacionados con los conjuntos infinitos definidos por 
Cantor a fines del siglo XIX. Aunque Cantor es bastante posterior a Hegel, 
es importante mostrar la problemática que surge a partir del 
descubrimiento de los conjuntos infinitos en relación con la realidad - o no- 
de los entes matemáticos, que sin duda son los entes intelectuales o 
racionales más relevantes en función de lo que nos importa mostrar. El 
problema fue o estuvo ligado a la realidad o potencialidad del infinito. 
Cantor había probado que existían infinitos de distinta dimensión. El más 
pequeño de ellos es el conjunto denominado aleph sub cero. Se denomina 
así a cualquier conjunto infinito coordinable con el conjunto de los 
 
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números naturales. El conjunto de los números pares, por ejemplo, es de 
este tipo. Se caracteriza por ser un conjunto con tantos elementos como el 
de los números naturales puesto que por cada uno de estos últimos hay, 
también, un número par. Hay conjuntos que no son coordinables con los 
números naturales y que son considerados "más grandes" que los 
conjuntos del tipo aleph. No viene al caso explayarse más sobre el tema, 
pero sí es importante destacar lo siguiente: algunos matemáticos 
sostuvieron que los conjuntos infinitos era actuales, es decir, que estaban 
dados y completos. Otros, por el contrario, siguiendo una vieja tradición 
aristotélica, consideraron que no había infinitos actuales sino sólo 
potenciales, esto es, componibles por la agregación sucesiva de partes sin 
llegar nunca a constituir una totalidad infinita en acto, aunque sí potencial, 
dado que los elementos- partes podían continuar añadiéndoseal todo 
potencial (el infinito) indefinidamente. A los que adoptaron la primera 
posición se los llamó logicistas, es decir, realistas y a los segundos 
intuicionistas, o sea, conceptualistas. 
A los nominalistas se los llamó formalistas y adoptaron una posición que les 
permitió zafar del dilema entre intuicionistas y logicistas. Las entidades 
matemáticas eran tales en tanto y en cuanto fuera susceptible expresarlas 
por medio de un lenguaje formal adecuado. Para los logicistas las entidades 
matemáticas tienen algún tipo de "existencia" independiente. Son objetos 
distintos del sujeto que los piensa y subsisten por sí mismos. No importa 
dónde ni cuándo. Esto no es platonismo o algo parecido. No se postula un 
mundo ideal de entes matemáticos. Simplemente se considera a los entes 
matemáticos como "realidades" objetivas que pueden ser pensadas. En 
este caso se puede afirmar, sin incurrir en una exageración, que algún 
aspecto de la realidad se corresponde perfectamente con el pensamiento y 
que ese sector de la realidad es racional (téngase en cuenta esto cuando se 
piense en la frase que sirve de punto de partida a esta digresión). Los 
intuicionistas le pondrían un límite a la independencia de los entes 
matemáticos: se corresponden con el pensamiento que los concibe y son 
objetivos, pero no subsisten por sí mismos. Para los formalistas dichos 
entes son y se constituyen como tales en la expresión formal exhaustiva 
del lenguaje matemático. 
La lógica clásica y la lógica matemática pueden ser concebidas desde las 
tres posiciones mencionadas. Pero no se debe, de ninguna manera, pensar 
que los realistas creen que toda la realidad, empírica o de otro orden, es 
racional. La única realidad racional sería la de los entes matemáticos. 
Solamente una concepción metafísica de esa realidad podría llevar, como 
sucedió con los pitagóricos y con Platón, a afirmar que toda la realidad es 
racional porque la esencia de todas las cosas es el número o alguna otra 
categoría matemática. Lo que sí es posible, y también razonable, es la 
formulación de una ontología, es decir, una teoría acerca de la constitución 
 
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de los entes matemáticos. Lo que es viable desde cualesquiera de las 
posiciones mencionadas. Por otra parte ninguna de ellas es un obstáculo 
para la aplicación del lenguaje lógico matemático a la solución de 
problemas relacionados con las ciencias empíricas. Pero esto no implica 
que la realidad que estudian las ciencias no formales sea racional o lógica. 
Que se pueden describir regularidades - las leyes de la ciencia- de manera 
racional es un hecho. Esto no significa que dichas regularidades sean 
eternas o necesarias desde el punto de vista lógico. 
Las regularidades en la naturaleza existen. Pero eso no convalida la tesis 
sobre la racionalidad de la realidad. En todo caso se puede pensar en una 
relativa racionalidad de los fenómenos naturales a la hora de ser 
observados y mensurados por el ser humano. Pero no se puede asegurar 
que dicha relativa regularidad racionalmente comprensible sea la 
racionalidad de las cosas en sí mismas y no la racionalidad del sujeto que 
los observa y mensura. Kant señalaría esto. En otras palabras, la 
regularidad de los fenómenos naturales no implica que la realidad sea 
equiparable a un proceso lógico- racional. Al menos desde la perspectiva 
de las tres posiciones de la lógica clásica y matemática. Esto es extensible a 
las ciencias sociales. Una ontología no es una metafísica ni la síntesis entre 
ambas una lógica. A menos que se trate de otra lógica y otra realidad. Y 
esto es lo que va a hacer Hegel. 
Dialéctica y realidad 
"La antigua metafísica- dice Hegel- tenía (...) un concepto del pensamiento 
más elevado del que se ha vuelto corriente en nuestros días. Ella partía, en 
efecto, de la premisa siguiente: que lo que conocemos por el pensamiento 
sobre las cosas y concerniente a las cosas constituyen lo que ellas 
verdaderamente tienen de verdadero, de manera que no toma las cosas en 
su inmediación, sino solo en la forma del pensamiento como pensadas. 
Esta metafísica, por lo tanto, estimaba que el pensamiento y las 
determinaciones del pensamiento no eran algo extraño al objeto, sino que 
constituían más bien su esencia, o sea que las cosas y el pensamiento de 
ellas (...) coinciden en sí y por sí, o sea que el pensamiento en sus 
determinaciones inmanentes y la naturaleza verdadera de las cosas 
constituyen un solo y mismo contenido" (Hegel: Ciencia de la Lógica, p. 43). 
Esta cita tiene por objeto mostrar a la lógica dialéctica en relación con la 
realidad, según los criterios del pensamiento idealista, que parte del 
supuesto de que "...el pensamiento es el principio del mundo y que la 
esencia del mundo ha de determinarse como pensamiento. De este modo 
se ponen los fundamentos de una visión intelectual del universo, cuya 
forma pura debe ser la lógica"( ibidem, p. 47). Lógica y realidad no se 
contraponen. "`Pensar` es una expresión que aplica con preferencia a la 
conciencia la determinación contenida en ella. Pero, cuando se dice que 
 
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existen en el mundo objetivo intelecto y razón, que el espíritu y la 
naturaleza tienen leyes universales, según las cuales se realizan su vida y 
modificaciones, se acepta que las determinaciones del pensamiento tienen 
asimismo valor y existencia objetivos" (ibidem, p 47). 
La lógica dialéctica parte del supuesto que pensamiento y realidad no se 
contraponen. La realidad, a la que considera contradictoria y cambiante, no 
es una muralla infranqueable para la lógica y la ciencia en general. Todo 
contrario. "La única manera de lograr el progreso científico es el 
reconocimiento de la proposición lógica que afirma que lo negativo es a la 
vez positivo, o que lo contradictorio no se resuelve en un cero..sino en ...un 
nuevo concepto, pero un concepto superior, más rico que el precedente; 
porque se ha enriquecido con la negación de dicho concepto precedente o 
sea su contrario; en consecuencia lo contiene, pero contiene algo más que 
él, y es la unidad de sí mismo y de su contrario" (ibidem, p. 50). En esto la 
lógica dialéctica se contrapone a la lógica clásica. Pues para esta última las 
contradicciones quedan fuera de su ámbito. A lo sumo se las elimina 
negándolas. La negación dialéctica es una negación del contenido 
particular de la contradicción, o sea una negación determinada con un 
contenido y no sólo un signo negativo puesto delante de un enunciado, 
contradictorio en virtud de su forma. 
La lógica dialéctica no considera el principio de no contradicción como 
límite restrictivo del pensamiento y por lo tanto permite superar las 
contradicciones. No es una mera estructura formal o un método para 
estudiar el pensamiento o describir algo externo a él, sino que es la 
estructura de la realidad misma. La realidad y el pensamiento son 
dialécticos. Ambos constituyen la realidad y ambos son racionales. La 
correspondencia entre la una y el otro hacen posible el conocimiento 
objetivo tanto del orden natural como del orden social. 
Lógica dialéctica 
“Ciencia de la lógica” es el título de la obra en la cual Hegel expone su 
lógica y su ontología. Allí se sostiene que el contenido de la lógica es su 
propia forma, que combinado con la aseveración de que todo lo real es 
racional y todo lo racional es real, principio de la filosofía de la historia 
hegeliana, lleva a una conclusión inevitable: la realidad es racional. Pero no 
es una "realidad" separada, como la de Platón. 
Para Hegel lo real es lo pensado, es la idea. La ciencia del pensamiento es la 
ciencia de la realidad. Ser y pensar son lo mismo. La dialéctica es la lógica 
por excelencia y puesto que la misma realidad es dialéctica, también es 
lógica. Con esto Hegel marca la diferencia con las concepciones de la lógica 
clásica. Ya no se trata de una disciplina que estudia el pensamiento como 
 
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algo separado y distinto de la realidad. Tampoco es una ciencia que por 
ocuparse de la forma del pensarno tenga contenidos. El contenido es la 
forma, que no es una estructura vacía puesto que es la forma de algo. La 
forma es lo que determina y ordena a todo contenido. 
En tanto que ciencia de la forma la lógica es la ciencia de la Idea y dado que 
esta es real su primer objeto de estudio es el ser en sí. El ser en sí es la más 
alta generalización y, por lo tanto, la indeterminación por excelencia. Es la 
nada, el no ser, su propia negación. Tales son sus momentos iniciales. Pero 
la negación es negada a su vez, y el resultado de esta doble negación es el 
devenir, la existencia, síntesis del el ser y el no ser. El ser existente (Dasein) 
es un ser determinado. En otras palabras: es algo, alguna cosa, algún 
existente. Y es ese algo porque que está determinado por alguna cualidad. 
Pero toda determinación implica una negación, o sea que toda cosa que es 
algo por una cualidad determinada está limitada y ese límite es la cantidad. 
Esto quiere decir que la cualidad por sí sola no determina a los existentes. 
Debe haber una cantidad que limita a esa cualidad. No todo es blanco, sino 
que hay cosas blancas. Pero la cantidad no está determinada en sí misma: 
la determina la medida. La determinación del Dasein está dada, entonces, 
por la cualidad, la cantidad y la medida. En resumen: cualidad, cantidad y 
medida son los tres momentos de la lógica como ciencia del ser en sí. 
El concepto, la forma, es lo que determina al objeto. Un objeto es lo que 
es, porque la forma del concepto que determina su contenido lo diferencia 
de otros objetos. El contenido por sí mismo es amorfo, indeterminado. Un 
contenido sin forma no es un objeto. Por otra parte un objeto es lo que es 
en tanto que correlato de un sujeto. Pero es por el concepto que el objeto 
es objeto para un sujeto. Como concepto del objeto es concepto objetivo y 
como concepto para un sujeto es concepto subjetivo. 
El proceso dialéctico es un proceso de conceptos que son momentos de un 
desarrollo que culmina en una idea como resultado final. El concepto 
subjetivo es el opuesto del concepto objetivo, que es la esencia del objeto 
que el sujeto conoce. La síntesis de ambos es la Idea. Pero la Idea es una 
determinación que implica un opuesto como su negación. Ese opuesto es la 
Naturaleza. Esta oposición implica la negación de la una por la otra. Pero 
no es una negación insuperable que haría de ambos opuestos una nada. 
Hay una negación de esa negación que es el Espíritu. En un primer 
momento es el espíritu del sujeto, de cada sujeto, es el Espíritu en si mismo 
o sea un espíritu subjetivo; pero el Espíritu en un segundo momento es lo 
producido por el Espíritu subjetivo, o sea lo que es fuera de sí o por sí y es 
entonces Espíritu objetivo. Como Espíritu objetivo se despliega y se realiza 
a sí mismo en el Derecho, la Moralidad y la Eticidad. La síntesis del Espíritu 
subjetivo y el Espíritu Objetivo es el Espíritu Absoluto. Este también tiene 
sus momentos: el momento de la intuición de sí mismo como Arte, el 
momento de la representación de sí mismo como Religión y el 
 
13 
 
conocimiento absoluto de sí mismo como Filosofía. Esta es la razón por la 
cual no sólo el pensamiento es racional y dialéctico sino que el mundo, la 
naturaleza, así como la historia, con sus conflictos, su economía, etc., es 
racional y dialéctico. Esa realidad es una realidad “inteligente”. Es Espíritu: 
como objeto, como sujeto y como idea. 
En síntesis: para Hegel el mundo tal cual está dado es el resultado de un 
desarrollo. Pero no de la materia sino del Espíritu ( que abarca y subsume a 
la materia). El Espíritu es dialéctico en su desenvolvimiento. Es un proceso 
con tres momentos: el Espíritu Subjetivo (el hombre como sujeto) , el 
Espíritu Objetivo ( el hombre como cultura) y el Espíritu Absoluto (el 
hombre en su máxima racionalidad como Estado). La historia humana no es 
sólo la manifestación del Espíritu en el tiempo; es el tiempo mismo hecho 
historia. Un tiempo sin historia es una abstracción. El tiempo es historia y la 
historia es tiempo. La dialéctica es la dinámica de ese movimiento del 
Espíritu en el tiempo, que es el proceso por el cual, a lo largo de la historia, 
se realiza a sí mismo. La manifestación del Espíritu en su inicio se puede 
comparar como una explosión, en su desarrollo con una expansión y en su 
culminación o resultado con una implosión. El paso del Ser en sí al Ser para 
sí, a través del Ser para otro. "La manifestación es el nacer y el perecer, que 
por sí mismo no nace ni perece, sino que es en sí y constituye la realidad y 
el movimiento de la vida de la verdad" (Hegel: 1996. p 32) Entre el Espíritu 
Subjetivo y el Espíritu Absoluto se extiende, como un puente, el Espíritu 
Objetivo. El movimiento, que es dialéctico, no se agota, sin embargo en sí 
mismo. La culminación es el resultado. El proceso tiende inexorablemente 
al resultado, culmina en el resultado. El resultado es la superación de toda 
contradicción que sirve, a su vez, como disparadora de nuevos desarrollos 
y nuevas contradicciones. 
El proceso dialéctico 
El proceso lógico es también ontológico: la dialéctica es su estructura 
objetiva, esto quiere decir que no se trata de un proceso mental 
solamente. El proceso a nivel ontológico, el cambio como tal, es lógico y 
racional y el concepto que lo aprehende es real, o sea algo concreto. El 
desarrollo de la cosa y del concepto que es su inteligibilidad está jalonado 
por momentos. Cada momento del proceso es una instancia del mismo. El 
concepto es la forma de cada una de esas instancias, por lo tanto el 
pensamiento coincide con el proceso real puesto que él mismo es real. Es 
real como concepto, pero dado que el objeto solo es objeto para un sujeto 
por el concepto, el concepto acaba en objeto. Mientras el concepto no 
coincide con su objeto (en la mente del sujeto) la tensión dialéctica está en 
su máximo y el proceso antecede al resultado. El resultado es el 
conocimiento del objeto por el sujeto en el concepto. De este modo, 
momento y concepto se sumergen el uno en el otro constituyendo lo real, 
 
14 
 
lo objetivo, a saber, lo que es otro para un sujeto. El conocimiento 
conceptual presupone a toda determinación como esencial: "...su 
elemento y su contenido no son lo abstracto o irreal, sino lo real, lo que se 
pone a sí mismo y vive en sí, el ser ahí en su concepto" (Hegel:, p 32). Los 
conceptos son instancias dialécticas del conocimiento que no sólo son la 
culminación en un resultado sino, también, partes constitutivas del mismo 
como términos de un desarrollo y principio de otro. El concepto es a la vez 
su momento, su desarrollo y su resultado. Se fusionan en él, como la tesis ( 
lo puesto) y la antítesis ( lo opuesto) de un argumento se fusionan y 
superan en la síntesis (el resultado). En todo proceso dialéctico será tesis el 
concepto inicial, antítesis el concepto que se le opone y síntesis el 
concepto superador o resultado. 
Las leyes dialécticas 
En la teoría hegeliana las contradicciones de la realidad son posibles 
porque existen oposiciones entre contrarios. Estas son algunas de las 
principales oposiciones en Hegel: 
La oposición entre ser y no ser, cuya síntesis es el devenir. 
La oposición entre Espíritu Subjetivo y Espíritu Objetivo, cuya 
síntesis es el Espíritu Absoluto. 
La oposición entre la familia y la sociedad, cuya síntesis es el Estado 
(también se la puede formular por la tríada pueblo, nación, estado). 
El proceso dialéctico no es una mera oposición de contrarios que subsisten, 
estáticos, idénticos a sí mismos. La identidad de los opuestos sólo es 
posible por el cambio: lo que es, es en tanto y en cuanto cambia. No se 
puede ser idéntico a sí mismo en un orden temporal sin cambios 
(cuantitativos o cualitativos) que permitan identificarnos como lo que 
somos porque algo ha cambiado en nosotros, permaneciendo, sin 
embargo, siendo los mismos. El recuerdo de lo que fuimos y la conciencia 
de lo que somos: he ahí el cambio. Podemos decir que cambiamosporque 
en algún sentido permanecemos. Pero permanecemos porque cambiamos. 
Heráclito sostiene que nunca nos bañamos dos veces en las mismas aguas 
del mismo río, porque las aguas fluyen y no son las mismas y nosotros 
envejecemos y no somos los mismos. Pero ni el río sería el cause de las 
aguas que por él fluyen si no fuese el mismo río, ni nosotros seríamos lo 
que somos sino hubiésemos ya sido y estuviésemos por ser lo que 
continuaremos siendo y no siendo hasta el día de nuestra muerte. 
Como proceso la dialéctica supone un desarrollo y ese desarrollo está 
constituido por una serie de afirmaciones y negaciones: negaciones que, al 
negarse a sí mismas, se convierten, a su vez, en afirmaciones. Ser algo 
 
15 
 
implica no ser otra cosa. Omnideterminatioestnegatio. Toda 
determinación, dice Spinoza, es una negación. Para Hegel también toda 
determinación supone una negación: si se es esto no se es lo otro. Pero hay 
un paso más: lo otro no es sólo la negación de aquello a lo que se opone, es 
lo puesto como doble negación. Lo otro de lo dado y determinado es 
también algo dado y determinado y no sólo la negación de lo otro. Ser algo 
no se agota en no ser todo lo otro que no es ese algo, sino que todo lo otro 
que no es ese algo también es. Lo otro, que no es, se niega a sí mismo 
como no ser y de ese modo es lo que es. Lo que no es esto, se supera 
cualitativamente a sí mismo como mero no ser e instala su ser como 
negación de la negación del no ser. Entonces ya no será un vacuo no ser 
algo sino que será, con todo derecho, un número, una persona, una cosa... 
Los opuestos se concilian: la familia y su opuesto, la sociedad, se subsumen 
en una síntesis superadora: el Estado. Ahora bien, la dinámica dialéctica no 
es aleatoria sino que está determinada por leyes: 
1ª) La ley de la negación de la negación. 
2ª) La ley del salto de la cantidad a la cualidad o del salto cualitativo. 
3ª) La ley de la coincidencia de los opuestos. 
Un ejemplo de la primera ley es la negación del ser por el no ser y la del no 
ser por el no no ser. En lógica p = --p 
Un ejemplo de la segunda: la combinación de dos sustancia químicas con 
ciertas propiedades que al sintetizarse dan por resultado otra sustancia con 
otras propiedades: el hidrógeno combinado en cierta proporción con el 
oxígeno es agua. 
Un ejemplo de la tercera: ser - no ser = existencia. 
Consideraciones críticas 
Estas leyes fueron retomadas por el pensamiento marxista que, como en 
Hegel, se hicieron extensivas a toda la realidad. Como se sabe la lógica 
clásica bivalente no acepta ni las contradicciones formales ni las 
contradicciones consideradas reales por los hegelianos. Para los marxistas 
ortodoxos la lógica dialéctica supera a la lógica formal clásica. Sin embargo, 
la importancia que la lógica formal clásica ha alcanzado en el campo 
científico ha persuadido a muchos pensadores marxistas no ortodoxos que 
la mentada superación no es tan evidente como se lo pretende hacer creer. 
Sobre todo por el grado de formalización que ha alcanzado la lógica formal 
y la efectividad de dicha formalización a la hora de aplicar la lógica en la 
organización teórica de los contenidos de las diversas ciencias naturales y 
sociales. Se ha intentado, inspirándose en la lógica formal, formalizar a su 
 
16 
 
vez la lógica dialéctica. Por otra parte, han vuelto a replantearse los viejos 
problemas acerca de si la dialéctica es la estructura de la realidad, un 
reflejo fiel de la misma o un método como cualquier otro usado para 
describirla y explicarla. También se ha propuesto incluir a la lógica formal 
clásica en la lógica dialéctica como una parte de esta. 
Marx (1818- 1883) 
Karl Marx nace en Alemania. En la universidad estudia exhaustivamente a 
Hegel. El pensamiento de este último ejerce una gran influencia en él, 
sobre todo por el método dialéctico. En su madurez se instala en Inglaterra 
y escribe varias de sus obras en colaboración con su colega y amigo 
Federico Engels. Su filosofía se centra en la problemática económica, social 
y política. Su influencia en el pensamiento contemporáneo es más que 
importante. 
El marxismo es una teoría y una praxis. Como teoría explica ( más que 
describir) la realidad histórica, social, política y económica a partir de un 
método de análisis dialéctico que, como en el caso de Hegel, reflejaría 
objetivamente el proceso dialéctico de lo real. Como praxis es una 
concepción del mundo que propone y lleva a la práctica acciones con el 
objeto de cambiar y superar estados sociales, políticos y económicos 
considerados superables y mejorables. "Los filósofos- dice Marx- se han 
limitado a interpretar el mundo de distintas maneras: de lo que se trata es 
de transformarlo" ( "Tesis sobre Feuerbach"; La Ideología Alemana). En tal 
sentido, el marxismo sostiene que el sistema capitalista de producción no 
sólo se superará a sí mismo por sus contradicciones estructurales internas 
sino que, además, debe ser superado. Las clases, en la lucha estructural 
que las enfrenta, no son pasivas. La clase obrera, revolucionaria, se 
enfrenta a su oponente consiente de que está frente a su enemigo. No 
espera a que las condiciones objetivas estén dadas: las genera. En muchos 
casos más allá de las intenciones particulares de los actores sociales, 
pertenezcan a cualquiera de los bandos en pugna. Y lo hace por el hecho 
de que el sistema del que forma parte como clase es de por sí conflictivo y 
contradictorio. La revolución es constante porque las contradicciones 
también lo son. No existe un momento pre - revolucionario en el que no 
estén dadas aún las condiciones objetivas porque ello supondría que el 
sistema, estructuralmente contradictorio y conflictivo, en un momento no 
lo sería o dejaría de serlo. 
De lo expuesto se infiere que el marxismo es no sólo una descripción y 
explicación objetiva de la realidad sino, además, una praxis. No es una 
teoría que se limita a estudiar el funcionamiento del sistema o que, en el 
plano de la acción, solo propone correcciones en el sistema para mejorarlo. 
Su propuesta es cambiarlo, o mejor aún, superarlo. La propuesta se 
 
17 
 
traduce en acción por la praxis. La base de sustentación racional de esa 
praxis no es una ideología sino una ciencia: el marxismo como ciencia de lo 
social. Las ideologías son concepciones no objetivas de la realidad, 
condicionadas por las estructuras de clase. La burguesía en tanto que clase 
social dominante en el sistema capitalista tiene una visión de la realidad 
predeterminada por sus intereses de clase, por lo tanto dicha visión no 
refleja la realidad y, por ende, no es objetiva. 
La dialéctica marxista explica los procesos históricos a partir del supuesto 
de que la evolución social es el resultado de la lucha entre las clases, no 
entre los individuos. En la llamada Edad Moderna y en el seno del sistema 
de producción capitalista, las clases en pugna fueron: la burguesía y el 
proletariado. El conflicto entre ambas clases se ha extendido a lo largo de 
varios siglos hasta nuestros días. La burguesía es la propietaria de los 
bienes de producción, de la renta y de la tierra, y el proletariado de la 
fuerza del trabajo. El capitalista trata de explicar la acumulación de capital 
desde la teoría liberal económica de mercado. El mercado funciona 
regulado por la ley de la oferta y la demanda: a mayor oferta bajan los 
precios y a mayor demanda suben. En el mercado se intercambian 
mercancías. Estas son el resultado de la producción lograda gracias al 
capital invertido en bienes de capital, es decir, bienes que producen otros 
bienes, materias primas y el trabajo. Una lectura superficial como la 
anterior crea la ilusión de que el capital genera el trabajo y que el rol del 
trabajo en dicho proceso es secundario. El capital es considerado como la 
condición del trabajo, es decir que el capital genera trabajo y no a la 
inversa. Para el marxismo la relación es inversa: el trabajo genera el capital. 
Esto es posible porqueen toda mercancía producida por el trabajo del 
obrero hay un plus de beneficio que obtiene el capitalista simplemente no 
pagando el trabajo en su valor real sino con una merma considerable que 
es el plus que da origen al capital. Sin el plus originado por el trabajo, 
comprado a un precio inferior al real, no habría capital. Pero esto tiene una 
explicación: el trabajo no es pagado en su justo valor porque en una 
economía de mercado, regulada por la ley de la oferta y la demanda, el 
trabajo se convierte en una mercancía más sujeta a las fluctuaciones del 
mercado. A menor demanda de mano de obra menor salario y a mayor 
demanda mayor salario y a la inversa: a mayor oferta menor salario y a 
menor oferta mayor salario. Pero el trabajo tiene una característica que no 
tienen las otras mercancías: es la única que rinde beneficios sólo a quien lo 
compra. O sea que el trabajo se vende, en un sentido literal, siempre por 
debajo de su valor. Es lo único que tiene el obrero para ofrecer. 
Y como lo ofrece en un mercado libre su trabajo nunca tiene el mismo 
valor, con independencia de cuales sean las necesidades reales del obrero 
y su familia. De esta manera los gastos fijos de una subsistencia al límite de 
la precariedad no pueden ser solventados regularmente. En este sistema el 
 
18 
 
proletario siempre juega con desventaja: entre otras, la desventaja de 
carecer de capacidad de ahorro, justamente porque lo que debiera obtener 
por su trabajo no es lo que efectivamente obtiene. El plus del salario, que 
debiera estar constituido por el sobrante de los gastos efectuados para la 
satisfacción de las necesidades básicas más el sobre valor inherente a toda 
mercancía, que sería la base de su ahorro, se lo queda el patrón: es la plus 
valía. Este concepto está ligado al de mercancía. Esta es un bien de 
intercambio, no un bien de uso. El bien de uso tiene un valor funcional 
determinado para el usuario. Una lapicera es un utensilio usado para 
escribir. Como tal es un bien de uso. El fabricante de lapiceras y los que 
tienen comercios en las que se las vende no consideran a la lapicera un 
bien de uso sino una mercancía. La mercancía es un bien de uso convertido 
en bien de intercambio con un valor. En el valor está la plusvalía. Lo que la 
cosa vale en el mercado tiene plus valía. El trabajo genera la plus valía 
porque él mismo implica un plus valor. La cosa "hereda" ese plus valor y 
ese plus valor, con el que se queda el patrón, genera el capital. 
Pero, además, el trabajo exige, por parte de quien lo vende, enajenar parte 
de su propia vida, puesto que el trabajo es tiempo de vida productivo. Esa 
vida que el obrero enajena - vende por un mal precio en el mercado del 
trabajo- se la apropia, por decirlo de algún modo, la mercancía, cuyo 
propietario es el patrón. Esto implica que el trabajo enajenado es trabajo 
alienado por la simple razón de que la vida del obrero puesta en la 
producción de la cosas se hace ella misma cosa. La vida convertida en cosa 
es vida alienada, es decir, otra de quien la vive. El obrero al no realizarse en 
su obra se des- realiza, esto es, se hace otro, deja el sí mismo de su ser en 
la cosa que produce. Es, como dice Marx, menos que humano. El patrón, 
que obtiene el usufructo de la cosa producida, ahora transformada en 
mercancía, se convierte en mercader de vida: compra y vende vida, nada 
más ni nada menos, que la vida del obrero. Por ello, al ser el trabajo vida y 
esa vida transferida al producto del trabajo, el trabajo mercantilizado, 
degradado a la categoría de mercancía, es alienante. No es un trabajo 
creativo como el del artista, que le permite realizarse a sí mismo dado que 
su producto no es una mercancía, ni siquiera un bien de uso ( se trata de 
un valor estético cuyo soporte material puede ser un bien de uso o de 
intercambio). O como el del artesano que produce arte -factos que, aunque 
vende, conservan para él las características del bien de uso. El capitalista ni 
fabrica arte - factos como el artesano ni produce obras de arte como el 
artista: compra vida- el trabajo del obrero- y la vende - como mercancía- 
obteniendo un beneficio. Al obrero se le va la vida en el producto del 
trabajo, que deja de ser suyo cuando, convertido en artículo de cambio, 
pasa de mano en mano hasta llegar a su destino como artículo de uso. No 
las manos a las que llega, sino las manos por las que pasa, son las que 
obtienen el usufructo de la vida enajenada al obrero. El trabajo productivo, 
generador legítimo de riqueza, queda subordinado y sometido a la ley del 
 
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mercado, ley que rige la trasferencia del bien no como bien de uso sino 
como bien de cambio. 
Para Marx en un sistema de producción con tales características las 
contradicciones sociales son inevitables. Son estructurales. Los conflictos 
de clase sólo pueden ser superados definitivamente por dos factores 
concurrentes: las contradicciones estructurales del sistema y la lucha 
revolucionaria. Estos conflictos tienen una lógica: la dialéctica. Una 
dialéctica que podríamos llamar material, porque no es un proceso dado en 
el nivel ideal del Espíritu, como en Hegel, sino un proceso político, social y 
económico dado en el marco de la historia humana concebida como un 
proceso evolutivo de la materia a lo largo del tiempo. El materialismo 
dialéctico y el materialismo histórico son la explicación del proceso de 
evolución de una realidad total, holística , que parte de un supuesto: la 
materia genera la conciencia. 
En el proceso social, económico e histórico que se da en el seno del sistema 
capitalista las clases sociales se enfrentan inexorablemente. La revolución 
no se inventa ni se impone. Deben existir condiciones subjetivas y objetivas 
para que se produzca. Dadas tales condiciones es inevitable. El 
enfrentamiento entre las clases no implica que una de ellas desaparecerá y 
la otra perdurará. Como el conflicto es dialéctico y ambas clases son la tesis 
y la antítesis del mismo, el resultado es una síntesis, a saber, una sociedad 
sin clases. En esta sociedad sin clases el Estado desaparece. La razón de ello 
es que si el Estado es la estructura jurídica de una sociedad clasista, cuyo 
fin último es regular los conflictos apelando a la ley, en una sociedad sin 
clases y por ende sin conflictos, se hace superfluo. Si el conflicto por 
antonomasia es el conflicto social y este se supera, es lógico concluir que el 
ente regulador de los conflictos, sobre todo del conflicto entre las clases, 
carece de sentido.

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